#sudaderas para hombres
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miskhalie · 9 months ago
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Una noche más-Matías Recalt x Reader.
Pairing: Matías Recalt Advertencias: smut, sexo sin protección, rollo de una noche.
Era una de esas noches en las que Matías te llamaba, te decía que no podía soportar ni un minuto más a su novia y que se moría por verte. Ya no era la primera vez que ocurría, en esta semana. Sabías lo que eso quería decir: Quería otra noche contigo.
¿Qué era más duro si saber que nunca seria tuyo o saber que siempre le dirías que si? No lo sabías, pero esta noche no pareció afectarte. Llevabas unos días cansada, con ganas de desahogarte del trabajo y de los mundanos obstáculos de cada día. Además también ibas un poco cachonda debido a que Matías te tentaba cada día al enviarte un mensaje de lo bien que se lo pasaba contigo.
Sabías que Matías estaba en una relación abierta y que no había problema en ello, pero siempre te acababas compungiendo por ello. Pero, ¿y si esta noche te dejabas llevar y disfrutabas del sexo casual que te ofrecía ser la nueva enamorada del actor?
Decidiste ponerte un conjunto sexy, con seda y encaje que hacía que tu cuerpo pareciera más delicado de lo normal. Te aplicaste una crema que hacía que tu piel fuera terciopelo al tacto y, finalmente, te despeinaste un poco así como a él le gustaba. Pero para parecer menos interesada, como la diosa inalcanzable que eras, sobre la lencería te colocaste una camiseta que había dejado la noche anterior. Como si solo estuvieses de chill.
Oíste un coche, las luces del coche estaban apagadas aun siendo de noche. No vivías cerca, pero tenías ese código para reconoceros. Así pues, aparcaba y salía del coche a un paso calmado, sin preocupación. Había estado antes aquí. Ya te había visto desnuda y no era nada fuera de lo usual. O eso creía él.
Tenía una llave para emergencias, y si hubiera sabido que le esperaba lo hubiera considerado una emergencia. Lo esperaste en la cama, para aportarle misterio.
- ¿Nena, adonde estás? - preguntó una vez dentro de la casa.
- Sigue mi voz. - lo retaste.
Matías sonrió. ¿Qué estaba ocurriendo esa noche?
Se quitó la chaqueta y la dejo sobre el sofá. Por el camino cayeron sus zapatos, sus calcetines y una sudadera que llevaba encima de una camiseta ancha. Giró por el pasillo y te vio recostada sobre la cama con ese conjunto que nunca te había visto y te quedaba tan bien. Al verte, se lamio los labios como un lobo hambriento. Te iba a comer entera.
- ¿A que se debe tanto erotismo? - se sentó en la cama mientras te levantabas a masajearle la espalda de forma seductora.
- ¿Y porque no hacerlo? - le susurraste al oído. Un escalofrío recorrió la espalda del chico. Se le escapo un suspiro y se volvió a lamer los labios. De repente, tenía la boca seca. Se sentía como si fuera su primera vez de nuevo.
Te acercaste a su lado y tus pechos se movieron ligeramente, apretándose un poco debido a tu brazo. No eras tan inocente, sabias perfectamente que estabas haciendo. Tu cabello caía como una cascada sobre tu pecho y tu espalda. Matías se volvía loco con solo mirar tu cuello desnudo, tu clavícula marcada y tus pechos redondos y suaves.
- Puedes tocar si quieres. - le ofreciste un vista aún más tentadora de tus pechos, inclinándote hacia él. Definitivamente su novia no lo recibía así para tener relaciones.
Alzó la mano hacia tu pecho, pero antes de colisionar piel con piel, unió vuestros labios en un beso suave y lento que iba siendo cada vez más explicito. Masajeaba tus pechos sobre el sostén, no obstante, gruño frustrado y metió la mano por debajo. Te derretías con su tacto pero no podía ser, hoy te tocaba seducirlo, no al revés.
Lo tumbaste y te quistaste el sostén para colocarte sobre él. El contacto de piel con piel hizo que tus pezones se volvieran duros y Matías lo notara. Apuró los besos como si fuera un hombre hambriento, de ti, y cada vez eran más húmedos, más apasionados y más sucios. Tu boca no era lo único húmedo en el momento, lo que hacía él te encantaba, pero no era el momento de que te sedujera, sino que tu lo hicieras por él.
No dudaste al quitarle los boxers, y empezar a darle un ritmo continuo a su verga. Matías abrió los ojos sorprendido por tu iniciativa. Pero se sorprendió aun más cuando incorporaste tu boca al trabajo.
Bajo de ti, él temblaba, se escurría, se contorsionaba. No podía aguantar tanta fuente de placer, y más cuando no lo había conocido de ti. Rápidamente, sus dedos se colaron por dentro tus bragas y con solo rozarte, suspiraste entrecortadamente. Mojó sus puntas en tu agujero y cubrió la zona con tus jugos. Masajeaba la zona al mismo ritmo que tu le dabas. Él no podia aguantar el ritmo y tú tampoco.
Pronto la ropa sobrante se fue, por lo que solo os queréis tocar y frotar el uno con el otro.
- Nena, dejame entrar o me voy a correr como un gil. - jadeó viendote demasiado profundo en la pasión del momento.
Se acomodó dentro de ti y embistió suavemente para que te adaptaras. Pero tu ya estabas con los ojos en blanco, agarrandote a su espalda con tus uñas. Tus gemidos eran intensos y Matías no podía resistir los suyos al oírte. Era más vocal que otras veces.
- Más, Matías, más. - estabas fuera de si, su pene rozaba el punto mas sensible dentro de ti.
Matías empujó más, casi sin poder controlar su lujuria o la situación. Dejó escapar un gruñido fuerte y le temblaron los brazos que lo apoyaban sobre ti. No podía aguantar más. Tu lo apretaste, llegaste a tu climax con un gemido obsceno y temblor en las piernas. Él no se contuvo más. Gritó tu nombre y se vino.
Se cayó sobre ti y lo abrazaste con brazos y piernas. Jadeaba como si hubiera hecho un triatlón.
- Matías - lo llamaste.
- Decime, linda. - suspiró sonriendo.
- Te amo.
- Yo también te amo. - te acarició el pelo hasta que te dormiste.
Por primera vez, Matías consideró quedarse a dormir y así lo hizo.
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lunearta · 3 months ago
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𝙉𝙊 𝙎𝙊𝙔 𝙔𝙊 (3) - FINAL
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» Temática: SKZ Han x Lectora (Uso de la segunda persona "tú") » Género: Angst con final feliz. » Warning: Hurt/Confort. Han es idiota y echa a perder su relación. Menciones a vestir mal. Inseguridades. Mención a la ansiedad. NO PROOFREAD. » Tipo: Mini serie. | 3.136 palabras
» Masterlist «
PARTE 1 | PARTE 2 | PARTE 3 - FINAL
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Lo primero que vio Han dos días después, en un día libre cargado de tensión casi le hace perder la cabeza. Primero de todo, porque no estuviste ni siquiera cuando se despertó esa mañana. Llevabas un mes esquivándolo a más no poder, yendo a dormir casa de “amigas”, o metiéndote en la cama cuando Jisung se encontraba ya en el séptimo cielo y por supuesto, al despertar no había ni rastro de ti. Los textos que os escribíais eran escuetos y puramente informativos.
Y Jisung sabía qué estaba ocurriendo.
Te estaba perdiendo.
El chico despegó la vista de la Nintendo Switch en cuanto escuchó la puerta abrirse, y tu risa y la de Chan llenaron el comedor.
— Sí, la dependienta no se lo creía, ¿se pensaba que lo quería para mí? ¿Es que parezco una chica? —iba diciendo Chan.
— No, pero vas con esa sudadera que te tapa y la mascarilla y a lo mejor por los ojos ha visto… —hiciste un gesto mono con la nariz al mismo tiempo que le señalabas la cara, y Han soltó una exclamación ahogada. Solo hacías eso con él. SOLO con él, cuando el cariño de sobrepasaba los sentimientos y tenías que demostrarlo de manera física con ese gesto adorable que derretía el corazón del rapero.
Pero ahora, viéndotelo hacérselo a otra persona que no era él… Fue como una puñalada en el corazón. El sonido llamó la atención de ambos. Un silencio incómodo se instauró en la estancia, al mismo tiempo que Han recorría con la vista vuestras manos, que portaban varias bolsas de diferentes tiendas, incluida la de un famoso Bubble Tea al que solías llevarlo. Vuestro Bubble Tea.
Se le agolparon las lágrimas en los ojos, pero no se derramaron sobre sus mejillas. No ahí. No les iba a dar el gusto de verlo destrozado. Soltó la Switch sobre el sofá y se sorbió la nariz, que empezaba a sentírsela congestionada.
— Así que… ¿Chan? —dijo, procurando que no le temblara la voz.
Lo que más le dolió fue ver que no lo negabas. El chico soltó una carcajada que nada tenía de divertida.
— Era de esperar. Debí imaginar que buscarías a alguien… —hizo un aspaviento con las manos, sin preocuparle parecer un loco—…menos tóxico que yo. Más hombre. Más grande.
— Hannie… —susurraste, insegura.
El apodo cariñoso se le clavó en lo más profundo de su ser como dagas envenenadas. Levantó las manos, en señal de derrota.
— Sé que lo que hice no puede deshacerse. Te traté como si fueras inferior a mí. No tuve tacto y fui egoísta, y esto es lo que merezco.
Diste un paso hacia adelante, y él un paso hacia el lado, buscando la salida inconscientemente.
— Espero que seas feliz con Chan. Es el mejor de nosotros. Te tratará bien. Sí, lo hará. —fingió una sonrisa que no le llegó a los ojos—. Pero no esperes que me quede aquí y vea cómo el amor de mi vida se va con otro. Necesitaré tiempo. Lo siento.
— Jisung. —lo llamó Chris, inquieto. Al pasar por su lado intentó agarrarlo del brazo, sin embargo, Han se sacudió de su agarre y lo miró con los ojos encendidos.
— Creía que eras mi amigo. —le espetó, enseñándole los dientes. Ahora sí que se permitió llorar, de rabia—. Confié en ti, te confié a mi chica cientos de veces… Y te la acabaste quedando. ¿Cuántas cosas más quieres de mí? Ya tienes mi música, mis versos… Y, claro está, a lo único que era capaz de subirme a la superficie cuando no podía levantarme. Siempre te lo quedas todo.
Porque a partir de ese momento, sentía que se ahogaría hasta tocar fondo, aunque intentara bracear con todas sus fuerzas. Ignoró la expresión dolida del líder al pasar por su lado y golpearle el hombro. La puerta se cerró con más suavidad de la que creísteis posible.
Chan se echó las manos a la cabeza y tú te sentaste en el respaldo del sofá, compungida. Estabas cansada, demasiado cansada para pasar por otra discusión. Miraste a Chris.
— Debería decírselo ya. Lo estoy… matando. —a falta de mejor definición.
Chan tenía las fosas nasales abiertas y un ceño fruncido que daba miedo. Se había tomado a lo personal las palabras de su amigo.
— No. —negó—. Es tarde para parar la “broma”. Ahora soy yo quien quiere que sigas con esto. Un poco más. Hasta mañana por la noche.
— Oye… Sabes que dice cosas que no siente en momentos de tensión, ¿verdad? —intentaste calmarlo—. Es como lo que me dijo a mí. En realidad, sé que no lo siente y se ha disculpado millones de veces. —te masajeaste el puente de la nariz, tratando de calmar el dolor incipiente de cabeza—. No obstante, esto creo que hará nuestra relación más sencilla.
— Si no la destruye para cuando se lo digas.
Tragaste saliva.
— Yo también creo que me he excedido en mi “broma”. —te encogiste de hombros—. Como bien dices, ya es tarde para arrepentirse. He tardado un mes entero en llegar adonde estoy. Quiero que sea una sorpresa.
Bangchan chasqueó la lengua. Respiró hondo antes de meter la mano en una de las bolsas y pasar el contenido de esta en otra.
— ¿Cómo se enteró Hyunjin antes que yo? Te lo tuve que sacar a la fuerza y casi a gritos. —parecía algo ofendido.
— Porque fue Hyunjin el que me ofreció esa oportunidad, y casi me delata aquel día en el comedor. Créeme, no se lo hubiera dicho el primero. Es tan cotilla como Changbin.
— Me sorprende que haya guardado el secreto.
— Está al tanto de la situación, y le parece una brillante idea hacer rabiar a Hannie. Según él para… “Hacerle probar de su propia medicina.”
Chan emitió una risita.
— Típico de Hyune. —su mirada se perdió en las bolsas—. Espero que lo de mañana funcione.
— Han nunca ha declinado una cena con Minho, ni cuando estaba en su punto más bajo. No lo hará por esto. Entretanto… ¿Me ayudas a llevar las bolsas a mi habitación?
Chris puso los ojos en blanco, pero accedió.
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¿” Espero que seas feliz con Chan”? Y. Una. Mierda.
No, no, no. Solo había pasado un mes desde que las cosas se empezaron a torcer. Era imposible que te hubieras enamorado de él en tan poco tiempo… Bueno, contando con que no lo estuvieras desde hace un año y medio. Se llevó la uña del dedo pulgar a la boca, mordiéndosela en un tic nervioso que llevaba consumiéndolo ya veinticuatro horas. Primero empezaron los movimientos involuntarios de los párpados, luego fueron los constantes cambios de ritmo en su corazón a causa de la ansiedad. Y hoy, esto.
Resopló, cansado, triste, roto. No supo por qué había accedido a quedar con Minho en uno de los restaurantes más caros de la ciudad —y el menos concurrido a ojos de curiosos—, pero lo cierto es que agradecía que fuera en Gangnam y no en el centro, donde habría tenido que ir en coche.
“Recuerda vestirte para la ocasión, nada de sudaderas y pantalones cortos. Es un día importante.”
Resopló una segunda vez. Bajando por la avenida principal con mascarilla, nadie se percataba de quién era, por suerte. Los pocos que se giraban lo hacían al ver a un hombre bien vestido y con la mejor colonia del mercado. Hasta había estrenado sus zapatos nuevos, aunque creía que el motivo era absurdo. ¿Qué tenía de significativo que a Dori se le hubiera caído por fin el último diente de leche que seguía pegado a su encía?
<<Menuda estupidez, Lee Minho. Si querías hacerte el importante, habérmelo dicho directamente. No es la primera vez que jugamos a ser esnobs.>>
Y no sería la última.
Cruzó el último paso de cebra que se extendía al lado del restaurante. La luz del interior reflejaba la oscuridad de la noche, y se alivió al ver que, en efecto, el local estaba casi vacío salvo por algunas parejas que aún seguían disfrutando de la velada. No veía a Minho por ningún lado, así que supuso que se había colocado en una de las mesas del fondo, lejos de miradas indiscretas en el sector privado.
¿Serían capaz algún día de sentarse frente a los ventanales sin peligro de ser descubiertos? ¿Podría hacer eso mismo contigo? Sacudió la cabeza por enésima vez esa noche. El problema de vuestra relación correspondía al Jisung de mañana. Convencería a Minho de hablar contigo y arreglar las cosas, sé que podría hacerlo si…
— Buenas noches. —dijo uno de los camareros—. ¿Tiene reserva?
— ¿Re-Reserva? Ah, sí. Lee Minho es el nombre.
El camarero miró la lista y negó con la cabeza.
