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Cuarentena
Hoy es domingo, amanecí un poco cruda y con muy pocas ganas de ser productiva.
El mundo sigue en cuarentena, aunque sea imaginariamente porque pareciera que un ente omnipresente ha dado una orden secreta y la ha levantado pese a todas las indicaciones de las autoridades de la salud. Y la gente le ha hecho caso a ese ente*.
Uno de los primeros mensajes que leo en el día es del grupo de BROS donde estamos mis tíos, mamá y yo. Es un screenshot de una conversación entre médicos (quiero pensar) donde pasan el dato de los nuevos contagios de coronavirus en la región. En este punto me asusta leer que sí hay niños contagiados y que hay muchísima gente de mi edad contagiándose, por lo mismo.
Pienso en eso mientras me da culpa ayer haber visto a Luis y haber ido a grabar algo y luego a HEB a comprar comida el viernes. Me pongo paranoica con mucha facilidad cuando del covid19 se trata y me da mucho coraje cuando alguien no lo entiende.
Luego descarto todos estos pensamientos porque ya ha sido suficiente del coronavirus, odio verlo en todos lados, a todas horas y que sea el tema principal de las conversaciones triviales que podemos tener en estos días. Y me caga más seguir escribiendo de esto en mi día libre.
Pienso en la frase que escribí: “mi día libre”. Es fácil asumir que yo puedo tomarme días libres cuando yo quiera porque no trabajo para nadie y yo soy mi propia empresa... y hablando de empresa, mientras escribo esto recordé que no he declarado nada ante el SAT y entro al sitio con más ansiedad que otras veces. Ya hice una declaración muy pedorra.
Siguiendo con la idea de los días libres. Yo mi horario laboral me lo tomo muy en serio porque me tomo a la fotografía muy en serio. Tengo la impresión de que mi familia y la mayor parte de mis amistades no entiende lo que hago todos los días. Y no es que yo haga mucho para sacarlos de su idea, la verdad.
Todos mis días entre semana son iguales: me levanto por ahí de las 8:30, cago, desayuno mientras escucho un podcast, me preparo un café e inmediatamente cojo la laptop y me pongo a editar algo. Generalmente tengo fotos de alguna sesión, algún video pendiente o retos que me auto-impongo, algún blog por escribir, etc. El punto es que siempre siempre tengo algo que hacer.
También me ocupo diseñando cosas como los posts para subir al podcast que hago con Daniel. Pensando en sus respectivos copys o pensando simplemente en qué otro tipo de contenido puedo hacer para ganar más seguidores.
Hace poco estuve haciendo takeovers en una cuenta de ropa que tiene una comunidad muy activa de seguidoras, donde hice dos tutoriales a los que respondieron positivamente y me gané unos cuantos seguidores en mi instagram de fotos y eso me dio mucha visibilidad pero lo hice gratis.
La verdad es que todo este tema acerca del trabajo y la cuarentena me causaba (causa) mucha ansiedad. Desde principios de año, hasta mediados de marzo me empezó a ir genial con la fotografía: tenía 2-3 sesiones por semana y el dinero estaba fluyendo a manos llenas. Tenía una rutina establecida y estaba logrando mis objetivos como ir al gym 3-5 veces por semana, bajar de peso, ganar cierta cantidad de dinero al mes, etc. El tema económico ya no me estaba preocupando tanto, comencé un ahorro con Wera para comprar un estabilizador que usaría para grabar su boda gratis. Todo estaba fluyendo muy muy bien y por fin veía la luz al final del tunel de esta inestabilidad laboral que me aquejaba desde el año pasado. Estaba bien, de verdad, estaba bastante bien.
Y luego pasa que gracias a un bicho el mundo se fue a la mierda y con eso mi estabilidad y mi rutina que tanto bien me estaba haciendo.
Volví a ese horrible punto donde empecé llegando de Tulum: en el que no se sabe si voy a tener dinero para pagar tal o cual compromiso, donde no tengo idea si voy a producir algo en el presente mes y con esta incertidumbre a perder la motivación de hacer ejercicio.
Poco a poco tuve que re-hacer mi rutina dentro de mi casa y se convirtió en lo que ya mencioné arriba y que me ha ayudado poco a poco a poner orden y a ser más creativa. En este tiempo se me ocurrieron varias sesiones en las que utilicé el dron y con ellas videos que me han traído otros proyectos que me dejaron buen dinero en el último mes.
Viendo el vaso medio lleno, algo que me ha traído este encierro son estos destellos de creatividad, la capacidad de encerrarme en mí misma durante horas completamente absorta en mis pensamientos; empezar a practicar japonés y el temple y una paciencia enorme para no pelearme con mi mamá todos los días. También he valorado muchísimo mi casa: que tengo literalmente un techo donde dormir, comida que comer todos los días, una camioneta para moverme y dinero en el banco. Tengo seguro, tengo mi familia y a Luis y tenemos salud. Tengo todo lo que necesito y más, en realidad. Estoy muy agradecida con la vida.
La familia de Luis son los únicos que veo en la semana. Nos reunimos los sábados para comer y para antes de las 12 ya estoy de regreso en mi casa. Gracias a ellos me he mantenido socialmente activa y no he caído en la desesperación. No he tenido ningún conflicto y hasta podría decirse que me he ganado más su respeto y me quieren más. La verdad es que los quiero mucho pero extraño tener intimidad con mi novio.
También he pensado mucho en mis amigas y en que las extraño mucho. De hecho, creo que inconscientemente por eso he estado viendo muchas series sobre grupos de amigas exitosas en la gran ciudad: primero vi 3 temporadas de Sex & The City y ahora vi la primera temporada de Valeria, una serie española que acaba de sacar netflix.
En estas series se retratan amigas que rara vez hablan de cómo se sienten realmente. Yo soy la primera en darme cuenta cuando algo no marcha bien en la vida de los demás, pero la última en hablar acerca de cómo se siente y pedir ayuda.
Veo en mis amigas mucha estabilidad y crecimiento laboral que no veo en mi persona últimamente y me da mucha ansiedad quedarme estancada a pesar de saber que constantemente me estoy capacitando para ser mejor. Aun así estoy consciente de que la meritocracia rara vez se manifiesta en este pueblo polvoso.
Siendo muy sincera a veces me gustaría tener influencias entre las élites para que me conectaran con trabajos más distinguidos en las revistas y editoriales del mundo fifí. Pero ya no sé si es por mera vanidad y reconocimiento. Creo que sí.
También estoy participando en un concurso para ganar un programa de radio en una estación local y me cansa la competencia porque siquiera es una competencia real: es una maldita simulación. Ya es suficiente ser una comunicóloga más en este mar de egresados clasemedieros que busca desesperadamente ganarse un lugar respetable entre los mejores profesionistas, en mi caso: fotógrafos y fotógrafas. Hay mucha competencia, hay muchos copiones, hay mucha gente que no es tan buena pero está muy bien conectada y eso me enoja. Que ni aquí (ni en ningún lado, creo) importa realmente el talento de la persona sino de las oportunidades. De estar en el lugar indicado con la gente indicada.
A veces me cuesta asumir mi realidad pero siempre estoy trabajando duro para estar preparada cuando me toque a mí ese golpe de suerte.
Volviendo a pesar en mi casa, a veces veo muy borrosos los límites sanos de normalidad (mi normalidad) con la incomodidad que genera la incertidumbre. Y sé que es normal y que no estoy sola, que mucha gente piensa igual que yo, vamos, pero a veces la vida en el encierro abruma y se pierde mi intimidad y mi libertad entre estas paredes y la autoridad de mi mamá.
Estos días he visto un poco más la luz. De más trabajo, más tranquilidad, más estabilidad, más paz.
Esperemos que mejore esto.
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Tulum Parte II
Cuando conocí a Juanfer yo ya tenía un mes de haber llegado a Tulum y 3 de haber cortado con Luis.
Ese día Mariana, Jess y yo salimos a un bar en la playa y nos topamos a Hugo. Hugo era un amigo muy fantoche de Mariana que siempre insistía en que pasara algo entre los dos y me decía mi amor y cosas raras. A mí me incomodaba mucho su presencia y su vibra era todo menos agradable. Se veía a leguas que era un tipo que no era de fiar y luego lo comprobé (le quedó debiendo dinero a Mariana).
Hugo iba con varios amigos, entre ellos un tipo guapo de pelo negro, barba y ojos verdes. A Mariana y a mí nos llamó la atención y estuvimos toda la noche buscando su atención, hasta que finalmente me peló a mi. Primer redflag: yo no debía competir por su atención y lo hice.
Primero estuvimos en iScream Bar, luego a Diablito Chachacha y terminamos en la Malquerida, hasta la madre. Bailamos un rato Juan y yo y empezamos a platicar. Era doctor, de Jalapa, iba a poner un negocio, 32, viajero, guapo, era muy mi tipo. Al final me aplicó la clásica “¿me acompañas afuera?” y nos besamos, me dijo que si íbamos a su depa y después de cuestionarme, me encontré ahí, peda, disfrutando su compañía, sin ningún compromiso y por primera vez en mucho tiempo me dejé llevar. Fuimos a su depa y nos estuvimos besuqueando brevemente en la cocina hasta que salió su roomie de su cuarto y nos cachó en la oscuridad, así que, avergonzada, decidí que mejor nos fuéramos a mi casa.
La verdad después de eso yo ya me quería meter y dormir pero me aplicó la de “¿me prestas tu baño?” y se lo presté y cuando salió me encontró en una conversación telefónica muy desagradable con Luis donde me estaba diciendo pedísimo a sus 5am (mis 4) que SEGURAMENTE yo estaba con alguien porque ¿cómo es que estaba yo conectada en whatsapp tan noche? Y tenía razón, pero estaba en whatsapp porque tenía horas sin saber de Mariana. Y bueno, además sí estaba con alguien pero ¿a él qué vergas le importaba?
