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El día que me vaya.

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El atardecer es geometría. Los incendios son renovación. Source: juliancallejo

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Si… Si, qué. Su hubiera. Si quisiera. Qué hubiera pasado si. Hacía un calor  que todos negaban. Caminaba pensando “si, ¿qué?…”, hacia la tienda de todas las mañanas. “Si…”. Bostecé. Si hubiera dormido más. Trastabillé esquivando a una chica que hablaba por teléfono. Si pareciera un borracho. Miércoles por la mañana. El borracho ++.

En la sección de bebidas faltaba mi favorita. Tal vez me estaban castigando. Si al menos. Pero Lole y Manuel se estaban colando en todas y cada una de mis hipótesis.

Si no hubiera nacido. Si hubiera sido el cuarto aborto. Pero fui el primer fracaso. Al menos encontré detrás de las botellas de limonada una de mis preferidas. Premio. Si hubiera decidido. Parece que nos vamos acercando, pero las decisiones son como la biblioteca de Alejandría. Un grupo de gilipoyas fanatizados la prendió fuego y ahora no las entiendo. Las decisiones. Los fanatizados son otra historia, porque se quejan cuando quemamos alguna de sus iglesias, que no suponen casi nunca grandes pérdidas..

Leche, yogures, consulta la lista, tal vez un desayuno que levante el día, y la tensión.

En la calle seguíamos negando el calor. Lo comentábamos, a falta de algo mejor. Caminé en silencio. Todo es de color. Pero eso es otro cuento.

Si hubiera salido bien. No seguiría aquí. No tendría que alegrarme. No tendría que andar mirando embobado los reflejos de los edificios sobre los muros. No tendría que recorrer los mismos lugares o pensar en los putos pijos que desayunarán zumo Carrefour en el balcón translúcido de su casita de madera, cuando esté terminada.

Si me hubiera perdido este sainete tópico, recorrido de cucarachas, indecisiones y consecuencias. Decisiones. Ay, Rubén. Cuánta razón y cuánta prepotencia tienes.

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Pero la vida.

Parque del Retiro, alrededor del Monstruo (https://www.tumblr.com/juliancallejo/729434331974696960/el-monstruo-monumento-a-mart%C3%ADnez-campos-parque?source=share)

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Autorretrato.

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Escala de grises.

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Universo.

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Maneras de saltar.

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A Swin (así se llama el primer corte de Youth) podría ser un epílogo bonito o la manera de dejar claro qué es y qué no es Underwaters. Y de paso hacer risa de la moda del cantautor con falso pasaporte sueco y guitarra acústica (con lo locos que son los suecos para la música, pardiez). Una pequeña intro acústica transformada, o atropellada por el cogollo de la canción: baile, house de nuevo cuño, máquinas y nada de desdeñar el baile.

Porque Youth va de electrónica. Underwaters aclaran desde el primer momento que ellos vinieron aquí a hablar de máquinas y a pensar en beats. Y lo que viene después es la declaración de amor de este dúo de París y Barcelona a sus mitos. Empezando por At Swin, y el entrelazado de ritmos y riffs de guitarra evocando el estado intermedio entre el Soul y la pista de baile adobada de máquinas que fue el Disco.

En Heat on the Roof ya se adivina la influencia más evidente de este disco: Pet Shop Boys. Esa retórica de hacerlo épico y que motive, esos sonidos sintéticos latiendo con emoción genuina, pero añadiendo elementos melódicos, aparte del estribillo, en los que se adivina la manufactura (y reivindicación) propias. La canción permanece en un estado de euforia contenida que enamoraría a los londinenses.

Her Black Dress parece una (perversa) adopción de la retórica del folk indie, freak o no, hacia el sonido Underwaters. Una canción extraña y saltarina que posiblemente no convenza a todos los paladares, pero que habla de la intención de hacer pie en lugares muy dispares.

Falsely Quiet retorna al Electropop a la manera de los PSB, en forma de balada melancólica y cinemática. Difícil, cierto, pero gratificante y a su manera de lo mejor de Youth, flotante, perfecta; como soñar con una medusa paseando por el aire de la habitación.

Cement Tray igual podría recordar a The Human League o a Saint Etienne. La mezcla de crudeza y gracia, a pesar de la nube de etiquetas, tiene el aroma de lo propio y confirma el sólido, complejo carácter de los franco-españoles. Quizás otra de sus piezas más ambiciosas, y más peculiares, y la entrada en tromba de la melancolía entre los motivos de Youth.

Mientras, Summer Dream con un despliegue envolvente e hipnótico de arreglos se mueve en una progresión pesada hacia una suerte de cierre épico de ballenas cantando. Igual puede sentirse como un fiasco o como una maravilla.

