#señor zaidi
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Hola hermosaaaa...Realmente extraño muuucho ver tus historias, y me gustaría ver una nueva sobre mi Rayan(uwu)...Preparándole a la Su una sorpresa de cumpleaños (ya que se acerca el mio cof* cof*)..SORPRENDEMEEEEE!!! Besos:3
Hola linda.
Lamento haberme tardado, no he podidocoger el ordenador antes y he estado bastante ocupada, así que espero llegar atiempo. No sé cuando es tu cumpleaños, pero felicidades linda. Disfrútalo muchoy tómalo como mi regalo. Espero que esté a la altura de tus expectativas.
Desde aquella noche todohabía cambiado entre ellos, se mensajeaban todas las noches, se besaban todoslos días y, a veces, salían a pasear lejos de Amoris, donde nadie sabía quieneseran, donde nadie podía relacionarles como un profesor y una alumna, lugares enlos que solo eran Rayan y Sucrette.
Y era maravilloso.
Incluso aunquepreferiría no tener que esconderse, estar con Rayan al final del día, a mediatarde, a la hora que fuera, el tiempo que fuese, hacía que todo mereciese lapena. Que cada momento que ella se cuestionaba el peligro, se desmoronase enlas ganas de volver a sus brazos. Rayan la hacía sentir como nadie nunca lohabía hecho.
Y esa noche, sentía queRayan iba a elevarla a las nubes.
Por primera vez en loque llevaban saliendo la había invitado a su casa. Lo extraño del asunto es quela había invitado un domingo, cuando al día siguiente tenían clase, pensó quelo mejor sería el sábado, pero estaba tan emocionada que ni siquiera se locuestionó.
Esa noche quería quetodo fuera perfecto, no sabía que había preparado él para ella pero… ella sehabía preparado muy bien para él también. Tenía uno de sus mejores conjuntos,el maquillaje sutil pero perfecto y, además, debajo de aquel precioso conjunto,llevaba una ropa interior perfecta para el momento.
No sabía si Rayan haríaalgo esa noche, pero mejor prevenir quecurar.
Siguió caminando, apresurándosepara no llegar tarde, le había dicho que estuviese sobre las nueve y se habíaentretenido un poco, esperaba sencillamente que el disculpase sus diez minutostarde, pero realmente no calculo bien el tiempo.
Una vez frente al portaldel edificio, llamó al timbre, donde sin obtener siquiera unas palabras leabrió el portal.
Estaba nerviosa.
Maldita sea, estabamalditamente nerviosa.
Subió al último piso,donde vivía él, un ático que seguramente tendría su esencia por todas partes,con aquella decoración de soltero interesante que fijo que tenía. Se moría deganas de ver su apartamento, de verle a él, de besarle y de pasar otra de lasmejores noches de su vida, a su lado.
Cuando el ascensor paró,se encontró a Rayan en la puerta de su apartamento, sonriendo con aquellaparticular sonrisa que solía adornar su rostro. Aquella que la volvía locadesde el primer momento, pícara y adulta. Tan suya.
- Hey,veo que estabas impaciente esperandome.
Sonrió más.
- Estabadeseando que llegarás…
- Y yoestaba deseando llegar- se acercó a él. –Espero que mis diez minutos no seanuna falta de puntualidad y me cuenten para nota.
- Oh,creo que está vez podría hacer una excepción.
Y entonces se besaron.
Sentía mil hormigasrecorrer por su piel y Sucrette también lo sentía a él, sentía que causaba la misma reacción enél, aquel deseo recorriendo por todo su cuerpo, como sus manos le abrazaban lacintura y la zona se quedaba completamente caliente.
Cuando se separaron,ella ya le extrañaba.
- Megustaría que pasarás, pero primero…
- ¿Primero?
- Voy avendarte los ojos…
- ¿Vendarmelos ojos? ¿¡Por qué!?
Él sonrió, casi como sile hiciera gracia, pero no dijo nada más. Solo dio la vuelta al cuerpo de sunovia y paso una corbate delicada encima de sus ojos.
- Uy,esto es demasiado misterioso…
- Soloespero que te guste…
- Si lohas preparado tú, estoy segura.
Sintió un beso en sunuca.
Sabía que aquellaspalabras habían hecho mella en Rayan, que estaba sonriendo incluso aunque nopodía verle y sentía su felicidad. Sintió como la guiaba hacia algún lugar,anduvieron poco, hasta que la hizo detenerse.
- Voy aquitarte la venda- susurró en su oido, estremeciendola por completo.
Esperó impaciente, cuandosintió como la corbata caía de sus ojos, la luz le permitió ver aquella hermosaescena.
Cuando revisó la vista,se encontró una escena que jamás pensó encontrar. Un montón de globos de colordorado y plateado por el suelo, una banda que ponía feliz cumpleaños y una mesaperfectamente colocada, con copas de vino y su plato favorito.
Se quedó sin palabras.
- Felizcumpleaños, Sucrette.
Su cumpleaños… ahoratodo tenía sentido. Era hoy… lo había olvidado, habían pasado tantas cosasque ni siquiera había tenido tiempo para pensar que hoy cumplía veintiseisaños…
- Y-yo…-no tenía palabras.
Rayan extendió un ramode rosas rojas para ella y se lo entrego con una sonrisa. Sus lagrimascomenzaron a salir… había sido tan completamente maravilloso…
- Rayan…
- ¿Te gusta?
- ¡Porsupuesto que me gusta! ¡Maldita sea! ¡Es perfecto!
Rayan sonrió.
Sucrette no podía contenerla felicidad, sus lagrimas caían. Él siempre era tan malditamente dulce,consideraba completamente todos los detalles.
Sintió como él laabrazaba por detrás y se dedicó a observar aquella hermosa sorpresa.
Todo estaba tan bienpreparado, su plato favorito tenía una pinta de dioses, la vajilla teníahermosos diseños, como si fuera la mejor vajilla y la hubiese sacadoespecialmente para ella, reconoció aquel vino del que Rayan tanto hablaba, unareserva de varios años que según él estaba delicioso…
Todo era tan perfecto.
- Es…perfecto… y-yo… gracias, Rayan.
- ¿Tehe sorprendido?
- Malditasea, por supuesto, ni siquiera sabía que era mi cumpleaños.
Él rió, tan dulce y tanatrayente a sus oídos…
Sucrette estaba cegadapor él, había hecho aquellas maravillosas cosas para ella, quería tanto a aquelhombre…
Antes de que la guiase ala mesa, saltó sobre sus labios para besarle intensamente.
- Gracias,gracias, gracias… eres… el mejor.
- Túeres la mejor…- besó de nuevo sus labios, con una suavidad tremenda.-¿Cenamos, entonces?
Asintió para él y ambosse sentaron a la mesa.
Rayan fue un completocaballero, sirvió la comida y el vino y dejó las rosas en agua mientrascenaban, se deleitaron de aquel delicioso menú mientras miraban las vistas deaquel ventanal en el comedor.
Charlaron de todo y denada, Rayan le contó muchas cosas, le habló de la casa, de su día, de como habíapreparado todo, de lo hermosa que estaba hoy para él… y de lo mucho que lodeseaba.
- Estoes delicioso.
- Mealegro de que te guste.
- Eresrealmente un buen cocinero… a diferencia de mí que soy un horror.
Él sonrió dulcemente.
- Meencantaría cocinarte todos los días.
Wow… eso eracompletamente una declaración romántica, sintió como sus mejillas seruborizaban y la mano de Rayan abrazar la suya y acariciarla.
- Megusta tanto tenerte aquí…
- Y amí me gusta estar aquí, contigo…
- Tengoun regalo…
Sintió su manoabandonarla suya, y sus ojos le siguieron a él al levantarse, le observofijamente y fue a por una bolsa de una de las joyerías de la ciudad.
- ¿Otromás?- cuestionó, sorprendida. –Era suficiente con esto, es más de lo que podríadesear-
Rayan sonrió.
- Sinembargo, te mereces esto y más… siento que no te doy lo suficiente.
- Claroque lo haces, Rayan, siempre lo haces.
Le entregó la bolsa conun beso en los labios.
Sus ojos conectaron yentonces, con su mirada, le indicó que lo abriese, y no espero más, deseosa desaber que más había hecho por ella, abrió la bolsa. En ella habían dospaquetes, uno más grande y otro más pequeño.
Abrió el grande, sesorprendió al encontrarse con una pulsera delicada y fina que parecía ser deplata. Al sacarla y sostenerla entre sus dedos, miró a Rayan con los ojosllenos de sentimientos.
- Es…preciosa, Rayan… me encanta. ¿Me la pones?
- Notan preciosa como tú…
Rayan sostuvo la pulseracolocandola en su pequeña muñeca, en aquel momento, Sucrette no podía aspirar anada más. Todos los sentimientos que estaba teniendo estaban desbordando de sucorazón y él se sentía de la misma forma.
Tenerla en suapartamento, tan hermosa y tan… maravillosa, haciendo que el tiempo pasasetan rápido que parecieran segundos, estremeciendo sus sentidos y haciéndolosentir en el cielo, era su mejor regalo.
Ni todas aquellas cosasque le había dado podrían superar todas las que ella le había ofrecido.
- Tequeda perfecta.
- Dios,en serio, esto es demasiado.
- Nodigas tonterías, sigo diciendo que te mereces eso y más…
- Esolo dices porque eres tan dulce…
Rayan negó con lacabeza.
Esta noche no podía dejarde sonreir, el tenerla allí, en su piso, sonriendo y pudiendo compartir el díade su cumpleaños con ella. Estaba tan agradecido, ella había endulzado eiluminado sus días y quería darle lo mismo que ella le había dado.
- Abre elotro paquete.
- Enserio, te has pasado.
- No locreo, es una tontería, solo… abrelo.
Los nervios se denotabanen su voz, pero ella sentía lo mismo que él.
Cuando abrió el paquete,rasgando aquel papel, encontro una cajita de madera, al abrirla, descubrió algoque le hizo abrir la boca demasiado.
- Rayan…esto es…
Estaba completamenteasombrada.
- Sí.
- Pero…
- Lallave de este piso… He pensado que, como tú me has abierto tantas puertas atu interior, yo quería abrirte una nueva a ti-
Se levanto de su silla yse arrodillo frente a ella.
- Séque es la primera vez que vienes, pero quiero que sepas que puedes venir cuandoquieras, escapar aquí de tus problemas, simplemente trabajar aquí, pasar unrato viendo la tele o simplemente venir aquí porque es lo que quieres. Quieroque esto sea también tu espacio, abrirte una puerta más a mí, como tú me abreslas tuyas todos los días. Quiero que pienses en venir los sábados ydespertarnos un domingo y desayunar. Poder llegar a casa y que tu ya estés enella, diciendome bienvenido con tu hermosa sonrisa.
- Rayan…yo…
- Tequiero, Sucrette.
Se lanzó a besarle,intensamente, tan fuerte que hizo que se cayese al suelo.
- Yotambién te quiero, esto es… increíble… ¡es el mejor cumpleaños que hetenido en mi vida!- le besó una vez más. –Me has dado la llave de tu casa y…me conmueve, no era necesario.
- Porsupuesto que lo era… quiero que la tengas.
Le besó una vez más, yotra, y otra y otra.
En el suelo frío delapartamento, continuaron besandose, intensa y dulcemente, mientras las manoscomenzaban a acariciarse, con las rosas en agua, con la comida acabada, lascopas de vino lleno y la llave encima de la mesa.
Se besaron hasta elamanecer, mientras sus cuerpos se unían por primera vez, con pasión, condureza. Con tanto anhelo y deseo.
Y ese, sin duda, era elmejor cumpleaños que había tenido… el mejor del mundo.
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CDMU: Episodio 8 - Ruta Rayan (Respuestas)
A. ¡Deberías cerrar el pico! ¿Quién te has creído que eres? ¡Tienes suerte de que Rayan no te ha odio! (~) (Rayan nos pedirá que abandonemos el aula)
B. (No he dicho nada y me he quedado en mi sitio sin protestar.) (~) (nos quedaremos en clase)
Mamá: Hola, somos los padres de Sucrette, ¿quién es usted?
A. Es un amigo, Rayan. (- 5 con Rayan)
B. Es el profesor de mi asignatura principal, el Sr. Zaidi. (+ 5 con Rayan)
C. Es solo un profesor. (~ con Rayan)
Rayan: …
A. (No obstante, quiero asegurarme.) ¿De la tesina? ¿Por qué? ¿Es Sr. Lebarde le ha hablado de mí? (~)
B. No sé si tendré tiempo. (- 5)
C. Vale, le mantendré informado. (+ 5)
Rayan: …
A. Sé que tienes una esposa. (~)
B. ¿Se atreve a confesarme ese tipo de sentimientos ambiguos cuando ya tiene una vida fuera? Me da asco. (- 10)
Rayan: Conseguí mi diploma universitario y decidí venir a una ciudad lejos de todos esos recuerdos. tenía que pasar página.
A. Lo siento. (~)
B. Debería haberse quedado allí… Aunque ya no esté, sigue siendo su esposa. (- 5)
C. No quería obligarlo a contarme todo eso… Yo… (+ 5)
Rayan: …
A. (Prefiero no seguir hablando de ello… Sería una falta de tacto.) (~)
B. (La empatía me embarga… Siento que quiere seguir hablando de ello.) (+ 5)
• Opción B:
A. (No consigo recuperar la respiración, me he quedado paralizada ante sus palabras y su franqueza. Sigo escuchando atentamente.) (~)
B. (No he podido evitarlo… He dado dos pasos rápidos antes de lanzarme a sus brazos) (~) (IMAGEN)
Rayan: Voy a decirlo de otra forma… ¿Quiere que sigamos intentando conocernos…? ¿A pesar de que lo tengamos explícitamente prohibido? ¿O prefiere que nos limitemos a la relación que debemos tener? ¿La de una estudiante y su profesor?
A. Yo… Me alegro de haber podido aclarar las cosas. Pero creo que a partir de ahora deberíamos limitarnos a tener una relación de profesor y alumna. (~)
B. Creo… que quiero saber más de ti, Rayan. (+ 5)
• Opción A:
Rayan: Y respeto su decisión.
A. Yo… No puedo arriesgar mi último año.(~)
B. Yo… (~)
• Para conseguir la imagen:
Para conseguir la imagen de Rayan debemos tener el lovometro muy alto con él (95-100), si tenemos el flechazo con él no hay que preocuparse de nada. El conjunto es el mismo para todos y debemos elegir las opciones clave para conseguir la imagen.
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VIII
Me recosté en mi asiento, satisfecha. Era sábado, me había despertado a las ocho de la mañana y me había encaminado hacia la biblioteca, decidida a no salir de ahí hasta no haber avanzado algo con mi tesis.
A las once de la mañana, mi estómago rugía, pero ya tenía un plan de ataque. Había encontrado todas las exposiciones temporales que habría y durarían los próximos seis meses. Algunas estaban en viajes en coche de tres horas, pero había enviado correos a todas y cada una de ellas, explicando que les escribía de la Universidad de Anteros y que quería entrevistar al comisario de su exposición. No había mentido, pero me había ahorrado el detalle de que solo era una alumna de la universidad, y de que mis entrevistas tenían como finalidad encontrar las deficiencias en su organización de exposiciones.
Con una sonrisilla, me estiré y me puse en pie. Me había ganado alimentarme. Cogí mi portátil, pero dejé el resto de mis papeles en la mesa para que nadie ocupara mi sitio. Mientras caminaba hacia la máquina de comida que había frente a la entrada de la biblioteca, medité sobre la logística de mi proyecto. Mis padres me dejarían el coche siempre que fuera un fin de semana y les explicara para qué lo necesitaba, aunque era consciente de que habría alguna exposición a la que tendría que buscar otra forma de ir, puesto eran demasiadas y me sabía mal dejar a mis padres tantos fines de semana sin transporte. Casi treinta años después de casados, seguían haciendo escapadas románticas de fin de semana, cosa que en realidad a mí me alegraba mucho.
Mientras seleccionaba un sándwich empaquetado y un café, miré el calendario en mi móvil. Tendría que empezar tan pronto como me fuera posible y tuviera una respuesta de los museos, para que me diera tiempo a visitarlos todos. Empezaría la siguiente semana, puesto que ese mismo sábado ya era tarde y además tenía el concierto de Castiel donde debía hacer las fotos.
Volví a mi mesa y dejé un reguerito de migas sobre mi portátil mientras comía mi sándwich, relleno de una ensaladilla gris y con un ligero regusto a plástico. Estaba organizando mis fines de semana de ahí hasta lo que parecía ser mi edad de jubilación, cuando una tenue voz me llamó.
– ¿Señorita Nielsen?
Alcé la mirada, sabiendo a quién me iba a encontrar. Le sonreí, y con un tono de voz ligeramente irónico respondí:
– Buenos días, profesor Zaidi.
Alzó una ceja, pero me devolvió la sonrisa. Después de la cena de cumpleaños de Leigh, habíamos vuelto a tratarnos con formalidad en un silencioso acuerdo. Sin embargo, había una especie de complicidad en nuestro saludo cuando nos cruzábamos por los pasillos. Era un cambio agradable respecto a mi situación con Nathaniel, que era un chat lleno de memes de gatos por mi parte y alguna respuesta muy ocasional por la suya.
Rayan se inclinó sobre la mesa y echó un ojo a todos mis libros y papeles.
– ¿Es para su tesis? – asentí, y él guardó silencio unos instantes, antes de sacar el móvil de su bolsillo– Eso me recuerda que he visto esto y he pensado que podía interesarle…
Me pasó su móvil, donde tenía un artículo sobre una exposición de pintores impresionistas en una ciudad cercana. Me reí, giré mi ordenador hacia él y le enseñé el calendario donde tenía marcada esa misma exposición como la primera de mis incursiones.
– Grandes mentes…– dije.
Riéndose suavemente él también, Rayan volvió a incorporarse sin guardar el móvil.
– Vaya, qué casualidad. Yo también estaba pensando en ir…
Sabía qué me estaba proponiendo, y noté un cosquilleo en el estómago.
– No es un museo muy grande, puede que nos crucemos por ahí– comenté en tono casual, mientras marcaba con un post-it un libro de forma despreocupada.
– Es cierto – asintió–, aunque puede haber tanta gente que me da miedo ponerme a parlotear con una completa desconocida por error. Imagine qué vergüenza pasaría.
– ¡Qué bochorno! ¿Cómo podemos evitar que haga usted semejante ridículo, profesor?
– Si hubiera una forma de saber que es usted quien está ahí…
Con una sonrisa traviesa, intercambiamos los números de teléfono. Como ya llevaba demasiado rato en mi mesa, Rayan se despidió con tono formal y se perdió entre las estanterías de la biblioteca. Al cabo de un rato, lo vi alejarse por el rabillo del ojo y abandonar el edificio. Me desilusionó un poco que no hiciera ni el más mínimo gesto para despedirse, pero entonces la pantalla de mi móvil se iluminó.
¿Me pareció ver una lista larguísima de museos y exposiciones?
Al parecer tengo en mente visitar un museo diferente cada fin de semana de aquí a que me muera
No me parece un mal plan de vida.
Sonreí como una idiota, escribiendo y borrando la misma frase hasta que por fin me armé de valor y le di a enviar.
Eres más que bienvenido a cualquiera de ellos
En un lapso deliciosamente aceptable, muy diferente a los ocho días hábiles que tardaba Nathaniel en dar señales de vida, llegó su respuesta.
Tendremos que repasar esa lista, entonces.
El día avanzó suave como la seda. Por primera vez en varias semanas sentí que todo iba en orden. Mi tesis por fin estaba encarrilada, Yeleen y yo habíamos alcanzado una especie de reticente tolerancia, estaba rodeada de amigos que me querían, esa noche iba a hacer unas fotos por las que me iban a pagar y encima tenía una cita programada.
¿Una cita con la persona de la que seguía enamorada? No, porque esa persona había decidido que la vida era más interesante apareciendo y desapareciendo sin previo aviso. De vez en cuando Nathaniel aparecía entre clase y clase con un café, un bollo (los baozi totalmente arrinconados en nuestras interacciones) y una sonrisa llena de ternura al verme hasta arriba de libros o con tres fundas de objetivos de cámara diferentes colgando hombro. Pero también había días en los que lo veía andar por la ciudad con paso acelerado, la mandíbula apretada y gesto hosco. En esas ocasiones, pasaba la mirada sobre mí como si no me conociera, y si yo hacía el más mínimo gesto de acercarme a él, Nathaniel fruncía aun más el ceño y se alejaba rápidamente.
No tenía ni idea de dónde venía esta versión suya de doctor Jekyl y señor Hyde, pero cada vez que ocurría recordaba a Rosalya y Castiel pidiéndome que no me acercara a él. Pese a ello no olvidaba aquella comida en el restaurante, así que me armaba de paciencia y esperaba la próxima vez que decidiera acercarse a mí.
Y sobrada iba de paciencia y buen humor al volver a mi habitación cuando la biblioteca cerró. Tenía que arreglarme para el concierto. El manager de Crowstorm, no totalmente encantado con la idea de que una fotógrafa amateur se hiciera cargo de su concierto, pidió ver algunos ejemplos de mi trabajo. Pero al parecer le gustó bastante lo que hacía, porque además de pagarme un pequeño sueldo, me dio entradas gratis para el concierto y se sumó a la oferta de Castiel de invitarme a todas las copas que quisiera.
Además, me habían asignado un pequeño casillero en el backstage para que dejara mis cosas. Así que cuando llegué a la prueba de sonido, vestida con zapatillas de deporte, vaqueros y una sudadera negra, también llevaba una mochila donde había guardado un vestido largo, maquillaje y unos tacones.
Castiel me presentó a los miembros de su grupo, cuya actitud iba desde la alegre simpatía hasta la más abierta indiferencia, pero al menos todos estaban acostumbrados a que les echaran fotos. Pudieron ignorarme y continuar con sus pruebas mientras yo probaba objetivos. Incluso el dueño del local fue tan simpático que, pese a ya haber hecho la prueba de luces, volvieron a apagarlas para que yo pudiera ver cómo quedaría el ambiente.
Como nunca había hecho fotos en un concierto tan abarrotado, decidí sentarme un rato en la barra del bar y elaborar un pequeño esquema. Tenía una copia de la lista de canciones que iban a tocar y las pausas, y como ya conocía la iluminación, podía decidir en quién centrarme y desde qué ángulo en cada canción.
– Eres muy meticulosa, ¿no?
Jim, el manager del grupo, estaba echando un vistazo a mi lista por encima de mi hombro. Sonreí, algo nerviosa.
– Maniática, es quizás el término adecuado– le pasé la lista para que pudiera verla mejor–. De todo el concierto pueden salir unas trescientas fotos, pero que valgan la pena, quizás cien.
– Cuantas más mejor. Como ya sabes, queremos material para promocionarnos.
Asentí, y aunque algo se revolvió dentro de mí, estaba tan nerviosa como emocionada. Podía hacerlo bien, solo tenía que dejar de dudar de mí misma cada cinco minutos. Algo se removió dentro de mí otra vez, y me di cuenta de que esta vez emitió un sonido.
Dios, ¿tanta hambre tenía?
– ¿Quieres… unos nachos, o algo?– preguntó Jim.
Me puse tan roja que noté cómo mis mejillas emitían calor. En realidad había comido muy poco ese día, porque los sándwiches de la biblioteca no eran precisamente un manjar. Pero me daba muchísima vergüenza que Jim creyera que tenía que alimentarme.
– No, no, estoy bien…– balbucí.
– Tranquila, no nos cuesta nada. Espera, ahora te traigo algo.
Me quedé en la barra, mortificada y avergonzada, pero salivando al mismo tiempo que pensaba en la salsa de queso. Seguí dándole vueltas a mi esquema hasta que mi móvil vibró en mi bolsillo.
Va a parecer ridículo que un profesor de una carrera de arte pregunte esto pero, ¿me recomiendas una película para ver esta noche?
Encantada, sonreí y me dispuse a responder. En las reglas no escritas del flirteo por mensajes, que Rayan me escribiera dos veces el mismo día dejaba muy claro su interés. Y quizás él, al ser mayor que yo, no lo vivía de la misma forma, pero yo no dejé de sonreír mientras escribía.
Depende, qué te gusta ver?
De todo. Pero la comedia francesa que me recomendaste me encantó…
A que es genial?? Pensándolo bien, en realidad a mí también me apetecería más un plan de peli y manta Qué pereza
¿Cuál es tu plan esta noche?
Le reenvié el cartel que anunciaba el concierto de Castiel, con un emoji de una cámara
No me pagan mucho, pero me hace mucha ilusión Y luego podré estar de fiesta gratis.
Ah, he visto muchos anuncios de ellos. De ahí a fotógrafa de la Rolling Stone hay un paso.
– Por favor, dime que esa sonrisa de idiota no es porque estés hablando con Nathaniel…
Alcé la vista del móvil para descubrir a Castiel con mis nachos, un refresco y un té. Le lancé una mueca desdeñosa.
– No estoy sonriendo como una idiota.
Castiel dejó los nachos y el refresco frente a mí, mientras él se sentaba a mi lado y daba un sorbo de su té caliente. Recordé con cariño una tarde en mi casa, tocando la guitarra y cantando los dos. Mi madre nos preparó un té con miel, y desde entonces Castiel siempre tomaba uno antes de cantar cuando venía a casa.
– Sí, sí lo estás. Es la misma sonrisa que ponías cuando ese estúpido delegado te decía cualquier cosa.
Sacrificando uno de mis preciados nachos, se lo tiré con desdén contra el pecho, rebotó y cayó en la barra. El gesto de Castiel era de sorprendida indignación.
– ¿Me acabas de agredir con un nacho?
– No es Nathaniel, pero no te voy a mentir: he quedado con él varias veces– Castiel me dirigió una mirada ceñuda. Yo suspiré–. Mira, todos me decís lo malo que es ahora, pero las veces que he estado con él, he visto al mismo chico de siempre. Vas a tener que decirme algo más que “ha cambiado”, si quieres que te crea.
Castiel dudó un momento, algo sorprendente. Siempre me había parecido muy dispuesto a echar pestes de Nathaniel cuando era mi novio.
– No voy a hablarte de los rumores, porque odio esas gilipolleces, pero sí te puedo decir lo que yo he visto.
Intrigada, asentí.
– Nos hemos cruzado poco, pero siempre que lo he visto de noche estaba borracho, o metido en alguna pelea. Dicen que trabaja de camello, y aunque eso no lo sé a ciencia cierta, siempre lo he visto con gente que sé que tiene la entrada prohibida a muchos sitios por vender droga incluso a menores…
Guardamos silencio. Pensé en Nathaniel diciéndome que todo había cambiado, pensé en su nuevo aspecto, en el abandono de sus estudios… Y no quise creerlo. No quise creerlo, pero tenía sentido. Como también tenía sentido la actitud de Castiel y Rosalía.