El punto es que le mentí a Luis y le dije que no estaba con nadie y le colgué muy digna porque obviamente él no estaba en posición de pedir explicaciones y menos de ponerse violento así que quedé como una fuckgirl ante los ojos de Juanfer y por alguna razón, se quiso quedar. Esa noche tuvimos un faje muy intenso pero el tipo no llevaba condones así que me contuve.
Después me invitó a salir un martes a un bar nuevo que había encontrado en facebook, pasó por mí en su Camry blanco y platicamos varias horas hasta que nos pusimos borrachos. Ese día creí sentir una conexión con él pero ya en retrospectiva y siendo muy honesta conmigo misma, creo que solo quería sentir algo a huevo. Me lo llevé a mi casa y ese día lo hicimos pero el muy pendejo se quitó el condón a media cogida y me di cuenta poco después y lo corrí de mi casa.
Me sentí MUY mal. Me sentí violada. Y FUI VIOLADA.
Sentí que no me había respetado y que a pesar de haber platicado con él muchas horas, de creer que teníamos una conexión, él simplemente había fingido interés todo ese tiempo para, ahora sí, llevarme a la cama y lo consiguió. Y caí, toda estúpida, caí.
Esa era la señal definitiva de que no debía seguir con eso, de que él no era una buena persona y no me escuché y hoy, un año después me sigo arrepintiendo tanto. Esa fue la segunda red flag.
Lo confronté al día siguiente, le escribí primero YO. Toda pendeja. Minimizó mi sentir: me dijo que “no debíamos de tomarnos todo tan a pecho” y aún así DECIDÍ PERDONARLO Y SEGUIR SALIENDO CON ÉL.
Ya con mi autoestima en el piso, con una co-dependencia culera hacia literalmente cualquier hombre que me hablara decentemente y sintiéndome de la verga, accedí después a ir a la playa con él y sus amigos. Cuando llegaron por mí, todos estaban no sé si pedísimos o crudos y descubrí por su actitud que cada uno había sacado a “una vieja” para llevársela después a la casa, para coger, obviamente. Esto lo supe porque, no es por ser culera pero la chava que acompañaba a su amigo era muy desagradable y le pregunté que desde cuando se conocían y dijeron que de “ayer”.
Por si eso no fuera poco, yo tenía la sospecha de que Juan ni siquiera se sabía mi nombre, porque descubrí que mi número de teléfono no estaba registrado en su celular. Tercera red flag.
Después de la playa, fuimos a Chedrahui y estuve incómoda todo el rato y pedí que me llevara a mi casa y no me hizo caso. Sus amigos me convencieron de que cero que ver y que me estaba maltripeando y terminaron convenciéndome de que todo estaba bien y yo estaba loca. Típico. Él me abrazó, me besó en el cachete y me dijo: “Vivi, ni al caso, no seas enojona, ándale vamos al depa”. ¿Y qué crees? Toda pendeja accedí. Compraron comida, llegamos a su depa, él cocinó (muy rico la verdad) y tratamos por todos los medios posibles de ver la final de GOT, cosa que no pasó porque el internet no funcionaba*
Y por no funcionaba, me refiero a que NO HABÍA. Y aun así, después de todo, me quedé a dormir en su casa, cogimos en el sofá y al día siguiente me fui a mi casa, toda estúpida, a ver la final.
Juanfer dormía en el sillón, igual que yo, y yo no quería pensarlo así pero la verdad me parecía patético, así que la mayoría de las veces que tuvimos sexo fue en el sillón del depa con los roomies en sus respectivos cuartos. Cada vez que me iba de su casa me sentía como si hubiera hecho algo malo porque yo sabía en el fondo que la estaba forzando.
La verdad es que el doctorcito, como le apodé secretamente, era muy bueno para hacer cosas culeras, hacerme sentir mierda y aun así salirse con la suya, haciéndome creer que eran pedos míos cuando me sentía rara o incómoda. La verdad es que estaba muy sola.
Mientras yo seguía cayendo en ese circulo vicioso, yo veía a Mariana cada vez más harta de mí. Sentía que odiaba entrar a la casa y verme ahí en el sillón, toda fracasada, mandando cientos y cientos de correos electrónicos con mi CV a cualquier empresa que lo solicitara, cumpliera o no con el perfil, sin éxito.
Yo estaba desesperada.
Mi situación económica era terrible. Mi papá me apoyaba y me mandaba dinero cada vez que podía, mi abuela también. Yo no salía a ningún lado para no gastar y cuando lo hacía me ponía hasta la madre para desquitar la salida. El hecho de no encontrar trabajo, ya no digamos de fotografía, ¡de lo que fuera! me hacía sentir como la persona más inútil del mundo y me dolía mucho sentir que Mariana cada vez me perdía más el respeto.
Por lo mismo, Mariana comenzó a hacer planes sin mí y a dejar de invitarme o a salir huyendo a Playa del Carmen para que no pudiera alcanzarla. Nunca lo intenté, yo sabía que quería su espacio y se lo daba, era muy entendible. Pero yo me sentía cada vez más tonta y más sola, por ello, quiero creer que cedí tantas veces con Juan.
En una ocasión, fuimos a su consultorio y en esa ocasión tuvimos sexo y estuvo muy bien, porque una de mis fantasías sexuales era coger en el consultorio de de un doctor, con un doctor. Pero, igual que todas las veces, cuando el tipo eyaculó, paró en seco y terminó el acto. Yo nunca tuve un orgasmo estando con él, ni le importó hacerme llegar.
A medio acto, estando adentro de mí, me dijo entre jadeos que quería “probar” con otras personas y me preguntó si a mí me latían también las mujeres. La verdad es que yo sí me he besuqueado con algunas mujeres, hasta ahí, pero jamás me he planteado seriamente chuparle la vagina a alguien, y ese día por convivir (o por idiota) le dije que sí y me quedé intranquila.
Cuando paró, le dije que yo no quería probar con más gente. Que él y yo lo que quisiera (fatal) pero ya meter una tercera persona, no me parecía bien.
Y me enojé. Duré todo el trayecto desde su consultorio hasta mi casa enojada y él sentía y me dijo: “Oye oye, tú me gustas, me la paso muy bien contigo y todo pero la verdad yo sí quiero seguir saliendo con más gente”.
Yo me las doy de muy openmind y chamana tuluminati cuando se trata de colas ajenas, pero la verdad es que eso de compartir A MÍ nunca se me ha dado y no sé si en algún momento de mi vida lo quisiera experimentar, siendo muy sincera. Eso que me dijo el doctorcito, sé que fue muy honesto y culero de su parte, y se agradece que dentro de todo me haya dicho, pero me lastimó y terminó de mandar a la verga lo que quedaba de mi autoestima.
Llegando a mi casa lo bloqueé y no hablamos por dos semanas... hasta que un día me puse peda y horny. Me dio mucha risa porque no se tardó ni medio día en darse cuenta y me escribió, seguramente también se sentía solo.
Volvimos a salir, me llevó con sus amigos de nuevo y salimos varias veces a cenar. Hablaba muy seguido de su ex. Su ex que era una chava super guapa de Jalapa, super inteligente, millonaria, blah blah. Según él, eran buenos amigos.
La plática no fluía mucho porque el wey era un tipo híper absorbido en sí mismo y repetía lo que ya me había platicado constantemente y yo fingía interés haciéndole más preguntas sobre los mismos temas para que siguiera platicando y sintiéndose bien. Ambos fingíamos con mucha hueva que nos interesaban nuestras respectivas vidas y terminábamos cogiendo mediocremente después. Y digo mediocremente porque su miembro tenía potencial. Era grande, grueso y siempre estaba duro. Lástima que lo portaba un pendejo.
El doctorcito seguía hablándome de su ex, creo yo porque ya tenía un plan trazado en su mente: quería presentarme con su ex porque quería que tuviéramos un trío. Esto lo deduje yo por lo que voy a contar a continuación:
Después de varias noches que Juan me escribió ya muy tarde para invitarme al Batey y después de yo decirle que no todas esas veces, –mitad porque seguía sentida y mitad porque secretamente me cagaba (me sigue cagando) que me inviten a los planes tarde, porque soy super needy y tengo tan baja autoestima que necesito que me hablen temprano para hacer plan para sentirme tomada en cuenta– me dijo un día que quería salir “a ligar”. Porque, como arriba comenté, el día del consultorio yo le dije que sí me latían las mujeres. O sea el wey se pasó por el arco del triunfo lo que yo le dije sobre la poligamia, etc. y todavía me invita a “ligar”. Y le dije que no.
Siguiendo esta idea, semanas después me invitó a acampar con la promesa de que irían un amigo y otra amiga suya. A mí el plan no me olía bien, sospechaba que estaba tramando algo y acabé de confirmar mis sospechas cuando me marcó para decirme a nada de irnos que casualmente su amigo le había cancelado, entonces que solo iríamos su amiga y yo.
¿Coincidencia? No lo creo.
Luego, cuando estuve trabajando para la revista en el área de fotografía y lifestyle, fui a cenar con el equipo editorial a Rosa Negra, un restaurante carísimo en la zona hotelera, y Juan me estuvo llamando todo ese día y el anterior porque me quería presentar a “una amiga”.
Bendito Tulum y su recepción telefónica pedorra en la playa, no pude contestarle pero yo sabía que esa amiga era muy probablemente su ex PORQUE en una ocasión, cuando estábamos en su depa (cuando el wey ya por fin tenía cuarto propio) me mencionó que su ex quería ir a visitarlo *pronto*
Dicho y hecho, después hablamos y sí había sido ella.
