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El Absurdo de la Identidad y la Búsqueda Infinita: Una Lectura Žižekiana de Calamari Union de Aki Kaurismäki
Aki Kaurismäki, con su característica mordacidad, nos entrega en Calamari Union (1985) un filme que podría ser visto simplemente como una comedia absurda o una alegoría de la lucha de clases. Sin embargo, si lo analizamos a través del lente filosófico de Slavoj Žižek, el director finlandés nos ofrece una sátira que desvela las contradicciones inherentes de la condición humana y las estructuras de poder que pretenden darle sentido.
En Calamari Union, los protagonistas, todos llamados Frank, emprenden una travesía casi quijotesca por Helsinki, intentando llegar al mítico distrito de Eira, un símbolo nebuloso de la clase alta. Esta búsqueda, que parece interminable y absurda, resuena profundamente con la noción de Žižek de la “falta” en el Otro. En la teoría lacaniana, la falta es ese vacío estructural que nunca puede ser colmado, pero que impulsa al sujeto a buscar constantemente lo que nunca puede alcanzar. Kaurismäki, consciente o no de esta dialéctica, crea un espacio cinematográfico donde la falta no solo se manifiesta en la frustración de los Frank por alcanzar Eira, sino en el propio recorrido, donde la travesía se convierte en una parodia de la resistencia contra un sistema que siempre está más allá del alcance.
La elección de Kaurismäki de nombrar a todos los personajes “Frank” no es un detalle menor; se trata de un gesto que podría interpretarse como un desafío a la construcción hegemónica de la identidad. En el mundo postmoderno, como sugiere Žižek, la identidad está siempre en construcción, nunca es fija, y es precisamente en esta inestabilidad donde radica su potencial subversivo. Al igual que los Franks, que al compartir un nombre se ven reducidos a una indistinción casi grotesca, las identidades colectivas que desafían las narrativas dominantes en la sociedad deben enfrentarse a la homogeneización y a la negación de su singularidad.
Pero Calamari Union no se limita a ser una metáfora de la alienación. El filme puede leerse también como una crítica a la ideología que sostiene la ilusión del Otro completo, del sistema que se presenta como total, coherente y accesible, siempre que se sigan las reglas del juego. Sin embargo, Kaurismäki, en su característico tono seco y sardónico, despoja al espectador de esta ilusión, revelando la futilidad de la empresa y la inevitabilidad del fracaso. No se trata simplemente de que los Frank no puedan llegar a Eira; es que Eira, como significante, nunca podría satisfacer el deseo que los impulsa.
Žižek argumenta que la ideología funciona precisamente al nivel de lo que no decimos, de lo que damos por supuesto. En este sentido, la película de Kaurismäki podría ser vista como un ejercicio de desideologización, un recordatorio de que las promesas del sistema —sea el capitalismo tardío, la movilidad social, o la meritocracia— están fundamentalmente vacías. Los Frank no solo fallan en su misión; su fracaso es necesario para que el espectador reconozca el absurdo en la promesa misma.
Finalmente, Calamari Union nos enfrenta con una cuestión radical: ¿qué queda cuando aceptamos la imposibilidad de colmar la falta? La respuesta de Kaurismäki, al igual que la de Žižek, parece ser una invitación a un acto ético: seguir avanzando, no hacia la realización de un sueño imposible, sino hacia la subversión del propio marco que estructura nuestro deseo. En un mundo que insiste en su coherencia superficial, Kaurismäki nos recuerda que la verdadera resistencia radica en abrazar el absurdo y continuar caminando, aun cuando el destino sea tan inalcanzable como Eira.
Eduad-ACJ-
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““Realmente no queremos lo que creemos que deseamos””
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Slavoj Žižek
Es un filósofo, psicoanalista y crítico cultural esloveno, nacido en Liubliana en marzo de 1949.
Primeros años.
Es hijo de un economista y funcionario de la región este de Eslovenia y de una contable en una empresa del estado.
Pasó la mayor parte de su infancia en la región costera de Portoroz para trasladarse nuevamente a Liubliana cuando Slavoj era adolescente.
En 1967 se matriculó para realizar estudios en la Universidad de Liubliana donde se doctoró, y en psicoanálisis en la Universidad de París VIII Vincennes-Saint-Denis, en donde obtuvo su segundo doctorado.
Su principal influencia durante su formación universitaria fue el introductor del pensamiento de la escuela de Frankfurt en Eslovenia, Božidar Debenjak.
