#no saben lo que me pican los dedos
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misvns · 2 years ago
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te pintarias el cabello?
─── ⠀ ⠀⠀ misun ha respondido:
podría hacerlo, ¿quieres recomendarme un color?
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yemadetinta · 4 years ago
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SANGRE DE VENADO
Me pasan cosas en los oídos cuando te vas me pasan cosas en el apéndice cuando te vas me pasan cosas en los ojos me pasan cosas en la boca del estómago me pasan cosas a la noche me pasan cosas cuando sueño siempre me dejás siempre en los sueños me dejás
me pasan cosas en los dedos me pasan cosas en los dientes los dientes se me comen las uñas las uñas rasguñan lo que me pica me pica la cara por la sal me pican cosas cuando te vas siempre me dejás quiero tener un león tatuado en el cuerpo el cuerpo al que le pasan cosas cuerpo que siempre dejás un venadito devorado por otra especie
me pasan cosas de venadito se me tuercen las patas por correr cuando sueño sueño que me dejás en la selva abierta me come otra especie quiero tener un león tatuado en el cuerpo que ningún venadito me tenga miedo tampoco que intenten acercarse a vos el único venadito con permiso quiere tener un león tatuado en el cuerpo
me pasan cosas en los ojos me pasan cosas en las rodillas cuando te vas me pasan cosas en el cerebro cuánto pesa el cerebro de un venadito acaso los cuernos le ejercen presión no puedo pensar cuando el ángulo de mi mirada calza en el ángulo de tu mirada espero que me reveles cosas sin que yo tenga que preguntar
cuando pregunto se desata un cataclismo en la casa que nunca termina bien corro al baño como el venadito que soy el habitáculo me refugia del león tatuado en tu cuerpo que no me revela más de lo que pretende revelar
estás solo ahora me pasan cosas en los sentidos cuando te vas en los sueños me dejás me vas a dejar o me vas a comer o me vas a tatuar me vas a acompañar a perderle el miedo a todo me vas a prometer que arriba no hay nadie que arriba no hay nadie yo puedo decirlo hola, arriba no hay nadie los cuernos ejercen presión sobre el desconocido peso del cerebro de un venadito arriba no hay nadie desplegate podés decirme algo podés cuidarme un poco más podés cerrar la selva es tanto?
me pasan cosas en los ojos cuando te vas me pasan cosas en los dedos me pasan cosas en el teléfono cuando te vas me pasan cosas que ni mi gatito a veces puede sanar chupándome la cara acurrucándose en mi pecho para darme calor con su cuerpo peludito al que le pasan cosas cuando ve que me pasan cosas cuando te vas
esta casa no es tu jaula esta casa es mi jaula si usaras las palabras correctas detenerte un minuto como si en frente tuvieras las cámaras de I-sat si usaras las palabras correctas quiero tener un león tatuado en el cuerpo nunca te grité de verdad el venadito que soy no grita en silencio corre en silencio corre hacia los límites difuminados de la selva abierta manda un texto hola me salvás manda un texto hola no sé si decirle o no hola estás en tu casa puedo ir manda un texto hola querés venir aprendí a hacer masa de tarta
me pasan cosas en los cuernos cuando te vas ejercen más presión sobre mi cerebro los uso para atacar o para recoger frutas que me quedaron lejos frutas que mi estatura sola no puede alcanzar frutas me pasan cosas en las frutas cuando te vas quiero tener un león tatuado en el cuerpo un león comiendo una fruta una fruta amarilla con marrón una fruta proteica
me pasan cosas en la fruta proteica cuando te vas le pongo harina y hago un poema con la fruta proteica hago un poema cuando te vas yo lloraba cuando apagaba el horno sabés? mis amigas lo saben ahora no lloro más ahora estoy muy contenta me pasan cosas en el cuerpo cuando te vas sos un venadito a veces ante mí un venadito ante mí que se conformaría con un beso y una empanada
con un beso y una papa de tubo con un beso y una lata de atún abierta por mi con un abrelatas chiquito oxidado en la manija
ahora estoy muy contenta me pasan cosas con el óxido cuando te vas se oxidan mis sentidos cuando te vas y hacen ruido me pasan cosas con los ruidos cuando te vas no me decís que no te vas a ir más memandás a juntar plata al sur desde lo mejor de tus intenciones memandás a juntar plata al sur corro hacia los límites de la selva abierta el habitáculo me refugia mi gatito me lame me escucha gritar para adentro el corazón de su ojo me da paz un ratito si me voy a juntar plata al sur me lo voy a llevar si me quedo acá se queda conmigo me pasan cosas cuando veo a mi gatito cuando te vas
me pasan cosas en los oídos cuando te vas me pasan cosas en el apéndice cuando te vas sueño que me dejás siempre sueño que me dejás por alguien más
no puedo convivir con el dolor me pasan cosas con el dolor cuando te vas si pudieras revelarme algo por tu cuenta no quiero preguntar me pasan cosas con el sonido de las cuerdas no quiero preguntar siempre sueño que me dejás estoy contenta ahora aunque no sé a qué hora vas a llegar no sé si me vas a ir a buscar o si voy a llegar antes, me va a salvar mi gatito me van a pasar cosas en el cerebro de venadito en las piernas de venadito hasta que me levante con un león tatuado en el cuerpo no devorado ya por otra especie.
-Lena Diaz Pérez
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nicholasrymer · 5 years ago
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“-Asiento por lo que dices. Es demasiado triste. Todo el mundo lo sabe todo de ti, y en cambio, a todos les faltan datos. Y aún así no puedo evitar reírme cuando te escucho decir que deberían escribir un libro.- Seguro que harían un libro terrible, con las historias tan buenas que tenemos. No saben inventar... -digo, y te miro. Me hace gracia lo que dices sobre Felicity. Ella ríe, quizás por tu gesto, por las palabras, quizás porque es muy simpática. Dices que ella es una mini yo, y eso me hace reír.- ¿Sí? -sonrío, y asiento, cuando preguntas por su nombre. Es en ese momento cuando escucho la voz de Sofía. "Mira, mami. ¿Has visto que alto?" La miro, y se vuelve hacia nosotros, con una gran sonrisa que se queda a medias cuando te ve a ti, sentado a mi lado, porque no te conoce. Mueve entre sus manos el taco apilable de color azul que sostiene, y yo sonrío, nerviosa.- Muy alto, cariño... Va a llegar al cielo”. 
“-Río al escuchar tu risa. Es una risa alegre, con un toque infantil y a la vez llena de sabiduría. Asiento con la cabeza-. La gente ya no sabe qué hacer ni con las buenas historias... -Digo y miro a la niña al escucharle reír. Asiento con la cabeza y te miro asintiendo con la cabeza a la pregunta que me haces, antes de mirar a tu hija mayor, al escuchar una dulce voz. Estoy sonriendo, pero la sonrisa se va de mis labios, al ver los rasgos de tu hija, y trago saliva mirándole. Ningún niño debería nacer enfermo. Vuelvo a tragar saliva pero logro sonreír de nuevo, viendo como mueve un taco azul en el aire-. Es más alto que el Empire State. -Bromeo con una sonrisa en mis labios, sintiendo lástima por esa criatura, no por ella, sino por lo que le espera en esta sociedad tan cruel en la que vivimos”.
