#volver a besar
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deepinsideyourbeing · 6 months ago
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(Countless) Good Occasions - Enzo Vogrincic
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+18! SoftDom!Enzo. Age Gap (implícito), creampie, dirty talk, edging, fingering, hiperespermia, marking, masturbación, (breve) orgasm denial, (menciones de) sexo oral, sexo sin protección, virgin!reader, (breve) aftercare. Uso de español rioplatense.
El café de los viernes comenzaba a volverse una costumbre.
Sin importar dónde se encontraran o qué estuvieran haciendo, cada vez que pasaban juntos la tarde de un viernes tu novio sugería beber café. Compartiendo algún libro o disfrutando una película, caminando por el centro de la ciudad, en el parque, siempre surgía la propuesta.
-¿Por qué siempre café?- preguntaste mientras esperaban en la mesa más alejada de la cafetería que frecuentaban cada vez más.
El sol cayendo del otro lado de la ventana te cegaba y por ese motivo Enzo había ofrecido intercambiar asientos, pero te negaste porque te gustaba ver cómo se iluminaba su cabello.
-El café magnifica cualquier experiencia- explicó-. Así que cuando pienses en mí inconscientemente vas a querer verme porque ahora tu cerebro está convencido de que tenés unos recuerdos espectaculares conmigo.
Soltaste una carcajada y él sonrió ampliamente, complacido.
-Mis recuerdos con vos no necesitan de un café para ser hermosos.
-Mejor asegurarme, ¿no?- tomó tu mano por sobre la mesa-. ¿De qué querías hablar?
Tu nerviosismo era evidente y soltaste su mano para poder acomodar tu ropa. Los interrumpieron con la llegada de sus pedidos y aprovechaste los segundos extra para reunir todo el valor que encontraste en tu cuerpo, ordenando en tu mente las palabras que utilizarías para expresarle tus deseos. No podía salir mal, ¿no? Era algo simple.
Tomaste tu taza con dedos temblorosos y él te imitó.
-Quiero tener sexo.
Se ahogó con su bebida y rápidamente cubrió su rostro con la servilleta que le ofreciste.
-¿Estás segura?- preguntó aún tosiendo-. ¿Conmigo?
Llevaban dos meses juntos y en todo ese tiempo él jamás había intentado y mucho menos insinuado más que lo que permitiste. Alguna sesión de besos apasionada en la que terminaste sobre su regazo, roces sutiles mientras estaban recostados o en el sofá, pero siempre dejando en claro que los límites que no pronunciaste estaban más que presentes y que los respetaba.
Lógico. Era Enzo, después de todo.
-Y sí, ¿con quién más?
Deslizó sus dedos por su cabello y tomó una profunda respiración antes de volver a beber de su taza. Su comportamiento te resultó extraño y no comprendiste por qué no contestaba, por qué de pronto parecía incómodo, ¿era tu culpa? ¿Le molestó el lugar que escogiste para hablar del tema? ¿Y si no quería tener sexo con vos y ese era el motivo de su paciencia?
-Me vas a matar- dijo con una repentina y estúpida sonrisa.
-¿Por qué?
-Porque no voy a pensar en nada más hasta que...
Tu rostro comenzó a tomar temperatura y dejaste escapar una risa temblorosa.
-Bueno, nada, eso- intentaste restar importancia a tu confesión.
Entrelazó sus dedos con los tuyos y tiró de tu mano para besar tus nudillos de manera cariñosa.
-No tiene que ser ya mismo sólo porque me lo dijiste- comentó-. Vamos lento, ¿querés?
-Sí.
De verdad pretendían ir lento.
-¿Te quedás a dormir?- preguntó esa misma noche-. Ya es tarde.
Sus intenciones eran completamente inocentes y no tenías motivo alguno para rechazar la invitación. No era la primera vez que pasarías la noche en su casa y mentirías si dijeras que no era extremadamente relajante dormir con él, escuchando el latido de su corazón mientras reposabas tu mejilla en su pecho y disfrutando de sus caricias constantes sobre tu piel.
Pero…
Horás más tarde te encontraste nuevamente sobre su regazo, sus manos en tu cadera guiando tus movimientos y presionándote todavía más contra su notoria erección, haciéndote temblar por las nuevas y placenteras sensaciones. Tus gemidos, tímidos pero desesperados y constantes, no tardaron en llenar la habitación y provocar que Enzo repitiera sus acciones para oír más.
Sus besos comenzaron a descender por tu mentón, húmedos y sonoros, bañando tu piel. Te abrazaste a él y mientras atacaba tu sensible cuello con sus labios tus dedos se deslizaron por su cabello hasta prácticamente enredarse entre las hebras; sin ser consciente tiraste y sentiste sus dientes rozándote la piel, como si se tratara de una promesa de venganza.
Tus pezones estaban duros por la excitación y el roce con su pecho tonificado, más alla de las capas de tela que aún los separaban, comenzó a ser demasiado. Lo mismo ocurría en tu centro en constante fricción con su bulto, pero cuando te separaste para advertirle ya era tarde y él continuó moviéndote sobre su cuerpo para llevarte hacia la cima de tu orgasmo.
Sólo podías describir el placer como insufrible y en la desesperación del momento tu cerebro te obligó a luchar. Intentando huir de la sensación golpeaste el pecho de Enzo y sin mucha fuerza lo arañaste, pero él sólo sonrió y te sujetó para guiarte a través de las oleadas de placer que te arrastraban. Tus gemidos sonaban débiles y de tus ojos cayeron unas pocas lágrimas.  
Besó tu mejilla y te ayudó a calmar tu respiración.
-¿Te gustó?
-¿No es obvio?- preguntaste con la voz quebrada. Todavía podías sentirlo, duro y muy caliente, suplicando por atención-. Vos no…
-No importa.
-Sí importa- insististe-. ¿Puedo?
-¿Estás segura?
-Me vas a tener que ayudar un poco- reíste nerviosa-. Quiero ver, por favor.
Abandonaste tu lugar para permitirle deshacerse de su pantalón y cuando regresó a la cama ver el contorno de su miembro te robó el aliento. Una mancha de su excitación oscurecía la tela gris de su ropa interior y cuando hizo un gesto afirmativo tus dedos se posaron sobre ella de inmediato: estaba caliente y tus yemas se mojaron en un parpadeo. Suspiraste.
Masajeaste su erección por sobre la tela, todavía nerviosa, mientras sus ojos seguían todos tus movimientos y las hermosas expresiones en tu rostro. Estabas segura de que de corresponder su mirada todo tu valor se esfumaría, pero resultó todo lo contrario: cuando tus ojos encontraron los suyos te sentiste más segura, más tranquila, más valiente.
-¿Puedo?
-Sí, mi amor.
Tiraste de la cintura elástica de la prenda y reprimiste un sonido de sorpresa cuando por fin viste lo que ocultaba. Tus dedos se deslizaron sobre su extensión caliente, desde su punta brillante y trazando la vena que lo recorría, hasta llegar a la base donde encontraste un poco de vello. Lo tomaste en tu palma y con la primer caricia experimental Enzo gimió, sensible.
-¿Así?
-Podés…- se aclaró la garganta-. Podés agarrar más fuerte si querés.
-¿No duele?
Arrojó la cabeza contra el respaldo de la cama y negó. Tu inocencia era tentadora y se sentía culpable cada vez que por su mente cruzaba el pensamiento de corromperte, de tocarte donde nadie más te había tocado, enseñarte un sinfín de posibilidades para que descubrieras con él todo lo que te gustaba. Intentó calmarse con respiraciones profundas.
Tu mano masturbándolo fue su fracaso.
-Mirá, así- envolvió tu mano con la suya, mucho más grande y cubierta de venas que te encantaban, y comenzó a guiar tus movimientos justo como lo había hecho cuando estabas sobre él. El ritmo que estableció era más rápido que el que llevabas y te desconcertó, pero más lo hicieron los giros de su muñeca y los gruñidos que arrancaron de su garganta.
Entre tus piernas otra vez quemaba la necesidad y rogaste porque él no lo notara.
Observaste hipnotizada las gotas de líquido traslúcido brotando en su punta y el sonido de su humedad llenó tus oídos rápidamente. Continuaste tocándolo de la misma manera cuando retiró su mano –sólo para sujetar tu muslo, su pulgar acariciándote sin saber cuánto te afectaba- y luego de unos minutos te sorprendió ver el movimiento rebelde de sus caderas alzándose.
Pronto sentiste su abundante excitación recorriendo su miembro, dificultando tu agarre allí donde humedecía tu palma, y unos minutos más tarde unas gotas se deslizaron sobre tus dedos. Buscaste la mirada de Enzo, entre sorprendida y excitada por la imagen ante tus ojos.
-Perdón- dijo en voz baja-. Es que se siente bien.
Él no tenía idea de cuánto te motivó con su confesión y vos no tenías idea de cómo la dulce expresión en tu rostro lo estaba orillando hacia un orgasmo vergonzosamente temprano. Llevó una mano a tu rostro y con el mismo pulgar que había estado peligrosamente cerca de tu centro, acarició y tiró de tu labio inferior.
Jamás supiste qué te llevó a abrir la boca para succionar el dígito entre tus labios. Sólo supiste que se sintió bien, sobre todo cuando pensaste en cómo se sentiría reemplazarlo con su pesado y duro miembro, y que eso fue todo lo que Enzo necesitaba para derramarse.
