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#pez cara de zorro
entuacuario · 3 years
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Pez Cara de Zorro (Siganus Vulpinus)
Pez Cara de Zorro (Siganus Vulpinus), cuidados y caracteristicas 🐠 #EnTuAcuario #PezCaraDeZorro #PecesMarinos #Acuariofilia #Peces #Acuarios #Pecera #SiganusVulpinus
El Pez Cara de Zorro (Siganus Vulpinus) lo podemos encontrar distribuido principalmente en el Océano Indico-Pacifico, desde las islas que conforman el Pacífico central asta Indonesia. Habita en las paredes más profundas de las paredes de los arrecifes de coral. Pertenece al género Siganus y a la familia de las Siganidae (peces conejo). Características El pez Cara de Zorro se trata de un pez…
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ochoislas · 4 years
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En tiempos antiguos hubo al este del templo de Ninna un río de nombre Kōya y en su ribera, hacia el anochecer, una doncella que cuando pasaba un jinete camino de la capital, le decía: «Quisiera ir a la ciudad; dejadme montar a la grupa de vuestro caballo». El jinete accedía y la alzaba, mas habiendo cabalgado apenas quinientas varas, ella saltaba del caballo y echaba a correr, y cuando el jinete la perseguía se mudaba en raposa y se perdía de vista, gañendo desabridamente.
Lo mismo ocurría una y otra vez, y el asunto estaba en boca de todo el mundo. Cierto día unos guardias de la cámara del soberano estaban reunidos en su cuartel del palacio, conversando de esto y lo otro. Uno de ellos trajo a cuento a la doncella del Kōyagawa que montaba a la grupa. Otro de los guardias, mozo gallardo y despejado, dijo: « ¿Y si yo fuera capaz de atrapar a la muchacha y amarrarla? Aquellos que la dejaron escapar fueron bien necios». Los otros se soliviantaron: «¡Qué vas a ser capaz!», exclamaron. El bravo respondió: «¡Vais a ver! Mañana a la noche os la traeré aquí atada». Pero los otros no le creían: «No podrás», dijeron, y siguieron en dimes y diretes.
La noche siguiente el guardia partió hacia el río Kōya, montando una fina caballería y sin compaña. Al cruzar el río no vio a la doncella por ninguna parte. Se dio la vuelta, y cuando cabalgaba de nuevo hacia la capital, allí estaba ella plantada en la ribera. Lo miró pasar y dijo sonriendo: «Señor, os lo ruego, dejadme montar a la grupa de vuestro caballo». Hablaba muy gentilmente y era moza garrida. «¡Montad aprisa! —dijo él— ¿Dónde vais?» Y ella: «He de ir a la ciudad, pero ya cayó el sol y me estaría mejor montar a la grupa de vuestra caballería». La levantó enseguida y con una soguilla que tenía prevenida la amarró a la silla. «¿Por qué hacéis tal cosa?», preguntó la doncella. «Pues viajamos juntos estoy determinado a dormir esta noche abrazado a vos, y no convendría que huyerais ¿no os parece?» Y así cabalgaron juntos, ya cerrada la noche.
Enfiló al galope la Primera Avenida y cuando pasaba por Ōmiya del Oeste vio venir hacia ellos desde levante una larga hilera de hachas encendidas. Los carruajes se sucedían y los batidores pedían paso a voces. Era por fuerza la comitiva de un prócer, pensó el guardia, así que para evitarla dio un rodeo al sur hasta la Segunda Avenida, siguió hasta Ōmiya del Este, y allí subió al norte hacia Tsuchimikado, donde había dicho a sus hombres que le esperaran en la puerta. «¿Está mi gente ahí?», llamó al llegar. «¡Aquí estamos!», llegó la respuesta y apareció una decena de hombres.
Soltando entonces su atadura bajó a la doncella del caballo y, teniéndola recio por el brazo, pasó la puerta precedido por los hacheros. La condujo al cuartel de la guardia, donde todos aguardaban sentados en hilera: «¿Como resultó?». «Aquí la tenéis amarrada.» La doncella sollozaba: «¡Soltadme, os lo suplico! ¿Por qué toda esta gente?».
Sin hacer caso de su quebranto, la metió a rastras. Los guardias se alzaron y le hicieron corro sosteniendo teas encendidas. «Suéltala en el centro», dijeron. «Eso no lo puedo hacer, que se escapará.» Los otros armaron sus arcos: «Suéltala que nos divirtamos un poco. Tirémosle a las patas de la bribona. Siendo tantos no podemos fallar». «Está bien», dijo el guardia y la soltó de improviso. Al instante la doncella se mudó en raposa y se escapó gañendo desabridamente. El corro de hombres se desvaneció al punto. Las antorchas se extinguieron y todo quedó más negro que la pez.
El guardia, perplejo, llamó a su gente, pero allí no había nadie. Mirando alrededor vio que estaba a la intemperie, en medio del campo, pero el paraje le era por completo desconocido. Tenía el corazón desbocado y el miedo le cortaba el resuello. Desmorecido, hizo por serenarse e inspeccionó atentamente su paradero. Por la altura de los cerros y el relieve del terreno comprobó que se encontraba en los crematorios de Toribeno. Él creía haber desmontado en Tsuchimikado ¿pero dónde estaba su caballo? «¡Qué demontre, debo de haberme desviado hasta aquí desde Ōmiya del Oeste cuando pensaba estar rodeando el recinto del palacio! Aquella procesión de antorchas con que me topé en la Primera Avenida no era más que un ardid de la raposa», reflexionó. Como no se podía quedar allí, emprendió el regreso a pie. Ya era medianoche cuando alcanzó su casa.
