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Argentina, un país prendido fuego
¿Por qué el país arde, a lo largo y ancho de su territorio, desde los bosques patagónicos al monte cordobés, pasando por los humedales rosarinos? ¿Cómo podemos defendernos de este humo que no nos deja respirar? Compartimos la introducción del libro "Argentina en llamas. Voces urgentes para una ecología política del fuego", que acaba de lanzar Editorial El Colectivo. Escribimos esta introducción en Buenos Aires, durante un marzo inusual, con 41 grados de sensación térmica. Culminamos este libro atravesando la ola de calor más prolongada de la historia argentina, sobre todo para la zona centro y este del país. Entre sofocos, nos enteramos de que este ha sido el verano más cálido desde 1906 y de que, también, será el menos caluroso de lo que resta de nuestras vidas. La falta de lluvias, además, produjo una sequía histórica que, según informan los titulares de los principales diarios del país, ha generado pérdidas millonarias para los productores de soja y de maíz. La sequía –sumada a factores como el cambio climático y la multicausalidad antrópica de la bajante histórica del río Paraná– viene generando la sucesión de incendios más grande de la que se tenga memoria. Pero no es un fenómeno exclusivo de Argentina. En 2020 ardían Australia, California y Siberia, en regiones que tuvieron su peor temporada de incendios en veinte años. En 2019, el mundo se estremecía ante las imágenes de la quema simultánea y coordinada en distintos puntos de la selva amazónica que tenían, como denominador común, extender la frontera agrícola y ganadera. Mientras el humo cubría grandes ciudades como San Pablo y Río de Janeiro, se viralizaba el hashtag #PrayforAmazonas y Greta Thumberg sentenciaba: “nuestra casa está en llamas” (1). El saldo fue la quema de 2,5 millones de hectáreas del Amazonas (Greenpeace, 2019) (2). Cuando arrasa el fuego, las comunidades afectadas también pierden hogares, pertenencias, cultivos, ganado y mascotas. A veces, a sus seres queridos (humanos y no humanos). Con ello, parte de su presente, de su historia y de su identidad. La deforestación del Amazonas tiene consecuencias para el régimen de lluvias en otras zonas. En efecto, el 19% de las precipitaciones que caen anualmente en la cuenca del Plata se originan por la humedad de la selva amazónica que se dispersa hacia el sur (Maretti, 2014; FARN, 2020). Esto influye, a su vez, en el sistema hidrológico del Gran Chaco y del sistema de humedales de los ríos Paraguay y Paraná. El descenso de los niveles de estos ríos desde 2020 es de los mayores en los últimos 100 años, y va de la mano de la modificación del régimen de incendios. En nuestro país, el fuego alcanzó cifras récord en los últimos meses. Solo en 2022, se contabilizaron más de 700 mil hectáreas (ha) afectadas por el fuego, más del doble que en 2021 (3), pero considerablemente menos que en 2020, cuando la superficie alcanzada fue mayor a 1 millón de ha (SNMF, 2023).
En 2022, la provincia con mayor superficie incendiada fue Salta, con 126 mil ha quemadas. Le siguieron San Luis, con 121 mil ha, y Corrientes, con 89 mil. Durante 2021, la provincia más afectada había sido Córdoba, con más de 300 mil ha prendidas fuego. En varias ocasiones, la capital provincial quedó tapada por columnas de humo y lluvias de cenizas que hacían arder los ojos y dificultaban la respiración, componiendo escenas cuasi apocalípticas. Otro dato que ilustra la gravedad de esta oleada de incendios es que se vieron afectadas áreas tradicionalmente “húmedas” de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, particularmente en la zona de humedales. En el Delta del Paraná, entre 2020 y 2022, se incendiaron cerca de 600 mil ha. En marzo de 2020, mientras el resto del país se resguardaba en sus casas ante la irrupción de la primera ola de contagios de COVID-19, el humo proveniente de las islas penetraba los hogares de la ciudad de Rosario y dejaba a sus habitantes sin aire y sin lugar para refugiarse ante la llegada del virus y de los humos tóxicos. Tampoco el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) escapó a los incendios arrasadores. El año pasado se detectaron focos en la Reserva Natural provincial Santa Catalina, en Lomas de Zamora; la reserva Isla Verde, en El Palomar; y la Reserva Natural de Laferrere, en La Matanza. A comienzos de 2023, se prendía fuego la Reserva Ecológica de Costanera Sur, en el mismísimo centro porteño. En un contexto de fuerte sequía y desmonte para ampliar la frontera agropecuaria, cualquier chispazo es, en potencia, un incendio incontrolable. Si desde la ciudad la naturaleza suele ser percibida como una entidad lejana de la que vivimos alienados buena parte del año, eventos como las nubes de humo de pastizales quemados en el Delta sobrevolando Buenos Aires ponen en cuestión la posibilidad de seguir con nuestra negación ecológica, expresión que refiere al mecanismo cognitivo colectivo por el cual naturalizamos y elegimos desentendernos de eventos climáticos y ecológicos extremos (4). Si los problemas ambientales parecían no cuestionar nuestra identidad o seguridad como sociedad, el olor a quemado que sentimos al traspasar el umbral del hogar, el enrarecimiento del aire en los espacios abiertos y los atardeceres color naranja fosforescente reflejo del fuego, nos hacen oler, ver y palpar hasta qué punto nuestro accionar sobre el planeta se está haciendo sentir, incluso contra nosotros mismos (5). El humo se volvió tan ubicuo que ya es una variable más que nos informa el servicio meteorológico, junto a la temperatura o la probabilidad de precipitaciones. Pero el fuego perturba nuestras vidas cotidianas también en formas más espectaculares, como cuando el 1 de marzo pasado un incendio de pastizales en la localidad de General Rodríguez –donde se encuentran varias líneas de alta tensión– provocó un apagón masivo en el país, en el que casi 20 millones de personas de diferentes provincias quedaron sin electricidad durante horas. Que este fuego también esté siendo investigado como doloso, le otorga un tinte siniestro a una realidad ya de por sí suficientemente asfixiante.
