Tumgik
#mi celu murió pero yo no >:3
quetz-artl · 4 years
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Aviso
Oigan, no sé si ya les dijeron pero pa’ los que no saben, mi celu se desconchinfló y ando en la compu y ps no voy a estar activa en ningún grupo hasta que me compren otro ._.
Pero por otro lado, quiero hacer un challenge ahorita que son vacaciones de Semana Santa uwu. El challenge va de que recomienden alguna canción que les guste y yo hago un dibujo tradicional o digital basado en esa canción :3 (sirve que practico algunas cosas) la canción la pueden poner en los comentarios o por un ask, las espero uvu
Nomás perdón si tardo en hacerlos “-w-
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eldiariodelarry · 6 years
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El Huaso, parte 32: “El Escritorio”
Parte 1, Parte 2, Parte 3, Parte 4, Parte 5, Parte 6, Parte 7, Parte 8, Parte 9, Parte 10, Parte 11, Parte 12, Parte 13, Parte 14, Parte 15, Parte 16, Parte 17, Parte 18, Parte 19, Parte 20, Parte 21, Parte 22, Parte 23, Parte 24, Parte 25, Parte 26, Parte 27, Parte 28, Parte 29, Parte 30, Parte 31.
Subí a la Avenida Angamos y me fui caminando en dirección norte. Seguía llorando, pero en silencio. Mis lágrimas caían sin obstáculos por mi rostro y yo evitaba mirar a la gente en la calle, hasta que a la altura del “previa”, escuché una voz familiar que decía mi nombre.
—¿Larry?, Larry, ¿qué te pasó? —me preguntó Pedro, el hermano del Bryan, que se separó de su grupo de amigos y se acercó a abrazarme.
—Nada… —le respondí, tratando de hacerme el tonto, pero apenas hablé la voz me tembló por el llanto.
—Fue ese Huaso, ¿cierto? —me preguntó con certeza, y yo le respondí con mi silencio—. Ya, tranqui. ¿Quieres ir a la casa y tomarte algo? Un vaso de agua, un café… —me ofreció amablemente.
Acepté altiro porque no quería irme a mi casa y llegar llorando o con los ojos rojos, eso levantaría sospechas. El Pedro se despidió de sus amigos, y el Victor, su pololo, nos acompañó.
Llegamos a la casa de los Rojas, y noté que el Bryan estaba muy arreglado (mucho más de como estaba cuando nos juntamos mas temprano). Al verme se sorprendió y se asustó.
—Larry, ¿Qué te pasó? —me preguntó y se acercó a abrazarme rápidamente, tirando su celular en el sillón. Yo solo le respondí con silencio, y apretándolo fuerte para soltar toda la angustia que tenía, porque no quería soltar el llanto gritón—. ¿Te asaltaron? —me preguntó separándose de mi, y mirándome de pies a cabeza en busca de algún daño.
—Fue ese tal Huaso —respondió el Pedro por mí.
El Bryan abrió los ojos ampliamente, demostrando su sorpresa.
—¿Te pegó el Huaso? —tenía rabia en sus ojos—. Está en su casa, ¿cierto? —me preguntó, dirigiéndose al sillón a agarrar su chaqueta y su celu.
—No me pegó —hablé al fin—. No se preocupen, lloro porque soy muy cuático, solo eso —me justifiqué. No quería preocuparlos más, y tampoco quería que el Bryan fuera a pegarle al Huaso, porque lo más probable era que el Huaso se desquitara con él también.
—¿Qué pasó entonces? —volvió a preguntar mi amigo, calmándose un poco.
Nos sentamos en el sillón y les conté toda la historia, que tuve un pequeño palabreo con la Señora Sonia, que el Huaso se asustó y se enojó por eso y me terminó echando a la calle.
—Es bien imbécil tu pololo —dijo el Pedro después que terminé de contarles lo sucedido.
—Es que tiene miedo de que su familia se entere… —trataba de justificarlo, porque en el fondo lo entendía.
—No wn, él no puede hacerte esto —comentó el Bryan.
—El miedo a que la gente sepa que te gusta el pico no te da derecho a echar a tu pololo a la calle como si nada —el Pedro estaba indignado.
Estuvimos bastante rato hablando. Ellos me aconsejaban e intentaban subirme el ánimo, y lo estaban logrando. El Victor comentaba poco pero de todas formas me hacía sentir su apoyo y empatía. Nos pusimos a ver tele mientras tomábamos té con empanadas de pino que había hecho la mamá del Bryan, y pude relajarme un poco y sentir que lo que había pasado no había sido tan importante.
—No puedo creer que le haya puesto tanto color. Que vergüenza —comenté.
—No le pusiste color…o bueno si, un poco —me dijo el Pedro—. Quizás exageraste el llanto —se rió—, pero lo que hizo él no fue muy bonito tampoco.
—Está bien que llores, no te preocupes por eso —me apoyó el Bryan, dándome unas palmadas en la espalda.
Al rato el Victor se tuvo que ir, así que se despidió de nosotros y el Pedro lo acompañó a tomar colectivo.
—Te apuesto que aún ni te ha hablado para pedirte perdón —me dijo el Bryan cuando estuvimos solos.
—Capaz que no —le respondí buscando mi celular entre mis bolsillos. Entré en pánico al no sentir mi celu en ninguno de mis bolsillos—. CSM se me quedó el celu en su cama —le dije con pesar.
—¿Estarán preocupados tus viejos si no contestas? —me preguntó.
—Si, obvio que se preocuparían —le respondí—. Pero les dije que me quedaría a dormir donde el Huaso, y cuando lo hago no me llaman mucho. Aparte si llaman quizás el Huaso contesta y les dice que estoy durmiendo.
—¿Quieres dormir acá entonces? —ofreció mi amigo—. Digo, en caso de que el Huaso les haya dicho que estás durmiendo en su casa.
Acepté su ofrecimiento. Me llevó a su pieza y me dijo que podía dormir en su cama, que él dormiría con su hermano, y me dio permiso para desordenar todo lo que quisiera.
—Gracias por soportar mi crisis de hoy —le agradecí, con un poco de vergüenza.
—De nada Larry, para eso estoy —me sonrió y me dio un suave golpe de puño en el brazo—. Solo no dejes que te traten mal. Nunca. Te mereces mucho mas que eso —me dio un fuerte abrazo—. Te quiero mucho wn.