Todo el día siguiente yació como muerto, confuso y atolondrado. Los guardias se habían quedado esperándolo la noche antes y cuando no apareció comentaron con sorna: «¿Qué fue del que decía que iba a amarrar a la raposa del Kōyagawa?».  Despacharon un mensajero para emplazarlo. Pasados tres días se presentó en el cuartel al anochecer, trasojado y macilento como quien ha estado al borde de la muerte. Cuando le preguntaron qué había pasado aquella noche con el zorro, él les dijo que había caído enfermo y no había podido ir: «Pero voy a intentarlo esta noche». Los otros guardias se mofaron: «¡Esta vez trae dos!, y él salió sin decir más.
«Como ya salió burlada en la primera ocasión, la raposa no va a aparecer esta noche. Y si viene tendré que vigilarla hasta el amanecer, pues a poco que me distraiga se escapará. Pero si no se muestra hoy ya nunca más daré la cara en el cuartel y me haré ermitaño.» Aquella noche se hizo acompañar de unos cuantos ternes secuaces y cabalgó hasta el río Kōya. Pensaba que estaba arruinando su vida, pero tras haberles dado el mentís a sus compañeros, no le quedaba otra que llevarlo a cabo.
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Cuando cruzó el río no vio a nadie, pero cuando volvió el caballo vio a una doncella de pie en la ribera. Su rostro era distinto. Como en la anterior ocasión ella le pidió montar a la grupa y él la alzó. Del mismo modo la ató con la soguilla y retornó, teniéndola firmemente, por la Primera Avenida abajo. Como ya era de noche mandó adelantarse a algunos de sus hombres con antorchas mientras otros permanecían a su lado. Avanzaron compuestamente, pidiendo paso, pero no se encontraron con nadie. En Tsuchimikado desmontó, agarró a la doncella del cabello y la arrastró al cuarto de guardia. Ella no paraba de llorar y suplicar que la soltara.
«¡Eh! ¿Qué ocurre ahora?», dijeron los guardias. «¡Aquí la tenéis!», contestó él sin aflojar su agarre. Ella guardó un momento la figura humana pero cuando la  atormentaron se mudó en raposa. Los guardias le socarraron el pelo con teas de pino y la increparon una y otra vez: «¡Se acabaron ya tus malas mañas! ¿Estamos?», aunque al final la dejaron libre y no la mataron. La raposa, apenas capaz de caminar, logró escapar con mil fatigas. Entonces el guardia relató por menudo cómo lo había engañado la primera vez y había ido a parar a Toribeno.
A los diez días pasaba el guardia por Kōyagawa pensando probar suerte de nuevo. Allí estaba la doncella como antes en la orilla, pero consumida y macilenta, como quien ha visto cerca la muerte. De nuevo él le habló: «¿Qué, buena moza, no montas hoy a la grupa?». «¡Bien quisiera, señor! Pero no sufro la chamusquina que me hacéis», y desapareció.
La raposa pagó caro andar burlando a la gente. Parece que el hecho pasó no hace tanto. Siendo raro el caso, se trasmitió hasta hoy. Mirad bien: no es extraño que un zorro mude en forma humana; tal cosa ocurre desde la más remota antigüedad. ¡Pero tener la avilantez de extraviar a alguien hasta Toribeno! ¿Y cómo no vio el guardia ninguna comitiva ni perdió el camino la segunda vez? Puede ser que el zorro obre distinto según sea el ánimo de la persona. Así se cuenta y hasta nosotros ha llegado.
Konjaku Monogatarishū
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Capítulo 10
Cuando el bosque se sumió en el silencio de la noche, el gato atigrado de enormes fauces rotas se levantó. Cientos de ojos se centraron en su figura.
“Os doy la bienvenida a esta asamblea,” comenzó con voz sonora y enunciación lenta, casi arrastrando cada palabra. “Hemos-“
“Si me permite…” El macho oscuro sentado a su lado se inclinó hacia delante dirigiendo su mirada al resto de líderes. “Al Clan de la Sombra nos gustaría comenzar primero.”
El macho de fauces rotas se giró lentamente, mirando a su compañero con expresión anonadada. Zarpa de fuego notó los esfuerzos del gran macho por mantener su pelaje en posición, su ira era evidente. Manteniendo su cola rígida, el gato atigrado alisó su erizado pelaje y pareció recuperar su compostura. La masa de gatos a sus zarpas emitió leves murmullos de sorpresa e indignación.
“Muy bien,” por fin respondió con forzada calma. “Debe de ser muy importante, ¿cierto?”
“Inconmensurablemente”
“Adelante entonces.” Respondió el macho de mayor tamaño volviendo a su posición junto a los otros dos gatos.
“Gracias.” El gato delgado de cola torcida se levantó y, haciendo florituras a su paso, se colocó sobre el borde de la gran roca. “Bienvenidos seáis. Ruego que perdonéis mi brusquedad, pero, me temo, tengo noticias terribles que, creo, son de gran importancia para la seguridad de todos y cada clan y líder. No me atrevería a interrumpirle si no fuera así, Estrella torcida.”
“Quizás deberías ir al grano,” le respondió tajante dicho gato.