Fue investigador en el instituto de Sociología de la Universidad de Liubliana y profesor invitado en diversas instituciones como la Universidad de Princeton, la de Columbia, una universidad en New York y la Universidad de Michigan.
Actualmente es director internacional del Instituto Birkbeck para las humanidades en la Universidad del mismo nombre en Inglaterra.
Filosofía.
Se le considera como uno de los precursores de una nueva teoría crítica de la cultura, y uno de los mas prestigiosos seguidores de Jacques Lacan.
Žižek destaca una tendencia a ejemplificar la teoría con la cultura popular y también con la teoría psicoanalítica lacaniana para analizar a la sociedad en su conjunto. Es conocido por su gran habilidad tanto a la hora de utilizar ejemplos cinematográficos y de la cultura popular para explicar las teorías psicoanalíticas lacanianas y la filosofía idealista alemana.
Su estructura de pensamiento se basa en las teoría hegelianas y marxistas alcanzando los campos de la sociología, la psicología, la filosofía y la comunicación.
Considerado por el crítico literario Terry Eagleton como “el filósofo mas peligroso de Europa”,
Žižek ha hecho crítica de la ideología de los años 80s y ha atacado violentamente casi la totalidad de las posturas filosóficas y culturales de las últimas tres décadas, desde el Feminismo y la teoría de genero, hasta la teología de la liberación, el multiculturalismo etc. pasando incluso por el propio marxismo.
Críticas.
Tras unos primeros años de elogios por la sutileza y originalidad empleada en los análisis lingüísticos de Lacan y Hegel, en los últimos años se le ha criticado básicamente de no tener un pensamiento político concreto. Las posiciones filosóficas y políticas de Žižek no siempre son claramente comprensibles.
Los críticos se quejan de un caos teórico en el que las preguntas y respuestas son confusas y en el que se reciclan viejas ideas previamente refutadas científicamente o en el que Žižek les da un significado diferente.
Su obra ensayista comprende mas de 25 libros y dentro de su obra destacan títulos como “ideología; un mapa de la cuestión”, escribe regularmente en la prensa internacional sobre geopolítica y fue militante activo de los movimientos democráticos eslovenos de los años 80, llegando a ser candidato a la presidencia del Partido Liberal Democrático sin conseguirlo.
Fuente: Wikipedia y buscabiografias.com, lecturalia.com, philosophica.com
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La felicidad nunca fue importante. El problema radica en que nosotros no sabemos qué es lo que realmente queremos. Lo que nos hace feliz es el no alcanzar lo que deseamos, sino soñarlo. La felicidad es para oportunistas. Entonces pienso que la única vida de profunda satisfacción es una vida de una eterna lucha, especialmente, la lucha contra uno mismo. Si quieres mantenerte feliz, solo sigue siendo estúpido. Los auténticos eruditos nunca fueron felices; la felicidad es una categoría de esclavos.
—Slavok Zizek
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LJUBLJANA ― Ethical progress produces a beneficial form of dogmatism. A normal, healthy society does not debate whether rape and torture are acceptable, because the public "dogmatically" accepts that they are beyond the pale. By the same token, a society whose leaders speak of "legitimate rape" ― as a former Republican congressman in the United States once did ― or of tolerable torture is exhibiting clear signs of ethical decay, and previously unimaginable acts can quickly become possible.
Consider Russia today. In an unverified video that began circulating this month, a former mercenary from the Kremlin-linked Wagner Group is accused of switching sides to "fight against the Russians," whereupon an unidentified assailant smashes a sledgehammer into the side of the mercenary's head. When asked to comment on the video ― posted under the header "The hammer of revenge" ― Yevgeny Prigozhin, the Wagner Group's founder and a close ally of Vladimir Putin, replied that, "A dog receives a dog's death." As many have observed, Russia's behavior is now identical to that of the Islamic State.
Or, consider Russia's increasingly close ally, Iran, where young girls who have been arrested for protesting the regime are reportedly being married off to prison guards and then raped, on the grounds that a minor cannot legally be executed if she is a virgin.
Or, consider Israel, which proudly presents itself as a liberal democracy, even though it has gradually come to resemble some of the other fundamentalist-religious countries in its neighborhood. The latest evidence of the trend is the news that Itamar Ben-Gvir will be a part of Binyamin Netanyahu's new government. Before entering politics, Ben-Gvir was known to display a portrait in his living room of the Israeli-American terrorist Baruch Goldstein, who massacred 29 Palestinian Muslim worshipers and wounded 125 others in Hebron in 1994.
