Photo
Chil Sung Pa Ki거미의 일족. Clan de los Geomi (”Arañas”, en coreano).
Una de las familias originarias de la Kkangpae (mafia coreana) que firmaron el Tratado de las Siete Estrellas de 1920 después de las llamadas “Gele laseu de sang-geule”. Estas guerras que duraron diez años, mantuvieron en constante disputa a las siete principales familias surcoreanas por el dominio del mercado negro del país. Después de la muerte de Kim Choo, líder por aquel entonces de la Hwan Song Sung Pa, los dirigentes se sentaron para firmar un tratado de “paz” que limitaba el número de importaciones y exportaciones y que prohibía atentar directamente contra la vida de los líderes y de las familias de éstos (no se especificó nada acerca de los subordinados).
Situado en la capital, el Clan de los Geomi es uno de los más poderosos del país, controlando el 85% del negocio de compraventa de armas ilegal, prostitución ilegal e industria pornográfica. Tienen muy buena amistad con los Yakuza de japón, el clan de los Ngū o culebra, en Tailandia, los rusos, italianos y en especial, los norteamericanos.
Su nombre, Geomi, fue escogido por el gran amor del fundador Jung-woo por las arañas de corea. Se conoce que éste llegó a tener unas cien arañas de variadas especies en distintas habitaciones, dedicadas exclusivamente a su cuidado y manutención. Todos los miembros del clan llevan una araña tatuada en el pecho o en la espalda, dependiendo de su rango dentro de la organización.
Mr. K.
Actual lider de la familia. Nacido en Seoul, en el año 1970. Se le conoce por ser un hombre sincero, honesto y es venerado por todos los suyos. Jamás pierde los estribos, siempre es reflexivo y observador. Sin embargo, su calma aparente no debe engañar a los lectores. Es un asesino sanguinario y un sadomasoquista que disfruta de las más horribles torturas, incluso con su mujer y amantes. Al igual que su abuelo, tiene una oscura obsesión con las arañas, en especial las tarántulas, a quienes alimenta él mismo y cuida como a sus hijas.
Kim Jae.
Mellizo de Sook-Hee. Nació en la capital coreana en el año 1990. La muerte de su madre durante el parto es todavía un misterio. Muchos afirman que fue asesinada por el propio Señor K, pero otros sólo comentan que quizás sólo se trate de una leyenda inventada por clanes enemigos. Nunca apreció demasiado los negocios de su padre hasta que con dieciséis años sobrevivió a la redada del Beojkkoch, local de striptease que los Geomi tienen (todavía) en Incheon. Jae salió prácticamente ileso aunque quedó completamente sordo de un oído. Quemado por el odio, decidió aliarse a su padre y desde entonces ha participado en distintas operaciones de los Geomi.
Fiel amigo de Ethan Williams desde hace ya ocho o nueve años. Se conocieron durante uno de los viajes de Jae a Detroit y éste le habló de su sueño de convertirse en tatuador. Borracho y movido por la pasión de Jae por el mundo del arte, le aseguró que cuando terminase la carrera de bellas artes él mismo le ayudaría a montar un estudio privado de tatuaje si le facilitaba las relaciones con el clan de los Geomi.
Kim Sook-Hee.
La oveja negra de la familia. Melliza (diez minutos menor) de Jae. Siempre ha ido por libre, nunca ha terminado de aceptar las enseñanzas de los Geomi y culpa a su padre de la ausencia de figura materna en su infancia. Desde pequeña fue entrenada en el combate de cuerpo a cuerpo y en el manejo de todo tipo de armas de fuego y armas blancas. Sádica, sanguinaria, cínica y retorcida. Se identifica con las arañas o con las mantis religiosas hembras. Actualmente vive aislada de los Geomi y se dedica a matar a quien ella considera oportuno.
Tiene una relación con el hijo de los Chil Sung Pa, Hyeong, un chaval con el que ya lleva dos años en secreto. Se siente capaz de todo por él, incluso de asesinar a su propio padre, si éste se lo pidiese.
0 notes
Photo
4K notes
·
View notes
Photo
1K notes
·
View notes
Photo
(Relato) No future.
Aprendió lo que significaba la palabra ghetto cuando supo leer el cartel situado en la valla metálica que separaba la ciudad del barrio en el que el vivía. A menudo, escapando de los gritos de su casa, los platos rotos y los arañazos de su madre en la pared, salía a caminar con las manos en los bolsillos. Atravesaba aquellas calles sin asfaltar con la música sonando fuerte en cada casa, con sus gritos, sus risas. Siempre se escuchaban sirenas de policía, a plena luz o en la noche más oscura. Traficantes profesionales, camellos aficionados, putas y strippers en cada esquina, niños jugando con ruedas de coches y la basura. Sin embargo a él le gustaba caminar hasta la valla, la enorme valla con alambre de espino que separaba el “vertedero municipal” del resto de barrios residenciales. A menudo se quedaba allí sentado y se imaginaba cómo debía de ser la vida al otro lado. La había visto en la televisión robada de la casa del final de la esquina, la de los Robinsons. Sabía que las familias de “blancos” tenían agua corriente. Y habitación propia. Le gustaban las casas colocadas una al lado de la otra y los coches en las puertas de los garajes. Sin los cristales rotos, ni ruedas pinchadas.