El hablante pareció ignorarle. “Hace un par de días una traidora escapo de nuestros territorios. Nuestros exploradores nos han comunicado que fue avistada por última vez mientras se dirigía al este, hacia el río. Cuáles son sus intenciones, lo desconocemos, pero debo enfatizar que se trata de un individuo peligroso, volátil incluso, responsable de varias muertes.”
Maullidos de terror y sorpresa emergieron del público. El macho esperó a que el bullicio callara antes de volver a hablar, esta vez con la cabeza alta y la mirada gacha.
“Asumo que el Clan del Río ha notado nuestra presencia en su territorio,” continuó. “El Clan de la Sombra no es, y jamás lo será, el perpetuador de tales actos. Estrella torcida, espero que puedas aceptar mis más sinceras disculpas.”
“El olor en nuestra frontera con la granja debe pertenecer a esta traidora también, ¿cierto?” Habló por primera vez el gato de mayor altura.
El macho oscuro de cola torcida pareció sorprendido. “Nadie me informó sobre esta situación, Estrella de grajo. Sólo me comunicaron sobre su presencia en los territorios del río.”
La expresión de Estrella de grajo permaneció inalterada. volvió su delgada cabeza sin mediar palabra.
“En cualquier caso-“continuó, su cola rozando el suelo. “Esta traidora iba a ser castigada por sus crímenes y pecados, escapó hacia Aulmir* antes de que su sentencia se llevase a cabo. Merece ser castigada.”
Estrella torcida emitió un sonido de mofa. “Ninguno pudisteis cazarla, ¿eh? ¿Qué pinta tiene esta gata? Si entra en nuestros territorios debemos ser capaces de reconocerla.
“Una gata vieja, gris, de cara aplastada,” respondió el macho color apagado. “Fácil de reconocer incluso por su aroma, debe oler a dos-patas y carne putrefacta.”
Estrella azul se giró, sobresaltada, “¿Vuestra chaman?”
El macho bajó la cabeza malhumoradamente. “Guio a Estrella mellada y zarpa marrón a sus tempranas muertes de forma deliberada, su uso indebido de signos y profecías merece ser castigado.”
La multitud emitía feroces chillidos y silbidos a la oscura noche. Zarpa de fuego observó cómo Zarpa gris retrocedía y se encogía hasta tomar la forma de una bola peluda.
“Si la encontráis…” El macho de color pardo se levantó con parsimonia. “Hágase justicia, así lo desea el Clan de la Sombra. No confiéis en su falso testimonio. Es una criminal dispuesta a cualquier cosa por sobrevivir, y sabe luchar.”
Estrella azul entrecerró los ojos. “Nos mantendremos en máxima alerta. Gracias por el aviso, Estrella rota.”
“Quién hubiera pensado que, de entre todos los chamanes, sería uno del Clan de las Sombras el que haría algo así,” murmuró Estrella torcida.
“Tampoco nosotros lo hubiéramos imaginado.” Respondió Estrella rota con voz ronca y cansada. Hizo una pausa esperando que los gatos congregados volvieran al silencio. “Tenemos también una buena notica, otro joven ha recibido su nombre de aprendiz, Zarpa lluviosa. Desafortunadamente, no se encuentra con nosotros esta noche pues ha contraído tos-verde.”
“Esperamos que se recupere pronto,” dijo Estrella de grajo, aunque su expresión no reflejaba sus palabras.
“Gracias, agradecerá sus palabras.” Estrella rota volvió a su posición al final de la roca. “Eso es todo.”
“Bueno, ganáis en lo que respecta a importancia,” comentó Estrella torcida mientras se colocaba al borde de la roca. “Dos de nuestros aprendices se han convertido en guerreros – Colmillo de Campañol y Pelaje de leopardo son nuestras nuevas adiciones.”
Zarpa de fuego se impulsó sobre sus patas traseras en un intento de ver a los guerreros recién nombrados. Su mirada no tardó en posarse sobre el dorado pelaje de una hembra en el centro de la asamblea. Pelaje de leopardo permanecía sentada con la cabeza alta y el pelaje brillante cubierto de manchas oscuras. No llegó a vislumbrar al otro guerrero, todos los ojos se fijaban en su dorada figura.
“A Pelaje de leopardo ya le ha sido concedida una aprendiz.” Estrella torcida se hinchó de orgullo dirigiendo un pequeño guiño a la hembra plateada con la que los aprendices habían hablado al comenzar la asamblea. “Mi hija, Zarpa plateada, se convirtió en aprendiza ayer.”
“¿Eres la hija de Estrella torcida?” Susurró sorprendido Zarpa gris. Los gatos a su alrededor ronroneaban las buenas nuevas y felicitaban a la joven aprendiza.
Zarpa plateada respondió con un bostezo.
“Nuestro territorio también ha ganado una expansión.” Estrella torcida miró a Estrella azul, la mofa clara en su mirada. “El clan del Río agradece el terreno extra de caza.”
Estrella de grajo cerró sus ojos y arrugo la nariz con cara de disgusto.
“Que os aproveche,” Respondió Estrella azul educadamente. “Por favor, que no te de vergüenza pedir al Clan del Trueno un par de clases en caza de ratones y campañoles. Sabemos que vosotros, Clan del Río, estáis acostumbrados a presas más fáciles de cazar.”
“¿Ha terminado el Clan del Río su informe?” preguntó Estrella de grajo mirando a los dos líderes con parsimonia.
