thgcatoyclovemarial2022
La verdadera historia de Cato y Clove
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Los juegos del hambre - MaríaL2022
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thgcatoyclovemarial2022 · 6 years ago
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Capítulo 9
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Unos rayos de sol me despiertan. Miro a mi alrededor y recuerdo en donde estoy, a donde voy y el destino que me espera. Vivir o morir. Giro la cabeza y me encuentro con unos ojos que me gustan tanto.
             -          ¿Cuánto tiempo llevas despierto? – le pregunto a Cato soñolienta.
             -          Hace un rato, pero quería verte dormir – me dice mientras me sonríe y me da un cálido beso.
             -          Podías haberme despertado – le digo.
             -          No quería, estabas muy mona durmiendo – me dice y yo me sonrojo.
Me acerco más a él, le beso y me acurruco en su pecho. Y allí con el sonido de nuestras respiraciones nos quedamos. Al cabo de un rato Cato se separa y me mira. Y no sé porque pero las cosas no van a ir muy bien.
             -          Clove tenemos que hablar – me dice serio.
             -          Lose – le contesto bajito.
             -          No me voy a ir por rodeos. Quiero dejarte las cosas claras desde ahora  para que luego no me vengas diciendo que no te lo advertí – me dice.
             -          Cato me estas  asustando ¿quieres decírmelo ya? – le corto porque me estoy poniendo nerviosa.
             -          No me dejas terminar. Esto que tenemos tú y yo no significa nada para mí. Simplemente  eres una diversión y ahora mismo no puedo tener ninguna distracción y tú lo eres para mí – me dice mirándome a los ojos – Así que quiero tenerte lo más lejos posible. Seremos aliados en la arena porque tenemos que serlo y compañeros pero nada más ¿me has entendido Clove? – me pregunta.
Me quedo en shock, no puedo creerme lo que me está diciendo. He sido una mera distracción para él, no significo nada.
              -          ¿Clove me has escuchado? – me insiste.
              -          Yo… - no puedo contestar nada, no me salen las palabras, no quiero creerlo.
              -          ¿Clove? – me dice  Cato.
              -          Todo lo que me has dicho, todos esos te quiero eran mentira ¿no? – le digo mientras mis lágrimas aparecen por mi rostro.
              -          Así es – me dice mirando indiferentemente.
              -          ¿Me quieres? – le pregunto desesperada por entender.
              -          No – me contesta mirando al suelo.
Le cojo la cara con mis manos y le giro para que me mire. Cato intenta resistirse pero al final se deja llevar.
              -          Mírame a los ojos y dime que no me quieres – le digo llorando sin poder contenerme más.
Pasan unos segundos que a mí se me hacen eternos. Creo que está dudando en que contestarme o no lose, pero este silencio me mata. Le miro dando a entender que me conteste ya porque no voy a aguantar mucho más.
              -          No te quiero – me dice mirándome a los ojos.
Y es en ese momento donde mi mundo se derrumba,  ahora sé que nunca me ha querido, que era un juego para él y mis lágrimas salen descontroladas. Miro a sus ojos intentando ver que me ha mentido, que solo es una broma, algo que me diga que siente algo por mí, pero no lo encuentro, solo veo una mirada fría, sin emociones.
             -          ¡Vete! – le grito - ¡Vete de mi habitación, no quiero verte en mi vida, te odio! – le grito enfadada, dolida, mientras le empujo para que se levante.
No paro de llorar, es demasiado. Llega a la puerta se gira para verme, abre la puerta y se marcha. Me tumbo en la cama y sigo llorando sin parar.
Ahora mismo mi corazón está roto y eso solo quiere decir que he sido una idiota, al final he caído en su juego y me he enamorado de él.
Al cabo de un rato alguien golpea la puerta de mi habitación.
              -          Despierta Clove, vamos a llegar ya al Capitolio – me dice Annia.
              -          Enseguida voy – le contesto sin ganas.
Me levanto de la cama y me dirijo al espejo del cuarto y me miro. Hoy es un día muy importante. No puedo dejar que me vean así, débil, tengo que ser fuerte y seguir a delante. Así que me voy al armario saco un vestido rosa palo y me dirijo al baño. Entro en la ducha y allí bajo el agua me desprendo de mi dolor, de mis lágrimas, de todo lo que ha pasado, de su fragancia, de él, de Cato.
Me acabo de arreglar y salgo de la habitación en dirección al comedor. Allí ya están desayunando todos e incluso él. Allí estaba sentado tranquilamente comiéndose una tostada. De repente alza la mirada y me mira, yo solamente puedo apartar la mirada. Me siento al lado de Enobaria y enfrente de Cato. Cojo una tostada y me dispongo a desayunar tranquilamente.
                -          Cuando lleguéis al Capitolio os llevarán a la sala de preparación. Tenéis que hacer lo que ellos os digan, no os opongáis a nada – dice Enobaria.
                -          De acuerdo – contesto.
                -          Cuando salgáis cabeza alta, que nadie vea vuestras debilidades – dice ahora Brutus.
                -          Eso no hay problema – contesta esta vez Cato.
                -          Ya estamos llegando – interrumpe Annia.
Corro a la ventana y observo el paisaje que aparece ante mí. Veo de reojo que Cato también se acerca y los dos contemplamos la vista del Capitolio. No me la imaginaba así, tan majestuosa como se ve. Cada vez nos vamos a cercando más al final de la vías y por consiguiente a la estacón.
El tren frena y nos dirigimos todos a la puerta.
               -          Recordad, sonreír – dice Annia.
Salimos y los flashes de las cámaras me ciegan. Una multitud de periodistas y ciudadanos del Capitolio se aglomeran en la estación y vitorean nuestros nombres. Levanto la cabeza y pongo mi sonrisa ensayada, simpática pero a la vez mortífera. Nos metemos como podemos en los coches y llegamos al edificio de entrenamiento donde pasaremos nuestros últimos días.
Al entrar en el edificio nos llevan a la planta de preparación donde nos separamos y cada uno entro en una sala diferente. Allí se encontraban tres personas diferentes, dos chicas y un chico. Supongo que serán mi equipo de preparación.
                -          Es muy bajita – dice la que tiene el pelo rosa.
                -          Se puede arreglar con unos tacones – dice la de pelo naranja.
                -          No las hagas caso para mi eres preciosa – me dice el chico – Yo soy Elron y ellas son Alia, la de pelo rosa, y Sia, la de pelo naranja. Vamos a ser tu equipo de preparación. Tenemos que dejarte lista para Cloe, tu estilista.
Me llevan a una mesa larga y me quitan mi vestido. Me ponen una bata y me tumbo en la mesa. Se pasan horas depilándome, arreglándome las cejas, el pelo, las imperfecciones, todo. Los oigo hablar todo el rato sobre los tributos y quien puede ser el ganador. No lo soporto más y desconecto. Después se van cuando me dejan lista. Al cabo de un rato aparece mi estilista Cloe. Es todo lo contrario a los habitantes del Capitolio, es morena con el pelo ondulado, viste de manera correcta para la moda capitolense. Lo único extravagante es la raya dorada en sus ojos.
Nos sentamos y nos vamos conociendo un poco. Me explica de que vamos a salir en el desfile de tributos. Todos los años se realiza este desfile en el que los tributos somos disfrazados sobre algún tema representativo de nuestro distritito. Nos paseamos por la calle principal en unos carromatos tirados por los caballos. Es nuestra primera aparición pública después de las cosechas. Es muy importante la impresión que des, ya que a raíz de eso un tributo tiene más patrocinadores que otros, y es muy importante tener muchos para cuando vayamos a la arena. Los del distrito dos no solemos tener mucha dificultad para conseguir puesto que somos de los favoritos.
Cloe me acaba de vestir, voy de gladiador, un guerrero de la antigua civilización, antes de que surgiera Panem. Mi traje está compuesto por  un vestido dorado, corto por delante y largo por detrás. Según Cloe parezco una diosa griega. Me maquilla con una sombra negra para que no se pierda mi frialdad, para que intimide más. El pelo me lo dejan suelto y me le ondulan haciendo que parezca una melena indomable, como soy yo.
