#gritos en silencio
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Pensamiento I
Estoy cansándome de esta situación. Dices y haces cosas que me hacen sentirme así, me envías imágenes tirándome indirectas y en ocasiones resultan hirientes. A veces quisiera no hablarte porque simplemente no tengo ganas de hacerlo. Es una sensación tan rara porque te amo demasiado, pero de verdad este sentimiento de no querer saber nada de ti, resulta muy fuerte.
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Desde adolescente te ví por primera vez en mis sueños caminaba una calle con casas del lado izquierdo, llegué a una de ellas, sin dudarlo entre y estabas ahí, nos presentaron esa fue la primera vez que te ví y desde entonces cada que dormía, te encontraba a tí, siempre protagonizando mis sueños, en alguno de ellos salíamos y la primera vez que me besaste, el efecto no se quitó de mi en todo el día, wow mi primer beso y aún en todo este tiempo no e olvidado como se sintió. Estaba contigo en lugares que pudieran o no existir, volamos juntos, me pedías ir contigo sin saber yo a dónde, me buscabas hasta encontrarme en ellos. Pasó el tiempo dejaste de venir a mis sueños y casi te olvidaba, cuando estuve apunto de hacerlo volviste a aparecer, te veía desde mi ventana, todo volvió a mi en ese momento los recuerdos de ti, ese efecto en todo mi ser; me viste te emocionaste y caiste por las escaleras de tu casa, dijiste estar bien, estábamos de frente, te ví, tu sonrisa hermosa, tu ojos brillantes, fue la primera vez que te vi así como tanto detalle frente a mí, que guapo eras; me viste, habías cambiado yo había cambiado físicamente no éramos los mismos, crecimos, nuestros rostros no eran los de un adolescente, aún así me mirabas con tanta felicidad y dulzura, pero ahí estábamos nuestras miradas fijas el uno en el otro, justo cuando intentamos acercarnos para poder abrazarte, poder sentirte nuevamente, desperté de ese hermoso sueño.
Te extraño y extraño esa vida que estábamos creando, todo lo que en mi me hacías sentir eso que sentí por primera vez todos esos sentimientos fueron contigo.
Te llegue a buscar en personas, creí encontrarte cuando llegaron a coincidir algunas cosas pero no fueron tu, pensé podías existir fuera de mis sueños y no te encontré.
14/Febrero/2023
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Blackpaper.
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¿Estás seguro?
Yo aguanto bien los golpes, ¿Y tú?
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Es difícil disculparse y ser linda con tanto dolor adentro.
By Gemelü 💙
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grito en silencio cada noche, cada segundo, esperando que alguien se dè cuenta de cuànto me sucede y me saque del infierno, pero no puedo olvidar còmo me dice cuànto me quiere mientras entra en mi cuerpo sin permiso.
Cartas desde el Maltrato --Roberto Martínez Guzmán
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Fotolibros Seguen Oríah / Fragmentos adolescentes | Estoy sentada en silencio pensándote a gritos. Fragmentos de texto pertenece a Virginia Bravo.
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Con toda devoción - Matías Recalt & Enzo Vogrincic
Cap I. Cap II. Cap III. +18! Threesome, MeanDom!Mati & SoftDom!Enzo. Age gap, begging, dirty talk, fingering, nipple play, (breve alusión a) sexo anal, sexo oral, sexo con protección, (no tan breve alusión a un leve) subspace, voyeurismo implícito. Uso de español rioplatense.
El jardín está ahora casi desierto y la casa sumida en un silencio espectral.
Cuando rechazaste la ayuda para lavar y secar los platos fue porque no creíste que te arrepentirías tanto… Pero el arrepentimiento es porque negarte a ella significó dejar a todos los invitados en libertad y ver cómo se despedían, recibiendo y repartiendo abrazos por doquier, y abandonándote con la gravedad de cierta situación cuando la puerta se cerró a espaldas del último en marcharse.
La ventana de la cocina te permite ver a Matías y Enzo, de pie en el patio con una botella de cerveza y un cigarrillo en sus respectivas manos. Tu novio te da la espalda pero percibís por sus movimientos que está hablando de manera relajada, balanceando su peso sobre sus pies como si bailara al ritmo de una melodía que sólo él puede oír, y por su parte Enzo sólo asiente con una expresión de concentración y seriedad no tan inusual en él.
