#solo le gusta verse guapo y lujoso
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xhonoredone · 1 year ago
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El animo de Howl se vino pronto hacia abajo, cambiando su semblante de uno divertido a uno serio... quizás un poco preocupado. — Ah. — Soltó con un toque de indecisión en su voz. No estaba acostumbrado a que fueran en su búsqueda para hechizos tan elaborados, incluso si su potencial rozaba el perfecto dominio de la magia y la hechicería. Era un holgazán. Gozaba de hacer cosas simples como hechizos para hacer crecer una planta, enamorar a alguien o verse más atractivo. Había tenido bastante luego de la guerra mágica , donde se la había pasado escondido prácticamente. — ¿De qué clase de brujas estamos hablando? — Su mirada se tornó un poco severa. Había resentimiento bajo sus palabras. —Convénceme y quizás acceda a ayudarte. —
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— Para derrotar brujas, — suspiró la muchacha, claramente sorprendida por la actitud presumida del mago, — Normalmente no pido ayuda a nadie ya que este es mi trabajo, pero aún no tengo suficiente talento.
Odiaba admitir su debilidad frente a un desconocido, pero había que priorizar la situación. No podía dejar que una bruja anduviera suelta y absorbiera a personas inocentes en su laberinto.
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loveofxmylife · 6 years ago
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Would you marry me?
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      París, Francia.      Enero 20. 8:30 pm.        Las noches en la famosa ciudad francesa siempre resultaban agradables al estar con la persona amada, todos lo sabían, no se podía esperar menos de París. Sin embargo, esa en especial tenía que ser perfecta y Justin planeaba esforzarse para lograrlo, la celebración de un mes más junto al amor de su vida lo ameritaba y ella merecía lo mejor siempre.
Unos tacones resonaron en el piso de madera, dejándole saber al castaño que la mujer por la que tanto aguardaba por fin había llegado a su lado. Apartó la mirada del hermoso cielo estrellado que se observaba a través del ventanal y dio media vuelta, logrando así encontrarse con algo de una belleza superior y que brillaba aún mucho más; de pie frente a él permanecía la joven rubia, luciendo perfecta como siempre. Más que complacido con lo que veía, él curvó los labios en una sonrisa y no tardó en dar un par de pasos al frente. Mientras caminaba su mirada azulada recorría la silueta femenina, analizando con detenimiento, disfrutando de todo lo que podía observar, hasta finalmente encontrarse con el par de grandes ojos verdes. — Estás… wow. —se encontró a sí mismo tomando una pequeña bocanada de aire y no pudo evitar reír apenado, realmente esa mujer le robaba el aliento—. Demasiado preciosa, estás tan perfecta que mis palabras no alcanzan para describir cuanto.
Las grandes manos masculinas se posaron en la cintura de la mujer y la atrajeron unos cuantos centímetros más, hasta que no hubo distancia entre ella y el cantante; entonces él se inclinó al frente y le robó el beso que tanto deseaba. Por poco más de una hora le había visto ir de un lado a otro, salir y entrar de la habitación mientras se preparaba y no negaba que había valido totalmente la pena, pero todo ese tiempo estuvo soportando las ganas de besarla. — ¿Estás lista para irnos? —preguntó una vez que se apartaron—. Esperan por nosotros abajo. —agregó enseguida, refiriéndose al chófer que los llevaría a su destino, el cual por supuesto seguía siendo un misterio para ella.
No tenía intención alguna de presionar a Allegra y seguramente eso quedaba claro en su actitud relajada, no tenía prisa, tenían toda la noche. Fue hacia uno de los sillones que tenían en la habitación y tomó el saco que combinaba perfecto con el resto de su ropa; un pantalón de vestir negro, zapatos del mismo color y una camiseta blanca cuyos primeros botones se encontraban desprendidos.
           [...]
El trayecto no fue demasiado largo, en realidad le debían al tráfico la pérdida de varios minutos, pero estos no retrasaban en absoluto sus planes; llegaron a una hora perfecta, de hecho. A mitad del camino el castaño había tomado un pañuelo de seda del bolsillo de su pantalón y cuidadosamente había cubierto con él los ojos de Allegra, por supuesto que con su completo consentimiento, prometiéndole que no tendría que usarlo por mucho tiempo. No le soltó la mano durante todo el viaje, mucho menos cuando finalmente arribaron al lugar y tuvo que guiarla hacia la entrada de éste.
En lo más alto de un edificio parisino se encontraba un reconocido restaurante con vistas privilegiadas de la ciudad del amor, tan privilegiadas que solo ciertas personas podían permitirse acceder a dicho sitio y aunque tenía clientes todas las noches, esa en específico pertenecía solo a la famosa pareja que estaba por entrar en él. El músico se encargó de guiar a su hermosa mujer con éxito a través de largos pasillos, amplios salones y un par de elevadores, hasta que finalmente llegaron al último piso.
Frente a dos grandes puertas de madera aguardaban un par de chicas, quienes de inmediato saludaron de la forma más amable y educada, hablaron en inglés pero en sus voces seguía bastante marcado el acento francés. Tras la cálida bienvenida, el cantante llevó sus manos hasta el nudo del pañuelo y lo deshizo, devolviéndole la vista a Allegra y permitiéndole observar como en ese justo momento las francesas abrían las puertas y dejaban al descubierto el interior del lugar. Era un sitio lujoso y con una decoración increíble, aunque esa noche Justin había cambiado buena parte de ella, puesto que quería algo más romántico.
En el centro de aquel lugar se encontraba una sola mesa pensada y preparada para ellos dos, alrededor de ella sobre el piso se encontraban esparcidos algunos pétalos de rosa y también unas cuantas velas pequeñas. Uno que otro globo color rojo en forma de corazón estaban colocados en las esquinas y al fondo se encontraban otros globos un tanto más grandes, dorados, que formaban el número cinco y completaban con la palabra “meses”; estos últimos estaban muy cerca del balcón desde el cual se podía obtener una vista maravillosa de toda la ciudad, ni siquiera había que acercarse demasiado ahí para observar tan hermoso paisaje, liderado por supuesto por una torre eiffel que, al tenerla tan cerca, se mostraba aún más grande e imponente de lo que ya era.
— ¿Qué dices? —rodeó con sus brazos la cintura de la rubia y se acercó a su rostro para darle un beso en la mejilla, después otro en el cuello—. ¿Te gusta, mi amor?
Allegra había comenzado a alistarse para la gran noche con mucha anticipación porque quería de verdad tomarse su tiempo para verse perfecta; era una noche especial, una ocasión especial con su persona especial. Para esa noche eligió, de entre varios más, un vestido de color rojo con corte largo que llegaba hasta el suelo y lo complementos con unos zapatos de tacón alto, con algo de suerte estos la pondrían un poco más a la altura de su novio; el cabello rubio quedó suelto y el maquillaje combinaba perfecto con el vestuario que al final fue acentuado por el mismo collar que Justin le regaló en su cumpleaños. Una vez que se sintió lista, se dispuso a salir de la habitación sólo deteniéndose un momento para hablar con la niñera que el hotel había puesto a su servicio. Era la primera vez que salían solos desde que Sky nació y sus nervios de madre la atormentaban un poco... Sin embargo estos se calmaron cuando vio la figura masculina junto al ventanal. Se habría tomado el grato trabajo para contemplarlo a su gusto, pero él se giró a verla, y eso fue muchismo mejor. ¡Ah, era tan guapo! ― Me has robado las palabras. ―Comentó acercándose más a él hasta que la tomó entre sus brazos― Qué bueno que te haya gustado cómo me veo, tengo que esforzarme porque sino tu me opacas por completo. ―Podría sonar como broma, pero una parte de ella sí lo decía bastante en serio. El atractivo del cantante era tanto que combinado con su personalidad, se convertía en un imán para todas las personas... En especial para ella misma. Tras el viaje en el coche, la ansiedad y emoción de la rubia estaba por los cielos, él la había vendado y eso empeoró sus ganas de querer ver la sorpresa ya, de llegar ya a dónde fuera que la llevaban. Parecía el recorrido sería eterno hasta que por fin le indicaron que podía bajar del auto, y guiada por el castaño, entró al lugar. Los deseos de ver dónde estaban y cuál era la sorpresa crecían con cada paso que daba pues sabía que el momento de la revelación se acercaba... Y por fin llegó. La venda fue removida de sus ojos y el paisaje frente a ella le robó el aire por completo. Anonadada por lo que veía, dio un par de pasos dentro del lugar dispuesto para ellos dos solos. Era tan hermoso, los detalles la fascinaron y la vista de las ventanas era... Perfecta. Casi tanto como el hombre a su lado. ― Me encanta... ―Susurró, aún conmovida por la hermosa sorpresa. Volteó a ver a su novio, con ojos verdes llenos de lágrimas de felicidad sin derramar. ― Esto es... Y tu eres... Y yo... ―Su mente no podía procesar tantas emociones juntas, había tanto que quería decir pero parecía simplemente no poder encontrar las palabras así que, en cambio, en pocos movimientos estuvo cerca de Justin y le echó los brazos al cuello mientras sus labios se unían en un beso cargados de los sentimientos de la rubia por él; de amor, de agradecimiento, y de felicidad. Felicidad de tenerlo a su lado. ― Soy la mujer más afortunada por tenerte. Te amo, te amo infinitamente y gracias. Por esto y por todo. ―Sus palabras fueron selladas con otro beso... Y esta vez algunas lágrimas sí alcanzaron a derramarse por las mejillas de la mujer.