—Yo también te quiero caleta wn —le respondí, con un nudo en la garganta. Lo apreté bien fuerte contra mí, como si haciéndolo pudiera absorber el máximo de su tranquilidad y sabiduría.
—Buenas noches —me dijo después de unos largos segundos de abrazo.
—Buenas noches —le respondí. Cerró la puerta y me dejó solo en su pieza.
Me saqué la ropa y me acosté en su cama bajo las tapas. A pesar de todo lo que había pasado (o por causa de ello), me quedé dormido de inmediato, y me sumí en un sueño profundo sin volver a despertar hasta la mañana siguiente.
Cuando desperté ya tenía la mente mas despejada y me di cuenta de verdad lo que había hecho el Huaso. Entendía que tuviera miedo por la posibilidad de que sus padres se enteraran, pero ésta era tan remota que lo que hizo fue injustificado, y así pasé de la pena al enojo.
Me desperté y comencé a vestirme, y en ese momento el Bryan tocó suavemente la puerta y entró a la habitación.
—Hola —me saludó con su habitual sonrisa—. ¿Cómo dormiste?
—Bien —le respondí—. Ahora estoy con rabia —se rió.
—Tranquilo wn —me dijo sacando ropa de su closet—. Tienes hartos días para no verlo si no quieres.
—Menos mal.
Me ofreció quedarme a desayunar, pero le dije que prefería irme lo mas luego posible por si mis papás habían llamado mucho por teléfono. Me despedí de él con un largo abrazo de agradecimiento, y me fui.
Al llegar a mi casa, no había nadie levantado, así que supuse que me había salvado del interrogatorio, pero cuando estaba subiendo las escaleras, escuché que mi papá abrió la puerta de su habitación y me habló.
—¿Y usted por qué no contesta el celular? —me preguntó con voz grave. Me volteé para responderle, esperando que no se notara en mi rostro la pésima noche que pasé.
—Es que se me descargó y no me di cuenta —inventé.
—Mmm, ya —evaluó mi respuesta—. Estábamos preocupados por usted. Para la próxima cargue su celular —me recomendó y se acercó a abrazarme.
—Sí papá —le respondí entre sus brazos, disimulando mi emoción y vergüenza por haberlos preocupado tanto.
Ese fin de semana fue eterno. Como no estaba con el Huaso, las horas pasaban muy lentas y sentía que tenía demasiado tiempo libre y no sabía qué hacer con él.
El Bryan se ofrecía para distraerme y no pensar en la pelea con el Huaso.
—Ayer salí con una niña —me contó él mientras jugábamos play.
—¿Con quién? —le pregunté sorprendido, desconcentrándome un poco del juego.
—Es una amiga del Nico, que conocí hace un tiempo. Nos íbamos a juntar el jueves, pero como llegaste mal, lo cancelé —dijo sonrojándose.
—¿Y por qué no me dijiste? —volví a sorprenderme—. ¡Te arruiné la cita! Yo podía irme a llorar a otro lado.
—No, no, no. ¿Cómo se te ocurre? Debiste verte como estabas. Eras un desastre —me explicó.
—¿Y qué tal la cita? —le pregunté dándole codazos en el brazo.
—Buena. Buenísima. Fuimos a las ramadas y la pasamos re bien. Después quiso que fuéramos a su casa, así que fuimos…
—Pero amigo, ¡en la primera cita! —le dije pausando el juego, sorprendido por su rapidez—. Eres bien puto wn —le di golpes en el abdomen, riéndome.
La conversación se vio interrumpida por mi mamá que entró a la pieza con cara seria.
—Hijo, el Pato te trajo esto —me dijo y me entregó mi celular—. ¿Por qué lo tenía él?
Me quedé congelado. No supe que responder (o inventar), así que el Bryan intervino.
—Tía, lo que pasa es que el celu del Huaso murió, y necesitaba uno para comunicarse con su familia porque su hermana está enferma —inventó mi amigo, mientras yo trataba de disimular la sorpresa—. Yo le iba a pasar el mío, pero no usaban los mismos chips, así que no le servía, y por eso el Larry le prestó el suyo.
Mi mamá y yo quedamos perplejos ante la explicación del Bryan.
—¿Y está bien su hermana? —preguntó preocupada mi mamá después de unos segundos. Yo asentí con la cabeza inmediatamente.
—Por eso lo trajo, ya su hermana está bien, así que ya no necesita estar contactando a su familia 24/7 —respondí.
—Ah, ya. Que bueno que se haya mejorado —comentó mi mamá—. Le dije al Pato que subiera, que estaban ustedes jugando acá y no quiso subir —agregó. Se me heló la sangre, pensando que el Huaso pudo haber dicho algo demás a mi mamá por el enojo.
Mi mamá nos dejó solos y el Bryan se quedó mirándome preocupado.
—¿Estas bien? —me preguntó poniéndome su mano en la espalda—. Creo que zafaste super bien —dijo para tranquilizarme y yo me lancé a abrazarlo. Necesitaba aferrarme a alguien, para sentir que todo estaba bien—. Estás temblando —dijo sorprendido.
—Si, sorry —me disculpé separándome de el—, es que me dio miedo que pudiera haberse dado cuenta.
—Al menos lo manejaste mejor que el Huaso. Espero que no me eches a la calle —comentó en broma.
—Idiota —le dije, recuperando un poco la tranquilidad.
Revisé mi celu y tenía muchos mensajes de Whatsapp y la mayoría eran del Huaso, pidiéndome perdón.
—Se ve arrepentido —comentó el Bryan.
—Si… —no sabía como sentirme al respecto. Estaba feliz por saber que estuviera arrepentido, quería estar con él, abrazarlo, besarlo, amarlo; pero aún estaba dolido por lo que hizo, así que le dejé el visto por el momento.
Al día siguiente en la U, estaba trabajando en la tesis y el profe me dijo que desde ahora en adelante los trabajos experimentales no requerirían tanto tiempo, así que el tiempo que me sobraba lo podía ocupar en escribir el marco teórico. Y obviamente yo no le hice caso. Gracias a eso pude recuperar mis turnos en la pega y así distribuí bien mis tiempos entre la u, la tesis y el trabajo.
Al Huaso no lo vi hasta el martes, mientras esperábamos que comenzara  la clase teórica de ese día. Cuando llegó no me saludó y yo no entendí por qué si me pedía perdón por whatsapp, pero hice como si nada, porque de todas formas aún estaba molesto.
