#versión impresa | Explore Tumblr posts and blogs

diediegamchicothdie · 20 days ago

Text

Still of the Night

[Pelle and Quorthon]

Esta bien, podemos hacer esto, pero nunca serás él. Parce, lo extraño.

3/?

También disponible en AO3!!

La música era fuerte, se mezclaba con el fuerte aroma a tabaco y alcohol. El aire se agotaba en la sala atiborrada de idiotas, convertía a Per incluso menos paciente. El ruido de solos de guitarra, posers riendo y las botellas de cerveza chocando, sentía su cuerpo pesado, realmente no quería hacer nada, pero estaba obligado por aquel contrato. Miro detrás de la barra, aún no se acostumbraba aquel lugar, aunque ya habían pasado un buen tiempo desde que empezó con sus jornadas laborales, había algo que su cuerpo rechazaba de la tienda de Quorthon, como si este lugar le provocará roña. Aún lejos del círculo social repleto de conversaciones molestas, chicas tontas que se acercaban inútilmente trataban de llamar la atención del castaño sin éxito, tarados busca-fama que no llegarían a nada. Por su parte, él se mantenía distante, lejano en cuerpo, quizás, un poco también en mente, solo aterrizando para controlar a los tarugos o traer más botellas o cigarros para los inventados de Thomas.

Thomas, que jugaba a beber una cerveza y luego poner los ojos en el rubio que solo estaba ahí para ser pagado por horas extras. Una parte de él deseaba que Pero se hubiera interesado más, quizás el Per de diecisiete se hubiera saltado de sí propia piel por la emoción de compartir un espacio tan íntimo con él, ya no. El mismo lo sabía más que nadie, el Per que conoció hace años estaba cegado por un enfermizo fanatismo, una obsesión apasionada por él, quien hasta ese momento era su ídolo. Para la desgracia de Yngve quien solía idealizar demasiado a las personas, él no había llenado sus expectativas. Claro, era muy fácil escribir correos electrónicos donde el tono se mantenía misterioso, oculto entre el velo de la distancia y el frío de la tecnología, prefería eso a las cartas mucho más cálidas y personales. Per amaba la versión cruel que su mente había maquinado, el hombre terrible que gritaba en los discos que tanto había apreciado, por quien se talló el nombre de “Bathory” en su cuerpo. Era malo pensar en los tal vez, pero le era imposible no hacerlo con Per, si tal vez él hubiera sido el hombre que el rubio deseaba, quizás él sería quien estuviera acurrucado contra su pecho esa noche. En vez de eso, ahora estaba parado en el mostrador, con sus cansados ojos celestes, mirando pacientemente el panfleto bajo de él, como si masticara cada letra impresa en el papel.

La tensión era como un trozo de hielo, quemaba lentamente si lo sujetabas por mucho tiempo, pero mantenía en frío el cuarto. A Thomas le agradaba la sensación, los insultos tan sinceros contrastaba con el ambiente idílico, como si las manos heladas lo arrastraran al suelo, sería todo tan perfecto si solo fueran los dos. Ahora, Per se conformaba con ignorar, no podía mantenerse al filo de la situación, sentía que acomodarse ante las necesidades de Quorthon era un tema, aunque exclusivamente monetario, llevaba una estela de humillación, como si le hubiera dado la razón, quizás debió escuchar al mayor y no perseguir sueños tan absurdos.

Per nunca pensó volver a poner un pie en “HeavySound”, mucho menos tras mostradores, limpiando polvo y monitoreando a Quorthon, era decente, había pasado años arreglando los desastres de sus hermanos. Más tarde que temprano, Per había aprendido a estar a cargo, con sus padres ocupados entre el trabajo, su drama y eventual separación, llegó a la realización que solo era él y sus hermanos. Extrañamente femenino, rápidamente tomó la forma de madre y padre, sabía hacer todo lo que se requería en un hogar. Una carga que llegaba desde el alba hasta el ocaso. Con el cuerpo tan pequeño y las manos rotas, pronto se empezaba a impacientar, cargado a cuestas con sus hermanos pequeños.

Pronto por el colegio lo empezaron a murmurar, Per, con el cuerpo pequeño, vientre de alambre y piernas de fiambre, que llevaba a los pequeños niños hasta sus salones, y los esperaba con algún libro entre las manos hasta la ahora de salida era un marica. No se puede negar a la naturaleza, tampoco educar al necio, Per, tan joven e inocente era igual que una mujer, No hay que negar al árbol con ramas torcidas, hay que cortarlo. Los rumores cayeron en golpes en el cuerpo del rubio, como si fuera nieve, sus extremidades entumecidas como si hubieran chocado contra un lago congelado, y todos murmuraban “¡Per tiene la cara de su madre!”.