La intensidad y extensión de los incendios por todo el mundo condujo a autores como el norteamericano Stephen Pyne a sostener que estamos viviendo un piroceno. Esta noción refiere al legado de los seres humanos en el planeta y a cómo su accionar estaría creando una era del fuego equivalente a la era glacial (Pyne, 2022). Este concepto se basa en la idea de antropoceno –popularizada en 2000 por el científico Paul Crutzen– que califica la fase geológica actual como aquella de mayor impacto antrópico y destructivo sobre el planeta, en la cual las emisiones de dióxido de carbono, la elevación del nivel del mar, la contaminación causada por los plásticos y la deforestación, entre otros factores, estarían dando por terminado el Holoceno y abriendo una nueva fase geológica. Si bien, como señalan Svampa y Viale (2020), el concepto funciona como una suerte de “categoría síntesis” que permite el diálogo entre distintos actores e, incluso, entre distintas disciplinas, consideramos necesario entender la dinámica de degradación ambiental de los últimos dos siglos como un proceso social e histórico complejo. Conceptos como el de capitaloceno (Moore, 2015) permiten comprender que el principal responsable de la destrucción del mundo natural no es “la humanidad toda”, sino aquella fracción pudiente que controla los medios de producción. Solo en 2022 se contabilizaron más de 700 mil hectáreas (ha) afectadas por el fuego, más del doble que en 2021, pero menos que en 2020, cuando la superficie alcanzada fue mayor a 1 millón de ha. En este debate, otros autores han propuesto el término de ecocidio (6) para dar cuenta del avance del daño ambiental sobre la sociedad mundial y sobre la vida en el planeta. Desde nuestras latitudes, el movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir propone hablar de terricidio (Millán, 2019), como síntesis de todas las formas violentas que el sistema desarrolla para atacar la vida. Según Moira Millán, lideresa weychafe del pueblo mapuche, dentro del concepto de terricidio están contemplados el ecocidio, el epistemicidio, el genocidio, el feminicidio; es decir, todas las maneras en las que la vida de los pueblos y de la naturaleza es arrebatada. A través de esta noción, las mujeres indígenas denuncian el proceso de arrinconamiento y destrucción que sufren en la actualidad las formas de vida indígenas, incluidas su cultura, espiritualidad y relación con los territorios sagrados. Desde una perspectiva anticolonial, antipatriarcal y anticapitalista, la lucha contra el terricidio significa, para este colectivo de mujeres indígenas, llevar adelante una serie de acciones que conviertan al concepto en una categoría con la que se pueda juzgar y condenar a los sectores dominantes que lo provocan. Dicho esto, nos preguntamos ¿qué se pierde con cada incendio?
Los incendios forestales de gran envergadura e intensidad, como los que vimos expandirse en los últimos tres años en nuestro país, afectan a los ecosistemas y a la biodiversidad, a la capacidad de reproducción de la flora y la fauna. Aumentan el nivel de carbono en la atmósfera, lo que contribuye al calentamiento global, a la variabilidad del clima y a una mayor ocurrencia de eventos climáticos extremos. A su vez, la pérdida de la cobertura vegetal afecta a las dinámicas hidrológicas y acelera la erosión de los suelos. Cuando arrasa el fuego, las comunidades afectadas también pierden hogares, pertenencias, cultivos, ganado y mascotas. A veces, a sus seres queridos (humanos y no humanos). Con ello, parte de su presente, de su historia y de su identidad. Los terrenos se desvalorizan, quedan más expuestos a riesgos y sus dueños se empobrecen, tal como ilustra Julieta Quirós en Eco-etno-cidios de la vida rural en campo cordobés. Por un ambientalismo inclusivo de lo humano (en este volumen), capítulo centrado en el caso del Valle de Traslasierra, provincia de Córdoba. Algunos pobladores deben abandonar sus tierras o venderlas a precios viles y migrar a la ciudad, empeorando el signo expulsivo del campo a la ciudad que agudiza las problemáticas de desigualdad en el acceso al hábitat y de hacinamiento en las periferias de las ciudades. Los incendios arrasadores dejan pérdidas invaluables. Como se interroga la escritora y periodista Gabriela Cabezón Cámara en el relato Yo vi morir (incluido en este libro) al ver el desastre que dejaron los incendios en Corrientes: “Dentro de la lógica de mercancía en la que se sume todo, ¿el dolor cómo cotiza?, ¿dónde entra?, ¿cómo se calcula la pérdida, el duelo?”. En este tono, la comunicadora y habitante de la Comarca Andina, Gioia Claro, en su relato Memorias del fuego patagónico (también en este libro) reflexiona sobre las pérdidas materiales y simbólicas que dejan los incendios, y sentencia: “no hay justicia que nos devuelva lo que perdimos”. Cuando los impactos del fuego se manifiestan en incendios fuera de control, las tareas desarrolladas por las mujeres se intensifican, al verse urgidas a desplegar fuerzas protectoras que garanticen un mínimo de supervivencia y de sostenibilidad de la vida. Fuegos ancestrales y extractivismo incendiario A los incendios deliberados suele seguir un cambio de usos del suelo. Tierras con bosque nativo que, al perder su “valor de conservación”, dejan de estar amparados por la Ley de Bosques, cambian de estatuto legal y pueden ser explotados para fines productivos, turísticos, inmobiliarios. En un contexto