#juntando los colchones
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las chicas when they have sleepovers with their friends and get to sleep hugging them, feeling the safest, with the knowledge that everything is fine in those moments, and that they love each other
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Glee «My hand in yours»
Septiembre de 2039
-Esa es la vuelta número 15 que te das Kurt Hummel-Anderson… —dijo Blaine mirando a su esposo rodar de un lado a otro en lo que efectivamente era la vuelta número 15 en su lado de la cama. -Lo siento… —dijo acomodándose de espaldas. -No hay problema… ¿quieres que deje de leer?... ¿apago la luz? -No… no es necesario, te juro y no puedo encontrar una posición cómoda… ¿diste vuelta el colchón o algo? —agregó moviendo sus hombros. -No me dejas ni cargar la bolsa de basura y voy a estar volteando colchones de 40 kilos.. -¡Pues son las órdenes del doctor!… y algo es… juro y hay algo diferente en esta cama… —insistió dándose la vuelta número 16, Blaine sonrió y paso página a lo que leía. -Kurt, de verdad que pudo dejar esto hasta aquí… —dijo contando en su mente la vuelta 17 -No dije, no si me dejas hacer esto… —respondió Kurt volviendo a cambiar de posición para acurrucarse en su pecho, Blaine sonrió y lo abrazó de inmediato para acariciarle la espalda con la mano que tenía libre. -¿Que hay con todas esas vueltas Kurt Hummel-Anderson?... y no me insistas con lo del colchón porque todo esta como estaba ayer, y antes de ayer y anterior a antes de ayer... —dijo besándole la cabeza. -¡No lo se!… ¡si lo supiera ya lo hubiera resuelto y estaría dormido!… —exclamó de mala gana— perdón… —agregó casi de inmediato. -No te preocupes, te perdono porque estas insomne, y sé cuánto detestas eso… —dijo Blaine cerrando finalmente el libro que leía.
-¡Pero no dejes de leer!, no te pedí que lo hicieras… —aseguro Kurt incorporándose un poco. -Lo se, pero ya es tarde y mañana es un gran día… —contesto su esposo revisando su teléfono— por lo tanto… —añadió dejándolo sobre la mesa de noche nuevamente— creo y es mejor que hagamos el intento de dormir… ¿no crees? —termino por decir acomodando su cabeza en las almohadas. -Yo no se si pueda, pero bueno… -¿Por qué? —dijo retrocediendo en el ademán de apagar la luz. -¡No lo se!… ¡ya dije que no lo se!… —exclamó volviendo a su lado de la cama. -¿Dices eso para que trate de adivinar lo que te pasa?... —pregunto Blaine divertido -¿¡Que!? -Ok, no quieres que adivine… ¿no estarás…? -¿No estaré que?... -Nada… —dijo Blaine arreglando las sábanas de su lado. -Termina tus frases Blaine Anderson-Hummel, bien sabes que odio cuando esos eso… y si estoy insomne lo odio aun más… —sentencio Kurt gesticulando mientras se sentaba con las piernas cruzadas. -OK… solo quiero saber que si estás pensando en Sebastian y todo lo que sucedió el mes pasado… con su hijo y con el nuestro y su relación de matrimonio un tanto tormentosa... -Vaya… —dijo Kurt chasqueando la lengua y moviendo su cabeza como fastidiado al máximo— aunque no lo creas Blaine, en mi cabeza hay más cosas que ese amigo tuyo, que dicho sea de paso… -Fue muy amable y nos ayudó en todo lo que nuestro hijo preciso… ¿que? —pregunto al ver que Kurt lo miraba con una cara más que asesina. -Ni siquiera se por donde empezar a debatir sobre eso… y si precisas saberlo, no es por él porque no puedo dormir… y tampoco es por mi Papá y Carol, ya me resigne a la idea que se queden en un hotel cada vez que vienen a New York —dijo Kurt cruzándose de brazos. -Entonces… queda solo una opción… —añadió Blaine recostándose de medio lado, se movió un poco para acortar las distancias y apoyó su cabeza en una mano. -¿Y cual seria esa opción según tú? -Noah… —Kurt lo miro, blanqueo los ojos y volvió a mirarlo— ¿me equivoco? -¡Uy!... —exclamó empuñando sus manos. -Es por Noah entonces... —reitero Blaine mirando aquella reacción exagerada con toda la ternura del mundo. -¡Lo es!