Estrella torcida pareció morderse la lengua. “Sí.”
Estrella de grajo ocupó su posición al frente, moviéndose con soltura sorprendente dado el tamaño de su cuerpo y cola. “Un zorro de origen desconocido ha sido avistado cerca del inicio del río. Todo aprendiz debería tener sumo cuidado en caso de que se aventure a terrenos colina abajo. Eso es todo.”
“¿Qué es un zorro?” preguntó Zarpa de fuego en voz baja.
“Parecido a un perro pero más peludo, son de color parecido al tuyo,” le respondió zarpa gris. “Comen-“
“El Clan del Trueno tiene tres nuevos aprendices, Zarpa gris, Zarpa de cuervo y Zarpa de fuego.”
Zarpa de fuego miró a su alrededor. No pudo encontrar ni rastro de Zarpa de cuervo. “¿Dónde está Zarpa de cuervo?”
Zarpa gris miró a su alrededor, “Eh-“
“¿Algo que añadir?” Preguntó Estrella torcida.
“No.” le respondió Estrella azul.
“Entonces la asamblea se da por concluida.” Estrella torcida se levantó y se estiró de punta de la cola a punta de las orejas. “Hasta la próxima Asamblea.”
“Hmm,” murmulló Estrella de grajo saltando de la roca y, con paso leve, saliendo de la zona. Sus guerreros siguiéndole silenciosamente.
“Ahí está,” Habló Zarpa de gris señalando con la cabeza al fondo de la multitud.
El pequeño aprendiz negro hablaba con un gato similar a sí mismo; negro, de su mismo tamaño, incluso mismos ojos amarillos. El otro gato parecía tener su misma edad también, la única diferencia remarcable eran sus manchas blancas, Zarpa de cuervo en cola y pecho, su acompañante en cuello y patas.
Bien podrían venir del mismo clan, pensó Zarpa de fuego. El acompañante de Zarpa de cuervo dijo algo, se levantó y siguió a su clan que se alejaba a paso ligero. Zarpa de cuervo permaneció totalmente quieto inconsciente de la presencia de sus amigos.
“Es raro verte hacer amigos, ¡Te viene bien!” Exclamó Zarpa gris mordiendo cariñosamente el hombro de su amigo.
Zarpa de cuervo pareció pillado por sorpresa tambaleadnos cómicamente y parpadeando sobresaltado. “Yo no- Bueno-, no se- Supongo.”
“¿De qué hablabais?” preguntó Zarpa de fuego con curiosidad.
Zarpa de cuervo titubeo antes de responder, una vez más parecía pillado por sorpresa, como si acabara de despertarse. “No estoy seguro. ¿Algo relacionado con el destino y las estrellas? Iba muy deprisa y era difícil seguirle el ritmo. No tuve tiempo ni de presentarme antes de que se sentará y empezará a hablar.”
“Bueno, ¿Ibas a decirle algo?” preguntó Zarpa de fuego.
Zarpa de cuervo sacudió la cabeza con resignación.
“Deberías hacerlo la próxima vez.” Le recomendó Zarpa gris. “nosotros estábamos sentados al lado de la hija de Estrella torcida.”
“Oh, ¿Cómo era?” Preguntó el gato negro mientras, en la lejanía, Estrella azul comenzaba a bajar de la roca y reunir a su clan.
“No está mal,” admitió Zarpa gris. “Para ser una cara-pez, claro.”
Los tres amigos comenzaron a caminar juntos moviéndose deprisa en un intento de seguirle el ritmo al resto de sus compañeros. Zarpa de fuego miro a sus espaldas una última vez, despidiendo con la cola a Zarpa plateada que le respondió levantando una de sus zarpas antes de continuar su camino.
*Aulmir se traduce a “sur” y “campamento humano”, en este caso hace referencia al pueblo localizado cerca del territorio.
@warriorsredux. Question! who is the black cat that talks to Ravenpaw in this chapter?
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interestingkawaii · 5 years
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Nautilus: el moderno acuario en Comas que debes visitar con toda la familia
A la altura de la cuadra 99 de la avenida Universitaria, en pleno cono norte, este dinámico espacio posee casi 150 especies.
Posee casi 150 especies, funciona desde el 2007, lo dirige un equipo de biólogos y, probablemente, es el más moderno del país. Así se podría describir a Nautilus, un acuario situado en el distrito de Comas, que cuenta con un sistema de reutilización de agua, además de tecnología para lograr que la temperatura de este recurso sea la adecuada para cada especie.
El recorrido empieza con un video introductorio y una charla sobre los animales que habitan el lugar. Luego, es turno del área amazónica. Sorprende un enorme paiche, así como anguilas eléctricas (¡producen descargas de hasta 850 voltios!) y especies carnívoras: pirañas negras y rojas, y rayas leopoldi. También hay escalares, óscar albino, peces lápiz y cíclidos.
Por otra parte, un acuario de 2 m de profundidad es el hogar de los peces de agua salada. Arrodíllate para contemplar de cerca a los coloridos cirujano azul, emperador, cara de zorro e ídolo moro provenientes de Australia, Hawái, Filipinas e Indonesia.
El pez payaso, popular gracias a la película “Buscando a Nemo”, tiene su propia pecera junto a variedades de anémonas (invertebrados). Otra zona atractiva es el mundo de arrecifes de coral. Hay blandos y tipo rocosos en un ambiente de 20 m de largo. Detalle importante: parecen plantas, pero son animales. Del mismo modo, maravillan los tiburones punta negra traídos de Filipinas. ¡Miden hasta 2 metros!