Con un gemido grave y ronco se dejó ir, salpicando con su liberación su cuerpo y también el tuyo. Manchó de blanco la mano con la que continuabas acariciándolo, prolongando su orgasmo con la más dulce tortura que jamás había experimentado, tus piernas desnudas y la camiseta que te había prestado para ir a la cama. Una vez que su respiración volvió a ser normal te sonrió.
Te llevaste los dedos a la boca, curiosa, para probar su esencia. Juraste ver su erección palpitar.
Con una mano en tu nuca rompió la distancia y te besó.
-Qué linda que sos- dijo contra tus labios.
El café de los viernes pronto estuvo acompañado por otras costumbres.
Ahora los dedos de Enzo torturan expertamente tu clítoris, dibujando círculos y aplicando la presión justa para hacerte delirar como sólo él logra hacerlo. Tus uñas están enterradas en su brazo musculoso, el ardor de las marcas que dejás sobre su piel haciéndolo suspirar constantemente y frotarse de manera descarada en tu muslo desnudo.
Antes de permitirte llegar a tu orgasmo y sin importarle tus protestas, sus dedos bajan más allá de tu clítoris, deslizándose entre tus pliegues húmedos, para luego tantear tu pequeña entrada con cuidado. Gemís mirándolo a los ojos y él te sonríe, mostrándose sereno para no ponerte todavía más nerviosa, pero su corazón está latiendo descontrolado en sintonía con el tuyo.
Besa tu frente y suspira contra tu piel.
-Estás muy mojada, ¿sabías?- negás avergonzada-. ¿Estás segura de que querés hacerlo?
-Segura.
Llevan semanas preparándose para este preciso momento y explorando el cuerpo del otro para conocerse aún mejor. Recordás el momento en que sus labios hambrientos besaron tus muslos y la forma de las marcas que sus dientes dejaron en tu piel, el tiempo indefinido que pasó con su rostro entre tus piernas y su lengua jugando con tu clítoris de mil maneras, robándote incontables orgasmos y haciéndote llorar.
También recordás vívidamente el gemido que cayó de sus labios la primera vez que lo tuviste en tu boca. Tu mandíbula comenzó a doler luego de unos minutos –con sólo un tercio de Enzo más allá de tus labios- y tus pulmones dolían por la deficiente oxigenación, detalles que ignoraste junto con todas sus sugerencias cargadas de preocupación por las lágrimas en tus ojos.
Todavía sentís sus manos en tu nuca y su semen escapando de tu boca.
-Si en algún momento querés parar…- te recuerda-. Rojo, ¿sí?
-Sí.
Besa tu mejilla y sus labios permanecen en contacto con tu piel. Sus largas pestañas rozándote te hacen cosquillas. Cuando presiona suavemente contra tu entrada tu humedad permite que la primera falange de su dedo se deslice en tu interior: no es la primera vez que se encuentran en esta posición, lejos de eso, pero la intrusión todavía resulta un poco extraña y sorpresiva.
-¿Bien?- pregunta.
-Bien- asegurás-. ¿Más?
Otro beso en tu mejilla y pequeños movimientos del dígito en tu interior para entretenerte mientras te prepara. Suspirás cuando lo introduce por completo, rozando inmediatamente y concentrándose en ese lugar que te hace temblar en cada ocasión, siempre atento a cualquier reacción en tu rostro o tu cuerpo.
Pronto son gemidos los únicos sonidos que emitís y él intenta contenerse besando tu mejilla, tus labios, tu cuello y cada centímetro de piel que encuentra en su camino. Continúa empujándose contra tu costado, desesperado por sentirte, encantando con los sonidos de tu cuerpo y tu voz que no deja de provocarlo más y más. La humedad en su ropa interior comienza a mojar tu pierna y él intenta no pensar en cómo eso es una manera de marcarte.
-Más, Enzo.
Acaricia tus pliegues con dos dedos extremadamente húmedos, tentándote antes de conducirlos a tu entrada pulsante y tu interior ansioso por más. Esta vez duele y te mordés la lengua para contener el quejido que lucha por hacerse oír, repitiéndote mentalmente que sólo durará un momento y que Enzo se va a asegurar de que el dolor sea mínimo, como siempre.
Con el correr de los segundos el escozor se desvanece y retoma el ritmo previo luego de ver tu cuerpo relajarse. Tu expresión de reposo se interrumpe cuando vuelve a curvar sus dedos en busca de tu punto dulce y tu mano vuela hacia su cabello, tus ojos vidriosos mirándolo con lágrimas de placer y rogándole por más. Obedece, obvio, ¿cómo podría no hacerlo?
-Ahí- repetís sin ser dueña de tu voz y tus acciones. Rasguñás su pecho y él muerde tu mejilla sin demasiada fuerza, perdiéndose en la adictiva sensación de tus paredes contrayéndose sobre sus dedos e imaginando no por primera vez cómo se sentirá estar dentro tuyo-. Voy a…
-No.
Retira sus dedos rápidamente y el sentirte vacía es angustiante.
Se deshace de su ropa interior y separa tus piernas con manos temblorosas que te hacen sonreír. Es extrañamente reconfortante saber que él también está nervioso por la situación y ese simple pensamiento te permite relajarte mientras se posiciona sobre tu cuerpo, sus brazos a ambos lados de tu cabeza antes de que tome su erección y la guíe hacia tu entrada.
-¿Querés que te la meta?
El consentimiento es importante y sorprendentemente excitante, pensás mientras se desliza por tus pliegues una y otra vez, pero en esta ocasión todo es diferente. Preguntó lo mismo hace unos días, mientras te rozabas con él sin ninguna prenda que los separara, pero entonces sólo intentaba provocarte así como lo hizo cuando utilizaba tus muslos para estimularse.
-Sí- contestás con voz entrecortada-. Toda.
Busca tus labios pero no te besa y sus ojos permanecen fijos en los tuyos cuando se introduce. Comparten un gemido, él suyo grave y el tuyo agudo, quebradizo y desesperado, cuando su punta desaparece en tu interior.
Los lentos movimientos milimétricos de su cadera te roban el aliento y permiten que tomes más y más de su miembro sin provocarte molestia alguna… hasta que un punzante dolor provoca que intentes cerrar tus piernas. Él se detiene para permitirte acostumbrarte, preguntándote silenciosamente si eso es suficiente o si preferís detenerte toda actividad.
-Estoy bien- asegurás-. Arde un poco.
-¿Paramos?
 -No. Quiero seguir.
Se estira para tomar el lubricante olvidado sobre las almohadas y con tu ayuda coloca un poco sobre sus dedos. Intentás ignorar el rastro de sangre que los adorna como un anillo, imposible, y cuando bajás la mirada para contemplar cómo cubre su miembro y tu entrada con el producto frío, encontrás en su base el mismo rojo intenso. Temblás.
-¿Estás bien?
-Hay sangre.
-No pasa nada- besa tu mejilla y borra el rastro de lágrimas de tus mejillas-. Es normal, tranquila, no pasa nada.
-Pensé que no iba a sangrar.
-¿Te molesta la sangre? ¿Querés parar?
-No- insistís-. Perdón. Por las sábanas.
-No pasa nada, tonta- te sonríe-. Se lavan y listo.
Entrelazás tus dedos en su nuca, jugando con su cabello, y abrazás su cadera con tus piernas. Comprende cuáles son tus intenciones y continúa moviéndose delicadamente hasta que se hunde por completo en tu interior cálido, su punta besando tu cérvix deliciosamente y su tamaño haciéndote sentir plena, imposiblemente llena.
Te regala unos segundos e imitás el ritmo de su respiración.
-Más.
En pocos segundos un placer que no podés describir recorre tu cuerpo y te hace gemir con fuerza, nublando tu mirada y también tu juicio. Los sonidos que surgen cada vez que golpea tu cuerpo inundan tu audición y se entremezclan con los sonidos de placer que brotan de tus labios, tus palabras entrecortadas cuando suplicás por más, más, más y su respiración trabajada.
Enzo busca refugio en el espacio entre tu cuello y tu clavícula y sus dientes rozan tu piel una decena de veces antes de hundirse allí, marcándote. Gritás su nombre y eso sólo desata el deseo de hacerte suya en todos los sentidos: marcando tu piel, abusando de tu interior hasta que lo único que recuerdes sea su persona, llenándote en cuerpo y alma, entregándose a vos.
Su mano recorre tu cuerpo hasta llegar a tu centro y presionar sobre tu clítoris, sensible y aún desesperado por cualquier mínima atención. Jadeás. La combinación de la penetración y sus dedos es exquisita, te hace temblar bajo su cuerpo mientras él continúa arruinándote con embestidas profundas que se roban tu cordura.
-Se siente muy bien- confesás entre gemidos-. Me encanta.
Abandona su escondite luego de morderte una última vez y observa tu rostro.
-Vos me encantás- remarca sus palabras con una dura estocada-. Y esta conchita tan linda que tenés…
Lloriqueás por lo obsceno de sus palabras y arañás sus hombros cuando una particular sensación se instala en tu abdomen bajo. Los dedos sobre tu clítoris no te dejan respirar y mucho menos lo hace su miembro, deslizándose con mayor facilidad gracias a la excitación de ambos, la cual hace brillar tus pliegues y se extiende hasta tus muslos.
-Enzo, ¿puedo?
Besa la comisura de tus labios.
-Si, bebé, podés.
Te dejás ir bajo su atenta y arrolladora mirada.
