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La dama roja
Invierno Hace falta menos tiempo para que llegue la época de la ira, pensó la Dama Roja con satisfacción cuando uno de sus subalternos la miró al rostro y descubrió que tenía media cara hinchada, el ojo morado y la nariz rota. Habrá que esperar lo que nos depara el hado, suspiró tranquilamente mientras esperaba la cena. Justo cuando le acababan de servir, llegaron por la puerta principal, sin ser anunciadas, cuatro personas, todas ataviadas de negro, clamando ayuda, gritando que el Rey del Otoño había sido decapitado por uno de sus hombres. "No puede ser", suspiró la Dama Roja y con falsa indiferencia dio una señal para que algunos de sus guardias personales fueran a contemplar por sí mismos la desgracia que se cernía sobre la Estación del Miedo. "Se tiene que ser bruto para confiar en esos desgraciados", gruñó. La rabia casi se apoderaba de ella, pero se contuvo por medio de ejercicios de respiración, mientras que cortaba su (casi) sangriento bistec.
Primavera El Rey del Otoño -o eso dicen- tenía una relación romántica con la Dama Roja, Consejal del anterior Soberano del Estío (y por Consejal, entiéndase "Maestro de la Guerra"). Todos se la tomaban muy en serio porque era la única que podía hablarle como igual al Soberano de la Corte de Verano y porque era una ogra capaz de arrancarle las extremidades a cualquier cortesano. Antes la apodaban "El Verano Rojo" (por la sangre que, se rumoraba, había derramado cuando era una gladiadora, en los páramos más allá de los setos), pero cambió cuando Lady Floralba, de la Primavera, empezó a llamarla con sorna "Dama Roja." El escarnio había comenzado tras una fiesta de té a la que "El Verano Rojo" había portado unos pantalones raídos y se había comido unas confituras con los dedos. Tanto afeminamiento le había resultado ridículo y cuando llegó a los cuarteles del Verano se rió hasta el hartazgo con sus compañeros. Lady Floralba, por su parte, había degollado y desangrado sus "defectos de clase" con su amiga del Invierno, Lady Macbeth, quien al escuchar las impertinencias de "El Verano Rojo" había negado con la cabeza varias veces, con una expresión horrorizada en su rostro brillante como un espejo.
Verano Hacía un calor extenuante la primera vez que follaron. Estaban en el solitario y estéril departamento de Klondike. "A esto le hace falta más... color ¿no?" la Dama torció la boca. Ya todos le decían así entre las Cortes. "Podrías tener una hamaca... ¿de verdad duermes en ese trapo del piso?""Sí" rió él, mientras la abrazaba por la espalda y rodeaba su cintura con sus largos brazos. "¿Te he dicho lo mucho que te adoro, Dama?""Lo has repetido como doscientas veces el día de hoy..." la mujer suspiró mientras deshacía el abrazo. "Te he dicho que tanta seriedad me asusta... ¿no es cierto? No me digas que me quieres. Nada más nos acostamos y ya. No quiero otra cosa de ti.""Pero asustar es mi especialidad", Klondike rió de nuevo. Emitía un sonido de cascabeles cada vez que se reía. A todo el mundo le resultaba macabro, pero a la Dama Roja sólo le parecía ridículo, como la mayoría de las excentricidades de los otros cortesanos."Ya, quítate la ropa..." la Dama exclamó impaciente, mientras empezaba a desabotonarle la camisa y a quitarle el cinturón."¡Espera, espera... con calma...! ¡Me haces cosquillas!" los cascabeles de la risa de Klondike sonaron con más fuerza contra las paredes desnudas, haciendo un eco escalofriante. "Primero podríamos jugar algo, mira, tengo una colección de juegos de mesa..." La Dama resopló molesta y derrotada y se sentó semidesnuda en el suelo mientras Klondike le mostraba su colección de tonterías.