Salgo de la sala y nos dirigimos al establo. Allí están ya Brutus y Enobaria. Y cerca del carromato en el que me tengo que subir esta Cato de espaldas. Observo su atuendo y veo que él sí que va vestido como todo un gladiador. Armadura que se ajusta a su ancha espalda, con la falda típica que llevan, todo ello dorado como mi vestido. La verdad es que me deleito bastante viéndole. Hay que reconocer que está bueno. ¿Pero qué narices estoy pensando? Me ha mentido, me ha usado… Clove deja de decir gilipolleces.
Me voy acercando a él y al cambiar de ángulo observo que está hablando con alguien. Una chica rubia, la típica Barbie. Me fijo más y observo que está coqueteando con Cato y que él no hace ningún ademán de  alejarse ni nada, sino que la sigue el juego.
En ese momento se me pasan muchas emociones pero hay dos que destacan sobre el resto, la furia y el dolor.
La chica, que resulta ser el tributo femenino del distrito uno, le da un beso en la mejilla y se va a su posición, ya que en nada vamos a comenzar.
Ahí se me parte el corazón en dos, siento como se rompe en mil pedazos. Cato se gira y me ve, y se muestra sorprendido. Me recorre de arriba a abajo sin ningún miramiento. Pero yo solo le puedo mirar con tristeza en mis ojos. Me acerco a él.
Respira Clove, tranquila, no muestres tus sentimientos, sé fuerte. Él  es quien te mintió y usó, que le den aunque duela.
Narra Cato
Cuando Glimmer se marcha, la chica del distrito uno, me giro y veo a Clove. Me quedo sorprendido porque por su expresión sé que ha visto que he tonteado con ella. Pero ya no estamos juntos y no me puede recriminar nada. Bueno, si llegamos a ser algo alguna vez.
             -          Estas preciosa – le digo cuando se acerca porque la verdad es que está hermosa, más hermosa que nunca.
             -          Gracias, tú igual – me dice con frialdad.
La tiendo la mano para ayudarla a subir pero me la rechaza. Y la entiendo, he sido un capullo y sé que está dolida. Pero es lo mejor para los dos.
O eso creo.
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thgcatoyclovemarial2022 · 6 years ago
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Capítulo 8
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Unos agentes de paz me llevan a una habitación y cierran la puerta. Es la hora de que nuestros familiares y amigos se despidan de nosotros.
Tras unos minutos esperando oigo unos pasos al otro lado de la puerta, y ésta se abre. Cuando alzo la mirada me encuentro con mis padres  y mi hermano. No espero a que hablen o digan algo y corro a abrazar a mi hermano, a quien le surcan unas lágrimas por su bello rostro.
           -          No te preocupes enano, estaré bien te lo prometo – le digo intentando tranquilizarle.
           -          Tienes que volver, Clove. Prométemelo – me dice llorando aún más.
           -          Lo intentare enano, intentaré ganar y volver a casa – le digo mientras le abrazo y segura de que por más que se lo prometa no voy a ser capaz de cumplir mi palabra.
           -          Te quiero Clove – me dice mirándome a los ojos.
           -          Yo también te quiero mucho enano, se fuerte ¿vale? Y cuida mucho de papá y mamá – le contesto dándole otro abrazo.
Cuando me separo de mi hermano me dirijo a mi madre, que no ha podido contenerse y está ya llorando. La abrazo, como aquellos abrazos que nos dábamos cuando era pequeña. Me siento segura, segura en los brazos de mi madre. Respiro su aroma e intento guardarlo en mi memoria para que cuando esté sola pueda acordarme y sentirme segura entre sus brazos.
            -          Te quiero mucho mi pequeña Clove – me dice mi madre aun abrazándome.
            -          Yo también te quiero mamá – le contesto separándome de ella – Mamá, ¿me prometes una cosa? – le digo mirándola a los ojos.
            -          Claro cielo – me dice.
            -          Prométeme que no te irás, que no estarás ausente, que si muero, porque puede que muera, no te vayas, no dejes al enano sin madre ¿vale? ¿me lo prometes? – la mire suplicante.
            -          Te… te lo prometo hija – me dice llorando a mares.
Me alejo de mi madre y abrazo bien fuerte a mi padre, no necesitamos nada más ninguno de los dos. Con el abrazo nos lo hemos dicho todo. Me separo de él y unos guardias se los llevan.
            -          Os quiero a los tres – les digo mientras la puerta se cierra.
Me siento en un sofá que había en la sala y vuelvo a esperar. Pero según me siento la puerta vuelve a abrirse y aparece Laila llorando y a Víctor con los ojos tristes.
            -          Prométeme que volverás – me dice Laila mientras se aferra a mí.
            -          Lo intentare, lo prometo – le contesto.
            -          Vuelve conmigo – me vuelve a decir mientras se separa y sale por la puerta.
            -          No hagas sufrir a Cato – me dice Víctor.
            -          ¿Qué? – le pregunto incrédula.
            -          No cometas ninguna locura en la arena, Cato no lo soportaría.
Y sin más se va dejándome más confundida de lo que ya estaba con respecto a Cato.
Vuelven a abrir la puerta y un agente de la paz entra y me saca de la sala en la que estaba. Me dirige por unos pasillos y salimos a la calle donde un coche nos estaba esperando. Me monto en él y me encuentro con Annie ya acomodada. Por lo que deduzco que en el otro coche que hay detrás del nuestro está Cato, Brutus y Enorbia. Después de unos minutos llegamos a la estación de tren. Nos bajamos del coche al mismo tiempo que el coche donde iba Cato se para. Esperamos a que lleguen hasta nosotras y emprendemos el camino juntos hasta la entrada del tren. Al entrar me quedo alucinada, nunca había estado en un tren tan lujoso como ese.
            -        Muy bien chicos. Clove tu dormitorio es el del fondo del pasillo a la derecha, y el tuyo Cato al fondo y a la izquierda – nos dice Annie según entra al tren.
            -        Nos vemos en dos horas para la cena – nos dice Brutus y se va con Enorbia por otro pasillo.
            -        Descansad chicos, lo necesitareis – nos dice Annie mientras desaparece por el pasillo.
Me giro para irme al cuarto, la verdad es que no quiero hablar con Cato, no quiero verle, no quiero ver sus ojos, porque sé que si lo hago me romperé en mil pedazos. Camino por el pasillo y antes de girar el pomo de mi puerta una mano coge la mía. Noto que alguien se pone detrás. Me agarra de la cintura y me pega a él. Sin girarme ya sé quién es, noto su respiración en mi cuello mientras me abraza e instintivamente coloco mis manos sobre las suyas y apoyo mi espalda contra su cuerpo.
Y así permanecemos unos minutos, sin ningún ruido que el de nuestras respiraciones.
Noto como Cato acerca su cara más a mi cuerpo y sus brazos aprietan más el abrazo como si me fuera a ir. De repente noto sus labios en mi cuello y como ejerce presión, dándome un pequeño beso, ahí en el cuello, un beso que me estremece.
Tengo miedo de girarme, de lo que me puede llegar a decirme, pero no puedo esperar ni un minuto más a verle, a ver sus ojos azules. Así que me giro e intento apartarme un poco para verle la cara pero él no me deja. Al contrario me abraza más fuerte y reposo mi cabeza en su pecho, escuchando el latido de su corazón, un corazón que late muy deprisa.
            -          Cato… - le llamo porque aunque no quiera tenemos que hablar de lo que va a pasar.
            -          Ahora no Clove, por favor – me suplica mientras me abraza y acaricia mi espalda con su mano.
            -          Pero… Tenemos que hablar – le digo mientras me separo de él un poco para verle.
            -          Lose, pero ahora no quiero pensar en eso, solo quiero tenerte así entre mis brazos, dejando lo demás para más tarde. ¿Crees que puedes esperar? – me pregunta mirándome a los ojos.
            -          Sí – le contesto susurrado porque estoy perdida en sus ojos, en esos ojos azules como el mar que ahora están tristes.
Se separa de mí y me coge de la mano guiándome hasta su habitación.
            -          Espera un minuto aquí ¿sí? – me dice mientras me sienta en su cama. Yo solo puedo asentir con la cabeza.