Tus músculos se contraen sobre su miembro palpitante y pronunciás un hilo de incoherentes palabras entre las cuales sólo es entendible Enzo. Captura tus labios y silencia tus gritos cuando la velocidad de sus caderas aumenta, entre frenética y errática, para encontrar su propio orgasmo: la sobre estimulación se roba el último pensamiento lógico en tu mente.
Permitís que te utilice como él quiera.
Tu cuerpo se sacude por la fuerza que emplea y él se pierde en el movimiento de tus pechos cubiertos por tu camiseta, tus labios brillando con su saliva y la tuya, las lágrimas que hacen brillar tus pestañas y el ángulo que adoptan tus cejas. Entre gemidos te oye suplicándole, pidiéndole que te llene, y eso lo arroja hacia el precipicio.
Sentís los incontables hilos de semen salpicando tu interior, pintando tus paredes de blanco y llenándote justo como querías. Sus movimientos se apagan gradualmente y cuando se desliza fuera de tu cuerpo todavía está derramándose, de su punta brotan gotas y más gotas calientes que caen directamente sobre tu piel y se deslizan por tus pliegues hasta unirse con los restos escapando de tu interior.
Intentás regular tu respiración y todavía asombrada, comentás:
-Es mucho.
-Perdón, es que…
-No- lo interrumpís-. Me encanta.
Un beso es su única respuesta antes de recorrer con su boca tu mandíbula, tu mejilla, tus párpados pesados que amenazan con cerrarse, tu frente y tu nariz, donde deposita otro tierno y corto beso. Acaricia tu pómulo con sus nudillos y luego masajea tu cuello y tu clavícula, disimulando cuánto disfruta ver sus marcas allí.
-¿Querés ir al baño?
-Estoy bien.
-¿Querés agua?
-No.
-¿Qué querés entonces?- pregunta con una risa.
-A vos. Nada más.
-Me tenés- te sonríe-. Pensé que lo sabías.
Jugás con un mechón de su cabello que cae sobre tu rostro y te hace cosquillas.
-Te quiero, Enzo.
-Yo te quiero más, hermosa… Pero me están matando los brazos- agrega con una carcajada-. Vení que te quiero abrazar un ratito.
Un ratito, por vos, podría ser toda la eternidad.
Notas de Lu: No sean como yo, que estaba convencida de que dejé bien programada la publicación pero fue todo lo contrario y sólo lo descubrí cuando estaba preparando la publicación de un drabble. Sean inteligentes. Espero que hayan disfrutado la lectura ♡ taglist: @creative-heart @madame-fear @delusionalgirlplace @recaltiente @llorented @lastflowrr @chiquititamia ♡
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borbon-casual · 6 months ago
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𖥻🌻𝙇𝙤𝙨 𝙣𝙤𝙫𝙞𝙤𝙨 𓂃 ‌
𓄹 ¡Estos bebés están enamorados! ¡Son tan lindos juntos! ♡ . 💞੭
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𓄹 ¿Es una pareja rara? ¡Puede ser! Pero el ship tiene una base y es que ¡Ambos se conocieron de niños! ♡ . 💞੭
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𓄹 Esto sucedió durante el primer viaje de Simón a España, el cual acompañaría a Manuel Mallo a la Corte. Él era el amante de la reina Maria Luisa en ese entonces y por eso, el joven Bolívar pudo conocer al Príncipe de Asturias. ♡ . 💞੭
𓄹 Quizás no empezaron con buen pie, pero, seguro que se llegaron a ser amigos. Tengo un headcanon al respecto ☝🏻:
❝ Cuando Simón golpea a Fernando accidentalmente con el volante, el Príncipe se enfada y abandona el juego, sintiéndose humillado pero también molesto por el dolor del golpe y no tarda en romper a llorar.
El joven criollo, movido por Mallo y muy a regañadientes, se disculpa con el heredero y cuando este está curando su herida, se acerca para darle un "besito de rana" pero el Borbón mueve su cabecita y ambos se besan sin desearlo.
Por la noche, mientras el caraqueño descansaba en su habitación, el Príncipe de Asturias lo interrumpe cuidadosamente. Mientras ambos se sientan al borde de la cama, Fernando le pide al americano con timidez si puede volver a besar sus labios pues le gustó cómo se sintió antes. Bolívar no duda y vuelve a besar a su amigo pero esta vez con mucho más esmero, marcando el inicio de su inocente relación. ❜❜ ♡ . 💞੭
𓄹 ¡Espero que os gusten los dibujitos! ♡ . 💞੭
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kaos-literario · 2 months ago
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No puedo volver a sentir culpa.
No, no puedo sentirme culpable por amar de forma incontrolable, por mirar unos ojos marrones y sentirme hechizada, no puedo seguir extendiendo un duelo de amor que no funciono.
No puedo quedarme en el pasado admirando tu imagen, pensando en las cosas que hice mal porque simplemente tú… tú no quisiste quedarte y no puedo detener mi vida para seguirte llorando, para sufrir una ausencia constante, no me merezco hacerme esto. Y no quiero, no quiero sentirme culpable nunca más por amar a las personas que me tocaron el alma, por besar tanto, por tener los labios agrietados de la soledad y permitir que poco a poco mi alma se convierta en algo inexistente.
No quiero, no.
No quiero sentirme así nunca más, no puedo sentir culpa por tu ausencia, no puedo sentir culpa por enamorarme de alguien más y luego besar otros labios, no puedo volver a sentir culpa por ningún sentimiento que nazca de mí, porque todo lo que nace de mi interior; es amor— un amor bonito que no supiste abrazar.
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torbellino1 · 7 months ago
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𝕹𝖚𝖇𝖊𝖘 𝖉𝖊 𝖌𝖗𝖆𝖋𝖎𝖙𝖔
Domando cometas, entre asteroides y planetas
noches violentas, derramo tinta como un poeta
entre rimas y líneas, bajo la tormenta
Tus ojos un laberinto sin descifrar, lunares de tu cara que no
puedo olvidar, eres la musa bipolar que uso para dibujar,
mil papiros de como tus labios solía besar, tu alma acariciar,
tu cuerpo desnudar y escuchar en tus abrazos con gemidos
que siempre me ibas amar, pero el tiempo sabe,
cuanto dura el amor en una eternidad, lo que tienes debes de
cuidar o todo se pierde, somos dementes, alucinando diferentes
realidades, en mi mente fuimos un par de amantes coleccionando
sensaciones, caminando por constelaciones, sin importar las
direcciones y en tu mente era el títere que usabas para divertirte,
en tus mentiras no vuelvo a sumergirme, me buscas pa´ volver,
así es como vives, no te gusta perder, lo que das recibes,
los besos del anochecer son cosa del ayer,no me volverás a ver,
en mi nube de grifito cual ave me iré al amanecer,
no me culpes mujer, tu fuiste quien echo todo a perder
Domando cometas, entre asteroides y planetas
noches violentas, derramo tinta como un poeta
entre rimas y líneas, bajo la tormenta
Síntomas de toxicómano, algo cotidiano, salgo de mi cuerpo a
diario pa´ despejar pensamientos de grafómano, sentado en mi
nube de grito escribo en mi diario, como por el espacio sideral voy
volando, estrellas coleccionando a diario, diablas que mienten
haberme amado, ángeles que mis labios han quemado,
del tiempo escapando, mientras que con la muerte converso,
lo inverso del universo y el peso de cada uno de mis versos,
soy su reo que redacta cruda poesía de cada oscuro suceso,
esclavo de los sentimientos inmersos en cada uno de los
demonios de mis excesos, pienso, será el mejor proceso
para sacar de mi esta catarsis con propósito perverso,
soy de color gris entre estas nubes de grafito,
en su corriente me elevo hasta que con ellas me desvanezco
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22fenit · 2 months ago
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Y ya no te puedo escuchar más
Ya no puedo llegar a casa y correr a tu habitación para abrazarte y saber cómo estas
Ya no puedo volver a peinarte
Ya no puedo seguir aprendiendo a cocinar y saber los secretos del sabor hogareño
Ya no puedo tocar tus manos
Ya no puedo besar tu frente
Ya no puedo decirte "te quiero" en un susurro al dejarte en cama para que duermas tranquila
Ya no puedo volver a ver tu rostro.
Ya no puedo mamita
Ya no puedo ocultar que estoy bien si ya no estas
Me haces tanta falta
Aún estas en mis sueños y solo quiero saber que necesitas porque quiero darte todo lo que me pidas.
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tintineo-de-sol · 6 months ago
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tengo miedo de lo que viene. del futuro que viene
Voy a romperme una vez más. Cuánta luz nueva puede entrar? Me va a habitar o va a escapar? me voy a permitir fallar. Voy a besar a quien yo quiera y me quiera. Voy a rasparme las rodillas, dejaré que me miren a los ojos y me rompan. Por favor rompeme. Quiero llorar. Quiero sembrar una camelia en tu pecho. Dame veranos y rasguña cuando la luz te queme los ojos, gritaAaaa. Cuida la ternura, constrúyele una casa. Cuida el amor. Constrúyele una casa. Quémalo todo. Quema nuestra casa. Vuelve a empezar. Vuelve a nacer. Las flores volverán a crecer en tu pecho. llénalas de besos.
mi corazón puede volver a nacer.
Mi corazón va a estallAaar.
corazón de volcán. Corazón de nube.
