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avintageproject · 5 days
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diegoricol · 6 years
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Diego Ricol Freyre recomienda:Diego Ricol recomienda: Cómo enfrentarse a un proyecto fotográfico
Para avanzar en el mundo de la fotografía no basta con hacer fotos sueltas, con crear hermosas imágenes con la ayuda inestimable de los programas informáticos. Una fotografía suelta puede ser fruto de la casualidad, de estar ahí en el momento justo. Un fotógrafo se hace cuando desarrolla una idea para un proyecto. Entonces cobra todo sentido.
La fotografía carece de sentido si no le dedicamos tiempo. Si pudiéramos estar a todas horas seríamos profesionales, eso es verdad. Pero si queremos decir algo con nuestras cámaras hay que buscar tiempo como sea y aprovecharlo. No hay que quedarse en una mera fotografía con filtros un fin de semana y ya. La fotografía exige mucho. Y lo que hacemos tiene que tener un sentido. Y sobre todo aportar algo. No basta con una idea. Tiene que ser buena y decir algo diferente.
El viaje @ferfoto.es
En este contexto es donde entra el proyecto fotográfico. Es una de las mejores formas que existen para mejorar como fotógrafos. Es nuestra gramática para decir lo que pensamos y definirnos como individuos dentro de la sociedad. Es lo más cercano que tenemos a escribir un libro. En este momento, cuando decidimos dar forma a nuestra idea, cuando nos transformamos en fotógrafos.
El primer paso del proyecto fotográfico. La idea
Todo nace de una idea. Y es aquí donde todo empieza a complicarse. Por un lado están aquellos que piensan en el concepto como algo al alcance de todo el mundo. Y que con unas cuantas frases confusas de introducción todo vale. Es un juego que está de moda. Una idea sencilla adornada hasta el barroquismo para intentar que nadie la desmonte.
Por ejemplo, montar una exposición con un altísimo presupuesto en el que el concepto del juego es el eje central. Esto se mezcla con autores de uno a otro confín y se hace creer al espectador que si no entiende lo que ve es que no conoce la sana diversión de reírse de todo. Un par de paredes vacías para provocar y listo. Ya nadie se acuerda de aquello, y no han pasado ni unos meses…
Pero vamos al otro extremo, a un fotógrafo humanista, intelectual y alumno de Ansel Adams, arquitecto, escultor, además de especialista en el mundo de las marionetas orientales con las que monta espectáculos por todo el mundo. Estoy hablando de H. Sugimoto. Si nos centramos en su faceta fotográfica, todas sus series giran en torno a un proyecto: ¿Es verdad lo que vemos?
El viaje @ferfoto.es
Y nos quedamos boquiabiertos con todos sus trabajos. No sabemos si es real o ficción lo que estamos viendo. Pero lo que estamos seguros es de que entendemos lo que nos quiere contar, es algo sencillo (a pesar de su profundidad) y nos sorprende con su capacidad técnica. Da igual que veamos ‘Theaters’ o ‘Seascapes’. El tiempo que nos quiere contar siempre lo vemos.
Así que nosotros debemos buscar algo que sea sencillo, que esté dentro de nuestro entorno. No tiene sentido hablar del budismo si nuestra única relación con este mundo es que nuestro cuñado tiene una escultura de Buda en su casa. Si no sabemos qué contar o no tenemos una manera propia de contarlo, tenemos un pequeño problema. Sería el momento de documentarse, salir a ver mundo, leer, ver cine, etc…
No tiene sentido solo preguntarse por cosas profundas pero más que apostar por temas, algo que es perfecto para empezar, deberíamos buscar algo más abstracto que enlace todas nuestras series. Me explico con la obra de otra fotógrafa como Isabel Muñoz. Su idea es la sensualidad y sus temas van del mundo del baile al barroco o al sadomasoquismo. Creo que es un buen ejemplo.
Hasta que lleguemos a ese punto, al que sin duda cuesta llegar, debemos emprender caminos más sencillos y buscar series más sencillas que nos permitan avanzar. Es aquí donde entran proyectos como 365 fotos al año, documentar la calle, una mañana en el zoo, la cena en casa… Con el tiempo igual vemos una conexión entre las historias que contamos además del estilo que las une, aunque esto es otra historia.
El segundo paso del proyecto fotográfico. El desarrollo
Después de la idea y de la consiguiente documentación tenemos que decidir muchas cosas más. No todo se queda en lo que se nos ha ocurrido. Hay que saber plasmarlo y cómo.
Desde el tipo de cámara a la técnica que vamos a usar para conseguir una buena presentación. Creo sinceramente que lo más importante es saber qué decir pero el no saber cómo hacerlo es perder una oportunidad. La técnica tiene que salirnos de forma natural, espontánea. Así que antes de lanzarnos a la aventura, o a lo sumo mientras disfrutamos, tenemos que formarnos técnicamente.
El viaje @ferfoto.es
Lo más lógico es que sepamos todos los pasos de la técnica antes de emprender el camino en el que estamos embarcados ahora, pero nunca es tarde para aprender. Y hasta el momento de cordura. Con todo pensado y amarrado es el momento de la liberación absoluta. El momento grande de la creatividad.
Salir a la calle o quedarse en el estudio y no dejar de hacer fotos con la idea, el concepto, en la cabeza. A veces incluso sin contar con ella. Para conseguir buenos resultados es básico, de nuevo, el tiempo. Si no podemos entre semana, habrá que reventar los fines de semana y las fiestas de guardar.
Cristina García Rodero lo hizo así para crear ‘España oculta’; muchos de los miembros del grupo AFAL solo quedaban los fines de semana y de allí salieron los trabajos de Colom, Masats y tantos otros… Y eran aficionados entonces. Con un talento brutal para mirar.
El tercer paso del proyecto fotográfico. El destino final
El proyecto llega a su fin. Es el momento de la edición, la selección de las fotografías. Es quizás uno de los momentos más dolorosos del proceso. Donde llega la decisión final. Lo que sirve y lo que se va. Y sobre todo decidir cómo presentarlo. Soy de los que piensan que el destino final de las fotografías es el libro. Todavía pienso así.
Sin embargo, hoy en día hay muchas formas de enseñar nuestras fotografías, desde la sacrosanta exposición hasta las redes sociales y la página web. Nuestro trabajo dependerá de la decisión final. Algunas imágenes son mejores para una exposición pero puede que necesitemos más para el libro.
El viaje @ferfoto.es
Es el cenit de nuestro proyecto. Aquí se decide si somos buenos o no. Si tenemos una mirada válida o tenemos que esforzarnos más la próxima vez que nos colguemos la cámara al hombro. Es tan importante porque es lo que va a salir a la luz. Lo que van a ver los demás y con lo que sacarán sus propias conclusiones.
Nadie ha dicho que sea fácil ser fotógrafo. Pero os aseguro que si nos embarcamos en contar nuestras cosas la vida será mucho más apasionante. Es el momento de zarpar.
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praza-catalunya · 5 years
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Gabriel Cualladó, o rei da fotografía española
Segundo Antonio Tabernero, comisario da exposición Cualladó Essencial, este fotógrafo é o rei da fotografía española. Quizais é moito dicir, pero é certo que Gabriel Cualladó é un dos principais innovadores da fotografía na España do franquismo. Fotógrafo amateur, coa súa pequena Leica, foi quen de atopar lirismo na sociedade en branco e negro na que viviu, e de reflectilo nas imaxes que foi capturando no seu entorno máis próximo.