– No era Nathaniel, – repetí en voz baja– Pero él no es así…
– Castiel, Hall, ¿podéis venir?
Jim nos llamó desde la puerta del backstage. Castiel miró la hora en la pantalla de su móvil, y nos dimos cuenta de que quedaban poco más de diez minutos para que el local abriera. Cogimos nuestras bebidas y mis nachos y nos pusimos en pie.
– Solo… ten cuidad, ¿vale?– me pidió– Y respóndele a quien sea que te haga poner esa sonrisa de idiota que no es Nathaniel.
Me detuve un momento y cogí mi móvil.
Perdona, esto ya empieza The Affair Es una serie, pero está muy bien Dime qué te parece
Me dirigí al backstage y me preparé para lo que esperaba fuera una noche de trabajo, concierto y fiesta memorable.
Mi bendito esquema resultó ser muy útil. El público del concierto era de lo más variopinto, pero había una clara mayoría de chicas jóvenes que gritaban y saltaban con tanta intensidad que era sorprendente que se escuchara la música. Me había imaginado esa situación, y había encontrado la forma de moverme por el local evitando esa masa de gente que me habría impedido no solo obtener un buen ángulo, sino andar en general.
El concierto en sí fue impresionante, y aunque ya había escuchado a Castiel en más de una ocasión, no dejaba de sorprenderme lo bien que cantaba en directo. A medio concierto, el grupo hizo una breve pausa, que aproveché para enseñarles algunas de las que consideraba las mejores fotos. Todos parecían muy satisfechos, incluso el tipo de la guitarra con la actitud de indiferencia. Fue agotador estar correteando de un lado para otro del escenario, de una esquina a otra del local, agachándome, subiéndome a sillas y cambiando de objetivos como si no hubiera mañana, pero también fue muy divertido. Al final acabé con cuatrocientas veintisiete fotos del concierto y una selfie mía mientras ellos aun tocaban. Un recuerdo de mi primer concierto como fotógrafa.
La fiesta comenzó y yo me dirigí al backstage. Había invitado a Chani, a Rosa y a Alexy. Alexy no podía venir y Rosa, aunque tenía planes, me dijo que intentaría pasarse. A Chani sí que la vi durante el concierto, por lo que me apresur�� para cambiarme de ropa. Después de casi dos horas correteando, me mataban los pies y no me apetecía ponerme tacones, pero mis zapatillas andrajosas me daban un poco de vergüenza ahora que no estaba trabajando.
Rosalya me había escrito para decirme que se le había hecho tarde, y que me llamaría si podía ir. Cogí mi móvil pero dejé todo lo demás en mi casillero del backstage. A fin de cuentas, esa noche invitaba Castiel.
Resultó que ser parte del círculo VIP del grupo tenía muchas ventajas. Para empezar, Chani y yo teníamos una mesa en la zona reservada, y aunque ella intentó negarse, tanto Jim como Castiel insistieron en pagar sus bebidas. Amber también había venido al concierto y de alguna forma terminamos juntándonos en un grupo enorme de músicos, sus invitados, Amber y sus amigos modelos. Me sentía en la cúspide de un día espectacular. También me sentía algo borracha, pero todos estábamos en diferentes grados de embriaguez, y yo no era ni de lejos la que peor iba.
Horas después, Chani dijo que se iba. Me desinflé un poco, porque estaba pasándomelo en grande, pero Chani me sonrió.
– No, tú quédate– señaló a los amigos de Amber, que llevaban un rato publicando vídeos y fotos en sus redes sociales–. Tienes a todos estos modelos encandilados con tus fotos, y te lo estás pasando genial.
– Al menos déjame que te acompañe fuera, tengo una app para pedirte un taxi– me dirigí a Castiel y le puse una mano en el hombro para llamar su atención–. Ahora vengo, voy a acompañar a Chani a que pida un taxi.
Castiel asintió y señaló una pesada chaqueta de cuero que había en una silla cercana. Mi sudadera negra se había quedado en el backstage, demasiado poco glamourosa para la noche de artistas y reservados que estaba viviendo.
– ¿Quieres mi abrigo?
Negué con la cabeza y le dije que no tardaría tanto. Tras despedirse todos se efusivamente (algunos más que otros) de Chani, cogí mi móvil y la acompañé a la salida.
Una vez estuvimos fuera, nos dedicamos a comentar el concierto hasta que llegó su taxi. Una ráfaga de aire frío me revolvió el pelo, era bastante reconfortante si lo comparaba con el calor humano que había en el interior del local abarrotado.
– Gracias por invitarme, me lo he pasado genial– dijo ella.
Nos dimos un abrazo de buenas noches.
– Te escribo mañana– respondí.
Chani subió al taxi y se despidió con la mano. Yo me giré y entré de nuevo al local. Antes de volver al reservado, me acerqué a la barra para pedir otra copa. Estaba esperando a que me la sirvieran cuando reconocí a Nathaniel en el otro extremo de la barra. Me sorprendió verlo ahí, pues no lo tenía por un gran fan de Castiel, aunque supuse que habría ido por Amber. Estaba hablando con otro chico y yo me debatía si ir a saludarlo. El camarero me tendió mi copa en ese momento, le di un breve trago para armarme de valor y decidí intentarlo.
A medida que me acercaba, el chico con el que hablaba Nathaniel se giró y pude verle la cara. Me detuve en seco. La primera vez que lo vi había bebido bastante, y la sensación de estar embotada por el alcohol hizo mucho más fácil revivir la ansiedad. Era el mismo tipo que me había agarrado por el brazo la primera noche que salí de fiesta al volver.
En medio de aquel local lleno de gente que bailaba, sudaba y gritaba, con la música ensordecedora y las luces de neón, recordé perfectamente el miedo de la primera noche. Recordé el dolor del brazo que me duró días, las arcadas de pánico, los largos dedos marcados en morado sobre mi hombro.
Y Nathaniel le estrechó la mano.
– ¿Estás bien, guapa?
Di un bote cuando alguien puso su mano sobre mi hombro. Mis dedos se crisparon sobre la copa, que se me resbaló y se rompió contra el suelo. La gente a la que salpicó se alejó un poco, pero me dio igual. Con el estrépito, Nathaniel me había visto. En a penas unos instantes pasó del esbozo de una sonrisa al desconcierto. Yo no me había movido, ni siquiera cuando más gente me preguntaba si estaba bien, solo podía mirar a Nathaniel totalmente relajado con aquel hombre.
Me di media vuelta y me alejé a paso apresurado.
Sabía que si iba con Castiel en ese momento, iba a tener que dar muchas explicaciones. Y sabía que Castiel no iba a reaccionar bien a nada de lo que le dijera en ese estado. No quería que montara una escena después de su concierto, en medio de sus fans, ni que se peleara con Nathaniel ni, mucho menos, que se enfadara conmigo.
Así que salí del local y eché a caminar por la calle. Dos bloques más arriba, me di cuenta de que mi respiración era errática. Respirar mal, el cambio de temperatura, el alcohol y los recuerdos… Todo aquello me desbordó y comencé a marearme. Me detuve. Tenía que calmarme, no podía ir a ningún sitio en semejante estado, con cinco trenes de pensamiento diferentes colisionando todos al mismo tiempo en mi cabeza. Inspiré hondo e intenté soltar el aire lentamente, pero lo que me salió fue un sollozo.
Ahí fue cuando todo se vino abajo.
Las lágrimas empezaron a correrme por las mejillas. Daba igual cuántas veces me pasara la mano por la cara, el llanto no cesaba. Dos chicas que claramente venían del concierto pasaron a mi lado, pero antes de que pudieran acercarse a preguntarme si estaba bien, cuando era evidente que no, seguí andando por la calle hasta que las luces se atenuaron y la gente desapareció.
Me senté en un portal. Estaba sola. Tenía frío. No podía parar de sollozar. Y lo peor de todo, tenía miedo. ¿Pero a quién podía llamar? Todos mis amigos me lo habían advertido, todos me habían pedido que mantuviera la distancias. ¿De quién era culpa toda esa situación, si no mía?
Desconsolada, alcé el móvil que todavía tenía en la mano. Iba a escribirle a Castiel que me iba a casa cuando vi otro mensaje que había llegado veinte minutos antes.
Ya llevo cinco capítulos. Esta serie es adictiva.
Probablemente no se me habría ocurrido llamarle a esas horas de haber estado sobria. Pero pensé que quizás escuchar su voz tranquila me ayudaría a calmarme. Contestó al segundo tono.
– No creí que me fueras a responder esta noche, es tardísimo– abrí la boca para decir algo, pero lo único que me salió fue otro sollozo roto. Joder, qué espectáculo–. ¿Hall? ¿Qué pasa?
Volví a intentarlo. Esbocé una sonrisa enorme, intentando transmitir alegría a mi voz.
– ¿A que es genial? Las otras temporadas empeoran bastante, pero la primera es genial.
Vale, seguía sonando rara, pero nadie diría que estaba sentada sola en un portal, de noche y con lo que empezaba a parecer un ataque de ansiedad.
Al otro lado de la línea, empecé a escuchar movimiento.
– Hall, ¿dónde estás? ¿Sigues en el concierto? ¿Qué ha pasado?
Estaba a punto de decirle que no había pasado nada, pero sabía que no era una respuesta creíble. ¿Y qué podía decirle? ¿“Tranquilo, solo me he topado con mi ex novio y su amigo, el tipo que me agredió hace unos meses”?
– ¡Hall!– la voz de Nathaniel resonó por la calle mientras él venía hacia mí– ¿Por qué has salido corriendo?
– Joder, esto tiene que ser una puta broma…– mascullé en voz baja. Rayan volvía a preguntarme algo, pero le corté apresuradamente– Perdona, te tengo que dejar.
Colgué antes de que pudiera decir o escuchar nada más. Alcé la mirada hacia Nathaniel, y descubrí que estaba viendo doble. La última vez que solo como sándwiches de máquina y nachos antes de una fiesta, me juré. Nathaniel llegó al portal donde yo estaba sentada y se acuclilló frente a mí.
– ¿Qué ha pasado?– preocupado, posó suavemente su mano sobre mi mejilla empapada de lágrimas– Estás helada, toma…
Nathaniel hizo un gesto para quitarse el enorme abrigo verde. Se me hizo un nudo en el estómago. Al mismo tiempo tuve dos impulsos: apretar su mano más fuerte contra mi mejilla helada y darle un empujón que lo tirara al suelo antes de alejarme.
– ¿Quién era ese hombre?
Nathaniel me miró a los ojos, y noté cómo se ponía a la defensiva.
– ¿Por qué quieres saberlo?
¿En serio me estaba preguntando eso? ¿En serio había significado tan poco para él que aquellos dos tipos me arrinconaran esa noche? ¿O es que a caso era algo tan habitual que no lo había registrado en su memoria? Me incorporé con tanta brusquedad que Nathaniel perdió el equilibrio y a mí se me torció un tobillo con los estúpidos tacones que llevaban matándome toda la maldita noche.
– ¡Da igual, Nathaniel, lárgate!
Eché a andar otra vez, pero él vino detrás de mí.
– ¡Hall! ¿¡Qué coño está pasando!? ¡Estás histérica!
Detrás de mí, Nathaniel intentó retenerme por la mano, pero yo sacudí el brazo y me revolví para encararlo, llorando ya sin saber si era rabia o pánico.
– ¿¡Y cómo demonios quieres que esté!?– grité– ¡Si te veo tan alegre con aquel tipo que…!
¿Que qué, Hall?, me pregunté a mí misma de pronto. En realidad tampoco había llegado a pasar nada. ¿Estaba haciendo todo este ridículo por una estupidez?
No. Algo en Nathaniel hizo clic, y sus mejillas perdieron color, como si tuviera miedo. Su voz pasó a ser a apenas un susurro.
– Hall, no es lo que parece…
– Entonces dime qué es– le pedí.
– No puedo, pero tienes que creerme…
Suavemente, Nathaniel volvió a coger mi mano. Esta vez se lo permití.
– Pues ayúdame a no creer todo lo que dicen de ti.
Los faros de un coche acercándose iluminaron el rostro de Nathaniel, y pude ver la desesperación en su rostro. Entrelacé mis dedos con los suyos y noté la delicadeza con la que Nathaniel se aferraba a mí
– Hall, no insistas.
– ¿Quién..?
Antes de que pudiera repetir mi pregunta, fue Nathaniel esta vez el que soltó mi mano de forma violenta.
– ¿¡No ves que intento protegerte!?– volvió a gritar.
– ¿¡De qué!?
– ¡De mí!
– Hall…
Nathaniel y yo nos giramos bruscamente. Durante un momento, temí encontrarme a Castiel. Pero me quedé muda de asombro cuando vi a Rayan unos metros más delante de un coche en marcha. A mi espalda, Nathaniel soltó una risotada cruel.
– Claro, cómo no– dio otro paso hacia mí, y noté el calor de su cuerpo acercándose al mío–. Todo bien, profesor, pero gracias por el sumo interés en las actividades extraacadémicas de su alumna.
Rayan mantuvo la calma. Miró con fría indiferencia a Nathaniel antes de posar sus ojos sobre mí, esperando mi respuesta a una pregunta que no había formulado, pero flotaba en el aire.
– ¿Cómo… puedes decir que todo va bien?– pregunté, incapaz de mirarle a los ojos– ¿Entonces todo iba bien aquella noche? ¿Lo que ese tipo hizo, iba bien?
Nathaniel se inclinó un poco para poner sus ojos a mi altura. Intentó apoyar las manos en mis hombros, pero yo me sacudí y di un paso hacia atrás.
– Hall, por favor, confía en mí, sabes que yo nunca dejaría que te hicieran daño…
– ¿¡Y qué llevas haciendo todo este tiempo!?
Con un latigazo de dolor en el tobillo torcido, me encaminé cojeando hacia Rayan. Nathaniel me llamó casi a gritos e hizo ademán de seguirnos, pero cuando yo cerré la puerta del copiloto y me hundí en el asiento, Rayan se interpuso entre Nathaniel y el coche. Si le dijo algo, no lo escuché. Entre lágrimas vi la figura de Nathaniel darse la vuelta y perderse en la oscuridad de la calle.
Helada, me abracé a mí misma. Y como culmen de una noche esperpéntica, me dio hipo. Rayan subió al coche y me contempló en silencio un momento. Se giró hacia el asiento trasero y sacó una chaqueta de deporte de lo que parecía una bolsa de gimnasio. Me la tendió antes de asegurarme con voz tranquila:
– Está limpia…
Hipé, asentí y me cubrí el vestido, que ahora me resultaba obsceno, con la chaqueta como si fuera una manta. El coche se puso en marcha. Miré de reojo a Rayan, y por primera vez me fijé en que llevaba unos pantalones de chándal y una sudadera.
– La próxima vez que hagas algo así, necesitas un antifaz y una capa– la comisura de sus labios se dobló hacia arriba, pero no llegó a sonreír–. Siento haberte llamado. Ha sido una estupidez.
Los dedos de Rayan se crisparon sobre el volante, pero su voz se mantuvo tranquila.
– No ha sido una estupidez, Hall. ¿Qué te ha hecho?
Apoyé la frente contra la ventana, pero otro hipo hizo que me diera un pequeño cabezazo. Ya era todo tan ridículo que no pude sino reírme. El coche siguió avanzando suavemente por las calles mientras yo ponía mis ideas en orden. Rayan había salido de su casa a buscarme por los alrededores de un concierto a las dos de la mañana. Como poco, se merecía una explicación.
– Él, nada…
Nos detuvimos suavemente. No estábamos frente a la universidad, sino frente a un bloque de edificios elegante, con entrada de cristal. Rayan apagó el motor del coche y se giró para mirarme. Me incliné hacia adelante, apoyando la frente en las rodillas y la historia empezó a salir a borbotones. Otra vez le conté una historia que ninguno de mis amigos sabía. Le hablé de la primera noche, de los dos tipos y de Nathaniel apareciendo como un caballero de brillante armadura. De las advertencias de mis amigos y del cambio de Nathaniel. Le expliqué de dónde salían los moretones que él había visto, pero también le hablé del Nathaniel vulnerable que me pedía que lo viera como realmente era, y no como mis amigos lo describían. Del restaurante, de los cafés por los pasillos y del estúpido libro firmado que siempre llevaba encima, como si fuera el único amuleto que me aseguraba que Nathaniel no desaparecería para siempre sin decirme nada.
Cuando terminé de hablar, las lágrimas hacía rato que se habían secado. El gesto de Rayan era sombrío, cosa que me asustó. Sentí el impulso de cambiar totalmente de tema, así que me incorporé y forcé la más luminosa de mis sonrisas.
– ¿Entonces la serie te ha gusta..?
– Para. No hagas eso.
– ¿Qué?
– Siempre haces lo mismo. Cuando algo va mal, pones esa sonrisa enorme y pretendes que no pasa nada– Rayan se inclinó suavemente y subió el cuello de la chaqueta, que se había resbalado sobre uno de mis hombros–. No hace falta que hagas eso. Conmigo, no.
Bajé la mirada, sin saber qué decir. Rayan volvió a incorporarse y lanzó un hondo suspiro. Supuse que debía estar tan cansado como yo.
– Creo que si te llevo a los dormitorios, él podría estar ahí. Preferiría que te quedaras conmigo esta noche– entonces se apresuró a añadir:–. Pero puedo llevarte a donde tú me digas, si quieres ir a casa de Rosalya y Leigh, de tu amigo el cantante, o a casa de tus padres, yo…
Negué con la cabeza. A mis padres los mataría de un infarto si me veían en esa situación, y Rosalya y Castiel prenderían fuego a cada esquina de la ciudad si les contaba toda la historia.
Así que terminé subiendo a casa de Rayan, agotada y embotada. Rápidamente le envié un mensaje a Castiel, diciéndole que me había ido con Chani y que si podía recoger mis cosas, al día siguiente iría a su casa a por ellas. No esperé una respuesta.
Rayan me dejó toallas para ducharme, y al salir del cuarto de baño vi que me había abierto la cama y me había dejado una camiseta de hacer deporte y unos pantalones de chándal para que usara de pijama. Me asomé al salón, donde él ya se había acurrucado en el sofá y leía un libro.
– Rayan, no…
– Si crees que te voy a dejar dormir en el sofá después de la noche que has tenido, estás muy equivocada– replicó, sin siquiera levantar la vista de su libro.
Me apoyé en el marco de la puerta, demasiado cansada para discutir
– El próximo sábado conduzco yo y lloras tú, ¿te parece adecuado?
Durante un momento, Rayan me miró con desconcierto, hasta que comprendió que el próximo sábado íbamos a ir a la exposición sobre impresionistas. Cuando registró a qué me refería, se rio.
– Te lo prometo.
Le di las buenas noches y volví al interior de su habitación. El olor y la suavidad de la cama me envolvieron como un cálido abrazo, y dormí con un sueño sorprendentemente plácido.
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27 de febrero de 2021
Sobre Yemen, Arabia Saudita y los retos de Biden
Estados Unidos no solo proveía de armas a Arabia Saudita para su guerra en Yemen, sino que le apoyaba logísticamente para operarlas. Mecánicos estadounidenses se encargaban de que cada uno de los aviones estadounidenses que empleaban los saudíes para sus bombardeos, funcionaran adecuadamente. Personal de la CIA aportaba blancos basados en sus análisis satelitales y de tierra. La alianza estratégica entre Washington y Riad se dejaba sentir en el campo de batalla y en el campo diplomático. No se trata de un asunto de Trump. La guerra de Yemen, que se ha convertido en una de las mayores crisis humanitarias de nuestros tiempos, inició bastante antes de la gestión de ese presidente. En efecto, las personalidades cuentan, y esa alianza que existe entre Arabia Saudita y EEUU se fortaleció con Trump de un lado y el príncipe heredero Mohammed Bin Salman del otro. Pero hoy, cuando Biden necesita mostrar distancia y proyectarse como un gobernante diferente, los intereses de fondo que han impulsado esta alianza de décadas, sobreviven. Ese es justo su reto. ¿En qué consiste el conflicto de Yemen? ¿Por qué los intereses de Washington y Riad se han alineado cada vez más y por qué ahora Biden quiere distanciarse?
La guerra en Yemen exhibe la peligrosa confluencia de al menos cinco elementos que tras la Primavera Árabe (2011) se fueron repitiendo en diversos países de la región: (1) la persistencia de uno o varios conflictos locales de carácter político, (2) dichos conflictos políticos se entretejen con añejas hostilidades sectarias o tribales, las cuales afloran con las condiciones de inestabilidad generadas tras la dimisión o debilitamiento del líder o dictador, (3) en mayor o menor grado, diversas potencias regionales se involucran, ya sea apoyando, financiando, y/o armando a alguno de los actores, o bien, a través de acciones militares directas, (4) el involucramiento directo o indirecto de una o varias potencias globales, (5) el aprovechamiento de las condiciones de caos por parte de grupos terroristas, muchos de ellos ligados al jihadismo global, con el fin de establecer o incrementar su influencia en la zona.
Considere estos eventos ocurridos, todos en Yemen, durante una misma semana del 2015: (a) Una serie de atentados contra mezquitas chiítas, reivindicados por ISIS, terminaron con la vida de más de 130 personas, (b) Grupos afiliados a Al Qaeda extendieron su zona de control atacando la capital provincial al-Houta, al sur del país, (c) Los rebeldes Houthies, quienes ya controlaban la capital del país, Sanaa, lanzaron una nueva ofensiva de expansión amenazando ahora a Adén, ciudad a donde tuvo que huir el gobierno formalmente reconocido.
Uno de los actores fundamentales de este conflicto han sido los grupos rebeldes Houthies pertenecientes a una subsecta del Islam chiíta, llamada zaidi, apoyados por Irán, el principal bastión del Islam chiíta en la región y gran adversario de Arabia Saudita en la lucha por el poder regional. El tema se complicaba porque a los Houthies no solo los apoyaba Irán, sino el exdictador Saleh, aquél que tuvo que dejar la silla a raíz de la Primavera Árabe y que ahora regresaba para intentar recuperar parte de lo que consideraba le fue arrebatado.
Por consiguiente, hacia ese momento del 2015, Arabia Saudita consideró que su intervención militar era ineludible y decidió iniciar ataques aéreos contra los Houthies formando una coalición internacional compuesta por 10 países de la región, apoyada por EEUU, potencia que tenía sus objetivos claramente ubicados del lado de Riad y sus aliados.
Más allá de toda la complicada problemática interna—entre otras cosas, Saleh terminó siendo liquidado por los propios Houthies—transcurridos los años, hay varios factores que se van complejizando y que terminan por alinear más aún los intereses de Arabia Saudita y Washington.
Es decir, en 2015 el caso de Yemen exhibía un comportamiento paradójico de la administración Obama. Por un lado, en ese mismo año, Washington e Irán negociaban y firmaban un pacto nuclear—el cual, se sabía, iba a llenar las arcas de Teherán con dinero y contratos frescos—y por el otro lado, esos dos mismos países estaban chocando de manera directa en Yemen en donde sus objetivos estaban visiblemente enfrentados. Sin embargo, cuando Trump asume la presidencia, y especialmente a partir de que abandona aquel pacto nuclear, y reactiva e incrementa las sanciones contra Irán, el conflicto en Yemen se va a entretejer más aún con todos los otros factores que enfrentan a Washington con Teherán.
Hasta antes de ese punto, el apoyo iraní a los Houthies era importante, pero limitado. A medida que crece la conflictiva entre Irán y la Casa Blanca, los Houthies se vuelven una pieza clave de la estrategia de Teherán para ejercer presión contra Washington y sus aliados con el objetivo último de orillar a Trump a flexibilizar su postura. Entrenados y armados por las Guardias Revolucionarias Iraníes o por milicias aliadas de Teherán como Hezbollah, y empleando misiles, drones y armamento de última tecnología, los Houthies fueron incrementando sus ataques contra el reino saudí, pero también contra buques que cruzaban por el Golfo Pérsico. Los Houthies amenazaban directamente las posiciones de Washington y de sus aliados en la región. Asimismo, para generar confusión, los Houthies se atribuían ataques contra barcos o instalaciones petroleras saudíes, los cuales, según investigaciones, eran cometidos directamente por Irán. En fin, es imposible entender los acontecimientos de los últimos años, incluidos los factores que estuvieron a punto de llevar a Washington y Teherán a un conflicto armado, sin incorporar el rol de los Houthies en toda esta problemática. Por consiguiente, la Casa Blanca tenía que seguir apoyando a Riad en su combate contra estos rebeldes.
No obstante, de manera paralela, se fue generando un consenso bipartidista en EEUU de que el apoyo incondicional a Arabia Saudita, y especialmente al príncipe heredero, era insostenible bajo las condiciones existentes. Los bombardeos saudíes frecuentemente golpeaban objetivos civiles causando muertes inocentes por docenas. Las violaciones a derechos humanos cometidas por el reino—de las cuales lo más sonado fue el brutal asesinato del periodista Khashoggi en el consulado saudí en Estambul—no podían continuar sin consecuencias. El control del reino a manos de Bin Salman, a quien apodan “Mr. Everything” (el Señor Todo), le convertía en un personaje intocable como para poder negociar con cualquier otro actor, incluso su padre el Rey Salman. Trump eligió mirar siempre al otro lado y conservar la alianza intacta, a pesar de la oposición bipartidista que en el Congreso había al respecto.
Biden, por supuesto, desde su campaña, prometió que todo eso cambiaría. Hace unos días la vocera de la Casa Blanca lo puso en estos términos: “planeamos recalibrar nuestra relación con Arabia Saudita”. En ese sentido, una de las primeras medidas del nuevo presidente fue suspender contratos de armas y todo el apoyo logístico que brinda a los saudíes para su combate en Yemen. Ayer mismo, la inteligencia de EEUU desclasificó un reporte que indica que el príncipe Bin Salman aprobó y muy probablemente ordenó el asesinato del periodista Khashoggi, lo que catapultó ya una serie de sanciones sobre 76 saudíes por parte del Departamento de Estado.
El reto para Biden, sin embargo, consiste en equilibrar esos mensajes con los intereses fundamentales de la superpotencia en la región. Esta administración entiende bien que no puede simplemente reactivar el acuerdo nuclear con Irán ignorando eternamente sus mayores debilidades. Y una de esas debilidades tiene que ver con haber dejado fuera de las negociaciones el apoyo iraní a milicias y actores (como los Houthies) en toda su región que luchan contra intereses de Washington y sus aliados.
