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me había olvidado que dibujé esto

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2020 / Cine desde la pandemia: La fiesta silenciosa

Hay un acierto fundamental en la cinta de Diego Fried, "La fiesta silenciosa": nos invita a meditar sobre la violencia. Cualquier tipo de violencia en general, aunque la propuesta del filme se centra en algunas de las variables más comunes: violencia de género por principio, o la que se propicia al hacer justicia por propia mano, o incluso la violencia emocional, esa que se refleja muy bien en los novios protagonistas.
La acción inicia como un tradicional drama. Una pareja está a un día de llevar a cabo su boda, que se realizará en la quinta del padre de la novia. Para ultimar detalles y participar en los preparativos, ellos llegan un día antes al lugar del festejo.
A partir de ese habitual inicio, la cinta toma derroteros menos rutinarios. Sin embargo desde el principio tenemos ciertos indicios de sus orientaciones. La chica (Laura, espléndida Jazmín Stuart) es algo mandona e impetuosa, y su novio Daniel (Esteban Bigliardi, estupendo) es casi todo lo contrario.
En un momento de arrebato, Laura se va por allí entre las otras quintas de la zona tratando un poco de escapar de sus circunstancias, y va a caer por azar en una "fiesta silenciosa", es decir una reunión donde los invitados arman el reventón, conviven y bailan con la música que escuchan sólo a través de los audífonos.

En esas condiciones, el lugar es un silencio total, aunque se ve que la fiesta está bastante animada. Laura se integra casi de inmediato poniéndose unos audífonos. Luego un tipo la invita a un lugar apartado... y la cinta encuentra su punto de quiebre.
Es claro que el director procura no abrevar en los clichés, y ese juego de cierta manera le sale bien, es decir, sí mata su sed en los estereotipos, pero maneja las situaciones siempre con una buena dosis de inédito vigor. A eso contribuyen las actuaciones de los protagonistas, que son en una palabra, estupendas. Intervienen con autoridad, y siempre se ven muy firmes en su papel.
Una facción interesante de "La fiesta silenciosa" es que el que el director juega correcto con el misterio que provoca el tono de thriller con el que termina la cinta (algo desbocadamente, sí, por lo que se tiene que lidiar con ciertas exageraciones narrativas), pero Fried le da salida a la evidencia justo cuando que hace falta hacerlo, como en los buenos thrillers.
Y aunque la duda moral que siembra el filme es justificable, lo que sucede luego de ese impasse metódico a la mitad de la cinta es algo moralmente inaceptable. Eso, por fortuna, lo elabora con juicio Diego Fried (no obstante que luego se va al extremo en la narración) y lo evidencia de manera clara y terminante, para redondear una película eficaz, disfrutable y atrayente.
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“El Estrellero es un lugar al que se puede volver, y siempre va a ser distinto y familiar a la vez”
La banda lanzó “Alto Miedo”, su tercer disco de estudio en el que da un nuevo salto de calidad compositiva e interpretativa. Ultrabrit charló con la banda platense sobre el pasado, presente y futuro de este quinteto tan particular que sorprendió con uno de los mejores álbumes del año.
Por
Giselle Hidalgo
Las etiquetas pueden entorpecer más que brindar alguna ayuda en tiempos en los que los géneros y estilos se desdibujan y algo puede ser rockero y pop, liviano y complejo, profundo y bailable, todo a la vez. El Estrellero es una de esas bandas que parece no poner(se) límite alguno, aquí conviven las eras y las edades, las influencias más variadas desde el rock de los 70 hasta el pop de teclados de los 80, desde las guitarras filosas hasta el melodismo de los vientos, desde el clasicismo mozartiano (vía Beach Boys) al ruido como elemento expresivo.
Alto Miedo es la muestra más acabada de esta capacidad de El Estrellero por fagocitar elementos y transformarlos en una identidad propia, muy particular, con cuatro cantantes/autores que se van pasando el mando y aún así se las arreglan para cerrar discos con un concepto claro, sin caer en el muestrario de canciones que podría ser el peligro de bandas con estas características. Claro que el peligro se muda al oyente, con una propuesta que parece, en una escucha liviana, cancionera y pop pero que va revelando en sucesivas escuchas una gama de elementos que complejizan el mensaje, lo enrarece por momentos y por otros lo destaca.