de altos precios de los commodities agrarios y de un desarrollo basado en el agronegocio, la quema intencionada en áreas rurales y boscosas sirve para extender este sistema productivo a regiones extra-pampeanas. En zonas periurbanas, para proyectos de urbanización, desarrollo de infraestructura, expansión inmobiliaria y, también, para el turismo (7). El fuego a gran escala es funcional al extractivismo. Este proceso refiere a la intensificación, a partir del siglo XXI, de la explotación de grandes volúmenes de recursos naturales que se exportan en calidad de commodities. Si bien la región latinoamericana siempre tuvo una inserción en el mercado mundial como exportadora de materias primas, este concepto nos permite entender la dinámica de acumulación actual, basada en la amplificación de procesos de despojo territorial y en una mayor presión sobre los bienes naturales, que en el nuevo milenio ha adoptado características particulares (Gudynas, 2015; Svampa, 2016; Wagner, 2020). Algunas de estas características son la profundización de nuestra inserción subordinada al mercado internacional; la reprimarización y extranjerización de la economía; y la consolidación, en suma, de un modelo de producción agroindustrial basado en el monocultivo, altamente demandante de nutrientes, de agua, y dependiente de sustancias químicas para garantizar el control de especies. Algunos de los elementos de esta matriz extractiva pueden observarse crecientemente también en las ciudades, cuando el suelo urbano se vuelve un campo de renta, la gestión pública abre paso a la participación privada, y el capital financiero marca las reglas del juego, replicando los procesos de desposesión (8). El avance de la frontera extractiva se vale, pues, de la generación de incendios a gran escala. Pero aquí es preciso hacer una aclaración. Como señalan Brián Ferrero, Bibiana Bilbao y Adriana Millán en “Sin fuego no hay isla”. Los usos del fuego en el delta superior del río Paraná (en este libro), no es lo mismo un incendio, una quema o un fuego. En el caso que estudian, las islas del río Paraná, la quema de campos o bosques ha sido una práctica tradicional que realizan campesinos para cocinar, para calentarse, para generar humo y espantar insectos; también para limpiar, de modo acotado y circunscripto, algún pajonal cercano a la vivienda (9). Sin embargo, en un contexto de fuerte sequía y desmonte para ampliar la frontera agropecuaria, cualquier chispazo es, en potencia, un incendio incontrolable. Podemos afirmar, entonces, que otra de las cosas que se han perdido con esta oleada ígnea es la posibilidad, para muchas familias campesinas, de continuar con sus prácticas tradicionales de uso del fuego sin ser señaladas, perseguidas y sancionadas.
Incendios y pandemia: dos caras de la “extracción” del derecho a la salud Sobre la pregunta acerca de qué se pierde con cada incendio, queremos señalar un último aspecto: con los incendios, también perdemos salud. Los humos emanados por el fuego incluyen sustancias cancerígenas. Tras los incendios que afectaron a la ciudad de Rosario y alrededores en 2020, se encontraron concentraciones de partículas tóxicas en el aire en valores cinco veces superiores a lo permitido (Gabellini, 2020). Mientras el gobierno nacional nos exhortaba a quedarnos en casa para no sobrecargar el sistema de salud en el marco de la pandemia, las salitas, hospitales y clínicas de Rosario se vieron desbordadas de consultas por afecciones respiratorias, molestias oftalmológicas, irritabilidad y mareos (Verzeñassi, 2020). Si algo nos mostró la pandemia es que el cuidado de la salud humana va de la mano del cuidado de los ecosistemas y de las condiciones de producción. Los efectos destructivos del modelo extractivista tienen cada vez más impacto en los procesos de salud-enfermedad-muerte y generan un malestar cada vez mayor en nuestras sociedades (Breilh, 2010; Borde y Torres-Tovar, 2017). Como muestra Delia Ramírez en el capítulo Plantaciones forestales en Misiones: un ejército en llamas, el arrinconamiento –o cercamiento de los comunes (Federici, 2020)– se expresa en la asfixia que experimentan las comunidades cuando un paisaje de plantaciones es impuesto por la industria agroforestal, en la misma medida en que se agravan los déficits en servicios básicos, incluidos los recursos para enfrentar el fuego. Previo a la pandemia, en 2019, un informe emitido por la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) destacaba, entre otras cuestiones, que el impacto humano sobre el planeta estaba llevando a que, entre 540 y 850 mil virus de origen zoonótico, tuvieran potencial para “saltar” a la salud humana y transformarse en virus dañinos, tal como sucedió con el COVID-19. Si bien la pandemia ha sido inédita en su escala, no se trató de un hecho aislado, sino que ha sido un evento provocado por un cambio climático reiteradamente señalado (IPCC, 2018) y por un deterioro acelerado de la biodiversidad (Díaz et al., 2019; ipbes, 2019) que se combina con una desigualdad social y concentración de la riqueza crecientes, tanto entre países como al interior de cada uno de ellos (Díaz et al, 2020). Como corolario, el grupo de científicas y científicos nucleado en el ipbes ha destacado que ya no es posible pensar la salud humana, la de los ecosistemas y la sanidad animal de manera fragmentada, sino que es necesario y urgente adoptar el enfoque de “una sola salud” (10).