Me quedo sentada mientras Cato coge una camiseta y un pantalón corto y se mete al baño. Al cabo de unos minutos oigo el agua caer de la ducha.
No puedo creerme lo que está pasando ¿cómo voy a superar ahora los juegos? ¿Cómo voy a volver a casa sin Cato? No puedo, no puedo volver sin él.
De repente siento una caricia por mi mejilla que interrumpe mis pensamientos. Levanto la vista y veo a Cato arrodillado ante mí. Me coge de las manos y me saca en silencio de su habitación. Atraviesa el pasillo y abre la mía. Abre el armario y saca una camiseta y un pantalón corto de pijama y me los tiende. Entiendo lo que quiere decir, así que cojo el pijama y voy a la ducha.
Al salir del baño me encuentro a Cato sin camiseta, tumbado en la cama y mirando al techo. Me deleito con esa imagen e intento retenerla en mi memoria para cuando llegue el momento  de entrar en los juegos.  Al cabo de un rato siento que me observa también y veo su sonrisa traviesa. Me ha pillado observándole y un rubor  aparece en mis mejillas.
Camino hasta la cama y Cato se levanta. Me coge de las manos y me arrastra hasta la cama y nos tumbamos en ella. Quedamos frente a frente y permanecemos mirándonos a los ojos. Cato se acerca poco a poco y nos fundimos en un largo beso. Cato profundiza más el beso y solamente puedo dejarme llevar por el beso. Poco a poco se iba intensificando y notaba sus manos recorriendo mi cuerpo. Entonces fue cuando reacciono y me separo de él.
            -          Yo… - intento explicarle por mi reacción.
            -          No te preocupes Clove, lo entiendo – me dice mientras se acerca más a mí.
Nos miramos y sonreímos, me estrecha entre sus brazos y me besa. Luego se acomoda en la cama y me acerca a él y así, entre sus brazos, sintiéndome segura, caigo en un profundo sueño.
Narra Cato:
Miro hacia abajo y me encuentro a mi Clove dormida sobre mi pecho. Que bien sienta tenerla así, ojalá no tuviéramos que estar en esta situación pero estamos y tengo que hacer todo lo posible  para salir de allí. Y para ello no puedo tener ninguna distracción y sé que Clove es la mía, es mi punto débil. Y no quiero que me afecte en la arena.
Así que lo tengo decidido, mañana cuando nos despertemos dejaré clara las cosas a Clove. Ella me va a entorpecer el plan y no quiero. Yo iré por mi camino y ella por el suyo.
Está decidido.
Ahora solo puedo disfrutar del momento. Mañana será otro día.
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thgcatoyclovemarial2022 · 6 years ago
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Capítulo 7
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Narra Clove:
Me despierto por los rayos de sol que entran por la ventana. Hoy es el día, el día de la cosecha. Me levanto de la cama y me meto en la ducha ya que tengo que estar arreglada y lista para la 13:00 para ir a la plaza del edificio de justicia. Todos los jóvenes entre los 12 años y 18 años tienen que presentarse para la elección de los nuevos tributos.
Me pongo un vestido azul cielo combinado con unos tacones negros. Me recojo el pelo en una coleta alta y me maquillo ligeramente. Bajo las escaleras y me encuentro a mis padres en la entrada ya arreglados esperándome para irnos a la plaza.
Me paso todo el camino pensando en lo que pasará en los próximos días y si podré soportar ver a Cato allí.
Cuando llego los agentes de paz me meten a una fila formada de mujeres donde nos registrarán para tener una pequeña idea de la población de Panem. Llego hasta una mujer que me pincha el dedo para sacarme sangra y así tenerme contralada, ya que si no asistes a la cosecha tendrás graves consecuencias. Sigo al grupo de chicas y me coloco en la fila con las de mi edad.
A las doce en punto aparece el alcalde por la puerta del edificio de justicia junto a Enobaria y Brutus vencedores de anteriores juegos y que son los mentores de este año y una mujer extravagante venida desde el Capitolio, la acompañante del distrito 2, Annia.
El alcalde nos pone un video contando la misma historia de todos los años: habla de la creación de Panem, el país que se levantó de las cenizas de un lugar antes llamado Norteamérica. Enumera la lista de desastres, las sequías, las tormentas, los incendios, los mares que subieron y se tragaron gran parte de la tierra, y la brutal guerra por hacerse con los pocos recursos que quedaron. El resultado fue Panem, un reluciente Capitolio rodeado por trece distritos, que llevó la paz y la prosperidad a sus ciudadanos. Entonces llegaron los Días Oscuros, la rebelión de los distritos contra el Capitolio. Derrotaron a doce de ellos y aniquilaron al decimotercero. El Tratado de la Traición nos dio unas nuevas leyes para garantizar la paz y, como recordatorio anual de que los Días Oscuros no deben volver a repetirse, nos dio también los Juegos del Hambre.
Las reglas de los Juegos del Hambre son sencillas: en castigo por la rebelión, cada uno de los doce distritos debe entregar a un chico y una chica, llamados tributos, para que participen. Los veinticuatro tributos se encierran en un enorme estadio al aire libre en la que puede haber cualquier cosa, desde un desierto abrasador hasta un páramo helado. Una vez dentro, los competidores tienen que luchar a muerte durante un periodo de varias semanas; el que quede vivo,gana.
Coger a los chicos de nuestros distritos y obligarlos a matarse entre ellos mientras los demás observamos; así nos recuerda el Capitolio que estamos completamente a su merced, y que tendríamos muy pocas posibilidades de sobrevivir a otra rebelión. Da igual las palabras que utilicen, porque el verdadero mensaje queda claro:
«Mirad cómo nos llevamos a vuestros hijos y los sacrificamos sin que podáis hacer nada al respecto. Si levantáis un solo dedo, os destrozaremos a todos, igual que hicimos con el Distrito 13».
Para que resulte humillante además de una tortura, el Capitolio exige que tratemos los Juegos del Hambre como una festividad, un acontecimiento deportivo en el que los distritos compiten entre sí. Al último tributo vivo se le recompensa con una vida fácil, y su distrito recibe premios, sobre todo comida. El Capitolio regala cereales y aceite al distrito ganador durante todo el año, e incluso algunos manjares como azúcar, mientras el resto de nosotros luchamos por no morir de hambre.
           -          Es el momento de arrepentirse, y también de dar gracias –recita el alcalde.
Si lo sé parece mentira que sea del distrito dos y piense esas cosas pero es la pura verdad. Es cierto que a nosotros nos tratan con cierto favoritismo porque les proporcionamos los agentes de la paz quienes les protegen de los altercados. No es justo que tengan que morir niños inocentes sólo para complacer los caprichos de la gente del Capitolio.
Annia se acerca al micrófono y comienza con la selección de los tributos. El momento donde Cato se presentará voluntario a los juegos y le perderé para siempre.
            -          Las damas primero – dice Annia.
Va al bombo que se encuentra en la derecha en el que hay todos los nombres de las chicas desde los 11 hasta los 18. Mete la mano en el bombo y revuelve los papeles, después escoge uno y se acerca al micrófono.
            -          El tributo femenino de este año es…  Clove Kentwell – dice después de dejar una pausa para crear intriga.
¿Yo? No puede ser, bueno Clove tranquila tu respira que seguro que Sara se presenta voluntaria y no vas a los juegos. No adelantemos acontecimientos.
Salgo entre las filas de chicas y me dirijo al escenario. Subo y Annia me da un fuerte abrazo.
            -          ¿Algún voluntario? – pregunta Annia dirigiéndose al bando femenino mientras yo cruzo los dedos desando que Sara se pronuncie ya.
Pasan unos minutos sumidos en silencio puro. Mi mirada asustada viaja entre las chicas buscándola. Cuando la encuentro me sonríe con malicia y se lo que significa. Voy a ir a los juegos porque a ella no le importa las represarías que tendrá por no haberse presentado después de haber sido elegida. Sara mira hacia el bando de los chicos y sigo su mirada hasta que se encuentran en una persona, un chico asustado y triste. Su mirada va a Cato y sé que lo ha hecho porque ha descubierto que hay algo entre nosotros si así se puede llamar.