… ¡obvio que es por él! … —exclamó dejándose caer en las almohadas -¿Y puedo preguntar por qué?... —insistió su esposo esta vez queriendo reír. -¿Como que «por que»?... es su primer día de escuela… no se que hacer… -Te recuerdo que no es el primer hijo que dejamos en la escuela… sabremos qué hacer… -No me refiero a eso… y tu sabes a qué me refiero, no hagas como que no… —dijo Kurt señalando. -Ok… —respondió su esposo acercándose más— haré como que si se de lo que estas hablando, asi como tambien, te dire que no creo que haya problemas, Noah es muy listo, y sin desmerecer a nuestros otros dos hijos, es el más listo de los tres, siempre esta ávido de aprender y esta más que entusiasmado con la idea de entrar a la escuela, aunque no se si es por lo de aprender que dije antes o porque se muere por estrenar sus zapatos estilo oxford con flores. -Pues si yo tuviera un par de esos, también me moriría por estrenarlos… —dijo Kurt dándose media vuelta para quedar frente a frente con su esposo.— me preocupa que tan pequeño se aleje de nosotros… —agregó haciendo un puchero. -Tiene los mismos cinco años que tenían Henry y Lizzie cuando empezaron la escuela… -Noah tiene cuatro… -Ok… si nos ponemos estrictos, Noah tiene cuatro años, ocho meses y 20 días… pero es casi el promedio de edad de los niños que serán sus compañeros de clase, no creo y corra peligro por eso... —dijo Blaine acariciándole el cabello. -¿Que tal si lo molestan? -Kurt, esa escuela tiene cero tole… —Kurt lo miró como diciendo «vas a corregir cada cosa que diga Blaine Anderson-Hummel?»— ¿por qué habrían de molestarlo?... —dijo mejor Blaine siguiendo con lo de las caricias. -Porque es más inteligente, por que habla mejor… por esas gafas que insiste en usar… por muchas razones… -Kurt... -¿Que tal si se siente solo?... es pequeño y consentido… una combinación mortal si lo piensas… -Mortal no creo, pero si poco conveniente… -¿No crees que se sentirá un poco sobrepasado con tantas personas yendo a dejarlo? -Ok, ahora creo que estas buscando cualquier explicación para la preocupación que sientes, Noah es el que más disfruta de toda su familia, y que todo el clan Anderson, Hummel, Hudson se reúna por su causa, creo y lo alegra aún más y… —dijo Blaine adelantándose al ver que Kurt que abría la boca para responderle algo— si recordamos a nuestros otros dos hijos, fue casi la misma cantidad de personas a dejarlos a la puerta, incluida Rachel. Dylan y Lily en el caso de Henry… ¿recuerdas? —Kurt hizo un gesto de desgano como si en realidad aquello fuera más una invención de su esposo que algo verdadero— ¡oye!... —exclamó Blaine dándole un par de piquetes en el estómago, Kurt se retorcío riendo y Blaine sonrió de vuelta pensando en lo afortunado que era, se aproximo a él lo suficiente para besarlo y así lo hizo. -¿Crees que sus labios arreglan todo Señor Anderson-Hummel?.. —dijo Kurt saboreándose. -Casi todo… y lo que no… lo mejoran… —respondió dando otro par de besos entre palabra y palabra. -Engreído… —añadió suspirando— pero tienes de que, así es que te perdono… —dijo desordenandole el pelo. -Perdonado estoy… ¿estás más tranquilo o sigo enumerando cosas? —pregunto Blaine abrazándolo bajo las sábanas. -Lo estoy… pero… espero que entiendas que separarme de él es difícil… en especial porque gracias a todo lo que hemos logrado, he podido pasar más tiempo con él que del que pase con cualquiera de nuestros otros dos hijos… además este año ha sido particularmente difícil y… disculpa, comencé a quejarme de todo como siempre, cuando debería estar agradecido por todo… -No te disculpes, y te entiendo… ademas, si no eres sincero conmigo, ¿con quien?