No tenía paz en los que eran mal llamados los años más dulces, sintió a las bestias acechando tras su menuda figura, ojos ardientes en su nuca. Quizás los ojos ardientes de Quorthon, quien siempre le había recordado a un licántropo, le lastimaban tanto, lo devoraban entre los días. Aunque su rutina era extrañamente reconfortante, con el rubio llegando a las 9 AM y saliendo a las 7 PM, quizás un poco más de tiempo. No tenía nada mejor que hacer más que hablar mierda de Quorthon en su rostro, aparte de limpiar, atender imbéciles, vender música de mierda y preparar café, aparte de pedir el peor almuerzo posible para su jefe (pues no perdía la esperanza de este último tuviera una intoxicación por surströmming). La rutina lentamente lo mataba, como el polvo que se acumulaba en sus pulmones, sentía que su asma golpeaba atrás de sus bronquios, rascando la parte posterior de la garganta y llenando de moco su sistema respiratorio. Todo lo estaba asfixiando, sentía que sus pulmones se debilitaban con cada calada de aire, como si apenas pudieran funcionar, por eso la llegada de Jon fue una brisa de viento helado para su pesado pecho.

— ¡Pelle!, estoy tan feliz de finalmente verte.

Saludo el adolescente con su cara que aún poseía rasgos infantiles, las mejillas algo regordetas y la mirada de pendejo. Pelle no pudo evitar devolver la sonrisa mientras se quitaba el tapabocas, sintiendo una extraña familiaridad con el chico, fácilmente podría ser otro de sus hermanos. Era entrañable, lindo.

— Igualmente, no pensé que realmente vendrías.

Dijo Pelle, con su voz calmada mientras acomodaba su pecho sobre el mostrador.

— ¡Claro que lo haría! Me dices que ya puedes verme y aparte me invitas a la tienda de Quorthon, era bastante bueno para ser cierto.

Pelle se rio acercándose al chico con complicidad, poniendo sus labios lo más cerca de la oreja de este. Jon, también puso de su parte acercando su cuerpo hacia el mayor que parecía alejado del frontman de “mayhem”, aun así podía notar la oscuridad en sus ojos pálidos, esto lo emocionó.

Los labios finos del mayor se abrieron en una sonrisa maliciosa que acompañaron sus palabras venenosas — Quorthon solo es un poser al cual su papi le paga todo.

Murmuró con las palabras venenosas, pero firmes, en una descarada burla hacia su jefe, que se encontraba a pocos centímetros del par de jóvenes que reían fuertemente, en una complicidad que ni Per ni Thomas podrían experimentar.

— Lo sé, me sigue gustando su música.

Admitió el adolescente, con el rostro levemente sonrojado, realmente tenía vergüenza de admitir eso frente Pelle, quien le quito peso a su inseguridad encogiéndose de hombros.

— Si tú lo dices, no pienso discutir contigo, no esta noche — amenazó Pelle en un tono bromista mientras se alejaba jugando a tener una actitud más seria

— ¿Estás molesto por qué me siga gustando su música a pesar de que él sea un Poser?

Preguntó Jon con sus ojos expectantes sobre el rubio, quien negó con su cabeza mientras se alejaba tomando una cerveza.

— Para nada Jon, ya te he dicho, no nos hagas mucho caso, si te sirve para seguir haciendo brutal — esclareció el rubio acercando la bebida al menor quien la tomó ansioso — ¿Quieres ir a conocerlo?

La pregunta quedó en el aire mientras Jon bebía rápidamente la bebida, se quedó mirando cómo el líquido bajaba por su garganta y luego la botella caía en el mostrador con un fuerte golpe. Los ojos intensos sobre Jon se posaron sobre él, como si estuviera a punto de matarlo. Aquel pensamiento le hizo tan feliz, que Pelle no pudo evitar agrandar su sonrisa. Los nervios de Jon se acumulaban en garganta, golpeando fuertemente su pecho, como si pudiera vomitar su corazón en ese momento, los segundos se alargaron en una charla silenciosa, hasta que pudo hablar.

— ¿Qué pasó con “mayhem”?, ¿Con Øystein?, esperaba verlos en Oslo el próximo año.

La sonrisa de Pelle se rompió, se llevó del mostrador y negó caminando un poco, tratando de regular las palabras que corrían en su mente, ¿Qué paso con Øystein?, esa era la verdadera pregunta. Era momento de reconocer que aún no sabía como abordar aquella situación, era una herida fresca que dolía con el mínimo soplo de brisa fresca. No podía pensar, le dolía la cabeza, ¿Qué paso con Øystein? Él también quería saber.

— No debes preguntar ese tipo de cosas con el estómago vacío, seguro has viajado todo el día, vamos a dentro, aún tengo mi almuerzo — aclaró Yngve mientras jugueteaba con sus dedos sobre la mesa. Después de un momento se decidió, camino un par de pasos. Finalmente, se acercó lo suficiente a Quorthon para gritar con todas sus fuerzas — ¡Voy a bodega!

La voz fuerte se sobrepuso a la música, ahora, Thomas podía fijar toda su atención en el rubio sin que pareciera raro. Se levantó dejando a sus invitados a un lado para colocarse frente a Pelle, quien ya había tomado la libertad de pasar a Jon tras el mostrador. Disgustado, sostuvo fija su mirada sobre el rubio, quien parecía molesto de no poder seguir su capricho, refunfuño levemente mientras se quitaba los guantes de látex.