Lito Caramés
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Cualladó. Autorretrato con camiseta, 1957
Autorretrato en camiseta, 1958
Nosotros no tenemos tiempo para recordar, como los que nos antecedieron, los biombos de tela, el frescor estival de un decorado de fotografía antigua, el niño con su larga onda artificial sobre la frente, como pudieron recordar los que antes vinieron en largas barcas de cartón pintado, bañadores a rayas, y se fotografiaron a su tiempo debido, pero no nosotros ya sin espacio casi o ni siquiera lugar alguno al que volver el rostro para quedar al fin como estatuas de sal, ... (José Ángel Valente, No amanece el cantor, 1992).
A ampla e valiosa mostra Cualladó Esencial que estes meses enche o piso principal da Casa Milà, La Pedrera gaudiana, ábrese cunha imaxe deste artista, residente en Madrid, na que o fotógrafo se capta a si propio, no seu domicilio o verán de 1958. Xusto no inicio do percorrido o comisario,  Antonio Tabernero provoca aos presentes: Os reto a que en toda la historia del arte encontréis un autorretrato mejor que este. A táctica logra o seu obxectivo: a observación atenta e pausada da face que nos devolve a parede, o rostro que está a interrogar.
Trátase, realmente, dun autorretrato formidable. Cualladó debeu estar tempo estudando o encadre da Leica para que a imaxe non só o captase a el, senón a todo un fondo ben estudado. Poderíase catalogar esta obra de tenebrista, aquela técnica tan exitosa que Caravaggio comezou a empregar nos derradeiros anos do século XVI. O fondo doméstico en negro, minimalista, en gradación do gris escuro, na parede da esquerda, e o negro total no lateral dereito. Ese fondo –como se quixese participar do retrato-- é interrompido na banda esquerda só por unha fotografía enmarcada que a penas deixa entrever que representa a unha muller. Mentres que a escuridade da dereita vai definida polo marco branco dunha porta aberta inexistente. Deste xeito, a fondura do representado, as fonduras da persoa de Cualladó, son ilimitadas: foxen a espazos invisibles.
No centro da imaxe un home maduro, medio calvo, deixa ver –sobre o taboleiro dunha mesa, a base da fotografía-- o seu busto. Preséntase á contemplación vestido unicamente cunha camiseta de asas branca, o que deixa ao descuberto os brazos e o peludo peito de Cualladó. Para seguir co estudo en branco e negro da imaxe, Cualladó permite que unha fiestra que queda á esquerda (fóra de plano) invada de luz a metade dereito do seu corpo, mormente o brazo, e da cabeza, deixando a outra metade ás escuras, medio insinuada. Con tales efectos lumínicos a face do fotógrafo alcanza altos graos de tensión e forza. Nunha primeira ollada diríase que o retratado está relaxado e un pouco triste, introvertido nos seus pensamentos. Mais, a voltas de mirar xa invade a inquietude: a faciana rachada pola luz fai pensar en dúas personalidades, en dous estados de ánimo. A sinceridade da imaxe que regala Cualladó –o seu tao, o seu ser-- vén mediatizada polos contrarios que se funden nesa poderosa cabeza. O yin e o yan, o ben e o mal, doutor Jekyll e mister Hyde, veñen provocando nesa face, a priori tranquila, a interrogación. Todo semella que Cualladó está a punto de falar. De dicir que? De pedir axuda?, de berrar e fuxir do seu encerro?
Nesta fotografía Gabriel Cualladó ten 33 anos. É o xerente e responsable da empresa de transportes Cualladó, que leva nos seus camións mercancías por toda a península. Nunca viviu da fotografía, durante décadas considerouse a si propio, e foi, un fotógrafo amateur, cousa que nos anos do franquismo era habitual. Un exemplo de fotógrafo amateur, pero persoa que tamén vivía con paixón a fotografía, foi Paco Gómez, o xastre que retrataba con absoluta mestría. Francisco Gómez foi compañeiro e amigo de Cualladó, tanto na asociación AFAL, como logo no grupo que se formou en Madrid, La Palangana , grupo moi importante no panorama social e artístico do franquismo. Os fotógrafos de La Palangana (Gómez, Masats, Ontañón, Cantero, Cualladó, e Rubio Camín) foron innovadores da fotografía en España. Negáronse a facer fotografía clasicista, ou o que é o mesmo pictorialista, e apostaron pola reportaxe de contido social, polas beiras que ía marcando o neorrealismo italiano e o fotoperiodismo.
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Tabernero explicando Cualladó Essencial
Fotos feitas coa cámara e mais co corazón. El Rastro, 1980
As fotografías son quizais os obxectos máis misteriosos que constitúen, e densifican, o ambiente que recoñecemos como moderno. As fotografías son en efecto experiencia capturada e a cámara é a arma ideal da conciencia no seu talante cobizoso (Susan Sontag. On Photography, 1973).
Estes meses no espazo privilexiado que é o principal do edificio de La Pedrera pódese visitar a exposición titulada Cualladó Essencial, unha escolma dunhas 200 copias –copias feitas polo propio fotógrafo-- que percorre décadas de traballo do retratista amateur e atende ás series e traballos máis sobranceiros do autor de Hija de Jesús, Güexes. A exposición está organizada pola Comunidad de Madrid e mais pola Fundación Catalunya La Pedrera, e conta con préstamos da familia Cualladó, do IVAM, do museo Thyssen-Bornemisza, da Fundación Foto Colectania, entre outras institucións. A familia do fotógrafo garda unhas 2.000 copias feitas polo artista e tamén uns 36.000 negativos. Fóra da familia é o IVAM (Instituto Valencià d’Art Modern) o que ten máis obra de Cualladó, unhas 600 copias. Este vídeo ofrece unha visión xeral sobre Cualladó Essencial.
A mostra Cualladó Essencial está comisariada polo tamén fotógrafo Antonio Tabernero, amigo personal e compañeiro na Escuela de Madrid de Cualladó. Tebernero síntese herdeiro desas xeracións que desde os anos 50 renovaron a fotografía neste país. Iso demostrouno e demóstrao cando foi profesor de Estética na escola PhotoVisión ou como creador da Semana Internacional de la Fotografía (SIF), Guadalajara en 1980. Entre os seus traballos fotográficos cóntanse Nocturnos 1980, Reportaje de la ficción 1982, Fotogramas 1990, Fachadas Efímeras de Madrid 2006.
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Cualladó. Niño con ramo de flores, 1959
A comezos dos anos 80, Cualladó decide facer un traballo sobre El Rastro de Madrid. As fotografías desa serie seguen os predicados das que xa viña facendo desde os anos 50. Non busca retratar persoeiros coñecidos, tampouco pretende reflectir actitudes heroicas ou aqueles temas transcendentes que podían atraer a outros fotógrafos. A Leica de Caulladó irá pillando faces da melancolía, expresións de cansazo e tristura; a derrota, a rutina. Tampouco faltan instantáneas onde o fotógrafo non recolle ningunha face, e si corpos; como aquela na que un home camiña de costas con dúas nenas collidas das mans, e o que máis sobresae do negro e os grises é unha man infantil, branca sobre gabán negro, que mesmo se podería titular (emulando ao Greco) Nena da man nas costas. E outras nas que prevalecen os obxectos expostos nese mercado de segunda man. Fronte á dureza da realidade capturada, nas instantáneas sempre hai un recuncho para a poesía, sempre a escuridade outorgada ás copias brinda terreo ao misterio, ao xogo de obviar o máis visible e saber emerxer o que debería ser invisible.