“-Dices que la gente ya no sabe que hacer ni con una buena historia. Sonrío, mientras me muerdo el labio.- Si lo saben... Saben estropearlas -te digo, y contengo una sonrisa mientras te miro. Tus ojos siempre fueron de un verde muy llamativo y definido, de los que es imposible confundir con el azul. Me doy cuenta, ahora que eres un adulto, que apenas has cambiado físicamente. Que has madurado y tu aspecto es distinto, pero que has mejorado. A lo mejor porque tu sonrisa ahora no parece tan hipócrita. Veo entonces que miras a Sofía cuando me vuelvo para mirarte. A casi todo el mundo la sonrisa se le va de los labios cuando Sofía sonríe. La tuya, desaparece unos segundos, pero luego vuelve, y cuando dices que es mas alto que el Empire State, sonrío. Parece que al final has invertido el tiempo en mejorar por dentro. Sofía se acerca. "¿Eso que es?" -te pregunta”.
“-Miro tu gesto cuando te muerdes el labio, antes de reír por lo que dices-. Eso es lo peor... -Digo sobre las buenas historias estropeadas. Miro a Sofía al escuchar su voz, y cuando veo que se acerca haciéndome una pregunta, sonrío de nuevo. La sociedad margina a las personas, incluso a esas personas que son imposibles de marginar. Cualquier acto marginal, me duele, pero, ¿cómo se le puede marginar a un niño? ¿Cómo se puede mirar para otro lado, cuando una criatura enferma te sonríe? Me humedezco los labios mirándole-. Es un edificio tan alto, tan alto, que casi toca el cielo. -Sonrío hablando a la niña de ese rascacielos de la ciudad de Nueva York-. Pero el tuyo es más alto. Mucho más. -Me fijo en los hermosos ojos de Sofía, llenos de bondad, y luz. Si por ella fuera, si el mundo la dejase, sería feliz para siempre”.
“-Dices que eso es lo peor. Si, eso es lo peor. Que las personas te estropeen tus historias. Que alguien le haga un borrón de tinta en alguna parte perfecta escrita en una página. Siempre existen borrones... Todos los libros tienen fallos, y todas las historias, errores. Lo malo es que tú no seas el responsable y tengas que lidiar con ambas cosas toda tu vida. Miro a Sofía, mientras que Felicity intenta coger la cinta de entre mis dedos. Me fijo en mi hija, pero sobre todo en ti, en como la miras o en como la hablas, cuando la explicas como es el Empire State. Sofía sonríe emocionada cuando tú le dices que su torre es más alta, y yo sonrío con ella. "¿Qué es un Rascacielos? ¿Es para que al cielo le pican las nubes?" Pregunta después Sofía, y yo te miro, atenta a cada uno de tus gestos con mi hija”.
“-Miro la sonrisa de Sofía, es dulce y transparente, serena y delicada. Siempre será infantil, por eso siempre será muy hermosa. Las personas perdemos nuestra inocencia, y junto a ella, la manera en la que sonreímos, pero las personas como Sofía, son inocentes siempre. Me muerdo el labio inferior mientras la miro, y cuando escucho su pregunta rompo a reír. Podría decirle que no, que se llama así a los edificios más altos, pero no podría decir algo así después de esa pregunta tan hermosa-. Eso es. Es para que el cielo no pase picores. -Bromeo con la niña”.
“-Te miro atentamente. Miras a mi hija con dulzura, con una sonrisa. Nunca me habría imaginado a Nicholas Rymer, el engreído Slytherin que siempre quería estar por encima de todos, mirando de esa forma a una niña con Síndrome de Down. Pero a lo mejor no vemos a la gente tal y como es. O a lo mejor la gente cambia. Yo sonrío cuando le das esa respuesta. Para que el cielo no pase picores... Miro al cielo, al que ya se le está yendo la luz, pero las nubes ahí están, viajando sobre nosotros- Las nubes le hacen cosquillas al cielo y para eso están los rascacielos... Para que no les pique -digo sonriendo, y estiro mi mano para hacerle cosquillas en la barriga, al mismo tiempo que Felicity me quita el lazo con la otra mano”.
Claudia, Nicholas y Sofía
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rucamu-blog · 3 years ago
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VEGETACIONES
Abro los ojos, todo está en calma. Mi colección de muñecos sigue en la repisa, todos perfectamente alineados formando un escuadrón, con sus posturas musculosas y sus armas reglamentarias al cinto; han estado toda la noche de guardia. El parking de cinco pisos y la gasolinera permanecen cerrados; todos los coches ocupan sus plazas. Barbie y Ken se encuentran recostados en su descapotable azul; no sé qué cosas habrán estado haciendo toda la noche, pero tienen los ojos bien abiertos clavados sobre la luna sin cristal. Me encuentro en la en la parte alta de la litera. Echo un vistazo por el borde y veo a mi hermana durmiendo plácidamente. Debe ser muy temprano, siempre que despierto ella ya está en pie. No sé como lo hace, a mi me encanta dormir. Bajo las escaleras y pongo pie en tierra. Salgo al pasillo. Todo está en calma, las únicas madrugadoras son las hormigas. Cientos de ellas desfilan por el filo de los rodapiés, cruzando de un lado a otro por las líneas de las losetas; ninguna adelanta a otra ni pierde el ritmo que marca el colectivo. Pongo el dedo en medio de la línea. Algunas bordean el obstáculo, otras escalan y continúan el camino, pero todas sin excepción regresan a la formación con una voluntad inquebrantable. Me encantan estos bichos; no muerden, no pican, solo quieren vivir tranquilas sin molestar ni ser molestadas. Dejo que sigan con su trabajo. El canario blanco permanece en equilibrio en el palo de su jaula hecho una pelota de plumas. Él también está durmiendo, apenas se le ve la cabecita; parece como si estuviera encogido de hombros. Miro el reloj de la cocina: las siete de la mañana. Entran pequeñas ráfagas de aire fresco por la ventana y una leve claridad asoma por el ojo de patio. Los vecinos duermen, todos duermen; el sueño es eterno, menos para las hormigas. Parece no importarle a nadie, pero hoy es mi cumpleaños. Estoy nervioso. Necesito que alguien me entregue mi regalo. Creo que cumplo uno, dos, tres... tres y uno, seis, no... ¡cuatro! ¡NO! ¡Cumplo cinco años! La puerta de la habitación de mis padres está entreabierta. Me asomo. Allí tumbados papá y mamá respiran profundamente. Ellos saben donde está mi regalo. Necesito que todo el mundo se despierte inmediatamente. Cojo el correpasillos y me lanzo de un lado a otro de la casa con suma velocidad, tomando con perfecta limpieza las curvas, haciendo el mismo recorrido una y otra vez. Siento unos pasos tras de mí. Detengo mi carro y me giro. Ahí está. Es ella, al fín.
-Nene, ¿qué haces tan temprano dando por culo?
- Humm.
- Vamos a vestirte, tenemos que ir al médico.
- Cinco, tengo cinco.
- Felicidades cariño.
- ¿Y mi regalo?.
- Esta tarde te lo doy, no te preocupes.
- Mierda-pienso.
Percibo la silueta de mi padre en el umbral de la puerta. Tiene los ojos pegados y algunos pelos del bigote clavados entre los dientes. Me felicita y se dirige a asearse. Antes de hacerlo saluda a mamá con un beso en la mejilla, mientras yo le dedico una mirada de odio que nadie por lo visto parece atisbar. Todos estamos listos. Vamos al médico, no sé el por qué; no estoy enfermo, no me duele nada, pero estoy decidido a hacer lo que me digan. Si me porto bien seguramente reciba un buen regalo.