— ¿Qué quieres?

Cuestionó ya irritado por el silencio de su jefe que lo estaba sacando de quicio, empujando su furia con su silencio, con su mirada que repasaba el rostro de Per y el rostro del mocoso quien se ocultaba cuál garrapata tras la espalda del muerto.

—¿Quién es él?, no me dijiste que tenías un invitado.

— Es Jon, es un amigo, tiene una banda y solo está buscando consejo.

— ¿Qué clase de consejo?

Exige saber Thomas, quien no confiaba en aquella cercanía, ante sus ojos era totalmente reprochable la forma de actuar de ambos jóvenes, quienes, lo observaban con ganas de arrancar su cabeza.

— ¡Qué te interesa!, esas son cosas personales de nosotros.

Se defendió Pelle mientras Jon, como si fuera un niño pequeño, se escondía detrás de su espalda, con su cabeza un poco abajo. Esta actitud hizo molestar a Thomas, quien le pasó su cerveza a Pelle con un empujón golpeándola contra su pecho, con una sonrisa ordenó: “Ábrela”. La mano izquierda tomó la botella, la llevó a su boca, enganchó la tapa de metal a sus labios, cortando un poco su boca, sintió la sangre, la saboreo para después hacer presión, tirando del frío metal, un sonido hueco retumbó en los oídos del Per. El aluminio reposó entre los labios agrietados, sufriendo la presión de Yngve, antes de ser expulsada con una ráfaga de saliva. Con la precisión de un tirador, la tapa voló como un proyectil hasta la frente del castaño, quien retrocedió unos pasos. La mano de Thomas acarició su frente, los rastros de saliva se pegaron en sus dedos, tan desagradable, quiso desaparecer por un momento, pero no podía hacerlo, mucho menos podía controlar a su empleado que ya había bajado a la bodega junto al adolescente.

Pelle suspiro, molesto, realmente odiaba aquel bastardo al cual había escogido como jefe. Se sacudió un poco la sensación y toda la bandeja de comida que había guardado, realmente no se le antojaba nada.

— Es pollo, come, no lo he tocado.

Ofreció Pelle mientras se acomodaba encima de una de las cajas de mercancía. Jon lo imitó rápidamente, comió desesperado manchando su rostro en el proceso, no había comido nada desde la mañana y eso ya le estaba afectando. Mastico grandes trozos de comida frente a la sonrisa tierna de Pelle, quien ya estaba preparando su discurso. Mientras el estómago de Jon se calentaba, el de Pelle se enfriaba, hace tanto no se sentía así, entre el archivo de su memoria las imágenes se hicieron claras. ¿Qué pasó con Øystein?, él tampoco lo sabía bien, así era la vida. Tenía el corazón en la boca, lo quiso escupir, resignarse a todos los sentimientos que aún lo volvían humano. Pelle miro la noche salir con amor, miro la luna en el rostro de Øystein, sabía que se rompían antes de la caída de los astros ante el alba. ¿Qué pasó con ellos?, no lo sabía, aún estaba tratando de procesar el fin de ambos.

— Acerca de Øystein…, ¿me puedes decir qué pasó?

Cuestiono el adolescente en voz baja, como si temiera encender una reacción explosiva en el mayor, era obvio que esto le afectaba, aunque tratara de mantenerse fuerte. Pelle, tenía el rostro pálido, con la cuenca de los ojos hundidos. Pelle era un tipo fuerte, solo negó con su cabeza.

— Las cosas simplemente no fueron como planeamos, al principio fue genial, todo parecía ir bien, hasta que ya no.

— ¿Por qué?

La pregunta, tan simple, llevaba consigo una velo de dudas, una cascada que recordaban a las lágrimas que Pelle había soltado de su viaje de Noruega a Suecia, destrozado, con los pulmones como un incendio forestal. Podía lograrlo, miró al suelo, eso lo ayudaba a mantener su voz debía ser fuerte.

— Las relaciones humanas son muy complejas, a veces todo se descarrila, eso muy fácil que eso suceda — aclaró tomando una lata de cerveza que estaba en un sixpack que aún no habían abierto, se supone que no debía beber en jornada laboral, pero las palabras lastimaban su garganta — nuestra relación nos daba más sufrimiento que bondad, la banda no iba a ningún lado, y Øystein estaba preparando planes en los cuales yo no quería participar.

— ¿Se han peleado?

La curiosidad se mezclaba con la preocupación genuina, inquieto por aquella situación que había ignorado completamente. Pelle notaba como el adolescente luchaba por comprender la dinámica de aquella relación rota, lo entendía, es difícil dejar ir las personas.