… -Eso es verdad… pero igual me siento un poco… -Lo se… -¿De verdad? -Obvio que si, piensas que eres egoísta porque tienes todo y aun así te quejas… -Algo así… —dijo Kurt acercándose más a él, escondió sus brazos entre su cuerpo y el de su esposo y se quedó bien pegado a él con la nariz respirando el olor que salía de su cuello. -Te prometeré algo… —dijo Blaine mientras con sus manos le acariciaba la espalda toda. -¿Si? -Si, creo que es un buen momento para una promesa… ¿no crees? -Lo creo… -Pues bien, te prometo… —comenzó a decir Blaine aprovechándose de la cercanía para besarle un hombro— que mañana cuando Noah cruce la puerta del “Montessori School of New York International”, esta mano que ves aquí... no soltara la tuya… —dijo Blaine suspirando como si hubiese dicho la frase de su vida. -¿Esa es tu promesa? —contestó Kurt apartándose con la ceja levantada. -¿Qué hay de malo con ella? -¡Pues es una mugre! -¿Que? -Bueno, no una mugre, pero no se… imaginé que dirías… no se… «Kurt, luego de dejar a Noah iremos Tiffany&Co y comparemos lo quieras» -Bueno, yo pensé… -¡Estoy bromeando! —exclamo Kurt tomándole la cara para darle múltiples besos. -¿Como? -¡Obvio que estoy bromeando!... jamas me atrevería a decir que mi mano en la tuya es una mugre… de hecho… —dijo Kurt entrelazando su mano con la de él— creo es una de las cosas que mas amo en el mundo… —agregó mirando sus manos unidas. -En serio… -Mucho... -Digo lo mismo… —respondió Blaine juntando sus labios con los de él— ¿estás listo para dormir entonces? -Lo estoy… pero abrázame… porque si tus manos son lo mejor, tus brazos son una bendición —Blaine sonrió sintiéndose poderoso y lo arropó entre sus brazos— engreído… —agrego Kurt mientras se acomodaba. -¡Pero si no he dicho nada! —respondió Blaine como defendiéndose. -Pero lo pensaste, y eso es suficiente… —terminó por decir Kurt abrazándolo de vuelta.
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Golden Goose Outlet Marketing de la red con blogs The Golden Goose?
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El cruce a Vietnam, un francés y la casa de papel.
Amo volar. Realmente amo volar. Me gusta el despegue, la mantita, el pollo y la pasta. Pero viajar por tierra tiene un encanto intransferible. Al menos en el sudeste asiático.
Ya habíamos viajado por tierra de Tailandia a Camboya, otro relato delicioso que lo pienso y ya lo saboreo. Esta vez estábamos en Sihanoukville, al sur de Camboya, después de pasar unos días tan increíbles y relajantes como necesarios en una isla llamada Koh Rong. La idea era irnos directamente de Sihanoukville a Hoian, al centro-este de Vietnam, pero por tierra nos llevaría unas 27 horas, y como estábamos bien de tiempo, decidimos cortar el viaje y hacer parada en Hồ Chí Minh (Saigón), la ciudad más poblada de Vietnam. Sí que hay cosas para ver, como los túneles construídos durante la guerra de Vietnam, pero en todo caso decidimos que sería una parada técnica que además de estirar las piernas nos permitiría descubrir LA LOCURA que es esa ciudad a nivel de densidad de población/motos. Lo había visto en muchos blogs, documentales y programas, pero nada sería tan fuerte como vivirlo en carne propia. Esto es, que cruzar una calle se volviera una experiencia. Y lo fue. Pero para eso falta un poco, no nos adelantemos.
De Sihanoukville a Hồ Chí Minh hay 500 km, que en bus se traducían en unas 12 horas (por aire es una hora y cuarto). Preguntando de agencia en agencia (hacíamos cuadras enteras, repartiéndonos la cuadra entre las tres) encontramos lo que parecía una oferta imbatible. En 12 horas y por unos 20 dólares estaríamos en nuestro destino, mientras nada bajaba de 24 dólares y 16 horas. Las horas son valiosas y los dólares muy rendidores –con 1 dólar podés almorzar o cenar, para tener una idea-.