—¿Qué le pasa? —me preguntó el Bryan en voz baja—, ¿Qué pasó con que te pedía perdón?
—No sé wn —le respondí simulando indiferencia—. Cada vez más raro el Huaso...
Así estuvimos toda la semana. Mirándonos seriamente a la distancia (aunque notaba más enojo en su mirada que en la mía), con el grupo dividido entre ambos. La Claudia no me dirigía la palabra, y el Bryan no intentaba hablarle al Huaso porque sería perder el tiempo. el Victor y la Cata compartían con ambos, pero se inclinaban un poco más hacia el Huaso y hacia mi, respectivamente.
—Oye, ¿qué te pasa? —le pregunté al Huaso el día jueves, cuando lo encontré saliendo solo de la biblioteca en la tarde. El Huaso me miró y siguió caminando como si no hubiera escuchado nada—. ¡Oye! —le repetí, agarrándolo del brazo.
—¿Qué me pasa de qué? —me preguntó haciéndose el tonto y zafándose de mi agarre.
—¿Por qué estay enojado? —le pregunté, calmándome un poco y bajando la voz a un volumen normal.
—¿Te parece poco lo que hiciste?
—¿Qué hice? —le pregunté desafiante.
—Le dijiste a la señora Sonia que somos pololos —dijo bajando la voz para que nadie escuchara.
—¡Nunca le dije eso! —le respondí sorprendido por su capacidad de tergiversación—. Aparte me mandaste mensajes pidiéndome perdón por eso, porque sabes que reaccionaste mal.
—Te quería pedir perdón por haberte echado de mi casa. Para eso fui a tu casa, a dejarte tu celu y pedirte perdón. Pero estabai super bien con el Bryan.
—¿Y por esa wea te enojaste? ¿por el Bryan? —le pregunté incrédulo.
—Siempre que peliai conmigo después te vay a meter con ese weon —me dijo con rabia.
—Voy a hablar con él, porque es mi amigo. No me meto con él —le respondí serio—. ¿O que wea querí que haga? ¿Que me coma tu mierda en silencio y me deprima encerrado en mi casa sin hablar con nadie?
—Ya, si. Tienes razón —dijo después de unos segundos, y se fué, ignorando mi petición de que se quedara para conversar.
Tenia ganas de ir tras él y abrazarlo para dejar todo atrás y solucionar nuestros problemas, insistir en que se le pasara el enojo, pero también me sentía muy descolocado por toda la situación. Me senté en la escalera pensando qué podría hacer para que volviéramos a como estábamos antes, pero solo se me ocurrió hacer lo que hago suelo hacer: arrancar de mis problemas.
Decidí que dejaría de ir a las clases teóricas por el momento para dejar de ver al Huaso. Así, podría despejar bien la mente y decidir qué era mejor para mí.
Claramente no funcionó. Pensaba en el Huaso todos los días, a todas horas, pero al menos eso no me desconcentraba de mi trabajo en la tesis o en los laboratorios prácticos. Sí me desconcentraba en la pega, pero no requería mucha concentración en ese ámbito, ya que el manejo de los clientes era bastante sencillo.
Después de una semana de no ver al Huaso, un dia jueves en la tarde, pensé que la mente me estaba jugando una mala pasada, cuando lo vi entrar a la tienda.
—Hola —me saludó con timidez.
—Hola —lo saludé serio, disimulando la alegría que me daba verlo.
—Quiero ver camisas —dijo inseguro, como intentando omitir que éramos pololos.
—¿De qué tipo? —le seguí el juego, parándome para mostrarle las camisas. Le di la espalda mientras seleccionaba distintos tipos de camisas, y él aprovechó la ocasión para acercarse por detrás mío y abrazarme. Me zafé y me volteé para mirarlo, enojado por su patudez.
—Perdóname por favor —me pidió con la voz temblorosa.
—¿Por qué precisamente? —pregunté serio aún.
—Por todo. Por tratarte pésimo, por echarte de mi casa —dijo con las lágrimas corriendo por su rostro, pero con su voz aún bastante firme para su estado emocional—. Por ser tan celoso y por arruinar todo por ser tan cobarde.
Me hice el fuerte y no mostré señal de perdón.
—Eran varian cosas… —dije en voz alta, como si estuviera pensando.
—Y deben haber muchas mas que no recuerdo ahora —dijo humildemente.
—¿Te dijo algo después la señora Sonia? —pregunté curioso, alargando el momento para perdonarlo.
—Nada… —respondió él, avergonzado.
—¿Y tus papás te han dicho algo? —tenía que confirmar que mis palabras no habían tenido una real consecuencia en su vida.
—Nada.
—¿Entonces admites que sobredimensionaste todo?
—Si —admitió él, cabizbajo—, pero por favor entiéndeme también.
—Pero si yo te entiendo. Entiendo el miedo que sientes porque yo también lo siento. Cada vez que estamos juntos en mi casa lo siento. Tengo terror de que mis papás se enteren, pero al menos sé que te tengo a ti, y como sea que ellos reaccionen tú vas a estar ahí conmigo. Y me duele que tu no sientas lo mismo hacia mí, que prefieras echarme de tu casa en vez de aceptarme como un apoyo emocional —ahora era yo el que lloraba, pero con la voz quebrada y con dificultad para hablar.
El Huaso se acercó a mí y me abrazó fuerte.
—Te amo. Y sé que tu también estarás ahí para mí, pero necesito aprender a manejar el miedo. Me bloqueo cuando entro en pánico, y no lo puedo controlar…
—Ya estay grande como para no saber como reaccionar frente a una situación adversa —le dije con la voz aún temblorosa.
—Lo sé… —me abrazó más fuerte.
Estuvimos ahí abrazados por unos segundos, asimilando nuestras palabras.
—¿Vas a dejar de enojarte por juntarme con el Bryan? —le pregunté, después de un rato.
—Lo intentaré —aceptó—. Todo lo demás prometo cambiarlo, pero no puedo asegurar que me va a empezar a caer bien ese weon.
—De verdad que no te entiendo —le dije molesto, separándome de él.
—¡Pero si tú sabes por qué me cae mal! —dijo intentando mantener la voz en un volumen normal.
—Ya, pero yo ya te dije que eso es imposible, que te estas pasando muchos rollos.