O propio Gabriel Cualladó deixou escrito nunha ocasión que facía fotografías con la cámara y con el corazón. Quizais aí radique o misterio e a singularidade da arte deste fotógrafo. Que pretende captar Cualladó na instantánea Cervecería Alemana, Madrid, 1960? Á esquerda da imaxe un corredor marca o tránsito de quen no intre do disparo non está; toda a parte dereita da fotografía está ocupada polo que parecen reservados –forrados con madeiras escuras--. Máis nada. Agás un detalle: do primeiro reservado sae unha man de home. Toda a luz do conxunto semella concentrarse nesa man, e logo en partes do corredor. Mentres que o terzo dereito da imaxes está cegado en negro. Por que lle interesa esa instantánea a Cualladó. Que misterioso persoeiro é o propietario desa man dereita, deixada con indolencia á vista. Quen transita eses corredores?, onde acaban? E os outros reservados, están baleiros? Poida que Cualladó non coñecese o ensaio de Tanizaki Eloxio da sombra (1933), pero vendo as súas copias diríase que o segue fielmente. Tanizaki, xaponés celoso das incursións occidentais na súa cultura, reivindica que nos fogares e restaurantes haxa pouca claridade; iso incrementa o misterio e o engado dos obxectos e persoas. Son os predicados do wabi-sabi xaponés.
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Cualladó. Cervecería alemana. Madrid, 1960
Imaxes con alma. París, 1962.
Cualladó siempre va por libre, y son la intuición, la sensación de lo frágil y lo escurridizo y el impresionismo del momento los que guían sus pasos, casi como si no fuera con él el hecho de ser fotógrafo. Sus fotos más genuinas pertenecen más al cine que a la propia fotografía, porque en ellas subsiste misteriosamente el movimiento, un flujo vital no apagado, en realidad ni siquiera capturado ( Marie-Geneviève Alquier, Cualladó (No Catalogado), 2019).
A fotografía é unha disciplina complexa. Fronte a outros medios de expresión, a imaxe obtida pola fotografía é unha mistura de medios técnicos (cámara, película ou soporte dixital, ...) e de sensibilidade e interese dunha persoa diante de determinados aspectos da vida. A fotografía que fixo Cualladó sempre tivo moito de doméstica. Desde a súa non profesionalidade, capturou imaxes das persoas e obxectos que tiña máis preto: a familia, os amigos. Cualladó foi un verdadeiro ladrón de almas. Cada imaxe feita a unha persoa (mesmo as do Rastro madrileño) semella que atesoura o seus pensamentos, o seu ser, a súa alma. Sería bo saber se a familia deste fotógrafo intuitivo éra e é das que coida que unha imaxe de seu marcha cun anaco de alma da persoa retratada.
Son moitas as persoas ás que lles molesta ser retratadas por unha cámara fotográfica. A evidencia da súa imaxe nun papel, e o uso que dese retrato se faga, aterra. Quizais habería que dicir, aterraba. Hogano, en calquera rúa ou local, a presencia de móbiles facendo selfies e outras instantáneas, convida a crer noutras fantasías máis ególatras. Pero durante décadas, e en moitas latitudes, era habitual coñecer persoas que non se deixaban retratar. Só nos casos estritamente necesarios. A fotografía rouba a alma. O retrato é entendido como un útil máxico de imprevisibles consecuencias para a integridade das persoas captadas. O propio Richard Avedon, o gran retratista alude a esa crenza, aínda que el acaba por darlle a volta: Un retrato fotográfico é unha imaxe de alguén que está sendo fotografado, e o que el fai con este coñecemento é parte da fotografía, igual que o é o xeito de vestir ou de mirar (…) Se cada fotografía che rouba un pouco da alma, non é posible que eu estea deixando partes da miña ánima cada vez que tomo unha fotografía?
Volvendo ao presente, pódese afirmar que ningún ser humano desconfía xa das instantáneas? Un dos casos que en moitas ocasións se cita para ilustrar a oposición á práctica da retratística é o que lle aconteceu ao antropólogo italiano Boggiani. Emigrado á Arxentina a finais do século XIX, dedicouse a estudar os indíxenas da rexión do Paraná. A comezos de século, con base en Asunción, fixo moitas incursións por Paraguay e Bolivia. En 1902 foise ao Gran Chaco, zona moi árida, e non regresou. Buscado polas autoridades foi atopado, o seu sepulcro. O cadáver tiña signos de violencia, a cabeza separada do corpo, … Pero a clave do acontecido deuno un detalle: tamén estaba enterrado, ben enterrado o instrumento infernal: a cámara fotográfica. Os chamacocos non consentiron que aquel afable explorador se quedase coas súas imaxes, que lles roubase as ánimas.
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Cualladó.Gladiolo. Boda de Ramon Masats, 1959
Aínda que Cualladó foi membro da asociación AFAL, do grupo La Palangana e mais do que se deu en clamar La Escuela de Madrid, o certo é que a súa fotografía é moderna grazas en gran medida á súa aposta polas foto-reportaxes. O autor de Autorretrato en camiseta non chama ás súas series reportaxes, prefire o termo ensayos: A mis trabajos me gusta llamarlos ensayos. Creo que esta expresión va más allá que la de simplemente reportaje; expresa una intención de profundizar, de sugerir un número más grande de cosas y de mostrar elementos no perceptibles. Outra volta o xogo de procurar insinuar aquilo que é invisible.
Por iso Cualladó vai máis aló do neorrealismo, que tan de moda estaba a pór o cinema italiano. Que busca, que suxire o retratista cando dispara e positiva Gladiolo, boda de Ramon Masats. Barcelona, 1959? O fotógrafo está na voda do seu amigo e compañeiro de asociacións e traballos. Ramón Masats traballou sempre en Madrid, sendo fundador de La Palangana e da Escuela de Madrid. Á súa pericia e senso da oportunidade débese a magnífica fotografía dos seminaristas xogando ao fútbol (1960). Pois en plena voda do seu amigo, Cualladó fíxase nun gladíolo medio partido que está pousado no chan. E dispara, e logo positiva coa súa peculiar escuridade. En primeiro plano o gladíolo, mentres que en segundo plano –inzando todo de branco-- a noiva está sentada nunha cadeira co seu vestido branco. Iso si non se lle ve a cabeza; non querería Cualladó roubarlle a ánima á moza acabada de casar? Todo o protagonismo para ese humilde gladíolo branco, abandonado. Que metáfora se agocha no reducido espazo e os seus elementos?
