#pestilentes
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The Little lord of pestilente Kallamar seems rather pleased with your idea!
@almostdeath
#answer#ask but not really#cotl#cult of the lamb#cult of the lamb kallamar#cotl kallamar#kallamar fanart#bishop kallamar#doodles
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psique
mi psique está rota, cada día más entra en mi la desesperanza, y las ilusiones rotas, en mi está más fuerte la desesperación y el miedo de vivir, me siento un personaje roto y siento que estoy cayendo en un abismo de locura ya no sé que más hacer he gritado y pedido ayuda hasta el cansancio y la gente parece ajena a mi como si les fuera más conveniente tenerme encerrada a su merced que bien, estoy cayendo en un pozo sin fin de miseria, la vida me párese insulsa y los terrores del mundo me tienen agotada, soy joven pero me siento una anciana en su lecho de muerte, esperando a ser llevada porque me angustia más estar viva, no entiendo que pasa porque la vida corre y yo solo no puedo salir de este pestilente hoyo, los gusanos se vuelven a juntar dentro de mi decrépita alma, dije que ya no quería morir pero hoy eso parece una mentira, la vida me parece ridícula, hay una crisis ambiental que no deja vivir en paz, hay genocidios y guerras pasando que no dejan a mi alma estar con la mente serena, el mundo parece absurdo, la vida parece absurda, mi vida no encuentra sentido en si misma, la soledad no me molesta es el hecho del encierro, denme sueños para vivir o veneno para morir.
#pensamientos#dolor#sentimientos#muerte#vida#tristeza#soledad#notas tristes#ansiedad#depresión#daño#notas de dolor
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Es el priismo, estúpido!
Confundido y arrogante, de mala manera gratuita, un “universitario” con el que no había tenido contacto en años aparece y me dice que AMLO no es priista y que no es restauración lo que hace. Por qué? Porque dijo Mauricio Merino. Ah… Y ya. Como pejista: sin argumentos, sin hechos suficientes, encadenado a un nombre. Merino fue mi profesor y jefe, y el reaparecido sigue en el closet del pejismo (pobre hombrecito!), así que creyó tener la oportunidad de refutarme: “tu maestro dice lo contrario”. Bueno, me río un poco y paso a la refutación. Refuto al pejista vergonzante y a Merino, con el que estoy en desacuerdo sobre la caracterización de AMLO y no tengo ningún problema para decirlo en público.
A Merino lo conozco bien como pluma y psicología y está equivocado. Puedo decirlo, sin deslealtad, porque Merino fue mi profesor y jefe pero no fui ni soy su esclavo. Yo soy yo como analista. Hay que ser estúpido para creer que yo diría o dejaría de decir algo porque Merino dice lo que quiere decir… Pero de estupideces, como de poses y grillas ridículas, está llena la “vida cultural” de este país.
El profe se ha equivocado varias veces sobre AMLO. Ha dicho que es fascista, que es revolucionario y que no es priista. Pero el presidente no es fascista sino que tiene rasgos compartidos con los fascistas, no es revolucionario sino autoritario, un reformista autoritario en medios y fines, y sí es -por eso mismo- priista.
Que quede claro: AMLO es priista y su proceso-proyecto político es una restauración.
AMLO y PRI tienen diferencias pero también similitudes, las diferencias son menos que las similitudes y no cambian la relación esencial. Teniendo más similitudes, que tengan diferencias sólo significa que AMLO es un tipo de priista, y eso es lo que he estado diciendo. Un priismo, por tanto, revuelto con muchos otros polvos, como neoliberalismo, conservadurismo religioso y populismo, y también militarismo, corrupción, pragmatismo, personalismo. Pero todo dentro de la olla priista -el autoritarismo.
Un guisado político que ha sido poco nutritivo para la mayoría, casi totalmente descompuesto para la historia por tantos ingredientes podridos, un producto realmente pestilente.
La restauración en curso del sistema autoritario priista no es perfecta, ya que no puede ser total, pero es restauración. Que no se restaure el 100% no significa que no se restaura nada o se restaure poco. Es una restauración, imperfecta, pero restauración. Con todo respeto, el profe Merino anda muy desencaminado (y lamento que haya escrito aquel artículo periodístico que, aunque no haya querido, distorsiona y deslava el mal que fue el priismo gobernante).
Tómese el ejemplo de la reforma judicial. Es parte del “plan C” e incluye elecciones judiciales; eso debe estar claro, desde hace mucho tiempo. Las elecciones judiciales no existían en el priato pero existía el poder Judicial subordinado al Ejecutivo (y desde ahí a su partido), y la subordinación judicial será el resultado de las elecciones judiciales. Así, hay una diferencia en uno de los medios entre AMLO y el priismo pero una similitud de fin y resultado. AMLO es priista.
Esencialmente priista. López Obrador es antidivisión de poderes, antidemocrático, antipluralista, centralizador, autoritario. Es sólo que a eso añade algunos otros medios, fines y resultados. Es eso, todo eso. Y por eso, lo de AMLO puede ser visto como peor, como dice MM, pero no por eso deja de ser priista. Es un priista con su priismo. Lo he dicho y lo seguiré diciendo, aunque no le guste a mis “amigos” pejistas y aunque otros digan lo que necesitan decir.
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Volar Sobre el Pantano
Si sientes que la vida no tiene sentido, que los problemas te están acabando, memoriza esta parábola:
"Un pájaro que vivía resignado en un árbol podrido en el medio del pantano se había a acostumbrado a estar allí, comía gusanos del fango, y se hallaba siempre sucio por el pestilente lodo.
"Sus alas estaban inutilizadas por el peso de la mugre hasta que cierto día un ventarrón destruyó su guarida, el árbol podrido fue tragado por el cieno y él se dio cuenta de que iba a morir.
"En un deseo repentino de salvarse comenzó a aletear con fuerza para emprender el vuelo, le costó mucho trabajo porque había olvidado cómo volar pero enfrentó el dolor del entumecimiento hasta que logró levantarse y cruzar el ancho cielo llegando finalmente a un bosque fértil y hermoso."
Los problemas son como el ventarrón que ha destruido tu guarida y te está obligando a levantar el vuelo o a morir.
Nunca es tarde. No importa lo que se haya vivido, no importa los errores que se hayan cometido, no importa las oportunidades que se hayan dejado pasar, no importa la edad, siempre estamos a tiempo para decir BASTA, para oír el llamado que tenemos de buscar la perfección, para sacudirnos el cieno y volar alto y muy lejos del pantano.
Abandona la vida segura y cómoda. Lánzate a la ruta incierta, llena de enigmas e inseguridades, y hazlo solitariamente.
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Último reducto del respeto a nuestras libertades.
Todos los mexicanos ahora somos Suprema Corte de justicia de la Nación.
Cayendo la Corte, México estará de luto, aunque parezca dramático.
Ahora sólo queda la Suprema Corte, como el último reducto nacional en la lucha por la libertad.
Desacato y golpe a la figura del amparo de la justicia Federal.
“Que todo el que se queje con justicia tenga un tribunal que lo escuche, lo ampare y lo defienda contra el fuerte y el arbitrario” José María Morelos y Pavón
Cercenar el amparo de la justicia federal, destroncarlo despreciarlo, hacerlo a un lado, suprimirlo políticamente, sin ningún criterio jurídico, es el camino más corto rumbo al autoritarismo, enrutado al centralismo autocrático, al nacionalismo fanático y al fascismo.
¡Desastroso momento que enfrenta México en este minuto crucial de su historia!
¡Un genuino e incuestionable camino de servidumbre que está emprendiendo México!
Nadie pensaría que en pleno 2024 del siglo XXI le esté pasando este descalabro a éste país tan grande y generoso.
Se oyen fuertes y devastadoras estas expresiones, pero se sentirán más fuertes y destructivas si dejamos pasar esta locura auspiciada y promovida desde la presidencia de la república y desde el congreso de la unión, por individuos inconscientes e irreflexivos para que nos autodestruya.
¿Queremos los mexicanos entrar en este infierno, vivir en la sujeción continua y en la zozobra, esperando la gracia del arbitrario,- de la denominación y color que sea,- para que nos dé mendrugos de pan y trozos de justicia a su conveniencia?
El poder de la representación popular también tiene sus límites.