—Bueno, y por eso lo seguiré intentando, olvidarme de mis celos, dejarlo pasar. Te lo juro que lo intentaré —prometió, acercándose nuevamente a mí—. Por ti.
—¿Seguro? —quise confirmar.
—Seguro. Hasta podría invitarlo a salir un día —se dio el lujo de bromear.
—¿Ah si? —me reí—. Te voy a cobrar la palabra entonces.
Nos reímos, relajándonos un poco por las emociones de la “reconciliación”.
—¿Cuánto te falta para salir? —me preguntó, abrazándome.
—Salgo a las 9. Si quieres esperas conmigo, queda media hora —ofrecí.
—Bueno, te espero —se comprometió, y me besó. Por fin después de semanas pude sentir sus labios. Me estremeció como si fuera nuestro primer beso, y de inmediato crucé mis brazos en su nuca.
Él aprovechó el impulso y me tomó de las piernas, y cargándome me llevó al escritorio.
—¿Qué onda esto? —preguntó sorprendido al ver que no llegaba a la superficie del mueble. El escritorio era mas bajo de lo normal, así que quedé a una altura medio incómoda—. Bueno, cambio de planes entonces —dijo sentándose en mis piernas, frente a mí, y nos besamos.
Nos besamos lentamente, disfrutando nuestro “reencuentro”, el cual fue interrumpido por unos crujidos. Nos quedamos inmóviles y en silencio al escucharlos, pero al hacerse más fuerte los crujidos caímos ambos al suelo, entre los restos del escritorio que había cedido bajo nuestro peso.
—¿Estás bien? —me preguntó preocupado el Huaso, y tras mi respuesta afirmativa con la cabeza, se puso a reir por lo ocurrido—. Amor, creo que te acabas de quedar sin pega.
—Si... —respondí, intentando pensar en como iba a solucionar tremendo problema. 
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gataroja-blog1 · 7 years
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Soy adicta
Siempre creí que no era adicta a nada: me da lo mismo si se acaba la marihuana, cambié la piscola por unas copitas de vino el fin de semana y me tiro un ácido al año si es que me lo regalan, además casi ni consumo azúcar refinada. Pero a veces me pongo tiritona, mis manos sudan y cambio horas de sueño por pajas mentales enojandome por cosas que sólo pasan en mi mente para retroalimentar el sentimiento de vulnerabilidad. Soy adicta al enamoramiento. No es broma ni una exageración. Y como adicta conlleva las mismas etapas que cualquier otra droga, es decir, que cualquier otra cosa que necesitas para "subir", para sentirte mejor: 1) El síndrome de abstinencia: Cuando no tienes tu droga, es decir, cuando la persona que quieres no te pesca un rato (" desde ayer no me manda nada por whatsapp") comienzas a desesperarte y a producir menos en otros espacios (ej, estar en la pega pendiente del celular, buscar modos de sicopatearle las redes sociales, fantasear cosas malas y buenas en cuestión de segundos, no poder concentrarte para estudiar, etc) 2) Cuando tienes la dosis de droga, puedes producir bien todo el resto, hasta puedes ver mas objetivamente tu adicción y pensar "que hueona fui, no me pescaba porque estaba ocupado jijiji" "y sabis, no es tan bacán, habla puras hueás"... 3) Todo lo que hagas, aunque sea el carrete más épico del mundo... en tu interior es menos bacán que estar con esa persona o en todo lo que haces revisas el celu para generar algún tipo de interacción estés donde estés. 4) Tu estado de ánimo cambia de acuerdo al feedback con esa persona.. en un día lloras, ríes, te encantas y desencantas. 5) Como una adicta, te cuesta lidiar con la incertidumbre: "¿Cuándo lo veré de nuevo? ¿Me irá a llamar?" y mientras esa persona no cumpla con tu expectativa la odias para luego sentir su atención y volver a "amarla" nuevamente. Este juego de emociones y adicción se llama dependencia emocional y se origina por una baja autoestima, entonces te amas y validas sólo cuando sientes que otra persona lo hace. Generalmente su origen viene de la infancia, si creciste en un ambiente donde faltó la figura paterna, sentiste rechazo de algún miembro familiar o nunca te hicieron sentir seguros como persona en esa etapa de la vida, entonces buscas esa fortaleza en la relación amorosa cuando grande. ¿Y entonces por qué cuando me pescan ya no me gustan? por lo mismo mi reina, porque cuando lo logras, no sabes cómo lidiar con eso, tus emociones no conocen el amor leal y estable entonces le resulta mas cómodo lidiar eternamente con la frikeadera del tira y afloja, esas relaciones intensas pero cortas, donde te terminan porque te volvías loquita o exigías muhco y quedai para la cagada hasta que te enamoras de nuevo. Ah, y se pone más emo, porque no te enamoras de la persona, te enamoras del hecho que alguien te mime y se preocupe por ti. Las etapas donde no te gusta nadie, sientes que la vida es fome, puedes salir con amigas, trabajar, tener éxito en todo aspecto, ganar premios... pero te falta la emoción del enamoramiento, porque lleva tensión y estás acostumbrada a eso, a ganarte a las personas... (como en la infancia para que te tomaran en cuenta...chán). Las que tenemos este problema sabemos desde lo racional el "para amar a otros debes amarte tú primero" "ah, yo no necesito a nadie para ser feliz" "la media naranja no existe"... y aveces logramos lidiar bien desde lo emocional con ello, pero aprender a amarse una misma y no usar como parámetro la validación que se tenga desde el resto es un trabajo que puede durar años. Si tu pinche te dire que estai rica andai Beyonce por toda la ciudad, pero apenas puedes almorzar si no te ha dado los buenos días. Yo estoy yendo a terapia y no me averguenza, tiendo a sentirme sola y retroalimentar que no le importo a nadie desde que se murió mi vieja... es enfermo de emo pero por lo mismo googlié terapeutas, porque sé que esos pensamientos no son reales, aunque los sienta; ustedes pueden tener otras causas, y todas pesan lo mismo... Escribo esto porque estoy viendo la segunda temporada de la serie Love y la protagonista tiene el mismo problema y a una le encanta sentirse identificada po. Y bueno, les escribo para decirles que si creen que es normal estar psycho por un pololo, pinche, tiramigo, etc.. no lo es... nunca va a estar bien sentirse poco importante en el universo... Besitos! - Confesiones de una soltera