Durante las primeras semanas de cuarentena, en Argentina creímos estar ante una especie de “Estado social de emergencia” que, si bien improvisado y limitado en su alcance, daba pasos firmes hacia el fortalecimiento de un sistema de salud desguazado por décadas de neoliberalismo. Sin embargo, centrado en un aspecto meramente sanitario del cuidado, muy pronto vimos desvanecerse la ilusión del “Estado que nos cuida”, mientras este redoblaba la apuesta por el extractivismo (11), callaba frente al avance de los incendios, reglamentaba el pago de la deuda externa y confirmaba la sujeción a un modelo que enferma, sofoca y mata. En el contexto actual, con plazos venideros de pago al fmi, el margen para cuestionar este modelo extractivista como única vía posible de ingreso de divisas se reduce, y nos empuja a tomar una posición integral en contra del capitalismo depredador que financiariza y mercantiliza cada espacio de nuestras vidas. Escrito con la urgencia de los territorios ardientes, "Argentina en llamas" invita a pensar los incendios desde la ecología política, tal como indica la frase popularizada por muchos de los colectivos nacidos al calor de la destrucción ígnea: “Todo fuego es político”. Los incendios vistos con gafas ecofeministas Esta ola de incendios también nos mostró sus impactos diferenciados en cuanto a desigualdades sociales, brechas de género y discriminaciones raciales. Las diversas maneras de relacionarse con el fuego –así como los diversos modos de combatirlo– pueden comprenderse mejor a partir de los conceptos y nociones de la ecología política feminista latinoamericana, la economía feminista y el ecofeminismo crítico. Amaia Pérez Orozco (2014), posicionada desde la economía feminista, señala que asistimos a un momento histórico marcado por el conflicto capital/vida. Read the full article
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"Pokemones legendarios por Argentina"
Corrientes: Thundurus en los Esteros del Iberá
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Hola Sambuchito. Trabajo como agente inmobiliario (especializada en desarrollos comerciales e industriales). Te cuento un secreto que te va poner re feliz? Nordelta (y otros barrios privados del tigre y zona norte) se están hundiendo. Reventaron toda la infraestructura natural de los humedales y la desarrolladoras que trabajaron ya están tratando de lavarse las manos. Las administraciones de los countries se gastaron una animalada de guita el año pasado en mantenimiento, mucho más de lo normal, e igual se registran hundimientos de hasta 30 centímetros. No quieren que la info se filtre. Me ofrecieron hace un par de meses laborar para vender un nuevo proyecto ahí (oceana fase 4) y les dije que ni loca porque parece que en realidad parte de la guita de los inversionistas va a ir para reforzar pilares en otros barrios de la constructora. Ojalá se hundan todos porque te aseguro que la peor lacra de la Argentina vive en nordelta. Arrobame a elbiotipo que tiene los ask anónimos cerrados y seguro esto le va a interesar
una buena al menos
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Las aves migratorias están en riesgo debido al cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad. Estos problemas reducen sus lugares de anidación y descanso, además de afectar su alimentación. La pérdida de humedales es especialmente preocupante. Proteger estos ecosistemas es vital para su supervivencia.
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I'd like to add to this post that this is the exact thing that happened today in the Río de la Plata and Delta areas of Argentina and Uruguay. Huge floods hitting capital cities.
Please help us. Just being informed helps. This is the consequence of climate change in the Global South, and colonialist exploitation.
Some links to help however you can:
1. Flood relief web, live updating news
2. Globalgiving.org, refresh every now and then, but donate to what you can if there is nothing for flood victims
3. Help Argentina
4. Ley de Humedales / Wetlands Law (use google translate if you don't speak spanish)
Please help by tagging any big blogs you know support environmental movements and tragedy relief in the global south 💛 We're a bit desperate here
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Incendios devastadores en el Amazonas: Sudamérica enfrenta una catástrofe ambiental sin precedentes
Sudamérica se encuentra envuelta en un fuego incontrolable, con el Amazonas en el centro de esta crisis. Desde los densos bosques de Brasil hasta los humedales de Bolivia, la región está siendo consumida por más de 340 focos de incendio, una cifra alarmante que sigue aumentando. Estas llamas, que devoran vastas áreas de selva, se ven alimentadas por una prolongada sequía y condiciones climáticas extremas, haciendo que los esfuerzos de las autoridades para controlarlas sean casi inútiles. Récords de incendios en Brasil y Bolivia El Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE), que monitorea los incendios mediante imágenes satelitales, ha registrado hasta el 11 de septiembre un total de 346,112 focos de incendio en Sudamérica. Esta cifra ya supera el récord anterior de 345,322 incendios, establecido en 2007. En Brasil, solo en los primeros días de septiembre de 2024, se han reportado más de 57,000 focos, superando los números totales de todo el mes en años anteriores. A pesar del despliegue masivo de bomberos en Brasil y Bolivia, la mayoría de los incendios continúan fuera de control, empujados por una extrema sequía. En Bolivia, la situación es igualmente desesperante, ya que los focos de incendios también avanzan sin tregua. Las autoridades luchan contra un enemigo difícil de combatir, mientras las condiciones climáticas extremas dificultan su labor. Perú: el fuego cobra vidas humanas y destruye ecosistemas En Perú, la situación es igualmente grave. Las llamas han consumido vastas áreas de la región de Amazonas, donde más de 15 personas han perdido la vida desde julio. El Gobierno, encabezado por la presidenta Dina Boluarte, ha movilizado a las Fuerzas Armadas y desplegado aeronaves equipadas con tecnología especializada para intentar sofocar los incendios. Helicópteros con sistemas de “Bambi bucket” realizan vuelos constantes, transportando hasta 3,000 litros de agua en cada misión. A pesar de estos esfuerzos, el fuego sigue avanzando, amenazando a la flora y fauna local, así como a comunidades enteras. Según datos del Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN), el fuego ha afectado 22 regiones del país, siendo Amazonas la más devastada. Además de las 15 muertes, se han reportado casi un centenar de heridos. A pesar de los esfuerzos, las autoridades han logrado extinguir solo el 60% de los incendios registrados en lo que va del año, una cifra que refleja la magnitud del desafío.
