#son cosas guardadas que ahora ven la luz uwu
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nickfraworld · 4 years ago
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Las estrellas no solo están en el cielo.
Una noche de verano es ideal para ver las estrellas en familia y escuchar algunas breves pero dulces historias.
Ese día había sido un día de bastantes quehaceres, pero para Cal, no representaba ningún malestar, pues disfrutaba realizarlos. Su trabajo con flores y otros elementos se articulaba cómodamente con los deberes del hogar, ya que su casa se situaba en un terreno generoso que le permitía tener su fuente laboral ahí mismo. Nada mejor para él que poder vivir de lo que le apasionaba, y poder estar presente y ser un constante apoyo para las personas que más amaba en el mundo: Su esposo, Seb, y desde hace un par de meses, el primer hijo de ambos, Lyef, quien llegó a sus vidas como una luz cálida, un tesoro precioso. La pequeña familia estaba pasando por momentos realmente hermosos y plenos. 
Así como en días previos, Cal había puesto al bebé en una sillita especial para tenerle a su lado, que cuidaba su postura. Para otros momentos, lo acomodaba en su fular y mantenía junto a su pecho, pero por el tipo de trabajo que estaba haciendo esos días, prefería tener al pequeño a distancia segura y bien protegido de la luz del sol. 
Terminó lo último que estaba haciendo y sonrió satisfecho, mirando a su hijo.
-Muy bien, eso es todo por hoy, ¿Qué dices mi vida, vamos por un baño y a descansar?-.
Lyef, quien alternaba su atención entre los juguetes colgantes de su silla y lo que Cal estaba haciendo, cuando escuchó la voz de su papá soltó una risa encantadora y aplaudió con sus manitos. Cal se contagió de esa risa e hizo lo mismo.
-Creo que eso es un sí. Muy bien, vamos-.
Tras una ducha para ambos, para quedar frescos luego de haber hecho un buen trabajo en esa bonita y calurosa tarde, se vistió con ropa holgada y a su hijo le buscó un adorable y cómodo conjunto. Luego de estar listos, se recostó con él en el sofá. Miró el reloj en la pared y suspiró, pensando que si no había alguna situación importante, Seb llegaría dentro de una o dos horas, más o menos. En el sofá se entretuvo jugando con su bebé, quien a pesar de la hora y del baño, seguía con bastante energía. 
En un momento, vio por la ventana, y contempló lo despejado que estaba el cielo. Era una noche cálida, y las estrellas resplandecían en el firmamento. Decidió cambiar de lugar, e ir al exterior, a disfrutar de la noche con Lyef. Le tomó en sus brazos y caminó hacia el mesón, donde tenía post it y un lápiz. Dejó escrito “Estamos en el jardín” y lo puso en un lugar fácilmente visible, para que cuando su esposo llegara a casa, lo viera. Luego de eso, fue a buscar una manta para ambos por si acaso y salió al jardín. 
Una vez ahí, se acomodó con su pequeño en la hamaca, cubrió a ambos con la manta y miró el cielo estrellado, sintiendo una increíble paz en su interior. Lyef mostraba un poco menos de energía que antes, pero continuaba extendiendo sus manitos y sujetando el cabello de Cal o tocando su rostro. 
Cuando Cal sintió la atención de Lyef con sus ojitos y manos en sus labios, siguiendo la forma de su sonrisa, tomó su manito y le dio un beso sonoro. Después de eso, Lyef se recostó en su pecho boca arriba y miró al cielo. Con ello, las palabras nacieron con facilidad del interior de Cal para su hijo.  
-¿Te gustan las estrellas, mi vida? A mí también, mucho. ¿Sabes por qué me gustan tanto? Porque cuando las veo recuerdo a papi Seb. Recuerdo lo muuucho que lo amo. Así como te amo a ti. Para mí, ustedes dos vienen de allá arriba, cayeron como estrellas a mi vida-.
Tuvo una breve pausa para besar los cabellos colorines de Lyef, gesto que capturó la atención del pequeño, quien volvió a voltearse. Cal prosiguió tras tocar con cariño la naricita del nene.
-Son muy hermosas, ¿No? Para mí, ustedes son mi cielo y mis estrellas, son brillantes como ellas. Cuando papi no está cerca, solo debo mirar al cielo para sentirme acompañado por él... ¿Te cuento una historia de papi, que me gusta mucho creer? Cuando papi Seb cayó del cielo para vivir con nosotros, pasó entre muchas estrellas para llegar, y muchas de esas se le quedaron pintadas en su espalda. Papi Seb tiene un pedacito del cielo en su espalda. Seguro que lo has visto, porque eres un niño muy observador. Si el día de mañana te llenas de pintitas como él, solo será porque tú también pasaste por el cielo, cuando bajaste para vivir con nosotros-.
