#songdaewon
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𓐊 𝐂𝐡𝐨𝐪𝐮𝐞𝐬 𝐲 𝐬𝐚𝐥𝐩𝐢𝐜𝐚𝐝𝐮𝐫𝐚𝐬.
↳ 𝙴𝚕 𝚙𝚛𝚒𝚖𝚎𝚛 𝚎𝚗𝚌𝚞𝚎𝚗𝚝𝚛𝚘.
Estaba en mi asiento, con los ojos cerrados, fingiendo dormir mientras escuchaba el murmullo de la clase. Sabía que algo estaba a punto de ocurrir.
El centro de atención de la situación era Sieun, un chico solitario que nunca parecía tener amigos. Siempre iba solo de un lado a otro, con una expresión seria en el rostro y que parecía ser abrazado por un aura oscura. Era el mejor estudiante de la clase, pero su intelecto no hacía nada para disipar la sensación de distancia que lo rodeaba. Siempre se mantenía solo, y nadie parecía conocerlo verdaderamente. Tal vez su reputación como un erudito era una forma de protección, una barrera que lo aislaba aún más.
Ese día, las cosas tomaron un giro diferente. Los matones de la clase, esos tipos que siempre están buscando a quién fastidiar, decidieron centrar su atención en él. En realidad, no sé por qué lo eligieron como su objetivo, tal vez fue por su aparente vulnerabilidad o porque lo veían como un desafío. Pero estaba claro que Sieun estaba teniendo un mal día, y eso era algo que no se debía pasar por alto.
La provocación comenzó con burlas y risas, como si estuvieran probando las aguas, midiendo cuánto podían empujar antes de que respondiera. Al principio, Sieun intentó ignorarlos, como solía hacerlo. Pero su paciencia llegó a su límite cuando comenzaron a estropear un proyecto importante en el que estaba trabajando.
La discusión en el aula alcanzó un punto crítico. Los matones se burlaban y provocaban sin prestar atención a las advertencias de sus compañeros de clase. La tensión en el aula era palpable, y todos sabíamos que algo iba a suceder. Yo mismo me encontraba en una posición extraña. Si bien no conocía a Sieun en absoluto, no podía soportar las injusticias, y me preparé para intervenir si fuera necesario.
La confrontación alcanzó su punto máximo cuando los matones intentaron arrebatarle su trabajo, y eso fue lo que lo hizo estallar. En un abrir y cerrar de ojos, Sieun se volvió hacia sus acosadores con una ira que nadie había visto venir. La violencia estalló en la clase, y no había vuelta atrás. La sala de clases se convirtió en un caos instantáneo mientras otros estudiantes se alejaban para evitar ser golpeados, y algunos corrían para buscar a un profesor.
El primero en sentir la furia de Sieun fue el más bajo de los matones, que recibió un golpe en la cabeza con un libro que lo dejó inconsciente en el suelo. El segundo, el más musculoso, recibió un lápiz clavado en el dorso de la mano y se retorcía de dolor. Pero el tercero, el cabecilla del grupo, el que parecía tener una manía particular hacia Sieun, se mantuvo firme y se lanzó contra él.
Fue una batalla intensa, con ambos luchando sin tregua. Los puños volaban y estaban dispuestos a llegar al extremo. La sala de clases se había convertido en un campo de batalla, y nadie se atrevía a intervenir. Todos miraban, algunos con asombro y otros con temor, mientras la lucha se intensificaba.
La pelea se volvía cada vez más brutal, y parecía que Sieun estaba perdiendo terreno. Los golpes llovían, y era difícil decir quién ganaría. Entonces, algo sorprendente sucedió. Sieun tomó ventaja de repente, como si hubiera encontrado una reserva de energía inagotable. Golpeó con fuerza al matón y lo dejó aturdido. Entonces, en un giro sorprendente, lo agarró por el cuello y comenzó a estrangularlo hasta dejarlo inconsciente. Entonces se puso en pie y, parecía que iba a retirarse victorioso del lugar, pero para mi sorpresa y la de todos que estaban presenciando aquella barbarie, comenzó a patear la cabeza de su enemigo. Pareciera tener cero intenciones de abandonar hasta el final.
No podía quedarme de brazos cruzados. A pesar de que no le conocía, algo en su determinación me impulsó a intervenir. Me levanté de mi escritorio y me acerqué a la pelea. Los demás estudiantes retrocedieron, asustados.
Fue en ese momento que, sin pensarlo, agarré el cuello de su camisa y lo lancé hacia atrás tirándolo al suelo para alejarlo de su ataque. Mi objetivo no era herirlo, sino poner fin a la violencia que se estaba desencadenando. Cuando se levantó, ambos nos miramos. Sieun todavía lleno de ira y confusión, y yo con un rostro que aparentaba calma, aunque en mi interior estaba sorprendido por lo que acababa de presenciar.
— No cruces la línea.
No era una amenaza, sino un recordatorio de que podría joderse la vida si continuaba dejándose llevar por su ira descontrolada.
— ¿Y tú quien eres? — preguntó furioso.
— ¿Yo? Tu ángel de la guarda.
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𝑺𝒆𝒎𝒑𝒊𝒕𝒆𝒓𝒏𝒐
𝙳𝚎𝚕 𝚕𝚊𝚝. 𝚜𝚎𝚖𝚙𝚒𝚝𝚎𝚛𝚗𝚞𝚜.
𝘢𝘥𝘫. 𝘘𝘶𝘦 𝘥𝘶𝘳𝘢𝘳𝘢́ 𝘴𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦; 𝘲𝘶𝘦, 𝘩𝘢𝘣𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘵𝘦𝘯𝘪𝘥𝘰 𝘱𝘳𝘪𝘯𝘤𝘪𝘱𝘪𝘰, 𝘯𝘰 𝘵𝘦𝘯𝘥𝘳𝘢́ 𝘧𝘪𝘯.
@nxonetouchme
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