¿Las mayorías congresionales de nuestro país o de cualquiera, tienen la facultad de socavar el estado de derecho aceptado, asentado y universal para todos los seres humanos, principalmente socavar los valores de protección de los arbitrarios y los referentes a los Derechos Humanos? Por supuesto que no tienen esa facultad
Un golpe traidor desde dentro del Poder judicial Federal.
Una mayoría altamente politizada integrante del Consejo de la Judicatura Federal dió un golpe a la figura constitucional del amparo, se violentaron su fuerza y su poder, y menoscabaron la esencia misma de la estructura conceptual y legal del tesoro más preciado de los desamparados de México para recibir justicia pronta, completa y expedita.
¿Quién podría haber imaginado que ese golpe criminal surgiera desde el corazón mismo del Consejo de la Judicatura Federal?
Un auto golpe criminal que está arteramente destroncando la República Liberal, minando las instituciones republicanas, socavando la independencia judicial, triturando la autonomía judicial, destrozando la democracia, y haciendo añicos cientos de valores colaterales en que se sostiene nuestra libertad, nuestra paz, y , porque no decirlo, nuestro equilibrio y nuestra felicidad.
Un acto simple, bajo la mala sangre de la voluntad de un traidor a sus propios principios, traidor a los valores de su gremio y traidor a la libertad de los mexicanos.
¡Qué síndrome de traición tan contagioso y pestilente del oficialismo inmoral bajo los hilos del más inmoral de los inmorales del oficialismo: Adán Augusto López Hernández
Por doquier, en las acciones del oficialismo, saltan como crispetas, montones de traidores a la patria..., diputados, senadores, alcaldes gobernadores, y ahora, un magistrado… Esos sí, traidores a México.
Un acto de traición de un consejero magistrado Sergio Javier molina Martínez que entró a la tómbola de corrupción política del sistema oficialista resquebrajó, de golpe y porrazo, la fortaleza del estado de derecho.
Cuatro facciosos prefirieron priorizar y anteponer su ideología y los mandatos de su secta, obedecer la línea política tirada desde la presidencia de la Republica…, a honrar el respeto al Estado de Derecho, el respeto a las instituciones, el respeto a la figura del amparo y a los derechos humanos.
De ese tamaño, por ahora , está la envestida antirrepublicana,
En muchos ámbitos de la vida todo se negocia, es cierto; en derecho, sin embargo las garantías constitucionales son innegociables; Estos valores jurídicos esenciales se respetan aún en contra de las políticas coyunturales, de las ideologías y creencias más robustas y de los intereses partidarios y de cualquiera índole en juego.
¿Golpe a la figura del amparo por motivaciones y compromisos políticos partidarios?
Sí, para desgracia del orden y la paz nacionales, así es.
Arteramente se asesta un golpe a la prestigiada figura jurídica del amparo de la justicia federal, que ha sido la mano redentora de los débiles y menesterosos frente a la embestida de las acciones excesivas y despóticas, abusivas e improcedentes del poder ilimitado de los arbitrarios.
Desventurado lance del oficialismo.
Este desgraciado acontecimiento que tiene que combatirse desde todos los frentes que exigen las estrategias de la Lucha por el Derecho,(Rudolph von Ihering) es una nueva batalla de los jueces y magistrados en contra de la politización del poder judicial federal, en aras de llevarnos, tramposamente, a un cambio del un Estado de Derecho, de un régimen liberal, republicano, democrático de respeto a las leyes e instituciones y a la separación de poderes…, a un régimen de fuerza, autoritario, autocrático, dictatorial que no pedimos los mexicanos porque jamás lo plantearon los del partido Morena en sus postulados políticos de campaña…
El voto del 2 de Julio, no es un cheque en blanco.
El voto del 2 de julio no fue un cheque en blanco para reformar la Constitución de forma tan grotesca y grosera ni mucho menos para socavar, desde sus cimientos, al Poder Judicial Federal.
Si alguien me está leyendo, no me podrá responder, afirmativamente que en lo que leyó o escuchó en las campañas electorales del ex presidente AMLO y de la actual presidente, se haya mencionado, sugerido, pedido, insinuado, dado a entender, que les dimos cheque en blanco, y que ahora, ellos ondean a diestro y siniestro, como centro del supremo mandato total y absoluto, que les dió el pueblo en las urnas para llevarnos a una izquierda obsoleta, fracasada provocadora de hambre, incomunicación y miseria.
Ni AMLO como destructor de instituciones, ni Claudia Sheinbaum como su continuadora del volátil, indefinido, muy ampliamente vendido segundo piso…, en ninguna parte de su “programa” o “proyecto de nación” postularon un cambio de régimen para que fuera votado por los mexicanos…
A lo más que llegaron dentro de estas fantasiosas alegorías políticas, ampliamente demagógicas, fue, a hacer un señalamiento machacón de la gran corrupción…, y prometer, como bandera de campaña, llevarla hasta su exterminio. ¡Ah! y señalar incisivamente, hasta la náusea, que primero los pobres y regalar dinero, mucho dinero…
Pero además de los postulados machacones sin sustento ideológico, válido y convincente, en ningún momento propusieron al pueblo de México la destrucción de todas las instituciones republicanas, para, de cero, edificar un régimen de no se sabe que tendencias y colores.
Sin embargo, sí advertimos que lo que se está tratando de implantar desde el 2018 ,es un Estado Autoritario, un Estado de Fuerza, una auténtica autocracia, y, por consecuencia, una dictadura.
Así de clara va corriendo la secuencia, si no lo la logramos atajar.
Y curiosamente estos postulados que ofrecieron para cortar de raíz la corrupción, jamás los realizaron; fue un fracaso total…,sólo regalaron dinero sin controles bajo el supuesto de apoyos, pensiones y otras figuras gubernamentales de la dádiva irresponsable…, pero, sin duda de por medio, esta propina proveniente del erario público nacional, fue otorgada para, en reciprocidad, obtener el voto ciudadano a favor de su partido; pero aquello de crear un nuevo régimen descalificando y descarrilando las instituciones de la república liberal, jamás se planteó.
Así campea orondo el cínico abuso del oficialismo.
No creo que algún mexicano, amante de la libertad, haya votado el 2 de julio del 2024 para parecerse o igualarse con los oprimidos nicaragüenses, o con los subyugados cubanos o con los tiranizados venezolanos de hoy en día.
No creo que los mexicanos hayan votado para que México se convirtiese en excluido, en apestado como son los regímenes esclavizantes y empobrecedores de estos tres países hermanos que están considerados países parias a nivel mundial.
No creo que la mayor parte de los votantes mexicanos hayan ejercido su voto con el afán de convertir a México en un país aislado y arrinconado, y tener de padre al estado, pidiéndole, - a mano abierta y tendida,- lastimeramente, dádivas a cuenta del voto y en detrimento de su preciada libertad.
No creo que cuando votaron los mexicanos en las dos elecciones presidenciales del 2018 y del 2024 hayan pedido de rodillas un cambio de régimen en el que ellos se sujetarían a un sistema autoritario o autócrata, ni mucho menos dictatorial.
Sí sé, de buen saber, y estoy seguro, que engañaron a la población más necesitada, que hicieron juego sucio con la población más menesterosa que es la mayoría nacional, con la promesa de las dádivas, y después, les condicionaron el voto de casilla y se apoderaron del voto masivo, sin presencia, bajo el fraude de secuestro de credenciales con voto a control remoto y con algoritmos sofisticados ajenos a pueblo bueno, muy manipulable.
¿Qué pretenden la Presidenta y las pandillas de morena?
Ellos están dando con siniestro cinismo, un golpe de estado sistemático, acudiendo a los medios más inmorales, violentos y criminales, tratando de hacer una “revolución pacífica” para borrar las instituciones republicanas y establecer de cero, un estado progre, más populista, más centralista, alejado de las realidades que mandan los intercambios mundiales; estos “revolucionarios” pretenden un nacionalismo aislado e imposible con agudos tintes fascistas que nadie les ha pedido.
¿Qué pasa en México?
Vamos derecho en el camino a la servidumbre vergonzosa…a la dictadura, a cambio de miserables dádivas.
¿Una crisis constitucional como una consecuencia no imaginada, no calculada…, o la búsqueda audaz y quizás calculada de un cambio de proyecto de nación, es decir, un cambio de régimen?
Como se palpan las acciones del oficialismo, ésta sería la respuesta: un cambio de régimen, notoriamente bizco, pero también, miope y aislado, arrinconado, menospreciado y fuera de la realidad mundial.