Nada había más gratificante para el cantante que el saber que lo que hacía por y para su mujer resultaba agradarle, todo el esfuerzo puesto siempre en cualquier cosa hecha para ella tenía el único objetivo de verla feliz, la consentía porque lo merecía, se merecía todo lo bueno en el mundo y de estar en sus manos se lo daría. La mantuvo entre sus brazos mientras compartían un beso que sin duda alguna fue una recompensa perfecta, aunque esperaba muchos más de ellos, pero tenía toda la noche para obtenerlos. — Mi amor… —la llamó en un susurro tan pronto como se apartaron y pudo ver las lágrimas resbalar por las mejillas femeninas—. No llores, no quiero ser el culpable si tu maquillaje se ve arruinado. —agregó las últimas palabras con un tono bromista, buscando hacerla reír. Pasó cuidadosamente sus pulgares por la tersa piel del rostro ajeno y limpió todo rastro de lágrimas, sonriendo al finalizar—. Te amo con mi vida, bebé. Deshizo el agarre que mantenía alrededor de ella y le tomó de la mano para llevarla consigo hacia la mesa, una vez cerca la ayudó a tomar asiento e hizo lo mismo, sentándose del otro extremo, frente a ella. — Espero no haber exagerado con la decoración. —murmuró, sintiéndose ligeramente apenado con la idea—. Creo que esto me deja sin planes para San Valentín. —añadió, acompañando sus palabras de una suave risa. Y si lo pensaba bien, quizás sí había algo de razón en su broma, tendría que ingeniárselas para planear algo mejor llegada la fecha. Un joven mesero llegó a su lado y educadamente cuestionó si deseaban vino, a lo que el músico respondió con un “por favor”; posteriormente su copa y la de su acompañante se vieron servidas con la bebida. — Ojalá la cocina francesa sea de tu completo agrado, mi amor, honestamente en la elección no participé, pero me prometieron que nos sorprenderían con un platillo especial. —el tono divertido de su voz seguía ahí, mientras el mesero no veía, el castaño mostró a su mujer una fingida expresión de alarma por el desconocimiento de lo que iban a cenar esa noche.
Ante el gesto de alarma, la rubia rió pero aunque intentó ocultarlo no lo logró porque el mesero rápidamente volteó a verlos con cara de extrañado, los observó un segundo en el que la pareja intentó ahogar la risa, pero te pronto el joven siguió su camino y los dejó solos, ambos explotaron en carcajadas. ― Parecemos niños chiquitos ―Comentó la actriz divertida, entre risas. Era común que a su lado, riera de esa manera. Él siempre lograba hacer que le doliera el estómago de la risa, y cómo lo amaba por eso. Cuando por fin pudo controlarse un poco, nuevamente miró a su alrededor admirando la bella decoración.― Qué bueno que mencionas el día de San Valentin porque no había pensado en qué darte para entonces. Tengo tu sorpresa de cumpleaños, pero no me acordaba del catorce... ―Hizo un ligero énfasis al mencionar la sorpresa de la que ya le había hablado anteriormente mientras una sonrisa traviesa apareció en sus labios. Sabía que él estaba impaciente por saber qué era esa sorpresa, y a ella le gustaba molestarle con eso. Pero antes de que él replicara nada al respecto, con la cabeza hizo una señal hacia los globos dorados.― Espero que me dejes llevármelos a casa. Definitivamente los quiero.
Desde el primer momento en que la actriz hizo mención de la sorpresa de cumpleaños, Justin no podía dejar de insistir en que quería saber de qué se trataba, le encantaban las sorpresas pero a su vez era muy desesperado, la intriga lo mataba. Curiosamente ese día, con los planes de la cita había esfumado de su mente toda idea ajena pero tan pronto la rubia lo mencionó de nuevo la curiosidad volvió a hacer de las suyas. — Puedes llevarlos a casa, son para ti. —aseguró, mirando los globos dorados que ella había señalado—. Pero no me cambies el tema, sabes que si me hablas de una sorpresa querré saber más. —apoyó los antebrazos sobre la mesa e inclinó su cuerpo al frente, de modo que la distancia entre él y la actriz se veía acortada aún cuando seguía apartándolos la mesa entre ambos. El rostro en que antes se vio dibujado un gesto de alarma, ahora mostraba solo súplica—. Por favor, Allegra, ya dime. No seas tan cruel conmigo, no puedo esperar once días más. —juntó sus manos frente a su rostro, pidiendo por favor obtener una respuesta, aunque sabía que lejos de conmover a la rubia solo lograría divertirla más.
De nuevo se rió cuando vio la expresión de Justin y las ganas que él tenía por saber. ― Hm, a ver. Déjame pensar. ―Contestó mientras se echaba hacia atrás en su silla, poniendo distancia entre ambos. Torció un poco los labios y puso expresión de que estuviera pensando mucho al respecto. Se llevó así un buen rato, creando suspenso entre los dos hasta que al final se encogió de hombros mientras decía.― No pierdo nada, pues. Se inclinó sobre la mesa, de la misma forma que lo había hecho él, dejando sus rostros muy cerca. Sentía ganas de besarlo otra vez... Y definitivamente lo haría, pero después. En ese momento tenían otro tema entre manos. ― Te daré un par de pistas, ¿bien? Uno. ―Elevó un dedo de su mano derecha y lo puso entre medio de los dos.― Tu sorpresa está dividida en dos partes; y dos, ―agregó un dedo más, enumerando la siguiente.― Para una parte si tendrás que esperar once días... Pero para la otra no. ―Arqueó una ceja, como si con eso hubiera dicho todo pero antes de que su novio preguntara nada, le dio un rápido beso en los labios. ― Eso es todo lo que te pienso decir ahorita.
Se dejó ver bastante concentrado en lo que la rubia le contaba y realmente lo estaba, mientras la escuchaba intentaba adivinar qué era esa sorpresa que podía dividirse en dos partes, si tan solo le hubiera contado un poco más… ¡pff! Tanta crueldad. Estuvo a nada de quejarse pero se vio silenciado con un beso, lo cual desapareció momentáneamente sus ganas de reclamar e insistir, después la rubia no tuvo que hacer más porque cuando el castaño planeó seguir con el tema, el mesero regresó para avisar que la comida estaba lista. — Me dirás de todos modos, no te salvas. —le advirtió mientras realizaba con su mano izquierda un gracioso gesto, apuntando con dos de sus dedos hacia sus propios ojos y luego hacia los de ella, como si intentara decirle que la tenía en la mira. Por un breve instante dirigió su atención hacia el mesero para aprobar que trajeran la comida pero pronto volvió a concentrarse en el tema anterior, aún pensando en cuál podía ser su regalo. ¿No había modo de adelantar el calendario? Ese sería un buen superpoder o quizás viajar al futuro, concluyó. Sus pensamientos se esfumaron cuando escuchó de nuevo la voz del joven que les atendía, estaba deseándoles que disfrutaran la comida y el castaño ni siquiera fue consciente de en qué momento la habían colocado sobre la mesa pero se apresuró a agradecer; eso después de que el mesero presentó el platillo por su nombre en francés, de lo cuál por supuesto no entendió mucho, pero esperó que supiera tan bien como sonaba. Una vez que los dejaron solos, el cantante observó su plato y de nuevo miró alarmado a la rubia, solo para después reír. — Nunca comí esto antes, pero espero que al menos la carne no sea de un animal raro. —bromeó con ella. En realidad la comida lucía bastante bien, por eso no tardó mucho antes de decidir probar lo que le habían servido.
