#poco a poco va soltándose
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le sonríe a leaf cuando logra a verlo entre la gente y luego mirada vuelve a su hija y camino que tienen por delante, buscando que menor no se lastime con pequeña independencia adquirida. la llena de orgullo que de a poco vaya soltándose más, incluso si eso también significa peores peligros. no enfrenta a prince cuando éste habla, tan solo se limita a asentir ; no sabe qué decir que no la haga ver como una desesperada, pero también le causa bastante inseguridad que pasen los días y el tema siga siendo el elefante en la habitación. 'no, nada...' empieza, pero no es cierto en absoluto. piensa en infinidad de cosas a la vez, y así ha sido todos esos días desde que compartieron una cita: qué significó para él lo que pasó esa noche, qué significó para ella, qué va a pasar ahora, si va a arruinar lo que tienen... pasos se vuelven más espaciados casi sin darse cuenta, como si no quisiera reunirse con leaf todavía. y es porque elle sí puede comprender un poco más la conversación, lo que no sucede con snooki. ella goza un par de años más de inocencia. ahora sí lo ve la cara, pero no hace que nervios disminuyan. abre la boca para hablar, pero se acobarda a último minuto. 'no, nada — olvídalo'
no logra contener risotada cuando pregunta llega a sus oídos, y no se anima a responder sinceramente. “—— yo no tengo la culpa de que sea exitosa y esté en las playlists genéricas de spotify,” pero ambos saben que prince pone una hecha por él, así que colorado está ahí por decisión propia. ante la mención de carmela, menea la cabeza en negación y se guarda comentario; en caso de que carmela aparezca detrás de ellos y de pronto lo desmaye de un golpe en la nuca. sonríe tan pronto como acceden, y sonrisa es adoptada por rosáceos al ver a la pequeña echándose a andar. dios, cómo extrañaba eso. camina a lado de menor y saluda a lo lejos a leaf cuando este logra divisarlos desde su lugar. “sí,” responde, medio inseguro, porque percibe tono extraño en contraria. no es que lo encasille como negativo, pero de repente le entra el miedo. ¿y si lo considera un enganchado por buscarla un poquito más de lo normal, luego de lo sucedido? intercala mirada entre pequeña y ex novia, como que le apena que snooki tenga que presenciar actuación de adolescentes, incluso si es tan pequeña que no lo entiende. hace una pausa, pero aprovecha que aún quedan un par de estos y pasos son lentos, para soltar pregunta: “—— ¿por qué? ¿en que piensas?”
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Muzan Kibutsuji x male
•Advertencia: omegaverse
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En el mundo existen tres grupos; los alfas, conocidos por ser el grupo dominante, los más fuertes entre otras cosas, luego vienen los betas, personas comunes por así decirlo, y finalmente los omegas, el último eslabón de las jerarquías, generalmente maltratados por el grupo dominante, eran considerados personas débiles, sumisas y que solo debían complacer a sus esposos, así era antes, en la actualidad muchas familias habían cambiado su forma de pensar, al menos la gran mayoría, _____ es un omega que viene de una familia un tanto disfuncional, hijo de dos alfas, Ryu, el papá que puso la semilla en su nacimiento, fue criado a la antigua, mientras que Takeshi, quien lo llevó en su vientre, fue criado de manera liberal, eso logró que hubieras ciertos problemas al momento de criar a su hijo, por un lado le enseñaban a mantener feliz a su futuro esposo y por el otro le enseñaban a ser independiente, eso sin duda sólo confundía al menor, el niño terminó siendo una persona muy dulce, por algún milagro, ya que sus padres generalmente se comunicaban con gritos, ellos lo habían sobreprotegido desde que era un niño, por eso no supieron en que momento su hijo ya se encontraba casado con muzan kibutsuji, no pudieron evitar eso, lo dejaron ser libre, hace dos años que su pequeño se había marchado a vivir su matrimonio feliz.
El matrimonio Kibutsuji se encontraba esperando los resultados, necesitaban confirmar, o negar, sus sospechas
____: puedes dejar de dar vueltas?, me estás...-no termino la oración ya que tuvo que salir corriendo al baño, el de ojos rojos tomó la prueba de embarazo, podía ver claramente dos rayitas, iba a ser papá, iba a ser papá!! Muzan: voy a ser padre, _____ vamos a ser padres!-le gritó a su pareja quien se encontraba saliendo del baño ____: estas feliz por eso?-preguntó abrazando el torso de su pareja Muzan: por su puesto, es un hijo mío y de mi bello esposo-dijo sin apartarse, iba a tener una familia.
~•~
Muzan nunca espero ver a su esposo tan cambiante, en sus estados de ánimo, de un momento se encontraba feliz, repentinamente estaba enojado y si el respondía se ponía a llorar y se iba a su nido, por que ya tenía un nido para su familia, solo que muzan no era bienvenido cuando su esposo se enojaba con él. Como en estos momentos.
____: muzan!!, quiero fresas con chocolate, si?-dijo mirando a su pareja quien lo abrazó contra su cuerpo Muzan: no, ya comiste muchas, te va a hacer daño-dijo serio, digamos que su esposo tenía muchos antojos, algunos los cumplían y otros no ____: si tu no me traes fresas con crema yo voy a buscarlas-dijo levantándose con un poco de esfuerzo, después de todo una panza de siete meses no era muy fácil de manejar, pero todo su esfuerzo fue en vano cuando su esposo lo sentó en su regazo Muzan: ya no vas a comer más frases con crema el día de hoy-gran error fue decirle eso, el omega comenzó a llorar ____: es porque voy a engordar, y tu ya no me quieres-dijo soltándose del agarre de su esposo para después ir a su habitación donde fue a refugiarse en su nido, muzan lo dejó que estuviera solo unos minutos para después subir, cuando llegó pudo ver a su esposo acostado en su nido, pero aún despierto Muzan: ya estás más tranquilo-preguntó pidiendo permiso para acercarse al nido, después de todo los omegas son muy territoriales cuando hablamos de sus nidos y sus cachorros ____: lamento lo que pasó, es que no se que me ocurre-dijo tomándole la mano a su esposo dejándolo entrar a su nido, ambos estaban acostados Muzan: lo entiendo, pero tenemos que cuidar al bebé, no falta mucho para que nazca-dijo acariciando el vientre de su esposo, seguían feliz por ser una familia, eso no iba a cambiar.
Muzan sabía que tenía que terminar de una vez por todas con los cazadores de demonios, si ellos ganaban estos iban a ir detrás de su familia, no dejarían a un medio demonio suelto por el mundo, por esa razón, aún a pocos días de el parto de su esposo decido dar fin a todo esto, todos se encontraban listos para terminar con esto, así comenzó la guerra entre los demonios y cazadores de demonios.
~•~
Habían ganado, después de tanto esfuerzo los cazadores de demonios habían caído, el sol estaba empezando a salir por lo que era momento de que todos se retirarán, mientras se encontraban de regreso a su hogar el demonio encargado de su espolones acerco a él, antes de que pudiera hacerle algo por no estar cuidando a su esposo este le informo que su esposo había entrado en labor de parto, eso hizo que se apresurara.
Llego unas horas después, al llegar le dijeron que su hijo ya había nacido, era un niño, después de todo su hijo era medio demonio, sabía que no iba a ser normal su parto, al parecer había sido más rápido de lo esperado, lo dejaron pasar a ver a su esposo quien tenía a su bebé en brazos
____: muzan, me alegra que estés bien-dijo besando a su esposo-mira a nuestro pequeño-dijo destapando el rostro de su bebé
Muzan: es muy lindo, igual que su mamá, ya no tenemos que preocuparnos por los cazadores de demonios, todo es nuestro ahora-dijo cargando en brazos a su hijo
____: tenemos que decirle a mis padres que ya nació su nieto-dijo mirando a su esposo con su hijo en brazos
Muzan: se los diremos cuando estés recuperado, por ahora podemos estar en familia, los amo a ambos-dijo dándole un beso a su hijo en la frente a su esposo en los labios.
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La noche era tibia, parecía que primavera comenzaba a hacer de las suyas, y Mio se encontraba sobre el techo de su casa mirando todo y nada, sin saber que hacer hasta que una llamada entro, de inmediato supo de quién se trataba, pues el tono era distinto y un "Shun" con un corazón se marcaba sobre la pantalla.
Rápidamente contesto y una suave voz llamo del otro lado de la línea "Mio, hice galletas en microondas" a lo que intentando aguantar la risa dijo "¿Me vas a dar?" Una afirmación sonó y la llamada termino. Mio bajo del techo y salió de su hogar en dirección a casa su Shun.
Tardo unos minutos en llegar y como de costumbre tenía llave de la vivienda, así que sin permiso entro, un olor a mantequilla, vainilla y algo que se quemó entro de primer momento, a lo que solo sonrió, camino un poco más y se encontró con la dueña de aquellas galletas, como pocas veces lo hacía se lanzo hacia ella abrazándola, los brazos de la chica rodearon su cuello, soltándose poco tiempo después, "Te quedaron bonitas" mencionó Mio como lo hacía de costumbre, pero hoy las galletas resultaban verse más apetitosas de lo usual; tomo un plato de la repisa y lo puso sobre la isla de la cocina esperando a que esté fuera lleno de galletas a lo que solo recibió un "Sirvete tú" de respuesta.
Así lo hizo, él mismo se sirvió las galletas y las degustó, le habían quedado deliciosas aunque no lo diría por nomás "Se te quemaron, Shun" mientras dejaba su plato sobre el lavabo. Tomo aire y se acercó a ella dejando un beso sobre su frente, y juro que por unos instantes ella entre cerro sus ojos; "¡Que te pasa, locote!" "Nada. Vamos a ver euphoria" y sin muchas explicaciones de por medio fueron a mirar la serie; haciendo comentarios nada que ver con lo que miraban, hasta que Shun callo dormida sobre el hombro de Mio, y él por su parte con la cabeza sobre el respaldo, sin saberlo se encontraba en lo que podría llamar su hogar, con quién sin saberlo lo complementaba, y seguramente a la mañana siguiente ambos serían despertados por la hermana menor de Shun, pero no le importaba, solo quería permanecer ahí mucho tiempo más.
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Ship meme - Alina&Nikolai
Who is the little spoon? Alina, aunque en general suelen dormir más bien abrazados que en plan cucharita
Who sings in the shower? Los dos, sí o sí jajaja Compiten por quién canta más fuerte
Who plays pranks on the other? Inicialmente era Nikolai, porque DUH. Pero de a poco Alina fue soltándose más y aprendiendo del maestro, y ahora es básicamente una sana competencia
Who is the one who listens to pop music? Alina “fan #1 de Olivia Rodrigo” Starkov
Who brings the other a random cup of joe? Probablemente Alina le lleva tazas de café a Nikolai cuando está full en modo inventor.
Who picks the cheesy movies for date night? Alina. Ni siquiera es como que le gusten todas, pero siempre la hacen reír.
Who is more likely to feed the other in public? Nikolai. Alina probablemente quedo #SHOCKED cuando lo hizo por primera vez porque no estaba acostumbrada a tantas demostraciones de cariño en público *inserte Zoya atrás poniendo los ojos en blanco y Genya tratando de no chillar en modo shipper*
Who gives the other random little compliments? Como en muchas otras cosas, Nikolai lo hacía desde un principio al ser más extrovertido y desenvuelto, pero con el tiempo, Alina también va agarrando confianza. Y básicamente terminan siendo esos idiotas enamorados que se dicen cosas lindas todo el tiempo y sus amigos están detrás like “Please stop”.
Who is always stealing food from the other’s plate? Nikolai, el zorro-demasiado-astuto, en plan “MIRA UN PERRO VOLADOR” *se roba medio postre*
Who is more likely to let the other borrow their car? Nikolai, porque Alina probablemente no tiene auto.
Who makes the list before they go grocery shopping? Alina (en contexto Modern AU, porque en el grishaverse son monarcas, los monarcas no van al mercado)
Who makes sure the other takes their meds when sick? Tolya xD
Who watches sports and has to teach the other the rules? Nikolai le explica las reglas a Alina todas las veces que ella pregunte (que son muchas porque tiene poca capacidad de retención)
Who pulls the other to their feet for a dance in the living room? Alina siempre. Se entusiasma muy fácil con la música y siempre lo hace. Y Nikolai siempre le sigue el juego con los heart eyes más grandes del universo.
Who has to keep reminding the other to hurry or they’ll be late? No creo que ninguno de los dos sea de llegar particularmente tarde porque tienen medio insertado el chip de la puntualidad del ejército.
Who is the one most likely to get a tattoo with the other’s name? Dudo que alguno de ellos haría algo tan básico, especialmente Alina, que es tan artista. Pero si es muy posible que ella se tatúe un zorro y Nikolai un sol
@p3ach3snplums
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Lie (Adaptación a Teatro)
Hola!! Por mi Instagram les comenté que estaba trabajando en algo muy cool y por eso no habían actualizaciones, pues aquí está ese algo.
Hace un tiempo escribí un cuento llamado Lie (Si no lo has leído, hazlo, está aquí en mi blog) inspirada en la canción de Jimin de BTS, y esta vez decidí a adaptarlo a un guion de teatro. Espero les guste!!
TW!! En la obra se tratan temas como el asesinato y el suicidio, así que les recomiendo que si son sensibles hacia estos temas consideren mucho el leerla. No se preocupen, no me molesto.
MINJOON:Tiene aproximadamente 18 años de edad. Complexión delgada y tez pálida.
JUNSEO:Amigo al que MinJoon mata. Aproximadamente la misma edad que el primero. Lleva su uniforme escolar que consiste en un pantalón, camisa, chaleco y saco.
HARU:Compañera de clase de MinJoon y JunSeo. Chica de complexión y altura promedio, cabello largo y suelto. Porta uniforme escolar de falda, camisa, chaleco y saco.
SR. CHA:Profesor de la clase, tiene alrededor de los 30- 40 años.
OFICIAL:Hombre o mujer, no importa género, portando uniforme de policía.
Acto I
Cuadro I
Escena I
La escena transcurre con un ciclorama completamente blanco, luz blanca ilumina todo el foro. A centro centro (Cuadro 5 del escenario) se encuentra una camilla con sábanas blancas y dónde MinJoon está recostado, lleva puesto unos pantalones negros, camisa blanca estilo de hospital y zapatos negros estilo Oxford.
MinJoon abre lentamente los ojos cubriendo la luz con la mano derecha cómo si esta le molestara. Se levanta quedando sentado en la camilla y observa desorientado. Estira una mano como si intentara tocar algo en el aire, posteriormente procede a tocar su rostro con ambas manos. Se levanta de la camilla y camina a proscenio; asustado voltea a su al redor tratando de descifrar en dónde se encontraba.
MINJOON: - ¿Qué? ¿Qué estoy haciendo aquí?
La intensidad de la luz se reduce levemente y se escuchan voces en off.
VOZ 1: - No puedo creer que él haya sido capaz de hacer esto…
MINJOON: - (confundido y diciendo para sí) ¿Hacer qué? ¿Quién eres?
VOZ 2: - De verdad tenía problemas
VOZ 3: - Estaba completamente loco
Las voces poco a poco se van incrementando generando un murmullo constante que no para. MinJoon gira a su alrededor tratando de buscar la fuente de éstas cubriendo ambas orejas con las manos, experimentando dolor y desesperación al escucharlas.
MINJOON: - (Desesperado y casi gritando) No… ¡Ya cállense! – (Para sí mismo) Necesito salir de aquí
MinJoon trata de correr para salir del escenario, pero una gran fuerza lo vuelve a arrastrar al centro centro (Cuadro 5 del escenario).
MINJOON: - (con la voz quebrada y empezando a caer en desesperación. Un ataque de ansiedad está comenzando en el personaje) Yo, Yo no estoy loco. (Se coloca ambas manos sobre los oídos nuevamente y lágrimas empiezan a recorrer sus mejillas) – No estoy loco, no estoy loco (lentamente comienza a recostarse en el piso quedando en posición fetal). – Ellos no saben lo que dicen. Nadie sabe lo que está diciendo.
MinJoon comienza a tener escalofríos, mientras sigue llorando y quejidos de dolor se escapan. Los murmullos aumentan su intensidad y volumen.
Después de unos momentos, la luz regresa a su intensidad inicial.
MINJOON: - Eso debe ser… (Para sí mismo mientras comienza a recomponerse y levantarse quedando ahora sobre sus rodillas. Los temblores continúan) – Si yo puedo escucharlos ellos han de oírme…
MINJOON: - (Poniéndose de pie y levantando levemente la voz) – Ayuda… ¿Hay alguien?
Se mantiene el silencio unos instantes.
MINJOON: - ¿Por favor?
La respiración de MinJoon comienza a hacerse más pesada.
MINJOON: - (Desesperado y comenzando a gritar) - ¡Auxilio! ¡Sáquenme de aquí!
Otra vez lo único que hay es silencio. MinJoon comienza a caminar de lado a lado hiperventilando, llevando sus manos a su cabeza y tirando de sus cabellos.
MINJOON: (Nuevamente con pánico y llorando diciéndose a sí mismo) – No, no, no me pueden estar torturando de esta manera.
MINJOON: (Gritando)- ¡Por favor! ¡Qué alguien me saque de aquí! ¡Ayúdenme, solo quiero escapar!
Las luces comienzan a parpadear, mientras MinJoon se lleva ambas manos a la cabeza y gritando de dolor. Cae al piso de rodillas y se inclina hacia al frente sin mover las manos de lugar. Las luces del foro se apagan completamente quedando a oscuras.
Cuadro II
Escena II
MinJoon se encuentra en la misma posición en la que termino la escena anterior. La camilla ya no se encuentra en el foro.
JunSeo entra al foro a paso rápido y con su mochila al hombro para poder encontrarse con MinJoon.
JUNSEO: - (Alegre) ¡Hey Min!
MINJOON: - (Percatándose de la presencia de su amigo y levantándose) ¿JunSeo? (Para sí mismo) ¿Cómo llegué aquí?
JUNSEO: - (Rodeando con un brazo los hombros de MinJoon) Amigo, tengo algo que contarte (Sonriendo y volteándolo a ver). - ¿Recuerdas a Haru?
Ambos chicos comienzan a caminar lentamente por el escenario.
MINJOON: - (Aún consternado) Claro… Va en nuestra clase.
JUNSEO: - Exactamente, últimamente he hablado bastante con ella. Resulta ser una chica bastante linda y agradable.
MINJOON: - (Bajando la vista hacia el suelo y soltando una pequeña sonrisa) Si… Es una chica muy linda.
JUNSEO: (Emocionado)¡Exactamente! Y adivina qué, le he preguntado si le gustaría salir un día de éstos conmigo…
MINJOON: - (Deteniéndose bruscamente e interrumpiendo a su amigo en el cuadro 1 del escenario) ¿Qué? ¿Te gusta Haru?
JUNSEO: - Wow, gustar es una palabra un poco… (Volteando a ver ligeramente hacia arriba pensativo)romántico. Digamos que la quiero conocer un poco más.
MINJOON: - ¿A qué te refieres con “conocer un poco más”?
JUNSEO: - (Pícaro) Pues ya sabes, averiguar de que está hecha la chica.
MINJOON: - Honestamente no creo que sea una buena idea JunSeo.
JUNSEO: - A ver chico (simulando comillas con los dedos) “hago lo correcto”, es algo inofensivo, además, ¿Por qué te preocuparías por ella?
MINJOON: - (Empezando a enojarse) Tal vez porque es una buena chica y no se merece que la utilices como un juguete.
JUNSEO: - (Riéndose y de manera sínica, elevando la voz) Por favor MinJoon, ¿desde cuándo tú te preocupas por lo que yo haga? ¿Acaso no recuerdas lo que tú mismo has hecho?
MINJOON: - ¿Qué dices? (Enojado y también elevando la voz) – En ningún momento he sido tan poco hombre como tú.
MinJoon trata de irse, pero JunSeo lo detiene tomándolo del hombro y volteándolo bruscamente.
JUNSEO: - ¿Acaso necesitas que te lo recuerde?
MINJOON: - Déjame en paz.
JunSeo suelta algunas carcajadas sacando su celular de su bolsillo.
JUNSEO: - (Extendiendo su brazo y colocando la pantalla en frente de MinJoon) Tengo cada una de las fotos y el video que tomaste aquella noche, junto con todos los documentos de tu pequeño negocio. Simplemente apretando un botón y todo el mundo se entera.
MinJoon simplemente lo observa molesto tratando de contenerse.
JUNSEO: - ¿Ahora sí te acuerdas?
MINJOON: - Ese no era yo.
JUNSEO: - ¿Ah no? ¿De quién es ese rostro entonces?
MinJoon suelta un suspiro y se da la vuelta para irse nuevamente, pero JunSeo lo toma del brazo regresándolo una vez más.
MINJOON: - (Gritando enojado y soltándose del agarre) ¡Suéltame idiota!
JUNSEO: - ¿Cómo me llamaste?
JunSeo avienta la mochila que llevaba sobre el hombro y suelta un puñetazo a MinJoon, el segundo solo lo observa por un segundo tocando su rostro en donde fue golpeado.
JUNSEO: - (Retando a MinJoon)Regrésame el golpe. ¡Regrésamelo si te crees tan hombre!
MinJoon simplemente se queda parado observando al otro chico mientras suelta un suspiro.
JUNSEO: - (Riendo) Me lo imaginé. No te preocupes MinJoon, que al final del día la verdad siempre sale a la luz, es imposible guardar una mentira por tanto tiempo.
JunSeo se da la vuelta y empieza a irse. En ese momento MinJoon saca unas tijeras de la mochila que JunSeo aventó antes; a paso rápido se aproxima a él y con un grito lo apuñala con ellas.
JunSeo se voltea, observa a MinJoon por unos segundos para después caer lentamente al suelo colocando sus manos sobre la herida.
JUNSEO: - (De manera agonizante) Min…
MINJOON: - (asustado debido a lo que acaba de ver) ¿Jun-JunSeo? – No… No no no. ¿Qué acabo de hacer?
MinJoon deja caer las tijeras al suelo, da unos cuantos pasos hacia atrás alejándose. El dolor de cabeza vuelve a apoderarse de MinJoon, provocando que vuelva a colocar sus manos encima de ella y se queje del dolor. Nuevamente las luces comienzan a parpadear y el chico corre en dirección a la segunda pierna del lado contrario a donde se encuentra el cuerpo. Las luces se apagan y el foro vuelve a quedar a oscuras.
Cuadro III
Escena III
Vuelven a encenderse las luces, esta vez con una tonalidad un poco más cálida, reflejando que es de mañana.
Se mantiene el ciclorama blanco, pero ahora se encuentran bancas de escuela al lado izquierdo del escenario, pero mirando hacia la derecha; frente de estas un pizarrón con algunas cosas escritas, en el cuadro 3 del escenario se encuentra una pequeña mesa con dos sillas encontradas. Hay varios estudiantes haciendo diferentes actividades.
MinJoon se encuentra sentado, portando los mismos pantalones, camisa blanca tipo hospital y zapatos negros, en una de las bancas del fondo, pero quedando en proscenio. Está recostado sobre el pupitre cubriendo su rostro con ambos brazos.
HARU: (Acercándose a MinJoon y sentándose en la banca de enfrente, volteando a ver a éste) – MinJoon… ¿Sabes por qué JunSeo no ha venido a clases?
MINJOON: (Levantando la vista de manera apurada y generando un pequeño sobre salto en su compañera. Rasca su nuca y nervioso contesta a la chica)- No sé Haru… Lo siento.
Suena el timbre indicando el comienzo de clases.
Escena IV
El Sr. Cha entra al escenario acompañado del oficial de policía.
SR. CHA: - Buenos días chicos. Como se habrán dado cuenta su compañero JunSeo lleva días desaparecido, por lo que la policía estará haciendo preguntas a algunos de ustedes.
OFICIAL: - (Dando algunos pasos hacia delante) Buenos días chicos, serán unas preguntas muy sencillas acerca de su amigo. ¿Se encuentra aquí Choi MinJoon?
MinJoon se levanta nervioso de su sitio.
MINJOON: - (Tartamudeando ligeramente) ¿Yo? ¿Para qué me necesitan?
OFICIAL: - Solo serán algunas preguntas, no estés nervioso.
MinJoon suelta una bocanada de aire, asiente y camina en dirección del oficial.
Ambos se dirigen a la mesa en el cuadro 3 del escenario y se sientan. Las luces del foro se apagan y se enciende un único reflector apuntando al espacio donde ambos personajes se encuentran sentados. Los demás personajes y extras que se encuentran en escena se quedan quietos.
MINJOON: - Oficial, ¿qué saben sobre JunSeo?