Observás con horror a Matías interrumpiendo sus movimientos y acercándose al uruguayo para hablarle al oído: cuando Enzo desvía su mirada hacia la ventana y encuentra tus ojos fijos en él el plato en tus manos cae sobre el fregadero y se hace pedazos, cobrándose también unos vasos. Intentás apartar los restos de vajilla destrozada para deshacerte de ella más tarde, pero tu corazón acelerado y la espuma en tus manos temblorosas dificultan la tarea.
Un pequeño grito deja tus labios cuando el cristal roto corta la piel de tus dedos.
-La puta que me parió…
-Qué boquita- reprocha Matías, observándote desde la puerta antes de acercarse-. A ver...
-No es nada- intentás zafarte de su agarre pero tira de tu muñeca con fuerza y te dirige una mirada a modo de advertencia, en su rostro una mueca de disgusto ante tu actitud-. Perdón.
-¿Qué pasó?- deja correr el agua sobre tu mano y siseás.
-Se me cayó un plato, nada más.
-No, pregunto qué pasó con vos.
-¿Por qué?
-Porque hoy te estabas portando re bien y ahora…- encoge los hombros en un gesto que significa molestia y decepción, su lado más estricto tirando de las cuerdas de su humor-. ¿Necesitás hablar de algo?
-No.
-Entonces portate bien, que hay gente.
-Pero él ya vio todo- susurrás, temiendo que Enzo logre oírlos desde el jardín.
Matías voltea lentamente y su expresión causa que un escalofrío recorra tu columna vertebral. Dirige su mirada hacia el techo y lo imitás, tu concentración permitiéndote oír los pasos en la planta superior de la casa. Tu novio hace que regreses tu atención a él besando tus heridas.
-Pero Santiago no- y la mano que no sostiene la tuya se dirige hacia el dobladillo de tu vestido, colándose por debajo de la tela para rozar tu ropa interior impregnada con los fluidos de ambos-. No querés que él también sepa que sos una putita, ¿o sí?
Te mordés el labio y negás: tu mente aún se encuentra en una especie de estado febril resultante de las actividades previas, por lo que se te dificulta comprender si en verdad está amenazando con castigarte y, por consecuente, con permitir que quienes pasarán la noche en la casa oigan tus gritos. Tus ojos vidriosos encuentran su mirada y te sonríe como si la situación fuera divertida.
-Andá arriba y esperame- besa tu pómulo-. Termino con los platos y voy.
Lo mirás confundida, pero obedecés y corrés hacia las escaleras. Ignorás la silueta en la puerta que da al jardín, por supuesto, y cuando te cruzás con Santiago en el corredor forzás una sonrisa que pretende lucir natural y amable, como si su presencia en la casa no fuera un inconveniente -y no lo es, pero eso sólo lo sabe la ahora ausente parte lógica de tu mente-.
Cerrás la puerta del baño a tus espaldas y te arrojás sobre el lavabo para refrescar tus mejillas ardientes, pero no es suficiente porque tus muslos manchados también comienzan a molestarte. Arrojás tu vestido sobre el cesto de la ropa sucia y también tu ropa interior arruinada y permitís que el agua tibia de la ducha se lleve cualquier remanente de la velada de tu cabello y tu piel, ya sea el aroma de la comida o los restos de tu novio.
Antes de dirigirte hacia la habitación borrás los rastros de maquillaje de tu rostro y una vez allí tomás una camiseta cualquiera, ya que tenés la seguridad de que no permanecerás vestida por mucho tiempo. La voz de Matías estaba lejos de ser amenazante; por el contrario, parecía ser la promesa de una recompensa cuya idea hace que te muerdas los labios y roces tus muslos.
Y es así como los ojos de Matías te encuentran en cuanto abre la puerta, con tu labio inferior enrojecido por la acción de tus dientes y tus piernas moviéndose de esa particular forma que delata tu necesidad. Se acerca con pasos cautelosos, como si temiera asustarte, y te enseña dos pequeñas tiras de vendaje adhesivas.
-¿Te acordás…- comienza mientras cubre tus heridas- cuando te pregunté a cuál de mis amigos te cogerías? ¿Qué fue lo que me dijiste…?
-Enzo- susurrás-. Pero…
-Y ahora sabemos que Enzo también te quiere coger- apretás los párpados con fuerza-. Con lo linda que sos, ¿cómo no va a querer?
Estás a punto de contestar, aunque no sabés muy bien qué decir, pero su voz te interrumpe.
