Cuando menos buscas, en tu camino florece una flor, no una rosa ni un girasol, algo fuera de lo común, nace una mujer llena de pasión y alegrías a decirte que la vida no es tan mala como suele ser. La cuidas delicadamente, consintiendo y demostrando, así verás el fruto más significante del universo.
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Querido Derek,
Con el afán de liberar mi pecho de este sentimiento, aquí estoy hoy. Aún dedicándole unas cuantas palabras a tu memoria, aún intentando borrar todos esos recuerdos que no me dejan dormir. Sé que no lo leerás. Y es lo que más quiero en el mundo. Que no lo leas. Porque solo quiero liberarme. Quiero poder extender mis alas de nuevo sin sentir el peso de un amor que no llegó a consumarse sobre mi espalda. Por las noches, así como Min Green en ese libro que te dije que era de mis favoritos, hago mis propias pruebas de rodaje. ¿Recordarás eso? No tengo idea. Pero en mi mente, lo hago. Repaso una y otra vez todo lo que sucedió. Y solo hay una pregunta que ronda una y otra vez, como una melodía en repetición, por mis pensamientos. ¿En qué momento fue que todo se fue a la mierda? Me prometí a mí misma que ya no diría groserías, pero me es imposible dadas las circunstancias. Sucedieron muchas cosas. Estuvimos un tiempo entre el sí y el no, ambos en el limbo. A final de cuentas, supongo que decidiste seguir. De pronto, un día desperté y la cama estaba vacía. Los adornos de Navidad estaban desmontados, había esferas rotas sobre el piso. Algo que creí inquebrantable terminó rompiéndome a mí. Algo que me prometí que sería eterno terminó siendo mi perdición. Desde entonces, no hay día que no piense en ti. Aunque bien dicen que el que extraña busca, no lo haría por nada del mundo. No soy tan egoísta como para buscarte y desestabilizarte cuando pareces estar mejor sin mí. No lo haría por nada del mundo. Por lo que ahora solo me queda imaginar cómo estás. Intento recordar cómo era tu risa o la forma en la que tu ceño se fruncía cuando estabas enojado. Aún lo recuerdo, por supuesto. No hay día que no recuerde la forma en la que tus manos supieron dibujar mis curvas. La forma en la que tus ojos me mostraron lo que era el amor. No hay día en que no recuerde la conexión que teníamos. Todas las cosas que compartíamos y que no nos habíamos atrevido a hablar con nadie más. Me duele saber que terminamos así. Que después de todo lo que prometimos no pudo cumplirse. Me duele saber que dentro de un tiempo solo seré un recuerdo lejano de alguien que solo supo lastimarte. Porque para mí no fuiste solo eso. Aún recuerdo las cosas buenas. Esas madrugadas hablando de cualquier cosa, esas tardes que pasábamos escuchando música, compartiéndonos fragmentos de quienes éramos en el momento. Me gustaba mostrarte mis escritos, y dedicarte otros cuantos. Me gustaba escucharte y aconsejarte. No me gustaba pelear, pero siempre era linda la forma en la que nos pedíamos disculpas. No hay día que no me arrepienta, Derek, de todo lo que pasó. Yo solo quería quererte. Quería bailar contigo hasta que saliera el sol, comerte a besos y acariciar tus tatuajes. Quería que viéramos la Luna, tapados por las frazadas, mientras buscaba las estrellas que habitaban en tus ojos. Quería que me vieras caminar hacia a ti con un vestido blanco. Quería pasar mis días junto a ti. Porque no mentí cuando dije que siento que te conozco de otra vida. Porque no sé qué es lo que nos separó en las otras, pero al parecer en esta también nos tocó vivir cada quién por su lado. Era increíble la forma en la que veíamos el mundo. Ambos nos complementábamos. Solo hay una cosa de la que no me arrepiento. De haberte encontrado, porque aunque sea por un momento hicimos click. Porque por un momento me sentí comprendida, porque no viví toda mi vida sin saber lo que era querer de verdad. Porque sí te quise. Tanto, que aquí me tienes, soltándote. Aún cuando no te tengo aquí, aún cuando jamás leerás esto. Porque no tienes ni idea. No tienes ni idea de cómo me ha ido sin ti. Así que... Me libero. De todo sentimiento de rencor, de todo lo que alguna vez me hizo mal. Me quedo con los buenos recuerdos. Con mi ilusión de creer que quizás en otra vida te podré encontrar. Con la esperanza de que, quizás, alguien más me ame con la intensidad con la que tú me amaste, y que esta vez las cosas salgan bien. Se despide de ti, Julia. A quien alguna vez quisiste.