OFICIAL: - (Mientras revisa unos papeles) Es lo mismo que queremos saber, dime, ¿tú eras muy cercano a Park JunSeo verdad?
MINJOON: - Sí, es mi mejor amigo.
OFICIAL: - Supongo entonces que habrás tenido algún tipo de contacto con él, ¿no?
MINJOON: - Lo siento oficial, pero no lo he visto desde que dejó de venir a la escuela.
OFICIAL: - (asiente con la cabeza) Otro de tus compañeros a quien le preguntamos nos comentó que los vio juntos por la calle después de la escuela el último día en el que se le vio, ¿me podrías confirmar esta información?
MinJoon se detiene por unos segundos observando al oficial, su expresión cambia por una un poco más seria y baja la mirada.
MINJOON: - (Trabándose ligeramente al hablar) JunSeo y yo vamos por el mismo camino al salir de clase, por lo que seguido caminamos juntos.
OFICIAL: - De acuerdo.
El oficial saca de su bolsillo el celular de JunSeo y se lo entrega a MinJoon.
OFICIAL: - (Soltando un suspiro y tomando unos segundos para pensar) – No sé cómo decirte esto, pero encontramos a JunSeo sin vida, lo habían apuñalado.
MinJoon levanta la mirada y observa al oficial.
OFICIAL: - ¿Recuerdas si te mencionó algún conflicto con alguna persona? ¿Alguien que tal vez pudiera tener algún tipo de resentimiento hacia él?
MinJoon solo niega con la cabeza.
OFICIAL: - Respecto al celular, lo hemos revisado en busca de información y hemos visto un video que nos gustaría que revisaras, creemos que puede servirnos para obtener mayor información acerca de lo que sucedió con JunSeo.
Se queda quieto con la mirada perdida, su respiración se vuelve más pesada, suelta el teléfono que se encontraba entre sus manos.
OFICIAL: - (Colocando una mano sobre el hombro de MinJoon) MinJoon, ¿te encuentras bien?
MinJoon se levanta de golpe colocando ambas manos sobre la mesa.
MINJOON: - Yo… No me siento bien, necesito irme, no me siento bien. (Empezando a llorar y desesperado) – No sé nada sobre JunSeo, no tengo ni idea de quien lo haya matado, ni si quiera debieron haberme llamado en primer lugar, no tengo nada que ver.
MinJoon camina hasta llegar al centro del escenario, mientras el reflector lo sigue. Los temblores regresan. Al detenerse se desmorona en el sitio. El reflector se apaga.
Cuadro IV
Escena V
Las luces vuelven a encenderse de manera lenta, aumentando poco a poco su intensidad. El foro se encuentra igual que en el primer cuadro, únicamente con la camilla. Se escuchan nuevamente las voces aumentando su intensidad al mismo tiempo que la iluminación.
MinJoon se levanta lentamente sollozando y quedando sobre sus rodillas. Cubre sus orejas con ambas manos.
MINJOON: - No no no no no… (comenzando a gritar desesperado) ¡¿Porqué MinJoon!? (Gritando hacia las voces) ¡Ya cállense! ¡Yo sé que es mi culpa! ¡Todo esto es mi culpa!
(MinJoon golpea el suelo)
MINJOON: - Todo esto es una mentira. Una maldita mentira de la que no puedo escapar.
MinJoon se levanta y comienza a caminar de lado a lado.
MINJOON: - ¿Por qué hice todo eso? ¿Qué sucede conmigo? Ya no lo soporto… No puede continuar.
MinJoon se dirige a la camilla donde se recuesta, su respiración se hace más lenta y se le nota más relajado.
MINJOON: - Ya no puedo continuar.
Las luces del foro disminuyen su intensidad gradualmente sin apagarse completamente.
Escena VI
El Oficial entra a la escena.
OFICIAL: - (Hablando por teléfono) Lo encontré, él mató al chico.
El oficial observa a MinJoon por unos segundos en la camilla alejando el teléfono de su oreja.
OFICIAL: - (Regresando a la llamada) Está muerto… se suicidó.
Las luces del foro se apagan completamente.
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𝐆𝐢𝐫𝐥, 𝐭𝐨𝐧𝐢𝐠𝐡𝐭 𝐲𝐨𝐮'𝐫𝐞 𝐭𝐡𝐞 𝐩𝐫𝐞𝐲, 𝐈'𝐦 𝐭𝐡𝐞 𝐡𝐮𝐧𝐭𝐞𝐫.
(+18) 𝐌𝐞𝐦𝐨𝐫𝐢𝐞𝐬. 𝐒𝐨𝐦𝐞𝐰𝐡𝐞𝐫𝐞 𝐢𝐧 𝐒𝐩𝐚𝐢𝐧.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀En la obligada lejanía del casorio de unos amigos en común, ambos se miraban. Él la buscaba pero solo recibía miradas asesinas de parte de su mujer. ¿La razón? Probablemente alguna broma que salió de control pero él, como siempre, le restó importancia. Nathaniel sucumbió al juego que le proponía Alexya y no tardó en tomarla de la mano para alejarse de la sala principal. No dio explicaciones, ni tampoco le importó si alguien los miraba; quería perderse con ella y como buen caprichoso, lo hizo realidad. Aquel castillo tenía una especie de granero que escondía decenas de recámaras e ingresó al colosal pasillo corriendo despavorido hasta adentrarse a una de las habitaciones con muros de piedra.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀—Nathaniel, suéltame.—murmuró entre dientes mientras a tropezones le seguía, soltándose de él apenas llegaron a la habitación. Alexya no retrocedió, le hizo frente y volvió a mirarle, fulminándolo con la mirada.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀—¿Me vas a seguir odiando o tendré que tomarte a la fuerza, Alexya? —amenazó, quitándose lentamente la corbata.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀—Atrévete a intentarlo, imbécil.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀La mirada del hombre se clavó en la italiana, quien poco a poco la iba arrinconando. Enseñó una torcida y malintencionada sonrisa; es que en su cabeza ya lo tenía todo planeado, desafiando a su esposa. Se deshizo de la corbata y la dejó caer al suelo. Quitó el primer botón de su camisa y respiró profundo. Por fin solos.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀—¿Ah sí? ¿Me estás desafiando, Klaffert? Tú sabes perfectamente que conmigo los desafíos no siempre acaban como quieres.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀—¿Cuándo he tenido yo problema en desafiarte, Dupond? No te tengo miedo.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀Su diestra viajó hasta el bolsillo trasero de su pantalón, sacando su navaja. Le quitó el seguro, enseñando la afilada cuchilla.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀—Tú sabes de lo que soy capaz, cariño. Y no te gustará lo que haré.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀Deslizó el filo por su ropa, apenas tocándole la tela del escote. Nathaniel se relamía los labios hambriento, imaginando su boca recorrer su torso, sus pechos y sus pezones endureciéndose a consecuencia de lascivas caricias con su lengua. En un descuido, firme le tomó por el cuello, la giró sobre sus talones para que ella le diera la espalda y colocó la navaja rozándole la garganta. El cuchillo en su piel disparó el corazón de la mujer a mil, pudiendo sentir la adrenalina correr por su sangre. Tragó saliva sonoramente, era su presa y él era el cazador. La excitación de ambos se olía, dejándose llevar durante un momento por la urgencia que tenían por el otro. Se necesitaban y aún así, se atrevían a jugar sucio.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀—¿Vas a seguir de atrevida conmigo? —Nate apoyó su erección contra su trasero descaradamente. —Porque así de duro me tienes.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀—Sí y óyeme bien... Púdrete, Dupond-Moretti.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀Y sin importarle nada, la mujer forcejeó. Incluso se atrevió a escupirle, pero no pudo evitar soltar un gemido cuando sintió la dureza de su pene punzando contra su culo.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀—Charles… no juegues.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀—Oh, mi amor... Nada de juegos, yo no estoy jugando contigo. —susurró en su oído, respirando jadeante contra ella. No dejó de frotarse contra sus glúteos, buscando aliviar la urgencia que aguardaba bajo la tirante tela del pantalón. —Las reglas las pongo yo, no tú, Klaffert.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀El portugués se atrevió a hundir levemente la punta de la navaja en el preludio de su pecho, provocándole una herida en la piel. Pudo oler el fino hilo de sangre que manchaba la fineza de su ropa. La italiana intentó nuevamente zafar de él, atrapada entre la daga y la pared de la forma más literal. No pudo evitar gemir y jadear el nombre de quien la mantenía cautiva. La sangre corriendo por su pecho y deslizándose entre el valle de sus senos la excitó todavía más.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀Nathaniel la aprisionó con el cuerpo contra la pared y pegó su mejilla contra el muro. Arrinconada y con el cuchillo amenazando su tráquea, es que sus labios tomaron lugar en su cuello para depositar sugestivos y húmedos besos, mordisqueando excitado la piel de sus hombros. Con su mano libre, le subió el vestido y corrió sus bragas, tanteando apenas con los dedos su humedad.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀—Tanto que te niegas y ya estás mojada para mí, ¿eh? Pero, Zoé, sería demasiado premio follarte aquí, mi amor...
⠀⠀⠀⠀⠀⠀Y por si ella quería mentir, la humedad de su sexo la delataba por completo. La tenía dominada al cien y es que la idea de que la sometiera le hacía agua la boca. Ella sonreía entregada, jadeante, empinando el culo hacia su hombre. Y pese a que su cuerpo indicaba lo contrario, Alexya volvió a sorprenderlo.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀—Vete a la mierda, ¡suéltame o te mato!
⠀⠀⠀⠀⠀⠀Se removía contra él, un fingido intento de escape mientras se restregaba en su erección y se movía entre jadeos contra sus dedos. Pese a que le excitaba la idea de cumplir su amenaza, el portugués haría todo lo contrario. Bajó su pantalón con urgencia y algo de torpeza, a la par que su bóxer que cayó a la altura de sus rodillas. Elevó su culo a él y se clavó con fiereza en su húmedo sexo, tomándole a la fuerza tal cual Nathaniel le había avisado con anterioridad. La mantuvo amenazada con el cuchillo rozándole la garganta mientras que la otra la mantenía sujeta a sus caderas, impidiéndole cualquier atisbo de escape. Empujaba su cuerpo hacia la italiana, apresándola en cada brutal arremetida que no conocían de piedad.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀—Tú sabes que conmigo no se juega. —le gruñó al oído, tomándola con furia, rozando los dientes en el lóbulo de su oreja. —No se juega.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀Volvió a herirle con la cuchilla, empapando de aquel líquido escarlata su blanquecina piel. El dolor, la dominación, la sangre empapando sus ropas. El hombre bañó su diestra de la sangre de su mujer y le manchó la boca, el cuello, obligándola a probarse a sí misma. Él también la probó, saboreando de aquel metálico sabor que le inundaba la boca. Alexya entregada y Nathaniel probando sus propios límites, fueron más allá. Una fantasía que ni siquiera sabía que ambos tenían y que, de pronto, era parte de la lista.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀—Do you like that? —preguntó él, extasiado.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀Aquel enfermizo juego entre ambos era algo que horrorizaría a cualquiera, y ella lo sabía. Alexya, manchada de sangre y excitada como nunca mordió su labio inferior. Resignándose en un firme asentimiento a aquel encuentro había sido el primero, pero no sería el último.
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• CUADERNO DE POEMAS •
En la secundaria del 2010 de Fe y Alegría la Cima - Medellín, en el aula 202 del bloque A, en una clase de Ética y Valores, sentado en el penúltimo pupitre de la segunda fila, esta el rockerito Ramírez durmiendo mientras el profesor sigue dando su clase.
Les enseña cuáles son los valores que deben resaltar en una buena aula de clase y recordándoles -como siempre lo hace- de qué manera se debe portar el uniforme. He ahí el incentivo al sueño y las ganas de no estar en ese lugar. Ramírez, cuyo nombre es Dambler, siempre ha sabido que dormir es la única máquina efectiva para viajar en el tiempo, así que utiliza ese don que tiene de poder dormir donde le plazca y a la hora que desea para poder salir lo más pronto posible de esos abismos incomprensibles a los que llaman "institutos educativos".
El profesor, a quién no recuerdo su nombre, pero sí sus facciones y su personalidad compleja, lo llamaré Eduardo (¿Y por qué Eduardo? Básicamente porque odio ese nombre). Es un hombre chaparro, de cabeza cuadrada, pelo negro y corto, viste normalmente de camisas de botones y siempre las lleva por dentro, pantalones anchos, zapatos de viejito -cabe resaltar que para la edad que aparenta tener en estos momentos no es la de un anciano-, su personalidad es de un ser impulsivo, aletoso, de esos de carácter chocante y aburrido, también muy católico, la biblia lo es todo para él, tanta es su entrega, que en cada clase ¡Y a la hora que sea! Empieza con una bendita oración...
-Mientras Dambler duerme, lo levantan de un golpe en la parte trasera de su cabeza, un poco más arriba del cuello, un golpe con toda la fuerza y la palma de la mano de un maldito cerdo a quién vamos a apodar "Putita" y ya verán por qué-
Con el ardor todavía en el cuello, mirando hacia todos las direcciones tratando de entender quién fue, sin preguntar por qué putas lo hicieron ya que eso era una costumbre, se levanta y ve que su bolso está completamente al reverso, tirado en el suelo, le hicieron el tortugazo. Pregunta "¿Alguien me podría decir quién fue?" Y todos se hicieron los sordos aguantádose la risa. Eduardo no estaba, salió a tomarse un tinto. Dambler recoge su bolso, lo abre, empieza a organizar sus cosas ¡Y ve que le hace falta su cuaderno de poemas! Vuelve a preguntar exaltadísimo "¡¿QUIÉN FUE?!", con las manos temblando más que un sismo en la tierra, con el sudor frío bajando por su espalda, con el rostro pálido, la vida pálida ¡Con deseos de morir! Fue la primera vez -y la última- que sintió una ansiedad de esa magnitud.
Pasaron 20 min, Eduardo volvió con su tinto, esta vez les puso una actividad a los estudiantes sobre hacer un mapa conceptual del respeto, la amistad, la empatía. Eran palabras sinsentido, nadie las conocía. Ni siquiera Dambler. Se reunieron en grupos, todos corrieron sus sillas, se dispersaron, mientras él seguía en la misma posición de la fila dos en el penúltimo pupitre. Decide hacer la actividad solo, comienza a escribir y dibujar el mapa conceptual, cuando en un olor, escucha murmuros de algunos compañeros de clase que estaban al lado derecho de su posición, luego todo el salón se ensordece por la burla de tres alumnos. El profesor les pregunta precipitado:
- ¡Hey! ¡Allá atrás qué pasa! ¿Podrían contarme el chiste?
- ¡Claro, profe! -dice la Putita tomando control de la situación y de sus actos, con confianza, mientras Dambler presiente que algo malo va a pasar en sus tripas-, lo que sucede es que nos encontramos este cuaderno, tiene un montón de dibujos todos emos y un montón de maricadas que parecen poemas jajaja ¿Le leo uno profe?
- Me gustaría escucharlo -dice Eduardo, siguiéndole el juego para ganar su confianza.
- "Ayer vi a un pájaro sin cabeza tirado en la calle, lo abrigué con mi buzo y lo llevé al patio de mi casa, le puse flores en el hueco que conectaba a su cráneo con la columna, lo sepulté bajo un campo de maleza y luego olvidé sus huesos humectándolos con mi orina..."
- ¿Qué? ¿Qué es ese satanismo? ¿Quién hizo eso? ¿De quién son esas escrituras tan pobres? Tan... ¡TAN VACÍAS! Los estudiantes de la Ins. Educ. Fe y Alegría la Cima no están estudiando para aprender éstas cosas... ¿Quién hizo eso? -interrumpe la lectura el profesor mientras se levanta de su sillón-.
- ¡Profe, eso lo encontré bajo el pupitre de Dambler! ¡Eso no es mío! -menciona con temor la Putita-.
- ¡Dambler! Vamos para coordinación. Debo hablar con tus padres.
Bajando a rectoría, Dambler ya no tiembla como un sismo, ahora es todo un Big-Bang a causa del desorden. Permanece en silencio escuchando atentamente la cátedra que Eduardo le maldice. No llamaron a sus padres, no hubo razón, él firma el cuaderno con su foto pasivamente, como si de un preso se tratará, y no habla mucho. Después de salir, el profesor lo frena en un pasillo, le comenta su disgusto ante lo que dice en el cuaderno, después de decomisarlo y obligarlo a que arrancará, hoja por hoja, hasta eliminar cada frase en los papeles. Dambler nota entre ellos que no esta el poema del pájaro sin cabeza. Cuando Eduardo, ansioso y acosado, coge el resto del cuaderno que queda y lo tira velozmente a la basura, mientras mira al estudiante y le dice:
- Nunca serás un gran escritor si tus relatos sólo incitan al odio y al desprecio, eso no tiene ninguna clase de arte. Tú nunca saldrás adelante con tu arte.
Entrando al aula de clase, la Putita mira a Dambler con satisfacción y malicia, tiene un aire de grandeza, una sonrisa amarilla llena de brillo. Justo antes de sentarse en el penúltimo pupitre, cuando ya sus nalgas iban a tocar la superficie de plástico, la Putita corre la silla y Dambler golpea el suelo siendo humillado, otra vez.
Tirado ahí en el suelo, mirando hacia arriba a todos los del salón sonriendo, inclusive, al profesor Eduardo, los nervios pasaron a otro plano, su sangre se torna más roja, tanto, que sus ojos también tornaron éste color carmesí. Para sorpresa de todos, Dambler se levanta del suelo con el brazo empuñando la ira y el rencor con toda su voluptuosidad, golpea de un gancho derecho el rostro de la Putita, haciéndolo volar por encima de un pupitre y cayendo como un títere hacia la pared, mientras el profesor Eduardo se levanta a embestirlo por la espalda, tratando de controlar la furia que consume a Dambler, pero éste, siendo más grande que el profesor, lo levanta y salta de espaldas, cayendo encima de Eduardo y soltándose de sus cadenas. Se precipita a estar de pie, y cuando va a darle una patada en la cara al profesor, la Putita golpea a Dambler con un pupitre por la espalda, sin darle en la cabeza, haciéndolo caer nuevamente. ¡Pero la rabia de Dambler es más fuerte! Y ese golpe fue una simple caricia. La Putita da dos pasos hacia atrás, se retira afeminadamente, Eduardo intenta levantarse, pero Dambler aprovecha esa pequeña oportunidad al verlo todavía en el piso y corre tan rápidamente hasta el profesor, evitando así que se levante dándole una patada en el rostro y luego saltando encima de su cuerpo, golpeándolo con la presión del salto, no sólo una ni dos ¡Sino diez veces su cabeza con la planta de sus zapatos! Luego se dirige hacia donde esta la Putita, que seguía dando pasos en dirección contraria, lo arrincona, lo ahorca con la mano izquierda, mientras éste con un lapicero y una regla intenta apuñalar su cuerpo, pero es inútil, no causa nada. Y Dambler, con su mano derecha, golpea repetidamente el rostro de la Putita, mientras sangra, hasta verle su nariz rota y torcida.
Camina hacia el tablero, mira a sus compañeros de clase que ya no se reían, ahora eran ellos los que temblaban como un sismo, y vuelve a preguntar: Ya sé quién cogió mi cuaderno, ahora bien ¿Alguien sabe dónde está el poema del pájaro sin cabeza?
#citas#letras#quotes#frases#poemas#escritor-insensible#amor#escritos#palabras#soledad#oracle cara#runer#fumar
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Un Ataque al Corazón 15
Notas del cap:
Perdón, el capitulo de verdad es muy pequeño pero tengo la puta mente seca… no sé como rayos avanzar esta trama… una mega disculpa enorme… por mientras
¡A leer!
15 - Día Ajetreado p.2
Suspiro cansado al tiempo que permitía a su espalda recargarse en el frio muro de detrás del negocio de su madre donde, curiosamente, en los últimos días, tanto él como su padre habían estado apoyando , México se pregunta si es acaso que su padre se está olvidando (otra vez) de que tiene trabajo propio con tal de quedarse al lado de la mujer… aunque no niega que también tenerlo aquí ha sido una gran ayuda pues últimamente tenían demasiada gente y México no se daba abasto el solo
Subió su mirada hacia el cielo azul con nubes paseando tranquilas y se dejo llevar por un viento fresco que lo envolvió unos momentos… hasta que recuerda a cierto trió de personas que no había esperado poder encontrar en ese lugar específicamente… sus mejillas se calientan y un leve rubor aparece en ellas, el tricolor bufa molesto, tallando con sus manos su rostro en fastidio y frustración…
Porque, además de venir de la nada, sin avisar de su existencia, va el imbécil del alto a coquetearle a mitad de trabajo… ¡Con sus padres mirando! Era demasiado… una cosa era tener que lidiar con el mismo imbécil en la escuela, donde podía ocultarse entre la gente y otra era tener que lidiar con él en el trabajo… ¡Era mucha la diferencia! Suspira frustrado y finalmente, habiendo calmado su corazón, se gira para volver sobre sus pasos y entrar de nuevo en el restaurante
-A, mijo, vengase pa ca… necesito que entregue estas órdenes a las mesas 7, 4 y 11- menciona la mujer, México asiente y comienza a moverse como sabe por las mesas dejando las comidas y retirándose para seguir atendiendo a los demás. Puede sentir a lo lejos la mirada de Rusia pero opta por no prestarle demasiada atención, solo a los clientes que, otra vez, llegan en una hora pico volviendo el restaurante algo difícil de sopesar
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-Hummm no creo que nos haga caso, ya se llenó el restaurante- susurra Japón a medio comer su plato, observando que ahora el tricolor no para de moverse de un lado para el otro con velocidad, tomando ordenes y partiendo a otro lado, Rusia suspira y termina de comer
-Lo mejor será que lo dejemos por ahora, otro día podemos venir cuando no esté tan ocupado- sonríe malicioso el ruso, Alemania suspira divertido de ver a su amigo tener interés en algo por fin, Japón solo hace un pequeño puchero… no pudo acabarse su comida pero, opta por seguir a los demás, dejando dinero y, ante la confusión de sus otros dos amigos, gritar ya una vez en la puerta a cosa de nada de salir del establecimiento
-¡Provecho!- haciendo a algunas personas ahogarse y otras responder con la misma palabra
-¿Por qué has hecho eso?- pregunta Alemania curioso al igual que Rusia. Una vez fuera del establecimiento Japón les comenta que la vez que encontró el lugar, noto que era muy normal que las personas que llegaran o se fueran decían siempre esa palabra como señal de respeto a los demás comensales
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-Por fin se fueron- suspira aliviado el tricolor, tomando el dinero y una jugosa propina dejada en la mesa donde estaban los tres locos a según palabras del latino; ahora, mirando la puerta y sonriendo alegremente continua con su trabajo, sintiendo que la tensión que había en sus hombros desaparece mágicamente
El rato avanza tranquilo después de eso. Su padre y él se hacen cargo de continuar atendiendo a los comensales, España luce igual de alegre que siempre, ayudándole a hacer el día mas pasable al latino que, entre risas y chistes con su madre también, terminan de atender a todos los comensales y lentamente, el restaurante va quedando vacio permitiéndoles ir más tranquilos a atender a las demás personas
-Buenas tardes chavales, bienvenidos al restaurante familiar “vete a la chingada” la especialidad del día es enfrijoladas con pollo desmenuzado ¿Qué desean pedir?- anuncia el español alegremente mientras su hijo se encuentra en el sanitario, ahora puede ver a otro par de countrys, que rápidamente captan su atención
-Buen día, somos dos por favor- anuncia amable el country más alto de bandera roja y blanca con una hoja de maple en ella de escudo y un gorro peculiar, el country contrario, un poco mas bajo, de lentes oscuros y bandera rayada en rojo y blanco, con un emblema de 50 estrellas mira al country y vuelve la mirada a su compañero
-Posiblemente sea mejor que vayamos a otro establecimiento Canadá- ante la sorprendente respuesta de parte de USA, España solo sonríe de un modo amable, Canadá mira a USA sin comprender, mirando que, únicamente habían una pequeña familia de tres y un par de amigas al otro lado… había mucho espacio para ellos y, había sido en principio USA quien, no queriendo multitudes, había rechazado otros tres restaurantes antes porque había mucha gente
-Pero por fin encontramos un lugar que esta vacio- menciona sin comprender el porqué de su repentino cambio brusco
-¡Por aquí mesero!- escucharon a lo lejos la voz del hombre de familia llamando a alguien mas, España giro para tratar de anunciar que iba para allá, pero, los tres countrys en la puerta vieron llegar al tricolor que, con sonrisa amable se acerca a atender a la familia sin notar a los que se encentran en la puerta
-¿México?- pregunta Canadá sorprendido de verlo con un delantal puesto y terminando de escribir algo en una libreta. El tricolor pega un brinco y gira velozmente la mirada hacia atrás cuando encuentra a Canadá pasando de España para acercarse a su lado tomándolo de las manos
Todos observan como el latino se pone pálido y, soltándose de las manos de Canadá con velocidad lanza la libreta a la barra donde se encuentra su madre, aunque el tricolor ha salido corriendo por una puerta que da hacia la salida del comedor. España parpadea y afila la mirada, al girar la mirada hacia USA este no dice nada, solo se acerca a tomar el hombro de Canadá para llamar su atención
-Sera mejor que nos vallaos de aquí hombre- dicho esto; usando algo de fuerza, USA marcha con Canadá, disculpándose con España por el momento de tensión que se ha creado… el resto del día, ni España ni Mexica molestan a México o piden que regrese al trabajo
La noche llega tranquila, México muestra haber llorado pero nadie dice nada, el menor trata de desviar la conversación, negándose a ver a alguien a los ojos; habla alegre y trata de desviar toda pregunta… sus padres optan por escuchar su silenciosa petición y lo que resta de aquel día tan ajetreado… se entretienen en juegos en familia que ayuden al tricolor a olvidar el dolor
Notas finales:
¡¡¡¡¡No se me ocurre que mas hacer!!!!!! Ok… ¡Opciones! Estoy abierta a escuchar sus ideas y comentarios de lo que quieren que pase a partir de ahora en esta historia… verle que puede entrar y como entrar, pero de verdad, me quede seca… no sé cómo avanzar la trama… pese a que se los puntos que son importantes dentro de la trama… en serio…
helpmeeeeeeeeee
Datos extras:
*México tsundere sonrojado es un amor XD
*Ahora que Rusia se convierte en elmo (elmo sabe dónde vives XD hahahaha) va a ir a visitarlo de cuando en cuando… aunque procura no molestarlo XD solo lo mira… cual acosador sexual…
*Si son buenos leyendo (y aun lo recuerdan) México de niño defendió a USA de un niño que lo molestaba y mientras México se metía en problemas con un adulto por lo mismo, llega Mexica y, luego de regañar a México, le dice que iba a enseñar a ambos (México y USA) a pelear… en pocas palabras, USA conoce a ambos padres de México y, en cuanto fueron recibidos por España, USA supo que iban a encontrar a México y, también sabe que aun las cosas no son pasables con Canadá, por lo cual, opta por mejor retirarse antes de crear un problema al local… pero pinche Canadá no entendió ni madres
*Canadá acá sintiéndose triste porque México salió corriendo de el… la escena es súper seria y tensa pero me lo acabo de imaginar como esos animes donde un personaje queda de piedra XD hahahahhahaaha
¿Les ha gustado?
