Don't wanna be here? Send us removal request.
Text
Amiga
Enaramorémonos una y otra vez que te quiero para toda la vida.
12/11/24
0 notes
Text
2K notes
·
View notes
Text
Espero un mensaje indiscreto. Con qué propósito, no lo sé. Solo un poco de adrenalina que fluya por mi cuerpo y me haga sentir algo. Le conté a una amiga que estaba en un período de estabilidad, ahora me doy cuenta: estoy en un período de estabilidad y estoy buscando el caos. La pésima costumbre de existir en una realidad deformada. El colmo. Estoy bien pero algo que aún no logro sanar invita la destrucción. Y no es por aburrimiento ni nada, es genuinamente la costumbre maldita de sufrir, de vivir en incomodidad. Hoy no. No ocurrirá. Tengo otros intereses, lo resolveré en terapia.
0 notes
Text
182 notes
·
View notes
Text
He escrito tu nombre de tantas formas. Seis letras que se han transformado con los años nuevamente en solo dibujos, sin ningún peso más que la belleza tipográfica. Mira como te olvido. Te interpelo burlescamente ¿Qué más se puede esperar? Cuando una se convierte en la Ley y conquista el dolor.
0 notes
Text
1K notes
·
View notes
Text
Narahashi Asako, ‘Kawaguchiko’, 2003, from the series ‘half awake and half asleep in the water’. Courtesy of the artist / PGI / Aperture.
228 notes
·
View notes
Text
Hablar con ella es entretenido, nos llevamos bien y todo resulta ligero. Creo que también evitamos los temas o dolores profundos. Ella parece un misterio, la conozco hace varios años y poco de lo que he aprendido de ella salió de su propia boca, sino son recolecciones de momentos, acciones o incluso conclusiones que he derivado de pasar tiempo con ella. Algo se siente bien y al mismo tiempo el misterio me causa una desconfianza en la espalda. Un tiempo pensé que me atraía o me gustaba o algo más romántico. Pero no se si trataba de ella realmente, eran momentos de soledad donde necesitaba apoyarme en el hombro de otro y de casualidad ella aparecía.
Su mundo interno me llama la atención como lo hacen todas las buenas amistades. Es una extraña sensación. Dudo aveces si quiero algo con ella, algo romántico, me agrada su vida por afuera tan tranquila y protegida. Tan pocos problemas o así parece. El misterio o la ignorancia me atraen a su persona. Querer desenvolver un regalo o terminar un libro rápido, quiero saber qué sucede, qué oculta y por qué. Puede que me agite tanto su existencia porque es bastante opuesta a la mía. Yo no oculto nada, no puedo controlar mi sinceridad, hasta a mi peor enemigo le puedo revelar todas mis inseguridades, mis puntos débiles, eso creo.
La verdad es que a muy pocos les comparto la historia completa. Reciben pedazos cada un mes al menos. Pequeños telegramas de mi vida emocional, que fueron curados respectivamente según destinatario. Si se atreven a preguntar más sin dificultad revelo mi verdad. Aunque siento que se puede convertir en un monólogo deprimente.
Había personas que me dejaban hablar por horas y me escuchaban o eso parecía. Segura estoy de que algo les causaba mi voz y mi relato porque no querían separarse de mi. Después con el tiempo, empecé a sentir que ya no me percibían de la misma manera. Ahora era un herida, alguien que necesitaba cuidados. Obviamente esas personas nunca me los dieron, solo una vaga ilusión de cariño que me embriagaba con facilidad confundiéndola con verdadera amistad y preocupación.
Quizás la verdadera amistad está en esa donde las preguntas son pocas, la información fluye naturalmente, una especie de flujo de la conciencia entre dos personas. Donde existe un diálogo y cada palabra resuena en el otro y genera un cambio, un movimiento genuino.
0 notes
Text
866 notes
·
View notes
Text
178 notes
·
View notes
Text
Un futuro veloz
Desde que pisé ese pedazo de suelo internacional, no he parado de pensar. Es por fin también mi refugio.
