#selenamruiz

[damnitssel]

Volver

Regreso a ti pensando si me preguntarás otra vez por qué me fui. Por qué decidí quererte desde lejos y no desde adentro. Y yo te explicaré de nuevo, con palabras de amor y a voz suave, que a veces uno no escoge el camino que sigue. Que una se pierde, así nomás, y termina en lugares que nunca pensó.

Tu recelo se irá y me recibirás como siempre: recordándome que todo lo que más extraño sigue ahí… estático y brillando pero sobre todo: esperando a que yo decida volver. Eres cabrona porque nunca me reclamas pero siempre me recuerdas lo que decidí abandonar; como quien no te dice “te extraño” pero se esfuerza en demostrarte que eres una idiota por decidir no estar ahí.

Tengo miedo. Como siempre. Miedo de verte diferente y que me veas como lo que soy ahora: otra persona, otra entidad, otro proyecto. Y tengo miedo de no ser lo que piensas que tuve que haber sido para ti… que haya decepción sobre esta vida en la que cada día conjugo un poco más el verbo ‘ser’. Perdóname si me sientes más de aquí y menos de ti… pero el tiempo es un hijo de la chingada por transformarnos en nuestro contexto y sí: la que con lobos anda a aullar se enseña, pero yo no he olvidado cómo aullar tu nombre. A veces lo lloro cuando la distancia me pesa o la vida de lejos parece no tener sentido. Te extraño todos los días. Y aún no puedo pronunciar ‘Eichhörnchen’ sin que la fonética de mi lengua revele al mundo que por una eternidad entera seré de ti.

Hoy que regreso te diría que cruzo el Atlántico para ti; pero me dirás que también lo crucé hace un año para escaparte. Y me recordarás, con un tono frío, que regresar no es un acto de amor cuando hubo dolor en el partir; cuando hubo un huir que te dejó en el abandono.

Sentiré, al verte otra vez, un poco de vergüenza… como la timidez de la niña que niega haber roto el jarrón aunque entre los dedos lleve restos de arcilla. Sí. La culpa es mía, me dirás; y repetirás que si hoy nuestra relación depende del precio de un avión, es porque yo decidí vivir lejos de ti.

Me subo al avión y me pongo el cinturón. El piloto anuncia que nuestro destino eres tú. La ilusión me come viva, me mastica y luego me escupe. 12 horas después: tu capital.

Me recibes con sol y con tus calles llenas de ruido, olores y colores. Nos volvemos a ver. En fotografías, como cada vez. Tú tan bella y tan dinámica, y yo más madura y con un nuevo corte; las dos más viejas y como siempre, ruidosas. Yo veo cosas nuevas en ti y tú ves cosas nuevas en mí y las dos gritamos “ESO NO ESTABA AHI”.

Qué bonito se siente dejar de extrañar. Qué bonito tenerte. Qué lindo es volver y que estés.

Te extrañé.

Selena M. Ruiz