¿Ideas que quieran aportar?
Que tengan lindo día
¡Comenten!
¡Me chingue este y el final del reto playlist el mismo día! ¡Ha huevo!
¿¿Les gustaría apoyarme con alguno de estos???
Ko-fi
Patreon (No se muy bien como funciona)
#Countryhuman#countryhumans#countryhumans México#countryhumans Rusia#Countryhumans Canadá#Mis Fanfics Yaoi#Un Ataque al Corazón#RusMex#CanMex
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Los escarabajos de tierra empezaban a zumbar. Si aguzaba el oído podía escucharlos a lo lejos, como un runrún en los oídos. Seguirían así toda la noche. Akiyuki imaginó el frío olor de la tierra nocturna.
Su hermana entró con un gran plato de carne. «¡Eh, bebe con nosotros!» le dijo Kuda levantando una botella de cerveza. «Yo no bebo —respondió Mie dejando el plato junto a la parrilla de carbón—. Me da miedo. Tienes esa cosa en la sangre y te mata el cerebro. Nada más verlo a él bebiendo ya me da fatiga.» Habló con intención, sin mirar a Kuda, sino a su hermano Akiyuki, que tenía la cara roja tras beber sólo un vaso de cerveza, el corpachón encorvado y el aliento en candela. Mie sonrió, a punto de llorar. Kuda no tenía intención de empujar a Mie a beber, solo pretendía agradecerle que trajera carne y cerveza para él y los demás empleados.
—¡Venga, bebe! —barbulló Mitsuko desde el otro lado de la mesa—. Olvídate del jefe de vez en cuando y disfruta.
—No, no puedo —Mie sacudía la cabeza, sin dejar de sonreír.
—Vamos, tómate una —Mitsuko cambió de postura y cruzó las piernas, Akiyuki pudo verle las bragas color durazno, de encajitos.
—¡Oye, tápate, mujer! —dijo riendo su marido Yasuo, sentado a su lado. Se puso a tirarle de la falda, que se le había subido sobre las rodillas.
—¿Qué pasa por enseñar un poco? ¡Tengo para todos! —y Mitsuko rechazó a Yasuo dándole un empellón—. Deja que te diga, Yasuo, yo no soy como la Mie. Yo he trotado lo mío. Más de lo que te figuras.
Mie recogió las botellas vacías y volvió a la cocina. La puerta de la casa y las ventanas estaban abiertas de par en par. Después del trabajo los hombres habían empezado a beber en la oficina entarimada donde el jefe tenía su mesa. Los niños del barrio se asomaban a mirar, curiosos. Los hombres estaban sentados en semicírculo de cara al callejón. Una brisa se llevaba calle abajo los olores de la carne asada, el hierro y el polvo de la casa del jefe. El aire trascendía los olores fríos de las macetas que cuidaban los viejos y las viudas, de las zanjas y de la noche que se venía encima rápidamente.
—¡A beber, a beber, a beber! ¿Qué más da si nos quedamos tontos? —voceó Yasuo, levantando la botella de cerveza—. Nadie aquí era ninguna lumbrera ya de antes —Akiyuki trasegó su vaso y Yasuo se lo volvió a llenar.
—En mi familia somos famosos por lerdos —dijo Mitsuko. Los palillos que estaba usando para volver la carne se prendieron—. Si me escucha mi hermano, me mata; pero es la verdad —y sacó la lengua.
—El jefe no es lerdo, tiene cabeza —terció Fujino.
—Eso te parece a ti. Lo dices porque es tu jefe, pero es de mi sangre. Mi segundo hermano mayor, si nos ponemos pamplinosos. Pero nos criamos juntos y siempre me pareció un imbécil. ¿Quién lo va a saber mejor que yo?
—¡Deja de rajar de mi hombre! —chilló Mie desde la cocina. Mitsuko volvió a sacar la lengua.
—Pero digan lo que digan —Mitsuko se volvió a su marido y le dio de coscorrones—, tú vienes de la mayor casta de idiotas. Incluso peor que la mía. ¿No fue tu abuelo el que se metió con una puerca que le pegó purgaciones? Y de ahí salió tu padre ¿no?
Yasuo soltó un carcajada desde las tripas. No parecía que la bebida le hiciera nada. Yasuo sobrio era manso como un gato, alegre, trabajaba como el que más; dejaba que Mitsuko se metiera con él. Ahora, Yasuo borracho ya era otra cosa.
Mie llamó a Akiyuki y éste fue a la cocina: —¿Que tal si dejas de beber y me acompañas a casa de madre? Me da miedo la carretera de noche.
—¿Y qué tienes que hacer allá? —preguntó Akiyuki, hasta la voz le ardía con la bebida.
—Es por el oficio de difuntos de papá —respondió Mie—, me tienes que hacer de guardaespaldas. Cuando te vean, nadie se meterá con nosotros.
—Qué cagona eres, Mie —saltó Mitsuko desde la oficina—, no podrías vivir en la casa de la playa.
Mitsuko se puso a contarles a todos lo miedosa que era Mie. La casa de la playa era del padre de Mitsuko; después que murió, su hijo mayor Furuichi —que trabajaba para una empresa de camiones— se había mudado allí con su mujer. Mitsuko siempre se lo echaba en cara: «Yo era la niña linda de papá. Él siempre quiso que yo viviera en la casa de la playa», decía. La casa estaba junto a los espigones de cemento de la playa. Cerca quedaban un soto plantado como cortavientos y un cementerio.
—¿Qué estás hablando? ¿Eso es ser miedosa según tú, Mitsu? —Mie agarró a Akiyuki de la mano—: Vamos, guardaespaldas. Enseguida vuelvo. Mit-chan, ocúpate de que todos tengan de beber mientras estoy fuera.
—¡Cagooooona! —le gritó Mitsuko—. Pero eso mismo te gusta de ella. No es una perdonavidas como Furuichi y la mujer. La próxima vez que pille al jefe engañándola, lo voy a colgar de un pino —Mitsuko apoyó la cabeza en el hombro de Yasuo.
La noche era fresca. Akiyuki y Mie bajaron por el callejón, cruzando el paso a nivel. Mie daba pasitos cortos, como trotando; apenas le llegaba al hombro a su hermano. Akiyuki se ató la chaqueta a la cintura. El sudor de su camiseta de algodón se heló de pronto que era un gusto. Había bancos con tiestos a la orilla del callejón. El aroma de las flores colmaba el aire. Siguieron la revuelta, cruzaron una calle que venía de la estación y tomaron un sendero entre los campos de cultivo. De nuevo sonó el zumbido de los insectos en los oídos de Akiyuki. Cogiendo un camino que salvaba un mogote, pasaron junto a una vaqueriza.
—Vienen todos otra vez al oficio de papá —dijo Mie. Luego lo interpeló, así de golpe—: ¿Akiyuki? —él gruñó—. No tontees con Mitsuko. No me gusta. Podría causar problemas en la familia.
—Está bien —dijo él. A cada paso le rozaban los pantalones de faena y caminaba separando las piernas. Los chanclos tipo tabi que llevaba no hacían ruido ninguno. Un cochecito se acercó y los cegó con sus luces. Se pararon un momento para que pasara y Mie levantó la vista hacia su hermano. Un dulce olor a gasolina los envolvió.
—Akiyuki, cógeme la mano —y tomó la mano de su hermano entre las suyas.
—¡Qué chiquilla! —dijo él soltándose brusco—. ¿Te vas a asustar ahora? —Mie se la volvió a agarrar.
—Sentí ahora mismo que... Akiyuki, cógeme de la mano como hacía hermano mayor. Siempre bajábamos esta carretera de la mano los dos, camino de casa de madre. Y cuando llegábamos aquí solía decir: «¿Tienes miedo, Mie?», aunque yo no lo tenía. Pero luego sí, porque me lo había preguntado —Mie se rio bajito. Su mano era fría y prieta.
—¿Va todo bien con el jefe?
—Ajá —asintió Akiyuki.
—A veces es muy brusco —Akiyuki no dijo nada al respecto.
No eran ni diez minutos lo que se echaba desde casa de Mie y el jefe. La madre estaba en la cocina lavando los platos. «Llegáis a punto», dijo al ver a Mie, saliendo a la puerta con un paño entre las manos. «Me acaban de llamar de Nagoya —dijo ceñuda—. Era Yoshiko, dándome otro disgusto: "Pues yo soy la mayor", me dice muy hecha persona.»
—¿Dónde está padre? —preguntó Mie.
—Fue a una reunión. Fumiaki volvió a su apartamento. —Al ver a Akiyuki añadió—: Akiyuki, apúrate y tómate tu cena, luego te bañas. Te he dejado ahí una muda. —Luego, como si acabara de advertir su cara colorada, siguió—: ¿Otra vez bebiendo con los compañeros? No me digas nada mañana si te duele todo el cuerpo.
—Sólo se tomó una o dos —dijo la hermana, tapándolo.
—Un par de ellas después del trabajo —dijo Akiyuki.
—Ah, bueno, si no es más que un par —rió la madre—. Tienes veinticuatro, no quince; no es para tanto.
—Tiene la edad del hermano mayor cuando murió —dijo Mie, estudiándolo.
—Tienes razón —la madre se sentó ante la mesita baja de té. De repente pareció que se quedaba floja. Los ojos de Mie destellaron a la luz del tubo fluorescente.
—Hace nada, viniendo, sentí que el hermano estaba conmigo. Qué repelús —Mie se sentó—. Se ha puesto igual que él.
—Es verdad —asintió la madre—. Eso pienso cada vez que lo miro.
Akiyuki cenó oyendo hablar a las mujeres. Trataron del oficio de difuntos del padre. Un rato antes Yoshiko, que vivía en Nagoya, se había estado quejando por teléfono de que se celebrara en casa del padrastro. Akiyuki no estaba emparentado ni con uno ni con otro, su único vínculo con los hermanos era por parte de madre. Su padre era un hombre que vestía pantalón de faena y gafas de sol, aunque no trabajaba en la construcción, un tío con el morro de un león y el cuerpo de un jayán. Cada vez que su madre o su hermana decían la palabra padre, era en él en quien Akiyuki pensaba. De vez en cuando se lo topaba por la ciudad. Él lo llamaba; intercambiaban algunas palabras, y se acabó. El rostro y el cuerpo del hombre se parecían a los suyos. ¿Pero qué puñetas significaba aquello? Había escuchado por ahí que el hombre, por lo que parece, tenía una chiquita en el barrio rojo. Pero Mie decía que tenía que ser una hermana de Akiyuki, de otra madre. De todos los hijos del hombre con diferentes mujeres por la misma época, ésta sería la hija de una ramera, que había crecido y acabado allí. El tipo se había hecho rico de la noche a la mañana. Se decía que le había estafado a un propietario una parcela forestal y otros terrenos. Cada vez que Akiyuki pensaba en el hombre recordaba lo que oyó decir una vez a alguien: «Hay cada indeseable en este mundo...».
Las mujeres seguían charlando cuando Akiyuki terminó de comer. Todavía no habían acabado cuando entró en el baño. Sentía el cuerpo rasposo de polvo. De cintura para abajo estaba blanco como la leche, de cintura para arriba negro de sol. Se tiró encima el balde de agua caliente.
Nakagami Kenji
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Hola! Que tal el #14 con Nath? 🥰 Por cierto, ya de paso solo decirte que espero ansiosa la continuación de "ninfomanía" en ff. Espero que no te moleste que te lo diga, pero recuerdo que me tenía súper enganchada. Besos y gracias x2
¡Hola, linda!
Aquí te dejo el shot de Nath con el número 14: “Baja eso, cálmate y vamos a hablarlo…”, espero que lo disfrutes.
Y respecto a lo de Ninfomanía, espero subir pronto eso, pero de momento siento poca motivación por esa historia, me apetece escribir otras cosas, así que lo continuaré, no te preocupes por eso, termino todo lo que empiezo así que la terminaré y la continuaré, pero no sé cuando. De todos modos, muchas gracias por interesarte, me hace muy feliz.
Corregido el 22 de agosto de 2019.
…
Aquel día todo iba demasiado bien, de hecho, increíblemente bien, Nathaniel había organizado una velada en su casa, una cena romántica, una película y un fin de semana juntos, sin interrupciones, eso era la promesa de Nathaniel.
El fin de semana que se merecían. Que ella se merecía. Juntos, los dos solos, bueno, y Blanca, la adorable gatita con la que compartía el gran amor por el rubio.
Y estaba ansiosa por llegar mientras se preparaba.
Delante del espejo de su habitación su mente no paraba de pensar. Iba a ser perfecto, por fin tenían la oportunidad de estar juntos después de tantos días sin verlos, lo mejor de todo es que estarían a solas y que quizás tuvieran un momento de intimidad, sexual, romántica y todas las intimidades que deseaba.
Estaba tan feliz, maldita sea, podría llorar de la emoción, ni siquiera podía esperar por ello y aun tenía que terminar de peinarse. Mirando su reflejo, empezó, una y otra vez a deshacer y rehacer el peinado hasta conseguir el resultado esparado, al menos ocho intentos más tarde.
Y cuando por fin estuvo lista, revisó su imagen, estaba perfecta y sexy, quería estar increíble para él. Además de que aquel precioso vestido, fácil de quitar y muy ajustado era lo mejor que podría ofrecerle esta noche y eso que ni siquiera habíais visto su ropa interior. Llevaba hasta ligueros.
Sonrió al espejo y cogió su mochila con una muda para el día siguiente, era la hora de ir hacia su casa.
Los nervios la embargaban.
Salió de la habitación mientras mensajeaba a Yeelen de que no estaría en todo el fin de semana y se puso en camino.
La casa de Nath no estaba muy lejos de la facultad, en unos quince minutos estaría allí, pero con lo rápido que estaba caminando podría reducirlo al menos a ocho, la impaciencia por estar entre sus brazos la comía por dentro y solo podía pensar e imaginar lo maravillosa que iba a ser la noche.
Y el cielo, hermoso encima de ella, parecía darle la razón, la luna grande y redonda brillaba con tanta belleza que, junto a las estrellas, hacía un cuadro brillante que gritaba por todos lados 'todo va a salir tan bien'. El mundo estaba de su parte.
Tras llegar al parque, unos metros después, encontro por fin el edificio que tanto buscaba y se detuvo frente a él, jugueteando con el bolsillo de su chaqueta, sacó las llaves, el juego de llaves que su amado rubio le dio después dd confesarle que trabajaba para el cartel de droga, después de que él le dijese que la quería, que quería estar con ella.
Le dijo que deseaba que tuviese acceso a su apartamento siempre que quisiera, que pudiera ir y refugiarse allí cuando lo necesitará, que cuando quisiera verle y no tuviese noticias esperase dentro de su casa para que no le pasará nada.
Y la hacía tan feliz.
Metió la llave en la cerradura y abrió el portal, joder, no importaba cuantas veces usará la llave, se derretía por dentro siempre que sucedía. Cogió el ascensor y subió, hasta llegar a la puerta del apartamento.
Volvió a abrir y se encontró la mejor de las escenas.
En la cocina, la mesa estaba puesta tan hermosa... Velas aromáticas de sus colores preferidos, una botella de su vino rosado favorito, cajas de comida china, también su favorita, y un enorme ramo de rosas blancas, que significaban amor puro, descansaba al lado de una de las copas.
Todo estaba tan... Hermoso.
Nathaniel se había superado, como cada día.
Y Sucrette no podía soportar más felicidad, el ambiente era perfecto, olía a romanticismo y al mejor fin de semana de su vida, por todas partes.
Nathaniel era tan detallista...
Se acercó a la mesa y recogió las rosas entre sus manos, oliendo la deliciosa y embaucadora fragancia que desprendían.
Joder, le quería tanto.
Tras saborear el olor al completoz colocó las rosas en su lugar y empezó a buscar a su rubio con la mirada. No estaba en la cocina.
Quizás estuviera en su habitación o en el baño, duchándose... Y si era la última, oh, por dios, esperaba no perderse ese espectáculo.
Impaciente por lanzarse a sus brazos y a sus labios, franqueó la puerta que llevaba al dormitorio pero lo que vio no fue lo esperado.
En la cama de su novio había dos personas. Una de ellas era una mujer, con el cabello pelirrojo, quien estaba inmóvil encima de Nathaniel que la miraba fijamente con sus, hermosos y cautivadores, ojos ámbares, enredados, con las mantas y las sábanas deshechas. Él tumbado, ella encima, ella inclinándose hacia su rostro, él parado...
...
¿Qué?
¡¿QUÉ?!
Sin fuerzas y de la sorpresa, soltó su mochilaz que cayó al suelo mientras que su boca se abría en una “o” gigantesca, incapaz de cerrarla y con sus ojos escudriñando la escena, sintiendo como su ira comenzaba a expandirse por todo su pequeño cuerpo.
Nathaniel llevó sus ojos hacia los de Sucrette, su rostro empezó a palidecer y se levantó. Empujando a la chica hacia el otro lado de la cama, fue tan rápido que casi se marea, pero lo peor no era marearse, lo peor para Nathaniel era el hecho de que su novia estaba allí, probablemente pensando lo peor.
- ¡No es lo que parece!
Sucrette ni siquiera sabía que decir.
Su ceño cada vez se fruncía más y un montón de pensamientos intrusivos cruzaron por su mente. Nathaniel engañándola, Nathaniel que seguía viendo a multitud de chicas a pesar de tenerla a ella, él siendo un idiota y estropeando su cita a propósito.
Dios, quería matar a Nathaniel en esos momentos.
Y todo iba tan bien... Quería llorar y gritar.
Sin decir nada, cruzó los brazos sobre su pecho, empezó a negar con su cabeza, mientras las palabras se amontonaban en su garganta creando un enorme nudo. Sin poder sobrellevarlo, Sucrette se inclinó, recogió la mochila del suelo y salió por la puerta.
Sin palabras.
Y joder.
Tenía tantas cosas que decir.
Maldita sea, estaba tan enfadada que si abría la boca en ese momento podría quemar el piso entero, cometer un asesinato, tal vez dos, necesitaba salir de allí, calmarse y alejarse de él. Estaba tan celosa, decepcionada, enfadada y ni siquiera sabía como gestionar esos sentimientos. No podía calmarse, no podía.
Y, por desgracia, en ese momento no sabría si podía decir algo.
- ¡E-espera! ¡Te digo que no es lo que parece!
¡¿CÓMO SE ATREVÍA?!
LO HABÍA VISTO. MALDITA SEA.
Con la mochila en la mano la tiró hacia él, dándole en el estómago, con toda la fuerza que pudo. Nathaniel gimió, ante el contacto del golpe.
- ¿Ah, sí? ¡¿CÓMO TE ATREVES?! ¿¡CÓMO MALDITAMENTE TE ATREVES A INVITARME CUANDO ESTABAS CON ESA!? ¿¡CÓMO TE ATREVES A NEGARME LO QUE HE VISTO? ¿A HACERME ESTO?
Oh, pues si podía hablar.
- Te digo que no es lo que parece, yo solo estoy…
Nathaniel, delante de ella, se acercó unos pasos, sujetando con suavidad sus manos, acarició sus palmas, intentando, en vano, tranquilizar a su novia, quien parecía querer aniquilarle con la mirada. Pero Sucrette no tardó en gritar profundamente de nuevo, soltándose de su agarre dulce.
- ¡Tú solo estás, tú solo estás! ¿QUÉ? Maldita sea, te estoy viendo. ¡Ibaís a hacerlo y parecías muy tranquilo! ¿¡SI NO HUBIERA ENTRADO QUÉ HABRÍA PASADO?!
- ¡No! ¡POR SUPUESTO QUE NO! ¡NO HABRÍA PASADO NADA!
Nathaniel frunció el ceño, estaba exasperándose.
Sucrette cada vez que él hablaba estaba más consternada, más enfadada, más celosa, aquella chica entre sus brazos, sus labios tocándolo a él y el hecho de que él parecía tan cómodo con ella entre sus brazos, la ira la consumía, y como no tenía nada con lo que pegarle... recogió el ramo de rosas y avanzó amenazadoramente hacia él.
- ¡Sucrette, por dios, escúchame!
Su brazo ascendió hacia arriba, el ramo en alto y lo bajo hacia su rostro, golpeando una y otra y otra vez.
Los pétalos caían por todo el alrededor, en vano Nathaniel trataba de cubrirse, algunas espinas le pegaban en sus brazos, rasgando su piel muy por encima, mientras ella seguía golpeando, una vez más, otra y quizás otra vez más.
- ¡Baja eso, cálmate y vamos a hablarlo...!- gritaba Nathaniel, intentando retroceder, un poco asustado por su novia que parecía endemoniada.
Sucrette aún enrabietada, continuó golpeándole sin ceder un apice. Estaba tan enfadada.
Dios, maldita sea, él podría pararla si quisiera, era más fuerte, más grande, podría detenerla, pero no lo hacía, se quedaba ahí, recibiendo los golpes, las sospechas de que se sentía culpable y por eso recibía los golpes le invadían y le dolía el corazón por no tener la fuerza por controlarse.
Pero estaba tan enfadada.
Dios. ¿Hemos dicho que estaba muy enfadada ya?
- ¿Qué demonios estáis haciendo?
La voz femenina, que reconocería entre un millón, resonó al fondo, haciéndole parar sus golpes, tanto Nathaniel como ella giraron la cabeza para encontrar a Amber con los ojos muy abiertos.
- ¿A-Amber?
Sucrette soltó el ramo y se quedó estática, sin comprender muy bien que hacía su hermana allí si esos dos parecía que iban tener relaciones, ¿y dónde estaba ella si cuando entro en la habitación no estaba?
- ¿Qué estáis haciendo?
- ¡Se ha vuelto loca por culpa de Zoey! ¡Te dije que iba a venir! ¡Y lo ha malinterpretado todo!
Nathaniel miró a Sucrette.