-¿Qué decís vos? ¿Qué te parece si lo dejo cogerse esa conchita tan linda que tenés?
El temblor en tu cuerpo es confirmación suficiente, pero Matías sabe que no estás precisamente lúcida y que es su culpa: horas atrás deseaba arruinarte y hacer evidente que sólo le pertenecés a él, quería que la bruma en tus ojos y el letargo en los movimientos de tu cuerpo aturdido sirvieran para hacer comprender a Enzo el lugar que le corresponde.
Ahora sabe que disfrutaría más permitir que el mayor tenga el privilegio de probarte, ya que de esa forma sólo le quedarán los recuerdos y no poseerte dolerá aún más, pero primero necesita saber que sos consciente de lo que involucra su sugerencia y de que das tu consentimiento. Se arrodilla junto a tus piernas y toma tus manos, acariciando tus nudillos cuando ve que tus ojos permanecen fijos en la persona aguardando junto a la puerta.
Tus pupilas están dilatadas y tu respiración se acelera cuando le devolvés la mirada.
-Pero sólo si estás muy segura, ¿sí? Si no estás segura Enzo se va y mañana nadie habla de esto- besa tus manos y te sonríe-. Y si querés yo no me voy a enojar… Además te voy a estar cuidando todo el tiempo.
Respirás profundamente y cerrás los ojos antes de contestar.
-Sí, quiero- asegurás.
Los pasos de Enzo resuenan sobre la duela y cierra la puerta con delicadeza, distrayéndote y dándole a Matías una oportunidad para subir a la cama y arrastrarte para recostarte contra su pecho, arrugando tu camiseta en el proceso y dejando al descubierto tu centro desprovisto de ropa interior. Enzo no emite palabra alguna, sólo se limita a acompañarlos en la cama y sus dedos acarician la piel de tu tobillo antes de ascender y recorrer tu pierna hasta tu muslo.
-¿Puedo?
Te mordés el labio y asentís.
-Te vas a lastimar- dice, estirándose y utilizando su pulgar para liberar tu labio-. Y necesito palabras, ¿sí?
-Sí- contestás-. Sí, podés.
-Eso- te sonríe cómplice y separa tus piernas con suavidad-. Sos muy linda, ¿sabías? En todos lados…
Arrojás la cabeza hacia atrás en busca de consuelo, abrumada por la atención del mayor y la forma en que sus dedos erizan tu piel. Matías suelta una risa casi silenciosa contra tu cabello antes de besarlo, sus manos acariciando tus brazos con fuerza en contraste con los roces prácticamente imperceptibles que el otro deja sobre tu piel.
Un gemido mudo separa tus labios cuando sin previo aviso el pulgar del uruguayo se desliza sobre tus pliegues, traza una línea desde tu entrada hasta tu clítoris y comienza a dibujar suaves círculos allí. La mirada atenta de Matías sobre ambos es algo que Enzo escoge ignorar para concentrarse en cómo tu rostro se contrae en una mueca de placer cuando comienza a presionar más y más fuerte tu punto más sensible, gemido tras gemido surgiendo en tu garganta.
Y recién comienza…
-¿Querés que le cuente a Enzo cómo me apretaste la pija cuando lo viste?- negás-. ¿No? ¿Por qué no…?
-Me da vergüenza- admitís entre gemidos, cerrando los ojos para no tener que enfrentar sus miradas.
-¿Te da vergüenza?- pregunta Matías, fingiendo sorpresa-. Pero no te da vergüenza que…
-Dejala, Mati, pobrecita.
Dirige un dedo hacia tu entrada brillante y desliza el dígito de arriba abajo para esparcir la humedad sobre tus pliegues antes de introducir en tu interior la primera falange. Sólo eso basta para hacerte gemir con fuerza y tus piernas amenazan con cerrarse, pero Matías cubre tu boca con una mano y te sostiene por el muslo con la otra, restringiendo los movimientos de tu cadera y ahogando con su palma cualquier sonido que pueda delatarlos.
El intercambio de miradas entre ambos hombres es breve, casi fugaz, pero comprendés el significado que oculta cuando tu novio comienza a besar tu mejilla al tiempo que un dedo vuelve a deslizarse en tu interior y es recibido por tus paredes cálidas. Enzo no pierde el tiempo, curva el dígito en busca de tu punto dulce y cuando lo encuentra comienza a abusar de la sensibilidad que encuentra allí, complacido por tu respuesta y humedad.
