#jisu: y me iré sin más
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Jisu es como un animal herido, uno que fue apaleado y dejado a su suerte a morir en medio de la nada, por ende, observa cada movimiento y detalle de la otra muchacha con un ojo tan clínico que pareciera que pronto, saldrán cuchillas de sus ojos negros y apuñalan a cualquiera cerca. No alcanza a ver demasiado bien porque se limpia la cara, pero asume que es polvo o simplemente el descontento de ella con respecto a la esencia que apenas nota, está dejando soltar. Atenúa su olor, la cereza se esconde completamente y solo deja el ébano al alcance, queriendo lucir más amenazante que dócil. Sus hombros dejan de estar tiesos como lapidas cuando escucha que Eunho está bien, que no le ha pasado nada. Podía olerlo, podía sentir su estrés por medio del vinculo de hermanos que tenían, pero asumía que era por haberla visto dormir por quien sabe cuanto tiempo. No estaba tampoco muerto, así que se da por bien servida y confía un poco más en la otra cuando se acerca para ayudarla a ponerse más recta. Jisu se queja inicialmente, cerrando los parpados con fuerza ante el dolor y se muerde la parte interna de la mejilla para no ser vocal, apretando la zurda en torno a las sabanas donde descansaba y casi puede sentir la tela desgarrándose como lo hizo su piel, quizá hasta un órgano, cuando la espada de aquel soldado de la luz atravesó su cuerpo. - —Gracias — -alcanza a pronunciar, puesto que recuerda a su padre Ryeohee que le decía que no tenía modales, que debía ser agradecida con los que le ayudasen. Podía casi escuchar su voz y eso fragmenta su corazón, la pesadilla no se detenía ni siquiera despierta. Jisu se observa, las piernas desnudas muestran raspones y moretones, al igual que los nudillos de sus dedos están lastimados, el torso completamente vendado por la herida. - —Me han cuidado — -asume por lo que ve, girando la cabeza hacia donde estaba la otra y con cuidado, se inclina para olfatear sutilmente el agua ofrecida y bebe, sintiendo el primer trago como manantial fresco y luego, como hombre famélico, toma con ansias hasta que una pequeña tos le detiene y se desploma de nuevo contra las almohadas. - —¿Cuánto tiempo ha pasado? — -Jisu era directa, atacando los temas de importancia antes que cualquier otra cosa. Observa de nuevo a la castaña por el rabillo del ojo, sin detectar hostilidad o un deseo de venderla a los soldados de la luz, por ende, asume que no la conoce o simplemente no tiene interés en eso. Era bueno, era excelente, podrían ocultarse un tiempo y luego escabullirse en las sombras cuando estuviese mas sana y partir sin decir adiós. El pensamiento parece despertar a la bestia en su interior, que se queja y reniega ante la idea de simplemente marcharse y Jisu frunce el ceño, ¿qué mierda le pasaba?
Mientras el sol cae en el horizonte y la hora de cenar se aproxima, Ayame se ofrece a cambiar de turno temporalmente con el joven que conoció hace poco. Un cargamento de medicinas, vendajes e incienso es lo que trae consigo, tras haberle realizado una visita a su madre, la médico a cargo en esta inusual situación. Una sonrisa enternecida se forma al ver salir de la habitación al muchacho, le llama por su nombre, Eunho; uno que se esforzó mucho por descubrir y así, poder entrar en cordial confianza, la suficiente como para recordarle que tanto él como su inconsciente hermana no tienen nada que temer en esta lejana y olvidada aldea, que su única intención es verlos sanos y salvos. Intenta captar su atención ofreciéndole una manzana que tomó del huerto, roja y brillante, dulce y lustrosa, perfecta para levantar el ánimo; aprovecha para recordarle que debe llenar el estómago con algo nutritivo, pan recién horneado, té de hierbas y sopa caliente de verduras que, al husmear en la cocina, se enteró que preparaban. La castaña le promete que ella cuidará a la pelinegra en su ausencia y luego de recibir una respuesta positiva, su característica sonrisa no hace más que ampliarse, asegurándole nuevamente que esperará por su regreso. La alta figura se pierde al girar el pasillo, mientras ella, con delicadeza, ingresa en la silenciosa habitación, sólo para encontrar la misma triste imagen de todos los días. Con mirada entristecida escanea el cuerpo que yace inmóvil, pero mientras respire y la herida no presente signos de infección, todo estará bien; después de todo, el enfrentamiento parecer haber sido frenético, tiene claros indicios de ello.