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September 17th, 2018
Un día como hoy, fijé mi mirada sobre la tuya. Un día como hoy, me dejé llevar. Un día de hoy, me di la oportunidad de conocerte.
Serendipia. Eres mi serendipia.
Un día que creí que sería como cualquier otro, llegaste a mi vida. Comenzamos a hablar, a mostrarnos como un libro abierto. Recorrí tus páginas, acariciando cada pequeño rasguño, saboreando cada palabra. Escuché tus desilusiones, compartí tus tristezas.
Nos bastó solo un día para conectarnos. Para mostrarnos por completo, para desnudarnos. Olvidé, en ese momento, lo que era la pena.
Desde entonces supe que eras especial. Y me volví egoísta. Como un preciado tesoro, te tomé, y me prometí a mí misma que no podía dejarte ir. Lo que había encontrado había sido mi más grande descubrimiento, quería saber más. Quería darme la oportunidad de seguir indagando, seguir conociéndote, porque eras demasiado maravilloso para ser verdad. Mi corazón comenzó a latir junto al tuyo, mis pasos se sincronizaron con los tuyos y mi mirada se volvió tuya. Toda yo se volvió tuya.
El primer día, ya me tenías pensando en ti. En lo loco que era entendernos tan bien, y me pregunté si era normal comenzar a quererte aún cuando solo habíamos entablado una conversación. Hoy te digo, como ya lo he hecho algunas otras veces, que el amor no conoce de tiempo. El amor es irracional, desenfrenado, pasional. Mi amor es puro, es egoísta, es frenético, y no tiene espacios en blanco, pues aquel vacío que en algún momento llegué a sentir, se desvaneció cuando vi llegar tus ojos andantes. Y, de algo estoy segura. Te conocí, y no pude haberme sentido más encantada contigo. Me encontré a mí misma bailando en mi habitación, intentando encontrar una canción que describiera todo lo que estaba sintiendo en aquel momento. Había encontrado mi tesoro, había encontrado mi hilo rojo, mi alma gemela. Quizás era muy precipitado pensarlo, pero desde entonces ya lo sabía.
Y, resulta, que sí hay una canción que podría describirlo.
Your eyes whispered, "Have we met?" Across the room your silhouette Starts to make its way to me The playful conversation starts Counter all your quick remarks Like passing notes in secrecy And it was enchanting to meet you All I can say is I was enchanted to meet you – Enchanted, Taylor Swift.
Bien, aquí aprovecho para darte otro pequeño dato sobre mí. Uno que, al parecer, no he tenido momento de expresar... Me gusta Taylor Swift. O, bueno, la vieja Taylor Swift. La de las canciones románticas. Probablemente no te guste –a casi nadie le gusta–, pero a mí sí. Sus canciones, al menos. Porque, curiosamente, en ellas encuentro partes de mi vida que a veces yo no he sabido cómo expresar. Y esta canción me recuerda a ti.
Volvamos al día en que nos conocimos.
A mi parecer, las estrellas estaban hermosas.
Ni siquiera las vi, pero sé que lo estaban. Una parte de mí quiere creer que esa noche fueron más brillantes, que nos arreglaron una clase de cita especial para conocernos.