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muerequienesper-a · 7 years
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SOY ADICTA Siempre creí que no era adicta a nada: me da lo mismo si se acaba la marihuana, cambié la piscola por unas copitas de vino el fin de semana y me tiro un ácido al año si es que me lo regalan, además casi ni consumo azúcar refinada. Pero a veces me pongo tiritona, mis manos sudan y cambio horas de sueño por pajas mentales enojandome por cosas que sólo pasan en mi mente para retroalimentar el sentimiento de vulnerabilidad. Soy adicta al enamoramiento. No es broma ni una exageración. Y como adicta conlleva las mismas etapas que cualquier otra droga, es decir, que cualquier otra cosa que necesitas para "subir", para sentirte mejor: 1) El síndrome de abstinencia: Cuando no tienes tu droga, es decir, cuando la persona que quieres no te pesca un rato (" desde ayer no me manda nada por whatsapp") comienzas a desesperarte y a producir menos en otros espacios (ej, estar en la pega pendiente del celular, buscar modos de sicopatearle las redes sociales, fantasear cosas malas y buenas en cuestión de segundos, no poder concentrarte para estudiar, etc) 2) Cuando tienes la dosis de droga, puedes producir bien todo el resto, hasta puedes ver mas objetivamente tu adicción y pensar "que hueona fui, no me pescaba porque estaba ocupado jijiji" "y sabis, no es tan bacán, habla puras hueás"... 3) Todo lo que hagas, aunque sea el carrete más épico del mundo... en tu interior es menos bacán que estar con esa persona o en todo lo que haces revisas el celu para generar algún tipo de interacción estés donde estés. 4) Tu estado de ánimo cambia de acuerdo al feedback con esa persona.. en un día lloras, ríes, te encantas y desencantas. 5) Como una adicta, te cuesta lidiar con la incertidumbre: "¿Cuándo lo veré de nuevo? ¿Me irá a llamar?" y mientras esa persona no cumpla con tu expectativa la odias para luego sentir su atención y volver a "amarla" nuevamente. Este juego de emociones y adicción se llama dependencia emocional y se origina por una baja autoestima, entonces te amas y validas sólo cuando sientes que otra persona lo hace. Generalmente su origen viene de la infancia, si creciste en un ambiente donde faltó la figura paterna, sentiste rechazo de algún miembro familiar o nunca te hicieron sentir seguros como persona en esa etapa de la vida, entonces buscas esa fortaleza en la relación amorosa cuando grande. ¿Y entonces por qué cuando me pescan ya no me gustan? por lo mismo mi reina, porque cuando lo logras, no sabes cómo lidiar con eso, tus emociones no conocen el amor leal y estable entonces le resulta mas cómodo lidiar eternamente con la frikeadera del tira y afloja, esas relaciones intensas pero cortas, donde te terminan porque te volvías loquita o exigías mucho y quedai para la cagada hasta que te enamoras de nuevo. Ah, y se pone más emo, porque no te enamoras de la persona, te enamoras del hecho que alguien te mime y se preocupe por ti. Y el miedo a que te dejen es el que te mueve a buscarlo y el que te hace pasar rollos en la micro. Las etapas donde no te gusta nadie, sientes que la vida es fome, puedes salir con amigas, trabajar, tener éxito en todo aspecto, ganar premios... pero te falta la emoción del enamoramiento, porque lleva tensión y estás acostumbrada a eso, a ganarte a las personas... (como en la infancia para que te tomaran en cuenta...chán). Las que tenemos este problema sabemos desde lo racional el "para amar a otros debes amarte tú primero" "ah, yo no necesito a nadie para ser feliz" "la media naranja no existe"... y aveces logramos lidiar bien desde lo emocional con ello, pero aprender a amarse una misma y no usar como parámetro la validación que se tenga desde el resto es un trabajo que puede durar años. Si tu pinche te dire que estai rica andai Beyonce por toda la ciudad, pero apenas puedes almorzar si no te ha dado los buenos días. Yo estoy yendo a terapia y no me averguenza, tiendo a sentirme sola y retroalimentar que no le importo a nadie desde que se murió mi vieja... es enfermo de Radiohead pero por lo mismo googlié terapeutas, porque sé que esos pensamientos no son reales, aunque los sienta; ustedes pueden tener otras causas, y todas pesan lo mismo... Escribo esto porque estoy viendo la segunda temporada de la serie Love y la protagonista tiene el mismo problema y a una le encanta sentirse identificada po. Y bueno, también para decirles que si creen que es normal estar psycho por un pololo, pinche, tiramigo, etc.. no lo es... nunca va a ser correcto sentirse poco importante en el universo... Acabo de leer este post y sí, reafirmo que soy dependiente emocional. Osea, siempre lo supe, pero ya. Iré al Psico, total, es promedio que una estudiante de psicología asista a psicoterapia. ESS.
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eldiariodelarry · 6 years
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El Huaso, parte 24: “Primos”.
Parte 1, Parte 2, Parte 3, Parte 4, Parte 5, Parte 6, Parte 7, Parte 8, Parte 9, Parte 10, Parte 11, Parte 12, Parte 13, Parte 14, Parte 15, Parte 16, Parte 17, Parte 18, Parte 19, Parte 20, Parte 21, Parte 22, Parte 23.
—¿Todo bien amor? —me preguntó el Huaso entrando a la pieza con la toalla amarrada en la cadera.
—Si, todo bien —mi cara no coincidía con mis palabras. No sabía si contarle lo que me había dicho el Sergio.
—No se te nota —se acercó a mi y me dio un beso—. Es por el Kevin ¿cierto? Derrepente puede ser medio insoportable con su pará de macho, pero no lo pesques, ¿ya? —asentí—. ¿Se quiere relajar un ratito? Aprovechemos ahora porque después no vamos a poder —me dijo agarrándome el paquete, que ya estaba luchando por escapar de su prisión de tela.
—Mejor no —le dije—. Puede entrar el Sergio po.
—Ya, si, mejor —me dijo resignado—. Pero no te olvides que me encantas… y no pienses que te vas a librar de mi. Quizás nos podemos ir a algún lugar oscurito en la noche.
—Me gusta tu idea —le dije sonriendo, esta vez genuinamente—. Y también me encantas.
Nos besamos largo rato, hasta que le dije que me tenía que ir a duchar.