Dirección: Ex fundo Chacra Cerro, lote 178. A la altura de la cuadra 99 de la avenida Universitaria.
Horario, precio y otros: Abre de lunes a viernes de 10 a.m. a 6 p.m. A partir de los cinco años, la entrada vale S/24. Los menores no pagan.
El boleto incluye un paseo en tren por la zona. Además, tiene confitería y restaurante. En este último, el menú (fondo + refresco + helado) está a S/22.
#QUE BELLO  *-*
#LLEGO
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lsplates · 20 years
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sobre la rabia
Llevo demasiado rato intentando escribir sobre la rabia como sesenta segundos de sucesión de insultos con sabor a sábado noche, tabaco y balantainscola lanzados desde el interior de un coche, rompiendo en un cristal y con intenciones de caer en un cruce que luego tomé con mi amigo; él sí que pronunció Penélope como yo no me atreví, aunque fuera casi hablado. Después, María (la de algún café y alguna fiesta) certificó: no la estás respetando, éste no es el momento de decir todo eso y has sido especial para ella. Tuve mi discurso: estaba con mis amigos, en un coche, borroso. Está claro que con otra compañía no hubiera sucedido. La guindilla de mi amigo abrazándola y dialogando con suavidad era de esperar, él es un gran amigo de euforias del momento y está especialmente enamorado del sexo femenino. Seguramente el discurso fue ya lo conoces y no sé por qué me importa todo esto lo suficiente como para aún tener esta resaca que me recuerda a otras gotas llenando el vaso que intento romper. Mis segundos de gritos en un coche sonaron a cara b con canción de voces al revés diciendo que llegué a quererla con la misma facilidad con la que ella veleta sigue a ese viento que le hace sentir tan intenso, que daña, que olvida y borra. Al derecho decían muchas veces zorra, aunque realmente no sólo iban para ella -zorros también son los recuerdos-. Y desde esa facilidad, le quiero.
Releo y no estoy contento; tampoco quiero ser escritor.... recuerdas? Es para ti.
La rabia también sabe a muchos días con mi madre, aunque injustamente para ella no sé qué he comido para sentirla y ni tan sólo para soñar con romperle las gafas irrompibles. Esta mañana no la hubiera saludado en el cincuenta y cuatro, cual borrega en el saco de gente a la que evitas. No le daré las buenas noches. Ahora mismo quisiera irme muy lejos. Casi siempre la rabia acaba mezclándose con la tristeza, como si jugaran a ser principio y fin; es entonces cuando es más fácil dejar pasar todo, pese a saber que el pez se volvió a morder la cola.
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comidaparaperrosen · 6 years
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5 animales frugívoros – Mis animales
Los animales frugívoros son esos que se alimentan de frutos, tanto de forma única como parcial. La quinta parte de los mamíferos forman parte a este grupo, quienes son dependientes de la abundancia de árboles y de alimento en sus ramas. Conoce más sobre ellos en este artículo.
¿Qué animales frugívoros hay?
Los primates son el primordial grupo de animales frugívoros, pero no los únicos. También logramos hallar algunas aves, un pez, algunos mamíferos y hasta insectos. Entre ellos destacamos:
1. Pacú chico
Entre los animales frugívoros, el pacú chico –imagen que encabeza este artículo– es el único gerente de la familia de los peces. Hablamos de una clase de agua dulce que habita en Sudamérica, primordialmente en los ríos del Amazonas, así que elige hábitats tropicales y cálidos.
Las ciudades de pacúes son muy varias y sus mordidas son dolorosas en radical. Se alimenta no solo de frutas, sino también de algas, semillas y plantas. Pueden pesar hasta 25 kilos, con unas hembras de más grande tamaño que los machos; los dos sexos tienen un enorme sentido del olfato y les atrae la grasa, la sangre y la orina.
2. Orangután de Borneo
Es uno de los primates cuya alimentación está fundamentada en las frutas, el cual habita en la isla de Borneo (Indonesia) y que, debido a la tala de los bosques, la caza, los incendios y el tráfico ilegal, está en estado crítico de extinción.
El orangután de Borneo es popular por su andar erguido, como si fuese un ser humano, su pelaje extenso de color marrón y las protuberancias en la cara, el cual es negro y pelado.
3. Zorro volador
En situación no es un zorro, sino un murciélago que vive en zonas tropicales de Oceanía, Asia y África, y está dividido en más de 50 especies. Se distinguen de sus demás parientes en que estos sí tiene un óptimo sentido de la visión y les resulta difícil volar en la oscuridad.
Comen frutas y son un agente dispersador de semillas muy considerable para la ecología. Se agrupan en enormes colonias para reposar, siempre colgados de cabeza de las ramas de los árboles. Varios ejemplares están amenazados gracias a la pérdida del hábitat, la caza ilegal y al daño que causan en las plantaciones frutales (los agricultores los persiguen).
4. Mosca de la fruta
Este insecto forma parte a las drosófilas y se la llama también mosca del vinagre. Consume frutas (bananas, manzanas, uvas, etc), pero en descomposición o desarrollo de fermentación. Entonces, consumen los microorganismos como levaduras y bacterias. El olor que libera una fruta podrida es la que atrae a esta mosca.