¿No sería bonito? El pensar que el universo ayudó a que todo esto tomara lugar...
Así que quise investigar. Quise saber exactamente cómo, en qué posición, estaban las estrellas el día en que nos conocimos.
En el que realmente conectamos.
Así que aquí tienes, mi amor, la prueba de las estrellas plasmadas en esta pequeña imagen, para recordar siempre cómo brillaba el universo ante el júbilo de nuestro reencuentro, visto desde Chile.
Y, en realidad, ni siquiera las estrellas podrían describir todo el enjambre de sensaciones que causa en mí el hecho de saber que estás vivo. Me encanta saber que tu corazón late junto al mío ahora, que tus manos se entrelazan con las mías de forma perfecta, como si estuvieras hecho para mí.
Me encanta ser esa que termina las oraciones de tus pensamientos, esa que entiende cada idea loca que desprende tu mente.
Me encanta que seas tú, y que yo sea yo, y que ambos seamos un equipo. Tan enamorados, tan apasionados.
¿Qué más puedo decir?
Te amo, D. Te amo como nunca en mi vida pensé que podría llegar a amar a alguien.
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No me pidas
Quiero darte los buenos días,
Quiero darte las buenas noches.
Quiero dedicarte estrellas,
Y que nos perdamos en ellas.
Quiero escribirte una canción.
Que nos lleve al infinito
Y nos llene de ilusión.
Quiero tomarte una fotografía,
Para tomarla como mía,
Y recordar los lunares de tus mejillas.
Quiero dibujar galaxias en tu cuerpo,
Y que emprendamos el vuelo,
En una noche de desvelo.
Contigo quiero todo, amor,
Y no me pidas, jamás,
Que borre de mis mente los recuerdos
Que guarda, con anhelo, mi corazón.
No es necesario, tampoco,
Que me pidas un beso.
Porque siempre quiero darte de esos
Que derritan tu pecho.
Ni olvides que no debes pedirme
Nada en absoluto.
Porque yo te lo daré, aquello que deseas.
Aun cuando ni siquiera sabías que lo querías.
––J
Este poema es de mi autoría. Como regalo, como una parte de mí, que quiero que guardes en tu mente. Para que tengas presente que no es necesario que me pidas nada, porque, de todas formas, yo lo haré. Todo lo que sé que te hará feliz, pensando en ti.
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Te adoro.
Me agrada encontrar partes de ti en la naturaleza, en mi día a día.
Desde que te conocí, me es imposible no pensarte cada vez que observo la Luna, porque sé que tú y yo compartimos ese arte. El arte de encontrarle significado a lo pequeño, a lo aparentemente insignificante.
No he parado de observarte cada vez que noto las gotas de lluvia que se deslizan por mi ventana, pensando que, desde otro lugar, tú también puedes verlas, aún cuando no es así.
Me emociona pensar que la Luna no solo brilla para mí, que no estoy sola en este mundo lleno de personas vacías y superficiales. Que, de entre toda una multitud, hay alguien que comprende mi sentir, y mi forma de ver las cosas. Aún cuando sea complicada, quizás estúpida.
Me agrada notar que tú también puedes verlo. Que tú también buscas expresar aquello que parece imposible retratar.
Y, he aquí, uno de mis fragmentos favoritos, de uno de mis libros favoritos, para explicarte, después, cómo es que esto puede aplicarse a nosotros, aún cuando estemos perfectamente bien.
Si abres esta caja, verás que se encuentra vacía y, por un instante, te preguntarás si estaba así cuando me la diste —puedo verlo—, otro de tus gestos vanos deslizado en mi mano como un mal soborno. Pero la verdad, y te estoy contando la verdad, es que estaba llena: había veinticuatro cerillas alineadas cuidadosamente en su interior. Ahora está vacía porque las gasté.
