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Si buscas equilibrio emocional y salud en tu vida, déjame que te hable del ESTOICISMO.
Nuestro contexto:
Vivimos en una época de sobre estimulación y ritmo frenético, de prisas, de alteraciones. Nuestro organismo y nuestra mente sufren por verse expuestos cada día a una carga enorme de preocupaciones y contratiempos. Pero hay soluciones. Existen multitud de estudios y métodos a los que puedes recurrir para hacer de tu día a día un proceso más placentero y saludable. Hay gente que practica yoga o deportes de alta intensidad, que encuentran relax en el ocio o que se retiran al campo los fines de semana para desacelerar el metabolismo. No hay una pauta absoluta que funcione para todo el mundo. Cada cuerpo es un mundo y depende de ti identificar qué hábitos te sientan bien y cuáles te llevan a empeorar tu estado de ánimo.
Sin embargo, en mi opinión, creo que disponemos de otra fuente de orientación aparte de los consejos que puedas encontrar en las revistas de salud mental y los libros de autoayuda. Hablo de recurrir a la vieja sabiduría, una forma de pensar que ha atraído a personas de todas las razas y grupos en todas las épocas, desde hace más de 2000 años. Hablo de la filosofía de los estoicos.
LA FILOSOFÍA ESTOICA
Fundada en la Antigua Grecia por Zenón de Citio, su objetivo primordial es hallar la forma de vivir más virtuosa y recta posible, buscando la manera de que el individuo alcance la mejor versión posible de sí mismo. No la discutiremos aquí en detalle, pero veremos que nos ofrece varias técnicas simples para gestionar el estrés y mejorar el bienestar personal. Aquí te presento algunas de ellas:
Distinguir entre lo que puedes y no puedes controlar: Debemos concentrarnos en lo que está bajo nuestro control (nuestras acciones, pensamientos y reacciones) y aceptar lo que no podemos controlar (las acciones de los demás, eventos externos, etc.). Esta distinción nos ayuda a evitar el estrés innecesario. Epicteto, un filósofo estoico, afirmó: "De las cosas, algunas dependen de nosotros y otras no".
Practicar la visualización negativa (Premeditatio Malorum): Los estoicos recomendaban imaginar posibles dificultades o contratiempos antes de que ocurran. Esta práctica prepara la mente para afrontar cualquier adversidad con serenidad, reduciendo el impacto emocional del estrés. Al anticipar lo peor, cualquier resultado mejor de lo imaginado será recibido con gratitud.
Mantener una perspectiva objetiva (Ver el panorama completo): Debemos observar nuestras emociones y situaciones desde una perspectiva más amplia y racional. Marco Aurelio, emperador romano del siglo II y filósofo estoico, aconsejaba: "Elimina la opinión, estarás libre del problema".
Desarrollar la virtud como guía de vida: Vivir de acuerdo con la virtud (sabiduría, justicia, coraje y moderación) es esencial para el bienestar. Al enfocar nuestras acciones en ser virtuosos, encontramos un propósito más profundo y una fuente de paz interna, independientemente de las circunstancias externas.
Practicar la atención plena (Mindfulness estoico): Aunque no lo llamaban así, los estoicos practicaban una forma de atención plena. Esto implica estar presente en el momento y ser consciente de nuestros pensamientos y acciones. Séneca, otro filósofo estoico, decía: "El mayor arte es gobernar la mente".
Aceptar la impermanencia: Todo es transitorio y debemos aceptar la naturaleza efímera de la vida. Esta aceptación nos ayuda a no aferrarnos a cosas, situaciones o personas, reduciendo así el estrés y la ansiedad. Como dijo Epicteto: "No pretendas que las cosas ocurran como quieres, desea que las cosas ocurran como ocurren, y todo irá bien".
Aplicar estas técnicas estoicas puede ayudarte a manejar el estrés y mejorar tu bienestar personal al cultivar una mente más serena, resiliente y enfocada en lo que realmente importa.
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De Officiis
De Officiis (De los deberes) es un tratado escrito por Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.), estadista y orador romano, en forma de carta dirigida a su hijo; lo escribió en el año 44 a.C., justo después de la muerte de Julio César. Fuertemente influido por el estoicismo, el De Officiis está dividido en tres libros que reflejan el punto de vista del autor sobre cómo vivir una buena vida. Los dos primeros libros están basados en las enseñanzas del filósofo estoico Panecio de Rodas: en el Libro I, el autor analiza el honor y su fundamento, mientras que en el Libro II indaga lo que es útil y lo contrapone a lo que es beneficio propio. En el Libro III vincula el honor con lo útil y explora cuál de estos debería prevalecer.