              -          Os presento al tributo femenino de este año Clove Kentwell – dice Annia – Ahora es el turno de los chicos.
Realiza el mismo proceso que con las chicas y sale Francisk Northell un niño de 14 años.
Le miro esperando que no lo haga aunque si no lo hace su familia pierde mucho y él quiere demasiado a su madre y a su hermana. Cierro los ojos esperando no oír nada.
              -          ¡ME PRESENTO VOLUNTARIO! – grita alguien entre los chicos y por su voz sé que es él.
Veo como sube las escaleras decido y prepotente. Un chico duro.
              -          ¿Cuál es tu nombre joven? – le pregunta Annia.
              -          Cato Hadley – contesta seco y decidido.
              -          Os presento al tributo masculino de este año Cato Hadley. Os podéis dar la mano.
Me acerco a él y le doy la mano y me la aprieta con suavidad temiendo que me rompa. Logro mirarle a los ojos y los veo vacíos y oscuros, sin vida y puede decir que los míos también.
              -          ¡Que la suerte este siempre de vuestra parte! – dice Annia antes de irnos.
Y es entonces cuando comprendo el cruel destino que tengo. Luchar por sobrevivir en el mismo sitio que el chico al que amas y al que tienes que matar. Yo no soy capaz de hacerlo, le amo.
Prefiero morir a tener que matarle. Prefiero que sobreviva él antes que yo porque no puedo vivir en un mundo en el que Cato no este.
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thgcatoyclovemarial2022 · 6 years ago
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Capítulo 6
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Narra Clove:
Pasan las semanas y la fecha crucial se acerca, el momento de la cosecha. Ese que no quiero que ocurra, aunque todos los años lo espero con ansia, este no. No, porque desde el día que escogieron a los voluntarios sé que Cato va a morir y no puedo soportarlo. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que creo que me estoy enamorando de él, si como oís, siento cosas por Cato desde ese momento.
Las cosas con Cato no es que vayan muy bien que digamos, desde que me vio salir de la sala de entrenamiento no me ha vuelto a hablar, se pasa casi todo el día entrenando para los juegos y las pocas veces que nos hemos cruzado me mira, sus ojos se entristecen y luego muestra indiferencia como si no le importara nada.
Queda un día para la cosecha, se supone que hoy nos dan el día libre en el entrenamiento pero  yo paso un poco, así que aquí estoy lanzando los cuchillos a los maniquís que hay en la pared. Lanzar los cuchillos me hace pensar en otra cosa, me distraigo y dejo de pensar en todo lo que me ronda por la cabeza. Además de que es una buena forma de tranquilizarme.
Estaba a punto de terminar e irme a casa cuando oigo que la puerta de la sala se abre. No le doy mucha importancia y sigo lanzando cuchillos. Intento oír quien puede ser pero no escucho nada, debe de haberse quedado quieto en la puerta al verme. Lanzo mi último cuchillo cuando de repente siento unas manos en mi cintura. Me asusto y me giro. No puede ser, él no.
               -          ¿Cato? – pregunto entre intrigada y asustada.
               -          Hola Clove – me dice con una mirada triste.
               -          ¿Qué haces? – le pregunto más tranquila.
               -          Pasaba por aquí y te escuche – me dice.
               -          ¿Sabes? No te creo, dime la verdad – le recrimino.
               -          Está bien, quería verte por última vez – me dice mirándome a los ojos, ojos triste y apagados que me observan.
¿Es un sueño? ¿Esto qué está pasando es real? No puedo creerlo…
               -          Ehhh… ¿Yo…? – intento decir algo coherente pero no salen las palabras.
               -          Solo quería verte una última vez antes de que mañana me marche a los juegos – me dice aun observándome – déjame hacer una última cosa.
Me quedo quieta sin saber qué hacer y veo como poco a poco se va acercando a mí, acortando la poca distancia que tenemos. Sus manos aterrizan en mis mejillas y me incita a acercarme a él.
¡Clove reacciona!
                -          ¿Pero… qué coño haces? – le pregunto mientras le aparto de un pujón – Después de todas estas semanas pasando de mí, ignorándome y haciéndome sentir como una puta mierda, ¿me vienes a decir que me quieres ver por última vez y que me quieres besar? ¿Pero tú de que vas? – le digo furiosa.
Me separo de cato bruscamente, recojo mis cosas y me voy al vestuario. Me cambio y pienso en la estupidez que iba a hacer. Aunque me hubiera gustado que me besara. ¿Pero qué coño estoy diciendo? Agggg  ¿Por qué rompe todos mis esquemas?
Estoy ya lista y salgo del vestuario, no está Cato a la vista, mejor. Me dirijo a la puerta de la academia y salgo por ella. Allí tampoco está. ¿Le habrá pasado algo? En serio Clove debes de dejar de pensar esas cosas, estamos hablando de Cato y él no te importa. ¡NO TE IMPORTA!
Necesito despejarme y me pongo a correr para llegar a mi casa.
Son las 22.00 y no tengo nada de sueño. No hago más que pensar en lo que sucederá mañana y en las próximas semanas. No sé si estaré preparada para ver los juegos. Para verle a él como sobrevive a ellos, ganando… espero que gane. No me imagino una vida sin Cato, una vida sin sus tonterías, sin sus ganas de meterse conmigo y chicharme. Creo que una parte de mí está en él y cuando se valla se la llevará con él. Pensando en eso me quedo dormida.
Toc, Toc…
Ummm… ¿de dónde viene ese ruido? Con lo que me ha costado dormirme. Vuelvo a oír el ruido. Viene de la ventana. Me acerco a ella y la abro. Una brisa gélida me da contra la cara y comienzo a tiritar. Espero que sea importante porque si no…
Asomo la cabeza y lo veo ahí parado en mitad de mi jardín.
                -          ¿Qué haces aquí Cato? – le pregunto en un susurro.
                -          No puedo dormirme – me responde también susurrando.
                -          ¿Y a mí que me importa Cato? Quiero dormir – le digo molesta y a punto de entrar a mi habitación.
                -          No espera Clove – me dice.
Veo que se dirige al árbol que hay enfrente de mi balcón y que comienza a escalar. Voy corriendo al balcón para abrirle y me asome.
                -          ¿A dónde vas? ¿Estás loco? – le pregunto susurrando y poniéndome un poco nerviosa.
-          Tranquila – me susurra.
Termina de subir y pega un salto aterrizando en el suelo del balcón. Me alejo de él un poco ya que me hace sentir incómoda.
                -          ¿Cato qué quieres? – Le vuelvo a insistir pero susurrando para que mis padres no se despierten.
                -          Ya te he dicho que no puedo dormir – me dice acercándose más a mí.
                -          Cato… - intento decir.
                -          ¿Por qué no lo entiendes? ¿Tan difícil es lo que te pido? Solo quiero un beso, antes de irme – me dice frustrado.
                -          ¿Por qué Cato? ¿Qué tiene el mío tan especial del de cualquier otra chica con las que estas? – le pregunto.
                -          No… no quiero decírtelo… no porque puede que yo no vuel…
                -          ¡No digas eso! – le reprocho – sé que volverás, eres el mejor
                -          Pero aun así ¿Por favor?
No sé qué hacer, no sé porque dice que no volverá, no sé porque quiere un beso… ¡DIOS… NO PUEDO MÁS!
Cato me ve dudosa pero se acerca lentamente a mí. Me agarra de la cintura y me pega a él. Nuestros cuerpos están a escasos centímetros y nuestras respiraciones se mezclan. Sube una mano y me aparta el pelo que me tapa la cara dejándolo reposar detrás de mí oreja, para después acariciar mi mejilla y allí la deja. Se acerca poco a poco a mí. Quiero que lo haga, quiero que me bese. ¡Hazlo!
Creo que oyó mi plegaria y se lanza a mis besos. Nuestros labios se unen en una danza maravillosa, llena de pasión, amor y… ¿despedida? Siento que lo está haciendo que este beso es su modo de despedirse de mí y una lágrima cae por mi mejilla. Nos separamos para respirar.