Dormí en su depa nuevo varias veces más y la última vez que lo vi llegó pedísimo a mi casa con dos argentinos guapísimos en su carro. Me llevaron a un bar y de ahí a un after y perdí el conocimiento. No sé si me drogué pero recuerdo haber tomado muchísima cerveza y confieso haber estado en mi casa tomando sola desde antes.
Al día siguiente amanecí desnuda en su cuarto, sin zapatos, sin bolsa y sin celular. Tuvimos que ir a buscar la casa de la fiesta al medio día para recuperar mis pertenencias. Ese día me invitó a pasar la tarde con él y comer juntos pero no quise y esa fue la última vez que lo vi.
Agradezco mucho que todo haya terminado porque hoy que vuelvo a recordar todos estos días con detalle, me doy cuenta que cuando estuve en Tulum, me perdí.
Y mira que no soy perfecta, ya otras veces han jugado conmigo y me he respetado muy poquito. Entiendo que los límites siempre los pone una. Una misma enseña a los demás a que te amen y yo no le enseñé nada a Juan. Yo dejé que él hiciera conmigo lo que quisiera y me hice pendeja muchos meses con tal de no estar sola.
Me da coraje haberlo sabido en el momento, haberme sentido mal y haber decidido pasar por alto cada uno de sus actitudes que disfrazaba con su buenpedez, así como quién no quisiera ser un culero pero lo es.
Me pienso sentada en una mesa del segundo piso de la Cervecería Chapultepec de avenida Tulum, forzándome a escuchar las historias piteras de grandeza que parloteaba el doctor guapo de 32 años con señales de alopecia prematura, sentado frente a mí. Me pienso fastidiada de su plática y de la no-química que había entre los dos.
Me imagino viéndome desde sus ojos, también aburrido y fingiendo interés solo porque sabía que tenía que llevarme a cenar o darme algo antes a cambio para que yo quisiera coger y me doy mucho asco porque los dos estuvimos jugando el mismo juego pero el iba ganando y por mucho.
Yo sé que el me veía como una princesita mimada y quizás lo era pero yo no despertaba en él nada más que un deseo de coger y ya. No había admiración, no había respeto y, por lo tanto, no había amor.
Y qué bueno que ya no estoy ahí.
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Tulum Parte I
Cuando decidí irme a Tulum, estaba francamente desesperada.
En ese entonces no lo pensaba así, pero hoy que lo pienso, un año después de mi llegada, lo confirmo.
Torreón a inicios de 2019 no tenía nada que ofrecerme y yo tampoco tenía ganas de ofrecerle algo, francamente. Para entonces rara vez me salían trabajos de fotografía, mis flashes se arruinaron en una sesión que no cobré bien, me quedaban pocas amigas ahí y me sentía muy frustrada profesionalmente. Todo el mundo parecía estar creciendo menos yo.
Tenía problemas con mi mamá porque nada de mi esfuerzo por mantener la casa limpia, ordenada, hacer comida, el super y todo eso que hacen las señoras y que curiosamente hizo ella por 17 años, no parecía suficiente.
Estaba muy deprimida, recién acababa de cortar, mis amigas ausentes, poco trabajo, poco dinero y constantes discusiones en casa, todo estaba mal hasta que hablé un día con mi amiga Mariana. Ella tenía dos años viviendo en Tulum, otros cuantos fuera de casa y le estaba yendo muy bien.
Resulta que una cuestión legal donde el gobierno de cierto municipio tenía retenido un dinero de su papá, estaba próxima a solucionarse, lo cual iba a convertirse en dinero que quería utilizar para abrir un negocio en Tulum.
Tulum es una plaza muy rentable, casi es garantía que el negocio que pongas va a durar porque es un pueblo pequeño y caro donde llega muchísima gente a vacacionar y a trabajar todos los días.
Queríamos poner un puesto de papas y empezamos a investigar sobre el mercado y la oferta de negocios similares en la zona, sin encontrar mucha información útil. Hablé con mi papá acerca de este negocio y mi situación. Cansado de verme fracasar y de escucharme hablar de este negocio, decidió mandarme unos meses para recabar información sobre cómo montar un negocio allá. Sabíamos que no sería fácil, a final de cuentas Tulum es un pueblo y es playa.
En la única maleta grande que tengo eché todo mi equipo de foto y algunas cuantas prendas. Fui extremadamente minimalista en cuanto a mi cargamento. En mi mano llevaba la bolsa de las cámaras y mi laptop, un dineral en equipo y viajé con pánico. También cargué con un maletín de 5kg de carne lagunera que cargué para darle gusto a Mariana y sacrifiqué así, 5 kg de cualquier otra pertenencia por una carne asada que valió toda la pena.
Y dejé atrás todo con gusto. Mi casa, mi familia, mis amigos los que quedaban, mis animales, mi ropa, mi cama.
Llegué a Tulum un 5 de marzo a una casa pequeña y bonita donde vivían Mariana y su roomie. Ese día precisamente Mariana estaba enferma de la panza pero aun así me llevó a caminar por el pueblo y a cenar a una hamburguesería.
No tuvo que pasar mucho tiempo para percatarme de que a esa casa le faltaban un montón de cosas. Apenas había un refrigerador y una estufa. No había gas, el baño de abajo no servía, no había internet y mucho menos utensilios de cocina.
La roomie que se acababa de ir, se había llevado consigo todos sus muebles, vasos, platos, sartenes, tanque de gas e inclusive las mangueras y tuercas de la instalación. Todo el piso de abajo estaba, como quien dice, “pelón”.
Por suerte, la casa estaba muy cerca de un Starbucks a donde me iba caminando para usar el internet, que es mi elixir de vida (y de trabajo). Y así estuve una semana, gastando mi dinero a lo estúpido porque no podía comer/trabajar en casa.
Me harté de comer mal y comer fuera y de gastar mucho. Decidí poner orden y así hicimos un grupo con Zenaida, la inquilina, y decidimos equipar la casa. Lo primero que pusimos fue el gas y ponerlo me costó mucho más de lo que creí
La dinámica de la casa era simple: Mariana y Zen se iban muy temprano a trabajar y salían tarde, así que yo era la única que podía solucionar esas cuestiones durante la mañana. Lo primero que compramos fue el tanque nuevo, entre Mariana y yo. Ese mismo día compramos también una batería pequeña de sartenes y pala para poder cocinar. Los siguientes días me las ingenié para encontrar ferreterías, donde encontré la solución el problema del baño de abajo pero también donde nadie me supo orientar en cuanto a lo que se necesitaba para tener lo indispensable de una instalación de gas, hasta que di con un hombre buena onda que me orientó y me mandó a un lugar donde se especializaban en eso que resultó estar muy cerca de mi casa. Compre el material, hablé a gaseras y un buen hombre me ayudó con la instalación. Dos semanas me tardé en que quedara listo.
En esos días entendí por qué hay muchos norteños que se quejan de la gente del sur: es muy difícil que alguien te ayude solo por que sí y para todo hay trabas. Es muy complicado solucionar cuestiones del hogar por la falta de personal, de conocimiento y de empatía.
Simultáneamente, por estar usando mis datos celulares para todas estos menesteres, descubrí que también teníamos que contratar internet con urgencia. Batallé otra semana y media en conseguir un contrato e instalación y el resultado fue espantoso, pero como quiera ya teníamos internet y no teníamos que gastar en otra cosa.
Dormí 1 mes entero en la misma cama que Mariana y me hizo un hueco en su closet para poner mis pertenencias. Nunca nos peleamos por nada, solo había roces sin importancia por la mera convivencia que jamás escalaron.
Mi primer lo dediqué entero en poner orden en la casa y conocer poco a poco el pueblo y sus calles.
Al poco tiempo, Mariana puso unos muebles abajo como un sillón, compró una lavadora y Zen consiguió un comedor, así que en menos de dos meses ya teníamos una casa completamente cómoda y funcional. Yo dormía y pasaba la mayor parte del tiempo abajo en lo que conseguía trabajo.
Todo el tiempo busqué trabajo relacionado con mi carrera, inclusive me uní a un grupo de fotógrafos de Tulúm y cuál sería mi sorpresa que al final había algo así como 4 mil miembros y descubrí que hacerme un lugar ahí no iba a ser fácil. Al mismo tiempo quise incursionar en el arte del community management ya que encontré mucha necesidad sobre el manejo de redes de la mayoría de los negocios del centro de la ciudad, la verdad nunca le di continuidad. Traté de aliarme con un wey muy guapo que se llama Azael, pero nunca pudimos concretar nada ni llegar a ningún acuerdo así que seguí buscando por mi cuenta.
Apliqué para trabajar como videógrafa en el hotel donde trabajaba Mariana, fui a entrevista, llené un formato y no me contrataron pero después conseguí que me dejaran tomar unas fotos de sus instalaciones a cambio de hacer uso del gym y el spa por 3 meses. Tomé fotos en el hotel, unos departamentos y en una sala de cine.
También tuve otras sesiones en unos cenotes con zenaida y una amiga suya que resultó ser una reina de belleza que me sirvieron muchísimo también como portafolio.
Luego conseguí un trabajo en una boutique de tatuajes en la playa como recepcionista y aprendí a hacer perforaciones. Duré un mes porque mi jefe se portó como un explotador de mierda, haciéndonos trabajar durante dos semanas corridas, sin descanso, con turnos que llegaron a las 13 horas diarias, obviamente sin pagar horas ni días extra y yo estuve dispuesta a tolerar trabajar bajo esas condiciones.
También le busqué por otros lados y conseguí una entrevista con la revista Hola Tulum y enseñé mi trabajo. Me dieron la oportunidad y comencé a tomar fotos para ellos en la sección de gastronomía. La dinámica consistía en ir a los mejores restaurantes de Tulum, cenar gratis comida deliciosa, vivir la experiencia, tomar fotos y escribir al respecto para el blog. Me gustaba mucho mi trabajo pero no era suficiente hacer eso para pagar mi vida allá.