- Te lo juro, nada iba a pasar, entraste en un mal momento, Zoey ha roto con su novio, ha bebido mucho y unos tipos las estaban acosando, fui a recogerlas porque Amber me llamó, iban a irse ahora en taxi, nada más llegar, Amber fue al baño, intenté dejar a Zoey en mi cama pero tropezamos con una chaqueta en el suelo y nos caímos, intenté sacarmela de encima, pero empezó a llorar por su novio, me dio pena, intente decirle que era un gilipollas y que no merecía la pena, en ese momento me agradeció y me dijo que era super bueno,guapo, que me quería, que ojala hubiese sido mi novia y se inclinó para darme un beso, ¡pero pensaba apartarla! ¡No hay nadie que me guste más que tú! ¡No te haría eso nunca!
Los ojos de la chica desviaron hacia Amber.
- Es totalmente cierto. Estuvo quejándose porque ibamos a fastidiarle el plan de la cena romántica contigo. Y sí, Zoey se está lanzando a todos, y doy fé que esté le apartaría en cero con dos segundos, Zoey ya lo intentó por el camino. Bueno, y con media discoteca.
Sucrette volvió su vista a Nathaniel.
- Te lo juro.
- Y nosotras nos vamos ya, mi taxi está abajo y me llevó a Zoey, así, vosotros podéis… reconciliaros. Y arreglarlo, pero… bueno, espero que vaya mejor que con esas rosas.
Sucrette no dijo nada, solo se quedó allí, estática y vio como el movimiento comenzaba a suceder a su alrededor, Amber y la chica que respondía al nombre de Zoey empezaron a moverse, aunque la última estaba semi-inconsciente, Nathaniel las acompañó hasta la puerta y ella se quedó allí, en medio de la cocina, al lado de la mesa preparada para una cena sin saber que hacer, con Nathaniel de frente y la Zoey y Amber yéndose del apartamento.
Una vez que todos estuvieron fuera, Nathaniel giró sobre sus pies.
- ¿Estás muy enfadada? ¿O me crees?
- Mm…
- Venga- se acercó a ella. –Te juro que después de cómo me has atizado con el ramo de rosas que compré para ti, has cautivado todavía más mi corazón, bebé.
Sucrette se cruzó de brazos, terminando por sonreír un poco más divertida y dejando que su novio la abrazara con suavidad, dulce y cariñosamente. Sus labios la besaron en la sien y la abrazó fuerte contra él.
- Además, ¿por qué iba a ir a por esa tía si puedo tenerte a ti?
- No sé, no era lo que parecía- dijo, con un pequeño puchero.
- Puedes estar tranquila, además, he amado con cada fibra de mi piel la forma en la que te has enfadado, estabas muerta de ira, ¿eh? Eso solo dice lo mucho que me amas, que me quieres para ti.
La chica le miró a los ojos y se alejó un poco de él, volvió a mirar la cama y alzó una ceja, cuestionando por última vez lo sucedido.
- Bien, dilo una vez más.
- Te quiero a ti, ¿a quién más? Quiero a la loca que me ha golpeado y ha convertido un precioso ramo de rosas blancas en un arma mortal. Y ni loco perdería lo único que me hace ser mejor por otra mujer en el mundo que no seas tú. Y ahora, déjame que cenemos, que te besé, que te tenga para mí, todo un fin de semana o hasta que te dés cuenta de que hay mejores opciones por ahí que yo y me dejes con el corazón roto. Aunque no pienses que te dejaré marchar tan fácil, después de todo, estamos hechos el uno para el otro.
El alivio recorrió cada célula de su cuerpo, Sucrette suspiró y volvió a su lado, taladrándole con sus ojos, casi como si fuera un corderito degollado, y expresó un largo suspiro saliendo de sus labios.
- Ha sido horrible.
Nathaniel sonrió y estiró sus brazos para rodear su cintura.
- Un malentendido, pero eres tan sexy cuando te enfadas.
- Eres un completo idiota.
Nathaniel posó sus labios en su sien, luego en su mejilla, en su nariz, en su mentón y se detuvo cerca de la comisura de sus labios, sus respiraciones se entremezclaron, la chica se estremeció, entreabriendo sus labios, buscando desesperada el contacto que tanto anhelaba de él.
- Un idiota que solo tiene ojos para ti.
- Pues más le vale a este idiota darme una buena noche y un buen fin de semana, porque como no lo haga volveré a atizarle por el mal rato que me ha hecho pasar.
- Oh, cariño, te aseguro que sí. Ni siquiera te imaginas lo mucho que vas a disfrutar este fin de semana, merecerá la pena cada milésima de esta mierda que creíste que pasaba pero jamás pasará. Y ¿sabes qué?
- ¿Qué?
- No solo merecerá la pena esté fin de semana, merecerá la pena siempre porque pienso darte los mejores días de tu vida, siempre.
Sus labios, que la estaban llamando desde que se acercaron, se pegaron cariñosamente, un beso suave que terminó por convertirse en la pasión personificada en un salvaje gesto, se abrazaron y pegaron sus cuerpos contra el otro, deseándose más, aumentando el ritmo y el placer de ambos.
Con mil pétalos de rosa rodeándolos, con la luz de las velas iluminándolos y con una promesa que sucedía el ambiente cargado de tensión... Sucrette y Nathaniel siguieron besándose sin acordarse de su cena, que estaba fría en la mesa más romántica que Nathaniel había hecho en su vida.
Pero... ¿qué más daba?
Ahora solo deseaban una cosa, enlazarse el uno contra el otro, como siempre debía ser.
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El cuento rosita
Y aquí vamos de nuevo… hace tiempo que no visitaba este lugar. Hace tiempo que no comenzaba mi domingo sentada en mi escritorio identificando que hay dentro. Una taza de café, pies descalzos, chongo a medio caer y viento de la mañana. ¿Música? Claro que hay música, en mi vida siempre la hay, pero definitivamente la mejor sinfonía será el sonido de las teclas y mi risa soltándose discretamente por volver a hacerlo.
Fue eso ¿verdad? Ella siempre tan de prisa tratando de comerse al mundo, olvidándose de aquellos momentos en los que esa “nada” se vuelven “todo”. Y creo que en eso estoy; en la nada. El conocimiento pleno de no tener nada por seguro y tener por segura la vida misma; cada sentimiento, cada pensamiento, cada estar, cada ser.
Me levanté sintiéndome muy bien, pero luego algo de duda y algo de incertidumbre habitó en mí. Creo que fue el hecho de estar tan al pendiente de lo que ocurría en el exterior, y me lo has gritado hasta el cansancio: “Ahí no, Ale. Ahí no”, y como le encantan los retos a la niña, “¿por qué no, Dios?” Ella siempre jugándole.
¿Te conté que abracé a mi niña el otro día? Cantamos y bailamos como hace tiempo no lo hacíamos, fue muy bonito encontrarla de nuevo. Le pedí perdón por el daño que le había hecho en este tiempo; por olvidarla, por abandonarla. Ella como siempre, como la manifestación de lo que eres tú; corrió, me abrazó y me dijo: “nunca me fui”.
Ayer alguien lo volvió a decir: “eres un ángel”. ¡Qué va! Ojalá lo fuera. Y otra vez aquí estoy tratando de sabotearlo, estoy cañona ¿verdad? He tenido destellos de lo que quiero y la grandeza de lo que soy pero luego no sé por qué, algo pasa y busco razones para no creerlo. ¡Ya basta! No más pretender que somos menos. Ayer me lo volviste a decir, es que siempre me hablas claro y sin rodeos: “si supieras lo parecida que eres a mí, todo sería diferente”.
También me recordaste que estoy en mi búsqueda de reconocer quien soy. Siempre pensé que uno venía a la vida para crearse, pero en realidad creo que es a descubrirnos ¿no? Algo así dijiste el otro día cuando hablabas de la grandeza que habita en cada uno de nosotros, esa grandeza que se nos dio desde el nacimiento, cuando nos creaste, pero todo lo que hacemos para olvidarlo es lo que nos nubla la vista de lo que somos y hacia donde vamos.
Hace poco hablé con alguien que tenía una adicción, una persona me contó de como habían abusado de ella, supe de quien eligió engañar a su pareja y de quien lo echaron de casa por ser violento. ¿Por qué ellos no te sienten? ¿Qué puedo hacer para que te vean? Nublaron su vista con acciones tan mundanas, eligieron un camino que ha terminado por destruirlos en el interior y ¿para qué? ¿Para ocultar tu presencia en ellos? ¿Con qué objetivo?
Volviendo a mi niña, hablamos de nuestro cuento el otro día; ese cuento que toda la gente ve como “muy rosita” para ser verdad. No lo sé, pero yo creo que es real y te agradezco de anticipado por eso, por realizarlo. Creo que las personas que no tienen un cuento rosita es porque no tienen un alma rosita, ¿me explico? Como decía aquella canción: “la vida es tan bella como tu la quieras ver”. Sólo que a veces es difícil, esto de marcar un camino que va en sentido contrario a todos los demás; que no cree que los engaños, miedos, las adicciones o la zona de confort sean la respuesta.
Esta semana también pasó que alguien me dijo: “lo tuviste y no lo quisiste”, -damn- pensé. Y aquí va mi confesión más grande: he tratado de hacer muchas cosas por creer que no existe, porque es más fácil pensar que no se puede que tomar todos los riesgos y aventarse a un vacío por esa fe de que existe. No más, lo quiero y lo quiero para cuidarlo, lo quiero para multiplicarlo, lo quiero para darlo todo sin importar qué. Lo quiero porque creo que dentro de todo este caos y de toda la maldad, existe gente que deja huellas color rosa en el corazón y esparce brillantina por los lugares que pisa. ¿Muy rosita? Who cares…
¿Recuerdas el guion que sissy escribió? Una vez ella me lo dijo: “Tu límite son las estrellas y siempre un poco más”. Recuerdo ese guion… Hablaba de una niña que vivió durante la guerra en Siria y cada que los sonidos de las bombas llegaban, cerraba los ojos y rociaba sobre ella y sobre su hermana algo de polvo de estrellas (mejor conocido como brillantina).
No sé exactamente cuando tiempo tarde, no sé exactamente cuantas veces se tenga que quebrar mi corazón por alguna desilusión y no sé si se me irá la vida peleando por eso, no sé si me tendré que mostrar demasiado vulnerable a un mundo que parece tener una necesidad enorme de cubrir sentimientos; pero te prometo, te juro que no pararé, porque si el día de mañana alguna vida puede cambiar, algún corazón puede acelerar su latido o alguna lágrima se puede evitar, habrá valido la pena todo.
Tal vez el mundo quiere llevarnos de su lado para perder toda esperanza, para olvidar donde comenzó todo, para desatender ilusiones y para guardar sueños, pero si algo puedo cambiar en el rumbo de los que me rodean, no detendré mis pasos. Porque si hay una mínima posibilidad de que ellos te escuchen cuando yo alce la voz, de que ellos te miren cuando me miren a los ojos y de que ellos te sientan cuando vengan a mí buscando un abrazo, lucharé todas las batallas que sean necesarias.
Así que, dime tú ¿seguimos con el cuento rosita?
Como lo dice el cuadro que mamá me regaló una vez:
“Hoy es el día. Vive tu vida con abandono y sé buena. Enamórate. Crea felicidad; sé valiente y salvaje de corazón. Haz amigos en cada lugar en donde estés y confía en tu propia fortaleza y en todo aquello que te rodea. Llénate de amor, toma riesgos y sé espontanea. Inspira a alguien. Esta es tu vida, hazla maravillosa”.
Manos a la obra.
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❝ ◜ 𝒔𝒕𝒂𝒓𝒕𝒆�� 𝒇𝒐𝒓 @furiasdespiertas
Lo había visto enseguida, casi desde que llegaron al cementerio y comenzó la triste ceremonia de despedida para su ahora fallecida compañera de clase. Si bien nunca fueron del todo unidas ni se llevaban demasiado bien como para considerarse amigas, Leah se había visto en la rara necesidad de asistir para decir adiós. Tal vez fuera hasta un poco hipócrita de su parte, por que si es honesta estaba haciéndolo más por ella que por el alma de la difunta. No tuvo oportunidad de despedirse de su padre al morir, así que no iba a dejar pasar la ocasión así como así. De todas formas, su madre le había dicho que tenía que ir por que toda la clase lo haría y que sería demasiado grosero si se quedaba en casa a pasar la tarde sin hacer nada.
Por ello el que se encuentre ahora ahí entre maestros, alumnos y familiares, aún si su atención sigue bien puesta en la silueta que parece más lejana y apartada del grupo que se aglomera junto al ataúd. ‘ Ahora vengo, tengo que --- ir a un lado. ’ Excusa, soltándose de la mano de uno de sus mejores amigos. El chico nada más asiente, demasiado tarde como para que Leah lo vea pues ya se encuentra en movimiento. Sale del montón, rodea poco a poco el circulo que han formado y finalmente se detiene, dándoles la espalda a los presentes para encarar y ver mejor al hombre que no ha de pasar más allá de sus treinta.
Ah, claro que lo recuerda. No olvidaría un rostro así nunca. ‘ Oye tú --- ’ Habla, quedo y al mismo tiempo en que da un par de pasos hacia el individuo. ‘ ¿Qué haces tú aquí? ¿Acaso conocías a Mary? ’ Cuestiona, pasándose de largo por las formalidades y los saludos de buenas tarde. Va al grano, ciertamente intrigada en la presencia de un sujeto que ni siquiera va a la escuela con ellos. ‘ ¿O me estás espiando? ’ Por que si, bueno, no hay que descartar ninguna opción.
#❝ ◜ –– 𝒍𝒆𝒂𝒉 𝒃𝒆𝒍𝒍𝒂𝒎𝒚 🌙 introspective ◞#❝ ◜ –– 𝒑𝒂𝒓𝒂𝒍𝒍𝒆𝒍 ❤️ bruno ◞#furiasdespiertas#espero que te guste al <3#me emociona mucho volver a rolear contigo#uwu
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Feliz Vigilia
Siempre detesté a esas personas que se relatan a sí mismas. Tienen como una necesidad latente de hacerle saber al oyente más cercano, aquello que hizo, que está haciendo, o que está por hacer. Por ejemplo, estaba esta señora sentada junto a mí en el bar con la cual hice accidental contacto visual de una fracción de segundo. Eso le bastó para decirme lo que estaba tomando, y que iba a dejar su copa allí, y que se dirigiría al baño para luego retirarse porque la extrañarían en la oficina. O ese señor en la parada de colectivos que me dijo que se quitaría al rompevientos ahora que la lluvia había amainado, y puesto que también se vería ridículo al llegar a la ciudad de Salta, donde seguramente la precipitación no había siquiera asomado la cara.
Ahora que lo digo en voz alta, no suena tanto a personas que se relatan a sí mismas, sino más bien gente amable que sólo quiere conversar. De todas maneras, siempre lo sentí como un auto relato de su parte, ya que si yo no les contestaba ni prestaba oído, no contaba como una conversación. Ya sabes, las conversaciones consisten en fulano diciéndole algo a mengano, y mengano contestándole algo a fulano, y viceversa, hasta que uno de los dos tiene que ir a mear.
En fin, nunca entendí a los que se relatan a sí mismos, y ahora que soy uno de ellos, tampoco lo entiendo.
Mesero, ¿dónde está mi copa? Lo que uno tiene que esperar para que le sirvan a uno un trago. Ya me tomé un par, pero no me va a negar el tercero, ¿no? No a un viejo como yo. Y antes de que me juzgue, conozco mis límites. No me verá salir de aquí a rastras ni mucho menos. Conozco lo que este saco aguanta.
¡Ah! Aquí estabas, traviesa. Gracias, mesero. Una noche tranquila tendremos hoy, ¿no cree? Quién lo diría. Este lugar estaba atestado de gente hasta hace unos momentos, y ahora prácticamente estamos sólo usted y yo. Separados por una barra, yo de este lado, lubricando mi esófago, y usted del suyo, bruñendo a esas señoritas. ¿Cuántas copas por día? No me lo diga, seguro es un número difícil de calcular, y probablemente sería solo una conjetura. Ahora déjeme acabar esta copa antes de que a este viejo se le seque la garganta.
Aquí tiene. No se moleste en limpiarla, ¿eh? Todavía no tengo pensado irme. ¿cree que tengo a alguien en casa esperándome? Pregunta compleja. A lo mejor tengo a alguien en casa, pero no están esperándome. Quizás tenga a alguien esperándome, pero no en casa. ¡Ja! ¿Se imagina? Eso sería una buena frase para un prófugo de la justicia, o para algunos de esos locos que dejan salir a pasear, y que luego olvidan la hora de regreso. No quisiera ser ni el uno ni el otro.
¡Pero qué loco lo de los locos! Los vieras tomando el colectivo como si fuera lo más cotidiano, o caminar por las calles entre los demás peatones. Y, supongo que yo los reconozco porque tengo ojo para eso, pero podrían engañar a cualquiera. ¿Quién decide quienes están bien para salir y quienes no? Si los pusieron ahí adentro en primer lugar, es porque no eran aptos para estar afuera, ¿no cree? Supongo que la política cambiará cuando uno de ellos saque una navaja en plena peatonal Alberdi y decida repartir afeitadas gratis. No estoy en contra de que deban salir; estar en esas instalaciones por mucho tiempo puede volver loco a cualquier genio. No es mentira lo que dicen sobre que algunos entraron allí por cuenta propia no estando chiflados, pero que luego de unas semanas, no los distinguías de uno más del montón. Casi como que la locura se contagiara. La mala junta…
¿Me sirves otra, por favor?
Gracias a Dios que yo no llegué a eso. Si me hubieran encerrado allí, no sé…
Pero por mucho tiempo creí necesitar ayuda psiquiátrica, ¿sabe? Si le interesa le puedo contar, si no le interesa pues, tápese los oídos porque la contaré igual, ¡ja! ¿Aclaré que suelo relatarme a mí mismo? Conversar unilateralmente, hablar solo… como le guste. Cuando llegues a la edad que yo tengo y veas las cosas que yo vi, creéme, vas a querer contárselas a alguien. Mi copa, por favor. Somos como globos; si los inflas lo suficiente, estallarán. De la misma manera, si nos llenamos demasiado de cosas y no dejamos escapar, aunque sea un poquito de aire, ¡bum!
Creo que tenía cuatro años la primera vez que la vi. Yo de cuatro años, no la niña. Ella quizás un año menos. Vivía en Ciudad del Milagro, cerca de la hoy abandonada pista de bicicrós. Era una casa de piedras. No es algo que yo recuerde, pero vi fotos. Una para ser exactos.
Tenía cuatro años, ¿ya lo dije? Y me escapé de casa. No llegué demasiado lejos. No planeaba convertirme en un fugitivo ni nada por el estilo. Mis proyecciones eran de un tono más trivial. Llegar a la plaza. Creo que hoy les dicen parque de juegos. Como sea, quería llegar ahí para distenderme de las presiones de la infancia. Vos sos joven, seguramente sabrás de lo que te hablo; no son años tan lejanos en tu caso. ¿Cuántos años tienes? ¿30? ¿28? Las muchachas han de sacar número. ¿O se dice “hacer fila”? Vos me entendés.
Te decía, era un mocoso que había echado mano a una independencia que no tenía, para ir al parque de juegos. Llegué, y mis metas eran claras: ir al tobogán. Había dos, uno bajito, calculo que de dos metros altura. Y otro más alto, de unos tres metros y medio. Pero, ¿qué tan alto son dos o tres metros, para un pibito que no llega a los ochenta centímetros? Para mí eran torres. En fin, llegué hasta el tobogán bajito y estaba siendo usado por esta niña que mencioné. No la había visto deslizarse por él, pero estaba al pie de la escalera, aferrada a una de las barandas cuando llegué. Me miraba con una expresión que todavía recuerdo. ¿Cara de póker le dicen? Cuando alguien no muestra ninguna emoción o gesto en el rostro. Lo cierto es que me miraba con esa cara. No esperes que te la describa como que su cara era pálida, y que vestía ropas de los años 50, porque no era así. Tenía una tez, más bien trigueña, como la mía en ese entonces, y llevaba una doble chuleta como la pecosa antiojuda del programa ese de comedia mejicano. Llevaba un jardinero azul oscuro, una remera rosa pastel, y botitas marrones. Una niña como cualquiera. Pero espera, déjame terminar.
Sabía que estaba usando el tobogán porque estaba aferrada a él con una de sus manos. Creo que lo dije. Como veía que no subía, y sólo se limitaba a quedarse parada ahí, con su cara inexpresiva mirándome (podría jurarte que ni pestañaba la cabrona) decidí subirme yo. Pero ella llevó su otra mano a la baranda y me bloqueó el paso. Le dije que quería utilizarlo, y hasta llegué a mentirle que ese tobogán me pertenecía. Ella estaba resuelta a no dejarme subir, y ni siquiera quería usarlo ella misma. Recuerdo que le dije una vez más que ese tobogán era mío y que, si ella quería jugar, tendría que usar el otro más alto. Peleas de niños, ¿eh?
Lentamente fue soltándose de las barandas, con su misma cara inexpresiva, y sin cortar el contacto visual. De momento creí que iría a llorar, o gritarme algo en la cara, pero nada de eso sucedió. Simplemente salió corriendo. No le presté mayor atención. Ni siquiera sé si fue al tobogán alto. Yo tenía lo que quería y —seguro te caerás de culo— ahora que lo tenía, no lo quería.
Lo cuento y suena absurdo, lo sé. Pero también sé que me entiendes, porque es algo que está en el ADN humano. “Mío, mío, mío” y cuando es tuyo, lo dejas a un costado. No me vengan con esa mierda de que los niños no tienen pecado.
Subí al tobogán sin demasiado entusiasmo y, cuando estaba en la cima a dos metros del suelo, volteé buscando a la entrometida de chuletas y no la vi. No había mucha gente en la plaza esa tarde. Creo que era la hora de la siesta. Estaba soleado y no corría viento. Busqué un poco más y seguía sin verla. Recuerdo que tuve miedo de que volviera con su padre para bajarme de las orejas. Tampoco sucedió. ¿No es sorprendente la cantidad de detalles que aun conservo de aquella tarde? Tenía cuatro años, y mojaba la cama cuando se me iba la mano con el agua en la cena.
De pronto, lo que captó mi atención fue el otro tobogán. Se veía tan atractivamente alto. Nunca había subido a él, ni aun estando con mi papá para recibirme en el arenero. Pero en ese momento, subido al tobogán bajo buscando a la niña, me atacó un súbito deseo por subirme al tobogán alto. Decidí que lo haría. Me deslicé y dos segundos más tarde corrí hacia la otra atracción. Llegué al pie de la escalera y miré hacia arriba. El tobogán parecía subir hasta las nubes. Lo escalones no tenían fin desde donde yo los veía. No sabía contar, y me parecieron infinitos, interminables.
Lo último que sentí fue terror. Tenía tal excitación por poner mis manos encima de ese aparato, que lo hice sin pensar. Repentinamente, como si hubiera estado mentalmente ausente noté que, a la base del tobogán, en el arenero, había un padre animando a su hijo miedoso a deslizarse. Yo no podía con mi ansiedad y ya había comenzado a subir. El padre del miedoso usó mi determinación como excusa para apurar a su hijo, que comenzó a negarse categóricamente a deslizarse. Yo continué subiendo, pero más lentamente. Era consciente de la altura que estaba alcanzando; rompiendo récords. Contemplé mis alrededores y sentía que un nuevo mundo se abría delante de mí.
Mi epifanía fue interrumpida, porque el miedoso decidió que bajaría por las escaleras nuevamente. Yo no interrumpiría mi ascenso. Cuando lo vi comenzar a bajar, decidí que me pararía sobre una barra de hierro soldada entre la baranda y una de las patas de apoyo de la escalera. Me quedé quieto allí, admirado de mis destrezas —y podría jurar que con cierto aire de superioridad respecto del miedoso. Cuando este pasó, despejando así el tramo que me faltaba para llegar a la cima libre, me propuse volver a los escalones.
No sé si fue el exceso de confianza lo que me volvió descuidado, o si fue la falta de experiencia. Quizás fueron ambas cosas. Al pasar uno de mis pies a los escalones, mi pie de apoyo se resbaló y quedó metido entre dos de esas barras de metal que unían la baranda con la pata de la escalera. El mundo se sacudió con violencia y quedó patas arriba. Los juegos de la plaza, dentro de mi campo de visión, estaban al revés. El suelo estaba donde antes había estado el cielo, y el cielo… bueno ya sabes.