— No, al final ya no, simplemente hablamos y estuvimos de acuerdo — explicó con la voz calmada, eligiendo con cuidado cada palabra para evitar malentendidos — los últimos meses ya nos soportábamos, peleábamos todo el tiempo — las palabras de Pelle se detuvieron en los ojos de Jon, estaban faltos de brillo, estaba ahí, con la desilusión apuñalando su cerebro, como le dolió hacerle eso — simplemente, ya no nos queríamos sentirnos así, llegamos a la conclusión de seguir caminos separados.

— ¿Y ahora qué? — cuestionó aún atónito, Jon pensaba que eso nunca iba a pasar, pero al parecer hasta las personas que viven atadas a la cadera pueden separarse para no volver, ¿O no? — ¿Tienes otros planes?, ¿Vas a volver a la música?

Pelle negó moviendo su cabeza de un lado a otro, la expresión de sorpresa del Jon lo obligó a explicarse nuevamente — No, no pienso volver a la música, no de forma pública, quizás componga algo para mí, pero, dar entrevistas, salir en fanzines, que desconocidos sepan mi nombre — explicó sintiendo un rastro de incomodidad recorrer su espalda que lo hizo temblar — ugh, no, no quiero volver a vivir eso, ni siquiera me gusta dar conciertos.

— ¿No existe alguna posibilidad de que se vuelvan a reunir?

Pelle volvió a negar con su cabeza en un acto de resignación — No, las cosas están mejor así, ahora simplemente estamos en momentos diferentes, cosas distintas, Øystein va a abrir la tienda y una disquera, ahora se la pasa diciendo que solo va a ser para bandas noruegas, pero no durará mucho, le abre las puertas a cualquiera que le agrade.

— Entiendo — murmuró el adolescente, se sentía derrotado, pero Pelle se acercó acariciando su espalda en un acto reconfortante — Yo, realmente quería verlos a ambos el próximo año en Noruega, ahora ya no sé si quisiera ir.

— No digas eso Jon, Øystein es realmente genial, el tipo más brutal que he conocido, lo que haya pasado con nosotros no debe destruir la relación que ya tienen.

— ¿Te enojarás conmigo por ir con él?

La pregunta hizo reír levemente a Pelle quien volvió a negar — No, para nada, sé que lo harás increíble, odiaba escuchar los demos todos esos idiotas que pensaban que su música era lo suficientemente buena para ser llamada black metal, pero tú, tu banda siempre fue algo especial, no arruines esa oportunidad.

Jon asintió apoyando su cabeza contra el hombro de Pelle, suspiro dejando ir sus dudas por un momento. La música fuerte era amortiguada por las paredes de concreto del sótano, la luz blanca, las paredes pintadas de negro y el rubio, quien parecía un fantasma bajo la poca iluminación. Todo era tan confuso, la escena de la que tanto había escuchado ya no existía de la misma manera, y el hombre con que había hablado por más de un año, la muerte, era tan cálida como una madre. El rubio era consciente de aquello, el acercamiento tan dulce, ambos experimentaban en el momento, con su mano encima del hombro del castaño en señal de confort. Se sentía juzgando, como si algo estuviera detrás de la puerta, mirando detrás de la puerta, acechando sus movimientos, como si estuviera haciendo algo sucio. Sabía que no lo estaba haciendo, Jon solo era un niño al cual su ídolo lo había decepcionado, pero estaría bien, él era fuerte, más que cualquiera, podría superarlo. Lo que nunca podría ser cambiado es que Pelle tenía el rostro de su madre, pero quizás, era un poco más como su padre.

— Ven, vamos.

Dijo levantándose para salir del lugar con sus pies pesados, realmente le pesaba caminar. Jon lo siguió con el mismo paso mientras limpiaba su boca.

— ¿Entonces que planeas hacer?

— Quiero entrar a una escuela de arte, pensé en “Konstfack” o “Kungliga Konsthögskolan”, pero, todos requieren que termine la escuela, abra un portafolio y esas cosas — explico algo molesto por la situación — es muy complicado y no sé si lo logré, aparte hay una prueba de aptitud y una entrevista, soy pésimo para eso.

— Puedes terminar el instituto a distancia, tomar clases desde casa, quizás en medio del trabajo, encuentres un espacio y termines las lecciones.

Ánimo Jon mientras volvían al mostrador. Pelle se encogió de hombros tomando un par de cervezas para servirse. La sugerencia hizo sonreír tontamente a Pelle, quien tomó la cerveza en pequeños sorbos para luego responder.

— Quizás tengas razón, pero la prueba de aptitud y la entrevista…, eso me quita un poco el sueño.

— Lo harás increíble, serían idiotas que no saben nada de arte si te llegan a rechazar — las palabras salieron decididas de su boca mientras acercaba su cerveza a la Pelle, quien solo alzó una ceja — brindemos, porque cuando presentes tus obras yo seré el primero en ir a verlas, ¡Te lo juro en nombre de Satán!