En otras palabras, si por un lado EEUU revive su acuerdo nuclear con Irán, elimina las sanciones a Teherán—lo que le permitirá reactivar su economía y sus flujos de inversión—por el otro lado nuevamente se deja fuera de las negociaciones el financiamiento, armamento y entrenamiento de Irán a actores como los Houthies, y por último se abandona a Arabia Saudita en Yemen, entonces la Casa Blanca tendrá que asumir consecuencias que operan contra sus propios intereses. Ejemplos: (a) Irán afianzará su posición en esa zona estratégica amenazando a distintos aliados de Washington en el Golfo mediante una amplia diversidad de instrumentos (lo que vuelve improbable el final del conflicto en Yemen); (b) Arabia Saudita buscará fuentes alternativas de apoyo y no hay que descartar el interés que Rusia y China han mostrado para llenar el vacío que deje Washington; y (c) será difícil evitar que otros enemigos de Washington como ISIS o Al Qaeda, se aprovechen de las circunstancias que podrían producirse.
No está simple y esta es apenas una muestra de los retos de Biden en temas de política exterior. Es verdad que Trump llevó muchos de esos temas al extremo y que es para Washington indispensable revertir la dirección. Pero también es verdad que la administración Obama, de la que Biden formó parte, cometió errores y dejó vacíos que generaron importantes consecuencias que la superpotencia ha tenido que enfrentar. ¿Cómo lograr el balance?
Twitter: @maurimm
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Episodio 6
Respuesta Hyun.
Esto sale cuando te juntas con Rosa y al elegir conjunto obtendrás la imagen con el que te gusta.
a) (He visto varios conjuntos de los cuales me ha llamado la atención una falda de tirantes y un bolsito blando) (HYUN)
b) (He visto varios conjuntos de los cuales me ha llamado la atención un mono corto con unos zapatos rojos) (PRIYA/RAYAN)
c) (He visto varios conjunto de los cuales me han llamado la atención un vaquero y una chaqueta de color kaki, que me han parecido bonitos.) (CASTIEL/NATHANIEL)
1.- Hola, señor...
A) ¿Qué estas haciendo aquí? ¿Ya no estás enfermo? (baja)
B) ¡No es lo que piensas! (sube)
C) ¿Estás bien? (neutral)
2.- ...
A) Pero ya me ha ayudado otra persona. (baja)
B) Me las he apañado gracias a la ayuda del Sr. Zaydi. (sube)
C) Debo recordad que no es nada fácil. No sé cómo lo haces cuando tienes que cerrar solo, se tarda muchísimo tiempo.
3.- ...
A) Es uno de mis profesores, no ha hecho nada malo. (baja)
B) A mi me gusta, es una de mis mejores profesores. (sube)
C) ¿Por qué? (neutral)
4.- Clemence… Sí, lo sé... No tengo ni idea de por qué se comporta así contigo.
A) ¿En serio? ¿Ni siquiera alguna sospecha? (sube)
B) Da igual, he decidido ignorarla.
5.- ...
A) Pero no me lo creo que no te hayas dado cuenta antes... (neutral)
B) Bueno, en realidad, la entiendo bien... (sube)
6.- Mira, esta es mi madre, mi padre, a la izquierda está mi segunda hermanita, la que hace muecas, se llama Iseul y detrás está mi abuela con mi otra hermana y…
A) Parece que los echas mucho de menos. (sube)
B) jajaja, es adorable.
C) Eso me recuerda que todavía no he llamado a mi familia para darles noticias mías... (baja)
7.- Sí, pero solo tenemos una familia... Así que hay que cuidarla. Muchos de mis amigos no se llevan tan bien con sus padres como yo. Puede parecer extraño... pero lo son todo para mí.
A) Es muy bonito lo que dices. (neutral)
B) Debo admitir que, por mi parte, estaba bastante impaciente por venir a vivir al campus e irme del “nido familiar”.
8.- ...
A) No sé por qué habría de cruzármelos... (baja)
B) ¡Me encantaría conocer a tu familia! (sube)
C) Es verdad que parecen adorables. (neutral)
9.- Aunque no haya servido para nada.
A) Es la intención lo que cuenta. (neutral)
B) Si pudieras guardarte para ti el hecho de que el Sr. Zaidi haya venido, me vendría bien. (baja)
C) Te ha servido para recuperar energía, mira, ya no tienes aspecto de enfermo. (sube)
10.- ...
a) (He escrito: “¿¿Tienes algún rato libre hoy?? Tenemos que hablar.”)
b) (He escrito: ¿¡Le has dicho a Morgan que había algo entre mi profesor de Historia del Arte y yo!?”)
11.- ...
a)¿Como que el Sr. Zaidi y yo nos hacemos cariñitos en la calle? (baja -10)
b)¿Qué le contaste a Alexy y Morgan? (baja -5)
c) Creía que habíamos hablado de lo que había pasado, tú y yo, y que estaba arreglado... (neutral)
12.- Mira... Cuando os vi, tuve una sensación rara, es verdad. Y suelo confiar en mi intuición. Pero no he dicho nada que no hubiera visto. Simplemente describí lo que vi.
a)¿Y por qué se lo contaste a Morgan y Alexy?
b)¿Y qué te decía tu intuición? (sube)
c) No es asunto tuyo. (neutral)
13.- Ya lo sé. Y yo te estoy diciendo que a mí me pareció algo más. De verdad que tuve la impresión de estar interrumpiendo un momento... No lo sé, íntimo. Solo dime... ¿Te gusta?
a) ¿Por qué te interesa tanto? (neutral)
b) ¡No! Es mi profesor, ¿vale? (para la imagen)
c) Puede ser. ¿Es algo malo? (baja)
#cdmu#Corazon de Melon#Corazon de melon en la universidad#cdm hyun#mcl hyun#episodio 6#cdm castiel#cdm nathaniel#cdm priya#cdm rayan#cdm morgan#cdm alexy#cdm rosalya#mcl castiel#mcl nathaniel#mcl priya#mcl rayan#mcl yeleen#cdm yeleen#cdm leigh
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CDMU: Episodio 7 - Ruta Rayan (Respuestas)
A.Vale, ¡ya lo hemos entendido! Y, ahora, ¿podemos dejar de lado vuestros comentarios indecentes y empezar la clase? (+ 5)
B. (Prefiero no decir nada.) (~)
A. (He agarrado el teléfono para enviar un mensaje a Rosalya discretamente.) (~)
B. (Voy a esperar al final de la clase.) (~)
• Opción A:
Rayan: …
A. Perdón, acabo de agarrar el teléfono, he escuchado toda la clase. (- 5)
B. Lo siento… Hoy tenía la cabeza en otra cosa. (+ 5)
Rayan: En realidad, cuando la he visto en el fondo de la clase, creía que me estaba esperando para hablar conmigo al final de la clase.
A. Oh, no, solo estaba desconcentrada. (~)
B. Pues, en realidad… Quería saber… ¿Tiene la intención de ir a la playa este fin de semana? (+ 5)
Rayan: Vaya… esta ciudad es verdaderamente minúscula.
A. ¿Sois amigos desde hace mucho tiempo? (+ 5)
B. Pues seguro que volveremos a cruzarnos, había previsto pasar el día y la noche con ellos. (- 5)
Rayan: No me esperaba que los alrededores de la ciudad fueran tan bonitos.
A. Es verdad que es precioso. Y eso que está en la escalera, espera a evr el resto. (~)
B. Es bonito, pero sigo siendo una apasionada de la montaña. ¡Es una pena que no haya cerca! (+ 5)
Rayan: Llevo mucho tiempo sumergido en mis libros de arte y sin hacer nada más.
A. ¡Qué raro! ¡Precisamente usted que siempre nos pide que no saquemos los libros! (~)
B. ¿Ah, sí? De vez en cuando sienta bien dejar los libros un poco de lado. (+ 5)
C. Debería haber venido de vez en cuando. (- 5)
Rayan: No quiero parecer maleducado, pero voy a ver a Leigh. Hemos quedado en el bar de la playa, no quiero que se preocupe. ¿Quiere acompañarme?
A. Sí, le acompaño. (~) (para ir con Rayan)
B. (He echado un vistazo a Castiel, al borde de la playa, ya no hablaba por teléfono.) Iré después, todavía tengo que ver a algunas personas. (~) (para ir con Castiel)
Rayan: Sí… Siéntate. ¿Qué quieres tomar?
A. Pues… ¿Qué has pedido tú, Rayan? (+ 5)
B. Pues no lo sé… ¿Qué habéis pedido vosotros? (- 5)
Rayan: Voy a tomar un margarita.
A. Tomaré lo mismo. (~)
B. Yo pediré un cóctel sin alcohol. (~) (+ 5 con Rosa)
Rayan: Tengo la impresión de conocerte mejor. Y veo que eres una persona muy atenta, tus amigos son importantes para ti. Es una gran cualidad.
A. Entonces, tendré que conocer a tus amigos para conocerte más. (~)
B. Y, sin embargo, no ha hablado mucho. (- 5)
C. Tenía miedo de que te aburrieras. (+ 5)
• Para conseguir la imagen:
El lovometro con él debe ser más alto que con el resto porque en este episodio acabaremos compartiendo el final de la noche con el personaje con mayor afinidad.
Llevar el conjunto de bañador de flores, pantalón y blusa.
#cdm#cdmu#corazon de melon en la universidad#cdm rayan#cdmu rayan zaidi#cdmu rayan#cdmu respuestas rayan#cdmu respuestas#rayan#rayan zaidi#sr zaidi#señor zaidi#rayan ep 7#imagen rayan#cdmu ep 7#cdmu episodio 7#cdmu ep 7 respuestas rayan#ruta rayan#ruta zaidi
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CDMU: Episodio 6 - Ruta Rayan (Respuestas)
Hyun: Hola, señor…
A. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Ya no estás enfermo? (~)
B. ¡No es lo que piensas! (- 5 con Rayan)
C. ¿Estás bien? (~)
Rayan: Parece que no. Venga, entre…
A. ¿No hay clase? (~)
B. ¿Lo han despedido? (~)
• Opción A:
Rayan: Se ha desplazado la clase a mañana a primera hora. La universidad necesita el aula para una conferencia excepcional en una media hora…
A. ¿Y no había bastante sitio en el resto de aulas? ¿Tienen que anular nuestra clase? (+ 5)
B. Oh, entiendo. (~)
Rayan: Admito que la última vez fui yo el culpable de la anulación de la clase. Pero, esta vez, no es culpa mía.
A. Hizo bien en anular la clase si no se sentía con humor para darla. (~)
B. No debió ser fácil tomar la decisión de anular la clase. (+ 10)
*C. Entiendo al director. (- 5) (esta opción aparecerá si escuchamos la conversación entre Rayan y el decano en la biblioteca en el episodio anterior)
Rayan: Ahora que lo pienso, todavía podemos utilizar el aula durante media hora. Puede estudiar o…
A. Podríamos aprovechar para conocernos un poco mejor. (~)
B. ¿Puedo hacerle preguntas sobre la última clase? (~)
C. Me voy a ir, no quiero molestarlo. (- 5)
• Opción A:
Rayan: Entiendo…
A. ¿Y usted? ¿Por qué decidió dedicarse a enseñar esta asignatura? (+ 5)
B. ¿Qué hacía antes de llegar a Anteros Academy? (~)
C. ¿Todas sus camisas tienen ese escote? (- 5)
Rayan: …
A. ¿Y usted? (~)
B. Espero que esté mejor. (+ 5)
Rayan: Su compañero, el joven que vi, parecía bastante sorprendido al verme con usted. Espero que no haya ocasionado problemas que la haya ayudado a cerrar la cafetería…
A. No, para nada. (- 5)
B. Hyun simplemente estaba sorprendido de verme tan tarde con un profesor. (+ 5)
• Opción B:
Rayan: Tiene razón, parecía una persona bastante prudente. Cualquier otra persona habría tenido dudas…
A. Sí, pero no tiene por qué tenerlas. Solo estábamos hablando. (~)
B. ¿Tiene razones para tener dudas? (~) (IMAGEN)
Rayan: Bueno, pues hasta mañana. Recuerda que tenemos clase a primera hora.
A. Sí, hasta mañana. (~)
B. Siento haber abusado de su tiempo. (- 5)
C. Qué pena, me habría encantado tener clase ahora. (+ 5)
• Para conseguir la imagen:
Lovometro a 80/85 o más.
Llevar el conjunto del mono corto con zapatos rojos.
Escoger las opciones clave.
NOTA: Si en este episodio conseguís la imagen con Priya no conseguiréis la imagen con Rayan y viceversa.
NOTA 2: Las respuestas del primer dialogo también afectan a Hyun.
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CDMU: Episodio 4 - Ruta Rayan (Respuestas)
Rayan: Por cierto… Hablando de eso, he visto que no estabas en clase hoy…
A. Lo siento, tenía algo importante que hacer y lamento no haber podido ir a clase. (~)
B. Sí, pero pediré apuntes para estudiarlos este fin de semana. (~)
C. No he podido ir. (- 5)
• Opción B:
Rayan: Sobre la ausencia.
A. Jajajaja, qué raro. ¿En serio? (+ 5)
B. ¿Qué quiere decir? (~)
Rayan: ¿Verdad? Creo que al profe se le da bien la elección de temas.
A. No querría parecer desobediente, pero el “profe” habla de él mismo en tercera persona. (+ 5)
B. Tiene razón. (~)
Rayan: Pero no sabe quién soy realmente…
A. Pero me gustaría descubrirlo… (+ 5)
B. Es amable por preocuparse, tendré cuidado. (~)
Rayan: …
A. Usted también es diferente… Señor. (~)
B. Yo… ¿Diferente? ¿Qué quiere decir? (~)
• Opción A:
Rayan: Y eso… Me intriga… Desde el primer día. Me gustaría saber… ¿En qué está pensando ahora…?
A. En usted… (+ 5)
B. Pienso que no deberíamos estar teniendo esta conversación. (- 5)
Rayan: …
A. (Le he cogido de la mano.) (~) (IMAGEN)
B. (Lo he dejado pasar por mi lado.) (~)
A. (Yo también quiero saber más de él.) (~)
B. (No sé si quiero llegar a eso.) (~)
• Para conseguir la imagen:
Ir con Rosa o Chani al concierto.
Llevar el conjunto de chaqueta negra y falda.
Lovometro de 65/70 o más.
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VII
Ejem… Vale, es evidente que estar encerrada en casa no me hace más constante como escritora. ¡PERO! Mirad qué capítulo tan largo. Espero que compense un pelín lo terrible que soy para actualizar…
Este capítulo me gusta aunque se aleja demasiado de la idea original de cómo se relacionan Candy y Rayan en el juego. Pero como ya he dicho alguna vez, su relación me parecía muy irreal, con Rayan enamorándose básicamente porque sí. Espero que os guste pese a las “licencias” que me tomo.
Ya sabéis que todo lo que os guste, os encante u odiéis podéis decírmelo más que libremente, personas bonitas <3
*
Mi nueva política respecto a Rosa y Alex había sido un éxito. Los quería mucho y me reía mucho con ellos, pero era verdad que sus consejos resonaban cada vez menos con la persona en la que me estaba convirtiendo. Aun así me divertía con ellos, y cuando Rosa nos dijo que Leigh quería celebrar su cumpleaños de forma discreta y familiar, sabía que Alexy y yo teníamos que presentar un regalo a la altura del cariño que sentíamos por él.
Y fue Alexy el que tuvo una idea increíble. Como teníamos varias semanas por delante, nos dedicamos a encontrar las mejores tiendas de telas que hubiera tanto en nuestra ciudad como a los alrededores. Mis padres incluso me dejaban llevarme el coche los fines de semana para ir a otras ciudades a comprar telas. Nuestra selección era increíble: habíamos encontrado telas brocadas, muselinas, sedas teñidas, encajes…
Sabíamos que Lysandro no iba a poder venir, con lo que queríamos que nuestro regalo fuera lo suficientemente espectacular para distraer a Leigh. Alexy había conseguido encontrar un enorme baúl de madera donde íbamos a guardar todas las telas como un cofre de tesoro pirata, y el baúl llevaba recorriendo el país en el maletero de mis pacientes y maravillosos padres desde entonces.
Toda esta búsqueda me ayudaba a evadirme de mis preocupaciones. La principal debería ser lo poco que iba avanzando con mi tesis, pero en realidad mi principal preocupación era la falta de interacción con Nathaniel.
Decidida a no parecer totalmente desesperada, sólo le había mandado dos mensajes en dos semanas. El primero para preguntarle si quería quedar a tomar un café al que me respondió con dolorosas evasivas y el segundo para saber qué tal estaba que leyó pero directamente decidió no responder.
No era una conversación que quisiera tener con nadie. Rosa, Alexy, Castiel e incluso Priya parecían más dispuestos a gritarme que me alejara de él cuanto antes, y con Chani empezaba a tener la sensación de monopolizar todas nuestras conversaciones con el tema de Nathaniel.
Chani me caía muy bien. Era dulce pero firme, y además era muy consciente de su propia excentricidad, con lo que tenía una maravillosa capacidad para restarse importancia y reírse de sí misma. Yo no quería arruinar nuestra amistad siendo la típica persona que solo sabe hablar de su vida amorosa. Además, en este caso ni siquiera podía considerarse vida amorosa.
Con lo que la única persona disponible para rumiar sobre qué demonios pasaba con Nathaniel era yo misma. Y a eso me dedicaba en cuerpo y alma en mi habitación cuando llamaron a la puerta. Yeleen y yo intercambiamos una mirada de sorpresa, pues claramente ninguna esperaba una visita a esas horas de un domingo. Me puse de pie y me acerqué a la puerta, solo para descubrir a Castiel con gesto impaciente al otro lado.
–Hol…
–¿¡Castiel!?
Yeleen se incorporó de golpe de su cama, pasándose la mano por los alborotados rizos mientras miraba al malhumorado chico en nuestra puerta.
Castiel la saludó con un gesto de la cabeza.
–Hola… ¿Puedo pasar?– lanzó una mirada impaciente por encima de su hombro– Me están echando fotos y me estoy poniendo histérico.
Me moví hacia un lado para que pudiera pasar, sin terminar de entender la situación. Cerré la puerta tras él.
–¿Qué haces…?
–¿Os conocéis?– de pronto teníamos a Yeleen a nuestro lado, mirando a Castiel con una sonrisa que jamás le había visto.
Castiel le sonrió de forma educada.
–Somos amigos desde hace muchos años.– ante lo que claramente debía ser una mirada de incredulidad por mi parte, Castiel se giró hacia mí y me explicó: –. He conocido a Yeleen en algunos conciertos por aquí.
Asentí lentamente, intentando calcular cuántos puntos me iba a restar con mi cocodrilo el hecho de que Castiel y yo fuéramos cercanos. Él se movió sin sentirse cohibido hacia mi lado de la habitación y se sentó en mi cama. Era una escena extrañamente parecida a la época del instituto, cuando mi padre toleraba e incluso alentaba la presencial de Castiel porque era muy consciente de que todo tiempo con él era tiempo que no pasaba con mi novio.
–Vengo a pedirte un favor enorme, y siempre puedes mandarme a la mierda.
Reviviendo el espíritu adolescente, me senté en el suelo frente a él, con las piernas cruzadas a lo indio. Sentía la mirada de Yeleen clavada en mi espalda, pero intenté ignorarla.
–Suelo hacerlo, pero dime.
–Tenemos un concierto la próxima semana, pero nuestro fotógrafo de siempre nos ha dicho a última hora que no puede. Y como son fotos que queremos incluir entre nuestro material, no nos fiamos demasiado de la gente a la que podemos contratar con tan poco margen de tiempo– me lanzó una mirada casi suplicante–. No podemos pagarte mucho, y sé que te estoy avisando con muy poco tiempo, pero me comprometo a pagarte todas las copas del mundo cuando acabemos.
Solté una risita burlona.
–Pues te va a salir cara la noche…– descrucé las piernas y me arrastré hacia el cajón donde guardaba los objetivos de mi cámara, comprobando cuáles tenía ahí y cuáles en casa de mis padres–. Pero claro, no te preocupes. Solo dime a qué hora empezáis con la prueba de luces y sonido y yo estaré ahí.
Castiel apretó los puños en señal de victoria. Se incorporó y sacó su móvil del bolsillo.
–Eres la mejor, le voy a decir a nuestra manager que te llame para darte toda la información– se encaminó con paso decidido hacia la puerta. Pero antes de irse, se giró hacia Yeleen, que evidentemente había estado atenta a nuestra conversación. Castiel le sonrió–. Deberías ver sus fotografías. Es una de las mejores artistas que conozco.
Fue en ese momento cuando me acordé que había sido con Castiel con quien me había desahogado en primer lugar sobre Yeleen y sus fotografías improvisadas. Él me lanzó una última sonrisa, que a mí me pareció traviesa, antes de abandonar nuestra habitación. Y aunque yo sentía un enorme placer, también estaba temiendo cómo iba a reaccionar Yeleen ante tanta información. No solo era amiga cercana de Castiel, al parecer también era su fotógrafa de emergencia.
Pero Yeleen se limitó a mirarme de reojo y con el gesto mohíno de un niño pequeño, masculló:
–Es cierto que eres una excelente fotógrafa.
Me di cuenta de que, me valiera o no, esa era la única disculpa que mi cocodrilo me iba a dar. Así que decidí quedarme con lo bueno de la vida y sonreírle, aceptando sus disculpas.
*
Es humillante reconocerlo, pero los días pasaban y yo seguía mirando el móvil cada poco tiempo esperando encontrar un mensaje de Nathaniel. Incluso hice la enorme ridiculez de cambiar mi foto de perfil, esperando que hiciera algún comentario o empezáramos una conversación.
Vale, cambié la foto de perfil dos veces.
Pero cada mañana era una nueva desilusión, mi último “qué tal” ignorando, criando malvas junto a mi orgullo enterrado. Al parecer mi ansiedad al mirar el móvil de reojo debía ser palpable, porque al acabar una clase en la que Melody se había sentado a mi lado sin una Chani para compensar, me comentó señalando mi teléfono:
–¿Estabas esperando algún mensaje importante?
Me molestó que fuera tan entrometida, pero me obligué a recordarme que era una buena chica. Aun así, decidí tirar de un poco de humor negro y meterme con ella.
–He tenido un funeral hace poco en mi entorno.
Inmediatamente Melody puso cara de espanto y comenzó a articular una disculpa, pero yo le resté importancia con un gesto de la mano. No me sentí lo suficientemente culpable para decirle que el funeral era por mi dignidad, pero tampoco quería que se martirizara.
–No te preocupes, nadie cercano…– respiré hondo y empecé a recoger mis cosas. En un intento de aliviar la tensión, pregunté:– ¿Qué tal llevas el trabajo final?
Sabía que ese era un tema en el que le iba a encantar explayarse, por eso le dirigí una sonrisa alentadora.
–Pues no tan bien como me gustaría, no llevo escrita ni la mitad y…
Dejé de escuchar en ese mismo instante. ¿Ni la mitad? Pero si quedaban como diez meses para entregarlo, ¿cómo iba a ir esa infeliz por la mitad? Casi me daba un ictus ahí mismo, pensando que yo no había terminado ni de plantear la idea cuando me forcé a relajarme y recordar que estaba hablando con Melody. Ella era así. No quería joderme la vida.
Melody no había dejado de parlotear ni un segundo, y cuando volví a prestarle mi atención, asentí como si hubiese hecho caso todo el rato.
–… y siendo la asistente del señor Zaidi tengo un horario bastante más apretado– ah, sí. En caso de que, Dios no quisiera que me olvidara que Melody era la asistente del señor Zaidi, ella aprovechó para recordármelo–. Por suerte este fin de semana él estará ocupado, es el cumpleaños de su esposa y me ha dicho que no hace…
–¿Disculpa, esposa?
Creí que a Melody le molestaría que la interrumpiera, pero esbozó una sonrisita de satisfacción. No creía que a mí se me notara tanto la desilusión como la sorpresa, así que solo pude imaginar que Melody estaba satisfecha por poder hacer hincapié en lo cercana que era al profesor Zaidi.
–Sí, no la he conocido personalmente– dijo con tono casi de disculpa–, pero en alguna ocasión he tenido que ir a casa del profesor Zaidi… Por cuestiones del trabajo, evidentemente.
–Evidentemente– asentí.
–Y he visto algunas fotos de ella. No le he preguntado porque no quería resultar indiscreta, pero en cuanto me dijo que este fin de semana era el cumpleaños de su esposa, até cabos…
Dejé que Melody siguiera hablando. Era una absoluta estupidez que me sintiera decepcionada, pero en mi cabeza había creído firmemente que al menos un flirteo tonto había existido entre el profesor Zaidi y yo. Pero teniendo en cuenta cómo había evolucionado mi relación con Nathaniel desde que volví a la ciudad, no podía negar que hubiera más posibilidades de que todo estuviera en mi cabeza.
A lo largo del día me entró un nuevo miedo. ¿Me estaba convirtiendo en una de esas chicas obsesionadas con tener pareja, o vivir algún drama romántico? Llevaba varios años sin tener ninguna relación seria, y no me había sentido particularmente sola ni desesperada. Pero llevaba menos de cuatro meses de vuelta y ya había inventado dos posibles romances en mi cabeza. Era evidente que necesitaba relajarme. Y ver menos episodios de Outlander.
*
Bufando y resoplando, mi padre terminó de subir el arcón de madera al maletero del coche. Esa noche era la cena de cumpleaños de Leigh, así que había ido a casa de mis padres a coger el coche y el arcón, antes de pasar a recoger a Alexy e irnos a la cena. Después Alexy volvería al campus en el coche de Rosalya y Leigh. Mi padre, una vez me vio engalanada con un vestido largo y tacones, insistió en mover el arcón él solo en lugar de dejarme ayudar. Para cuando cerró el maletero, era evidente que se arrepentía de su decisión.
–¿Exactamente cómo vas a bajar eso?– me preguntó, pasándose una mano por la frente sudada.
–Alexy admitirá que necesita ayuda y entre los dos lo llevaremos.
–¿Vendrás luego a dormir?– inquirió mi madre desde la puerta de casa.
–A no ser que queráis regalarme el coche y me lo pueda llevar a la universidad…– sugerí.
–Claro que sí, y nosotros nos quedamos con el Rolls Royce– mi padre esbozó una mueca, que yo le devolví.
–Papá, no seas hipócrita, que es un Mercedes.
Un par de pullas después, mis padres me despidieron, recordándome amablemente que cualquier desperfecto en el coche lo pagaría yo.