Tras eso, volvió a tocar la naricita de Lyef, donde se marcaban muy suavemente unas cuantas pecas, y le volvió a dar otro beso sonoro. Lyef levantó más su mirada y balbuceó, en un tono que Cal había asimilado que usaba con Seb. Decidió responder en base a lo que recién le había dicho.
-Sí, mi amor, papi Seb-.
Lyef se detuvo un segundo y luego comenzó a balbucear más animado, con una expresión muy alegre. Cal nuevamente se contagió de su ánimo, y de la idea de estar dialogando con su retoño. Volvió a afirmar lo anterior.
-¡Sí! ¡Así es! ¡papi Seb!-.
Fue entonces cuando escuchó pasos acercarse por el pasto y vio a Lyef extender sus manos con más entusiasmo, pero antes de que pudiese incorporarse a ver al que se aproximaba, su propia frente fue receptora de un cariñoso beso. Seb había llegado a casa y había sido testigo de aquel momento tan dulce de aquellos seres amados por él, su familia. Tenía la notita de Cal en su mano y una expresión que desbordaba ternura.
“Cariño” Dijo Cal con una gran sonrisa en su rostro, y luego correspondió gustoso el nuevo beso que Seb le daba, en sus labios. El recién llegado guardó el papel en el bolsillo de su pantalón y acarició la mejilla de Cal antes de contestar al recibimiento verbalmente con un “ya llegué”. Entonces, pasó a mirar a Lyef y le tomó en sus brazos. 
-Así que papi Cal te estaba contando cosas de las estrellas, ¿eh? te voy a contar un secreto pero no le digas a nadie… él tiene estrellas en sus ojos, cuando seas grande podrás verlas tú también…-. De pronto, Seb retrocedió y articuló una expresión de sorpresa. 
-¿Cómo? ¿Que ya los habías visto? ¡Qué bebé tan observador!-. Envuelto en la ternura de la ocasión, acercó a Lyef y le hizo cosquillas en su pancita, un “brr” con sus labios, cosa que hizo reír a su hijo con ganas. 
Cal, que estaba a punto de derretirse por las palabras de su marido, terminó de hacerlo cuando vio cómo Seb hacía reír al pequeño y luego le mimaba con mucho afecto. La risa contagiosa de Lyef era música para sus oídos, y la de Seb también. Se sumó a ambos con la propia, y recibió de vuelta al nene en sus brazos mientras Seb hacía un buen esfuerzo por entrar en la hamaca con ellos sin causar un accidente. El vaivén hizo reír nuevamente a Cal. Cuando lo logró, Cal dejó a Lyef entre los dos, cubrió a todos con la manta y extendió sus brazos intentando abrazar a los dos reyes de su corazón. Seb también correspondió aquello, de forma que quedaron enlazados y resguardando a su hijo en un abrazo cálido. En silencio, contemplaron el cielo estrellado sobre ellos, disfrutando la inmensidad y la belleza que estaba ante sus ojos. Lyef se quedó dormido al poco rato entre sus padres. Evitando que se despertara, Cal habló en voz baja después de unos minutos.
-Es igual a ti. Alegre, curioso, lleno de energía, lleno de luz… me llena de felicidad tenerle en mi vida, tenerles a ambos. Gracias por este regalo tan hermoso. Él es mi príncipe, y tú eres mi rey-.
Seb sonrió nuevamente y le miró con todo su afecto. Miró también al durmiente retoño entre ellos y suspiró. Todavía le parecía increíble el hecho de tener un hogar y una familia que le esperara y acogiera con tanto amor, pero cada vez que abría sus ojos, era la más pura verdad. Esa era su bella realidad. Rozó la mejilla y los cabellos de su esposo con delicadeza mientras se perdía en sus orbes que poseían luz propia. Como le había dicho a su hijito, había estrellas en aquellas esmeraldas aún cuando la noche no permitía ver su real color. Cal volvió a hablarle bajo, junto con reproducir la misma caricia en Seb.
-Bienvenido a casa, mi vida -.
Inundado de todo lo que sentía, Seb le respondió también en un tono bajo y cariñoso.
-Me alegra estar en casa con ustedes, contigo, mi amor-.
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