Jon alzó su cerveza por encima de su cabeza, con expresión seria, apretando los labios y bajando un poco las cejas. Pelle asintió riendo por la emoción del chico. Las cervezas chocaron para luego ser engullidas en un juego tonto, una competencia de quien terminaba primero su bebida. Pelle finalmente se relajó, habló con el adolescente, un rato más, la banda, la música, los planes futuros de “Dissection”. Los ojos de Jon eran vivos, y aterradores, una bestia. Pelle sonrió sabiendo que él podría hacer lo que él siempre soñó, confiaba tanto en Jon.

El reloj marcó las 10, era hora de la salida, el rubio sonrió, se estiró haciendo tronar los huesos de su espalda y soltó un suspiro. Miró a Jon diciendo “Voy por mi chaqueta y nos vamos” para luego dejar la última cerveza frente a él. Camino hasta la cocina donde había dejado sus cosas esa mañana, comenzó a preparar para su salida, pero su jefe se lo impidió con una frase tranquila, pero firme.

— Pensé que te quedarías aquí hasta que la fiesta terminara.

Dijo Quorthon recostado en el marco de la puerta, estaba ebrio y su expresión era de obvia molestia. Pelle negó sin prestarle mucha atención, mientras buscaba en la alacena un paquete de galletas.

— No, ya sería hacer triple, quizás, cuádruple turno, y la verdad quiero descansar — abrió el paquete mientras llevaba el dulce a su boca, dando una pequeña mordida, masticando ridículamente despacio — Aparte, quiero llevar a Jon a casa de su tía, está un poco ebrio y es menor.

— Escuché su conversación.

Aquella revelación montó en cólera al rubio, quien se acercó de manera amenazante, empujando a Quorthon contra la pared del corredor, golpeando la cabeza y espalda de su jefe en el acto. Su rostro con la expresión totalmente irritada, desencajada. Per tenía el rostro de un maniaco, realmente era un psicótico, pues aún recordaba bien los regalos de animales muertos frescos. Eso significaba el amor para Per, una rata crucificada.

— ¡Eres un maldito chismoso!, ¡Ya te había dicho que eran cosas personales! — grito fuertemente el rubio tomando del cuello rasgado de la camiseta del castaño que suspiro — ¡¿Qué mierda te importa lo que esté hablando con otro?!

Los ojos de Thomas se abrieron completamente, sus manos temblorosas tomaron a Per por los hombros, empujándolo lejos de él, arrancando parte de la ropa del más alto en el proceso. El rubio chocó contra la pared, dejando un leve ruido blanco en su cabeza, pero no tenía tiempo para eso. Camino tras el castaño, quién le estaba gritando a sus invitados que se fueran. Borracho y agresivo, sacaba a la gente con rapidez, apagaba la música y rompía botellas de cerveza por mera frustración. Pelle se sintió asqueado, lo miró con disgusto mientras se acercaba a Jon y lo tomaba por el hombro.

— ¿Qué pasó?

Preguntó el adolescente confundido por la escena, algo asombrado por el vocalista de “Bathory”, tan lejos de la imagen perfecta del rostro del metal extremo sueco.

— Pasa que es un idiota que no sabe enfrentar las consecuencias de sus acciones — aseguro mientras empezaba a caminar junto al castaño — te lo dije, es un jodido idiota, aparte de chismoso.

Jon, que claramente ya se encontraba borracho, rio fuertemente llamando la atención del resto de estúpidos amigos de Quorthon que también salían, avergonzados o molestos por ser sacados de esa manera. Por su parte, el menor seguía aferrándose a Pelle para no irse de frente, aún no sabía manejar tanto alcohol en su sangre. Caminaron para finalmente encontrarse bajo la enorme luna de llama de junio, al rubio siempre le desconcertaba y aterraba el pasar del tiempo, como si este le apuñalara. Miro la enorme luna con los ojos llenos de nostalgia, ¿Qué paso con Øystein?

Sostuvo al chico a su lado, hundido en sus pensamientos, conversando mentalmente con la luna. Su mente era un agujero que tragaba toda sensación de solemnidad, hasta que sintió como acariciaban desde su nuca hasta la parte baja de su espalda. El rubio se giró rápidamente, en un pequeño brinco, antes de verlo, reconoció las manos cálidas y grandes que lo tocaron con tanta familiaridad.

— Llévame a casa, no puedo conducir así.

Pidió con la cabeza baja, como si fuera un perro regañado, patético, impotente, y ante todo, terriblemente ebrio. Pelle lo pensó, no quería nada más que ver con el tarado que se mantenía avergonzado por su actuar, pero Jon estaba borracho, y sería genial si vomitara en el auto de su jefe.

— De acuerdo, dame las llaves.