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aveces me cuesta creerme sus palabras de amor,su calor,será verdad que este rostro es el que ama? que mi cuerpo,es el que lo mantiene despierto con fantasia? Y mi boca..mi boca lo descontrola?
su afecto cala dentro en mi,en lo que soy,disocio cuando me habla sobre mi exterior,no puedo lograr verme como sus ojos me ven, pero esta bien, tal vez si soy hermosa, y querida, y bella,si puedo volver a ser querida, y siempre e sido bella? bella para quien? querida por quien?
querida por quienes me quieren y besan y adoran,puedo decir que soy adorada,y querida, y hoy alguien duerme pensándome , y queriéndome,como ese cariño latente,sin temor,sin dolor
hoy por hoy,puedo sentirme segura con alguien y eso es tan bello,segura por que lo demuestra con creces,su amor,lo que siempre soñé,por azar lo encontré,mi corazón se retuerce de solo pensarle,y pensar en su boca y sus manos,sus tatuajes que me deja contar con mis dedos, y besar con mis labios
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relatosparacompartir · 10 months ago
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Noches de campamentos
Todo empezó cuando me fui a quedar unos días a la casa de mi pareja, que era de región (Yo soy de Santiago) y bueno era verano en plena época de vacaciones por lo que el calor era bastante insoportable. Uno de esos días la familia de mi polola la llaman invitándola a un lugar pre cordillera de una región del sur de Chile, obviamente ella acepta y yo le digo que sí también ya que nunca había ido a acampar. Fuimos a una tienda X y compramos una carpa para la ocasión.
Llegó el día y fuimos a acampar, cuando empezamos a descargar las cosas me percaté de todo el alcohol que llevó la familia de mi ex, muchas latas de cervezas y 3 'chimbombos' de vino (Capacidad de 5 litros puede ser?) y bueno yo no tomaba vino así que estaba feliz con la cerveza, nos cambiamos para irnos a bañar al río, más helada que la mierda el agua pero rica después de mucho rato. En fin, se nos hizo corto el día y llegó la noche, los niños se habían ido a acostar y los abuelos de mi ex también, quedamos sus tíos/as y nosotros, tomamos como condenados hasta que se acabó la cerveza y sólo quedaba vino, me negué a tomar por la sencilla razón de que no me gustaba, pero mi pareja mi insistió y terminé cediendo. Los dos terminamos muy ebrios y teníamos que saber llegar a la carpa que la habíamos dejado un poco alejadas del resto (Menos mal teníamos un colchón inflable en el lugar) llegamos como pudimos y ya me estaba bajando la calentura…
Me acosté, sacándome la ropa, quedando solo en bóxer y ella acostándose al lado mío con pijama, la empecé a besar colocando mis manos en su cuerpo, partí por la espalda hasta llega a su culo, se lo agarraba y apretaba más fuerte mientras nos besábamos, mi pene estaba duro ya, sólo por el hecho de estar en el aire libre a medias y estar rodeado de otras personas, el morbo que tenía era bastante.
Escuchaba como gemía cuando le apretaba bien fuerte y la apegaba a mí, llegó el punto en que empecé a besar su cuello y bajé a sus pechos, donde se terminó sacando la parte de arriba quedando solo en calzones. Apegué mi pene (en bóxer aún) a su vagina (en calzones) y lo frotaba solo para calentarla más, me comía sus pezones clarito que tenía y los mordía mientras apretaba más su culo con mi mano y apegaba su vagina a mi pene.
Estaba tan caliente que decidí subirme arriba de ella y (aparte de seguir frotando mi pene con su vagina) empecé a recorrer su cuerpo desde su cuello hacía abajo de manera lenta y brusca, le fui dando besos, llegado al entrepecho le empecé a dejar marcas, fui bajando más lento pasando por su vientre y llegando a su entrepierna donde le saqué los calzones rosados que tenía y me empecé a comer su vagina, pasaba mi lengua por todo el contorno de ella sin tocar el clítoris, quizás rozándolo, pero no tocándolo con mi lengua explícitamente, sentía que estaba muy mojada y por dios que me encantaban sus fluidos al nivel de que le metía mi lengua por su vagina solo para tragármelos. Seguí chupándolo por un buen rato y ella estaba gimiendo, no tan fuerte obviamente, aguantando por el entorno... esto último hacía que me calentara más y más, todo mejoro cuando le empecé a comer su clítoris, la empecé a dedear al mismo tiempo que se la chupaba, levantando mis dedos y ella solo atinaba a taparse la boca con las dos manos.
Estuvimos un buen rato así hasta que le dije que se pusiera en cuatro, en ese momento quería hacerle una anal, por lo caliente y duro que estaba, por lo que intenté meterla y no pude porque estaba muy apretada, puse saliva y un poco de su fluido en mis dedos masajeando su ano y no pasó nada al volver a intentar meterlo, por lo que decidí a hacer algo que nunca había hecho antes en mi vida sexual, que fue hacerle el famoso beso negro o sexo oral anal, cuando le pasé mi lengua sentí un gemido distinto a los otros, era más profundo quizás, le abrí los cachetes del culo y empecé a pasar mi lengua (de manera improvisada por la nula experiencia) hasta el punto que le metía la lengua y uff ese sabor distinto que tenía era hermoso, estaba más excitado que nunca y ella también, le empecé meter dos dedos y entraba fácilmente, por lo que decidí meter mi pene y entro todo sin problemas, se lo empecé a sacar y meter de manera rápida mientras tomaba su cintura (de manera incomoda por cierto por la carpa) le daba nalgueadas, lo suficientemente fuerte para que le doliera y no se escuchara tanto, le tiraba el pelo y rajuñaba la espalda, escuchaba sus gemidos y escuchaba como mi pene entraba en su ano de manera fácil, incluso se escuchaba como si fuera su vagina por lo mojada que estaba, fue una sensación única en el momento, no cambiamos de posición, seguimos así un buen rato hasta que me quería ir y obviamente deposité todo mi semen dentro de su ano sin antes ella soltar un gemido al sentir mi semen en su culo.
Descansamos un rato y yo seguía duro, así que le dije que se subiera, me empezó a montar y puta que lo hacía bien, se movía muy rico y al estar arriba me daba la posibilidad de apretar sus pechos, le daba nalgadas y apretaba su culo, de igual forma masajeaba su ano que ya estaba húmedo pero sin meterle un dedo, le encantaba esa sensación y cabalgaba más rápido, le dije que cambiáramos de posición de patitas al hombro y empezamos de nuevo, ella era bien elástica en ese sentido por lo que podía estar metiéndosela, mientras tenía sus piernas en mi hombro y le comía la boca, el cuello o sus pechos, seguíamos ambos muy excitado por lo que otra vez me dieron ganas de acabar y le dije, obviamente no quería acabar en su vagina así que le dije que se lo tragara, ni tan desobediente me dijo que si, así que me recosté y ella de inmediato me la empezó a chupar hasta tragarse la leche que me quedaba. Volvimos a recostarnos y aún ebrios le dije que estuvo todo rico al mismo tiempo que tomaba sus pechos.
Decidimos terminar ahí y dormir porque al otro día había que levantarse temprano, desconozco el tiempo que estuvimos haciendo todo, pero fue un tiro largo.
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norxaki · 7 months ago
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Miércoles, 26 de junio de 2024
9:09 A.M.
Tormentos
El susurro constante de la muerte regresó, apuntando su navaja a mi garganta mientras besa mi cuello. Creo que subí demasiado y volvió por mí, quizás volé muy cerca del sol.
Estoy cansado y trato de ser optimista, quiero tener fe en aquellas palabras que no dejé de repetir una y otra vez para poder sentirme fuerte una vez más.
Mis sueños, que solían ser el lugar de mi paz, se convirtieron en la cuna de mis tormentos, recordándome todo aquello que perdí y todo aquello que extraño. Haciendo volver a mi memoria tantas cosas que creí haber soltado con el único fin de tomar mi corazón y hacerlo añicos. Mis manos están heladas y casi inmóviles, así como mi alma, que lentamente busca ser apagada, nuevamente me siento hundirme en el vacío de las pérdidas, escuchando voces que ya no están, aquel amor que nunca voy a volver a sentir.
Quiero besar mi piel con hierro una vez más, quiero teñir mis sábanas por completo de rojo y sentir que soy libre. Anhelo viajar a dónde se encuentra la muerte y hallar vida en su regaso.
Quiero entregarle mi sangre y sentir que soy suficiente.
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deepinsideyourbeing · 3 months ago
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Como mujer que mide 1.50 necesito un super soft smut con enzo donde sea muy fácil para el manejarla durante el sexo, ejemplo yo tengo tetas promedio para mi cuerpo y YO SE que se verían chiquitas en las manos de el 🥺 (si podes hacer que el sea muy verbal seria hermoso)
TE AMO LU ❤️
Kinktober, Día 1: Size Kink
Enzo recorre la casa descalzo, vestido únicamente con el pantalón que utiliza para dormir, buscándote luego de descubrir tu lugar en la cama vacío. Las luces están aún apagadas, pero no las necesita; ya conoce cada rincón de su hogar y también puede guiarse por los sonidos provenientes de la cocina.
El calor de sus manos en tus hombros y un beso en tu cabello son un silencioso “buenos días”. Besa también tu mejilla y luego rodea tu pecho con sus brazos -su torso desnudo irradiando calor- para desaparecer cualquier centímetro de distancia entre su cuerpo y el tuyo, ignorándote cuando te quejás porque descansa todo su peso en vos.
-¿Qué hacés despierta tan temprano?- pregunta con voz ronca luego de bostezar.
-Quería prepararte el desayuno.