*to be continued*
Mi vida amorosa en Tulum
Después de una pausa como de un mes, sigo escribiendo...
Yo a Tulum llegué también huyendo. Salí corriendo de Torreón debido a mi rompimiento con Luis y su insistencia en reencontrarnos. Yo sabía en mi corazón que si no me iba un rato, íbamos a volver a la misma dinámica destructiva que nos había orillado a hacernos mucho daño y tenía que hacer algo al respecto.
Lo primero que hice llegando a Tulum fue bajar Tinder, de verdad, de hecho por eso me bajé en una parada que no era la mía y, en parte, era una de las razones por la cual se gastaban tan rápido mis datos celulares.
Duré un mes espantando a los hombres que se me acercaban en persona y bateando a todo extranjero que me escribiera con alguna otra intención distinta de ser un amigo.
Tuve dos citas que terminaron en el momento preciso en el que vi por primera vez a los sujetos. El primero era un hombre gordito de dos metros de algún país nórdico que me cayó muy bien cuando hablábamos por mensaje. Cuando abrí la puerta instantáneamente me di cuenta de que no había chispa. Fuimos en un scooter a las ruinas y tuve que abrazar su cuerpo regordete y sudoroso todo el camino bajo el sol hasta las ruinas y de ahí a un bar en la zona hotelera. Olía extraño. El wey sufría de ansiedad y detuvimos la tarde porque comencé a notar que el tipo estaba nervioso.
Mi segunda cita fue con un israelí de Abu Dabi que se veía muy decente en fotos y terminó siendo muy muy chaparrito y a pesar de que la pasamos bien y platicamos horas, no pasó a mayores porque físicamente no me terminó de gustar.
El tercer hombre que llegó a mi en Tulum fue Juan Fernando...
**to be continued**
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Dos años en un parpadeo
Mucho ha pasado desde la última vez que me senté a escribir acerca de cómo me siento. Lo hice en otras publicaciones en otros blogs pero con la intención de que esos escritos fueran vistos.
Cuando uno escribe para ser leído con otros ojos, pienso yo, hay cierta parte que se reserva para uno mismo. O por lo menos eso siento.
Aquí me siento libre porque nadie sabe de la existencia de este lugar, tan mío. En fin...
Lo último que escribí aquí fue en año nuevo de 2017. Muchísimas cosas sucedieron desde entonces. 2017 fue un año muy difícil y lleno de cambios. En febrero me fui de vacaciones a Guadalajara con Fanie unos días porque no quería estar en Torreon para el cumpleaños de Israel (que cumple el 2 de febrero). Me la pasé muy bien con Fanie, vi Echávarri que estaba de paso por ahí y salí con Chincoya y sus amigos.
En ese viaje me violaron y me grabaron (espero algún día atreverme a contar lo que sucedió). Ahora no estoy lista.
Llegué a Torreón mucho más vacía por dentro que como me fui. Y unos días después me enteré que Israel estaba saliendo con alguien. La misma mujer que le escribía por messenger y con la que había quedado de ir por un café aun siendo mi novio. Me puse muy mal. Para esos entonces, yo seguía hablando con Luis y fue mi apoyo incondicional en esos días de tener el corazón destrozado.
Poco después me fui a Cancún con mi mamá unos días y visitamos Chichén Itzá y un cenote muy cerca de ahí que se llama Ik Kil. Nos quedamos en el Krystal un hotel bonito en Cancún y salimos de fiesta al Coco Bongo.
Volviendo yo seguía sin trabajo y decidí poner un estudio fotográfico en donde ahora era la oficina de mi papá en el centro de Gómez. Me compró luces, rollos y sus soportes para la pared. Empecé a hacer sesiones de fotos a conocidos y amigos para practicar con las luces y me encantaron los resultados.
En esa misma temporada, hablando con Ileana, pensamos en irnos de niñeras y se veía como un plan muy viable. Se necesitaba una inversión algo fuerte para hacer el trámite y sacar la visa pero se recuperaba muy rápidamente la inversión. Mi mamá estuvo de acuerdo y mi papá no, él quería que me quedara aquí para trabajar con él. La verdad es que él estaba tratando de bajar apoyos del gobierno y necesitaba mi nombre e historial crediticio intactos para poder concretar estos planes. Y como la verdad no quería meterme en problemas legales a mis 23 años, decidí que sí me iba a ir lejos. Mi mamá y abuela solventaron la inversión y me fui sin su apoyo. También por esas fechas fui a Mazatlán en dos ocasiones: una con mi mamá y otra con mi papá; y a McAllen con mi papá.
Hice toda la papelería para irme de AuPair, un video y en poco tiempo comencé con las entrevistas. Tenía dos muy buenas opciones y me quedé con la opción de irme a Bethesda, una ciudad a 10 minutos de Washington DC.
Y mientras todo esto pasaba, Luis fue acercándose poco a poco a mi hasta ganarse toda mi confianza y mi cariño. Todo fue gradual. Salíamos como amigos y él trataba de conquistarme diciéndome piropos, lanzando indirectas y no tan indirectas. Y me llegó a gustar bastante. Salíamos de jueves a domingo y me llegué a relacionar muy bien con sus amigos, y él, a su vez, con mis amigas. Mi cumpleaños lo festejé en su casa y me organizó mi primera y única fiesta sorpresa -hasta la fecha- para mi despedida. Luis y su familia me abrieron las puertas de su casa. Nos llevábamos muy bien y decidimos seguir con nuestra “relación” a distancia. Entre comillas porque jamás nos presentamos como novios, éramos más bien novios asumidos como lo hacen los gringos. Yo me sentía rara porque siempre me ha gustado la formalidad. Más específicamente yo quería que él se me declarara como todos mis ex novios y Luis no quería por alguna extraña razón. El punto es que a los ojos de todos ya éramos novios y con eso me conformé.
Y el 21 de agosto de 2017 me fui. El primer paso era ir al curso de inducción en New Jersey, a una hora de New York. Ahí llegué con una reacción alérgica que me contuvieron las horrorizadas señoras blancas y estiradas que daban el taller, el cual me pareció horrible e insultante para la inteligencia de la mujer promedio. Fui compañera de cuarto de dos alemanas muy muy jóvenes que vivirían en mi misma ciudad y en la inducción conocí a muchas niñeras, entre ellas una que se llama Jagoda a quien me toparía años después.
La última noche nos llevaron en autobús a New York por la tarde y nos subieron al Rockefeller Center, después nos dieron como 15 minutos para tomarnos fotos en en Time Square y luego nos llevaron a una especie de malecón desde donde vimos el Río Hudson, la Estatua de la Libertad y la ciudad de noche. La visita fue breve pero suficiente
3 días después de mi arribo a New Jersey, subí a un tren que me llevó a Washinton DC, llegando en la noche donde me esperaban mis host parents. Hasta el día siguiente conocí a mis niños Colin y Sam de 7 y 5 años, respectivamente. Hice clic instantáneo con Sam y fuimos los mejores amigos. La familia era muy respetuosa con mis horarios y con mis deberes. Todo era muy claro y teníamos juntas regularmente para hablar y llegar a acuerdos.
Les demostré que ser niñera no era sinónimo de ser ignorante o de tener bajas expectativas en la vida. Yo, a diferencia de la mayoría de las niñeras ahí, no buscaba mejorar mi inglés, sino tomar cursos de arte que me ayudaran a mejorar mis fotografías para ser mucho más competitiva en el mundo laboral.
Al principio me sentía muy muy sola porque me juntaba con otras mexicanas pero yo no sentía una conexión real de ellas hacia mí. No lograba conectar con nadie hasta que conocí a Marialaura, una niña de Chihuahua con un background similar al mío. Con ella hice otra bolita de mexicanas y conocí a Cavazos, quien nos presentó con otros mexicanos con quién fuimos a acampar al Parque Nacional Shennandoah y me la pasé increíble.
Para este entonces, mis niños y yo éramos uno mismo. Nos amábamos muchísimo y yo era muy feliz. Mi relación con mis host parents era excelente y estaban tan contentos conmigo que ofrecieron pagarme cualquier curso de arte que yo quisiera aunque este superara el costo de la “beca” de $500 USD que “regala” la agencia de niñeras.
Luego, en noviembre, mi mamá y yo planeamos un viaje a New York y nos vimos allá. Fuimos un fin de semana y conocimos muchos lugares. Entramos al MoMa, hicimos el paseo en bote a la Estatua de la Libertad y caminamos hasta que literalmente no nos funcionaban más las piernas. Mi mamá hasta tuvo una lesión fuerte en el pie a causa de caminar tanto. Yo pienso que fue parte los tenis nuevos que compró ahí mismo, parte el horrible frío de -4 grados y parte la gran cantidad de horas que caminamos y estuvimos de pie sin parar.
Allá vi a Ileana después de muchos meses de estar las dos de niñeras en EEUU y se sintió muy bien vernos en un lugar tan lejano. Cenamos las tres en el restaurante que se encuentra en la planta baja del Empire State.
Acabando el fin de semana, volvimos juntas a DC y mi mamá tuvo la oportunidad de ver cómo era un día normal en la vida de niñera que estaba llevando. Conoció a mis niños, a Charlie mi host dad, la escuela de Sam y me vio interactuar con ellos. La llevé a conocer Georgetown y la mayor parte de monumentos que alcanzamos en una mañana. Conocimos juntas el Lincoln Memorial, el Washington Memorial, y caminamos por todos esos jardines. Un día después nos despedimos en la puerta de mi casa.
Dos semanas después, el día 22 de noviembre, llegaría Grammy, la abuelita de mis niños, a la casa. Estaba preparando toda la comida porque el día 23 era Thanks Giving. Esa noche a la hora de la cena mi mamá empezó a despedirse por whatsapp y no me di cuenta. Minutos después mi tía Luisella me explicaría que mi mamá había tratado de suicidarse y que estaba en el hospital.
