Tumgik
#no borrar esto después de unas horas será un logro personal
cr0wra · 4 months
Text
qué ridiculez tan grande la de sentirme mas cómoda escupiendo mis lamentos y miserias en este lugar que compartiendo mis éxitos y alegrías. pfffddd..
3 notes · View notes
escritor-eso-creo · 8 years
Text
Te atreves a decir la verdad? /Wigetta.
 Narra Samuel. /Cap. 162
Guarde la ropa.
Documentos.
Hablé a papá; agradecí sus consejos, aunque no tomara ninguno.
Cerré la puerta- Sé que Frank no vendrá.
Alguna vez hice una promesa; hoy, hoy ya ni siquiera logro odiar a la persona que destrozó algo bello.
(Flashback)
Llegué de un viaje; escuchaba a Frank con Willy grabar en la recamara.
Caminé en puntillas al escuchar sus gritos y risas. Grité, sabía que odiaban la sensación de percibir miedo.
-AH!… Gritó primero Frank.
-JODER! -Seguiría Willy.
Luego; ya muy tarde al estar durmiendo en la habitación con Willy había tomado sus manos. Era mas que feliz al verlo dormir.
Lo despertaría sólo para recordarle la promesa.
Él podría estar molesto por interrumpir su sueño; pero no lo hizo.
-Claro que recuerdo nuestra promesa… -Respondería.
Sellamos la promesa con un beso.
-Vegetta?
 Alcé nuevamente la mirada. Él está mordiendo sus labios; cuándo lo hacía era por preocupación.
-Que pasa chiqui…
-Si uno de los dos la rompe que hacemos?
-Pues tratar de hablar.
-Y si soy yo el que la rompe?
-Pues hablaré contigo.
-Y si no quieres hablar. Y si pasa algo, no se. No puedo calmarme.
-Que quieres que te diga Willy?
-Prométeme que seguirás buscando otro amor.
-No. No podría.
-Vegetta, no quiero que me perdones si he hecho algo imperdonable.
-Cómo podrías lastimarme?
-Seguramente te lastimaría por no querer salir mal después de ti. Sé que no encontraré a alguien que complete y construya este mundo tan simétrico.
-Que no es simétrico macho. No puedo prometerte eso.
-Veg…
-No puedo Willy. 
-Tendrás que hacerlo; aunque quiera no sabemos que pueda pasar mañana…
Cerré la puerta; marqué la promesa de un “Quizá, en nuestra relación ”.
Narra Frank. /Cap. 163
Esperaría que el suero haga efecto.
Quedé mareado; extrañamente recordaba cada palabra. 
Samuel no dejaría su apartamento por lo que he visto; creo lo que ha dicho. Sé que él no quiere mas a Willy.
Entonces porqué dolía tanto?
En instante alguien agarraba mi mano.
-Luzu… -Logré decir con dificultad
-Serás mamón! Cómo es que has dejado a Samuel por Willy!?
Era así como he escuchado a Willy hasta que se acaba el suero. El medico vino y me dio unas pastillas.
-Lo siento Luzu pero debo ir al médico, él ha dicho que hoy es la última sesión.
-Te acompaño. -Diría Luzu.
Tomamos el carro de él.
Narra Luzu. /Cap. 164
He hablado con Frank; bueno, mas bien él ha escuchado. Ha estado bajo el efecto del suero.
Llegamos al médico. Sé que Samuel ya no vendrá a la sesión.
-Adelante Frank. -Diría el médico.
El sofá era muy grande. La expresión del médico era muy peculiar.
Frank se recostó. Salí de la habitación.
Comunique a todos los que estuvimos ayer en casa lo que ha pasado en menos de 24 horas.
Nadie creía que era verdad.
Todo se ha  mal interpretado; que has hecho Willy…
Narra el médico. /Cap. 165
Debo hacer que Frank se recupere; él debe aceptar una decisión. Sólo la que el tome resolverá todo; es amor o amistad.
No puedes con las dos Frank.
-Algo no está bien. Porqué se siente diferente el sofá? -Preguntaría, no diría que ha sido por Samuel que ha vuelto a dormir en ése mismo lugar y que ya no vendrá por éso lo siente diferente.