Aparcamos el SEAT Ibiza justo frente a un enorme edificio blanco. Entramos por la puerta principal. Son las nueve de la mañana, el sitio está abarrotado. Puede que también sea el cumpleaños de toda esa gente que espera no se sabe qué sentada en una gran sala. Por algún motivo todos tienen las caras descompuestas. Yo estoy tranquilo. No todos los días se cumplen cinco años. Puede que aquella gente haya recibido ya sus regalos. Por sus caras parece como si no les hubiese agradado del todo. A mí no me pasará eso. Esperamos en aquella sala a alguien; yo, mientras, examino el lugar. Golpeo todos los asientos vacíos con ambas manos. Una señora muy vieja fija su mirada en mí. Parece que no le gusto. Busco a otra víctima, una chica más joven. Paro de golpear los asientos. Ella me sonríe.
- ¿Cuántos años tienes?
Intento buscar entre mis dedos la cifra exacta.
- ¿No lo sabes?
Me pongo nervioso por su impaciencia y me marcho junto a mamá.
- ¿Qué te ha dicho esa mujer?
- ¡Cinco!
- Vamos, están a punto de llamarnos.
Una señora vestida de blanco pronuncia mi nombre. ¿Cómo lo sabe? No lo puedo creer, increíble; no la conozco de nada. Este lugar es muy raro. Subimos en el ascensor. Las puertas se abren y me coloco a la vanguardia del grupo, junto a la enfermera. Vuelvo la mirada. Mamá no nos sigue.
- No te preocupes. Te espero abajo, cariño. Vete con la señora y haz lo que te diga.
Las puertas se cierran y quedo solo con aquella mujer vestida de blanco. Es la primera vez que algo así me ocurre. Mamá, mi mamá, mi madre, me ha dejado solo. Llegamos a una sala donde me reúno con cinco niños más. El saber que no soy el único me tranquiliza, pero sus caras no me dan confianza; están cagados de miedo. Ellos tampoco saben qué está ocurriendo. Volvemos todos al ascensor. Al llegar a uno de los pisos nos dividen; dos se bajan y marchan con su enfermera. El resto continuamos el viaje un par de pisos más. De nuevo las compuertas se abren. Salgo el primero y uno de los muchachos decide seguirme. Segundos después, la enfermera llama nuestra atención.
- ¡Niños! Por ahí no es. ¡Vamos! ¡Venid!
Los dos nos miramos perplejos; estamos desorientados. La chica que nos acompañaba coge el camino correcto; es obvio que ella sabe algo más que el resto. Nos pegamos a su culo. Es más alta que nosotros, al menos dos cabezas. Debe sacarnos algunos años; no parece tener miedo. Algo me dice que debo estar cerca de ella. Llegamos a una sala llena de aparatos. Montones de luces y cables por todos lados. Una sillita y un cubo que presiden el centro de la sala llama mi atención. La enfermera habla.
- Este chico va a ser el primero. Vosotros dos tenéis que esperar en esta habitación. Dentro de unos minutos saldrá el siguiente, ¿de acuerdo?
Ambos asentimos con la cabeza. Ese bicho trama algo. No podemos escapar, no hay manera. El primer turno es para el chico que nos acompaña. Veo como lo sientan en la silla frente al cubo antes de cerrarse la puerta. La habitación es muy pequeña. Está llena de libros de medicina, diccionarios de medicina, manuales de medicina... todo, por todas partes, libros; y allí, aquella chica y yo, solos en aquel cubículo. No me atrevo a mirarla a los ojos. No sé por qué, pero tengo algo de vergüenza. Siempre hablo con chicas en la escuela, pero esta es mayor que yo y además es muy guapa. Es rubia con el pelo ondulado, los ojos marrón oscuros y alta, muy alta. Miro por la pequeña ventana. Para mi sorpresa desde aquí puede verse el coche de papá. Desde aquí se ve muy pequeño, tanto, que casi siento pena de él. Me dirijo a la chica.
- Mira, ¿ves ese coche?
- ¿A ver? Sí, ¿el rojo?
- Ese es el coche de mi padre, es un SEAT.
- Es muy bonito. ¿Ves ese de ahí?
- ¿Cual? ¿El verde? ¿El negro?
- No, ese color blanco.
- ¡Oh sí! lo veo.
- Es el de mi padre, es un PEUGEOT.
- Es muy grande, me gusta. El de mi padre es más pequeño.
- ¿Cómo te llamas?
- Rubén. ¿Y tú?
- Yo me llamo Paula.
- ¿Cuántos años tienes?
- Seis.
- Hoy es mi cumple, tengo cinco.
- Eres muy pequeño.
- Y tu muy alta.
-Jaja.
Me sonrojo un poco, no sé qué más decir. Es preciosa y su voz es más dulce que la de mamá.
- ¿Tienes miedo?
- Un poco, no sé qué nos van a hacer.
- Nos van a operar de vegetaciones.
- ¿Cómo? ¿Qué es eso?
- No lo sé, creo que algo de la garganta.
- Mierda, a mí no me pasa nada.
- ¿Estás preocupado?
- Un poco, no sé que quieren hacer con ese cubo.
- Creo que es para escupir sangre.
- ¿Cómo? ¿Cómo sabes eso?
- A una amiga también la operaron.
- ¿Y no tienes miedo?
- No, ¿por qué iba a tenerlo?
De pronto comienza a escucharse tras la puerta unas sonoras arcadas, como si le estuviesen sacando las tripas a alguien. ¿Dónde está mi madre? Hoy es mi cumpleaños, esto no debería estar pasando. La mirada de la chica se cruza con la mía; permanecemos así durante unos minutos, simplemente observándonos, en silencio, con calma, sin hacer ningún ruido. Empiezo a sentirme mejor. El miedo va desapareciendo. Ella me sonríe despreocupada. Parece estar segura de sí misma. De alguna manera, consigue contagiarme su valentía. Si ella puede, yo también puedo; no soy una nenaza. Podría estar en esa habitación el día entero mirando a aquella personita tan agradable. No sé de donde habrá salido, ni por qué no la he conocido antes si somos del mismo país, pero todo eso da igual. Solo quiero estar con ella y con nadie más. De pronto la puerta se abre. Es otra vez la señora de blanco, con su antipatía de costumbre.
- ¿Quién de los dos quiere salir primero?
Los dos nos miramos sin decir nada.
Yo no quiero salir, pero tampoco quiero que ella lo haga. Paula tampoco sabe qué hacer. ¿Por qué demonios tiene que irse alguien? ¿Por qué no nos dejan tranquilos? ¡Malditos sean! ¿Por qué tenemos que hacer lo que ellos digan?
- Si no decís nada tendré que decidir yo. ¡A ver! ¡Tú, rubita! ¡Ven acá! Tú pareces más decidida.
La agarra por la muñeca y la arranca de mi lado. No dejamos de mirarnos mientras se la llevan. Ella está tranquila. No tiene miedo, pero no puede dejar de clavarme los ojos. ¿Por qué no pedí yo salir primero? Se cierra la puerta y me quedo solo. Miro otra vez por la ventana, pero ya no es lo mismo, ella ya no está. Si estuviese hablaríamos de coches y de tener o no tener miedo. Ahora estoy solo. ¿Qué le estarán haciendo a Paula? ¿Para qué quieren ese cubo? Necesito salir de aquí. ¡Malditos libros de medicina! ¿Dirán en ellos por qué quieren nuestra sangre? Ahora no sé qué van a hacer conmigo, no se si veré más a mamá o a Paula, o a la señora de blanco. Tengo mucho miedo, más que el que tenía cuando mamá desapareció.
Pego la oreja contra la puerta y me mantengo unos segundos petrificado. No se escucha nada. Todo está en silencio. Me tiemblan las rodillas, quiero que todo acabe. De pronto vuelven a oírse aquellas terribles arcadas. Intento girar el pomo de la puerta pero está cerrada por fuera. Quiero ayudar a Paula, pero solo tengo cinco años. Ellos tienen aparatos con luces y cables; no hay nada que pueda hacer. Se oyen los últimos estertores y todo queda en silencio. A mis ojos asoman unas lágrimas que se deslizan con rapidez por las mejillas, las cuales seco con el dorso de la mano. ¡No soy una nenaza! Me armo de valor y espero. Casi deseo que vengan a por mí. No les tengo ningún miedo a esos cabrones. Vuelve a abrirse la puerta. Ahí esta otra vez esa vieja bruja.