Además, las hembras usan las frutas para poner allí sus huevos, los cuales se desarrollan también a lo largo de las fases de larva y pupa. Tanto para el desove como para su ‘dieta’, eligen comestibles carnosos y con contenido elevado en agua y azúcares.
5. Tucán
El último de los animales frugívoros de esta lista es un ave muy famosa gracias a su extenso y grande pico anaranjado, así como también lo son sus plumas negras y blancas más que llamativas. Originario de América del Sur, el tucán elige bosques húmedos y espacios libres.
Su primordial alimento son las frutas como las bayas, aunque también puede consumir reptiles, insectos y huevos de otras aves. El tucán –que no muestra dimorfismo sexual– tiene las patas con dos dedos hacia adelante y dos hacia atrás para lograr agarrarse bien a las ramas y proveerse comida.
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Si te gusta nuestro blog comida para perros no dudes en visitar Agrogame expertos en comida perros sin cereales
post original: 5 animales frugívoros – Mis animales de la web https://misanimales.com/5-animales-frugivoros/
La entrada 5 animales frugívoros – Mis animales se publicó primero en comida para perros.
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guarazudibujos · 8 years
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EL PÁJARO ESFÉRICO
Nueve horas pasaron desde que empecé a caminar por este bosque. Los árboles de duraznos acompañaban mi trayecto, mientras gusanos polizontes me observaban con desconfianza. Estaba decidido a encontrar mi camino, La Verdad, mi Destino. Ya había intentado seguir el camino de los demás. El camino amarillo, el camino de la espada, el caminito al costado del mundo (aunque esa vez casi me caigo). Fue entonces cuando lo vi pasar. Fue como un remolino de sonidos mudos, ondulantes en el espacio- tiempo de mi particular aventura verídica. Sus ojos saltones me ignoraron sin pretenderlo, mientras sus alas, llenas de plumas de colores, me cubrieron con el ínfimamente suave manto de las sombras-luces. Sin duda era él. El pájaro esférico. Sin dudarlo me dispuse a seguirlo. No sabía bien porqué, pero de alguna manera le brindó un cambio a la monotonía de mi existencia y no podía hacer oídos sordos a su mensaje. ¿Cuál era ese mensaje? Lo descubriría cuando lo alcanzara. A veces paraba a descansar a la sombra de los durazneros, que seguían siguiéndome, y después seguía. Otras veces me resguardaba de la lluvia debajo de las aletas de los peces planta. Aunque era un poco molesta la cantidad de mosquitos de esas orillas. Y todavía en ocasiones, tenia que aguantar que algún reptil alado se comiera el pez-planta, y me dejara a merced de la lluvia. A lo largo de mi trayecto preguntaba a los transeúntes acerca del pájaro esférico. Obtenía todo tipo de respuestas. Algunas muy amables, que me daban pistas fehacientes del paradero del pájaro, y otras, que provenían de caras arrugadas de ojos punzantes, que me ladraban de mala gana información errónea solo para que me fuera. En uno de los pueblos recorridos, me dispuse a buscar información en una posada, y de paso tomar algo. El cantinero era un sapo gordo y gigantesco que escupiéndome mucho, me dijo que hacia un par de horas un borracho le había contado que una pelota con plumas había cruzado el cielo. La información, si bien concordaba con mi búsqueda, era dudosa dada la alcoholizada fuente. En ese mismo instante, una rana prostituta que trabajaba en la posada, intervino interrumpiendo mis pensamientos, para decirme que había escuchado mi conversación con el cantinero y que ella también había visto un pájaro-bola hacia un rato, y que si le daba unos billetes podría mostrarme el lugar del avistamiento. Cedí a regañadientes, y seguí a la híper-flaca figura a través de un páramo lleno de hojas otoñales que cubrían el suelo, tal cual una alfombra. Al llegar a una vía de tren, me dijo que ahí mismo lo había visto pasar, mientras estaba tomando unos mates con una amiga, y que si me dirigía siguiendo el trayecto de los rieles, de seguro lo alcanzaría, ya que no había sido hace tanto tiempo como había afirmado el borracho que le contó al cantinero, y esa era la dirección que había tomado el colorido emplumado. Me despedí de la rana, que me saludó con un pico a prepo, ofreciéndome algunos servicios más por unos pocos billetes extras, lo que rechacé tomando con decidida firmeza el camino sugerido. Los rieles parecían no tener fin, y el lugar me acariciaba con sus igualmente infinitos aromas naturales, algunos dulces y suaves, otros más fuertes pero igual de placenteros. En eso iba yo, sumergido en el festín de la naturaleza, cuando un estremecedor sonido perturbó mi experiencia. Al instante reconocí la bocina del tren, y vi la gigantesca masa de lata emerger de entre el humo, rápida y preocupantemente acercándose a mí. Sin pensarlo dos veces me entregue a la empresa de mis piernas, que sin preguntarme se largaron a correr cual ratonejo perseguido por un velocipastor. Lo malo, fue que en ese fragmento de la vía, bastante extenso por cierto, no había planicie alguna a sus lados, sino que estaba sostenida por larguísimos pilares de cemento a modo de puente, en los que, aún en mi huida, noté hermosas ornamentaciones parecidas al arte de los mobartelianos. El monigote metálico parecía un fumador enojado, y me pisaba los talones. Dándome cuenta de que tarde o más