-Hablemos Frank. Está sesión será la última que tendrás.
(Hace tres horas)
Willy ha pasado a sentirse cómodo en el sofá. No lo ha logrado.
Al fin durmió; extendí las palabras hasta su subconsciente.
Él ha vivido con las palabras de Andrés en constantemente repetición llenando el odio a Samuel; hablaría con la capacidad de razonar de Willy.
Era ya un debate entre él mismo; Andrés ha metido su odio personal por el desplante que Samuel ha hecho en la mente de Willy.
Era complejo; pero Willy no odiaba a Samuel. Sin embargo; Willy es quién ha planeado destrozar a Samuel. 
Algo no estaba bien. Él no puede estar cerca de Frank peor de Samuel. Aunque Andrés se elimine  de la conciencia ya su mente no podría, al menos por un largo  tiempo.
-Dime Willy; realmente odias a Samuel? -Aún estaba bajo la hipnosis.
-No. Amo a Samuel; jamás encontraré a alguien como él.
Exhale; haría otra vez la pregunta.
-Andrés. Tú odias a Samuel?
El tono de su voz cambió. Una sonrisa se marcaría de manera siniestra.
-Sí. Lo odio y destruiré. Nadie será feliz. -Finalmente encontré la conexión.
Destruí a Andrés. Él ya no está en la mente de Willy; sin embargo en la memoria de Willy los recuerdos no se irán.
Willy salió, su expresión era cómo al fin despertar. Ya no era alguien que haría daño; no podía borrar lo que ha hecho. Ya nada será lo de antes.
Frank sabía que nada era igual.
-No puedo dormir…
-Sabes acaso porqué has podido descansar en cada sesión?
-Sí. Ha sido usted.
-No. Te equivocas. Es Samuel; necesitas de él como Samuel de ti.
Frank sabía lo que debía hacer. No haré mas en ninguno de los casos; tienen la libertad de hacer o destruir.
Narra Willy. /Cap. 166
Despertar, ahora era diferente; que he hecho!
Sé que había otra voz que se repetía en mi mente; ya no logro recordar lo que decía. Divagaba en tantas cosas.
Ahora la sensación de ver a Samuel y pedirle que vuelva me mata; he destruido mi amor con un hombre llamado Andrés.
Frank ya no es el mismo conmigo; Samuel lo ama. 
He destrozado todo. No puedo contar con nadie.
Caminé despacio; recordé las palabras de Samuel.
-ERES UN IMBÉCIL! JAMÁS VOLVERÍA A TU LADO! 
Como duelen las palabras de quien amas…
Se hacía de noche; Samuel…
Había sólo una forma de solucionar todo esto!
Debía hacer que ellos dos vuelvan… Aunque ello mate definitivamente mi corazón.
Narra Samuel. /Cap.  167
Abría la puerta de un lugar cerca de la playa. Tantas veces caminé por esta arena…
Recibí un mensaje del médico.
—Estas heridas no parecen sanar; Este dolor es demasiado real, hay tanto que el tiempo no puede borrar.
Aquella frase la reconocía a la perfección. En mi mente la repetí tantas veces; era Frank el que estaba ahí cuando el médico no podía controlarme.
Era él quien me tomó entre sus brazos aún sabiendo que lo podía lastimar.
No respondí el mensaje; salí, debía salir del encierro. Explotaría si sigo pensando en las emociones que embargan tiempo y espacio.
                                   …Continuará.
33 notes · View notes
gutzava · 8 years
Text
Dicen que el tiempo cura todo. Lo manifestó mi madre, mi terapeuta y mis amistades más cercanas en algún momento. Yo magullado, acepté esas palabras como la esperanza para no claudicar, sin embargo ha pasado ya mucho tiempo, cuatro años y medio para ser exacto y aún no logro olvidarla por completo.
No tengo la menor idea de por qué recuerdo ahora eso, sin embargo, un poco movido por el tabaco del cigarro que me estoy fumando, y mientras miro el techo resquebrajado de mi sala, pienso en voz alta: el tiempo no cura todo. El tiempo sólo me ha dado un espacio de ventaja para conseguir un antídoto, una excusa, un pretexto y así combatir su recuerdo, y lograr con resultados relativos, que este sentimiento duela menos y que mi memoria que evoca el rostro de ella con gran perfección, no me tumbe como los primeros días, los primeros meses, el primer año.