- Tu turno.
Me acompaña hasta la sillita que se encuentra en el centro de la sala. Ni rastro de Paula. La enfermera me abandona unos instantes. Frente a mí, aquel cubo del infierno. Cojo fuerzas y asomo la cabeza a su interior. Allá en el fondo, una fina capa de sangre flota inmóvil. Aparto rápidamente la vista. Es la sangre de Paula, no hay ninguna duda. Vuelve la enfermera. Retira el cubo, lo vacía en un recipiente más grande y vuelve a colocarlo ante mis narices. Un señor con gafas entra en la sala mirando unos papeles que lleva entre las manos.
- Hola, tú eres Rubén ¿verdad? - asiento con la cabeza-.
- Muy bien, ¿estás nervioso?
- No.
- ¡Vaya! que niño más valiente. Te va a doler un poco, pero pasa rápido. No te asustes.
- No lo haré.
Coge uno de los utensilios que hay encima de una pequeña mesa con ruedas. Se trata de una especie de cuchara sopera. Me agarra la cabeza y la inclina en dirección al cubo.
- Ahora aguanta un momento así y escupe.
Introduce el trozo de metal en mi boca. Lo hunde hasta la campanilla y hace palanca. Instantáneamente unas náuseas me suben desde el estómago y vomito un reguero de sangre que llena el fondo del cubo. Repite una vez más el mismo ritual. Esta vez casi consigo rozar el lleno. Jamás imaginé que pudiese haber tanta sangre dentro de mi cuerpo. A partir de ese día ellos tendrían la mitad. Un extraño sabor amargo invade mi boca. Un sabor horrible. Me arde la garganta; yo los odio. Tal como dijo el señor de gafas todo ha sido muy rápido. Me dan un trozo de papel para limpiarme los restos de sangre de la barbilla y un vaso de agua.
- Te has portado como un campeón, Rubén. Ya puedes irte.
Tomo con la enfermera el ascensor, bajamos tres o cuatro pisos y otra vez me encuentro en la sala de espera. Allí están mi madre y mi padre. Los dos sonríen. A mí no me hace ni puta gracia.
- Como estás nene, ¿te ha dolido?
- Quiero irme a casa.
- ¿Estás enfadado?
- ¿Dónde están los otros niños?
- ¿Qué otros niños?
- Quiero irme a casa.
Es ya por la tarde y la casa se llena de invitados. Vienen primos, tíos, abuelos, amigos de mis padres que no son mis amigos. Todos llegan con regalos, ninguno de ellos me importa. Estoy algo triste. La angustia de saber que no volveré a ver a Paula me entristece. No se si salió viva de allí. Mis padres no vieron a ningún niño. Quizás yo fui el único que se salvo. Quizás mi sangre no era buena y me dejaron ir. Todo es muy confuso. Llaman a la puerta; son mis abuelos. Mi abuelo es un señor regordete, calvo y con bigote. Es pastelero. Me gusta golpear su calva. El se ríe cuando lo hago. Es suave y tiene un sonido seco que también me hace reír. Con él trae un regalo. Es una batería. Sabe que me gusta golpear bien duro las cosas. Agarro las baquetas y obsequio a los invitados con un largo concierto. Todos aplauden airadamente. Tiro las baquetas y me siento en el sillón. Llaman de nuevo a la puerta. Es mi tía, con mis primos. Mi primo Victor entra corriendo sin saludar y se dirige directamente donde se encuentra mi hermana. La golpea en la cabeza y la tumba en el suelo. Mi hermana rompe a llorar. Él se muere de risa. Luego viene hacia mí. Él me quiere más que a ella. Nunca me pega. Le gusta hacerme reír. Coge una de mis manitas y la mete entera dentro de su boca. La mano desparece por unos momentos. Sorprendente. Luego vuelve a aparecer llena de babas. Los dos reímos. Es la primera vez que lo hago en todo el día. No me encuentro bien, quiero que todos se vayan. Todos ríen, lo pasan bien, hablan sin parar, me hacen carantoñas. Otros hacen estúpidos gestos para hacerme reír. Lo que no saben es que sus gilipolleces no me hacen gracia. Quizás a un bebé, a mí ya no. Poco a poco, todos comienzan a marcharse. Mis primos son los últimos en irse. Mi hermana hace rato que duerme. Tras el golpe que mi primo le propinó, no dejó de llorar en toda la tarde. Ya cansada, calló exhausta.
Ahora sí, todo en calma. Mamá me aúpa a su regazo y juntos comemos los restos de la tarta que mi abuelo preparó. Mi padre observa como acabamos con nuestras porciones desde el umbral de la puerta. No deja de sonreír. Supongo que está contento porque cuando yo duerma mamá será toda suya. Pero ya no me importa. Creo que empiezo a entender. A mí también me gustaría dormir con Paula. ¿Dónde estará? La echo de menos. Mamá me mira con dulzura. Entre sus brazos estoy a salvo, pero también algo inquieto. Una sensación nueva lleva persiguiéndome todo el día. ¿Y si un día tengo que abandonar a mamá? ¿Y si vuelven a por la sangre que no me han quitado? ¿Volveré a ver ese día a Paula?
Tengo cinco años, es hora de dormir.
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rebornangels · 7 years ago
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𝑰𝒏𝒐𝒄𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒑𝒂𝒚𝒂𝒔𝒐
(Basado en la historia real detrás de Pennywise) Victima: Oliver J. Rowling
𝟏𝟔𝟎𝟓𝟏𝟖
Terminé de acomodar mi camisa negra, observando por la ventana de mi habitación como mi lindo vecino mantenía una conversación con su pareja. Oliver J. Rowling, un chiquillo de baja estatura y unos bonitos rizos chocolates, tan deseable. Hace mucho que me había mudado a este lugar, un pequeño pueblo alejado. Todos me creían un buen hombre, siempre queriendo ayudar, disfrazado de payaso para animar a los pequeños, queriendo dar cariño y ayuda a quien la necesite. Pero no saben la verdadera historia, no saben de mi pasado, las cosas que hice y aún sigo haciendo. No tienen ni idea de las violaciones, las razonas por las cuales amaba trabajar en una morgue, o el por qué siempre estoy con niños. Quitando mi atención del chico, salí de mi habitación y bajé las escaleras, dirigiéndome a la entrada para irme de la casa, tenía que llegar a la fiesta de una niña, su cumpleaños número ocho, yo era el payaso. Al salir, volví otra vez mi vista a Oliver, se despedía de su novio y entraba otra vez a su hogar. Sonreí, su novio hizo lo mismo, la diferencia es que él con dulzura, yo con malos pensamientos. Pobre chiquillo, sería su último día con vida.
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Soy yo el que entretiene a los demás, pero ahora es mi turno de entretenerme. Tengo años en esto, matando por placer, porque quiero. Mudándome siempre, nunca duro mucho en un lugar, el sótano se llena, comienza a apestar hasta que ya no es soportable y yo desaparezco. Cadáveres apilados, un mal olor queda en cada casa, gritos y sangre quedan marcados, bonitos recuerdos me acompañan. Mi maquillaje se encontraba en perfecto estado, los guantes cubrían mis manos para no dejar ninguna huella. Sin hacer ningún ruido, comienzo a subir las escaleras, entré por la puerta trasera. El error de todos, nunca la cierran. Me movía con cuidado, no quería hacer nada que dejara en claro que había un intruso en la casa. Pude observar por fin a mi víctima, acostado en su cama, veía parte de su rostro y cabello pues la puerta estaba entreabierta, caminé hasta ahí y al llegar, de forma rápida lo tomé en mis brazos, apretando con fuerza para que no se moviera, uno de mis brazos presionaba en tu pecho y mi mano cubría su boca.