Recogí a Alexy, impecable con un traje color burdeos, en la puerta de su casa. Teníamos un plan bien establecido con Rosa: llegaríamos al restaurante los últimos, esconderíamos el arcón con el consentimiento de los encargados detrás de la barra y esperaríamos a la tarta para sacarlo. Entonces aquel monstruo de media tonelada pasaría a ser el problema de Rosa, Leigh y su coche.
Alexy y yo íbamos cantando de camino al restaurante cuando llegó un mensaje de Rosa al grupo.
–Dice que Leigh ha invitado a alguien más, y que espera que nos hayamos arreglado– leyó Alexy.
–Pensé que esto iba a ser algo más bien íntimo, ¿a quién habrá invitado?
–No lo sé, pero menos mal que vamos como a los Oscars…
Menos gracia nos hizo ir vestidos de Oscar cuando tuvimos que maniobrar con el arcón. Por algún milagro inexplicable, encontré un hueco para aparcar casi en la misma puerta del restaurante. Tuve que correr a la puerta, avisar al encargado de que éramos los dementes que veníamos con un cofre pirata y volver a correr, con mis tacones y mi vestido largo, hacia el coche. El espectáculo que dimos fue ridículo, tanto que unos camareros se apiadaron de nosotros y vinieron a echarnos una mano. Mientras yo cerraba el maletero, dos camareros y Alexy intentaron correr hacia la entrada para tardar lo menos posible mientras otro sujetaba la puerta. Por fin, dejamos el maldito armatoste escondido.
–Uf, vale… ¿Cómo estoy? – terminamos de empujar el arcón, me incorporé y miré a Alexy.
Él me reacomodó algunos rizos y me restiró los hombros del vestido.
–Divina. ¿Y yo?
Por mi parte, le ahuequé el pañuelo que llevaba y examiné con atención su aspecto.
–Espectacular.
Sonreímos, asentimos y Alexy me ofreció su brazo. Caminamos cogidos del brazo por el restaurante, estilosos e imponentes, como si no hubiésemos estado resoplando y correteando unos minutos antes. Rosalya nos vio llegar desde la otra punta del restaurante y nos saludó con un gesto de la mano. Nos dirigimos a la mesa, y a medida que nos acercamos me di cuenta de que de las dos figuras en traje que se levantaban para recibirnos, una era la de Leigh y la otra era la del profesor Zaidi.
–¿Qué cojones..?– preguntó Alexy entre dientes, sin perder ni un segundo la sonrisa.
–¿Estás viendo lo mismo que yo?– susurré, sonriendo también.
–¿Nos ha tocado la lotería o algo?
Estábamos tan cerca ya de la mesa que no me atreví a responder. Tampoco quería, pues ver ahí al profesor Zaidi sólo me recordaba las historias que me había montado yo en mi cabeza, no solo con Nathaniel, sino con él también. Pero como no podía permitir que mis fantasías infantiles arruinaran el cumpleaños de mi amigo, emplasté en mi cara la más brillante de las sonrisas.
–Buenas noches– saludé una vez llegamos a la mesa. Le di un breve abrazo a Leigh–. Feliz cumpleaños.
Leigh me devolvió el abrazo antes de dirigir el mismo gesto a Alexy.
–Muchas gracias por venir– nos dijo. Se giró y señaló al profesor Zaidi, de pie a su lado–. Creo que ya conocéis a mi amigo, Rayan.
El profesor Zaidi me dirigió una sonrisa cálida.
–Buenas noches… Hall.
Le lancé una mirada de sorpresa, pero entonces me di cuenta de lo incómoda que iba a resultarnos la noche si yo me dirigía a él como “señor Zaidi” mientras todos los demás nos tuteábamos. Le devolví la sonrisa y asentí suavemente.
–Rayan.
Fue extraño, pero encajó desde el primer momento. Rayan, como al parecer iba a llamarlo el resto de la noche, y Alexy se presentaron y todos nos sentamos a la mesa. Rosa había encargado el menú de antemano, con lo que sólo teníamos que relajarnos, brindar y charlar mientras los platos y la bebida iban llegando a nuestra mesa. Me resultó sorprendente lo cómodos que nos sentíamos todos en presencia de Rayan, a quien ni siquiera percibía como un profesor en esos momentos. Leigh también parecía un poco más cómodo teniendo alguien cercano a su edad con nosotros.
–¿Cómo es que no has invitado a Morgan, Alexy?– preguntó Leigh.
–Ya tenía otros planes para hoy, pero quería que te felicitara de su parte.
–¿Morgan?– preguntó Rayan.
Alexy se giró hacia él y le lanzó una sonrisa llena de aplomo. Siempre me había dado envidia la seguridad y la naturalidad con la que llevaba ser gay, porque estaba segura que yo en su lugar viviría preocupada por si alguien iba a ser desagradable conmigo o mi pareja.
–Mi novio– aclaró él.
Durante un breve instante, Rayan parpadeó sorprendido. Fue imperceptible, pero en lo que duró ese parpadeo, todos esperamos atentos el siguiente comentario que hiciera.
–Vaya, creía que vosotros dos estabais juntos– comentó, señalándonos a Alexy y a mí y riéndose–. Lo siento, es que habéis hecho una entrada tan espectacular…
Todos estallamos en risas y el ambiente se relajó inmediatamente.
–La verdad sea dicha, esa entrada está ensayada–admitió Alexy, sonriente.
–Y yo no soy su público objetivo–me reí.
La cena continuó de forma fluida. La comida era generosa, y la bebida también. Rayan, Leigh y yo íbamos a conducir para volver a casa, pero eso no impidió que bebiéramos varios cócteles vírgenes que estaban buenísimos. Estábamos llegando casi a l momento mágico de la tarta, cuando empezó a sonar el móvil de Rosalya. Al mirar el gesto del identificador de llamadas, su gesto se ensombreció.
–Es el casero…– dijo. Se puso de pie para coger la llamada– Disculpadme.
Todos asentimos y nos volvimos hacia Leigh.
–¿Alguna vez os ha llamado a esta hora?– preguntó Alexy.
Leigh negó con la cabeza, y me invadió la incómoda sensación de que nuestra alegre noche iba a llegar a un abrupto final. Rosalya volvió unos minutos más tarde, lívida.
–Resulta que ha estallado una tubería del piso de encima– informó–, y el casero teme que se nos esté inundando el baño. No tiene llaves para entrar.
–¿¡Qué!?– Leigh se incorporó de golpe– Lo siento muchísimo, chicos, pero tenemos que irnos…
–Claro…– comenzó a asentir Rayan.
Alexy y yo compartimos una mirada de horror. Era evidente que los dos estábamos pensando en lo mismo.
–Esperad, esperad– Alexy se puso de pie y extendió una mano hacia Rosalya–. Dame las llaves de tu coche. Deja que guarde el regalo de Leigh.
–¿Mi regalo?
–Joder, es verdad…– bufó Rosa, que solo soltaba tacos cuando la situación la superaba.
Me di cuenta de lo caótico que estaba resultando todo, así que me puse de pie yo también y le apoyé una mano en los hombros a mi amiga.
–Eh, tranquila– susurré. Le sonreí de forma tranquilizadora–. Si el casero ya ha llamado es que se toma este problema en serio. El seguro se hará cargo de todo. Danos cinco minutos y os podéis ir. ¡Menos incluso!
Rosalya sonrió, asintió y nos dio las llaves. Alexy se movió a la velocidad del rayo, consiguiendo que los santos camareros volvieran a ayudarle a llevar el arcón al coche de Leigh.
–Ábrelo mañana– le pedí–. Así te animará después de lo de la tubería.
Rosa me cogió el brazo y me llevó aparte antes de susurrar.
–Hall, ¿te importa hacerte cargo de la cuenta? Deberían ser cuatro menús cerrados, y mañana te hago una transferencia.
–Claro, no te preocupes.
De forma apresurada, todos nos despedimos. Alexy también se iba con ellos, así que terminamos quedándonos Rayan y yo solos en la mesa con cara de pasmo.
–Joder, vaya cumpleaños…– solté sin pensar.
Rayan se rio y se giró hacia mí.
–¿Qué era el regalo?
Incluso yo misma noté cómo se me iluminaba el rostro mientras le contaba la idea del arcón de telas y todos los recorridos que habíamos hecho para conseguirlas. Mientras charlábamos, los camareros recogieron los platos de la mesa. Finalmente, uno de ellos se acercó a nosotros y nos preguntó:
–¿Vais a tomar el postre?
Nos miramos un instante, dudando. Rayan sonrió.
–Yo tengo tiempo. ¿Hall?
Le devolví la sonrisa y me giré al camarero para asentir.
–¿Podemos tomarlo en la barra?– señalé con un gesto de la mano la enorme mesa donde solo quedábamos dos personas–. Me siento rarísima en una mesa así de vacía.
Rayan se puso de pie y nos encaminamos hacia la barra. Ahora que estábamos solos, fui muy consciente de lo impresionante que me resultaba vestido de traje, y di las gracias por las dos horas que había dedicado a arreglarme.
Cuando nos sentamos en la barra, la conversación siguió fluyendo con la misma naturalidad que cuando estábamos todos juntos a la mesa. Creí que del tema de las telas pasaríamos a hablar invariablemente de arte, pero la historia de cómo tomé la salida equivocada al ir a buscar una tela y acabé en una granja de burros terminó dando pie a que nos contáramos las historias más absurdas de nuestras anécdotas por carretera y de búsquedas de regalos originales. Nos estábamos riendo a carcajadas cuando de pronto recordé algo.
–¿Cómo es que no tienes una anécdota para este fin de semana?
–¿Para este fin de semana?– repitió.
–Oh, Melody me comentó que este fin de semana ella iba a trabajar menos contigo porque es el cumpleaños de tu esposa– sonreí–. ¿Qué le has comprado?
El cambio en el semblante de Rayan pasó por varias fases en a penas unos segundos. Primero, su gesto se oscureció, pero al cabo de unos instantes adoptó una expresión que sólo se podía categorizar como melancólica. Desvió la mirada hacia la nada y su voz bajó varios tonos cuando habló.
–Mi mujer… Murió hace siete años en un atentado en un centro comercial…
Mi reacción fue física antes que racional. Noté un extraño cosquilleo en la yema de los dedos, antes incluso de sentir que perdía el color de los labios. Cuando hablé, sentí que era otra persona la que estaba moviendo los labios y otra voz la que sonaba.
–¿El del Lunar Park 2?
Rayan alzó la mirada, sorprendido. Casi asustado. Yo no sentía la cara, con lo que no sabía qué expresión estaba poniendo. Ante su reacción, sólo pude bajar la mirada hacia mis manos en la barra.
–Fue justo antes de mudarnos aquí, la primera vez– susurré–. Creo que mis padres ni siquiera habían decidido aún si debíamos mudarnos o no…
Lentamente, como si temiera asustarme, Rayan cogió una de mis manos entre las suyas. Durante un largo instante, solo pude pensar en lo cálidas que me resultaban contra el incómodo cosquilleo de las mías. Alcé la mirada y esbocé un gesto trémulo que pretendía ser una sonrisa. Y sin saber muy bien por qué, le conté algo que ninguno de mis amigos sabía.
–Creo que ni siquiera estuvimos al alcance del tirador. Mi padre estaba dentro de una tienda porque le iban a cambiar la batería a su móvil y yo estaba fuera en un banco esperando– tragué saliva. Recordaba de forma vívida detalles absurdos, como los calcetines desparejados que llevaba ese día o el sabor del batido que estaba tomando cuando escuché la primera ráfaga–. Al principio pensé que se le habría caído mercancía a alguien en una tienda. Pero de pronto todo el mundo empezó a gritar, y la gente se lanzó en avalancha hacia las salidas… Cuando escuché la segunda ráfaga, me di cuenta de qué estaba pasando. Y vi a mi padre intentando esquivar gente y llegar hasta mí, pero lo único que yo pensaba era “No seas estúpido, dentro de la tienda estás a salvo”. Entre la gente corriendo y el ruido de los disparos… No quería morir, pero pensar que a mi padre le pasara algo…
Pasé la mano que tenía libre por mi mejilla para secar la primera lágrima.
–Mi padre me gritó que me escondiera, y no sé cómo alguien consiguió meterme en otra tienda. Cerraron las puertas y apagaron las luces. Había una mujer con su niño pequeño. Recuerdo que el niño me vio llorar y me abrazó, y su madre nos abrazó a los dos hasta que la policía nos sacó de ahí– entonces me acordé de algo que, pese a todo, nos hacía reír a mis padres y a mí–. Mi madre había ido corriendo al ver las noticias del tiroteo, y cuando me vio salir, le pegó un puñetazo al policía que no le dejaba pasar. Creo que ni el policía se lo veía venir, porque se cayó al suelo y no consiguió detener a mi madre. Luego encontramos a mi padre y fuimos los cuatro llorando a pedirle perdón al policía y mi madre le pidió que por favor le pusiera una multa por pegarle.
Me reí suavemente, todavía lagrimeando un poco. Noté que Rayan también se reía, pero no me sentía capaz de alzar la mirada hacia él. Mis padres y yo habíamos pasado algunos años yendo a terapia, y éramos muy conscientes del sentimiento de culpabilidad que arrastrábamos. Había sido una situación aleatoria, pero había una parte de mí que no podía evitar sentirse culpable por todas aquellas personas que habían perdido a sus seres queridos mientras que mi familia y yo solo habíamos vivido el susto.
Y de pronto estaba delante de él, de una de las verdaderas víctimas, una persona que había perdido a alguien donde yo había sobrevivido.
–Lo siento muchísimo…– susurré.
Lo que quería decir era que lamentaba su pérdida. Pero también sentía estar ahí delante, contándole mi versión, cuando su esposa no podía hacer lo mismo. Esa culpabilidad irracional contra la que no se podía luchar me embargó y tuve que hacer mi mejor esfuerzo para contener un sollozo.
–Hall…
Incapaz de mirarle a los ojos, Rayan llevó su otra mano hacia mi barbilla y me obligó suavemente a levantar la mirada. Sus ojos también estaban empañados, lo que me hizo sentir un vacío en el estómago.
–Lo siento– volví a repetir, ya sin poder parar de llorar.
Entonces fue Rayan quien no pudo contener las lágrimas. Cuando vi cómo se le humedecían las mejillas, lo único que supe hacer fue inclinarme hacia él para abrazarlo con fuerza. Rayan me devolvió el abrazo, y noté sus dedos aferrarse a la tela de mi vestido. Permanecimos así, en silencio, apoyados el uno contra el otro hasta que conseguimos serenarnos. Nos alejamos un poco para poder mirarnos, sin llegar a soltarnos. Sus manos se deslizaron por mis hombros y terminaron apoyadas en mis antebrazos.
–Me alegra mucho que ese día no te pasara nada, Hall.
Con algo de reticencia, Rayan se separó de mí. Guardamos silencio. Por cómo me miraba, me daba la impresión de que temía que volviera a venirme abajo, pero habíamos llegado a un punto en el que me preocupaba más sonarme la nariz sin resultar demasiado estridente.
–Vaya, lamento este momento…– le dije mientras apretaba mi nariz con una servilleta de papel.
Aun con los ojos enrojecidos y acuosos, Rayan esbozó una sonrisa compungida.
–No es la noche animada que teníamos en mente para hoy, ¿verdad?
Me reí suavemente.
–Creo que deberíamos dejarlo aquí por hoy. Nada va a igualar este pico de drama y todo nos va a parecer insulso.
Pedimos la cuenta, que repartimos a medias y decidimos que jamás compartiríamos con Leigh, Rosa y Alexy. Yo tenía el coche de mis padres aparcado casi a la entrada del restaurante, con lo que Rayan me acompañó hasta él más por casualidad que por ejercer de caballero.
–Siento que hayas llorado esta noche– dijo Rayan cuando nos estábamos despidiendo–. ¿Me dejarías intentar compensarte en otra ocasión?
Tardé un momento en darme cuenta de lo que me estaba proponiendo. Y si bien una parte de mi cerebro me gritaba “Hall, es tu profesor”, la ignoré en favor de la parte que buscaba una respuesta ingeniosa.
–No hay nada que compensar…– dejé que la frase flotara en el aire como una suave negativa, antes de sonreír maliciosamente– Pero da la impresión de que subestimas mi capacidad para lagrimear en un restaurante.
Cuando se dio cuenta de que no estaba rechazándolo, Rayan alzó una ceja en una sonrisa socarrona.
–Tendré que comprobarlo.
Abrí la puerta del coche y le lancé una última sonrisa antes de entrar. Nadie habría dicho que habíamos estado llorando a moco tendido diez minutos antes.
–Llevaré clínex, entonces.
Nos despedimos con un gesto. Arranqué el coche y puse música para el camino a casa de mis padres. Me di cuenta de que, frente a las confusas interacciones con Nathaniel, en esa ocasión y con esa persona tenía muy claro que era una cita y que había interés más allá de la amistad.
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Hola, personas bonitas Y PACIENTES <3
Perdonad que haya tardado tanto, parece que solo me meto prisa cuando un amable Anon me pregunta si estoy viva…
Este capítulo es larguísimo (para mis estándares), pero es que no me parecía orgánico cortarlo en ninguna de las partes que escribí. Espero que os guste y sobre todo espero que os guste lo suficiente como para leer hasta el final.
Por lo demás, ya sabéis que cualquier cosa que me queráis sugerir siempre es más que bienvenida <3 <3
¡Ay y feliz Navidad! (Y Año Nuevo, al ritmo que actualizo…)
*
Llegué al gimnasio media hora antes de lo que me indicó Amber, en un intento de no parecer tan desesperada por ver a Nathaniel. Corría el riesgo de que, al verme ahí, Nathaniel se limitara a dar media vuelta e irse. Pero por mucho que hubiera cambiado, no era algo que me pareciera propio de él.
Me sorprendió descubrir que el gimnasio era de Kim, casi tanto como a ella le sorprendió verme aparecer por la puerta. Nos dimos un abrazo y nos pasamos un rato poniéndonos al día antes de que Kim tuviera que atender a otras personas.
Yo me puse en una bicicleta estática que, por suerte, le daba la espalda a la puerta pero estaba frente a un espejo. Así podía vigilar hasta que llegara Nathaniel.
Cada vez que la puerta del gimnasio se abría, el vacío que notaba en el estómago empeoraba. Pero cuando por fin llegó Nathaniel, todos los diferentes escenarios que había construido en mi cabeza (incluso aquel donde él se largaba y yo tenía que salir corriendo detrás de él) se rompieron en mil pedazos ante la realidad. Cuando entró, tenía una expresión en su rostro que nunca había visto antes. No era rabia, ni enfado. Era odio, simple, puro y virulento.
Saludó a Kim con un rápido gesto de la cabeza y, sin detenerse, se dirigió hacia uno de los sacos de boxeo. Desde donde estaba yo, alcanzaba a ver cómo apretaba tanto la mandíbula que los músculos le sobresalían. Definitivamente, ese no era el momento de acercarme a él.
Sin siquiera ponerse los guantes, Nathaniel comenzó a golpear el saco. No se me ocurría a quién podía estar imaginando que golpeaba, pero si el saco fuera una persona, habría sido difícil reconocer el cadáver.
Tuvieron que pasar casi veinte minutos de golpes ininterrumpidos hasta que por fin, agotado, Nathaniel se dejó caer en un banco junto al saco. El sudor le había empapado la camiseta, y le pegaba el pelo a la frente, pero al menos parecía algo más calmado.
Dudé un momento.
En fin, al menos llevaba puestas las zapatillas de deporte para huir corriendo si se daba la situación. Cogí mi bolsa de deporte y me acerqué a él. Alzó la mirada desde el banco cuando me detuve junto a él.
–¿Cuánto llevas aquí?– preguntó, todavía con la respiración agitada.
–Lo suficiente para sentir pena por el saco.
Guardamos silencio. Él no parecía muy dispuesto a seguir la conversación, con lo cual sólo me quedaba armarme de valor y lanzarme a lo que parecía iba a ser la disculpa más incómoda de mi vida.
–¿Podemos hablar?
Nathaniel se levantó de golpe. Tan cerca, tenía que levantar la cabeza para poder seguir mirándole a los ojos. Unos ojos que en ese momento me miraban con una mezcla de irritación y desagrado.
–No es que no disfrute enormemente cada vez que me gritas y te largas dejándome con la palabra en la boca– respondió con acidez–, pero hoy me apetece particularmente poco.
Dicho esto, me dio la espalda y avanzó hacia donde había dejado su toalla.
–Tenías razón cuando dijiste que te abandoné– solté de golpe. Nathaniel se detuvo, pero no se giró. Me di cuenta de que Kim estaba yéndose a la parte trasera del gimnasio y, a parte de otras dos personas con los auriculares puestos, no quedaba nadie más–. Tienes todo el derecho del mundo a irte, pensar que soy… cruel, o una imbécil o lo que sea. Pero al menos déjame disculparme. Por favor.
Vi como Nathaniel dejaba caer los hombros en gesto de resignación. Cuando se volvió para mirarme, ya no había rabia en su mirada, sólo cansancio.
–No creo que seas cruel, ni imbécil– dijo al tiempo que se sentaba en la colchoneta del gimnasio.
Me acerqué y me senté delante de él, aliviada de tener esa oportunidad. Hubo otro momento de silencio mientras yo ponía en orden mis ideas, pero al menos no era un silencio violento.
–No creo que nuestra relación hubiese sobrevivido a la distancia…– comencé.
–Si esta es tu forma de pedir perdón, es espectacularmente mala– me cortó Nathaniel con voz tensa.
–Déjame explicarme. Creí… Y a veces todavía me lo creo, que era muy madura y sensata. Por eso al principio pensé que podría mantener una relación a distancia contigo, pero eso era no conocerme bien a mí misma– mantuve la cabeza gacha, temiendo que si miraba a Nathaniel a la cara en ese momento, se me empañarían los ojos–. Estaba enamorada de ti, pero también era muy infantil. Sentía que para ser tu novia en la distancia, tenía que saber todo el tiempo dónde estabas, qué estabas haciendo, en qué pensabas… Eso es imposible, incluso aunque viviéramos en la misma ciudad. Pero la alternativa me daba miedo. ¿Y si encontrabas a alguien más? ¿Y si te cansabas tener que conformarte con llamadas…?
–Ese miedo también lo tenía yo.
–Lo sé. Y son cosas que también podrían pasar en una relación normal, pero yo no me las plantee hasta que no estuve lejos de ti. No habría podido… Incluso ahora, no podría con una relación a distancia.
Hice una pequeña pausa. Ahora venía la parte jodida.
–En el fondo, lo sabía– reconocí.
–¿El qué..?
Antes de que pudiera responder, vi por el rabillo del ojo cómo se acercaba Kim. Pero supo interpretar bien la situación, porque se limitó a dejar algo a nuestro lado en el suelo antes de irse. La curiosidad pudo conmigo y alcé la vista por primera vez en todo ese tiempo para ver qué había dejado ahí. Era un paquete de algodón, un bote pequeño de antiséptico y unas tiritas. Miré desconcertada a Nathaniel hasta que se me ocurrió fijarme en sus manos. Le había dado la paliza de su vida al saco de boxeo, pero sin ninguna protección, y ahora sus nudillos estaban rojos y llenos de rozaduras, algunas de las cuales supuraban un líquido transparente y sangre.
Nathaniel hizo ademán de ir a coger todo el material, pero me adelanté a él. Tener algo con qué ocupar mi mente haría más llevadera esa conversación. Mojé una bola de algodón en antiséptico y extendí una mano.
Tras un instante de vacilación, Nathaniel puso su mano sobre la mía. La acerqué a mi rostro y examiné de cerca las rozaduras.
–Sabía el daño que te estaba haciendo– dije, comenzando a frotar suavemente los nudillos de Nathaniel. Sus manos secas estaban llenas de callos y pequeñas cicatrices–. Joder, era imposible no saberlo. Tus padres, emanciparte… Todo estaba muy reciente. Cuando me dijiste que querías mantener el contacto, sabía que era porque te sentías solo…
Los ojos comenzaron a escocerme, claro síntoma de que estaba a punto de llorar. Pero tenía que controlarme, aunque sólo fuera porque no podía ponerme a moquear sobre la mano herida de mi ex. Coloqué algunas tiritas donde consideré necesario y, sin preguntar, cogí su mano izquierda para seguir.
–Pero fui egoísta y en vez de pensar en ti, decidí centrarme solo en mi propio dolor. En lugar de decirte la verdad, decirte que me sobrepasaba la situación, me escudé en la ruptura. Fue una excusa para desentenderme de todo sin sentirme culpable. Y no hay más justificación que haber sido inmadura y cruel. Tenías razón, te abandoné.
Guardamos silencio mientras yo terminaba de desinfectar y vendar la mano izquierda de Nathaniel. Yo no había alzado la mirada de sus nudillos en ningún momento, por lo que no tenía forma de ver cómo estaba reaccionando a mi disculpa. Pero que no se hubiera largado en cuanto paré de hablar era un buen signo.
Le coloqué la última tirita sobre un nudillo.
–Lo siento mucho…– susurré.
Como si le hubiera dado una orden a mi cuerpo, las lágrimas que había estado aguantando se desbordaron. No fue un gesto de gran drama ni romance, mis lágrimas no cayeron sobre la mano de Nathaniel como para subrayar mi arrepentimiento. De hecho, tuve que sorber por la nariz de forma patética. Pero noté cómo su mano, que aun no había separado de la mía, me apretaba suavemente.
–Lo entiendo– respondió, su voz a penas un murmullo grave–. A veces yo también quiero desentenderme de todo…
Se inclinó hacia mí. Me avergüenza reconocer que mi corazón se aceleró, creyendo que iba a besarme. Pero apoyó su frente contra la mía, con su respiración cosquilleando sobre mí cuando dijo:
–Gracias.
*
Cuando llegué a mi habitación esa noche, me di cuenta de que no le había dado el libro a Nathaniel. En realidad, tampoco había surgido el momento. Una vez acabamos de hablar y yo me limpié los mocos de forma muy poco seductora con el dorso de mi mano, nos pusimos en pie y nos dirigimos a los vestuarios. Mi reflejo en el espejo era muy poco halagador, con los ojos hinchados y la nariz roja. Me mojé la cara, esperando disimular mi aspecto un poco.
No sabía qué iba a encontrarme a la salida, pero Nathaniel me esperaba apoyado contra una pared. Caminó conmigo hasta la puerta del campus y, cuando nos despedimos su sonrisa volvía a ser la del Nathaniel del que me enamoré en el instituto.
Por supuesto, a la mañana siguiente toda la magia de la situación se había evaporado, y mi mente no podía evitar darle vueltas a los aspectos menos románticos. ¿Por qué había dicho que “quiere” desentenderse de todo, en presente? ¿Entonces habíamos quedado como amigos? ¿Era yo la única que había vuelto a sentir algo al vernos?
