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El Amateur, Krzysztof Kievlowski, 1979

El Amateur es un regalo de amor, del Cine para el Cine. Nos plantea preguntas hermosas. Nos hace  ser humanos, nos recuerda que el Cine es creación humana. Detrás de toda película hay una una persona con deseos pero también necesidades, responsabilidades. Una película, aunque parezca, no camina en dos patas libre por el mundo, siendo suficiente con sí misma. Sino que hay un proceso que sigue latente, hay una voz subjetiva que no se acalla, hay reminiscencias de vida, hay un reflejo del alma de su realizador. Hay diálogo y lenguaje entre él y nosotros, y es en la medida en que el realizador maneje ese lenguaje y nos hable con la misma inteligencia y sinceridad que espera de nosotros, que su obra tendrá una utilidad para alguien más que él mismo.

Y así es, la función de esta película termina desbordando su capacidad de ser bella, de armonizar nuestro espíritu. Además, nos siembra conflictos, propone problemas que no se quedan en la propia realidad fílmica, sino que envuelven nuestras consideraciones éticas sobre la creación artística, sobre nuestra función de seres sociales.. ¿ Dónde está la barrera entre la vida y el arte?, ¿Sobre qué podemos hacer arte y sobre qué no, no por algún tipo de permiso, sino por nuestra propia consciencia y respeto hacia la libertad y privacidad de los otros?

Todo estudiante de Cine debería ver El Amateur en algún momento de su vida, porque ello supone pensar el Cine desde fuera y a la vez desde su más fructífera semilla, hacer Cine debería ser un resultado de la necesidad de expresarse, como una explosión incontenible de aquello que debe ser conocido, y nosotros, los realizadores somos tan sólo el puente. Quizá hacer Cine sea tan importante como no hacerlo, como simplemente disfrutar la vida y las experiencias, pensarlas un poco más, sentirlas un poco más, y entonces estar listos...