“El bloque de tiempo en el que se van armando las canciones y el proceso de creación del disco determinan una temática, a veces natural y otras veces forzada, para que el disco tenga una identidad. Uno no es el mismo cuando graba Drama, Los Magos o Alto Miedo. Y la banda tampoco. Hay crisis que la atraviesan, inquietudes conjuntas, coyunturas personales que hacen que surjan cosas distintas”, Explica Juan Irio (voz y bajo). “Hablamos mucho de pensar a El Estrellero como la manifestación de un concepto casi implícito en nosotros cinco, cuando estamos todos juntos, que nos permitiera continuar creando canciones sin el ritmo rutinario de ensayos y fechas. De ahí que la extinción y la poca importancia de la extinción aparezca como piedra fundacional del disco en la primera de las canciones, ‘Terror Blanco’”.
Cuenta la historia estrellera que fue “Terror Blanco”, canción que abre Alto Miedo, la primera que compusieron sus tres integrantes originales. “Nació en el primer ensayo que tuvimos junto a Lau y Juan. Ellos tenían algunas canciones armadas pero ‘Terror Blanco’ fue un regalo de ese primer momento que te juntas a tocar con gente nueva. Nos parecía muy rara en el momento y el tiempo hizo que se acomode a nuestro repertorio”, cuenta Gregorio Jáuregui (batería).
“En “Pitillo” hay una sensación parecida, si se escarba un poco: los perfumes que aparecen de cualquier lugar y que nos colocan en un mundo nuevo, de ensueño, del que no queremos irnos, fueron la metáfora que usé para hablar de cuando percibimos que algo ha cambiado, que el entorno es bien diferente y que entregarse a los cambios no está mal. Claramente entre las dos canciones hay una estética distinta, una es más oscura y la otra pareciera festiva, pero creo que el hilo que las une es el mismo, el de aceptar las transformaciones”, cierra Irio.
El disco está editado por el sello de la banda, Pontaco, que suma en sus filas a Los Valses y Pels, y con el que Juan Irio editó también este año su trabajo solista Baladí. “Queremos seguir acumulando discos que salgan del amor por la música y la amistad”, proponen.
Luego del planteo inicial del disco que es “Terror Blanco” y la manifestación de romanticismo y elegancia de “Pitillo”, llega el primer momento introspectivo con “Ok Amigo” que cierra un primer bloque dentro de la obra con el sonido clásico de la banda en el que el tema se construye sobre las guitarras. “Ya para el momento en que compusimos y grabamos Alto Miedo la relación con nuestras guitarras fluía muy naturalmente. Es algo que hemos ensayado algunas veces cuando recién arrancábamos a tocar juntes, pero no hizo falta corregir mucho (el tiempo lo hizo)”, analiza Desaria 2714 (voz y guitarra, es además cantante de Fus Delei, banda que también integran Juan Baro Latrubesse y Jáuregui) “Creo que desde Drama a Alto Miedo los arreglos de guitarra fueron simplificándose mucho, entraron más teclados y las guitarras tuvieron que volverse más concisas”.
“Ok Amigo” es también el primer tema del disco firmado por Lautaro Barceló (voz y guitarra), que es además el responsable de la construcción del sonido de la banda desde lo técnico. “He tenido a cargo procesos puntuales de la producción en los tres discos, como encargarme de gran parte de la grabación en mi estudio El Desierto, y coordinar entre ingenieros y banda cuestiones que tienen que ver más con lo técnico. Me ha tocado estar más en el estudio que mis compañeros, editando, seleccionando material, grabando a los otros, mezclando. Lo que es producción artística, ha sido llevada a cabo por el grupo, y en este disco en particular, también por Francis Stuart Milne. Si bien ya teníamos las canciones y muchos arreglos, a Francis le dimos la posibilidad de ser un estrellero más con superpoderes, lo que vetaba o proponía, se hacía”.
