#que se jaló el guionista

[barretts-hoe]

Bueno ahora por favor métanle algún calmante al guionista de Chile que mañana nos sacude el orto con un terremoto de 500 grados Richter

[bondenargentina]

“Vivir Y Dejar Morir”: (Re) Nace una (segunda) estrella

Por Lucas Manuel Rodríguez* A principio de los 70’s muchos críticos especulaban que la saga de EON Productions había tocado fondo con el retiro de su primera figura estelar y un intento de sustituto en el medio que no se logró sostener, pero ninguno de los dos principales hacedores estaba dispuesto a oír semejante océano de toxicidad. Fue Harry Saltzman –Más que Albert ‘Cubby’ Broccoli- quien jaló de las riendas claves para garantizar el futuro de la base de su éxito.

El primer Bond británico

Era julio de 1964, antes de que Goldfinger pusiera en alza los ingresos de 007, cuando el actor inglés Roger Moore interpretaba a Simon Templar en la serie El Santo (1962-1969) y fue invitado especial para un sketch en la comedia televisiva Mainly Millicent. Allí encarnó a una versión paródica del agente secreto británico más famoso y, en ese entonces, Sean Connery protagonizaba cada año un nuevo largometraje de James Bond, por lo cual nadie se esperaba que su participación llegara a encontrar su límite. Harry Saltzman, al contrario, jamás le perdió el rastro a Moore, ya que había sido una de las primeras opciones para el rol protagónico en tres oportunidades: El Satánico Doctor No (1962), Al Servicio Secreto De Su Majestad (1969) y Los Diamantes Son Eternos (1971). En los dos primeros casos, el intérprete en cuestión tuvo que negarse por la serie ya mencionada, y en el último por ese proyecto serial junto a Tony Curtis que en Latinoamérica se lo conoció por Dos Tipos Audaces (1971-1972), con la música del mismísimo John Barry.

Así, Roger Moore fue el primer James Bond en sacarse el sombrero para la clásica secuencia del cañón en la apertura de la muy anticipada adaptación de la novela de Ian Fleming: Vivir Y Dejar Morir. Acompañado por la canción principal compuesta por sus amigos Paul y Linda McCartney y su banda Wings –La distribuidora United Artists había cosechado públicos amplios con las películas de los Beatles anteriormente-, Moore fue partícipe de la primera vez que 007 no aparece en escena de ninguna forma antes de los créditos iniciales. De hecho, se presentó en pantalla con absoluta naturalidad, como si siempre hubiera sido Bond, acostado en la cama de su habitación personal con la actriz Madeline Smith, quien venía de ser su compañera en la serie de la dupla Curtis/Moore. Y, como en las anteriores dos entregas dirigidas por Guy Hamilton, las locaciones tomarían lugar más en Estados Unidos que en Inglaterra, bien lejos de la tierra natal del nuevo actor, que pese a su apariencia facial, era tres años mayor que Connery.

“… Y la oscuridad te tocará a ti”

Nueva York es la primera ciudad de turno, específicamente Harlem, lugar en el cual nos terminan de dejar en claro que todo hombre de piel negra tiene potencial de ser antagonista -con la excepción de Harry Strutter, el asistente de la CIA, y Quarrel junior, quien en la obra literaria no es hijo de nadie puesto que los eventos sucedidos en el libro Dr. No (1958) son posteriores a los de Live And Let Die (1954)-. Los villanos más centrados son dos, como casi siempre. Por un lado, tenemos al Doctor Kananga, un Primer Ministro del Caribe que dispone de un extenso campo de amapolas y se dedica al tráfico de heroína, bajo el sello de la cadena de restaurantes ‘Filete del Alma’ (‘Fillet of Soul’) como distribuidora y mayorista, con el motivo de brindar muestras gratis a sus compradores y derrocar a las familias de mafia competidoras; por el otro, está su mano derecha, el matón Tee-Hee Johnson (Julius Harris), quien irónicamente tiene una prótesis metálica que suplanta a su brazo derecho, y un garfio en vez de mano.

Como curiosidad, resulta que, para la secuencia en la cual nos muestran cómo los científicos de Kananga manufacturan los químicos en drogas, Bond iba a ser maniatado en una planta compactadora de cafeína para que, en palabras del guionista Tom Mankiewicz, “lo molieran en un molinillo de café”. En cambio, mientras los miembros del equipo de Hamilton buscaban exteriores para filmar en Jamaica, descubrieron la granja de cocodrilos de Ross Kananga al ver una cerca con un aviso que señalaba “los intrusos serán devorados”. Los granos de café fueron sustituidos por los lomos de los cocodrilos, Bond tuvo que pisotearlos, el mismo Kananga hizo del doble de piernas para Moore –pisó a tres y en la quinta toma casi pierde un pie-, los cocodrilos se convirtieron en los causantes de la ortopedia de Tee-Hee, el villano se apropió del apellido de este verídico domador de animales –de piel blanca, a diferencia del personaje ficticio–, y el cartel original que inició todo salió en pantalla.