bien temprano me alcanzaría y trituraría contra los rieles, me lancé por uno de los lados de la via-puente, cayendo como uno de esos hombres pancho que hacen bangee jumping. En mi caída hacia abajo (porque Doña Pocha me dijo una vez que era imposible caer para arriba), observaba las ornamentaciones de los pilares, intentando distraerme de mi fatídico destino. Batallas probablemente tan antiguas como el mismo mundo, rostros de seres innombrables, zorras tetonas y zorrillos musculosos, mil figuraciones y entrelazados con motivos vegetales adornaban el pendorcho de cemento, y ya presa de una angustia inevitable ante mi acaeciente muerte, cerré los ojos entregado a la cruel jugarreta del cocinero universal que la gente reconoce como “Dios”. Pero mire usté , que contrariamente a toda predicción de Ludovica Squirru, no me reventé la cara contra el piso, sino que al abrir los ojos, me vi flotando sobre los árboles, y si se me permite la confesión, me sentí un poco dios. Cuando reaccioné de mi desvarío presuntuoso, miré hacia arriba para encontrarme con la sorpresa de estar sujeto por las enormes garras de un pájaro cúbico. Uno podría decir “bueno, me dejo de joder con el pájaro esférico y me conformo con haber encontrado uno cúbico.” Pero no. Tengo esa obsesión con las cosas sin vértices ni aristas, así que lejos estaba de considerar cumplido mi cometido. El pájaro me llevó hasta la cúspide de un gran árbol que sobresalía a una pendiente de un risco, donde se encontraba su nido. En efecto, era una pájara cúbica, y su intención era que yo sirviera de alimento a sus recién nacidos pichones. Les empecé a pegar mochilazos en los respectivos picos a medida que la decidida predadora me acercaba a los hambrientos y aún desplumados cubitos con pico. A la madre no le cayó muy en gracia mi estrategia, por lo que empezó a emitir chirridos horrorosos que me taladraban los oídos, y asomándome uno que otro recuerdo de canción de cumbia villera. Hete aquí, que cuando nuevamente me estaba resignando a morir, un estallido calló los graznidos de la pajarraca, que ahora caía, lengua de afuera, hacia el fondo del risco. En eso, los pichones empiezan a salir del nido. Los muy hijos de puta podían caminar a pesar de su corta edad, y me amenazaban mostrándome afilados dientes asomándose por dentro del pico. Un atlético oso de apariencia aguerrida lanzo dos disparos contra los pichones, no acertándoles, pero logrando ahuyentarlos lo suficiente para promover nuestra huida por una pequeña grieta-cueva en la pared de roca. Una vez adentro, el protagonista de tan bravía hazaña se me presenta como “Teddy”, y mientras descansábamos un rato y bebíamos agua de su cantimplora, me contó su pasado, en el que alejandolo de su hermoso bosque, en el que vivía feliz y contento, los humanos llegaron con sus jaulas y látigos, y por años lo obligaron a repetir de forma automata mil estupideces frente al televisor; trágica existencia de la que, luego de un largo y secreto entrenamiento, escapó matando a sus captores y huyó así de la civilización humana, refugiandose en este bosque en el que ha vivido desde entonces. Yo le conté de mi empresa, del pájaro esférico y de mis anteriores percances, y él se vio muy entusiasmado de acompañarme en mi aventura. Me propuso conseguir y jinetear un par de lagartijas para alivianar el peso de nuestras mochilas, y avanzar más rápido hasta el pájaro esférico, propuesta que acepté convencido. Me llevo a través de espesos árboles hasta la choza construida en un árbol perteneciente a un amigo suyo, y una vez adentro, llenamos nuestras mochilas de provisiones con frutas que su supuesto amigo había dejado en el lugar. Teddy afirm�� que su amigo no se molestaría, y que él se las devolvería a nuestro regreso. Me ofreció que me diera una ducha, ya que el camino iba a ser arduo y no sabíamos cuanto tiempo pasaría antes de poder volver a disfrutar de las comodidades de la higiene. Yo acepte, sin saber que poco después de estar disfrutando bajo el agua, sentiría la peluda mano de Teddy, que se había metido en la ducha en pelotas y ahora me apretaba la nalga. Dándole un empujón salí enojado del baño, y mientras Teddy me gritaba que era un histérico, que yo sabía a que habíamos ido a la choza, yo me alejaba coléricamente, hasta que montado en una de las lagartijas que su amigo nos prestaría sin saberlo, me fui solo, abandonando al oso. Veloz avanzaba la lagartija a través de mi desértico nuevo camino. El sol me encandilaba con el calor de mil infiernos sofocándome y haciéndome sudar, casi derritiéndome. Fue entonces, cuando la arena empezó a temblar bajo mis pies estrepitosamente. Mi sudor ya no fue de calor cuando del suelo, vi salir un enorme gusano, de esos que mi abuelo afirmaba que habian en el desierto, ante la cara de incrédulo de su nieto. Tanto yo como a lagartija salimos disparados huyendo por nuestras vidas, cuando otro gusano salió de abajo nuestro devorando a la lagartija, y expulsándome por el aire hasta chocar contra la dureza de la caliente arena. Extrañamente, luego de comerse la lagartija, dejaron de prestarme atención. Se ve que los zorros no son de su apetito. Asi fue, que tuve que seguir a pie bajo los insoportables rayos incandescentes y pensando en las cantimploras llenas de agua que habían perecido junto con la lagartija. Ya adentrada la noche, llegué a un pueblo humilde, pero que para mi fue