Con su segundo aporte como compositor a la discografía de El Estrellero, Juan Baro Latrubesse (voz y teclados) terminó delineando el concepto detrás de Alto Miedo. “En mi tercer año en la banda metí la primera canción ‘Lo Que Salga Bien’ en modo balada cristalizadora de un EP muy heterogéneo (El Fla, 2018). Eso significó agregar una voz nueva para la banda, que ya contaba con otras tres, y me abrió las puertas para probarme como un compositor más en el disco que estaba gestándose. Así apareció ‘Sé Por Tu Amor’, un tema que había hecho un año antes y que no podía terminar de encajarlo. Al probarlo con la banda sentimos cierto aire pasado, dulce en su lírica y muy argentino, que ayudó a pensar el concepto sonoro del álbum. Juan (Irio) supo ‘redecorarlo’ con una parte más oscura, que recuerdo que se hacía imprescindible para él. El tema siempre me había parecido muy luminoso desde la letra y la melodía, y especialmente desde la armonía, que si bien viraba entre mayor y menor, dejaba muy expuestas las cadencias clásicas de un tema pop. Así que la sección que divide a la canción se enroló muy bien, y trazó un camino de un carácter sinuoso e inesperado en la fase completa de la canción. Una depresión”.
“Me pasó que cuando teníamos casi todas las canciones encaminadas, empecé a escuchar la voz del Calamaro de Hotel Calamaro en una de las líneas de ‘Sé Por Tu Amor’ – continúa Irio – y charlándolo empezamos a descubrir que el disco tenía muchos guiños al rock nacional, algo que en El Estrellero nunca había sido una sensación presente. Más bien era ajena. Pero en Alto Miedo había mucho de eso. ‘Terror Blanco’ me hacía gracia pensarla cantada por el Indio Solari, porque hay algunas líneas melódicas que me resultan similares. En ‘Pitillo’, de golpe, la línea de la voz se me presentó como ideal para Federico Moura, tal vez inconscientemente. Pero también había una referencia a Fito Páez en la frase ‘perfumes de cualquier lugar’, que durante meses fue ‘uh, los días en cualquier lugar’. Así como en ‘Sé Por Tu Amor’ cantaba ‘estaba en llamas cuando me acosté’, en la parte donde ahora canto ‘estaba herido cuando la encontré’. Creo igual que todos jugamos un poco con eso. Yo escucho a Charly en ‘Desconectado’, o a Calamaro en ‘Lumbrera’. Me parece que entre todos armamos un plan simple para que el disco tuviera esos matices y nos resultara familiar, porque la intención concreta fue que el disco diera miedo o incomodara, que no fuera una mezcla tradicional sino que hubiera glitcheos, ruidos y cosas por el estilo, y me parece que optamos por estos sonidos familiares como islas flotantes para el oyente”.
“Desconectado es un tema que tomó forma por 2017 y entró en un disco que hice de temas acústicos. Siempre me pareció que algo le faltaba y también se me hacía medio estrellero. Lo probamos en formato banda y calzó súper”, Desaria recompone la genealogía de uno de los puntos más altos del disco, en el que la fase más pop del quinteto se conjuga con el barroquismo de la intro. “Es un tema para un buen momento del vivo”.
El proceso de escritura, arreglo y grabación tuvo sus complejidades y desvíos, por ejemplo, “Lumbrera” canción que cerraría el lado A si el disco se editara en vinilo, fue reescrita en su totalidad por Barceló. “No todo lo que nace producto de la inspiración tiene por qué ser bueno para una canción. Si uno quiere ir bien hondo no alcanza con los golpes de suerte, también hay mucho de músculo en esto de hacer canciones, y desde luego que no digo nada nuevo. ‘Lumbrera’ fue regrabada como una canción original, con una melodía y una letra totalmente nuevas, aunque en este caso también tiene que ver conque la naturaleza de la canción que era previamente, no me valía demasiado para este disco. Como tenía las pistas en el estudio, metí unas guitarras acústicas e hice todo de nuevo, fue una larga tarde de escritura y grabación. A los chicos se las mostré ya terminada y fue un poco loca la situación, se las mostré en una de las pocas juntadas que hicimos este año y ni giré a verles las caras por miedo al bochazo. El final fue celebratorio, desde ya”.