La última bocanada de humo que despido, se dispersa hacia afuera. El mueble de mi sala que está junto a la ventana que da hacia la calle de mi ciudad, es el único lugar permitido por mí para fumar algunos cigarrillos cuando me siento cargado de muchos pensamientos. Procuro que el humo se dirija hacia allí, pues a Boris —mi mascota— le hace mal éste y lo que menos quiero, es que el único recuerdo tangible y real que tengo de ella, y que me ha permitido no claudicar al cien por ciento en mi sendero por vivir solo, muera de alguna enfermedad rara, debido a mis vicios moderados.
—Ven Boris, sube al mueble, ven— le grito a mi mascota. Boris corre moviendo la cola, y le abrazo y dejo que me lama toda la cara, luego juego con él un buen rato. Miro mi reloj, son las ocho y media de la noche, aún continúo preocupado y no dejo de pensar en muchas cosas. Cosas propias que no tienen nada que ver con aspectos laborales, ni económicos. Son pensamientos que poseen más importancia emocional que otra cosa.
Mis manos me sudan como hacía mucho tiempo no me sudaban. El cuerpo me quema y siento un fuerte bochorno que produce al poco tiempo, una intensa sudoración general en mi humanidad. Decido darme una ducha. Me quito mis prendas, tomo la toalla con la mano derecha e ingreso raudo al baño para evitar que Boris se cuele. Me miro al espejo, estoy sudando demasiado y veo en mis ojos una preocupación extraña.
Me lavo los dientes con mucha destreza. Alguien me enseñó alguna vez a cepillarme éstos de la manera correcta y es una de las pocas cosas que recuerdo y practico con mucho esmero. Abro la boca y gesticulo un tipo de sonrisa estúpida para observar mis dientes y mientras me adjudico hipotéticamente el papel de jurado de algún concurso de cepillado dental, evalúo mi hazaña, para finalizar dando el visto bueno a aquello.
Me meto a la ducha, muevo la manija en dirección horaria y dejo que el agua corra. Me empapo y por unos diez minutos quedo inmutable con los ojos cerrados debajo del rocío. Es muy placentero sentir como poco a poco, mi cuerpo vuelve a su temperatura normal y por un corto momento, dejo de pensar en todo mientras continuo con mi baño nocturno. Suena mi teléfono. Es un mensaje, lo sé, pues ese sonido corto que despide mi dispositivo, es un patrón que ocasiona en muchos de mi ciudad, la desesperación por saber el remitente de aquél escrito.
Salgo de la ducha y tomo mi toalla —una vez más— para secar mi cabello, mi rostro y mi cuerpo. Agarro el teléfono, nueve y cuarto de la noche muestra la pantalla. Decido no revisar el mensaje aún, ya que primero pretendo secar las partes que faltan de mi anatomía y ponerme algunas prendas. Voy a mi cuarto. Boris viene raudo hacia mí. Yo corro hacia mi habitación, y logro cerrar la puerta antes que él consiga entrar.
Me seco el cabello con la secadora que me regaló mi madre. Trato de peinarme un poco, por si a alguien se le ocurre visitarme, no me vea como un loco. Seco mi cuerpo y mis pies. Me pongo un pijama y mi otro par de sandalias secas que yacen en una esquina de mi cuarto. Luego de terminar, tomo mi teléfono, lo desbloqueo y primero miro el remitente: es la hermana de mi ex —Lo sabía—, pienso en voz alta de nuevo.
Salgo otra vez a la sala, abrazo a Boris, lo pongo en mi regazo y le pido disculpas por los desplantes anteriores. Hago todo eso con la voz impostada con la que mi madre les hablaba, de manera engreída a todos los bebes humanos y perros, que llegaban alguna vez a casa por visita o situaciones parecidas. Luego, después de engreír a Boris, reviso el mensaje en mi celular. Mis manos comienzan a sudar otra vez, y otra vez también, siento sofoco en mi cuerpo.