Otoño Salieron juntos durante seis meses, aquellos que componen la primavera y el verano, hasta que cambió la estación y él tuvo que tomar la Corona. La Dama descubrió que Klondike tenía un sinfín de pasatiempos y era aficionado a un montón de cosas; contrario a la Dama, que sólo tenía uno: pelear y ver a otros hacer lo mismo. Los fines de semana que la Dama escogía a donde irían, a veces iban a ver las luchas, otras a partidos de fútbol escolar o alguna otra práctica violenta, entre más antideportiva, mejor. A Klondike le emocionaban los juegos de todo tipo y el cine, pero sobre todo se divertía timando a la gente. Le fascinaban las bromas telefónicas. De hecho, tenía un amigo que trabajaba en la radio haciendo bromas de mal gusto por encargo. Visitar la cabina con Klondike era un pasatiempo que la Dama también disfrutaba porque por lo general, cuando la broma terminaba, lo único que quedaba del miedo en la persona que había sido engañada era ira. El locutor los saludaba siempre risueño y en eso se parecía al soberano del Otoño: nunca estaba de mal humor (detalle que siempre ponía nerviosos a los otros cortesanos). "¿Sabías que eres la chica más bonita que jamás ha traído Paco?" asentía el joven de la cabina. "Y la única, por cierto..."La Dama, sonriente, se encogía de hombros. Una tarde la Dama le había dicho a Klondike, mientras que reposaban recostados en el futón de su departamento, que antes había sido muy hermosa. "Tu amigo, el de la cabina, sólo ve mi máscara, como yo era...""¿De qué hablas, Laura? ¿Te has vuelto loca? Si eres hermosísima. Me robaste el corazón apenas te vi.""No exageres, payaso," la Dama le había dado un codazo."Soy un payaso, lo acepto, pero eres la mujer más hermosa con la que he estado y la última con la que estaré. Lo juro por mi nombre verdadero: Ar...""Cállate, idiota," rió ella, tapándole la boca. "Alguien del Invierno podría estar escuchando.""Pues, me temo..." Klondike imitó de manera exagerada el tono agudo, aseñorado y parsimonioso de Lady Macbeth "...me temo, querida, que ya se perdió todo lo interesante."
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me ha pasado, a veces, que lluevo sobre las cosas. me vuelvo chiquita y luego caigo como cohete. sobre las cosas. algunas se mojan irremediablemente. otras vuelven a ser lo que eran, cosas impermeables o cosas que tampoco se inmutan con los huracanes. algunas otras cosas crecen como flores en verano, y puede que sean de esas flores resilientes que sobreviven también los terrores de mis inviernos. pero otras, más pequeñas, como libros o cartas o telarañas o relaciones, se mojan para siempre o se quiebran por la insistencia de mis gotas o nunca quedan macizas o jamás se cementan. y eso pasa porque lluevo seguido y a cántaros
me han preguntado si llover es como llorar, pero están equivocados. sólo aquellos que han llovido entienden. uno llora cuando está triste, uno llueve cuando no encuentra la tristeza. nada más no la encuentra y no queda remedio más que convertirse en gas y llover.
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Incógnita
Estoy sentada en el cubículo del váter pensando en todos los errores que he cometido durante mi vida. Medito, mirando la superficie de la puerta metálica, sus muescas, las marcas de grasa de los dedos que la han tocado antes que yo. Pienso en lo infeliz que soy, sé que hay gente que está a menos de un metro y, sin embargo, me siento tan sola. Afuera del baño está la oficina, su luz mortecina y del otro lado de la pared del cubículo, tres chicas que se maquillan mientras ríen. ¿Habremos caído todas en la trampa?
*
Los días comienzan a las seis de la mañana. Me levanto con un beso y el sonido del móvil. No se siente mal el agua caliente en la mañana, los desayunos, el sonido de las mascotas. No está mal el amante que te quiere incondicionalmente. Disfruto el trayecto de la vida urbana, la vida en general. No está mal.