—Ya, pero tienes mucha ropa como para la ducha —me dijo abriéndome el short—. Es de mala educación bañarse con ropa —me sacó la polera y bajó besando mi abdomen hasta llegar a mi paquete. Me bajó el short con el bóxer y me hizo un sexo oral frustrado. Apenas comenzó a “dirigirse al país” (me puse Carolo de Moras con las analogías xd), sentimos las risas escandalosas de sus primos llegando a la cabaña—. Puta la wea —se levantó enojado—, no podemos tirar tranquilos nunca. Amor, estoy acumuladísimo.
—Pero tú no quisiste tirar en tu casa po —le respondi—. Estuvimos dos días allá y no me quisiste dar la pasada.
—Pero es que estaban mis papás. Me daba cosa tirar contigo ahí con mis viejos en la pieza de al lado.
—¿Y como en mi casa?
—Si pero a mi papá se le murió su viejita po —dijo bajando la mirada—. Imagínate nos pillaban. Se muere po.
Lo abracé y le dije que lo sentía por enrostrarle la sequía en la que estábamos. Me fui a bañar y por mientras él se vistió y salió a conversar con sus primos. Ya al salir de la ducha y terminar de alistarme, eran casi las 9 de la noche y comenzaron a llegar un par de conocidos del Kevin, todos con la misma manera de alargar las vocales al hablar en altos decibeles.
—Si te sientes incómodo en algún momento me avisai nomas —me dijo el Huaso cerca de las 11 de la noche cuando la cabaña empezaba a llenarse de gente—. Ahí por último decimos que vamos a ir a comprar y no volvemos en harto rato.
—Bueno —le respondí sonriendo, aliviado por su propuesta—. ¿Puede ser ahora?
—Aguantemos una hora por último.
Llegó la amiga del Kevin con sus 4 invitadas, y todas eran delgadas y de largas cabelleras planchadas. Se presentaron y como si estuviera designada, las mas bajita del grupo de amigas se pegó como lapa al Huaso. La miré con desconfianza y celos, pero el Kevin interrumpió mi mirada asesina para presentarme a la Camila, una chica bonita de cara, delgada y pelo negro. Conversamos un rato, pero al rato me dejó botado para ir a hablar con la amiga “designada” para conquistar al Sergio, que estaba animadamente conversando con ella. Miré nuevamente al Huaso, que estaba conversando en un grupo con el Kevin, el Dani y las tres chiquillas (la enana no le quitaba los ojos de encima a mi pololo), pero no quise ir a meterme entremedio para no quedar expuesto.
Me fui a la cocina a hacer como que me servía un copete, pero en realidad solo me serví bebida, y al voltearme caché que estaba el Sergio mirándome, sentado en la barra de la cocina.
—Pero sírvete algo más fuerte po —me dijo, señalándome el vaso—. ¿O creí que me voy a aprovechar de ti si te curai?
—Es que no me gusta el copete —inventé, para ver si esa fomedad lo espantaba—, así que no tomo mucho.
—Puta te creería si no te hubiera visto el año pasado tomarte hasta el agua de la piscina —dijo bajándose de la barra y acercándose al refri para sacar una lata de cerveza.
—¿Tu amiga no se va a enojar si la dejai botada mucho tiempo? —le pregunté cambiando de tema.
—No, le dejé en claro que estaba interesado en otra persona, y resulta que ella me dijo lo mismo. Obviamente no le dije quién era esa persona, no quería delatarte…
—¿Delatarme? —pregunté un poco nervioso—, si no hay nada que delatar.
—¡Relájate Larry! ¡Diviértete un rato! —me dijo tomándome los hombros y sacudiéndome un poco, con una sonrisa en la cara—. El año pasado te veías mucho mas alegre y relajado.
—No recuerdo haber estado muy alegre ni relajado en la camioneta —le respondí un poco mas relajado ante sus palabras.
—Bueno ahí no —se ruborizó—, pero antes si po. En la hacienda, en la piscina… te veías bien en traje de baño… —dijo mirándome a la cara, pero se podía ver en sus ojos que estaba recordando. Ahora yo me ruboricé.
—Gracias —solo eso atiné a decir.
—¿Me acompañai al patio un rato a fumarme un cañito? —me preguntó después de un rato de silencio. Miré alrededor buscando al Huaso, que estaba a puras risas tomando cerveza con sus primos y la lapa pegada a él, aunque a él parecía no importarle eso. El Sergio se dio cuenta de que busqué al Huaso con la mirada—. Tranquilo wn, si no se va ni a dar cuenta. Con la Pao colgada así de él no se va ni a acordar de ti. ¿Vamos?
—Bueno —le dije. Me respondió con una sonrisa y me guió hasta la salida.
En el patio había un par de parejas a puros besos y “bailando” un lento, y el Sergio me llevó a una banca que quedaba casi al borde de la cerca. Nos sentamos y le pregunté algo de inmediato.
—¿Cómo cachaste que yo soy…? —no alcancé a terminar la pregunta porque se rió—. ¿Soy tan obvio? —pregunté un poco ofendido.
—No wn, na que ver. O sea si, se te notaba por como mirabas al Pato. Y bueno igual me arriesgué, pero si te enojabai en la camioneta solo tenía que tirarte al camino —dijo riendo.
—Que bueno que no me enojé —dije sonriendo levemente.
—Si era broma oh —me dijo tomándome la mano. Cuando lo hizo lo me miró a los ojos y me puse nervioso.
—¿Y todo el año estuviste esperándome? —le pregunté curioso.
—Si po. O sea, igual estuve un rato con un loco. Un par de meses, en realidad, pero estaba medio loco y lo patié. Así que quedé solterito justo para el verano. Y cruzando los dedos para que nos viéramos —me acarició la mejilla y eso me descolocó. Me puso nervioso que justo nos viera el Huaso y malinterpretara todo.
—Tengo que ir a buscar mi celu… —le dije cambiando de tema para salir de ahí.
Me paré y me dirigí a la cabaña para decirle al Huaso que “fueramos a comprar”. Al entrar vi que estaba tomándose una cerveza y seguía hablando con el kevin y sus amigos, y con la “Pao” aún pegada a él. Me entraron los celos y la rabia, pero como siempre, me los aguanté y me dirigí a la pieza, cerré la puerta y me senté en la cama. La música retumbaba en las paredes, pero al menos ahí no tenía que fingir interés por conversaciones poco interesantes.