No ano 1962 Gabriel Cualladó foi un dos 11 fotógrafos españois que viaxaron a París, perante unha semana e convidados polo estado francés, para que fixesen unha reportaxe sobre a vida na capital parisiense. Tiveron dúas censuras: non podían ir á Sorbona (había manifestacións e asembleas seguidas do movemento estudantil) e tampouco lles deixaban fotografar aos clochards, os sen teito, os homeless, as persoas que de tan pobres viven na rúa. Aqueles clochards que anos antes fotografara tan ben Brassaï, nas súas homenaxes a París e mais ao mestre Atget. Cualladó en París debeu pasar os días en Les Halles, daquela o gran mercado central de París (hogano é un gran centro de arte e cultura, remodelado polo arquitecto Ricardo Bofill). Xa en 1873 o gran romancista do naturalismo, Emile Zola, chamou a ese mercado (con total acerto) Le Ventre de París, nunha das súas inmortais obras, terceira entrega da monumental creación Les Rougon-Macquart. As instantáneas de Cualladó en París van polos mesmos vieiros que o resto da súa creación: imaxes con pouca luz, traballos das persoas menos favorecidas socialmente.
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Cualladó. París, 1962
Hija de Jesús, Güexes, Asturias, 1963. Puntos de vista, 1992-93
El instinto te suele llevar a lugares donde la razón nunca te puede llevar. De esto aben mucho los cineastas, sobre todo los de la “nouvelle vague” francesa, cuando se manifestó un culto exacerbado al azar. Veo ahora a Cualladó muy próximo a la juventud y la frescvura de esa tendencia, en tanto que los de su grupo se acercaban más a un género de fotografía que ellos llamaban neorrealismo (Antonio Tabernero, comisario, 2019).
Tanto a Comunidad de Madrid como a Fundació Catalunya La Pedrera editaron para Cualladó Essencial un catálogo magnífico, con textos interesantes (entre outros de Antonio Tabernero, o comisario) sobre a obra do rei da fotografía española, e coa reprodución esmerada das instantáneas que se exhiben agora na Pedrera. Ao tempo, a mostra Cualladó Essencial está moi ben montada, atractiva. As imaxes son presentadas por bloques (ensayos, como lle gustaba dicir ao fotógrafo), ben estruturada. Ao longo da superficie do principal da Pedrera as fotografías convidan á viaxe pola obra do autor de Puntos de vista, sen que o número pese na persoa visitante. E no medio da exhibición é doado ver e oír un documental sobre o artista, no que coñecidos e estudosos valoran os traballos de Cualladó. O documental chámase El Camino. Un complemento perfecto para tan especial antolóxica fotográfica.
No ano 1992 Gebriel Cualladó propúxolle a Tomás Llorens, daquela conservador xefe do museo Thyssen-Bornemisza, facer un “ensayo” sobre as persoas que entraban a ver o museo. Despois de dous anos de visitas reiteradas o fotógrafo presentou Puntos de vista. Non é un traballo sobre o contido do museo. Non. É unha reportaxe sobre o público que acude ás salas para contemplar as obras de arte. Un verdadeiro traballo de espionaxe, pois o que pretendía o fotógrafo era pasar desapercibido e poder pillar aos espectadores nas poses e actitudes máis diversas. Pero naturais, sen a presión de saberse retratados. Aínda que nalgúns casos o espectador –xa nena, xa neno, xa adultos-- xiran con rapidez e a instantánea que capta a Leica é a deses espectadores mirando directamente ao obxectivo.
Para rematar unha referencia á fotografía Hija de Jesús. Güaxes, Asturias, 1963. Esta instantánea sintetiza e sublima a creación fotográfica de Cualladó. (Podese ver esta instantánea no minuto 5,50 do documental xa mencionado: El Camino). Nun interior que custa adiviñalo aparece unha rapaza sentada nunha cadeira (invisible). A luz entra pola esquerda, como nas mellores pinturas do barroco. A luz violenta define volumes, espazos; pero tamén crea buratos negros, simas de tempo no que se refuxian obxectos e o mesmo corpo da rapaza. Contra tanta negrura, no extremo dereito da imaxe rebentan os brancos das telas domésticas (manteis e similares). Para que están aí? Para flotar nos espazos interiores?, para burlar o tempo? A mestría de Cualladó ben se pode conter nunha escolma que comece polo Autorretrato en camiseta e remate con esta imaxe de Hija de Jesús.
A mostra Cualladó Essencial é toda unha festa para os sentidos.
Lito Caramés
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Cualladó.Puntos de vista, 1992
  EXPOSICIÓN:   Cualladó Essencial
La Pedrera
ata  30 de xuño de 2019
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diegoricol · 6 years
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Diego Ricol Freyre recomienda: Diego Ricol recomienda: El eterno retorno de la fotografía pictorialista
Una y otra vez vemos fotografías en la que la realidad se altera, se cambia, se adapta. Fotografías en las que el lenguaje que nos enseñaron Eugene Atget, Walker Evans o Robert Frank se pierde en los intrincados caminos que nos mostraron Ortiz Echagüe, Julia Margaret Cameron o Edward Steichen. La fotografía pictorialista realmente nunca se ha ido y con el cambio de los tiempos parece que ha tomado un nuevo impulso.
El pictorialismo niega el lenguaje fotográfico a favor de los tratados de la pintura. Afirma la inferioridad de la cámara frente a la fuerza de la mente del pintor. En definitiva, cree que el pintor crea y el fotógrafo se limita a registrar. E intenta igualar los papeles. Quiere que la fotografía sea una intérprete de la realidad y no un registro de la misma.
Es decir, el fotógrafo pictorialista piensa que la realidad hay que interpretarla pero lo hace con herramientas que rompen con la naturaleza de la fotografía. Quita y pone cosas, altera las luces, exagera los colores… de tal forma que del archivo original solo queda el recuerdo. Lo importante no es mostrar el mundo como es, sino como se imagina o se piensa que puede quedar más llamativo. La esencia de este movimiento es complicar el proceso de creación para hacerlo más inaccesible y acercarlo solo a unos pocos elegidos.
Oscar Gustave Rejlander
No vale con estar en el lugar adecuado en el momento justo y tener un dominio exquisito de la técnica. Eso se deja para los demás, para los aficionados. Para todos los que tienen una cámara. Precisamente, ese afán de complicar hasta el extremo el proceso, es lo que llevó a los primitivos pictorialistas a crear dicho movimiento.
Los orígenes del Pictorialismo
La fotografía tiene tanto poder que cuando se presentó no adivinaron cuál sería su alcance real. Se limitaron a presentarla como una sirvienta de las Bellas Artes, con la concepción vetusta del término. Solo está ahí para hacernos más cómoda la vida sin darle nada a cambio. Para ellos era una mera registradora de la realidad.
Y llegaron los que confundían lo artesano con lo artístico. El propio Peter Henry Emerson, uno de los promotores del pictorialismo llegó a escribir:
Las fotografías de calidad artística tienen individualidad, al igual que otras obras de arte, y podríamos hacer apuestas sobre la identidad del autor de cada una de las pocas fotografías que se envían a nuestras exposiciones. Lógicamente el artesano común no tiene individualidad, como tampoco la tiene el reproductor de dibujos arquitectónicos o mecánicos. Pero donde un artista use la fotografía para interpretar la naturaleza, su trabajo siempre tendrá individualidad, y la fuerza de esta individualidad variará, como es lógico, en proporción a su habilidad.
Julia Margaret Cameron
Para distinguirse del resto, para buscar el arte en la fotografía, tomaron las bases de la pintura para disparar la cámara. Fue un error de lectura, un fallo tremendo de concepto, ahora que está tan de moda. Si todo aquel que tenga una cámara puede hacer una foto, vamos a buscar nuevas fórmulas para evitar la masificación. Y desde luego erraron.