Abrió mucho los ojos y compuso una expresión de fingida inocencia cuando él le advirtió con señas que la estaría vigilando. Era divertido molestarlo un poco con todo lo de la sorpresa, pero sí era sincera consigo misma debía admitir que así como a él le comía la desesperación, a ella se la estaban comiendo los nervios pues quería que esto fuera especial, quería que le gustara así como ella había amado esta hermosa cena. Bajó un poco la mirada cuando los pensamientos se empezaron a poner muy pesimistas diciéndole que tal vez él odiaría la sorpresa, y casi estuvo a punto de decírsela nada mas para verificar si le gustaría o no... Pero por suerte, ese momento eligió el mesero para llegar con la comida. ― Merci. ―Le dijo al joven cuando dejó su plato frente a ella. ― Es de las pocas palabras que me sé ―Le explicó divertida al cantante. ― De seguro es carne de perezoso o algo así... ―Bromeó con él mientras tomaba los cubiertos y comenzaba a cortar los pequeños trozos de carne.― Pues el perezoso huele muy bien... ―Debía de admitir que de hecho la comida se veía y olía muy buena, esperaba que así supiera porque de otra manera, bueno, no sabía qué pasaría. ― Bon Appétit ―Murmuró justo antes de llevarse un bocado a la boca y tan pronto lo masticó sintió lo jugosa que estaba la carne. ― ¡Dios, sí! Está deliciosa.
— Cuando hablas francés siento que me derrito. —confesó él, y aunque había un deje de diversión en su voz, sus palabras no eran ninguna mentira—. Y dicen que las francesas besan muy bien. —se ahorró el decir que ya había besado a varias, no era relevante—. Tú besas tan bien, ¿segura que no eres francesa? Porque tienes una habilidad con esa boca… —extendió una mano al frente, su índice tomó el mentón de la rubia y con el pulgar le acarició suavemente el labio inferior. Las ganas de besarla podían más que el poco control que podía ser capaz de conseguir, así que no se contuvo de hacerlo. Definitivamente estaba disfrutando mucho estar ahí, junto a ella, gozando de una deliciosa cena mientras conversaban, con vistas asombrosas de la ciudad y acompañados de música suave. Después de todo la noche sí estaba resultando como la planeó, pero podía ir aún mejor, estaba seguro de que iría mejor o al menos deseaba con todas sus fuerzas que así fuera. En dado momento, llamó a una de las chicas que permanecían no muy alejadas y al oído le pidió por favor cambiar de música y colocar una pista específica. — Quiero bailar con mi mujer. —explicó, ahora en voz alta, clara y entendible. Se puso de pie y dio un par de pasos hasta quedar frente a la actriz, en ese momento le ofreció una mano esperando que la tomara—. ¿Mi mujer quiere bailar conmigo?
― Hm, no sé... podría haber algo de Francia en mi sangre. ―Comentó siguiéndole el juego. Por un segundo le cruzó por la mente la posibilidad de hacerle un drama que tuviera que ver con besar francesas pero rápidamente desechó la idea. No quería discutir con él ahorita, ni siquiera de broma. Se la estaban pasando tan bien que no quería arruinarlo. Así que optó por otro tipo de broma... ― ¿Tu estas seguro de que no tienes algo de africano en la sangre? Digo, porque dicen que ellos también la tienen muy gr... ¿escuchaste eso? ―No había escuchado ruido alguno, pero la excusa para dejar la palabra a medias, y obviamente él lo entendió enseguida. La actriz no pudo mantener una cara seria después de la broma y rio un poco, hasta que él la silencio con un beso. La felicidad que sentía por el simple hecho de estar ahí con él, de compartir la velada a su lado era increíble pero también era usual, Allegra siempre se sentía feliz cuando estaba junto al hombre al que amaba. Sin embargo, le tomó por sorpresa el que la invitara a bailar pero no dudo ni por un segundo el aceptar la mano que le era ofrecían y ponerse de pie, lo siguió hasta el centro de la pista. ―¿Y qué bailaremos, mi amor?
Sin prisa alguna guió a Allegra hasta el balcón, quería bailar junto a ella bajo el cielo estrellado. Ese espacio por supuesto tampoco se quedó sin decoración, la barandilla que lo protegía estaba adornada con muchas luces blancas y uno que otro corazón de papel del mismo color. — ¿Hace cuánto no bailamos? —preguntó mientras se situaban justo al centro del íntimo lugar. Sus manos se posaron sobre la cintura femenina al tiempo que la pista de “Thinking out loud” comenzaba a sonar, lo pidió así porque quería ser él quien cantara la letra. — When your legs don't work like they used to before and I can't sweep you off of your feet, will your mouth still remember the taste of my love? Will your eyes still smile from your cheeks? —comenzó a cantar para ella en voz suave y tranquila, siguiendo la letra sin apartar la mirada de los preciosos ojos verdes—. Darling, I will be loving you 'til we're seventy and baby my heart could still fall as hard at twenty three. I'm thinking about how people fall in love in mysterious ways, maybe just the touch of a hand. Oh me I fall in love with you every single day and I just wanna tell you I am… Sus pasos eran lentos, suaves, quería disfrutar ese baile junto a ella. Le tomó la mano derecha y le hizo dar un giro antes de atraparla de nuevo entre sus brazos. — When my hair's all but gone and my memory fades, and the crowds don't remember my name. When my hands don't play the strings the same way… I know you will still love me the same. —cantó esas líneas al oído de la rubia, sintiéndolas más que nunca, por un momento pudo escuchar su propia voz quebrarse porque por alguna razón esas palabras tenían tanto significado para él—. 'Cause honey your soul can never grow old, it's evergreen. Baby, your smile's forever in my mind and memory. La mantuvo cerca mientras continuaba cantando solo para ella, en ese momento no existía nadie más, no le importaba el resto del mundo. Sabía que la canción estaba acercándose a su final así que fue inevitable sentirse nervioso, la sola idea de llevar a cabo su siguiente plan para esa noche le tenía temblando pero se aseguró de abrazar un poco más a su hermosa acompañante e intentó alejar toda señal de nerviosismo. — Maybe we found love right where we are… and we found love right where we are. —cantó las últimas palabras de la letra y a medida que las pronunciaba se fue apartando suavemente de ella, sin soltarla, solo quería poder mirarla a los ojos y también deseaba robarle un beso. Se inclinó suavemente hacia ella y unió sus bocas en lo que fue un beso cargado de amor, dulce al principio pero que terminó volviéndose apasionado. — Te amo tanto… —susurró contra los dulces labios que acababa de besar—. De verdad es tanto este amor que siento por ti que a veces pienso que mi corazón va a explotar por un sentimiento tan grande como el que tengo hacia ti, como el que me haces experimentar día con día. —soltó el agarre que hasta entonces había mantenido en la cintura de la mujer y en lugar de eso la tomó de las manos, juntando ambas entre las suyas y apretándolas suavemente mientras hablaba—. Desde que llegaste a mi vida la has cambiado tanto, desde el primer día me enamoré completamente de ti, de la hermosa mujer que eres y todo lo que tienes para ofrecerme. Me has traído tanta felicidad y tantos momentos increíbles, tantas alegrías. Me has dado tanto que yo no sé cómo agradecerte, como agradecer que estés en mi vida, que me hayas elegido a mí. Solo rezo para que sea así lo que nos resta de vida, para que me elijas todos los días para ser yo quien tenga la oportunidad de hacerte feliz, para compensarte un poco por todo lo que me das. Cada mañana cuando despierto a tu lado lo sé, Allegra, sé que eres la mujer con la que quiero pasar el resto de mi vida, es tu rostro lo primero que quiero ver apenas despertar y lo último que deseo ver antes de dormir, quiero que estemos juntos para siempre, que seas mía y de nadie más, quiero ser tuyo toda la eternidad. —llevó una mano hasta el interior de su saco y mientras hablaba comenzó a buscar en uno de los bolsillos hasta encontrar la pequeña caja que llevaba consigo. Una vez que la tomó, se arrodilló frente a la hermosa mujer que tenía por novia—. Tú me harías el hombre más feliz del jodido universo y el más afortunado si esta noche aceptas casarte conmigo. Allegra Cross, ¿quieres ser mi esposa? —sostuvo la caja en una de sus manos y con ayuda de la otra la abrió, mostrando el anillo que aguardaba dentro, el anillo que había comprado para ella y que tanto ansiaba entregarle.