“Nueva Atlantis” es un viaje de casi siete minutos que puede remitir tanto al rock de los 70 como a la neo psicodelia de Tame Impala, con casi cuatro minutos de coda instrumental. Otra vez se luce la pluma orquestadora de Baro: “Desde mi comienzo en la banda supe que en las canciones de Juan había una orquesta que no se estaba oyendo. Siento que en su cabeza, al momento de componer, hay cuerdas y vientos resonando con un poco de timidez. Recuerdo que en ‘Gaviotas’, la canción que cierra Los Magos, volqué una orquestación en el estribillo, la cual quedó un poco opacada por la cantidad de elementos que se estaban conjugando al mismo tiempo. Pero en una versión inédita donde ésta cobraba mayor presencia pude encantar a Juan, que me empezó a pedir orquestaciones en los temas futuros, y en su disco solista. Ya en Alto Miedo hubo canciones que desde antes de producirlas sabíamos que tenían que llevar orquestación, y esta vez fue mucho más notorio el resultado”.
Es “Duda” la canción que más se asemeja a los clásicos del rock nacional con algo de “La Grasa de Las Capitales” y una melodía que recuerda a los mejores Calamaro y Páez. Así como para “Desconectado” Irio armó un promo video eligiendo imágenes de un catálogo de maquillaje, para “Sé por Tu Amor” tomó escenas de una coming of age y en “Nueva Atlantis” aunó su nueva psicodelia con animaciones dignas de Pink Floyd; para “Duda” eligió el contraste con una película en blanco y negro de estética expresionista.
“Hay algo que nos pasó en esta última etapa con las deudas económicas. Somos una banda que nació al mismo tiempo que Macri llegaba a la presidencia, y nuestro devenir fue en medio de una crisis cada vez más grande. Por eso, y porque la temática del disco va por el lado de reinterpretar lo abandonado, es que se me ocurrió reeditar videos perdidos, educativos, de venta televisiva, caseros, o lo que encontrara libre de derechos y me permitiera transmitir lo que yo sentía como espíritu de cada canción, salvo la canción que abre el disco, que es un video animado hecho por mí, y la última, que es un video hecho casi completamente con material nuestro. Es una necesidad condicionada por esas deudas que hoy nos impiden hacer un video como quisiéramos”.
El disco cierra con dos canciones de Barceló, “Mordisco” y “Todo Se Te Cae de las Manos” que, como muchas otras de sus composiciones, parecen hablar de cosas cotidianas en mundos extraños, o lejanos, o ficcionales. “Mis sueños de juventud -aún no abandonados-, están relacionados a la escritura y a la ciencia. Siempre quise ser escritor o dedicarme a la cosmología, y la ciencia ficción es un híbrido del que disfruto. Creo que mi forma de escribir está de base influenciada por los decimonónicos, por momentos intento evocar a William Blake, a Emily Dickinson y algunos de mis puntos de vista, más costumbristas, tienen origen en universos ficcionales de la narrativa. Cuando leo una novela, cohabito dos espacios al mismo tiempo, así en la reescritura de ‘Mordisco’ y ‘Todo Se Te Cae de las Manos’, seguro haya alguna aproximación a Michel Hoellebecq, Philip Roth, Vargas Llosa, algún cuento de Jorge Asís. Hace poco hablaba con un amigo escritor acerca de la bondades de la literatura en contraposición a la escritura de canciones, en parte, porque casi nadie lee. Es muy difícil escribir una canción si todo se presume literal y autobiográfico. En la literatura no se festeja como un gol un guiño de complicidad moral u ideológica, mientras que sí en la música. Creo que a veces se fuerza demasiado el estar todos de acuerdo, por miedo a una polémica que quizás no desaloje a nadie de su sillón. Hace poco escuché en el programa de Hinde Pomeraniec en Radio Nacional a Fabián Casas diciendo que hay que leer todo, que no recomienda no leer a algún autor. Quizás le presto demasiada atención a Twitter, pero la cultura de cancelar y exacerbar el sesgo lleva indefectiblemente a la autocensura, y ese texto con voz y melodía que es la canción, con toda esa textura confesional, florece mal, amenazada y acobardada”.