Salí a Torreón al día siguiente como pude. Marialaura llegó en la noche apenas supo y me ayudó a hacer maleta. Gasté todos mis ahorros en el boleto de avión y Cavazos, quien se ofreció a pagarme el boleto -y no lo dejé-, fue al aeropuerto a hacerme compañía.
Llegué a Torreón a una realidad muy horrible y pasé unos meses muy difíciles y muy traumatizantes donde tuve que tomar las riendas de la familia y decidir cosas que cambiarían el futuro de todos.
Luego posteo la entrada que tengo escrita en un documento de word donde explico con pelos y señales todo lo que aconteció esos días.
Luis y Llorens me ayudaron bastante en esos meses tan pesados. Luis más que otra persona. Si “apoyo” se convirtiera en una persona, sería en Luis. Él me cuidó y me levantó el ánimo y estuvo para mi todo el tiempo que lo necesité.
2018 llegó y mi mamá estaba de vuelta en la familia, como si nada. Era escalofriante verla actuar tan normal, como si todo aquel mes hubiese sido solamente una desafortunada pesadilla.
Al poco tiempo que las cosas se “normalizaron” entré a trabajar a una agencia llamada Guisky donde no era tan feliz porque me obligaron a ser community manager, tenía que manejar media hora desde mi casa a la oficina y me pagaban 1800 pesos a la semana y donde además trabajaba horas extras que, por supuesto, no me pagaban. Acepté un trabajo en otra empresa mucho más grande y consolidada (Plexiz) en cuanto pude y la gente ahí me adoptó rápidamente. Me costó trabajo al principio pensar y agarrar el ritmo como los demás de la empresa, que yo veía como genios pero di el ancho y estaban satisfechos con mi trabajo. Ahí me prestaron equipo muy bueno y nuevo y aprendí un montón de cosas de edición de video y after effects.
Cuando yo me sentía como pez en el agua, para el 15 de septiembre, nuestro jefe nos invitó a comer al Costeñito y nos embriagamos con tequila y cervezas. Luis llegó más tarde y se puso celoso de Charly, un compañero de la agencia porque según él me estaba tirando el pedo.
Luis me hizo una escena y me subí a su carro y nos dijimos muchas cosas. Yo me bajé del carro en pleno periférico y tuvo que bajarse a meterme y le eché a los federales. Me insultó y jaloneó cuanto pudo y yo le solté unos puñetazos en la cara. Estaba muy borracha y al día siguiente que amanecí toda golpeada recordé parte de lo que había sucedido. Me dio mucha vergüenza. Jamás había llegado a ese punto con nadie. Y me defraudé a mí misma por no sentirme capaz de mantenerme alejada de él por miedo a estar sola.
Al día siguiente le rogué que me perdonara y lo hizo con la condición de que jamás lo volviera a hacer y nos fuimos de viaje ese mismo día con sus amigos a Monterreal para pasar el día de la Independencia. La pasamos bien pero no habíamos tenido tiempo de hablar de lo que había sucedido.
Tuvimos altas y bajas. Luego me corrieron de Plexiz poquito antes de navidad, (un 20 de diciembre sin deberla ni temerla) porque a los dueños no les parecía que yo tomara fotos los fines de semana o que tuviera un compromiso más fuerte que su agencia. Porque para ellos era indispensable estar al pendiente 24/7 todos los días del año, así fueran sábados y domingos, a los que asistí muchas veces a trabajar a eventos sin remuneración.
Luego vino la posada de la agencia a la que ya no pudieron desinvitarme y me puse muy borracha y donde cometí varios desfiguros, entre ellos decirle a mi ex jefe que era mi crush e insinuármele. Me puse tan mal que perdí la noción del tiempo y terminé en su casa a las 4 de la mañana sin mi abrigo, mi bolsa y mi celular, que había dejado en el coche de sus amigos. Mi mamá encontró de alguna manera el número de mi jefe y fue por mi hasta su casa hecha una fiera a las 4 de la mañana. Me encontró ebria, toda llena de alcohol, drogada y besuqueada. Fui una decepción para todos y me sigo sintiendo muy mal por eso hasta la fecha.
Al día siguiente tuve que enfrentarme con todos, con mi mamá y con Luis quien estaba super preocupado y se las olía que algo malo había pasado. Nunca le dije en realidad lo que había pasado y le di la versión light. Me emborraché, perdí la noción del tiempo y ya está. Pedí perdón y negué todo como una cobarde. Me perdonó pero las cosas se pusieron peor.
Pasé el año nuevo de 2019 en Real de Catorce con Luis y varios amigos suyos aventureros. Me la pasé muy bien pero volviendo las cosas se pusieron feas cuando fuimos de fiesta a un bar en el centro. Luis, para ese entonces, ya era mucho más frío conmigo y cometió el error de hacerme una falta de respeto frente a Llorens y su novio, quienes estaban conmigo ese día. Ella lo regañó frente a mi y yo, quien tontamente ya había pasado por alto su mala educación, me alteré y me enojé conmigo misma por perdonarle todo ya y no tener respeto hacia mí. Le dije que se fuera y se enfadó. Lo tomé de su chaqueta en la escalera y por querer soltarse bruscamente, esta se rompió.
Él se molestó todavía más y salió como un rayo hacia su carro, planeando dejarme abandonada ahí en el bar y lo confronté. Le dije por qué estaba molesta y él no lograba entender que lo que había hecho era una falta de respeto hacia mí, su novia. Y más allá de no “poder” entenderlo, no QUERÍA entenderlo y eso me molestaba demasiado.
Le solté una cachetada y eso terminó de joder todo. Lo perseguí como una loca hasta su carro y me subí a él. Mientras caminaba tratando de alcanzarlo me empujaba y me pegaba para que no me le acercara. Aun así me subí al coche y le pedí que me llevara a mi casa. Como una loca. Todavía en el coche le rogué como una estúpida que me perdonara y que no me dejara. Y el solo me decía palabras hirientes que yo le contestaba con otras. Me dejó en mi casa y le rogué que me diera 5 minutos para pedirle perdón y me los dió pero quise pedirle más tiempo y se molestó y soltó un puñetazo al retrovisor con el que se abrió los nudillos de la mano derecha. Sentí miedo.
Y me pidió a gritos que me bajara del auto, vociferando enloquecido y yo le decía que no y que no y que no... hasta que se atravesó y me abrió la puerta desde adentro, tomó mi bolsa y la aventó por la ventana para luego tratar de empujarme a mi fuera del auto sin éxito. Luego se bajó y caminó enfurecido hasta mi puerta que abrió con brusquedad, agarrándome con sus brazos para tirarme al piso e irse.
Me metí a mi casa temblando de miedo, sin conocer a la persona que me había aventado de su carro ni a la que veía en el espejo. No sabía que yo era capaz de soportar tales niveles de violencia, ni que yo era capaz de ser así de agresiva e hiriente.
Me juré jamás volverle a dirigir la palabra y falté a mi promesa eventualmente. Pero me tardé. Lo bloqueé de todas mis redes sociales en ese mismo instante y al día siguiente se puso en contacto conmigo por medio del celular de su hermano.
Nadie en mi casa supo realmente lo qué sucedió y creo que tampoco en la suya así que ambos abusadores salimos ilesos del escarnio público.
Pasé muchos meses aislada de todo, sin salir. Todo el tiempo que estuve con Luis no me había percatado de que, poco a poco, me había envuelto en su red. Las personas con las que salíamos eran sus amigos, la casa de reunión era la suya, los planes se hacían con él. Todo giraba en torno suyo y cuando me separé de él me di cuenta de que me había quedado sola.
Estuve varios meses buscando trabajo y me decidí a irme a Tulum con Mariana. Y me fui con el apoyo de mis papás. Pero esa ya es otra historia.
Espero poder contar la historia de Tulum pronto.
Hasta pronto.
PD: Si la vivi del futuro lejano lee esto: No seas estúpida, nunca vuelvas con tu ex. Es una trampa.
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Un diario virtual
9 de enero de 2017
Escribir es terapéutico. Siempre lo he sabido.
Decir realmente lo que se piensa nunca es fácil, en especial cuando tienes una mala racha y tus seres queridos ya están hartas de verte y escucharte quejándote de todo lo que has pasado. “Ya ponte bien, Vivi”, “todo pasa por algo, anímate”, “es lo mejor que pudiste haber hecho, échale ganas” y “no te quejes”. Cómo si fuera tan sencillo estar bien. Un cambio de pensamiento lleva tiempo.
En esta transición de 2016 a 2017 ha sido un desastre:
El 31 de diciembre fue el punto de quiebre. Creé una cuenta en una página para aupairs y decidí irme lo más lejos posible, lejos de Israel, de Torreón, de toda la gente que conozco y que me desprecia.
Además, este hubiera sido mi tercer año consecutivo pasando año nuevo con la familia de Isra. Sí me gustaba estar ahí. Sus padres y tíos y me trataban bastante bien, siempre me sentí bien recibida y parte de la familia. Este año obvio no estaba invitada a la celebración así que realmente no tenía ninguna motivación para salir a ningún otro lado. Planes había varios pero no tenía ganas de quedar bien con nadie ni de soportar convenciones sociales. La única persona con la que yo quiero celebrar, no iba a estar conmigo ¿qué caso tenía?
Un viejo amigo, a quien siempre le he gustado, me invitó a un antro y después de mucho pensarlo, accedí. Solo iba a ir si me acompañaba alguna de mis amigas y para variar, al final me quedaron mal. Y luego mi mamá me obligó a bañarme y arreglarme porque había una cena improvisada en casa de una tía. Al estar ya arreglada y después de varios vasos de clericot, decidí que sí iba a salir y le hable a mi amigo, Luis, quien pasaría por mi después.