Me mira a los ojos, ojos tristes y apagados. Me abraza fuerte como si no quisiera soltarme nunca para después darme un beso en la frente. Y veo cómo va hasta el borde del balcón dispuesto a marcharse.
               -          ¿Es una despedida? – le pregunto mientras me acerco y mis lágrimas siguen surcando mi cara.
               -          Si Clove, Adiós – me dice triste.
Me acerco a donde él y le beso. Baja por el balcón y se pierde entre la oscuridad de la noche para a lo mejor no volver a verle nunca.
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thgcatoyclovemarial2022 · 6 years ago
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Capítulo 5
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Narra Clove:
De repente abro los ojos y observo una habitación blanca. ¿Qué hago aquí y dónde estoy? Es lo primero que pienso y que hago enredada en tantos cables. Me los quito sin ningún miramiento y me incorporo. ¿Qué ven mis ojos? Cato está sentado en el sillón que esta junto a mi cama. Esta dormido por lo que se había recostado sobre mi cama. ¿Por qué él estaba aquí?
La verdad es que estaba muy mono así durmiendo, parecía un ángel…
-          ¿Clove? – me llaman sacándome de mis pensamientos sobre Cato. Aunque cuando miró es él quien me ha hablado.
-          ¿Qué hago aquí Cato? – le pregunto.
-          Durante el entrenamiento de desmayaste a causa de la pérdida de sangre. Clove estuviste a punto de morir – me dice en un tono serio y preocupado.
-          Vale… de acuerdo… ¿y cómo quedamos? – vuelvo a preguntarle y espero atenta su respuesta.
-          Quede el último – contesta seco.
-          ¿Entonces hemos ganado no? – le pregunto sacando ya una sonrisa de mis labios.
-          Gane yo Clove.
-          ¿Eso qué quiere decir?
-          Que han decido que gane yo, solo yo…
-          Pero somos pareja, no lo entiendo – le interrumpo contestándole empezándome a poner de mal humor.
-          Lo sé, pero han decido que no quieren que vayas tu a los juegos. Quieren a otra persona en caso de que decidan que yo vaya, que no seas tú. Yo no sé todavía si voy a ir, ya que también les ha gustado otra pareja, así que decidirán quién va a ir más adelante.
-          Sara y Samuel ¿verdad?
Asiente con la cabeza y lanzo un grito de rabia como les odio.
Cuatro semanas después.
Después de aquel entrenamiento y de estar en el hospital la relación entre Cato y yo se había apagado. No habíamos vuelto a acercarnos ninguno, ni a tocarnos ni besarnos. Desde aquel momento Cato no dejaba de entrenar para prepararse para los juegos ya que estaba seguro según me conto Laila de que iba a ir a los juegos. Como habéis podido comprender me lo contó Laila ya que ni siquiera me hablo con él. Ya no nos insultábamos ni hacíamos la vida imposible él uno al otro y la verdad yo me sentía con un vacío dentro de mí. Y no sé porque la verdad pero le echo de menos y no sé porque hace como si no existiera.
Hoy era un día muy importante en la Academia ya que anunciarían a los voluntarios para presentarse como tributos en los juegos. Así que me levante y me prepare. Cuando llegue la mayoría de las chicas en el vestuario ya estaban cambiadas con el uniforme y todas estaban cotilleando.
-          Seguro que es él, ya lo veras – dice una chica rubia.
-          Ya es perfecto para ir y además es un bombón – dice la otra que estaba al lado.
-          Aishhh Cato está para comérselo – dice la amiga pelirroja que se encontraba hablando con ellas.
Así que estaban hablando de él, de Cato. Ya me imaginaba que sería de él de quien estaban hablando porque siempre hablan así de él. Cato, Cato, Cato… no se oía otra cosa en todo el vestuario, su nombre y lo bueno que estaba. Por lo que me cambio deprisa para no oír más y salgo pitando de allí.
Busco entre la gente emocionada por saber quiénes son los voluntarios de este año a mi amiga Laila. Es difícil de encontrar con tanta gente, pero al final logro divisarla y me uno a ella. Nos sentamos en una fila de las gradas que había en la sala y esperamos ansiosas por saber más.
Al cabo de un rato aparece la entrenadora Cissy con el director de la Academia y dos de los vencedores de los juegos de años pasados.
-          Buenos días – comienza Cissy – hoy como ya sabe todo el mundo es un día muy importante…
Y aquí desconecto, todos los años no sueltan el mismo sermón, de que si Panem ahora es un mundo mejor, que si gracias al Capitolio, que es como así decirlo la capital, tenemos todo. Nos recuerdan una y otra vez la guerra que destrozo el mundo tal y como estaba (como lo conocemos ahora, hubo una guerra que lo destruyo todo y se generaron 12 districtos, el 12 es el más pobre y el 1 y 2 los más ricos después del Capitolio). Vamos un aburrimiento.
Vuelvo a conectar cuando se dispone Cissy a nombrar a los voluntarios de este año.
- ��        Antes de nada os presentaré a los mentores de este año, muchos ya los conocéis – dice Cissy – Enorbia y Brutus campeones de juegos pasados.
-          Hola – dice Brutus seco.
-          Hola, hola – dice Enorbia mostrando sus dientes afilados.
-          Muy bien, basta ya, digamos ya los voluntarios – dice el director ya cansado y enfadado.
-          El voluntario femenino de este año que representara al districto 2 es… SARA – concluye.
Aggg como la odio sobre todo porque siempre está encima de Cato, es su sombra. Sé que ha estado con ella en más de una ocasión pero aun así me molesta y que me haya quitado mi puesto en los juegos aún más. Sinceramente espero que muera, que tenga una muerte sufrida, sé que soy muy cruel pero me ha hecho demasiadas putadas a lo largo de mi vida y espero que se las paguen en la arena una a una.
Sara se acerca al centro de la pista donde se encuentran Brutus y Enorbia y se sitúa junto a ellos mostrando una sonrisa. Recorre la estancia y se posa en mí y me sonríe de forma socarrona burlándose de mí. Aggg me desquicia.
-          Muy bien, y ahora el voluntario masculino de este año es… CATO – termina Cissy por decir.
Veo como se levanta con aire de autosuficiencia y se dirige junto a los demás. Y entonces cuando se gira mi mundo se para, todo a mi alrededor se detiene sin saber porque. Él me busca con la mirada hasta encontrarme, le miro y creo ver que observa mi cara de terror. Si de terror porque acabo de comprender una cosa, una cosa que está haciendo que mi corazón se rompa en mil pedazos.
No lo aguanto más y salgo de allí lo más rápido posible mientras una mirada preocupada me sigue hasta la salida. Una mirada de él.
Ahora lo sé CATO PUEDE MORIR EN LOS JUEGOS.
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thgcatoyclovemarial2022 · 6 years ago
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Capítulo 4
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Vamos hacia el sobre con las instrucciones aunque aún se repiten en mi cabeza las imágenes de lo que acaba de pasar. Del beso que acabábamos de compartir.
Abre el sobre y lo lee para ambos en un susurro para que nadie más nos oiga.
“Tributos os encontráis en un simulacro de los juegos del hambre. Lo que debéis hacer es muy fácil, tenéis que permanecer unidos hasta el final, ayudaros en todo momento. Solo quedará una pareja en pie. Debéis acabar con las otras parejas, sin pasarse, solo tenéis que heriros. Os estaremos observando y elegiremos a los mejores para pasar a un nuevo nivel, un billete para los juegos. Solo hay un ganador. Que la suerte este siempre de vuestra parte. Atentamente: Cissy”.
Nos miramos y lo entendimos si queremos ganar debemos unirnos y salvarnos el pellejo por más que nos odiemos. Bueno ya no estoy segura de si de verdad nos odiamos.
Encontramos nuestras armas detrás de una puerta secreta. Allí había dos espadas y una docena de cuchillos, por lo que dedujimos que querían ver nuestras especialidades y lo que somos capaces de hacer en situaciones extremas.