Cuando la banda es consultada por su futuro las respuestas son diversas como sus integrantes, a veces contradictorias y aún así generan un sentido, una armonía.
¿Por qué lanzar este disco ahora, luego de un impasse de un año y sin presentaciones en vivo en el corto plazo?
Desaria: Porque era nuestra meta principal, por sobre los shows en vivo. También para poder soltar las canciones. Grabar y producir es de lo que más disfrutamos.
Gregorio Jáuregui: Por placer. Es un disco que disfrutamos mucho haciéndolo y queríamos compartirlo con la gente más cercana a nosotrxs. El parate nos sirvió para poder terminarlo, necesitábamos la frescura que dan las vacaciones.
Juan Baro: En 2018 nos concentramos en preparar shows de un mayor tenor, como fueron el Provincia y Ciudad Emergente. A la par de esos shows fuimos componiendo un disco que sabíamos que tendría su mayor empeño en la post-producción, dado que no teníamos tiempo de producirlo antes de entrar en el estudio. Esto resultó en un trabajo más relajado y conciso, sin el apuro del reloj. Y fue a fines de dicho año que nos sumergimos a grabarlo. A modo de rompecabezas fue armándose, y nos gustaba tanto que queríamos sacarlo, mostrarlo, incluso a sabiendas del futuro estático que le esperaba al grupo. El hecho de no tocar hizo que el trabajo fuera más fino, y nos dio tiempo a diversificar el foco, en proyectos solistas y otras bandas. El resultado fue increíble. Estamos super conformes y sin apuro esperamos presentarlo en el 2020.
Juan Irio: Queríamos sacar este disco desde que salió Los Magos y se acumularon nuevas canciones en medio de un girar incesante. No fue algo precipitado. Lo fuimos conversando durante más de un año, que El Estrellero podía permitirse dejar de tocar en vivo y dedicarse al armado de un disco. Es una banda que puede seguir sacando discos y presentarse cada tanto en vivo, y seguir tan viva como antes. Nos queremos mucho entre todos, bancamos nuestros tiempos y la más sana forma de convivir que encontramos fue la que finalmente elegimos.
Lautaro Barceló: No sabemos nada acerca del futuro de El Estrellero, como tampoco sabemos nada de la vida inteligente en otros planetas. Es probable que la haya, pero no tenemos ninguna prueba al respecto. En un contexto más favorable, estaríamos pensando en el décimo disco. Pero hasta ahora hicimos esto y nada indica que haya algo más. Este disco cierra por lo menos una etapa y deja canciones que a mí me hubiese gustado mucho escuchar cuando arrancaba a tocar, cuando todavía no sabía bien lo que me gustaba y encontré discos y obras que me dieron un sentido. Como todo legado, estaría bueno que cumpla con aquello de poder ser aprehendido y continuado por otros.
¿Cómo pensar a El Estrellero entonces? “Como un lugar al que se puede volver cuando se quiera, y siempre va a ser distinto y familiar a la vez” o “como un mensaje que estaba flotando en el espacio, fue materializado en La Tierra y siguió su camino”, ensayan caminos y lecturas Irio y Desaria respectivamente. Baro vuelve al concepto de Alto Miedo y cierra la idea “Me gustaría que se escuche a El Estrellero como si se estuviese uno adentrándose por primera vez en un viaje sugerido, sin esconderse del concepto que propone desde los títulos. Es decir que incluso estando sugestionado, es un álbum que funciona, al punto de generar un miedo inocuo, desvirtuado completamente del miedo real ante las vicisitudes del mundo de hoy, pero que aún así da miedo. No hay factores sorpresas, está todo muy al descubierto, y en esa crudeza adornada está la magia que nunca se perdió, aún desde la ausencia de los escenarios”.