Yo no fumo, aunque en las películas queda fenomenal. Pero enciendo cerillas en esas meditabundas noches de insomnio en las que gateo hasta el techo del garaje y de la casa mientras mis padres duermen inocentemente y solo algunos coches solitarios circulan por las calles lejanas, cuando la almohada no me resulta cómoda y las mantas me molestan sobre el cuerpo sin importar si me muevo o permanezco quieta. Simplemente me siento con las piernas colgando, enciendo cerillas y observo cómo parpadean hasta apagarse. Esta caja duró tres noches, no seguidas, antes de que todas desaparecieran y se mostrara el vacío que ahora ves. La primera fue la del día en el que me la diste, después de que mi madre se marchara por fin a la cama dando un portazo y yo colgara el teléfono tras hablar con Al. Estaba demasiado feliz y alterada para dormir, y las imágenes de todo el día seguían apareciendo en la pequeña sala de proyección de mi cerebro. Hay una fotografía en Cuando las luces se apagan, breve historia ilustrada del cine en la que aparece Alec Matto fumando en una silla, dentro de una habitación y con un haz de luz que se proyecta sobre su cabeza hacia una pantalla que no vemos. «Alec Matto revisando las pruebas de rodaje de ¿Dónde se ha marchado Julia? (1947) en su sala de proyección privada». Joan me tuvo que explicar lo que son las pruebas de rodaje: cuando el director dedica algo de tiempo por la noche, mientras fuma, a ver las secuencias rodadas ese día, tal vez una única escena. Eso son las pruebas de rodaje, y yo necesité siete u ocho cerillas sobre el tejado del garaje para repasar aquella noche nuestras emocionantes pruebas de rodaje: la nerviosa espera con las entradas en la mano, Lottie Carson dirigiéndose hacia el norte en todos aquellos trenes, besarte, besarte, la extraña conversación en A-Post Novelties que me dejó angustiada después de contársela a Al, a pesar de que él no tuviera ninguna opinión al respecto. Las cerillas eran un poco como el juego de me quiere, no me quiere, pero entonces vi en la caja que tenía veinticuatro, con lo que acabaría en no me quiere, así que dejé que un pequeño manojo centelleara y humeara durante un instante, cada una un estremecimiento, una diminuta y deliciosa sacudida por cada recuerdo, hasta que me quemé el dedo y regresé, pensando todavía en todo lo que habíamos hecho juntos.
La noche después de perder mi virginidad, después de que me dejaras en casa y tras varias horas sobre la cama, sin hacer nada, cansada e inquieta, hasta que me incorporé y salí a contemplar el atardecer en el horizonte…, esa noche desaparecieron otras siete u ocho cerillas. Y la tercera noche fue después de que rompiéramos, lo que hubiera merecido un millón de cerillas, pero solo recibió las que me quedaban. Esa noche tuve la sensación de que, encendiéndolas en el tejado, de algún modo, las cerillas lo quemarían todo, de que las chispas de las llamas incendiarían el mundo y a todas las personas con el corazón roto. Deseaba que todo se transformara en humo, que tú te volvieras humo, aunque esa película sería imposible de hacer, demasiados efectos, demasiado pretenciosa para lo diminuta y mal que me sentía. Hay que quitar ese fuego de la película, no importa cuántas veces lo vea en las pruebas de rodaje. Pero lo quiero de todos modos, Ed, quiero conseguir lo imposible, y por eso rompimos.
–– “Y por eso rompimos”, de Daniel Handler.
He aquí la razón por la que tú y yo podemos ser eternos.
Siempre me identifiqué con la principal de este libro, que en mi cabeza se repite como una película y una y otra vez. He leído este libro tres veces, y no podía parar de encontrar similitudes entre esta chica, y yo. Y, ¿cómo no hacerlo? Una estudiante de preparatoria que ama el cine, y su mayor sueño es ser directora de cine. Soñadora, poética, sentimental. Todas sus palabras, puedo jurar que en algún momento las imaginé. Pude haberlas escrito yo misma.