De pronto, fui consciente del pánico que me había apresado producto del vértigo en medio de todo aquel espectáculo. Me sentí impotente y ridículo. Comencé a llorar y el miedoso comenzó a reírse de mí, o tal vez ya lo había estado haciendo cuando lo vi. Entre mis lágrimas vi el tobogán bajito y, sentada sobre la base superior, la niña. La misma de antes, con sus mismas chuletas, y su misma mirada inerte. Estaba mirándome. Fue ese cuadro el que me provocó el verdadero terror. Las lágrimas dejaron de brotar y el vértigo por estar colgado de una pata haciendo vaivén se fue. Sólo quedó un terror que me ahogaba. La niña giró su cabeza hacia el arenero, resuelta a lanzarse. Mi padre apareció delante de mí, preguntándome cómo había llegado hasta allí. Desenganchó mi pie y me bajó. El mundo giró nuevamente ante mis ojos. Recuerdo que seguía buscando a la niña con la mirada, mas sin hallarla. Había desaparecido del lugar. Mi padre comprobó que yo no estuviera herido, y me llevó a casa. Las sensaciones de mi accidente no me quedaron tan impresas en la mente como el terror que me dio esa niña con cara de póker.
Creo que ahora sería un buen momento para que me sirva esa bebida, mesero. La garganta se me está secando y, además, recordar estas cosas lo estresan a uno.
Pasarían años hasta que yo reviviera una experiencia parecida. Digo “parecida” no sólo porque esta segunda experiencia alcanzó los niveles de horror de la primera, sino que los superó.
Yo tendría ya unos diez años de edad. Mi padre llegó ese mediodía con una sorpresa para mi madre y para mí. Salió del auto con una caja llena de agujeros perfectamente circulares. Ahora sé que se trataba de respiradores. Se me acercó con ella e hizo que la sostuviera. Cuando lo hizo, del interior de la caja salió un tierno maullido, cuya melodía escapó por los respiradores. Mi madre estaba parada detrás mío, y me animó a que aventurara una posible respuesta para lo que se encontraba dentro. Yo ya sabía la respuesta, pero quise hacerme el misterioso. Levanté la caja para observar dentro de ella por uno de los perfectamente circulares agujeros. El gato que estaba dentro se movió sin emitir sonido, aunque igualmente se oyó un tintineo. Abrí la caja y allí estaba. Un gatito negro por donde se lo mirara. Llevaba un collar rojo con un cascabel. Mucho de collar no tenía, más bien se trataba de una cinta roja. Mi madre, al verlo, emitió un chillido de aparente ternura por el aspecto del animal.
El gato no parecía tenernos miedo. Con una mano sostuve la caja y con la otra agarré al animal. Su cascabel retintineó. Enseguida supe qué nombre le pondría. Me vino a la cabeza por el personaje de una historia que nos habían hecho leer en el colegio. Fortunato. Supongo que, para entender la referencia, has de tener que conocer las obras de Poe. No se qué leen los niños de hoy. No me lo digas. Creo que no lo hacen.
¿Te estoy aburriendo? Como sea, decidí bautizar mi mascota como Fortunato. Mis padres deben haber estado de acuerdo porque no recuerdo que le cambiaran el nombre. Fortunato era un gato muy juguetón, y prefería estar dentro de la casa, al contrario de otros. En las ocasiones que salía a la calle, podías oír sus ligeros pasos sobre el techo, siempre acompañado del tintineo de su collar de cascabel. De noche era imposible verlo, pero podías oírlo y adivinar dónde estaba. Lo más sorprendente de Fortunato era que no me rehuía, ni era arisco. Con sólo insistirle unas pocas veces, volvía a mí, maullando, ronroneando, y tintineando.
Hasta que un buen día no lo hizo.
Salí en mitad de una siesta a buscarlo y no volvía a mí. ¡Fortunato! Pero él no venía…
…Perdón, ¿y mi trago?
¡Fortunato! Insistí. Pero el gato no vino. En resumidas cuentas, no vino porque estaba dormido en la cama de mis padres. Con ellos. Yo había temido lo peor. De todas maneras, esa misma tarde cuando Fortunato, en efecto, vino cuando lo llamé, no llevaba su collar de cascabel. Mi padre me había dicho que seguramente se lo había quitado porque le molestaba. Me explicó que debió habérselo arrancado de tanto rascarse y que, de ahora en más, deberíamos estar más atentos a sus movimientos hasta que le consiguiera uno nuevo. Pero no estaba seguro de eso último, pues seguro Fortunato se lo quitaría también.
Esa noche, entré a la habitación de mi madre para avisarle que había yo había dejado lista la mesa para la cena. Recuerdo que ella estaba sentada al borde de su cama, junto a la mesita de luz. Al oírme entrar, reaccionó sorprendida y enseguida guardó algo que tenía en la mano en el cajón de la mesita. Al cerrarlo, algunos objetos se sacudieron dentro. No recuerdo si mi madre lloraba o tenía los ojos cansados. Supongo que las dos cosas. Lo que sí recuerdo fue el enmudecido tintineo que provino del interior del cajón, cuando ella se apresuró a esconder lo que tenía en la mano.
No sabía por qué mi madre le había quitado el collar de cascabel a Fortunato. Creí que le molestaba el sonido, o quizás le molestaba a Fortunato y ella se lo quitó. También cabía la posibilidad de que ella lo hubiera encontrado, aunque eso no explicaba su reacción de cerrar el cajón. Pero luego recordé que lo que había escondido había sido otra cosa, por lo que no pasaría nada si yo tomaba el collar de ahí. De todas formas, mi padre había dicho que le compraría otro, y yo quise ahorrarle el gasto. Esa misma noche, antes de terminar la cena, dije que iría al baño y, en cambio fui a la habitación de mis padres. Quise abrir el cajón, pero tenía llave. No me costó encontrarla. Estaba enganchada del lado interno de la pantalla de la lámpara. Empecé a sentirme agitado, porque sentía que estaba haciendo algo indebido. Me dieron ganas de cagar. ¿Te ha pasado? Estás hurgueteando y la naturaleza llama. Ella siempre tan inoportuna. Actué rápido y tanteé sin mirar demasiado. Encontré el collar de cascabel y lo puse en mi bolsillo.
Al día siguiente, le coloqué el collar a Fortunato y lo dejé salir. Al cabo de una hora salí para buscarlo. Podía escuchar el tintineo sobre el techo, pero de momento el sonido se perdía. ¡Fortunato! El gato respondió con un maullido. Sentí sus pasos apresurados, buscando por dónde bajar del techo de la casa. Volví a llamarlo y, cuando respondió supuse que lo hacía desde el suelo. Rodeé la casa, pero no lo veía. Escuchaba su cascabel, pero a él no lo veía. Decidí cambiar de dirección, y volver sobre mis pasos. Si Fortunato estaba dando vueltas, eventualmente se toparía conmigo. Dicho y hecho. Me vio surgir como un gigante por una de las columnas de la galería, y escapó hacia el otro lado. Estaba jugando. Maulló y echó a correr como un pequeño león negro que salió de caza. Yo me encorvé y estiré los brazos, simulando ser un monstruo que quería atraparlo. Yo venía con la cabeza gacha, enfocando la mirada en sus patas traseras y el oído en el tintineo. De repente, Fortunato dio un salto como el que solía hacer para treparse a un árbol, pero no fue hacia un árbol.
Creo que ahora podría describir lo que sentí, como si la sangre se hubiera congelado en mis venas, dejando así de circular. Pero a mis diez años no podía describir nada. Sólo sentir. Sentí un terror que había sentido por primera vez seis años antes. La niña de las chuletas que había visto en el tobogán estaba ahí con Fortunato en brazos. A esa edad yo no era muy observador, así que tampoco sería consciente de los cambios madurativos del cuerpo. Pero esa niña estaba igual en aspecto y atuendo que la primera vez que nos encontramos. Su expresión apática, intocada por el paso del tiempo. Era la misma niña de unos tres eternos años de edad.
Fortunato se movió en sus brazos y su cascabel resonó en el aire. La niña comenzó a ceñirlo con fuerza, y Fortunato comenzó a inquietarse. La cara inerte de la niña no hacía muecas ni daba muestras de emoción alguna. Sin embargo, el comportamiento de Fortunato develaba que ella estaba haciendo cada vez más fuerza con sus brazos. Fortunato comenzó a chillar, pero ella tomó su collar de cascabel y lo tiró con fuerza, cortándole el aire para que no se lo escuchara. Por primera vez, la niña se sacudió un poco al dar un último golpe de fuerza con sus brazos. Un cascabel resonó, pero no fue el de Fortunato. El suyo tintineó cuando la niña lo soltó y su cuerpo muerto golpeó el suelo. La niña bajó sus brazos y alternó la cabeza con un movimiento grotesco del cuello, como su le hubiera dado un espasmo. Sus chuletas latiguearon emitiendo un sonido de campanilla. Fue entonces que vi que una de ellas llevaba una cinta roja idéntica a la de Fortunato, con cascabel.
Mi madre apareció detrás de mi y yo volteé estupefacto. Los ojos de mi madre vieron el cuerpo muerto de Fortunato, pero nunca vieron a la niña.
Mesero, dígame si no se le eriza la piel. Ciertamente, a mis padres se les erizó. No creas que fue por Fortunato ni por mí, que presencié su —“accidental”, según ellos— muerte. Fue por el collar de cascabel. Mi madre lo atesoraba porque había pertenecido a alguien muy especial para ella, y yo casi lo había estropeado poniéndoselo a Fortunato. Ella nunca había encontrado ni comprado el collar de Fortunato. Era una reliquia personal. El collar de Fortunato nunca apareció, pero eso dejó de ser un problema por obvias razones.
Realmente andaría necesitando ese trago, mesero. No trate de engañarme. Sé cuidarme solo.
Quizás se esté preguntando si hablé de la niña a mis padres. Por supuesto que sí, pero no le prestaron mayor atención a mi versión de los hechos. ¿Una niña de tres años que estranguló a Fortunato, y que coincidía con la niña de aquel lejano día en que escapé al parque? No les llevó mucho tiempo descartar mi historia. Aunque sí se llevaron una sorpresa por mi capacidad de recordar un día como el de mi fuga. También me castigaron, por si se lo preguntaba. Aunque no le describiré los detalles de mi humillación. Use su imaginación, carajo.
Mis padres olvidaron el incidente en cuestión de días, pero a mi me persiguió por años. Incluso me llevaron a un psicólogo. Nunca supe mi diagnóstico, eso es algo que sólo lo confiaron a mis padres. Pero las citas me ayudaron, por un tiempo, a enfocarme en cosas que potenciaron mis habilidades cognitivas. Participé de concursos de matemática, en tres de los cuales salí ganador a nivel provincial. Luego, me convertí en un adolescente y mis intereses cambiaron. No me malentienda. No le di a las drogas ni a ningún otro vicio. A menos que el amor sea considerado como uno de ellos. En ese caso sí, fui un adicto. No llegué a experimentar el éxtasis de la sustancia, pero si sufrí de la abstinencia, ¿me entiende? Un enamoradizo frustrado. Interesante nombre para una comedia romántica argentina, si fuera a tratarse de mi vida amorosa.
Pero no quiero distraerlo con eso. Usted quiere saber qué fue de esa niña de chuletas y cara de póker.
Tenía unos dieciséis años. Debe haber sido por el año… bah, no me haga caso, tampoco quiere saber eso. Como le decía, tenía dieciséis años, estaba yo con un grupo de amigos del colegio. Entre ellos estaba Micaela. Deduzca quién era ella. Siempre fui malo para los nombres, excepto para los de ellas, ¿me entiende? Estábamos en una pizzería de San Lorenzo, y decidíamos a qué casa ir a pasar el rato, o al menos eso creo. Uno de ellos sugirió que visitáramos la casa abandonada de las golondrinas. Nadie conoce la historia exacta de ese lugar, excepto que es un atractivo para los curiosos que quieren pasar un buen rato de miedo. Todos dijeron que era una magnífica idea, y yo también. Aunque, de hecho, me pareció pésima.
Fuimos, pues, a la casa de las golondrinas —bautizada de esa manera por encontrase cerca de una guardería de niños llamada así—, a modo de referencia. ¿Ha estado allí?
Hicimos una parada en casa de uno del grupo, para abastecernos de juegos de mesa, cartas, linternas y, por supuesto, algo de comida e infusiones varias para la aventura nocturna.
Condujimos hasta el lugar, y dejamos el auto a unos cuantos metros de la tranquera de la casa. Caminamos el resto del trayecto hasta la lúgubre residencia y, una vez dentro, nos acomodamos en el salón principal. Un lugar amplio fue atravesado por las temblorosas luces de tres linternas intrusas, y seis curiosos que buscaban un lugar medianamente cómodo para sentarse. Lo encontramos y distribuíos los víveres en partes iguales. Sacamos cartas de Loba, y cuando nos aburrimos de ellas sacamos las de Truco. Posteriormente, también nos cansamos de ellas. Compartimos algunas historias y mitos regionales de terror. Yo no me sabía ninguno, excepto unos relatos de Poe. Quise compartir el del Barril de Amontillado, pero me recordó a mi gato, y eso habría traído anécdotas peores. Delirios, por supuesto, diría mi psicóloga con palabras más elegantes. Si ella viviera, claro.
No recuerdo quién de los chicos fue, pero uno extrajo una ouija, ¿así le dicen ahora? Era un tablero con un abecedario y una copa de vidrio. Nosotros le llamábamos “el juego de la copa”. Lo sé… super creativos; no conquistamos el mundo porque no queremos.
Recuerdo que la reacción de Micaela no fue buena. Había querido irse en ese preciso momento, pero la convencieron para quedarse. No tenía que participar si no quería hacerlo. Yo vi mi oportunidad para hacer mi movida, y dije que tampoco participaría. Argumenté que no querrían tenerme en medio de ellos estropeándoles la diversión con mi racionalización de las cosas. Eran libres de adentrarse en su histeria colectiva, pero yo no sería parte. Estuvieron de acuerdo. En parte decía la verdad, y en parte quería aprovechar para hablar con Micaela y ver si sucedía algo entre nosotros. Uno de los chicos me guiño el ojo.
Fuimos con Micaela hasta una barra muy parecida a esta. Los dueños de aquella vivienda abandonada deben haber sido gente bastante pudiente.
Nos sentamos sobre unos taburetes que habían quedado allí, no muy alejados del resto del grupo. El esplendor de sus linternas llegaba hasta nosotros, y de tanto en tanto un grito nervioso seguido por risas histéricas. Micaela saltaba de miedo y revoleaba los ojos. De momento se aferró a mi con exagerada tensión. La penumbra, el nerviosismo y el alcohol estaban haciendo efecto. Hablamos cosas que ni recuerdo. Trivialidades. Sé que me comentó que una de las chicas había planeado jugar a la ouija esa noche, porque quería contactar a un familiar que se había colgado. Seguramente quería preguntarle si el apretón del nudo había dolió, o si se había arrepintió de jugar al péndulo humano en algún momento, antes de que la luz de la vida se le apagara.
En una oportunidad, y por razones que no me son claras, me encontré besando a Micaela. Fue agradable, eso lo sé. Un poco raro al principio; sus labios estaban un poco secos, quizás paspados, pero luego se humedecieron y se volvieron suaves. Estuvimos así, ceñidos de las manos, varios minutos. De momento, lo único que oíamos era el sonido de nuestros labios rozándose, y el ritmo acelerado de nuestra respiración. Al parecer, los del grupo no nos vieron, porque seguían haciendo indagaciones al aire, esperando respuestas y profiriendo acusaciones por algún movimiento voluntario ejercido sobre la copa.
Micaela decidió que ya me había besado lo suficiente, o lo hice yo. La cuestión es que nos despegamos. Ella dirigió la mirada al grupo, avergonzada quizás de verme a los ojos, mas sin soltarme las manos. Yo la imité y observé a los del grupo también, no sin antes chequear que la incomodidad en mi entrepierna no fuera demasiado evidente.
Alguien preguntó al aire si —probablemente el ahorcado— estaba allí. Para mi sorpresa me encontré pensando en la niña de las chuletas. Su cara inexpresiva apareció en mi cabeza, con su jardinero azul oscuro, su remera rosa pastel, sus botas marrones, y sus chuletas. Una de ellas con una cinta roja tintineante. Traté de ahuyenté esa imagen de mi cabeza en vano. ¿Sabías que a los espectros no les importa si verbalizas tu petición? Ellos eligen aparecer, y ellos eligen a quién hacerlo.
Detrás de esa barra…
…perdón, me distraje. De pronto me di cuenta de que poco a poco las personas fueron abandonando este lugar. Parece que estamos solos usted y yo. ¿Quiere que continúe? Bien, pues.
Detrás de esa barra estaba la niña cara de póker. Di un respingo y me caí del taburete. Fue bastante cómico… para Micaela. Ni yo, ni los demás pensamos lo mismo. Me puse de pie sacudiéndome la ropa, y traté de sacar lo mejor de ese momento. La risotada de Micaela me alcanzó, pero el placer me fue arrebatado por esa niña. Porque seguía allí. Con sus eternos tres años de edad.
Algo fue diferente en esa oportunidad porque, por primera vez se comunicó conmigo. No lo hizo de manera verbal. Sólo me concedió un gesto con la mano. Me indicó que la siguiera. La niña atravesó un umbral sin puerta y me vi siguiéndola. No puedo dar razones de lo que sucedió, pero puedo describirlo. La niña quería mostrarme cosas.
Lo primero fue una fiesta de cumpleaños. Lo que estaba viendo en ese momento era la sala de mi casa, en Ciudad del Milagro. Había niños y niñas por todos lados. Y la niña. Se paró frente a un largo tablón de madera sostenido por dos caballetes y cubierto por un mantel de plástico con figuras oportunamente temáticas. Había recipientes con bocados típicos de fiestas de niños. Algunos potecitos contenían caramelos enterrados en harina, los cuales debían ser sacados sin el uso de las manos. Algunos niños, que aceptaron el desafío con ahínco, tenían la cara empolvada como pequeños cocainómanos, y un caramelo sujetado del envoltorio con los dientes. Luego, la niña me mostró a mi madre tomado fotografías con una de esas cámaras a rollo, y a mi padre sosteniendo una gran piñata encima de un puñado de niños. Ella estaba parada en el centro, siempre mirándome, siempre inexpresiva. Volvió a señalar y yo seguí su dedo. Me mostró a mi mismo, a los cuatro años recién cumplidos.
Esa era mí fiesta.
Estaba siendo víctima de una broma por parte de unos niños más grandes. Ellos me habían servido un vaso de jugo de manzana, y lo habían mezclado con sal. Yo lo descubriría en unos segundos. Me llevé la infusión y, acto seguido, escupí asqueado. Los chicos más grandes se reían de mí. El niño, que era yo, alivió su malestar tomando un vaso no adulterado de jugo de manzana. Reconocí mi cara de maldad en ese niño y supe lo que haría.
Es extraño. Yo no recordaba ese día, y sin embargo la niña me mostraba que había sido el protagonista.
El niño corrió, es decir yo corrí… corrimos… me da dolor de cabeza, ¿no te pasa también? Corrí a la cocina y salí nuevamente con un preparado similar al que los chicos grandes me habían dado. Ellos, ya experimentados, no tardaron en descubrir mis planes y me rechazaron la poción. Pero luego, uno de ellos me susurró algo al oído y señaló a la niña. Mi rostro aniñado se iluminó, y enseguida fui hasta la niña con mi preparado. Por alguna razón, tenía ganas de gritarle a ese niño que no le llevara lo que había preparado en ese vaso de plástico. Quería decirle a la niña que no se lo recibiera.
Me estoy mareando un poco, mesero, creo que es hora de mi bebida. ¿Escuchó eso? Hay gente afuera, quizás esta sea una noche movida después de todo.
La niña recibió el vaso que yo le di, y se lo bebió. ¿Esperas saber si reaccionó tan dramáticamente como yo? Pues no lo hizo. Su expresión era la misma. Y me sostenía la mirada. La niña se desplomó en el piso, sin alterar sus facciones, pero entendí el mensaje. Aunque todavía tenía preguntas. ¿Por qué me mostraría una escena semejante? ¿Qué quería lograr ese espectro? ¿O acaso era la casa de las golondrinas y el alcohol en mí sistema? ¿Qué buscaba, luego de tantos años de torturarme con su inexpresión, y la posterior ejecución de mi mascota? ¿Ahora quería hacerme creer que era capaz de asesinar? Un hombre de mis facultades mentales, jamás haría tal cosa. Pero letrado y todo, estaba siendo testigo de la más vívida de las alucinaciones. La niña quedo tumbada, con sus ojos abiertos y las manos al cuello, mientras decenas de niños y adultos se abalanzaban en su auxilio. Mis padres incluidos.
Retrocedí unos pasos; hablo de mí, no del niño. Observé la cocina y vi que las puertas de la bajo mesada estaban abiertas de par en par. Varios envases —principalmente productos de limpieza— se encontraban destapados en el suelo. Reconocí una lavandina, un detergente, soda caustica y veneno para cucarachas. Miré a mi costado, y la niña estaba parada junto a mí, todavía observándome. Tomó mi mano y me condujo a una habitación. Mientras nos acercábamos a ella, la fiesta de cumpleaños quedó olvidada. Entramos y era un cuarto oscuro, iluminado sólo al centro, pero era una luz que no alumbraba nada más que una mesita de luz.
¿Me sigues? Porque tengo la sensación de que hay mucha bulla en algún lado, y que de alguna manera te estoy perdiendo.
Fui hasta la mesita de luz, la lámpara parecía tener un insecto en la parte interna de la pantalla. Observé y era una llave. Esta desapareció de mí vista, e inmediatamente sentí un clic más abajo. La llave estaba puesta en la cerradura del cajón, y comenzó a girar. El cajón se abrió solo y reveló una fotografía que estaba boca abajo, con una inscripción que decía: cumpleaños del ’93. Tomé la fotografía y al verla me quedé sin aliento. Estaba yo, con un gorro de cumpleañero celeste, ante mí una torta de dos pisos, y a mi lado estaba la niña. Ella también llevaba un gorro de cumpleañera, color rojo. De la punta del gorro, pendía una cinta roja, con un cascabel. Sobre nosotros, había un letrero con la inscripción: “Feliz cumple mellis.”
Tuve un espasmo en la mano con la que sostenía la fotografía y esta se me cayó dentro del cajón. La niña extendió su mano sin apartar la mirada de mis ojos, extrajo la cinta roja con el cascabel, y se lo ató en una de las chuletas. Hizo un movimiento con la cabeza y el cascabel resonó. Habló por primera vez, después de todos esos años, y sólo dijo una cosa. Dijo…
Perdón… ¿mesero? Ella dijo su nombre… mesero… ¿dónde está mi bebida?
La niña me dijo como se llamaba y yo… Este lugar necesita una limpieza, ¿no le parece? Esta no es manera de tratar a los clientes.
¿Por qué hay tanto ruido? De repente se ha llenado de personas. ¿Traen…? Traen linternas… ¿Qué…? ¿Qué significa todo esto? ¡Señores, déjenme en paz! ¡Tengo que terminar mi historia y decirle el nombre de la niña! ¡Suéltenme! Por favor, ¿Dónde…? ¿Dónde está el mesero? Estaba aquí hace un momento… me debe una bebida.
¡DIGANLE QUE QUIERO MI BEBIDA!
•
—Oí que lo encontraron —comentó una enfermera.
—No fue difícil —respondió el secretario—. Estaba de vuelta en esa casa abandonada en San Lorenzo. Tiene una fijación por ese lugar.
—Sabes por qué, ¿no? —Perdió la cabeza una noche que se metió con sus amigos ahí. Casi mata a una muchacha. Un minuto la estaba besando, y al otro intentaba drenarle la vida con sus manos en torno al cuello. Es una locura.
—No habría sido su primera víctima, según su historial —. A los cuatro años envenenó a su hermana. Eran mellizos. Ahora, ESO es una locura.
—No podemos responsabilizarlo por lo de la hermana. ¿Dónde estaban los padres? En fin… ¿cómo lo encontraron?
—Es la misma historia de siempre. Estaba sentado en la barra frente al viejo espejo. Se resistió un poco al principio, pero luego perdió el conocimiento.
—Siempre lo digo, y vuelvo a repetirlo. No a todos se los puede dejar salir a pasear sin supervisión.
—Ya cambiarán las políticas.
—¿Esa cinta roja es tuya?
—No. Recién la veo. Tiene una especie de cascabel. A lo mejor se le cayó a alguna de las visitas durante el día. Habrá que llevarlo a la caja de objetos perdidos.
—Vos hace eso que yo ya me voy. Buenas noches, y feliz vigilia.
—Hasta mañana.