Hoy se contemplan aquellos trabajos con ternura, incluso con curiosidad en los entornos fotográficos. Desde fuera incluso con admiración por aquella manida frase ‘parece un cuadro’. Frente a la aparente espontaneidad de la imagen fotográfica, apostaron por las fórmulas pictóricas mal entendidas y por las horas infinitas en el laboratorio hasta conseguir fundir una imagen con otra para dar con ese aire más artístico.
El pictorialismo en la actualidad
Murió como movimiento en 1910, agotadas sus fórmulas y con fotógrafos cada vez más conscientes de la nueva realidad. Incluso Steichen abandonó el movimiento por una estética nueva. Sin embargo, como el payaso de ‘It’, los huevos de ‘Alien’ y otros personajes terroríficos del cine, está ahí siempre, latente, palpitando, resucitando cada cierto tiempo.
No podemos olvidar que su muerte oficial data de principios del siglo XX, pero en España Ortíz Echagüe y el salonismo camparon a sus anchas durante mucho tiempo después del nacimiento del grupo AFAL en los años 50. Podemos decir que nunca ha abandonado el mundo de los vivos.
Joan Vilatoba
Y podemos afirmar que ha vuelto a resucitar. Está entre nosotros porque nunca se ha ido del todo. No basta con hacer una fotografía, con aprender que el lenguaje fotográfico tiene entidad propia, con ver que la fotografía liberó a la pintura. No. Con la época digital y el avance de los programas de edición ha tomado una fuerza enorme, inconmensurable.
Ya no basta con fotografías que cuenten nuestra forma de ver la realidad. Ahora muchos quieren ver la naturaleza asombrosa transformada bajo múltiples capas, capas de ajuste y añadidos posteriores, con colores saturados porque no basta con los que cualquiera puede ver. Ya no vale con estar ahí, hay que inventar lo que ves. Es el resurgir de las bellas postales.
Exactamente a lo que hacía Canaletto con sus imágenes venecianas. En ellas vemos la ciudad de los canales pero si observamos con detenimiento, las perspectivas no son reales, la luz cuesta entenderla y no pintaba aquello que impedía crear alguna de las más hermosas postales que se recuerdan. Precisamente lo que pasa ahora con algunos fotógrafos digitales. Son inventores por encima de todo.
Y desde luego no es malo. Cada uno es libre de crear a su manera. Al final lo importante es tener un estilo propio que llame la atención. Y ahí es donde está la clave. Un estilo propio que permita ofrecer a los espectadores una forma personal de ver las cosas. Son dos formas de entender la fotografía. Y cada uno debemos elegir nuestro camino: ¿Realidad o ficción?
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diegoricol · 6 years
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Diego Ricol Freyre recomienda:Diego Ricol recomienda: El eterno retorno de la fotografía pictorialista
Una y otra vez vemos fotografías en la que la realidad se altera, se cambia, se adapta. Fotografías en las que el lenguaje que nos enseñaron Eugene Atget, Walker Evans o Robert Frank se pierde en los intrincados caminos que nos mostraron Ortiz Echagüe, Julia Margaret Cameron o Edward Steichen. La fotografía pictorialista realmente nunca se ha ido y con el cambio de los tiempos parece que ha tomado un nuevo impulso.
El pictorialismo niega el lenguaje fotográfico a favor de los tratados de la pintura. Afirma la inferioridad de la cámara frente a la fuerza de la mente del pintor. En definitiva, cree que el pintor crea y el fotógrafo se limita a registrar. E intenta igualar los papeles. Quiere que la fotografía sea una intérprete de la realidad y no un registro de la misma.
Es decir, el fotógrafo pictorialista piensa que la realidad hay que interpretarla pero lo hace con herramientas que rompen con la naturaleza de la fotografía. Quita y pone cosas, altera las luces, exagera los colores… de tal forma que del archivo original solo queda el recuerdo. Lo importante no es mostrar el mundo como es, sino como se imagina o se piensa que puede quedar más llamativo. La esencia de este movimiento es complicar el proceso de creación para hacerlo más inaccesible y acercarlo solo a unos pocos elegidos.
Oscar Gustave Rejlander
No vale con estar en el lugar adecuado en el momento justo y tener un dominio exquisito de la técnica. Eso se deja para los demás, para los aficionados. Para todos los que tienen una cámara. Precisamente, ese afán de complicar hasta el extremo el proceso, es lo que llevó a los primitivos pictorialistas a crear dicho movimiento.
Los orígenes del Pictorialismo
La fotografía tiene tanto poder que cuando se presentó no adivinaron cuál sería su alcance real. Se limitaron a presentarla como una sirvienta de las Bellas Artes, con la concepción vetusta del término. Solo está ahí para hacernos más cómoda la vida sin darle nada a cambio. Para ellos era una mera registradora de la realidad.
Y llegaron los que confundían lo artesano con lo artístico. El propio Peter Henry Emerson, uno de los promotores del pictorialismo llegó a escribir:
Las fotografías de calidad artística tienen individualidad, al igual que otras obras de arte, y podríamos hacer apuestas sobre la identidad del autor de cada una de las pocas fotografías que se envían a nuestras exposiciones. Lógicamente el artesano común no tiene individualidad, como tampoco la tiene el reproductor de dibujos arquitectónicos o mecánicos. Pero donde un artista use la fotografía para interpretar la naturaleza, su trabajo siempre tendrá individualidad, y la fuerza de esta individualidad variará, como es lógico, en proporción a su habilidad.
Julia Margaret Cameron
Para distinguirse del resto, para buscar el arte en la fotografía, tomaron las bases de la pintura para disparar la cámara. Fue un error de lectura, un fallo tremendo de concepto, ahora que está tan de moda. Si todo aquel que tenga una cámara puede hacer una foto, vamos a buscar nuevas fórmulas para evitar la masificación. Y desde luego erraron.
Hoy se contemplan aquellos trabajos con ternura, incluso con curiosidad en los entornos fotográficos. Desde fuera incluso con admiración por aquella manida frase ‘parece un cuadro’. Frente a la aparente espontaneidad de la imagen fotográfica, apostaron por las fórmulas pictóricas mal entendidas y por las horas infinitas en el laboratorio hasta conseguir fundir una imagen con otra para dar con ese aire más artístico.
El pictorialismo en la actualidad
Murió como movimiento en 1910, agotadas sus fórmulas y con fotógrafos cada vez más conscientes de la nueva realidad. Incluso Steichen abandonó el movimiento por una estética nueva. Sin embargo, como el payaso de ‘It’, los huevos de ‘Alien’ y otros personajes terroríficos del cine, está ahí siempre, latente, palpitando, resucitando cada cierto tiempo.
No podemos olvidar que su muerte oficial data de principios del siglo XX, pero en España Ortíz Echagüe y el salonismo camparon a sus anchas durante mucho tiempo después del nacimiento del grupo AFAL en los años 50. Podemos decir que nunca ha abandonado el mundo de los vivos.
Joan Vilatoba
Y podemos afirmar que ha vuelto a resucitar. Está entre nosotros porque nunca se ha ido del todo. No basta con hacer una fotografía, con aprender que el lenguaje fotográfico tiene entidad propia, con ver que la fotografía liberó a la pintura. No. Con la época digital y el avance de los programas de edición ha tomado una fuerza enorme, inconmensurable.