Me identifiqué con ella porque nadie la entendía. Le decían que era diferente, que no era como todas las chicas. Y, no lo era. Veía cosas que los demás no podían ver. No sentía igual que los demás, sino que sus sentimientos eran incluso más puros e intensos que los míos.
Me sentía identificada, porque nunca había encontrado a alguien que me entendiera como tú. Porque ella, en todo el libro, nunca fue entendida por su propio novio. El mismo, que terminó rompiéndole el corazón.
Tú me comprendes. Ves lo mismo que yo veo, ves estrellas donde yo las veo, imaginas lo mismo que yo imagino. Tu mente es la mía y tus ojos son los míos, y todo lo que me rodea es visto desde la misma perspectiva.
Tú me entiendes. Casi podría apostar que si yo sueño algo, tú podrías soñarlo.
Tú también sueñas en lo imposible, estoy casi segura. Tú también imaginas que las flores pueden convertirse en mariposas, y, mi boca, en chocolate.
Nos ves entre las nubes, bailando al son del viento, siendo libres, estando juntos.
He aquí la razón por la que tú y yo nunca romperíamos.
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¿Me querrás enfermo? ¿Me querrás después de acabar todas mis palabras? ¿Me querrás ciego e inútil? ¿Me querrás sin ganas e insomnio? ¿Me querrás pervertido e infantil? ¿Me querrás roto? ¿Me querrás fuerte e inteligente? ¿Me querrás sin comprender? ¿Me querrás después de que todos se hayan ido? ¿Me querrás desnudo? ¿Me querrás con frío o calor? ¿Me querrás en invierno? ¿En verano? ¿Me querrás cuando salga tus flores favoritas en el prado? ¿O cuando el hielo queme? ¿Me querrás a escondidas? ¿O a la vista de todos? ¿Me querrás soñador? ¿Me querrás pintando todo el día? ¿Me querrás con mis mañas? ¿Me querrás feo? ¿Me querrás sin esperanzas? ¿Me querrás lleno de alegría? ¿Y en mis peores momentos? ¿Me querrás hundido? ¿Me querrás saliendo adelante? ¿Me querrás corriendo sobre tus papeles? ¿Me querrás sentado todo el día en el sillón después de un largo día? ¿Me querrás enojado? ¿Me querrás irritable? ¿Me querrás sin escuchar? ¿Me querrás gritando? ¿Me querrás en silencio? ¿O con un ruido destrozador? ¿Me querrás en las tormentas?
Te querréenferma. Te querré sin ganas. Te amaré con todas las fuerzas inimaginables. Te amaré sencilla, frágil, vulnerable. Te amaré empoderada, única, sabia. Te amaré siendo tú, siendo niña, siendo mujer. Te amaré a gritos, en silencio, en murmullos, en susurros. Te amaré de día, de tarde y de noche. Te amaré enojada, irritable, adormecida. Te amaré con la luna sobre nosotros, con la arena en nuestros pies y el aire rozando nuestros corazones. Te amaré ahí, cuando no haya nadie más que nosotros. Te amaré si me lo permites o no, te amaré de todas formas. Te amaré destruida para construirte. Te amaré de cemento, de madera. Te amaré porque quiero. Te amaré deseosa. Te amaré repleta. Te amaré cansada, agotada, frustrada. Te amaré feliz, calmada, bailando. Te amaré en el mar, el cielo, las nubes. Te amaré en el infierno y por sobre todas las cosas.
Viajé al futuro hoy, amor. Y agarré éstas palabras para dedicártelas hoy.
20SEP.
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No hagas que esto sea fácil, que lo fácil sólo dura hasta que aburre, haz que sea inolvidable y que cueste alcanzarlo.
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“Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estoqueado en la mitad del patio.”
Julio Cortázar.
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Podría jurar que ya había besado antes tus labios, podría jurar que antes había tocado tu piel, podría jurar que nos habíamos vistos caminar juntos por una tarde bajo el sol, podría jurar que nuestras almas se conocían.