Siete y media de la tarde estábamos en la puerta de lo que había sido nuestro hostel –aunque hacía días que ya no nos alojábamos allí- y vino el bus a recogernos. Para nuestra sorpresa, nos subimos y era UN BUS CAMA. Cuando escriba el post al respecto de este hermoso medio de transporte ya lo linkearé para que entiendan de lo que les hablo pero vamos step by step. Por ahora, solo decirles que es una cama literal, no un asiento que se reclina. Es una sensación MOY bizarra estar acostada, acostada posta –con suerte con alguien que conocés-, en un bondi, mientras las ciudad se te va apareciendo por la ventana por horas. Es surreal, es medio burbuja, es muy divertido si aprendés a disfrutarlo –siempre que bloquees el sentido del olfato, ya que el olor a jazmines no es lo que predomina precisamente-. En fin. Después de haber pasado por otro transporte de esta naturaleza pero en condiciones más heavies, esto era un fucking 5 estrellas. Pensamos: acá nos mandamos una dormida satánica y amanecemos 7:30 am en Vietnam como unas reinas. Yo dormí con Lau, nos miramos un capítulito de Black Mirror en mi tablet, un par de oreos y a dormir.
1 am. nos hacen bajar. Lo ke? Sí. Cambio de bus? No se boluda, hay que bajar. Qué hora es? Dónde estamos? Pasame mis sandalias (en los bondis hay que subir descalzo). Me pica todo. Ta medio fresco no? Qué suerte que paramos, me estaba re meando. Nos sacaron las mochilas para afuera del bus. Vos también vas a Vietnam? RESUMEN: hay que bajar del bondi.
Nos bajaron en lo que parecía otra agencia de bus, junto a otros viajeros. Entonces, nos dicen que hay que cambiar de bus, pero que viene a las 6 AM. AH DALE. ¿Y de 1 a 6 am que hago en el medio de la lleca? “Dont´t worry, you´ll have a place to sleep”. Mamita. Se iban juntando los viajeros y la incertidumbre. También las quejas, ya que claramente no estaba ni en la letra chica ni en la grande que el viaje incluía 5 horas muertas de madrugada en no sé dónde. Después te vas acostumbrando a no saber muy bien donde estás. Tiene su encanto. Al final, a veces me siento más perdida un martes a la tarde en 18 de julio.
Tonces arranca la aventura. Nos suben a un tuc-tuc, por tandas (medio de transporte que consiste en una moto y dos asientos enfrentados detrás, el medio de transporte por excelencia en Tailandia y Camboya). Nos llevan no sabemos a dónde. Nos deja en una mueblería –para esa hora ya eran casi 2 de la mañana-. Nos abre un pibe sin remera, haciendo señas de que entremos en silencio, mientras otros de los viajeros que venían en nuestro bondi también van entrando con la misma cara de desconcierto. Nos hacen subir cuatro pisos. Nos meten en una habitación.
Dos colchones en el piso. Dos sillones individuales, un par de reposeras de playa y WIFI. Ese era el panorama. Éramos 10 individuos desconcertados. Cuatro horas nos esperaban en ese cuarto de 2x2 durante 4 horas. “Yo tendría que estar en un bondi camino a Vietnam, pensaba por dentro”. En fin. También fue inevitable comenzar a romper el hielo. “Bueno, si nos organizamos… dormimos todos” (claramente me faltó un uruguayo o argentino que terminara la frase por mí y captara el chiste pero no fue el caso). Éramos 10 personas. “Bueno, vamos a conocernos, dije”. Y arrancamo. “Where are you from…?” El saldo fueron dos surcoreanas, un chileno y una chilena, un francés, una francesa (no venían juntos), una yankee y nosotras tres (una uruguaya y mis compis, dos valencianas). Entonces el francés pronuncia en un perfecto español “alguien vio la casa de papel?” Y yo respondo… sí. Estamos como en casa Toledo, no? Y ahí soltamos las risas. Él conocía Uruguay, más que yo. Salto, Tacuarembó, Río Negro, tenía un amigo de Punta del este, conocía todo Rocha… en fin. Un viajero de ley. Al final no quedó otra que hacernos amigos. El francés se juntó con el chileno a ver un partido de futbol aprovechando internet. Yo me acosté al lado de la chilena charlando hasta quedarnos dormidas. Las surcoreanas no se sacaron el tapabocas en toda la noche e hicieron uso de las reposeras. También pensamos en quién sería el expulsado, jugando a gran hermano.