Ya no basta con fotografías que cuenten nuestra forma de ver la realidad. Ahora muchos quieren ver la naturaleza asombrosa transformada bajo múltiples capas, capas de ajuste y añadidos posteriores, con colores saturados porque no basta con los que cualquiera puede ver. Ya no vale con estar ahí, hay que inventar lo que ves. Es el resurgir de las bellas postales.
Exactamente a lo que hacía Canaletto con sus imágenes venecianas. En ellas vemos la ciudad de los canales pero si observamos con detenimiento, las perspectivas no son reales, la luz cuesta entenderla y no pintaba aquello que impedía crear alguna de las más hermosas postales que se recuerdan. Precisamente lo que pasa ahora con algunos fotógrafos digitales. Son inventores por encima de todo.
Y desde luego no es malo. Cada uno es libre de crear a su manera. Al final lo importante es tener un estilo propio que llame la atención. Y ahí es donde está la clave. Un estilo propio que permita ofrecer a los espectadores una forma personal de ver las cosas. Son dos formas de entender la fotografía. Y cada uno debemos elegir nuestro camino: ¿Realidad o ficción?
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diegoricol · 6 years
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Diego Ricol Freyre recomienda:Diego Ricol recomienda: Dedicar tiempo a la fotografía
Ya han empezado las escuelas de fotografía. Cursos de iniciación, avanzados, para aprender a manejar los programas de edición… Muchos alumnos quieren aprender a hacer fotografías, a contar historias con ellas. Y lo primero que debemos exigir es tiempo. Pocas veces se puede hacer un buen trabajo sin tiempo. Así que vamos a ver cómo podemos aprovechar las horas para avanzar como creadores de imágenes.
Siempre que empiezo un curso pido a los alumnos que traigan fotografías. De su archivo o mejor aún, que disparen durante la semana después de la primera clase. Me sirve para ver, para descubrir su estilo, su forma de mirar, su dominio de la técnica… Y muchas veces para encontrar uno de los problemas que nos impiden avanzar cuando queremos mejorar en nuestra afición o futuro trabajo.
Estoy hablando del tiempo, de los minutos y las horas que estamos detrás de la cámara para conseguir esa imagen que tenemos en la cabeza cuando nos asomamos a la realidad. Vamos, cuando queremos hacer uso de la cámara. No se puede ser un buen fotógrafo si no tienes tiempo. Las fotografías no salen de la nada. Son fruto del trabajo constante.
Lo único que diferencia realmente a los buenos fotógrafos de los demás son las horas de zapatilla. Todos podemos tener el mismo dominio de la técnica, incluso la misma cámara. Es verdad que algunos saben mirar mejor que otros. Pero simplemente porque le han dedicado tiempo. Algunas veces nace un Robert Frank o un Richard Avedon que con un solo disparo logra la magia. Pero cuentan las crónicas que eran trabajadores incansables. No cerraban hasta que surgía la fotografía que quitaba la respiración.
El tiempo para el fotógrafo aficionado
Muchas veces me quedo sin habla cuando veo el trabajo de fotógrafos en las redes. Y son aficionados. Es decir, no viven de la fotografía, por diversos motivos. El ejemplo que siempre me ha llamado la atención es el de los integrantes del grupo AFAL. La mayoría no eran profesionales. Sin embargo todos aprovechaban sus días libres para coger la cámara y disparar sin sosiego. Sabían mirar pero las buenas fotografías no surgen en cinco minutos. Hay que estar allí, al pie del cañón.
Y desgraciadamente sé que muchas veces es imposible. Las obligaciones nos ahogan. Hay que madrugar para trabajar, atender a la familia, ir a la compra, trabajar más, llevar a los niños a sus actividades, planchar, fregar, bajar la basura, descansar… a veces no queda tiempo para hacer fotos y lo único que hacemos es mirar el ordenador para descubrir cómo lo hacen otros.
Muchos no encuentran la forma de conseguir salir a la calle o quedarse en el estudio para lograr un buen trabajo. Y apuestan todo por una salida rápida el fin de semana que tienen sin compromisos… Y así no se puede salir de la rutina, donde solo se consiguen fotografías postaleras.
Es en este entorno donde surge la necesidad de pasarse horas delante del ordenador para intentar mejorar un archivo que no satisface o uno de las modas que más me llama la atención de los últimos años. El hecho de ir ex profeso a buscar una localización que ya han hecho miles de personas para conseguir la misma fotografía. Sin ningún toque personal. Ve a Islandia para hacer las mismas imágenes que hace Fulano o Mengano.
Para muchos fotógrafos es la mejor forma de aprovechar el poco tiempo que tienen para hacer lo que más les gusta. Sin errores. En cuanto llegas al sitio a la hora adecuada consigues una fotografía estupenda. Igual a cientos pero es tuya. Y nadie podrá decir lo contrario. Solo queda llegar a casa, revelar más o menos (según instrucciones) y listo.
De esta forma se quita toda emoción pero se garantizan resultados inmediatos. Todos queremos hacer las fotos de los libros. Fuera queda la incertidumbre y la sorpresa. Es una forma de trabajar que se está imponiendo pero vamos a ver cómo podemos evitarla.
Aprovechar el tiempo desde un punto de vista fotográfico
Lo último que hay que hacer es renunciar. Siempre podremos sacar tiempo para hacer lo que más nos gusta. No es momento de decir que hay que levantarse más temprano o acostarse más tarde como si fuera un libro de autoayuda. Cada uno hace lo que puede. Por este motivo propongo algo que para muchos será una perogrullada pero que sirve para no abandonar la afición y practicar en todo momento sin perder el tiempo.
El secreto es llevar siempre una cámara. Una cámara compacta en la que confíes. Olvídate de la réflex con el 24-70 o con el 18-300. Si no tienes otra ponle un objetivo fijo pequeño, un 35mm f2, un 40mm f2,8… O una buena cámara compacta que entre en la mochila. O algo que ya llevamos todos siempre: el teléfono móvil. Solo hay que encontrar la herramienta que más nos guste.
Si salimos siempre con ella, podemos hacer fotos en los trayectos de un lugar a otro. De casa al trabajo. Del colegio a la oficina. De vuelta por la noche… Seguro que no es como fotografiar en los Picos de Europa. Pero al menos haremos algo fundamental para conseguir algo: la pura y dura práctica.
En nuestros caminos de un sitio a otro la luz puede llegar a ser increíble, las situaciones inesperadas. Siempre será distinto. Y el poco tiempo que tenemos lo aprovechamos así. Es la mejor forma de no desesperarse y caer en la rutina. La fotografía tiene esta virtud, pues te invita a mirar siempre de otra forma.
Y estaremos preparados para esos días en los que podamos salir con la cámara de verdad. No tiene sentido dejarla aparcada hasta las vacaciones. Quizás tengamos que abandonar proyectos pero podemos empezar otros nuevos en nuestro lugar de residencia. La clave es no dejar de hacer fotografías.
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diegoricol · 6 years
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Diego Ricol Freyre recomienda:Diego Ricol recomienda: Leopoldo Pomés, fotógrafo y publicista, Premio Nacional de Fotografía 2018
El Ministerio de Cultura y Deporte ha anunciado a la concesión del último Premio Nacional de Fotografía al fotógrafo y publicista catalán Eduardo Pomés por “haber participado en la configuración de nuestro imaginario colectivo, introduciendo un nuevo lenguaje fotográfico dentro de la publicidad, con una mirada renovada a la sociedad de su época”.
