#manu otra vez de brujo
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Martes hoy, Martes mañana, Martes toda la Semana.
ME ATRASÉ!! Esto es para el dÃa 3 del argchiweek, el tema era mitos y leyendas.
Primero querÃa que MartÃn fuera el chonchon molestanto a Manuel, pero con la información que encontré tenÃa más sentido que Manu fuera el brujo. Pero MartÃn sigue siendo el que jode.
MartÃn tendÃa a no creerse mucho los cuentos de los viejos en el pueblo, si lo hiciera no podrÃa pegar ni un ojo por las noches pensando en todas las cosas asechando fuera de la ventana. Pero su escepticismo no lo salvó del salto que dio su corazón citadino cuando escuchó el terrible sonido de esos pájaros infernales.
¡Tue-Tue-Tue! Gritaban los condenados desde las ramas de los arboles. No es que pudiera verlos per se, con lo oscuro que se habÃa tornado el sendero por el que caminaba, pero los sentÃa pasando por encima de su cabeza, y si forzaba la vista un poco lograba vislumbrar sus formas redondas en las copas.
Para ser sinceros, estaba muerto de miedo. Por eso mismo no podÃa recordar qué se suponÃa que debÃa hacer.
-¡Pasa tu camino! ¡Pasa tu camino! –Otro par voló por encima de su cabeza, y quiso alegrarse, al menos iban quedando cada vez menos. Si era por la frase o porque les molestaban sus gritos, no tenÃa idea.
Siguió andando por el sendero con las piernas tiritonas, viendo esas bolas negras alejándose una por una, hasta que llegó a las orillas del pueblo donde se estaba quedando, ya con un poco más de confianza luego de media hora debajo de esas cosas que lo único que hacÃan era cantarle Tue-Tue. Fue por su ligera sensación de logro, y por pura estupidez, que antes de salir del bosque miró directamente hacia una de esas oscuras siluetas y dijo.
-¡Te invito a mi casa mañana! –Riéndose para sus adentros, se fue trotando por una de las calles del pueblo derechito a su casa.
HabrÃa olvidado por completo ese evento, si no fuera por el chico gótico que recibió al otro dÃa en su puerta.
-Vengo a comer por su invitación de ayer –Dijo el joven moreno en su puerta, con voz molesta y cara de que en verdad no querÃa poner ni un pie dentro de la sala. MartÃn sintió que iba a desmayarse.
-… ¿Ah? –Preguntó el rubio muy inteligentemente. El chico gótico pareció más hastiado todavÃa.
-La invitación de ayer agila’o. No invitas a un brujo a comer solo para divertirte, a menos que quieras problemas –En ese momento enarcó una ceja y ladeó la cabeza- ¿A menos que quieras que te de problemas? –El brillo en sus ojos hacÃa parecer que no estaba opuesto a la idea.
-¡Agckh…! –MartÃn se quitó de la entrada y le señaló con la mano que pasara, sintiendo un temblor atravesándole la espalda cuando la cara del joven perdió un poco de su entusiasmo.
-Lo haremos aburrido entonces… -Murmuró el joven antes de pasar, miró la sala desinteresadamente y caminó hasta la cocina sin decir nada más. MartÃn siguió de piedra a un lado de la entrada con la puerta abierta mirando con ojos grandes al brujo en su casa.
-¿Vas a darme de comer o no? ¡Aún puedo darte un mal de ojo!
…
-¡Esperá! ¿Significa que cada vez que te inviten tenés que ir? –MartÃn miraba al brujo con los ojos grandes, fascinado con toda la nueva información que estaba recibiendo. Siendo que no querÃa ni un hechizo o talismán del moreno, este terminó concediéndole un par de preguntas para saciar su curiosidad.
-SÃ, asà que mejor no vayas tirando invitaciones a tontas y a locas, algunos vivimos muy lejos para andar haciendo el viaje a pie solo para divertirte –El moreno seguÃa con la misma cara amargada con la que llegó, aunque se olvidó de ella por un momento cuando estaba comiendo la carne asada de MartÃn.
