#maricaditas varias
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estelotenoestaenventa · 8 years ago
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Sería rico (así, rico, como un helado)
un domingo a esta ahora tener tu boca muy cerca que me respires en la espalda mientras el mundo suena quedarnos dormidos con el tv prendido levantarnos a apagarlo y a repetirto que la semana nos encuentre con muchas ganas
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ultranoisick · 5 years ago
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RITMO, CONCENTRACIÓN Y MUCHO TIEMPO: ansiedad y piernas moviéndose.
Empezar siempre es difícil.
Hay días como hoy que desde las primeras horas me pregunto si voy a ser capaz, ya sea de cumplir con todos los deberes del día, o al menos llevar a cabo uno, o simplemente llegar al final sin colapsar.
Los martes siempre me generaron ansiedad. Usualmente ha sido uno de los días más agitados en la U durante varios semestres.                                                                                                      
Podría decir que mi semana oficialmente comienza un martes.
La sensación de martes se manifiesta desde el día anterior, cuando a sabiendas de que se espera entregue varios resultados, no tengo ni uno terminado. (Siento que me preparo tanto para empezar, para al final salir con un chorro de babas, y esto aplica para todo)
A sabiendas de que tengo compromisos, prefiero obligarme a dormir casi inmediato de haber llegado tarde de la U y terminado la cena, porque lo que no hice en todo el día, no lo resolveré en par de horas y aunque podría hacer uso de varios métodos de todo tipo, comunes entre estudiantes en estos días para mantenerse despiertos y lograr culminar sus trabajos, mi cuerpo ya no responde, ni le interesa mantenerse despierto.
Además creo que me saturé después de varios años de inhalarme dosis de ansiedad, irritabilidad y calambres. Quiero decir, aún lo hago pero de manera recreativa, como alguna vez empezó todo. Ya no tengo esa necesidad de sentir mi corazón latiendo a mil, al menos no por estos motivos. Ahora usualmente me encuentro deseando más que felicidad, a mi parecer una palabra de adorno, paz y tranquilidad.
 Los martes Casas se acercaba un poco más de lo usual, examinando muy de cerca las líneas que apenas medio lograban insinuar lo que más tarde daría forma a un cuerpo. Siempre se me hacía imposible no compararme con los demás, porque mientras mi línea era un poco tensa, fría y  lucía como si fuese pensada milimétricamente y de un avance poco evidente, las personas que me acompañaban en el salón fluían con rapidez y aparente tranquilidad en sus trabajos. El sentimiento y resultado era el mismo ya fuese limpia o en compañía de sus efectos que me mantenían de pie el tiempo necesario para poder llegar al final de día.
 Un par de veces Casas me manifestó que no me exigía el terminar en un mismo día un dibujo como estaba previsto en el programa porque se daba cuenta que cuando me enfrentaba a una duda, dificultad o desafío en él, insistía y no lo dejaba sin resolver, podría irme y fijar mi atención en otra cosa pero al final regresaría al punto y lo resolvería... Muchas veces sentí esto como una maldición, pero siempre fue mi decisión volver.
No sé por qué traje ese recuerdo al caso.
Una vez más he decidido ignorar la clase de proyectos, y tratar de avanzar en otras materias... ¿método o escape?
No lo sé.
Todo el tiempo me encuentro en el dilema entre resolver lo académico, o llevar a cabo mis proyectos, algunos petrificados en su cuna, o concentrarme en resolver mis asuntos personales, intentar tener una tregua conmigo misma y sentirme tranquila. Al parecer realizarlos todos al mismo tiempo es una tarea imposible, al menos yo no he podido y sí que lo he intentado.  Obtengo como resultado que no culmino ninguna de las opciones anteriores lo cual me lleva a un profundo desespero, irritabilidad, sentimientos de incapacidad, miserabilidad y reiteración de que hay muchas cosas que no funcionan bien en mí.
No sé exactamente en qué día previo a semana santa decidí empezar a centrarme en lo que queda del semestre, intento cada día hacer una parte, así sea pequeña, de los trabajos que debo. Estar ocupada me mantiene dispersa de algunas de mis preocupaciones. Este tiempo me ha hecho dar cuenta que mi capacidad de concentración está al punto del volverse nula, por eso cuando logro centrarme y trabajar por más de una hora en algo específico, es todo un logro para mí.  Esto aplica en todo, como un trabajo o clase de la U, como escuchar un disco completo, como ver una película, como mantener una simple y básica conversación por chat para no perder el contacto.