A las 6 de la mañana terminó el idilio. Otro bondi y a la ruta. Cuestión que al llegar a Vietnam ya no había tuc-utc-, tampoco bondis… así que nos juntamos con los chilenos y los franceses y negociamos un taxi de 7 por un dólar por cabeza. Pero ahí nos pasamos los contactos y eso fue vital.
A la noche, nos juntamos TODOS en un bar. No lo podíamos creer. Ese viaje de mierda nos había unido y queríamos vernos todos de nuevo a 12 horas de habernos separado. La noche fue épica y cada uno tendrá su recuerdo. Lo más lindo fue que varios días después nos cruzamos de casualidad en un hostel de Hoian con los chilenos y el francés, también en Vientam. EL MISMO HOSTEL. Nosotras nos íbamos, ellos llegaban y cruzarte en la ruta con otros ruteros de casualidad es… encontrar un trébol de cuatro hojas. Tremendo abrazo, intercambio de mapas, de piques, de impresiones rápidas con un café de por medio y a seguir cada uno su ruta. No creo que logre expresar lo que fue esa gente para mí. Es tan efímero como intenso.
Ahora me quedan muchos contactos de ellos, sus historias, las ganas de reencontrarlos y algunas notas que me hice en el celular:
Cindy. La Yankee. Yo le decía cuarentona pero creo que tenía más. Era de Colorado. Había renunciado al laburo y había dejado a los pibes con su ex marido para salir a viajar. Tipa capa que disfrutaba de cada momento y que tenía un humor exquisito. Posta.
Justine. Una francesa enigmática. No dejaba mostrar mucho de su contexto, solo que venía viajando y pensaba seguir haciéndolo. Era ingeniera de sonido y trabajaba en Francia haciendo el sonido de unos shows de transformistas y streepers de los cuales nos mostró algunas fotos impactantes. Muy interesante mujer.
Gauthier. El francés uruguayo. “Qué papa la vida” me dijo en medio de una conversación. Casi me muero –tengo video-. Hace seis años que está viajando. Un español perfecto y seis millones de anécdotas. Mucho mundo arriba.
Loreto y Sebas. La pareja de chilenos que todos queremos tener de amigos en nuestras vidas. Los chilenos están muy demás y lo confirmé durante todo el viaje. Venían de hacer la Work and Holidays en Australia y luego de viajar unos meses por el sudeste se volverían a hacer el segundo año. Gente con la que definitivamente me quiero volver a encontrar. Y que me pasaron muchos piques. Más que piques, motivación.
To be continued…
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Parálisis del sueño lúcido
Realmente desconozco sí tal combinación tenga algún nombre único, pero siempre me a quedado eso en la mente desde que me sucedió.
Era un día común y corriente, haciendo tareas en el comedor, exactamente del lado donde las sillas están cerca de la pared, bajo las escaleras, aunque es irrelevante; solía dormir en la tarde mientras hacía las tareas, debido al cansancio de lograr una estabilidad con mis deberes, en ese entonces ya poseía conocimientos acerca de los sueños lúcidos y las parálisis de sueño debido a mis experiencias anteriores. Sucedió al querer darme un ‘merecido descanso’, y acostarme juntando dos sillas y volteando hacia arriba, me incomodaba mucho esa posición pero el deseo de descansar me ganó y de inmediato dormí.
...