Netanyahu, who was Israel's longest-serving prime minister before being ousted in June 2021, is fully implicated in this ethical decay. In 2019, the Times of Israel reports, he called "for a fight against rising Muslim and left-wing anti-Semitism in Europe, hours after the [Israeli] government published a report that said the far-right posed the greatest threat to Jews on the continent." Why does Netanyahu ignore far-right anti-Semitism? Because he relies on it. The Western new right may be anti-Semitic at home, but it also staunchly supports Israel, which it sees as one of the last remaining barriers against a Muslim invasion.
Unfortunately, all this is just one side of the story. Ethical decay is also increasingly apparent in the "woke" left, which has become increasingly authoritarian and intolerant as it advocates permissiveness for all forms of sexual and ethnic identity ― except one. The sociologist Duane Rousselle has characterized the new "cancel culture" as "racism in the time of the many without the One."
Whereas traditional racism vilifies the intruder who poses a threat to the unity of the One (the dominant in-group), the woke left want to do the same to anyone who has not fully abandoned all the One's old categories of gender, sexuality, and ethnicity. All sexual orientations and gender identities are now acceptable unless you are a white man whose gender identity corresponds with your biological sex at birth. Members of this cisgender cohort are enjoined to feel guilty just for what they are ― for being "comfortable in their skin" ― while all others (even cisgender women) are encouraged to be whatever they feel they are.
This "new woke order" is increasingly discernible in absurd real-world episodes. Just this month, the Gender and Sexuality Resource Center at Gettysburg College in Pennsylvania planned to sponsor a student-organized event for all those who are "tired of white cis men." The plan was for attendees to "come paint & write about" their frustrations with "comfortable in skin" white men. Following an outcry and charges of racism, the event has since been postponed.
There is a paradox in how woke non-binary fluidity coincides with intolerance and exclusion. In Paris, the prestigious Ecole Normale Superieure is now debating a proposal to establish dormitory corridors reserved exclusively for individuals who have chosen mixity/diversity (mixite choisie) as their sexual identity, in order to exclude cisgender men. The proposed rules are strict: anyone not fitting the criteria would be prohibited from even setting foot in these corridors. And, of course, such rules would open a path to even tighter restrictions. For example, if enough individuals define their identity in even narrower terms, they presumably will be able to demand their own corridor.
Three features of this proposal are worth emphasizing: it excludes only cisgender men, not cisgender women; it is not based on any objective criteria of classification, but only on subjective self-designation; and it calls for further classificatory subdivisions. This last point is crucial, because it demonstrates how all the emphasis on plasticity, choice, and diversity ultimately leads to what can only be called a new apartheid ― a network of fixed, essentialized identities.
Wokeism thus offers a quintessential study in how permissiveness becomes prohibition: under a woke regime, we never know if and when some of us will be canceled for something we have said or done (the criteria are murky), or for simply being born into the forbidden category.
Far from opposing the new forms of barbarism, as it often claims to be doing, the woke left fully participates in it, promoting and practicing an oppressive discourse without irony. Though it advocates pluralism and promotes difference, its subjective position of enunciation ― the place from which it speaks ― is ruthlessly authoritarian, brooking no debate in efforts to impose arbitrary exclusions that previously would have been considered beyond the pale in a tolerant, liberal society.
That said, we should bear in mind that this mess is largely confined to the narrow world of academia (and various intellectual professions like journalism), whereas the rest of society is moving more in the opposite direction. In the U.S., for example, 12 Republican senators voted this month with the Democratic majority to codify the right of same-sex couples to marry.
Cancel culture, with its implicit paranoia, is a desperate and obviously self-defeating attempt to compensate for the very real violence and intolerance that sexual minorities have long suffered. But it is a retreat into a cultural fortress, a pseudo-"safe space" whose discursive fanaticism merely strengthens the majority's resistance to it.
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La Idea eterna de la revolución sobrevive a su derrota en la realidad sociohistórica, continúa guiando la vida espectral subterránea de los fantasmas de las utopías malogradas que rondan sobre las futuras generaciones, esperando pacientemente su resurrección.