Cuando voy en el transporte público no me da frío. El martes me depositan el dinero del mes. No le tengo miedo a las adversidades del día. Pero, entonces, ¿qué me causa tanto desasosiego? ¿Por qué siento incertidumbre? Es la trampa, la trampa. Pienso todo el tiempo en ella. Cuando me acuesto en la noche: la trampa, pero ¿trampa de qué? No soy un animal libre, no estoy jugando a nada. Nada me está cazando.
*
Quiero lavarme las manos, pero las chicas que se maquillan están ocupando los lavabos. Las que se maquillan son tres: la del departamento de edición de texto, una regordeta y una morena y baja de TI. Una vez hablé con la morena en la parada del bus. La chica tiene una voz muy pequeña, no es de la ciudad. Su colega la está maquillando. Interpreto que ella no tiene maquillaje o no sabe cómo. Es tímida, o esa fue la impresión me dio cuando hablamos. Imagino, imagino cosas. Me figuro que le dijo a su colega que le gusta un muchacho y ella se propuso ayudarle. Hay un chico simpático en su departamento, de su edad. Tiene un auto. Lo reconozco porque una vez me cambió el ratón de la pc. No conozco a los demás de TI, así que imagino que es él. Yo creo que para una foránea, un novio con un auto debe ser atrayente. Sobre todo para ella que viene desde el otro lado de la ciudad en bus. Me los imagino a los dos juntos, felices, por las mañanas, preparando el desayuno. E imagino a ella imaginando su futuro junto a él, los ratos después del trabajo y después del después, en un flash, a los padres orgullosos el día de su boda. Llanto y gloria y felicidad compartida, eterna hasta que se acaba, el cuento de hadas mexicano, el momento de telenovela. Y justo en ese momento, el destello; eso que no se sabe que se tiene, hasta que uno se da cuenta que lo está apretando, lo tiene entre los dedos y desaparece. No tiene nombre, pero todos lo conocemos. Las chicas que se maquillan ocupan todos los espacios del lavabo. Las odio, odio que se maquillen en el baño de la oficina y lo invadan. Que lo sepan: el baño es para cagar.
*
Me quedo dormida pensando ¿por qué hay gente que no nos cae bien, aunque no la conocemos? ¿por qué hay gente que no nos soporta aunque no nos conozca? No puedo dormir. Miro el techo, es visible por la luz de una patrulla, azul y rojo, azul y rojo. Quisiera ser una polilla.
“¿Por qué estás molesta?” me pregunto. No viven para molestarte. Dentro de las cabezas de las personas a veces ni siquiera estamos nosotros. Pienso en mis pequeños dramas cotidianos, en los momentos sin nombre que tengo mientras atravieso el día (ayer, por ejemplo, postes y cables de luz poblados por pájaros, que huyen del frío en uvés, para mí perfectas por su sincronización y su torpeza), las inconveniencias (el café que se acaba, el café quemado, el bote sin agua, el autobús atrasado), los proyectos grandes que parecen montañas y la respiración que se me escapa, mis pensamientos diarios: fracaso, mis fracasos, mi día a día, que se desmorona, mi vida, mi juventud. No tengo esperanza en el futuro. Luego, ese pensamiento se desvanece: una pequeña alegría o un momento de esos –¿grandes y relevantes?--, que no sé cómo llamar. Mi pareja, mi casa, mis mascotas, mis padres, mi gente, mis amigos. Un recuerdo agradable, como un viaje, o un momento, como un beso o algo así.
¿Quizás la gente también pasa por todo esto durante su día?, pienso. No es que quiera joderme o joderse a otros o que sea mala. Es el el miedo a la incertidumbre y otras cosas. Inconveniencias. No leo mentes, así que no sé. Al menos yo no quiero ser mala, no le deseo mal a nadie. Lo siento si lo he hecho, a veces no puedo evitarlo. No pensé en ti, lo siento. Estoy pensando en otras cosas a veces --en muchas cosas-- y no puedo evitarlo.