Inició el sueño lúcido, es fácil identificarlo porque aprendí que relajarte te ayuda a moverte dentro del sueño con mucho menos dificultad, sentí la sonrisa en mi cuerpo en el mundo real, extraña sensación; me dispuse a iniciar mi nueva aventura en un mundo temporal, todo en blanco como si de un lienzo se tratase y yo un simple pincel, qué adorable fue en el instante pensar eso, lo que menos esperé sucedió, empezó el sueño a tornarse oscuro, como una habitación con poca luz y en el suelo tan oscuro como la noche, era como estar al borde de la nada. Mi cuerpo estaba de alguna manera flotando, mirando hacia arriba, la misma posición que el mundo real, pero algo me jalaba a la oscuridad, no recuerdo si tal fuerza era un conjunto de sogas, brazos o tentáculos, —me inclino más a la última puesto a que ‘el vacío’ lo relaciono inmediatamente con monstruos con muchas extremidades— fue realmente raro, pensé ya tener la fuerza para controlar el sueño total, no fue así, sólo tenía control de mi cuerpo temporal y una lucha entre el sueño y yo se libraba a la vez. A pesar de estar consciente de que era un sueño y nada de lo que sucediera iba a importar algo en mí empezó a regresar, algo que hace mucho no lo sentía, pánico; de inmediato empecé a dudar de lo que pasaba, mi cuerpo en el mundo real se sentía extraño y en un instante desperté, es como si alguna parte de mi mente quería que viera lo que estaba ocurriendo y me dejó ver que mientras yo estaba luchando con un sueño, mi cuerpo en el mundo real estaba siendo víctima de una inestabilidad de mi mente, el parálisis de sueño. Me encontraba en la misma posición que al dormir y al igual que el sueño lúcido puedo identificar cuándo tengo parálisis, es realmente sencillo, basta con ver que no te puedes mover, pero en ese momento ocurrió algo que nunca había sentido antes, sentí como si la fuerza que me jalaba en mi sueño había logrado tomar parte de mi mente y hacerme sentir cómo me jalaba hacia el vacío (suelo) a mi cuerpo del mundo real. Es algo inexplicable el hecho de que sentía tal fuerza de cómo las sillas donde me encontraba acostado las sentía mucho más cerca, como cuando alguien te da un ‘abrazo de oso’, con esa intensidad sentía los colchones de la silla apretarme. Esta vez no tenía idea de lo que debía hacer, en ese momento sentía la situación de algo de vida o muerte, era una experiencia nueva, ninguna aventura mental anterior había sido siquiera parecido y cada segundo que pasaba era sofocante.
...
Logré estabilizarme mentalmente, de inmediato cerré los ojos y me adentre nuevo al sueño, todo seguía igual, mi cuerpo siendo jalado a la nada mientras luchaba por no ser derrotado ante tal fuerza. Apliqué de nuevo mi ‘técnica’ de relajarme de nuevo, y noté algo, tenía más fuerza sobre esos ‘tentáculos’, no supe si me hacía más fuerte o las hacía más débiles, no importa qué fuese pero lograba liberarme lentamente; sonará sencillo, pero tomó su tiempo, y al momento de lograr huir de esos ‘tentáculos’ desperté de inmediato, con control total de mi cuerpo, el sueño lúcido y la parálisis habían concluido, se esfumaron en un instante.
Me senté, sonreí y susurré: ��Ha sido la experiencia más genial que he tenido”, y lo fue.