El impacto del cambio climático y la mano humana Científicos y expertos han advertido que, si bien muchos de los incendios son provocados de manera intencional, las condiciones actuales de calor y sequía exacerbadas por el cambio climático están empeorando la situación. Desde 2023, Sudamérica ha sufrido olas de calor sin precedentes, y la sequía en regiones como Brasil ha sido la peor registrada en décadas, según datos del Centro Nacional de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales (Cemaden). El humo de los incendios ha llegado incluso a países vecinos como Argentina y Uruguay, generando una nube tóxica que afecta la calidad del aire en varias ciudades. En Brasil, las investigaciones policiales han revelado que muchos de los incendios fueron provocados por agricultores que buscan expandir sus tierras de cultivo, una práctica que ha sido duramente criticada por activistas ambientales. En el estado de Río de Janeiro, más de 20 personas están bajo investigación por presuntamente haber iniciado focos ígneos en áreas protegidas. Las autoridades han intensificado los esfuerzos para identificar a los responsables y prevenir futuros incendios, pero la magnitud de la catástrofe deja claro que Sudamérica enfrenta una crisis ambiental de proporciones históricas.
La necesidad de una respuesta global Mientras los incendios continúan arrasando el Amazonas, la necesidad de una respuesta global se hace más urgente que nunca. El Amazonas, conocido como el "pulmón del planeta", juega un papel fundamental en la absorción de dióxido de carbono y la regulación del clima global. Sin embargo, la continua deforestación y los incendios forestales están poniendo en riesgo su capacidad para cumplir esta función vital. Organizaciones internacionales, científicos y activistas han pedido una acción coordinada para combatir no solo los incendios de Sudamérica, sino también las causas subyacentes, como la deforestación ilegal y el cambio climático. Sin una intervención decisiva, el Amazonas podría llegar a un punto de no retorno, con consecuencias devastadoras para la biodiversidad y el equilibrio climático mundial . Sudamérica arde, y el mundo observa. Lo que está en juego no es solo la supervivencia de una región, sino el futuro del planeta. Ecoportal.net Con información de: https://andina.pe/ Read the full article
#avancedelafronteraagrícola#cambioclimático#deforestación#incendiosBrasil#incendiosenelAmazonas#incendiosParú
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🖥#LasAlasDeLaConciencia
Sábado 31.08.2024 - 17 hs.
Carta a la Jefa de Comuna de Charbonier, Córdoba, por los recurrentes incendios del basural de la zona. #CierrenElBasural
Dr. Damián Verzeñassi en "Cuidar los Territorios, para Sanar las Comunidades": avanzan los #extractivismos, fortalecemos las resistencias. El viaje del cuerpo territorio.
Zeta: acompaña la campaña de Trump, que promete fomentar la producción de energía nuclear si gana las elecciones. #NoNuclear
Rusia: preocupa la posibilidad de un segundo Chernobyl, por los combates cerca de la central nuclear Kursk.
Los personajes de "La Vidriera de la Estupidez Humana": denuncian la red de trata más grande de la Argentina.
Un nuevo estudio de Oxford, muestra que las vacunas Covid trajeron problemas cardíacos en niños, hasta su muerte.
Abogada Cecilia Domínguez en "Por los Derechos, Decilo Fuerte": la Corte Superior de Justicia de la Nación, autoriza el descarte de embriones humanos.
Taña Tranza-Kevich en "Verdad y Justicia": quién es y cómo piensa la nueva encargada de controlar el #impactoambiental de la minería en Mendoza.
El Tucu y el "Taa Loooco!!!" de la semana: la minería sustentable detrás del Observatorio Ambiental de la Universidad Nacional de Tucumán. #NoMegaminería
La audiencia pública por Calcatreu, puesta en escena.
Alerta de organizaciones ambientales, por dos proyectos de ley de Rogelio Frigerio en los humedales. #LeyDeHumedalesYa
Consecuencias del #RIGI: en el Bolsón, avanzan proyectos en áreas protegidas por la UNESCO.
"Reflexiones de Don Miguel": cuentos para cuidar el planeta. Escrito por niños, parte 2.
Contenido Informativo Socioambiental
Área Prensa
Regional #Córdoba
#ConcienciaSolidaria ONG
Transmisión: Facebook.com/AlasConciencia
#MEDIOAMBIENTE #DERECHOSHUMANOS #Salud #Extractivismo #Educación #HistoriaAmbiental
"Volando hacia la Verdad"
@lasalasdelaconciencia
@concienciasolidariaong
#ConcienciaSolidariaONG
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EL AGUA NO SE VENDE Y UNA PIBA CON LA REMERA DE GREEENPEACE.
Era 2017 y en mis auriculares sonaban los acordes de "Una piba con la remera de Greenpeace"
Esa piba inmersa en una vida urbana desagradable y en una cultura contemporánea desconectada de la realidad, donde reina la apatía y la desconexión social en un contexto de problemas ambientales y sociales. Esa piba que a pesar de estar rodeada de ideales como los que promueve Greenpeace, parece estar en un estado de inacción o indiferencia y por momentos de profunda contradicción.