Me puse a pensar como chucha era posible que el Huaso me haya dejado botado todo el rato por sus primos (si sé, son su sangre así que tienen privilegio) y las amigas y amigos de sus primos. Me dio un poco de pena pensar en eso así que me disponía a cambiar mis pensamientos cuando sentí que golpearon la puerta. Me levante a abrir pensando que sería el Huaso que me vio entrar a la pieza con indignación.
—¿Puedo entrar? —me preguntó el Sergio al abrir la puerta. La abrí más para indicarle que entrara. Una vez dentro comenzó a hablar—. Gracias por dejarme entrar —me dijo una vez cerrada la puerta, y acto seguido me besó. Me tomó por sorpresa y lo empujé.
—No wn, ¡no!. No podemos estar juntos porque estoy pololiando con el Pato. Y lo amo, así que para por favor —la última frase la dije ahogando el llanto por la indiferencia del Huaso durante la noche.
—Ya, no wei —me dijo incrédulo—. Por último inventa otra wea. Imposible que el Pato esté pololiando contigo, si al weon le gustan las minas.
—No estoy inventando, es verdad —le dije mirándolo a los ojos.
—Le voy a ir a preguntar —dijo y salió rápidamente de la pieza, sin darme oportunidad de detenerlo. Lo seguí al living comedor, donde estaba el Huaso riendo a carcajadas de algún chiste, y vi como el Sergio le decía al oído algo que no pude escuchar, pero ambos miraron en mi dirección, y acto seguido el Sergio ayudó al Huaso a ponerse de pie y caminaron en dirección hacia mí—. Vamos a la pieza —dijo cuando estuvieron a mi lado.
Entramos a la pieza y el Huaso se quedó de pie en la puerta. Tenía problemas para enfocar la mirada y entonces habló.
—Ya po habla rápido —dijo con leves problemas para modular.
—Primo, lo que pasa es que el Larry me dijo que estaban pololeando ustedes po, y no le creo —comenzó el Sergio.
—Puta Larry, ¿por qué andai hablando weas? —me dijo el Huaso mirándome a los ojos.
—Lo que pasa es que —comencé a decir pero me interrumpió el Huaso.
—Te dije… no, te rogué que no le dijerai a nadie e igual te poní a contar la wea —estaba enojado, pero también veía la decepción en sus ojos.
El Sergio vió la reacción del Huaso y trató de explicar lo que había pasado.
—Primo, lo que pasó fue que yo…
—Cállate tú, si esto es mio con el Larry. Hiciste la misma wea con el Bryan wn —dijo dirigiéndose a mi, con lágrimas en los ojos—. ¿Cómo queri que te diga que no me gusta decir que estoy pololeando contigo? —entiendo lo que quiso decir pero igual me dolió. Me aguanté el llanto, mientras a él le corrían las lágrimas por la cara. Me acerqué para tratar de explicarle mejor, pero me corrió y salió de la pieza dando un portazo.
Me quedé ahí llorando con el Sergio de pie a mi lado sin saber que hacer.
—Disculpa, no quería que él se enojara… —me dijo dándome palmadas en el hombro—. Igual es el copete el que hablaba. Mañana voy a hablar con él y le voy a explicar todo.
Seguí llorando como por diez minutos mas, y luego me sequé las lágrimas sin decirle nada al Sergio. Salí de la pieza y me fui a buscar al Huaso. No estaba en ningún lugar de la cabaña ni en el patio, así que se me ocurrió ir a buscarlo a la playa.
Bajé a la playa y vi una silueta que estaba sentada en la arena. Me acerqué esperando que fuera él y al llegar a su lado lo vi y lo confirmé. Se me llenaron los ojos de lágrimas al verlo a el llorando aún. Miró hacia el lado e intentó pararse, pero lo detuve. me senté a su lado y lo tiré del brazo para que no se fuera.
—Déjame explicarte todo porfavor —le dije tratando de controlar mi voz sobre el llanto.
—Sale weon, sale —sonaba más ronco cuando hablaba llorando.
—No. No me voy a mover de aquí. Tuve que decirle al Sergio porque me estaba joteando, amor. No me quería hacer caso así que le tuve que contar —presionaba mi cara en su brazo para que no se fuera.
—Ahora le va a contar a toda mi familia, a mis papas —dijo soltando el llanto—, por tu culpa —sus últimas palabras me rompieron el corazón.
—No le va a decir a nadie, si él cacha lo que es ser gay y estar en el closet —traté de calmarlo, al parecer de la única forma que sé: sacando más gente del closet—. Te juro que si hablai con él va a entender. Vas a entender. Pero ahora estay muy borracho para pensar bien.
—No estoy borracho —dijo poniendo firme la voz una vez mas.
—Desbloquea mi celu —le dije pasándole mi celular.
—No estoy borracho —insistió. Suspiró muy fuerte y luego se acostó de espalda en la arena. Se tapó los ojos con una mano para que no viera que seguía llorando.
Me acosté a su lado en la arena, apoyando mi cabeza en su pecho, aprovechando que ya no intentaba alejarme. Después de un rato pasó su brazo por debajo de mí y me abrazó, aún de espaldas en la arena.
—¿Por qué me haces esto? —me dijo después de un rato.
—Lo siento —no me iba a cansar de pedirle perdón. El terror a que te saquen del closet es el peor sentimiento del mundo, y yo ya lo había hecho pasar por eso dos veces. Volví a llorar en su pecho, pero ahora él me pasaba su mano por mi hombro.
Nos quedamos mucho rato ahí en silencio, y no me di cuenta cuando me quedé dormido.
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Despertamos un poco antes del amanecer, seguíamos abrazados y la playa aún estaba vacía. Se sentó en la arena y yo lo imité; me sonrió levemente y me miró a los ojos.
—¿Cómo estay? —me preguntó fríamente.
—Destruído —respondí, con un nuevo nudo formándose en mi garganta—. Soy el peor pololo del mundo —me tapé la cara para que no me viera llorar, pero era inútil. Me abrazó y me tranquilizó a pesar de todo.
—No eres el peor pololo del mundo —me apretó fuerte con sus brazos—. Ni siquiera eres el peor de Chile. Aunque puede que seas el peor pololo gay de Algarrobo —trató de hacerme reir. Cruzó las piernas y me acomodó para sentarme encima de él, y crucé las mías por su espalda. Me miró a los ojos y me secó las lágrimas de las mejillas—. Eres el mejor pololo del universo.