Sonríe contra tu mejilla.
-Te ayudo.
-Puedo sola- insistís-, podés volver a…
La sensación de su erección contra tu espalda provoca que un placentero escalofrío te recorra. Enzo ríe, más que consciente de lo que desencadenó con ese simple roce, empujándote contra el mármol sin pensarlo y tomando tu cintura entre sus manos.
-¿Qué dijiste?
Concentrarte es difícil cuando sus dedos comienzan a ejercer presión, masajeándote sobre la camisa de tu pijama, pero se vuelve imposible una vez que sentís el palpitar de su miembro. Decide utilizar la oportunidad -la forma en que te rendís contra él, dejándote hacer- para cubrirte con su cuerpo, inclinándose para poder besar tu cuello y capturando entre sus manos todo lo que puede tomar.
Cuando dejás caer tu cabeza sobre su pecho una de sus manos se desliza hacia tu centro, colándose por debajo de tu ropa interior, mientras la otra juega con tu pecho izquierdo. Sus dedos recorren tus pliegues cada vez más húmedos y cuando rozan tu clítoris gemís con fuerza, completamente perdida en el calor de sus manos, sus besos y la forma en que embiste contra tu espalda.
-Mirá cómo estás...- susurra contra tu piel. Deja de tocarte para colocar su mano frente a tu rostro, enseñándote el brillo de tu excitación y los hilos que esta forma cuando separa sus dedos; desabotona tu camisa, exponiendo tus pechos que suben y bajan con tu respiración ya agitada, sólo para poder manchar tu piel con tu humedad y pellizcar tus pezones.
Intentás evitar el contacto, pero es en vano. Enzo es más fuerte.
-Duele.
-¿Sí? ¿Te duele?- pregunta en tono burlón. Un patético sollozo deja tus labios y él decide tener compasión, regalándote otro beso y cubriendo tus pechos (cree que están hinchados y se pregunta en qué momento de tu ciclo estás) con sus manos para brindarte un poco de calor-. Me encantan tus tetitas, ¿sabías? Me encantás.
Te obliga a voltear y te sujeta por las axilas para levantarte, sin tener que hacer mucho esfuerzo, sentándote sobre el mármol frío y posicionándose entre tus piernas rápidamente. Observás las venas que decoran sus brazos, el tamaño de sus manos y sus dedos sobre tus muslos, el contorno de su erección y su glande brillante, preso entre la cintura del pantalón y su estómago.
Cuando separás aún más las piernas, en una especie de invitación que no necesita, libera rápidamente su miembro y tira de tu ropa interior hasta rasgar el algodón. Jadeás, sorprendida y tan excitada como para olvidar indignarte por el acto, desesperada por sentirlo en tu interior.
-No- advierte cuando lo tomás entre tus manos, masturbándolo lentamente y bañando su extensión con la humedad que brota de su punta. Está igual o más desesperado, extrañando y necesitando tu cuerpo desde que despertó, pero sabe que necesitás preparación-. Todavía no.
-Enzo...
-Después vas a llorar porque te duele- explica con una mezcla de preocupación y arrogancia. Besa tu mejilla y cuando vuelve a hablar su voz es más dulce-. Dejame cuidarte, ¿sí?
Lleva sus dedos desde tu entrada goteante hasta tu clítoris y viceversa, empapando tus pliegues con tu excitación y emitiendo un grave sonido de aprobación cada vez que dejás escapar un gemido. Introduce sólo su dedo medio y tus paredes cálidas parecen succionarlo, exigiéndole más, pero su ritmo permanece igual.
-Estás muy apretada- dice cuando encuentra tu mirada. Tus pupilas están dilatadas y una lágrima amenaza con derramarse cuando un segundo dedo tantea tu entrada-. ¿Cómo te la voy a meter, eh?
Respirás de manera temblorosa. Humedecés tus labios. Pensás.
-Más.
-¿Querés más?- asentís frenéticamente-. ¿Más qué?
Intentás contestar pero, en lugar de palabras, de tus labios escapa un sonido mitad grito-mitad gemido, débil y quebradizo, ya que en ese preciso momento introduce otro dedo. Mordés tus nudillos, recordando que los vecinos podrían escucharlos y quejarse, pero Enzo retira tu mano mientras te observa con una intensidad desbordadora.
Todavía no estás lista, grita la voz cuerda y sensata en su mente, pero él no puede esperar más. Retira sus dedos lentamente y se los lleva a la boca para probar tu esencia, complacido por la forma en que llorás ante su gesto; con una mano te desliza sobre el mármol hasta que estás peligrosamente cerca del borde, completamente a su merced.
-¿Querés que te la meta?
-Sí- contestás y él arquea una ceja, expectante-. Sí, por favor, Enzo.
Contemplan juntos la imagen entre tus piernas: el tamaño de su miembro comparado con tu pequeña entrada, el contraste entre su mano y la tuya -tus dedos separando tus pliegues para poder ver más y mejor-, la forma en que su otra mano te sujeta firmemente por el muslo. El panorama te hace gemir de desesperación.
Cuando por fin comienza a penetrarte mordés tu labio en un intento de reprimir cualquier sonido de dolor, pero él te conoce mejor que nadie y sabe de memoria todas tus tácticas. Mueve su cadera lentamente, con estocadas casi milimétricas, permitiéndote acostumbrarte a la intrusión.
Sólo lleva unos centímetros, mucho menos de la mitad, cuando tus músculos comienzan a contraerse por tu orgasmo. La expresión de placer en tu rostro es un poema que contiene vergüenza y timidez, pero Enzo te sonríe para consolarte -una sonrisa de puro orgullo, comprendés- y comienza a jugar con tu clítoris para hacerte delirar.
-Qué linda que sos- dice entre jadeos mientras los espamos aún sacuden tu cuerpo. Besa tus labios fugazmente-. ¿Querés que te lleve a la cama...?
- @madame-fear @chiquititamia @creative-heart @llorented @recaltiente @delusionalgirlplace ♡
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neuroconflictos · 1 year ago
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El miedo a perder.
Me enamoré de vos aunque no quería, enamorarme. Y no era que le tuviera miedo a perderme en vos, sino que dentro de mí, lo sabía… Sabía que si me enamoraba de vos, no habría un día más en el que no anhelara besar tus labios. Que si acaso me atrevía a enamorarme de vos, mi mente no volvería a ser mía, sino nuestra. No, no quería enamorarme de vos, porque siendo honesta, le tenía miedo a volver a sentir por alguien eso por lo que se cruzan montañas, cielos y mares. ¿Cómo no haberlo hecho? Si bastaba mirarte para descubrir que entre tu boca y la mía se guardaba un secreto que solo podía escucharse en el silencio de tus labios. Pero por mucho que intentara no caer en tus encantos, no tarde en descubrirme peregrina de una fe que había perdido. Pronto descubrí que junto con la valentía que vino al perderme en tus ojos, también llegó el temor de todos los bienaventurados, victoriosos y dichosos, pues un día, sin previo aviso, ya no tuve miedo a enamorarme de vos, sino a perder(te)
Cherryofsaturn
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black-beauty-poetry · 1 year ago
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Encontrar una nueva pareja será fácil, lo que me será difícil será encontrar a alguien como tú, ¿podré conocer la perfección una segunda vez?
Eres incomparable.
Eres la musa que el arte carece para ser digno de contemplarse. Eres el verso que le falta a los poemas para que el poeta vuelva a inspirarse.
Y si te olvido completamente, ¿cómo podré avanzar con mi vida?
Podría superarte y volver a sonreír, pero ya no se viviría la misma felicidad.
Podría conocer nuevas mujeres, pero mis pensamientos no te dejarían ir.
Podría mirar otros ojos, más hermosos, más claros, como si el cielo habitara en ellos, pero ninguno me dejaría hipnotizado.
En ninguna otra hallaría un paraíso en el cual refugiarme.
Podría pasar noches ardientes con alguien más, pero las llamas no lograrían reducirme a cenizas.
Y podría besar otros labios, pero me sabrían amargos. O abrir mi corazón, pero no me enamoraría con sinceridad.
Tu sol es el único capaz de escampar la lluvia de mi alma. Tus veranos son los únicos capaces de calentar mis inviernos.
Dime, ¿cómo podré vivir con una verdadera sonrisa otra vez, cuando el mejor episodio de mi vida lo viví solamente contigo?
¿Cómo podré sobrevivir a las aguas turbulentas si a tu lado todos los océanos permanecían en calma?
No podría borrarte de mi corazón ni aunque lo anhelara, ni aunque debiera, ni aunque haciéndolo dejaría de sufrir este dolor de amarte.
Debería madurar y desearte lo mejor, debería dejar de ser egoísta y llenarme de alegría por la nueva relación que llegues a formar, pero no puedo evitar pensar que quizás con nadie más conoceré la felicidad como lo hice cuando estabas a mi lado.
No puedo dejar de seguir esperándote en la puerta para que me lleves contigo y nos escapemos hacia el fin del mundo, sin cometer los mismos errores.
Por mi bien, lo dejaré todo en manos del tiempo, para que me sane a base de desilusiones.