La noche fue un fiasco. Nos dieron una mesa bastante molesta porque estaba justo por la pasada del baño y los borrachos empujaban todo el tiempo. Yo estaba toda incómoda porque sé que le gusto y todos sus amigos estaban en la mesa pensando que iba como su date, pero obvio no iba por ahí la cosa.
La cuenta regresiva se hizo, tomamos champaña y yo no sentí ninguna emoción. Estaba en un lugar extraño con gente con la que no quería estar, mientras mi ex seguía con su vida, como si nada, entre los suyos. La culminación de una noche horrenda fue cuando Israel me mandó un mensaje de feliz año nuevo, deseándome lo mejor en mi vida. ¿Cómo se atreve a desearme lo mejor, si lo mejor para mi siempre ha sido él?
Me rompí. A punto de llorar, decidí pedir un Uber para no molestar a nadie, dejé dinero y a un Luis bastante sorprendido y me fui del lugar. A penas puse un pie fuera y solté en llanto. Me subí a un Uber mientras el conductor me observaba horrorizado y me pasaba pañuelos a la vez que mis lágrimas caían y se escuchaban mis sollozos en medio de un silencio incómodo.
Llegué a mi casa y le respondí y fue lo peor que pude haber hecho. Dije muchas cosas de las que me arrepiento. Perdí mi dignidad total y absolutamente. Le rogué varias veces que no me dejara de querer y que se quedara conmigo, también le dije que lo odiaba por no querer estar conmigo. Le llamé cobarde y me quedé dormida de tanto que lloré.
Después de eso no he recibido ni una sola llamada suya, ni siquiera un mensaje. Me queda muy claro que ya lo perdí para siempre y me cuesta mucho asimilarlo porque estoy aprendiendo apenas a vivir sin él. Odio todos y cada uno de los días que no estoy con él. Odio los viernes en especial.
Odio Torreón porque en cada trayecto, en cada semáforo, en cada lugar, Israel y yo hicimos una historia que duró casi 3 años... Conocí a través de él a muchas personas, a quienes veo de vez en cuando y yo me muero de miedo porque creo que él podría estar acompañándolos. Quisiera irme y no regresar hasta haberlo olvidado y aun así creo que no soportaría verlo de la mano de otra mujer.
Creo que por eso me quiero ir muy muy lejos y para siempre. Para nunca tener que enfrentarme a eso: a ver al amor de mi vida, perdido para siempre.
Hoy sigo triste.
Hoy lo extraño.
Hoy le lloro.
Hoy lo amo.
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Corté con mi novio de 2 años (Parte 1)
A un mes de romper con mi novio escribo esto, aun destrozada y lo suficientemente cuerda para hilar un par de ideas.
No sé en qué momento empezamos a pelearnos por todo. Tal vez fue mi culpa por ser una perra inflexible o la de él por siempre haberme dado la razón y de un día para otro haberme quitado esa facultad.
Tal vez todo se fue a la chingada ese día que yo le mande un screen-shot de una conversación con un tipo que me estaba echando los perros o ese día que estábamos en Monterrey y escuché que él contestó la llamada de una mujer quien le preguntaba “¿estás solo? ¿puedes hablar?”. No sé qué nos arruinó.
No sé en qué momento se arruinó la mejor relación que he tenido. Es más, no sé si llamarle la “mejor relación que he tenido”, aunque ciertamente ha sido la más intensa, la más formal y la más comprometida que he tenido hasta la fecha.
Yo de verdad pensaba en casarme con Israel. Aunque ahora que lo pienso bien, creo que jamás concreté bien esa idea.
Hace unas semanas platicando en el gym con Fanie, una amiga de la universidad, ella se puso a contarme cómo se imagina el día de su boda: la ceremonia, el vestido, el maquillaje, el lugar, los arreglos de flores. Todo lo tiene clarísimo. Tiene una idea perfectamente formada de su boda. Y cuando ella me preguntó acerca de la mía yo le dije que no tenía la menor idea. Yo nunca lo pensé bien.
Lo que sí pensé millones de veces fue en irme a vivir a un departamento o una casa chiquita con él y fantaseaba que los hoteles donde nos quedábamos cuando íbamos de viaje eran la casa donde vivíamos él y yo. Eso sí soñé. También fantaseé con tener sus bebés y me emocionaba mucho la ida de que pudieran salir con los preciosos ojos azules de mi ex suegra y su piel blanca y lisa. Y me aterraba la idea de que pudieran salir peludos jajaja. No me asustaba en nada la idea de hacer una vida juntos, hasta que se encontró con su horrible trabajo.
Creo que eso también nos llevó a la ruina.
El tenía (tiene) un trabajo que lo obliga a levantarse todos los días a las 5 de la mañana y a viajar 1 hora en autobús hasta otra ciudad, dónde hace tareas de gerente pero le pagan como a supervisor y a veces tiene que ir con su propio coche hasta los dos días del fin de semana y en ocasiones en las madrugadas. ¿Y eso en qué me afectaba? Pues en todo. Yo tenía un novio siempre exhausto, siempre preocupado, siempre ausente, siempre al teléfono.
Sí había ocasiones en las que estaba muy padre quedarnos en casa disfrutando de una noche Netflix & Chill comiendo pizza y viendo series de animé. Claro, me encantaba. Pero llegó un punto en el que yo quería salir a tomar con él. Quería que me vieran en la calle con él, sentirme deseada, suya. Pasarla bien y poder ser idiotas un rato y disfrutar de su compañía en otro lugar que no fuera mi casa. Pero esto ya no pasaba.
Yo también tuve la culpa. El siempre cansado, yo siempre reclamando. El siempre ausente, yo siempre saliendo en su ausencia. Él siempre al teléfono, yo siempre en las redes sociales.
Conforme pasaba el tiempo me fui frustrando más porque él se volvía más frío y más distante. Lo sentía cada vez menos mío y me ponía más loca con cada cosa que encontraba. Inbox de niñas, mensajes en whatsapp, llamadas raras. Todo eso y mi profunda desesperación por estarlo perdiendo poco a poco nos llevaron a cortar.
Hoy lo extraño mucho.
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Amigos y cumpleaños
Normalmente no me quejo de mis amistades. A fin de cuentas, yo las escogí.
Yo escogí a quién hablarle, a quién escuchar, a quién acompañar. Me declaro responsable de eso, sin dudas.
De lo que no soy responsable es de la manera en la que los demás me tratan, o cómo responden a mí.
Ayer fue mi cumpleaños y, sin titubear, puedo decir que ha sido el más horrendo de todos.
Me sentí sola desde que desperté. No había mensajes de buenos días, no había felicitaciones nocturnas, no había nada. Estaba muerto.
Tomé unas fotos en un kinder esa mañana, comí con mi familia y me fui a mi casa. Luego llegó mi mejor amiga, Karen, con cupcakes de pizza. Estuvimos hablando un rato y nos despedimos por unas horas. Nos veríamos más tarde en mi celebración en un antro.
Para no dar muchas vueltas, he de decir que mis mejores amigas en todo el mundo son 5:
Karen, Carla, Mariana, Ale e Ileana.
Carla, Mariana y Ale viven fuera de la ciudad.
Ileana odia los antros y .. pues solo queda Karen.
A mi celebración de cumpleaños estaban invitadas personas de mi universidad, mis primos y primas, amigos que considero cercanos y mi novio.
No sé por qué, pero conforme se acercaba la hora del evento, uno a uno, los invitados empezaron a cancelarme. Por cada persona que iba disculpándose yo me sentía cada vez peor. Cada vez más sola, cada vez más patética.
Me frustré y me encerré en una nube de furia y frustración que estalló cuando me subí al coche con mi novio. Él me notaba tensa y me preguntó que qué sucedía. No tuve que decir nada porque lágrimas negras de maquillaje de noche rodaban amargamente por mis mejillas. Cuando me serené un poco pude decirle lo que sentía:
Le dije que yo sé que estoy sola. Que nací sola y que así voy a estar por siempre. Le dije que me gustaría tener amistades que sean incondicionales, que no me limiten, que me dejen ser y que me escuchen. Que estén, que no se vayan.
Le confesé que me sentía muy sola y que a pesar de saberme sola desde hace tiempo, es muy cruel enfrentarse con esa verdad en un día como mi cumpleaños.
No supo que decirme.
Estuve muy cerca de no bajarme del auto e irme directo a mi casa. Decidí que no era buena idea porque no quería darle explicaciones a mi mamá. Ella siempre sabe cuando algo me pasa.
Agarré valor, me sequé los ojos y entré al lugar solo para encontrarme con una bola de arpías en la mesa en la que estaría. Me negué. Por suerte estaba Mariano y nos fuimos a su mesa. JC, Becky, Mariano, sus amigos, mi novio y yo estábamos en esa mesa. Yo estaba apagada. Me sentía débil y sin ganas de hacer nada. JC me sintió y me ayudó a sentirme mejor, mientras Israel se hizo a un lado. No se integró, no habló. Solo volteaba a su alrededor buscando gente. Me molesté mucho.
A eso de la 1am Israel me dijo que ya se tenía que ir. Me enojé todavía más. Justo el día en el que más lo necesitaba se aparece en las últimas 2 horas de mi cumpleaños, sin un regalo en las manos, sin ganas de bailar, sin ganas de estar, de echarle ganas. Me ganó la rabia y el alcohol: le escupí, figuradamente hablando, todo lo que sentía y lloré como nunca.
Me sentí pequeña, vulnerable, patética, sola.
Espero que nadie sienta esto nunca... especialmente en el día en el que celebras tu vida.