Resulta que mientras caminaba por la zona de Once conocía algunos reductos donde se podía comprar ropa barata. Una vuelta, un día cualquiera a la salida de la oficina, me llega un mensaje de un ex amigo, (todo ambientalista él) Y me dice: Gaby necesito que me averigües precios para remeras de algodón verdes lisas al por mayor, tenemos que hacer una movilización acá en el valle (Catamarca) por el asunto del agua, parece que quieren hacer una autovía que cruce por abajo de la cordillera hasta chile y van a hacer mierda los arroyitos de la montaña y el pedemonte, la marcha es por el agua!!
Ahhh si si! -le dije yo-, el Túnel de agua negra! Es para sacar mermeladas orgánicas desde San Marcos Sierra y Litio de Jujuy, por Chile hacia los mercados del Sudeste asiático más rápido menos costoso y más directo.
Si si, es el proyecto Iirsa -me dice él. (Todo indignado) Nop le digo, en realidad Iirsa lo hace con el aval de los gobiernos que integran la Unasur. De Puerto Alegre (Brasil) a Coquimbo (Chile) también están rompiendo todo para hacer una carretera que termine en el puerto chileno del Pacífico.
oka oka, me dice él, (ya apresurado por cerrar el tema) me averiguas las remeras? (todo entusiasmado) por el protagonismo popular.
Si le digo, no tengo drama yo te averiguo. Pero...
Te consulto; Vos sabes que un oligopolio australiano como Liag es el mayor consumidor de agua potable para riego y para cultivo de algodón y que el algodón se siembra en un humedal y los humedales son sitios Ramsar por convención internacional deben ser protegidos, ese oligopolio está destruyendo no solo los humedales del litoral, sino además contaminando las cuencas hidrográficas a nivel superficial y a nivel subterráneo del acuífero guaraní.
O sea, comprando remeras al por mayor baratas en once para estamparle "cuidemos el agua" estás siendo una contradicción en sí misma.
Me dijo que no le mandé más mensajes que le dolían mis mensajes. Y no me habló más.
Le sugerí que usen pancartas de cartón reciclado y que tuviera en cuenta que a veces los movimientos contraculturales como los ambientalistas* terminan siendo un oxímoron servil a las corporaciones que tanto cuestionan.
Me bloqueó...
En definitiva Liag vendió su paquete accionario entero al grupo agroindustrial argentino, DONMARIO Semillas S.A en el año 2022
Antes de irse del país, el oligopolio Australiano que operaba en el territorio nacional desde 1983 logró certificar su producción en el año 2021 con el sello ARA (Algodón Responsable Argentino) impuesto por el mercado y las exigencias de las normativas internacionales, además de las propias que impone la industria
AAPA (Asociación Argentina de Productores Algodoneros). Teniendo en cuenta que La industria textil en toda su cadena es el 5to rubro con mayor riesgo de impactos ambientales.
La exigencia de la certificación apunta a reducir esos impactos y a mejorar el sistema productivo de todo el ciclo de vida de la producción, lo que impacta de manera directa en toda la cadena del algodón con el objetivo de alcanzar un uso responsable y la conservación de los recursos hídricos, sembrar sin remoción de suelos y garantizar la presencia de follaje de cobertura, además de prácticas ambientales Sustentables (PAS) la Gestión integral de plagas, la certificación de la Calidad de la fibra, la reducción de la huella Hídrica, las Prácticas Laborales inclusivas y Sustentables, la responsabilidad social empresarial ambiental y el vínculo de intercambio de saberes con las comunidades.
Desde el punto de vista de la sociología, mi ex amigo y las pibas con la remera de Greenpeace son la expresión de las contradicciones del movimiento ambientalista en Argentina y a nivel global, y pueden ser analizadas a través de diversas dimensiones, incluyendo la paradoja del Desarrollo vs. la Conservación: Una de las contradicciones más evidentes es la tensión entre el desarrollo económico y la conservación del medio ambiente. En Argentina, como en muchas partes del mundo, el impulso hacia el crecimiento económico a menudo entra en conflicto con las iniciativas de conservación. Por ejemplo, la expansión de la agricultura intensiva, como la sojarización, ha llevado a la deforestación y a la degradación de ecosistemas, lo que plantea un dilema para los ambientalistas que abogan por la protección de la biodiversidad. Esta contradicción se manifiesta en la lucha entre las comunidades locales que dependen de los recursos naturales y las industrias que buscan maximizar sus beneficios económicos.
Otra contradicción importante es la inclusión social por medio de las voces de las comunidades más vulnerables en el movimiento ambientalista. A menudo, los movimientos ambientalistas pueden ser percibidos como elitistas, centrados en preocupaciones que no siempre reflejan las necesidades de las comunidades marginadas. En Argentina, el ecologismo popular ha surgido como una respuesta a esta exclusión, buscando integrar las luchas ambientales con las demandas sociales y de justicia económica. Sin embargo, la dificultad de articular estas demandas de manera efectiva puede generar tensiones dentro del movimiento.