Al menos me quedaba la tranquilidad de creer que cuando nos viéramos, el ambiente entre nosotros sería bastante menos tenso de lo que llevaba siendo desde mi regreso a la ciudad.
*
Quedaba solo un día para la clase del señor Zaidi en la que teníamos que presentar nuestro trabajo basado en la improvisación. Tenía algunas fotos buenas, como la de Amber en el atardecer, una de Chani pintando sus cuadros e incluso, sorprendentemente, una de Rosa en la que no salía posando. Pero la mayoría de mis fotos me transmitían la sensación de estar inacabadas sin al menos un pequeño retoque de color, y eso me inquietaba. Solo había unas pocas con las que me sintiera satisfecha “en bruto”, y todavía estaba valorando si retocar el color acabaría con el factor “improvisar” o no.
Esa mañana me había quedado en la habitación para acabar las prácticas de otras asignaturas cuando vi a Yeleen maquillarse. Rápidamente cogí la cámara y eché una foto, creyendo que no le importaría. Pero todavía no sabía calibrar bien la personalidad de mi cocodrilo, que se revolvió hecha una furia.
–¿Me acabas de echar una foto?– siseó.
–Eh… Sí, para la clase de mañana– tartamudeé. Giré la cámara hacia ella, para enseñarle la fotografía–. Perdona, si no quieres que la use, la borro, pero… Creía que era muy bonita, mira…
Yeleen se acercó a grandes zancadas y me arrebató la cámara de las manos. Ella salía de espaldas, inclinada sobre el espejo de su escritorio, pero aparecía su rostro reflejado mientras terminaba de echarse rímel sobre las pestañas. Yeleen torció los labios en un gesto que ya no era enfado abierto, pero sí me parecía desagrado.
–¿Esto es tu trabajo para mañana?
De pronto me dio un vuelco en el estómago.
–Sí…
Rápidamente, cogí el portátil y se lo tendí, esperando que su gesto se suavizara un poco al ver el resto de fotos que había seleccionado. El silencio en la habitación solo se veía interrumpido por el sonido que hacían las uñas de Yeleen contra el ratón cuando abría o cerraba un archivo. Yo intentaba leer su expresión, pero permaneció impasible hasta que alzó una ceja. Lo poco que me quedaba de calma saltó por los aires, y noté cómo las aletas de la nariz me temblaban cuando empecé a hiperventilar.
Yeleen me devolvió el ordenador.
–No son demasiado buenas, ¿no crees?
Fue la suavidad con la que me lo dijo lo que terminó por convencerme de que la idea de las fotografías había sido espectacularmente mala.
*
En lugar de ir a clase, me pasé el resto del día encerrada en la biblioteca, intentando decidir qué hacer con mis fotos, mi práctica y mi vida en general. Una vez me senté entre tantos libros, fui consciente de que ni siquiera había empezado a trabajar en mi proyecto final, lo que añadió una piedrita más al tejado de mi agobio.
De pronto entré en una espiral de caos y llevé a mi mesa todos los libros que podían servirme como bibliografía para todos y cada uno de los temas que había considerado, desde el más serio hasta el más peregrino. Fui apilando los libros a mi alrededor hasta que construí una pequeña muralla que nos separaba a mi portátil y a mí del resto del mundo.
Apoyé la frente contra la mesa y respiré hondo. La práctica estaba basada en la improvisación, quizás podía improvisar algo decente que presentar al día siguiente en una tarde… Pero mi única habilidad, al menos en la que confiaba lo suficiente como para improvisar, era la fotografía. Dudaba que pudiera organizar un karaoke con chupitos como práctica. Una vez también improvisé unos macarrones brutales con lo que quedaba en la nevera un fin de semana que mis padres se fueron de viaje, pero no podía cocinar para mis compañeros. Necesitaría unos fogones portátiles para llevar a clase y…
Joder, ya estaba desvariando.
Al final solté un suspiro que estoy segura resonó por toda la biblioteca y me resigné a presentar unas fotografías “no demasiado buenas” como práctica al día siguiente. Y desde la más deprimida pero honesta resignación, también decidí qué tema iba a seguir para mi proyecto final. No era el tema más creativo ni apasionado de mi lista, pero al menos seguía siendo un tema que me interesaba mucho y para el que había suficiente bibliografía.
–¿Hola?
Alcé la vista, indignada porque alguien se atreviera a traspasar mi muralla de libros y mal humor para interrumpir mi sesión de autocompasión. Estaba preparada para lanzar mi mirada más hosca, cuando descubrí los ojos verdes del profesor Zaidi mirándome con curiosidad.
Me incorporé rápidamente mientras balbucía algo a medio camino entre la disculpa y el saludo.
–¿Todo bien, señorita Nielsen?
No había forma diplomática de decirle que me había resignado a entregarle al día siguiente un trabajo de mierda, con lo que le sonreí alegremente.
–Todo bien, profesor. ¿Y usted?
Como si hubiera leído mi pensamiento, el profesor Zaidi dijo:
–Espero que no sea mi asignatura la que le haya motivado a emparedarse detrás de todos estos libros.
Ante la certeza de su comentario, no pude sino reír suavemente. Ese hombre parecía ser mago.
–Al menos también será lo que me haga salir– reconocí–. Tengo que encontrar un lugar de revelado de fotos…
–Hay uno aquí mismo, en el campus. Pero está un poco escondido, le puedo acompañar, si le parece bien.
–¿Hay un estudio de revelado en el campus?
–Bueno, al fin y al cabo, es una facultad de arte.
Acepté la oferta de mi profesor de enseñarme el estudio de revelado. Ambos teníamos que sacar algunos libros en préstamo, así que no tuvo que esperar demasiado por mí mientras yo deshacía mi muralla y sacaba cuatro pesados tomos.
–¿Son para su proyecto final?– preguntó él, señalando los libros en mis manos.
–Sí, por fin me he decidido por un tema, pero creo que voy un poco atrasada.
El profesor Zaidi extendió una mano y yo le pasé uno de los tomos, un compendio sobre los museos más antiguos de Europa.
–¿Puedo preguntarle cuál es el tema?
Resoplé suavemente, no porque la pregunta me desagradara, sino porque aun no había sido capaz de resumirla en el papel. Mucho más complicado sería resumirla en palabras.
–Me gustaría poder establecer…– titubeé un momento, muy consciente de la intensa mirada de mi profesor sobre mí. Una vez más, pensé en lo injusto que era que él tuviera esas pestañas tan densas– las bases de un convenio para el intercambio de obras.
Salimos del edificio donde se encontraba la biblioteca y el señor Zaidi me guio tras el edificio del rectorado. Me sorprendió descubrir otro bloque de edificios ahí que yo no había visto todavía.
–Ya existen convenios así– hizo notar él.
–Sí…– respondí con vaguedad, mirando a mi alrededor cuando entramos en un edificio. Había aulas, aunque muy tranquilas en ese momento, y detrás de unas puertas de cristal se adivinaba una cafetería más pequeña que aquella donde solía comer yo. Volví a fijar mi mirada en mi profesor– Pero entre museos muy concretos, y en algunos casos tremendamente ineficientes. Cuando dos museos se quieren prestar obras de arte, pueden tardar meses o incluso años en organizarse. Y a veces hasta se vanaglorian en la cantidad de tiempo que les ha tomado ponerse de acuerdo. Como dos niños caprichosos, pero en lugar de juguetes, se niegan a compartir patrimonio cultural.
Giramos por un pasillo. Al fondo, había una reprografía que anunciaba con un modesto cartel que también hacían revelado de fotografías. Ralenticé mis pasos, temiendo que la calidad del sitio no fuera muy buena y eso arruinara aun más mis pobres fotos. El señor Zaidi notó mi inquietud, porque se giró hacia mí y me esbozó una sonrisa tranquilizadora.
–No juzgue sin conocer.
Al final él tenía razón. Por muy quisquillosa que yo me pusiera con el tipo de papel, con el color de la impresión y los tamaños de cada foto, el alegre dependiente de la reprografía se mostró capaz de complacerme sobradamente. Incluso me permitió imprimir algunas pruebas para ver si me gustaba cómo quedaba el color en el papel. Di mi visto bueno y, mientras esperaba que imprimieran el trabajo, el señor Zaidi y yo seguimos hablando de mi proyecto final. Como todavía tardarían una buena hora en tener mis fotos listas, volvimos sobre nuestros propios pasos hacia la entrada del edificio.
–¿Y cómo pretende que se aplique su idea?
Me encogí suavemente de hombros.
–Lo ideal sería contar con el respaldo de algún organismo internacional, para que los países y los entes privados estuvieran más dispuestos a adherirse a él. Pero la realidad es que me conformaría con salir de esta universidad con suficiente respaldo para que más profesionales e investigadores ayudaran a la elaboración del convenio.
Llegamos a la puerta del edificio, salimos y guardamos silencio. Sentía muchas ganas de seguir hablando con él, porque parecía verdaderamente interesado en mi idea y me apetecía escuchar su opinión. Pero ya me había acompañado a la reprografía y no tenía más excusas para retenerlo.
Le sonreí de forma torpe, sin decidirme del todo entre darle las gracias y despedirme o intentar seguir la conversación. Él me devolvió la misma sonrisa torpe, y sentí que él tampoco encontraba la forma educada de acabar con esa situación. Abrí la boca, dispuesta a despedirme para finalizar ese momento tan incómodo, cuando algo detrás de él llamó mi atención.
Me resultó curioso notar la sangre desapareciendo de mi rostro antes de que mi cerebro terminara de procesar la escena. Era Nathaniel. Esa vez sí que era él, no otro rubio con un abrigo parecido. Estaba besando con bastante ímpetu a una chica que, huelga decir, no era yo.
La frase que iba a decirle al señor Zaidi murió en mis labios, pero rápidamente intenté recomponerme. Volví a posar mis ojos sobre él y le dirigí la sonrisa más luminosa que fui capaz.
El gesto de mi profesor no se hubiera ensombrecido más si en lugar de lanzarle lo que yo creía que era una enorme sonrisa, de pronto estuviera teniendo un ataque de pánico frente a él. Con gesto severo, el señor Zaidi se giró para ver qué me había alterado. Si yo todavía dudaba que reconociera a Nathaniel como el chico al que le había gritado como una histérica unas semanas atrás, mis temores se confirmaron cuando volvió a posar su mirada en mí. De pronto había algo más oscuro tras su expresión, algo cercano al asco. Yo bajé la cabeza, decidiendo todavía si me sentía más dolida o avergonzada.
–¿Le apetece tomar un café?
–¿Perdón?
Volví a alzar la mirada. Mi profesor se había movido ligeramente, y ahora su cuerpo me impedía ver a Nathaniel y a la Otra Chica Que No Era Yo. Señaló con un gesto de la cabeza la pequeña cafetería que había dentro del edificio.
–Aun le queda tiempo antes de poder recoger sus fotos, y me interesaba mucho el tema de su proyecto final.
Titubé un momento.
–No querría…– mi voz se apagó, sin saber muy bien qué decir. Claro que quería aceptar su invitación– causarle más molestias.
Me volvió a sonreír, y noté que el color volvía a subir a mis mejillas.
–Si le soy honesto, a mí me apetece mucho seguir charlando.
Yo también volví a sonreír, algo avergonzada de notar el color en mis mejillas intensificarse. Asentí suavemente y el profesor Zaidi puso una mano sobre mi espalda para guiarme suavemente.
Mientras volvíamos a entrar en el edificio, pude ver el reflejo de Nathaniel en las puertas de cristal del edificio. Había separado su rostro de la chica, y aunque no podía distinguir bien su mirada en el reflejo, sí me di cuenta de que clavaba sus ojos en mi espalda.
Con un quedo suspiro, alcé la mirada hacia mi profesor. Él me volvió a sonreír, y me sorprendió descubrir que en lugar de sentir el frío placer de la venganza, sólo noté un ligero revoloteo en mi pecho.
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IV
Hola, personas bonitas <3
Últimamente estoy super inspirada para ponerme a escribir, así que hice este capítulo del tirón y me voy a poner con el siguiente.
Ya sabéis que si tenéis alguna idea de una escena o un personaje en particular con el que os gustaría que pasara, a lo Choose your own story, a mí me encanta cumplir ese tipo de peticiones.
Además, ¿quién os gusta más, Nath o Rayan? Porque yo vivo con la indecisión…
¡Espero que os guste! <3
*
Los labios de Rosa dibujaron una fina línea de desaprobación.
–No va a pasar nada porque faltes una mañana a clase–me espetó.
–No es que pase algo, Rosa. Es que también podemos ir por la tarde–repetí por tercera vez en el lapso de diez minutos.
Esa mañana las dos teníamos un hueco libre entre clase y clase. Nos habíamos sentado a tomar un café cuando Rosa me contó que Alexy no se encontraba muy animado últimamente. Estábamos hablando de cómo podíamos animarlo, e irnos de compras los tres juntos como en los viejos tiempos nos había parecido una idea tan buena como cualquier otra. Hasta que Rosalya se empeñó en que fuéramos a la mañana siguiente, y al parecer mi intención de poner mis clases por delante de ese plan me convertía automáticamente en la Amiga Egoísta del día.
–Sí, pero mañana por la mañana casi no habrá gente en las tiendas– me di cuenta de que no iba a servir de nada que hiciera notar que, si las tiendas estaban vacías un miércoles por la tarde en lo que básicamente era una ciudad universitaria, era porque sus habitantes estaban trabajando o estudiando–. No entiendo que te parezca tan mal, hacemos esto por Alexy.
–Si Alexy me pidiera que pasara una mañana con él porque está muy triste, sabes bien que lo dejaría todo e iría corriendo a estar a su lado el tiempo que hiciera falta– le repliqué–. Pero si es un plan sorpresa que estamos ideando tú y yo, podemos organizarlo para cuando nos venga bien a todos…
–¡Pero hacerlo un sábado por la tarde es algo que Alex se esperaría! Si lo hacemos mañana, será una sorpresa completa.
Decidí rendirme. Toda esa situación me parecía muy infantil, pero Rosalya comenzaba a enfadarse. Cuando terminé cediendo, Rosalya sonrió de oreja a oreja y me aseguró que no me iba a arrepentir, que también buscaríamos un conjunto especial para mí. Le sonreí de forma sosegada, pero aunque no quisiera pelearme por ello, estaba un poco molesta. Tras acordar que a la mañana siguiente nos encontraríamos en la puerta del campus y que ella llevaría a Alexy, me disculpé y fui a clase.
El día no iba precisamente bien. Yeleen había tenido una discusión con alguien por teléfono, y había salido de la habitación dando un portazo sólo para volver cinco minutos después hecha una furia. Me soltó algunos comentarios bastante sarcásticos sobre la cantidad de tiempo que tardaba en arreglarme, pero decidí dejarlos correr en lugar de responder con algo igual de desagradable, porque no creía que se pudiera apagar ese fuego echando más gasolina.
Después, cuando estaba saliendo de un edificio de clases para ir a otro, creí ver a Nathaniel entrar en el edificio de los dormitorios. Resultó ser otro chico rubio que ni siquiera se le parecía, sólo llevaba un abrigo similar. No podía decidir si eso me había enfadado o entristecido, pero era innegable que me había dado un vuelco el corazón. Desde nuestra discusión, hacía ya una semana, no lo había visto ni siquiera en la lejanía.
Y encima lo de Rosalya.
No eran ni las dos de la tarde y ya quería que el día se terminara.
Por suerte la siguiente clase era la del señor Zaidi, en quien siempre podía confiar para que al menos me alegrara la vista un rato. Además no había vuelto a verle desde que interrumpió mi discusión con Nathaniel y tuvimos esa especie de flirteo tonto. Tenía ganas de ver si me comentaba algo de la película que le había recomendado.
Llegué a clase poco antes de que empezara, y vi a Chani sentada con la mochila en el asiento de al lado.
–¿Te importa que me siente?– le pregunté cuando llegué a su altura.
–Para nada–sonrió–. De hecho, había puesto la mochila por si querías ponerte aquí.
Le devolví la sonrisa y me acomodé a su lado. Mientras sacaba mis cosas, me preguntó qué tal había ido la mañana. Guardé silencio unos instantes.
–Una pregunta. ¿A ti te gusta ir de compras?
Chani alzó una ceja, en gesto desconcertado.
–Bueno, no mucho. Lo normal, supongo.
–¿Y qué me dirías si te pidiera que nos saltáramos las clases para irnos de compras?
–¿Por qué no podemos ir el fin de semana?
–¡Exacto!
–¿Cómo?
Iba a explicarle la situación cuando se abrió la puerta delantera de clase. El profesor Zaidi entró y se encaminó hacia la pizarra. Durante toda la clase presté atención a su rostro, esperando encontrar algún tipo de gesto de complicidad. Pero sus ojos verdes pasaron por encima de mí como lo hicieron con el resto de alumnos.
Tampoco sabía muy bien qué esperaba, pero era decepcionante. Quizás la situación de flirteo sólo se había dado mi cabeza, y la indiferencia de mi profesor me estaba entregando un Óscar por la película que me había montado yo solita.
Pero dejando de lado la nueva piedra de decepción en mi tejado, la clase me resultó muy entretenida. Debatimos sobre la espontaneidad y la improvisación en el arte, y tras ponernos algunos ejemplos, nos dijo que para la próxima semana debíamos presentar un trabajo propio fruto de la improvisación.
–¿En qué formato?– preguntó alguien.
–Improvisad– fue la única respuesta que obtuvimos antes de que diera por concluida la clase.
Cuando todos se levantaban para irse, yo empecé a recoger mis cosas muy lentamente. Era mi último intento de comprobar que el profesor Zaidi no iba a dirigirme ningún gesto de particular complicidad. Con rapidez y eficacia, mi profesor se dirigió hacia su mesa, recogió sus papeles y se despidió de todo el mundo, sin pararse a mirarme.
Suspiré y me volví hacia Chani, que ya había guardado todas sus cosas y llevaba dos minutos exactos esperándome.
–Esto de improvisar puede salir muy bien o muy mal…–comenté.
Chani asintió.
–A mí me gusta mucho pintar, pero improvisar un cuadro puede… quedar muy cutre.
Le miré con interés.
–No sabía que pintabas. ¿Me enseñarás algo?
–¡Claro!–dijo ilusionada– ¿Qué te parece si nos enseñamos nuestros proyectos antes de entregarlos?
–Qué buena idea. Yo creo que voy a hacer algo de fotografía, aunque me da un poco de miedo que termine pareciendo el Instagram de una adolescente.
Salimos del aula y comenzamos a andar.
–Bueno, ¿entonces quieres que vayamos de compras el fin de semana?
–¿Qué…? ¡Ah, eso!
Nos sentamos en un banco y le expliqué toda la situación. Me resultó tranquilizador que Chani estuviera de acuerdo conmigo, porque empezaba temer que quizás yo estaba siendo insensible y no alcanzaba a verlo. Pero cuando ella me dio la razón y me dijo que Rosalya estaba siendo demasiado tajante, casi beso a esa muchacha. Tan aliviada me sentía porque alguien estuviera de acuerdo conmigo, que sin poder evitarlo me puse a contarle la situación con Nathaniel, el cambio de actitud de Rosa hacia él y, de hecho, de todos mis amigos del instituto. Ni Melody, que se pasó todo el instituto encaprichada con él, parecía ahora dispuesta a mencionarlo en una conversación siquiera.
Sin prejuicios y con una paciencia infinita, Chani me escuchó atentamente hasta el final.
–¿Le has pedido perdón?– me preguntó una vez terminé mi relato.
–¿A quién?
–A Nathaniel. A mí me has dejado muy claro que te arrepientes de cómo lo trataste, pero ¿y él? ¿Ha escuchado tus remordimientos y le has pedido perdón? – intenté hacer memoria sobre si en nuestros escasos encuentros le había pedido perdón. Pero en uno yo estaba demasiado borracha, en otro demasiado celosa. Y en el último, la vergüenza que me hacía sentir mi actitud sólo me había dejado comportarme como si tuviera derecho a estar enfadada– Creo que nunca vais a poder tener una relación cordial, ni como amigos ni como conocidos, hasta que no hables con él. De forma sincera.
*
Me pasé el resto del día pensando en cómo convencer a Nathaniel para hablar, sobre todo si considerábamos que yo me había levantado de nuestra última y airada discusión. Estaba absorta en mis pensamientos, y mi ya de por sí poco deslumbrante trabajo como camarera se resintió. A Clemence le faltó tiempo para echarme la bronca, y ese día no estaba Hyun para suavizar su carácter.
Evidentemente, lo último que me apetecía cuando llegué a la habitación era encontrarme a Yeleen sentada en el escritorio mirando fijamente su móvil con unos lagrimones impresionantes corriéndole por las mejillas. Me quedé espantada en la puerta, sin saber muy bien qué hacer. Ella se giró y me miró con la misma cara de espanto, antes de ponerse en pie y encerrarse de un portazo en el baño.
Estaba claro que tenía que consolarla, pero Yeleen era igual de simpática y sensible que un cocodrilo. De hecho, si pudiese escoger entre darle un abrazo consolador a Yeleen o al cocodrilo, me daba menos miedo la segunda opción. Pero yo también había tenido un día de mierda, y no había nadie en la habitación para darme una palmadita en la cabeza.
Cerré suavemente la puerta de la habitación y salí a por suministros para lo único que me apetecía hacer.
Cuando volví a la habitación quince minutos después, Yeleen ya había salido del baño. Todavía tenía los ojos rojos e hinchados, pero los mantenía fijos en el ordenador de su mesa. No me prestó mayor atención hasta que no cogí el portátil y me planté delante de ella con una bolsa de plástico blanco en la mano.
Yeleen alzó la mirada. Parecía sentir demasiada curiosidad para que tener tiempo a enfadarse, y antes de que pudiera hacerlo, saqué el contenido de la bolsa. Le tendí una lata de cerveza fría. En la mesa dejé una bolsa de patatas y una tableta de chocolate.
–Llevamos un día de mierda– no era una pregunta. Ella asintió y cogió la cerveza que le tendía–. ¿Te apetece que nos ignoremos en absoluto silencio, cada una en su ordenador, mientras nos zampamos todo esto?
Y de una forma milagrosa, como si todos los astros se estuvieran alineando y todo el mal karma de ese día intentara compensarme, Yeleen esbozó la más mínima y reticente de las sonrisas. Estaba abrazando al cocodrilo.
Me senté en mi silla, abrimos toda la comida y el resto de la noche la pasamos en un agradable silencio, cada una con su propia serie en el ordenador, cada una con sus pensamientos.
*
Creía que uno de los pocos aspectos positivos de saltarme las clases para ir de compras era que podía llevarme la cámara e intentar sacar retratos espontáneos de mis amigos. Se me olvidaba, por supuesto, que estaba con Rosa y con Alexy. Si bien les pedí que no hicieran caso a la cámara, cada vez que alzaba el objetivo hacia ellos, siempre posaban. Las pequeñas arruguitas de felicidad alrededor de los ojos de Alexy desaparecían, y su gesto se volvía sensual cuando miraba a la cámara. En una ocasión, Rosa hasta consiguió posar pasando una mano por su cabello y mirando el infinito cuando yo creía que la estaba pillando por sorpresa. Eran fotos bonitas, que es lo que viene dado cuando tus amigos son atractivos y saben posar, pero no eran improvisadas.
Al final Alexy se había abierto con nosotras y nos habló de Morgan, por quien parecía sentir un interés no correspondido. Durante un momento temí que Rosa intentara montar una nueva estratagema para juntarlos, pero escuchó la historia con tranquilidad y se limitó a decirle que no podía rendirse cuando ni siquiera habían tenido oportunidad de conocerse bien. Entre los acertados consejos de Rosalya, las bromas que hacíamos con la cámara y el día de compras, Alexy pareció recuperar su buen humor. Decidimos que después de visitar a Leigh iríamos a comer por la zona, y yo tenía que reconocer que me lo estaba pasando francamente bien.
La tienda de ropa de Leigh seguía en el mismo local que había tenido cuando estábamos en el instituto, pero la zona había cambiado. Se había llenado de tiendas pequeñas pero elegantes, terrazas y, arrinconada en una esquina, una librería de segunda mano.
Cuando entramos en la tienda, Leigh estaba totalmente enfrascado en una confección. Tenía ante sí un maniquí con una blusa a medio hacer, y estaba cosiendo a mano un encaje alrededor de los puños. De tan concentrado que estaba, no nos oyó entrar, así que aproveché el momento para sacarle una foto. El ruido del objetivo de la cámara debía ser algo con lo que no estaba familiarizado, porque eso sí consiguió distraerlo y hacerle girar la cabeza hacia nosotros.
–¡Hola! Venimos a saludar– explicó Rosa mientras se acercaba a darle un beso.
–Y puede que a comprar– admitió Alexy, desviando su atención hacia la sección de hombres.
Leigh se rio y asintió.
–¿Me acabas de echar una foto?– preguntó al tiempo que me saludaba con dos besos en la mejilla.
–Llevo toda la mañana intentando sacar una foto espontánea de Rosa, y no ha habido manera.
–Pero sus fotos siempre son muy bonitas, así que seguro que has salido muy bien– me sonrojé ante el cumplido de Rosa.
–¿Son para algo en concreto?
Dejé la cámara colgando de mi cuello por la correa y recorrí la tienda con la mirada, esperando encontrar algún conjunto que me gustara.
–Para la clase del señor Zaidi, tenemos que presentar una obra basada en…
–¿Zaidi? ¿Rayan Zaidi?
Incluso Alexy, que estaba a tres maniquíes de distancia, se volvió para mirar a Leigh con gesto sorprendido.
–¿Lo conoces?– pregunté yo.
–Sí, en alguna ocasión hemos coincidido por la ciudad y hemos charlado– explicó Leigh con toda naturalidad–. Me cae muy bien, no sabía que te daba clase.
–Ojalá me diera clase a mí– suspiró Alexy.
Nos reímos, coincidiendo todos en lo atractivo que era mi profesor. Al final Leigh vino a comer con nosotros y tras amenazarme todos con matarme si intentaba echar alguna foto mientras comían, pasamos un rato muy agradable en una terraza.
Al acabar, Rosa y Leigh volvieron a la tienda. Alexy se dirigía a los dormitorios, pero yo le dije que se adelantara y me dirigí a la tienda de libros que había visto antes. El lugar me resultaba muy atractivo, con estanterías abarrotadas desde el suelo hasta el techo con libros de encuadernaciones muy dispares. Le pregunté a la dueña si le importaba que echara un par de fotos al sitio. Cuando acabé, dejé todas mis cosas en una esquina y me puse a buscar.