El entrenamiento suele durar toda la noche y el día siguiente entero hasta por la noche, salvo que la pareja que gane termine con todos muy pronto, cosa que sucede muy pocas veces. De repente oímos un ruido, nos miramos a los ojos y entendimos que hacer. Nos escondemos para que no nos vean y agudizamos los oídos a la espera de que alguien llegara. Oímos más fuerte los pasos y vi como Cato se movía acechando a la presa, como a veces le oía hablar con Víctor.
Me quedo esperando una señal  para atacar, se escucha como lucha contra alguien y un grito de dolor. Al oírlo se me ponen los pelos de punta y salgo de mi escondite. ¿Pero qué coño hago? ¿Por qué narices salgo? No entiendo este sentimiento que me acaba de surgir, se me ha encogido el corazón y no hago más que pensar en Cato. ¿Estará bien? Llego al lugar del sonido y encuentro a Cato rasgando a una chica todo el torso. Y de repente me preocupo pero no de ella porque sé que inmediatamente vendrán a por ella y la llevarán a la enfermería, sino en Cato porque veo como un chico corpulento, supongo que compañero de la chica, se acercaba a Cato por la espalda.
-          ¡CATO CUIDADO! – le grito mientras un cuchillo sale disparado de mi mano y se clava en el costado derecho justo en el momento en el que Cato se gira y lo descubre.
Me mira y una sonrisa se dibuja en su cara.
-          Gracias enana – me dice en tono de burla.
-          Mira no entiendo, eres desesperante, te acabo de salvar el culo imbécil – le digo ofendida.
Se ríe silenciosamente por si nos encuentras cuando una mueca aparece en su rostro, una mueca de dolor. Entonces le observo detenidamente buscando la herida que debe de tener y me centro en una mancha roja de su brazo derecho. Me acerco despacio a él, me mira sin entender nada, y con cuidado toco su brazo y observo el corte profundo que tiene. Me quito la camisa que llevo puesta por el frio y le arranco la manga y la dejo sobre una mesa que había cerca. Vuelvo a él y veo que se ha quedado mudo de la impresión, le quieto con cuidado la camiseta, y bueno la verdad es que si, tiene un buen cuerpo, muy bien formado. Cojo la botella de agua y le limpio la herida. A continuación le pongo el trozo de tela alrededor de la herida y la aprieta para que deje de sangrar.
-          Ya está – le digo mirándole a los ojos.
-          Esto… Clove… gracias pero no hacía falta – me dice sinceramente.
-          Somos compañeros Cato, es lo que tenemos que hacer, cuidar el uno del otro – le contesto.
-          ¿Es una promesa? – me pregunta
-          Mientras estemos en los juegos del hambre si – le digo �� es una promesa.
-          Lo mismo te digo Clove, prometo cuidar de ti siempre – me dice.
Seguimos en silencio un rato más y luego decidimos seguir con nuestra misión, íbamos en silencio, un silencio poco incómodo, y era raro porque me siento agusto con él después de todo lo que acaba de pasar. Seguimos recorriendo la Academia y llegamos al aula del norte, era el aula más grande de todas cuando aparece en el techo una proyección y aparece Cissy.
“Atención tributos solo quedan dos parejas. Ser letales y cautos. Que la suerte este siempre de vuestra parte”.
Por fin, tenía unas ganas enormes de que esto terminara cuando de repente siento como algo me agarra y me lanza por los aires y voy a parar a una estantería de cristal. Me doy un fuerte golpe en la cabeza y siento como algo líquido recorre mi cuero cabelludo. Me toco ahí donde me duele y siento desfallecer, estoy sangrando. Intento levantarme a duras penas, ya que veo todo borroso e intento distinguir quien narices me había lanzado por los aires.
Y allí esta Sara la chica más imbécil del universo, una que se cree muy guapa y divina. Esta todo el día pegada a Cato, es una babosa y no deja que ninguna chica se acerque a él, porque dice que es suyo y de nadie más. Pero lo que no sabe es que eso a Cato no lo detiene y por lo que tengo entendido ya se ha tirado a casi todas las chicas de la Academia. Es mi mayor enemiga, la odio con todo mí ser. Y por otro lado está Samuel, otro imbécil como Cato, es el mayor enemigo de Cato, su odio es mutuo y ahora entiendo porque están peleando como si fuese  todo real.
Me encamino hasta allí para intentar ayudarle, pero una sombra me impide ver más allá y me dan un puñetazo. Volteo la cara y allí veo a la zorra de Sara no lo dudo ni un instante y aunque me duela la cabeza arremeto contra ella y comienzo a darle puñetazos y patadas. Consigo derribarla y saco rápidamente un cuchillo y se lo clavo en la pierna. Grita de dolor pero le inserto otro en el costado. Y ese es su final.
De repente mi vista se nubla y caigo al suelo inconsciente.
Narra Cato:
Samuel me da un corte y caigo al suelo cuando oigo un grito proveniente de Sara. Eso es mi Clove la ha derribado. Me levanto como puedo y solo puedo observar como Samuel le da un fuerte golpe en la cabeza a mi Clove y cae al suelo. No me lo pienso dos veces y le clavo mi espada en cuanto llego a él, por la espalda.
Me arrodillo junto a Clove y la sostengo entre mis brazos.
-          Vamos Clove despierta – le digo – hemos ganado.
No despierta por más que intento que lo haga y mi mundo se derrumba al descubrir que puede que no vuelva a despertar jamás.
-          Por favor Clove, despierta, quédate conmigo, juntos siempre, por favor – le digo mientras una lágrima surca mi rostro y después la siguen unas cien más.
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thgcatoyclovemarial2022 · 6 years ago
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Capítulo 3
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Me levanto del suelo al mismo tiempo que suena la sirena que indica que la prueba ha finalizado. No sé cuánto he estado en el suelo pensando en lo que Cato me había dicho. Puede que más tiempo del que hubiera querido.
Salgo de la instalación y me dirijo al vestuario de chicas, por esta mañana el entrenamiento había concluido y tocaba descanso. Más bien era la hora de la comida. Termino de cambiarme y salgo hacia el comedor. Hoy he decido comer fuera, espero que Laila venga conmigo. Es que hoy hace muy bueno como para estar encerrada dentro.
Recojo mi comida del comedor y salgo a fuera. Siento una brisa cálida sobre mi rostro y sonrío, me encanta este tiempo.
Me siento en una de las mesas que hay en el jardín de la escuela cuando de repente aparece ese zopenco que me ha besado en la mejilla con mi mejor amiga y Víctor. Genial va a ser una comida muy agradable.
Se sientan y Cato me mira y me giña un ojo. Pongo los ojos en blanco y miro hacia otro lado.
-          ¿Estáis preparados para esta noche? – pregunta Laila
-          No necesito estar preparado, voy a ganar – dice el engreído de Cato.
-          Si, ya seguro – digo burlándome
-          Créeme y tú serás la primer en caer, de eso me encargo yo.
Suena el timbre que indica el comienzo de las clases teóricas, hoy por haber entrenamiento especial por la noche, durarán más estas clases, vamos una mierda. Me levanto y me despido de Laila y me dirijo a mi primera clase.
-          Espera – me dice alguien mientras me agarra del brazo. Me giro y le veo.
-          Suéltame – le contesto furiosa.
-          No espera Clove.
Me detengo cuando lo escucho ¿desde cuándo me llama por mi nombre?
-          ¿Estas enfermo? – le pregunto mientras le pongo una mano en la frente.
-          Ja, ja, ja muy graciosa – me contesta Cato.
-          ¿Qué narices quieres? – le pregunto curiosa y furiosa ya que iba a llegar a tarde a clase.
Se acerca cada vez más a mí y me susurra al oído:
 -          Sólo quería recordarte que te prepares para esta noche.
Y se va tan tranquilo. ¿Por qué me dice que me prepare? ¿Qué estará tramando? Y con estas preguntas me introdujo de lleno en la clase, como siempre aburridas.
Son las 20:00 h  de la tarde y llega el momento de dirigirme a la Academia. Aún sigo pensando en lo que me dijo Cato y la verdad siento curiosidad por saber que es. Esta vez menos mal que no me le he encontrado no soportaría pasar un rato más con él.
Llego al vestuario y encuentro un alboroto, las chicas estaban hablando las unas con las otras.
-          ¿Qué pasa? – le pregunto a una de las chicas que más cerca tenía.