A nivel global, el movimiento ambientalista enfrenta la contradicción entre enfoques globales y locales. Mientras que muchos problemas ambientales, como el cambio climático, requieren una acción coordinada a nivel internacional, las soluciones a menudo deben adaptarse a contextos locales específicos. Esto puede llevar a conflictos entre las políticas ambientales impuestas desde arriba y las prácticas y conocimientos locales. En Argentina, la resistencia de las comunidades indígenas y campesinas a proyectos de desarrollo que amenazan sus territorios es un ejemplo de cómo las luchas locales pueden desafiar narrativas globales
La interseccionalidad también juega un papel en las contradicciones del movimiento ambientalista. Las cuestiones ambientales no pueden ser separadas de otras formas de opresión, como el racismo, el clasismo y el patriarcado. En este sentido, el movimiento ambientalista debe confrontar sus propias dinámicas internas y reconocer cómo las desigualdades sociales afectan la capacidad de diferentes grupos para participar en la lucha ambiental. Esto es especialmente relevante en contextos donde las comunidades indígenas y afrodescendientes enfrentan múltiples formas de discriminación y exclusión
Finalmente, la mercantilización de la naturaleza es otra contradicción significativa. A medida que el movimiento ambientalista ha ganado visibilidad, ha habido un aumento en la comercialización de servicios ambientales, lo que puede llevar a la privatización de recursos que tradicionalmente han sido considerados comunes. Esto plantea preguntas sobre quién se beneficia de la conservación y cómo se distribuyen los costos y beneficios de las políticas ambientales.
Desde el punto de vista del hiperconsumismo y la psicología social, hay varias contradicciones que reflejan la complejidad de la relación entre el consumo, la identidad y el medio ambiente.
Por ejemplo:
Valoración del Trabajo vs. Derecho al Ocio: existe una sacralidad del trabajo en la mayoría de las aproximaciones éticas, donde tanto la derecha como la izquierda valoran el trabajo productivo por encima del ocio. Sin embargo, se plantea la idea de que el ocio creativo podría ser igualmente valioso y que la obsesión por el trabajo puede llevar a una vida insatisfactoria. Esta contradicción resalta cómo el hiperconsumismo está ligado a una cultura que glorifica el trabajo y la producción, mientras que el tiempo de ocio, que podría ser utilizado para la reflexión y la conexión con la naturaleza, es desestimado.
En el contexto del hiperconsumismo, el consumo se ha convertido en una forma de construir la identidad personal y social. Las personas a menudo definen su estatus y valor a través de lo que poseen y consumen. Sin embargo, esta búsqueda de identidad a través del consumo puede llevar a una insatisfacción crónica, ya que los bienes materiales no pueden satisfacer las necesidades emocionales y psicológicas profundas. Esta contradicción se manifiesta en la lucha interna entre el deseo de pertenencia social de las sociedades postmodernas y la necesidad de autenticidad del movimiento en su coherencia.
A pesar de las críticas al consumismo capitalista y sus efectos negativos sobre el ambiente, muchas personas continúan participando en este sistema. (ambientalistas de ventanilla de auto) Esto se debe a que el consumo está profundamente arraigado en la cultura y la vida cotidiana. La psicología social sugiere que las normas sociales y la presión de grupo pueden influir en el comportamiento de consumo, lo que crea una contradicción entre los valores personales y las acciones. Las personas pueden sentirse atrapadas en un ciclo de consumo que saben que es perjudicial, pero que es difícil de romper debido a las expectativas y a las demandas sociales.
Mercantilización de la Naturaleza: La venta de libros, cursos y mercadería asociada al ambientalismo se incrusta dentro del sistema capitalista a través de la mercantilización de los servicios ambientales, donde la naturaleza se convierte en un producto más que puede ser comprado y vendido. Esta tendencia contradice la idea de que la naturaleza debe ser protegida y valorada por su propio bien, en lugar de ser tratada como un recurso económico. La psicología social puede ayudar a entender cómo esta mercantilización afecta la percepción de la naturaleza y la relación de las personas con el medio ambiente, creando una desconexión entre el ser humano y su entorno natural.
El hiperconsumismo también exacerba las desigualdades sociales, ya que no todos tienen el mismo acceso a los bienes y servicios. Esto crea una contradicción en la que el consumo se presenta como un derecho y un símbolo de estatus, mientras que muchas personas quedan excluidas de esta narrativa. La psicología social puede explorar cómo estas desigualdades afectan la autoestima y la percepción de uno mismo en relación con los demás, generando tensiones y conflictos en la sociedad.
Las contradicciones del movimiento ambientalista en relación con los fenómenos YIMBY se refiere a la actitud de las personas que se oponen a la construcción de proyectos o instalaciones en su vecindario, a pesar de que pueden estar a favor de estos proyectos en un contexto más amplio. Por ejemplo, alguien podría apoyar la idea de una planta de energía renovable, pero oponerse a que se construya cerca de su hogar. Este fenómeno refleja una contradicción en la que las personas desean los beneficios de ciertos proyectos, pero no quieren que estos afecten su entorno inmediato. En contraste, el movimiento YIMBY aboga por la aceptación de proyectos de desarrollo en las comunidades locales, promoviendo la idea de que la construcción de viviendas, infraestructura y servicios es necesaria para el bienestar social y ambiental. Este enfoque busca desafiar la resistencia local al desarrollo y fomentar una mayor colaboración en la planificación urbana. Son significativas y reflejan la complejidad de la lucha por la justicia ambiental y el desarrollo sostenible.
A continuación, se detallan algunas de estas relaciones:
Apoyo a Proyectos vs. Oposición Local: Los movimientos ambientalistas a menudo abogan por la implementación de proyectos que promuevan la sostenibilidad, como energías renovables o infraestructura verde. Sin embargo, cuando estos proyectos se proponen en comunidades locales, pueden enfrentar oposición bajo la lógica NIMBY. Esto crea una contradicción en la que los mismos grupos que apoyan la sostenibilidad pueden oponerse a su implementación en su propio vecindario, lo que puede dificultar la realización de proyectos necesarios para el bienestar ambiental
Justicia Ambiental y Desigualdad: El movimiento ambientalista busca abordar las desigualdades sociales y ambientales, pero la resistencia a proyectos YIMBY puede perpetuar estas desigualdades. Por ejemplo, las comunidades más ricas pueden tener más poder para oponerse a proyectos que podrían beneficiar a comunidades más desfavorecidas. Esto plantea una contradicción en la que el movimiento ambientalista, que debería promover la equidad, puede verse atrapado en dinámicas de poder que favorecen a ciertos grupos sobre otros.