¿Quizás dar el paso de una república liberal de instituciones a un sistema de órganos del ejecutivo centralizados,- sin separación de poderes, centralmente planificada, estatizada,- autoritaria, vertical bajo un solo mando?
Sí, la respuesta, es, sin titubear, un rotundo sí, aunque lo oculten…, quieren una dictadura insostenible y despreciable.
¿Pretenden un régimen socialista de los llamados progresistas, populistas cuasi fascistas y altamente nacionalistas?
Sí, por supuesto que sus acciones van encaminadas a ese propósito desmedido.
El catecismo para llegar a este régimen ya se aplicó en Venezuela, en Bolivia, en Nicaragua en Argentina, en Brasil, y ahora con ALMLO-Claudia en México. Con la descarada asesoría de inteligencia militar cubana camuflada de "médicos" muy, muy activistas.
En USA eso pretende Donald Trump, con inteligencia militar de Rusia, pero por la derecha radical fascista y racista, kukuxklan declarada. Pero es un capitulo de otra narrativa y de otra ocasión
El vade mecum de los progres para conseguir el poder
Llegar al poder por las formas, normas, leyes, instituciones y costumbres de las democracias liberales, es un buen vade mecum de los progres populistas del siglo XXI, en todo el Continente Latino- Americano, e inclusive en USA con Trump.
Conseguido el poder y estando al control fraudulento de las instituciones, proceden,”-por mandato del pueblo-”a desinstalar todas las instituciones liberales; cambian las leyes en función de los objetivos de sus creencias; trastocan el cuerpo normativo fundamental de la nación a favor del proyecto populista, nacionalista derivado en fascista, que se pretende implantar,
Cambian la constitución política del país para afianzar el poder; la cambian para consolidarse, la siguen cambiando para perpetuarse…, siempre con los instrumentos de las democracias liberales cuyo cascarón manejan a arbitrio y placer, en función de las ideologías y creencias del sistema que tratan de implantar para que dure por generaciones.
La gratuidad a expensas del erario público nacional y bajo la observación estricta y el manejo arbitrario del autócrata y sus pandillas… Acto seguido, el estado se transforma en un estado gendarme de controles cada vez más rígidos, dirigidos por la mano militar al servicio del déspota.
Esta patraña llamada Transformación Nacional, lejos de ser revolucionaria, es regresiva, en lugar de ser de avance, es retrograda en la que han caído muchas naciones…, es un auténtico camino de servidumbre, cuya escalada pasa desapercibida para las grandes mayorías nacionales, porque están atrapadas por las dádivas, los apoyos y las pensiones gratuitas del estado, que provocan mortal apatía por los asuntos de lo político y gran conformismo económico y de bienestar.
Una verdadera desgracia nacional.
José García Sánchez
14 de octubre del 2024
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“Entre los tropezones del vómito, ninguno tan llamativo como una representación burlesca de la ‘Última Cena’ de Leonardo, una suerte de pasarela del adefesio que, a la postre, blasfemaba contra la Eucaristía, con la exaltación de un Dionisos azulenco y nauseabundo. ¿Por qué, entre todas las religiones, esta patulea sólo siente odio hacia la religión católica? Por la sencilla razón de que íntimamente, allá en las simas pestilentes donde se retuercen, la reconocen como verdadera. Confieso que este hecho tenebroso—tan iluminador—me ha salvado en muchas ocasiones, cuando mi fe estaba a punto de claudicar.”
— Juan Manuel de Prada: “Pasarela del adefesio gabacho”
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Capítulo 24: El rumor tras la muralla
El frío de la mañana despierta sus músculos y ayuda mantenerlo atento a las guardias que comienzan a relevarse en cada acceso del fuerte, pero incluso en medio de ese ajetreo la figura dominante y orgullosa del hijo de la Gran Khan destaca por su presencia imponente. Nada en sí mismo se ha dejado al azar, desde las botas con punta de hierro hasta los colores sutiles que se esconden en sus ropas. Sus pensamientos, ideales y aspiraciones deben seguir una única línea y representar aquella que visión que sólo un descendiente de la Diosa Eutuken puede dictar, incluyendo uno que ha nacido alfa.
Mientras cruza el enorme arco de piedras del castillo, los soldados hacen una pequeña reverencia y quienes poseen mayor rango detienen sus pasos para saludarlo directamente con un apretón de manos. Katsuki se toma su tiempo para conservar su talante con la misma firmeza e imparcialidad mientras confirma la asistencia de los generales a una de las tantas reuniones que presidirá su padre, ahora que la comisión de recaudación de impuestos partirá en un lapso de 2 días.
Sin embargo, esta vez conserva cierta distancia y concluye las conversaciones mucho más rápido que antes debido a un solo problema. El olor de Izuku. El omega que todos tienen prohibido, incluyéndolo, persiste en las ropas que esconde dentro de un bolso y aunque se preocupó de hacer un barrido con piel de Manul para evitar sospechas, todavía tiene que ser cuidadoso.
Sus últimos pasos en el interior del castillo se desvían estratégicamente hacia los aposentos que tomó como propios, luego de que se desvelara por tres noches consecutivas en la encuadernación y traducción de los pocos libros que disponía la biblioteca del castillo. Allí está la mesa de trabajo repleta de materiales y los libros que su padre revisa con gran detalle y severidad, pero también guarda dos o tres mudas de ropa y sobre todo tiene oculta armas en caso de que alguien decida tomar como debilidad su descanso entre estas frías paredes.
Últimamente ha comenzado a resentir el hecho de dormir tanto tiempo alejado de su manada, pero tampoco los invitaría a quedarse aquí con él. Si bien es cierto que el castillo tiene un encanto majestuoso que le recuerdan a las ciudades abovedadas del sur, algo en la forma de sus arcos, contrafuertes y techos lo hace sentir como si estuviera sepultado bajo la tierra. La soledad impregna cada espacio de los largos pasillos de piedra y es especialmente cruenta en las noches cuando ni siquiera las enormes lámparas colgantes son insuficientes para eliminar las sombras que se arrinconan en cada esquina.
La luz de la mañana es un alivio para todos quienes rondan ahora por el fuerte, pero es apenas una esperanza de quienes todavía no se habitúan a vivir lejos de las pieles que protegen sus yurtas. Katsuki está convencido de que no son sólo sus aprensiones por la estabilidad de una arquitectura que no entiende del todo, o la sensación de amenaza injustificada por la caída de alguna de las piezas que conforman estos arcos engalanados, sino precisamente todo aquello que todavía no conocen.
Aquello que se admira y respeta de estas construcciones se ensombrecen con… secretos. Allí donde la inquietante desproporción de sus cuartos, salas y recovecos acusa la falsedad de sus murallas. Le ha tomado un tiempo, pero Katsuki sabe que este castillo esconde mucho más que el pasadizo de las mazmorras y, por ende, se ha tomado como misión personal encontrar cada trampa y puerta escondida. Hasta ahora los esclavos solo han delatado tres pasadizos, dos de los cuales, conectan el salón de la torre del homenaje con la cocina y la biblioteca, sin embargo, sospecha que otro mes más en las mazmorras será suficiente para que hablen de los que todavía faltan por descubrir.
Pero no sólo le interesa conocer cualquier vía de escape o trampa que un espía pueda querer usar en su contra a futuro, sino el hecho de que todo el castillo está lleno de ratas. Son una plaga pestilente, inquietante y tremendamente inteligente que evade trampas e incluso los ojos de los cientos de soldados que recorren los pasillos del castillo. A veces ni siquiera dejan huellas en las despensas a tal punto que podría pensarse que ya fueron erradicadas, más su presencia siempre regresa con la forma de un rumor agudo y amortiguado, despertando soldados y manteniendo atentos a los guardias que hacen sus rondas cada noche.
Quizás su presencia no sería tan inquietante si el eco del castillo no resonara tan fuerte con el más mínimo sonido de su rasqueteo, al mismo tiempo que las voces de los soldados o las propias pisadas de Katsuki se amortiguan con la piedra…Una incongruencia que no se puede explicar hasta que se vive
De pronto, todo su instinto despierta como un león agraviado, alertado por un ruido abrazador e impropio. Es un estruendo grave, oscuro, como una marea furiosa que hace vibrar las murallas, desestabilizando los cimientos mientras hilos de polvo se desprenden de las grietas en el techo. Cada chillido y aullido se mezcla en tantos tonos diferentes que se asemejan a una piara de voces ininteligibles, pero a la vez muy familiar. Con la mandíbula tensa, casi puede sentir el alud pasar entre sus piernas con fuerza, las ve rasguñar la piel de sus botas, acaparando todo su temple como una prueba al valor. Su piel se eriza al tiempo que la mano diestra se aferra contra la empuñadura en el mismo momento en que el sonido cruje y abalanza sobre su cabeza, asfixiándolo.
