#qué quieren que diga si ni soy el titular.
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manaosdeuwu · 2 years ago
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I haaaaate this job I hate ittttt I hope everyone dies
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somc · 3 months ago
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CLARICE LISPECTOR - «DIES IRAE»
(Crónica publicada el 14 de octubre de 1967 en "Jornal do Brasil" y recuperada para "revelación de un mundo")
Amanecí con cólera. No, no, el mundo no me agrada. La mayoría de las personas están muertas y no lo saben, o están vivas con charlatanismo. Y el amor, en vez de darse, se exige. Y quienes nos quieren desean que seamos eso que ellos necesitan. Mentir da remordimiento. Y no mentir es un don que el mundo no merece. Y ni siquiera puedo hacer lo que una niña semiparalítica hizo como venganza: romper un jarrón. No soy semiparalítica. Aunque algo me diga que somos todos semiparalíticos. Y se muere, sin siquiera una explicación. Y tener empleadas, llamémoslas de una vez criadas, es una ofensa a la humanidad. Y tener la obligación de ser lo que califica como de buena presencia me irrita. ¿Por qué no puedo andar en harapos, como los hombres que a veces veo en la calle con barba hasta el pecho y una Biblia en la mano, esos dioses que hicieron de la locura un modo de entender? ¿Y por qué, sólo porque escribí, piensan que tengo que seguir escribiendo? Les avisé a mis hijos que amanecí con cólera, y que no me llamasen. Pero yo quiero telefonear. Querría hacer algo definitivo que reventase junto con el tendón tenso que sostiene mi corazón.
¿Y los que desisten? Conozco a una mujer que desistió. Y vive razonablemente bien: el sistema que se armó para vivir es mantenerse ocupada. Ninguna ocupación le agrada. Nada de lo que hice me agrada. Y lo que hice con amor se hizo trizas. Ni amar yo sabía, ni amar yo sabía. E inventaron el Día de los Analfabetos. Sólo leí el titular, me negué a leer el texto. Me niego a leer el texto del mundo, los titulares me hacen montar en cólera. Se conmemora mucho. Se guerrea todo el tiempo. Todo un mundo de semiparalíticos. Y se espera inútilmente el milagro. Y quien no espera el milagro está todavía peor, aún más jarrones necesitaría romper. Y las iglesias están llenas de quienes temen la cólera de Dios. Y de quienes piden la gracia, que sería lo contrario de la cólera.
No, no tengo pena de los que mueren de hambre. La ira es lo que me domina. Y me parece correcto robar para comer. —Acabo de ser interrumpida por el llamado telefónico de una muchacha llamada Teresa que se puso muy contenta de que me acordara de ella. Me acuerdo: era una desconocida, que un día apareció en el hospital, durante los casi tres meses que pasé tras salvarme del incendio. Ella se había sentado, se había quedado un poco callada, había hablado poco. Después se había retirado. Y ahora me telefoneó para ser franca: que no escriba en el diario ninguna crónica ni nada parecido. Que ella y muchos quieren que sea yo misma, incluso con remuneración para ello. Que muchos tienen acceso a mis libros y me quieren como soy en el diario. Dije que sí, en parte porque también me gustaría que así fuera, en parte para mostrarle a Teresa, que no me parece semiparalítica, que todavía se puede decir sí.
Sí, Dios mío. Que se pueda decir sí. Pero en ese mismo momento algo extraño sucedió. Estoy escribiendo de mañana y el tiempo de pronto se oscureció de tal modo que fue necesario encender las luces. Y hubo otro llamado telefónico: de una amiga preguntándome espantada si aquí también había oscurecido. Sí, aquí es noche oscura a las diez de la mañana. Es la ira de Dios. Y si esa oscuridad se transforma en lluvia, que vuelva el diluvio, pero sin el arca, nosotros que no supimos hacer un mundo donde vivir y no sabemos en nuestra parálisis cómo vivir. Porque si no vuelve el diluvio, volverán Sodoma y Gomorra, que era la solución. ¿Por qué dejar entrar en el arca un par de cada especie? Por lo menos el par humano no ha dado sino hijos, pero no otra vida, aquella que, al no existir, me hizo amanecer con cólera.
Teresa, cuando tú me visitaste en el hospital, me viste toda vendada e inmovilizada. Hoy me verías más inmovilizada todavía. Hoy soy la paralítica y la muda. Y si intento hablar, sale un rugido de tristeza. Entonces, ¿no es solamente cólera? No, es tristeza también.
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aarteriass · 8 years ago
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El León
‘’Hola a todos, yo soy el león, rugió la bestia en medio de Los Aromos’’. Maldonado-Montevideo, 130 kilómetros de pasión y pundonor, en sus venas fluyen. Cada pelota, como cada oportunidad final de juego. Dejar para otra vuelta, el sudor de su piel, jamás estuvo en su mente. Allá viene él, con 18 años, con el 10 en la camiseta, pero con el 5 en su espalda que trepa sus hombros, copa su corazón y abraza su cuerpo fernandino.
