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Síndrome de Hubris en la iglesia: Como nos afecta el poder.
¿Alguna vez has escuchado sobre el síndrome de Hubris? Hace unos días mi pastor compartía en una clase a la iglesia sobre el peligro del poder desmedido y como, entre más años y posicionamiento tenemos en la iglesia, más soberbios nos volvemos a la convivencia con las personas. Este comentario me llevó a reflexionar y llegué a la pregunta: ¿existirá alguna patología de la personalidad que caracterice a estas personas? e investigando me tope con el síndrome de Hubris. ¿En qué consiste el Síndrome de Hubris?
El Síndrome de Hubris es un trastorno que se caracteriza por generar un ego desmedido y desprecio por las opiniones y necesidades de los demás. La palabra hubris, de origen griego, significa orgullo o arrogancia. Los griegos utilizaban este término para hablar de la arrogancia humana frente a los dioses, que les hacía creer que podían conseguirlo todo. También conocido como “la enfermedad del poder”, se pone de manifiesto en personas que se muestran muy diferentes al encarnar posiciones de liderazgo. Implica cambios radicales en el carácter normal de personas al ocupar el puesto de un líder y se relaciona su surgimiento con el sentimiento de poder. Esta patología es producto de la exposición durante largo tiempo de una persona al poder y la sensación de omnipotencia que esta termina desencadenando.
Principales síntomas y manifestaciones del Síndrome de Hubris
Presencia de una autoestima excesivamente elevada.
Acciones impulsivas.
Ubicar como objetivo principal el enaltecimiento del propio ego
Imprudencia
Presentar demasiada confianza en uno mismo.
Desprecio al resto de las personas.
Manifestación sin ningún tipo de pudor de sentimientos de superioridad.
Pérdida de vista de la moral y la ética.
Obsesión con la autoimagen.
Ningún tipo de consideración respecto de las ideas y/u opiniones de otras personas.
Pero estas caracteristicas no surgen de la noche a la mañana, normalmente la secuencia es la siguiente: llega una persona al poder, alguien con una ideología y propósitos determinados. Con el tiempo, y debido a la posibilidad de decisión sobre otras personas, la obediencia y la validez que otros le otorgan, la sensación de omnipotencia de estas personas persiste y su autoimagen se enaltece. Cuando son halagados, se produce un refuerzo de su autoestima y su actitud altanera se verá acentuada, perdurando aún más. Lo que acaba por suceder en quienes tienen síndrome de Hubris es que su ego se expande, y acaban por dejar entrever un lado de su personalidad que el resto de las personas no conocía, manifestando los síntomas que fueron anteriormente mencionados.
Pareciera que este síndrome se limitara a afectar a personas que se desarrollan en esferas como la política, las empresas o las elites. Sin embargo, podemos ver esta patología de personalidad desde aun antes de la creación del mundo: Lucifer.
La historia de Lucifer encarna a la perfección este síndrome. Si leemos Ezequiel 28 nos encontramos con la historia de la caída de Lucifer, donde comienza relatando la hermosura y perfección que caracterizaba a Lucifer:
Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría y perfecto en hermosura. Fuiste un querubín guardián ungido. te coloqué; estabas en el monte santo de Dios; en medio de las piedras de fuego andabas. Eras irreprochable en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti injusticia. En la abundancia de tu comercio te llenaste de violencia en medio de ti, y pecaste; así que te arrojé como cosa profana del monte de Dios, y te destruí, oh querubín guardián, de en medio de las piedras de fuego. Aquí vemos como Lucifer, gracias a la abundancia de poder que tenía, se llenó de violencia. Si lo traducimos a la patología de Hubris, nos encontramos con alguien que fue posicionado y durante mucho tiempo fue tan elogiado y con tanto acceso al poder que terminó elevando tanto su ego que fue imposible hacerle volver.
Ezequiel termina diciendo: Tu corazón se enorgulleció de tu hermosura; corrompiste tu sabiduría en aras de tu esplendor.
Y fue a partir de Lucifer que esta patología persigue a la creación y nos aleja del diseño del Reino hasta el día de hoy.