-Entre menos ruido, sufres menos.
Murmuré, comenzando a caminar para salir del lugar. El chico estaba quito, el miedo se había apoderado de él y no permitía que reaccionara. Salí por donde entre, llegando rápidamente a mi casa y tirando al chico al suelo una vez dentro, cerré la puerta con llave. No había mucha gente alrededor, más que todo ancianos. Una sonrisa ancha adornaba mi rostro, viendo como Oliver estaba tirado en el suelo con una expresión de terror.
-Por favor, déjame ir. No diré nada, por favor…
Tomé sus rizos y de un duro golpe de su cabeza contra la baranda, quedó inconsciente. Años y años de golpes, años de abusos de parte de mi padre, ridículos intentos de mi madre para defenderme. Infancia trágica, qué más da. No me importa si son inocentes, yo también lo fui. Me corrieron a los 18 años de casa, ahí empezó toda la historia. Desde los 18 cerca de cadáveres, ¿necrofilia? No da miedo admitirlo. Tomé el cuerpo del chico y lo bajé al sótano, dejándolo sobre una larga mesa y quitando su camisa, seguido de sus pantalones y ropa interior, completamente desnudo, tan precioso. Tomé una soga para amarras sus muñecas y piernas, las mismas amarradas también a la mesa.
Me acerqué a la mesa, sosteniendo una delgada hojilla con mis dedos. Al estar a un lado del chico, comencé a pasar esta por una de sus tetillas, haciendo un pequeño corte. Oliver comenzó a despertar, seguro un dolor de cabeza fuerte lo invadía, abrió sus ojos demasiado al verme ahí, intentó levantarse pero sólo pudo alejar un poco sus manos de la mesa. Esto sería rápido, hoy no quería jugar, abuso sexualmente de cada víctima pero con él sería diferente. La razón para hacerle daño a este chico era su padre. Luego de una cansada pelea y demanda por no pagarle en la empresa, decidí vengarme usando a su hijo.
-Tienes un precioso cuerpo, pero hoy no tengo ganas. No intentes provocarme.
Comencé a reír, el chico respiraba rápidamente, casi podía oír su corazón. En sus ojos sólo había terror. Tomé un cuchillo, terminaría de una vez, mi esposa llegaría mañana y necesitaba limpiar o descubriría todo. Acerqué mi boca a su cuello, comenzando a chupar este mientras que en un rápido movimiento, clavé el cuchillo en su abdomen. Un grito desgarrador salió de los labios de Oliver, las lágrimas bajaban por sus mejillas mientras yo seguía clavando el material en su cuerpo, la sangre se hacía presente en sus labios ya. Mordí su cuello, una carcajada me acompañó luego. Era tan divertido ver como intentaba soltarse de las cuerdas, se retorcía, parecía un gusano, un chico de cara preciosa con su ahora sangrienta anatomía que no dejaba de moverse, como si pudiera alejarse de mí. Llené mis manos de su sangre y con ella pinté mi boca, bajando la misma a todo su cuerpo para quitar el delicioso liquido con mi lengua. Esperé, dejó de llorar, su cuerpo estaba quieto y sus ojos abiertos mirando al techo, ahora sin vida. Tomé la hojilla de antes para marcar en su mejilla, RA perfectamente en ella. Limpiaría todo, mi esposa llegaría en la mañana. […]
-¡Cielo! Estoy en casa.
Su molesta voz, mierda, acababa con mi buen humor escuchar su chillona voz y más su ridículo apodo. Salí de la cocina, dirigiéndome a la sala donde se encontraba. Dos años de matrimonio, se casó conmigo sin saber que tenía tres matrimonios que no funcionaron, ¿la razón? Todas se iban cuando comenzaban a sospechar de mí y de mi verdadera orientación sexual. La saludé, besando sus labios con ternura fingida. Otro largo fin de semana antes de que volviera a irse. […] 𝑫𝒐𝒔 𝒎𝒆𝒔𝒆𝒔 𝒅𝒆𝒔𝒑𝒖𝒆́𝒔
Esto es una mierda, maldición. ¿Tantas cadenas perpetuas y sentencia de muerte? Mi mujer me había dejado hace aproximadamente un mes y medio, en una discusión terminé golpeándola hasta que su rostro quedó tan lastimado que no era posible reconocerla. ¿Y qué? Es su culpa, fue ella la que decidió bajar al sótano sin preguntar antes. Mis manos pican, mis dientes se aprietan, necesito escapar. Claro, todos confiaban del inocente hombre disfrazado de payaso que animaba fiestas de niños, el que ayudaba a sus vecinos y ofrecía buenas reuniones. ¿Niños desaparecidos? ¿quién iba a pensar que era Dio el causante de aquello? Todo estaba bien, hasta que la mamá de Oliver lo descubrió. El chico desde hace mucho le decía a su madre que su vecino lo observaba siempre, que lo seguía como si fuera una sombra y pensaba que no se daba cuenta. La madre, desesperaba por la desaparición de su hijo llegó a la conclusión de que fui yo, y pidió una orden para que los policías registraran mi casa. Nada, la primera vez, pero al traer expertos que trabajaban con cadáveres, descubrieron aquel desagradable olor del sótano. Y ahora estoy aquí, listo para morir, o algo así. Más de 26 cadáveres en mi sótano, para sorpresa de todos no era aquel hombre bueno que pensaban. Culpemos a mi padre, él causo todo el desastre. Pinto un cuadro mientras espero, un payaso lleno de sangre. Corté mis dedos al morderlos, ahora en el cuadro se podía leer en bonitas letras grandes una frase.
𝓑𝓮𝓷𝓭𝓲𝓽𝓸 𝓼𝓮𝓪 𝓡𝓮𝓫𝓸𝓻𝓷 𝓐𝓷𝓰𝓮𝓵𝓼, 𝓺𝓾𝓮 𝓷𝓾𝓮𝓼𝓽𝓻𝓸 𝓾́𝓷𝓲𝓬𝓸 𝓵𝓲́𝓶𝓲𝓽𝓮 𝓮𝓼 𝓮𝓵 𝓲𝓷𝓯𝓲𝓮𝓻𝓷𝓸.
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chdragen · 5 years ago
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Otro mundo (Dark Pit x Pit)
                                      Capítulo 15 / 17 
                                           Aceptación
Mientras tanto en la tierra, Magno fue elegido junto con otras personas para vigilar las casas de los ángeles. Cuando las familias se enteraron de su fuga, se alegraron de que estaban ocultos en algún lugar, pero la angustia que sentían al pensar cómo estaban, era enorme. Al menos fue hasta que Magnus les dijo en secreto que seguramente habían encontrado su lugar de origen y estaban planeando vengarse como habían acordado.
--  Estoy muy preocupado por los chicos  --  dijo la hermana de Dark Pit.
--  Descuida. Son fuertes y saben qué hacer.  --  Respondió el hermano de Pit tratando de ocultar su angustia y al mismo tiempo consolar a su novia.
--  ¿Crees que en realidad volvieron a su verdadero hogar? Nunca han volado a esa altura durante toda su vida  --  la chica abrazó a su novio para tratar de calmar su mente.  --  Y qué tal si se cansaron de volar y no había lugar para descansar y ......   --   el chico cubrió la boca de su novia con un dedo muy suavemente y luego lo retiró lentamente.