Lo juraría apostando mi vida misma.
Sinceramente eres increíble, Julia, demasiado irreal para este pobre hombre que está enloqueciéndose con todo lo que emana tu ser, eres muchísimo más de lo que esperaba, créeme que cada segundo que pasa confiado, me siento más feliz y tranquilo de que estoy en un buen lugar.
Siento que antes ya estuviste en mis brazos, por equis motivos no sabíamos, pero aquí estamos, luchando contra cualquier máquina de olvido.
Me encantas, hoy,
mañana y
puede ser un siempre,
porque así lo quiero.
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Usted no sabe lo completo que me hace sentir, me siento como la tierra con su luna, me siento como los bosques con su agua. Usted no sabe ni comprende lo bien que me hace sentir tenerla así de cerca. Tan mía y tan tuya. Usted no se imagina lo que en mi cabeza sucede y en mi pecho agilizado al verla tan hermosa por las mañanas. Usted no sabe que quisiera verla así toda una vida por delante.
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18/09
Te pido, por lo que más quieras. Que jamás la olvides. Porque, esta noche quedará grabada en mi memoria, por siempre.
Dos cuerpos frente a frente son a veces dos olas y la noche es océano. Dos cuerpos frente a frente son a veces dos piedras y la noche desierto. Dos cuerpos frente a frente son a veces raíces en la noche enlazadas. Dos cuerpos frente a frente son a veces navajas y la noche relámpago. Dos cuerpos frente a frente son dos astros que caen en un cielo vacío.
– Octavio Paz.
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Hagamos un trato.
Mario Benedetti, mi escritor favorito.
Compañera usted sabe que puede contar conmigo, no hasta dos o hasta diez, sino contar conmigo.
Si alguna vez advierte que a los ojos la miro y una veta de amor reconoce en los míos, no alerte sus fusiles, ni piense que deliro.
A pesar de esa veta de amor desprevenido, usted sabe que puede contar conmigo.
Pero hagamos un trato nada definitivo, yo quisiera contar con usted.
Es tan lindo saber que usted existe, uno se siente vivo.
Quiero decir contar hasta dos hasta cinco, no ya para que acuda presurosa en mi auxilio, sino para saber y así quedar tranquilo, que usted sabe que puede contar conmigo.
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¿Crees, acaso, que el polvo es simple polvo?
Yo, no lo creo.
Creo que aquello que podemos pensar es tan insignificante, como el polvo, formó parte, alguna vez, de algo mucho más grande. Y, ni siquiera pensamos en ello. Ni siquiera notamos que, detrás de todo, siempre hay algo más.
En realidad nada es simple, todo siempre ha formado parte de algo más complejo. Algo que, muy probablemente, nunca llegaremos a entender. Que el polvo no solo es polvo, y tú y yo, no somos solo humanos.
Somos dos almas, que piensan y sienten. Somos tanto y nada a la vez. Tan insignificantes pero a la vez tan importantes, ante el imponente universo que nos rodea.
¿Crees que, en algún momento llegaremos a ser estrellas?
Me gusta pensar que brillaríamos, ambos, uno al lado del otro. Aún cuando seamos incapaces de notar la magnificencia de nuestra luz.
––J.
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No necesito mirarte pa' sentir,
los destellos que nacen de tu ser.
Tus colores pintan mi canción y
mi guitarra se convierte en ti.
Acaricio tu cabello,
itentando acordes al azar y
regalas notas tan dulces,
que me inspiran a cantar.
Yo te conozco de antes.
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Uno a veces baja la mirada, se cruza de brazos y cierra el corazón, por tantas noches esperando un amor. Yo me había cansado, había desistido, nada me hacía sentir vivo, emocionado, con ganas, me había apagado completamente, sintiendo que no había otra persona para mí porque quizá, sólo quizá, era un mal chico; muy intenso, directo y estúpido.