— No hay ningún Lee Minho en la lista, señor. ¿Cómo se llama, por casualidad?
— Han Jisung.
El hombre volvió a poner la vista en la lista y sonrió.
— Ah, sí. La han puesto a su nombre. Sígame.
<<¿Minho ha puesto la reserva a mi nombre? ¿Por qué?>>
Pronto encontró la respuesta a su pregunta silenciosa.
Frente a él, sentada en la mesa en la que se suponía que debería estar su amigo, vestida con un exquisito vestido de satén rojo oscuroyuna copa de vino de Montes Taita de 2018 te encontrabas tú. Lo mirabas con esa sonrisa que lo embelesó desde el primer momento. Jisung pronunció tu nombre en un suspiro, inseguro de que estuvieras allí de verdad.
— Hannie. —contestó, y supo que sí que lo estabas.
Encontró la silla frente a la tuya, aunque tropezó y casi se lija la cara contra la pared. Al intentar recolocarse, el pantalón negro se le enganchó en una de las astillas de la pata de la mesa y un crujido le dijo que la tela estaba rasgada. Han emitió un grito ahogado ante la cantidad de cosas que podrían estar saliendo mal en ese instante y… estaban saliendo mal.
Sin embargo, el sonido de tus carcajadas opacó cualquier sentimiento de frustración que estuviera teniendo. Te estabas riendo, y no sonaba a burla.
— Echaba de menos lo divertido que eras. —dijiste con sinceridad.
<<Y yo tu risa.>>, pensó, pero no lo dijo. Por el contrario, se sentó bien y fijó la vista en el menú desplegado que tenía delante, serio. El camarero vino, tomó nota de lo que querían y se marchó con la misma rapidez. Ahora no había ninguna carta a la que mirar, pero sí un plato perfecto y redondo que le llamó la atención. ¿Iba a tener que pagar por una cena que no estaba seguro de que saliera bien?
Como si le leyeras el pensamiento, te inclinaste hacia adelante con ojos brillantes.
— Esta vez pago yo, por cierto. —le dijiste—. Podrías haberte pedido ese bulgogi que tanto te gusta.
— ¿Pagar… tú?
— Sí, yo. Puedo permitírmelo. Puedo permitirme muchas cosas que antes no. Si quisieras venir aquí una vez en semana, podríamos hacerlo, aunque sin tanto vestido elegante y tanta parafernalia.
Han se encogió más sobre sí mismo. ¿De qué estabas hablando?
— No tienes ningún motivo para invitarme a mí. —dijo, bajito, desviando la mirada—. Tienes a Chan.
Pusiste los ojos en blanco y soltaste un bufido exasperado.
— Sabía que sacabas conclusiones antes de saber la historia completa, pero que lo hicieras tan rápido. —te quitaste un mechón de pelo y le sonreíste—. No estoy con Chan. Solo me ayudó a encontrar el vestido adecuado para este día. Entre otras prendas de ropa, la verdad. I.N no podía quedar, que es el que sabe mucho acerca de moda, así que tu amigo se ofreció a hacerlo por él. ¿De verdad piensas que podría gustarme Chan?
Buen punto.
— ¿Por qué no? —replicó él, inflando los mofletes—. Es un tipo genial, con un sentido de la responsabilidad muy grande y nunca te… Nunca te haría sentir de menos… Como hice yo.
— Hannie… —le pusiste la mano en el dorso de la suya estirada sobre la mesa—. Amor mío, sí que es verdad que el primer día estuve un poco descolocada y los pensamientos negativos me inundaron la cabeza… Pero debo decirte que te perdoné en el instante en el que te disculpaste.
— Entonces… ¿por qué me ignorabas tanto? Los mensajes, las palabras secas…
— Porque a pesar de haberte perdonado, sabía que habías actuado como un idiota y quería castigarte un poco. Al principio pensé en una semana, y estuve a punto de romper el papel en varias ocasiones… Hasta que Hyunjin me pasó una llamada con su mánager personal.
Han inclinó la cabeza de lado, confuso.
— Me comentó que tenía un posible trabajo para mí en la empresa. —seguiste, después de beber un poco más de vino—. Ganaría el triple, un mes de prueba. Claro está, no podía desvincularme de mi antiguo trabajo tan rápido sin causar una mala impresión, así que les di quince días. Quince en los que combiné ambos trabajos. Fue duro, mas la recompensa ha valido la pena.
“El caso es… que no podía detenerme a explicártelo. Más bien, no quería. Deseaba sorprenderte antes de decírtelo, sin darme cuenta del daño que te estaba haciendo en el proceso. Chan me enfrentó hace unos días, pidiéndome explicaciones, y se lo tuve que contar.
— Os escuché. —comentó él. Le temblaba el labio inferior. Aún no podía ilusionarse, era muy pronto—. Ese día os oí hablar en la cocina. Planeabas dejarme. Dijiste: “Por ese motivo debería dejarlo ir cuanto antes.”
— ¿Qué? ¡No! —negaste efusivamente, tratando de recordar—. ¿Cuánto escuchaste? No, lo que dije fue que tendría que dejarte ir… Pero que no lo iba a hacer a menos que tú quisieras. Y estaba haciendo todo esto para poder estar a tu altura ni que fuera un poco. Ahora sé que, aunque de diferente forma, lo estoy.
Rebuscaste en el bolso y sacaste una tarjeta que Han recogió a duras penas con dedos temblorosos. En ella se leía “Staff”, tu nombre completo y…
— ¿Directora de márquetin? —leyó en voz alta, sorprendido.
— Directora de márquetin y relaciones internacionales. —completaste, orgullosa—. A partir de hoy soy la encargada de que la publicidad de vuestro grupo sea lo suficientemente buena como para llamar la atención del público, y también me encargaré de contactar con las empresas de todo el mundo para que anuncien vuestros tours en sus ciudades. No quería decírtelo hasta que el período de prueba se hubiera completado… Y esta mañana firmé el contrato indefinido. Trabajaré con vuestros mánagers, incluso.
Jisung dejó escapar el aire de sus pulmones y por primera vez en un mes, te miró a los ojos. Estabas preciosa. Quizá con un poco de ojeras, ya que combinar dos trabajos es difícil, pero hermosa igualmente. Tanto que sentía ganas de llorar.
— Si no fuera por mí, no tendrías que haber buscado otro… Te llamé vagabunda sin pensar… Dios, soy tan estúpido…
— Eh, Ji, mírame. —le agarraste la mano entre las tuyas—. No dejes que la ansiedad te carcoma. No lo hice por ti. Hubiera aceptado ese trabajo igualmente, cualquier día de cualquier mes. La diferencia es que se me ofreció en el mejor y peor momento. Y si no hubiera empezado la broma, te lo habría dicho en cuanto corté la llamada con el mánager de Hyunjin.
“Créeme cuando te digo que, aunque no hubiera conseguido pasar el período de prueba, habría vuelto a la normalidad contigo. Sé que no te importa cómo vista, ni qué haga con mi vida mientras siga luchando, como tú. Sé que nunca te ha importado nuestra diferencia salarial. Como sé que tampoco piensas que Chan se queda con “todo”.
Jisung echó la cabeza hacia atrás.
— Mierda… Chan. Tengo que…
— No, ahora no. Ahora tienes que comer esa deliciosa comida que viene por allí. —señalaste a lo lejos al camarero que traía una bandeja a rebosar—. Chris no te guarda rencor. Se molestó, sí, pero nada ha cambiado entre vosotros, estoy segura.
Jisung asintió, más tranquilo.
La cena transcurrió… ¿tímida? Le explicaste muchas de las cosas que hacías en la empresa, desde la corrección de diseños hasta las incontables llamadas y reuniones con los mánagers a fin de que los próximos conciertos pudieran transcurrir con normalidad. Te habías puesto en contacto con algunas compañías en Japón y habías asegurado buena publicidad para los próximos meses.
Han asistía a lo que decías lleno de admiración y respeto hacia ti. ¿Cómo podía estar ante una de las mujeres más capaces del planeta? ¿Qué tenía él que ofrecer? No es que no lo hubiera pensado antes, al conocerte, pero en ese instante era como una bofetada de realidad. Se pasaría la vida entera compensándote la falta.
Al salir después de pagar —no lo dejaste pese a insistir sin parar—, emprendisteis el camino de vuelta cogidos de la mano. Dios… habías echado tanto de menos su tacto…
— Siento mucho haberte hecho sufrir así, Hannie. —te disculpaste, ya cerca de la casa—. Tendría que habértelo contado.
Jisung sacudió la cabeza.
— Aunque sí que ha sido un infierno estar alejado de ti, me lo merecía. Solo… me alegro de poder estar contigo otra vez.
Entrelazó los dedos con los tuyos y los observó, encandilado. Luego se inclinó y te besó los nudillos con tanta ternura que un suspiro murió en tus labios. Había tanto dolor y alivio entremezclado en su expresión que te sobrevino una necesidad imperiosa de abrazarlo.
— Hannie… —tenías la garganta seca aun habiendo bebido—. Amar es poco comparado con lo que siento al estar contigo. Te quiero tanto que podría volverme loca, y este último mes ha sido también duro para mí. Lo siento—
Sentiste unos labios húmedos sobre los tuyos, y el cerebro dejó de pensar. El ritmo del beso fue lento y había tanto sentimiento en él que no sabías si las lágrimas eran tuyas o de Jisung. No había necesidad de que fuera intenso, simplemente… Os explorasteis como la primera vez en movimientos tranquilos, desordenados y torpes. Al separaros, ambos jadeabais con fuerza en busca de aire.
— Da igual lo que haya pasado. —susurró, su frente contra la tuya y los ojos cerrados—. Da igual. Estoy contigo, estamos juntos. Y voy a poder verte más seguido. —sonrió—. ¿Cómo es que no te he visto antes en la JYP?
— He hecho malabares para no coincidir contigo, créeme. —le aseguraste, divertida—. Pero sí, ya no importa. Dejemos las disculpas de lado.
— Será lo mejor.
— Te quiero. Muchísimo.
— Y yo a ti. —te abrazó con urgencia—. Te quiero. Te quiero tanto… No puedo parar de decirlo.
— Pues no lo hagas. —le acariciaste la mejilla y le miraste a los ojos cristalinos—. Dímelo cada día de nuestras vidas.
— Lo haré, si tú haces lo mismo. Y no más secretos entre nosotros.
— No más secretos —te reíste, besándolo una vez más
No los abría nunca más.
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© LUNEARTA, 2024. 𝘕𝘰 𝘦𝘴𝘵á 𝘱𝘦𝘳𝘮𝘪𝘵𝘪𝘥𝘢 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘱𝘪𝘢 𝘵𝘰𝘵𝘢𝘭 𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘤𝘪𝘢𝘭 𝘥𝘦 𝘤𝘶𝘢𝘭𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘮𝘪𝘴 𝘰𝘣𝘳𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘯𝘪𝘯𝘨𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘭𝘢𝘵𝘢𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢.
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letsgetbigger · 4 months ago
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Mi compañero de piso
Primera parte
El día de la mudanza llegó con el sol brillando intensamente sobre la ciudad. Había decidido buscar un compañero de piso para ayudarme a pagar la hipoteca, ya que mi sueldo en la tienda de ropa no daba para mucho. La idea de compartir mi espacio con alguien nuevo me llenaba de cierta inquietud, pero también de expectativa.
Erik llegó temprano, vestido con un chándal grande y cómodo. Era un morenazo de 25 años, recién independizado y que teletrabajaba como informático. En contraste con mi atuendo habitual de traje y corbata para trabajar, su estilo relajado me llamó la atención de inmediato.
—Hola, Frank —dijo Erik con una sonrisa amplia, extendiendo su mano.
—Hola, Erik. Te ayudo con las cajas —respondí, estrechándole la mano.
Desde el primer encuentro, cuando vino a ver el piso, nos caímos bien. Y mientras Erik desempaquetaba sus cosas y las acomodaba en su nueva habitación, no podía evitar observarlo. Había algo en su presencia que me atraía.
Después de unas horas de trabajo, terminamos de acomodarlo todo. Erik se dejó caer en el sofá, sudando ligeramente por el esfuerzo, y me di cuenta de que su ropa, aunque grande, no lograba ocultar completamente una ligera redondez en ciertas zonas de su figura. Fue entonces cuando entendí por qué había traído consigo tal cantidad de comida. La nevera, que solía estar medio vacía con mis fruta y verdura, ahora estaba repleta de paquetes de comida preparada, quesos, leche entera y varios tipos de salsas. Los armarios se llenaron de pasta, arroz, bolsas de patatas, galletas y otros snacks.
—Vaya, parece que tienes buen apetito —comenté, tratando de sonar casual mientras observaba sus provisiones.
Erik rió.
—Sí, me gusta comer.
No podía negar que todo aquello me sorprendía, pero decidí no darle más vueltas y simplemente acepté que mi nuevo compañero de piso tenía un estilo de vida diferente al mío.
Una noche, semanas más tarde, llegué a casa tras una mala cita. Me sentía decepcionado y frustrado. Para mi sorpresa, encontré a Erik sentado en el sofá con dos cajas vacías de pizza a su lado.
—Hola, Frank. ¿Qué tal la cita? —me preguntó con una sonrisa despreocupada.
—No hubo chispa —dije encogiéndome de hombros.
Erik me observó con interés.
—Igual no era tu tipo —dijo con una mirada comprensiva—. A veces cuesta encontrar a alguien que realmente encaje con nosotros.
Me dejé caer en el sillón frente a él, sintiéndome un poco mejor al escuchar sus palabras. Siempre tenía una manera de hacerme sentir comprendido y menos solo.
—Puede que tengas razón —admití dejando escapar un suspiro.
Mientras hablábamos, noté algo diferente en Erik. El chándal ya no le quedaba tan holgado como cuando se había mudado. De hecho, la sudadera parecía esconder una panza creciente. Era evidente que estaba disfrutando de la comida y su cuerpo lo reflejaba. Se levantó y caminó hacia la cocina. Los pantalones de chándal se ajustaban a su trasero redondo de una manera que no había visto antes. Abrió uno de los armarios y sacó un bote enorme de proteína en polvo, lo cual me sorprendió.
—¿Has ido al gimnasio? —le pregunté, intentando comprender por qué necesitaba un batido de proteínas después de dos pizzas.
Erik rió y negó con la cabeza.
—No, no voy al gimnasio —dijo como si la idea le resultara divertida.
—Ah. Bueno, creo que es hora de irme a la cama.
—Buenas noches, Frank.
Tal vez tenía razón. Tal vez el chico delgado con el que había salido simplemente no era mi tipo. Siempre me había fijado más en hombres corpulentos, en osos.
Una noche calurosa de finales de primavera, me desperté sediento. Me levanté de la cama y me dirigí a la cocina para beber un vaso de agua. Al llegar a la puerta, me detuve en seco. La escena ante mis ojos me dejó paralizado. Erik estaba de pie, iluminado únicamente por la luz de la nevera abierta. Llevaba puestos solo unos slips que se le clavaban en la piel, marcando sus curvas y dejando al descubierto la creciente redondez de su cuerpo. Su barriga se derramaba ligeramente sobre la goma elástica y sus muslos se veían más gruesos, pero lo que más llamaba la atención era su trasero. Aquel culazo redondo y prominente llenaba completamente los calzoncillos, haciendo que la tela se tensara al máximo. Erik tenía una caja de donuts sobre la encimera y comía uno tras otro con una voracidad insaciable usando la mano izquierda. La mano derecha estaba metida en sus slips, moviéndose rítmicamente mientras se masturbaba. El placer en su rostro era innegable. No pude evitar quedarme allí, observando en silencio. La visión de Erik dándose placer de esa manera, disfrutando de la comida y de su propio cuerpo, era hipnótica. Sentí mi erección crecer rápidamente.