Exigió Per, estirando su mano hacia el rostro del castaño, quien se las entregó rápidamente. En silencio caminaron hasta el auto, el cual no tardaron en abordar, con Jon recostado en los asientos traseros, Thomas de copiloto y Pelle al frente. Tomó un suspiro, sacó un paquete de snus y lo mordió, rompiéndolo entre sus dientes fuertemente antes de arrancar. El contenido se esparcía en su boca mientras aceleraba por las calles de Estocolmo. Sus ojos fijos en la carretera, evitando mirar a Quorthon que no había parado de mirarlo desde que salieron, ni sabía lo que quería, pero no era bueno. El trayecto se hizo corto para llegar a la casa de Jon, estacionó frente a esta y se despidió del chico con un “cuídate, luego vamos a ver la ciudad”, prometió firmemente con el menor, siguiendo su tono animado replico: “Vamos a golpear a unos maricas fans de Glam”. La fuerte entre ambos marco el fin de aquella noche intensa, seguía la calma post tormenta, pues el caos se lo llevo Jon al bajar del auto (para tristeza de Per: sin rastro de vómito).

Después de la despedida, todo era silencio entre los pasajeros, con la luz apagada y la radio inutilizada. Pelle, ahora se giró mirando a Quorthon quien no comprendió su mirada, solo pudo quedarse en silencio esperando que el menor hablara, para su desgracia, Yngve ya no tenía ninguna gana. Fue momento de ser tragados por el silencio tan violento de las calles suecas. Luces de neón cegaban al castaño, el rostro del rubio con la cara roja del semáforo, un demonio. El castaño lamió sus labios, con sus manos clientes aun con el alcohol en el sistema, realmente embobado. Pensó en todo lo ocurrido mientras ponía un mechón de cabello detrás de la oreja de Per, este acto no lo inmutó, era otra de las ocurrencias faltas de materias gris de Quorthon, quien comenzó a hablar. Ahora sabia que necesitaba hacerlo.

— ¿Entonces Pelle?

Cuestiono aquel apodo, curioso del mismo. Pelle, era tan similar como distinto, mucho más tierno de alguna forma. Suave al paladar, no raspaba la garganta como su nombre original.

— Mis amigos me llaman Pelle, es un apodo de cariño.

Explico el rubio girando por las calles sin un sentido fijo, solo el deseo de explorar las calles en la noche tranquila, calles vacías, solo los dos enemigos que por azares del destino compartían la carretera.

— Es un buen apodo…

— Es un apodo — corto el rubio con gran rapidez la conversación trivial, como las odiaba — ¿Dónde quieres ir?, no me has dicho donde queda tu casa — señaló con obviedad bastante desesperada por la actitud del más alto — ¡Dime!

— No me grites…

Pidió Thomas en un tono sumiso, fabricado por la pena que aún le generaba la escena de celos. No había ninguna razón lógica por la cual Per pudiera tener una conexión tan real, ¿Qué parte de su repugnante ser era merecedor de tanta confianza?, ¿Qué tenía el hombre muerto para ser tratado con gentileza a pesar de que no la mereciera? La vida era realmente injusta, a pesar de su éxito había sido condenado a ser Fenrir. Estaba aislado, temeroso de abrirse, nunca había sentido que alguien tuviera el deseo de escuchar sus palabras, ni siquiera su música era apreciada como él lo deseaba. Perezosamente, apoyó su rostro en su mano derecha, sosteniéndose con las pocas fuerzas que el alcohol no le había arrebatado, lamió sus labios con timidez para comenzar hablar.

— El “Heimskringla” posee 16 relatos, bueno, las que han considerado oficiales hasta el momento — comenzó a explicar jugando con sus dedos sobre el tablero del auto, sintió los ojos de Per sobre él, una mirada realmente curiosa — Es más conocida como “Crónica de los Reyes Nórdicos “, pero prefiero usar nuestro propio lenguaje para definirla, es como apropiarme de mis raíces. Me enamoré de aquel libro cuando tenía alrededor de 12 años, era fascinante.

— ¿Qué te hizo enamorarte de aquel libro?

Preguntó Per curioso, quien ahora, debatía en sí ver al castaño o ver la carretera. Thomas se sintió complacido, golpeando más fuerte sus dedos contra el tablero. Movió su cabeza de un lado al otro, con sus ojos mirando al rubio, al camino, y dentro de su memoria, feliz de poder hablar, finalmente hablar de algo importante.

— Es fascinante, la primera parte habla exclusivamente de mitología, aunque pequeños toques de realidad, pequeñas introducciones para conocer a los primeros reyes escandinavos — sus ojos el rubio quien trataba de darle toda su atención, saltando entre las calles, hasta que la oscuridad los consumió, alejándose de la ciudad — Para mí el libro se divide luego de la muerte de Odín, es cuando toma un giro más serio, bueno, no es como si lo anterior fuera un chiste, habían estado sucediendo un montón de cosas jodidas desde que los Ynglings tomaron el poder, pero cuando Odín murió.

Per le miró con una expresión de total incredulidad antes de detenerse en la entrada de un bosque, miró hacia abajo un rato — ¿Odín murió?

— Sí, fue asesinado, es conocimiento general, todos lo saben.

— Yo no lo sabía, se supone que era muy poderoso, ¿cómo murió?

Preguntó Per curioso por aquella información. Thomas asintió lentamente y salió del auto para sentarse en la parte delantera del auto, apoyándose contra el parabrisas. Per imitó la acción tomando asiento a su lado mientras le ofrecía un paquete de snus que Thomas aceptó.