Identidad y Pertenencia: La oposición NIMBY a menudo está relacionada con la identidad y el sentido de pertenencia de las comunidades. Los movimientos ambientalistas pueden promover la idea de que todos deben aceptar proyectos que beneficien al medio ambiente, pero esto puede entrar en conflicto con las preocupaciones locales sobre el impacto en la calidad de vida. Esta tensión entre el bien común y las preocupaciones individuales puede generar contradicciones dentro del movimiento, donde se busca un equilibrio entre la aceptación de proyectos y la protección de los intereses locales.
Participación y Gobernanza: La gobernanza ambiental participativa es un principio clave del movimiento ambientalista, que aboga por la inclusión de las comunidades en la toma de decisiones. Sin embargo, cuando se presentan proyectos YIMBY, puede haber una falta de participación real de las comunidades afectadas, lo que lleva a la desconfianza y la oposición. Esta contradicción resalta la necesidad de que el movimiento ambientalista no solo promueva proyectos sostenibles, sino que también garantice que las voces locales sean escuchadas y consideradas en el proceso de planificación.
Visión a Largo Plazo vs. Intereses Inmediatos: Los movimientos ambientalistas a menudo tienen una visión a largo plazo que busca la sostenibilidad y la protección del medio ambiente. Sin embargo, las preocupaciones inmediatas de las comunidades locales, como la pérdida de espacios verdes o el aumento del tráfico, pueden llevar a una oposición a proyectos que, a largo plazo, podrían ser beneficiosos. Esta contradicción entre la visión a largo plazo y las preocupaciones inmediatas puede dificultar la implementación de soluciones efectivas
"Más allá de los debates gubernamentales e internacionales dirigidos hacia nuevas políticas públicas ambientales, más allá también de las investigaciones universitarias, se desarrolla con mayor fuerza un ecologismo popular que abarca movimientos que son a veces puramente reactivos y que en general no aspiran a lograr influencia política per se, sino que emergen como una reacción a problemas ambientales específicos, muchas veces locales pero con importancia mundial."
Entre la inaccion y la reactividad. Vemos como el ecologismo popular en Argentina puede ser reactivo y no siempre busca una influencia política, lo que refleja una contradicción en la efectividad y el enfoque del movimiento ambientalista en el país.
Moraleja 1: Expandir el conocimiento es un acto de amor, muy desvalorado.
Moraleja 2: El conocimiento molesto e incómodo, porque nos enrostra nuestra propia ignorancia.
Moraleja 3: Las juventudes Hitlerianas estaban convencidas, que en su fervor movilizante hacían lo correcto. Sin saber que serían cómplices de un genocidio.
Moraleja 4: Verdades incómodas; desnudos no podemos andar (por normas morales y por inadaptación al clima frio) o es algodón o es lana o es cuero o es Nylon sintético (plástico).
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La contaminación por agroquímicos y la pérdida de humedales están poniendo en riesgo el Delta del Paraná. La gestión integrada del agua es crucial para equilibrar las necesidades económicas y ambientales, asegurando un futuro sostenible para este valioso ecosistema.
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La contaminación del hábitat alcanza niveles críticos. La restauración ambiental busca revertir estos daños, restaurando funciones ecológicas y biodiversidad. Estrategias como la reforestación y rehabilitación de humedales son vitales. Involucrar a las comunidades es clave para el éxito a largo plazo.
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La selva invita a una fantasía, pero con un telón propio. Los rayos del sol canibalizan los palmitos y luchan por acariciar a los helechos. Se brasea en los humedales y se espesa en colorado, ese tono que lo disfraza todo. La tierra roja se pone a la altura de la emoción. Las cataratas son incuestionables, todos quedan boquiabiertos por la cercanía, el paisaje, la virulencia, el caudal, la poesía sonora de los saltos. Pero no es el único encanto de esta región.
Nos vamos a conocer Iguazú con un ojo en las #Cataratas y muchos más en sitios que ni te imaginabas en mi última #crónica para la @RevistaLugares
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En un esfuerzo por preservar su rica biodiversidad, Argentina implementa leyes clave para la conservación de sus espacios naturales, incluyendo la protección de los humedales. Un modelo de acción ambiental en respuesta a la crisis climática.
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Link: https://accionbiodiversidadblog.com/conservacion-ambiental/las-nuevas-medidas-de-argentina-con-respecto-a-la-conservacion-del-medio-ambiente/
Frente a desafíos climáticos, Argentina avanza con políticas para proteger el medio ambiente. Desde leyes contra incendios hasta la conservación de humedales, el país se une por un futuro más verde.
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La COP 27 destaca la importancia de proteger nuestros océanos en la lucha contra el cambio climático. Descubre por qué los océanos son esenciales para mitigar y adaptarnos a la crisis climática. #CambioClimático #ProtegerLosOcéanos
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Sudamérica enfrenta su peor crisis de incendios forestales en años. Millones de hectáreas han sido devastadas, afectando selvas, humedales y comunidades enteras. Las causas son claras: la deforestación masiva y el implacable cambio climático. Los efectos a largo plazo son preocupantes y solo empeorarán si no actuamos ahora. 🌍🔥 #IncendiosForestales #Sudamérica #CambioClimático #Sostenibilidad #MedioAmbiente
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