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La voz de la experiencia

La última vez que fui a mi ciudad natal me despedí de mi abuela con un sabor agridulce. A raíz de la noticia de que iba a adoptar un gato, lejos de una respuesta positiva, recibí en su lugar una serie de comentarios y anécdotas extremadamente desagradables e hirientes. Mi abuela no se cortó en contar, casi con orgullo, la violencia que ha ejercido sobre los gatos y el desprecio que siente por ellos. Luego, la conversación giró en torno a cómo los jóvenes de hoy tienen más mascotas que niños...se pueden hacer una idea del contenido de la conversación y de cómo me sentí al respecto.

Estoy acostumbrada a las faltadas impunes de mi abuela. Una vez llegó a decir que el cerebro de las personas que estudian letras es diferente -peor- que el de las personas de ciencias...teniendo dos hijas abogadas y dirigiéndose a una estudiante de arqueología. Por supuesto, su opinión acerca de la homosexualidad no iba a ser menos grotesca.

El dolor se acentuó por la presencia de mi tía. Como apunte, durante mucho tiempo la idealicé hasta el punto de que era mi modelo a seguir durante la infancia. Hasta ese momento seguía apreciando las conversaciones con ella por considerarla muy afin a mí. En un principio era el miembro más progresista, abierto, racional y empático de la familia. Durante mucho tiempo vivió sin hijos, con su pareja y sus dos perros. Frente a mi familia paterna, muy conservadora, nunca había tenido miedo en abordar determinadas conversaciones. Por estos motivos, mi sorpresa fue mayúscula cuando en este asunto no sólo no contradijo a mi abuela, sino que respaldó cada una de sus palabras. "Son cosas de su generación", cuando la abuela comentó lo que le había hecho una vez a un gato. "Un animal nunca te va a dar lo que te da un hijo, y las personas que no tienen hijos acabarán sintiendo un vacío muy grande y se acabarán arrepintiendo", cuando yo -una estudiante de veintitrés (23) años- comunico feliz que voy a adoptar un animal.

En suma: salí de esa casa sintiéndome menospreciada, juzgada y ridiculizada. Han pasado meses y todavía cuando lo escribo se me saltan las lágrimas. Escudándose en "la voz de la experiencia", dos personas muy cercanas a mí habían creído oportuno juzgar las decisiones y la vida de una mujer adulta, pero más joven que ellas. Me hicieron sentir pequeña.

Es una decisión radical que nunca pensé que tomaría, pero he decidido ponerme a salvo. Guardar las distancias. He aprendido -por las malas- que no les puedo dar mi corazón en la mano sin reservas.

Mi pregunta es, ¿es algo universal? ¿esa arrogancia y falta de empatía surgen siempre con la edad, o se deben a la confianza extrema en el vínculo familiar? Es decir, como se da por hecho que una tía siempre va a ser una tía, y una abuela siempre va a ser una abuela, y tradicionalmente a la familia se la quiere y a los mayores se les respeta, eso les da carta blanca para hablar sin pensar en las consecuencias, en el impacto que las palabras tienen sobre los demás. Al menos, esa es mi teoría.

Otras hipótesis, más desagradables, es que son rasgos innatos propios (y antes no los conocía porque vivía en una burbuja), o, peor aún, que se deben a un desprecio y odio personales hacia mí. Por el mismo principio del amor familiar sagrado y dogmático, descarto la tercera opción.

Diciembre se acerca, y con él, las navidades. Estoy segura de que no soy la única que siente animadversión hacia estas fechas. Precisamente porque en ellas se venera más que nunca el carácter sacro e intocable de las relaciones familiares. Con esa idealización surgen expectativas imposibles y situaciones inaguantables.

Que esto sirva para recordar que ningún familiar tiene derecho a humillarnos. Merecemos respeto y consideración siempre. Y que no tenemos porqué soportar, bajo la excusa de una cena familiar, que se sobrepasen nuestros límites o se maltrate nuestra dignidad.