Virginidad y torpeza

Mucho antes de ser la Doctora Quinn y la esposa infiel de Christopher Walken en Los Rompebodas (2005), una joven Jane Seymour interpretaría a la tarotista Miss Solitaire, el interés romántico de un James Bond que la superaba por más de veinte años de edad. El guionista buscaba un perfil como el de Diana Ross para el papel, pero los productores se rehusaron al ver a Seymour en el elenco de la serie The Onedin Line (1971-1980), Harry Saltzman en particular, otra vez. Sobre la protagonista en sí no hay mucho por resaltar, es una buena colega para 007 aunque poco activa, salvo para tener sus primeras experiencias sexuales con él y ayudarlo cada tanto con sus habilidades en clarividencia. Más sentimiento de culpa dan las declaraciones de la actriz sobre su audición: “Harry me dijo ‘Sacate el abrigo’, ‘sacate el gorro’, y me contrató al verme el pelo”. En resumen, fue contratada únicamente por su aspecto físico, pero Seymour –quien eventualmente devino una personalidad excepcional frente a cámaras- por su parte solo habla bien de su participación en Bond.  

Muy diferente es la situación con Gloria Hendry. Ella interpretó a la primera chica Bond Afroamericana como la doble agente Rosie Carver: inepta para traicionar, insulsa para la trama, y la culpa es enteramente del guión o de quien haya decidido modificar sus escenas, en caso de haber sucedido. Hendry hizo lo que pudo, pero si removemos su personaje de la película hasta tenemos una mejor historia, y esto jamás debe suceder en las ficciones.

Amigos de la familia

Por el banco de los que dieron el presente, y en medio de una persecución de lanchas en las aguas de Louisiana, nos presentan al sheriff J.W. Pepper (Clifton James), un alivio cómico que representa la versión norteamericana más hiperbólica y xenófoba ante el Segundo Temor Rojo propio de los años de la Guerra Fría. Pepper volvió para la secuela de esta película, y hasta ahí llegó su participación en la saga. En paralelo, exceptuando las entregas de Pierce Brosnan, por lo general si está presente la CIA es porque hay un Felix Leiter detrás. David Hedison no sólo es la quinta persona en interpretar al amigo de Bond, fue también el primero en repetir el rol, al recibir la era de Roger Moore en esta oportunidad y al despedir la de Timothy Dalton en Licencia Para Matar (1989). Hedison, inicialmente amigo de Moore, entabló muy buena relación con el productor Cubby Broccoli, quien le devolvió su papel para la película en la cual se reincorporó una subtrama de vendetta personal que había sido omitida del guión cinematográfico de Vivir Y Dejar Morir.

Respecto a los ausentes, también hay dos. Esta es la primera vez que el Q de Desmond Llewelyn no figura en el elenco –desde su primera aparición en De Rusia Con Amor (1963)-, y sólo hace presencia con un reloj magnético fabricado por él que es entregado a Bond por M y Moneypenny cuando lo visitan a su casa. La otra ausencia es la famosa Walther PPK, que es reemplazada por una Magnum.44 durante el último tercio del film.

Amague de continuidad y legado

Todo el trasfondo de magia y Vudú viene directamente de la novela por las experiencias que el mismo Fleming tuvo para y con estas actividades de cultos. En el largometraje esto se materializa con la presencia del Barón Samedi (Geoffrey Holder) –llamado así por la auténtica complexión del espíritu de los muertos del Vudú haitiano- que le brinda protección esotérica a Kananga al amenazar ritualmente a sus rivales. Hubo un intento de recuperar a Samedi en secuelas, pero las ideas nunca tomaron forma.

Esta película tuvo su estreno argentino en julio de 1973, muy cerca de estar en simultáneo con los de Estados Unidos y Gran Bretaña, y con un presupuesto modesto –considerando el de las superproducciones hollywoodenses de la época- de siete millones de dólares, recaudó mundialmente más de 161. Al igual que su referente literario, tiende a ser acusada de cristalizar elementos misóginos y racistas. Pero como suele ocurrir en el ‘fandom’ de Bond, siempre surge alguna personalidad respetada que encuentra valor en donde la mayoría se inclina por el disgusto absoluto; tal es el caso de director Sam Mendes, quien en más de una oportunidad mencionó que no puede evitar considerarla su 007 favorita, y esto se expresa claramente en su obra con la representación del Día de los Muertos en SPECTRE (2015), elaborada con muchas reminiscencias al gag del funeral de Jazz en la Nueva Orleans de Vivir Y Dejar Morir.

.

Ficha Técnica: Título original: Live And Let Die. Año: 1973. Duración: 121 min. País: Reino Unido. Dirección: Guy Hamilton. Guion: Tom Mankiewicz. Música: George Martin. Fotografía: Ted Moore, Oswald Morris. Edición: Bert Bates, Raymond Poulton, John Shirley. Reparto: Roger Moore, Yaphet Kotto, Jane Seymour, Julius Harris, Geoffrey Holder, David Hedison, Lon Satton, Roy Stewart, Clifton James, Gloria Hendry, Lois Maxwell, Bernard Lee. Productora: Eon Productions. Distribución: United Artists. Productores: Albert R. Broccoli, Harry Saltzman. – Datos de producción extraídos del material extra y los audiocomentarios del Blu-ray editado en 2012.  – *Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Quilmes. E-mail: lucasmanuel9894@gmail.com.