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Wake Up - Jotakak Fanfic
Fanfiction
Había estado teniendo aquellos sueños de nuevo.
Sueños y pesadillas que lo atormentaban desde los 17 años.
Jotaro se había encontrado muchos usuarios de Stands útiles a lo largo de su vida, ahora mismo para lo que tenía en mente tenía pensado pedirle ayuda a Josuke o hacer un viaje a Italia y enfrentar de nuevo a su destino conociendo al hijo de Dio, Giorno, aunque esperaba de corazón no tener que volver a viajar.
Una madrugada estaba durmiendo con su esposa, su relación no era la mejor gracias a las muy largas ausencias que tomaba por su trabajo, no recordaba quererla pero si le tenía apreció al menos por ser la madre de su hija, tenía que fingir un poco de cariño el poco tiempo que la veía así que estaba durmiendo abrazada a ella, su espalda era pequeñita y sus hombros muy pequeños y duros.
El teléfono sonó despertándolo, Jotaro tenía el sueño muy ligero a causa de traumas y pesadillas todas las noches, de cierta manera le era útil por si le llamaban para su trabajo, su esposa se movió molesta separándose de el en cuanto se estiro para agarrar su celular de la mesa de luz al lado de la cama, un escalofrió recorrió su espalda al ver el numero en la pantalla.
-Hola? –respondió con la voz ronca y adormilada, incorporándose ligeramente sobre la almohada.
-Creo que ya es el momento –una voz de mujer le respondió del otro lado –desde hace un mes sus signos están mas estables que…hace un par de años y aquello solo había durado una semana, si de verdad quisieras probar creo que ahora es el momento.
Jotaro se quedó en silencio unos instantes, procesando la información mientras salía de su estado de insomnio…estaba hablando de…aquello…miro el reloj en la mesa de luz y una urgencia lo recorrió de pies a cabeza, tenía que hacerlo ahora, no quería perder más tiempo, 13 años había sido suficiente ya.
-De acuerdo, en unos 3 días estaré allí, mantenme lo mas actualizado posible, algo más? –los brazos empezaron a temblarle, planeando su agenda para la dura semana que se le venía.
-Tendré que estar con el todo el tiempo, es una persona que despierta de un coma después de todo, no puedo dejarte hacer lo que quieras con el por que podrías crearle un trauma y…
-Entiendo, nos vemos –colgó el teléfono y volvió a dejarlo en la mesita de luz. Parando un momento para organizar sus pensamientos mientras se pasaba una mano por la cara, el fuerte e incesante sonido de la lluvia afuera lo estaba poniendo nervioso.
Era el momento? Esta vez si?
Bajo una de sus piernas de la cama pero antes de poder levantarse la mano de su esposa lo había sujetado de la muñeca, Jotaro suspiro, entendiendo la situación y sin embargo sintiéndose igual de decidido que antes.
-Vas a salir? –la voz dormida de su mujer susurrando llego a sus oídos.
-Si, es una emergencia –le daba pena, entendía su dolor pero…el era egoísta…
-Vas a volver a irte? que es tan urgente esta vez? –su mujer se dio la vuelta mirándolo a los ojos, parecía que en cualquier momento iba a ponerse a llorar.
-Tengo que ir a mi oficina a arreglar unas cosas y luego…-estaba siendo particularmente comunicativo, nunca le contaba sus rutinas a su esposa quizá la noticia lo había puesto sensible y emocional.
-No puedes esperar a la mañana? Tan importante es? –no, no podía, se levanto soltándose del agarre de su esposa y abrió el ropero para buscar sus típicas ropas, dada esta situación no podía ocuparse de hacer una maleta, tendría que ducharse y agarrar cosas de su oficina que era como su segundo hogar.
-No –respondió seco, no podía contarle a su esposa de estas cosas, ella y su hija tenían que estar alejadas del mundo de los stands…y por otras obvias razones. Se puso unas medias y los pantalones a la máxima velocidad que pudo, no quería enfrentar otra pelea de nuevo.
-Que es importante para ti? Que es tan importante que tienes que salir de urgencia de madrugada y cuando yo te llame para que vinieras a ver a Jolyne aquel día que casi se muere de fiebre me dijiste que estabas ocupado? –aquello fue una puñalada por la espalda, ese día estaba trabajando y de verdad era importante, no es como si fuera que no le importaba su hija, mosqueado se puso su polero y su abrigo, agarrando su celular y guantes, se acomodaría de camino, se puso su gorrita y salió de la habitación, camino a la de Jolyne –Jotaro! Ven aquí!
Los gritos de su esposa lo estaban irritando, hacer lo que iba a hacer tampoco era bueno para ella de todas maneras pero tenía que hacerlo. Entro a la habitación de Jolyne, quien estaba profundamente dormida, su hija era preciosa y eso no se lo podría negar nadie, la veía poco y no le prestaba mucha atención pero la quería mucho.
Se agacho delante suyo y movió su hombro ligeramente para despertarla, la niña hizo sonidos de rezongo por unos segundos antes de abrir los ojos, asustándose un poco al encontrar a su padre enfrente.
-Jolyne –la llamo en un susurro, intentando captar su atención –Jolyne –su padre le dio un golpecito en la frente con sus dedos, despertándola y captando toda su atención, abriendo sus enormes ojos y fijándole la vista su padre –Voy a irme por un tiempo si? Cuando vuelva te tendré una sorpresa –una profunda tristeza se apodero de su rostro, su boca hizo un pequeño puchero y sus cejas se cruzaron –no te preocupes, no tardare mucho, y te llamare y enviare regalos todas las semanas.
-Eso dices siempre –entre medio de un bostezo pronuncio sus primeras palabras en toda la noche –no te vayas –Jolyne estiro el brazo para agarrar su gorra, tapándole la cara a su padre, quien entre toda la melancolía del momento le dedico una sonrisa por que le había hecho gracia aquello.
-No te preocupes –el hombre aún con la cara tapada le acaricio la cabeza y le dio un beso en esta –puedes quedarte mi gorra, esta bien –su mano agarro la de Jolyne sujetando la gorrita blanca en sus manos –volveré antes de que empieces a extrañarme –intento darle una mirada de confianza a su hija, pero el ya sabía que después de tantos fallos y ausencias ella ya le había perdido la confianza.
-Ya te estoy extrañando
-Te quiero –le dio un beso en la mejilla, levantándose para irse –te llamare la próxima semana –cuando su mano se poso en el pomo de la puerta escucho a su hija una vez más.
-Yo también
En cuanto salió se encontró a su esposa con una bata en el pasillo, mirándolo angustiada y apunto de llorar. Era una noche fría en más de un sentido.
-Quédate, al menos hasta mañana, despídete bien de Jolyne –le partía el corazón aquello, pero tenía cosas más importantes que hacer, así que empezó a caminar, haciendo con delicadeza a un lado a su esposa antes de tomar un paraguas de la entrada y abrir la puerta con las llaves que estaban en su bolsillo adornadas por un llavero del dibujo de un delfín que había mandado a plastificar ya que se lo había hecho Jolyne –Jotaro… -salió y cerro la puerta detrás suyo, apoyándose en esta mientras se llevaba una mano a la cara, no estaba bien lo que hacía y sin embargo…-que tengas un buen viaje –escucho detrás de esta con el incesante y molesto sonido de la lluvia detrás.
Su esposa lo quería mucho.
Abrió el paraguas y se fue a la avenida mas cercana, tomando el primer taxi que encontró, en cuanto estuvo en su estudio agarro las poquitas cosas que tenía ahí que podía considerar importantes para un viaje, tenía un par de cambios de ropa, dinero, el cargador de su celular, unos libros y anotaciones y otras cosas, lo demás lo compraría allá, dinero no le faltaba. Se sentó en su silla reclinable y con su celular enchufado cargándose busco en su agenda un nombre.
Josuke Higashikata.
En Japón ahora mismo debería ser de día. Llamo y espero unos momentos, antes de oír una voz.
-Jotaro? Señor Jotaro? –la voz curiosa de su tío lo relajo un poco, al menos lo pudo contactar.
-Que tal Josuke? –tenía que establecer una charla antes.
-Que tal nada, en Estados Unidos ahora mismo deben ser las…madrugada…que importa…sucedió algo? –la conexión de los Joestar también aplicaba leer mentes? –es un gusto hablarnos pero esto me resulta extraño y…
-En ese caso ya que no me dejas ser amable y preguntarte por tu vida iré al grano –un bufido se escucho detrás de la línea, tenía que ser así de desagradable siempre? –el trabajo que te encargue, que tal vas con ello?
-Soy un curandero loco, menos mal que la fundación Speedwagon me da anonimato o tendría un culto detrás mío diciendo que soy como jesus que curaba a los enfermos.
-Es para entrenar tus poderes, tienes un stand muy poderoso Josuke, responsabilízate de ello, no puedes quejarte si te están pagando bien al menos –Jotaro le había puesto un trabajo de verano a Josuke para que entrenara sus poderes de restauración, la fundación Speedwagon lo había contratado para pruebas de medicina con enfermos de diferentes categorías, lógicamente la fundación le tapaba los ojos a los pacientes para que cuando estos despertaran no vieran a Josuke y empezaran a…acosarlo o algo, solamente eran pruebas para medicina, no es que lo hubieran hecho médico o algo.
-No me molesta pero igual soy millonario –aquello lo hizo reír, hablar con Josuke era refrescante.
-Puedes pensar ahora que es mucho dinero pero no lo es, pregúntale a tu padre que te aconsejara bien –estaba sonriendo, le gustaba hablar con el.
-Tu crees? Okuyasu dice que podría vivir cómodo el resto de su vida con todo eso…
-Ingenuo, en todo caso escúchame, no te llame por placer –de nuevo le rezongo, le gustaba un poco molestarlo –necesito que hagas algo por mi, estas ocupado esta semana?
-Tengo exámenes que dar…-la voz de Josuke se escuchaba un poco curiosa.
-Estudiaste duro?
-No
-En ese caso no importa, estas aprobado no te preocupes, te enviare un ticket de avión, tienes que venir a estados unidos –antes de que Josuke pudiera quejarse el siguió hablando –que tan en confianza te sientes con tus poderes para despertar a alguien de un coma?...un viejo amigo…
Había cosas que Jotaro le ocultaba no solo a su esposa e hija, si no a todo el resto de su familia, como que por ejemplo, tenía a Kakyoin oculto dormido en un coma desde hace 13 años en una casa que había comprado para el en un lugar que nadie sospecharía ni tenían idea que el tenía.
Se había comprado una casa en un pueblito lejano y perdido de Estados Unidos, donde el pelirojo yacía acostado rodeado de maquinas y con el constante cuidado de 3 enfermeras muy bien pagas que se turnaban para cuidarlo, Kakyoin no había muerto aquel día, la fundación le había ocultado a su abuelo de su coma a petición de Jotaro para hacerlo pasar por muerto.
Todos habían llorado su muerte sin saber que estaba vivo, el se había prometido cuidarlo desde el momento en que casi pierde la vista e iba a mantener su promesa, y así lo hizo durante 13 años, esperando día y noche a que sus signos mejoraran como para que…despertara…así fue hasta conocer a Josuke hacía un par de años, lo primero que se le cruzo en la cabeza al ver su habilidad de curación fue Kakyoin…
No lo tomo del brazo y lo llevo corriendo a tomar un avión hacia la casa donde estaba Kakyoin por que no confiaba totalmente de sus poderes, pero con el pasar del tiempo y cuando Josuke empezó a curar gente con Crazy Diamond algo le decía que el era el indicado para levantar al pelirojo de su sueño…solo había que esperar que el…estuviera bien, no dudaba que Josuke pudiera curarlo al 100% incluso las heridas de sus ojos pero no quería que nada estuviera mal, además era un desafió muy grande para su tió que apenas tenía 18 años.
Aunque si podía devolver miembros de nuevo a su lugar y no espantarse de estos cuando se salían y estaba todo lleno de sangre no entendía por que había esperado tanto, como sea ahora era el momento, al parecer Kakyoin estaba bien y era el momento indicado para intentar despertarlo, estaba muy confiado de Josuke quien para la fundación curaba tumores y enfermedades muy fuertes.
Si Josuke no tenía la fuerza o la habilidad necesaria para despertarlo…tendría que recurrir a otras cosas.
Como a otro Joestar…o Brando…o Giovanna…quien según Koichi tenía la habilidad de dar vida, no estaba muy seguro de como era la historia o el tema con Giorno, puesto que aunque lo vigilaba y recibía reportes de el cada bimestre, obviamente eran una organización delictiva y no era muy fácil espiarlos y mucho menos a sus stands. Pero estaba dispuesto de tomar el riesgo de ir a buscarlo y pedirle bajo la excusa de que son familia como unos 200 años lejana que lo ayudara a curar a Kakyoin de alguna manera.
“Hey yo mate a tu padre pero de alguna manera nosotros 2 somos familia ya que el semen del que insemino a tu madre era un tátara tátara abuelo mío pero Dio es…como tu padre simbólico ya que el solo puso las fuerzas y la cabeza para mover ese cuerpo dentro de tu madre y…en fin, soy tu tátara nieto, me ayudas abuelo?”
Estaba un poco desesperado pero tal vez funcionaría.
Un par de días pasaron y Josuke había llegado, un remis lo había ido a buscar expresamente al aeropuerto para llevarlo hasta la pequeña casita perdida en el campo, Jotaro había estado allí desde el primer día observando a Kakyoin y cuidándolo junto con la enfermera.
Aveces se sentía enfermo, sentía que lo suyo era una obsesión y que tenía que dejarlo ir, seguir su vida normalmente y por fin prestarle atención a su mujer y su hija que debían ser sus 2 prioridades pero…entonces recordaba los sentimientos que tuvo por el en Egipto y no podía evitar sentirse mal por no haber llegado a decirle que lo quería.
Cuando le dijera aquello se olvidaría de el como pasa con todo lo que le gusta? Como su esposa o así? Lo dudaba, lo que sintió por Kakyoin esas semanas fue mucho mas fuerte que lo que sintió por su esposa en años de matrimonio, pero no podía confiar en su personalidad caprichosa y egoísta.
El pelirojo naturalmente tenía un aspecto muy enfermo y delicado pero estaba bien cuidado, según las enfermeras nunca le había salido barba y eso le hacía mucha gracia, el tenía que afeitarse constantemente, si ignoraba lo delgado que estaba y que…estaba dormido, era tal cual el Kakyoin de 17 años que conoció.
Y en parte era así, por que cuando el despertará sería un adolescente a quien tendría que cuidar y ayudar a madurar a pasos agigantados.
Si despertaba claro, pero Jotaro adoraba fantasear con el momento en que el pelirojo despertara y la vida que tendrían juntos luego, podría escribir mil historias de aquello y no cansarse de seguir imaginándolo.
Jotaro vio la cara de confusión de Josuke al ver el lugar en donde estaban, de verdad Jotaro había comprado una casa para ocultar a su novio de la adolescencia? Por que haría eso? No era un hombre casado y con una hija? No es que se quejara de ayudar ya que de todas maneras si todo salía bien tenía vacaciones en el extranjero pero…
Cuando llego a la habitación en compañía de la enfermera vio al hombre postrado sobre la cama y le pareció hermoso, sumamente lindo, alguien así había perdido tanto tiempo de su vida por culpa de Dio?
-El es Noriaki Kakyoin no? –pregunto en un susurro, acercándose al pelirojo sin dejar de inspeccionar el lugar.
-Nunca te dije su nombre –susurro Jotaro con seriedad, un poco incomodo por aquella pregunta tan intrusiva.
-Rohan cuando te leyó con Heavens Door me dijo que habías tenido a una persona especial hace tiempo, y cuando le dije sobre esto me dijo que probablemente era el –Jotaro se ruborizo, tendría que dejar de ser tan abierto con esos chicos no importaba cuanto cariño les tuviera –aquí voy…
Josuke saco a Crazy Diamond con un poco de duda, posando su mano sobre el hombro del pelirojo, su habilidad no requería mucha concentración, era mucho de instinto y de querer, así que no tardo demasiado, en cuanto vio que los segundos pasaban y el hombre no despertaba decidió sacar su mano, un poco decepcionado de si mismo por que aún no fuera tan fuerte y de no poder ayudar a su sobrino.
Se volteo con tristeza para disculparse con Jotaro, pero antes de abrir la boca, la maquina a la que Kakyoin estaba conectado comenzó a pitar furiosamente.
El sonido empezó de rápido a inaguantable, a un chirrido constante y luego a una línea, la enfermera se acerco alarmada a ver que pasaba y Jotaro casi empujo a Josuke para acercarse al pelirojo pero en cuanto la enfermera lo levanto para examinarlo mejor paso el milagro.
Kakyoin se despertó, y este no era un despertar de coma convencional.
El hombre se levanto y saco la cabeza de la cama poniéndose a vomitar violentamente, agua, ya que no tenía nada que vomitar, Jotaro le miro nervioso sin saber que hacer compartiendo miradas con Josuke, quien solo podía elevar los hombros sin saber que había pasado o hecho, lo había despertado pero de que manera?
La enfermera desesperada lo agarro de los hombros y le puso una mano en la espalda, pidiéndole a alguien que trajera agua, Josuke salió disparado a la cocina y trajo una jarra con un par de vasos pero al volver se encontró a la enfermera tranquilizando al pelirojo con ejercicios de concentración mientras Jotaro lo sujetaba por detrás para que no saliera corriendo.
Pasaron unos 5 minutos, el hombre no dejaba de llorar y preguntar que había pasado, que se sentía mal y le reventaba la cabeza, no dejaba de repetir el nombre de Dio y que su habilidad era parar el tiempo pero al final se calmo, Josuke veía crisis nerviosas así en la fundación y tal vez era por eso que la idea de ser medico no le interesaba, tanto dolor no era lo suyo. Veía a su sobrino cagadisimo de miedo que no le quitaba la mirada de encima al pelirojo, el cuerpo entero le temblaba y seguro tenía un dilema entre si estar feliz o preocupado.
Cuando el hombre se calmo se puso a balbucear unas cosas por otro par de minutos, hasta que se tranquilizo cuando la enfermera le pidió que haga ejercicios de inhalar y expirar, esta no era la manera en la que se trataba a alguien así pero no podían permitir que se volviera a dormir así que no le podían dar un calmante, tenían que estar seguros de varias cosas antes de que se volviera a descansar.
En cuanto levanto la mirada lo primero que vio fue la enfermera, sin decir nada, luego miro un poco alrededor suyo, y cuando Jotaro lo soltó, volteo a verlo a el, quedándose hipnotizado por unos segundos.
-Jo…Jotaro? –su voz estaba ronca y totalmente quebrada, cuando estaba gritando también era así, podría haberse quedado mudo…Crazy Diamond no lo curo totalmente.
-Kakyoin mírame –el moreno se puso al lado suyo y encerró su rostro con sus manos, la respiración del pelirojo fue bajando poco a poco cuando empezó a concentrarse solamente en la cara del moreno.
Ambos estaban temblando y tenían miedo.
-Jotaro… -que el hombre que había estado esperando por 13 años saliera de aquel coma y dijera su nombre con su propia voz creaba una calidez en el corazón de Jojo que no podía explicar.
-Kakyoin…-susurro, casi sin poder creérselo, si no fuera por toda la conmoción anterior pensaría que estaba soñando –mírame si? Está todo bien –el pelirojo le asintió, confundido, Jotaro soltó su rostro y agarro sus manos, entrelazando sus dedos para que dejara de temblar.
Pasaron unos segundos antes de que el pelirojo se recompusiera totalmente sin sacarle la vista de encima al moreno, a petición de la enferma respiro un par de veces y miro al suelo, levantando la vista para encontrarse con Josuke, quien se sonrojo sintiéndose comprometido por la situación.
-Jotaro…esto…no es Egipto no? –su voz ronca y adolorida le hizo dar un vuelco en el corazón, estaba preparado para esto por muy doloroso que fuera.
-No, esta todo bien ahora –en cuanto dijo esto el hombre cerro los ojos, Jojo le llamo la atención presionando sus manos y el se volteo a verlo, acostándose sobre la almohada que la enfermera le había preparado, le dolía todo.
-Dio? Y los demás? –cuando esa inevitable pregunta llego la enfermera le hizo señas de no a Jotaro, todavía era muy temprano para contarle todo eso, un shock emocional no sería bueno ahora.
-Lo derrotamos, no te preocupes ya esta todo bien, acabas de despertar y no quiero presionarte mucho –el pelirojo hacía muecas de dolor a cada movimiento que quería hacer, incluso mover la cabeza. La enfermera le hizo una seña y Jojo asintió –hay que revisarte primero antes de seguir, no te preocupes y no te esfuerces mucho, solo no te quedes dormido.
Antes de que pudiera decir que si para sorpresa de Kakyoin la enfermera ya estaba encima suyo revisándolo, mirando sus ojos con una luz, sus oídos, su boca, los latidos de su corazón, la presión, Jojo la ayudo a levantarlo para que pudiera darle un vaso de agua de a sorbos, naturalmente Kakyoin estaba bastante manso, tal vez por el dolor o la confusión pero no estaba haciendo nada muy problemático mas que quejarse.
Cuando la revisión termino la enfermera se puso a revisar las maquinas alrededor del pelirojo, Jotaro se quedo viendo al pelirojo que se había quedado hipnotizado mirándolo todo este tiempo.
-Esto no es un hospital –el semblante de Jotaro se puso serio, en ese momento miro a Josuke, quien solo veía toda la escena confundido y sin mucho interés, ya había hecho su parte.
-Josuke, puedes ir abajo? Luego te llevare al hotel –en ese momento el adolescente se retiro, cerrando la puerta, lamentablemente no podía tener la intimidad que deseaba, la enfermera le dejo muy en claro que no los dejaría solos.
-Te ves mas crecido, por no decir viejo, no te has estado cuidando? –Jotaro lo miro con una media sonrisa, por una parte aquello le hacía gracia y por otra lo amargaba –cuanto tiempo estuve aquí?
En ese momento Jotaro tomo aire, volviendo a sujetar las delgadas y temblorosas manos del pelirojo, intentando ignorar a la enfermera que estaba solo a metros de ellos. Había imaginado esto las veces suficientes como para sentirse con el valor para decirlo, aquel valor que le falto en Egipto el día que Kakyoin volvió a aparecer el día que fueron a luchar contra Dio.
Todo esto era como un sueño, uno que ya conocía de memoria.
-Antes que todo quiero decirte algo que antes no pude –el pelirojo le presto toda su atención –Te quiero –su corazón dio un vuelco y empezó a correr una carrera que ya no era contra el tiempo como la vez anterior –Te quiero, quiero decirlo ahora ya que antes no tuve oportunidad –la cara del chico era un poema, con los ojos abiertos de par en par y los labios entreabiertos –estuve esperando todo este tiempo para decírtelo ya que no pude el día que luchamos contra Dio, te quiero –un calor se había depositado en sus mejillas, así como de apoco todo su cuerpo empezaba a sentirse destensado, 13 años guardándose eso para si mismo y ahora poder decírselo…después de mucho tiempo se sentía bien consigo mismo
En ese momento el pelirojo quiso acercarse a el, sin embargo un dolor en la cadera lo hizo detenerse para quejarse del mismo, la enfermera se acerco preocupada a el, acomodándolo en la almohada para que descansara, obligándolo a tomar un par de sorbos.
-Quería besarte pero…al parecer no puedo –el pecho de Jotaro se lleno de una felicidad que no sabía como describir, la sonrisa apenada de Kakyoin se veía muy linda –También te quiero, me gustas –aquel gustas le había dado una punzada que pudo ignorar, después de tantos años el lo amaba, pero Kakyoin no había sentido los años pasar, sin embargo no importaba, que le correspondiera había sido una de sus fantasías prohibidas para no ilusionarse y…estaba pasando.
-No quiero lastimarte, así que iremos despacio si? –una de sus manos se acerco a su mejilla para acariciarla con suavidad, el chico de ojos violetas se pego a su mano acurrucándose en esta por unos instantes, se veía realmente lindo, aún con las bolsas en sus ojos y su aspecto esquelético, tal vez era el rojo brillante de su pelo lo que realzaba su belleza.
-Cuanto tiempo estuve dormido? Te ves viejo…no quiero ser rudo así que diré mayor –la enfermera no le dijo nada, al parecer Kakyoin se estaba tomando todo lo suficiente bien como para poder avanzar, sus manos se posaron en sus hombros obligándolo a mirarle.
-Quiero que estés tranquilo si? No te asustes y recuerda que todo esta bien –tal vez no eran las palabras indicadas para influir confianza pero el chico le asintió tan siquiera así para que continúe, no se le veía muy convencido -13 años, actualmente tienes 30 como yo –la mirada del pelirojo se lleno de sorpresa y los pitidos de la maquina contigua empezaron a hacerse mas frecuentes –creo que por hoy esta bien, lo siento.