El rumor promete agitación, enfermedad y es frío como las ventiscas de la estepa, con sombras espesas como el barro de los pantanos, y, sin embargo, toda esa emoción rastrera se consume rápidamente con el calor de su sangre caliente. La fuerza de la ira bulle bajo la piel de sus manos mientras retira media espada, pero justo en el mismo momento en que el filo refleja el haz del fuego de las antorchas, el rumor oscuro de las malditas alimañas mengua hasta desaparecer mientras se pierden por alguno de esos recovecos desconocidos…
—¡Hermano! — llama alguien y Katsuki se sobre salta. Su pecho duele de forma extraña, pero Kirishima no le da tiempo para responder o pensar en el rumor tras las murallas mientras cruza una esquina del pasillo, apareciendo como un fantasma rojo. Su rostro refleja preocupación y luego alivio justo antes de arrojarle un chaleco y una camisa limpia a la cara. — Como no te encontré arriba, supuse que estabas ocupado con alguien, así que tomé esto de tus cosas…— murmura con precaución, tomando el bolso de Katsuki. Pero mientras dice esas palabras comienza a dudar de que Katsuki se haya apareado anoche tras encontrar el desorden en el cuarto y oír un par de rumores. Su piel luce más pálida que de costumbre, tiene ojeras y mientras se cambia la camisa, nota como el sudor se acumula en su cuello. Luce enfermo o más bien sobre exigido.
—Estuve ocupado hasta hace unas horas, pero no creo que se repita— responde Katsuki, para que Kirishima llene los espacios en blanco y la conversación se dé por terminada. Tienen un código y Katsuki se vale de esa regla para evitar revelar sus intenciones por cortejar a Izuku. No es el momento.
—Están todos abajo en la cocina, adelántate. Yo iré a dejar esto por ti —dice apuntando hacia el pasillo que tienen detrás y Katsuki simplemente se va sin burlarse o quejarse. Preocupado, Eijiro se queda observando la espalda de Katsuki, frunciendo el ceño cuando es testigo del momento exacto en que el hombre regresa la espada a su funda sin soltar el mango. Quiere decir algo, pero supone que ya podrá hacerlo más tarde, así que afianza su agarre sobre el bolso de Katsuki y toma rumbo hacia sus aposentos.
Allí la oscuridad del cuarto detiene sus pasos, el alba apenas se asoma a través de la ventana, con la forma de una espada que atraviesa toda la estancia. Es demasiado estéril para su gusto, carece de protección espiritual y es tan fría como solitaria. Rápidamente cuelga la capa en un clavo situado en la muralla, luego toma el bolso y puede ver cómo hay vello áspero sobresaliendo a través de la tela y con curiosidad vierte todo el contenido del bolso sobre la cama, encontrando la piel de manul y un pañuelo que huele exactamente como el Omega esmeralda.
Sus manos sueltan las prendas casi instantáneamente, mientras la preocupación inicial se ennegrece con algo más.
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En la mesa de la cocina, Mei está sentada al medio con una taza de leche de cabra caliente y una variedad de quesos, carne, frutas secas y carnosas. Tenya se sienta a mano derecha, con el rosto serio y concentrado en el libro que se niega a soltar. Frente a ellos Fumikage, Sero y Ochako charlan brevemente mientras comienzan el desayuno. Cualquiera que pase por ahí pensará que es sólo una comida de manada, más nada de eso es espontáneo.
Tenya mueve las manos con impaciencia por debajo de la mesa, como único signo de ansiedad y Mei tiene una daga escondida en cada pierna y en su cinturón en caso de que los rumores más ridículos sobre el hijo Bakugo resulten ser ciertos. Katsuki por su parte toma un plato para tomar algo de cada cosa mientras se interpone a propósito entre ellos para alcanzar algo de queso. Luego toma asiento junto a Fumikage y comienza a comer una vez que Kirishima recupera su lugar en la cabecera, junto a Mashirao que descansa la cabeza sobre la mesa.
—Tengo demasiado sueño— se queja Mashirao de pronto, mientras mueve los hombros adoloridos.
No es nada preocupante, pero en la mesa se forma un tenso silencio, interrumpido apenas por el sonido de la comida y los últimos soldados que pasan por ahí para llevarse una porción del desayuno antes de iniciar su guardia. Sólo es cuestión de tiempo antes de que el primero de ellos anuncie por qué acepto reunirse aquí y ahora.
—Supongo que los ejercicios se han extendido demasiado—dice, de pronto, Tenya mirando brevemente a Ojiro. El otro tarda en comprender que ese mensaje era para él, entonces, se incorpora con lentitud mientras que todos en la mesa dejan de comer para observar a Tenya y su Beta.
—No más que de costumbre, pero Mashirao insiste en estar presente en cada ejercicio— responde Fumikage.
—Es que siento que antes entrenaba todo el tiempo y ahora todo me cansa…Además, Mina sigue cuidando de su cachorro y sin ella, esa es la única forma que tenemos de acercarnos hacia los omegas que no aún no han tomado una decisión— repuso Mashirao, recargándose en el hombro de Eijiro. — Nuestra mayor ventaja sigue siendo aquellos que han peleado con nosotros, que saben cómo funciona nuestra manada en tanto la situación con los omegas apareados no se resuelva…
Ésta última declaración en realidad es un tanteo sobre las aguas que están cruzando en este punto. La próxima temporada estival será definitoria para la floreciente tribu del éste, se elegirá a un nuevo Khal tras 20 años desde que Mitsuki presidiera el cargo. Será la reunión más grande de los hijos del este en décadas.
—Creo que algo entiendo de eso, y puede que este libro aporte con nuevas ideas— responde Tenya, pero lo que parecía un marcapáginas hecho de piel esconde una cinta de tela impregnada con la esencia natural de Tenya. —Mei no estaba segura, pero quiero ser parte de sus trabajos. En realidad, no me importa compartir este u otro libro, en especial con otros omegas y los que haga falta—
Mientras Tenya habla, su nerviosismo nunca se va, pero tampoco lo domina por completo, sino que es una especie de motivación. Ahí, mientras los mira directo a los ojos pueden ver cada sombra, cada miedo y la resolución que hierve con el fuego de la ira contenida, apenas oculta por un duelo que sigue sin resolver. Era necesario preguntar por qué, sin embargo, tanto Katsuki como Fumikage supieron que eso no tenía la menor relevancia ahora en tanto no supieran cual era el secreto que había volcado de esa forma la lealtad de este omega.
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Izuku va tarde nuevamente a casa, pero por una razón diferente. Antes de irse, su jefe Shinso le ofreció unas monedas extras si ayudaba a descubrir los túmulos maduros de las afueras del bosque y el respondió atándose su pañuelo al rostro. Ahora, cada rincón de su cuerpo huele a humo, pero su mente está plagada de conocimientos. El carbón es importante para los viajes y los hornos de los artesanos, también sirven para preparar minerales con un tipo de magia llamada alquimia.
A medida que se interna en el mercado, va limpiándose las manos sucias sobre la tela de la ropa, mientras comprueba que son cada vez menos la cantidad de personas que llenan los locales, centrando toda la atención de los vendedores en él.
De pronto un hombre le pregunta si le interesa un saco entero de merma con legumbres surtidas, e Izuku lo compra tras revisar que no estén mohosas o agusanadas. Cuando se haya libre bosteza adolorido mientras observa los demás puestos del alrededor, pero tal parece que no tiene suficiente dinero para comprar nada más. Cerca de la estatua de los dioses algunos nómadas bostezan de aburrimiento y en medio de eso, un hombre mayor se encorva sobre un puesto de forma lúgubre. Su cabello rubio luce reseco y cubre sus facciones oscureciendo su rostro de forma intimidante pese al cuerpo delgado y enfermizo. Aquellos profundos ojos azules miran en su dirección con un brillo de reconocimiento y, entonces, un destello de recuerdos llega a la memoria de Izuku al mismo tiempo que la piel de su espalda hormiguea y una sensación semejante al miedo se anida en su pecho y vientre.