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Tijeretazos

A lo largo de los últimos días me he cortado las puntas. Siempre por la noche, cuando no puedo dormir, tac tac tac. Tres mechones, cuatro mechones más al día siguiente. Tenía el pelo por debajo de los hombros y ahora luzco un corte bob por encima de los hombros.

Lo cierto es que cada vez estaba más disconforme. He ido a multitud de peluquerías. La última peluquera a la que fui era, precisamente, una experta en pelo rizado. Y cortaba en seco, porque cuando se corta sobre mojado en una melena rizada el resultado en seco puede cambiar muchísimo. Y, aun así, siempre pasa lo mismo. Cuando me cortan a capas para que el pelo tenga volumen y una forma redondeada bonita, pasado un tiempo las capas se convierten en un escalón extraño.

Para muestra, un botón:

Parece gritarme: CÓRTAME, CÓRTAME, CÓRTAME!!! IGUALAME!!!

La forma espléndida de peluquería tiene una fecha de caducidad y a los pocos meses tengo que elegir: escalón o cincuenta euros en peluquería. Porque sí, un corte de pelo, sin productos de por medio, puede llegar a ser MUY caro.

Hace dos años descubrí por las malas que no me puedo hacer las capas en casa. Al principio la técnica casera funcionaba, pero llegó un momento de no retorno en el que tuve que recurrir a especialistas para revertir el desastre. De momento, las puntas parecen menos problemáticas.

Paralelamente, me está costando mucho dormir por las noches. Ayer me quedé despierta hasta las cuatro de la mañana, pensando en las Navidades en Huelva, en el botellón pre-nochebuena, en la gente en masa, en las caras y cogotes conocidos. Repasé mentalmente la ropa que me llevaría y en qué ocasiones la llevaría puesta.

En suma: estoy aterrada. Porque parezco estable y tranquila y mi entorno es estable y tranquilo pero estoy comenzando a reproducir comportamientos que tenía en mi período de crisis. Deseenme suerte.

Pd: Me corte el pelo a la altura del escalón. Éste es el resultado:

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No me gustan las bodas.

No es que no me guste ver que los demás se casan. Tampoco es que a mí no me gusta la idea de casarme. Quizás el título es demasiado vago e inexacto. En realidad, lo que no me gusta nada es la idea de organizar una boda. Pensar a quién debo que invitar, porque, como evento social, no se trata exactamente de invitar a las personas que yo quiera. Tendré que invitar a familiares con los que apenas hablo o que no me caen especialmente bien, pero son más o menos del círculo cercano. ¿Dónde se pone el límite? Sólo pensar en ese aspecto me entra ansiedad. Si añado el coste, el convite, la boda por lo civil, la boda "tradicional", el menú de la boda, que los invitados se lleven entre sí y los posibles contratiempos...casarme se convierte en una pesadilla.

En cambio, tengo la certeza de que quiero pasar el resto de mis días con la persona que duerme a mi lado. Si no fuera por la boda, me casaba mañana mismo con él. ¿Porqué tiene que ser tan complicado?

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¿Ahora sí‽

Unos días atrás se creó una nueva cuenta, pública. Para mí supuso una ventana a su vida que no había tenido en estos tres años. Una cuenta de fotografía. En ella ha empezado a publicar fotos en Tavira, en Escocia... una foto de su nueva novia. Una foto de un cementerio escocés. Y no, no hay pena ni nostalgia. Pero se me hace raro ver fotos de sus viajes.

En algún momento empezaría a viajar, eso estaba claro. No es sorpresa para nadie. Y ha empezado a viajar mucho después de que lo dejáramos. Sólo que esos viajes me recuerdan lo reticente que era a moverse cuando estábamos juntos. Que la gota que colmó el vaso fuera, precisamente, que no viajara para verme, o que tomara la decisión de viajar demasiado tarde. Me recuerdan también el viaje que compré para los dos a Roma con todos mis ahorros.

No me da pena ni nostalgia. Me da rabia. Supongo que esto le pasa a todo el mundo, ver que sus ex tratan mejor a sus nuevas parejas porque nosotros fuimos su escuela de errores a evitar. Y que por eso ahora sí viaja, ahora decide ver el mundo, y no cuando yo le di la mano.