Sin embargo, ayer me abofeteó la vida. Me hizo reaccionar y abrir los ojos completamente, apareció una mujer brillante, apareció una razón para continuar creyendo en el misterio del amor, apareció un alma dibujante que me escribía sus pasos en mi cuerpo, apareciste tú y entendí que existe el amor a primera vista. Y confieso aquí, que yo no creía en eso, pero en la forma que comenzamos a acercarnos, la manera en que escribíamos y resaltábamos cosas en comunes, hizo estallar mi corazón, me sentí vivo nuevamente..
No temo de protegerte.
Y no temo que me dejes sin aire.
Porque primera vez que siento que no te irás así como así, primera vez que siento latir mi corazón tan fuerte por un simple mensaje, primera vez que captan mi atención con sencillez y transparencia.
Y tal vez, sí. Quizás nuestros corazones se conocían de antes, quizás en un tiempo atrás envolvíamos nuestros cuerpos en lino y seda, quizás caminábamos tomados de la mano sin importar a nuestro alrededor, quizá teníamos una historia y por cierto motivo, nos alejamos, pero aquí estamos hoy, ahora.. Volviendo a encantarnos y deleitarnos con la humildad, el amor y la sabiduría del reencuentro. Esta vez no te dejaré ir, no sé qué habrá hecho mi otra alma pero fue idiota al dejarte.
Te protegeré,
por hoy,
mañana y
un lejano siempre.
D.
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Inesperada casualidad
Cuando menos te lo esperas, en ese momento llega.
Aquello que creías imposible, quizás inalcanzable. Lo que soñaste pero jamás pensaste que podía materializarse.
De pronto, te encuentras hablando con alguien que sabe comprenderte, que sabe exactamente a lo que te refieres. Y te causa gracia, cómo es que la vida puede burlarse de ti de esa forma. Porque llegó, justo cuando pensaste que jamás llegaría.
Llegaste para sorprenderme, fuiste una inesperada casualidad. Lo eres. Eres esa inesperada sensación de madrugada, que me dio ganas de levantarme a describir lo que sentí, lo que sentí hoy.
Inexplicable la forma en que se sonrojaron mis mejillas, tantas veces, como jamás lo habían hecho. ¿Cómo es que, con un simple mensaje, puedes alegrar el día de una persona? Me parece increíble el poder de las palabras, y más, si vienen de la persona correcta. Y, sé que lo eres, porque con solo hablar una vez me dejaste con un buen sabor de boca. Me dejaste pensando en el destino, y cómo es que nos manejamos alrededor de él. Porque, sí, siento que te conozco de antes. Porque, aunque no nos conozcamos del todo, jamás te sentiste distante.
No voy a negar que me dejaste sonriendo, imaginando.
¿Te conocí en alguna otra vida, tal vez? ¿Existirá eso, la reencarnación? Hoy, me hiciste cuestionármelo. Me hiciste pensar que quizás aquel mito de que Zeus nos condenó a buscar nuestra otra mitad, quizás –qué intensa, vas a pensar–, quizás es verdad. Y, no me molestaría que fuera así.
De hecho, ¡qué bonito si fuera así!
No pensé que fuera posible tener tanto en común con otro ser humano, pero me encanta. Me encanta esto que estoy conociendo, esta aventura que apenas comienza.
Y, por esto mismo, me lo pregunto. Porque jamás pensé que mis manías se verían reflejadas en alguien más. Que mi forma de ver el mundo podría ser reproducida en unos ojos totalmente diferentes a los míos. En una vida diferente a la mía, en alguna otra parte del mundo.
Y, no puedo esperar. Te juro que no puedo esperar para conocer todos aquellos mundos que tu mente puede compartirme. Que tus palabras podrán brindarme.
Gracias por compartírmelas, por lo menos hoy. Por hacerme partícipe de esos pensamientos maravillosos como los que tu mente puede guardar.
–– J.
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