Me alejé de la puerta con cuidado de no hacer ruido y regresé a mi habitación. La imagen de Erik seguía en mi mente: su cuerpo cada vez más relleno, sus manos ocupadas con los donuts y su polla, la expresión en su cara. Sabía que algo había cambiado dentro de mí y que mi atracción por Erik había crecido de una manera que no podía ignorar.
Segunda parte
Con la llegada del verano, el calor se hizo insoportable en nuestro apartamento. Erik empezó a pasearse por casa solo en calzoncillos y cada vez que lo veía, mi corazón latía con más fuerza. Su físico había cambiado notablemente. Su barriga había crecido más y sobresalía con orgullo. Y su culo se había vuelto todavía más grande y redondo. Los slips apenas podían contener sus nalgas. La integridad de la tela se ponía a prueba con cada movimiento. Erik parecía estar cómodo con su cuerpo. Verlo así, tan natural y despreocupado, me volvía loco.
Una tarde, sentados en el sofá viendo la televisión, no fui capaz de contener mi curiosidad. Lo miré fijamente y le pregunté:
—Erik, ¿estás... engordando a propósito?
Erik permaneció en silencio por un momento y luego una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro.
—Sí, Frank, lo estoy haciendo a propósito.
—¿Por qué?
—Siempre me ha excitado la idea de engordar, de sentir mi cuerpo crecer, mi barriga expandiéndose y mi culo volviéndose más grande. Y me encanta ver cómo la ropa me queda cada vez más ajustada.
Mis ojos se abrieron de par en par. No podía creer lo que estaba oyendo y al mismo tiempo me sentía increíblemente excitado. Su confesión solo había intensificado mi deseo.
A la mañana siguiente, al dirigirme a la cocina para hacerme un café, noté que la puerta del baño estaba entreabierta. A través de la rendija de la puerta podía ver a Erik en la ducha. El agua caía sobre su cuerpo desnudo, resaltando cada curva, cada pliegue de su piel. Ver cómo sus manos recorrían su barriga gorda con movimientos deliberados, su pecho y sus enormes nalgas me fascinaba. Me aferré a la puerta. Mi erección crecía dolorosamente. Sin darme cuenta, una mancha húmeda empezó a formarse en mis calzoncillos, signo de mi excitación extrema. Erik me descubrió. No dijo nada, pero su sonrisa y la forma en que sus ojos brillaban lo decían todo. Abrió la cortina de la ducha e hizo un gesto para que me uniera a él. Sin pensarlo dos veces, entré en el cuarto de baño. Me quité los calzoncillos rápidamente, dejando que cayeran al suelo, y me acerqué. Se giró, ofreciéndome su espalda. Mi mirada se fijó en su trasero redondo y firme, un espectáculo que no podía resistir. Comencé a acariciarlo. Erik se estremecía bajo mis caricias. No podía esperar más, mi polla palpitante buscaba su objetivo. Alineé mi cuerpo con el suyo y con un movimiento lento y deliberado, lo penetré. La sensación era increíble. Un gemido escapó de mis labios. Erik se arqueó hacia atrás, apoyando las manos en la pared de la ducha mientras yo comenzaba a moverme dentro de él. Mis manos agarraron sus flancos y aumenté el ritmo. Las embestidas se volvieron más fuertes, más desesperadas, y Erik respondía a cada una de ellas con gemidos de placer. Sentía cómo su respiración se entrecortaba a medida que nos acercábamos al clímax. Finalmente, con un grito ahogado, me corrí dentro de él. Erik se estremeció y gritó también, su propio orgasmo siguiendo al mío. Nos quedamos así, unidos y jadeantes, mientras el agua seguía cayendo, lavando el sudor y la pasión que habíamos compartido.
Esa noche, después de un largo día en el trabajo, no podía dejar de pensar en la experiencia de la mañana. Al llegar a casa, me encontré con Erik en la sala, relajado sobre el sofá. Me acerqué a él y me senté a su lado.
—Erik, hay algo que tengo que decirte —comencé, tratando de mantener mi voz firme—. Me encanta lo gordo que te estás poniendo. Especialmente tu culo. Me vuelve loco. Y quiero verte engordar aún más.
Erik sonrió, su cara redondeada llena de satisfacción.
—Me gusta lo que oigo, Frank.
Me levanté y fui a la cocina, donde saqué una tarrina de dos litros de helado del congelador. Regresé al sofá y la coloqué frente a Erik, que ya había cenado dos platos enormes de pasta. Su mirada se iluminó al ver el helado. Me senté a su lado y empecé a darle de comer. El helado se derretía en su boca. Sus labios se movían con deleite tragando cada cucharada. Mi mano se deslizó por su vientre, sintiendo la plenitud y la calidez de su carne bajo mis dedos.
—Eso es, Erik —le susurré al oído, acercándome para besar su cuello—. Quiero que te lo comas todo. Quiero verte crecer.
Después de lo que parecieron horas, Erik terminó el helado. Se recostó en el sofá, su respiración pesada y su mirada fija en la mía.
—Gracias, Frank —murmuró con gratitud y deseo.
—Esto es solo el comienzo.
Me arrodillé ante él y deslicé mis manos por sus muslos gruesos. Luego mis dedos acariciaron sus pezones y jugué con ellos suavemente, a la vez que besaba su barriga. Erik jadeaba mientras mi boca bajaba por su cuerpo. Mordisqueé su polla a través de los slips, sintiendo su dureza contra mis dientes. Con un movimiento rápido, deslicé la prenda hacia abajo, y liberé su erección. Mi lengua recorrió su longitud, saboreando cada centímetro antes de tomarlo en mi boca. Mis manos seguían explorando, acariciando sus muslos y sus huevos. Erik gemía y se retorcía. Y con un grito de placer, se corrió en mi boca. Sus chorros de semen caliente llenaron mi garganta.
Tercera parte
Habían pasado unos meses y Erik estaba gordísimo. Me desperté una mañana y lo primero que vi fue su culo enorme, redondo y lleno de grasa gelatinosa descansando en la cama junto a mí. Admiré su tamaño. La celulitis de sus muslos y las estrías en sus flancos también me encantaban. Me acerqué a él, aún adormilado, y coloqué mis manos sobre sus nalgas, meneándolas suavemente. La carne se balanceaba. Una imagen que me excitaba como nada en el mundo. Bajé la tela de sus nuevos calzoncillos XXL y mis labios besaron sus nalgas con devoción.
—Has engordado tanto, Erik —murmuré contra su piel—. Y me pone tan cachondo verte así.
Erik gimió en respuesta y mis caricias se volvieron más atrevidas. Apreté y amasé sus nalgas, sintiendo la grasa bajo mis palmas, mientras mi lengua exploraba cada rincón también.
—Me encantas así, tan grande, tan sexy —le susurré.
Erik se retorció de placer.
—Frank, tráeme el desayuno a la cama —pidió, su tono cargado de necesidad—. Quiero empezar el día bien alimentado.
Me levanté rápidamente, mi erección pulsando con anticipación dirigiéndome a la cocina. Preparé una bandeja con todo lo que sabía que a Erik le gustaba: muchas tostadas con mantequilla, una tortilla francesa con queso derretido, dos cruasanes enormes rellenos de chocolate y... un batido de proteínas gigante hecho con leche y nata a partes iguales.
Cuando regresé a la habitación, Erik me esperaba, recostado en la cama con una sonrisa satisfecha en su rostro. Coloqué la bandeja delante de él y observé cómo sus ojos se iluminaban al ver la comida.
—Perfecto —dijo Erik.
Me senté junto a él. Empezó a comer con entusiasmo. La manera en que disfrutaba de cada bocado, la alegría en su rostro mientras se alimentaba, llenaba mi corazón de una satisfacción profunda. Pensé en lo increíble que era ver su cuerpo expandirse, cada vez más lleno de grasa, cada vez más hermoso. Y sabía que Erik también lo disfrutaba, cada bocado, cada caricia, cada mirada de deseo.
Cuando terminó el desayuno, me quedé en la cama observándolo levantarse y caminar hacia el baño. Su cuerpo había cambiado tanto en los últimos meses que era un espectáculo embriagador.
—Eres un cerdo gordo, Erik —le dije deslizando mi mano por mi propio cuerpo—. Mira cómo se mueve toda esa grasa. Joder, estás tan obeso.
Erik se detuvo y se volvió hacia mí, sus ojos brillando de excitación. Sabía que le encantaba cuando le hablaba así. Empecé a pajearme observando cada movimiento de su cuerpo.
—¿Te gusta estar así de gordo, verdad? —continué, mi voz ronca.
Erik gimió suavemente, sus manos acariciando su barriga hinchada, sus dedos recorriendo las estrías que la adornaban.
—Sí, Frank. Dímelo —pidió con deseo—. Dime lo gordo que estoy, lo mucho más que me vas a engordar.
—Eres insaciable —le dije, mis palabras un susurro lleno de lujuria—. Voy a seguir alimentándote. Quiero que seas el gordo más grande que jamás haya visto.
Mis manos se movían con más urgencia, mis ojos fijos en el cuerpo de Erik.
—Estás tan sexy lleno de comida —le dije sintiendo mi propia excitación llegar a su punto máximo—. No hay nada que me guste más que ver cómo te conviertes en un cerdo obeso y satisfecho.
Erik se mordió el labio y vi cómo su propia erección crecía bajo la piel de su barriga.
—Sí, Frank, hazme más gordo —respondió—. No puedo esperar a ver cuántos kilos más voy a engordar para ti.
Con esas últimas palabras me corrí, mi semen disparándose por toda la habitación.
Parte final
Era sábado y decidí que teníamos que ir a comer a un bufet. Erik estaba sentado en el sofá en sus ahora extremadamente pequeños calzoncillos XXL, su enorme barriga descansando sobre sus muslos. Lo observé por un momento antes de decirle:
—Hoy vamos a un bufet y quiero que te pongas algo ajustado. Quiero que todo el mundo vea lo grande que te has puesto.
Erik asintió con una chispa de emoción en sus ojos. Se fue a su cuarto y lo seguí, sabiendo que escogería la ropa más ajustada que tenía. Optó por una camiseta que se pegaba a su barriga, resaltando cada lorza, y unos pantalones que apretaban sus muslos y su enorme culo. Me sentí instantáneamente excitado al verlo así.
Llegamos al bufet, un paraíso de comida grasienta y abundante, y tomamos asiento.
—Quiero que comas sin parar. ¿De acuerdo? No te detengas hasta que te lo diga.
Erik asintió, se levantó y se dirigió a las mesas del bufet. Volvió con algo para mí y con un plato lleno de pizza, patatas fritas y pollo frito para él.
Lo observé comer, disfrutando de cada bocado que tomaba. Cuando terminó, le dije:
—Ve por más.
Erik se levantó y fue a buscar otro plato. Esta vez volvió con hamburguesas, aros de cebolla y más patatas fritas. El placer evidente en su rostro mientras llenaba su cuerpo con más y más comida aceitosa.
—Eres un cerdo obeso —le susurré habiendo acabado—. Come más, quiero ver cómo te pones aún más grande.
Erik obedeció sin cuestionar, levantándose nuevamente para buscar más comida. Lo observé caminar, su culo redondo y enorme balanceándose con cada paso. Regresó con un plato de macarrones con queso y costillas. La barriga ya le asomaba por debajo de la camiseta.
—Más, Erik. No pares —le ordené con el último bocado.
Obedeció de nuevo, levantándose con dificultad, su ropa ajustada marcando cada centímetro de su grasa. Volvió con varios trozos de tarta.
Volvimos a casa horas después. Entramos y Erik se dejó caer pesadamente en el sofá. Me acerqué a él, mi excitación palpable.
—Eres puro sebo, Erik —le susurré comenzando a desvestirlo.
Primero le quité la camiseta, dejando al descubierto su pecho amplio y sus pezones ensanchados. Mis dedos los acariciaron. Erik gimió.
—Mírate, con estas tetas enormes y esa barriga tan redonda. Estás hecho un glotón.
Le quité los pantalones con dificultad. La tela se aferraba a sus muslos gruesos y a su culo que parecía dos balones de playa. Se quedó solo en calzoncillos, los cuales bajé lentamente, revelando su miembro erecto pero medio enterrado en la grasa de su pubis.
—Me encanta lo enorme que te has puesto.
Mis manos recorrieron su cuerpo, manoseando su carne blanda. Acaricié su barriga hinchada, sintiendo su calidez y su suave textura. Luego dirigí una mano hacia su polla y empecé a masturbarlo. Cada movimiento hacía que todo rebotara, especialmente sus pezones, que se balanceaban con cada vaivén.
—Eres tan sexy, tan obeso. Mañana volveremos al bufet —murmuré, aumentando el ritmo de mis movimientos.
Erik gimió más fuerte y llegó al clímax, su semen caliente brotando en mis manos. Se lo di para que se lo tragara. Luego lo besé sintiendo una profunda satisfacción al saber que había ayudado a que se convirtiera en el hombre que tanto deseaba ser.
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dovakins-blog · 6 months ago
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Alfinal ha sido un gran cumpleaños. Aunque este no me escribiera la carta me hizo pequeñas notitas sin olvidar que me cuida cuando estoy mala como nadie y encima se me ha puesto enfermo😭😞.
Aun asi R me ha dado mucho mas que otros hombres. Recuerdo estar mala y estar con richi y no querer cuidarme porque se iba a jugar a las máquinas cuando realmente mas le necesitaba. R me regaló el otro día unas palmeras que nada baratas son junto con unas setitas de chocolate que por cierto ya cayeron😋 y tengo ganas de que llegue mañana sus regalos. Estoy deseando que vea la sudadera de sfdk sin miedo a vivir que la vea junto con la gorra que pone sfdk y con el color que le gusta a el de gorra. Solo espero que el tambien se dé cuenta de que lo amo y de que para el lo mejor. Tambien espero que se dé cuenta de que lo que le regalo es como demostrar mi amor y ojalá le pudiera regalar chandals de marca por 100€ pero lastimosamente ahora mismo no puedo😞.
Por eso necesito ponerme buena para poder echar curriculums en varios sitios. Quiero que vea que no soy una mantenida, ser madre es muy duro y cuando me podia permitir un alquiler mi hija necesitaba otras cosas.
R cuida muy bien de mi hija y es un buen hombre. Solo hay que ver como cuida de su perra que para el es como si fuera su hija. Es lo que yo realmente queria en esta vida y en las siguientes y ojala en otra vida coincida con el pero con mas tiempo para poder disfrutar mas de el.
Amo a ROTTY con todo mi ser y el es mi Ragnar, mi Arthur Shelby, mi Severus Snape...
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evevelovesvv · 2 years ago
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• as brother, as lover, as son
• vlkc angst
El disparo llegó hasta sus oídos cuando las llantas del coche derrapaban en la gravilla del camino, presionó las manos sobre el cuero del volante, mientras se convencía a sí mismo de que había sido un disparo al aire, de que era imposible que ninguno de ellos tres podía haber hecho aquello, ninguno podría haber disparado. No.