Quién sabe si un día decidirá ir a Bruselas, y me lo encuentro en la Grand-Place. Quién sabe si un día su cámara digital y mi cámara analógica se encuentran desde dos extremos de una plaza europea.

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Academic weapon

Me he puesto a pensar en lo limitante que es el mundo académico. Mi trabajo es sobre la cerámica griega en una época y en una región determinadas. Esto hará que se reconozca mi conocimiento profundo en ceramología. También en esa época y en esa región concretas. Pero al mismo tiempo significa que no se me considerará como un referente menos importante cuando hable de otras épocas, otras regiones u otros aspectos de la Antigua Grecia.

Con cada cosa que aprendo de ese pequeño nicho me alejo de la posibilidad de trabajar en un futuro sobre otras cosas que también me interesan. Por ejemplo, me apasiona la papirología, pero es un tipo de estudio completamente diferente, que se da en un tiempo y un lugar absolutamente distintos. ¡Ni siquiera soy capaz de elegir entre Grecia, Roma o Egipto, y se me pide que elija dentro de Grecia! Debería haber un término medio entre la hiperespecialización y ser un doctor liendre (que de mucho habla y de poco entiende). 

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Triste?

Estoy triste y no sé exactamente porqué. Las noticias que llegan desde Valencia me han dejado devastada. La confusión política hace que me sienta perdida.

No tengo ninguna motivación para seguir con el máster y mucho menos para avanzar con el TFM. No me apetece hablar demasiado de ello porque todavía es hurgar en una herida abierta, y me mete ansia.

He llegado a un nivel de inseguridades nunca antes visto. He evolucionado desde sentirme incómoda en mi propio cuerpo y odiarlo (10-16 años), a adorarlo/odiarlo de manera obsesiva (16-20 años), a aceptarlo y no pensar demasiado en él (20-23 años). Ahora no me apetece arreglarme y no me gusta lo que veo en el espejo. Me siento fea y nada puede cambiarlo. Me siento un trapo sucio, por dentro y por fuera: Desgastada a nivel físico, mental y emocional.

Hoy iba a salir con Matt. Ibamos a ir juntos a un bingo solidario por Valencia. Me apetecía mucho ir con él y por eso no se lo dije a nadie más. Pero me he pasado todo el día llorando en casa y sin hacer nada. No me he movido casi del sillón. Me dijo que después de su conferencia -a la que no quería que yo fuese- organizaban un drink, y no podría llegar a tiempo. Me pareció egoísta forzarle a irse antes de tiempo cuando quería quedarse, así que le dije que no habría problema. Pero tantos años -tres- de alusiones y "bromas" y lo último sucedido hizo que inconscientemente tendiera a desconfiar y a sentirme insegura. Sí, las cosas como son: no me fío de Matt. No creo en su amor. Mientras escribo esto vuelvo a llorar y Popota me mira fijamente. Dejo de escribir porque he decidido ir a ver una película a la Cinematek a las 21:30. Me he acostumbrado a ir al cine cuando estoy triste, porque sé lo que va a pasar cuando llegue si me ve mal, y ahora no me apetece dar explicaciones.

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no me ha respondido >:(

Estaba pensando ya en el bar súper bohemio al que pensaba llevarle y los sitios que le iba a recomendar en portugal y en pedirle que me enseñara sus fotos en analógico y el tonto no me responde.

Tengo muy vívido el momento en que les comenté a mis amigas que había un chico en las excavaciones que... y Mar me dijo (palabras textuales): follatelo tía, la monogamia no existe. Me lo habría follado de muy buen grado pero como buena epicurea prioricé el bienestar a largo plazo al placer inmediato y valoro mucho el no haber forzado un triángulo amoroso como ocurrió el año pasado. Estoy muy orgullosa de la mesura clásica que he mantenido estas dos semanas. Me gustan mucho sus ojos verdes, como de gato, y su cuello ancho y su voz no muy grave y expresiva son mi tipo. Quizás hasta me venga bien no volverle a ver. Pero me da pena que no pueda saber todos los sitios que debería ver en Algarve, y que no vaya a conocer el María Pandora, ni mis bragas negras. Las tres cosas le habrían gustado mucho.