Me pasé la siguiente hora recopilando todos los libros policiacos que había en esa tienda. Al final encontré unos cuarenta libros que apilé en cuatro enormes columnas en el suelo, y fui revisándolos uno a uno hasta encontrar el libro perfecto. La dueña de la tienda me miró con curiosidad y me preguntó si buscaba algo en concreto. Yo le di las gracias y le dije que no lo sabría hasta que no lo encontrara. Eso pareció desconcertarla, pero no me dijo nada más.
Otra hora después, di con mi objetivo. Era un libro viejo, aunque no se pudiera decir que era antiguo. Ponía que fue sido impreso a finales de los setenta, pero había tenido lo que Nathaniel y yo llamábamos “mucha vida”. Las páginas amarillas parecían a punto de desprenderse del pegamento del lomo y tenían algunas esquinas dobladas, seguramente marcas de dónde sus dueños habían pausado la lectura; la portada estaba muy manoseada y había muchas frases subrayadas, algunas con lápiz y otras con tinta de bolígrafo. Además, tenía una dedicatoria.
“Este libro me ha gustado casi tanto como tú cuando sonríes al leer.
F.”
No tenía ni idea de quién era F., pero yo también recordaba el rostro de Nathaniel cuando al final descubría quién era el asesino de sus novelas. Esa mezcla de incredulidad y alegría. La misma cara que puso cuando le dije que estaba enamorada de él. La misma cara que ponía yo cuando Nathaniel llegaba con baozi recién hechos.
Era el libro perfecto.
*
Por suerte para mí, el libro perfecto pesaba relativamente poco. Porque me pasé el resto de la semana paseándolo conmigo, esperando volver a ver a Nathaniel pasar fugazmente, pero sin éxito. Me di cuenta, quizás demasiado tarde, que no sabía cómo contactar con él. No tenía su teléfono, no sabía qué estudiaba, y aunque siguiera viviendo en el mismo piso de antes, me parecía excesivo merodear por el edificio hasta verlo aparecer.
A la que sí veía ocasionalmente era a Amber, que me saludaba de forma cordial. Rosa me contó que trabajaba como modelo, y un día que la vi a lo lejos aproveché para sacarle una foto antes de acercarme a saludarle. La luz era muy bonita en ese momento, con el atardecer iluminando en naranja la mitad de su rostro y dejando en penumbra la otra mitad. Amber miraba hacia un punto indefinido, y su gesto parecía casi melancólico. No quería fanfarronear, pero era una foto muy bonita.
–¡Amber!
Caminé hacia ella, que parecía alegrarse de verme. Nos saludamos y le enseñé la foto que acababa de sacar.
–¿Te importa que la use para un trabajo de clase?
Amber cogió la cámara de mis manos y miró atentamente la fotografía.
–¿La has sacado tú? ¿Ahora mismo?– preguntó, muy sorprendida. Yo asentí, casi saltando de emoción porque le gustara tanto– ¿Te importaría pasármela? Me gusta muchísimo, si quieres podría ponerla en mis redes sociales y mencionarte…
–Oh…– aquello me pilló totalmente desprevenida– No te preocupes, no hace falta. Cuando las pase al ordenador, te la mando. De hecho, si quieres, cuando entregue el trabajo te puedo dar la copia impresa.
–¿Estás segura? Me siguen algunos estudios de fotografía buenos, podría darte visibilidad
Me encogí de hombros.
–No suelo poner mis fotos en mis redes sociales, me da un poco de vergüenza.
Amber me devolvió la cámara.
–Pues si son como esta, deberías estar más orgullosa.
Intenté quitarle seriedad a la situación con un gesto de la mano. Sacamos los móviles para que pudiéramos guardar los contactos y yo pudiera mandarle la foto, cuando se me ocurrió una idea.
–¿Te puedo pedir un favor?
–Claro, dime.
Saqué de mi mochila el libro de F. y se lo tendí. Si había alguien en esa ciudad con posibilidades de ver a Nathaniel, era ella. Y después de una semana sin ver ni su sombra, a esas alturas sólo se me ocurría pensar que él estaba evitando pasar por mis lugares habituales. No era una ciudad tan grande como para no habernos cruzado. Amber cogió el libro, desconcertada.
–¿Te importaría darle esto a tu hermano? Y dile…– mi voz se apagó lentamente. En realidad, sólo había una cosa que quería decirle– que lo siento. Por todo.
Amber miró el libro entre sus manos un largo rato. Lo abrió, sus ojos volaron sobre la dedicatoria y me volvió a mirar. Yo noté cómo la sangre me subía a las mejillas. Se notaba que la dedicatoria era antigua, pero eran evidentes las connotaciones que tenía. Con delicadeza, Amber cerró el libro y me lo tendió de nuevo. El alma se me cayó a los pies.
–¿Por qué no se lo das tú?– me preguntó con dulzura, para mi desconcierto– Mañana a las ocho y media irá al gimnasio. Le gustará mucho más que se lo des tú en persona.
Yo dudé, sin coger el libro.
–Creo que me está evitando. Antes nos cruzábamos de vez en cuando, pero… tuvimos una pelea y desde entonces no lo he vuelto a ver.
Amber lanzó un sonido desdeñoso y me puso el libro en las manos.
–Últimamente lo que mi hermano evita es usar el cerebro. Confía en mí, le gustará más que se lo des tú– me lanzó una última sonrisa alentadora. Se inclinó rápidamente para darme un beso en la mejilla a modo de despedida y comenzó a alejarse, dejándome ahí plantada como una seta en medio del campo. A unos metros de distancia, se giró y alzó la voz–. ¡Y no te olvides de pasarme esa foto!
Algunas personas nos miraron y murmuraron. Yo seguía dándole vueltas a eso de “le gustará más que se lo des tú”.
Al menos ya sabía dónde encontrar a Nathaniel.
Pero ¿qué coño pintaba yo en un gimnasio?
#mclul#mclul rayan#mclul nathaniel#mclul fanfic#corazon de melon universidad#corazón de melón fanfic#cdmu#CDM Nathaniel#cdmu rayan
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¡Hola! Me encantaría que escribieras sobre un Rayan celoso por ver a Sucrette hablando muy animada con su exnovio Kentin (aunque terminaron, se llevan súper bien y así). Puede ser que Rayan y Sucrette ya sean novios o apenas estén saliendo, te lo dejo a tu criterio... Pienso que sería una situación muy interesante de leer 🙊💕
¡Hola, lindx!
Por supuesto, lamento haber tardado tanto en hacerlo, notenía mucho tiempo entre los exámenes y esas cosas se me ha retrasado mucho yno he tenido mucho tiempo de escribir, sin embargo, ahora que puedo ponerme devez en cuando, espero que te guste el resultado.
Gracias por mandarme esto linda, espero que lo disfrutesy, cuando quieras.
…
La emoción la consumía por dentro.
Después de todo este tiempo sinverle, estaba deseando volver a encontrarle, llevaba casi cinco meses en launiversidad, todo estaba siendo un caos. Su relación con Rayan Zaidi habíacomenzado hace poco tiempo, el mantenerlo oculto y no dejar que nadie lo notaráera un poco agobiante, al igual que su trabajo en Cozy Bear Café, su tesina,Yeleen como compañera de habitación que fluctuaba entre víbora y simpática laestaba agotando mentalmente al no saber de que forma iba a comportarse sucompañera, pero hoy era distinto, estaba emocionada.
Después de una mañana fructifera declases, estudios y su tesina, había llegado la hora, ya lista y vestida caminóhacia la puerta del campus universitario. No tardó demasiado, su habitación noestaba tan lejos de la entrada y estaba encantadisima y euforica así que, elcamino se reducía a cada paso por su hiperactividad.
Kentin iba a venir a verla. Y sí,había dicho bien. Kentin.
Incluso después de su ruptura, deque él se hubiese ido por motivos de trabajo y su mudanza, nunca habían paradode comunicarse del todo, quizás no era todos los días, pero si hablabanbastante cada mes, al menos unos días. Ambos estaban ocupados, diferentescaminos y lo que sea pero no podían negarlo. Siempre iban a quererse como nadieporque habían pasado toda su adolescencia y niñez juntos.
Y era difícil cortar lazos con alguien que había sido tanimportante en su vida y con el que no había acabado mal.
Por ello, cuando Kentin dijo quetenía un día libre ni se lo planteó, aceptó inmediatamente su propuesta yempezó a marcar los días que faltaban para verle, estaba emocionada, extasiada,se moría por verle, era su amigo y le había echado de menos, para que mentir.
Abriéndose paso por el campus,encontró al chico que tanto había amado en un pasado y sonrió. Sin pensarselodos veces corrió hacía él, ignorando la multitud y se le tiró encima en un abrazocálido.
- ¡Sucrette!- sonrio el chico mientras la abrazaba devuelta y le daba vueltas en el aire.
Entre risas Sucrette y Kentin sesoltaron, para mirarse con la felicidad más grande del mundo, estaba realmentefeliz de verle, no podía evitarlo.
Aunque si quizás supiese que no todo era tan bonito desdeotra parte.
Rayan no pudo evitarlo, cuando vio asu novia caminando por el campus con esa cara de felicidad permanente, quisoaproximarse a ella, pero no esperó que, el posible motivo de su alegría fueseotra persona y, en concreto, un chico de complexión atlética, aparentemente dela misma edad de Sucrette y con un estilo bastante… diferente a lo que hubieseesperado si se lo hubiesen preguntado.
¿Quién se suponía que era él?
No es que ella no tuviese derecho atener amigos, de hecho, respetaba al completo ese espacio y no estaba molesto,pero él… a él no le conocía de nada, no le había visto en ningún lugar delcampus y era observador… así que no podría habersele escapado, al menos de laspersonas que caminaban con su novia.
- Señor Zaidi, ¿sucede algo?-
Rayan se sobresaltó, y apartó lamirada de la escena, que lo tenía ensimismado, por el miedo de que, suayudante, Melody sospechase algo de su relación. Aún eran profesor y alumna ypodría meterlos en muchos problemas. Demasiados.
Por lo que tenía que ser cuidadoso ysútil.
- No, nada… es solo que… ¿podrías adelantarte?
- Eh… ¿claro? Pero… ¿no prefieres que, bueno, esto, teacompañé o te esperé o…?
- No, por favor, adelántate al despacho.
Melody aceptó,incluso aunque él sabía que no iba a librarse de unas preguntas al volver aldespacho, pero era un riesgo que debía asumir, aunque le llevase un rato,necesitaba acercarse y mantenerse tranquilo.
Seencaminó hacia ellos, y, cuando estaba a su alcance, la llamó.
- Señorita Darcy.
Sucrette giró sobre sus talones,cortando, inmediatamente, cualquier conversación con el chico alto y atlético,quien simplemente frunció el ceño con un atisbo de confusión implantado en surostro, podía verlo y además lo compartía a la perfección.
- Puede venir un segundo es sobre su tesina.
- Oh… claro, señor Zaidi- giró sobre sus talones y miró aKentin. –¿Me das un minuto? Es sobre clases…
- Claro, te esperó aquí.
- Perfecto- sonrió. –Te veo aquí en unos minutos.
Comenzó a caminar hacia él, y sintióque, todas, sus preocupaciones, se hacían cada vez más pesadas, por no podergritarlas en aquel momento.
Invitándola a seguirla, le hizo ungesto con su mano, un gesto frío que representaba un respeto y lo que sesuponía que haría con cualquier otra persona. Aunque ella no era cualquier otrapersona para él, pero era precaución para ambos.
Lallevó a una de las salas donde nadie entraría, la miró a los ojos y ellasonrió.
- Pensaba que estarías ocupado-
Avanzó lentamente hacia él y seacurrucó contra su pecho, Rayan la rodeó con sus brazos, ahora que ella estabaahí se sentía más seguro. Realmente seguro.
- Estaba realmente preocupado porque ese chico te alejasede mí.
- ¿Kentin?- preguntó retóricamente para continuar, sinninguna duda. -¿Estabas celoso?-
Rayan suspiró.
- Irremediablemente, pero confió en ti, sé que nunca haríasnada pero… tenía miedo de que encontrases a alguien mucho mejor que yo.
- Eso sería imposible… ¿sabes?
Rayan resopló con alivio.
El miedo embargaba su corazón. Cuandola vio tan feliz con otra persona, sintió que quizás ni siquiera estaba a sualtura, Sucrette le daba todo lo que nunca nadie le había dado, era un nuevotipo de amor que jamás había conocido, un amor que le hacía sentir que habíaencontrado a la persona perfecta que le daba la estabilidad, el amor, todo loque había buscado desde hace tiempo.
Cuando estaba con ella, no solo eramejor, si no que mejoraba y crecía profundamente, se sentía completo y bien, yno era necesidad, era el amor que nunca creyó que experimentaría después de sumujer.
Pero así era.
La felicidad que ella leproporcionaba no quería que acabase.
- ¿Entonces todo bien?- Cuestionó ella.
- Si puedo impedirteque vuelvas, creo que sería mejor-
Y con una sonrisa en los labios,ella volvió a besarle.
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Corazón de Melón en la Universidad: Episodio 6 (Guía)
+ respuesta positiva (sube lov.)
~ respuesta neutral (no afecta lov.)
- respuesta negativa (baja lov.)
(Si al lado de la respuesta no aparece ninguno de estos símbolos significa que no sé cómo afecta esa respuesta al lovometro.)
El episodio comienza justo donde terminó el anterior, delante de la cafetería en el momento en el que Hyun nos sorprende hablando con Rayan:
Hyun: Hola, señor...
A. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Ya no estás enfermo? - (con Hyun)
B. ¡No es lo que piensas! - (con Rayan)
C. ¿Estás bien? ~
Hyun: ...
A. Pero ya me ha ayudado otra persona. - (con Hyun)
B. Me las he apañado gracias a la ayuda del Sr. Zaidi. ~
C. Debo reconocer que no es nada fácil. No sé cómo lo haces cuando tienes que cerrar solo, se tarda muchísimo tiempo. ~
En este punto de la conversación Rayan decide marcharse y nos quedaremos un rato más hablando con Hyun:
Hyun: ...
A. Es uno de mis profesores, no ha hecho nada malo. -
B. A mí me gusta, es uno de mis mejores profesores. +
C. ¿Por qué? ~
• Si elegimos la C:
Hyun: Parecíais tan cercanos...
A. Pues no lo somos, no es más que un profesor. ~
B. ¿Estás... celoso? -
• Si Priya nos ayudó en la cafetería:
Hyun: ...
A. En realidad, una amiga vino a la cafetería... Y me ayudó. +
B. Sí, ¡ahora se me da muy bien! ¡Puedo ocuparme de la cafetería cuando quieras! ~
Al entrar en la cafetería para activar la alarma podremos encontrarnos con el hada en la cocina.
• Regalo del hada: unas gafas.
Una vez activada la alarma, saldremos de la cafetería y nos iremos junto con Hyun al campus. Iremos conversando durante todo el camino de vuelta:
Hyun: Clemence... Sí, lo sé... No tengo ni idea de por qué se comporta así contigo.
A. ¿En serio? ¿Ni siquiera alguna sospecha? +10
B. Da igual, he decidido ignorarla. ~
• Si elegimos la A:
Hyun: ...
A. Pero no me creo que no te hayas dado cuenta antes... ~
B. Bueno, en realidad, la entiendo... +
Hyun: Mira, está es mi madre, mi padre, a la izquierda está mi segunda hermanita, la que hace muecas, se llama Iseul y detrás está mi abuela con mi otra hermana y...
A. Parece que los echas mucho de menos. +
B. Jajaja, es adorable. ~
C. Eso me recuerda que todavía no he llamado a mi familia para darles noticias mías... -
• Si elegimos la C:
Hyun: Sí, pero solo tenemos una familia... Así que hay que cuidarla. Muchos de mis amigos no se llevan tan bien con sus padres como yo. Puede parecer extraño... pero lo son todo para mí.
A. Es muy bonito lo que dices. ~
B. Debo admitir que, por mi parte, estaba bastante impaciente por venir a vivir al campus e irme del “nido familiar”. -
Hyun: ...
A. No sé por qué habría de cruzármelos... -10
B. ¡Me encantaría conocer a tu familia! +
C. Es verdad que parecen adorables. ~
Hyun: Aunque no haya servido para nada.
A. Es la intención lo que cuenta. -10
B. Si pudieras guardarte para ti el hecho de que el Sr. Zaidi haya venido, me vendría bien... -10
C. Te ha servido para recuperar energías, mira, ya no tienes aspecto de enfermo. ~
• Si elegimos la C:
Hyun: Es verdad. Eres más eficaz que todos mis antibióticos.
A. A lo mejor deberías tenerme en tu mesita de noche en caso de necesidad. +10
B. La próxima vez no vayas al médico, ven a verme directamente. ~
Nos despediremos de Hyun en el vestíbulo de la residencia y volveremos a la habitación. Al llegar allí hablaremos con Yeleen que está limpiando:
Yeleen: ...
A. Es amable, pero... Podría haberlo hecho yo, ¿sabes? ~
B. No me gusta mucho que toquen mis cosas, pero gracias. -
C. Gracias, es muy amable. +
• Si elegimos la B:
Yeleen: No he tocado tus cosas, estaba limpiando con el trapo del polvo. Puedes comprobarlo, todo está ahí.
A. (Me he acercado a mi mesa para echar un vistazo.) -
B. V-vale. En ese caso, gracias. ~
A la mañana siguiente, es domingo y pasaremos el día sin hacer nada hasta la hora de dormir. De nuevo, despertaremos en la mañana del lunes y nos iremos a clase. Al llegar al patio, nos encontraremos con Yeleen:
Yeleen: ...
A. Eh, hola. ~
B. No, no te preocupes lo haré esta noche. -
C. No me ha dado tiempo. -10
Yeleen se marchará tras echarnos la bronca y aparecerá Chani:
Chani: ¿Simpática? ¿Contigo? ¿En serio? Sé que trabajas el sábado pero, ¿sabes que no puedes beber en tu lugar de trabajo?
A. No, de verdad, hasta limpió mi escritorio y me dijo que le gustaba hacerlo. ~
B. No sé, ¡a lo mejor lo soñé! +
Entraremos con Chani a clase y cuanto termina seguiremos hablando un rato más con ella:
Chani: A lo mejor puedo incluir el urbex como algún tipo de performance contemporánea... Umm...
A. Me está asustando con toda la historia del trabajo. ~
B. Es una buena idea lo del urbex, ¡puede ser original! ~
C. Me da miedo que vayas a visitar sitios abandonados sola...Puede ser peligroso. +
Chani: Estoy deseando que llegue esta noche, con un poco de suerte encontraré un valioso tesoro o un fantasma en una casa encantada o...
A. O te perseguirá un psicópata con un hacha. ~
B. Ummm, un valioso tesoro, debo reconocer que no está mal. No rechazaría cambiar el puesto en la cafetería por unas vacaciones en el Caribe. ~
• Si elegimos la B:
Chani: ¡Sí! encontraremos un mapa que nos conducirá a un tesoro en medio del océano Índico y seremos piratas y riquísimas. Entonces, ¿me acompañas?
A. No lo sé... No me veo con una pata de palo y un parche en el ojo. +
B. Tengo la impresión de que es el tipo de ambición que tenía a los seis años. -
En este momento aparecerá Rosa que insiste en que vayamos a hablar con ella:
Rosa: Sí, sí solo me gustaría poder hablar contigo un momento.
A. Claro, Chani y yo íbamos al comedor, vente y hablaremos allí. ~
B. ¿Quieres que vayamos al parque las dos juntas? - (con Chani)
C. Umm... Vale, Chani, lo siento, nos vemos después en clase. ~
Rosa: Vamos a hablar a otro sitio, a algún lugar donde nadie pueda escucharnos. En la tienda de Leigh hay un almacén y estaremos tranquilas.
A. Empiezas a asustarme. ~
B. ¿Tienes algo para comer allí? ¡Porque después tengo que volver a clase! +
C. Chani no le cuenta nada a nadie, ¿sabes? Puedes confiar en ella. Ahora es una muy buena amiga mía. ~
Rosa: Ya, pero me gustaría poder hablar antes de que todo el mundo llegue a la tienda.
A. ¿Por qué no quieres que nos escuche nadie? -
B. Vamos a esperarlo, no tardará. +
Entraremos con Rosa en la tienda de Leigh y allí, finalmente, veremos a Leigh rediseñado. Hablaremos con él mientras esperamos a que Alexy venga:
Leigh: Hola, Sucrette, llevábamos mucho tiempo sin vernos.
A. ¡¡Leigh!! (Me he lanzado sobre él para darle un abrazo) ~
B. ¡¡Leigh!! ¡Por fin! Rosalya me ha hablado mucho de ti y, sin embargo, ¡nunca hemos conseguido cruzarnos! ~
Leigh: ...
A. Me he enterado de lo de tus padres... Lo siento. ~
B. (Prefiero no evocar la muerte de sus padres... Será mejor que aborde un tema menos serio.) +
• Si elegimos la B:
Rosa: ¡Querrás decir que tienes las mejores colecciones! ¡Compro toda mi ropa aquí por eso!
A. ¿De verdad, Rosa? ¿Estás segura que no es porque eres la novia del jefe y que puedes comprar la ropa a mitad de precio? +
B. Es verdad. Me encanta la ropa que tienes. ~
Un poco después de esto, Leigh se irá a atender a los clientes y aparecerá Alexy acompañado por Morgan Y Priya:
Priya: ...
A. Pero creo que Rosalya quería hablar con Alexy y conmigo a solas... ~
B. ¿Qué le pasa? +
Rosa: No pasa nada.
A. Alexy, creo que Rosa quería hablar con nosotros, a solas tranquilamente... + (con Priya)
B. Rosa, díselo. ~
Rosa: ...
A. Rosa, empiezo a preocuparme, normalmente te da igual hablar delante de Priya. +
B. Bueno, ¿intentamos vernos más tarde? ~
Mientras miramos la ropa por la tienda nos aparecerán estas opciones:
A. (He visto varios conjuntos de los cuales me han llamado la atención una falda de tirantes y un bolsito blanco.) (conjunto Hyun)
B. (He visto varios conjuntos de los cuales me han llamado la atención un mono corto con unos zapatos rojos.) (conjunto de Priya/Rayan.)
C. (He visto varios conjuntos de los cuales me han llamado la atención un vaquero y una chaqueta de color kaki, que me han parecido bonitos.) (conjunto de Castiel/Nathaniel.)
Volveremos todos juntos al campus y en la entrada seguiremos conversando:
Rosa: Bueno, hubo un momento en el que no sabíamos qué hacer con ella, no sabía si seguiría mis estudios aquí... Y Leigh me animó a hacerlo. Así que al final nos hemos quedado.
A. Gracias a eso, nos hemos reencontrado, así que fue la decisión correcta. +
B. ¿Y dónde os habríais ido? ~
Alexy: Ya sabes, los profesores que distraen a sus alumnas con camisetas abiertas y miradas apasionadas, fuera de la universidad, preferentemente...
A. ¿Qué estás intentando decirme? ~
B. ¿Estás hablando del Sr. Zaidi y de mí? - (con Priya)
C. ¿Estás hablando de Melody? ~
• Si elegimos la C:
A. (Sin embargo, no termino de creerme sus excusas... Creo que me ha mentido y que hay algo más en la historia.) -10 (con Priya)
B. (Prefiero no decir nada. Es una tontería, además, no estoy segura de nada.) ~
• Si elegimos la B: (Prefiero no decir nada. Es una tontería, además, no estoy segura de nada.)
Alexy: ¡Dínoslo! ¡No se lo diremos a nadie! ¡Prometido!
A. No, de verdad, no es nada. + (con Priya)
B. Simplemente escuché una conversación que no debería haber oído entere Melody y... el Sr. Zaidi. - (con Priya)
A. (Creo que voy a tener una conversación con Hyun de inmediato.) - (con Priya)
B. ¿Qué os ha contado exactamente? ~ (para la imagen con Priya)
• Si elegimos la B:
Priya: ¿Y es así? ¿Es más que un profesor para ti?
A. No, es solo un profesor. ~
B. No lo sé. - (con Priya)
• Si elegimos la A: No, es solo un profesor
Priya: ¿Así que el profesor de historia del Arte?
A. (He recordado nuestro profesor de plástica del instituto) Es porque me recuerda a Patrick. ~
B. No. No me atrevería. -
C. Debes reconocer que es muy guapo. + (IMAGEN)
• Si elegimos la B: No lo sé.
Priya: ...
A. ¿Qué? ~
¿Pasa algo, Priya? -5
Rosa, Morgan, Alexy y Priya se marcharán y entraremos al campus para buscar a Hyun. En el patio le podremos enviar un mensaje:
A. (He escrito: “¿¿Tienes algún rato libre hoy?? Tenemos que hablar.”) ~
B. (He escrito: “¿¡Le has dicho a Morgan que había algo entre mi profesor de Historia del Arte y yo!?”) -10
Después de enviar el mensaje, iremos a nuestra siguiente clase y allí estará Chani:
Chani: ...
A. No... No hemos tenido ni un solo segundo de tranquilidad. +
B. Siento lo de antes. ~
Chani: No sé si ir, la verdad, había pesado en aprovechar para prepararme para la expedición de esta noche. Voy a echar un vistazo a la casa para comprobar que de verdad está vacía.
A. Vale, como quieras. Ten cuidado, por favor. -
B. ¿Estás segura de que no quieres venir? Las clases pasan más deprisa cuando estoy contigo. ~
C. Vale. ¡Hasta luego! ~
Chani nos comenta que la clase ha cambiado de aula y que será en la biblioteca, así que nos dirigiremos allí. Ámber y Nathaniel asistirán también a la clase y podremos hablar con ellos:
Nathaniel: ...
A. ¿Qué estás haciendo aquí? -
B. ¿¡ Vienes a la universidad!? ~
(Si Nathaniel no es nuestro ex)
Nathaniel: Si necesitas repasar Sucrette, puedo...
A. ¡Déjame en paz, Nath! -
B. (Me he limitado a mirarlo con la ceja arqueada a que terminara la frase.) ~
(Si Nathaniel es nuestro ex)
Nathaniel: ...
A. Sí, algunos se equivocan. -
B. ¿Estás hablando de nosotros? ~
Nathaniel se irá al finalizar la clase y podremos hablar con Ámber a solas:
Ámber: ...
A. ¡Ya no le reconozco! ~
B. Sé que es tu hermano pero... Se ha comportado como un crío insolente. +
Ámber: ...
A. ¿Tiene algo que ver con lo que pasó después del concierto de Crowstorm? ¿Estás mejor? ~
B. ¿Qué quieres decir con “tener más cuidado”? ~
C. Sigo sin entender por qué quiere “librarse” de la universidad. Antes parecía que le gustaba estudiar. ~
Ámber: ...