 Tomar la decisión de empezar es duro y es algo de cada día, pero me doy cuenta que más complejo es mantenerse y ser constante.
Las primeras horas del día siempre parecen inocentes, inofensivas, es muy temprano para colapsar, sin embargo son muy tensas y más cuando te das cuenta que encender el computador no significa empezar a trabajar. Una vez he organizado mi habitación (algo que durante esta cuarentena se convirtió de carácter obligatorio para poder seguir con el día), paso por la estación de los espejos y puedo invertir horas mirando cada aspecto de mi cuerpo, lo que me gusta, lo que no y pellizcando poritos obstruidos como si de eso dependiese sacar todo lo que me molesta de mí, siendo consiente de todo el daño que le hago a mi piel llena de maricaditas y problemas dermatológicos.
 Odio hacer eso, de verdad lo odio, pero es como algo automático en mí, por más que intento parar, diariamente me veo repitiendo el ritual que deja mi cara incluso más roja que el aburrido y enfermizo decolorado de mi cabello… No veo la hora de poderlo pintar.
Mi pierna derecha siempre está en constante movimiento, no para ni en el momento de almorzar, mi madre se estresa y cree que la puedo controlar. Creo que tanto tiempo haciéndolo me ha ayudado a generar una resistencia que sería muy útil en el momento de marcar el ritmo con una batería, instrumento que parece llamarme más la atención ahora que el mismo bajo.
 Más allá de la cantidad de tiempo que puedo llegar a perder debido a procrastinar y esperar las mejores condiciones para llevar a cabo algo, hay asuntos que me preocupan mucho como esa poca capacidad y eficiencia  que parece tomar lugar en la ejecución de tareas normales que no requerirían la cantidad de tiempo y mente que me tomo. Siento que me demoro mucho, que sobreanalizo las cosas, que lo más simple es como todo un desafío, ya no sé qué significa hacer algo con confianza y certera seguridad.
Varias veces en estas semanas me ha tocado consolarme a mí misma, repitiéndome que voy a mi ritmo, y que de alguna u otra manera, así sea a pasos de caracol, me estoy moviendo, ya no estoy paralizada sin saber qué hacer.
Me canso más rápido y lo mínimo pareciera requerir horas de descanso o incentivos para continuar, no sé si es personal o algo cerebral.
Algunas vitaminas que tomo hace unos meses y quizá un poco la disminución de la weed parecen ayudarme a resistir un poco más y no sentir tanto decaimiento, constante protagonista de mi vida hace poco tiempo atrás.
Hace un tiempo me he sentido en la necesidad de darme pequeños premios como a un niño por haber logrado lo más básico, esto puede ser un día libre sin hacer nada relacionado con la carrera o el arte porque este último también siento que me asfixia, comer doble pastel, publicar algo que hace rato quería, darme una vuelta en bici por el barrio, un vino, un plon, o como cada martes después de salir de clase ir a las batallas de rap y buscarte entre las sombras de bajos de central.
Esta situación no me genera comodidad, pero son formas que he ido encontrando para lidiar conmigo misma y no estancarme por completo.
Hoy, una vez más, parezco dejar en otro plano lo personal, lo que se supone debería brindarme más satisfacción, una vez más lo silencio, así como tengo silenciado wpp y gmail con el objetivo de ir resolviendo lo académico paso a paso y no dejarme abrumar por lo que se suma a mi lista de cosas por hacer.
 En algún momento me cuestionaron si acaso pretendiendo hacerme cargo de lo externo evitaba hacerme cargo de lo personal, que en qué momento decidiría darme mi tiempo…
 Hay días como hoy en los que me pregunto si valdrá la pena el empezar de nuevo un día más,  hay días como hoy en los que la llegada masiva de situaciones por resolver se asoma por el horizonte, el que preferiblemente ignoro ya que significa pensar en un mañana, en un futuro y en lo que podría ser un colapso venidero.
 ¡NO HABRÁ TIEMPO PARA RESOLVER TODO!
21 de Abril del 2020 
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