The Cute one wearing the cutest Hat. What do you think?
105 notes
·
View notes
When the classroom is cold
43K notes
·
View notes
Me gustarĂa pasar el resto de mis dĂas con alguien que no me necesite para nada pero me quiera para todo.
~ Mario Benedetti
4K notes
·
View notes
reblog if you're ugly as fuck.
371K notes
·
View notes
reblog if AAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
798K notes
·
View notes
If you’re an introvert, follow us @introvertunites.Â
2K notes
·
View notes
Y no. Cuando te rompen el corazĂłn o pierdes para siempre a la persona que amas no se vuelve a ser la misma persona de antes. Nada vuelve a ser como antes. Entras en una continua rutina de tristeza y finges ser feliz cuando en realidad sabes que la vida ha perdido la esencia, y tĂş las ganas de vivir.
27K notes
·
View notes
Me gustarĂa que te metieras un ratito en mi cabeza y te sintieras como me siento y pensaras como pienso, y estoy seguro de que otra cosa serĂa.
1K notes
·
View notes
“Hay personas que no saben pelear por quien quieren. Y Ă©l era una de ellas. SĂłlo le importaba esa versiĂłn agria que despedĂa cuando estaba conmigo. No logro reconocerme al estar con alguien que su indiferencia me hacĂa sentir miserable. Eso no es amar. El amor no destruye, sino construye. A veces puentes. Otras veces, un atardecer donde reconstruirnos la mirada. Pero ahora entiendo cuando dicen que el amor es ciego. Y, efectivamente, me puso una venda en los ojos para impedir ver la realidad: que Ă©l no me amaba. Que yo era uno más de sus caprichos, que yo representaba un objeto al cual usar, besar y luego desechar. Pero quĂ© pasa cuando despuĂ©s de todo lo vivido, toca solamente que recordarlo. Tocar la sonrisa de esa fotografĂa donde sonrĂe con la frĂa mano de la nostalgia. A veces quisiera volver. Volver a intentarlo. Pero luego recuerdo que Ă©l ni siquiera lo hizo por mĂ. Y que, cada noche, antes de dormir, pensaba que estarĂa a mi lado siquiera un infinito, y ahora me doy cuenta que no fue suficiente. Él no fue suficiente. QuĂ© pasa cuando, al final del dĂa, ya no hay nadie a quien llamar y desahogarse y decirle que no puedes con tu mundo. Y un dĂa te das cuenta de que ese alguien jamás lo sostuvo por ti, sino que eras tĂş quien se hacĂa la idea de que lo estaba haciendo. ¡Maldito! ¡¿Por quĂ© no hablaste claro desde el principio?! Yo no estarĂa esta madrugada escribiĂ©ndote. Echándote de menos. Necesitándote. Queriendo que vuelvas y me abraces hasta que me quede dormido. Que con tus frases cortas me hagas la noche un poco más larga. Lo jodido del recuerdo es que uno siempre recuerda lo bonito de ese alguien, casi siempre se olvida de lo que hizo mal y la razĂłn por la que lloras, y uno tiende a querer olvidarlo todo para no sentir que la piel duele cuando unas manos que antes te tocaban como si fueses una isla virgen, de pronto, dejan de hacerlo. No te perdono. AĂşn no. Esta noche te la dedico. Esta noche lleva tu nombre. Esta noche es otra de tantas que me la pasarĂ© llorando encerrado en estas cuatro paredes, que cuando estabas tĂş, eran mi mundo y no querĂa salir de Ă©l. Debajo de las sábanas podĂa olvidarme hasta de mi propio nombre. Si algĂşn dĂa llegas a leer esto (que lo dudo, siempre tuviste excusas para no hacerlo, o se te olvidaba, o no te importaba), quiero que sepas que, asĂ como me hiciste sentir la persona más maravillosa del mundo, tambiĂ©n quiero que sepas que yo fui el que me hice a la idea de que tĂş eras el lindo cuando en realidad eras un monstruo disfrazado de muchas caras bonitas. Y que, espero que el dĂa que te topes con mi recuerdo, tu piel sienta la necesidad de sentir mis manos. De hacerles el amor a tus heridas. Y tengas que conformarte con pensar que un dĂa yo te volteĂ© a ver cuando tĂş volteabas a ver a otro lado. Que te escuchaba como si fueses mi canciĂłn favorita y que ningĂşn atardecer se comparaba con verte desnudo tumbado en la cama. Que eras mi parte favorita de la vida, de la cama y del precipicio, ahĂ, donde solĂamos sentarnos a ver al fondo para ver quĂ© dĂa caĂamos. «Eres». «Eras». Cuánto tiempo hay entre ello. Eras mi parte favorita del dĂa. Eres parte de mi olvido. Un gusto. Besos. Y recuerda: yo siempre estuve para ti cuando tĂş jamás lo estuviste para mĂ. Y ahora vienes a buscarme cuando yo ya estoy en otro lugar, en otro tiempo, con alguien más. Y tĂş te quedaste atorado justo donde me dejaste y de tanto que llorĂ©, florecĂ. —¡Oh, mira! ¡QuĂ© rosa más bella! Y te pinchas el dedo.”
— “No supiste batallar”, BenjamĂn Griss
6K notes
·
View notes