A. Pero debo confesar que me quedé sorprendida la primera vez que te vi. ~
B. Pues... Si en el instituto me hubieran dicho que un día tendríamos una conversación sin que terminara en una crisis de nervios, no me lo habría creído. +
C. Tú, en particular. ~
Ámber: No intento justificar mi comportamiento. Pero puedo decirte que ahora me doy cuenta de que actué mal. Y lo siento si eso tuvo un impacto en tu vida en aquel momento. Mis prioridades ya no son las mismas.
A. (Me he quedado sin palabras.) +
B. (No he podido evitarlo y me he lanzado sobre ella para darle un abrazo.) ~
C. Es muy fácil... -
Mientras hablamos con Ámber veremos a Castiel rodeado por un grupo de fans. Al poco, Ámber se marchará y podremos ir a hablar con él:
A. (Son ridículas, prefiero irme a la residencia.) ~
B. (No lo tengo muy claro... ¿Voy a hablar con él? Después de todo, nos conocemos y tengo derecho a saludarle.) +10
• Si elegimos la A:
Castiel: Te ayudo en la cafetería, hablamos, hasta curo tus heridas... Y, dos días después, me ignoras.
A. No quería que me tomaran por una de tus groupies. -
B. ¡Sólo quería evitar molestarte! Parece que estás bastante ocupado. ~
• Si elegimos la B:
Castiel: Si... Al principio me resultaba raro, pero al final he aprendido a ignorarlo.
A. Admito que no es muy agradable... ~
B. Creo que podría acostumbrarme. + (IMAGEN)
• Si elegimos la B:
Castiel: Puff...
A. ¿Puff? Como si no te gustara... -
B. No debe ser fácil provocar una algarabía allá por donde pasas cada día. +
C. Entonces, ¿has vuelto a la universidad? ~
Castiel: Si... Al principio me resultaba raro, pero al final he aprendido a ignorarlo.
A. Admito que no es muy agradable... ~
B. Creo que podría acostumbrarme. + (IMAGEN)
Seguiremos conversando un poco más con Castiel hasta que recordamos que tenemos que ir a hablar con Hyun. En el vestíbulo de la residencia nos encontraremos con él:
Hyun: ...
A. ¿Como que el Sr. Zaidi y yo nos hacemos cariñitos en la calle? -10
B. ¿Qué le contaste a Alexy y Morgan? -
C. Creía que habíamos hablado de lo que había pasado, tú y yo, y que estaba arreglado... ~
Hyun: Mira... Cuando os vi, tuve una sensación rara, es verdad. Y suelo confiar en mi intuición. Pero no he dicho nada que no hubiera visto. Simplemente describí lo que vi.
A. ¿Y por qué se lo contaste a Morgan y Alexy? -
B. ¿Y qué te decía tu intuición? +
C. No es asunto tuyo. ~
Hyun: Ya lo sé. Y yo te estoy diciendo que a mí me pareció algo más. De verdad que tuve la impresión de estar interrumpiendo un momento... No lo sé, íntimo. Solo dime... ¿Te gusta?
A. ¿Por qué te interesa tanto? ~
B. ¡No! Es mi profesor, ¿vale? ~ (IMAGEN)
C. Puede ser. ¿Es algo malo? -
Hyun se irá a clase y volveremos a la habitación. Al rato de estar allí, aparecerán Yeleen y su madre, Sibylle:
Sibylle: ...
A. Perdone, señora, pero la chaqueta es mía y, en realidad, ella es la más ordenada de las dos. Yeleen se ha encargado de ordenar la habitación hoy. +10 (con Yeleen)
B. (Me he quedado en silencio y he fingido volver a sumergirme en la lectura del libro.) -
Sibylle: Perdónala, Yeleen siempre ha sentido unos celos casi enfermizos.
A. Perdón, señora, pero... Yeleen tiene razón. +10 (con Yeleen)
B. ¿Quiere que me vaya? -10
C. (He vuelto a fijar mi mirada en el libro sin decir nada.) ~
La madre de Yeleen se marchará y nos quedaremos las dos solas en la habitación:
• Si elegimos anteriormente la A: Perdón, señora, pero... Yeleen tiene razón.
Yeleen: ...
A. ¿Estás bien? ¿Quieres un poco de agua? ~
B. Lo siento, no debería haber dicho nada... +
Yeleen: ...
A. Y tu padre, ¿qué piensa de todo esto? +
B. Venga, vamos, no podemos llegar tarde a la siguiente clase. ~
• Si elegimos anteriormente la C: (He vuelto a fijar mi mirada en el libro sin decir nada.)
Yeleen: ¿Así me defiendes?
A. No era asunto mío... ¡Es algo entre tu madre y tú! ~
B. No sabía que decir. -
Cogeremos nuestras cosas y nos dirigiremos a la siguiente clase. Al entrar al aula manga nos encontraremos allí con Rayan:
Rayan: Parece que no. Venga, entre...
A. ¿No hay clase? ~
B. ¿Lo han despedido? ~
• Si elegimos la A:
Rayan: Se ha desplazado la clase a mañana a primera hora. La universidad necesita el aula para una conferencia excepcional en una media hora...
A. ¿Y no había bastante sitio en el resto de aulas? ¿Tienen que anular nuestra clase? +
B. Oh, entiendo. ~
Rayan: Admito que la última vez fui yo el culpable de la anulación de la clase. Pero, esta vez, no es culpa mía.
A. Hizo bien en anular la clase si no se sentía con humor para darla. ~
B. No debió ser fácil tomar la decisión de anular la clase. +10
Rayan: Ahora que lo pienso, todavía podemos utilizar el aula durante media hora. Puede estudiar o...
A. Podríamos aprovechar para conocernos un poco mejor. ~
B. ¿Puedo hacerle preguntas sobre la última clase? ~
C. Me voy a ir, no quiero molestarlo. -
• Si elegimos la A:
Rayan: Entiendo...
A. ¿Y usted? ¿Por qué decidió dedicarse a enseñar esta asignatura? +
B. ¿Qué hacía antes de llegar a Anteros Academy? ~
C. ¿Todas sus camisas tienen ese escote? -
Rayan: ...
A. ¿Y usted? ~
B. Espero que esté mejor. +
Rayan: Su compañero, el joven que vi, parecía bastante sorprendido al verme con usted. Espero que no haya ocasionado problemas que la haya ayudado a cerrar la cafetería...
A. No, para nada. -
B. Hyun simplemente estaba sorprendido de verme tan tarde con un profesor. +
• Si elegimos la B:
Rayan: Tiene razón, parecía una persona bastante prudente. Cualquier otra persona habría tenido dudas...
A. Sí, pero no tiene por qué tenerlas. Solo estábamos hablando. ~
B. ¿Tiene razones para tener dudas? ~ (IMAGEN)
Rayan: Bueno, pues hasta mañana. Recuerda que tenemos clase a primera hora.
A. Sí, hasta mañana. ~
B. Siento haber abusado de su tiempo. -
C. Qué pena, me habría encantado tener clase ahora. +
Rayan se marchará por su lado y volveremos a la habitación para estudiar. Mientras estudiamos alguien llamará a la puerta:
A. (He ido a abrir la puerta.) ~
B. (He respondido con voz decidida.) ¿Quién es? ~
• Si elegimos la A:
Nathaniel: Pareces agotada. ¡Deja de trabajar!
A. Estoy agotada porque un idiota me ha cansado durante la clase de antes. +
B. Sí, estoy haciendo mi trabajo de fin de carrera. -
• Si elegimos la B:
Nathaniel: ¿Puedes abrirme, por favor? Parezco un imbécil hablándole a la puerta.
A. No lo sé... Teniendo en cuenta tu comportamiento de antes, prefiero dejarte haciendo el imbécil delante de la puerta. +10
B. (He dado un suspiro y lo he hecho.) +
Nathaniel: Lo siento...
A. ¿Eso es todo? ¿No tienes nada más que decirme? -
B. ¿Por qué te portaste así? +
Nathaniel: Es más complicado de lo que crees... Ámber sufre las consecuencias de mis ausencias. El director y el resto de profesores le piden que intente que vuelva. Y quiero que se concentre en ella misma. No en mí.
A. ¿Por qué te preocupas tanto por Ámber? -
B. Entonces, ¿por qué no vuelves a la universidad definitivamente? +
C. Ya no te reconozco... En clase fuiste tan irrespetuoso. ~
Nathaniel: ¿Qué tipo de cosas?
A. Al parecer, prefieres las fiestas de estudiantes a las clases. ~
B. Es frecuente verte con chicas diferentes agarradas del brazo. -
C. Sueles meterte en peleas. ~
Nathaniel: Escúchate a ti misma y no a los demás. Si consideras que no valgo más de lo que la gente dice, aléjate de mí. Si, en el fondo, sabes que no es así... Piensa antes de darme la espalda.
A. Nunca he pensado en alejarme de ti. ~ (IMAGEN)
B. Sigo sin saber que pensar. ~
C. ¿Has hecho todo lo posible para que me aleje de ti y ahora me pides que piense antes de hacerlo? ~
Nathaniel se marchará y al rato volverán a llamar a la puerta. Rosa y Alexy entrarán en la habitación, Rosa tiene que hablar con nosotros de algo importante: está embarazada.
El episodio termina aquí.
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Corazón de Melón en la Universidad: Episodio 5 (Guía)
+ respuesta positiva (sube lov.)
~ respuesta neutral (no afecta lov.)
- respuesta negativa (baja lov.)
(Si al lado de la respuesta no aparece ninguno de estos símbolos significa que no sé cómo afecta esa respuesta al lovometro.)
El episodio empieza en la habitación, despertamos en la mañana del lunes después del concierto de Crowstorm. Tras tomar una ducha, nos dirigiremos a clase.
Si antes de ir al aula entramos en el comedor* nos encontraremos allí con el hada.
*También puede aparecer en la biblioteca.
• Regalo del hada: una bolsa.
Iremos al aula magna para asistir a la clase del señor Zaidi y Melody se sentará a nuestro lado:
Melody: Pufff.
A. ¿Todo va bien? ~
B. (Parece que no está de buen humor... Será mejor que la deje tranquila.) ~
• Si elegimos la opción A:
Melody: …
A. Deja de darle tantas vueltas. ~
B. Lo único que puedo hacer es recordarte que estoy aquí para ti. +
Llegará el señor Zaidi y tras estar un rato en el aula cancelará la clase debido a que no se encuentra bien. Cuando él se va, Yeleen se queja de su actitud:
Chani: Tampoco venimos a clase para escuchar tu opinión al respecto.
A. ¡Bien dicho! (He guiñado el ojo a Chani) -10 (con Yeleen)
B. (He mirado a Chani pero no he querido hacer ningún comentario.) ~
Los alumnos comienzan a irse del aula y seguiremos a Chani hasta el área de descanso del edificio:
Chani: …
A. ¿Qué estás escribiendo? ~
B. Qué clase más rara, ¿no? ~
• Si elegimos la A:
Chani: Oh, yo... ¡Estoy buscando un conjunto para ir al Hellfest el mes que viene! Así que anoto algunas ideas.
A. ¿¡Vas al Hellfest!? +
B. Ah, vale. ~
Cuando nos vamos de allí recibimos una llamada de Kim y como tenemos una hora libre decidimos pasar por el gimnasio para entrenar un rato.
Después de la conversación telefónica si entramos al Aula Magna Principal nos encontraremos con Alex y Morgan besándose. Justo al entrar conseguiremos la primera imagen de este episodio sin tener que responder a nada. Al intentar irnos discretamente nos verán:
*(Si entráis al aula magna y no aparece nada, entrad a la sala de descanso y volved, pero no salgáis al patio o la perderéis.)
Alexy: ...
A. Bueno, entonces lo vuestro... ¿Va en serio? ~
B. En cualquier caso... ¡veo que no perdéis el tiempo! - (con ambos)
C. Bueno... Os dejo tranquilos, jaja. ¡Hasta luego! + (con Morgan)
Nos dirigiremos al gimnasio y allí nos pondremos a entrenar con con Kim. Mientras corremos en las cintas comenzaremos a charlar:
Kim: …
A. ¿Nath ha venido a entrenar últimamente? -
B. ¿Sabes una cosa? Vi a Nath y a Ámber en el concierto de Crowstorm... Parecía que Ámber no estaba muy bien. ¿Ha oído algo al respecto? +
Kim: Ahora se ha alejado de la universidad, pero eso no quiere decir que no se meta en problemas en otra parte.
A. ¿Qué tipo de problemas? -
B. Sí, entiendo... Pero, ¿por qué? ¿Por qué ha cambiado tanto? ~
Nathaniel llegará al gimnasio actuando de forma extraña y tras golpear un rato el saco de boxeo se marchará rápidamente:
A. (Debería dejarlo tranquilo.) ~
B. (No he podido evitar ir detrás de él.) ~ (para la imagen)
• Si elegimos la B:
Nathaniel: ¿Me has seguido?
A. Sí, ¡te he seguido! -
B. He visto tu comportamiento en el gimnasio... ¿¡Qué te pasa, Nath!? ~
Nathaniel: Bueno, ¿qué quieres?
A. Sé que no estás bien, solo quiero saber cómo ayudarte. +
B. Dime qué te pasa. -
C. ¿Es por culpa de tu padre? ~
Nathaniel: …
A. Deja de actuar así conmigo, intento mostrarte que estoy de tu parte. ~ (para la imagen)
B. ¡Habla conmigo! Estoy intentado entenderte. ~
• Si elegimos la A:
Nathaniel: …
A. (He mirado como se iba...) ~
B. (Lo he agarrado y le he obligado a mirarme a la cara.) ~ (IMAGEN)
Al terminar la conversación con Nath, volveremos al campus para comer. En el comedor nos encontraremos con Chani y tras comer juntas nos iremos a clase.
Volveremos a la habitación y en el patio nos encontraremos a Melody:
Melody: Muy bien. Lo siento, no tengo tiempo, luego nos vemos.
A. Vale... ¡Hasta luego! ~
B. ¿Qué te ha pasado esta mañana en clase de Arte Contemporáneo? Parecías... molesta. ~
• Si elegimos la B:
Melody: Fue un malentendido, lo siento.
A. ¿Tiene que ver con el Sr. Zaidi? -
B. ¿Tiene algo que ver con tu famosa cita del otro día? +
Nos iremos a dormir y tendremos un extraño sueño con todos los personajes de las rutas. A la mañana siguiente iremos a clase:
Chani: Eh, ¿has dormido bien?
A. No mucho, he tenido un sueño muy raro... +
B. Podría haber dormido mejor. ~
Después de la clase, hablaremos con Chani un poco más:
Chani: ...
A. Nunca me habías hablado de tu compañera de habitación. +
B. Pues le deseo suerte. -
Volveremos a la habitación y allí estará Yeleen que nos pedirá que nos vayamos porque vienen sus amigos:
Yeleen: ...
A. Hola, Yeleen. ~
B. (No he dicho nada y he ido a sentarme sobre mi cama.) -
Yeleen: Sí, pero nosotros teníamos pensado quedarnos aquí así que...
A. La última vez que invité amigos estabas aquí y no me molestó. -
B. Déjalo... Me voy. ~
Yeleen: ...
A. (Tengo ganas de ponerla en su sitio.) -10
B. (Me he puesto el bolso sobre el hombro y he ido hacia la puerta sin decir nada) ~
Nos iremos de la habitación a buscar un sitio tranquilo en el que estar. En la biblioteca escucharemos una conversación entre Rayan y el decano:
A. (Voy a salir discretamente de la biblioteca.) ~
B. (Creo que debería hablar con él.) ~
• Si elegimos la B:
Rayan: ¡Sucrette! ¿Lleva ahí mucho tiempo?
A. Pues, en cierto modo, he... oído la conversación. ~
B. Solo unos segundos. -
Al salir de allí, recibiremos una llamada de Clemence:
Clemence: Vale. ¿Estás en la universidad? ¡No me has respondido por lo de las llaves!
A. Sí, estoy en la universidad. Puedo ir a la cafetería a buscarlas, si quieres. ~
B. Sí, estoy en la universidad. No está muy lejos, te espero aquí. +
Iremos a la cafetería a por las llaves ya que tendremos que abrir el próximo día solas porque Clemence estará ausente y Hyun está enfermo.
Clemence: ¡Aquí estás! ¿Podrías encargarte de abrir la cafetería, preparar las bebidas, instalar las sillas y todo lo demás?
A. Pues... Todavía no lo he visto todo, pero haré lo que pueda. ~
B. Sí, claro. -
Iremos al parque y allí recibiremos un mensaje de Rosa que tiene una hora libre, al rato vendrá Alex también:
Rosa: Empiezas a asustarme, no me acuerdo de eso. ¿Y...? ¿Qué hice después?
A. Nos avergonzaste. -
B. Eh... Lo dejaste en evidencia delante de un grupo de fans. ~
(Si conseguimos la imagen de Alex y Morgan)
Alex: ...
A. ¡Lo siento mucho! ¡No quería! ~
B. ¡Elegisteis el aula magna! Hay sitios más discretos. +
Alex: Así que, a partir de esta noche vuelvo a mi cama.
A. Se nota la decepción que emana de ti. +
B. ¿Y cómo ha hecho Hyun? ~
Alex: En cualquier caso, hemos podido hablar con él este finde y me cae bien. Parece que se lleva bien con su familia. Es genuinamente amable, ¡lo apruebo!
A. Es verdad que es majo... + (con Rosa)
B. Todavía no lo conozco demasiado... ~
Alex: ...
A. ¿Lo... habéis hecho? -
B. ¡Cuéntanoslo todo! ~
Volveremos los tres juntos al campus y nos encontraremos con Morgan en la entrada:
(Si conseguimos la imagen de Alex y Morgan)
Morgan: ...
A. ¡Lo siento! ~
B. Estoy segura de que todavía no te gano en ese ámbito. +
A. ¿Todo bien? ¿No os molestamos? - (con Alex)
B. (He preferido hacer como si nada y me he concentrado en mi teléfono) ~
Morgan y Alex se irán y hablaremos con Rosa en el patio del campus:
Rosa: ¡Me alegro mucho de verlos así! Tengo la impresión de haber conseguido algo importante.
A. ¿Y yo? ¿No cuento? ¿No he servido para nada en esta historia? +
B. Es verdad, hacen buena pareja. ~
Rosa se irá y volveremos a la habitación. Al llegar allí comprobaremos que los amigos de Yeleen aún siguen dentro y aparecerá Priya:
Priya: ¿Y por qué no entras para decirles que se acabó la fiesta? También es tu habitación.
A. Sí, ¡eso haré! ~ (entramos con Priya)
B. Pufff... No me apetece volver a discutir con Yeleen... ~ (nos vamos)
• Si elegimos la A:
Yeleen: ¿Sí?
A. ¿Vais a terminar la “fiesta” pronto? Me gustaría recuperar mi parte de la habitación. + (con Priya)
B. Hacéis mucho ruido y la puerta estaba cerrada desde el interior con tu llave en la cerradura, no podía entrar. ~
A. Bueno, ¿os queda mucho o puedo volver a mi habitación? ~
B. Además, ¡lo has hecho a propósito! ~
Priya: Si mi compañera y tú estáis de acuerdo, podemos organizarnos para cambiar de habitación.
A. No me apetece hablar con el responsable administrativo. -
B. No sé si es una buena idea. ~
C. Me encantaría compartir habitación contigo. +
Acabaremos yendo juntas al comedor para cenar entremos a la habitación o no y allí seguiremos charlando:
Priya: Hablo de San Francisco y de la gente que conocí allí. Pero no toda la historia está basada en ella.
A. ¿Hablas con ella a menudo? +
B. ¿Me dejarías leerla? ~
Priya: Qué pena... Si no voy, pasaré por la cafetería para saludarte y darte ánimos.
A. ¡Sería genial! ~
B. No te preocupes, de todas formas estaré muy ocupada... -10
Priya se marchará y volveremos finalmente a nuestra habitación:
Yeleen:
A. Gracias por haber limpiado. ~
B. (Prefiero no decir nada. Me he limitado a sentarme en la cama.) ~
• Si elegimos la A:
Yeleen: Me das las gracias por algo normal. Es como si estuvieras insinuando que no lo hago nunca. No obstante, soy una persona civilizada.
A. Maldita sea, hablar contigo es agotador. -
B. Sé perfectamente que limpiar después de una fiesta es normal, pero eso no quiere decir que no pueda darte las gracias. ~
Yeleen: Nunca se sabe. Recuerdo un episodio de pintura que no terminó bien.
A. Es increíble. ¿Otra vez sacas el tema? -
B. Sí, sí, ya lo he entendido. ~
Nos iremos a dormir y pasarán varios días. Finalmente llegará el día en el que tendremos que abrir la cafetería solas. Mientras decidimos que ponernos aparecerán estas opciones:
A. (Mientras observaba distraídamente el armario, mis pensamientos han volado hasta el recuerdo del concierto... y de Castiel.) (aparece el conjunto de Castiel y el de Hyun)
B. ( Mientras observaba distraídamente el armario, he intentado concentrarme al máximo en mi misión del día: ¡tener la cafetería bajo control!) (aparece el conjunto de Rayan/Priya y Hyun)
Cuando vamos a irnos, Hyun nos mandará un mensaje:
Hyun: “Hola. Sé que hoy estarás sola en la cafetería, lo siento mucho, pero no puedo ni levantarme de la fiebre que tengo. No obstante, puedo seguir respondiendo a los mensajes si tienes algún problema. No lo olvides.”
A. (¿Es realmente adorable!) +
B. (¡Qué exagerado!) ~
Al llegar a la cafetería saltará la alarma:
A. (28N1) (respuesta correcta)
B. (I18N)
C. (Sé que Hyun está enfermo, pero me ha dicho que podía llamarlo si lo necesitaba...)
D. (Voy a llamar a Clemence, prefiero no hacer ninguna tontería.)
• Si elegimos la C o la D:
Clemence: ...
A. Dímelo rápidamente, Clemence, ¡tengo un minuto antes de que se avise a la policía!
B. Lo siento, pero es mejor que te llame a poner un código al azar, ¿no?
Prepararemos todo para recibir a los primeros clientes del día. Después de un rato aparecerá Castiel:
Castiel: Tranquila, soy yo.
A. ¡Me has sorprendido! Nada más. ~
B. ¡No todos los días el cantante de Crowstorm viene aquí para tomar un café! -
Castiel: ¿Tan mala es la camarera que provoca que todos los clientes huya?
A. No es eso, es temprano. No deberían tardar en llegar. -
B. Será eso, soy una catástrofe ambulante. +
Castiel: Bueno, si el café está bueno, a lo mejor publico un comentario positivo en vuestra página web.
A. ¿De verdad? ¡Sería genial! ~
B. Que no se te olvide hablar de la maravillosa camarera que te ha servido el mejor café del mundo. +
Castiel: Además, parece que es la única cafetería que no está llena por la mañana... Es agradable estar tranquilo para desayunar.
A. Sí, aquí, en principio, no te seguirá una horda de fans. +
B. ¡Son las desventajas de la fama! Era algo previsible, ¿no? -
Castiel: Imagino...
A. ¿Y tú? ¿Vives de la música? De todas formas, si no recuerdo mal, no tenías intención de seguir con tus estudios. -
B. ¿No te molesta estar siempre en la carretera y no ver a tus antiguos compañeros del Sweet Amoris? ~
Castiel: Con el ritmo de las giras, sigo casi todas las clases a distancia así que no paso mucho tiempo en la facultad, de ahí que no nos crucemos nunca.
A. Qué pena, habría estado bien. -
B. Sí, lo entiendo. Es estupendo que el grupo funcione y que puedas seguir tu camino a tu manera. ~
Castiel: ¿No quieres sentarte un momento? Podemos hablar un rato.
A. Pues, no puedo sentarme mientras trabajo... -
B. Umm, por qué no, sí... +
• Si elegimos la B:
Castiel: Confieso que el café está bastante bueno...
A. ¿Entonces irás a poner un comentario es la página web? -
B. (Me he limitado a sonreír.) ~
Castiel: ...
A. Por cierto, ahora que sacas el tema, siento mucho lo que pasó... -
B. Había bebido mucho, pero fue gracioso, ¿no? ~
C. (Prefiero no sacar el tema.) + (si no es ex) ~ (si es ex)
• Si elegimos la C y es ex:
Castiel: Me habría gustado evitarme ciertos comentarios pero tampoco le voy a dar mayor importancia.
A. A mí también me habría gustado que se callará. +
B. Bueno, tenía razón en algunas cosas. -10
Aparecerá Nina con un grupo de al menos diez de sus amigos del instituto:
Nina: ¡Hola, Sucrette! Nos han anulado una hora de clase y he dicho a mis amigos que la camarera de aquí es adorable, así que hemos venido a tomar algo.
A. ¿Todos...?
B. ¡Claro! ¡Sentaos! ~
Castiel: ...
A. ¿Qué? +
B. (He guardado el cuaderno y me he ido a la cocina para preparar el pedido rápidamente.) ~
Después de tomar nota de todo, entraremos a la cafetería para preparalo y Castiel nos seguirá:
Castiel: ¿Necesitas ayuda?
A. Pues... No te digo que no. + (IMAGEN)
B. No te preocupes, ¡tengo todo controlado! -10
Castiel: ...
A. No te preocupes, puedo hacerlo -
B. Gracias, eres muy amable. +
Nina y sus amigos acabarán yéndose sin tomarse nada de lo que pidieron:
Nina: ...
A. Pero... ¿no vais a coméroslo? ~
B. La próxima vez, Nina, intenta venir con gente capaz de comportarse correctamente en una cafetería. -10
Castiel: ...
A. ¿Por qué le has dicho que sí a la entrada? ~
B. Bueno... Ahora solo tengo que meter todo esto en su sitio... ~
• Si elegimos la A:
Castiel: Además, creo que ahora está mejor, pero pero lo pasó mal cuando Lysandro se fue... Es mi forma de... No sé...
A. ¿Sabes algo de Lysandro? -
B. Supongo que para ti tampoco fue fácil. +
Castiel: ¿Necesitas ayuda?
A. Un poco de ayuda no me vendría mal. ~
B. No hace falta, no te preocupes, bébete el café tranquilamente. -
Castiel: Espera, ¿no irás a tirar ese café? Si puedes recalentarlo, yo me lo bebo. Y, por supuesto, lo pagaré. Tengo que aguantar hasta la noche para la grabación.
A. ¿Vais a grabar una canción hoy? ~
B. Sí, claro, ahora mismo te lo traigo. ~
• Si elegimos la A:
Castiel: Sí...
A. ¿Puedo ir?
B. ¡Qué guay! ~
• Si elegimos la A: ¿Puedo ir?