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(II)
"El término griego para la palabra 'arte' (τέχνη), así como su equivalente en latín (ars) no denotan específicamente las 'bellas artes' en el sentido moderno, sino que se aplicaron a todos los géneros de actividades humanas que hoy día llamaríamos oficios o ciencias. Más aún, mientras que la estética moderna destaca el hecho de que el arte no se puede aprender (...) los antiguos siempre entendieron por arte algo que se puede enseñar y aprender. Las tesis antiguas sobre el arte y las artes se han leído y entendido a menudo a través de la categoría moderna de 'bellas artes'. (...) Cuando los autores griegos empezaron a oponer el arte a la naturaleza, pensaron ante todo en la actividad humana en general. Cuando Hipócrates contrasta el arte con la vida, piensa en primer lugar en la medicina, y cuando Goethe o Schiller repiten esta comparación con relación a la poesía, esto muestra simplemente la larga serie de cambios que sufre el término 'arte' desde los tiempos de su significación original. Platón pone el arte por encima de la mera rutina porque procede mediante principios y normas racionales, y Aristóteles, que incluye el arte entre las denominadas virtudes intelectuales, lo caracteriza como una especie de actividad basada en el conocimiento, con una definición [en la Ética a Nicómaco] cuyo influjo se haría sentir durante muchos siglos. Los estoicos definieron también el arte como un sistema de conocimientos, y fue en este sentido en el que consideraron la virtud moral como un arte de vivir.
El otro concepto central de la estética moderna, la belleza, no aparece en el pensamiento ni en la literatura de los antiguos con sus connotaciones específicas modernas. El término griego ϰαλόν, así como su equivalente latino (pulchrum), nunca se distinguieron clara y nítidamente del bien moral. Cuando Platón habla de la belleza en el Banquete y el Fedro, se refiere no sólo a la belleza física de las personas humanas, sino también a los hábitos bellos del alma y a los conocimientos bellos, mientras que no dice ni una palabra de las obras de arte en este sentido. Una observación incidental hecha en el Fedro y elaborada por Proclo no podía en absoluto estar destinada a expresar la tríada moderna de Verdad, Bondad y Belleza. Cuando los estoicos relacionan la belleza con la bondad en uno de sus asertos más famosos, el contexto, al igual que la traducción latina de Cicerón, sugiere que no se entiende por belleza otra cosa que bondad moral, y que por bueno no se entiende sino lo útil. (...) Panecio identifica belleza moral con decoro, término que toma de la Retórica de Aristóteles, y en esta onda gusta de comparar las distintas artes entre ellas y con la vida moral. (...) Plotino se preocupa de problemas metafísicos y éticos, y no incluye en su tratamiento de la belleza sensual la belleza visible de las obras de arquitectura o escultura, ni la belleza audible de la música. De igual manera, en las especulaciones sobre la belleza que se hallan dispersas en la obra de Agustín, existen referencias a las diferentes artes; sin embargo, su doctrina no iba dirigida principalmente a ofrecer una interpretación de las 'bellas artes'. El hablar o no de estética en el caso de Platón, Plotino y Agustín dependerá de nuestra definición de dicho término, aunque deberíamos hacernos cargo de que, en la teoría de la belleza, brilla por su ausencia en Platón toda consideración de las artes, mientras que en Plotino y Agustín dicha consideración no pasa de ser meramente secundaria.
La poesía fue siempre la más respetada, y la noción de que el poeta está inspirado por las musas se remonta a Homero y Hesíodo. El término latino (vates) sugiere también un viejo nexo entre poesía y profecía religiosa, y Platón, por su parte, se inspira en una noción primitiva cuando considera en su Fedro la poesía como una de las formas de locura divina. [la locura divina del poeta, con todo, es comparada con la del amor y la del poeta religioso; es un sofista quien traslada el concepto de inspiración de Platón al arte de la escultura].
Aristóteles, Poética. El orden de los escritos en el corpus aristotélico fue interpretado como esquema de clasificación para las disciplinas filosóficas: vínculo entre lógica, retórica y poética, hasta el Renacimiento.
La música también ocupó un destacado lugar en el pensamiento antiguo; con todo, debería recordarse que el término griego μουσική, que se deriva de las musas, abarcó en un principio mucho más de lo que nosotros entendemos por música. La educación musical, como podemos ver todavía en la República de Platón, incluía no sólo la música, sino también la poesía y la danza. [Ni] Platón ni Aristóteles tratan la música ni la danza como artes separadas, sino más bien como elementos de ciertos tipos de poesía, especialmente de la poesía lírica y dramática. (...) Por otra parte, el descubrimiento pitagórico de las proporciones numéricas subyacentes a los intervalos musicales condujo a un tratamiento teórico de la música sobre las bases matemáticas y, por consiguiente, la teoría musical entró en alianza con las ciencias matemáticas, cosa que se puede ver ya en la República de Platón y que iba a perdurar hasta entrados los tiempos modernos.
Cuando consideramos las artes visuales de la pintura, la escultura y la arquitectura, parece que su prestigio social e intelectual en la antiguedad fue mucho menor de lo que podría esperarse de sus verdaderos logros en dichos terrenos. Es cierto que la pintura fue comparada a la poesía por Simónides, Platón, Aristóteles y Horacio, como también fue comparada con la retórica por Cicerón. [Arquitectura se incluyó entre las artes liberales Vitruvio y a la pintura Plinio]. Sin embargo, el lugar de la pintura entre las artes liberales fue negado explícitamente por Séneca e ignorado por la mayoría de los demás escritores.
El término aplicado a los pintores y escultura refleja su bajo status social, que estaba relacionado con el antiguo desprecio hacia el trabajo manual. (...) Ningún filosofo antiguo, que yo sepa, escribió un tratado sistemático sobre las artes visuales ni les asignó un lugar destacado en su sistema de conocimiento."
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