#pero vamos avanzando fdjkdslkdsñdsds

[mikrokosmcs]

Si hay día que más disfruta, junto a la llegada de su amada primavera, son los cumpleaños de las otras criaturas que aprecia. Silver es un tanto indeciso a la hora de escoger un regalo, siempre fabricado con sus propias manos para darle un mayor significado, dejando parte de su brillo característico en este. Sin embargo si ya era un caos, ahora la cosa empeoraba al ser un día importante para quien sostiene sin darse cuenta su pequeño pero fuerte corazón. Podía regalar un perfume mezclando las esencias de ambos con ayuda de Dasha, unos adornos de cristales con el apoyo de su hermana o las galletas más dulces que Elysia podía enseñarle. Pasó días pensando en el obsequio perfecto mientras hacía crecer flores y plantas del bosque, vacilando entre ideas o teniendo otras completamente nuevas, agobiando un poco al hada hasta la noche anterior al treinta de Enero, donde tuvo una revelación antes de ir a la cama y partió corriendo al jardín afuera de su casa, donde mantenía flores aún sin brotar y recolecta una de ellas. Al día siguiente había quedado con Lukyan en la mañana, antes de una celebración sorpresa que sus amigos y él planificaron en la villa de las hadas, queriendo estar un tiempo a solas a la orilla del lago que tantas veces les ha acompañado y presenciando cómo los sentimientos del omega han crecido con, marcándolo con su dulce aroma o glitter dorado. Preparó un pequeño picnic con galletas, pasteles y frutas, su esencia a diente de león estaba más ansiosa que de costumbre e intenta ocultarlo con sucesos que ha vivido con Dasha y Sain antes de reencontrarse. Cuando se siente con la confianza suficiente para dar el siguiente, el hada le pide extender las manos y saca de la canasta el botón, un color que contrasta con el dorado propio o el plateado del contrario, el cual coloca en las extremidades ofrecidas y antes que pueda moverse, coloca las suyas rodeando la flor. Un pequeño destello de luz brota de las mismas y poco a poco la flor va creciendo, abriendo los pétalos gracias a la calidez que desprende. Un lirio brota, sin embargo este no era como los demás ya que los suaves pétalos resplandecen, soltando un fino polvo doro. “Es una flor imbuida en mi magia… brillará hasta en la más profunda oscuridad y no se marchitará.” Dice, como una forma de simbolizar que estaría a su lado aún si el wendigo decide marcharse algún día lejos de él, posando sus ojos verdes en él. Silver no quiere ponerse triste porque algo que no sabe si sucederá, confiado que su amor ha tocado el corazón ajeno y lograse comprender que, sin importar su naturaleza, siempre tendrá un hogar a donde volver.  “Feliz cumpleaños, mi dulce estrella.” Había algo más atorado en su garganta, unas palabras que podían cambiar la relación de ambos por completo, pero no quiere arruinar un día especial, así que las guardará para otro momento. “Te quiero, Lu.” ♡