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Por: Adriana Felici (Periodista - Directora sección En Familia) Desafío: plasmar la vida de Roxana Toranzo de Rodríguez (58, 3 hijos, 6 nietos), creadora de La Casa de Matías. “Todos” saben de su obra; y como toda hacedora, tiene admiradores y detractores. En 1992, Roxana perdió a su hijito de 3 años. Mientras daba clases como maestra, Matías se ahogó en una acequia. A casi 25 años, aunque se le quiebre la voz, Roxana no rehúye el tema: “Tenía pie plano; daba dos pasos y un golpe… Tardó mucho en llegar a la acequia; esa que nunca más trajo agua, ¿viste? -sonríe, mezclando amargura e ironía-. La niñera, pobre, no se dio cuenta. Al otro día del sepelio la abracé y le dije ‘no te tengo rencor’”. ¿Fatalidad o destino? “Destino; Dios tenía preparado este camino para mí. Sino me hubiera vuelto loca buscando los porqués. Aunque después de muchos meses decís: ¿por qué no a mí? Si le pasó a la Virgen María con su único hijo, ¿por qué no a mí?”. Primer desayuno Sola en su casa, mientras Luis trabajaba, y sus hijos Lucas y Marcos, estaban en la escuela (más tarde llegaría Juan Pablo), un 16 de agosto de 1994, en medio de la tristeza, nació el milagro: “Mirando por la ventana vi a cuatro chicos juntando leña. Hacía mucho frío… y ellos con una remerita. Eran cuatro hermanitos. Los invité a tomar un desayuno calentito. Me hizo tan bien esa compañía… hasta me hicieron reír… Y les pregunté ¿van a venir mañana? Al otro día eran 6, al otro 8… y cuando me di cuenta todas las mañanas tenía 32 chicos desayunando en mi cocina”. Hoy, La Casa de Matías tiene 40 chicos -llegaron a superar los 70- que desayunan, almuerzan, meriendan y hacen los deberes. Algunos se quedan a dormir. Todo fue trabajo de hormiga: más se sumaban, más crecían las necesidades: la cocina resultó pequeña y la comida escasa: “Me hacía re bien que vinieran… pero mi sueldo se iba en leche, cacao, galletitas…”. Un día alguien le habló de la Fundación Arcor. Allá fue: “El gerente me dijo que me ayudarían, pero había que poner un nombre; no ayudaban a familias. Y me dieron una ayuda impresionante”. Tanta que agregó la merienda. Y no tardó en sumar el almuerzo: “Terminadas las clases una chica me dijo: ayer terminó el Paicor y no comí más. Entonces le dije a mi marido: hay que darles el almuerzo. ¿Con qué?, me preguntó… Salimos en bicicleta a las carnicerías, verdulerías, panaderías… y todos nos ayudaron”. Más retos “Al mes tuve claro que no quería darles un plato de comida y que volvieran a la calle… Pregunté: ¿quiénes van a la escuela? Levantaron la mano 10. Les pedí que trajeran sus mochilas y me horroricé de lo atrasados que iban. Empezamos con apoyo escolar y todos pasaron de grado. Entonces les dije a los otros: hay que ir a la escuela. Quiere que lo ayude, tiene que ir a la escuela, les digo. Primero apostaba a que terminaran sexto grado; después dije tercer año; después sexto… Y ya tengo tres que hacen estudios terciarios”. Para dedicarse a lo que le devolvió las ganas de vivir, Roxana renunció a su trabajo: “Ya no me imaginaba mi vida sin estos chicos”, explica, y subraya: Dios me los puso ahí ese día”. En 2008, unos varones le pidieron quedarse a dormir. “Me encantó la idea, pero, ¡¿dónde?! Conseguí colchones. Levantábamos las mesas, poníamos los colchones; al día siguiente levantábamos los colchones, poníamos las mesas... así un año. Un día me preguntaron: ¿Cuál es su próximo sueño? Construir un dormitorio para las chicas y otro para los varones porque duermen en el piso. Sueño con niños felices y no lo estoy cumpliendo, agregué. En seguida el ingeniero Tato Scagliotti me ofreció ayuda. Así nacieron los dormis; con su ayuda y la de gente que convocó”. Más colaboraciones permitieron hacer y luego ampliar el comedor, y sumar los dos pabellones (12 camas cada uno), sala de primeros auxilios, bicicletero cubierto y galería. “Esto es el trabajo de una familia; sola no hubiera podido. Mi cara es la que pide… pero atrás hay una familia”, subraya. La primera Navidad les dije a los chicos que vinieran el 25, y el 24 nos fuimos de mis suegros. No sé por qué, a las 12 y media le digo a Luis: lleváme a casa. Volvimos y nos encontramos con doce chicos sentaditos esperándome. No me fui nunca más una Navidad; la pasamos todos juntos, y son las mejores de mi vida”. Roxana, la “cara” de La Casa de Matías; el hogar donde el dolor cedió paso al amor. ¿Y las críticas? Ella sólo dice: “El que critica es porque nunca vino”.
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