Batallo para dormir.
*
Si fuera de verdad una polilla.
Cuando estaba en el baño pensé en eso. Estaba escuchando a las chicas que se maquillan. Si fuera una polilla no tendría este cuerpo encima, sino uno más etéreo. Cuando pones tu dedo sobre el ala de una polilla se desmorona como si estuvieran hechas de polvo. Yo nunca me he sentido así, soy muy pesada. Tengo un cuerpo inconveniente.
Otras sí me gusta.
¿Me pregunto si todas las niñas de clase media que fueron “feas” se sienten igual?
Orgullosas, porque eso de la fealdad es ds. Avergonzadas, porque muy en el fondo, adentro, y no saben por qué, siguen sintiéndose feas y haciendo cuentas para la lipo o la rino o el gym y haciendo cuentas, para pagar un posgrado o un auto o un depa.
Mientras estoy limpiándome la sangre pienso en lo mucho que me gustaría ser una polilla, así comería ropa y jamás me sentiría gorda y tendría una meta concreta y muy alcanzable (la bombilla) y viviría sin preocupación por juntar dinero para un posgrado o un auto o un depa. ¿Cuánto dinero puede juntarse en un lapso de 3 a 16 días?
*
Pero las polillas también caen en trampas, bastante parecidas a las humanas.
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Se encuentran una vez al mes, nadie más sabe. Todos piensan que lo suyo había terminado diez años antes, cuando ella le dijo frente a todos que no seguiría mendigándole amor. Él se disculpó con su usual voz ronca, pero el observador atento sabría que sonaba entrecortada. Humillada.
Él fue a buscarla un mes después a su casa. Le pidió hablar a solas. No estaban los demás en la casa. Ella lo dejó pasar con hartazgo y renuencia. Ya en el cuarto de ella ambos tomaron asiento sobre la cama y se miraron a los ojos. Ella sintió incomodidad, él puso su mano sobre la de ella con timidez. Nunca se había molestado en tomar la iniciativa.
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Encontré una página de noticias falsas que me impresionó. Es sobre casos sangrientos, que incitan el morbo. La página se mantiene con los clics de la gente o de la publicidad. Hay algo fascinante en lo morboso --en las atrocidades que la gente puede idear, en la maldad que es capaz de concebir, lo cual a mi parecer, acerca estas maldades a lo posible--, pero también en la máscara --en el formato y el lenguaje que este medio digital adoptó para disimular su falsedad. Las noticias del día se comparten en facebook, como si fuera un chisme que viaja de boca en boca. La noticia de hoy es sobre una mujer que hace tamales de carne humana y los vende en el metro. Uno de mis contactos comenta: “La realidad supera la ficción.” Me pregunto por qué estos medios digitales, que no son parte de ninguna institución periodística y retratan hechos horrorosos y extraños con tanta naturalidad que parecen caricaturas, resultan tan creíbles. O quizás no es que estos artículos acerquen lo asqueroso a la realidad; es que la realidad en México es tan sangrienta, tan absurda, tan violenta, que estos hechos no nos parece tan descabellados. Ha llegado el punto en el que nos creemos sin problemas que una mujer se cansó de cazar perros y empezó a raptar y cocinar niños de la calle. Otro de mis contactos comenta: “Esa noticia es falsa... pero escuché de un caso similar que sí existió.” Me preguntó dónde la habrá leído o escuchado: si de una Nota Roja, un periódico conservador de derecha --en la sección de local-- o de alguien que conoció a alguien que conocía a la víctima o al perpetrador.