Resuelvo combatir este calor corporal, con sacar a pasear a Boris y así aprovechar en tomar un poco de aire fresco. Busco su correa color marrón. La encuentro en la cocina. Boris ve ésta y se queda estupefacto. Yo se la coloco. Mi mascota se parece mucho a su madre, hasta en sus singulares accionares. Tengo un recuerdo vago de Lila, la mascota de mi exnovia. Asemejo su rostro con el de Boris. Sé que ese recuerdo es débil, y que por más que desee imaginar a Lila, nunca podré lograrlo.
Cargo a Boris hasta el primer piso. Luego lo suelto en la calle para ir en dirección al parque y mientras avanzamos, veo como él camina. Es peculiar su andar, parece como si saltara, como si fuese un sello personal. Un movimiento coqueto de su lomo para captar perrunas. Llegamos después de tres minutos de caminata. No hace falta mucho tiempo para que él se acerque a jugar con otros perros que corren en el pasto. — ¡Qué bonito tu perrito! —, habla casi gritando, muy cerca de mí, una señora de aproximadamente cuarenta y cinco años. Yo acepto sus buenas palabras con una sonrisa y converso un rato con ella, sin embargo el diálogo se ve finalizado por las necesidades básicas de su mascota. Luego atino a sentarme en una de las tantas sillas que tiene el parque, no sin antes silbar a Boris para que él sepa dónde estoy.
Saco mi celular del bolsillo derecho de mis pantalones. Digito mucho en el cuadro de conversación, sin embargo luego borro lo escrito, y comienzo a escribir otra cosa, y lo borro nuevamente. Tengo la cabeza llena de pensamientos poco claros y no puedo ordenar mis ideas. Por ese motivo, no sé qué escribir, pues el miedo de luego arrepentirme de lo que haya manifestado en mis textos, me atormenta.
La hermana de mi exnovia me había escrito en la tarde. Ella era la única persona de nuestro círculo, con la cual mantuve algún tipo de lazo o amistad en estos cuatro años y medio, después de decidir borrar todo rastro que me provocara un recuerdo suyo en mí. Nuestra conversación no era muy fluida. En realidad era algo más protocolar. Preguntar cómo estaba y cómo me iba en el trabajo y los estudios, luego de eso nada más.
Por quien sí siempre estaba al tanto, era por Boris. Me pedía, las pocas veces que nos escribíamos, fotos y videos de él. Me preguntaba si estaba bien. Si comía a sus horas. Si lo llevaba al veterinario para bañarlo y darle su dosis para las pulgas. Yo siempre respondía que sí. Hasta pasado el año y tres meses de aquél rompimiento, le pregunté si quería ver a Boris. Ella aceptó muy rápido y dos días después estábamos en el mismo parque donde me encuentro ahora, hablando un poco de mi vida y de la suya.
Nunca, en todo este tiempo que me escribió y en las pocas veces que nos encontramos para que ella vea a Boris, se refirió a su hermana. Ella siempre trató de cuidar ese tema, pues sabía que aquello era irrelevante y que recordar esa parte del pasado, iba a obligar a que yo corte todo nexo entre ambos. Sin embargo, hoy rompió ese criterio, y fue muy clara en su mensaje. Tan clara, que me pasé toda la tarde desconectado de mí mismo por aquello.
“Es mejor que te enteres de esto ahora y por mí, aunque creo que te va y te viene saber de ella. Pero siento que quizás, si te llegas a dar cuenta por ti mismo o por otra persona lo que está sucediendo, va a ser peor. No es nada malo, sabes. Es, no sé cómo decirlo, algo bonito para ella. Una etapa que yo viví muy joven, pero que ella a sus 24 años, podrá saber manejar muy bien. Bueno, regresando al tema. A lo que deseo llegar, y creo que muy inteligente tú, ya has deducido, es contarte que mi hermana está embarazada, ella tiene seis meses. Él será hombrecito y el doctor nos ha dicho que está bien. Mi mamá es la más emocionada de todo esto, mucho más que mi hermana y su pareja. Imagina que hasta nos ha dicho que vendrá de España unos meses para encargarse de ella personalmente mientras dure su embarazo, y también, en el momento del parto y así ser una de las primeras en ver a su nieto.