Por si las caricias del hombre entre tus piernas no fueran suficiente, sentís la creciente erección de tu pareja contra tu espalda, palpitante e irradiando el calor suficiente para sentirlo a través de las prendas de ambos. Le dirigís una mirada suplicante, su mano aún cubriendo tu boca, y en sus ojos encontrás nada más que fascinación por la escena que se desarrolla frente a él: sólo cuando comenzás a sacudir la cabeza una sonrisa se apodera de sus labios y te permite hablar.
-Por favor, por favor, por favor- suplicás-. Voy a…
-Preguntale a Enzo.
Tus mejillas no arden, queman.
-Enzo, ¿puedo…?
-Sí, bebé, cuando vos quieras.
Cuando vos quieras es una expresión de amabilidad, porque Enzo separa aún más tus piernas para poder acercarse a tu centro y sus labios se adhieren a tu clítoris para succionar con una fuerza experta. La sensación basta para hacerte delirar y casi te distrae lo suficiente para no notar el breve instante en que retira el dedo de tu interior... para luego introducir dos.
El escozor que nace de la súbita dilatación de tu interior sensible te estimula aún más, aunque lo que finalmente te arroja hacia el precipicio son los gemidos de Enzo contra tu intimidad, la vibración de los mismos recorriéndote. Tus gritos no tienen oportunidad de llegar a oídos ajenos: Matías invade con sus dedos el interior de tu boca y provoca que las contracciones de tu garganta sean simultáneas a las de tu interior.
Enzo continúa con sus movimientos, estos volviéndose cada vez más lentos, y sólo se detiene al verte abrir los ojos. Tirás de la muñeca de tu novio y un hilo de saliva conecta tus labios con sus manos, pero este se corta cuando intentás hablar y el líquido mancha tu mentón. Tus lengua delinea tus labios resecos y te aclarás la garganta en un gesto que no debería resultarle tan tierno, pero tus brillantes ojos de párpados pesados están causando estragos en su mente.
-Gracias- susurrás.
-A vos- besa tu muslo y, tras un breve gesto de afirmación por parte de Matías, pregunta:- ¿Querés más?
-Sí, por favor- jadeás.
Matías, tan oportuno como siempre, le arroja el lubricante y un preservativo. Enzo los atrapa entre risas, como si la situación fuera algo cotidiano, y el verlos interactuar de una manera tan distendida mientras tu sanidad pende de un hilo hace que te sumerjas aún más en un estado mental de desesperación y necesidad, dispuesta a hacer lo que fuera por y para ellos.
Te resistís cuando Matías abandona su lugar, pero te tranquiliza el ver que comienza a desnudarse y regresa inmediatamente a la cama, arrodillándose junto a las almohadas sobre las cuales te dejó recostada. Tira de tu camiseta para dejarte completamente desnuda y masajea tus pechos mientras ambos observan con atención a Enzo, que se desnuda con fingida calma y se toma el tiempo necesario para doblar su ropa y luego dejarla acomodada sobre el escritorio.
Reprimís un gemido al apreciar las diferencias entre tus acompañantes. El contraste entre sus cuerpos –la varonil delicadeza de los rasgos de Matías y su tez blanquecina, la línea fuerte de la mandíbula de Enzo y sus músculos- y el saber que ambos están allí para darte placer hace que tu excitación manche las sábanas en tan sólo unos minutos. Tu novio golpea tus labios con dos dedos y abrís la boca lista para abrazar con tu calor su punta rosada, pero tus ojos están fijos sobre las venas en las manos de Enzo, que acaricia su miembro viendo tal imagen.
El colchón se hunde bajo el peso del mayor cuando regresa a la cama para reclamar nuevamente su lugar entre tus piernas, aferrándose a tu cuerpo como si temiera que te arrepientas. Desliza el látex sobre su extensión con cuidado y tras aplicar un poco de lubricante tira de su miembro una, dos, tres veces, arrojando la cabeza hacia atrás antes de recomponerse. Tus gemidos pueden deberse al gusto familiar que recorre tus lengua o al espectáculo que acabás de presenciar, no lo sabés, pero provocan que Matías comience a mover sus caderas.