— Es algo complicado, a mi parecer comienza desde la búsqueda de conocimiento de “Odín”, quien conociendo ya la profecía del “Ragnarök” toma una postura reflexiva ante el fin de los días — explicó mientras mordía el paquete de snus, reventándole entre sus dientes, se relajó un poco más y se acercó tímidamente pasando sus dedos por el brazo delgado de Per — él “Ragnarök” era un suceso inevitable, al igual que la muerte de “Odín”, aquí entra alguien muy importante: “Fenrir”, hijo de “Loki”, un lobo de gran tamaño que había sido desterrado por el temor de los Dioses, pues cada vez se volvía más grande y se llenaba de resentimiento al ser negado del contacto con los otros, pero la carga de “Fenrir” es que no podía ser controlado.

— ¿Es tan malo no poder ser controlado? — cuestionó Per, lleno de snus, con los ojos relajados, cansados, al igual que sus palabras, suaves, pero dudosas, realmente entendiendo las palabras del castaño — Solo estaba siendo el mismo, los instintos no pueden ser retenidos, solo acoplados.

Thomas negó firmemente mientras se acomodaba para detallar los ojos fríos de Per, tan tristes — se unió al caos del “Ragnarök”, finalmente enfrentándose al causante de su soledad, para él ya fortalecido “Fenrir” no fue difícil asesinar a “Odín”, quien ya había pasado por bastantes batallas, aun con sus pocas fuerzas, intentó dar pelea, pero no podemos ganarle al destino — explico mientras su mano subía por el brazo de Per hasta su hombro, dudando si tocar su rostro — murió como un guerrero, la muerte de “Odín” fue como la muerte del “Ragnarök” mismo, el último sacrificio para dar paso al nuevo mundo compuesto de los humos y Dioses que lograron sobrevivir.

Término de explicar. Per asintió lentamente mientras cerraba sus ojos, realmente necesitaba descansar. Pegó su cara contra el parabrisas, agotado, era mucho por el día de hoy.

— Lamento haber escuchado tu conversación, fue raro verte en confianza con un chico tan joven…

Admitió con timidez, odiaba decir que se había equivocado, pero la ira del rubio tenía mucho más peso. Tímido porque, él, quien era el más grande entre los tres no había aguantado la curiosidad, los celos, todo, era débil ante todo.

— No, no soy como tú — aclaró el menor con una risa, pero aun sin levantar su cabeza y mucho menos abrir su vista — es algo raro, muy significativo para los dos.

— Parecías un padre explicando un divorcio.

Señaló Thomas con sospecha, no quería escuchar las palabras, pero debía hacerlo, porque si no, lo terminaría asesinando. Terminaría muerto por culpa de la intriga.

— Es un poco así, ahora entiendo un poco a mi padre — explicó para finalmente sentarse, llevando sus palabras al bosque, era obvio que ni siquiera las quería guardar en su mente — cuando mis padres se divorciaron, fue realmente jodido, obviamente ya no se amaban, quizás nunca lo hicieron.

— ¿Dónde estamos?

Preguntó el castaño para quitarle peso a las palabras de Yngve, realmente le importaba poco o nada su ubicación actual.

— En una entrada alternativa para “Skogskyrkogården”, la encontré cuando apenas volví, los bastardos que cuidan la entrada principal me estuvieron negando el paso por meses — dijo emocionado señalando una parte específica del bosque, la cual Thomas no puedo entender — ¿Sabes por qué te traje?

— La verdad es que no — aseguro sin darle mucha atención a sus palabras, concentrándose en el rostro eufórico del rubio, finalmente poniendo su mano sobre su rostro, explorando su piel tan fría como porcelana — eres un tipo muy raro, seguramente quieres robar un cadáver.

— No… — murmuró para finalmente poner sus ojos en Quorthon, con la expresión suave, inocente, y drogada por el efecto del snus — porque hice una tumba para ti, y planeo enterrar tu cuerpo ahí esta noche.

La declaración sobresaltó al mayor, no encontró un rastro de diversión en esas palabras, obviamente el menor no bromeaba, lo conocía lo suficiente para saber que era capaz de hacer eso, no le temblaría la mano para ejecutarlo. Los segundos se volvieron eternos, ninguno de los dos se movió, y la mente de Thomas se durmió, la respuesta de lucha o huida se convirtió en una incapacidad total generada por el impacto de no saber qué hacer ahora.

Per se acercó más, dejando sus labios a unos pocos centímetros. Respiró contra su boca, el cuerpo tan relajado. Tenía el cuerpo largo, delgado, si cada cicatriz fuera una espina, era una figura peligrosa. Per, venosos, letal, una venus atrapa mosca, Se acercaba a él, lo hacía temblar por su vida, temer por sus manos, desear su pecho, sus brazos alrededor de su cuerpo. Pelle parecía cada vez más cercano, imponente, y juro pensar que lo iba a devorar antes de que este empezara a reír, empujándolo levemente.