Se conocieron ese terrible día, pero este hombre no es Goto aquel beta rubio, grande y musculoso que lo vigila por las calles, sino el nómade curioso que los siguió para escuchar su historia, pero los recuerdos del castigo ensombrecen todo lo que recuerda sobre ese día ¿Tiene que saludar? Debería, los nómades machos son increíblemente impredecibles y puedes ofenderlos con facilidad, pero por más que piensa y el tiempo pasa, no logra decir una sola palabra.
Izuku sabe que dijo su nombre, recuerda el momento exacto en que lo hizo, justo antes de montar el caballo blanco, pero su nombre yace sepultado bajo sus memorias. Preocupado rasca la tela de sus pantalones y antes de que pueda seguir haciendo caldo de cabeza, el hombre le da la espalda para continuar con su camino sin el menor atisbo de ira u ofensa. En realidad, parece más concentrado en nivelar su bolso repleto de cosas, al mismo tiempo que con la otra mano sostiene la jaula de una gallina.
Los píes de Izuku se mueven solos cuando un libro y un chaleco que se deslizan entre todas las cosas que lleva el hombre y entonces, cuando le devuelve lo perdido, conoce su sonrisa que aunque fina y de inicio titubeante esfuma todo el miedo que sintió antes. Alto o no, su olor no es invasivo y su aspecto visto de cerca parece más cansado que otra cosa.
—Eres un muchacho amable—murmura el nómade pestañeado rápido cuando Izuku toma todo lo que puede para ayudarlo. —Soy Toshinori de nuevo. —dice tras notar el leve titubeo en el otro.
Los ojos de Izuku se abren todavía más y sus mejillas se colorean con vergüenza—Lo siento mucho, ¡no recordé su nombre! aunque creo que ha sido mucho tiempo desde la última vez y no creo haberlo visto antes por aquí…Soy Izuku—responde atropelladamente, hundiéndose en su puesto, pero lejos de molestarse Toshinori aguarda pacientemente mientras el omega termina de ordenar sus pensamientos.
—Es verdad, no salgo mucho, aunque se puede decir que me escapé—confiesa. —Como puedes ver mi salud no me acompaña, pero ya no soportaba más tiempo sin hacer estas cosas por mí mismo. —dice e Izuku asiente torpemente, distraído en sus pensamientos pues ¿Qué hace falta para que un hombre se vea así? La vida de los nómades es dura, pero parece que es peor para unos que para otros. —
—Es mucho papel —murmura Izuku y Toshinori sonríe resignado sin responder nada por un tiempo, como si esa fuera una respuesta difícil o coompleja.
—Son para historias de tu gente, hace falta mucho para tomar nota de los detalles aunque últimamente se ha vuelto tedioso…
—¿Historias? Ah, es cierto ¿Tiene que ir lejos? — pregunta Izuku alternativamente al notar el intercambio de miradas de un par de nómades cuando los ven pasar, pero estas sólo son miradas de curiosidad contenida.
Toshinori frunce ligeramente el ceño ante el nerviosismo de Izuku, de pronto parece que el chico está arrepentido de ir con él, más cuando cruzan el umbral del pueblo y los techos humeantes de las yurtas se vislumbran a lo lejos, sus pasos nunca se detienen, en cambio su espalda se endereza con decisión, dejando en claro que sí lo acompañará hasta allá.
—No te preocupes sólo están curiosos—murmura gravemente y Izuku asiente mientras una de sus manos se afianza a su cinturón. El mayor nota la forma en que la nariz del omega se ensancha al captar los aromas intrusivos de ahí y la pequeña dilatación de sus ojos, pero su olor vivaz apenas deja entrever que hay detrás de su preocupación.
Izuku rara vez pasa cerca de esta parte del fuerte no solo porque es donde Masaru trabaja organizando el campamento sino porque aquí también viven los omegas apareados. Le preocupa saber que piensan ahora de él, pero, así como las miradas se detienen sobre ellos, todos se apartan de su camino en cuanto el suave olor de Toshinori los alcanza. No hay una orden tácita ahí, pero este hombre impone respeto por sí mismo.[AÁ1]
—Las historias que mencioné antes, son mi trabajo más reciente— dice de pronto Toshinori, mirándolo de reojo. — Todos…tus compañeros, tienen la oportunidad de hablar en los círculos de reeducación, yo estoy ayudando a escribir los cuentos tradicionales de la región, hasta ahora todos han hablado de bestias que atacan viajeros y espectros del bosque, pero siento que los relatos no tienen mucha creatividad…
Y aunque esa conversación pasajera sólo busca llenar el silencio del viaje. Toda la atención de Izuku se vuelca sobre el hombre, curioso y hasta un poco ofendido. Las calles del mercado se llenaban con la magia de los charlatanes. Hombres vistosos que ocupaban las plazas y estatuas con cantos, rimas e historias sobre los malos espíritus que habitan los bosques. Los monjes entonan canticos sobre leyendas pasadas y las glorias del ejercito viejo… Todo mundo conocía cada detalle de las guerras libradas por el reino y las familias se reúnen a menudo para beber leche caliente endulzada con miel antes de contar sus historias… aunque de nueva cuenta, esto podría ser otra rareza Midoriya…Quizás los demás tampoco tenían derecho a participar y lo entiende, el mismo no tenía permitido mezclarse con todos los demás cuando los charlatanes hacían de las suyas, pero sí había sido partícipe activo de todas las demás, su infancia está plagada de esos recuerdos…
—Yo no los culpo, sólo los charlatanes contaban más cuentos que mi abuela…A menudo las historias venían con intentos por vender productos extravagantes, así que no es apropiado quedarse a escucharlos, caminar solos entre alfas y Betas está prohibido—murmura, cayendo en cuenta de que quizás por eso los otros trabajadores de las caballerizas lo evitan, a lo mejor no están acostumbrados a trabajar con un omega, pero así como esa idea vino la desechó. últimamente tenía una sospecha muy clara sobre la clase de cosas que esos tontos comentaban en el trabajo.
Toshinori ríe de buena gana tras escucharlo, tomando atención sobre el tono de voz usado en la palabra “apropiado”. — Prohibido, prohibido, ustedes no dejan de repetirlo—farfulla entre dientes el hombre mayor, curioso por saber cómo es que entonces Izuku conoce de las fanfarrias de los charlatanes. —Tal parece que sabes muy bien como vadear tantas reglas.
La sonrisa de Izuku se torna tímida y avergonzada, pero de igual forma le cuenta como le enseñó a Kota a escabullirse entre las piernas de los pueblerinos para oír las historias mientras Izuku lo esperaba en el puesto con verduras para escuchar su versión— A veces cambia de lugar con la mujer del lechero, porque su puesto estaba más cerca así que, mmm, podía escucharlos, pero no era muy seguido ¡En serio! a mi padre no le agradaba esa mujer así que no siempre me dejaba…
Toshinori tararea una respuesta condescendiente mientras imagina hombres vestidos de forma extravagante vendiendo bulos a la gente por una moneda. Lo más parecido que conoce a esto son las compañías gitanas, nómades de otra era, que renunciaron a sus apellidos para vivir una vida efímera y placentera. Pero pronto no queda tiempo para sumergirse en sus recuerdos, su yurta se vislumbra junto con su estandarte, una bandera azul engalanada con franjas rojas llamativas.
—Bueno, muchas gracias por acompañarme. Esta es mi casa, pero te dejo ir. Tienes cara de estar cansado…aunque me gustaría saber algo—pide Toshinori en cuanto Izuku deposita el bolso y la jaula en el suelo de la entrada
—Oh, no es problema, aunque si debo regresar pronto. —se apresura a decir Izuku, intuyendo exactamente lo siguiente que preguntará el hombre.
—Entiendo, pero sería bueno escuchar más sobre los famosos “Charlatanes”, no se mencionan a menudo, aunque tienen una reputación interesante ¿Sería mucho pedir que vinieras más tarde, otro día quizá? —pregunta con una sonrisa
—No estoy seguro de poder decir algo nuevo a los demás, pero podría hacer el intento—responde Izuku.
—Muchas gracias muchacho, buen día—murmura el hombre despreocupadamente e Izuku se apresura en salir de ahí.