—No creo que tanto, pero bueno —traté de agarrar el buen humor.
—Ahora que desperté lo medité y entendí que lo hiciste porque no tenías más opción —me explicó—. Voy a tener que hablar con el Sergio después.
—¿Estás nervioso? —le pregunté.
—Un poco —respondió después de pensar un rato—. Igual ya tenemos nuestro pasado y nunca dijo nada. Hay mas probabilidades que no diga nada a que le cuente a todos.
—Perdóname —insistí después de mirarnos un rato a los ojos.
—Lo voy a pensar —levantó una ceja—. Y tu vay a tener que hacer méritos para que te perdone.
Ahora con la situación mas calmada me empezó a entrar a la mente la “Pao”, la chica que estuvo toda la noche colgada a él y por la que literalmente me ignoró por completo, pero no quise decirle nada hasta que las cosas estuvieran mas frias.
Me besó y sentí como que todo lo de la noche anterior se iba de mi mente. Me abrazó por la espalda y pasó su mano por debajo de mi pantalón. Pude sentir por debajo de mí que él ya estaba excitado.
—Espera, aquí no po —lo detuve.
—¿Por qué no?
—Porque nos pueden ver —le expliqué lo obvio.
—Mejor así po —me dijo sonriendo y caché que aún el alcohol estaba manipulando sus inhibiciones.
Miré alrededor y vi la escalera que bajaba a la arena desde el borde costero.
—Vamos para allá —le indiqué.
Nos paramos y fuimos para allá, ambos con las erecciones notorias en nuestros pantalones, pero no nos importó porque aún no había nadie cerca que nos viera.
Nos metimos en el pequeño espacio que había bajo la escalera, y me soprendió que no hubiera alguien ya durmiendo ahí. Le abrí el pantalón al Huaso y se lo quité junto con el bóxer. Tome su pene y me lo metí de inmediato a la boca. Comenzó a gemir muy fuerte, así que me detuve para que no llamara la atención.
Me acerqué a besarlo y ahora él me sacó el pantalón y el bóxer. Se sentó en la arena y yo seguí la orden sentándome encima de él. Me abrazó y acomodó su pene para que entrara en mi ano. Nos besamos mientras lo cabalgaba y el con sus manos apretaba mis glúteos y muslos.
Cuando sentí que sus besos se entrecortaban, comencé a mover mi cadera más rápido, hasta que vi en su cara que ya había llegado al orgasmo, y sentí en mi interior todo su semen esparciéndose.
Nos quedamos un rato ahí, en la misma posición, mirándonos a los ojos, yo aún sin creer todo lo que había pasado. Nos vestimos y nos dirigimos a la cabaña, donde aún había una decena de personas conversando, sentadas en las sillas y de pie junto a la barra de la cocina. Un par de dormilones estaban acostados en uno de los sillones roncando.
Vimos que el Kevin estaba prácticamente teniendo relaciones sexuales con ropa ahí en el pasillo con su amiga, y le preguntamos donde estaban el Sergio y el Dani (para disimular un poco). El Kevin nos miró enojado por interrumpirlo, pero nos dijo que ambos se habían ido a dormir.
Entramos a nuestra pieza, y ahí estaban los dos, durmiendo uno en cada cama. Nos pareció raro, pero al ir a ver la otra pieza, habían dos parejas desconocidas ocupando las camas de ellos.
Al final nos fuimos al patio y nos sentamos en una de las bancas. Como no había nadie, juntamos dos bancas frente a frente y nos acostamos abrazados. A pesar de lo incómodo de las bancas, nos quedamos dormidos al rato.
Nos despertamos como a las 10 de la mañana con el sol en nuestra cara, y ya no había nadie en pie a esa hora. Solo quedaban los que dormían en los sillones y las camas. Entramos a “tomar desayuno” y justo se levantó el Sergio. Se acercó al Huaso y lo abrazó.
—Primo perdóname. Me pasé de la raya —se le veía la culpa en la cara.
—Dale wn, pero no le digai a nadie porfa. Eso nomas te pido —le respondió el Huaso, dándole palmadas en la espalda.
—A nadie, te lo juro. Y porfa tu tampoco le digai a nadie —se dio vuelta para dirigirse a mí—. Y perdóname Larry por ser tan cargante y desubicado. Debí haberme alejado a la primera señal de rechazo.
Le dije que estaba todo bien y blablá. Nos sentamos a la barra de la cocina a tomar desayuno y conversamos un rato. Los primos se pusieron al día con sus vidas de closet mientras yo escuchaba atentamente, y un poco excitado, los relatos del Sergio.
A la tarde hicimos un mini asado para los cinco y el par de weones que se quedaron a dormir en el sillón, que al parecer no tenían ni familia ni casa porque se quedaron con nosotros todo el día (las parejas que ocuparon las camas se habían ido cuando el Kevin se quiso ir a dormir). Cerca de las 5 de la tarde bajamos todos a la playa a bañarnos.
Cuando me saqué la ropa para meterme al agua noté que el Sergio me quedó mirando y me puse rojo. El Huaso, que estaba al lado de él le dio una palmada en el abdomen y le dijo “ya, vamos a meternos”, pero en realidad quería decir “ya, deja de mirarlo tanto”. Estar ahí en la playa con ese cuarteto de mijitos ricos (el Kevin, que el verano pasado estaba perfecto, ahora no estaba tan en forma, pero igualmente seguía siendo guapo) en trajes de baño hacía que mi mente volara. Juegos en el agua con piel rozándose entre nosotros era un instant boner para mi.
Al volver a la cabaña, nos duchamos por turnos, y luego el Kevin con el Dani se fueron a comprar cosas para comer, y los dormilones del sillón aprovecharon de irse a donde sea que vivieran.
Nos quedamos los 3 miembros de la comunidad solos, y nos sentamos a tomar una cerveza. Conversamos un rato, los primos hablaban de sus historias de pendejos, sus pololas, pololos y la familia. El Sergio me contó su versión de la historia de cuando comenzaron a experimentar juntos (que era bastante fiel a lo que me había contado el Huaso), y luego lanzó una pregunta que nos dejó helados:
—Y ustedes, ¿harían un trío?
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