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Siempre había amado esa canción, de eso no había duda, pero el escucharla cantada por el hombre de su vida era mil veces mejor, y solo mejoraba por el hecho de estar entre sus brazos, de que se sintiera que justo ahí, abrazada fuertemente a él, ese era su lugar en el mundo. Ese era su hogar. Mientras recargaba la cabeza en su hombre y se dejaba envolver por la amada voz, rogó que ese momento nunca acabara pero, sin poder evitarlo, la canción llegó a su fin, y aunque lo resintió un poco, él no le dio tiempo de lamentarse. Sus palabras, cada una de las cosas que dijo, llegaron muy profundo en su corazón. Ella sabía, sabía que él era el hombre de su vida y cuando le oía hablar de esa manera, se derretía por completo. Por segunda vez en la noche, los ojos se llenaron de lágrimas al mismo tiempo que en su rostro aparecía una gran sonrisa, pero no se derramaron... No sino hasta que vio el anillo. ― ¡Justin! ―Gritó ahogadamente antes de llevarse ambas manos hacia la boca. Esta vez las lágrimas rodaron por mejillas y realmente comenzó a llorar sin para. Lloraba de felicidad pura. Dio unos pasos hacia atrás, mirando al hermosos anillo en la caja. No podía creerlo, se cuestionó varias veces si esto era real, si era un sueño. Pero no le importaba. Si era sueño, era el mejor que jamás había tenido; si era realidad, en definitiva el mejor momento de su vida. "¡¡Contesta ya!!" Le gritó su subconsciente, pero cada vez que Allegra abría la boca, salía un sollozo. Sentía la emoción y la felicidad bullir dentro de ella, hasta que por fin pudo sacarla con un:― ¡Siiiii! Sí, sí, sí. Mil veces sí, un millón. ¡Completamente sí! ―Una vez la bomba emocional explotó, se arrojó a los brazos de Justin y lo besó. Lo besó como nunca porque estaba besando a su prometido. A su futuro marido.
Una inmensa felicidad le inundó el pecho apenas la respuesta de su amada mujer llegó, era difícil de creer que estaba ahí en ese momento, tomándola como su prometida luego de haber deseado tanto que llegara el día. Serían esposos algún día, ella había accedido sin dudarlo ni un solo segundo y él no podía sentirse más afortunado. La recibió en sus brazos y no dudó en corresponder al beso que ella le daba, mientras el sentimiento de alegría crecía sin parar dentro de su pecho, el corazón le latía con tanta fuerza que podía escucharlo. Apenas hubo oportunidad, sacó el anillo de la caja y dejó ésta a un lado para poder tomar la mano izquierda de la rubia y colocar la sortija en el dedo anular; encajaba tan bien, era perfecto para ella. Una vez que terminó, se puso de pie y sin decir una sola palabra besó a la actriz, le rodeó la cintura con ambos brazos y la mantuvo muy cerca mientras sus bocas se fundían en el calor de aquel beso. Dios, cuanto la amaba. Alzó con firmeza a la mujer y le hizo girar un par de veces en el aire antes de permitirle tocar el suelo nuevamente, estaba tan pero tan inmensamente feliz y quedaba claro por esa sonrisa que le era imposible ocultar. — ¡Mi prometida! —exclamó, deseando gritarlo a los cuatro vientos una y otra vez—. Mi hermosa prometida, cuanto esperé por llamarte así... —le tomó el rostro con ambas manos y volvió a besarla, hubo varios besos cortos antes de que de nuevo uno más duradero tuviera lugar. Unió su frente a la de ella y la miró a los ojos—. ¿Esto es real? ¿De verdad está pasando, acabas de aceptar ser mi esposa? —no estaba jugando, le costaba aún creer que era la realidad porque se sentía como un sueño, uno muy asombroso—. Me siento y soy el hombre más feliz del mundo gracias a ti, Allegra Cross. Tienes a tu prometido tan enamorado.
Al verse el hermoso anilla en su dedo correspondiente, la dejó nuevamente sin habla. Todo se sentía como un sueño, el mejor sueño de la vida. El corazón latía tan desesperado que parecía que se le quería salir del pecho y correr hacia su dueño, al hombre que la derretía de amor todo el tiempo. ― Mi prometido, mi hermoso e increíble prometido. ―Agradeció que su vestido no fuera completamente pegado al cuerpo, porque de esa manera, cuando él la alzó en brazos, pudo abrazarlo también con sus piernas por la cintura. Y no quería soltarlo jamás. Llevó sus manos hacia el amado rostro ajeno, todavía sintiendo que todo era demasiado surreal― No puedo creer lo feliz que me has hecho, no sólo ahora sino desde que te conocí. Haz iluminado mi vida, te convertiste en mi faro en los momentos que me sentía perdida en la oscuridad... Y ahora, ahora serás mi esposo. ―El decir la palabra mandó una descargara de electricidad por todo su cuerpo, no sabía si alguna vez se acostumbraría a eso. ― Mío. Mi alma gemela. Lo mejor que jamás he tenido ―Sin poder controlarse, una vez más lo besó sintiendo la felicidad bullir en su interior, sobrecogedorla y haciéndole sentir que estaba en el verdadero paraíso. ― Mi prometido y futuro esposo, ¡te amo tanto! ―Lo último verdaderamente lo grito echando la cabeza hacia atrás, sintiéndose la mujer con más suerte y la más dichosa de la vida― Kéldysh, te acabas de conseguirse una prometida que está muy, muy, muy enamorada de ti. Que sus ojos sólo te ven a ti, y que no se imagina una vida si no es a tu lado, ¿eso te hace feliz? ¿Tan feliz como tu la haces a ella?
La amplia sonrisa provocada por las palabras de la actriz dificilmente lograría ser borrada del rostro masculino, menos cuando tanta felicidad lo invadía, como era siempre que estaba con ella. — Mi prometida me ha hecho siempre el hombre más feliz de todo el mundo, nadie se compara a ella. —replicó él, al tiempo que se acercaba a darle un beso en el cuello; cuando el inesperado acto lo ayudó a obtener de nuevo la mirada de la actriz, su sonrisa se extendió e incluso soltó una suave risa—. Te amo, mujer de mi vida. Te amo como nunca amé a nadie, como no volveré a amar jamás. Te amo con todo lo que soy, con cada parte de mi ser, te amo infinitamente. Tomó las delicadas manos femeninas entre las suyas y alzó la que portaba el anillo hasta la altura de su rostro, de modo que pudo depositar un beso en el dorso de ésta. — Eres la mujer más hermosa del universo y no tienes idea de lo mucho que me encanta poder llamarte mía. —hizo que ella le echara los brazos al cuello y a su vez él llevó los suyos al frente para abrazarla por la cintura. Se acercó y se inclinó lo suficiente para poder hablarle al oído, no sin antes aspirar suavemente el dulce aroma del cabello rubio—. No puedo pedirte todos los días que te cases conmigo, pero espero y te prometo que encontraré otras formas de verte tan feliz como lo estás esta noche, porque no hay nada que me guste más que saber que lo estás.
Al abrazarse a él pudo volver a recargar la cabeza contra su hombro y aspirar profundamente ese aroma pegado a su cuello, el olor tan familiar que únicamente le pertenecía a él y la hacía rendirse a sus pies sin más. Pensaba en eso, cuando empezó a escucharlo y entonces sintió como el corazón le daba un vuelco ante sus palabras. ―Mi vida... ―Le llamó echando hacia atrás para poder verlo de frente, a esos hermosos ojos azules que esa noche brillaban como nunca antes y sabía que los suyos brillaban de igual manera, por amor. Elevó su mano izquierda y acarició la mejilla ajena, antes de acunarla para atraerlo más cerca, haciéndole posible presionar su frente con la de él. ― Para ser feliz yo solo te necesito a ti. Necesito saber que eres mío, que despertaré a tu lado cada mañana. Me hace inmensamente feliz el estar haciendo una vida a tu lado, que seas el padre de todos mis hijos y que tengamos una hermosa familia juntos. No necesito nada más. Soy feliz haciéndote feliz a ti, buscando que estés bien y llenándote de amor, hijos y perritos... Si me dejas. ―Rio un poco al mismo tiempo que se encogía de hombros. ― Tu, mi amor, eres todo lo que siempre he querido, necesitado, deseado y amado. Te has convertido en mi razón de ser, y así me gusta porque te amo tanto que a veces no encuentro palabras para expresartelo. El pulgar de su mano recorriendo por un momento el labio inferior del cantante antes de que fuera remplazado por la boca de la rubia. Lo besó tierna y suavemente pero cada poco succionaba el mismo labio que antes había acariciado. Se perdió en él, olvidando donde estaban, lo que los rodea pero sin poder ignorar el frío metal que ahora se quedaría en su dedo anular para siempre y que cuidaría con su vida. Después de un tiempo, cuando los pulmones les exigieron separarse, volvió a verlo a la cara pero esta vez, empezó a reír a súbitamente, para el desconcierto del novio, pero ella rápidamente le dijo:― Estaba pensado... Que definitivamente tu sorpresa le pateó el trasero a la mía.