-N-No! –un grito nervioso y algo desafinado salió de su boca –digo…-el chico intento corregirse a si mismo, sabiendo que se quedaría sin saber nada si se ponía mal –puedo soportarlo, algo igual de fuerte que deba enterarme? –una presión en el pecho empezó a molestarle, 13 años dormido?
Jojo lo miro con duda por unos instantes, pero el rostro afligido del chico termino comprándolo, no quería que se volviera a dormir pero no quería que pensara que le estaba ocultando cosas.
-No todos salieron de la batalla de Dio –el rostro de Kakyoin se distorsiono de la tristeza.
-El señor Joestar…-dijo en un susurro, que? Su abuelo? Ciertamente era el más débil pero no.
-Casi pero no, el esta bien, ya tiene 82, te daría mucha risa verlo ahora mismo, esta hecho un viejo senil que no se las puede arreglar solo –aquello había hecho que los pitidos de la maquina empezaran a bajar su ritmo, quizá le había hecho gracia.
-Entonces quienes…? –pregunto con una temerosa curiosidad.
-Avdul e Iggy, no tenemos muy en claro que le paso a Avdul, es difícil de explicar –la mirada del pelirojo se ensombreció de la pena, mirando hacía otro lado.
-Ya veo –su voz se había apagado mucho mas que antes, dejaría de entenderlo si empezaba a hablar tan mal.
-Polnareff esta bien, hace un tiempo que no hablamos pero estuvimos haciendo varias cosas luego de Egipto –la verdad es que no tenía idea de que fue del destino de Polnareff, hacía mas de 10 años que no lo hablaba pero si era verdad que estuvo en contacto con el un par de años mas luego de lo sucedido, le extrañaba muchísimo que no hubiera intentado contactarse con el, varias veces se pregunto si había muerto pero algo le decía que no.
Aquello le saco una pequeña sonrisa al pelirojo, buenas noticias, enfocarse en buenas noticias sería lo mejor.
-Ya veo –silencio, su mirada se había perdido -13 años…mis padres…al volver yo planeaba decirles que me escape…recibir unos regaños y luego volver a la normalidad…-con cuidado, Jotaro se acerco a abrazarlo, no presionando mucho y teniendo cuidado con todos los cables a su alrededor.
-Quieres saber algo gracioso? –el chico había presionado su barbilla contra su hombro –el chico que antes estaba aquí con nosotros? –se corrigió mentalmente, tendría que tener cuidado con su elección de palabra, según Kakyoin el también era un chico –es hijo del viejo, engaño a mi abuela 3 años antes de lo de Egipto.
-El pelirojo se separo asombrado de el, con una curiosidad divertida –enserio? El señor Joestar? Estoy…decepcionado? –aquello le causo gracía.
-Todos lo estuvimos, yo y de hecho el viejo lo conocimos hace un par de años ya, es un buen muchacho, te agradara conocerlo a el y sus amigos, uno me cae particularmente bien, su nombre es Koichi, es un chico muy bajito pero muy inteligente y tiene un stand muy poderoso –buenas noticias, enfócate en lo bueno Jojo, seguramente Kakyoin estará feliz de conocer a la gente en Morioh y de escuchar la historia de la caza del asesino de mujeres Kira.
-El señor Joestar no conocía a su propio hijo? El es un usuario de Stand no? Pude sentirlo… -Kakyoin le había sacado las manos de los hombros para estrecharlas entre las suyas.
-No, nos enteramos al momento de preparar la herencia, el viejo tenia 79, mi abuela Suzie estaba furiosa, convoco a toda la familia, mi madre no le hablo por varias semanas y entonces yo fui a conocer a mi…tió…mi madre no conoce a Josuke, le dije que era un buen muchacho pero dijo que no se sentía preparada para conocerlo –una risa había aparecido en los largos labios del pelirojo, así estaba mejor, se veía lindo.
-Josuke? El también es un Jojo? Empiezo a pensar que lo hacen apropósito lo de los nombres –el también estaba riendo, aquello lo hacía recordar los comentarios tontos que se hacían en el viaje a Egipto.
-Josuke Higashikata, le falta el otro Jo –otra risa, estaba haciendo un buen trabajo –su stand puede restaurar y sanar objetos, pero es del mismo tipo que el mío.
Kakyoin paro por un segundo, como pensando en algo, con curiosidad Jotaro veía como cerraba los ojos pero entonces un ruido detrás suyo le llamo la atención, su gorra se había caído de su cabeza.
-No puedo ver…a Hieropanth…esta aquí y puedo usarlo pero…no puedo verlo…y no puedo usarlo muy bien –otra cosa se había caído, un libro encima de un escritorio de la habitación.
Aquello sorprendió a Jotaro, quien pensó un poco en los echos antes de responder, analizando la situación.
-Imagino que será por que estas débil, que tengas a tu Stand es una buena señal, el stand de mi madre aparecía y desaparecía cuando ella estaba enferma.
-Mi Stand me hará daño por mi condición física? –pregunto con algo de curiosidad el pelirojo.
-No creo, mi madre no era fuerte mentalmente pero tu si –aquello hizo sonrojar al pelirojo por un instante –te esperan meses de terapias y recuperación, estaré contigo todo el tiempo.
El pelirojo volvió a sonrojarse, analizando sus palabras.
-Si tienes tanto para contarme será divertido –su stand de alguna torpe manera levanto sus sabanas, sin darse cuenta de aquello miro a la enfermera que no parecía extrañarse por todo aquello –ella…?
-Es de la fundación Speedwagon, luego se presentaran formalmente, me ocupe de que estuvieras bien cuidado –la mente de Kakyoin con aquello empezó a divagar.
-Estuviste 13 años cuidando de mi? –al preguntar esto, Jojo evadió su mirada, evitando contestarle por unos momentos.
-Si, tenía que hacerlo –había cosas que no le podía decir, como que todos lo daban por muerto –era el único que podía hacerlo, nunca llegue a decirte que te quería y…eso siempre fue un peso…
-Que hiciste de tu vida mientras tanto? Osea ya tienes…tenemos…30 –el rostro preocupado de Kakyoin se fijo en el suyo, quien con cierta delicadeza y esfuerzo poso su mano en su mejilla.
No iba a decirle que se caso y tuvo una hija después de justamente decirle que lo quería y era un enfermo obsesionado que cuido a la persona a quien quería aún teniendo a su familia, Kakyoin no era lo suficientemente maduro aún como para entender ese tipo de cosas, probablemente le costaría un buen rato salir de su burbuja mental de adolescente y le haría un drama o algo.
-Oh, estudie, estudie mucho, soy biólogo marino y soy bastante importante dentro de la fundación Speedwagon –era la verdad, de todas las cosas malas y que podía saltear eso si era algo que podía decir –Doctor Kujo Jotaro.
El rostro de Kakyoin se ilumino, mirándolo con la boca abierta.
-Enserio? Es genial! Cuanto tiempo te tomo? Antes de ser controlado por Dio mi madre me estaba pidiendo que me fijara por universidades y yo le decía que faltaba mucho tiempo todavía, como es tu trabajo?
Aquello era un buen pie de conversación.
Pasaron al menos unas 2 horas y apareció Josuke en la habitación.
-Jotaro! Si vas a quedarte mucho mas aquí podrías al menos pedirme un taxi? Los sillones de abajo son muy incomodos –el adolescente bastante irritado entro a la habitación, durmió por lo menos una hora en aquellos sofás que no tenían uso y le dolía la espalda, era una molestia salvar gente con enfermedades y no poder el arreglarse la maldita espalda.
El moreno vio a su tió en la entrada de la habitación, cayendo en que lo había dejado solo un montón de tiempo.
-Lo siento, te llevare ahora al hotel mi auto esta abajo –en cuanto se levanto de la cama sintió un tiron en su abrigo, era Kakyoin que no quería que se fuera, el pelirojo estaba mirando para otro lado avergonzado –te pediré un taxi… -el chico de peinado extravagante rodo los ojos mientras Jojo sacaba su celular de su bolsillo con mucha pena por el descuido de haberse olvidado del otro Joestar.
-Tu eres Higashikata verdad? –la voz del pelirojo le llamo la atención a Josuke, quien lo vio un poco incomodo por que a su mente llegaban los relatos que la había contado Rohan de cuando el entro a la cabeza de Jotaro y vio la historia de ellos 2, sentía un poco como que la privacidad del chico invadida –no se como decirte o…agradecerte esto…
El pelirojo había bajado la cabeza apenado, y para Josuke eso fue un flechazo por que le pareció extremadamente lindo, hacía un tiempo se había dado cuenta de que le gustaban los chicos y…Kakyoin se veía particularmente lindo.
-No, no es nada…por otro lado haz dado un salto al año 2001! Es como si estuvieras en el futuro! –Jotaro lo reprendió con una mirada extraña, enserio Josuke hacía ese tipo de comentarios?
-Ya veo, ya tenemos coches voladores como predecía nuestra pobre ciencia ficción de los 80? -sabía que no era bueno que Kakyoin tuviera amigos adolescentes ya que tenía que crecer pero…recién era el primer día y esto llevaría tiempo.
-No, pero tenemos videojuegos en 3d, Jotaro, hay que mostrarle una playstation urgente –el entusiasmo de Josuke se contagio a Kakyoin, se lo veía contento.
-Una vez encontramos un usuario de Stand que su poder eran partidas de videojuegos! –ambos chicos rieron –por otra parte quiero verme, necesito un espejo, Jotaro quien ya había colgado lo miro curioso, pidiéndole permiso a la enfermera, quien asintiendo la cabeza le dijo que si, del escritorio al lado suyo abrió un cajón y saco un espejo con mango bastante grande, aquella casa estaba bien aprovisionada, con algo de duda se lo paso a Kakyoin.
El chico agarro con bastante desesperación el espejo, tocándose la cara mientras miraba su reflejo con bastante confusión, era el pero…mas viejo…y feo, Jojo notaba como el chico notaba cada una de las cosas que no debían estar ahí, como oyuelos o arrugas bajo sus ojos.
-Mis pomulos no eran tan… -su voz sonaba rara, era como si no se reconociera el mismo.
-Estas delgado, eso se te ira rápido –dijo para influirle confianza, pero la situación no cambio demasiado, Kakyoin se puso el espejo a diferentes lados de la cabeza, viéndose desde diferentes perfiles.
-Josuke, tu stand no repara cabellos? Me veo fatal –una sonrisa amarga se había posado en sus labios –mis manos no eran tan grandes…
-No! El cabello es algo a lo que hay que dedicarle tiempo cada mañana!
-Kakyoin, te lo suplico, acabas de despertar, no hagas comentarios de su cabello –Jotaro había caído en cuenta de que no le había dado aquella advertencia a Josuke, todos los que hablaban con el sobre eso terminaban mal sin que nada pudiera pararlo así que era mejor advetirle.
-Que? –dijo confuso.
-NO DIGAS NADA.
El tiempo fue pasando y con terapias y cuidados adecuados Kakyoin fue mejorando al punto de poder volver a caminar, por alguna razón Josuke no podía seguir curándole y el tenía que mejorar naturalmente, una de las cosas que Kakyoin hacía en las largas ausencias de Jotaro era estudiar, el era un estudiante perfecto antes de que pasara todo lo que paso y quería mantenerse así, además de poder hacer una carrera a distancia en algún momento dada su estado físico.
Un bastón fue necesario para que pudiera caminar con normalidad, no saldría intacto luego de lo que le hizo Dio y eso estaba claro, su estomago tenía una cicatriz beige bastante fea pero el color no era muy intenso, sus ojos seguían igual luego de aquellas semanas en Egipto y poco a poco fue recuperando su musculosa complexión, nunca llegaría a estar como cuando tenía 17 pero era lo único que podía hacer.
Jotaro estaba con el una vez al mes, ya que el moreno intercalaba tiempo entre Kakyoin, su trabajo, y su familia, le dolía en el alma no poder dedicarle todo su tiempo pero su ser estaba dividido en esos 3 sectores y ninguno podía convivir con el otro, la relación con su esposa era cada vez peor pero siempre que la veía intentaba compensarla, aún si ella odiara cada vez que tenía que irse. Cada vez que el moreno volvía siempre preparaba algo para el con la ayuda de sus enfermeras, había insistido en que ya estaba mejor y podía estar solo pero Jotaro se negaba a dejarlo 3 semanas al mes solo estando como estaba.
Al tiempo, Kakyoin quiso estudiar y Jojo se ocupo de que pudiera ir a la universidad a distancia, todo a gasto de el, lo cual no le importaba por que el era jodidamente rico y había pagado cosas mucho mas caras para el que una universidad pero el pelirojo se sentía muy mal ente esto, así que estudiaba muchísimo para que cada vez que Jotaro viniera poder sorprenderlo con un buen rendimiento.
Las semanas en las que Jotaro no estaban eran frías, el no era amigo de sus enfermeras, ellas eran chicas que solo hacían su trabajo, sus únicos amigos eran Josuke, Jotaro, y los que conocía por el pobre y lento internet que Jotaro había contratado, en todo ese año y medio no había salido nunca de la casa de campo.
Poco a poco con el tiempo Jotaro le fue contando lo que paso en esos años, la investigación para saber que fue de Avdul, la muerte de Iggy, Josuke, Kira, Giorno, lo de Giorno había sido muy extraño por que Kakyoin tenía muchos sentimientos encontrados por el casi hijo del hombre que casi lo mata y le hizo perder tantos años de su vida, además que de cierta manera podía relacionar la mafia con la maldad de Dio en ese niño, no sabía que decir, no quería pensar con mucha saña en el tema por que el hubiera sido una segunda opción para sanarle después de todo.
Kakyoin tenía días buenos y días malos, vivía en una zona bastante amplia y llana así que podía salir a dar caminatas, pero se cansaba rápidamente con el bastón, en una ciudad ajetreada sería un problema pero sin embargo siempre había una enfermera dispuesta a salir con el para ayudarlo, parte de su recuperación, gracias a que empezó a salir se fue adaptando a su nueva era.
El entendía que el trabajo de Jotaro era muy absorbente, que era su absoluta pasión y nunca se le pasaría por la cabeza pedirle nada, pero tenía ganas de hablar con el, verlo una semana al mes era muy triste y se sentía un parasito chupasangre, al fin y al cabo estuvo 13 años como una mosquita muerta y ahora que podía levantarse lo único que hacía era vivir, estudiar y salir a pasear, se sentía demasiado dependiente del moreno, así que un día lo llamo, Jotaro le había dicho que lo llame solo por emergencias, y esto…como que era un emergencia tal vez?
-Kakyoin? Esta todo bien? –esto era extraño, ni su mujer lo llamaba al trabajo, era como una ley no declarada la de no llamarlo, así que nadie lo hacía.
-Jotaro, da gusto escucharte, se que no debería llamarte por que estas ocupado pero quería decirte algo –su voz se escuchaba nerviosa, no entendía por que ocupaba valentía para esto.
-Si?
-Voy a conseguir un trabajo –desde el otro lado de la línea la voz de Jojo estaba de lo mas extrañada –estuve muchos años sin hacer nada simplemente…molestando y…ocasionándote gastos…y ahora incluso que ya estoy bien y…-el moreno se molesto, no podía estar hablando enserio.
-Kakyoin si quieres trabajo para hacer algo por ti esta bien, pero que no sea por que sientes que me debes algo, no me debes nada, yo te debo a ti por no llegar a salvarte –imaginaba que ese iba a ser el razonamiento de Jotaro.
-Quiero serte útil y…enserio aprecio lo que haces e hiciste por mi pero yo quiero retribuirte en algo, me sabe mal, no se como decirlo –de cierta manera, Jotaro se preguntaba de donde sacaría trabajo el pelirojo, hasta donde sabía estaba muy aislado y no tenía contactos.
-Y yo aprecio tu intención, pero escucha, soy rico, compensarme en dinero es como la cosa menos útil que podrías hacer, prefiero guardar el favor para otra ocasión mas importante, no te preocupes por esas cosas –tendría que pensar algo con que recompensar a Jotaro en ese caso, la idea era un poco complicada por que le faltaba información de todos esos años pero lo intentaría.
-Pensare en que hacer para recompensarte, Jojo –de todas maneras, iba a buscar trabajo igual, era un poco enfermante estar en casa todo el tiempo.
-Entiendo, algo mas? –clasico Jojo, frió y seco.
-Que te quiero –intentando romper un poco el hielo dijo eso, una sonrisa boba se poso en sus labios por la gracia.
-Yo también, nos vemos –le gustaba oir a Jotaro decirle esas cosas.
Cuando Jojo le confeso que había comprado una casa de campo para mantenerlo a salvo ya que todo el mundo lo trataba de loco por querer cuidar a alguien tanto tiempo y tan joven el chico se echó a llorar, pidiendo disculpas por ser una molestia tanto tiempo, Jojo le confeso que todo el mundo lo creía muerto por su culpa y que tendría que haber hablado y hacer las cosas de otra manera, pero no pudieron seguir con toda esa escena por que Kakyoin lo había besado, había capturado sus labios con los suyos haciendo que ambos se perdieran el uno con el otro, complementando esa necesidad que tenían.
Y ese fue el día, que Jotaro y Kakyoin tuvieron su primera vez.
Ellos nunca habían tenido nada muy fuerte, Jotaro veía a Kakyoin como una dulce muñeca que debía ser protegida y tratada con fragilidad así que nunca había pasado nada mas alla de los besos y las manos por debajo de la ropa incluso cuando por momentos ambos se encontraban excitados, simplemente no era el momento para hacérselo todavía.
Fue la primera vez de Kakyoin, así como su primer beso, era extraño pero había llegado a los 30 sin besar a nadie.
Fue torpe, Kakyoin pese a que lo disfruto no sabía que hacer y Jotaro era bastante brusco, sus relaciones con hombres nunca habían sido muy largas, lo máximo fue con un chico al que vio unas 3 veces, fue mas la emoción del momento que el acto en si, al terminar y quedarse abrazados el calor del otro los embriagaba, conectándolos más a cada minuto.
Antes de quedarse dormido aquella noche, le llego la imagen de su hija a la cabeza, y por consiguiente recordó a su mujer a la cual había…engañado…
-Kakyoin hay algo que no te conté –el chico que estaba encima de su pecho jugueteando con los bellos de este le miro, se veía precioso con el pelo revuelto. Sentía un dolor en el pecho, un sentimiento de culpa muy grande y realmente se sentía mal, antes de poder hablar tomo aire, pensando bien sus palabras –Estoy casado, soy padre, me case a los 22 y poco después tuve una hija.
Silencio.
Era normal y hasta justo si Kakyoin no quería volver a hablarle.
Mas allá de la sorpresa, cuando el pelirojo termino de reaccionar se acostó de nuevo en sus pectorales, el frió en estos le indicaba que estaba llorando, haciendo que sus brazos se estrecharan en su cadera sujetándolo a el. Podía sentir una sonrisa en su boca por la cercanía de su piel.
-Ya lo sabía, lo de la edad es un extra, llevas esa alianza desde que me desperté.
No se esperaba eso, no había caído en cuenta en ese detalle.
-En todos estos años incluso casado no podía olvidarte, ellas fueron…intentar seguir adelante pero…no podía dejarte… -a el, Kujo Jotaro, la voz se le estaba quebrando, no entendía como ni por que pero sentía ganas de llorar, eran sus sentimientos saliendo a flote o era la culpa?
-Soy un impedimento? Una carga? No podías seguir adelante por mi? –el pelirojo levanto la cabeza, no estaba llorando pero sus ojos si estaban aguados.
-No, no es eso –con un ligero miedo sus brazos se estrecharon más a su cadera –te he estado esperando desde los 17 años no digas eso, te amo y…solo me siento mal ahora…te amo Kakyoin –una de las manos de su cadera se dirigió a su cabeza, acariciando su pelo con suavidad –dame tiempo.
-Yo se que me amas, si me esperaste tanto tiempo nunca podría recriminarte nada, incluso si no soy el único…cuéntame sobre tu familia –su mente se puso en blanco al escuchar eso, no era muy usual o normal que alguien quisiera oir sobre su familia original siendo el amante pero…sus deseos eran ordenes para el.
-Mi hija se llama Jolyne, es una niña con ojos celestes y pelo negro, naturalmente tiene unos mechones rubios bastante grandes así que su madre y yo nos divertimos bastante peinándola –aquello parecía animar el ambiente –mi madre dice que se parece mucho a mi cuando era niño.
-Lo del cabello suena interesante
Hasta que se durmieron Jotaro se la paso hablando mayormente de Jolyne y otro poco de su esposa, así como también su vida amorosa antes de ella, que no era muy grande siendo que se caso tan joven.
Noriaki estaba entretenido con las historias de su hija, no podía esperar a ver una foto suya o a conocerla, siendo la hija de Jotaro seguro era adorable y hermosa, además le daba mucha curiosidad pensar en Jotaro como un padre amoroso y protector, también le hacía gracia pensar en el casamiento de Jotaro, a lo mejor se veía muy guapo en su traje.
No estaba resentido, no estaba triste ni decepcionado, solo molesto consigo mismo de haberse perdido eso, no podía recriminarle haber seguido con su vida con normalidad si incluso así lo seguía queriendo.
Además, casado o no, Jotaro lo quería, y después de todo lo que había hecho por el no podía decirle que no por algo que hizo 8 años atrás.
Llevando casi 2 años de relación, y Kakyoin con una mejor salud que nunca, al menos esos días, Jotaro decidió llevarlo a Morioh de vacaciones, sin embargo en aquel viaje había una invitada que no era ni nada mas ni nada menos que Jolyne. Kakyoin se enamoró de ella en cuanto la vio abrazándola al instante, se preguntaba como de Jotaro así todo serio y malhumorado había salido una cosa tan tierna y adorable como Jolyne.
A Jolyne no le costo nada adaptarse al pelirojo, a quien le empezó a decir Tio a cada minuto.
-No es que me incumba realmente pero y tu esposa? Si viene Jolyne de vacaciones debería venir ella también…supongo –había pensado muy bien sus palabras desde que Jotaro le dijo que su hija se sumaba al viaje.
-La invite pero no quiso venir, tenía un viaje con sus amigas, casualmente ese mismo día la vinieron a buscar en coche, se que de todas maneras es que no quiere verme, no estamos bien ahora mismo –no es que Kakyoin no fuera celoso o le diera igual ser el amante del moreno, pero no le gustaba verlo frustrado o triste y su relación con la madre de su hija estaba en no muy buenos momentos y eso lo amargaba, no podía ponerse feliz o intentar aprovechar oportunidades si Jotaro no estaba de humor, después de todo el la había querido.
-Ha pasado un tiempo desde la última vez que vi a Josuke, la última vez estuvimos jugando videojuegos, podre ser mayor que el pero el esta mas adaptado a esta época, quiero conocer a sus amigos –Kakyoin estaba emocionado por aquello, sabía que los chicos ya se habían recibido de secundaria pero Josuke le había prometido juntarlos a todos para conocerlo, según el les había contado muchas cosas buenas.
-No te pegues mucho a el –le dijo Jojo en un susurro, Jolyne estaba caminando entre ellos 2, en ese viaje al menos cuando la niña tenía los ojos abiertos tenían que fingir que eran amigos, lo cual no les era muy complicado.
-Que significa eso? –el pelirojo pregunto con una cierta ironía, le daba un poco de gracia y molestia que justo Jojo se sintiera celoso, justo el.
-El viejo siempre me dice lo mismo a mi sobre el abuelo Josuke, solo por que le pedí que se casara conmigo –una cara de total ilusión inundo el rostro de Kakyoin.
-Enserio? Jolyne eres muy linda, no quieres casarte conmigo? –le pregunto en juego, agarrándole la mano fingiendo una propuesta.
-Preferiría que te cases con papa, y que mama se casara con una de sus amigas, así tendría 4 regalos por cada vez –aún en el juego y la ignorancia de la niña sobre su relación eso los hizo sonrojar, dejándolos bobos y sin poder mirarse a los ojos por unos instantes, Jotaro para despistarla le acaricio la cabeza deshaciéndole sus chongos- Viejo!
-Que quieres hacer cuando lleguemos a Morioh Jolyne? –pregunto con simpatía Kakyoin, tal vez le compraría un regalo allá.
-Ir a un acuario, papa siempre me lleva a cada acuario de cada ciudad que vamos –el pelirojo le sonrió, típica hija de Jotaro.