De pronto tuvo un presentimiento y quizás no haya forma de saber cuáles son las historias que los otros omegas conocen. En su pueblo, las cosas eran diferentes por alguna razón, allí los cuentos e inventos de los charlatanes eran una entretención amable para los campesinos, a veces escandalosa por las bromas y el lenguaje pícaro, sin embargo, había historias que ningún charlatán se atrevería contar o deformar. Cuentos que vivirían dormidos dentro de la mente de los ancianos como la archira en invierno, aguardando el momento preciso para ser contadas lejos de oídos indiscretos o padres conservadores.
Siempre se preguntó por qué existían cuentos prohibidos que no pueden ser olvidados. En casa esa eran sus historias favoritas y su abuela tenía una forma única de contar esas historias. De niño pensaba que había una magia antigua e imperecedera en su voz porque bastaba sólo ese momento para que esos cuentos se enraizaran en su mente, implacables al tiempo...
Antes de darse cuenta esta vuelta, Kota salta sobre su lugar en cuanto ve a Izuku llegar, pero no llora tal y como lo hizo la última vez. Su rostro se contiene entre animado y ansioso cuando sus brazos lo rodean para respirar su olor infantil. Dentro del granero, el lecho yace liso y atiborrado de mantas, pero incluso esa pisca de hogar resulta suficiente para ayudarlo a relajar sus músculos y a pensar con más claridad.
Sabe exactamente que pasara ahora o pronto. Lo entretendrán cada vez más para acercarse a su cachorro porque no puede evitar dejarlo solo. Hay una lucha interna en su cabeza cada vez que ese miedo asalta su mente, pero es un problema que debe resolver ahora.
Los ojos negros de Kota lo observan fijamente mientras sus manos se encuentran en una caricia que los consuela a ambos. Y mientras comen algo se da cuenta que son el mundo del otro, pero que eso cambiará. Kota podría hacer algo más que sólo jugar por los alrededores del granero y si eso pasa las consecuencias podrían ser demasiado caras.
Pero como pueden sobrevivir sin enseñarle a mentir ¿Se puede retrasar la verdad?
De pronto, su mente e instinto se enfrentan revolviendo sus entrañas. Una parte de él se resiste, quiere criarlo tal y como hicieron con él con la esperanza de que se parezca a su padre, pero otra parte de él, más iracunda, con voz propia, grave y desesperante, recrimina cada una de sus decisiones…quizás si no hubiera dejado atrás a Kora, su caballo, hubieran podido escapar, quizás si hubieran tomado el camino principal ahora serían tres ¿Habría podido ayudar a su padre, si no hubiera huido?
Los ojos negros de Kota se llenan de preocupación cuando el olor de Izuku se torna ácido baja las colchas. Su madre encoge las piernas, con los ojos cerrados, como si quisiera esconderse más del mundo, hasta que fuerza una larga exhalación, murmurando un basta severo y casi iracundo antes de acomodarse en el nido.
Había olvidado quitarse la daga del fajín. Los ojos de Kota siguen cada movimiento de su madre, observando con curiosidad la daga que rápidamente se esconde debajo de la almohada. —Es lo que te dio Inasa…A mí me dio otro durazno después.
Izuku se ríe cuando lo escucha, pero, aunque es cierto que es su regalo, Inasa no estuvo en su mente cuando la guardó, sino en Katsuki y sus advertencias o más bien los regaños y gritos frustrados cuando no entendía sus instrucciones. Además, pronto entendió que esa no había sido una lección de defensa ni un entrenamiento sino una guía de supervivencia “Eres tan pequeño… y tienes razón en tener miedo” dijo mientras empujaba sus piernas y torso en una postura más estable, “porque un día serás tú o ellos” sentenció y luego le enseño el punto exacto donde debía apuntar, hígado, cuello, riñón y corazón “pero ser pequeño no es igual a ser débil, tu mejor oportunidad será cuando te subestimen…La sorpresa es tu mejor defensa”
Quizás no tienen que mentir sino elegir el momento perfecto, mientras sigue descubriendo por qué quieren que ceda por la paz…
—¿Quieres escuchar una historia?
—No…¿Y si mejor dormimos? Hace sueño—dice Kota hundiéndose en su pecho.
Izuku acaricia los mechones de cabello riendo bajo, casi rendido al llamado de atención. Pero, todo esto no era más que el sentimiento de satisfacción que produce un estómago lleno y la seguridad de un techo que los aísla de los ruidos que provocan los betas nómades en sus faenas.
Entre sus brazos Kota levanta la cabeza y lo mira con los ojos ennegrecidos curioso al notar que su madre no es el primero en dormir esta vez. Izuku suspira tarareando palabras al azar hasta que una imagen difusa se abre pasos en sus memorias. Pro alguna razón esta historia lo transporta a otro recuerdo.
Allí el suelo adoquinado de la plaza principal brilla con los retos de las primeras lluvias anuales. Todo es gris excepto las hojas desperdigadas por el suelo, crepitando con el peso de sus pies pequeños y las botas de cuero de su abuela. Por esos años, apenas alcanzaba la altura de sus caderas, pero ella soltaba su mano y lo dejaba mirar el mundo por sí mismo casi tanto como sus padres o quizás mucho más que sus padres…
Ella era sabia, conocía a todos los comerciantes ambulantes, si alguien esperaba algo le pedirían su consejo pues siempre sabía cuánto tardaría en regresar este o aquel vendedor. Las horas se hacían tan largas que le dolían los pies, y aunque siempre recorrían cada puesto y taller, de alguna forma los tesoros con las mejores historias estaban entre pañuelos raídos y medias verdades, o en la sonrisa juguetona y teatral de un charlatán.
“No creo que hayas escuchado esta historia antes, pero hay hombres Kota, no castas, sino Hombres, que casi no tienen palabras en su boca y este que voy a enseñarte era así” dijo con la mirada seria. “Él era excepcional pues vestía con la belleza de mil personas. Cada pieza y parche en su traje era tan hermoso y brillante que nadie nunca se cuestionó que había más allá de esa primera impresión…” dijo con la voz un poco titubeante, a pesar de que el recuerdo de esta historia estaba ahí, cada vez más fresco y preciso. “sin embargo, un ojo más sabio habría sabido reconocer en ese hombre la verdad escrita en su piel, en las sombras de sus ojos, el rechinido de las tablas viejas y hasta en el olor de su casa” murmura y mientras lo hace Kota se concentra tanto en su historia que sus mejillas se oscurecen. Está aprendiendo, susurra la voz secreta de su cabeza y ahora sabe que ella no es su instinto sino un fantasma. “Todos abrieron ojos y bocas por la sorpresa de conocerlo, todos querían saber de dónde venía, pero para conocer esa respuesta, había una sola condición. Debías entrar en su casa que era igual de fabulosa…”
“Ahí estaba todo lo que ellos querían saber ¿Era un mago? ¿Un amigo? ¿Por qué estaba aquí? La gente lo admiraría desde lejos y aveces cada vez más cerca, tanto que te invitaría a entrar… y entonces él mostraría que no habían sorpresas en su casa, sino secretos. Uno en realidad Kota, tan grande que no había espacio para nada mas en esa casa, tan impactante que muchos quedaban sin voz…tan cruel y ruin que dejabas de sonreír para siempre…”
—¿Era malo?
—No sólo era malo Kota, era un mentiroso, lo que escondía en su corazón no era una sorpresa sino un secreto.
—¡Son lo mismo!
—No Kota, las sorpresas son cosas que no hacen daño a nadie. Son un regalo…algo que guardas para después, algo que quieres dar a alguien importante y especial para hacerlo feliz, pero los secretos son cosas que siempre dañan a las personas…Eres pequeño Kota, tal vez un día alguien quiera que guardes un secreto…
—Pero tenemos secretos…
—No, no son secretos, son sorpresas, no hacen daño a nadie y eventualmente yo mismo las diré…
—¿Cuándo? ¿después? —susurra el niño
—Sí, pero recuerda bien esto, las historias familiares, tu nacimiento, todo sobre nuestra familia es una sorpresa, papá será una sorpresa, los abuelos, mamá…
—¿Todo? se siente mejor si es así…
Y quizás esté cometiendo un error, pero ya no tiene fuerzas para seguir pensando en nada más así que se limpia las lágrimas silenciosas y deja que el sueño lo derribe
Ninguno sintió la presencia de Masaru. Quería forzar otra visita, pero su corazón se enterneció al encontrarlos abrazados dentro de un nido que empezaba a tomar forma. Duda que Izuku haya visto alguna vez en su vida un nido omega, pero está ahí, fruto de un instinto que comienza a tomar fuerza, al igual que los frutos de su trabajo. No es mucho, pero es suficiente para saber que en realidad no han rasgado ni siquiera un poco la voluntad de Izuku…algo que poco a poco comienza a poner nerviosas a las otras matriarcas y líderes de manada.