— ¡Que estoy bromeando!, ¡que no te hice una tumba!

Grito fuertemente, despertando a las aves, las cuales emprendieron un vuelo nocturno sobre sus cabezas. El castaño alzó su mirada, notando a los animales sobre de ellos. Era demasiado, con Per todo era demasiado, no se acostumbraba, jamás sabría quién cazaba a quién. Qué perro sé cómo al otro perro.

— ¿Qué pasó cuando tus padres se divorciaron?

Per dudo unos segundos en hablar, pero ya estaba cansado de ahogarse, ahora no había nadie, solo aquel idiota que insistía por saber sus secretos. ¿Qué más le quedaba?, sabía que cuando renunciará Quorthon negaría sus palabras. Ellos jamás se conocieron.

— Mi padre habló conmigo primero, realmente no fue una revelación tan grande, era lo mejor para todos — dijo tosiendo un poco para finalmente escupir aún lado del auto — es mucho mejor tener dos padres separados, felices, que tenerlos juntos, miserables.

— Entiendo…

— Si, entonces me pidió que se lo explicará a mis hermanos, siempre han sido más apegados a mí, y era neutral en la situación. Fue realmente difícil explicarles que nuestros padres ya no estarían juntos, eran mucho más jóvenes y lloraron. Lloraron tanto por días que pensé en secar sus lágrimas para guardar la sal — volvió a tragar, respirar, mirar. Mirar a todo y la nada, queriendo ser arbusto o pájaro, todo menos humano — es fácil olvidar la sensación por un momento, cuando estás distraído, hablando, viendo una película, yendo al parque, pero, cuando estás solo la mente suele traicionarte, terminas sobre pensando, recordando cada momento — Pelle parecía abatido, ya era tarde, la tranquilidad lo había vuelto un triste desperdicio de hombre — Recuerdo tanto esos días, a mis pobres niños se les quemaron su rostro de tanto llorar.

Thomas realmente pasó su brazo por encima de los hombros del rubio, atrayendo su frágil cuerpo en un abrazo que rompía el frío de los recuerdos de Per. Como si sus brazos realmente poseyeran aquella habilidad. Ningún calor podría arrancar la tristeza de Pelle.

— Sé que Jon no llorará, es un mocoso, realmente lo es, inmaduro e ingenuo, pero es fuerte…

— ¿Estás diciendo que Øystein y tú están oficialmente divorciados?

Cuestionó con el corazón latiendo rápidamente, sabía que eso no cambiará su relación, ni sus sentimientos. Odiaba a Per, era desagradable, sucio, desagradable, su olor era fétido, su marca era la muerte, despojado de toda gracia o encanto. Lo que más aborrecía era su falta de fuerza para tomar lo que deseaba, como un jodido cobarde. A sus ojos solo era un desquiciado que se dañaba, destruía su cuerpo llamándolo arte. Aunque, en ese momento, bajo su brazo, se mirará como Freya, dulce huldra con cola de cabra. Realmente espero sus labios, temblorosos y desprotegidos, criatura bella y frágil que solo deseaba ser adorada. Volvió a pasar su mano sobre su mejilla, bajando por el mentón, sosteniéndolo un rato con cautela, no quería llevarlo a que se rompiera.

— Sí, lo hemos hecho, ya no tenemos ningún tipo de relación, desde ese día, todo es silencio.

Aclaró bajando su mirada, su rostro, la voz se quebraba en pequeños susurros, incapaz de seguir saliendo. Tenía la garganta tan apretada como los pulmones. La inquietud de Thomas no se contuvo, ya no, alzó su rostro y dejó un suave beso sobre los labios del menor. Sabía alcohol y snus, un choque abrupto, premeditado, ambos ya sabían que se rompían. El corazón de Per adolorido, lo mantenía firme, como una marioneta de madera, su mente le rechazaba, sus órganos también, su alma pegada a la de Øystein, con sus sentidos primarios aturdidos. Continuó, un rato más entre los abrazos de su ídolo que alguna vez amo, porque a pesar de que lo odiaba, se dejó ir, bien lo sabían, Per no perseguía ninguna lógica. Cuando se separaron la pregunta no se dejó esperar, era tan necesaria como respirar.

— Pelle, tú le dijiste a tu amiguito que todo estaba bien, ¿Entonces por qué quieres llorar? — murmuró con sus labios aún cerca, un reclamo entre carne irritada — ¿No habían terminado bien?, ¿Qué ambos decidieron tomar caminos distintos?

Cuestionó Thomas con el menor aún entre sus brazos, deseando aplastar cada uno de sus huesos con su cuerpo. Si lo pudiera aleccionar, corregir para que se conformara en fundirse con él. Que no negara con su cabeza, que se rindiera a su voluntad y caprichos como si fuera un buen chico.

— No, Thomas, yo no lo he decidido, Øystein me pidió que me fuera — confesó con voz quebrada — Øystein me dijo una mañana, que sería mejor que regresara a Suecia, solo por eso estoy aquí de nuevo.