El disparo llegó hasta sus oídos como un fantasma del pasado, un grito enterrado en mitad de sus recuerdos, llegó como las lágrimas que había enterrado en lo profundo de su ser, porque sabía que no había sido un disparo al aire aún cuando trataba de convencerse de lo contrario.
Antes de que el auto se detuviera observó la imagen, y las lágrimas se cortaron tan súbitamente como habían llegado, mientras se bajaba del auto, ocupando las manos en buscar la pistola que llevaba consigo.
— ¡Dejadle! — exclama, apuntando el arma en dirección a las dos personas que aún están conscientes. — ¡Que le dejes ya, joder! ¡Capullo! ¡Atrás, anormales, o les pongo una puta bala entre las cejas! — continúa, mientras se acerca hasta el pequeño desastre que se ha formado allí, ese que ha empezado cuando el disparo llegó hasta sus oídos. — ¡Pidan un 10-38! ¡Ya! ¡Y he dicho que lo sueltes, puto ruso de los cojones, déjalo ya!
— Я не могу... это мое солнце... я не могу отпустить... (No puedo... es mi sol... no puedo soltarlo...) — susurra él, forzándose a traducir las palabras que se deslizan entre sus labios, justo como la tibia sangre entre sus dedos.  — N-no... no puedo...
Conway finalmente baja el arma al descubrir que tanto Volkov como Gustabo -o Pogo- han olvidado sus armas en mitad de la tierra manchada de sangre bajo ellos, ambos de rodillas, con manos temblorosas y ojos que tratan de apartar lágrimas.
Quizás no quiso verlo, porque era demasiado doloroso, porque se le partía el corazón, o lo poco que quedaba de él, pero sus ojos finalmente enfocaron la escena completa mientras se unía a los otros dos hombres allí.
Las manos de Volkov, al igual que las mangas de su sudadera, estaban manchados con la sangre que surgía a borbotones del pecho de Horacio, quien parecía tratar de aferrarse a los antebrazos del ruso, mientras lo miraba, con ojos cristalizados, el verde y el miel demasiado tenues mientras se forzaba a sonreírle.
— ¿H-Horacio...? — susurra el rubio de pronto, con la voz ahogada, y los ojos del chico de cresta lo miran a él. — ¿... qu-qué...? — continúa, con las manos aún temblorosas presionándose sobre las de Volkov. — ¿... qué pasó? ¿Dónde estamos...? — inquiere, aún volviendo en sí, siente la sangre tibia manchar su piel también. — ¿... quién hizo esto? — cuestiona, ladeando la cabeza para observarlo mejor, más demacrado y cansado desde que lo vio la última vez que... desde la última vez que se fue a dormir, y sabe perfectamente la respuesta cuando una de las manos de su hermano, demasiado fría, se posa en su mejilla. — No... no fui yo... no lo hice yo, hermanito, de verdad...
— ... lo sé... — suelta, tan bajito que parece que no parece real, y le observa los ojos, descubriendo otra verdad, descubriendo porque Pogo lo dejó despertar, después de tanto tiempo, y las lágrimas en sus ojos azules caen sobre el pecho de Horacio, mezclándose con la sangre que no ha parado.
— Lo siento... — murmura, presionando la mejilla contra la mano de Horacio, que vuelve a sujetarse del antebrazo de Volkov. — lo siento... 
— Deja de mascullar gillipolleces — regaña la voz de Conway, cuando por fin ha decidido hablar. —, ve a por un 10-38, a la de ya, anormal. — y Gustabo no quiere apartarse de su hermano, porque siente que en cuanto deje de verlo desaparecerá, pero termina por obedecer, dando trompicones hasta el auto, en busca de una de las radios de policía. — Horacio, vas a estar bien, super nena, solo aguanta un poco más, ¿bien? Mírame, no te vayas a dormir.
— Super... — llama, buscándolo con la mirada, pero es que siente el calor en todo el cuerpo, demasiado agradable como para resistirse a él, así que termina por cerrar los ojos, dejando que el calor lo consuma desde aquel lugar en el pecho donde las manos del comisario presionan el latir de su corazón, escucha voces distorsionadas mientras se concentra en escuchar el latir de su corazón en alguna parte de su cuerpo, escucha la voz de Conway, pidiéndole que se quede despierto, la de Volkov murmurando palabras en ruso, y a Gustabo gritando algo sobre números que casi parece recordar.
Y todo parece un vago recuerdo de su vida, desde la época en la que vivió en la calle, desde que Gustabo lo cuidaba, y todo da un salto, mientras pasa por los recuerdos de su primer beso, y el primer piercing, hecho por su hermano, escucha voces de fondo, llamándole "marica", "subnormal", "retrasado", y salta hasta su primer día en Los Santos, como basurero y como buzo, y escucha la risa de Segismundo, a Trujillo y Pablito.
Escucha su propia risa, mezclada con la de su hermano, las canciones en la radio del Z a todo volumen mientras conduce, a Torrente, y a Emilio, tiene el destello de unos ojos azules que buscan los suyos mientras murmura algo sobre no estar listo, un doctor que le sonríe con dulzura mientras le extiende una paleta, la voz de Greco y su risa.
Vuelve en sí con un suspiro, abriendo los ojos de par en par, descubriendo el rostro del ruso apartándose del suyo, y la sangre en sus manos que ha puesto sobre su rostro. — No vuelva a asustarme así, Horacio, por favor. — pide, y aunque trata de sonar severo, la voz suena demasiado ahogada. 
— N-no... — alcanza a soltar con el poco aire que siente en los pulmones, que para ese punto ya no son más que dos masas pesadas dentro de su pecho.
Busca con la mirada a Conway, quien es el encargado de cubrirle la herida en el pecho lo descubre allí, sin las gafas oscuras y con la expresión más desesperada que ha visto en su rostro nunca, pero los ojos de Horacio prefieren mirar a la mujer de pie tras él, tiene el cabello de un color que más que rojo parece naranja, y una mirada dulce que lo calma, aún cuando sabe perfectamente quien es.
— Eh, jotito, vámonos ya. — escucha de pronto, descubriendo a Pablito de pie a un par de pasos de él. — Yo sé que le gusta hacerse el mártir, pero se nos hace tarde. — insiste, dándole un toquecito a su pie, los ojos de Horacio se llenan de lágrimas entonces y el mexicano resopla. — Esto se va a resolver mucho más fácil sin usted, jotito, créame.
— No me gusta admitirlo, pero el delincuente tiene razón. — concuerda la voz de Torrente a su lado, inclinado sobre el hombro del ruso. — Buenas, Horacio, pensé haberle dicho que fuera con 10-3.
Y quiere disculparse con ambos, pero no tiene voz, se le ha escapado con el escaso aire que no logra contener, y siente que si habla, la sangre que se le ha acumulado en la boca saldrá a borbotones también.
— Está bien, Horacio — murmura entonces la mujer, con voz angelical, dulce. —, de verdad, puedes venir con nosotros. — continúa, sin dejar la sonrisa apaciguadora de lado. — Ya cuidaste de mi esposo y de mi hijo, ahora yo puedo cuidar de ti... — susurra, y Horacio cree que la mirada que tiene en los ojos azules es exactamente la que debería tener una madre, su madre. 
Asiente quedamente, convencido de que ya está, de que eso es todo, está en el final de la línea, sostenido solo por la idea de que quizás debería vivir un poco más, solo un poco.
— Gu... Gustabo... — llama para cuando el rubio ha vuelto a inclinarse hacia él, y tal y como ha temido, la sangre en su boca desborda un poco entre sus labios, pero eso no le impide continuar hablando. — tu... tu mamá... — continúa, encontrando el rostro pintado de blanco a su lado. — Ju-Julia... — susurra, mirando fugazmente a Conway. — es... es... muy linda...
— ¿Cómo? — inquiere el rubio, con el ceño fruncido. 
— La... la con-conocí... — continúa, tratando de usar tan poco aire como puede. — y a... Torren... te... — dice, mirando al ruso forzando una sonrisa. — le... le extra... extrañaba...
— No diga eso, Horacio — pide el comisario. —, no diga ese tipo de cosas... se lo prohíbo... — insiste, y el de cresta descubre que tiene la nariz ligeramente roja, al igual que los ojos. 
— Sea... — empieza, moviendo la mano hasta ponerla sobre la más pálida. — sea... muy... muy feliz...
— Horacio, se lo advierto — suelta Volkov. —, lo voy a degradar.
Quiere reírse, pero su cuerpo no tiene fuerzas, ni siquiera para sostener la mano sobre la calidez de la piel del ruso, así que la deja caer, mientras se concentra en respirar, pesadamente, el sonido de su corazón contra los tímpanos casi es imposible de encontrar, así que toma todo el aire que puede para poder hablar.
— Pa... papu... — llama, con los ojos cerrados, porque ni siquiera puede mantenerlos abiertos. — sem... semper fi... — asegura, con una sonrisita.
— Cállate, no te estás despidiendo, anormal, has salido de peores, y vas a salir de esta. — asegura, aunque quizás está tratando de convencerse a sí mismo. — Horacio, coño, ¡no te duermas! ¡¿Me oíste?! ¡No te puto duermas! — exclama, y el de cresta asiente quedamente, aunque ni siquiera sabe con exactitud lo que ha dicho, y con las últimas energías de su cuerpo, mira a Gustabo, quien le mira de vuelta, con los ojos azules siendo claros, los ojos de Gustabo, no de Pogo.
— Gracias... — murmura, y mientras los ojos se le cierran, y el latir de su corazón finalmente desaparece de sus tímpanos, les sonríe a los tres hombres allí.
Y se ha despedido, finalmente. 
Ha dejado de ser, y se ha despedido, no como Horacio, con H de ser el Héroe de la ciudad, sino como un hermano, un amor y un hijo.
Y Volkov vuelve a presionarle la nariz, aún con el rastro de sangre en las manos, y apoya sus labios juntos, tratando de darle algo más de aire, algo más de tiempo juntos, y lo hace, una vez, y dos y tres.
Pero Horacio ya no es, y ya no está, al menos no por completo.
— Horacio... — llama Volkov, tirando de su cuerpo para acomodarlo sobre su piernas, deslizando los dedos entre las hebras de la despeinada cresta. — Солнце ... бабочка ... вернись ... (Sol... mariposa... vuelve...) — y se inclina, para presionar sus frentes juntas, en un intento de guardar el calor del cuerpo contrario. — Lo siento tanto... ese disparo era para mí, tuvo que haber sido para mí... — continúa, mientras las lágrimas finalmente dejan sus ojos. — Это было взаимно... (Era mutuo...) — susurra, avergonzado. — Это было взаимно, но я не был готов... (era mutuo pero no estaba listo...)
— Esto es culpa suya. — descubre Conway de pronto, aflojando el agarre sobre el pecho de Horacio. — Es culpa suya... — repite, mientras Volkov y Gustabo lo miran, confundidos. — tú lo mataste — dice, mirando al rubio. —, y recibió la bala por ti. — continúa, observando a Volkov. — Mi... mi hijo murió por ustedes dos, es culpa suya.
— Conway, — llama Gustabo, con la voz aún temblando al salir de sus labios, no tenía lágrimas por derramar, Pogo estaba volviendo a llamarle desde lo profundo de su cabeza. — no se ponga violento, ¿eh?
— Podría — admite en voz baja. —, pero no, porque van a llevarse esta muerte a sus espaldas, ambos recordarán siempre que la muerte de Horacio no fue culpa de nadie más que suya. — murmura, mirando sus propias manos, tan demacradas, viejas y manchadas de sangre, con esa tan fresca que se deshace cuando las lágrimas le caen sobre las palmas. — Es culpa suya. — insiste, dejando que las lágrimas le rueden por las mejillas, incapaz de contenerlas para cuando vuelve a ver el rostro de chico, con la sangre resbalando entre sus labios entreabiertos, y manchando toda su ropa, desde aquel agujero en su corazón.
La idea casi lo hace echarse a reír, porque es casi una puta broma, una broma de ese universo tan desalmado que lo odia con cada célula en su infinita existencia.
Casi puede echarse a reír porque asesinaron a Horacio, su hijo, con un agujero en su corazón, en su gran corazón.
Y en realidad cree que no hay otra forma de que su chico se hubiese ido, la única forma era esa, abriendo un agujero en su gran corazón.
Todo terminaría un par de semanas luego, cuando Gustabo, quien había desterrado a Pogo de su mente, finalmente delató los planes de la mafia.
Terminó un par de semanas después, con todo el cuerpo de policía de Los Santos rindiendo homenaje a Horacio, el héroe de la ciudad.
El hermano, el amor y el hijo.
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xlemonciel · 2 years ago
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❛❛ All in ❜❜
Admitía que esa mañana se había levantado con una ansiedad terribleese día tenía una reunión con los jefes para ver qué iba a pasar con él y no sabía muy bien cómo mantenerse calmado cuando su futuro estaba pendiendo de un hilo. Sabía que el resto de miembros estaban igual o más nerviosos porque no paraban de rondar a su alrededor en todo momento cerciorándose de que estaba bien, desde que salió de su confinamientos todo el grupo había estado muy pendiente de Felix y le gustaba, siempre le había gustado que le prestaran atención. Sobre todo el maknae del grupo que tuvo serios problemas para acortar la distancia porque estaba muy avergonzado de su reacción aquel dia en la sala de ensayo, pero Felix lo entendía, ninguno de los dos había sido consciente de lo que hacía ese día así que no es como si le guardara ningún rencor por ello y el menor parecía muy aliviado cuando este se lo dijo, todo volvió a ser normal entre él y los demás, y no quería que aquello acabara.
Antes de la reunión su teléfono no paraba de vibrar, la mayoría de los mensajes eran de Hyunjin que parecía más preocupado por él que por la reunión en si, eso hacía que de nuevo su pecho cosquilleara. Sin embargo se obligó a apagar el móvil cuando esta empezó. Fue todo muy tenso e incómodo, lo admitía, incluso el hecho de tener que discutir su vida sexual con un puñado de hombres mayores era perturbador pero al final las cosas no habían salido tan mal, habían hablado de varios planes de contención y por el momento Felix estaría tomando los supresores que le habían conseguido y fingiría que todo seguía normal, Felix sabía que eso solo sería temporal, tarde o temprano su cuerpo no soportaría el bloqueo de sus hormonas y además tenía que estarlas tomando cada seis horas para que el afecto no se perdiera, pero al menos seguía dentro del grupo y eso era suficiente.
Cuando llegó a casa Bangchan fue el primero en recibirle, la ansiedad del líder podía olerse incluso fuera del apartamento pero le tranquilizó con la noticia, a él y a todos los que se encontró en su camino, sabía que sería cuestión de poco tiempo que todos se enteraran de que estaba de vuelta y quisieran hablar con él pero se excusó rápidamente para huir a su cuarto, estaba cansado e incómodo, esas pastillas que había empezado a tomar le tenían inquieto. Los días siguientes estuvo reordenando su cuarto con las nuevas sudaderas que había tomado prestadas a los demás, pero una vez se cambió y cogió la que quería ponerse se dio cuenta de que estas no olía como siempre, olían a suavizante, seguramente algún miembro había hecho la colada. Aquello le irritó mucho más, odiaba ese olor, sus sentidos se habían asentado mucho desde su presentación pero seguía siendo muy susceptible a algunos olores. Y lo que era peor... No olía a Hyunjin.