-          Nos han puesto las instrucciones en la taquilla de cada uno para esta noche.
Me dirijo a mi taquilla y la abro, cuando se un sobre resbalo y cae al suelo. Le recojo y me dispongo a leerlo.
“Alumnas esta noche como ya sabréis toca entrenamiento especial y por tanto se les ha asignado un compañero, él será vuestra otra mitad y para ganar esta prueba debéis de compenetraros, ayudaros. Encontrarás a tú chico en el ala este de la academia entre la sala de las espadas y cuchillos a las 21:00 h allí encontrareis más instrucciones. Atentamente: Cissy”.
Genial haber con quien me ha tocado, como me haya tocado con un idiota lo llevo claro, jamás ganaré el juego.
Todo está oscuro, absolutamente oscuro, menos mal que se el camino para llegar al ala este que sino…
Me acercó sigilosamente ya que quiero observar primero quien va ser mi compañero y así mentalizarme de lo que puede llegar a pasar. Cuando de repente algo o alguien me derriba en el suelo. Me giro pero no consigo ver quién es.
-          Quítate de encima imbécil – digo a quien quiera que este sobre mí.
-          No gracias, estoy muy bien aquí – me dice la voz de un hombre que me resulta familiar. Bueno más bien la reconocería en cualquier parte.
-          ¡Hadley, levántate ya o te juro…
No me da tiempo a acabar la frase cuando siento que su aliento está a milímetros de mí.
-          Clove, te dije que te preparases para esta noche – me susurra.
-          ¿Eres mi compañero? – le digo a duras penas, ya que estoy un poco abrumada.
-          Sí, hoy pasaremos toda la noche juntos – me dice aun susurrando.
No le contesto ya que no sé qué decir. Siento su cálido cuerpo a través de mi piel, ya que me he puesto unos shorts y una camiseta de tirantes, siento su aliento en mi cuello y mi corazón empieza acelerarse, no sé por qué pero todo a mi alrededor se detiene y solo estamos él y yo. Me mira a los ojos y yo a él, a esos ojos azules como el mar. Es como si todo de él me atrajese y no pudiera separarme.
Sé que esta vez ninguno de los dos está jugando y sé que Cato está sintiendo lo mismo que yo, algo confuso pero que deseamos fervientemente.
Cato a corta la poca distancia que nos quedaba y besa. Oh dios como deseaba que me besara. Era un beso tan apasionado pero a la vez tan dulce… no se explicarlo.
Nos separamos porque no podíamos respirar y nos quedamos mirándonos unos minutos en silencio.
-          Creo que deberíamos de leer las instrucciones y prepararnos – le digo en un susurro
-          Tienes razón – me contesta.
Nos levantamos y vamos hacia el sobre que hay pegado en la puerta.
¿Por qué me habrá besado? ¿Por qué he sentido todas esas cosas? ¿Qué me pasa? ¿Me estaré enamorando? Imposible de Cato no ¿o si?.
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thgcatoyclovemarial2022 · 6 years ago
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Capítulo 2
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Mis ojos se van cerrando con cada acercamiento de Cato. Espero nerviosa, si estoy nerviosa porque mis piernas están temblando, a que llegue el beso.
Pasa unos minutos o segundos no lo sé exactamente cuándo abro los ojos y le veo ahí parado a unos metros de mí, con esa sonrisa burlona.
Entonces me doy cuenta de todo.
-          Ja, ja, ja – se ríe Cato.
-          ¿De qué te ríes imbécil? – le digo empezándome a cabrear.
-          ¿Creías que iba a besarte? Ja, ja, ja – me dice – solo en tus sueños te besaría niña. A demás de que no vales nada, nadie en su sano juicio querría estar contigo, eres poca cosa, una cría, no eres una mujer.
Y ahí es la gota que colma el vaso, me pongo furiosa, me acerco a él y le grito furiosa:
-          ¡No vuelvas a acercarte a mí me oyes!
Y sin más miramientos le doy una cachetada que por lo menos le quedará la marca roja durante un buen rato.
Abro la puerta del vestuario y salgo. Camino en dirección a mi sala de entrenamiento 3.
La verdad es que me ha dolido lo que me ha dicho, ha sido como una a puñalada en la espalda. ¿Qué él piense todo eso de mi…? Dios no le soporto.
Llego a la sala y veo allí a mi mejor amiga Laila, que me ha abandonado hoy para ir con su novio Víctor, con el que está hablando ahora. Me acerco a donde ello.
-          Hola Laila – le digo – Víctor – digo mientras me paro a verla. 
-          Hola Clove – me dicen los dos al unísono.
-          Gracias por haberme acompañado – la digo a Laila.
-          Lo siento, pero ¿ves? No te has perdido – me dice mientras se ríe.
-          Oye gracias, que buena amiga eres, no lo único es que he empezado la mañana genial.
Laila me sonríe mientras que con sus ojos me suplican que la perdonen, pero yo como tan buena amiga que soy la sonrió diciéndola que no pasa nada.
-          Hola colega – dice una voz a mi espalda.
¡O no genial! El que me faltaba, ¿por qué no se podía marchar y pudrirse en una mazmorra o algo?
Me aparto porque me da un empujón para acercarse a Víctor y se saludan dándose la mano.
-          Hola Laila – la saluda y la sonríe.
Se gira y me mira con ojos envenenados pero no me saluda y eso me hace enfurecerme más. Sé que está cabreado y mucho porque no me ha saludado, me ha tratado como si yo no fuera nadie. Y la verdad no sé qué es mejor sí que me ignore o pase de mí como ha hecho o que me salude con un “hola enana”. La verdad es que eso me ha dolido. Aunque no entiendo porque me tiene que doler, no se estoy confundida…
-          ¡ATENCIÓN CHICOS! – grita la entrenadora Cissy.
Todos nos callamos y nos ponemos alrededor de ella para recibir instrucciones sobre los ejercicios del día.
-          Hoy comenzaremos como todos los días, con ejercicios básicos y luego haremos un circuito de pruebas – nos dice Cissy.
-          Jooooo – decimos todos a coro.
-          Ya sé que no os gustan pero es lo que hay, antes de que empecéis me gustaría recordaros que esta noche es el entrenamiento especial, ya que se acercan los juegos. Solo deberán de asistir aquellos que sean mayores o que tengas 16 años. Vamos a entrenar – nos apremia Cissy.
Laila y yo estiramos un poco los brazos y las piernas para luego no tener lesiones y nos dirigimos al circuito que los entrenadores nos habían preparado.
Al cabo de un rato los entrenadores nos dividieron en varios grupos y como no, me toco en el mismo que Cato. Nos meten a los cuatro, es decir, a nosotros dos junto a Laila y Víctor que también les ha tocado con nosotros, en una gran sala, en la que han diseñado un pequeño simulacro de cómo podía ser la arena de los juegos.
Así eran todas las semanas, por lo menos dos veces a la semana, nos dividían y nos encerraban en una de estas grandes salas para practicar, un pequeño simulacro de la arena de los juegos.
A cada uno nos han dado nuestras armas, con la que mejor nos manejamos.
De repente suena un ruido y comienzan a aparecer personas por todos los lados, personas con armas que pretenden acabar con nuestra vida, lo único bueno que hay, es que estas personas no existen son una especie de hologramas programados para atacarnos y que nosotros nos defendamos.
Agarre mis preciados cuchillos y me dispuse a tirarlos a todos aquellos que se me pasaran por delante, y entonces fue cuando lo vi. A cato luchando con su espalda contra uno. Fije mi vista en uno de los soldados armados que se encontraba más alejado y me di cuenta de lo que iba a pasar a continuación. A sí que no me lo pensé dos veces y voy corriendo hacia Cato y le tiro al suelo quedando encima de él justo en el momento en el que una lluvia de flechas pasa por encima de nuestras cabezas. Y sí ellos nos pueden herir.
Levanto la cabeza del pecho de Cato y le miro a los ojos igual que él me los mira a mí con un deje de sorpresa. Y tiene razón para estarlo porque ni yo sé porque lo he hecho.
-          ¿Clove qué… - intenta decirme Cato.
