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❧ Adara Reilly
❧ 21 años. || 122 años reales
❧ Irlandesa
Recuerdo aquel día, noviembre de 1898, apenas había transcurrido un mes de mi cumpleaños número veintiuno y mi madre estaba entusiasmada organizando el siguiente evento en la propiedad: mi fiesta de compromiso. Una fiesta donde nos darían a conocer al ojo público el compromiso que se había firmado prácticamente desde el momento en que nací. Recuerdo haber pasado por tantos vestidos que me es difícil recordar la cantidad, tantos estilos de peinados y solo observar como los sirvientes corrían de un lado a otro bajo las órdenes de quien me dio la vida para conseguir el escenario perfecto, pues ella decía que al final lo que importaban eran las apariencias. ¿A quién le importaba que mi prometido fuera quince años más grande que yo? Tenía dinero, tenía poder y una fuerte alianza con mi familia que se sellaría una vez le diera el “si” en la boda. Nunca pensé que tuviera opciones, nunca me detuve a soñar con diferentes alternativas porque solo me llevaban al vacío y la desolación. Mi familia estaba lejos de estar mal económicamente, pero cuando alguien tenía riqueza, lo único que pensaba era en tener más y más. Mi opinión no importaba, solo tenía que pararme ahí, sonreír y seguir a mi futuro marido a donde quiera que él estuviera, como una muñeca de porcelana, y él, a cambio, presumiría haberse quedado con una de las bellezas juveniles de la región. Al menos eso decía cuando acudía a cenar con nosotros. Mamá, cada que cepillaba mi cabello no dejaba de repetirme “Nunca tendrás que hacer labores de hogar, querida” “Serás la dueña de tu propio hogar” “La miseria no estará jamás en tu vocabulario” y demás frases que memoricé desde que empecé a oírla desde los catorce años, ¿Perturbador? En esa época que importaba mi opinión. Solo mi almohada, mi diario -aquel que me vi obligada a quemar la noche anterior a la fiesta de compromiso- y mis pensamientos estábamos seguros de una sola cosa: Yo no quería casarme.
Aunque, ese día, media noche en el salón de la propiedad, rebosando de gente, aquellos apenas diez minutos que logré separarme del agarre de quien en poco llamaría esposo, me hicieron ver que el destino a veces cambiaba en situaciones que estaban lejos de la imaginación. Me había leído Drácula, libro que apenas y llevaba un año de haber sido publicado, luego me sermonearon por lectura tan atroz, pero nunca me llevó a creerme los cuentos de las criaturas sobrenaturales. Esa noche, mi perspectiva cambió. Solía pasear por los jardines de la casa como parte de una rutina bien marcada, nunca buscaba esconderme solo ser abrazada por la soledad, no podía culpar a mi alma solitaria. Esa misma noche lo hice, acaricié los jazmines con las yemas de mis dedos mientras paseaba, el viento desaliñando el minucioso peinado que mi madre sentenció hacerme y el filo de mi falda empezaría a teñirse de lodo, ni siquiera me preocupaba la desaprobación de mi prometido o el de mi madre. Rodeé la ostentosa fuente solo para al otro lado encontrarme con un rostro familiar, no pienso mencionar su nombre porque solo me trae escalofríos y lo asocio a parte de mi pasado humano que, aun con recuerdos borrosos, ciertos aspectos seguían bien presentes en mi memoria, como mi último día siendo una mortal. Solo le bastaron palabras y una promesa de libertad para tomar su mano, a mi siguiente despertar, todo era frío, la garganta me escocía y mis ojos se habían vuelto aterradores. Me costó menos de cinco horas asimilar mi nueva forma y la manera en que ahora veía el mundo con mis nuevos ojos. ¿La alimentación? Sucumbí a la dieta original de mi especie por casi cuatro décadas, cuando fui capaz de emprender mi camino lejos de quien me había creado. Nunca volví a ver a mi familia, si hubo un funeral, no me enteré, si hubo una expedición por mi búsqueda, jamás lo sabré, pues cuando desperté, Irlanda había quedado atrás, Italia se había vuelto mi nuevo hogar. Los casi cuarenta años que pasé en ese lugar fueron oscuridad, mi creador me dejaba sola hasta el momento en que necesitaba cobrar la libertad que me había otorgado, era cruel, sádico, y bueno, tengo una pequeña marca de sus fechorías en mi hombro izquierdo, ¿Una criatura como yo podía ser marcada? En mi cuerpo estaba la prueba. Pero, en su mayoría, estaba privilegiada por una agradable biblioteca y acceso a nuevos estilos de aprendizaje, profundicé mi mente en el baile y la pintura y aprendí unos cuántos idiomas. Mi madre tenía razón, tendría mi propio hogar y nadie me molestaría, pero, cuando se tiene una eternidad por delante, el tiempo cada vez te sobra más. Así que estudiaba la manera en que evolucionaba la humanidad año tras año, me vi fascinaba por la primera guerra mundial y la segunda ni se diga, aún cuando ya no disfrutaba de los privilegios que mi creador me había dado, nunca abandoné mi espíritu curioso. A pesar que le saqué provecho a esos años, me enseñó combate, cacería, estrategias, en los últimos años juntos terminamos siendo utilizados uno al otro.