--  Magno nos dijo que los entrenó para eso ¿lo olvidaste?  --  Dio una pequeña sonrisa para tranquilizarla.
--  Es verdad.  --  dijo el padre de Pit. Las familias estaban juntas casi todo el tiempo.
--  Ha pasado mucho tiempo e incluso no sé nada de ellos  --  dijo el hermano de Dark Pit mirando hacia el cielo desde una venta.  --  Tampoco sabemos nada de su mundo. ¿Qué pasaría si no regresan?  --  Dijo con los ojos en el suelo.
--  No digas eso. Y si eso pasara, al menos sabemos que están seguros y con sus verdaderas familias quienes debieron estar igualmente angustiados cuando nos quedamos con ellos cuando eran unos bebés.  --  La madre de Pit respondió con lágrimas en los ojos, sin creer en sus propias palabras.
--  Esta conversación no nos ayuda en nada. Esperemos a ver qué las noticias nos trae Magnus  --  dijo el padre de Dark Pit algo molesto. Ambas familias se quedaron en silencio perdidas en sus pensamientos mientras la madre de Pit sostenía una pequeña pluma blanca que había encontrado en el cuarto de su hijo.
Mientras tanto en skyworld….
 --  Aaachuu  --
--  oye! casi me lleno de tu saliva.  --  Dijo Pit alejándose de su compañero. Ambos descansaban debajo de un lado del después de un duro entrenamiento.
--  Entonces aléjate, así puedo estar tranquilo por un rato.  --  Respondió el ángel oscuro limpiándose la nariz con la mano y luego acercándolo a la cara de Pit.
--  Nooo!!! No te atrevas  --  Dark Pit se acercaba lentamente con una sonrisa de puro mal. Pit estaba a punto de levantarse y correr cuando el ángel oscuro volvió a estornudar.
-- Aaachuu  --
--  oye, te vas a enfermar o alguien habla de ti.  --  Dijo tomando su asiento nuevamente.  --   Quizás esa chica de las aguas termales  --  dijo con voz burlona.
--  No digas estupideces  --  dijo después de limpiarse la nariz nuevamente.  --  ¿No creerás en eso, o si?  --
--  No lo sé, tal vez sea cierto. Pero hoy realmente me pican las alas.  --  Dijo Pit mientras estiraba una de sus alas y se rascaba un poco.
--  ¿Y qué? ¿Me vas a decir que alguien tiene acariciando una de tus estúpidas plumas?  --
--  Quizás.  --  Respondió Pit haciendo que Dark Pit pusiera los ojos en blanco.
Los días pasaron y el entrenamiento de los ángeles fue cada vez más difícil. Alcanzaron niveles que no creían que pudieran alcanzar. Pasaron seis meses y ahora ya estaban completamente listos para una batalla aérea y luchar cuerpo a cuerpo. 
Los ángeles tuvieron la oportunidad de entrenar con los icarus de alto nivel, ganándose el apodo de Kid Icarus. Los chicos pasaban la mayor parte del tiempo en el palacio de Palutena después de tu entrenamiento. Poco a poco, también fueron conviviendo con sus verdaderos padres y otros ángeles que estaban a su alrededor. 
Los chicos finalmente se dieron cuenta de que no querían separarlos uno del otro y acordaron pasar algunas noches con sus familias. En poco tiempo, los otros ángeles cambiaron su forma de pensar sobre las diferencias entre los ángeles de alas negras y blancas. Ahora habían logrado más amistad entre las dos razas en este mundo.
Pero el desafío más difícil fue hacer entender a Dark Pit que tenía que servir a la diosa de la naturaleza, Viridy. Pit no tenía problema con Palutena ya que estaba agradecido con ella.
--  ¿Estás bromeando verdad?  --  dijo Dark Pit
--  Sabes que es mejor no molestarla. Si no, no nos dejaran ir a la tierra.  --  Respondió Pit preocupado.
--  No voy a aceptar órdenes de nadie. Viridi puede ser la dueña de los otros ángeles, menos de mí  --  Una pequeña explosión separó Dark Pit de Pit arrojándolos al suelo.
--  ¡No se distraigan en medio de una pelea! El enemigo se aprovechará de eso y no lo pensará dos veces para aniquilarlos ¿entendido?  --  El padre de Dark Pit estaba entrenándolos con mano dura.
--  Sí papá  --  Dark Pit lo dijo sin pensarlo. No entendía por qué lo llamó "papá", así que solo lo miró con los ojos muy abiertos. Su padre se sorprendió pero no dijo nada y Pit lo miró con la boca abierta aun en el suelo cerca de algunos arbustos  --  continuemos con el entrenamiento  --   Dark Pit escondió su rostro y se levantó para alejarse de ellos.
  --  Terminamos. Además, es la hora del almuerzo. Tu madre preparó tu comida favorita.  --  Dijo el padre de Dark Pit mientras caminaba hacia Pit y le dio la mano para ayudarlo a levantarse  --  ¿Quieres almorzar con nosotros?  --  Preguntó Pit.
--  Gracias. Pero también le prometí a mis padres que almorzaría con ellos  --  Pit dio una sonrisa de disculpa y luego se despidió para volar en el aire sintiendo sus alas un poco incómodas. En el viaje a casa, Pit pensaba en la forma en que los ángeles habían cambiado su forma de pensar desde que llegaron. Llegó a la conclusión de que, en realidad, los ángeles con alas negras no eran tan malos después de todo, no eran como lo había imaginado.
Después del almuerzo, Pit tomo un bañó y fue a su habitación a descansar un poco. Se recostó sobre su estómago sintiendo aún incómodas sus alas. No podía saber qué les pasaba, se sentó y trató de revisarlas una vez más pero no podía mirarlas bien por la parte de atrás provocándole un suspiro de frustración.
--  Vaya, qué gran suspiro --  dijo la madre de Pit entrando a su habitación llevando una canasta.  --  Traje tu ropa limpia. Ahora dime la razón de ese suspiro  --  Dejó la canasta en su lugar y se sentó en la cama junto a su hijo.
--  No lo sé, siento mis alas algo incómodo y no puedo ver qué está mal  --  Pit se sentó al lado de su madre con las piernas cruzadas mirando una de sus alas. --  Es como si tuviera las plumas desordenadas por la parte de atrás, pero las miró y todo está en orden.  -- Dijo algo irritado tratando de ver de nuevo.
--  Déjame ver  --  Pit se dio la vuelta y su madre comenzó a examinar sus plumas sin encontrar ningún desorden. Hundió los dedos en las raíces levantando las plumas para luego jalar una de ellas haciendo que Pit se quejara de dolor arqueando la espalda. Doblo su ala y miró a su madre con sorpresa.
--  Auch  --  Pit miró las manos de su madre esperando ver una de sus plumas.
--  Descubrí cuál es tu problema  --  su madre tomó la mano de Pit para entregarle lo que sacó de su ala. Parecía ser una pequeña planta en forma de círculo con espinas que se aferraban a lo que sea que las tocara  --  ¿acaso te recostaste en algún arbusto o algo así?  --
  --  Bueno, en el entrenamiento de esta mañana accidentalmente caí en unos arbustos.  --  Dijo Pit recordándolo.
--  Eso lo explica. Estas cosas están enredadas en tus plumas. Date la vuelta, déjame ayudarte con eso.  –
--  Gracias.  --  Pit tomó la misma posición mientras su madre trabajaba en sus alas. Mientras lo hacía, los dos comenzaron a hablar sobre las cosas que le gustan a Pit en su nuevo hogar. Las cuáles eran las aguas termales y el helado. Incluso hablaron de la vez que comió helado en el suelo cuando Dark Pit lo empujó.  