-Dark prince
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mikaelao28 · 6 months ago
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El sabor del rojo
Capítulo 4
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Las noches no tenían importancia tan pronto cerraba sus ojos y cuando el cansancio entumecía su cuerpo al dormir, pero ahora le era difícil diferenciar la realidad de otro sueño más. Sus ojos se entornan en la oscuridad de su habitación como si viera a través de unos ojos de pez que lo marean, pero es incapaz de mover su cuerpo más allá de la naturalidad con la que sus pulmones se hinchan de aire o el sonido de su exhalación al salir de su boca. No puede mover ni sus piernas ni sus brazos, como si estuviera atado a la cama bajo toneladas de peso que lo mantienen despierto, y un sudor frío recorre sus sienes hasta mojar la almohada. Tras años sumido en una especie de inconsciencia que le impedía soñar o siquiera sufrir de pesadillas, algo lo había devuelto a la realidad y la tortura que noche tras noche no lo dejaría dormir. Los recuerdos una vez más correteaban por la habitación con el sonido de un par de pies pequeños y mojados sobre las baldosas, pero él al no poder ver nada más que el techo del dormitorio permaneció escuchando como las pisadas iban de un extremo a otro, rodeando la cama hasta que se detenían a su lado. Como una presencia nacía del propio infierno de sus memorias, un aroma particular bombardea sus fosas nasales; lavanda, miel y sangre, en especial la sangre, ese olor que era capaz de dejar un sabor metálico en la lengua y un nudo en la garganta. ¿Era ella? La que atormentaba su vida con arrepentimientos, odio y culpa. La misma que desde hacía décadas no escuchaba hablar y que aún así la melodía de su voz permanecía nítida en la mente del dragón. Él lo sabía por el olor, por esa risueña risa en medio de la oscuridad y porque no había nadie más que pudiera causar tantos estragos en su corazón como la pequeña niña que en su tiempo le alumbró la vida.
“¿Papá?”. Una voz infantil resonó en la noche, y la sintió tan cerca a él y a la vez tan lejana, como un espectro murmurando sobre su oído.
A Miguel no le faltaron deseos por levantarse de la cama, pero la presión de un peso invisible lo hundía con fuerza en el colchón. Logró apretar sus manos hasta que sus garras se enterraron en su carne, pero ni siquiera el dolor lo hizo despertar de su parálisis.
“¿Por qué me olvidaste?”. Con solo escuchar esa voz infantil podía imaginar a la pequeña niña que ansiaba volver a tomar entre sus brazos. Recordaba la dulce e inocente mirada sonriente de su pequeña hija. “¿No me amabas lo suficiente?”. El ceño de Miguel se frunció cuando escuchó otra de esas preguntas acusadoras que lo afectan como dagas en su pecho, un dolor mayor que cualquiera otro.
Las palabras se hunden en su consciencia y reviven cada instante de ese doloroso pasado. Él quería levantarse y besar las mejillas canelas de su preciada Gabriela, repetirle cada segundo cuando la amaba, darse cuenta que todos esos años habían sido una tortuosa pesadilla y que nunca la había perdido. Sin embargo, había una razón por la cual todo ese tiempo no había pensado en ella, no porque la haya olvidado, sino porque el dolor de su ausencia había sido una carga demasiado pesada como para querer vivir con ella día tras día.
En su vida pocas cosas habían sido importantes para él y nada más que el ferviente anhelo por hacer pagar a los humanos había sido el único motivo de su existencia, un motivo que también había movido a su padre y al padre de su padre. Realmente pocas cosas daban sentido a su vida más allá de cumplir aquel propósito que desde antes de nacer se le había designado, pero consiguió motivaciones que brotaban desde lo más profundo del corazón ante los estímulos de un mundo tan amplio y complejo aunque él no lo hubiera deseado ni mucho menos su padre Tyler, aún así todo eso era el ciclo natural de las cosas ¿no? Emprender un viaje consigo mismo hasta descubrir nuevas cosas, nuevos amores, pasiones y esperanzas, conocerlas cada día, hora y segundo y adorarlas porque su vida dependía de ello, y luego perderlas. Se había enamorado, tuvo una hermosa hija, creyó en el futuro teniendo una familia y, de un día a otro, simplemente lo perdió todo ¿No es acaso la naturaleza de vivir? Sentirse abrumado por la maldad y el despropósito hasta simplemente tomar una vez más el motivo que se le dió al nacer como si fuera lo único en su existencia. Aceptar que la muerte viene y va, que la vida se da y se quita. Sí, por un tiempo se sintió capaz de ser algo más de lo que su padre le había enseñado era lo único que podía y se le permitía ser, se sintió digno de portar un corazón antes de comprender la gran carga que significaba tener uno. La terrible carga de un corazón que terminó por sumirlo en un sueño profundo hasta devolverlo a la marioneta que estaba destinado a ser; un hombre solitario o tal vez una simple arma.
“¿Por qué me dejaste sola? Si tan sólo hubieras estado para mi cuando te necesité”. La voz de su hija repetía una y otra vez esas palabras tan difíciles, tornándose de leves susurros a alaridos desesperados, quejidos de dolor y súplicas entre sollozos. “¡¿Por qué, papá?!”. En ese momento, a pesar de no poder moverse, pudo sentir la humedad entre sus dedos que se tornaba espesa hasta secarse sobre su piel y entre sus garras. Era la misma sensación de la sangre cuando una irremediable herida la destinó a una lenta muerte.
Un último grito lo despertó. Miguel se levantó agitado de la cama, totalmente empapado de sudor, con una terrible jaqueca y un mareo que parecía no querer dejarlo salir de la cama. Él se quedó observando a la nada, pues estaba inmerso en los recuerdos que llegaban sin parar a su mente; el sol en su ocaso, el aroma a cesped, el peso de su hija entre sus brazos y la sangre que no dejaba de brotar. Apretó el puño sobre su pecho, casi para desgarrar con sus garras su propia carne y trató de recuperar el aliento, pero en ese momento sus pulmones ardían como si el fuego del infierno ardiera dentro. En medio de su ataque, sintió la firmeza del ámbar que colgaba de su cuello, una piedra invaluable que parecía latir tal cual un corazón, al sentirla finalmente se sintió algo aliviado. Se sintió nuevamente acompañado.
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Dos días habían pasado y, tal como lo había prometido Miguel, era el día en que liberaría a sus prisioneros humanos. Algo que sin duda te daba algo de esperanza era que después de todo aún quedaba algo por salvar. Imaginaste las familias de los soldados que permanecían vivos y empezaste a considerar tu compromiso como algo beneficioso a pesar de que en lo personal lo odiabas. Por supuesto que todos esos días estuviste sumamente preocupada, pues el guardia principal de tu padre, Jeff Morales, había reportado la desaparición de su hijo el cual era tu escudero y más querido discípulo. Recordabas bien que le habías advertido a Miles no involucrarse en la lucha directamente, pues lo querías lejos de ese peligro y por eso le pediste que se encargara de cuidar a los civiles y apagar cualquier incendio durante el asedio, pero no era de extrañar que aquel adolecente buscara siempre alguna manera de acompañarte o de causar algún problema por equivocación, incluso en los momentos más inoportunos. Lo que más te aterraba era la posibilidad de que estuviera muerto, algo que sin duda sería una carga por el resto de tu vida, pero cualquier incertidumbre y preocupación quedó aliviada cuando su nombre estuvo dentro de la lista de prisioneros que Miguel te había dado el día anterior. Luego de la liberación tú misma te encargarías de reprenderlo.
Caminabas entre las atestadas carpas del campamento igniciano imaginando en donde tendrían a sus soldados, pero por andar tan sumida en tu curiosidad terminaste a la orilla del río, en donde cerca de veinte soldados trabajaban con los cuerpos de sus hermanos caídos, desvistiendolos para luego limpiar todo rastro de sangre y tierra de sus rostros. Te quedaste observando, no por morbo por supuesto, pero sin duda ver cómo cada uno de ellos trabajaba tan delicadamente en los cuerpos te daba cierta sensación de misticismo que logró darte más que inquietudes, pero no parecía algo malo en absoluto, en realidad te sorprendía que ellos mismos lo hicieran y en aquel lugar siendo que estaban tan lejos de su hogar.
En medio de ese proceso viste como se llevaban a algunos de los cadáveres ya limpios al interior de una carpa, de donde cada cierto tiempo era iluminada con destellos ambarinos. Te quisiste acercar para averiguar más, pero entonces una mano te detuvo por el hombro y te volteaste de inmediato. Un hombre de un rostro alargado y cabello castaño te había sacado de tus pensamientos, pero no era un hombre humano; su cabeza era coronada por un par de cuernos mucho más ondulados que los de Miguel y que terminaban detrás de su cabeza, y de una amable sonrisa se vislumbraban unos afilados colmillos.
“Miguel me advirtió de su visita, princesa”, comentó el hombre dando una leve inclinación mientras trataba de alejarla de aquella carpa al plantarse entre tú y la entrada, detalle que no pasó desapercibido para ti. Eso sin duda te inquietó más, pero nada de eso te daba mala espina así que lo ignoraste por el momento. “Soy Peter B. Parker. La mano derecha del rey”, se presentó y te extendió su mano en búsqueda de la tuya como respuesta. “Ahora mismo Miguel no puede estar presente al momento de liberar a los prisioneros, por eso mismo seré yo quien la acompañe. Sígame”. Peter se dió la vuelta para guiarte hasta el otro extremo del campamento.
“¿A qué se debe su ausencia?”, preguntaste mirando por un momento la carpa que se iluminaba una vez más y luego fuiste tras de Peter. “Últimamente estuvo encima mío sin necesidad alguna y cuando hay un asunto importante que tratar simplemente se esfuma”:
“Le suplico que lo disculpe, princesa. Él está ocupado con algunos preparativos para los ritos funerarios cuando volvamos a Ignis en un par de días… y también… trata asuntos personales”.