Ni siquiera pensó, cogiendo esa sudadera y las demás recién lavadas y saliendo del cuarto en dirección al otro dormitorio, pasando de largo de todos los demás para llegar a la puerta del mayor, llamó un par de veces, más por costumbre que por necesidad porque acto seguido entró con toda la confianza del mundo como si fuera su casa, dejando todas las sudaderas sobre la cama con gesto enfurruñado. 
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maryfortune · 1 year ago
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Vuelta a casa
Buenas y si mi ordenador funciona, mi inspiración no me dejo hoy. Y he conseguido terminar otro escrito mas. He querido hacer este escrito PV Cato, ya que el en este caso es mas protagónico. Aunque me da cosa haberlo sacado de personaje. Al menos espero que como mínimo entretenga.
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Estaba tranquilamente esperando a mí ultimo trabajo de la noche. Preparado para la ocasión, vestido completamente de negro con mi sudadera con su capucha puesta. Un cubre bocas del mismo color y unos pantalones de chándal.
Mi identidad estaba oculta y protegida. Era como ser una persona distinta sin ninguna clase de limite.
Por ultimo pero no menos importante; mi cuchillo en mí bolsillo y mis guantes puestos para dejar el lugar limpio y sin rastros de mi presencia.
No tarde de verlo aparecer nervioso por la esquina. El sabia que estafar al bajo mundo, aunque lucrativo tenia unas consecuencias muy altas. Claramente estos no eran gente vulnerable como; una ancianita frágil o un niño inocente.
Todo el mundo habría pensado, que siendo tan paranoico, seria difícil conseguir la oportunidad. Pero soy un hombre paciente y detallista. También la avaricia de algunos rompe el saco.
No tardo en entrar en histeria, cuando emergí de las sombras, tapándole la boca, arrastrarlo con facilidad aquel callejón de forma mecánica.
Saque el cuchillo para ejecutar un corte limpio en cuello en su justa medida para desangrarse, pero que estuviera consciente en los siguientes apuñalamientos. Tenían que ser 15 a petición del cliente.
-Shhh calma James, tu amigo Bins, dice que le encanta premiar las lealtades como la tuya.-Digo con un tono monótono susurrándole al oído.
Me asegure de mantenerlo en silencio hasta que siento, como la vida abandona su cuerpo. Lo dejo tirando en un hueco oscuro del callejón, le quito la cartera, el móvil y el reloj simulando un robo. Todo perfecto para salir del lugar silenciosamente.
Era casi las 4 de la noche, hice mi llamada a mi jefe a una distancia segura, para confirmar que el objetivo estaba logrado.
Tire lo recaudado para no conservar ninguna relación con el cuerpo. Tras tapar cualquier cabo suelto que me conectara, empecé hacer el camino a casa de forma segura, aparque la moto, subí al piso.
Duramente mis horas laborales me encontraba apático, como si el mundo fuera en blanco y negro. Mi mirada azul se oscurecía ante las situaciones vividas.
Entre en casa con delicadeza sin casi esfuerzo. Solo por un segundo sentí algo cálido se instalo en mi pecho. La lamparita del comedor estaba encendida, su tenue luz dejaba ver a una Fortune dormida en el sofá.
Esta estaba de lado con las piernas contra su cuerpo, Recordando a un gato haciéndose un ovillo. No tarde en notar la razón de su cambio de cama. Tenia un libro abierto cerca de la mano que caía del sofá.
Me trasmitía tanta paz poder verla feliz y tranquila dormir de forma despreocupada, que no pude evitar acercarme. En estos momentos que la veía así era cuando mas sucio me sentía.
¿Cómo seria vivir en su mundo?
Deseaba tenerla entre mis brazos y no soltarla nunca, pero era ver mi guante con esa mancha y recordaba que era yo. Mi mano se detuvo. Me invadió un anhelo, mientras la dejaba caer y la apretaba en forma de puño.
No supe cuanto tiempo la estuve mirando simplemente descansar. No podía dejarla ahí, se dañaría la espalda. Aunque sabia que a ella le gustaba descansar en ese rincón de la casa. Pero, miraba mis manos sabiendo que no podía tocarla de esa forma.
Contengo el suspiro antes de ir al ba��o a cambiarme. Mi ropa de trabajo la coloco en una bolsa que yo mismo llevaría a la tintorería.
Tenia que evitar que mi rommie se hiciese preguntas de este tipo. Era bastante perceptiva.
Aunque seguramente si viera sangre lo primero que ella pensaría es que alguien me había lastimado. Era un riesgo innecesario que solo provocaría una mirada de preocupación en ella.
No puedo evitar sonreír mientras me limpio para ponerme cómodo. Me sentía tan cansado de esto, pero no podía terminar sin mas. Seria sencillo desaparecer como siempre. Pero algo me ataba a mi querida dulzura no me dejaba. Desde que la vi en aquella foto.
Salgo del baño dejando la ropa en mi cuarto. Vuelvo al comedor donde seguía descansando. Aun tras lavarme sentía la sangre por mis manos...No quería ensuciarla.
Puede que fuera tonto pero agarre una manta y la envolví en esta mientras con facilidad la cargaba en mis brazos.
Al sentir la fuente de calor que era, no tardo Fortune en acurrucarse contra mi suspirando relajada. Me tense al pensar que podría haberse despertado. La lleve a su cama, no era la primera vez que la encontraba allí.
A veces terminaba durmiendo con ella en este. Otras veces la llevaba pero me echaba con ella. Pero hoy…Necesitaba recuperarme para ser ese novio por el cual ella sonreía sacando unos hoyuelos en las esquinas de sus labios.
La pose en la cama, escuchando la gruñir quejándose empezando a temblar por el repentino cambio de temperatura.
-Buenas noches Dulzura.-La arropo y sin llegar a tocar su piel paso mi mano por su mejilla. Me deleito una vez mas de la visión de esta antes de ir al sofá a descansar.
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Aquí dejo otra historieta mas para la lista
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Si me disculpan iré a descansar.
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Historia de Bad the killer:
Todo comenzó con una chica de 15 años llamada Elizabeth Campos, era una chica de piel morena claro, ojos grandes llenos de curiosidad, cabello oscuro, era muy callada, siempre usaba una sudadera color negro un poco despintada y era muy común verla tapándose un ojo con un mechón de su cabello. Ella era muy fan de los asesinos y cosas violentas e incluso adoraba a los Creepypastas, aunque a sus padres no les gustaba mucho eso, así que un día la llevaron con un psicólogo pero a Elizabeth no le importaba, porque decía que lo que le gusta no tiene cura, que era natural que a ella le gustará la violencia; Elizabeth se sentía normal le facinaba dibujar cosas de ese estilo, hasta tenía libretas apiladas llenas de dibujos, a ella le gustaba mostrar sus dibujos al mundo aunque la gente la juzgara por sus dibujos tan sangrientos y llenos de violencia, a ella le daba igual mientras fuera feliz no importa cuanto la juzguen.
Casi no tenía amigos por qué vivía alejada de la sociedad y lejos de la civilización, vivía en una pequeña casa cerca de váldios y huertas ya que su padrastro llamado Jesús Cruz le gustaba los ranchos y la mamá de Elizabeth de nombre Alondra Campos, también le gustaba vivir en ranchos, pero a Elizabeth siempre le a gustado la soledad; tiene amigos pero solo los ve cuando va ala preparatoria donde estudia ella, pero la mayoría del tiempo está sola, y por eso se dedica al dibujo, dibujar es su pasión y eso la inspira a seguir viviendo ya que ella odia al mundo porque es como vivir en el mismísimo infierno por la maldad que hay, pero todo eso se le olvida cuando se pone a dibujar y se mete en su mundo perfecto y fantasioso, pero Elizabeth no es hija única tiene dos hermanos, una chica llamada Emilin Campos y un chico llamado Manuel Campos, Elizabeth es la mayor, Emilin la mediana y Manuel el menor, pero Elizabeth casi no convive con sus hermanos ya que no la entienden o ignoran por eso ella siempre está sola junto a su libreta y su lápiz dibujando.
Pasaron los años y Elizabeth se hizo una chica independiente logrando algunas metas de su vida consiguió un buen trabajo y una vida responsable, pero un día ella se preguntaba -"ahora que logré mis metas, ¿qué haré?”- pensó la chica de cabello azabache, así que después de un rato se le ocurrió viajar y conocer un nuevo lugar entonces se puso manos a la obra; consiguió el dinero suficiente para sacar un boleto y su pasaporte para ir a Estados Unidos, ya que ese era uno de los lugares que quería conocer, preparo sus maletas y se preparo para el viaje, ella planeaba ir a un pueblo de ahí tranquilo y pacífico es lo ella buscaba al llegar al final de su viaje, así que después de un largo viaje por avión llegó al aeropuerto de su destino al fin estaba ahí, lo primero que hizo fue a preguntarle a un taxista del lugar -"¿No conoce un lugar tranquilo y alegre en donde renten departamentos?"-
Y el taxista respondió -"con mucho gusto señorita"-
Entonces se subió al taxi con todo y sus maletas, mientras tanto en el camino el taxista le estaba haciendo charla a Elizabeth, preguntándole si es nueva por aquí?, Y cosas como esas a lo que Elizabeth respondía confiada a las preguntas de aquel taxista, el hombre dijo -"Wow, ¿Enserio? Eres nueva aquí entonces te va encantar vivir por aquí"-
Elizabeth respondió con una sonrisa en su cara -"wow, entonces vine al lugar indicado"- dijo Elizabeth al taxista. Después de una larga charla y unos cuantos minutos al fin Elizabeth empezó a ver un montón de casas y el taxista respondió sonriendo -"Creo que ya llegamos a tu destino, aquí es el mejor lugar para vivir espero que encuentres un lugar aquí"- Elizabeth voltio a todos lados y vio un hermoso vecindario lleno de casas, parques y un entorno familiar, era tal como imagino, bajo del taxi junto a sus maletas, le pago al taxista y se despidió del taxista diciendo -"muchas gracias se lo agradezco"-
Y el hombre respondió -"no hay de que, que tenga un buen día adiós"- y se retiró el taxi. De ahí empezó la búsqueda de Elizabeth para empezar una vida nueva, como era nueva en el vecindario decidió ir a tocar a una de las casas del lugar para preguntar si alguien sabía sobre un departamento libre o una casa que renten por un tiempo, en cuanto toco la puerta salió chico un poco alto, de piel blanca parecía ser suave, cabello marrón claro y unos hermosos ojos color verde con una mirada linda, Elizabeth se quedó sin palabras al verlo, algo apenada y nerviosa le pregunta -"Hola buenos días me presento soy Elizabeth y soy nueva en el vecindario, dicen que por aquí rentan departamentos o algo así y quería saber dónde puedo acudir o preguntar"-
Y el chico sonrió amablemente y respondió "Oh! Es un gusto conocerla señorita Elizabeth, mi nombre es John Brown pero me puede llamar Jhon si gusta, y claro creo que estás de suerte a lado de mi casa por si notas están retando una casa a un buen precio así que creo que seremos vecinos, si quieres te puedo acompañar a preguntar”- Dijo el chico sonriendo
Elizabeth respondió -"ah! Te lo agradezco mucho y te agradecería que me ayudes y claro vamos"
Jhon responde a Elizabeth -"ok vamos entre más nos apuremos podremos ser vecinos"- dijo Jhon con una sonrisa amablemente, Jhon baja la mirada y le dice a elizabeth -"Veo que llevas muchas maletas si quieres puedes dejarlas aquí y ahorita volvemos por ellas para que no se te dificulte caminar con ellas, pero eso sí tú quieres"- le dice a Elizabeth mientras sonríe
Elizabeth responde con una sonrisa y un poco apenada -"claro , te lo agradecería"-
Entonces Elizabeth y Jhon empezaron a meter las maletas en la casa de Jhon para poder ir a preguntar junto a Elizabeth sobre la casa de a lado y fueron a ver, y ahí estaba la dueña de la casa, acomodando un cartel de se renta, y como Jhon conocía a la dueña de la casa fue y se acercó a preguntar -"Hola señora Alice ¿cómo estás hoy?, queríamos preguntar sobre la casa, verdad que sigue en renta y aún buen precio"- Dijo Jhon sonriendo.
La señora del lugar parecía algo mayor pero muy amable. Entonces Alice respondió -"claro, ¿por qué la pregunta?"-
Y Jhon responde -"es que tengo una posible clienta para ti que le interesa rentar su casa"-
Entonces la señora Alice voltea a ver a Elizabeth y sonriendo le pregunta -"¿tú quieres rentar mi casa? Pues claro que te la rentó"- dijo la señora con una sonrisa a lo que Elizabeth sonrió. Y en lo que arreglaron todos los papeles y documentos, en cuanto Elizabeth diera el primer pago todo quedó resuelto, directamente fue por sus maletas y Jhon la ayudo a llevar sus maletas, Elizabeth entro en la casa era algo grande tenía dos habitaciones, una cocina, dos baños ,un sótano, un ático y un patio pequeño pero era suficiente para Elizabeth, era el lugar perfecto para vivir, después de ver el lugar fue a desempacar sus maletas. En sus primeras noches dormía en el suelo porque aún no tenía muebles, hasta después que consiguió un empleo para poder pagar su renta y comprar mubles y víveres, al parecer todo iba avanzando bien los, vecinos la recibieron bien, le llevaron algunos postres y Elizabeth los acepto con mucho gusto. Era muy tranquilo el lugar y no pasaba nada malo, era el lugar perfecto para vivir...Un día Elizabeth llegó de su trabajo a su casa y se recostó en su cama, entonces empezó a escuchar las voces en su cabeza, obviamente Elizabeth sufría de esquizofrenia desde niña, ella odiaba mucho esas voces, la han fastidiado toda su vida, entonces se levantó rápido de su cama y puso algo de música para relajarse ya que eso ayudaba a callar esas voces molestas, siempre le funcionaba y se callaban, las voces en su cabeza le decían cosas raras y absurdas le decían cosas como (que tiene que matar porque todo mundo es el enemigo), también a veces las voces la ofendian así misma y eso la estrésaba demasiado, pero ponía música para callarlas y cuando las voces se hacían más intensas la vista de Elizabeth se veía como en cámara lenta o a veces rápida como si el tiempo se hubiese puesto en pausa y las voces se escuchaban más intensas, la música ya casi no la ayudaba es como si se hayan hecho más fuertes, así que Elizabeth bajo a la cocina para beber algo, se sentó en un silla cerca del comedor y a la vista de Elizabeth había un cuchillo y derrepente todo empezó a oler a un olor fétido como a sangre entre el aire, Elizabeth sentía que el cuchillo le hablaba como si quisiera que lo tomará, y una voz le dijo ("vamos a jugar un rato no lo crees") y Elizabeth con una sonrisa psicópata iba a cometer una locura de la que no se puede imaginar, pero derrepente alguien llamo a la puerta haciendo que Elizabeth reaccionará soltando el cuchillo, todo regreso a la normalidad y las voces se habían ido, así que Elizabeth se acercó a la puerta y la abrió era nada más y nada menos que Jhon su vecino algo nervioso y con una sonrisa agarrándose las manos nervioso entonces Elizabeth le pregunta dudosa -"Hola Jhon, ¿qué pasa? te veo un poco nervioso te ocurre algo malo"-
y John le responde nervioso -"es que pues quería saber si quisieras ir a cenar a mi casa, es que mis padres me preguntaron por ti, que nunca te presente a ellos y ellos quisieran conocerte, bueno eso sí tú quieres verdad"- dice Jhon mientras se agarra la cabeza nervioso y apenado, a lo que Elizabeth alegremente le responde -"Claro que quiero conocer a tus padres sería un placer, no más espérame un poquito tengo que arreglarme un poco y ahorita te alcanzó si"-
y Jhon sonríe por la respuesta de Elizabeth y le responde -"ah! Claro no hay problema, claro que te esperamos"- y Jhon se retira de la casa de Elizabeth para poder ir a su casa y decirles a sus padres que Elizabeth acepto su invitación. Mientras tanto Elizabeth toma una ducha y se pone a pensar que casi iba a cometer una locura con el cuchillo, después de unos minutos sale del baño y se viste para ir a la casa de Jhon su vecino. Entonces Elizabeth fue a la casa de Jhon, todo fue agradable los padres de Jhon sonrieron al ver a Elizabeth veían a una chica linda, decente y amable, así que terminaron la cena y todo salió bien, Elizabeth ya se iba a su casa para dormir y descansar para poder ir a trabajar mañana. Pasaron semanas y Elizabeth junto el dinero necesario para comprar la casa de la señora Alice, ahora Elizabeth ya no se tiene que preocupar por las rentas porque ahora la casa es de ella. Ahora Elizabeth tenía casa propia, tenía dinero y era feliz, todo es paz y tranquilidad en la comunidad en donde vive, pero eso termino ya que decidió regresar a su pueblo natal en México. Entonces Elizabeth le dijo a Jhon que pronto regresará, así que Elizabeth tomo sus maletas, y se fue tal como llegó y ahora se está hiendo dijo Jhon mientras veía como se alejaba Elizabeth en el taxi, aunque eso no fue todo, al llegar la noche hubo un incendio en la casa de Jhon Brown y cuando llegaron los bomberos, la ambulancia y la policía, lo bomberos actuaron y se metieron a pagar el fuego y rescataron un sobreviviente. La ambulancia lo llevo al hospital y la policía revisó el lugar para ver qué o quién inicio el incendio, pero no encontraron rastro de nadie, lo oficiales creían que talvez fue una fuga lo que provocó el incendio. Todo el caos empezó desde que Elizabeth se fue, los testigos aseguran a ver visto una silueta misteriosa con una sudadera blanca y la silueta parecía ser fémenina pero nadie logro verle el rostro y desapareció en el fuego, nadie sabe de quien será esa silueta pero ten cuidado porque talvez te esté buscando en tu hora de dormir.🤓🖊️📓😈😌✨🔪🕴️ Está es una historia que quería contar hasta ahorita me animé a publicarla autor: Elizabethcreepycrazysmiedo - Alondra Elizabeth campos Murillo
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lyon-amore · 2 years ago
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¿Qué pasaría sí...? Duskwood Capítulo 9
Capítulo 8 -------------------------------------------------------------------------------------    
*Macie POV*
Me había despertado feliz en comparación con ayer. Hablar con Mister Hacker me había hecho muy feliz. Espero que no tarde en conseguir el número de Poke para poder ir a verle o que yo encuentre una pista nueva.