Mientras, Irio graba su disco solista “lo tengo pendiente desde el año pasado, ya está armado en mi mente, con todas las canciones, y por ahora se llama Fábula”; “Con Juan siempre tenemos ideas y seguramente algo hagamos en días venideros, encontrando un hueco en la rutina cotidiana”, agrega Barceló que también proyecta otra banda “estamos terminando en tiempo anti-récord el disco de Niños Knoll con Baro y canciones de Pablo Matías Vidal, quien fuera mi compañero en Orquesta de Perros”; por su lado el resto del grupo completa el segundo disco de Fus Delei; ¿será 2020 el año en el que volvamos a ver a El Estrellero sobre un escenario? “¿Quién culminará por vencer?” se pregunta la banda al final de su disco y, si esperamos una premonición, que sea la que responde el verso que lo cierra: “Sólo de aquí no salgo”.
#El Estrellero#entrevista#Juan Irio#Lautaro Barceló#Desaria 2714#Gregorio Jauregui#Juan Baro Latrubesse#Alto Miedo
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Los Parecidos
José Luis Vivar La imagen de una noche lluviosa es en blanco y negro, dentro de una solitaria sala de estación de autobuses. Ignoramos qué lugar es, pero la fecha nos queda muy clara: madrugada del 2 de octubre de 1968. Un narrador anónimo nos introduce en lo que vamos a ver, aunque jamás refiere que la experiencia será tan aterradora como una monstruosa pesadilla. Y no es exagerado señalar que si algo aterra al ser humano es la pérdida de su imagen corporal para transformarse en otro, y que ese otro sea su semejante, su igual. ���En cuestión de minutos, la sala se ve ocupada por seis pasajeros que pretenden viajar a la Ciudad de México. Por desgracia, la lluvia impide que las unidades lleguen a ese paradero. Así se los hace saber el hombre de la taquilla, y es verdad, la tormenta arrecia y según parece el mal tiempo continuará, lo confirma una locutora cuya voz brota de una radio y de unas bocinas. Pero cada una de esas personas tiene motivos urgentes para llegar a la capital del país; no es una exageración afirmar que en la mayoría de los casos es una cuestión de extremada urgencia. Y esa ansiedad unida al encierro desata en ellos una iracunda reacción, primero en contra del vendedor de los boletos, y segundo entre ellos mismos. Aunque ahí no termina el asunto. Sino que va más allá de lo esperado, cuando algo realmente fuera de toda lógica sucede. Y ese suceso inexplicable, terrorífico e inimaginable provoca un giro de 180° en la historia que se planteaba como algo predecible, como algo que ya habíamos visto antes. Y no es así, las sorpresas se suman una a una como eslabones de una cadena de acontecimientos aplastantes. La alucinación se agudiza a tal grado que los personajes –incluidos el hombre de la taquilla y la conserje-, empiezan a perder todo rasgo de cordura para caer en una angustia exacerbada, que no locura, porque con la locura no seguirían asombrándose de lo que ven y experimentan en su propio cuerpo. La metamorfosis en cada uno de ellos es devastadora, borra todo rasgo de quienes realmente son, y sólo les queda su sexualidad y su voz para afirmarse en el mundo como la persona que dicen ser. El problema es que todo lo que les rodea como imagen humana o animal sufre las mismas consecuencias. Después de su extraordinario debut con El Incidente (2015), Isaac Ezban vuelve a la carga con Los Parecidos, una cinta que supera todas las expectativas que espectadores y crítica habíamos imaginado. Una historia que sin duda se convertirá en Cinta de Culto. Y es que si algo caracteriza a las películas de Ezban no solo son sus personajes tridimensionalmente bien logrados, sino los detalles donde se desenvuelven, y no nada más a los escenarios sino a los elementos que los acompañan; artefactos, revistas, libros –excelente muestra que se exhibe en los últimos minutos-, fotografías, juguetes, pósters, entre otros