Durante aquellos paseos, se imaginaba que su madre no era su madre. Que su madre era otra mujer. Una mujer que le daba el desayuno y que bebía café y no coñac. Que le daba un beso de buenas noches. Se imaginaba lo que tenía que ser, simplemente, que alguien le diese un beso. A veces lloraba a escondidas. Tenía que hacerlo así o, al volver a casa, sabía que su padre le pegaría e insultaría, llamándolo “maricón” o “nenaza”. Durante años se avergonzó de aquellos pensamientos de miedo y tristeza, los cuales él mismo calificó de “débiles”. En la valla que separaba el ghetto de los otros barrios siempre había varios coches patrulla, aunque estaban acostumbrados a su presencia. Sin embargo, nunca le dirigían la palabra. Se preguntaba por qué. Qué tenía de diferente él de ellos.
Por las noches, cuando los gritos, los sonidos de las sirenas y el ruido de los disparos le impedían dormir, trepaba por la ventana y se sentaba en el tejado para ver las estrellas. Si es que las había. Mirarlas, allí arriba, le hacía olvidar la existencia de la valla metálica que limitaba el ghetto con el resto del mundo. Y se sentía libre.
0 notes
Photo
577 notes
·
View notes
Photo
1K notes
·
View notes
Photo
571 notes
·
View notes
Photo
45K notes
·
View notes
Photo
I’m not afraid of being sick / I’m more afraid of being well / I’m not afraid / put the gun in my hand / I’m just afraid it will hurt like hell.
256 notes
·
View notes
Photo
that’s my boy / american son / hope I’m not around when he gets the idea to buy a gun.
183 notes
·
View notes
Photo
8K notes
·
View notes
Photo
(Relato) Disparos en la boca del lobo.
Relato sobre como Ethan Williams recibe tres disparos de policías blancos en la puerta de su casa a los diecisiete años.
Él tenía diecisiete años y ya era más alto que la mayoría de los chavales cuando le pegaron tres tiros en la puerta de su casa. Tres. Uno detrás de otro.
Los autodenominados “Berracos”, un grupo formado por inmigrantes e hijos de inmigrantes colombianos, venezolanos, ecuatorianos y otros países que en el grupo constituían una minoría habían salido aquella noche a comerse el mundo. Se creían fuertes e indestructibles. Nadie les había parado los pies. Nadie les había dicho que no eran los reyes de aquel barrio de Detroit. Cómo discutirles la supremacía en aquella tierra que habían hecho suya. Desde niños habían sido enseñados y entrenados para luchar por cualquier tipo de causa. Por la guerra o libertad, que ellos creían una especie de fantasía erótica armada hasta los dientes. Habían nacido y vivido con odio, con desprecio. Y aquella noche, salían a por el enemigo, al campo de batalla.
Se rompieron cristales, se escupió y partió la boca de aquellos que una vez les habían insultado por su condición racial, por su lengua y cultura, por su color de piel. Cuentan, incluso, que uno a quien todos apodaban “El negro” por ser hijo de un afroamericano y colombiana, se meó encima del cuerpo inmóvil de un puto racista que una vez había intentado meter mano a su madre y hermanas durante una redada. Destrozaron coches, destrozaron tiendas y casas. Prendieron fuego a los contenedores hasta que las llamas hicieron sonar las sirenas de la policía. Pero ellos, eran los que realmente ardían por dentro. Una cultura sometida, una cultura sin voz, ni voto. Sin nada.
El más alto, un chaval de apenas diecisiete años a quienes todos conocían como “El mestizo” se atrevió a mirar a los coches patrulla a los ojos, sin miedo. Porque no sentía miedo de aquellos que le habían convertido un paria social. Aquellos que habían pegado a su madre hasta la sangre por ser puta. Aquellos que se divertían escupiendo a los niños de la calle. Les miró a los ojos y con la mano, imitó varios disparos. Se creía fuerte. Se creía el héroe de su tribu, de su barrio, de su calle. La voz de todos aquellos iguales a él. Y los policías persiguieron calle arriba, hasta que le dieron caza.