Tu nombre y apellido, hacían juego con algún trabalenguas jamás escuchado. Pero como carta de presentación resultaste intrigante. Escondías una mística de doble NN, y un nombre que se entona como un cantito. Muchos no sabemos cuál es la forma de pronunciarte, pero todos conocimos el sinónimo de tu cédula: “huevos’’. “Bien Nahitan!’’ empecé a gritar más seguido en la tribuna, más que cualquier otra cosa.
Para certificar que no estuviese trepado en nubes de delirios incomprendidos, mi razón se recuesta en el hombro de mi viejo. El canoso de al lado, te amó antes de verte titular, te pidió para la selección mayor, cuando ‘’estás loco’’, respondían con fervor, y te sigue pidiendo como Nahitan + 10 en no importa que equipo. Es más, traigan los 5 que traigan, él pone las manos en el fuego por vos. Yo también.
Nahitan, te frustraron tu pase. Hoy estoy un poco triste por un jugador de fútbol. Ese pensamiento va contra camino, de la escisión que siempre pregono entre ustedes y nosotros. Pero vos no, loco, vos sos un caso especial. De lateral, volante por afuera, doble 5 o 5 solo. Te vi hasta de último hombre en jugadas increíbles. Te vi en todas las partes de la cancha, como nosotros seguimos a nuestro club a todas las canchas.
“Una especie de simbiosis’’ colgado en la Damiani, estuvo el otro día. Me dispara y se cuelga entre mi corazón y el tuyo. Entre el corazón de todos nosotros y el tuyo. Hoy parece un poco desatado. Un par de representantes, Europa, dirigentes, y vaya a saber qué mano negra más, tironean queriendo robar esa bandera que nos une. Sé que tu lado esta difícil de volver atar. Pero no sé, hay algo allá abajo, en mi alma, que susurra una certeza, sin certezas.
Siento, en lo profundo de mi ser, que tu renacer, viene de la mano con nuestra primavera. Que florecerás una vez más. Como cuando Fossati te dejaba afuera, porque no llegabas a los 30. O como cuando Pablo te ‘cuidaba’ para la selección. O porque no, cuando te pusieron de cualquier posición, habiendo hecho más que méritos, para tener un lugar fijo donde vos eligieras jugar. Es más, te relegaron un sub-capitanato que te sentaba a la perfección a vos, y a nadie más.
Últimamente, flota en el aire, un mal que suele pasarle a los que siempre rinden de correcto a bien. A esos que la costumbre de verlos brillar, hace que olvidemos el esfuerzo de su brillo. Me acostumbre, nos acostumbramos, a verte regar el campo de juego con tu sangre, tan igual a la nuestra. Ciertas personas potenciaron errores en tus pases, comunes en tantos otros jugadores, como un defecto imperdonable en vos. Que risa me da; buscarles el pelo al huevo a buenos jugadores, me suena a una herramienta hermosa de reconocer, sin reconocer, lo grande que sos.
Un par de rojas y planchazos regalaste. No tengo ni la más puta idea, si con buena o mala intención. Pero qué querés que te diga, ¿amigo?, siempre dando más, y no dejando resto para otro partido. Siempre pasado de revoluciones por este amor que compartimos. Y no cuidándote por un pase al exterior, un partido de selección, o la asfixia en tu corazón.  ¿Cómo no te voy  a perdonar expulsiones, si yo estoy a mil por hora como vos, pero en la tribuna? Que hermosa revolución.
Hoy tu cielo está gris, como tantas otras veces. Un lingote de oro, que no dejan brillar. Un lingote de oro, que se bancó que le pusieran arriba, monedas de bronce y plata. Un lingote de oro, que otra vez, lo quieren tumbar. Pero yo sé que vos, en silencio, con tu temperamento a flor de piel, vas a ir paso a paso; como el león rugiendo en medio de la avenida. Vos sos el rey de un mundo perdido. Yo tengo claro que vas a destrozar en la cancha –una vez más– a todos los cómplices de tu apetito. Una vez más, el gran Nahitan Nández, a plena luz de día, veremos brillar. Una vez más, sé que te veré desde la tribuna y me gritaré a mí mismo: ‘’Hola a todos, yo soy el león!’’. Como una complicidad en silencio. Como un anhelo de ser como vos pero en la tribuna. Como un anhelo de que tu rock and roll en la cancha, sea el rock and roll para mi vida.
Gracias Nahitan Nández
Te veremos volver, y nos arrodillaremos ante vos. [Arterias] (Foto: Mariano Alvez)
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