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Los amores a distancia (parte 4)
Aburrimiento
Han pasado exactamente 145 días desde que vi a mi novio por última vez. El mes que paso desde la otra publicación ha sido turbulento. Nunca me había peleado tanto con alguna pareja, hasta ahora. Nadie bromeaba cuando me decían que las relaciones a distancia son más que complicadas. Francamente creo que no hay mejor palabra para describirlas que "imposibles".
Esta vez empezaré por puntualizar aspectos de mi personalidad, para que se entienda mejor todo esto: soy una persona difícil. Tratar conmigo puede llegar a ser sumamente desgastante ya que soy de esas personas "de ganas". Hoy tengo ganas de hablar, mañana no. Hoy quiero verte, mañana no.
Y así como soy de cambiante en cuanto a mi estado de ánimo, así soy de drástica en la toma de decisiones. Con esto no quiero decir que todo lo hago sin pensar, sino todo lo contrario. Las cosas hay que pensárselas muy bien antes de hacer algo ya que una vez que se hacen, pueden desencadenar muchos eventos (buenos y malos).
Desde niña me enseñaron a hacer lo que se me de mi gana frente a los demás. Una lección de vida bastante importante porque ¡cuánta gente no va por ahí queriendo complacer a todo el mundo, dejando atrás su propio bienestar! Hay que saber ser egoísta y buscar lo mejor para uno. Hay que saber qué es lo que es la felicidad para poder buscar lo que nos hace felices y desechar lo que no sirve ni para bien, ni para mal.
Este mes, he de confesar, tuve una gran tentación.
Un chico nuevo en la universidad alto y bueno, quien me brindó una buena conversación desde el primer día, me marcó para siempre.
Resulta que yo iba a viajar con la jefa de la revista para la que trabajo. Ibamos a cubrir el Pal Norte a Monterrey. Para no hacer el cuento largo, las cosas se complicaron y terminé vestida y alborotada. Lo que sucedió en los días anteriores al concierto fueron los que causaron todos mis problemas.
El día en que le hablé por primera vez a este chico hablamos de mascotas, cosas idiotas y música. El hombre resultó ser ultra-fan de Radiohead, Arctic Monkeys y otras bandas que idolatro. Obvio nos caímos muy bien desde el inicio y desde esa vez cada clase de Teatro nos sentábamos juntos y reíamos a carcajadas.
Por aquellos entonces yo estaba teniendo muchos problemas de confianza con mi novio. El me ocultó unas cosas que, a mi manera de ver las cosas, eran bastante importantes y las cosas se pusieron medio feas. Yo comencé a rechazarlo sistemáticamente. Sus mensajes ya me daban igual, los "te amo" ya se me antojaban forzados y las llamadas de skype me parecían agobiantes. Mi novio al sentirse rechazado comenzó a buscarme con insistencia, lo que hizo que yo me alejara aún más.
Lo del Pal Norte fue justo en esos días feos. El chico nuevo del que les hablo me había mencionado el día que lo conocí, que iría a ese festival con sus amigos. Yo le comenté que también iría y nuestro vínculo se terminó de forjar con ese detalle. Ambos estábamos muy emocionados por ir y como ya lo dije, al final me salió mi jefa con que siempre no, pero en ese "mientras" yo me estaba haciendo bolas tratando de encontrar un escape para sí ir al festival. Si ya no iba por trabajo, quería ir a disfrutar.
Obvio en mi desesperación pregunté su celular y recurrí a él, le pedí que no me dejara sola en el concierto (si es que iba). G me dijo que estaba invitadísima a estar con él y sus amigos y nos emocionamos mucho por ver a Snoop Dogg. La cosa es que me dio miedo ir sola y al final le mande un mensaje a G diciéndole que siempre no iba, que se la pasara muy padre y que me contara sin falta el lunes cómo le había ido. G se desanimó y me mandó vídeos de Molotov, fue un detalle genial.
Después de eso nos hicimos aún más amigos y en la clase de teatro nos pusieron en equipos a elaborar una obra en forma. Como es de esperarse, quedamos en el mismo grupo.
En esos días justamente tuve una enorme pelea con mi novio. Enorme. Tan grande que lloré dos días. Me enojé tanto que lo corté, quité mis fotos con él y removí el típico "In a Relationship" del facebook. El día después de la pelea yo estaba desecha y ardida, entonces le conté a G que había cortado por que el tipo (mi novio) es un "culo cabrón mentiroso". Como jamás habíamos hablado de novios o relaciones o esas cosas complicadas, tuvimos la clásica conversación de los ex. Y de ahí en adelante las cosas se pusieron raras.
Yo, naturalmente, regresé con I. Le perdoné sus fallas a pesar de yo no estar bien por dentro. La relación iba muy mal y por lo mismo dejé que siguiera en el anonimato. Nadie sabía si éramos o no éramos novios (creo que ni yo misma sabía bien mi situación). Lo cual estaba bien hasta que G se interesó de otra manera en mi.
Para qué les digo mentiras. Yo también me interesé en G. Lo vi con otros ojos. Era cálido, atento, torpe, y a la vez inteligente. No podía no fijarme en él, por más que lo intentase. Me gustaba y no sabía qué hacer con eso.
El proyecto de la obra de teatro seguía caminando y un día nos reunimos todos en un café para organizar todo. Ese día G me dijo que me veía muy bien y me invitó a salir después. Yo no sé si inocente o maliciosamente, pero le dije que sí porque tenía muchas ganas de estar con él. Me gustaba platicar con él todo el día todos los días.
Por que así era. Nos veíamos todos los días en la Universidad, en clases, entre clases. Desayunábamos juntos y nos quedábamos hablando después de salir. Y en las tardes todavía hablábamos por mensajes y nos mandábamos artículos por el Facebook. Estar juntos era lo mejor de mi día y me daba fuerzas para echarle más ganas a los proyectos en puerta.
Yo estaba en una encrucijada, no sabía que hacer. Tenía dos opciones: ser honesta con todos (y conmigo misma) y decir lo que estaba pasando, o seguir ocultando todo. Opté por la primera opción. Hablé con mi novio y le dije que estaba muy confundida, que las cosas iban mal y que G me había invitado a salir y que quería ir. Él se molesto muchísimo, por supuesto, pero no pudo hacer nada ante la decisión que yo ya había tomado, así que lo tomó con filosofía y se puso a sacarme plática durante todo el tiempo que estuve con G.
Cuando estábamos en el bar y vi que el lenguaje corporal de G iba más allá de solamente una atracción por mi, sino que era algo completamente diferente y mucho más profundo de lo que yo había imaginado, me asusté. Me asusté porque me veía inmersa ahí, sintiendo algo por el también, mientras mi novio estaba a 9 mil kilómetros de distancia.
Mi novio. Esas palabras resonaban en mi mente haciendo un eco insoportable que tenía que vomitar. Entonces le dije. Le dije a G que, inestable y rara, pero estaba en una relación. Entonces él me dijo estas palabras: "I can wait... and stuff". Yo me morí por dentro porque él, implícitamente había confesado su amor por mí. Y de una manera absurda, me acerqué más a él. Mis sentimientos con él se intensificaron.
Y ahí estaba yo, sentada en el carro de G, viajando a mi casa, mientras su mano se posaba en mi pierna. Electricidad pura. Y así como entré al auto, apresurada y nerviosa, así salí huyendo porque si me quedaba ahí dentro más tiempo quién sabe qué pudo haber pasado.
Fue así como se incrementaron mis problemas. Todo lo que sucedió en la cita lo supo mi novio de mi propia fuente y no estaba muy feliz. Más bien, era muy miserable y yo más, porque lo amo pero no sabía como no hacerlo miserable sin ser una gran hija de puta cambiándolo por el otro al cual también amo.
Y aquí es donde me maravillo de la capacidad de sorpresa que aún tengo. Me conmueve muchísimo darme cuenta de que sí existen ese tipo de conexiones que se encuentran de la nada y que son difíciles de romper... Y que se puede adorar a alguien sin siquiera haber un beso de por medio.
La maraña de sentimientos nada más se iba enredando más y decidí hacer lo que se tiene que hacer. Así que para ya no confundirme yo (y no seguir confundiendo a nadie) publiqué (más para mi misma que para nadie) que estaba en una relación con I y cambié la foto que tengo en whatsapp a una con él. Acto seguido, G me pide explicaciones y le dije lo que él ya sabía. Yo tenía novio y así estaban las cosas. Claro que hizo un berrinche y me dejó de hablar hasta el día siguiente a las 8 am.
Cuando lo enfrenté temblaba de miedo y me rompí, de hecho lloré enfrente de él porque sabía que nada iba a ser lo mismo después de ese instante. Sus ojos estaban vacíos y me miraban con resentimiento. No lo culpo. le pedí que no me dejara de hablar y le dije que lo estimaba mucho y que no lo quería perder. Era mucho pedir. G juró no hacer las cosas tan incómodas y se fue.
Días después me hablo de manera "normal".
Toda esta historia tiene una conclusión muy breve:
En el amor, el tiempo y la distancia importan y mucho.
Mi relación con I se desgasta cada vez un poco más, ya quiero que llegue para determinar mi situación. No sé si lo sigo amando como decía. No sé si el enamoramiento ya se fue. Necesito que esté aquí conmigo para saber qué carajos va a ser de esta relación, si es que hay alguna.
Estoy algo decepcionada de mí misma porque creí poder con esto pero ya vi que era más complicado de lo que parece.
Faltan solo 28 días para que llegue.
A ver cómo fluye la vida en estos días...
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Los amores a distancia (Parte 3)
He aprendido a confiar
Tercera vez que escribo algo aquí. Van 4 meses que no lo veo y ya casi no me afecta al grado de perder la cabeza.
Lo extraño mucho. Esa es la verdad. Cada lunes por la tarde, cada miércoles en la noche, cada jueves en la madrugada... los fines de semana, en especial los domingos. Quisiera que ya regresara para caminar con él y tomar su mano. Sentir el calorcito que emana estar junto a el y volterar a verlo y suavemente besar su boquita.