― No digas eso... no es así. ―replicó él bastante convencido, le tomó el rostro con ambas manos e hizo que volteara a mirarlo a los ojos. Pensando en las palabras recién mencionadas dio una leve negación y después sus labios se curvaron en una sonrisa―. Tus sorpresas son las mejores, siempre, todas y cada una de ellas me encantan. Claro que... la parte en la que me haces esperar y yo me muero por saber que tramas no me encanta mucho, pero es parte del proceso. ―apretó las sonrojadas mejillas con los dedos de ambas manos y eso lo llevó a reír por lo bajo―. Tan a-do-ra-ble. No quería enfadarla demasiado, pronto dejó en paz aquel cálido rostro y tomó a la mujer de la mano para que ambos pudieran regresar al interior del restaurante. Esta vez cuando se acercaron a la mesa, el castaño no mostró la caballerosidad de antes al ayudar a su prometida con la silla; en lugar de eso tomó asiento y la atrajo a ella hasta una de sus piernas. ― ¿Estás cómoda? ―quiso saber―. Espero que sí porque estoy intentando sumar puntos, quizás eso te haga ser menos cruel conmigo. ―bromeó, haciendo referencia a las sorpresas de cumpleaños. Antes de que la rubia intentara siquiera defenderse, se apoderó de su boca robándole un beso. Apoyó la diestra en uno de los muslos femeninos y lo acarició despacio por sobre el vestido, mientras lo hacía sus pensamientos lentamente se fueron esfumando y dieron lugar a uno solo... deshacerse de aquella prenda. Éste último también desapareció cuando de forma inesperada un pequeño ruido lo apartó de la actriz; frente a él, una chica levantaba los platos de la mesa y se disculpó enseguida por el descuido que los interrumpió; cuando el castaño aseguró que todo estaba bien, la joven empleada anunció que en cortos momentos llevaría el postre a la mesa. ― Perfecto, estaba esperando por el postre desde que llegué. ―murmuró el cantante con una sonrisa. Los dejaron solos y entonces él miró a su mujer―. Aunque... lo que me quiero comer ahora mismo está justo frente a mí.
Mientras lo seguía hacia adentro del restaurante, la rubia no podía dejar de pensar en lo lindo que era todo. Era una noche linda, en un lindo restaurante, pero por sobre todo, con el más lindo ser humano de la existencia. Tenía tanta suerte de tenerlo, que le costaba creerlo pero no lo cuestionaría, no porque lo importaba es que era suyo... Y ahora lo sería por siempre. Sin objetar, se dejó acomodar por él en su regazo y rápidamente le rodeó el cuello con los brazos, y Qué bueno que lo hizo, porque al escuchar su intento por conseguir puntos, se echó hacia atrás riendo y por poco casi se caía, haciéndola reír más. ― Siempre estoy cómoda encima tuyo... ―La respuesta obviamente tenía un doble sentido, pero después de todo era verdad. De nuevo río cuando escucho su plan para conseguir puntos, abrió la boca para replicar "convenceme" pero no alcanzó ni a decir la primera sílaba cuando el cantante la acalló como solo él lo hacía, a besos. Otra vez se dejó consumir por él, y cuando puso la mano sobre su muslo cubierto por la tela de seda, se sintió temblar en su abrazo. No había manera de que alguna vez dejara de asombrarla lo fácil que era para su novio despertar su deseo y necesidad de él... Resintió la interrupción, pero sonrió ante la idea de un postre, y la sonrisa aumentó al oír al castaño. ― Amor, puedes comer el postre y te prometo que luego me comerás a mí... ―Tras sus palabras, se acercó al oído del cantante y con voz un tanto más seductora, continuó:―... O puedes comerme con el postre, dependiendo de qué es lo que más se te antoja. ―Nuevamente se hizo hacia atrás, quedando nuevamente frente a frente, pero el rostro de la actriz mostraba una sonrisa de fingida inocencia.
— Nada deseo más de lo que te deseo a ti. —tomó a la rubia por el mentón y con suavidad le hizo elevar el rostro a la vez que se acercaba para besarla—. Nada se me antoja más que devorar tu boca, que recorrer todo tu cuerpo. —habló pausadamente, entre los ligeros roces que sus labios y los ajenos producían repetidas veces; sus ojos azules miraban directo a los verdes en todo momento—. Me atrevería a vaciar este lugar ahora mismo solo para estar contigo, para hacerte el amor con total libertad. —ante la idea, sus labios mostraron una fugaz sonrisa que desapareció en el momento en que finalmente besó a la actriz. Desplazó su mano ligeramente a la derecha y le acarició la mejilla con un roce suave que lentamente fue descendiendo por el cuello; sus dedos recorrían la piel desnuda de la rubia y aunque en un principio se detuvo, la pasión del beso lo hizo olvidar y continuó haciendo bajar su mano hasta que cubrió con ella uno de los grandes senos. Pudo notar la presencia de alguien muy cerca porque escuchó los pasos, el sonido cada vez más fuerte y claro, pero eso no lo detuvo en absoluto. Aferró con firmeza su brazo izquierdo a la cintura femenina, con actitud posesiva, queriendo mantenerla cerca en todo momento.
Su voz, así suave y baja, diciéndole cuánto la deseaba en combinación con el brillo seductor en los ojos azules la atraparon por completo. La hipnotizaron, incapacitandola para pensar en nada más que no fuera en lo mucho que se moría por besarlo y en el fuego que dejaban sus caricias en la piel. Tragó un poco de saliva y justo cuando abrió la boca para poder remojarse los labios, estos fueron atrapados por un beso. Se abrazó más firmemente a él mientras se comían el uno a al otro sin siquiera detenerse a pensar en nada. La rubia soltó un jadeo ahogado al sentir la gran mano tomando uno de sus senos; gracias al corte del vestido, no podía llevar sostén debajo de la prenda así que a las pieles sólo las separaba una delgada tela de seda, ella se preguntó si él lo notaría. Escuchó unos pasos acercarse, pero cuando se iba a echar para atrás, él la agarró más fuerte, ella lo entendió. No quería soltarla y que el beso terminara, ni ella tampoco. Así que se quedó ahí, siendo devorada por él y sintiendo su deseo crecer mientras escuchaba el choque de platos siendo dejados en la mesa y una leve risita cuando los pasos volvieron a alejarse, pero no les importó. No fue sino hasta que el aire verdaderamente les faltó, cuando la actriz jadeando, se alejó sólo un par de centímetros de la boca ajena y sonrió. ― ¿Sabes? La idea de vaciar el lugar no es tan mala después de todo... ―Arqueó un poco la ceja, sugestivamente al mismo tiempo que tomaba la mano que descansaba sobre su pecho y con lentitud la guiaba hacia abajo, por un costado de su cuerpo y hacia las caderas, donde se suponía que debía de sentirse el elástico de los pantys. Se suponía.― ¿Te mencioné que por el tipo de tela no se puede usar ropa interior debajo de este vestido? ―Hizo la pregunta en un tono de voz bajo, cual secreto. Solo para sus oídos, solo para provocarlo un poco mas.
El castaño tragó en seco apenas escuchó el comentario de la rubia que, para su sorpresa, parecía no estar mintiendo; su mano se desplazó con lentitud por la cadera femenina buscando sentir alguna otra prenda bajo la sedosa tela del vestido y el que no sucediera solo provocó que se excitara mucho más. Las comisuras de sus labios se curvaron dando paso a una sonrisa y en silencio su mirada dejó claro que pensaba comprobar aquellas palabras y que de ser cierto, no dejaría pasar aquella oportunidad. — Espero que solo uses este vestido estando conmigo... —murmuró mientras despacio recorría uno de los muslos femeninos con su diestra. Esa piel tan suave deseaba recorrerla con sus labios sin descanso y dado a que no podía, llevó su boca hasta el cuello de la rubia y besó cada rincón de la tersa piel mientras sus dedos continuaban avanzando—. Solo yo quiero poder hacer esto. —agradecido de que aquella prenda no estuviera totalmente pegada a la esbelta figura femenina, levantó un poco más la tela al tiempo que dejaba caricias en el interior de aquel muslo, aprovechándose de la sensibilidad de esa zona y haciendo su recorrido más lento a propósito. Un gemido ronco, apenas perceptible, fue directo al oído de la rubia cuando los dedos del músico pudieron comprobar que no mentía; sentir su completa desnudez y notar que estaba húmeda le encantó. — No estabas mintiendo... —sonrió satisfecho y antes de permitir que ella se quejara o se mostrara indignada por la duda, él movió con agilidad los dedos, rozando un par de veces el sensible nudo de nervios entre los pliegues—. Me encantas. —tomó entre sus dientes el labio inferior de la rubia y lo mordió un poco fuerte mientras tiraba de él, después lo soltó—. ¿Quieres que me detenga?
