writtenwheart
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Si un escritor se enamora de ti, nunca morirás.
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El coste de oportunidad de querer a alguien a veces es un regalo. Y nos ofrece la oportunidad de ver cómo valientes (ahora, que casualidad) se suman en la batalla del amor para decir: me encanta quererte.
Pero ya es demasiado tarde.
Y esos caballeros, muy injustos.
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nada cambia cuando nos vemos, todo sigue siendo como el primer día y eso nunca se disipará.
te adoro siempre, mi ilusión con aprecio.
frmado: adri.
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Vi el dolor en tus ojos. Vi el amor cuando me mirabas. Y vi la decepción cuando te dije que lo nuestro ya no cogía ningún camino.
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Dejamos de hablar, y borraste esa foto que tanto me gustaba.
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Te echo de menos, verte reír y que me mires fijamente para decirme con los ojos: bésame por favor.
Te echo de menos. No hay ni un segundo del día en el que no piense en ti.
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Noches de madrugada, contigo otro instinto, o terreno. La sonrisa no varía. Nunca lo hará.
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Tengo un deja vú de junio... y de Julio en realidad.
¿Sabes que tienen esos dos meses en común aparte de casi escribirse igual? Que son dos meses en los que me prometí sacarte de mi cabeza, algo que claramente no conseguí. Porque sigo aquí.
Fue muy bonito verte después del verano, después de aquella despedida justo al lado de mi casa en la que nos abrazamos un poco más de lo normal y en la que ambos nos deseamos buen verano... cuando realmente quise desearte que no te olvidases de mí.
Septiembre, en una calle hermosa, perdida de sol. Todo lo que siempre he soñado. Me percato de que estás ahí, pero no encuentro el valor para lidiar con la situación tan pronto. Prefiero esperar a que seas tú el que se acerque, el que pare una conversación con otra persona para venir a abrazarme. Y así fue.
Aquella noche se desarrolló normal, como esperaba. Y digo como esperaba porque, como la primera vez que nos vimos, no pude quitarte el ojo. La despedida fue agridulce, sin rumbo realmente. Pero estabas guapísimo esa noche, con los ojos tintados en negro y feliz aunque las circunstancias no lo aprobasen. Como esa noche en el teatro, no dejé de pensar en ti. En sí quedaba algo, si pensaste lo mismo que yo, en escabullirnos unos minutos de toda esa gente para cobrar esos besos que nos deb��amos del verano lejano.
Llamaste el sábado, y no por equivocación. Adoro, mejor dicho, me fascina la idea de que a tu mente viniese la idea de avisarme para vernos y hablar como tantas noches habíamos hecho unos previos meses atrás. Esa noche no fue como esperaba, fue muchísimo mejor. Hablamos y nos miramos, impacientes de ver quien empezaba ese festín de besos que ninguno de los dos quiere frenar. No sé como tomarme el hecho de que nos despidamos besándonos lento y sonriendo. Se ha vuelto una tradición, y no voy a ser yo quien la corrompa.
Me preguntaste si había escrito mucho en verano, afirmé. Te interesaste en saber sobre qué. En el fondo sé que esperabas que dijese: he escrito MUCHÍSIMO sobre ti, todo el rato, de lo enamorada que estoy y de lo increíblemente alucinante que me pareces. Pero no respondí eso, evidentemente. Han podido pasar meses, pero no voy a bajar las barreras ni una vez contigo.
Aquella noche me interrogaste: "¿dónde va todo eso que escribes"
No supe que responder, porque no pude explicarlo con palabras. Pensé varias cosas, la primera fue que amo leer todo lo que escribo, para corregir cosas de las que quizá no me cercioré en su momento. La segunda creo que fue la más clara: me encanta leer como nos conocimos, como me sentí en nuestro primer beso...
La tercera fue la más bonita: no quiero olvidar jamás, como me sentí al enamorarme de ti.
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A ti, que tras estar horas besándonos y riéndonos solo me sale quererte.
A mí, que para despedirnos aprieto los labios para aguantar las ganas de decir “te quiero”, y todavía no sé muy bien porqué.
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