Enzo deja caer unas gotas de lubricante en tu centro y utiliza su glande para esparcir el producto sobre tu entrada, la piel que la rodea y tus pliegues, manchando también tus muslos. El frío del producto te hace temblar y él se disculpa, sea el motivo el contraste entre temperaturas o el dolor que hace que te sobresaltes cuando comienza a penetrarte.
Un gemido resuena en toda la habitación cuando tu estrecha entrada y tu interior ardiente lo rodean. Te regala unos segundos para acostumbrarte a la sensación, segundos en los cuales se deleita viendo la desesperación y profundidad con que tomás el miembro en tu boca, tu cadera moviéndose en busca de mayor contacto con su cuerpo. Por un segundo se pregunta si acaso sería capaz de resistirse, pero considerando que se tocó oculto tras un árbol sólo por vos…
Sentís a Enzo rozando tu cérvix con cada gentil embestida y la sensación acompañada de los sonidos indecentes te hacen succionar con más fuerza, pero para Matías parece no ser suficiente la atención que le estás otorgando y tira fuertemente de tus pezones hasta que te estremecés de manera casi violenta. Las lágrimas que caen de tus ojos humedecen tus mejillas y la almohada bajo tu cabeza, pero tus gemidos no dejan de ser una constante entre las cuatro paredes.
Los movimientos de Enzo aumentan en intensidad y velocidad y su mano se cierra sobre tu cintura para poder ejercer cierto control sobre tu cuerpo. Decide también encargarse de tu clítoris y los pequeños círculos que sus dedos trazan hacen que te contraigas hasta hacerlo delirar: sabe que su mano o un juguete no podrán compararse jamás con tu interior y la manera divina en que parece succionarlo, así que decide prolongar el momento.
Protestás al sentirte vacía unos pocos minutos más tarde, pero te silencia deslizándose entre tus piernas una y otra vez y penetra tu entrada –que se contrae alrededor de nada- sólo con su punta durante un segundo o dos en cada ocasión. La fricción en combinación con el ardor de tus pezones te orilla hacia otro orgasmo y no recordás advertirles antes de que este se desate, pero entonces Matías se desliza fuera de tu boca y golpea tu mejilla, provocando con el impacto que una cantidad considerable de saliva brote de entre tus labios.
Enzo se detiene abruptamente -sin saber que así arruina aun más tu clímax- y estudia la situación para comprender si debe intervenir. Se siente fatal cuando su miembro palpita al ver que te llevás una mano a la mejilla para acariciar tu piel enrojecida.
-No pediste permiso- señala Matías-. ¿No te dije que te portaras bien?
-Sí, pero…
-Callate- ordena, haciéndole una seña a Enzo.
-Pero Enzo dijo…
Tanteás un terreno peligroso, lo sabés, pero sólo cerrás la boca cuando el rostro de tu novio se acerca peligrosamente al tuyo y ves brillando en sus ojos la segunda advertencia de la noche. Matías es más que capaz de interrumpir toda actividad para castigarte, por lo que suspirás de alivio cuando se aleja y Enzo te toma por debajo de los brazos para cambiar de posiciones. Coloca tu cuerpo sobre el suyo en un rápido movimiento, tu espalda contra su pecho y sus labios besando tu cuello y el lóbulo de tu oreja.
-Perdón- susurra y volteás a verlo-. No sabía que…
Le sonreís para librarlo de cualquier culpa y él no puede creer que incluso en tal estado, con las mejillas ardiendo y todo tipo de fluidos manchando tu rostro, aún te veas igual de tierna y dulce como lo hacías la tarde en que te conoció. En ese momento no imaginaba que algún día tendría el lujo de tocar tu cuerpo o sorprenderse por la dinámica que mantenés con Matías, pero... bueno, ignora cualquier recuerdo y apoya sus pies firmemente sobre el colchón.
Matías se coloca entre tus piernas y baña tu intimidad con lubricante, dejando que este gotee más allá de tu entrada suplicante. Su dedo se desliza desde tu clítoris hacia tu apertura siempre tan tentadora, separando tus pliegues antes de continuar su trayecto y presionar en otro pequeño agujero. La sorpresa te hace jadear y Enzo intenta consolarte masajeando tu cadera, pero es imposible cuando Matías comienza a jugar con tu cuerpo.
-Tenemos que probar algún día, ¿no?- susurra, arqueando una ceja-. ¿Te gustaría que te cojamos los dos al mismo tiempo…?