--  también me agrada que aquí no tengo que ocultar mis alas y mantenerlas libres todo el tiempo. Nunca había visto mis plumas en tan buen estado como hoy. Hasta dejaron de caerse.  --  Pit comentó con una gran sonrisa. Las plumas de los chicos dejaron de caer cuando les enseñaron el mantenimiento adecuado de sus alas.  
--  no sé cómo soportabas ocultarlas. Bueno, ya terminé  --  Dijo la madre mientras pasaba los dedos por las plumas de Pit por última vez  -- ¿Cómo te sientes?  --
--  Ya no me molestan  --  dijo Pit aleteando un poco para comprobarlo  -- Gracias mamá. Realmente me molestaban esas cosas  --  Pit miró a su madre cuando sonrió y una lágrima escapó por la mejilla de su madre  --  ¿Qué pasó?  --  De repente, su madre lo abrazó dejando.
--  Oh Pit, no sabes cuánto tiempo te he esperado tenerte frente a mí y que me llamas mamá  --   Pit se congeló. Eso era cierto. La había llamado "mamá" y no se había dado cuenta. Se sintió culpable por llamar a otra persona "Mamá" mientras él ya tenía una. Ahora entendía lo que sentía Dark Pit cuando no quería dar la cara después de eso.
--  Lo siento, Pit no quise ponerte incomodo  --  su madre sintió a Pit algo tenso antes de soltarlo  --  Bueno, te dejaré descansar  --  Pit no quería que ella se fuera ya que ese abrazo le había recordado a su madre adoptiva a quien extrañaba mucho. Sus recuerdos lo traicionaron, no pudieron contener su tristeza.
--  No te vayas  --  Pit tomó la mano de su madre  --  por favor no te vayas  --  su madre se sorprendió  --  Yo ...... yo ...  --  Pit no podía hablar, pero su madre esperaba pacientemente escuchar lo que su hijo trataba de decir. Para sorpresa de ella, Pit abrazó a su madre pasando sus brazos por debajo de sus alas y colocando la cabeza sobre su pecho.
--  Pit  --  dijo la madre sorprendida en un susurro. 
--  tú me recuerdas a ella  -- Pit enterró su rostro tratando de evitar que salieran sus lágrimas.  --Tengo miedo de ya no verlos más  --  Su madre sabía perfectamente de quienes estaba hablado. Pit comenzó a llorar deshaciéndose de toda la tristeza acumulada desde que lo separaron de su familia adoptiva. Su madre sonrió con ternura mientras que una de sus manos acariciaba el cabello de su hijo y la otra acariciaba una de sus alas.
  --  Lo siento, lo siento mucho.  --  Pit repetía una y otra vez, sintiéndose culpable por no aceptar a sus padres como su familia, y nombrar a otra persona "mamá" mientras él ya tenía una. La madre de Pit no decía nada. Solo se quedaron los dos unidos en un abrazo entre lágrimas de tristeza y alegría. Mientras que detrás de ellos, el padre de Pit los miraba feliz de que su hijo por fin los había aceptado como familia.
  Mientras tanto en otro lugar no muy lejano…….
--  Dark Pit ¿estás bien?  --  Su madre lo encontró en el jardín mirando hacia la nada algo deprimido. No había hablado desde que regresaron del entrenamiento.
--  si  --  dijo sin mirar a su madre sentado en el suelo bajo la sombra de un árbol.
-- No te creo  --  Su madre se sentó a su lado  --  tu padre me dijo que lo que llamaste "papá" y él está muy feliz con eso ¿lo sabias?  --
--  ......   -- Dark Pit no dijo nada. Sólo miro al suelo, abrazó sus rodillas y envolvió sus alas a su alrededor para no mirar a su madre.
--  Entendemos por lo que estás pasando  --  Su madre lo abrazó haciendo que una de las alas de Dark Pit se aplastara entre ella y el cuerpo del ángel oscuro. Pero de alguna manera, a Dark Pit no le importó. Su otra ala se estiró para mantener el equilibrio, pero termino con todo su cuerpo apoyado contra su madre.
--  siempre….…. he sido fuerte. No se…. por qué hoy me siento así  --  Dark Pit enterró su rostro en su ala aplastada sintiendo una mano acariciando su cabello.
--  estas cambiando tu forma de pensar  --  Su madre envolvió de manera protectora una de sus alas alrededor de su hijo. Ambas madres sabían que sus hijos tenían problemas para adaptarse, ya que todavía pensaban como humanos. Pero gracias a su paciencia, los chicos estaban cambiando poco a poco.
Los chicos ahora se sentían extraños. Todo era diferente de lo que estaban acostumbrados en la tierra. Incluso los abrazos de sus verdaderas madres se sentían cada vez más cómodos. Y con el tiempo, finalmente dejaron de pensar como humanos, sin darse cuenta de que se convertirían en los guerreros más jóvenes de la Diosa de la Luz y la Diosa de la naturaleza.
--  Más rápido Pittoo  --  dijo Pit mientras volaba más alto en una de las islas flotantes.
--  No entiendo cuál es tu prisa  --  respondió cuando finalmente aterrizaron.
--  ¿Recuerdas el primer día que llegamos aquí? Vimos el  atardecer juntos.  --
--  ¿Si y?  --
--  Solo quería volver a verlo antes de la batalla. No sabemos cuándo será el último que veremos juntos.  --  Pit ahora tenía una sonrisa falsa  --  Pit  --  Dark Pit dijo sorprendido por la idea de Pit  -- ¿no pasará nada? Solo le patearemos el trasero a los estúpidos humanos y volveremos a la casa.  --
--  ¿Estúpidos humanos? ¿No recuerdas a nadie allá abajo?  --
--  .. ...  no es lo que quise decir y lo sabes  --
--  En serio no podremos verlos? ¿Ni siquiera para decir adiós?  --  Pit miró al suelo
--  Pit, pertenecemos a este lugar. No podríamos estar en la tierra para siempre sin ser descubiertos  --  Dark Pit también miró al suelo.
--  Lo sé. Creo que no soportaría soportar ocultar mis alas como antes  --
--  si, eso sería muy incómodo. Pero prometo que cuidaré tu espada si cuidas la mía  --  Dijo Dark Pit haciendo que Pit lo mirara. 
--  de acuerdo  --  Pit volvió a sonreír falsamente.
--  toma esto, es para la suerte  --  Estiró una de sus alas y arrancó una de sus plumas   soportando el dolor para dársela a Pit  --  Con esta pluma podrás ver a tu familia en la tierra…. algún día  --  Dark Pit le dio una gran sonrisa a Pit, ignorando aun el dolor punzante de su ala.
--  En ese caso ....  --  Pit se alegró devolviéndole una sonrisa sincera mientras estiraba también una de sus alas para arrancar una de sus plumas haciendo un gesto de dolor.  --  Esta también te dará la suerte de ver a tu familia  --  ambos se rieron y vieron la puesta de sol como siempre lo habían hecho mientras tenían la oportunidad.
--  Por cierto…. mi pluma tenía sangre  --  dijo Dark Pit mientras miraba el atardecer con una sonrisa malvada.
--  qué asco. Pittoooooo!!!!! -- Pit miró la pluma que tenía en la mano
--  JAJAJAJAJA no es verdad  --  miró a Pit y le dio un ligero golpe en el hombro.
A lo lejos, solo se escuchaban las risas de los chicos que estuvieron juntos hasta que el cielo se oscureció para luego recostarse a mirar las estrellas. Después de un tiempo, se separaron y cada uno regresó a sus respectivos hogares con sus verdaderos padres. Después de todo, la vida en Skyworld no era tan mala.