En genesis vemos como Satanás en forma de serpiente llega a Eva a ofrecerle el fruto prohíbido bajo la premisa de que, si come de aquel fruto, será ella igual a Dios. Satanás juega con ese ego escondido en la personalidad de Eva y busca elevarlo con elogios y promesas de poder haciendo que esta caiga en el engaño. Y podemos irnos por toda la palabra encontrando personajes que se vieron afectados por esta patología: Absalón, Saúl, David. Sin embargo, nos interesa encontrar la relevancia de esta patología en la iglesia contemporanea y poder autopercibirnos y detectar si somos propensos a desarrollarla. ¿Nunca te has dado cuenta que alguien cambió después de cierto tiempo en algun ministerio? como si la posición definiera su vida y no al revés. Esas personas a las que el poder las vuelve frías, lejanas y egocentricas. Que de pronto ya no tienen tiempo para las personas porque "están ocupados con el ministerio", o los que ya no pueden hacer servicios ajenos a su ministerio como limpiar la iglesia, servir en niños o en tareas que para ellos no sean "dignas de su llamado." Tambien están aquellos que, al recibir un título, ya jamás puedes llamarlos por su nombre porque ahora son "el profeta" "el pastor" "el ungido" y el llamarles por su nombre lo consideran una deshonra. Este tipo de personas dan señales de esta patología, que si bien podríamos llamarles solamente egocentrismo, es importante clasificarlas dentro de la psicología para entender su comportamiento y poder ayudarle también desde la trinchera de lo mental, porque muchas veces somos nosotros como iglesia los que, con nuestra tendencia a idealizar a las personas, los ponemos en un pedestal haciendo sentir a gente común como si fueran dioses, y allá afuera quieren reproducir la misma autoridad y se estrellan con la realidad de que para la gente no son nadie.
¿Porque es peligroso esta patología dentro de la iglesia? Empezando por el hecho de que es antibilbico y terminando por ser una característica de satanás. En el Reino lo importante es el arrepentimiento, el amor, la unidad. Nos es más impresionante una iglesia, que aunque sean 4 personas, sean unidas y se amen entre ellas. El Reino no lo arrebata el puesto más importante en la jerarquía de poderes eclesiasticos, lo arrebatan los violentos, los apasionados por el Espíritu Santo. Este síndrome nos indica la ausencia del mensaje del Reino en las iglesias. Cuando una persona con esta patología alcanza lugares de autoridad y no tiene un líder que sepa corregirlo, tenemos a un Judas en potencia en un lugar de poder, a una serpiente en nuestro Edén, un Lucífer en nuestra eternidad. Es muy sencillo caer en esta condición cuando no tienes a alguien que "te devuelva los pies a la tierra", sin un guía, un líder, un pastor que te conozca y te pueda decir con frialdad la cruda realidad: no eres mejor que absolutamente nadie, Dios no tiene favoritos, no eres un prodigio de lo espiritual. En el corazón de Dios TODOS somos especiales. En el corazón de Dios TODOS tenemos un propósito y TODOS somos necesarios para el avivamiento. No hay prodigios para Cristo. No esperamos por otro Mesías No eres más importante que el que limpia la silla en la iglesia del pueblo más pequeño del mundo, sólo porque tu llenas estadios o un lugar alto en la absurda jerarquía eclesiastica que hemos creado. Cuando logramos detectar una persona con las características de este síndrome dentro de nuestros liderazgos quiere decir que fallamos como mensajeros del Reino. Porque la esencia del mensaje es todo lo contrario a esta patología. Porque debemos enseñar que vinimos a servir, no a ser servidos. Y si como iglesia nuestro mensaje no logra enviar ese mensaje al grado que las personas que nosotros elegimos como líderes padecen de estos síntomas, quiere decir que hay ausencia del verdadero mensaje, del caracter der Cristo. ¿Cómo podemos erradicar este síndrome?
La respuesta es sencilla: corrección, exortación y un verdadero mensaje del Reino. No hay otra forma. Ese sindrome no es reconocido dentro de las patologías psicologicas, por tal no tiene una cura en el mundo natural. Pero en el ambito espiritual sí, y el Reino tiene, como para todas las cosas que suceden en lo natural, un antidoto perfecto: el caracter de Cristo. Creo que los aires de superioridad en distintos liderazgos alrededor del mundo son un problema grave en el cuerpo de Cristo. Como todos aspiran a ser servidos y no ha servir a Cristo es preocupante... como todos anhelan el obispado no por ser un deseo que Cristo puso en sus espiritus si no porque crecimos viendo como a los pastores y predicadores todos parecen idolatrarlos y tener poder y nuestra esencia egoísta, hambrienta de poder, infectada por el ADN de Eva, nos lleva a querer aquello no por lo que verdaderamente es si no por lo que el hombre ha hecho de los minsterios.
Debemos volver al principio y entender que a este mundo vinimos a servir. Que el cuerpo de Cristo necesita siervos, no artistas. Siervos, no estrellas. Prodigos, no Prodigios.
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