#lo guapos que salen en las primeras uf
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losjavis · 2 years ago
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lasandanga · 3 years ago
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El drama de Mauro Cetto
Por @Mandolina39 (A.K.A. Seller Best)
 Yo sé que tienen ganas ya mismo de saber qué pasa con Mauro Cetto, pero cr��anme que este preámbulo es necesario. Me comprometo a hacerlo lo más corto que pueda para no aburrirlos con detalles nimios. Pero confíen en mi: es importante que conozcan lo primero para que lo segundo tenga sentido.
Hablé con mi mejor fuente. No puedo dar su nombre ni bajo tortura, pero sí les puedo describir a grandes rasgos su actividad. Basta con saber que es el único tipo que desde el año 87 estuvo en todos los partidos que jugó San Lorenzo. En todos, de local, de visitante, en Argentina en el exterior, hasta en las giras boludas esas por Miami.
No es un hincha, sino un empleado del club que su función es estar siempre con el plantel de primera. Cuando digo siempre es siempre.
Conoce todos los detalles del club, todas las internas, a las familias de los jugadores, los problemas que tienen, los gustos  y un larguísimo etcétera. Los jugadores lo aman, más de una vez lo tomaron de psicólogo. Uno le cuenta dramas existenciales, otro le comenta la calentura porque contra All Boys el técnico lo mandó al banco, y así.
Hagamos de cuenta que se llama Jaime (obviamente no podría revelar su identidad).
Jaime nunca, pero nunca nunca jamás de los jamases te tira un dato. Para él la reserva es su modo de vida. Y te escucha hablar, pero nunca opina. O cuando lo hace dice vaguedades tipo “y, si”, “y, viste como es”. A los datos Jaime los “suelta”. Los deja caer, los sugiere apenas a media voz. Y chau, no se puede repreguntar nada, ni se vuelve a tocar el tema.
Por ejemplo, están todos hablando del peruano Carmona, algunos dicen que es horrible, otros dicen que es peor que horrible. Y en una de esas, Jaime mira para todos lados y deja caer: “el problema de ese muchacho es que le gusta mucho el vino”. Y punto. Dice eso y rápidamente cambia de tema y no lo vuelve a hablar nunca jamás. Se ofende si le llegás a pedir más precisiones.
Y tenemos un acuerdo con Jaime de jamás, pero nunca jamás, revelar esos secretos. Nunca salen de la mesa en la que los deja caer. Por ejemplo, jamás a ninguno de nosotros se nos ocurriría gritarle desde la platea a Carmona “¡peruano borracho!”. Primero porque no nos gusta hacer gala ante otros plateístas de tener información clasificada. Y segundo porque si Jaime se llega a enterar de que hicimos público un secreto, chau. Nunca más deja caer ningún dato.
Por eso nosotros no nos sorprendemos cuando después ocurren las cosas. Cuando la gente empezó a putear a Rivero y a Balsas por quedarse hasta tarde jugando al póquer, mis amigos y yo nos miramos con cara de “qué grossos somos”, ya que teníamos el dato meses antes de que se diera a conocer. Un día, por una de esas mínimas revelaciones de Jaime, en esa oportunidad en torno a Mirko Saric, un amigo le gritó “asesino” a Ruggeri. Por suerte nadie lo escuchó.
Y ojo, el dato lo tiene que tirar Jaime eh? Vos, de guapo no se lo sacás ni en pedo. Y mucho menos si insultás al jugador. Ahí cagaste. Por ejemplo si vos le decís: “Jaime, que hijo de remil putas este Bianchi Arce, como puede ser tan burro de no cabecear jamás una pelota”. Jaime pone cara seria, mira para otro lado y dice “y…viste como es”. Se hace olímpicamente el boludo. Ahora si después de una larga charla está distendido, quizá te suelta, te sugiere, te desliza “el problema de ese pibe es que tiene pie plano”, ponele.
Bueno, el domingo me encontré con Jaime.
Hacía varios meses que no nos veíamos. El siempre tan ocupado con las cosas del equipo y uno que poco a poco se va alejando de la cancha y que cada vez más le chupan un huevo las minucias deportivas, en fin.
Cuando me vio, me dio su habitual abrazo afectuoso, que retribuí del mismo modo. Luego empezaron las preguntas de rigor, la familia, los chicos, cómo andan esos cuatro o cinco conocidos en común que tenemos en San Lorenzo. Mi primera chanza “¿Y, como te trata Tinelli?” y su primer hacerse el boludo: “Uf, Tinelli…qué personaje ese”. Pero ni una palabra, obvio.
Después la charla derivó en boludeces, que qué bien que le pega Aguiar, que como la mueve Piatti, que qué sorpresa la de Matías Ibáñez. Y el limitándose a asentir y a agregar, cada tanto, “y no sabés que buen pibe que es”.
Estábamos por despedirnos y salió el tema del partido contra Estudiantes. Le digo: “Como siempre, bien del medio para arriba, pésimo abajo”. Me dice que cree que Pizzi encontró un doble cinco formidable con Kalinski y Mercier. Y no más que eso.
Hasta que yo digo: “Espero que el desastre de la defensa lo pueda solucionar Mauro Cetto”. Y ahí vi como las facciones de Jaime se endurecieron. Buena señal, pensé.
“Cetto….” Me dice y deja en suspenso la frase. Mejor señal dije yo. Y con todo el tacto del mundo, tiro “vos sabés que no me lo acuerdo bien a ese tipo”. Me responde “es….raro”. Yo ya estaba oliendo sangre y se me habían empezado a agrandar los colmillos. “Para ser defensor es medio chiquito” me dice acercándose y agrega “no es más alto que vos”. Yo mido 1,82. “Ah, mirá vos”, me hago el sorprendido.
Hasta que veo que el tiburón muerde la carnada. Se me acerca sigilosamente, mira para todos lados, cogotea a ver si lo ve o lo escucha alguien. Me pide que me acerque, y casi en secreto me dice: “Tiene pecas”.
No se que habrá transmitido mi cara. Pero Jaime me miró y me preguntó: “¿Conocés algún buen defensor con pecas?”. Hice un repaso rapidísimo y contesté que no. Y me hizo un gesto como diciendo, “bueno, no hay”.
Rápido, fiel a su costumbre, me dijo “a ver cuando te venís por la ciudad deportiva, hagamos un asadito con los muchachos” (los muchachos son mis amigos). Si claro Jaime, un día de estos lo armamos. Chau, Chau.
Con este dato, que se los cuento a ustedes porque se que lo van a saber guardar bajo siete llaves, me fui caminando hasta mi casa. Otro campeonato con una defensa de mierda.
Qué desazón
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