-En ese caso esta decidido, y déjame regalarte algo, cualquier cosa que quieras si? –la niña le asintió caminando y saltando por delante de ellos, Jotaro volteo a verlo cuando sintió como el pelirojo le jalaba del hombro del saco a toquecitos, el chico tenía una gran sonrisa y hablando para si mismo y moviendo los labios dijo “te amo” en silencio, mudo para que Jolyne no los oyera.
Jojo sonrió, controlando sus deseos de besarlo y caminar ambos tomados de la mano, y le respondió del mismo modo.
“yo también te amo”
Quizá tomaría menos de 13 años de espera el estar juntos definitivamente.
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Unsaid Genevieve.
I’ll be a princess, right?
Aurore, 7 años. Neuschwanstein, Alemania.
Geneviève había decidido cumplir uno los deseos de su hija antes de marcharse nuevamente para trabajar, llevarla a Neuschwanstein y que conociera el palacio que tanto miraba por la televisión hace tanto tiempo, rogándole que la llevara algún día. En su cumpleaños número 7 su madre le entregó una caja que contenía un vestido igual a con los que soñaba siendo princesa junto a dos pasajes al lugar que tanto añoraba ella. Ese mismo día, emprendieron viaje hacia el aeropuerto y así volar hasta la hermosa ciudad de Neuschwanstein, en Alemania.
Cada uno de los detalles de aquel lugar era como si se encontrara en un sueño, uno que se estaba haciendo realidad gracias a la mujer que le dio la vida. No dudó en entrar al palacio en cuanto llegaron empujando prácticamente a su madre entre saltos de emoción y risas nerviosas. Una sonrisa se formó en sus labios notando que la estructura por fuera no era nada comparado a la que se encontraba dentro.
— ¡Mami, mami! Mira que lindo es todo aquí…¿Yo también viviré en un lugar así? —Exclamó con emoción la infante tomada de la mano de su madre, soltándose y dando vueltas por el lugar anonada de tantas maravillosas cosas que se encontraban justo ahí.
— Vivirás en un palacio como soñaste, uno mucho más gigantesco que este y conocerás a tu príncipe azul igual que en las peliculas, preciosa. El amor verdadero si existe.
— ¿Y bailaremos igual que Bella y la bestia? —Aurore aplaudió con entusiasmo, tomando la mano de su madre comenzando a bailar al ritmo de su canción favorita “Bella y Bestia son”.
Ambas recorrieron el palacio con ayuda de un guía, dónde luego les ofrecieron tomar el té en uno de los salones llenos de cosas de cristal y delicadas figuras, tal cual como en las películas. Lámparas gigantes colgaban en todo el palacio, lleno de tonos claros y detalles de pintura en los tragaluces, además de las puertas y plantas decorando todo el lugar.
La visita llegó a su fin y dos hombres entraron por la puerta principal con una caja en sus manos teniendo el semblante serio. Alexandra tomó con sus manos el vestido para poder caminar correctamente, deteniéndose en frente de ambos. La caja se abrió y el regalo de su madre se dio a conocer, una corona hecha totalmente de diamantes, tanto Aurore y su madre sabían que había sido costosa por lo real que se lograba apreciar, pero para su madre ver su sonrisa pagaba todas sus deudas. La reina Geneviève (o como su hija le decía) se acercó tomando la misma en sus manos, yendo hasta la rubia colocándosela sobre su cabeza con suavidad.
— Te nombro oficialmente princesa Aurore Kúznetzov, hecha para luchar con todo lo maligno en este mundo y encontrar el amor verdadero algún día.
Present.
Aurore sostuvo entre sus manos la tiara que su madre le regaló cuando tenía 7 años, parecía que hubiera pasado poco desde que ella había fallecido. Limpió una lágrima que cayó por su mejilla con una sonrisa llena de nostalgia en ella, dejando salir un suspiro de sus labios.
— A veces me gustaría saber como hubiera sido nuestra vida si aún estuvieras acá, si amarías a Azriel tanto como lo amo yo. ¿Me estarías regañando por el camino que tomé en mi vida? seguramente si, tendría que escuchar un sermón de tu parte sobre lo importante que es cuidar a los que amamos y como una princesa no puede estar sufriendo por amor. —Se encogió de hombros soltando una pequeña risa mientras hablaba sola acariciando el vestido que llevó aquel día a su viaje en Alemania que terminó en pura felicidad. Cerró sus ojos con una de las prendas de su madre en sus manos, dejando salir una bocanada de aire.
— ¿Te sorprende aún? Claro que estaría molesta con todas las tonterías que has hecho, sobretodo por ese trabajo que tanto odiaba. ¿Te has visto, hija? Eres un excelente partido, deberías creertelo también. —Habló una mujer a unos metros de ella, cruzada de brazos negando varias con la cabeza.
— Mamá…—Aurore corrió a abrazar a su madre con fuerza, sintiendo su aroma una vez más esta vez más consciente de todo lo que sucedía. Besó su mejilla varias veces con una sonrisa amplia en sus labios. — Te amo, te extraño tanto.
— Yo también a ti pequeña, más de lo que imaginas. ¿Me prometes que desde ahora vas a cuidarte? Y dale un beso de mi parte a Azriel, te vigilo. —Mencionó al separarse, levantando la mirada a su hija de 28 años que parecía nunca creció para los ojos de su madre.
— Lo prometo. Azriel te amaría.
Sus ojos se abrieron y ella supo que todo estuvo en su mente, aún en sus pensamientos era maravilloso tener contacto con ella. Sabía que donde quiera que estuviera, siempre le estaría cuidando y ayudando ante toda dificultad que tuviera.
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Glee «A Valentine to forget»
Febrero de 2040
-¡Papá!... ¡que guapo!... mírate… —dijo Lizzie al ver aparecer a Kurt en la sala, vestido de lo más elegante. -Gracias cariño… ¿que lees?... —preguntó mirándose el peinado en la superficie pulida del piano, luego miro de reojo la hora en su teléfono, lo enchufo al cargador y volvió a mirarse. -Una lesera para la clase de historia… —respondió tirando el libro hacia un lado. -¿Desde cuando aprender es una lesera? —dijo su Papá sentándose en frente. -Desde que nos mandan a leer lo mas aburrido que hay y que no tiene nada que ver con nuestro pais… ¡hola! —contestó la chica cambiando su libro por el teléfono celular. -¿No crees que es necesario saber más cosas de otros lugares?, ya sabes… para variar… -Lo es… —dijo Lizzie riendo— pero algo entretenido… —añadió señalandolo con el teléfono. -¿Que hora es?.... —pregunto Kurt chequeando la brillantez de sus zapatos. -La misma que te viste tu hace como 3 minutos… —respondió su hija sin apartar la vista de la pantalla de la red social que veía. -Pues si han pasado tres minutos, dudo que sea la misma hora… —replicó su Papá levantandose del sofa en donde estaba. -¿Por qué reaccionas así?... no es mi culpa que el «Papáblen» no llegue… ¡hola!... —añadió la chica haciendo muecas. -Lo se cariño… disculpa… —respondió Kurt caminando hacia la ventana.
-¡Ay Papá!... discúlpame tu… te conteste mal… nada que ver… ¡hola!... —dijo Lizzie también levantándose, se acerco a él y lo abrazó desde atrás, luego se puso en puntas de pie y le dio un beso en al mejilla. -Gracias cariño, necesitaba eso… -Lo se… ¿por que no lo llamas para saber que le paso? -Porque cuando tiene que grabar, deja el telefono apagado, sería inútil tratar de contactarlo… -Pues eso es una irresponsabilidad… ¿que tal si nos pasa algo a nosotros?… un incendio o algo… ¡se enteraria por la televisión!... ¡hola!... -No creo que por Blaine pasen esos pensamientos tan trágicos… y tampoco deberías tenerlos tu… -¡Soy una adolescente!... ¡toda mi vida es un pensamiento trágico!… ¡hola!... a proposito, ¿donde esta «Goblin»? -¿«A propósito»?... —repitió Kurt girando hacia ella con la ceja bien levantada. -¡Ay!... ya me entiendes… —agregó Lizzie haciendo un gesto de desinterés con su mano— ¿donde esta?... -Primero no te entiendo y segundo… tu hermano esta en su cuarto estudiando lo de su presentación. -¿Presentación?, ¿que presentación? -Para lo del «Dia del presidente»… —dijo Kurt desenchufando su teléfono. -¿Ya?... y eso no es como en abril... -Ok, ahora estoy preocupado por la atención que pones en clase… el «Día del Presidente» es en febrero… en dos semanas para ser exactos… cosa que deberías saber si estas por graduarte de secundaria —dijo Kurt mirando la hora. -¡Ay Papá!... ¡obvio que lo se!… solo estaba bromeando contigo… ¿y ya le dieron su presidente? -Aun no… pero ya sabes como es… esta estudiando todos los posibles… -¡Pero si conoce como dos letras!... ¡hola! -Siempre existen buenas ediciones ilustradas a las que recurrir.. -El «Goblin»… —dijo Lizzie riendo— ¡te amo «Goblin»!... —agrego dirigiendo su voz al segundo piso— Kurt sonrió mirándola con ternura— ¿a que hora se irán tú y el «Papáblen»? —pregunto estirándose como si tuviera pereza acumulada de siglos. -Supongo que cuando llegue… o se digne a llamar… no se… —respondió encogiéndose de hombros, luego caminó dos pasos y se quedó mirando hacia la calle, Lizzie se tomó la cara al ver la mueca de tristeza con la Kurt había respondido. -¡Papá!... ¡estás súper triste!... ¡no!.. —exclamó llevándose una mano a la cabeza— ¿que le pasa al «Papáblen»?, ¡nada que ver que deje plantado!... ¡hola! -No cariño… existía la posibilidad, el me la dijo pero yo me negué a creerla… —agregó soltándose la corbata. -¿Es él? —preguntó su hija al sentir el pitido de un mensaje entrante en el teléfono de Kurt. -No lo sé… tal vez…—respondió desbloqueando la pantalla— no… —añadió haciendo un puchero, Lizzie puso la boca igual de puro solidaria— es Rachel... me envía una foto de ella y Jessie en el Empire State...—dijo enseñando la imagen. -¿Esperabas algo así tú también? -Claro… aunque Blaine me tenía acostumbrado a no esperar nada en concreto… solo aguardar por la sorpresa por así decirlo… ¿pero que estoy haciendo? —añadió sacudiendo su cabeza como si quisiera quitarse agua del cabello o algo asi— ¿compartiendo las cuitas de mi matrimonio con una adolescente?... —añadió dándose un golpe en la frente— discúlpame cariño… -¡Ay Papá!, soy tu hija, si yo puedo confiar en ti, tú puedes confiar en mi… ¡hola! —sentenció Lizzie levantando los brazos al cielo. -Gracias cariño, pero es de todas vistas inapropiado.. —agregó Kurt mirando su teléfono por última vez antes de meterlo en su bolsillo— ¿qué tal si llamas a tu amiga Alaska?, aún pueden ir al cine o algo… conviertan este día en una celebración de amistad. -Eso es como una manera elegante de decir «reunión de perdedoras»… —dijo Lizzie mirando a su Papá con los ojos empequeñecidos. -Estar sola no es lo mismo que ser perdedora, ahora… dejar a tu novio «ad portas» del día de San Valentín, si que es un poco desquiciado, pero perdedor nunca... -Si deje a Reuben no es mi culpa, es de él y su «demonos un tiempo», contestó la chica poniendo voz de deficiente mental— pero espera a que me pida que volvamos, lo mandare a freír espárragos… —agregó chasqueando los dedos. -Espero ver eso… ahora… ¿que te parece la idea que te di?... -Me parece bien, pero.. ¿quien se quedará con el «Goblin»? -Pues yo cariño, ya es muy tarde para cualquier restaurante, así es que asumo y mi celebración se arruinó… no vale la pena arruinar tu noche también… toma… —dijo sacando un par de billetes de su billetera. -¡Vaya!... —exclamó mirando la cantidad— tener depresión te hace más generoso… -Loca… ahora ve y diviértete… —dijo empujándola a la salida. -¿No te quedarás llorando o algo?...—quiso saber Lizzie mientras compartía con su amiga Alaska, la idea del cine a través de un mensaje. -Por supuesto que no… tal vez me pongas a limpiar la cocina, o acabar con todo el helado que nos queda... algo así…. -¡Ay Papá!... ¡eso es peor!... ¡hola!... -Ya vete... —agregó abriendo la puerta para ella. -Bien… pero si hay un cambio de planes, me llamas de inmediato, sabes que no tengo problemas en cuidar al «Goblin» —dijo Lizzie mientras sacaba su ropa de abrigo desde el closet del recibidor y se la ponía encima a de cualquier manera, luego tomaba su teléfono y leía los mensajes que le habían llegado. -Lo se cariño… gracias… ¿te contestó tu amiga? —preguntó Kurt queriendo mirar el teléfono de su hija -Si… —respondió enseñando la pantalla del aparato— dice que genial, y que ya estaba a punto de llorar al ver que todos tenían planes menos ella— dijo blanqueando los ojos. -Perfecto, no llegues muy tarde… ¿bueno? -No te preocupes… —dijo Lizzie despidiéndose con un beso— si Alaska quiere elegir la película, y estoy más que segura que así será, elegirá una comedia romántica, y esas estupideces duran una hora máximo. -No desprecies las comedias románticas, dan sustento a la vida de cualquiera. -Ok… —dijo Lizzie mirándolo ceñudo. -Adiós cariño, diviértete… —terminó por decir Kurt dándole un beso de despedida para luego cerrar la puerta, se dio media vuelta y se apoyó en ella— mil veces es mejor limpiar la cocina… —agregó tragándose las ganas de llorar.
-¿Hasta cuando estará aquí?... es día de san Valentín por todos los santos… —reclamó la asistente de Elwood y que para entonces ya estaba hasta despeinada por ir y venir con los requerimientos de Blaine Anderson. -Esta es nuestra mejor carta, si te pide que quiere unas cuerdas de hilo de pelo mandril, vas y se las consigues… —respondió este mirando a su estrella grabar por enésima vez la pista número cinco de su nuevo «My Universe». Blaine terminó las últimas notas de la canción con su guitarra y se quedo en silencio por más tiempo de lo esperado— por dios que piense que esta bien… —murmuró Elwood tras el vidrio que separaba la sala de control de la de captación. -¿Puedo escucharla?... —pidió Blaine haciendo una seña luego de dar unos toques a los audífonos que tenia puesta. -Con un demonio… —susurró la asistente haciendo un gesto de desgano, Elwood la miro como si quisiera clavarle cincuenta puñales de una, la mujer retrocedió dos pasos por si acaso, se dejó caer en el sofá dispuesto para el descanso y de ahí miro a su jefe con un poco de miedo. -Ningún problema Blaine, aunque te advierto que para nosotros quedo perfecta… —dijo presionando el botón que liberaba la voz hasta los audífonos de quien estaba grabando, Blaine mostró los pulgares arriba y se levanto del asiento que ocupaba, dejo la guitarra en su atril y se estiro tocándose la espalda, movió la cabeza y se toco el cuello como para aliviar la tensión que le había provocado la sesión de grabación que ya se extendía por casi cuatro horas, los miembros de la banda también dejaron sus instrumentos para estirar las piernas, mirar sus teléfonos celulares o simplemente beber un poco de agua, Elwood comenzó a pasearse de un lado a otro repitiendo entre dientes: «que le guste, por favor que le guste», el sonidista miro de reojo a la asistente y ambos se tragaron la opinión que tenían de todo eso, la pista termino de reproducirse y Blaine se quedó un par de segundos mirando al cielo con las manos en la cadera. -¿Y bien?.... —pregunto Elwood como con miedo a la respuesta. -Tengo una duda con el final… —respondió Blaine volviendo a tomar su guitarra, todos hicieron muecas de desagrado en diferentes tiempos, algunos sin preocuparse por disimular su descontento— muchachos… se que hemos estado mucho tiempo aquí… -Cuatro horas y contando… —murmuró uno de los integrantes de la banda. -Se que hemos estado cuatro horas aquí… y se de sobra que día es hoy… es más, yo mismo tendré que lidiar con un esposo bastante enojado cuando llegue a mi casa, pero esto debe quedar bien… los fans no merecen otra cosa… —agrego mirando a todos, algunos bajaron la cabeza como resignados y otros blanquearon los ojos como si no pudieran reclamar a viva voz. -Vamos de nuevo entonces… —dijo Elwood dando instrucciones a todos.
-¿Kurt?... —dijo Blaine en cuanto puso un pie en el departamento, dejó su guitarra y el bolso, además de las llaves en el recibidor y se quedó con una pequeña caja de la pastelería favorita de Kurt, recorrió el pasillo y la sala mencionando el nombre de su esposo pero sin recibir respuesta en ninguna de las ocasiones, todo estaba apagado y en silencio, como si los habitantes de aquella casa estuvieran durmiendo o decidido salir— por favor que no esté enfadado… —murmuró abriendo con sigilo la puerta del dormitorio— ¿Kurt?... —repitió asomando la cabeza, nuevamente no recibió ninguna respuesta. -¿«Papáblen»?... ¿eres tu acaso?... —dijo Noah en medio del pasillo. -Hijo… claro que soy yo… ¿y tu?... ¿por que estas despierto?... es muy tarde… —dijo Blaine dejando la caja con el pastel encima del suelo, se acerco a Noah y bajo a su altura. -Me levante porque necesitaba agua… —dijo el pequeño enseñando el vaso que sostenía en una de sus manos. -¿Y fuiste hasta la cocina? -Si… allí hay agua… -¿Y qué pasa con el agua de tu baño?.. -Esa sabe a baño y no me gusta… -¿Y esta no sabe a cocina? -No… —dijo Noah riendo. -Muy bien… ve a saciar tu sed entonces… —agregó Blaine incorporándose. -No tengo sed… —replicó su hijo con convicción. -¿No?... ¿entonces para qué es el agua?, ¿para «Desdmond»? -No es para mi, pero no porque tenga sed, sino porque me trague un «insepto» y beberé para que se ahogue y no crezca en mi «estogamo»… -Excelente idea hijo... -Buenas noches «Papáblen», que bueno que regresaste… —dijo Noah mientras se retiraba a su habitación haciendo gestos de despedida con la mano que tenía libre. -Gracias hijo… oye… —agregó acercándose de nuevo— se que esto es un poco raro… pero... ¿has visto a tu Papá? -Si… -¿Donde? -Esta en la cocina comiendo helado… buenas noches «Papáblen», que bueno que regresaste… —repitió el pequeño haciendo los mismos gestos que un segundo atrás, Blaine soltó un suspiro casi aliviado, como si por su cabeza hubiera pasado la idea de que Kurt estaba tan enfadado que había decidido abandonarlo para siempre, encaminó sus pasos a la cocina con la caja de pastel que esperaba y fuera el comodín que lo ayudaría a salir de aquella situación.
-Hola… —dijo Blaine al llegar el último peldaño de la escalera. -Hola… —contesto Kurt dejando la cuchara con la que comía helado directo del envase. -¿Directo del envase?... ¿acaso olvidaste todas las reglas que hay en esta casa al momento de comer algo?… —agrego Blaine dejando la caja sobre la mesa. -No he olvidado nada… solo… solo estaba cansado… —dijo comiendo la última cucharada, para luego poner la tapa devuelta sobre el envase— ¿como te fue? -Bien… es decir… Kurt… lo siento… -¿Que es lo que sientes? —pregunto levantándose, tiro la cuchara al fregadero y guardo el helado en el congelador, luego se dio media vuelta y se le quedo viendo con los brazos cruzados. -¿Como? -Lo que escuchaste… ¿que es lo que sientes?... dejarme plantado, no llamarme, llegar a… esta hora… convertir este San Valentin en uno para el olvido… ¿que cosa?... —dijo Kurt encogiéndose de hombros. -Todo eso… -Pues en eso estamos empatados entonces, aunque en realidad creo que yo lo siento mas que tu… -Lo se… y te pido disculpas por todo… pero cada cosa que dijiste tiene una explicación… -¿Una explicación? -Si, una explicación… primero... si te deje plantado es porque se me fue el tiempo, me obsesione con la pista número cinco y obligue a todos a grabarla hasta que saliera perfecta… -¿Y lo conseguiste? -Al final de la grabación número 58… si… -Me alegro… segundo… —dijo mirándolo con la cara de quien necesita mas explicaciones sobre algo. -Segundo… si no te llame fue porque cuando grabo apago el teléfono… vamos… tu sabes eso… -Lo sé… ¿tercero? -Tercero… —dijo Blaine tomando aire sin saber si su esposo estaba tranquilo, enojado, furioso o simplemente no le importaba nada— si llegue a esta hora… —agrego señalando el reloj de la cocina, es porque a esta hora termine… y créeme que no solo nuestro día de San Valentin sera para el olvido sino que también el de toda la gente que trabaja conmigo… -¿Incluido Elwood? -Incluido Elwood… -Eso es algo que me agrada que puedo decir… ¿cuarto? -Cuarto… si bien crees que este San Valentin es para el olvido… aun nos quedan… 15 minutos… déjame compensarte con algo… -¿Con que? -Con esto… —dijo moviendo la caja sobre la mesa para acercarla a él. -¿Que es eso?... —pregunto fingiendo que no identificaba el logo de su pastelería favorita en la tapa de la caja. -Esto… —respondió quitando la cinta— es algo que te gusta… y que decidí comprar para agasajarte y darte aunque sea una mínima parte de lo que tenia en mente para ti este dia… —añadió descubriendo el pastel humedo de doble chocolate y que su esposo adoraba, Kurt salivo un poco al sentir el aroma del cacao. -Luego veré si tengo ganas de comer… —dijo como si no le importara— quinto… —agrego tragando la saliva extra. -¿Quinto? —repitió Blaine mirándolo de medio lado— no hay quinto… —Kurt empequeñeció los ojos como si contara mentalmente las razones que había dado para su enojo. -¿No hay un «quinto»? —pregunto sin convencerse. -No… —contesto Blaine sonriendo— Kurt… —añadió acercándose— lo siento… de verdad… luces muy guapo… -Pues debiste verme hace dos horas… estaba espectacular… -¿Por que no tengo dudas de que eso es verdad?... -Porque lo es… -¿Estas enfadado?... —pregunto Blaine tocándole apenas la cara y el cabello. -Un poco… -¿Y si parto el pastel? -«Mmmm»… tal vez se me pase un poco… -¿Y si hago esto?... —agregó su esposo rozando su nariz con la de él, Kurt sintió un estremecimiento que le recorría como electricidad toda la columna. -En… en algo contribuye… —contesto con un hilo de voz. -¿Y si?… ¿uso mis labios para esto?… —susurro mientras se le acercaba al cuello, se llenó con su olor primero para luego darle un par de besos cerca de la mandíbula y bajar por su cuello. -¡Con un demonio Blaine!… —exclamo Kurt rindiéndose del todo— aunque me queda un resto de enfado… esto me hace olvidar hasta mi nombre…. —dijo dejándose besar— pero debo decir que... me sentí triste cuando no llegaste… —agregó abrazándolo por el cuello. -Discúlpame Kurt, es el disco, te juro… -Lo se… se que siempre es así cuando tienes trabajo, que tus fans, aunque las odie, merecen tu mejor esfuerzo… —interrumpió Kurt juntando su frente con la de él— es solo que no puedo evitar sentirme abandonado… como si estuviera casado con un médico… o con Superman… —dijo moviendo sus cejas, Blaine sonrió como el hombre de ensueños que era— ¿prométeme algo?… -Lo que quieras… -Siempre vuelve a mi… -¿Me recibiras siempre? —pregunto Blaine mientras le acariciaba la espalda con sus dos manos. -Siempre... -¿Aunque sea tarde? -Aunque fuera de madrugada… feliz cinco minutos de dia de San Valentin Blaine Anderson-Hummel. -Feliz cinco minutos para ti también… te amo… -Lo se… —respondió Kurt perdiéndose en aquella inmensidad avellanada que eran los ojos de su esposo— ahora dame pastel, porque estoy asi de arrancarte toda la ropa… —agrego haciendo el gesto de algo pequeño con dos de sus dedos.. -Pues no me opongo a eso ultimo… -Nuestro hijo esta aquí… despierto y preocupado que un insecto crezca en su estomago —advirtió su esposo tomando su lugar en la mesa -Lo se... —dijo Blaine riendo— me lo encontré en el pasillo… ¿Lizzie esta durmiendo? —pregunto mientras buscaba un par de platos y un cuchillo para cortar dos porciones extra generosas, Kurt dio un par de aplausos pequeños y sonoros al ver que su porción era la más grande antes de contarle todo sobre Lizzie, desde que había salido con Alaska, hasta su negativa de estudiar historia universal.
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