Tan pronto como sintió toda la palma de la mano entrar en contacto con la piel de su pierna, la rubia se derretió por completo en sus brazos y los besos desparramados por su cuello no ayudaban. Él sabía que esa era una zona muy sensible para ella, y el ardor de sus labios le erizó la piel de todo el cuerpo y despertado su anticipación, deseando lo que sabía pasaría. Los dedos se deslizaron en su intimidad y rápidamente las ráfagas de placer subieron por su cuerpo, arrancándole suaves gemidos. ― No, no te detengas. Sigue. Por favor. ―Realmente lo necesitaba. Había extrañado ese placer que sólo él le podía dar, porque él era el único que podía hacer que su cuerpo se estremeciera de placer. Así como sus hábiles dedos comenzaban a proporcionarle placer, las caderas de la rubia se empezaron a mover en busca de ellos, a empujar hacia enfrente. Antes de saberlo, sintió el miembro de su prometido despertando en su regazo, los labios rojos se curvearon en una sonrisa cuando volteó a ver al castaño a los ojos al mismo tiempo que sus movimientos eran más descarados. Sus caderas ya no buscaban sólo la caricia de los dedos sino que, con su trasero, rozaba y provocaba al falo aprisionado por el pantalón. ―Me encanta el azul que brilla en tus ojos cuando te excitas, ¿te lo había dicho? Me dan ganas de tentarte un poco más para verlo mejor, pero terminaré pidiendo que a gritos que me folles. ―Colocó una de sus manos en la mejilla ajena y con el pulgar recorrió lentamente el labio inferior.― ¿Y lo harías?
Incluso antes de que ella lo comentara, supo por la forma en que sonrió que ya había logrado sentirlo, ya se había dado cuenta de que comenzaba a excitarse por su culpa. Eso provocó una sonrisa en él también. De pronto, sin importar el frío que hacía esa noche, comenzó a sentir calor; los movimientos provocativos y bien ejecutados de su mujer lo estaban llevando lentamente a la locura, quería mantener el control pero a ese ritmo pronto sería imposible. El azul de sus ojos brilló aún con más intensidad ante la ardiente confesión de la actriz, cuando se dio cuenta su respiración se había vuelto pesada y se sentía más acalorado. La idea de tenerla gritando y pidiendo ser follada era muy tentadora y conducirlo a ello no era difícil, ambos lo sabían bien. — Ponme a prueba. —replicó con la voz ronca y cargada de seguridad, retándola a descubrir la respuesta que deseaba. Llegaría hasta donde ella quisiera, eso le estaba diciendo. Se acercó y se adueñó de la dulce boca femenina en un apasionado y demandante beso mientras sus dedos seguían trabajando en ella, acariciándola; repentinamente los detuvo, los hizo resbalar más abajo y los hundió en la húmeda entrada llenándola por sorpresa.
Ante la respuesta que obtuvo, su sonrisa se amplió más hacia un lado. Era muy tentador ponerlo a prueba, y vaya que sí quería hacerlo, pero no pudo contestar pues sus labios pronto se vieron poseídos por la boca ajena. La lengua femenina pronto comenzó a acariciar la entrada de la cavidad bucal y no tardó en recibir respuesta, comenzó lento y provocador pero rápidamente se tornó demandante y hambriento... Hasta que la penetración de sus dedos la tomó por sorpresa y antes de poder detenerlo, cortó el beso echando su cabeza hacia atrás y exclamó un audible gemido. ―Amor, sí. Más. ―Pidió con voz jadeante y él se lo dio. Sentía el par de dedos deslizarase dentro y fuera de ella, acariciandola tan bien que la hacía gemir profundamente. El vaivén de las caderas era más marcado pues ahora se encontraba a medio camino con la penetración. En poco tiempo él se apoderó de todos sus sentidos, su mundo se encogía hasta ese punto donde solo estaban ellos dos. Debajo de su trasero, el miembro se alcanzaba a sentir mejor, más duro y grande. A la rubia se le hizo agua la boca al imaginarlo, al debatirse la idea de qué si quería primero sentirle en la boca o si ya no aguantaba las ganas de sentirle empujar profundo dentro de ella. Sus pensamientos se interrumpieron cuando los dedos hábilmente estimularon ese punto en su interior que la volvía loca y que ellos tan bien conocían. Los gemidos se volvieron más fuertes y comenzó a sentir sus paredes íntimas palpitar. ― Justin, por favor. Me harás terminar. ―Entre jadeos logró expulsar sus palabras, para después tomar su propio labio inferior y morderlo, en parte para acallar un poco los gemidos, recordó que los meseros de esa noche no andaban muy lejos.
Una sonrisa de satisfacción apareció en los labios del cantante tras poder ver y escuchar las reacciones de Allegra a sus caricias; los jadeos, los gemidos femeninos eran el sonido más jodidamente perfecto para sus oídos y la manera en que se frotaba contra él solo conseguía excitarlo más, ponerlo más duro. Quería y necesitaba follarla, correrse, era una tortura tenerla sobre él y que la ropa no le permitiera sentirla por completo. Por un instante se olvidó de ello cuando escuchó las últimas palabras de la rubia. No tenía claro si eran un reclamo o un aviso, pero hicieron que él riera por lo bajo y se sintiera aún más fascinado por ella. — Es lo que pretendo, me encantaría que lo hagas. —le habló al oído mientras poco a poco alentaba el movimiento de sus dedos—. Pero si tú no quieres, entonces... —detuvo sus caricias apenas unos segundos, solo los suficientes para torturarla sin permitirle perder todo aquel placer acumulado. Nuevamente sin aviso y antes de recibir un reclamo puso a trabajar sus dedos, saliendo y entrando en ella tan profundo como para rozar el punto en su interior que la haría explotar; una y otra vez sin cesar, no se detuvo ni siquiera cuando le sintió palpitar con fuerza en torno a él, siguió penetrándola con rapidez hasta que el orgasmo llegó a ella. Solo entonces comenzó a detenerse hasta hacerlo por completo, retiró despacio sus dedos y sacó su mano. — Me encantas. —le hizo girar el rostro y le besó los labios con la misma pasión de antes, mordiéndole el inferior cuando se apartó de ella para permitirle recuperar el aliento. Si estaba agitada y con las mejillas sonrojadas, ya quería verla cuando la follara. Le sonrió y tomándola por las caderas la apremió para que se pusiera de pie, luego él hizo lo mismo y la tomó de la mano—. Vamos, acompañame. —volteó a mirarla por encima del hombro y pronto comenzó a caminar, llevándola con él hasta los baños del restaurante. Las ganas que tenía de follarla sobre la mesa eran infinitas, pero sabía perfectamente los riesgos que corrían y no quería meterla en líos de tamaño mundial. Debido a que había rentado el local, los empleados se encontraban en la cocina y en las entradas y aquella sección estaba sola, desocupada para ellos. Abrió la puerta de manera tranquila, pero tan pronto lo hizo empujó a la rubia dentro, sin lastimarla, y la arrinconó contra una de las paredes. — Te deseo tanto. —confesó, a pesar de saber que ella era consiente. Apoyó una mano contra la pared y la otra comenzó a deslizarse por uno de los muslos de la actriz, arrastrando el vestido conforme avanzaba. Se inclinó y nuevamente asaltó aquella provocadora boca en un beso mientras de forma desesperada levantaba la prenda color rojo.