¿Sabes? Si te digo esto, es porque yo sé que siempre quisiste lo mejor para mi hermana y que de alguna manera, ella ahora está feliz. Y hasta me ha dicho que no existe mejor momento que este, el que está pasando.
Yo te quiero mucho a ti y a Boris también, y deseo que esto no afecte nuestra amistad, y espero también, me escribas muy pronto.
Un beso”.
Vuelvo a releer su mensaje y un suspiro ahogado sale de muy dentro de mí. Miro a Boris, él yace feliz. Luego de intentar escribirle algo otra vez—debido a que mientras estaba en la ducha, ella me escribió nuevamente, preguntando si me encontraba bien— declino y guardo mi celular en el bolsillo. Nada ha cambiado en mí, pienso. Sigo siendo el mismo chico sentimental que escogió a una sola mujer para su vida entera, sin embargo a veces las cosas no resultan como uno lo anhela.
—Diez y media de la noche—. Ya es un poco tarde, Boris está cansado y yo pensativo. Le silbo, él viene corriendo y con la lengua fuera del hocico, suspendida en el aire. Cargo a Boris, lo noto agitado, por esa razón, decido llevarle en mis brazos hasta casa. Camino con premura y no demoro ni dos minutos en llegar hasta el portón del antiguo condominio donde vivo. Ingreso, subo las escaleras, abro la puerta de mi departamento, suelto a Boris, lleno de agua su recipiente y le observo.
Ingreso a mi cuarto con tranquilidad y me siento en la cama. Pienso en ella. Toda la tarde y la noche, he estado pensando en ella. Cierro mis ojos y trato de imaginar su sonrisa, y su rostro. No puedo. En mi mente sólo hay un recuerdo débil de ella. Las facciones de su rostro tienen partes incompletas en mi memoria. Trato de imaginarla de nuevo, pero no logro recordar su rostro del todo, sólo puedo imaginar una parte vana de ella.
Me frustro y agarro mi cabeza con ambas manos, y miro el suelo. —Piensa, piensa, piensa— exclamo en voz alta. Tomo mi computador, sé lo que voy a hacer. Ingreso a mis archivos y busco uno por uno, trato de encontrar uno en especial. Busco un video que me hizo ella alguna vez. Alguna vez que cumplimos meses, cuando aún éramos niños y la inocencia resplandecía en su rostro. Abro todas mis carpetas, reviso los archivos con meticulosidad, y al final, en una carpeta que tiene como nombre —antaño— yace un video que tiene digitado su nombre.
Dos clics bastan para regresar mi mente al pasado. Ella está allí, en la pantalla de mi computador sonriendo. Ahora no hay necesidad de recordar. Me pregunto, mientras la observo, cuando habré dejado de sentir esto que estoy sintiendo ahora de nuevo. Sé que no fue, al menos, en el primer año. Una lágrima brota de mi ojo derecho y se posa en el teclado de mi computador. Ella sonríe y manifiesta que me amará por siempre. Yo sonrío y rompo en llanto.
La imagino echada al lado mío, después de haberle hecho el amor. Yo cogiendo su cabello lacio y negro con delicadeza. Tocando su rostro suave y sonriéndole al mirar su inocencia hecha gestos. La imagino mirándome a los ojos, a través de sus lentes, y pidiéndole que se quite éstos, debido a que siempre se ha visto más hermosa así, sin nada que opaque su mirada. No sé cuántas veces manifesté aquello, cuantas veces le dije que se veía mucho más bella así.
De igual forma, recuerdo su piel blanca, muy blanca. Sus pecas redondas y marronas distribuidas en diferentes partes de su cuerpo, como el universo y sus constelaciones. Imagino sus piernas largas, sus senos, su abdomen, su exquisito olor. La imagino a ella completa, tan real, tan posible, al lado mío, haciéndole el amor una vez más y diciéndole que no la he podido olvidar y que el tiempo no ha curado nada. Que el tiempo sólo es relativo y que en una esas relatividades, ambos somos felices, pero aquí no. Aquí ella ha decidido ser feliz de otra manera, y ahora yo debo conformarme a ser feliz también pero sin ella, como en estos duros años.
2 notes · View notes