#no es la forma es la frase más weona que he escuchado

[kuckie]

Hay cosas que no escribo en Facebook porque mucha gente ahí es familia y como que no me interesa pelearme con nadie con los que quizás mis papás quieran seguir teniendo contacto.

Pero tengo tanto “Anti todo” en estos días, que me esta superando y necesito escribir mi descontento, aunque no les llegue a ellos.

Entiendo a todos los que están superados con la violencia en las calles, porque creo que a nadie particularmente le guste ver la ciudad en llamas, las calles cortadas y las vidas peligrando. Pero creo que no ven más allá de la violencia y desde un lugar super cómodo juzgan a personas que no estan aburridos de no poder llegar a fin de mes, están aburridos de no saber que va a pasar al final de cada día o semana, si van  a tener casa, salud y/o comida.

Creo que como grupo humano nos encontramos en distintos lugares de la pirámide de necesidades de Maslow y eso nos hace ver la situación actual de maneras profundamente distintas:

Mientras un grupo está - desde un lugar privilegiado- aplicando conceptos de moralidad, otro grupo grande está en un punto donde la pelea se da por las razones fisiológicas y de seguridad más básicas: respiración,techo, alimentación, descanso y trabajo.

Desde un punto privilegiado es fácil decir “¿Pero porque deben destruirlo todo?”

Porque ese todo no significa nada. Lo material es terriblemente ajeno, nada les pertenece porque todo lo que son, son ellos mismos: la casa donde viven no es de ellos, el negocio que los endeuda no es de ellos, el parque sin árboles que les construyeron no les sirve a sus hijos/nietos,la escuela con bajos sueldos y pocos recursos no permite a los profesores enseñar bien a estos, se les pide que ‘se las ingenien’ y cuando lo hacen, algo nuevo surge que los mantiene en el mismo lugar que donde empezaron.

Y mientras eso pasa, tienen además que mirar el otro lado de la realidad: trabajan en casas donde les pagan el mínimo doméstico ( ni siquiera el mínimo nacional, doméstico!)mientras los dueños de casa viven lujosamente (y algunos ni siquiera trabajan; el dinero de sus ascendientes les garantizó no tener que hacerlo). Trabajan más horas, con mayor esfuerzo físico, lo que les envejece y daña la salud más rápido, con un acceso a la salud garantizado, pero burocráticamente lento e ineficiente para la demanda; se trasladan de un lado de la ciudad a otro y físicamente notan el cambio entre sus plazas peladas (de no ser por el trabajo conjunto entre vecinos y alguno que otro concejal con algo de consciencia social) y casas bajitas, chiquitas, pareadas y sin patio, con los parques verdes, edificios cerrados con rejas seguras, con cámaras públicas protegiendo las calles, con casas en las que si se puede respirar y tener privacidad y descanso, donde los niños pueden ser niños. 

Obviamente hay rabia. Hay rabia porque ningún padre debería tener que decidir entre darle de comer a sus hijos y verlos. Ningún padre tendría que tener que decidir entre la escuela más cercana a casa y “una escuela mejor”, porque ambas deberían ser buenas y seguras. Ningún padre tendría que decidir entre pagar el tratamiento de un hijo enfermo/su propio tratamiento o no dejar desamparado al resto.

Nadie quiere violencia en las calles, pero para sacar la violencia de allí, tenemos primero que erradicar la violencia social y económica en las casas, colegios, hospitales y consultorios de los más pobres en recursos.

La violencia no sólo es la destrucción física, también lo es el aniquilamiento del espíritu y las oportunidades.