La manera en la que Peter había dicho aquello obviamente te había dejado con más curiosidad, como si lo hubiera hecho adrede para que preguntaras más al respecto. Enarcáste una ceja sin saber si debías mencionar a que se debían esos asuntos personales o simplemente ignorar la tentativa que el dragón había dejado en medio de la conversación.
“¿Se puede saber qué tipo de asuntos personales?”. Probablemente no te incumbía, pero él ya sabía demasiado de ti mientras él seguía siendo un misterio. Pasaron al lado de unos jóvenes dragones que bebían algún tipo de sidra y que saludaron amistosamente a Peter ofreciéndole una copa que él negó luego de pensarlo un rato.
“Por mucho tiempo estuvo en un sueño de muerte”, dijo Peter, quien se inclinó cerca de ti para responder a tu oído, algo que te llenó de sospecha. Frenó a la entrada de una inmensa carpa de un intenso tono rojo y un emblema dorado impreso en la tela y en los estandartes que bordeaban la entrada; el emblema de los ignicianos con la imagen de un dragón rugiendo en su verdadera forma. “No es una muerte tal como ustedes los humanos la conciben, pero para nosotros los dragones es como una muerte espiritual. Deja de ser él mismo para ser un simple cuerpo en movimiento; no siente, no duda”.
Algo te decía que todo eso era demasiado importante para que te lo mencionara tan fácilmente, pero a fin de cuentas se suponía que Miguel y tú se iban a casar, no había forma que usaras esa información para mal ¿o si? Seguiste preguntando. “¿Por que le temen a ese… ́sueño ́? Así como suena parece un soldado ideal”. No era mentira. ¿Acaso un soldado que no siente ni duda no se convertiría en la más brutal arma en medio de una guerra? Si Miguel de verdad hubiera sido así, ¿por qué había tenido piedad de ella y de todos los civiles de los que te enteraste tiempo después?
Peter pareció haber leído tu expresión y de inmediato te respondió: “Puede que él no estuviera en un estado completo y por eso mismo se ha despertado. Miguel siempre fue muy distinto al anterior rey… él es piadoso. Y en cuanto a su pregunta… El cuerpo es momentáneo, pero nuestros espíritus son lo que prevalece de nosotros… nuestras almas. Un sueño de muerte es como quebrantar nuestras almas y corromperlas”. Más allá de ser simples palabras, lo que Peter contaba era como escuchar la mística experiencia que un humano sería incapaz de experimentar a simple vista. ¿Cómo entender el temor de criaturas tan antiguas y percibir el mundo de la misma manera que ellos? Tal vez con Miguel tenías la oportunidad de experimentarlo. “Se pierde el rumbo y con eso el sentido de sí mismo. No dudan… No sienten… Dejan de ser ellos mismos; sus anhelos, sus miedos. Y si se corrompe el alma, el cuerpo también”, terminó de explicar.
Creíste entender a lo que él se refería, pero sentías que había mucho más detrás de aquello. “¿Y eso es lo que lo ha mantenido ocupado hoy?”, preguntaste con un tono un poco más alto mientras te separabas. Querías hacer más preguntas, pero se las harías a Miguel más adelante.
“Si. Desde que despertó ha sufrido de pesadillas nocturnas que no lo dejan descansar adecuadamente. Lo que lo atormenta… tal vez no deba ser yo quien lo diga”. Dicho aquello, Peter dió unos pasos adelante y abrió la tienda de campaña para que tú entraras. “Pero siendo usted su prometida y también la una Grandwind, Miguel deberá decirle la verdad”.
¿La verdad?, pensaste confundida. ¿Acaso hay algo que te ocultan? ¿Quién? Supusiste que tu padre ante la mención de tu apellido, pero no creías tener la certeza. Ibas a preguntarle sobre eso, pero entonces una voz juvenil te sacó de tus pensamientos:
“¡T/N!”, Miles Morales exclamó con alivió desde el interior de la tienda, llamando la atención de todos los guardias que custodiaban la misma al igual que el resto de soldados que estaban como prisioneros. El chico moreno no dudó en levantarse y dirigirse hacia ti, los guardias reaccionaron tratando de frenarlo pero Peter les hizo una seña para que no lo hicieran. “Me alegra saber que se encuentra bien”. Miles llegó hasta ti y de inmediato te abrazó. Llevabas tanto tiempo entrenando a tu escudero que se habían vuelto tan cercanos como si fueran hermanos.
“Eso digo yo. Creí haber dejado claro que no quería que salieras de las murallas”. Estabas enojada con él, pero eso no te impidió abrazarlo. “Espero tengas una buena excusa”.
Luego de un rato más abrazandolo, se separaron y te dirigiste al resto de tus soldados con un aire más serio pero sin dejar de mostrarte aliviada por verlos nuevamente. Ya no desconfiabas tanto en Miguel, pero preferiste verificar que cada uno de los nombres en tu lista estuviera en esa carpa y luego de eso los llevaste de regreso a Kaliz junto con sus familias. Tu quedaste con aún más dudas. ¿Cuál era esa verdad a la que Peter se refería y que se te ocultaba? ¿Qué hacían con los cuerpos de los dragones muertos? ¿Qué le sucedía a Miguel?
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softaikiria · 1 year ago
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Querido Nadie:
¿Y si me quedo en casa hoy y no salgo a pasear? No quiero un día de monotonía más, además, allá en donde porto mis actividades cansinas para ganar un dineral, no hay más que un caos esperándome. ¿Y si mejor me quedo en cama esta mañana y me hago uno con el colchón para morirme acá en la espera de algo mejor?
Preste mi cuerpo a un hombre adulto que uso de él como si fuese un objeto sin alma y sentimientos. Preste mi cuerpo, no se me movió un pelo de emoción y en la noche lloré en mi almohada desesperanza de vida. Siempre cometiendo los mismos errores. Porto un cuerpo que no cuido, lo doy a él para desaparecer un rato, desconectarme de mi físico y luego volver para agonizar.
No he amado en mucho tiempo y no me he sentido amada por mucho más, presto mis senos y muslos sin obtener algo a cambio más que dolor, frustración y arrepentimiento. Mi reflejo en el espejo no soy yo, es la muñeca de seda que tocan dedos malditos, secos y sin perfume delicado como yo. Y hay alguien que me espera con entusiasmo de niño esperando un beso detrás de un árbol para salir corriendo, y mientras él me mira y se ríe tonto, yo frunzo el ceño porque no escucho a mi corazón latir, ni a las llamadas mariposas del amor acariciar mi vientre ni nada similar ¿por qué él no? ¿Por qué no ese chico esperanzador de cabellos rubios y ojos claros? ¿Por qué no quien me respeta y trata con cautela? Es como si inconscientemente dijera "me merezco este maltrato” el no-amor, la hipersexualización, la explotación femenina para un estado patriarcal, para un varón que no me ama y respeta, para ser usada y asqueada para mí misma en la intimidad. Cuando él me mira y toca mis hombros con miedo y su virginidad vigente se hace presente todo en mí tiembla y hace querer desvanecerme, pero me temo que soy hija de un diablo pecaminoso y vos un ángel para nada terrenal, y quiero besar tu suavidad enrojecida llamada boca, pero temo ensuciarte de mí y que todo salga mal.
El cielo lloró y cayeron los árboles porque sabían que tocaste una parte de mi ser que no debía ser perturbada. Entonces las calles se inundaron en las penas del cielo que me veía con melancolía, el frío soplo y el viento rompió los paraguas de las personas en la calle. Mis ángeles no querían que te acercaras ni un poco más. Me pregunto si la virgen maría escuchara mis rezos diarios suplicándole que mantenga este secreto y no haga de mis momentos actuales un caos para mi débil ser que ya no soporta otro golpe de esta vida. Hay un ser celestial mirándome con reprochables ojos llenos de decepción y miedo por lo que pueda sucederme, ¿son acaso estos pensamientos enfermizos una solución realmente viable? Una salida fácil, siempre la salida fácil es la que lo acaba con todo. Una virgen se cansa de pedir ayuda en sus rezos diarios que parecen no llegar a oídos de ningún santo, las rodillas ya se siente como si estuvieran sobre arroz y no paran de estar sangrando
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escritoconplasma · 4 months ago
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No se si estoy vacío o tan solo es el exceso, de haber amado tanto y perderlo en tan poco tiempo, aún siento el delirio por las noches de pensar en tus besos, una parte de mi tiene la esperanza de que se borre todo y comencemos de cero, en la inocencia de la curiosidad que nos condujo a este agujero, en la prudencia y cordialidad que nos hizo quedarnos en el suelo, suelo extrañar tu forma de mirar y recordar porque mordí el ansuelo, cualquiera caería en tu sonrisa sin pensarlo dos veces antes de entrar al infierno, extraño sentir el fuego en las manos que volvieron cenizas mis anhelos, odio saber que no volveré a sentir nada más suave que tu piel entre mis dedos, aunque no puedo permitir que me rompas de nuevo volvería solo una vez a besar tu cuello, a morder tus labios y a sentir tu cuerpo, solo para volver a sentir el dolor y la angustia en algo tan bello.
@escritoconplasma
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belvedia02 · 3 months ago
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Día 27: Rainy Day
Fandom: Wednesday TV 2022
Relationship: Wednesday Addams & Enid Sinclair
Words: 1,532
Resumen: Enid permanece junto a Wednesday en un día de lluvia.