que forman parte de un Diseño Artístico de primer nivel. Dicha minuciosidad vuelve más real lo que vemos en la pantalla, porque se deja fuera lo artificial, lo común, lo que vemos en otras muchas películas. Por eso, el desempeño de las secuencias es verosímil, nadie duda lo que se muestra, sin importar que sea algo fantástico o terrorífico. Todo lo anterior aunado a una banda sonora bien equilibrada que logra momentos espectaculares, lo mismo que la música que desquicia a los personajes sino el acompañamiento para las escenas más descarnadas y las de humor negro que vienen siendo una pausa en la intriga de la historia. A ratos, Los Parecidos hace recordar al extraordinario episodio escrito por Rod Serling: El Ojo Observador (Eye of Beholder, Douglas Hayes, 1960, Temporada 2) de la serie La Dimensión Desconocida, en donde los afanes de Maxine Stuart (Janet Taylor) por ser hermosa la hacen someterse a infinidad de cirugías plásticas. Aquí la paradoja es muy clara. A diferencia de la cinta de Ezban, donde todos rechazan la igualdad física, en El Ojo Observador la protagonista quiere ser como todos sus semejantes. Es decir, el concepto de Belleza no se establece como algo Único o Diferente por mayor perfección en atributos estéticos, sino que se aspira como algo común a todos los seres del planeta. Nadie quiere parecerse a otro, ni quiere ser igual a ese otro. Cierto. Sólo que en la actualidad si somos conscientes, vemos que los cortes de pelo, el tipo de ropa y calzado, y en ocasiones hasta el lenguaje son semejantes. ¿No estamos siendo parte de lo que Isaac Ezban propone en su película? Ser diferentes nos hace únicos, pero otros, lo acepten o no, quieren parecerse y ser uno más en la legión de los estereotipos. NOTA BENE: Los Parecidos no fue estrenada en nuestra ciudad ni en el Sur de Jalisco y Colima, pero por fortuna se puede adquirir en formato DVD o Blu Ray. Y está también disponible en plataformas digitales como NETFLIX.
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Crítica del 3x02 "Enemy bag of tricks" y 3x03 "Upside Down Craft" de Blindspot: redescubriendo al equipo
Os conté muy feliz hace dos semanas lo genial que había sido el regreso y reinvención de Blindspot en su tercera temporada. Bien, pues sigo pensando igual. Lo que hemos podido ver hasta ahora de la temporada me está pareciendo tan fresco y dinámico, sin haber perdido la esencia de la serie, que no puedo estar más contenta. ¿Estáis al día?
Estos dos capítulos han tenido un contraste bastante considerable: el primero más serio, el segundo más gracioso por la presencia de Rich Dotcom, pero aún así han estado llenos de datos de interés, nuevas revelaciones y chocantes nuevos problemas. Me está agradando mucho la manera que están teniendo de dejar caer la información que no tenemos sobre lo que los personajes han estado haciendo en los últimos dos años, sobre todo con Jane (que ahora es vegana, que tiene nuevos trucos...), igual que en la primera temporada, de manera progresiva y haciéndonos volver a conocerlos capítulo a capítulo. Por otro lado, también me gusta que hayan optado por utilizar la superposición de tatuajes como estrategia para crear nuevos casos, que no hayan cogido sólo los nuevos y se hayan olvidado de los antiguos. Es inteligente, ya que quedaban muchos sin resolver y es una forma de no hacer borrón y cuenta nueva completamente respecto a la trama inicial de la serie. Por ponerles una pega, sí que me chirría un poco que siempre estén en el momento oportuno y el lugar oportuno, pero es parte de la dinámica de la serie, pues si no, no habría historia. También es gracioso que siempre estén relacionados los sospechosos con ellos y que siempre tengan gente en las agencias de seguridad que estén compinchados con los malos, pero al fin y al cabo, se supone que los tatuajes están diseñados para eso...
Me muero.