Pensándolo un poco, me hubiese gustado probar algo nuevo, un cambio de aires, algo de emoción. Echo en falta ese "primer polvo", el momento en el que el placer es máximo, la adrenalina es pura y las dos partes se endiosan mutuamente.

Y ademas tío que él es de arqueología de Roma y yo de arqueología de Grecia es que no hay ship más chulo que ese :cccc.

Y que me hubiera gustado decirle, al menos para que lo supiera, que le miraba y me ponía roja y que le dejé miguitas que no supo recoger. Que me leí entero El Arte de Amar y me pregunté hasta qué punto lo que decía lo ponía en práctica conmigo, si él también me mandaba señales o simplemente estaba desquiciada. Lo suaves que fueron sus labios los segundos que los rocé con los míos, esos segundos lícitos rozando a su vez el límite.

Actualización: sí me ha respondido pero no ha dado más señales de vida💔

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Caesar on a TV Screen

Di con esta canción por pura casualidad y a un primer oído me sentí algo perdida con la letra, aunque tenía el presentimiento de que me vería ferozmente reflejada en ella. Y así fue. Al igual que la narradora, durante meses (diría incluso que años) sufrí la(s) pérdida(s) de varios vínculos y me vi repudiada en mi propia ciudad.

Mi respuesta: adoptar -sobre todo cuando volvía a mi ciudad- trajes, chaquetas y pantalones de estilo andrógino como armadura y escudarme en canciones como The Man de Taylor Swift o King de Florence+The Machine. Todo, para hacer frente a mi mayor miedo: el rechazo. En oposición al "no le puedes gustar a todo el mundo, aprende a vivir con ello" tan ligero de decir y tan pesado de llevar, paseándome como un galán del siglo pasado decía y me decía: "¿Sí? Si vosotros, hombres, me dais la espalda, un día no podréis contener las ganas de giraros. Porque voy a ser más hombre que todos vosotros juntos, siendo mujer voy a llevar la masculinidad con más dignidad que nadie. Lo que os ponéis sólo el primer día del año yo lo voy a utilizar como una segunda piel." La misma declaración de intenciones que se destila de la lírica desesperada y la melodía alternante y poderosa de Caesar on a TV Screen, de The Last Dinner Party.

Una mezcla de megalomanía y absoluto delirio, de fuerza omnipotente y vulnerabilidad evidente. Todo eso es, al mismo tiempo. Es por ello que la incluí y posicioné en lo más alto de mi playlist "de humanizar a un dios o divinizar al hombre", porque casa con el sentido literal de la playlist pero también con otro mucho más íntimo: la propia percepción que tengo de mí misma, a veces elevada, otras condescendiente y, a menudo, sumamente pesimista.

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Tumblr es el reddit de las niñas tristes

No recuerdo cuándo empecé a retrotraerme, pero desde entonces no he dejado de gestionar mi malestar y mis emociones prácticamente sola. El miedo a que "mi malestar moleste", como una vez definió mi psicóloga, me ha impedido exteriorizar suficientemente aspectos de mi día que aún hoy arrastro. En su día, convertí Twitter en un grito discreto. Verbalizaba mis sentimientos sin dirigirme a nadie en concreto. Pero dejó de ser seguro, perdí el control sobre cómo podían tratar esa información los demás. Y aquí estoy.