Delante de su madre, quien le estaba esperando en la puerta de su casa con lágrimas en los ojos y el rosario de la mano, le metieron tres tiros. Uno en el hombro y dos en la espalda. Saltaron los casquetes de nueve milímetros y se escucharon los gritos de las mujeres en las ventanas, asustadas, con miedo, quizás a ser las siguientes. Había sangre. En el asfalto, en las manos. Su madre lo cogió en brazos llorando, pensando que había muerto e insultó en su propia lengua a los policías blancos que, irónicamente, noches antes habían intentado violarla en aquella misma calle. Pero ahora, pensando que su hijo había muerto, no les tenía miedo. El chaval no sentía más que satisfacción. No tenía miedo a morir.
Y sobrevivió. Sobrevivió y el cabrón juró que se vengaría de aquellos hijos de puta. Porque si intentaban silenciarlo, aprendería a gritar más fuerte.
0 notes
Photo
Burn Bright // My Chemical Romance (x)
1K notes
·
View notes
Photo
ヤクザ, Yakuza. Historia de la Familia Himura.
Nota: Me gustaría empezar esta colección de forma algo ajena a la figura de Ethan Williams. Es cierto que este personaje tiene una especial vinculación con la Yakuza, o mafia japonesa, pero creo que esta organización es muy interesante en sí misma como para no ser desarrollada a través de relatos y vidas de sus protagonistas.
家族 緋村 (Kazoku Himura) o Mafia de los Yamaguchi-gumi.
La Yakuza es conocida por ser el grupo de crimen organizado más peligroso de Japón. Instalados inicialmente en Osaka (capital de todas sus acciones delictivas), son, junto con la Cosa Nostra italiana y la Mafia rusa, una de las más temidas por las autoridades y ciudadanos. Para aquellos que no la conozcan demasiado, esta mafia se basa en un rígido código de honor llamado Jingi que sus miembros deben cumplir, fundamentado en el trabajo y la lealtad. Sus negocios se centran en el tráfico de personas y en la prostitución (ilegal, evidentemente). Los hijos de los Yakuza, son Yakuza y resulta casi imposible escapar de esta vida aunque, la forma de hacerlo (como dicta la tradición), es cortándose uno o varios dedos de la mano.
En esta publicación se recogen esencialmente los datos de los miembros de la mafia Yamaguchi-gumi, grupo, asociación o clan. Los Yamaguchi-gumi son una de las familias Yakuza más antiguas y sus orígenes se remontan a los años 1603–1868. Está compuesta por 55,000 miembros, divididos en 850 clanes. Actualmente, el líder y cabeza de todos Yamaguchi-gumi no es otro que Isao Himura.
功 緋村, Isao Himura: Llamado o conocido como Oyaubun, que, en japonés, significa “el jefe o cabeza de la familia”. Jefe de los Yamaguchi-gumi. Nacido en 1959 en Osaka, Japón. Ascendió al liderazgo cuando murió su anciano padre. Tenía treinta y cuatro años. Desde entonces, controla prácticamente el 80% del mercado negro japonés, coreano y chino. Tiene fuertes lazos de amistad con el extranjero, especialmente con los rusos y los italianos (Cosa Nostra). Entrenado desde pequeño en el combate cuerpo a cuerpo, lucha con arma blanca y armas de fuego. Completamente tatuado. Estuvo casado con Yumiko Himura, pero su mujer murió a causa de un accidente: Una de las mafias enemigas puso una bomba en el coche, causando la muerte de ésta y de su hijo mayor, Kenichi Himura. Algunas curiosidades: Tiene una amistad muy cercana con Ethan Williams desde que éste salvó de una carnicería a las afueras de Osaka a manos de una familia enemiga a su única hija Ayame. Desde entonces siente que le debe la vida y le tiene como uno de sus “protegidos”.
Avatar: Ken Watanabe.
菖蒲 緋村 Ayame Himura: Llamada o conocida como Ane-san (título que reciben las líderes de las mafias japonesas) o por su padre como Renge (Flor de loto). Nacida en 1997 en Osaka, Japón. Hija de Isao y Yumiko Himura, hermana menor de Kenichi Himura. A pesar de estar estudiando (en casa, donde un tutor le enseña), está siendo adiestrada por su padre y los miembros de los Yamaguchi-gumi para lograr ser una auténtica guerrera. Ya forma parte de la Yakuza, desde su nacimiento. Tiene algunos tatuajes en su cuerpo, especialmente en la espalda y brazos. Se rumorea que será casada con el hijo mayor de los Sumiyoshi-kai (segundo grupo de Yakuza más grande de Japón, Haru “Kobayasi”, seis años mayor que ella. Kobayasi significa “bosque” en japonés, este apodo le fue dado ya que dicha familia es famosa por ahorcar a sus víctimas en los árboles de los bosques. Curiosidades sobre Ayame: Tiene especial devoción por las tarántulas y serpientes. Perfecto manejo de la katana. Avatar: Nana Komatsu.
0 notes