Hace un par de lunas, el viento trajo consigo una caótica variedad de sonidos, dos voces comunicándose en murmullos, el frío metal de lanzas y espadas chocando entre sí, la sinfonía de pasos presurosos pisoteando hojas y hierbas. Curiosa como siempre, Ayame desobedeció las órdenes de su madre, envió a Tsuruko a investigar; más las noticias que la grulla trajo consigo no auguraban nada bueno. De pronto, el aroma en el aire cambió, hierro, tierra y sangre, bandadas de aves volaron lejos del peligro y ni el más prudente de los sabios fue capaz de fingir que no pasaba nada; menos aun cuando, apresurada como un rayo, la castaña se precipitó hacia el bosque, guiada por su acompañante espiritual, obligando a unos cuantos a seguirla.
La diestra se dirige hacia la frente ajena, buscando tomar su temperatura mas se detiene a mitad de camino, en seco. Su corazón se estruja ante el gruñido y lo siente palpitar de nuevo cuando claras señales de movimientos voluntarios aparecen. Ha visto a la joven sufrir en sueños, no es difícil deducirlo; aunque intentó cantar para ella día tras día, cada canción surtía menos efecto que la anterior, incapaz de alejar esa mente de cualquier pesadilla acongojándola. Es natural, entonces, sentir alegría con algo tan simple como el fruncimiento de su nariz al respirar o los párpados que se separan de par en par. Es natural, repite, aunque por una extraña razón, siente que es ella quien podría conmoverse hasta las lágrimas al ver a una enferma levantar cabeza. Un sutil escozor le pica en la punta de la nariz, mirada se nubla ante dos inminentes gotas de agua que planean escaparse y su pecho se contrae con fuerza, en angustia y dicha al mismo tiempo. ¡No puede esperar a contarle a Eunho!, curiosamente, sus piernas no hacen el esfuerzo por levantarse y sentada en la butaca, como si estuviera pegada a ella, su lobo testarudo ni siquiera contempla la opción de moverse un solo centímetro del lado ajeno, disfrutando en demasía la calidez del olor amaderado, la marcada acidez de la cereza que se mezcla a la perfección con su contraparte endulzada. “Hola…” Saluda como una boba, odiándose un poco tras esas escuetas palabras, pero aprovechando el momento para fregarse los ojos con puño cerrado, apartando cualquier señal de lágrimas. “No temas, tu hermanito se encuentra en perfectas condiciones. Ahora está cenando, pero volverá apenas termine”. Haz algo, Ayame, ¡algo coherente! Como impulsada por un resorte, se levanta, dirigiéndose hacia la jarra de agua fresca que siempre dejan sobre la mesa; entonces sirve un cuenco entero, ofreciéndoselo a la pelinegra. “¡Oh, lo siento! Primero debes sentarte un poco. Yo te ayudo”. Cada palabra es más afectuosa que la otra, y tras depositar el cuenco de regreso en la mesita de noche, la castaña acomoda una pila de almohadas contra la cabecera de la cama, con la esperanza de que su invitada pueda incorporarse lo suficiente.
#* ⠀ 🍒 ⠀ ╱ ⠀ dialogue ⠀ 、 ⠀ ❪ ⠀ shin jisu ⠀ ❫#* ⠀ 🍒 ⠀ ╱ ⠀ dynamic ⠀ 、 ⠀ ❪ ⠀ jisu & ayame ⠀ ❫#grccve#* ⠀ 🧁 ⠀ ╱ ⠀ plot ⠀ 、 ⠀ ❪ ⠀ sing me a tale so beautiful that the stars will strain to hear ⠀ ❫#* ⠀ 🧁 ⠀ ╱ ⠀ verse ⠀ 、 ⠀ ❪ ⠀ when i’m walking into the darkness; i know you'll be right there; lighting up the flares ⠀ ❫#AYAME ES TAN HERMOSA Y PICIOSA Y ADORABLE Y DFJDKSLDSDSDS#jisu: y me iré sin más#la lobita en su interior: hmmm no creo mi ciela#dios amo escribir a jisu con su angst constante(?)#t*
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