Asentís y dejás salir un grito cuando tus músculos ceden para permitir su entrada. Se limita a torturarte con la punta de su dedo, introduciéndolo y retirándolo una y otra vez hasta que ve la forma en que apretás tus párpados y las manos de Enzo sobre tu abdomen. La idea es más que tentadora, Matías sabe que serías un desastre y que en pocos minutos quedarías reducida a la nada misma, pero para ciertas cosas prefiere esperar un momento que sea sólo de los dos.
Toma el miembro de Enzo, sacándole un gemido que parece ser producto del placer y no sólo por haberlo tomado desprevenido, y lo dirige hacia tu interior. Tu desesperación no es algo que intentes ocultar y tampoco lo son tus gemidos cuando tomás toda la extensión del mayor, cuyas manos se cierran nuevamente sobre tu cadera para controlar tus más que erráticos movimientos.
El dulce sin sentido que el uruguayo susurra sólo para tus oídos se entremezcla con las palabras degradantes de tu novio, quien se encuentra masturbándose entre tus piernas y frotando casi distraídamente tu clítoris antes de llevar su mano hacia tu abdomen bajo y ejercer presión.
Sólo podés gritar.
Debería ser vergonzosa la sensibilidad de tu cuerpo, la facilidad y el control que ambos tienen sobre todas y cada una de tus terminaciones nerviosas, pero no podés pensar en ello mientras sentís el cuerpo de Enzo fusionándose con el tuyo y las manos de Matías estimulándote para acercarte más hacia esa confusa línea entre el placer y el dolor.
Los dedos de tus pies se contraen y cuando buscás algo o alguien para aferrarte tus manos acaban sobre tus pechos que suben y bajan a cada movimiento. Arrojás la cabeza hacia atrás y Enzo acaricia tu mejilla con la suya, desesperado como nunca antes lo habías visto. Besa tu rostro y luego encuentra tus labios, su lengua recorriendo el interior de tu boca de manera obscena y silenciando por un instante tus gemidos y gritos pornográficos.
-Mati...- te quejás cuando los dedos en tu cadera reafirman su agarre-. Mati, ¿puedo? ¿Enzo…?
-Sí.
Tu cuerpo es víctima de los espasmos que tu orgasmo provoca y el placer abrumador que te recorre de pies a cabeza es suficiente para perder por completo la razón. Los movimientos de tus acompañantes no cesan y de tu boca sale un hilo de palabras incomprensibles y agudos sonidos patéticos cuando tu liberación moja tus pliegues y el miembro de Enzo. También recorre su pelvis y el interior de sus muslos y humedece las sábanas hasta oscurecerlas.
El calor del líquido blanquecino que mancha tu piel y salpica tus pechos –alguna que otra gota cayendo sobre tu centro, el miembro de Enzo arrastrándolas hacia tu interior- hace que los músculos de tu abdomen se contraigan al igual que tus paredes... y entonces lo sentís: el palpitar del miembro en tu interior mientras los dientes de Enzo rozan tu hombro y sus palabras se enredan en la punta de su lengua, tu cerebro registrando algún que otro tierno apodo.
Una respiración temblorosa deja tus labios.
-Bebé…
Aún en tu estado de agotamiento y desorientación reconocés la voz de Matías y te forzás a abrir los ojos. Te sonríe y cuando acaricia tu mejilla perseguís el contacto y confort de su mano.
-Estoy bien.
-¿Segura?- cuestiona Enzo. Se aparta con cuidado y te recuesta sobre el colchón-. Por un momento pareció que…
El familiar sonido de la madera llama tu atención y mirás en dirección hacia la puerta: Enzo no podía saber que tiene que asegurarse de cerrarla bien, por lo que no te sorprende encontrar una apertura milimétrica y que la tenue luz del corredor te permita distinguir la silueta que se aleja.
La voz de los tres se tiñe de horror cuando intercambian una mirada y dicen al unísono:
-Santiago.
Notas de Lu: Y colorín colorado, este cuento se ha acabado... creo. taglist: @madame-fear @creative-heart @recaltiente @llorented @chiquititamia @delusionalgirlplace ♡
#enzo vogrincic#enzo vogrincic x reader#enzo vogrincic smut#matias recalt#matias recalt smut#matias recalt x reader#lsdln cast
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𝑪𝒐-𝒔𝒕𝒂𝒓𝒔★
━━━━━━━━━━━━ ⋆⋅☆⋅⋆ ━━━━━━━━━━━━
𝐩𝐚𝐢𝐫𝐢𝐧𝐠: actor! enzo x actriz! reader
𝐬𝐢𝐩𝐧𝐨𝐬𝐢𝐬: Enzo y tú tienen un tiempo saliendo y por fin consiguieron ser CO-estrellas en una película, Pero no esperabas el nivel de complejidad que tendría el trabajar con el.
