#sebas llevará a alena a su casita en el campo para q este segura ahre

[segravedad]

sebastian se queda en silencio, escuchando a la contraria. sabe muy bien que interrumpirla en todo lo que está diciendo, sería mucho peor para él y el pasado que tienen ambos. ese hilo que los unió en un pasado, estaba totalmente roto y ahora con esto no había forma de repararlo. el rubio levantó sus manos en forma de paz, cuando escuchó sobre el apodo que solía decirle. “entiendo, entiendo. nunca más” mintió con una clara seguridad, ante sus propias palabras. bajó sus manos y negó. entendía que había perdido ese derecho, pero también estaba esa parte animal que le decía que negara todo. alzó sus cejas. “voy hacer que te creo, alena…” es que una cosa era cuidarse por sí sola, y la otra que la jodida mafia te tuviera como un perro. la imagen de verla de esa manera, era algo que no se iba a poder sacar de su mente, especialmente cada vez que cerraba los ojos y trataba de descansar, simplemente era ese tipo de imagen que estaría marcada para siempre. “hey…” empezó a decir de manera relajada, tratando de calmarla y especialmente cuando observa que la presi��n ajena se eleva en las máquinas. conoce muy bien los mecanismo del hospital, y odiaría ahora mismo que el médico entrara. “no estoy insinuando nada, alena” se defiende de manera rápida. aún mantiene esa voz semi calmada, tratando de perder los estribos ante la discusión que se viene, porque es lo que más recuerda la personalidad explosiva de la contraria—lo que más le atraía—, y ahora mismo podía imaginarlo. “primero: nosotros no averiguamos las razones, simplemente extraemos a las personas en peligro. segundo: seguimos órdenes y las órdenes eran claras, solamente sacarte de ahí y llevarte a un lugar seguro, ¿lo entiendes?” expresa con una pizca de molestia en sus palabras. pasa una mano por su cabello rubio, desordenado aquella cabellera y mostrando un poco más las heridas que aún no empezaban a sanar. “¡maldita sea, alena! Entiendo todo. entiendo que tuviste una situación traumática, porque te vi en ese sótano amarrada como un maldito perro, donde estabas tan pálida y con tan pocas fuerzas que parecías que ibas a morir..” hace una pausa, un profundo suspiro sale de sus labios. está agotado de todo, agotado de volver a ver a la pelinegra y volver con las discusiones de años atrás. entiendo todo, pero ahora necesito saber qué empezaste hacer. se acerca un poco más a la contraria, llegando a sentarse en la orilla de la camilla, por un segundo su mano va a la ajena deseando tomarla para darle ese ánimo, pero simplemente se detiene en segundos. “la mafia te tenía en su cárcel y el sótano, donde dejan a sus criminales y los traicioneros. “ahora dime…¿me quieres contar a mi de por qué llegaste a este país o hago que mis agentes entren y te traten como una criminal? porque a pesar de ser secuestrada, las reglas para la gente que está en la cárcel son duras y cómo llegaste al hospital hizo que muchas enfermeras se hicieran preguntas” sus palabras son duras, al punto de exigirle información. ha elevado la voz y ese rostro de cariño, se ha transformado por uno duro, demostrando que era la cara principal de la agencia y porque era el líder de las misiones. “alena—esto no es un juego, y sé que no lo piensas así, pero tu vida está en peligro y créeme que por esa puerta” la señala. “puede entrar aquí y matarte en segundos. el dinero en este país mueve montañas, y alguien de está área puede venir a verte y apretar algo y tú mueres en segundos” hace una leve pausa. es alguien duro, pero puede ser peor cuando se trata de las personas que quiere y el riesgo que corren. “me dirás o no, es tu decisión. mi equipo está dispuesta a tratarte como una criminal” le advierte, por última vez. el hombre se levantó de aquella camilla, y se volvió a alejar de ella. mostrando que todo lo que había entre ellos se había ido al carajo.  @bubbl3corn

la morena es un hueso duro de roer, especialmente cuando se trata de su seguridad y, posiblemente, la de su familia. sus palabras no la dejan más tranquila. el gobierno americano es conocido por contratar agencias privadas para elaborar aquel tipo de misiones y dehacerse de cabos sueltos, ella misma ha publicado artículos, perfectamente documentados, al respecto. también es un cabo suelto. permanece en silencio, pues las respuestas ajenas hacen que el ordenador que tiene por cerebro trabaje a toda máquina, tratando de averiguar quién estaba tras su secuestro. percatarse del rubio acortando provoca que se tense, no se puede permitir semejante distracción, no permitirá que su pasado enturbie en complicado presente. —no me llames así. —replica con desgana, escondiendo el dolor de una herida que nunca había cicatrizado bien. —perdiste ese derecho hace muchos años. —sentencia con firmeza. puede que eso sea lo único que tiene claro de todo aquel lío en el que ella solita se había metido. cerró los ojos unos instantes, obligándose a sí a reprimir los recuerdos que, escuchar aquel diminutivo, habían despertado. un suspiro escapa de sus labios. —sé que no lo parece, pero puedo cuidar de mí misma. —reclama. había sobrevivido muchos años sin él, sin su ayuda, sus cuidados o protección, que reapareciera súbitamente dándole consejos u órdenes no hacía más que molestarla. una vez más guarda silencio ante la información trasmitida por el rubio, no iba a esperar sentada en aquella camilla a descubrir quién había ordenado su rescate, para ese entonces ya se habría escabullido. su mirada sigue los movimientos ajenos, rodando los ojos tras sus palabras. —he sobrevivido a cosas peores. —simplifica, encogiéndose de hombros después. sus preguntas la frustran. —¿qué insinúas? —inquiere, obviamente molesta. —¿no es ese tu trabajo? ¿averiguar qué hacía ahí? —reclama, cada vez más enfadada. —¿debo recordarte que aquí la víctima soy yo? ¡me secuestraron! —exclama, sus ojos se aguan finalmente. —no sé ni cuanto tiempo he estado en ese agujero… joder, ¡yo estaba en argentina!