como llegar al más grandioso Edén. Bebí y comí, gastándome el resto de mi dinero, pero como dicen, ¿quién me quita lo bailado? Pasé la noche en la posada de la coneja Karen, que se entusiasmó con las historias de mis hazañas, que –confieso- agrandé un poquito para impresionarla. Prometiéndole volver, partí al albor de nuevos retos, dispuesto a concretar mis anhelos y atrapar finalmente a mi escurridiza y redondeada presa. Unos vecinos de Karen me habían dicho que decían las viejas historias, que los pájaros esféricos anidaban en los roblamos, unos árboles que crecían solo a las orillas del arroyo Moflete. Allí me dirigía, cuando me vinieron unas insoportables ganas de orinar. Me dispuse a “regar un arbolito”, pateándome por no haber ido al baño antes de salir, cuando noté que mi sombra se teñía con los colores del arco iris. Me di vuelta con el pito al aire, y ante mis ojos, parado sobre un roblamo que no había notado, estaba el anhelado, escurridizo y esférico pájaro. El fín de mi camino, el destino de mis esfuerzos, la causa de mis noches de desvelo y heridas acumuladas. Tímidamente, y acordándome de todas las leyendas en las que el mítico pájaro esférico, poseedor de la sabiduría de la existencia, respondía a cualquier pregunta con la verdad absoluta, dejé a mis labios soltar la gran pregunta: -¿Cuál es el sentido de la vida? El silencio se convirtió en siglos de espera. Y entonces, el gigantezco pico se abrio, respondiendome:“Cuando recién había sido creado el universo, las almas no tenían ropa para ponerse, por lo cual partieron en peregrinación hacia el Shopping cósmico. Cuando llegaron, había tres pisos y tres grupos de almas se formaron. Su guía les dijo que en le piso de arriba había ropa cómoda, barata y linda y  que quienes la usaran, tendrían vidas placenteras y llenas de  sentido en sí mismo. El piso del medio tenía ropa hecha de piel y cuero, que hacía que quien se la pusiera tuviera una vida dedicada al mobartismo. Y el piso de abajo del todo, era un piso donde la ropa eran unos horribles harapos y telas sintéticas, que harían que quién se las pusiera fuera el ser más gil de la creación.” Anhelante, yo seguía con mi pito al aire, escuchando de la boca del mismo pájaro esférico la cosmogonía de mi mundo y otros que no conocía, completamente abstraído en mi adoración al emplumado sin aristas. El pájaro continuó: “Es Así, que las almas que se dirigieron al piso de arriba, se convirtieron en animales. Aquellas que fueron al del medio se convirtieron en Furrys mobartianos. Y finalmente, aquellos que eligieron el piso de abajo del todo se volvieron seres humanos. Es así, que tu vida seguirá por un sendero tortuoso lleno de incertidumbre, buscando el sentido filosófico de tus acciones fuera de la propia búsqueda, clamando una gota de agua en el desierto, una llamarada de fuego dragonil dentro de un iceberg, un rayo de luz en la oscuridad, un rayo de oscuridad en la luz, una pastilla de menta cuando tenés que hacer silencio en la sala y no podés parar de toser. Tu vida será un camino constantemente dificultado por piedras de todo tamaño con las que chocarás más de tres veces… chocarás con saleros de cal y calderos de sal que se interpondrán entre tu y tus objetivos y querrán alejarte de ellos ofreciéndote unos bonitos cristalitos de colores y alucinógenos gra…” Ahí yo estaba preguntándome porque me estaba tratando de esa manera, o qué tenía que ver ese destino tan tétrico con lo que yo le había peguntado y cuestionándome si el pájaro esférico no estaría drogado como es costumbre en su especie. Pero no pude terminar de contestarme la pregunta, ya que en el preciso instante que el emplumado iba a pronunciar “…tis”, sentí un desgarro brutal, un dolor tan intenso como si un lemúrido con angustia oral y tres semanas de hambre atrasada se hubiera colgado de mi pistola y me la hubiese arrancado de un mordiscón. Ese fue el dolor que sentí cuando un hipocampo de tierra con angustia oral y cuatro semanas de hambre atrasada se colgó de mi pistola y me la arrancó de un mordiscón.
Luego de esto, mis recuerdos son una febril nebulosa indescriptible, una experiencia mística en que los oxímoron de miel y yerba mate entraban en la garganta de mi mente como una lluvia, recordando a un instante la maravillosa experiencia del pájaro esférico hablándome directamente a mí y luego, a Mongotongo, el Dios Gusano del Reino de los muertos mozartiano, diciéndome que por un error burocrático no había ido al Prado ultraterreno si no ahí y que me castigaría con el peor de los castigos sólo por divertirse: “Te haré volver a la vida en un mundo lleno de estupidez, engreimiento y sin sentido y serás un ser incapacitado para comunicarte con tus hermanos de reino, a quines cazarás y comerás como los churros devoradores de empanadas de las Islas Forroe, serás un ser desagradable y sin pelaje por años y años de estréss y sufrimiento!”
Fue entonces que me desperté en una cama de hospital. Unos monstruosos humanos me quieren convencer desde entonces que sólo me cosieron el pene salvándome la vida. Me metieron en un manicomio donde yo les explico a todos que soy un furry mozartiano que fue cazado y convertido en humano por esos túnica blanca. Y sigo cada día, mirando el horizonte, esperando que el pájaro esférico venga a terminar de contestarme lo que le pregunté.
FIN.
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