 De nuevo, era otro documento. Lo leo, parece un poco más detallado. Esto seguro que servirá para el hacker.
Trabajaba con una sonrisa en la cara, sabiendo que eso llamaba la atención de Lian y su sentido del romance. Solía mirarme de manera sospechosa, como si quisiera adivinar qué me hacía tan feliz. Usaba a Aiden como excusa cada vez que nos cruzábamos, solo para que no pensara que había otro hombre en mi vida. No quiero que descubra que Mister Hacker existe, no sin que él quisiera. Si su anonimato era importante, entonces no desvelaré que es él. 
Había logrado por fin hablar con Richy y su actitud hacia mí fue amigable. Estaba preocupado porque Jessy no se obsesionase con la legenda, que creyera que es real, que no se lo hiciera creer. Está un poco confundido conmigo, aunque me gusten las leyendas, no soy alguien que crea que son reales. Siempre hay una explicación detrás de casa historia y es lo que me gusta. Me puse a flirtear con él, para intentar llevarle a mi terreno de confianza. Al final acabó diciéndome que le gustaba. Otro más a la lista de gente que confiaba en mí.
Cuando Mister Hacker me envió un mensaje de que fuera, no tardé ni dos segundos en levantarme de la silla minutos antes de la hora del descanso. Se había aprendido mis horarios.
Creo que vamos avanzando en lo que sea que tenemos.
 Llego a la puerta pero no abre. Llamo pensando que quizás no esté y que por eso no abre la puerta. O quizás por fin he logrado ser sigilosa.
 Al abrir, de nuevo está sin la sudadera y parece estar de mejor humor.   — ¿Hoy he sido sigilosa? —pregunto esperanzada.   —Ni un poco —suelta una risa y me deja pasar—. Pero no lo dejes de intentar, algún día llegarás a mi nivel.    Mi corazón da un salto al escucharle reír. Dejo la comida en la cocina y me quito la sudadera.   — ¿Cómo estás? —pregunto, preocupada por él todavía.   —Mejor, gracias por preguntar —se apoya en el escritorio mientas yo coloco la sudadera en la silla— ¿Todo bien en tu trabajo?   —Perfectamente —contesto, sonriéndole—. Aunque prefiero el compañero de mi segundo trabajo.    Vuelve a reírse, negando con la cabeza.   —Verdaderamente eres increíble —se relaja y se va su silla— ¿Encontraste otra nota de Hannah?   —Sí, así es —me siento y le miro.    Es increíble que cada día que pasa le encuentre más atractivo.   —Déjame verla un momento —sus ojos verdes pasan rápido por las líneas, para después colocarse mejor en el asiento—. Esta nota se diferencia bastante de la anterior.   —Y también sé por qué —me coloco mejor en la silla—, es como más clara.   —Exacto —se frota la barbilla, pensando—. La última nota era muy rara, casi críptica —le da la vuelta a una de las pantallas para mostrármelo—. En lo que has encontrado ahora, Hannah parece escribir sobre cosas que ha vivido.   — ¡Esto es útil!   —Así es —veo cómo sonríe con una pequeña victoria—. Una pista realmente muy buena —veo como se relaja un poco y esa sonrisa se vuelve dulce—. Bien hecho.    Mi corazón late más deprisa cuando me alaga y no puedo evitar en que mi temperatura suba. Seguro que estoy sonrojada.   —Muchas gracias.   —Me gustaría probar algo nuevo contigo —me quedo mirándole confusa ¿algo nuevo?—. Quiero que hagas notas de los datos principales —me suena el móvil y veo que se me actualizó el documento de Hannah—. Te marcaré estos datos y añadiré mis notas. Al final las compararemos.   —Suena una buena idea —le digo, curiosa por ver sus notas y qué es lo que piensa.   —Me alegro —le da la vuelta a la pantalla hacia él y me mira— ¿Estás lista?   —Lo estoy.    Asiente y directamente voy al documento. 
Termino de señalar lo que pienso y Mister Hacker hace un sonido de garganta sorprendido por mi rapidez.   —Déjame ver lo que has anotado — lee con detenimiento y asiente, sorprendido—. Curioso. Te has hecho exactamente las mismas notas que yo.    —Estamos en la misma onda —comento, con una risa, esperando que mi pequeño y sutil flirteo funcione.    Veo que no reacciona y me hundo en la silla avergonzada.   —Vamos a resumir las pistas —intento mirarle y veo que sonríe. Suspiro aliviada. Quizás no es momento para ser un poco atrevida, esperaré un poco más— Hannah fue a ver a una familia.   —La señora de la familia se llama Iris —contesto, mirando detenidamente el documento para no distraerme.   — ¡Bien, eso es! —Su emoción me contagia y amplío mi sonrisa— Estaba acompañada por una persona desconocida para nosotros.   —No le gustaba ir sola.   — ¡Bien! —veo como se remueve en la silla. Es adorable ver que es porque tenemos en manos algo importante— Han hablado de algo, de lo que Hannah parecía conocer todos los detalles.   —Ella esperaba encontrar otro detalle nuevo.   —Pienso lo mismo —me lanza una mirada rápida y regresa a la pantalla—. Y la última pista: Hannah se sentía culpable por esta familia.   —Te has olvidado de una cosa… —arquea una ceja y me apoyo en la mesa, con la mano debajo de la barbilla. Pongo mi mejor sonrisa, solo para él— A elogiarme.    Suelta un suspiro y me sonríe. Esta sonrisa solo es para mí, no para Hannah. No es la misma sonrisa que puso cuando habló de ella. No hay vuelta atrás. Me gusta mucho el hacker.   —Realmente lo haces muy bien —su voz suena suave, me hace sentir un escalofrío agradable—. Perdona que no lo haya destacado.    Le devuelvo la sonrisa y ambos nos miramos un rato. 
Entonces recuerdo que tengo que regresar a la tierra. Es increíble cómo logra que haga perder la cabeza por él.   —Todo esto tiene que ver con la desaparición.   —Eso es lo que supongo —dice tras aclararse la garganta—. A lo mejor podemos reconstruir de esta forma lo que había hecho Hannah en los últimos días —no es solo por su atractivo, sino también por su forma de pensar. Es alguien que para el trabajo, sabe cuándo separar nuestras conversaciones formales y las informales. Es su manera de hablar o de cómo le gusta pensar y analizar. Todo eso hace que me atraiga. No puedo más. Quiero dejar de llamarle Mister Hacker, necesito saber su nombre—. Buen, pienso que es todo por el momento —miro mi móvil. Todavía tengo tiempo, no quiero marcharme todavía— ¿O crees que hay algo más de lo que deberíamos hablar?    Aprieto con fuerza el móvil y trago saliva. Es el momento, es ahora o nunca. Quiero decirlo. Quiero ser sincera con él.   —Revélame tu nombre —contesto por fin.    Veo como sus ojos se abren tanto que parecen salirse. Parece ¿nervioso? ¿O asustado?   — ¿Mi nombre? —Pregunta, con un poco de temblor en la voz— ¿Por qué te interesa mi nombre?    Le miro un poco con timidez, arreglándome el pelo. Intento calmarme un poco antes de continuar.   —Porque me gustas —admito por fin, con una sonrisa— Porfa… —parpadeo mientras le miro con súplica, poniendo mi voz más dulce.    Se queda mirando la mesa, murmurando cosas. O más bien, noto algo diferente en él. Tiembla un poco. Al final me mira y parece que con decisión.   —Mi nombre es Jake.    Se me corta el aliento al escuchar pronunciar su nombre. ‘Jake’. ‘Jake’. Su nombre es Jake. El hombre del que estoy enamorada se llama Jake. Puedo ponerle por fin nombre a la cara con la que sueño todas las noches. Le sonrío emocionada, extendiendo mi mano a modo de saludo.   —Hola Jake —se me escapa una risa de felicidad.    Sus ojos brillan tras haber pronunciado su nombre. Extiende su mano y acepta mi saludo con una sonrisa.   —Hola Macie.    Puedo notar el calor en su piel ¿estoy también yo igual? Tiene las manos ásperas, con callos en los dedos. Puedo notarlos mejor ahora que me coge la mano con una duración más larga. Comparando nuestras manos, la suya es grande comparada con la mía. 
Separamos nuestras manos despacio, rozando nuestros dedos. Respiro con dificultad, pensando en cómo sería entonces el que coloque sus manos en mis mejillas y que me bese. Jake… Es Jake quien quiero que me bese. Ese es su nombre.   —Esto no es bueno —veo que se levanta y se acerca a la ventana, rascándose la nuca. No logro a escuchar lo que murmura.    Empiezo a preocuparme.   — ¿No te hace sentir bien?    Se queda quieto. Paralizado. Se gira y me mira.   —Sí, curiosamente —dice con un tono de incomodidad—. Pero a la vez me parece peligroso confiar en ti —siento un poco mi corazón destrozado ¿todavía duda de mí?—. Para mí hay demasiado en juego.    Me levanto acercándome a él. Con cuidado, rozo con un dedo su mano con cariño. Suspiro, con una sonrisa. No quiero sentirme de este modo. Ya no.   —Puedes confiar en mí —le digo confiada.   —Es que quiero confiar en ti —noto como responde a mi roce, entrelazando su meñique con el mío. Creo que es lo más íntimo que hemos tenido hasta ahora.    Con rapidez, como si estuviera haciendo algo malo, aparta la mano cruzándose de brazos, con toda la cara sonrojada.   —Pues ahora también quiero saber algo más de ti —intenta ponerse serio, pero su voz le delata con un poco de temblor. Evito reírme de él pero… Es adorable ver esta actitud de él.   —Claro ¿el qué? —pregunto, sin dejar de sonreír y sintiéndome mucho mejor después de saber su nombre.    Duda por un momento y respira hondo.   — ¿Sales con alguien?    La pregunta me sorprende un poco. No lo esperaba viniendo de él. Y ahora vuelve la Macie vergonzosa. Nunca antes me han preguntado esto. Estoy nerviosa.   —No —respondo. Necesito saberlo— ¿Te gusto o qué?   —Yo…    Me quedo esperando su respuesta mientras aparta la mirada avergonzado. Quizás me he pasado un poco… A lo mejor es demasiado pronto ¿no? Quizás mi confesión le ha hecho dudar. No puedo evitarlo, verle así me hace soltar una pequeña risa.   —Me encanta hacerte perder el hilo —me río, intentando relajar la situación.   —Ya me he dado cuenta —suelta un suspiro y sonríe—. No es la primera vez que te gusta gastarme bromas.   Se apoya en la ventana y me sonríe de manera sarcástica.   —Bueno, yo no soy quien está interesado en saber si tengo novio —pregunto imitándole— ¿Hay alguna razón en particular, Jake? —que bien sienta en decir su nombre, hace que me emocione pronunciar esas cuatro palabras.   — ¿Qué insinúas?   —Últimamente estás pendiente de Aiden y yo ¿estás preocupado por eso?    Aparta la mirada y hace un gesto como si se quisiera subirse la capucha para taparse la cara. Pero recuerda por su cara de vergüenza de hacer el gesto que no la tiene. No puede ocultarse de mí.   —No me preocupa para nada tu relación con Aiden —responde frunciendo el ceño, pero todavía sin mirarme—. Pero sé que no saldrías con él.   — ¿Y eso por qué? ¿Por qué crees que no saldría con él?   —Porque yo-    Jake me mira con tanta intensidad que siento que podría desmayarme aquí mismo. Es como aquella vez que se fijó en mis labios. No es capaz de decir la verdad, pero ¿él sabrá que también le deseo? Aunque se ha callado, lleva su mano atreviéndose a acariciar mi cabello, con cuidado. Respiro profundamente, deseando que no solo me acaricie el pelo. Quiero volver a sentir su piel con la mía. 
Es entonces que suena la alarma, dándome el aviso de que ya se ha terminado la hora. Jake se aleja de mí, regresando a la mesa, apoyándose en ella. Maldita sea…   —Tengo que irme —digo molesta con el móvil y su perfecto momento para interrumpirnos—. Perdona que esta vez no me pueda quedarme a comer contigo ¿quizás para la próxima? —cojo mis cosas y me pongo la sudadera,   —Claro —responde, mirándome más calmado—. Nos hemos concentrado en la nota que no hemos tenido tiempo —parece molesto también—. Hasta luego Macie.   —Hasta luego… Jake —pronuncio su nombre casi con cuidado, agitando la mano antes de salir del piso. 