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Wednesday esa mañana lluviosa despertó algunas horas más tarde de su hora acostumbrada, esa noche no pudo conciliar el sueño hasta altas horas de la madrugada, el motivo no fue la intensa lluvia de la noche, porque le agrada el sonido de las gotas cuando arremetieron con fuerza en su techo, ni los apacibles escenarios que se imaginó antes de caer en la inconsciencia del sueño por la influencia de sus visiones de este último tiempo, la razón era la presencia de Enid, quien la tenía abrazada y Wednesday no pudo zafarse de su cálido abrazo porque cada vez que lo intentaba Enid murmuraba su nombre o más bien, una abreviación y la sujetaba con más fuerza. 
Wednesday no tenía deseos de alejarse de Enid, sin embargo, su cuerpo le pedía una taza de café y también estaba pensando en los motivos de Enid para estar aquí, recordó que ella misma evitó el tema, la razón es bastante simple, ella no necesitaba oír alguna excusa por parte de Enid para estar con ella, porque Wednesday, se estaba preparando para ir a buscarla cuando Enid se presentó en su puerta. 
Wednesday giró su vista hacia la derecha, casi tocando sus frentes, si ella lo deseaba incluso podría hasta besarla, pero ese gesto físico y que demostraría el afecto que siente por ella, tenía otro escenario, por ahora solo tendría que esperar que los sucesos previos se fueran desarrollando de forma natural entre ellas. 
Wednesday sujetó otra vez la muñeca derecha de Enid que estaba por encima de su cintura y logró liberarse de ese suave apretón.  Enid se giró hacia el lado contrario y siguió durmiendo. 
Wednesday salió en silencio, caminó hasta la cocina para revisar su despensa y preparar un desayuno para Enid, vio que tenía los suficientes ingredientes para hacer pancakes. Así que ella comenzó a mezclar la harina, el azúcar y la sal. 
Enid parpadeo un par de veces antes de estar completamente consciente del lugar donde estaba, ella se cubrió el rostro con la almohada, la que usó Wednesday y aspiró su aroma, sintiéndose afortunada. 
Enid estiró los brazos deseando quedarse más tiempo en ese cálido lugar, pero debía volver al lugar donde estaba su tienda de campaña para saber el estado de todo lo que estaba dentro de allí y tampoco deseaba incomodar a Wednesday imponiendo su presencia. Cuando salió del dormitorio, pudo sentir un agradable aroma, así que ella fue hasta el lugar de donde provenía, la cocina y vio a Wednesday sujetando el sartén. 
Una vista que podría acostumbrarme. Pensó mientras se acercaba. 
—Buenos días Wednesday—. Enid inclinó su cabeza para besar la mejilla de Wednesday, pero detuvo bruscamente esa acción y retrocedió un par de pasos, ruborizándose levemente.  
Wednesday estaba concentrada en freír la masa que no escuchó cuando Enid entró en la cocina y se sorprendió cuando habló —¿Te gustan los pancakes?— Fue su saludo. 
—¡Me fascinan!—. Enid diría eso si también le ofreciera cereales o frutas como su primer alimento del día, después de varias horas de comer solo malvaviscos. 
Wednesday siguió preparando un par más y los fue apilando en un plato para finalmente agregar miel. Enid se acercó a la pequeña mesa y se sentó en una de las dos sillas que estaban situadas una frente a la otra. 
Wednesday le sirvió el plato a Enid junto con un tenedor, ella de inmediato comió una gran porción. 
—Exquisito—. Enid dijo con dificultad porque todavía estaba masticando. Wednesday dejó la taza de té en la mesa, antes de buscar la suya y sentarse a desayunar con Enid. 
—No recordaba la receta con exactitud, pero es tan simple que cualquiera que tenga un mínimo de habilidades en la cocina es capaz de prepararlos—. Wednesday conocía otra variedad de esa receta, una que preparaba su abuela cuando iba de visita, sin embargo, ella reemplaza y agregaba otros ingredientes más acorde con su gusto por lo picante.    
—¿Vas a probarlos?— Enid preguntó después de casi comer la mitad de ellos. 
—No, estoy bien con mi café—. Wednesday bebió un gran sorbo y siguió observando a Enid quien tosió un par de veces porque casi se ahoga por comer tan deprisa.
—¿Estás bien?— Wednesday solo la miró porque no era un caso extremo para que ella aplicara la técnica de Heimlich.  
—Sí—. Enid dijo con dificultad después de toser una vez más y bebió un sorbo de té. 
Su desayuno transcurrió con tranquilidad por momentos la lluvia era más fuerte, un excelente ruido de fondo para una apacible primera actividad del día.  
—Gracias por todo Wednesday, no solo por el desayuno, también por dejarme alojar contigo anoche, lo aprecio bastante—. Enid terminó su agradecimiento con una sonrisa que mostraba sus relucientes dientes y que Wednesday recién pudo notar que sus colmillos eran unos milímetros más largos que para un ser humano normal. 
—Yo—. Wednesday tuvo que toser para aclarar su voz, porque estaba fascinada con la apariencia casi salvaje de Enid.— No debes darme tantos agradecimientos. 
Enid se levantó de su silla, ya era el momento para salir y verificar las cosas que dejó abandonadas anoche.
—¿Dónde vas?— Wednesday parpadeó , porque creyó que compartirían unos momentos más hablando y conociéndose mejor.
—Debo ver qué tanto daño hizo la tormenta de anoche a la tienda—. Wednesday estuvo de acuerdo y volvió a ofrecer una de sus pocas prendas de ropa que eran lo suficientemente grandes para Enid. Una vez más le ofreció el cuarto de baño para cambiarse y ella lo haría en su dormitorio. Luego de algunos minutos volvieron a encontrarse en la sala principal.
—Tus botas están afuera y tu abrigo todavía está húmedo—. Wednesday vio a Enid con su buzo deportivo negro y con sus pies descalzos, su cabello lo había atado en una media cola baja. 
—Supongo que nos veremos un día de estos—. Enid estaba cerca de la puerta y era las únicas palabras de despedida que verbalizó, sin demostrar su anhelo por permanecer refugiada este día de lluvia en compañía de Wednesday.
—Te acompañaré—. Wednesday le mostró su gran paraguas negros.
—¿Irás conmigo?, no deseo molestarte más—. Enid se alegró profundamente de caminar bajo la lluvia junto a Wednesday. 
Wednesday no contestó sino que se acercó a la puerta y la abrió, haciendo un gesto de Enid para que viera dónde están sus botas, junto a las suyas. 
Enid fue la encargada de llevarlo, caminaron juntas, tocando sus brazos y dependiendo del ritmo sus manos se rozaron algunas veces,  disfrutaron del sonido de la lluvia sobre la tela del paraguas, por lo que se les hizo demasiado pronto cuando vieron que la tienda de Enid permanecía en el mismo lugar. 
—Soy una buena campista después de todo—. Wednesday sostuvo el paraguas mientras Enid ingresó a la tienda, y encontró que si bien la tienda no fue derribada por los fuertes vientos, sí en en la parte trasera logró colarse el agua, mojando su bolsa de dormir y algunos pantalones y sweaters. Ella no dejó ninguno en su auto, donde podrían estar a salvo.
—Tal parece que tendrás que secar tu ropa en la cabaña—. Wednesday lo decía con sinceridad y no como sarcasmo porque Enid sí falló en algo tan fundamental como verificar el estado de la tienda en una noche de tormenta. 
—A este paso nos convertiremos en roomies—. Enid sonrió nerviosamente, suponiendo que Wednesday quizás no entienda el subtexto que hay detrás de esa simple frase.
—Serás la primera que pueda ostentar ese privilegio—. Wednesday estaba buscando una bolsa plástica para llevarse la ropa e indicando a Enid que es mejor desarmar su tienda y guardar todo en su auto, si no deseaba que algún animal del bosque vistiera sus ropas o se las comiera. 
Enid se ruborizó aún más, pero de inmediato hizo caso a las palabras de Wednesday y ordenó con rapidez y lo guardó todo en el maletero del auto.
—Es más cómodo que ir caminando—. Enid abrió la puerta del conductor y soltó su cabello para moverlo y así quitar el agua. Wednesday no daría toda la vuelta, cerró el paraguas y se sentó detrás de Enid, además era un trayecto corto. 
Enid estacionó cerca de la entrada de la cabaña, para evitar caminar demasiado tiempo bajo la lluvia, Wednesday sí abrió el paraguas porque debían sacar la bolsa con la ropa. Todos esos movimientos estaban tan coordinados que lograron evitar mojarse, solo Enid que ya tenía su cabello húmedo. 
Volvieron a dejar las botas cerca de la puerta junto con el paraguas y entraron. Wednesday sin soltar la bolsa caminó hasta la otra puerta que tenía la cabaña, hacia el sitio donde almacenaba la leña, un lugar adecuado para secar la ropa. Enid esta vez no se quedó esperando a Wednesday en la puerta, fue hasta la chimenea y movió la leña y la encendió. No tuvo mayores inconvenientes.
—Eres una estudiante aventajada—. Wednesday le dijo como una forma de felicitarla y se acercó. 
—Tengo una excelente maestra—. Enid movió sus manos cerca del fuego. 
Wednesday una vez más no dudo en calificar a los días de lluvia como sus favoritos, menos en este instante que estaba acompañada de la mujer de sus visiones. 
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Gracias por leer
Parte 5/8 de esta última historia.
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