Ahhhh... *suspira*
Me he limpiado (casi por completo) de pensamientos desagradables. Creo que ya llegué a la comprensión de que entre más piensas en cosas horribles, más probable es que te sucedan. (Y al revés).
Isra me ha demostrado a lo largo de estos meses que puedo confiar en él. Su presencia constante en mensajitos de voz, textos medianos por whatsapp, letanías y lágrimas por skype, etc., no dejan siquiera pensar en que me podría estar haciendo algo. O quiero pensar que no lo haría a pesar de todo ello.
He aprendido a quererme yo misma, a atesorar mi tiempo y a buscar trabajitos que me ayuden económicamente. Y no es que ande mal en ese aspecto, simplemente es que quiero viajar con él...
Sueño con unas vacaciones mejores que las que tuve con él en Valencia... más días en un paraíso o en alguna ciudad emocionante, merodeando por ahí, abrazados, explorando el mundo juntos. Nada me hace más ilusión que eso. Bueno, eso y vivir con él.
Al parecer estoy muy enamorada...
En fin. Sólo quiero dejar registro de que, por lo menos hasta ahora, soy una prueba de que una relación a distancia es factible y que si alguien te llena el corazón (su presencia física se extraña... y mucho) es posible aguantar. Y se aguanta con ganas porque se ama.
He visto gente cercana a mi que aguantó una relación a distancia con falsos "Te amo" y fotos de muchos besos con el novio, mientras se enredaba con 3 chicos en el antro. Ella tenía tiempo de quedar bien con su novio y con otros tantos extranjeros. A sí mismo que el novio le hablaba día y noche mientras le tomaba la mano a otras 2 chicas y le agarraba la nalga a otra. Ellos se engañaban a sí mismos y a los demás. Dicho esto, quiero aclarar que he estado en esta posición y que nunca más volveré a hacer eso porque se daña y la gente no vuelve a querer igual.
Eso es no querer a nadie. Ni siquiera a uno mismo.
Para acabar, les digo que estoy bien, que lo extraño mucho y que lo necesito por que lo amo. Que no puedo esperar a que ya llegue el 21 de diciembre para abrazarlo y estar con él. Que las semanas me pasan lentísimas y que no tenerlo cerca es la prueba más grande que he pasado por un amor. Les digo también que sin él no me muero y que la vida aquí en el rancho sigue y que he hecho más cosas de las que había hecho antes. Que su presencia emocional en mi vida me ayuda a ser mejor y a creer más en mi. Y que a pesar del tiempo, de los 9 mil kilómetros de distancia que nos separan y de las circunstancias que nos envuelven, yo lo sigo queriendo igual (o quizás más) que el primer día.
Todo pinta bien...
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Los amores a distancia (Parte 2)
Aprendiendo a confiar
Creo que tuve demasiado tiempo para escribir la primera parte de estos relatos. Ahora que lo veo con otro mes y medio de diferencia, leo mis palabras con un poco de vergüenza porque no solo actué como una loca, sino también con una total desconfianza hacia mi pareja.
Han pasado exactamente 76 días desde que vi por última vez a mi novio y lo extraño como nunca. No voy a mentir como todos los que dicen que las relaciones a distancia son lo peor. Sí duele muchísimo no estar cerca, pero es un dolor total y completamente tolerable.
Hay veces que me quisiera dormir todo el día para despertar al siguiente y que así se pasara el tiempo mucho más rápido para verlo, lamentablemente esto no es posible y, generalmente, sucede lo contrario. Los días son más largos y estoy tan atareada con la escuela y con mis problemas idiotas que las horas parecen no avanzar...
He estado aprendiendo a despejar mi mente, dejar de usar el celular y ocuparme en cosas más importantes como en hacer proyectos personales, trabajar en lo que me toca en la universidad y apenas empezaré a conjuntar todo eso con tratarme bien a mí... meditando y haciendo ejercicio.
También he aprendido muchas otras cosas. La más importante, creo yo, es que en estos 76 días he aprendido a confiar en él.
Mi novio no es un santo y eso ya lo entendí. También entendí que las posibilidades y las tentaciones están y que es su decisión tanto en casa como allá afuera si cae en ellas o las evita. Comprendí que un hombre también extraña y también sufre, que sí necesitan de un apoyo moral también y que si no nos quisiéramos tanto, seguramente no seguiríamos juntos, como hasta ahora.
He aprendido a bloquear mis celos (la cual creo que es una de las habilidades más necesarias que necesitamos todos como pareja). Los celos existen y no se calman si no se trabaja en ellos.
He llegado a entender que tener una relación de lejos es mejor experimentarla a esta edad, porque ahora es cuando las cosas pueden cambiar y decidir un mejor futuro para ambas partes. Tanto la que se queda como para la que se va. Tener una relación a distancia enseña muchas cosas, te enseña a ser independiente, a ser prudente y a esperar; a transmitir de otras maneras el afecto que le tienes a la otra persona y a valorar detalles que nada tienen que ver con dinero.
Tener una relación de lejos es la prueba más dura que todos deberían afrontar. ¿Por qué? Porque si es amor, trasciende. No se va a ningún lado. Y superar esta prueba es lo más complicado que hay porque se experimenta el amor en un campo que no es físico, el cual suele ser tramposo ya que liga el mero contacto con la conjunción de dos mentes, dos seres que se hacen uno... Si es que lo que se vive es amor y no cualquier otra cosa.
En fin, también se aprende a hacer sacrificios y a pensarse más las cosas antes de hacerlas. Y, ojo, no se trata de dejar de hacer cosas, sino de frenarse antes de cometer alguna estupidez que ponga en peligro la relación.
También he aprendido a expresar mis sentimientos mejor. Esta parte es importantísima. Todos, en algún punto, hemos dicho que no pasa nada cuando en realidad pasa todo. Alguna actitud o situación con el otro que nos molesta pasa a ser almacenada en un recoveco de la memoria al que acudimos solamente cuando estamos hartos y la situación se ha salido de control. Esto NO funciona estando en una relación de lejos.
Aquí, o se habla, o se acaba. No hay nada mejor que ser completamente transparentes para que no haya tantas susceptibilidades que romper.
Ya me cansé de escribir... vuelvo el próximo mes. Espero, sinceramente, seguir igual de optimista como en esta ocasión...
V
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Los amores a distancia (Parte 1)
Hola a todos y a nadie, mi nombre es Viviana y yo soy una más de las afligidas mujeres que tiene un novio de lejos.
Primero que nada, no me juzguen. Eso es lo más importante porque yo era justamente una de esas odiosas-personas-espinitas-en-el-culo que se la pasaban recitando la frase "amor de lejos, amor de pendejos" y fastidiando cada vez que podía a mis amigas que estaban (o siguen estando) en la misma situación.
DISCÚLPENME. Ahora las entiendo.
Justo hoy, a un mes de que me despedí de mi novio en Europa, entiendo lo mal que la pasan esas personas como yo. Esa gente que extraña y que quiere y que espera.
Ustedes no están para saberlo, ni yo para contarlo, pero mi relación con mi novio, a pesar de no ser muy extensa (llevamos 4 meses), es muy sólida. Y aun que los dos no seamos Sr. y Sra. Paciencia, hemos aguantado como los grandes esta separación.
La dinámica de esto (que espero cumplir) funciona así: cada mes voy a escribir aquí una reflexión de lo que siento momentáneamente por estar de novia a distancia. El experimento es ver como va evolucionando mi pensamiento sobre la relación, a ver si va viento en popa o si de plano todo está yéndose al caño. En fin. Sigamos.
Hoy por hoy, a un mes de no estar juntos, me siento desesperada porque sí es muy difícil no vernos y sí está muy cabrón el cambio de horario.
Está MUY cabrón saber equilibrar cuando hablar y cuando no hablar.
Está MUY cabrón esperar y aguantarte las ganas de decir cosas para no pelear.
Están MUY MUY MUY cabronas las dudas y las inseguridades.
Está MUY MUY MUY MUY MUYYYYYY cabrón confiar. Confiar en que me va a ser fiel. Honestamente, no peco de ingenua. Yo perfecto sé que existe una GRAN posibilidad de que la infidelidad suceda.Yo sé que él me adora pero conozco de lo que somos capaces las mujeres para tener a un hombre. En este momento de mi vida, se me antoja increíble pensar que en un lapso de 6 meses, mi novio, viviendo en Europa me va a ser 100% fiel. Así. Y no me malentiendan, yo lo amo y espero que no lo haga y estoy confiando en su palabra pero a ratos mi mente comienza a volar y pienso en los posibles (y peores) escenarios, así como haría cualquier mujer promedio en mi posición.
Cada día que pasa siento una desesperanza inmensa porque, a pesar de todos nuestros esfuerzos, estamos acostumbrándonos a seguir con nuestras vidas el uno sin el otro y eso está mal porque va a llegar un momento en el que no nos vamos a extrañar ni a querer.
Creo que los amores por Skype no duran y que si no estas con la persona por mucho tiempo, las cosas se ponen feas, alguien se aburre y todo se va al carajo.
Tal vez hoy estoy hormonal y por eso estoy tan fatalista. Pero sin duda es lo que pienso.
Una cosa sí tengo cierta, por lo menos por ahora, y es que lo adoro y estoy dispuesta a aguantarme 6 meses sin verlo. Estoy tan loca por él que no me dan ganas de ligar o tener algo con alguien más. Él es mi amor. Mi único. Yo sé que YO sí puedo con esto, pero... ¿podrá él?
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You ARE
You are not what the other say
You are not what you think you are
You are not what they think they know about you
You are not a picture
You are not a job
You are not what you listen to
You are not what you share
You are not an object
You ARE.
VC
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