― No... ―Se quejó débilmente cuando lo sintió detenerse por un segundo, los párpados se abrieron dejando ver el par de ojos verdes brillando de pasión y deseo al mismo tiempo que sus labios se fruncieron en un suave puchero pero antes de poder volver a hablar, de poder rogarle que continuará, él lo hizo. Nuevamente los dedos entraban profundamente en ella y colmandola de tanto placer que irremediablemente su cuerpo explotó en extasis. Sintió el orgasmo recorrerla desde los pies a la cabeza por varios segundos antes de que los gemidos se calmaran así como las pulsaciones de su intimidad. Pero a penas si tuvo tiempo para recuperarse cuando el castaño ya la estaba poniendo de pie. Después del orgasmo, se sentía más aletargada pero cuando él la miró por encima del hombro, en los ojos azules había un brillo que prometía mucho... Y de nuevo, la rubia sintió el deseo encenderse en ella. Pocos segundos después se encontraba atrapada entre el frío azulejo del baño y el tibio cuerpo de su prometido. ― Me fascinas tanto. ―Confesó justo antes de que ambos se entregarán en un apasionado beso, en el cual se notaba el deseo por el otro, la necesidad. Sin perder tiempo, las manos femeninas rápidamente bajaron por su abdomen hasta encontrar la hebilla del cinturón y en pocos movimientos lograron deshacerse del obstáculo al igual que se deshicieron del broche del pantalón, cuando por fin tenían libre acceso, las manos se detuvieron un segundo y entonces con lentitud la mano derecha se adentró entre las capas de ropa por debajo del elástico de la ropa interior; acarició suavemente la piel del vientre bajo mientras bajaba sólo un poco más y hasta toparse con lo que buscaba. Envolvió su palma alrededor del duro miembro y lo recorrió de arriba a abajo varias veces antes de sacarlo de su prisión de tela. Quedó a su entera disposición para tocarlo y sentir lo caliente piel que cubría la firme erección cuando volvió a hacer sus movimientos, masturbándolo. La actriz se sentía más caliente, más húmeda y más necesitada de él de lo que había estado afuera, sentados en la mesa. ― Follame. ―Pidió entre agitados besos al mismo tiempo que su pulgar comenzaba a dar vueltas acaricando la punta de la erección cada que llegaba a esta. ― Follame duro, amor. ―Cada palabra fue susurrada directamente en la boca del músico antes de que los labios volvieran a unirse una vez más. El cuerpo de la rubia se encontraba tan pegado al de él que podía sentir su respiración y no duda de que su novio también notaría cuánto ella lo deseaba.
Incluso por encima de la ropa, el roce de las manos femeninas siempre conseguía hacerlo temblar, hacerlo desear más, todo cuanto quería era que avanzara y fuera aún más abajo del marcado abdomen; cuando la rubia lo hizo y sintió una mano cerrada en puño alrededor de la erección, de forma involuntaria cerró los ojos y sus labios se entreabrieron. Alivio y placer fue lo que sintió, estaba tan excitado que la ropa ya había comenzado a incomodarle y ansiaba liberarse de ella y sentir las caricias que, por supuesto, Allegra no tardó en proporcionarle. Siempre sabía cómo tratarlo y él ardía bajo su toque, rendido ante la sensación que le hacía experimentar. — Sí. —replicó él a la abierta petición de la rubia, acompañando la respuesta de un gemido cuando sintió el pulgar trazando repetidos círculos sobre su caliente y sensible piel—. Joder, sí. Tan duro que grites mi nombre, amor. —alejó su mano de la pared y la hundió en los cabellos dorados de la mujer, atrayendola hacia él para que ambos pudieran fundirse en un beso. Mientras sus bocas luchaban por ser las dominantes en aquel ardiente encuentro, la diestra del músico alzó habilmente uno de los muslos femeninos y lo aferró a su cadera con toda la facilidad que le otorgaba el haber levantado el vestido lo suficiente. Se hizo espacio entre aquel par de bonitas piernas y lo aceptaron tan rápido que el roce entre sus cuerpos desnudos resultó un tanto inesperado para él. Mordió con un poco de fuerza el labio inferior de la rubia cuando la erección se deslizó entre los húmedos pliegues intimos, se sentía bien pero mil veces mejor sería estar dentro de ella. — Pídemelo de nuevo... —susurró contra aquellos labios, mientras miraba a los ojos verdes y una sonrisa complice aparecía en su rostro. Se acomodó y despacio comenzó a deslizarse dentro de ella, llenándola poco a poco, disfrutando de la placentera sensación que le recorría entero cada vez que sus cuerpos se unían—. Que te folle duro, pidelo otra vez. —se retiró con la misma lentitud hasta casi salir de ella y después volvió a entrar, de una sola y rápida estocada, llénandola otra vez.
No había una sola vez que Allegra no se derritiera entre los brazos de su amado, su simple roce despertaban sus instintos más bajos y la tenían deseándolo con locura en minutos, más cuando él la besaba de esa manera, tan hambrienta y demandante que se sentía consumir por él y le encantaba. Sus palabras y la pobreza de que la tomaría duramente contra esa pared terminaron por hacerla perder cualquier sentido del decoro y todo lo que quería era a su prometido, justo ahí. Por suerte el castaño no la hizo esperar y en pocos segundos sintió el glande los pliegues de su intimidad. ― Justin... ―jadeo, no supo si como súplica o qué, pero brotó de ella antes de poder controlarlo. Los delgados brazos se sujetaban del cuello ajeno, abrazandolo estrechamente mientras lo sentía adentrase lentamente y sus paredes se abrían despacio para recibirlo. ― Follame muy duro. Hazme tuya una y otra vez hasta que no quede duda de que lo soy. ―La plama diestra se apoyó en una de las mejillas del músico y se acercó para volver a besarlo cuando sintió la fuerte estocada entrar tan fuerte y dentro de una que irremediablemente gimió tan fuerte que se escuchó el eco del baño, lo bueno es que no había nadie ahí que escuchara a la actriz disfrutar de su tortura más que el mismo torturador. Él la llenaba tan jodidamente bien y a la perfección que no quedaba para ella más que mover sus caderas al compás de las suyas, al mismo tiempo que lo veía los hermosos ojos azules. ― Me encantas. Muchismo. ―Apenas alcanzó a decirlo antes de que nuevamente la penetrara y la rubia gimió nuevamente mientras sus ojos se cerraban, la única manera de poder soportar tanto placer.
Bastó con que la actriz lo pidiera una vez más para tener a su prometido dándole lo que quería. Igual que antes salió de ella y volvió a penetrarla con fuerza un par de veces, fascinado por los gemidos y las palabras que la rubia soltaba en medio de estos; justamente porque ella también le encantaba, amaba verla y escucharla disfrutar del sexo. — Eres tan ardiente. —su diestra recorrió el muslo femenino que sujetaba y se desplazó por el costado de la silueta femenina, estudiando cada centímetro de ella hasta llegar a otra de las zonas que más le encantaban: los senos de la rubia. Había notado antes que no llevaba un sostén, inclusive ella se lo dejó saber, pero en ese momento era increíblemente más fácil saberlo con sentir de forma tan perfecta los duros pezones bajo el roce de su mano. Queriendo más, bajó un poco la tela del vestido y dejó al descubierto el par de grandes pechos. Gimió contra la boca ajena. En parte por el goce de sentirla tan excitada, tan húmeda, tan entregada a él y por otro lado, por lo jodidamente bien que se sentía follarla. La tomó por las caderas con la fuerza suficiente para no dejarla caer y aumentó el ritmo de sus embestidas, comenzando un vaiven constante, rápido y duro. Ella tenía los ojos cerrados, por lo que no fue capaz de percibir las acciones del castaño hasta que éste estuvo inclinado, con su boca cubriendo uno de los senos. Cubrió con sus labios el pezón y su lengua y dientes juguetearon con él mientras se movía contra ella, succionó con fuerza mientras continuaba penetrándola cada vez con mayor rapidez, una embestida más dura que la anterior. Sostenerla por las caderas impedía que el cuerpo de la actriz resbalara por la pared cada vez que entraba en ella, con la fuerza de aquel choque que se producía entre ambos, sus grandes manos se estaban encargando bien de mantenerla cerca. — Tan mía. —su voz, ronca y agitada para ese momento, se hizo escuchar cuando se apartó de ella y sus rostros volvieron a estar frente a frente—. Toda tú me perteneces. —afirmó, mientras se hundía en ella tan profundamente como le era posible, como si buscara arrancarle más gemidos de confirmación. Le mordió los labios y después se adueño de ellos en un demandante beso, disfrutando del sabor y la experiencia de aquella boca y absorbiendo cada sonido que escapaba de ella al tiempo que acallaba los propios, de forma no muy efectiva cabe mencionar. Suerte que tenían aquel espacio del local solo para ellos y no debía privarse de nada.