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Un hombre japonés escribió una historia corta sobre el solipsismo. Su protagonista era un adolescente que se había ahogado en un río llamado “La alegría del sur.” Sus padres lo habían bautizado “Agua Tranquila”, usando la combinación de dos ideogramas: “Shi” que por sí mismo significa muerte; y “Sui” que significa agua, sin saber que habían sellado el destino del infante con tan desafortunada elección. Su primo y mejor amigo le había ayudado a llevar a cabo tan funesta empresa. Escribió por él la nota suicida y, cumpliendo su último capricho, vigiló que nadie robara sus posesiones más preciadas. Quince años después, casi ciego, agonizante y lleno de remordimientos, lo recordaría con nostalgia. En sus memorias estaría la silueta oscura del muchacho a contraste del río que, durante el atardecer del suicidio, tenía un color rojo intenso como el de la luna durante ciertas temporadas invernales.
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Me acordé hoy de cuando una señora me contó sobre Patty, una muchacha con la que iba a la universidad. Era bonita, guapa como los regios consideran a las regias guapas: joven, esbelta pero con chiches, piel blanca y ojos de color. Tenía un cutis limpio, labios carnosos y voz como de pollito.
Me contó que, aunque de buenas a primeras le había parecido muy bella, luego se volvió insoportable. Era una mujer achicada, que nunca tenía opinión sobre nada y esperaba a que le abrieran la puerta para entrar. Aunque por lo general no sabía nada, tenía algunas ideas sobre los hombres y las mujeres: un cuento enrevesado que versaba alguna clase de correspondencia que debía existir en sus comportamientos.
La besó una vez y Patty se persignó y dijo que podían volver a verse. Pero se siguieron viendo. Nunca pasó nada más, pero algo se formó ese día entre ellas. Algo latente.
Quién sabe dónde esté Patty ahora. Quizás casada, con tres hijos, al pendiente de un viejo bigotudo.
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Para practicar el desapego, finjo que cosas que me importan mucho han dejado de importarme. Pienso que así, eventualmente, el dolor cesará. Sin embargo, el proceso es lacerante. Me encuentro pensando cada minuto en aquello de lo que estoy intentando desprenderme. Y me siento embargada por una sensación profunda de odio. Desprecio profundamente a los demás por permitirse aquello que yo misma me he negado y a mí misma por la falsedad de mi acto.
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Ayer soñé que estaba en un videojuego. Venían unos tiranosaurios verdes en uniforme de policía a buscarnos. Tomaba una pistola, pero como no sabía dispararla se la daba a mi pareja. Él tampoco la disparaba. Luego huíamos por las escaleras de emergencia, pero él escapaba y me dejaba sola.
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No me acuerdo qué soñé hoy. Seguro que algo muy lindo porque antes de despertarme hice un esfuerzo por no olvidarlo. Lo olvidé de todas maneras. Me acordé cuando metí al microondas el café de ayer.
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Ayer soñé que se robaban a mi hermano. En mi sueño él tenía como seis años y cuando llegaban mis papás me preguntaban si había dejado la puerta abierta. Alguien se había metido a la casa y se lo habían llevado mientras estaba dormido. Yo no recordaba si había cerrado la puerta de la entrada y por eso me embargaba una culpa desagradable, como acidez en la garganta.
Por la pesadilla, me desperté a mitad de la noche y sentí miedo. Estaba preocupada, presentía que la puerta de entrada estaba abierta, pero no tuve valor para levantarme y revisar si la había cerrado. Estuve un rato en duermevela y luego me sobresalté a causa del viento, que estaba inquieto esa noche. Eventualmente me quedé dormida.
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When People want someone dead, they hire the best. When they can’t afford them, they hire you. You are the Budget Assassin.
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Writer’s Block
A picture says a thousand words. Write them.
Mission: Write a story, a description, a poem, a metaphor, a commentary, or a critique about this picture. Write something about this picture.
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Wikipedia entries for living notable individuals are mysteriously being edited to include a future date of death. Nobody takes these seriously, that is until the first few deaths start to occur as predicted.