Non Chalant es sin duda la que mejor ha integrado el sonido de PSB al de Underwaters. Contagiosa, elegante, suena a lo mejor de ellos, a electro, a fiesta, a paseos por la ciudad y a recuerdos dolorosos y terapeúticos. A sonrisas y a perder las horas mirando por la ventana. A bailar y a drogarse, a beber y a saltar. La canción-comodín que de puro genio puede posarse sobre cualquier intante.

Para terminar, Memories Sunset Beach, es la conexión con la electrónica de bajos y el pop del siglo XXI. A medio camino entre lo experimental o ambiental y el estribillo atrapadizo.

La sensación que recojo es la de una fiesta hedonista, monumental y triste (si te pusiste bien ciega, cuenta con ello). Un derroche de recursos, que es la divisa de la juventud, que va en tantas direcciones como estados de ánimo. Un producto de la época, marcada por el mito de la eterna juventud, aunque en definitiva todos quememos reservas a hierro pasado el mediodía porque vivimos embrujados por esa necesidad irracional de permanecer idénticos a nuestra versión más pipiola.

La bacanal nos la recuerdan salvaje, reposada, intensa, dichosa, rabiosa, solitaria y demasiado concurrida. Y Youth se  reivindica solo como uno de los momentos recomendables, rememorables de 2016 o el casi nacido 2017.

A Swin (así se llama el primer corte de Youth) podría ser un epílogo bonito o la manera de dejar claro qué es y qué no es Underwaters. Y de paso hacer risa de la moda del cantautor con falso pasaporte sueco y guitarra acústica (con lo locos que son los suecos para la música, pardiez). Una pequeña intro acústica transformada, o atropellada por el cogollo de la canción: baile, house de nuevo cuño, máquinas y nada de desdeñar el baile.

Porque Youth va de electrónica. Underwaters aclaran desde el primer momento que ellos vinieron aquí a hablar de máquinas y a pensar en beats. Y lo que viene después es la declaración de amor de este dúo de París y Barcelona a sus mitos. Empezando por At Swin, y el entrelazado de ritmos y riffs de guitarra evocando el estado intermedio entre el Soul y la pista de baile adobada de máquinas que fue el Disco.

En Heat on the Roof ya se adivina la influencia más evidente de este disco: Pet Shop Boys. Esa retórica de hacerlo épico y que motive, esos sonidos sintéticos latiendo con emoción genuina, pero añadiendo elementos melódicos, aparte del estribillo, en los que se adivina la manufactura (y reivindicación) propias. La canción permanece en un estado de euforia contenida que enamoraría a los londinenses.

Her Black Dress parece una (perversa) adopción de la retórica del folk indie, freak o no, hacia el sonido Underwaters. Una canción extraña y saltarina que posiblemente no convenza a todos los paladares, pero que habla de la intención de hacer pie en lugares muy dispares.

Falsely Quiet retorna al Electropop a la manera de los PSB, en forma de balada melancólica y cinemática. Difícil, cierto, pero gratificante y a su manera de lo mejor de Youth, flotante, perfecta; como soñar con una medusa paseando por el aire de la habitación.

Cement Tray igual podría recordar a The Human League o a Saint Etienne. La mezcla de crudeza y gracia, a pesar de la nube de etiquetas, tiene el aroma de lo propio y confirma el sólido, complejo carácter de los franco-españoles. Quizás otra de sus piezas más ambiciosas, y más peculiares, y la entrada en tromba de la melancolía entre los motivos de Youth.

Mientras, Summer Dream con un despliegue envolvente e hipnótico de arreglos se mueve en una progresión pesada hacia una suerte de cierre épico de ballenas cantando. Igual puede sentirse como un fiasco o como una maravilla.

Non Chalant es sin duda la que mejor ha integrado el sonido de PSB al de Underwaters. Contagiosa, elegante, suena a lo mejor de ellos, a electro, a fiesta, a paseos por la ciudad y a recuerdos dolorosos y terapeúticos. A sonrisas y a perder las horas mirando por la ventana. A bailar y a drogarse, a beber y a saltar. La canción-comodín que de puro genio puede posarse sobre cualquier intante.

Para terminar, Memories Sunset Beach, es la conexión con la electrónica de bajos y el pop del siglo XXI. A medio camino entre lo experimental o ambiental y el estribillo atrapadizo.

La sensación que recojo es la de una fiesta hedonista, monumental y triste (si te pusiste bien ciega, cuenta con ello). Un derroche de recursos, que es la divisa de la juventud, que va en tantas direcciones como estados de ánimo. Un producto de la época, marcada por el mito de la eterna juventud, aunque en definitiva todos quememos reservas a hierro pasado el mediodía porque vivimos embrujados por esa necesidad irracional de permanecer idénticos a nuestra versión más pipiola.

La bacanal nos la recuerdan salvaje, reposada, intensa, dichosa, rabiosa, solitaria y demasiado concurrida. Y Youth se  reivindica solo como uno de los momentos recomendables, rememorables de 2016 o el casi nacido 2017.

https://soundcloud.com/underwaters/sets/yout.

Publicado el 25 de diciembre de 2016,