Pero no le contesto y lanzo un cuchillo a uno de los soldados que venía en nuestra dirección.
-          ¿Qué? – le pregunto mirándole a los ojos mientras nuestros rostros se acercaban lentamente otra vez.
-          Esta noche prepárate – me susurra al oído mientras deposita un beso en mi mejilla y luego se levanta del suelo levantándome a mí con él.
¿Qué querrá decir con lo de esta noche?
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thgcatoyclovemarial2022 · 6 years ago
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Capítulo 1
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De repente suena el despertador, hoy es lunes, y como tal comienza una nueva semana. No me gustan para nada los lunes ya que vuelvo otra vez a la rutina después de haber pasado un tranquilo y diferente fin de semana. Además los lunes teníamos clases por la mañana con los de un curso mayor y con eso me refiero a tener que aguantar las estupideces de Cato y sus amigos. Por otro lado me encanta porque vuelvo a usar mis preciados cuchillos, ya que el fin de semana no nos dejan practicar.
Me levanto de la cama perezosamente y me dirijo al armario en busca de la ropa perfecta para el día de hoy. Escojo unos pantalones cortos vaqueros y una camiseta de una manga blanca con un dibujo colorido en medio, ya que hoy era un día de esos, que estando en invierno parece que hemos vuelto al verano. Me meto al baño y me ducho con agua fría para despertarme ya que estoy demasiado adormilada. Me visto con la ropa elegida, me peino una coleta alta y me maquillo un poco sin exagerar mucho, lo típico, un poco de sombra de ojos, raya, rímel y gloss.
Salgo de la habitación con la mochila preparada con la ropa y los utensilios necesarios para el día de hoy y bajo a desayunar. Al acabar, recojo la mochila que había tirado del suelo y salgo por la puerta de casa. Una vez más mis padres ya se habían marchado a trabajar y mi hermano no tendría que levantarse hasta dentro de una hora para ir a la escuela por ser más pequeño.
Cruzo el jardín de casa y de repente me choco con alguien y caigo al suelo.
-          Lo siento, no te había visto – digo mientras me levanto del suelo.
-          No pasa nada – me dice la voz de un chico.
Levanto la mirada y le veo, no puede ser, en serio, me acabo de levantar y ya le tengo que ver esa cara; que destino más cruel tengo.
-          Haber si la próxima vez miras por donde vas Hadley – le digo enfadada dándome la vuelta y comenzando mi marcha a la escuela.
-          ¡Eh niñata no me des la espalda! – me dice Hadley mientras me perseguía.
Yo le ignoré y seguí caminando hacia la escuela, cuando una mano fuerte me agarra el brazo con fuerza y hace que me gire.
-          ¿Qué quieres Hadley? – le digo molesta.
-          Que me pidas perd��n Kentweel – me dice él muy creído y con una sonrisa traviesa.
-          ¿Perdón por qué? – le pregunto incrédula.
-          Por chocarte conmigo – me responde.
-          Ni lo sueñes Hadley, eres tu quien debería de disculparse por tirarme al suelo – le digo.
-          No es mi culpa de que seas una niña pequeña y flacucha – me dice entre risas.
-          ¿Cómo me has llamado? – le pregunto enfadada.
-          Niña pequeña – me dice mientras se le dibujo una sonrisa en la cara.
Le miro con asco ¿cómo se atreve a llamarme así? Nadie me dice niña pequeña y menos. Le gusta decírmelo porque sabe que salto pero esta vez no será así. Le miro a los ojos, esos ojos azules como el mar tan bonitos que tiene, que hace que me pierda en ellos. Luego observo sus labios tan carnosos y perfectos, esos labios que ansió besar. ¡Espera! ¿Qué estoy diciendo? ¿Me he vuelto loca o qué? ¡Yo besar a Hadley ni hablar! Pero no soy capaz de detenerme aunque en mi cabeza sigue habiendo una batalla, y me voy acercándome poco a poco hasta su boca. Él me mira sorprendido por mis movimientos pero no aparte su cara sino que se queda ahí mirándome a los ojos y esperando a que le bese.
Nuestros labios están a punto de rozarse, noto su aliento fresco a menta que me embriaga, rozo mis labios con los suyos, y aunque tengo unas ganas enormes de besarlos, me aparto, y se dirigen hacia su oreja.
-          No vuelvas a llamarme niña pequeña o tendrás consecuencias – le susurro y noto que se pone tenso.
Me despego de él, le miro y veo que aún sigue sorprendido por mi actuación. Y entonces me giro y sigo mi camino dejándole allí plantado como un pasmarote.
Llego a la Academia y entro en mi vestuario, pero aún no ha llegado Laila, ya que siempre me espera aquí. A sí que aprovecho para cambiarme de ropa para el entrenamiento y como hace calor me pongo unos pantalones cortos ajustados y una camiseta de tirantes.
Me siento a esperarla y me pongo a pensar en todo lo que había ocurrido hoy. Aún no me puedo creer que estuviera a punto de besarle ¿cómo se me ocurre? Además Hadley no me gusta para nada, haber sí, es guapo y está muy bueno pero nada más.
Laila tarda en llegar a sí que me dirijo sola a la sala número 3 para entrenar. Entro por la puerta y lo primero que me encuentro es a Hadley mirándome, ¡Genial!
Hadley comienza a acercarse hacia mí, observo su cara y su expresión y me doy cuenta de que está enfadado y furioso. Se acerca a mí y me agarra fuerte del brazo y me arrastra a uno de los vestuarios que hay cerca.
-          ¡Suéltame estúpido, me haces daño! – le digo.
Coge y me empotra a la pared mientras pone sus brazos en la pared dejándome acorralada.
¿Qué es lo que pretende? ¿Se ha vuelto loco o qué?
Su rostro se acerca más y más a mí y comienzo a ponerme nerviosa. ¿Me habré equivocado antes con respecto a mis sentimientos? No tengo ni idea ahora de lo que les pasa a mis sentimientos de lo único que me doy cuenta es que Cato tiene su rostro demasiado cerca del mío y está a punto de besarme.
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thgcatoyclovemarial2022 · 6 years ago
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PRÓLOGO
Prólogo:
Mi nombre es Clove Kentwell y tengo 16 años, vivo en el distrito 2, uno de los más grandes e importantes de toda Panem. Mi familia tiene una media de estatus, no somos muy importantes en el distrito pero tampoco no somos nada en él. Estudio en la Academia de lucha desde los 8 años, me entreno con chicos y chicas de mi edad para algún día poder ir a los juegos. Ganar los juegos significa un honor, a pesar e todas la muertes acarreadas, pero a nosotros los de los distritos profesionales, no nos importan matar a personas ya que desde pequeños nos enseñan en la academia y no sentimos piedad alguna. Mi especialidad son los cuchillos, la verdad es que me encantan, no puedo pasarme un día entero sin lanzar alguno. En mi nivel de la academia soy una de las mejores pero aun soy demasiado joven para poder hacer gala de mis habilidades en los juegos. Mi mejor amiga se llama Laila y la conozco desde hace muchos años, es la única amiga que tengo y en la quien más confío.
Y luego esta él, Cato Hadley, el chico más popular de toda la Academia, rubio, guapo, fuerte, gran luchador, mujeriego y en mi opinión demasiado creído y egocéntrico. Le odio con toda mi alma y el sentimiento es mutuo ya que a la menor oportunidad que tiene no pierde el tiempo en meterse conmigo, aunque yo tampoco me quedo callada. Haber tengo que reconocer que es muy guapo y tiene un cuerpo de infarto pero el echo de que él sea así, tan superficial y que trate a todas las chicas como si fueran juguetes no me gusta nada, por eso lo odio tanto, ¿quién se cree el para tratar a una mujer así?. Pero bueno solo espero que algún día desaparezca de mi vida.
Bueno o eso creía yo, porque lo que no sabía es que nuestros destinos iban a estar más unidos que nunca y que nuestros sentimientos hacia el otro iban a cambiar radicalmente. Ninguno de los dos iba a poder vivir sin el otro.
QUE LA SUERTE ESTE SIEMPRE DE NUESTRA PARTE, solo pido eso.
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