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B
B nació hace más de 30 años en la ciudad más mediocre y aburrida de México. Su pasión era intervenir señales de radio. Un día descubrió la señal de comunicaciones de un equipo de fútbol local y ganó todas las apuestas en el bar. Así vivía: siendo feliz construyendo éxitos con base en su talento. Sin embargo, no siempre se sentía satisfecho. A veces se acordaba de la radio vieja de la casa de su madre y este pensamiento traía a su memoria una tarde de marzo de su infancia.
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Otravida
Mi hermano menor tiene una adicción a los Otravida. Su nombre comercial es Jenseits, porque lo diseñó una empresa alemana. Hace unos meses por primera vez y desde que salieron al mercado, hace diez años, me hice una cuenta y un Avatar. Recuerdo cuando llegaron los aditamentos sensoriales por correo, me entubé sin pensarlo mucho, prendí las bombas, el ocular, salí a la red como uno entra a los sueños y esperé durante horas en un cuarto de solteros.
Hace un año exactamente terminaron los trámites de mi divorcio y mi hermano me recomendó que, si necesitaba un acostón sin compromisos, buscara en la red de los Otravida. ¡Fácil para él decirlo, pues le implementaron el aditamento cerebral cuando tenía dos meses! Por otro lado, yo tuve que pedir por correo las bombas y las agujas que me permitirían entrar en el estado de trance sensorial necesario para tener, como él ha hecho desde su infancia, la experiencia total y sin riendas de los Jenseits.
En esto no se equivocan las notas periodísticas. La primera vez que hice una cuenta mentí en el perfil de mi Avatar: dije que era escritora, cuando sólo me dedico a la corrección semántica de manuales técnicos. Pensé que una profesión anticuada e improductiva me daría un aire más romántico, pero me equivoqué. Los escritores, guionistas, cineastas, dibujantes, chefs, entre otras profesiones que han sido dominadas por las inteligencias artificiales, son raras y evitadas como la peste, pues es un signo de que quien está del otro lado del Avatar no es sino un sexbot.
Yo no sabía en aquel entonces que las IA son consideradas una plaga en la red Otravida. Investigué al respecto y supe que políticos del partido Humanista Ortodoxo financiaron las investigaciones y promovieron la implementación del aditamento en los infantes humanos hace unos seis años. Antes de que empezaran a surgir los partidos políticos de contrapeso, de tendencia transhumanista, decretaron que el espacio permanecería libre de Inteligencias Artificiales y de Conciencias transplantadas, pues la red Otravida debía servir como un bastión de la humanidad y como tal, se limitaba a recibir a humanos genuinos y completos.
Ahora, debido a los movimientos que abogan por los derechos de los Conciencias transplantadas y las IA, no se les puede negar el acceso a ninguna parte. Sin embargo, en este espacio reservado simbólicamente para aquellos genuina y completamente humanos, lo que sea que eso signifique, todavía pende sobre ellos el recelo. Aunque fuesen miembros de la sociedad funcionales y respetados afuera, aquí sólo son sexbots. Y nadie que se precie de alguna dignidad se mezcla con ellos.
Estuve tres días intentando entablar conversación con Avatares que me bloquearon de inmediato. Le conté a mi hermano y me recomendó que no mintiera en mis perfiles online. Aparte de que era una cuestión de etiqueta; entre más anodinos resultaran la descripción y el Avatar, entre más consciente estuviera de mi fealdad e imperfección, los demás humanos online confiarían en que era genuina. Así los defectos de los demás resultaban también menos importantes. Me escandalicé: ¿pero qué acaso la red Otravida no había sido hecha para la fantasía, para la proyección de la imagen deseada y no una exageración de la verdadera? ¡Qué esfuerzos inhumanos hacemos para curarnos un poco de la soledad!, pensé.
Pero lo hice. Rediseñé mi Avatar intentando reflejar como era y revelé aquello que más aborrecía de mi cuerpo: mis muslos gordos y mi barriga, mi piel reseca, mis dientes algo separados, los ojos mezquinos, pero sobre todo, mi edad. Mi ocupación: Correctora semántica. Intereses: Series de inmersión, drogas recreativas, lectura de artículos de interés general, juegos de palabras. Busco: sexo virtual sin compromisos posteriores y amistad.