Y entonces partí. Anduve de un lado a otro, sin dejar raíces jamás, sin convertir a nadie, mi misión era simplemente existir, conocer las diferentes culturas del mundo y alimentarme solo si era estrictamente necesario. El mundo era muy diferente de noche que de día y las peores especies relucían cuando el sol se ocultaba. Permanecía en pequeños clanes por poco tiempo, instinto de supervivencia me gustaba llamarle, más nunca me empeñaba en crear lazos con los integrantes, yo les ofrecía protección siempre y cuando fuera recíproco, en aquellos tiempos era más fácil sobrevivir cuando estabas en un clan que andando por tu cuenta. La era moderna me alcanzó y lo más abrumador era como las prendas en las mujeres iba cambiando, las faldas comenzaron a ser más cortas, los pantalones cada vez se ceñían más a las piernas y las blusas, al parecer era más sensual exhibir más la piel que la prenda que llevabas puesta. Los cabellos dejaron de ser solo negros, rubios o cafés, había una gama amplia de colores que nunca imaginé se podrían utilizar así y los teléfonos móviles se hacían cada vez más pequeños.
Y ¿Cómo llegué a Rusia? Abandoné la dieta humana y lo más fiable era consumir la sangre de animales, no era igual de apetecible pero me mantenía viva y fuerte que eso era lo más importante para sobrevivir. Tuve que acostumbrarme a andar sola, los clanes cada vez empezaban a llamarse así mismos “familia” y aquello ya llevaba un significado emocional al que no quería alcanzar. A partir de ahí, estuve en peligro tantas veces que pensaba la última, cuando me topé a aquella mujer, pensé sería mi final, sin embargo, aludió a estarme observando por largo tiempo y después de hablarme de aquella academia donde no me forzarían a decirle hermano o hermana a alguien, logró convencerme, estaría segura y lo de crear lazos emocionales ya quedaría en mí. Demasiada vida para un solo vampiro.
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❧ Mitra Haycook Algrestte
❧ 22 años.
❧ Princesa de Albania
10 de julio de 2020
Apreciable diario:
Eres la primera hoja. Mamá acaba de obsequiarte conmigo para que narre aquí todas mis experiencias en PRS, ¡Como la quiero! Sabe que no me podría resistir, aunque es de su conocimiento mi preferencia por escribir en mi tableta o en mi computadora, papá dice que en papel será una mejor experiencia y que alejarse de la tecnología por un rato es una refrescante bocanada de aire. Creo que no debí pasar tanto tiempo en mi teléfono frente a él. ¡Como lo quiero también!
Entonces, ahora somos tú y yo, eres mi nuevo secreto que, tal vez, enseñe a mamá cuando regrese a casa. No tuvieron que darme muchos motivos para asistir, si algo que puede ser mi debilidad es el romance, desde Jane Austin hasta Federico Moccia, ¡No puedo contenerme a una buena historia de amor! Y sé que mis padres se conocieron en ese lugar, y ahora yo quiero recorrer esos mismos pasillos.
Por ser la primera hoja, debería presentarme contigo, diario, todos saben quien soy pero me pregunto cuánto tiempo llevarás sin ver la luz del mundo que me siento obligada a hacerlo. Mi nombre es Mitra Haycook Agrestte tengo veintidós años y soy la princesa de Albania, no seré la Reina por tres minutos de diferencia con mi mellizo pero realmente no me importa. ¿Sabes cuál es la mejor parte? ¡Soy mitad israelí por mamá! Me gusta conocer ambas culturas, gastronomía, arte, paso mucho tiempo en museos y librerías, no pienso que sea raro, en casa tenemos una gran biblioteca, podría vivir ahí el resto de mis días pero necesito cumplir con mis necesidades básicas, además, mis padres suelen viajar mucho y mi deber es acompañarles. Te preguntarás qué es lo que más me gusta, sencillo, la lectura, es una fuerte herramienta para combatir la ignorancia, y mi actividad favorita es visitar las escuelas de mi ciudad, privadas y públicas, y leer a los niños, si no fuese princesa, me habría gustado ser maestra.
Te hablaré un poco de mi familia, soy muy unida a ellos, especialmente a mi mellizo, somos diferentes en personalidad pero eso se vuelve una buena indemnidad. Físicamente me parezco a papá pero sé que toda la elegancia y porte es de mi mamá, me he visto sus fotos de su juventud, mis favoritas son las de su boda, ¡Cuánta elegancia desprenden! Espero verme de la misma manera, no me gusta caer en la vanidad pero desde que soy pequeña me han enseñado a tener una presencia pulcra, así que no puedo evitar mirarme al espejo, ojalá fuese por mi y no por el como me verán los demás.
Te puedo escribir unos datos más de mí y es que ya me duele mi mano y mis maletas están ya terminadas para partir así que no tengo más tiempo pero aquí van: Mi película favorita es Aladdin por lo tanto mi princesa preferida es Jazmín, me gusta vestir de colores vivos y las rosas blancas son mi delirio. Tengo una fundación que ayuda a perros y gatos de la calle a encontrar un hogar digno, me entristece verlos sin amor, amo ser princesa por el poder que te da el hacer cosas en beneficio de los demás y estoy entusiasmada por esta nueva aventura. ¡Deséame suerte!
Tuya,
Su Alteza Real princesa Mitra Haycook Algrestte de Albania. Debería solamente firmar como Mitra, a la próxima, lo haré.
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