Castiel: No. No está abierto al público.
A. Sí, me lo imagino, pero yo no soy el “público”. Nos conocemos. -
B. Entiendo… ~
Castiel: ...
A. ¿Por casualidad no tendrás un poco de hambre? Me vendría bien... ~
B. ¿Quieres un pastel para tomártelo con el café? +
Castiel: Me estás mirando con tu gesto inquisidor, me analizas sin parar. ¿Qué quieres saber?
A. Solo estaba pensando en tu perro Demonio, ¿cómo está? -20
B. No, de verdad, no pensaba en nada en concreto. ~
C. Nada, simplemente estoy impresionada al ver hasta qué punto has conseguido tus objetivos. Cantante, te pega.... ~
D. ¿Tienes novia? -
• Si elegimos la D:
(Si Castiel es nuestro ex)
Castiel: Maldita sea, parece que estoy hablando con una fan.
A. Es mejor saberlo, teniendo en cuenta nuestro pasado...
B. ¿Una fan? No soy ninguna fan, soy tu ex -
(Si Castiel no es nuestro ex)
Castiel: Maldita sea, parece que estoy hablando con una fan.
A. Quizás he sido un poco directa, pero solo quería saber más sobre ti. Hace mucho que no hablamos. -
B. No soy una fan. Pregunto porque me interesa. ~
Entonces aparecerá Nathaniel. Castiel y él comenzarán a discutir:
Nathaniel: Me sorprende ver a la estrella de la ciudad por aquí, creía que era una cafetería cutre para los chicos de instituto.
A. Gracias de parte de la camarera de la “cafetería cutre”. + (con Castiel)
B. ¿En serio seguís así desde el instituto? ¡Seguís metiéndoos el uno con el otro después de todo este tiempo? - (con Nathaniel)
C. Podríais sentaros y tomar algo juntos. ¡Tranquilamente! - (con Castiel)
• Si elegimos la A:
Castiel: Si no, ¿qué?
A. (Será mejor que haga algo.) ~
B. (Será mejor que les deje arreglarlo entre ellos.) ~
Nathaniel se irá pero Castiel se quedará un poco más en la cafetería:
Castiel: Igualmente hazme caso, no deberías salir con él.
A. Es gracioso, tengo la impresión de que la gente decía lo mismo sobre ti en el instituto. +
B. Creo que tienes razón. -
C. Salgo con quien quiero. ~
Castiel se marchará y entraremos a la cocina a buscar algo de comer. Escucharemos ruido en la cafetería, y al salir a mirar nos encontraremos con Hyun o con Priya. (quien tenga el lov más alto es el que aparecerá)
• Si viene Hyun:
Hyun: He tomado un medicamento para que me baje la fiebre, debería bastar.
A. No puede ser... ¡Deberías descansar! +
B. ¿No confías en mí? Puedo apañármelas, ¿sabes? -
Volveremos a la cocina a comer y allí nos daremos cuenta de que Hyun nos había mandado varios mensajes:
A. (Es muy amable, es muy previsor.) ~
B. (Es demasiado insistente...) ~
Terminaremos de comer y saldremos a comprobar como va todo. Hyun está arreglando la maquina de café que se ha averiado.
Hyun: ...
A. ¡No lo entiendo! ¡Esta mañana funcionaba perfectamente! ¿Qué has hecho? +
B. ¡Maldita sea! ¿Qué voy a hacer esta tarde? ~
Hyun: ...Solo quería limpiar la cafetera y me he tropezado... y me he llevado la maquina por delante...
A. ¿No te has hecho daño? ~
B. Maldita sea, si me quedo sin cafetera, sé de una que me va a cantar las cuarenta. -
Hyun: Por cierto... Tú no llevas el tuyo.
A. Ya... ¡Se me olvidó! ~
B. Admito que no quise ponérmelo esta mañana. ~
• Si elegimos la B:
Hyun: ...
A. No se lo dirás, ¿verdad? -
B. Sé que debería haberlo hecho... Son los colores y el logo del café... Me lo pondré la semana que viene. +
Hyun: ¡Es la cantidad que solemos vender en una semana entera! Ha debido equivocarse.
A. No creo que se haya equivocado... Sabe perfectamente lo que hace. +
B. A lo mejor... ~
Hyun: Estoy bien...
A. Estás enfermo, ¡te dije que no tendrías que haber venido! -
B. ¿Puedo hacer algo para ayudarte? No puedo dejarte así. ¿Quieres que llame a una ambulancia? ~
C. Hyun, ¡vuelve a casa para descansar! ~
• Si elegimos la C:
Hyun: Sí tienes razón, pero… No quería dejarte sola… Quería ayudarte.
A. Hyun… Te pasas. Si necesitara ayuda, te la pediría. Pero hoy tienes que cuidarte. +
B. Eres muy amable, pero me las voy a arreglar sola. ~
C. Hyun, no te he pedido ayuda… Deberías ir a descansar. -10
Hyun: No hay farmacias cerca. Y no tenemos medicamentos aquí, no pasa nada.
A. (He intentado tomarle la temperatura apoyando la mano sobre su frente.) ~ (IMAGEN)
B. (Me he levantado para ver si encontraba algo en el mostrador para ayudarle.) ~
• Si viene Priya:
Priya: ¡Para eso están los amigos! Además, un poco de trabajo me ayudará a distraerme. Tuve la oportunidad de experimentar el oficio de camarera una vez, con una antigua amiga...
A. ¿Es por Olivia, tu ex...?
B. ¿Hay algo que no sepas hacer, Priya? ~
C. Eres muy amable, pero no quiero ser molestia. Estoy segura de que podría habérmelas apañado sola esta tarde.
Priya: Por cierto, hay un problemilla con la cafetera, parece que está en fin de vida...
A. ¿En serio? No puede ser, Clemence va a matarme. -
B. ¿Qué has hecho? ~
En la cocina, tendremos que buscar el delantal que está encima del microondas y cuando se lo atamos a Priya conseguimos la imagen.
Priya: Bueno, ¿qué te parece?
A. De todas formas, ¡todo te queda bien, Priya! ~
B. ¡Digamos que es mono! ~
• Si elegimos la A:
Priya: Eso es porque lo acepto. ¡Es la confianza lo que hace que me quede bien!
A. No he dicho que te quede bien, he dicho que estás guapísima. ~
B. Siempre eres tan segura de ti misma. +
Priya: En cualquier caso, me lo he pasado bien, ¡a lo mejor debería presentar mi candidatura!
A. ¡Sí! ¡Así ya no estaré sola con Clemence! Por favor, presenta tu candidatura. ~
B. Hoy ha estado bien, pero la mayor parte del tiempo no es tan divertido. +
Hyun/Priya se marchará. Seguiremos trabajando en la cafetería hasta el final del día. Mientras recogemos las mesas y sillas de la terraza oiremos a Rayan y Melody hablando en el callejón.
Rayan entrará a la cafetería cuando Melody se marcha:
Rayan: ...
A. Admito que es tarde y estoy cerrando... A lo mejor otro día. ~
B. No tengo prisa, puedo servirle algo si quiere. +
Rayan: Ya está la última... Qué pena que no haya más, un poco de actividad física es lo mejor para despejarse las ideas y es justo lo que necesito en este momento...
A. ¿Ah, sí? Parece pensativo... ¿Está bien? ~
B. Es verdad que es agradable. +
Rayan: Preferí ahorraros una hora de clase con un profesor con un estado de ánimo execrable . No habría sido productivo, era mejor que pusiera orden a mis ideas...
A. ¿Y lo ha conseguido? ¿Poner orden a sus ideas...? -
B. No ha sido un problema para mí... ~
Rayan: Bueno, estaba discutiendo con Melody. ¿Supongo que nos ha escuchado hablar? Estábamos haciendo bastante ruido.
A. No, para nada, simplemente escuché dos voces y quise echar un vistazo... -10
B. Admito que he oído partes de la conversación. ~
Rayan: Solo quiero explicarle lo que ha pasado...
A. No tiene por qué hacerlo, señor. ~
B. Le escucho. -
Rayan: Melody y yo nos hemos cruzado en la calle de al lado y tenía que hablar con ella sobre su comportamiento en la facultad y...
A. ¿Melody? ¿Su comportamiento? Pero ella suele ser una “estudiante ejemplar”. -
B. ¿Ha intentado ligar con usted...? ~
Rayan: Al ver que había anulado la última clase, quiso “arreglar” las cosas. He intentado explicarle que no tenia por qué hacerlo, pero se ha ido antes de que pudiera terminar..
A. Entiendo... No se preocupe, Melody tiene los sentimientos a flor de piel últimamente... ~
B. Parecía muy disgustada... +
Rayan: Sería una tontería que surgiera un rumor de un malentendido.
A. Sí, tiene razón, reconozco que tuve dudas al ver la escena a lo lejos. +
B. Lo entiendo. ~
(Si no nos encontramos con él al volver del concierto)
Rayan: Me extraña verla sola tan tarde aquí...
A. Ya no soy una niña, tengo todo bajo control. +
B. La verdad es que no me gusta estar sola a esta hora. ~
Rayan: Aunque no debamos hacerlo fuera del aula.
A. “No debemos”, no significa nada. Podemos hablar perfectamente, el mundo no va a desmoronarse por eso, no hacemos nada malo. + (IMAGEN)
B. Tiene razón. -
(Si nos encontramos con él al volver del concierto)
Rayan: ...
A. No debería haber pasado y no volverá a pasar. + (IMAGEN)
B. No me arrepiento de lo que ha pasado. ~ (IMAGEN)
C. Es raro... No sé que pensar.
Finalmente Hyun nos sorprenderá con él y el episodio termina aquí.
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Corazón de Melón en la Universidad: Episodio 1 (Guía)
+ respuesta positiva (sube lov.)
~ respuesta neutral (no afecta lov.)
- respuesta negativa (baja lov.)
(Si al lado de la respuesta no aparece ninguno de estos símbolos significa que no sé cómo afecta esa respuesta al lovometro.)
El episodio comienza en la entrada del campus. Tras reflexionar un poco allí, entraremos al campus para reunirnos con Rosa:
Rosa: Muchos se fueron a vivir a otras ciudades. Otros siguen aquí... Seguramente te cruzarás con algunos.
A. ¿Qué es de Lysandro? ~
B. ¿Sabes algo de Castiel? ~
C. ¿Qué tal Nathaniel? ~
D. ¿Qué se cuentan Armin y Alexy? ~
E. ¿Kentin retomó sus estudios militares? ~
Después de hablar un poco en el patio, entraremos juntas al edificio para matricularnos. En los pasillos escucharemos a dos chicas discutir:
Yeleen: ¡Vaya, Morticia sabe hablar!
A. ¡Eh, tú! ¡No tienes nada mejor que hacer? -10
B. ¿¡No eres mayorcita para comportarte de esa manera!? -
Nos dirigiremos al aula para continuar con la matricula, allí nos encontraremos al responsable administrativo para informarnos al respecto:
Responsable Administrativo: Hola, señoritas, ¿qué puedo hacer por vosotras?
A. Vengo a matricularme en el curso de arte moderno y contemporáneo... ~
B. Me gustaría recoger la llave de mi habitación, por favor... ~
Rosa se irá y podremos buscar nuestra habitación o ir a clase para matricularnos por fin (no importa el orden en que lo hagamos):
Si vamos a matricularnos conoceremos al nuevo profesor, el señor Rayan Zaidi:
Rayan: ¡Hola! ¿Deseas matricularte?
A. Pues sí, eso creo. Bueno, por eso estoy aquí. +
B. ¡Sí! ¡Su presentación ha sido genial! -
• Si elegimos la A: Pues sí, eso creo. Bueno, por eso estoy aquí.
Rayan: No es malo no estar seguro de sí. “La incertidumbre es lo que nos cautiva. La bruma hace que las cosas sean maravillosas”
A. ¿Picasso? -
B. ¿Oscar Wilde? +
C. ¿Andy Warhol? -
D. Bonita declaración. Bueno, ¿dónde tengo que firmar? -10
• Si elegimos A o C: ¿Picasso? ¿Andy Warhol?
Rayan: Yo tampoco. Es un arte que consiste en plagiar a los demás... Bastante poco interesante. ¿No son las más bellas aquellas frases que constituyen el alma?
A. Tiene razón. -
B. No estoy de acuerdo... +
• Si elegimos la A: ¿Oscar Wilde?
Rayan: Al menos, ya somos dos. ¿Quieres participar en mis clases?
A. Por supuesto. Y dejarme así “cautivar”, tal cómo ha dicho. +
B. Me gustaría mucho. He elegido esta universidad precisamente por esta especialidad. ~
• Si elegimos la B: ¡Sí! ¡Su presentación ha sido genial!
Rayan: Espero que la vuelta a las clases no te asuste demasiado...
A. ¿Asustada, yo? ¡Nada de eso! Yo me adapto rápidamente... ~
B. Admito que esta universidad es mucho más grande de lo que esperaba... +
• Si elegimos la A: ¿Asustada, yo? ¡Nada de eso! Yo me adapto rápidamente...
Rayan: Es una gran característica. Intenta conservarla.
A. Gracias. Intentaré seguir su consejo. ~
B. Puede ser un defecto... +
• Si elegimos la B: Admito que esta universidad es mucho más grande de lo que esperaba...
Rayan: Aceptar sus miedos significa, de alguna manera, combatirlos. No te preocupes, te daré discretamente el plano que guardo cuidadosamente en el bolsillo de mi abrigo para no parecer un idiota...
A. ¡De repente me siento mucho menos sola! +
B. ¡Gracias por su gran ayuda! ~
Indiferentemente de lo que eligiésemos, tendremos este último diálogo con él:
Rayan: Ya he informado a algunos estudiantes: al llegar he visto que la cafetería del Sweet Amoris buscaba un estudiante para trabajar de camarero. ¿Te interesaría?
A. ¡Oh, gracias! Es exactamente el tipo de trabajo que necesito. + (conseguimos las imagen)
B. Camarera... No es el trabajo de mis sueños... ¡Pero iré a echar un vistazo! Gracias. ~
Al salir del aula encontraremos un póster del concierto de Castiel en la pared del pasillo, solo con dar click sobre él conseguiremos la segunda imagen del episodio.
Al salir al patio nos encontraremos con Melody:
Melody: ¡Así es! Yo nunca me fui.
A. ¡No has cambiado nada! -
B. ¡Melody! ¡Podremos volver a formar el mismo grupo, con toda la gente! +
Melody: ¡Es la primera vez que eligen a una asistente de entre los estudiantes!
A. Es una gran responsabilidad... +
B. ¡Vaya, eres delegada de nuevo, es genial! -
Melody: Sí, sí, está aquí... Pero no sé nada de él... No me interesa.
A. ¿De veras? ¿Qué ocurrió? ¡Recuerdo que te interesaba bastante en el instituto! -
B. ¿De veras? Yo tampoco sé nada... Me pregunto qué habrá sido de él... ~
Melody: No lo dudes, hablamos del mismo. Ya lo verás. Bueno, tengo que irme. Raya... Esto, el señor Zaidi me espera para finalizar las matrículas.
A. ¡Espera! ¡Esta noche, Rosalya y yo vamos a tomar algo en el pub del campus para recordad viejos tiempos! ¿Quieres venir? + (vendrá luego)
B. (Terminar conversación) ~
Después iremos en busca de nuestra habitación, al llegar allí, conoceremos a nuestra compañera:
Yeleen: Somos más de 3000 en el campus y tenia que tocarnos juntas.
A. Irónico, ¿verdad? ~
B. De todas formas, no tenemos elección. Podemos empezar de cero, ¿no? -
• Si elegimos la A: Irónico, ¿verdad?
Yeleen: Bueno, te dejo instalarte...
A. ¿Ya has elegido tu cama? -
B. Imagino que mi lugar es en el que no están esparcidas todas tus cosas... ~
• Si elegimos la B: De todas formas, no tenemos elección. Podemos empezar de cero, ¿no?
Yeleen: Creo que no lo has entendido bien. Nadie me habla como tú lo has hecho antes.
A. Escucha, no debí interponerme. ~
B. ¿Qué te daba derecho a hablarle de esa manera a Chani? -
Tras esto la conversación continúa así:
Yeleen: ...
A. Bueno, ya que estamos en esta situación, hagamos todo lo posible por que vaya lo mejor posible... ¿Cómo te llamas? -
B. Piensa lo que quieras. Me voy a colocar en ese lado, no tenemos por qué hablar. ~
Después de matricularnos y buscar la habitación, iremos a la cafetería para informarnos sobre el puesto de trabajo. Antes de ir allí, nos habrá aparecido el conjunto del episodio.
Al llegar a la cafetería conoceremos a Hyun, que trabaja allí como camarero. Hablaremos un poco con él y nos hará algunas preguntas:
Hyun: ¿Ya has trabajado en una cafetería o en un bar?
A. ¡Sí, claro! -
B. No realmente. ¡Pero aprendo rápido! +
C. Esto... ¡Hacía la comida y ponía la mesa en mi casa! ~
Hyun: ¿Cuál es tu principal cualidad?
A. La amabilidad. ~
B. Soy muy servicial. -
C. Mi humor. +
Hyun: ¿Qué es un macchiato?
A. Imagino que un tipo de café... ~
B. Café con leche para hipsters. +
C. Chocolate con leche con trozos de avellana y una nube de leche. -
Hyun: Completa esta serie de palabras: expreso, sobremesa, sacarina, nata...
A. Café. ~
B. Taza. +
C. Sombrilla. ~
Hyun: Bueno... ¿Quieres tomar algo? No hay nadie y yo iba a tomarme un descanso.
A. ¡Sí, con mucho gusto! + (para conseguir la imagen)
B. Eres muy amable, pero lamentablemente tengo que hacer otras cosas. ~
• Si elegimos la A: ¡Sí, con mucho gusto!
Hyun: ¿Qué quieres?
A. Una limonada. ~
B. Un vodka - Red bull. -
C. Un café. +
Hyun: Dime, Sucrette, nunca te había visto antes... Y aquí nos conocemos todos. Imagino que has llegado hace poco.
A. ¡Muy bien, Sherlock! +
B. No exactamente... ~
Hyun: Viendo que la conoces, imagino que tienes ya tus lugares favoritos, amigos y un chico...
A. Bueno, tengo algunos amigos del instituto que han seguido viviendo aquí, sí. Pero he llegado esta mañana. + (conseguimos la imagen)
B. Es una pregunta algo personal... -
• Encontraremos al hada en el parque antes de volver al campus. Si no aparece a la primera, entrad y salid del parque hasta que aparezca.
• Regalo del hada: un bolso.
Al llegar a la entrada del campus nos encontraremos con Chani:
Chani: Me ha preguntado si no prefería un ataúd. Ese hombre es un auténtico cielo.
A. Por mi parte, yo habrá preferido un ataúd, puedes creerme. +
B. No te preocupes, no se comporta así solo contigo. Estaba siendo así con todo el mundo. ~
Chani: Allí estaré.
A. Voy a ver a una amiga para ir a tomar algo en el bar del campus esta noche. ¿Quieres venir? + (vendrá luego)
B. Te dejo ir a tu habitación. ¡Espero que tengas más suerte que yo! ~
Entraremos al campus para buscar al responsable administrativo e intentar negociar un cambio de habitación. Mientras le buscamos nos encontraremos con Morgan en una de las aulas:
Morgan: ...
A. Tú también pareces perdido. +
B. ¡Tengo que darme prisa, voy a perderme la reunión! Muchas gracias. ~
Encontraremos al responsable administrativo en la biblioteca, durmiendo:
A. (Despertarle sutilmente.) ~
B. (Dejarlo estar.) ~
• Si elegimos la A: (Despertarle sutilmente.)
Responsable administrativo: ...
A. ¡Era solo para recordarle que hay una reunión de bienvenida! No quería que se la perdiese. ~
B. Tenía una pregunta respecto a las habitaciones... ~
• Si elegimos la A: ¡Era solo para recordarle que hay una reunión de bienvenida! No quería que se la perdiese.
Responsable administrativo: Lo tengo en cuenta, gracias. Sabré recordarlo.
A. No hay de qué, señor. ~
B. Precisamente... Hablando del tema... ~
Nos dirigiremos al comedor donde tendremos la reunión de bienvenida. Allí estarán: Chani, Yeleen, Rayan, Miss Paltry...
Miss Paltry: ¿Alguien sabe lo que es un programa de desarrollo personal?
A. Un programa que permite aprender la metodología correcta para los exámenes finales. ~
B. Un programa que permite la interrelación respecto a las dificultades de lo rutinario y los suceso de actualidad. + (con Rayan)
C. (No responder nada.) ~
Chani: No me digas que eres insensible a ese rostro. Hasta yo he sentido un escalofrío cuando he entrado en la clase para matricularme, esta mañana.
A. No sé de qué me hablas... ~
B. Reconozco que tiene... un “algo.” ~
Al terminar la reunión saldremos al patio y allí hablaremos con Yeleen y el señor Zaidi:
Rayan: ...
A. Mi habitación me hace echar de menos mi casa. ~
B. Es simplemente el primer día de la vuelta a las clases, siempre impresiona... ~
Volveremos a nuestra habitación para cambiarnos de ropa e ir al bar. Al llegar allí no conseguiremos abrir la puerta:
A. (Empujar la puerta.) ~
B. (Esperar ayuda.) ~ (conversación extra con Melody)
Al entrar en la habitación derramaremos accidentalmente un bote de pintura en la cama de Yeleen:
A. (Voy a cambiar las sábanas de su cama con las de la mía.)
B. (Las voy a dejar así y hablaré con ella después.)
C. (Voy a hacer como si nada hubiese ocurrido.)
Iremos al bar y allí nos encontraremos con Rosalya y Alexy:
Alexy: ...
A. ¡Te he echado de menos! +
B. Si tú estás aquí... ¿¿significa que Armin también?? ~
Alexy: ...
A. Y tú, Alexy... Hay... ¿Hay alguien en tu vida? ~
B. Bueno, ¿qué me he perdido? ¡Contádmelo todo! +
Entraremos juntos al bar y allí estará Priya. Un poco más tarde se unirán Melody y/o Chani si fueron invitadas:
Rosa: ...
A. ¿De veras? ¿Mojitos? + (con Alexy)
B. ¡Perfecto! + (con Rosa)
C. Yo preferiría una cereza para empezar. + (con Priya)
...
A. ¿Qué estudias tú, Priya? +
B. ¿Así que os habéis mantenido en contacto tras mi marcha? ~
Rosa: ...
A. No, pero quizás la hayamos juzgado mal y todo irá bien. + (con Priya)
B. Espero encontrar la forma de cambiar rápidamente de compañera de habitación. ~
• Si encontramos el cartel del concierto de Castiel y no era nuestro novio:
Priya: Siempre me he preguntado si habíais tenido una historia secreta... ¡Y que nos la habríais ocultado a todo el instituto!
A. Reconozco que formaba parte de los chicos que me gustaban en el instituto. ~
B. ¡No! ¡Nunca habría ocultado algo así! ~
• Si encontramos el cartel del concierto de Castiel y era nuestro novio:
Rosa: ¿Y te parece una buena idea ir corriendo al concierto de tu ex para ver en lo que se ha convertido?
A. Pues, reconozco que tengo curiosidad por saberlo. Quizás, ni siquiera se acuerde de mí. ~
B. ¿Crees que tengo alguna oportunidad? Buen... Al menos, de hablar con él... - (con Priya)
• Si invitamos a Chani y a Melody:
Melody: Sí, como ya te he explicado, soy la asistente del Sr. Zaidi y necesitaba un espacio personal con escritorio. Así que la única opción era encontrarme una habitación para mí sola... ~
A. Sin embargo, el responsable administrativo parecía decir que no había otra solución... ~
B. Entonces, ¿alguien va a explicarme de una vez por qué Nath no participa en nuestra pequeña reunión de antiguos alumnos del Sweet Amoris? - (con Melody)
C. Priya, ¿tú también tienes una habitación en el campus? + (con Priya)
• Si solo invitamos a Melody:
Melody: Sí, como ya te he explicado, soy la asistente del Sr. Zaidi y necesitaba un espacio personal con escritorio. Así que la única opción era encontrarme una habitación para mí sola...
A. Sin embargo, el responsable administrativo parecía decir que no había otra solución... ~
B. ¿Podrías ayudarme a encontrar una habitación para mí sola? +
...
A. Entonces, ¿alguien va a explicarme de una vez por qué Nath no participa en nuestra pequeña reunión de antiguos alumnos del Sweet Amoris? - (con Melody)
B. Priya, ¿tú también tienes una habitación en el campus? + (con Priya)
• Si solo invitamos a Chani:
A. Entonces, ¿nadie sabe nada de Nath? ~
B. Priya, ¿tú también tienes una habitación? + (con Priya)
• Si no invitamos ni Chani ni a Melody:
A. (Pensar en los exámenes ha traído un rostro a mi memoria... Nathaniel.) ~
B. (Prefiero no pensar en los exámenes por el momento... Quiero saber más sobre la vida cotidiana de Priya.) + (con Priya)
Por último tendremos estas opciones:
A. ¡Esta ronda la pago yo! (coste $20) + (con Priya) (conseguimos la imagen)
B. ¡Voy por algo de beber! - (con Priya)
Finalmente nos despediremos a la salida del bar y cada uno se irá por su lado. De camino al campus, en el callejón, unos tipos comenzarán a hablarnos:
...
A. Escuchen, no quiero problemas. Déjenme volver a casa, por favor. ~
B. Si alguno de los dos se acerca, gritaré. ¡Déjenme pasar! ¡AHORA MISMO! ~
• Si elegimos la A: Escuchen, no quiero problemas. Déjenme volver a casa, por favor.
Tipo extraño: Yo en tu lugar, dejaría tranquilo ese teléfono. No necesitamos que invites a más personas. Podemos divertirnos muy bien los tres.
A. ¡Sin embargo, entre más seamos, mejor! ~
B. No es lo que estaba intentando hacer. Ahora me voy. ~
...
A. (No tengo elección, tengo que gritar. Alguien me oirá.) ~ (imagen de Nath)
B. (Le voy a dar un rodillazo donde yo me se.) ~ (imagen de Nath)
• Si elegimos la B: Si alguno de los dos se acerca, gritaré. ¡Déjenme pasar! ¡AHORA MISMO!
Tipo extraño: Pero es cierto que no todas las chicas son tan bonitas como tú...
A. Os he avisado, voy a gritar. ~ (imagen de Nath)
B. Dejadme pasar, es la última vez que os lo pido. ~ (imagen de Nath)
Termina el episodio.
TOTAL GASTADO:
PA: entre 1000 y 1200
Dólares: 88 conjunto + 20 bebidas
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