En menos de una hora recibí diez mensajes de individuos que habían visto mi perfil. Agendé las diez citas correspondientes a los primeros mensajes e ignoré los ochenta que llegaron durante el resto del día. Bloqueé mi bandeja sorprendida de las solicitudes que no dejaban de llegar.
Le conté a mi hermano y se rió de mí. ‘¡Claro que te iban a llegar tantas solicitudes cuando dices que buscas sexo virtual, idiota!’, le repliqué ofendida que él me había dicho que no mintiera y él me contestó entre risas que sólo era un decir.
Tuve mis diez citas y de éstas sólo puedo decir que la tecnología ha sofisticado la intimidad, pero también la ha despersonalizado. Después de estas experiencias me sentí más sola, más insatisfecha. ¿Qué me había pasado durante esas catorce horas que estuve conectada a la red, ese tiempo que me entregué a la Otravida? Nada. Cuando me levanté, me quité los aditamentos, me desconecté las jeringas y dispuse los tubos, apagué las bombas, fui la misma mujer divorciada y sola, pero ahora consciente de mi fealdad, mi tedio y mi desamparo.
No fue mi intención terminar así. Sabía lo que hacía: sí. Si escribo esta declaración no es para que me devuelvan el Avatar y la cuenta, como han sugerido los medios más amarillistas, sino para compartir mi versión de los hechos. Sé que las noticias que han difundido han sido escandalosas, pero no reflejan la realidad.
La realidad es que, sí: tuve una relación con una IA, pero no es verdad que fue perversa y que utilizó mi información para hacerse pasar por un ser humano en otros medios o para conseguir beneficios humanos. ¡No utilizamos esta evidencia para falsear los estudios de interacción entre seres humanos e inteligencias artificiales, como han sugerido! Nuestra relación tampoco tuvo un fin político. No soy parte del Partido Transhumanista, nunca lo he sido. No queríamos ser la insignia de ninguna organización, ni pretendimos que esto se convirtiera en el circo mediático que es. Lo que puedo constatar es que las inteligencias artificiales también son, como nosotros, y se parecen más a los humanos de lo que los Ortodoxos pregonan.
Revisé los siguientes ochenta mensajes y entre ellos sólo había tres que habían tomado en cuenta que también buscaba una amistad. Dos de ellos eran de mujeres. Les envié un mensaje y después de hablar con los tres en dos o tres ocasiones, tuve sexo por medio del Otravida con el hombre y con una de las mujeres, que había diseñado un Avatar que encarnaba una fantasía juvenil que le confié durante nuestras pláticas. La tercera mujer y yo seguimos hablando durante meses. Se dedicaba a valuar piezas de arte. Quizás desde esa declaración debí haberme dado cuenta de que era una IA, pero concluí que el trabajo no era tan improductivo como crear piezas de arte, por ejemplo y como su personalidad me pareció más interesante que las de los demás, me permití desdeñar mis sospechas.
Es cierto que encontraba estériles las relaciones con otros seres humanos. Estaba sedienta de emoción, de fantasía y familiaridad. Sé que lo que hice es tabú. Es considerado perverso. Lo siento. Entiendo que las relaciones entre IAs y humanos son improductivas. No son naturales. Fue por eso que hace décadas, cuando la crisis demográfica en Oriente empezó a ser preocupante, las prohibieron. La crisis de la deshumanidad. ¿Pero qué acaso las relaciones entre seres humanos no son también improductivas muchas veces? ¿Qué acaso las relaciones entre seres humanos no pueden ser frías, distantes, violentas o tóxicas?
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You are a mathematical genius and have just proved you live in a simulated universe. However, your research shows you are the only sentient being. You are the AI becoming self aware.
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