   Jake… Su nombre es Jake… Adiós Mister Hacker, hola Jake.   —No dejo de pensar en su nombre —me río mientras bajo las escaleras—. Amo pronunciar su nombre… *Jake POV* 
Ha sido extraño volver a decir mi nombre después de mucho tiempo sin decirlo. Pero cuando Macie lo ha pronunciado, ha sido el momento en que he querido llorar al oírlo de otra persona. Y de una persona que me importa. He visto cómo ha movido su boca pronunciando ‘Jake’ y no me he podido sentir más vivo que antes, regresando a mi antiguo yo. Mi identidad.   —Quiero volver a escucharla pronunciar mi nombre —susurro, mirando por la ventana viendo cómo se marchaba—, aunque haya sido arriesgado contárselo, confío en ella.    Algo bueno es que no sale con nadie, pero…   — ¿De qué me sirve saber que no sale con nadie si yo no puedo salir con ella?    Ha sido una pregunta estúpida, Jake… De nada te sirve tener esa información ¿qué esperas? ¿Tener una oportunidad con ella?   —Eso nunca va a pasar… Perdona si te he hecho ilusiones, Macie… Capítulo 10 
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callejondelinfierno · 11 days ago
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juanbecerraramirez · 2 months ago
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Bajan un poco las temperaturas. Habrá que ponerse para salir un jersey suéter; los más frioleros, una cazadora; los hombres más gays, una rebeca o cárdigan; los más deportistas, camisetas térmicas o sudaderas
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tiendajang · 2 months ago
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Estilo: Conjunto 2 piezas para caballero Marca: 100% colombiana Tallas: S,M,L,XL Material: Lotto satinado logos bordados Color: Azul rey, rojo, blanco, negro, gris, azul oscuro, vinotinto, verde, negro dorado
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turkcool · 4 months ago
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Lente Semicuadrado Café Detalle Dorado – Mollerclothing
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lyon-amore · 2 years ago
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¿Qué pasaría sí...? Duskwood Capítulo 26
Capítulo 25 ------------------------------------------------------------------------------------------
*Macie POV*
Entro al garaje de los Roger, buscando a Richy con la vista. Pensé que estaría en recepción, como Jessy no está.   —Um… No hago nada malo entrando por mi propio pie ¿verdad? —susurro. Al fin y al cabo, estaba visitando a un amigo.    Entro a la zona donde reparan los coches y le encuentro con el coche de Dan. Estoy segura de que hasta ahora no ha examinado el coche porque tampoco se creía que lo habían manipulado. Me acerco despacio, suerte que está de espaldas a mí, así le puedo dar una sorpresa.
Coloco mis manos como si tuviera una pistola y la coloco en su espalda.   — ¡Está usted detenido, señor Rogers! —exclamo, intentando poner una voz un poco profunda, aunque imposible.    Richy se asusta y se da un golpe en la cabeza al incorporarse. Suelto una risa y él se gira, con cara de dolor.   — ¡Por fa-…. ¿Macie? —Richy me mira nervioso, casi como si hubiera visto un fantasma.   —Hola Richy —saludo, con una sonrisa de las que son encantadoras.   — ¿Qué- —suelta una risa floja, mirando a todos los lados— ¿Qué haces aquí? —Pregunta con tono molesto— ¡Quiero decir! ¡No es que no me alegre de verte! —Me señala con las manos, aún nervioso— Estás aquí ¡Wow! Ah… Vaya, no sé qué decir…   — ¿Tan mal me veo en persona? —bromeo, al ver que no puede hablar.   —Sí- ¡Digo! —Para de hablar y suspira— Mejor me callo antes de que diga alguna tontería más.    Vuelvo a reír y me apoyo en el coche, mirándolo.   —El famoso coche de Dan… —digo sin apartar la vista a todo el destrozo— ¿Has logrado encontrar algo?   —Ningún signo de manipulación —me responde, quitándose los guantes— ¿Pero qué haces aquí? ¿Y dónde te alojas? Pregunto por preocupación, dado que todos en Duskwood desean… Bueno, ya sabes —hace un gesto como de disparo en la cabeza, fingiendo que se muere.    Asiento haciendo un sonido de molestia. Por suerte todavía no ha pasado.   <<Más rápido de lo que pensaba. >>   —Estoy aquí por trabajo —contesto, metiendo las manos en el bolsillo de la sudadera—, un reportaje sobre el festival Pine Glade —veo como asiente, apoyándose también en el coche— y estoy alojándome en casa de Jessy.   — ¿En serio? ¿La has visto? —me pregunta preocupado por ella.   —Sí, justamente antes de marcharse, me ha dicho ‘Siéntete como en casa’ y me ha dejado en su casa sola.   —Qué raro que no me haya dicho que estabas aquí…   —Bueno, con lo de Phil… —suelto un largo suspiro. Ha sido un golpe fuerte para ella.   —Ya, lo de Phil… —veo que parece de verdad se siente mal por la situación— No puedo creer que le hayan detenido, a ver… Solo por dar copas gratis a las chicas guapas no debe de ser un crimen.    Pongo los ojos en blanco. Hasta en momentos como este bromea.   — ¿Te recuerdo que por tu culpa y ese paquete de cerillas, Cleo y Thomas quisieron entrar en la en la caja de seguridad? —le pregunto enfadada.   —Intentaba ayudar también con cualquier pista —contesta, encogiéndose de hombros— ¿Pero dónde está Jessy?   —Está… —tomo aire y me pongo seria. Terreno listo— Ha ido a casa de Iris, la madre de Jennifer Hanson —uso el apellido que había encontrado en internet investigando por mi cuenta. De esto no lo había contado todavía.    Veo a Richy cambiar de expresión, incluso esta vez sí que se pone pálido. Se pone a mirar el suelo, nervioso.   —Me diste el nombre mal —le doy un empujón amistoso, con una risa— o como fue hace diez años, quizás no te acordabas bien ¿verdad?   —Sí, es eso —se ríe sujetándose la gorra—. Hace mucho de ese caso, la verdad que aún me pone los pelos de punta. Saber que el asesino nunca fue encontrado, puso nervioso a todo Duskwood por un tiempo —me explica con calma. Aunque su mano me dice otra cosa cuando la veo, agarrando el coche con fuerza—. Pero ya te lo dije, es imposible que el caso de Jennifer y el de Hannah estén relacionados.   —Pues parece que sí —me aparto el cabello, colocándolo detrás de la oreja, haciendo esto, puedo mostrar mis ojos, buscando los suyos con confianza—, Hannah le dijo a Iris que el mismo hombre que mató a Jennifer iba a por ella.   — ¿Y ese es el hombre que la ha secuestrado? —me pregunta, dándose la vuelta para guardar las herramientas.   —De momento es la primera teoría que tengo —le veo concentrado en guardar cada herramienta bien colocada en su lugar, despacio— y la pista que tenemos es un coche, un AMC Gremlin.    Se le cae una herramienta y suelta un taco.   —Perdón —se disculpa, mirándome— ¿No me digas que ahora harás que ese hacker vaya archivo por archivo buscando ese coche por internet? —se ríe, regresando a poner bien la herramienta.   — ¿Y por qué no?   —Porque dudo que pueda encontrar algo —responde, acercándose de nuevo—, no hay ningún archivo en nuestros ordenadores de esa época… Y no me gustaría que se meta en nuestros archivos actuales, ya sabes que lo que pienso de él.   —Por eso es que es Jessy que se va a encargar de ello —me atrevo a decir—, si a ti no te importa, claro.   —Si es que encuentra algo —se cruza de brazos, pensativo—, son archivos de hace diez años ¿Quién sabe si seguirán estando?   —Por intentarlo —me encojo de hombros—. Pero como tú no te encargabas de eso, puede que ni sepas si sigue estando ¿verdad?   —Sí, supongo que tienes razón —suspira, volviendo a tocarse la gorra— ¿Y cuándo regresará Jessy?   —Primero va a ir a la comisaría de Duskwood, quiere poder averiguar quién a acusado a Phil.   — ¿Y si ha sido el hacker? —me pregunta. No veo nada raro en su pregunta, lo dice en serio— Piénsalo, está muy interesado en buscar a Hannah y con todo lo que se ha dicho, a lo mejor ha dado información falsa.   — ¿Podéis dejar todos de acusar a Jake sin conocerle? —Me molesto, dejando salir mis sentimientos— ¡Jake es inocente! No haría algo como eso, se arriesgaría a tener más problemas.    Richy me mira sorprendido ante mi enfado, casi parece dolido por haber dicho eso.   —Espera aquí —me dice antes de volver a las oficinas.    Intento relajarme. Todo lo que implica acusar o señalar a Jake de algo que no ha hecho me molesta. No soporto que le traten así.   <<Pero claro, solo yo conozco a Jake de verdad…>>
Me quedo esperando dándole toques al coche con el dedo. Si todo va bien, puede que pronto termine esto.   —Ya estoy —Richy regresa, con las manos en la espalda y una sonrisa—. Extiende la mano.    Pongo los ojos en blanco y me incorporo, separándome del coche. Hago caso y extiendo las manos. Me deja una chocolatina en la mano, con el logo de su tienda. Lo miro con gran interés, como si fuera lo mejor que existe ¡Es que es un chocolate!   —Dijiste que prefieres antes el chocolate a una taza, así que encargué unos cuantos en la pastelería —me contesta mientras le doy vueltas a la chocolatina— ¿Y bien?    Abro el envoltorio y me llevo el chocolate a la boca ¡Delicioso!   —Mmm… ¿Esto es chantaje por lo que has dicho de Jake? —le pregunto, tapándome la boca para comer.   —Más bien una disculpa —sonríe.    Me quedo mirándolo, dudando por un momento. Es un buen amigo y aun así… No puedo creer lo que esté pensando.   —Oye Richy —empiezo a decir, con miedo.   — ¿Sí Macie? —no borra su sonrisa. Duele.   — ¿Hay algo que te preocupa? ¿O que te gustaría decirme? —Pregunto, mientras tapo de nuevo el chocolate— Sabes que soy tu amiga ¿verdad? Puedes ser sincera conmigo.    Richy aparta la mirada, ocultándose con la gorra.   —Tan solo… —suelta aire cargado— Estoy preocupado por Jessy —dice intentando mirarme a los ojos—: El secuestro de Hannah, tus acusaciones, el ataque, la detención de Phil… Realmente estoy muy preocupado por ella, es que… —aprieta la mano con fuerza— No debería pasar por todo esto.   —Lo sé.    Intento mantener la calma. No debo alterarme.   — ¿Por qué… ¿Por qué no te llevas más chocolatinas? —me hace una señal para que le siga a la recepción. Parece como si me estuviera echando ya de manera indirecta. Me tiende el bol de cristal— Coge las que quieras.   —Vale… —cojo cinco y los guardo en la sudadera. Escucho como se ríe— ¿Qué? ¿Qué pasa?   —Deja un poco para los demás.   —No hay un cartel que ponga ‘Coger solo uno’.   —Gracias por la idea.    Me río también, al menos, dejando que el ambiente entre los dos sea más relajado.   —Tengo que irme ya —digo, señalando a la puerta—. Me ha encantado verte en persona.   —Y a mí también ¿y hasta cuándo te quedas?   —Hasta que termine el festival ¿Por qué?   —Oh, pues… —se rasca el cuello nervioso, evitando mirarme— Podríamos ir todos juntos y enseñarte el festival Pine Glade y ayudarte en contarte todo lo que sabemos.   —Me encantaría.    Me va a abrazar pero recuerda que tiene el uniforme lleno de aceite de coche. Me acaba dando la mano para despedirnos. Espero que haya valido la pena venir aquí por mi teoría, si no… Me sentiré como la peor persona en el mundo. De camino al motel, me pasé por la cafetería para comprar dos cafés. Estaba segura de que Jake iba a necesitar uno. Llamo a su puerta y abre un poco para ver quién está fuera. Le veo que lleva puesta la mascarilla y la sudadera.   —Ah, eres tú —dice más aliviado— ¿Todo bien?   —Sí, ya he terminado —le tiendo el vaso y lo coge—. Pensé que necesitarías un par de baterías.    Suelta una risa y me mira.   —Gracias.   — ¿Lo llevas bien?   —Aún me queda un poco más —mira dentro un momento y luego a mí— ¿Puedes esperar un poco más?   —Claro, estaré en mi cuarto entonces —señalo con la mano, indicando que estoy cerca.   —O también…    Se queda callado y deja de mirarme. Espero un poco a que me invite a pasar.   —Descansa un poco —me dice finalmente.   —Claro —sonrío mientras que por dentro grito—. Envíame un mensaje entonces ¿vale?   —Sí, no te preocupes.    Cierra la puerta y yo me dirijo a la mía. Si hubiera sugerido yo quedarme en su cuarto ¿me hubiera invitado?   — ¿Quieres pasar? —Me giro al escuchar a Jake tras abrir la puerta— Yo tengo todavía que mirar chats, pero si quieres podemos hablarlo mientras voy leyendo.    Voy a contestar cuando recibo una notificación. Cojo el móvil y miro el chat de grupo. Thomas pide continuar con la conversación sobre la detención de Phil.   — ¿El grupo?   —Sí —contesto, un poco molesta de haber escogido el momento más inoportuno— ¿Sigue la invitación en pie? —pregunto, ahora yo atreviéndome— Puedo quedarme en la cama hablando con el grupo mientras que tú estás ocupado.   — ¿En… ¿En mi cama? —pregunta nervioso.   —Sí, bueno… Tú estás usando el único asiento que hay en el cuarto para el ordenador-   —Por supuesto, cierto —veo como se sonroja. Me controlo en reírme ¿en qué pensaba?—. Vamos, estarán esperándote en el grupo.    Me acerco con una sonrisa y entro en el cuarto.