Lukyan  no  celebraba  sus  cumpleaños  como  tal,  no  al  menos  desde  que  Gaia  murió  y  dejó  de  ser  importante  la  fecha.  Él  no  recuerda  cuando  fue  su  nacimiento,  como  tampoco  recuerda  la  mitad  de  su  vida  pasada  puesto  que  todo  parecía  confuso  y  diferente  entre  sus  recuerdos  y  sus  sueños,  las  pequeñas  premoniciones  que  le  daban  la  luna  y  las  estrellas  y  le  hacían  despertar  en  sudor  frío.  Pero  si  recuerda  que  ese  cumpleaños  fue  dado  por  aquella  mujer  que  también,  sin  quererlo,  le  dio  vida  y  un  nombre.  En  su  cabeza  hacia  sentido  que  una  vez  muerta  ella,  se  acabasen  todos  sus  días  felices  y  aquellos  cumpleaños  que  celebraba  entre  manadas  de  licántropos  con  aquella  dulce  mujer.  No  obstante,  el  destino  o  la  vida,  le  hicieron  rodearse  sin  querer  de  personas  que  tenían  una  obsesión  con  hacerlo  feliz,  con  demostrarle  su  valía  y  como  su  amistad  era  real  y  certera,  especialmente  Silver.  El  hada  ahora  descansaba  cerca  de  él,  mientras  el  wendigo  metía  en  su  boca  otra  tostada  con  queso  crema  y  una  mermelada  de  frutas  que  combinaba  perfectamente  bien  con  ella,  percibiendo  la  esencia  abrumada  del  otro,  pero  si  intensiones  de  presionarlo  para  que  hablase.  Luego  de  un  par  de  anécdotas,  algunas  risas  por  parte  de  Silver  y  sonrisas  suaves  de  su  parte,  es  que  al  parecer  la  ansiedad  del  otro  había  llegado  a  su  limite  y  quería  terminar  con  aquello  lo  antes  posible.  El  astrónomo  extiende  las  manos,  observando  el  botón  que  se  abría  gracias  a  la  calidez  dorada  del  contrario,  y  entre  sus  pétalos  se  percibía  el  dorado  de  su  brillo  natural,  escuchando  su  explicación.  El  sándalo  de  su  esencia  brota  suavemente  y  sus  ojos  turquesa,  se  elevan  desde  el  obsequio  hasta  las  dos  esmeraldas  en  los  orbes  contrarios.  -  —Eres  increíble…  —  -murmura,  creyendo  que  el  hecho  de  que  Silver  pueda  crear  vida  así  de  simple,  y  además,  que  sea  una  vida  que  perdurará  por  mucho  tiempo,  le  hacen  brincar  el  corazón  en  el  centro  del  pecho.  Lukyan  había  pensado  que  la  única  persona  que  alguna  vez  podría  brindarle  vida  algo  alrededor  de  él,  era  Gaia.  No  obstante,�� el  universo  o  el  destino  no  dejaban  de  recordarle  porque  Silver  era  especial,  como  entre  todos  sus  amigos  esa  era  la  estrella  que  mas  destacaba,  que  más  cerca  de  la  luna  que  lo  cuidaba,  se  encontraba.  -  —Gracias  Silver,  no  solo  por  el  picnic  y  el  obsequio  tan  mágico  y  perfecto  que  me  has  dado,  sino  por  todo  lo  que  has  hecho  por  mi  durante  todos  estos  meses  —  -un  presentimiento  le  hace  sentir  que  no  solo  tiene  una  flor  delicada  entre  sus  manos,  sino  que  hipotéticamente,  Silver  estaba  dejando  su  corazón  en  las  mismas.  No  es  ciego,  mucho  menos  estúpido,  para  ignorar  las  claras  señales  de  que  el  menor  tenía  sentimientos  por  él,  las  semanas  que  se  cuidaron  sus  heridas  fueron  suficientes  para  anclar  ese  pensamiento  y  el  beso  sobre  su  frente,  mientras  Silver  no  lo  recordaría,  puso  punto  final  a  la  sentencia  que  Lukyan  tanto  rehuía. 

El  wendigo  coloca  el  obsequio  a  un  costado,  cuidando  que  no  le  suceda  nada,  solo  para  elevar  ambas  manos  hasta  sostener  entre  ellas  el  rostro  del  otro,  riendo  despacio  cuando  ve  todo  el  glitter  dorado  cayendo  sobre  su  piel  y  pintando  las  mejillas  rojas  de  dorado.  No  es  tan  valiente  como  se  cree,  por  lo  que  sus  propias  orejas  se  pintan  de  rojo  y  aunque  se  inclina  con  una  dirección  exacta,  sus  labios  terminan  besando  con  cariño  la  comisura  de  sus  labios,  más  cerca  de  la  mejilla  que  de  los  belfos  color  cereza.  -  —Gracias  Sil,  por  todo,  por  siempre.  Mi  pequeño  milagro,  mi  rayo  de  sol…  —  -su  nariz  se  presiona  sobre  la  mejilla,  sus  palabras  exhaladas  sobre  sus  labios  sin  una  culminación  que  ambos  desean,  pero  Lukyan  es  cobarde  para  conseguir.  -  —Te  quiero  Silver.