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soy ni más ni menos q una Charo de 70 parriba poderosa en su completo d chaqueta y falda pisoteando a sus enemigos bajo los zapatos d tacón soy una señora yendo a misa con sus amigas soy la viuda de tantos soy una mujer desquiciada

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M da rabia pensar q si m hubieras querido algo mejor yo podría haberte sido para siempre pero t dio pereza y ahora es otro el hombre de mi vida pero antes tuve q cambiarla tuve q cambiarme de vida irme d la vieja a otra nueva donde no estuvieras tú

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No tengo absolutamente ningún espacio ni tiempo que me pertenezca, en otras palabras: no existo

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Ti amo

Ti amo ti amo ti amo ti amo. Llegar juntos a la universidad de la mano separarse con un beso en la mejilla y otro en los labios tú con tu cartera de mano negra y tus gafas y tu chaqueta yo con botas altas y un vestido. Estando separados dibujaré un corazón con nuestras iniciales dentro en cada página de apuntes que escriba, como llevo haciendo desde que comencé el curso. Escribir tu nombre con caligrafías diferentes hasta desgastar el bolígrafo o aburrirlo, porque jamás llegaré a desgastar tu nombre o a aburrirme de él. Que me esperes en la salida y se me pare menos de medio segundo el corazón porque estás ahí y aunque sé que estás ahí seguiré sin creérmelo. Esta semana he estado andando entre las nubes de camino a la facultad porque venías.

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Go read a book

I'm convinced that we can only reach reach good through culture and knowledge, because in order to reach it we have to know what it is. And I'm convinced too that culture and knowledge are quite accesible these days. Books are easy to get. You can buy it in a second-hand shop, borrow them from a library. Where I live, you can go to the theatre or to film festivals for free or at least for really affordably prices. Museums and expos can be free or cheap too. The excuse of "I don't have enough money" is no long acceptable. Bro, we're in the 21th century, not in Louis XIV's times.

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Escribo con el hombre de mi vida delante de mí haciendo un trabajo en su escritorio

Tantos años tonteando con el Amor para al final darme cuenta de que lo que siempre he querido es a mi novio. Todo. Todo de él. Me ha vuelto loca de remate.

Estamos en la misma habitación cada uno a lo suyo él hace su trabajo sin separar los ojos del mismo y yo alterno el ordenador desde el que escribo este post con él - ordenador - él -ordenador - él.

Me encanta verlo concentrado haciendo sus cosas, que le gustan tanto, que tanto admiro. Quiero pasar así el resto de mi vida.

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Escribid cartas!!!

Escribir cartas me ha salvado la vida. Por lo menos, la está haciendo infinitamente más llevadera. Como he dicho anteriormente, soy una persona muy introvertida. Estoy relativamente acostumbrada a no compartir mis inquietudes, miedos y angustias, a cargarlos sola. No obstante, en lo que llevamos de año se han acumulado tantas cosas que no he dado abasto. Tengo varias madejas de lana de diferentes colores y grosores. Pues bien, en un momento dado corté con tijeras el hilo de algunas, y perdí los trozos cortados. Sigo sin saber dónde se encuentran. Cuando me agacho para intentar hallarlos, siento mareos, vértigo. Pierdo el equilibrio.

El acto de buscarlos y sentir náuseas se repite varias veces con cada hilo perdido. Me tiene extenuada. Me siento castigada por una fuerza superior, como Prometeo, como Sísifo, como Tántalo.

Como es probable que esta situación se prolongue a lo largo de mi vida -espero que con práctica acabe por dejar de padecer vértigo- entretanto me dedico a escribir sin descanso.

Cuando tengo la necesidad de comunicarme con una persona cuyo contacto he perdido, le escribo una carta. De momento llevo muchas escritas, ninguna enviada. Tampoco tengo una necesidad imperiosa de que lleguen a ser leídas. Por si acaso, algunas las guardo, otras más breves las publico aquí. Total, ninguno de los destinatarios utiliza esta red social.

Disfruto especialmente las cartas a mano. Cuidar la caligrafía, las palabras, hacerlo bonito. Es muchísimo más íntimo, es casi un ritual.

No tengo intención de enviarlas, pero escribirlas como si lo fuera a hacer hace que defina mejor mis emociones y sea más clara a la hora de establecer mis intenciones.

Aunque de momento son cartas inéditas, me he prometido a mí misma que deberán llegar a sus dueños el día que no tenga nada que perder por hacerlo.