Me he desvelado, intento dormir, mi cuerpo cansado se relaja pero mi mente ametralla con pensamientos. Con ecuaciones que necesitan una solución pronta. He evitado tomar los calmantes con las esperanza que el control lo tengo yo.
Aún así la noche se me hace dificultosa. Algo se desenreda y no puedo detenerlo. Ojalá la brisa marina me adormezca.
0 notes
Text
Un 25 de octubre
Entramos. Forcé la entrada, no fisicamente sino emocionalmente. Ocho años después de mi primera oportunidad para rendir esa prueba tan definitiva, lo logré y mejor de lo imaginaba. Una ceremonia de una solemnidad increíble. Llamaron mi nombre con la acentuación de esa lengua. Al acercarme me reconocieron, él quien me escucho hablar de mi delirio por pertenecer a su nación y ella quien me enseñó su lengua, me sonrieron. Yo sonreí. Me dieron mi gran sobre y me dirigí hacia el embajador y el director del instituto, había que tomarse una foto con ellos. Al estar cerca del embajador le dije que era un honor estar ahí, mi alegría era tal que no veía con claridad solo me movía. En la foto quedó inmortalizada mi sonrisa más pura, una herida cerrada, volver a donde mismo siendo otra.
Venía la celebración después de aplaudir a todos quienes también rindieron esta prueba. Traían vestidos de blanco y negro con bandejas relucientes, copas y copas de champaña, bebí, bebí bastante. Entre querer calmar los nerviosos y en querer celebrar. Llegó la pequeña E. y le dije cuál era el plan. Madre tiene que lograr hablar con el embajador. Las tres nos preparamos para acercarnos a él que muy sincero se paseaba entre los distintos grupos de gente. Ya oscureció por fin logramos acercanos y entablar conversación. Yo dije poco, madre fue quien no paró de hablar como por hora y media. El señor Rogeau estaba cautivado por la historia y no paraba de hacer preguntas. En esa conversación madre no pudo huir de sus privilegios, este señor embajador, una pequeña imagen de Armando, refunfuñaba de asombro y risa al enterarse de los barrios en que ella vivió en esa ciudad, el liceo al que fue, los lugares que ahora habitaban sus hermanos, todo reflejaba una exclusividad que solo el dinero permite. Nadie antes había logrado bajarla de su soberbia, porque antes solo veía su historia como una tragedia. Y tragedia es, sin dudas, una tragedia lujosa y protegida.
E. tocó Bach y el cascanueces en el piano de la embajada, la gente asombrada por su talento, ella un poco nerviosa pero feliz.
Valérian me saludó muy educadamente y le comentó al resto de personas que nos rodeaban que el había sido mi juez, me inundó la vergüenza de tener que recordar que le derramé todas mis inseguridades con la esperanza que eso también ayudara conseguir el gran título, hablé con torpeza, ya todo era hilarante.
Era hora de partir, nos volvimos a acercar o acechar más bien al embajador que se encontraba hablando con un joven que le hacía infinitas preguntas. El señor Rogeau hasta incluso recitó un poema de Baudelaire de memoria como respuesta a una de las preguntas del joven, todos nos sorprendimos. Una señora que estaba en el círculo que rodeaba al Señor R reconoció a E. al parece es profesora en ese liceo y la copes ya le había hablado de ella. Fue simpática. Pasamos un buen rato incrustadas en esa conversación porque nos queríamos despedir dignamente. El momento se dio, madre le agradeció, le agradeció por existir se dieron la mano y él le dijo que ojalá se volvieran a encontrar, le dio la mano a E. y me estiró su mano, yo solo fui capaz de posarla sobre la suya, no se la apreté, me daba temor tener mis manos húmedas y que él lo sintiera.
Salimos las tres eufóricas de la Residencia de Francia, corrimos con E. nos reímos todas a carcajadas de lo absurdo que todo parecía ser, de la ligereza que nuestra historia había adquirido, ya no nos persigue amenazantemente. Al menos a mi, yo la invité a vivir en mi presente y creo que en ellas también hubo un cambio positivo, una resignificación.
0 notes