Es un niño cuidando de otro, pero a Izuku no le importa el hambre ni le importan los insultos silenciosos, las miradas sucias o más bien dejan de importarle en cuanto los ojos negros de su cachorro se asoman por la puerta del granero… Le han sangrado las manos por el, pero se limpia, sonríe y vuelve a trabajar o a limpiar, a veces incluso los han visto jugar, reír y acompañarse ajenos a la pobreza de este granero…
Algo falló en sus suposiciones y sabe que es. Ese niño no vino al mundo como pensaban, Kota no es una responsabilidad inesperada, no es el fruto de un pecado ni un mal recuerdo que sobrellevar. Ahora lo sabe porque el resentimiento no existe entre ellos. No hay obligación de servir, ni es la sumisión lo que los mantiene juntos, aunque si hay dependencia. Lo ve en la forma en que lo abraza, puede olerlo cuando la angustia se propagaba por el aire la pocas veces en lo ha perdido de vista, es la razón por la cual usa todo su cuerpo para protegerlo incluso entre sueños…
—Sé lo que piensas Masaru, —murmura alguien tras su espalda— tiene que haber sido una beta. Los matrimonios prematuros no son tan raros aquí—susurra la voz oculta tras las puertas de madera.
La gran matriarca niega con la cabeza con resignación y alcanza a Shynia quien mira todo su alrededor con cautela y curiosidad, pues por dentro el granero no sólo está limpio, sino que huele a ellos y un poco a Katsuki, aunque esto último no debería ser tan extraño considerando que son caballos de su propiedad.
—No puedo culparlo por no decirlo, explicaría porque intentó llamar la atención de los esclavos en el campo de camino aquí y porque quiere tanto al niño.
—Lo que no entiendo es ¿porque el té? ¿Eran demasiado pobres para otro?
—Es posible, Izuku no tiene asco a ningún tipo de trabajo y su cuerpo ya estaba curtido desde antes, esto no es menos de lo que ha conocido en su vida...Lo que es malo para nosotros, porque entonces no hemos ofrecido ningún desafío. Temo que su mente es muy aguda, resolverá pronto lo demás que falta.
—Lo resolverá tanto como pueda, Kota es un niño, el primero después de todo…pronto se hartará del encierro. Diría incluso que ya está harto…
—La seguridad del niño no está en discusión. —advierte Masaru mirándolo de reojo.
—No creas que podría ser así de cruel…De momento, el niño es demasiado temeroso para salir más allá del granero o de los ojos de su madre, pero sucederá. Los niños de su edad buscan independencia e Izuku tiene y tendrá aún más problemas para dársela, vigila al niño como un halcón y no lo deja respirar lo suficiente…—agrega mientras hurga en los ojos castaños de Masaru. — Si le damos un empujón mostrará su impaciencia. Es la naturaleza, todos los cachorros exigen lo mismo a esa edad y si no la das, la toman por la fuerza cuando no estas mirando.
Y eso detuvo los pasos de Masaru. Era cierto el mismo lo había vivido en carne propia con su cachorro. Katsuki había sido tan diferente a él, todo lo que no esperaba de un niño, especialmente el suyo. Había nacido prematuro y aunque esos meses fueron una pesadilla, eso fue una especie de anuncio. Todo con Katsuki pasaba tan rápido que apenas lograba seguirle los pasos. Era frustrante para él que su hijo hiciera todo solo y a su manera y ese tira y afloja casi le hizo sangrar las manos, los distanció tanto que aún después estos años juntos sigue sin sentir que sean unidos. —¿Tiene la sangre caliente uh?
—Es una forma de decirlo—respondió Shynia soltando una risa corta—Es voluntarioso, se nota cuando desafía a Inasa... sólo deja que se sienta más cómodo, se mostrará como es.
—¿Igual que su madre o como ella? Creo que eso es igual de relevante…—murmuró, pero parecía que en realidad estaba hablando consigo mismo— Supongo que puedes tener razón, el desafío de un niño que crece demasiado rápido puede quebrar incluso a una madre dulce …—dijo pero aunque si su gesto era frío, su voz se quebró al final con el sabor amargo de sus recuerdos—Le daré libertad a Izuku y cuando lo haga…
—Sabré que hacer…tristemente lo sé. —dijo el hombre con una mano sobre su Matriarca y él no pudo más que devolver una sonrisa triste.
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Un ciclo
¿El inframundo? Lo conozco. Voy y vengo cada cierto tiempo. Es mi deber, creo. No puedo permitir que ella permanezca mucho por allí. Un día se perderá para siempre, lo sé, pero por ahora está en mis manos socorrerla.
Recorreré los caminos pedregosos que me llevan allí bajo la luna llena, cuando la luz es fría y el aire plateado; cuando los seres oscuros se deslumbran y mi cuerpo vivo no será visto. Evadir a Caronte y Cerbero no suele ser problema, al menos de ida. Las cáscaras pasan todo el tiempo y más aun cuando allá es extraño día.
Al llegar la tomaré en mis brazos hasta hacernos uno. Ya no seré una cáscara. De vuelta he de cruzar escondido de los guardianes, echando mano de algún que otro cadáver por el camino. Si la divina bendición de los inmortales trajo hasta aquí a otros hombres, a mí me sacará el beso pestilente de los muertos.
Al amanecer saldré y seré yo de nuevo. Viviré algún tiempo, aunque no suele ser mucho. Algo pasará, siempre pasa. Volveré a perderla y tendré que rescatarla de nuevo. Lo haré hasta que un día mi cuerpo ya no vuelva.
¿Que si ahora está conmigo? Estoy aquí, y hoy es luna llena.
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699- Cuento de estación de tren De pronto, en ese viejo andén, sintió que su vida daba un giro, que en ese preciso momento sería una bisagra entre su pasado y su futuro, que su vida desordenada tenía que cambiar mientras esperaba el tren sentado en ese asiento de madera, que lo llevará hasta ese pequeño pueblo al sur de Buenos Aires de muy pocos habitantes. Pensaba que era su culpa de que ella se marchara llevándose a sus hijos, que tardó mucho en reaccionar. Las consecuencias fueron crueles para su ego varonil, y su adolorido y castigado corazón. Un viento suave tocaba su rostro frío y pálido en esa tarde de verano, los pocos transeúntes que, un rato antes invadían su alrededor ya no estaban, el andén con techo de chapas inglesas crujía en el medio de ese extraño silencio de ese atardecer, que fue roto por el tronar de las vías viejas que anunciaban, por fin la llegada del tren. Sube, se sienta del lado de la ventanilla y piensa los pasos a seguir una vez que llegue a destino. Tratará de traer a su familia de regreso a casa, su caótica y convulsionada familia rota hace años atrás, quizás rota ni bien empezó. El tren se ponía en marcha, junto con el tiempo que parecía que se había detenido mientras pensaba en esas cosas. Recostado en el cómodo asiento del tren, mientras miraba el paisaje sin observarlo, el cansancio por noches de desvelo por la ansiedad que le había ganado la partida, otra vez era vencido, pero esta vez por el sueño, que obligó a cerrar sus ojos, como cuando se consume un cigarrillo tirado al piso a medio terminar. Profundamente dormido, un sueño invadió su dormitar mientras escuchaba como lejano el sonido de las ruedas sobre el carril oxidado. En el sueño, él se ve montado a un caballo blanco, esplendido adornado con grilletes dorados y que brillaba al andar. El caballo andaba al trote por un camino gris con abundante flores rojas y azules al costado que le brindaba una sensación de paz y seguridad, él no sabía hacia donde se dirigía pero seguía marchando por ese hermoso camino adornado con flores al costado y que perfumaba su andar, pero en un momento, al girar su mirada hacia atrás, con mucho esfuerzo porque lo que veía adelante lo encandilaba tanto que no quería mirar atrás, y tras él vio que las flores ya no estaban, que a su paso se marchitaban convirtiéndose en horribles y pestilentes botones negros que dejaban ver sus espinas por debajo, antes ocultadas por la belleza de las flores. Y por el camino gris, seguían sus pasos seis caballos de apariencia enferma, desolados con moscas en sus lomos marchando en fila y ordenadamente. El más pequeño, con pelaje más oscuro que el resto, iba a lo último. Y mientras delante de él, su camino era iluminado con rayos de sol radiante, atrás todo era sombrío y nebuloso con ese aire espeso que asfixia. En un momento tuvo ganas de esperar y dejar que los seis caballos pasaran delante de él, y hacer su transitar aliviador y espantar sus moscas y que ellos puedan disfrutar del aroma que destilaban las flores azules y rojas, que sean tocados por esos rayitos de sol, pero nada de esto hizo. De repente, una angustia invadía su sueño, un temor que no se podía explicar, otra vez vuelve a escuchar lejanamente, el sonido tronador de las ruedas del ferrocarril que acarician las viejas vías, escucha voces inteligibles que se mezclaban con las ruidosas ruedas de el tren contaminado su claridad. Siente la presencia de personas desconocidas a su alrededor, pero sin verlos, los oye murmurar pero sus voces se van alejando cada vez más y más quedando todo en silencio. A la medianoche, en esa vieja estación de tren el nuevo personal de turno se prepara para hacerse cargo de las tareas operacionales y administrativas del nuevo día. El jefe de estación, toma el informe de lo acontecido el día anterior y lee en un apartado, lo sobresaliente, que escapa a lo habitual. “Hombre de 56 años sufrió un ataque cardíaco sentado en el asiento del andén mientras esperaba la llegada del tren”
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Ash, no es por ser chismosa pero vi a alguien que le hace ojitos a Junseo 🤔 no más te aviso (???)