Slavoj Zizek
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“La tarea del filósofo ya no es socavar el edificio simbólico jerárquico que sustenta la estabilidad social, sino conseguir que los jóvenes perciban los peligros del creciente orden nihilista que se presenta como el dominio de las nuevas libertades. Vivimos una época extraordinaria en la que no existe ninguna tradición en la que podamos basar nuestra identidad, ningún marco de universo significativo que nos permita llevar una vida que vaya más allá de la reproducción hedonista. El nihilismo actual –el reino del oportunismo cínico acompañado de una permanente ansiedad– se legitima como la liberación de las viejas represiones: disponemos de libertad para reinventar constantemente nuestra identidad sexual, para cambiar no solo de trabajo o de trayectoria profesional, sino incluso nuestros rasgos subjetivos más íntimos, como nuestra orientación sexual. Sin embargo, el alcance de estas libertades queda estrictamente prescrito tanto por las coordenadas del sistema existente como por la manera en que funciona de hecho la libertad consumista: la posibilidad de escoger y consumir se convierte de manera imperceptible en una obligación de elegir del superego. La dimensión nihilista de este espacio de libertades solo puede funcionar de una manera permanentemente acelerada: en cuanto frena, somos conscientes de la falta de sentido de todo el movimiento. Este Nuevo Desorden Mundial, esta civilización sin mundo que emerge gradualmente, afecta de manera evidente a los jóvenes, que oscilan entre la intensidad de vivir plenamente (el goce sexual, las drogas, el alcohol, incluso la violencia) y el ansia de triunfar (estudiar, tener una carrera profesional, ganar dinero…dentro del orden capitalista existente). La transgresión permanente se convierte así en la norma.”
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“Como un ladrón en pleno día” - Žižek
-siempre bien arriba lo que lees
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l’urgenza mascolina di mettersi una maschera o un passamontagna scivolare al di fuori del principium individuationis confondersi nell'ululato ferino del collettivo inebriarsi di sangue e violenza
“I Balcani sono l’inconscio dell’Europa” (Mladen Dolar, citato da Slavoj Žižek)
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A man who believes himself to be a grain of seed is taken to the mental institution where the doctors do their best to finally convince him that he is not a grain but a man; however, when he is cured (convinced that he is not a grain of seed but a man) and allowed to leave the hospital, he immediately comes back very trembling of scare – there is a chicken outside the door and that he is afraid that it would eat him. “Dear fellow,” says his doctor, “you know very well that you are not a grain of seed but a man”. “Of course I know that,” replies the patient, “but does the chicken know it? get the t-shirt here: https://sternstundendeskapitalismus.de/produkt/der-grosse-andere-zizek-away/
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LA IDEOLOGIA
La ilusión no está del lado del saber, está del lado de la realidad, de lo que la gente hace. Lo que ellos no saben es que su realidad social, su actividad, está guiada por una ilusión, por una inversión fetichista. Lo que ellos dejan de lado, lo que reconocen falsamente, no es la realidad, sino la ilusión que estructura su realidad, su actividad social real. Saben muy bien cómo son en realidad las cosas, pero, aun así, hacen como si no lo supieran. La ilusión es, por tanto, doble: consiste en pasar por alto la ilusión que estructura nuestra relación efectiva y real con la realidad.
S. Zizek
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Subjetivad zizekiana vs. Subjetivación foucaultiana
La sujeción no significa “hacerse sujeto”, pues no es lo mismo la subjetividad que la subjetivación. Para el filósofo esloveno, el sujeto como tal no se reduce jamás a las posiciones de sujeto con las cuales es interpelado históricamente. Es verdad que el prisionero (para tomar el ejemplo clásico utilizado por Foucault) forma su identidad a través del encarcelamiento y de las técnicas disciplinarias que actúan sobre su cuerpo. La prisión actúa sobre el cuerpo del prisionero, obligándolo a adoptar una norma de conducta que hace suya. Pero para Žižek, la subjetividad del prisionero es siempre “algo más” que la identidad histórica (Self) que asume a través de la normalización carcelaria. Esa subjetividad en realidad no es histórica pues, como acabamos de ver, se halla inscrita en el ámbito propiamente ontológico de la negatividad del ser. No es formada en un campo social de relaciones de poder a las cuales sólo puede resistir de forma inmanente. Tal negatividad trascendental, constituyente del sujeto, se resiste a ser absorbida en cualquier positividad histórica, de tal manera que la subjetivación de la que habla Foucault no es otra cosa que el vano intento de inscribir la subjetividad en las simbolizaciones históricas re[1]queridas para el funcionamiento de las instituciones sociales. - Santiago Castro-gomez
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Con qué frecuencia cuando amamos a una persona no la aceptamos como de hecho ella es, aceptamos a esa persona en la medida que quepa en las coordenadas de nuestra fantasía. Nos confundimos, identificamos erroneamente a esa persona, por eso cuando descubrimos que estabamos mal, nos sentimos engañados y el amor puede transformarse rápidamente en violencia. No hay nada más peligroso, más letal para la persona amada que ser amada por lo que no es.
Slavoj Zizek (via felipecortez16)
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