Me gusta que los personajes hayan limado asperezas y que el equipo ahora esté de nuevo en forma y tranquilos como para poder detener norcoreanos que quieran romper el sistema de defensa del país y para jugar a Wizardville, el juego de Patterson. Me encanta que sean tan nerds. Para que esta reconciliación esté ocurriendo, Hirst está ayudando mucho, ya que con sus consejos está promoviendo que se asienten y que vuelvan a confiar, y por ello me cae bien. Jane y Kurt están teniendo una dinámica muy agradable. Aunque para Kurt parece estar siendo difícil aceptar que su mujer ha vivido muchas cosas apartada de él, se está esforzando por volver a encontrar su conexión, y está siendo interesante explorar eso. Por su lado, Jane ha confesado el origen de todo el dinero que tenía guardado, y eso es algo positivo para su relación, puesto que implica un secreto menos entre ellos y puesto que va a facilitarles mucho la vida no estar en la ruina. No obstante, ambos parecen seguir teniendo cosas que no quieren contar (principalmente relacionadas con Roman y sus conversaciones con él) y tarde o temprano el secretismo va a acabar explotándoles en la cara. No sé qué empeño en ocultarse cosas los unos a los otros; ya han visto que eso nunca sale bien.
Estoy muerta.
Roman, por su parte, ha estado en Australia y me ha parecido súper macabro. Tenía todo planificado para robarle la identidad a un joven rico. Se gana su amistad y le da una puñalada trapera. Por un momento pensé que Roman sí que tenía un poquito de corazón todavía y después se lo carga ahí, sin piedad. Luke Mitchell tiene mucho mérito interpretando a Roman, que ha sido un personaje de contrastes a lo largo de la pasada temporada, y me ha gustado mucho ver la escena en la que fingía tener acento australiano cuando él es australiano y finge normalmente el acento estadounidense. Bravo.
Por otro lado, Zapata y Reade están reconciliando su amistad, y yo me alegro mucho. Me gusta el pique que siempre tienen y me gusta que ambos formen parte de la vida del otro, pero sobre todo me gusta que hayan desviado la atención de esas ganas que parecen tener los guionistas de que desarrollen una relación sentimental. Amigos sí, gracias.
Pero sin duda lo que más me ha gustado de estos capítulos ha sido Patterson -no sabemos su nombre y encima hacen bromas sobre ello- siendo hacker y demostrando lo mucho que valen las mujeres en ese campo de predominancia masculina, rompiendo estereotipos. Además, me gusta el dúo que han formado ella y Rich Dotcom en el capítulo tres; ha sido mágico y divertidísimo. En este capítulo descubrimos que el contacto que habían seguido teniendo durante los dos años de vacío, era porque habían formado parte de una red de hackers que actuaban a modo de Robin Hood, robando a los ricos para dárselo a los pobres, y que les ha traído por el camino de la amargura durante todo ese capítulo, con una antagonista muy curiosa y pirada total. No obstante, también me da un poco de pena Patterson. Parece que se empeñan en que tenga una desgracia tras otra en su vida. La muerte de Stuart no me la esperaba, sólo al final, cuando Patterson empezaba a ir a su apartamento. Me parecía que le estaban dando mucho protagonismo durante los dos primeros capítulos de la temporada, pero pensé que simplemente querían incorporar un personaje más al equipo, igual que a Hirst. Su muerte me descoloca un poco, porque hasta el momento sabíamos que los tatuajes y la venganza eran por parte de Roman, pero cuando el chico muere, Roman está en Australia, así que no sabemos quién ha podido ser el culpable todavía. Sí que avanzamos un poco en ese tema en el final del capítulo 3, en el que encuentran una relación con un cuadro de Van Gogh y nos presentan a un nuevo personaje sin oreja que probablemente dé que hablar en los siguientes capítulos, y, obviamente, todo relacionado con el tatuaje que Stuart estaba intentando resolver de modo obsesivo. Una jugada muy bien pensada.
Blindspot ha roto un poco sus esquemas en el comienzo de esta tercera temporada. No se puede negar que la idea del reinicio de la serie le ha aportado muchos puntos favorables. La arriesgada estrategia que han utilizado, ha reavivado el misterio que caracterizaba la serie en sus inicios, y le está dando más contundencia a la trama que termina cada capítulo con un cliffhanger importante. La serie ha empezado su temporada con fuerza y estoy deseando que llegue la semana que viene y ver mi ración de peleas, explosiones y tatuajes de nuevo. ¿Opináis igual que yo? Contadnos. PD. Un nuevo misterio se esconde esta temporada en los títulos de los capítulos... ¿Habéis descubierto cuál es?
Doralicia (@Doralais)
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