- —¿Ah sí? ¿Y qué reacción ha tenido Junseo? ¿Se ve interesado? — -no había cosa que detestara más que perder o sentirse aplazado, toda su vida había tenido que ser el “hijo de Asmodeo y Lilith” que era diferente, que tenía una contraparte que habitaba en los cielos. - —¿Tendrías un nombre? Tal vez una visita nocturna sea suficiente para alejar su pestilente presencia de mi presa.
#* ⠀ 🍒 ⠀ ╱ ⠀ dialogue ⠀ 、 ⠀ ❪ ⠀ ash ⠀ ❫#el ash siendo mitad incubo de madre y teniendo de padre el demonio de la lujuria#debe ser muy placentero encontrarselo en los sueños#pero con esa persona que le quiere comer le mandado 🔫👀
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> nota: Escrito en el calor del momento. No ha sido revisitado.
Dolencia decembrina
En estos hermosos meses se intensifica un dolor que me es patológicamente inindentificable.
Entre esos días, ahogados en el aroma de racimos de pinos, entre las alegrías ajenas, por esas plazas iluminadas y esos atardeceres de ensueño, se asoma este dolor crepitante, que se aferra y estruja mi pecho. Como una bestia, se engazapa en mis entrañas. Se mantiene, inamovible en mi espalda, mientras me muerde el pescuezo.
En las festividades me resigno entre las tradiciones, los platillos revueltos, las bebidas alcohólicas, los regalos tan esperados y los familiares que puede o no haber llegado. Entre las canciones puestas de atardecer a amanecer, me camuflo. Por sus jocosidades, sonrío en aflicción. Maldito dolor, que me mata en cada instancia. Toma todo de mí, mis recuerdos, mi amor, mis emociones. Me deja, hecho arapos, hecho nada. Vacío, ausente. Por los recuerdos, de una juventud que me sopesa el alma, y de una infancia, atestada de horrores, pero repleta de esperanza y bochorno, mi corazón se ha fragmentado más allá de reparo. Sangra viscosidad, mene, líquidos pestilentes y mortíferos.
Ya en mí no hay más que [ ]
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16-nov-2024.
El Peste
"Lo más desagradable de aplicarse un aroma es aplicarse el de otra persona." —Socha
Nunca había sido tan sensible a los aromas hasta después de mi tratamiento de cáncer. Ahora percibo los aromas a distancia y los más penetrantes me provocan molestia.
Con el tiempo he aprendido a seleccionar mis lociones y determinar en que dosis debo aplicarmelas para oler bien y no tener disgusto olfativo durante el día. También, mi esposa ha permitido que yo seleccione sus perfumes y se ha acostumbrado a los más sutiles aromas del mercado, que a veces son los más cosotosos.
Con este hábito no tolero por mucho tiempo los aromas penetrantes que a otras personas les gusta usar y procuro no estrechar manos ni abrazar. Me he hecho a la usanza del asiático saludando con una leve reverencia. Sobre todo si ya percibí el aroma desde lejos.
A veces no puedo escaparme. Algunas personas son muy efusivas y, ignorando mi reverencia, me envuelven en un pestilente abrazo que se queda en mis ropas todo el día.
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El rito de las llamas
Me acerqué al humo denso, pestilente, que se alzaba tras el risco empedrado; y desde allí, vi a un grupo de almas corruptas rodeando una hoguera, inmensa y letal.
Las llamas se alzaban en danza salvaje, emanando un hedor que hería el aire; imposible entender el acto macabro, y cauteloso avancé, sombra entre sombras.
Al adentrarme, vi sus gestos diversos: unos lloraban, sumidos en pena, otros, sombríos, guardaban silencio, pero en la mayoría, la espera dolía.
A los pies de la hoguera, trece enfilados, de ojos cubiertos por lodo reseco, con pequeñas piedras entre los dientes, esperaban, en mudez de condena.
Detrás de ellos surgieron otros trece, se miraron en un pacto oscuro, y al completarse la mirada final, empujaron con calma a los primeros al fuego.
Saltaron al abismo de llamas rabiosas, mordiendo la piedra, en un salto sin grito; pues contenía veneno, aquel frío mineral, les robaba el dolor y el último aliento.
Minutos después, cuatro figuras sombrías alzaron sus picas, hundiéndolas en las brasas; arrastraron los cuerpos calcinados, los despojaron de toda mortaja.
Con cuchillas largas, crueles y frías, desmembraron los restos con calma brutal; dos trozos de carne tomaron al final y se apartaron en silencio pesado.
Y entonces, como bestias, el grupo se alzó, saltando, gruñendo, en un hambre salvaje, forcejeando en ansias por el mayor trozo, en la locura de un festín infernal.
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2024: UN MUNDO DISTÓPICO
Rafael_Narbona, 9/11/2024
Gaza es un cementerio de niños. 16.500 han sido asesinados por las Fuerzas de Defensa de Israel. Si sumamos los niños desaparecidos, el número de víctimas infantiles se eleva a 21.000. Desde la Segunda Guerra Mundial y los genocidios de Ruanda y Srebrenica, no se había perpetrado una matanza similar. Netanyahu, un despreciable criminal de guerra, ha ordenado bombardear hospitales y escuelas, y ha cerrado el paso a la ayuda humanitaria. Con Trump en la Casa Blanca, el genocidio continuará. A estas alturas, hablar de democracia y derechos humanos resulta irrisorio. La aldea global en la que vivimos está gobernada por delincuentes como Trump y Netanyahu, y, gracias al desencanto y la manipulación mediática, su popularidad no cesa de crecer. El orden mundial es una verdadera distopía, una pesadilla de la que nos podemos escapar. La ciudadanía que aún conserva la brújula moral ha sido condenada a la impotencia, y resto se ha embrutecido intolerablemente, convirtiéndose en una masa rabiosa. Solo nos quedan los gestos de dignidad de ciudadanos altruistas, como los médicos y periodistas que aún trabajan en Gaza, arriesgando sus vidas, o los jóvenes que han acudido a Valencia para ayudar a las víctimas de las inundaciones. Son gotas de luz en un océano sombrío y pestilente.
Por:
Rafael_Narbona, @Rafael_Narbona
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Del libro 101 cuentos clásicos de la India.
Recopilados por Ramiro Calle.
El conductor borracho
Un hombre borracho conducía a gran velocidad y perdió el control de su carro, que terminó en una charca pestilente. Al verlo, varias personas acudieron en su ayuda. Uno de ellos le preguntó si conocía el tratado de Naraín Gupta sobre los efectos perjudiciales del alcohol. El hombre, entre hipidos, respondió que él mismo era Naraín Gupta.
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“La ausencia de vida contemplativa convierte la vida activa de una sociedad en tumulto de ratas pestilentes”.
— Nicolás Gómez Dávila
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