El autor posando ante una de sus fotos en la presentación de la exposición ‘Leopoldo Pomés. Flashback’. Foto de Ara.cat
El premio fue otorgado por unanimidad del jurado que valoró “su contribución a la historia de la imagen en España, con una trayectoria, vinculada en sus inicios a la vanguardia artística del grupo Dau al Set y AFAL, y siempre comprometida con la modernidad.” Además, se ha destacado el hecho de que Leopoldo Pomés fuera capaz de introducir “un nuevo lenguaje fotográfico dentro de la publicidad, con una mirada renovada a la sociedad de su época.”
De este artista de formación autodidacta ya os hablamos hace tiempo a propósito de sus fotografías que retrataban la Barcelona de los años 50, aunque le hemos citado en muchas más ocasiones ya que, como se ha citado, participó en la revista AFAL donde se codeó con nombres como Catalá Roca, Ramón Masats, Oriol Maspons y Pérez Siquier, todos ellos renovadores del lenguaje fotográfico en unos años oscuros de nuestra historia.
Tal y como os contamos entonces, Pomés ha tenido una larga y prolífica carrera, tocando casi todos los campos fotográficos desde la fotografía documentalista de aquellos primeros años en su Barcelona natal hasta una gran cantidad de retratos y desnudos, pero siempre con una mirada libre y vanguardista.
Aunque si en algo destacó sobremanera es en el campo de la publicidad (que cultivó hasta 2006), donde ha sido una de las figuras más destacadas de nuestra historia y artífice de la renovación que se produjo en España a partir de los 60 y 70 del pasado siglo y nos dejó obras para la posteridad como las famosas burbujas de Freixenet. Felicidades por el premio.
Más información | MECD
Foto de portada | De la exposición ‘Barcelona 1957’ de Leopoldo Pomés en Foto Colectania
Compartir Leopoldo Pomés, Premio Nacional de Fotografía 2018 por su participación en la configuración de nuestro imaginario colectivo
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diegoricol · 6 years
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Diego Ricol Freyre recomienda: Diego Ricol recomienda: Leopoldo Pomés, fotógrafo y publicista, Premio Nacional de Fotografía 2018
El Ministerio de Cultura y Deporte ha anunciado a la concesión del último Premio Nacional de Fotografía al fotógrafo y publicista catalán Eduardo Pomés por “haber participado en la configuración de nuestro imaginario colectivo, introduciendo un nuevo lenguaje fotográfico dentro de la publicidad, con una mirada renovada a la sociedad de su época”.
El autor posando ante una de sus fotos en la presentación de la exposición ‘Leopoldo Pomés. Flashback’. Foto de Ara.cat
El premio fue otorgado por unanimidad del jurado que valoró “su contribución a la historia de la imagen en España, con una trayectoria, vinculada en sus inicios a la vanguardia artística del grupo Dau al Set y AFAL, y siempre comprometida con la modernidad.” Además, se ha destacado el hecho de que Leopoldo Pomés fuera capaz de introducir “un nuevo lenguaje fotográfico dentro de la publicidad, con una mirada renovada a la sociedad de su época.”
De este artista de formación autodidacta ya os hablamos hace tiempo a propósito de sus fotografías que retrataban la Barcelona de los años 50, aunque le hemos citado en muchas más ocasiones ya que, como se ha citado, participó en la revista AFAL donde se codeó con nombres como Catalá Roca, Ramón Masats, Oriol Maspons y Pérez Siquier, todos ellos renovadores del lenguaje fotográfico en unos años oscuros de nuestra historia.
Tal y como os contamos entonces, Pomés ha tenido una larga y prolífica carrera, tocando casi todos los campos fotográficos desde la fotografía documentalista de aquellos primeros años en su Barcelona natal hasta una gran cantidad de retratos y desnudos, pero siempre con una mirada libre y vanguardista.
Aunque si en algo destacó sobremanera es en el campo de la publicidad (que cultivó hasta 2006), donde ha sido una de las figuras más destacadas de nuestra historia y artífice de la renovación que se produjo en España a partir de los 60 y 70 del pasado siglo y nos dejó obras para la posteridad como las famosas burbujas de Freixenet. Felicidades por el premio.
Más información | MECD
Foto de portada | De la exposición ‘Barcelona 1957’ de Leopoldo Pomés en Foto Colectania
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diegoricol · 6 years
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Diego Ricol Freyre recomienda:Diego Ricol recomienda: Humberto Rivas, el fotógrafo que vio la luz de la sombra
Esta semana se ha inaugurado la exposición ‘Humberto Rivas’ en la sala Fundación Mapfre Bárbara de Braganza. Es una retrospectiva del fotógrafo hispanoargentino que recibió el Premio Nacional de Fotografía en 1997. En ella nos encontraremos un trabajo dedicado al retrato y al paisaje donde la luz es solo una ilusión.
Humberto Rivas tiene un estilo personal. Saca luz de las sombras. En sus exquisitos positivos se ven más matices del negro que del blanco. Me imagino que será una pesadilla publicar sus fotografías plagadas de sombras (las reproducciones de prensa son excesivamente claras). Por eso es una suerte poder contemplar sus trabajos en la Fundación Mapfre. Y como es norma de la casa, copias vintage para entender exactamente cómo veía el autor su propio trabajo. Tiene un valor incalculable para entender la forma de mirar de Humberto Rivas.
No es un fotógrafo espectacular. No trabaja con grandes formatos aunque disparaba con cámaras de placas. Pero si somos capaces de adentrarnos en su particular mundo nos daremos cuenta de que estamos ante un fotógrafo único y personal. No marcó una época dentro de la fotografía española pero no podemos dejar de mirar sus disparos certeros en la penumbra.
Humberto Rivas. De la pintura a la fotografía
De nuevo nos encontramos con un autor que fue pintor antes que fotógrafo. Allá, en Argentina empezó con la pintura. Incluso ganó premios y uno de sus dibujos está en el MOMA de Nueva York. Pero pasará a la historia por la fotografía. Como afición formaba parte de un grupo fotográfico que seguía las ideas de Otto Steinert sobre la subjetividad de la imagen.
La fotografía no representa la realidad, sino la forma de ver la realidad de cada uno. Al fin y al cabo, la forma de pensar el mundo. Y Humberto Rivas no abandonó jamás esta forma de trabajar. Es increíble como, a lo largo de la retrospectiva no vemos un cambio en la forma de mirar. Empezó con unos principios que mantuvo hasta el final.
En 1972 realizó un viaje con su mujer que daría lugar a su serie ‘Norte’. Y ahí es donde aparecen la esencia de sus retratos, sus paisajes rotos y esa luz que nunca abandonó. Y en 1976 todo cambió para seguir igual. Llegó a Barcelona con su familia y contactó con los fotógrafos que bebieron de la fuente del grupo Afal y estaban dispuestos a decir cosas distintas, lejos de la fotografía documental con la que los maestros habían abierto el camino en España.
La fotografía de Humberto Rivas en España
Todos giraban alrededor de la galería Spectrum y su fundador, Albert Guspi. Allí estaban Toni Catany, Manel Esclusa, Joan Fontcuberta, Pere Forminguera…. Y en Barcelona, inspirado por el aire renovador de aquellos años, llevó su forma de mirar al nivel que podemos contemplar en la exposición.