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iwaslistening-blog1 · 7 years ago
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semana 4 (22/01/18-28/01/18)
océano (22/01/18)
como el océano al final el horizonte, tenía muchas ganas de tragarme todas las estrellas y ser una mejor versión de mí misma, un poco más fuerte y calmada a la vez. pero el océano no siempre permanece tranquilo, las olas siempre están preparadas y arrasan contra la costa. me lavan una y otra vez hasta que me quedo sin lágrimas y sin sentimientos. la luna, siempre controlando el agua, comparte mi pena y se queda callada, sin ánimos de interrumpir.
no interrumpo y el agua me sube a los talones, y yo sigo gastando hojas de papel y cuerdas de voz en poemas recitados que nunca alcanzan tus oídos. sigo leyendo historias y sigo conociendo el mundo, viajando por los océanos y los mares, probando comidas y labios hasta que estoy satisfecha. en las noches, cuando es hora de partir, saludo a las olas con respeto creciente, y alguien me quema la espalda con pares de ojos invisibles. el agua me moja el vestido blanco, y recito otro poema al aire y a las estrellas antes de comerme la luna con los ojos.
y brilla y baila ahí.
amigo (23/01/18)
tengo este amigo, y a veces le gusta escribir poesía. otras veces, se mancha las rodillas con pintura en la madrugada, o se queda viendo las estrellas y las páginas de los libros toda la noche. este amigo, tan cercano y tan inmaculado, tiene sus propios secretos y sus propias hojas de papel abajo de la cama. su otro amigo lo sigue como su sombra, y nunca se separan porque saben que el destino no está hecho para ser roto. son felices, y yo los observo, con muchos pensamientos en la cabeza.
este amigo, que parece nunca dormir, nunca descansar y nunca parar de soñar, a veces juega a ser dios. mueve los planetas con la punta de los dedos y sonríe, con ojos grandes y profundos, para que todos bailemos a su alrededor. su sombra se alza protectora, llena de magia inigualable, y se cuidan las espaldas de día y de noche. a veces, no es tan amigo, pero sí un aliento, que puede salir de mis labios o que cae en mi cuello. estoy atrapada, con un amigo que quiere dominar y reinar todo lo que es suyo, sin saberlo.
la ignorancia le llega hasta las puntas de los pies, y me sonríe con inocencia. mi amigo escribe otro poema sobre cómo se mueve la tierra debajo de sí mismo, y tiemblo, sintiendo lo mismo.
manos (24/01/18)
y sabía que ya habíamos hablado de la línea invisible que nos une, que es dorada de día y de noche, y que nos sigue a cada lugar al que vamos, expandiendosé con cada movimiento de esos que nos conectan el alma. pero nunca me había fijado en las líneas de tus manos, sagradas y ásperas, que te cubrían la cara cada vez que te sonrojabas y te escondías. hay una línea por cada planeta, eso era lo que me decías de noche, cuando estábamos enredados entre nuestra guía y nuestras sábanas. una línea por cada alma y cada estrella, y yo las contaba y me perdía en ese laberinto.
nunca terminé de acariciarlas a todas ni de besarte los lunares en la espalda y las mejillas, pero sí sentí en mi pecho la falta de las mismas en mis caderas y en mis dedos. me decías que te guardabas solamente para reinas, con el pelo que se te caía en la frente y los ojos más grandes que los míos. te mirabas las manos de noche y de día, incluso con el hilito atado al dedo meñique, y fruncías el entrecejo, tratando de no perderte en ese pequeño universo.
supongo que te perdiste y nos perdiste, porque nunca más te vi sostenerme de la mano, y una mañana me desperté con el hilo dorado conectado a tu alma sobre la almohada. (no se quedó por mucho tiempo). supongo que decidiste embarcarte en tu propia aventura, en las olas de tus palmas. desde que te fuiste, cuento mis líneas, y me quedo sin esperanza, porque ya no sé si son muchas o pocas, y me olvido con cada segundo. me las dibujo con tu hilo reparador.
cuello (25/01/18)
estás hasta el cuello de muchas cosas, una medida universal que te pesa entre los omóplatos y los hombros. ya no sabés cómo moverte por entre estos cuerpos, bailando de tu estrés y tus virtudes. te da miedo confiar en tu propio arte, el mismo que te corre por las venas y la piel.
en tu cuello, miles de marcas, nuevas o no. te asustan y te hablan de noche, te hacen compañía, como el pelo del otro lado de la almohada y la mano en tu cintura. la noche y la oscuridad te nublan la garganta y la mente, y te das cuenta de la soga en tu pulso. saltás sin temor, con el amor subiendoté por el cuello hasta la boca, un poco de bilis, un toque especial de alas de mariposas. te ahogás en ojos marrones y labios bonitos, y los tuyos se sellan, otra vez, pegados a otro cuello.
oscuridad (26/01/18)
veo formas en la oscuridad, detrás de tus pupilas y cuando parpadeo. hay de muchos colores y formas, y me distraigo tratando de distinguirlas, sin poder lograrlo. más allá de las tantas facultades y fallas en tu persona, veo luces bailando en tus ojos y gotas que te caen de los labios, nunca cerrados. me maravillo en tus detalles, puros y de porcerlana, interminables.
se me acaban las palabras cuando te veo, inestable, y exploto como los fuegos artificiales en tus córneas. no hay punto de encuentro, solamente manos corriendo en la oscuridad hasta que golpeo tu pecho y me hundo en colores profundos y llenos. hay blanco, dorado, negro y rojo, y mis manos no encuentran fin en tu cabello y tus mejillas. estás brillando y sonriendo, y yo soy pólvora en tus manos, oscura y volátil.
papel (27/01/18)
como sueños que empiezan en papel, me siento sumida en monotonía y continuidad. las letras que antes me llamaban la atención, enredadas con promesas de futuros mejores y conversaciones a la madrugada con almohadas de por medio, se sienten vacías y ciegas. ya no escribo sobre mí o sobre nosotros, porque ya no hay ninguno de los dos. perdidos entre líneas de composición y otro comentario sobre la iluminación o las capas de mi trabajo, me hundo en más miserias y otra capa de papel.
se rompen fácil y a veces me escapo, pero este mundo está creado con tanta fragilidad que me da miedo exterminarlo con la sacudida de una mano. la magia ya no me eleva, y estoy atrapada en mundos inimaginables y fotografías arrugadas. los colores se iluminan en suaves pasteles cuando hay manos cariñosas tomandomé por los costados, pero, sin embargo, no hay forma de despertarme de este sueño eterno.
libro (28/01/18)
te quemaba las manos, las palmas y los dedos, el libro en llamas. cuando te escondías de noche entre sus páginas, y te faltaba el aire, siempre dispuesto a correr un rato más por entre las aventuras, te acordabas de él. no parabas hasta ver el amanecer, encendido y con lágrimas en los ojos. te convencías de que era porque no te faltaba nada y porque estabas aburrido, un poco solo y agitado. tu mejor amigo, el sol, te destrozaba la cara y la piel cuando lo perseguías. entonces, corrías por millas hasta que el universo dejaba de extenderse y te encontrabas solo con tu silencio.
el libro a veces se esfumaba de su lugar recóndito abajo de tu cama, ansioso por irse a jugar solo y esconderse de tus pesadillas. se te acababan las adicciones y volvías radiante a buscar tu propia fuente de luz. con un encendedor en la mano, arrancabas otra página del libro y la hacías polvo y cenizas. los dedos, fríos, se despiertan de a poco, y te pican las ganas de escribir. entonces, ya no tenés papel.
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