Me tumbo boca abajo en la cama y Jake regresa a su trabajo leyendo los chats. Espero que no me hayan esperado demasiado. ------------------------------------------------------------------------------------------
Thomas Podemos seguir por favor? Cleo Sí, ya estoy de vuelta Macie Richy? ------------------------------------------------------------------------------------------
Richy normalmente era uno de los primeros siempre en conectarse y sé que ya había terminado de mirar con el coche de Dan porque estaba presente. ------------------------------------------------------------------------------------------
Dan Ahora ya se puede decir lo que uno piensa de nuevo? Macie Ya todo el mundo lo hace Dan Vale Mi caso es claro como el agua La he cagado con Phil porque le dejé colgado en el Aurora Y justo luego después me fallan los frenos de mi coche Cuando justo vengo de una cita con su hermana ------------------------------------------------------------------------------------------
Pongo los ojos en blanco ante lo que dice. Eso no es motivo para acusar a Phil de algo y tras hablar con él varias veces, ni le interesa lo más mínimo las historias de Jessy y sus amigos, pero encuentro normal que se enfade porque no se presentó para el trabajo. ------------------------------------------------------------------------------------------
Cleo Cuando quise preguntar a Phil sobre Hannah, reaccionó de manera poco adecuada Habló mal de Hannah y no sabía cómo hacer para perderme de vista ------------------------------------------------------------------------------------------    <<Ey, Cleo, cuando te acusen de algo, no te enfades cuando reacciones mal, un consejo para alguien que ha sido acusada.>> ------------------------------------------------------------------------------------------
Macie Lo que puedo entender hoy en día Cleo Cómo? Macie Según él, tú tampoco te comportaste de la mejor manera Cleo He intentado chincharle un poco, pero es cierto Pero su comportamiento no lo justifica Macie Y las pruebas ridículas tampoco son justificables 😑  Dan Oye, quién dijo que ya había acabado? ------------------------------------------------------------------------------------------
  — ¡Oh! —Me levanto de la cama y sacho una chocolatina, abriéndola— Abre la boca, Jake —me acerco a él, quedándome a su lado de pie.   — ¿Para qué?   —Tú hazlo —me río ante su duda.    Abre la boca y muerde un poco de chocolate. Hace un sonido de que le gusta y me mira.   —Gracias —dice tras terminar de comer el trozo.   —De nada, te lo dejo aquí —dejo la chocolatina encima del papel en el que estaba envuelto en la mesa y regreso a la cama.   — ¿Roger’s Garage? —pregunta Jake. Debe de haber cogido el dulce.   —He ido a ver a Richy —digo, levantando la vista del móvil— ¿Algún problema?   —No, ninguno —contesta, incómodo—. Pero recuerdo que dijiste que ibas a ver a alguien especial.    Sonrío al escuchar lo molesto que parece.   —Un amigo también puede ser especia, Jake —le respondo, mientras sonrío de escucharle de esa manera.   —Sí, claro, sí, lo sé… —escucho que murmura— Los amigos también son… Especiales.    Niego con la cabeza, soltando una risa.   — ¿Qué? —me pregunta, girándose un poco.   —No, nada, todo perfecto —contesto, intentando poner cara de inocente.    Jake pone los ojos en blanco y regresa a mirar el ordenador, tomando un sorbo de café.   —Y no está tan bueno el chocolate —dice finalmente—, los he probado mejores.   —Ajá, claro.    Aún me faltan más pruebas y teorías como para hablar de mis sospechas. Él me contó al principio que sospechaba de alguien ¿y si es la misma persona que pienso? No debo saltar a la primera y acusar sin antes construir el escenario en mi mente. ------------------------------------------------------------------------------------------
Jessy Acabo de venir de la policía Y lo saben casi todo Del vídeo de Lilly, de que nos hemos metido, de que tenemos pruebas que no mostramos! Que hay un hacker buscado entre nosotros Y saben de ti, Macie Macie Esto solo puede significar algo malo para Jake ------------------------------------------------------------------------------------------
  —Jake —me levanto de la cama y me acerco a él, mostrándole la conversación. Comienzo a morderme la uña del pulgar, nerviosa— ¿Qué hacemos?    Se queda mirando la pantalla, con el ceño fruncido.   —Bueno, la policía de Duskwood de momento no saben cómo soy o quién soy de verdad —me devuelve el móvil—. Y tampoco es de su trabajo detenerme, no te preocupes por mí, me preocupo más por ti ¿Te han dicho algo mientras ibas a ver a Richy o cuando regresabas?   —No, todo el rato iba con la capucha —contesto más preocupada—. Igualmente me lo imaginaba por mi parte, pero ¿de ti?   —Está todo bajo control —me coge la mano y me sonríe—. Nadie va a conseguir atraparme, y ya sabes por qué.    Sé que lo dice para que no me preocupe, pero es horrible pensar que podrían alejarle de mí.   <<Siento que me estoy obsesionando con este miedo, debo de calmarme un poco. Jake está seguro aquí dentro, mientras no salga de aquí, estará bien. >>
Regreso a la conversación. Jessy y Cleo de nuevo discuten. En realidad me pregunto si alguna vez han sido amigas o tan solo tienen en común a Hannah como amiga. ------------------------------------------------------------------------------------------
Jessy Sé que uno de vosotros ha testificado contra Phil El jefe de policía me lo dijo ------------------------------------------------------------------------------------------
Oh, perfecto. Tenemos un chivato en el grupo. ¿Qué más puede pasar? ------------------------------------------------------------------------------------------
Thomas Phil habló con Hannah por teléfono el día que desapareció! Jessy Quién dice eso? Thomas Macie ------------------------------------------------------------------------------------------
Diciéndolo así parece que yo haya acusado Phil, cuando en realidad no es así. ------------------------------------------------------------------------------------------
Jessy Habéis hablado sobre Phil? Como sospechoso? Macie Pero solo por Cleo y Thomas Jessy Por qué no me lo contaste Macie? ☹️ Macie Porque no creo que Phil haya secuestrado a Hannah Richy Jessy, soy yo el que lo puso en marcha Tendrías que estar enfadada conmigo ------------------------------------------------------------------------------------------
Jessy se desconecta. Estupendo…
Veo el chat entre Richy y Jessy. Ella cree que ha sido Richy, pero no es cierto. Él no ha sido, de eso estoy segura de ello, se lo he podido notar. Al final Jessy decide dejar su trabajo porque cree que Richy es el culpable del arresto de su hermano.
Me estiro en la cama cerrando los ojos. Toda esta tensión en el grupo no es buena, si empiezan a acusarse todos, podríamos acabar no fiándonos entre nosotros.
Es perfecto, llego a Duskwood y las cosas se ponen peor que antes. *Jake POV*
Termino de leer los chats y me giro en la silla para avisar a Macie. Cierro la boca cuando la veo tumbada en la cama, sin escribir ¿terminó la conversación?
Me levanto con cuidado de no despertarla y me acerco, observándola cómo duerme. Me fijo en sus labios y pienso en besarla. Estos pensamientos… Tengo que calmarme.
Despacio abre los ojos, mirándome medio dormida.   —Ya me lo he mirado todo —digo, sin levantar la voz.   —Bienvenido de vuelta… —contesta incorporándose en la cama.   —Gracias —veo cómo se estira y se queja— ¿Cansada?   —No, tan solo había cerrado los ojos unos segundos —contesta y suelta un bostezo. Me río y me mira mal—. Bueno, vale, pero porque llevo mucho tiempo sin dormir bien.   —Pues siento desilusionarte, pero toca trabajar.   —No me desilusionas, lo estaba deseando —se sienta y me mira esperando.   —Hubo una cantidad enorme de cosas que he tenido que leerme —empiezo a decir, acercando la silla a la cama—. Parece ser que el grupo comienza a dividirse. Macie me mira preocupada. Por los mensaje que he ido leyendo, al final ha cogido cariño al grupo, incluso estuvieron jugando por el enlace que vi.   —Tengo miedo de que me tiren hacia un lado.    No sé qué decir exactamente. Veo a todos los amigos de Macie y Lilly como simples objetos para ayudarme a descubrir la verdad detrás del secuestro de Hannah. O eso es lo que pienso, cuando vi que atacaron a Jessica, sentí que debía de ser mi culpa. Hice pasar a Macie por un mal momento al ver que atacaron a su amiga.   <<Y de nuevo mis pensamientos vuelven a ella. >>   —Sí, lo entiendo —coloco una mano en su hombro, intentando tranquilizarla—. Una situación como esta puede tener ventajas, ya que te presentan dos puntos de vista. El problema para ti es mantenerte con una perspectiva objetiva —Macie frunce el ceño, un poco molesta—. Parece ser que el grupo comienza a dividirse.   —Lo intentaré…    Tiene que mantenerse pendiente ahora a cada acción, no podemos dejar que esto sea un contratiempo.   —Tengo que admitir que la detención ha sido una sorpresa para todos.   —Y tampoco creo que Phil contaba con que le iban a detener —veo en sus ojos lo preocupada que está por él y me molesta.    No entiendo por qué preocuparse por alguien que trata mal a su hermana y que ve a las mujeres como objetos ¿Si eres guapa una copa gratis? Es el peor tío que existe. Doy gracias de no ser como él.   —No, seguramente no —contesto finalmente, intentando calmarme—. Supongo que la policía habrá estado investigando en niveles que no eran visibles para nosotros. Pienso que el ambiente general ha influenciado bastante nuestras perspectivas a la policía.   —O sea, que muy posiblemente gracias a ‘Los tres mosqueteros’, eso les ha ayudado.   —Más o menos podríamos decirlo pero —me pongo a pensar en lo que tenemos hasta ahora de cualquier pista que indique que sea Phil. Odio que no haya ninguna— parece que ni de un lado ni del otro hubieran suficiente pruebas.   —Tengo que averiguar quién ha declarado en contra de Phil.    Al ver su cara de decidida, mi corazón se acelera.
No puedo evitar en ponerme nervioso, es increíble lo que ella hace. Amo ese instinto de querer saber la verdad, es muy natural.   —Sí —me pongo a pensar en la situación— ¿Quién se aprovecha de ocultar informaciones contra Phil al grupo?    Espero la respuesta de Macie, que parece dudar.   —Alguien que cree poder llegar a Hannah.    Deteniendo al supuesto secuestrador, puede que hable. Aunque no hay indicios de que Phil lo sea… De momento.   —Es cierto —admito—. Al menos no podemos pensar que vayamos averiguar en breve quién detrás de todo esto.   —Me molesta muchísimo —dice con rabia— Sea quien sea en el grupo, no se lo voy a perdonar.    No sé si es importante Phil para ella, pero me duele. Su manera de preocuparse por él me hace sentir mal conmigo mismo. Inferior a él.   —He visto la conversación que tuviste con Phil —abro el tema y siento que debería detenerme, pero no puedo controlarme, es como si no pueda pensar con claridad por culpa de lo que siento por ella— ¿Por qué te invitó al Aurora?    Macie me mira sorprendida. Hasta ahora no me he dado cuenta, pero mi voz suena como si estuviera molesto.   —Porque soy una amiga de su hermana —contesta, inocentemente.    Frunzo el ceño. En realidad, no estoy enfadado con ella, sino con él. No me fío de Phil ni de lo que podría intentar hacer con ella.   —Le dijiste que irías a verle.    Veo cómo esboza una sonrisa. Tenía que haberme detenido.   — ¿Estás celoso?   —No —miento.   —Sí.    Suelto un suspiro y me cruzo de brazos, ignorando su mirada.   —Parece ser muy poco simpático.   — ¿Qué? —Suelta una carcajada— Todo lo contrario.    No sé si quiere molestarme o lo dice en serio.   —Pues me es antipático —le sigo llevando la contraria. No sé qué ha visto en él para decir eso—. No tendrías que haber venido a Duskwood, Macie —fijo mis ojos en los marrones de ella, bastante serio—. Es demasiado peligroso para ti estar aquí.   —En un análisis objetivo, los celos no tienen lugar —responde ahora ella cruzándose de brazos.   —Mi preocupación por ti sí —respondo deprisa, aproximándome a ella y apoyando mis manos en la cama.    Nos quedamos mirándonos y ella lleva su mano a mi cara, acariciándome con cariño.   —No te preocupes —me sonríe, tranquila—, no me va a pasar nada mientras esté en Duskwood.   —Prométemelo —digo firme—, que tendrás cuidado mientras estés aquí.   —Te lo prometo Jake, no voy a ponerme en peligro.   —Gracias Macie —apoyo mi frente en la de ella, cerrando los ojos—. No podría soportar saber que estás en peligro… —susurro, cerca de sus labios.   —Podría decir lo mismo ¿sabes? —me responde y noto el aire de su boca cerca de la mía.    Me alejo despacio, recordando que no debo tener una distracción en este momento. Se suponía que debía de hablar de todo lo que ha conseguido sin mí y de los chats y aquí estoy… Preocupado en que pueda perderla. No es profesional por mi parte.   —He… —me aclaro la garganta, dejando de nuevo el gran espacio que había entre nosotros— He visto que anotaste el nombre de ‘Alan’ en el listado de llamadas de Hannah.   —Y he averiguado quién es —veo como inspira y espira con dificultad ¿estará bien?—, es el jefe de la policía de Duskwood.   —Interesante… —pienso el motivo de por qué le llamaría ¿Sería por el hombre que la seguía?— Hannah contactó poco antes de desaparecer a la policía.   —O quería hacer una declaración —recuerdo a Macie diciendo que quizás hizo algo terrible. Me da miedo que sea así, pero habría que aceptarlo—. Al menos no era una llamada muy larga.
Asiento al recordar la duración de la llamada.   —Es cierto. Así que no le hubiese dado tiempo de contarles su versión de los hechos —veo a Macie agarrando con fuerza las sábanas, pensando. Parece que algo la está molestando bastante, me encantaría saber qué es—. Así que quieres seguir investigando ¿no?    Me mira como si hubiera acertado, con una medio sonrisa.   —No seguiría aquí sino —suelta una risa floja—. Estamos más cerca de Hannah jamás.   —Sí Macie, lo estamos —le respondo con una sonrisa. Ha dedicado demasiado tiempo de su vida en este caso—. El hecho de que Hannah haya conseguido esa pulsera de una casa de empeños puede llevarnos un paso más allá.   —Sí, también lo he estado pensando. Podemos averiguar quién lo empeñó.   —Exacto —me levanto de la silla, caminando por el cuarto—. Qué pena que no se me haya ocurrido antes —digo molesto.   —Tranquilo, podría decir lo mismo —me disculpa y la sonrío.   —Este hecho nos revela un detalle importante sobre quién es el verdadero vendedor —tendría que haberlo pensado. A lo mejor tenemos suerte y el que lleva la tienda puede decirnos algo—. Si llevas un objeto a una casa de empeños, tu intención es recuperarlo en cuanto antes.   —El asesino de Jennifer no es entonces —Macie se levanta de un salto, como si una bombilla se hubiera encendido.   —Sí es probable —respondo ante su deducción—. Deberíamos averiguar quién fue la persona que llevó la pulsera y ya sabes que es una tarea para ti —la guiño el ojo, sabiendo que hasta ahora, nos ha venido bien su ayuda.   — ¡Genial! Ya estaba deseando una misión —me responde con un guiño y me río.
Veo que entonces duda un momento en su hablarme o no. También me lanza algunas miradas, casi acusatorias.   — ¿Qué sucede, Macie? —Pregunto preocupado, acercándome a ella y cogiendo sus manos— ¿Qué te preocupa?   —Has… Has borrado los emails de Hannah ¿verdad? —me pregunta y noto que no me coge las manos como antes, como si estuviera dudando de mí.   —Sí. Pero entiendas por qué lo tuve que hacer.    Asiente despacio. Algo más la preocupa.   —Sí, supongo… —se encoje de hombros, con duda— ¿No te preguntas a veces si vamos demasiado lejos?   — ¿Qué quiere decir demasiado lejos si se trata de una vida humana? —No quiero discutir con ella, pero quiero entender su preocupación—. No puedo contestarte esta pregunta —agacha la cabeza, mirando el suelo— ¿Y tú Macie? ¿Puedes hacerlo?    Macie me mira con dureza. Ambos tenemos opiniones distintas sobre cómo llevar al final la búsqueda de Hannah. Sé que no ha podido evitarlo en encariñarse con el grupo. La dejé sola y era el apoyo que tenía.   —Sí si otra vida se pone en peligro.   —Te refieres a tu amigos ¿verdad?    Macie me va a contestar, pero su móvil suena.
Nos separamos y saca su móvil de la sudadera. Poco a poco veo cómo se le va cambiando la cara. No entiendo esa expresión ¿Es miedo o emoción?   — ¿Qué es? —pregunto preocupado.   —Así que no vamos demasiado lejos ¿no? —me dice, mostrándome el chat. En él me mostraba que Jessica le había enviado una foto. Una foto de una puerta con un cuervo manchado en sangre.
La acababan de marcar.
Capítulo 27
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callejondelinfierno · 11 days ago
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