-Oh… -La emoción del rubio cayó un poco, habÃa tenido la intención de seguir haciéndolo a ver qué otra clase de brujos conocÃa- Pero tú vuelas…
El chico dejó caer la cabeza hacia un lado y lo miró como si fuera muy, pero muy tonto. MartÃn se sintió un poco ofendido al respecto.
-Creo que la gente no estarÃa muy entusiasmada de recibir solo una cabeza con alas en su casa –Habló lento, sin quitarle la mirada de encima. MartÃn culparÃa a sus ojitos cafés por las palabras que salieron de su boca a continuación.
-No sé qué tanto, tenes un rostro muy bello en realidad –JurarÃa que hasta los grillos se callaron luego de escucharlo. Sintió la cara caliente, pero no se atrevió a apartar su mirada del brujo sentado frente a él. El moreno parecÃa congelado en su asiento, y MartÃn llegó a preguntarse si estaba respirando, hasta que se levantó de un salto y fue hasta la puerta.
-Terminamos, me voy –Dijo con voz plana y sin voltearse a mirarlo. MartÃn se levantó tan rápido que mandó la silla directo al suelo, pero no se detuvo hasta que alcanzó al chico justo en la puerta.
-¡Esperá! DecÃme tu nombre aunque sea –Se puso frente al moreno para taparle la entrada, este entrecerró los ojos y lo miró con desconfianza.
-¿Por qué?
-Solo, decÃme… ¿SÃ? –Abrió grande sus ojos, tratando de conseguir la mirada de cachorrito que todos decÃan que le salÃa de chico.
Cuando el brujo gruñó, supo que lo habÃa conseguido.
-Manuel, y ahora córrete que me tengo que ir… -Trató de pasar a un lado de él pero el rubio le agarró la muñeca antes de que pudiera tocar la puerta.
-Solo, una última pregunta –Le sonrió cuando el brujo lo miró con rabia, pero finalmente asintió, dándole permiso- ¿Por dónde dices que pasas para ir a tus reuniones? –Su sonrisa se ensanchó cuando Manuel lo miró con espanto.
…
-¡Manuel! ¡Mañana en mi casa! ¡Te haré un bife para morirse!
JurarÃa que los Tue-Tue de la bola negra en el cielo se hicieron aún más furiosos después de eso.
…
-Te estás buscando tu mal de ojo, niño tonto –Le dijo Manuel, por la cuarta vez que tuvo que presentarse en su casa a comer.
-¡Oh, por favor, nadie te alimenta como yo! –Lo hizo pasar con una sonrisa en el rostro, recibiéndole su chaqueta negra antes de que el moreno pudiera decirle que no.
-Solo dame el chorizo que me prometiste, y más te vale que no te pongas a cantar esta vez, suenas como un cerdo antes de morir…
…
-Flaco.
-Gordo –Manuel se habÃa olvidado de las formalidades como por la sexta vez que habÃa terminado en la puerta de MartÃn, ya solo lo miraba hasta que el rubio hablara y respondÃa a lo que fuera que dijera. Hasta habÃa dejado libre todos los martes de su semana para pasarse a comer a la casa de MartÃn.
Era el cortejo más raro que habÃa tenido, pero no negaba que el rubio fuera encantador.
…
-Manu…
-¿Mmm? –Manuel levantó su cara de donde se estaba llenando con medias lunas.
-¿Voy a tener que seguir invitando a tu versión con alas o podemos fijar una cita ahora que tienes dos piernas?
-… ¿De qué citas estamos hablan…?
-No te hagas el que no sabe.
-… bueno, pero tú pagas.
…
Resulta que Manuel sà vivÃa lejos, en la ciudad, y MartÃn se preguntaba cómo es que nadie en el departamento se habÃa dado cuenta de la cabeza voladora saliendo por la ventana cada semana.
-Se supone que nadie puede vernos, MartÃn, por eso supe que eras anormal desde el principio, y un completo acosador, más encima.
-¿De qué estás hablando? ¡Soy el caza brujas, Manu! DeberÃas admirar la magnitud de mis poderes.
- Ja, ja…
MartÃn terminó invitándose solo al departamento de Manuel, pero terminó convenciéndolo que asà al menos no tenÃa que atravesar medio paÃs para tener una comida decente.
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