En algún momento, no supo cuándo, la rubia con ayuda de las manos de ajenas, de un saltó enredo ambas piernas a la cintura del castaño quedando soportada sólo por las fuertes palmas que parecían guiarla en el vaivén, así marcando el ritmo que él quería. Tenía la cabeza echada hacia atrás contra la pared, los ojos cerrados y los labios entreabiertos por donde escapaban todos los gemidos que tan hábilmente él le provocaba; así con los ojos cerrados, pudo concentrarse en la sensaciones de su cuerpo, podía sentir como centímetro a centímetro entraba la invadía la dura erección una y otra vez, tan rápido que la dejaba sin aliento, y la sentía llegar tan profundo que la hacía temblar entre los brazos ajenos. ― Mi amor... ―Gimió al sentir la boca capturar su pecho tomándola por sorpresa, vaya grata sorpresa. Abrió los ojos y a la perfección pudo observar los ligeramente hinchados labios de su hombre cerrándose alrededor del pezón mientras lo estimulaba y la aumentaba el placer que de por sí ya sentía, aún más. Los gemidos se volvieron un tanto más altos, imposibles de controlar. ― Soy tuya. Siempre. ―La voz de la actriz era temblorosa y entrecortada por los jadeos y la falta del aire, pero ni loca se quejaba. Amaba sentirse llena de él, sentirse consumida por él. En ese precioso momento, Justin era todo de lo que ella era consciente; era todo lo que veía, todo lo que sentía y lo que oía... ¡Dios, amaba oírlo! Los gemidos masculinos despertaban en ella ese profundo deseo que era urgente y demandante, al igual que el beso que compartían. Con cada embestida, Allegra podía comenzar a sentir las cosquillas pertenecientes al dulce alivio del orgasmo. Nuevamente sus paredes internas palpitaban pero esta vez negándose a dejar ir el grueso miembro que se abría paso entre ellas y podía casi jurar que él también podía sentirla. ― Joder, eres tan perfecto. ―Soltó de pronto la mujer, alejándose apenas centímetros de la boca amada y permitiéndose ver el par de ojos sumamente azules, producto del deseo y la pasión incontenibles, y una sonrisa traviesa le curveo los labios.― Dime, mi vida, ¿quieres correrte justo así... O en mi boca? ―Gracias a la pregunta, él arremetió más fuerte al penetrarla, esta vez arrancando un verdadero grito de placer de la mujer y de nuevo agradeció la soledad del baño, pues como lo había creído, el orgasmo corrió por el cuerpo femenino mucho más fuerte de lo que lo había hecho minutos antes, ahora sí haciéndola gritar una y otra vez el nombre su prometido conforme el infinito placer la recorría cual estremecedora ola.
Pronto el deseo y la necesidad se volvieron por mucho más fuertes que el control que la pareja era capaz de mantener, lo perdieron con la misma facilidad de siempre y no quedó rastro de él cuando el ritmo que ambos mantenían se tornó aún más rápido, más duro, se volvió salvaje. Cada embestida incrementaba el placer y ambos estaban demasiado cerca de ser consumidos por él, por la gloriosa y arrolladora sensación del orgasmo, podía sentir a la rubia palpitando en torno a él, tomándolo más profundo, y eso solo lo empujaba más al clímax. La pregunta que inesperadamente recibió de ella puso su mente a volar enseguida y las imágenes que llegaron hasta él solo consiguieron excitarlo más, aumentar su necesidad de ella. Comenzó a embestir contra la actriz con mayor fuerza, una y otra vez hasta que el orgasmo la golpeó, entonces pudo escucharla gritar de forma perfecta mientras continuaba follándola, sin delicadeza alguna, hasta que el placer inevitablemente comenzó a consumirlo también. — Allegra... —había ocultado su rostro en el cuello de la rubia, por lo que la llamó casi al oído, más como un aviso de que también iba a correrse que como un intento de obtener una respuesta. Aferró un brazo a la cintura femenina y apoyó una mano en la pared nuevamente buscando apoyo. Estaba amando cada segundo de aquello, de escucharla llamar su nombre entre gemidos y gritos, de sentirla apretarse en torno a él desencadenando su propio orgasmo, multiplicando el placer que estaba sintiendo en ese momento. De nueva cuenta estaba agradeciendo que habían conseguido privacidad, porque no tenían que callarse nada, ninguno de los dos. El nombre de ella volvió a escapar de sus labios, esta vez muchísimo más audible, mientras el placer le recorría entero y lo hacía volver a gemir contra el cuello ajeno. Se corrió con fuerza, vaciándose por completo dentro de ella, y por un largo rato la mantuvo abrazada, en silencio, mientras intentaba reponerse. — ¿Por qué no en ambas? —preguntó con voz entrecortada cuando logró recuperar un poco de aliento. Le besó el cuello un par de veces y ahogó una corta risa en él antes de apartarse para mirar a los ojos verdes—. En ti y en tu boca. ¿Es aprovecharme mucho? —sus labios se curvaron en una traviesa sonrisa, quiso desplazar su mano izquierda hasta el rostro de la rubia y fue entonces que lo notó. Antes, cuando el orgasmo lo tuvo demasiado aturdido para siquiera prestar atención, lejanamente pudo escuchar un ruido pero no logró distinguir de qué se trataba ni se esforzó en hacerlo. Para ese momento, cuando apartó la mano de la pared se dio cuenta de que la había estado apoyando contra un espejo y que había aplicado tal fuerza en él que se había quebrado, por lo que unas cuantas piezas cayeron cuando dejó de sostenerlas. — Mierda... —se echó a reír al darse cuenta del accidente, no le preocupó en lo más mínimo, volteó a mirar a la actriz y las risas aumentaron—. Es tu culpa, lo sabes, ¿no? —unió sus labios a los de ella, robándole un beso—. Eres la única culpable, si alguien pregunta puedes explicarles lo que sucedió.
Cada orgasmo que experimentaba a su lado siempre se sentía como el más devastador; se estremecía entre sus brazos mientras todo su cuerpo experimentaba el más grande placer que parecía haber conocido, cuando pensó que la intensidad disminuiría, él pronunció su nombre de esa manera que la derretía y le etizaba la piel, segundos después lo sintió desbordarse en su interior, llenándola de él y prolongando mucho más el clímax, esta vez disfrutándolo juntos. Había algo en el hecho de que ambos estaban aún vestidos y que el único punto en que se encontraban piel contra piel era donde sus cuerpos se unían, lo cual la hacía mucho más consciente del miembro perdiéndose en ella una y otra vez. ― Puedes correrte donde quieras y las veces que quieras... Siempre y cuando sea conmigo, ¿te parece bien? ―La voz un tanto más grave de lo normal, se oía perezosa y se complementaba con una la sonrisa satisfecha que la rubia llevaba en los labios. Su respiración y corazón aún estaban acelerados, pero la idea de dejarse caer de rodillas frente al castaño y tomarlo en su boca, seguía siendo jodidamente tentadora. La maldición de parte de él, la desconcertó un poco pero al entender a que se debía, se preocupó; creyó que se había lastimado, hasta que lo escuchó reír. ― ¿Mi culpa? ¿Yo que hice? ―Cuestionó riendo otra vez y sacudiendo un poco la cabeza, divertida. Con su diestra tomó la mano izquierda ajena y la examinó con cuidando, fijándose que no hubieran quedado cristales sobre la piel y aunque se encontró con unas pequeñas heridas, no era nada grave así que se la llevó a la boca y dejó un par de suaves besos sobre ella. ― Para que sane.. ―Explicó al dejarla libre y regresar la vista hacia su novio, al encontrarse con sus ojos volvió a reír. ― ¿Cómo se supone que voy a explicar esto? "Disculpe por el espejo roto pero mi prometido folla tan deliciosamente bien que ninguno de los dos lo notó..." ―Cambió un poco la voz para darle un toque más formal y educado al simular hablar con alguien más, para después una vez más reír por lo bajo. ― ¡Por supuesto que no les voy a decir eso! ¿Y si se les antoja y te quieren robar, llévate lejos de mi? No, no, no. No va a pasar. Mejor pensemos otra cosa.
El cantante dejó escapar una carcajada provocada por la divertida actuación de la rubia, le habría aplaudido, pero en lugar de eso le robó un beso para silenciar sus últimas palabras. — No querrán robarme, saben que para eso deben enfrentarse a ti. —había un deje de diversión en su voz y tenía una sonrisa acompañando sus palabras. Su mano izquierda se posó en el abdomen de la rubia y lentamente subió mientras su mirada la seguía, hasta que ambas se posaron en el par de senos descubiertos—. Además... —murmuró, mientras su pulgar acariciaba aquella piel desnuda, trazando lentos círculos alrededor del pezón una y otra vez—. ¿Quién me asegura que no querrán robarte a ti? Alzó la mirada para encontrarse con los ojos verdes y esbozó una nueva sonrisa, casi enseguida su cabeza se balanceó de un lado a otro en una negación. — Diremos que decidí verme en él, no resistió tanta guapura y se quebró. —bromeó. Se lamentó de hacerlo pero con cuidado volvió a acomodar el vestido tal como debía ir, cubriendo la desnudez de su preciosa mujer. La sujetó con firmeza por las caderas y salió de ella para después ayudarla a bajar; no la dejó ir hasta que no estuvo seguro de que estaba bien apoyada en el suelo. — Te amo mucho. —tomó el rostro ajeno entre sus manos y lo elevó suavemente mientras se inclinaba lo suficiente para que su boca se encontrara con la de ella. Le dio un par de besos cortos y después uno más duradero, muy dulce—. Muchísimo, demasiado, mi amor.
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