Empezó con el blanco y negro por la calidad tonal que podía conseguir en el laboratorio. En los años 80 empezó a experimentar con el color gracias al proceso Cibachrome, que permitía pasar a papel las diapositivas en una superficie metálica única y durarera. El uso del color fue quizás el mayor cambio en su estilo. Pero un color muy parecido al blanco y negro, donde ningún tono destaca y donde todavía domina la luz perdida del amanecer o las últimas horas de la tarde.
La melancolía, el reflejo del paso del tiempo y la luz son sus señas de identidad. Y sus retratos no son distintos. Solo cambia la luz que los ilumina. Y no son rostros perfectos. Son verdaderos, con las marcas del paso del tiempo y de la experiencia. En la mayoría de los casos con un fondo neutro como podemos ver en Avedon si tuviera la mirada de Diane Arbus.
La exposición en la Fundación Mapfre
Humberto Rivas murió en 2009. Desde entonces no hemos visto una retrospectiva de su trabajo como la que podemos disfrutar en Madrid hasta el 5 de enero de 2019. En las dos plantas de la sala (todavía recuerdo la antigua sede de la zona de Azca) tendremos la ocasión de descubrir una mirada única, donde descubrir las influencias de los grandes maestros norteamericanos del retrato y esa luz que solo podíamos ver en las pinturas de Magritte. Esas luces tenues envueltas por la noche oscura que tanto intrigan.
Son 180 fotografías que van de los primeros trabajos hasta 2005. También podemos contemplar numeroso material de archivo. Todo viene del Archivo Humberto Rivas y de los museos y colecciones que albergan su obra: MNAC, IVAM o MNCARS. Es una ocasión única para ver todo su trabajo organizado de forma cronológica. Es uno de los mejores ejemplos de la fuerza que tiene creer en una forma de trabajar y profundizar en ella hasta el final de tus días.
‘Humberto Rivas’
Del 21 de septiembre al 5 de enero de 2019al Sala Fundación MAPFRE Recoletos Madrid
Paseo de Recoletos, 23 28004 Madrid
Entrada general: 3€ Entrada reducida: 2€ Entrada gratuita todos los lunes no festivos de 14 a 20 horas.
Fundación Mapfre
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diegoricol · 6 years
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Diego Ricol Freyre recomienda: Diego Ricol recomienda: Humberto Rivas, el fotógrafo que vio la luz de la sombra
Esta semana se ha inaugurado la exposición ‘Humberto Rivas’ en la sala Fundación Mapfre Bárbara de Braganza. Es una retrospectiva del fotógrafo hispanoargentino que recibió el Premio Nacional de Fotografía en 1997. En ella nos encontraremos un trabajo dedicado al retrato y al paisaje donde la luz es solo una ilusión.
Humberto Rivas tiene un estilo personal. Saca luz de las sombras. En sus exquisitos positivos se ven más matices del negro que del blanco. Me imagino que será una pesadilla publicar sus fotografías plagadas de sombras (las reproducciones de prensa son excesivamente claras). Por eso es una suerte poder contemplar sus trabajos en la Fundación Mapfre. Y como es norma de la casa, copias vintage para entender exactamente cómo veía el autor su propio trabajo. Tiene un valor incalculable para entender la forma de mirar de Humberto Rivas.
No es un fotógrafo espectacular. No trabaja con grandes formatos aunque disparaba con cámaras de placas. Pero si somos capaces de adentrarnos en su particular mundo nos daremos cuenta de que estamos ante un fotógrafo único y personal. No marcó una época dentro de la fotografía española pero no podemos dejar de mirar sus disparos certeros en la penumbra.
Humberto Rivas. De la pintura a la fotografía
De nuevo nos encontramos con un autor que fue pintor antes que fotógrafo. Allá, en Argentina empezó con la pintura. Incluso ganó premios y uno de sus dibujos está en el MOMA de Nueva York. Pero pasará a la historia por la fotografía. Como afición formaba parte de un grupo fotográfico que seguía las ideas de Otto Steinert sobre la subjetividad de la imagen.
La fotografía no representa la realidad, sino la forma de ver la realidad de cada uno. Al fin y al cabo, la forma de pensar el mundo. Y Humberto Rivas no abandonó jamás esta forma de trabajar. Es increíble como, a lo largo de la retrospectiva no vemos un cambio en la forma de mirar. Empezó con unos principios que mantuvo hasta el final.
En 1972 realizó un viaje con su mujer que daría lugar a su serie ‘Norte’. Y ahí es donde aparecen la esencia de sus retratos, sus paisajes rotos y esa luz que nunca abandonó. Y en 1976 todo cambió para seguir igual. Llegó a Barcelona con su familia y contactó con los fotógrafos que bebieron de la fuente del grupo Afal y estaban dispuestos a decir cosas distintas, lejos de la fotografía documental con la que los maestros habían abierto el camino en España.
La fotografía de Humberto Rivas en España
Todos giraban alrededor de la galería Spectrum y su fundador, Albert Guspi. Allí estaban Toni Catany, Manel Esclusa, Joan Fontcuberta, Pere Forminguera…. Y en Barcelona, inspirado por el aire renovador de aquellos años, llevó su forma de mirar al nivel que podemos contemplar en la exposición.
Empezó con el blanco y negro por la calidad tonal que podía conseguir en el laboratorio. En los años 80 empezó a experimentar con el color gracias al proceso Cibachrome, que permitía pasar a papel las diapositivas en una superficie metálica única y durarera. El uso del color fue quizás el mayor cambio en su estilo. Pero un color muy parecido al blanco y negro, donde ningún tono destaca y donde todavía domina la luz perdida del amanecer o las últimas horas de la tarde.
La melancolía, el reflejo del paso del tiempo y la luz son sus señas de identidad. Y sus retratos no son distintos. Solo cambia la luz que los ilumina. Y no son rostros perfectos. Son verdaderos, con las marcas del paso del tiempo y de la experiencia. En la mayoría de los casos con un fondo neutro como podemos ver en Avedon si tuviera la mirada de Diane Arbus.
La exposición en la Fundación Mapfre
Humberto Rivas murió en 2009. Desde entonces no hemos visto una retrospectiva de su trabajo como la que podemos disfrutar en Madrid hasta el 5 de enero de 2019. En las dos plantas de la sala (todavía recuerdo la antigua sede de la zona de Azca) tendremos la ocasión de descubrir una mirada única, donde descubrir las influencias de los grandes maestros norteamericanos del retrato y esa luz que solo podíamos ver en las pinturas de Magritte. Esas luces tenues envueltas por la noche oscura que tanto intrigan.
Son 180 fotografías que van de los primeros trabajos hasta 2005. También podemos contemplar numeroso material de archivo. Todo viene del Archivo Humberto Rivas y de los museos y colecciones que albergan su obra: MNAC, IVAM o MNCARS. Es una ocasión única para ver todo su trabajo organizado de forma cronológica. Es uno de los mejores ejemplos de la fuerza que tiene creer en una forma de trabajar y profundizar en ella hasta el final de tus días.
‘Humberto Rivas’
Del 21 de septiembre al 5 de enero de 2019al Sala Fundación MAPFRE Recoletos Madrid
Paseo de Recoletos, 23 28004 Madrid
Entrada general: 3€ Entrada reducida: 2€ Entrada gratuita todos los lunes no festivos de 14 a 20 horas.
Fundación Mapfre
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