𝐜𝐨𝐧𝐭𝐞𝐧𝐢𝐝𝐨: smut,creampie,diferencia de edad (Enzo 34, reader 24), uso de Español rioplatense,mencion de sangre falsa y asesinatos, begging,oral sex sexo sin proteccion, dirty talk.
- : ✧ : -˚̣⋅ .. ⋅ ˚̣ ⊹ ⭒ – : ✧ : -˚̣⋅ .. ⋅ ˚̣- : ✧ : – ⭒ ⊹ ⭒ –
Enzo y tu tenían alrededor de 2 año saliendo formalmente, se habían conocido en una grabación de un pequeño filme indie, habían intentado por meses el lograr quedar juntos o como co-estrellas en un proyecto y recientemente lo habían logrado, era una pareja de esposos en una película ubicada en los años setenta.
La filmación era una maravilla, el ambiente del set era perfecto y, como era de esperarse, tenían una química increíble, los vestuarios de Enzo hacían que tu cerebro se derritiera lentamente, siempre eran unos lindos y elegantes trajes negros, su cabello perfectamente peinado como la época ameritaba, adorabas cada escena y momento a donde podían ser esposo aunque solo lo fuera en cámara.
En más de una ocasión era necesario grabar escenas subidas de tono, como en casi cualquier otra película romántica ubicada en los sesenta, amabas cada maldito segundo en que Enzo tenía que besarte profundamente, o ponerte sobre ti mientras te murmuraba lo buena esposa que eras para él, pero la película no era una simple película de romance, había asesinatos cruzados de por medio, cuando ese momento llego fue la gota que derramo ese minúsculo vaso que tenías de autocontrol.
La escena comenzaba, habías descubierto a tu esposo en una clara escena del crimen, con un traje negro sin el saco puesto, la camisa blanca de vestir arremangada manchada de sangre en esta, tu reacción debía ser de obvio miedo y así fue, estabas aterrorizada mientras tu esposo se acercaba tratando de calmarte usando su mejor voz.
—shh shh — dijo Enzo, colocando un dedo sobre su boca en señal de silencio, una escena brutal para tu personaje, tu esposo con un traje sin saco, su camisa blanca de vestir manchada de sangre aparentemente fresca, y un rastro que conducía a un contendor a donde para la mala suerte de tu esposo él no había tenido tiempo de esconder el cuerpo dueño de la sangre, Un grito se atoró en la garganta de tu personaje, dando un paso hacia atrás, haciendo sonar tus tacones.
— tranquila mi amor, quédate quieta — dijo Enzo caminando hacia ti, pero su expresión cambio cuando tratarse de abrir desesperadamente la puerta del sótano, entonces Enzo camino hacia ti en paso acelerado, estampándote contra la puerta del sótano, tomando tu quijada con su mano apretando tus mejillas forzándote a mirarlo a los ojos manchándote se sangre —te dije que te quedaras quieta— susurro sobre tus labios—
Por un momento sentiste genuinamente la adrenalina correr por tus venas, se sentía de alguna manera excitante el sentirse tan acorralada por él, la escena continuó con un pequeño forcejeo, pero un "Corte!", proveniente del director, te sacó de tus pensamientos, quedándote quieta por un segundo mirando las manos de Enzo manchadas de sangre falsa.
Él estaba a punto de dirigirte unas cuantas palabras cuando lo miraste a los ojos. Él conocía perfectamente tu mirada, y esa manera tan peculiar en la que mordías tu mejilla por dentro mientras le dabas unos ojitos pidiéndole a gritos silenciosos que te cogiera. Una sonrisa burlona y coqueta se notó en sus labios, acercándose a tu oreja susurrando —Nos vemos en tu camerino, chiquita —.
Enzo se retiró primero dejándote con ese sentimiento caliente creciendo en tu vientre, caminaste tras del hasta tu camerino compartiéndose miradas, sus ojos eran como pequeñas burlas hacia ti, cuando entraron al camerino Enzo cerro la puerta rápidamente, para luego rápidamente ponerte en contra del tocador brillante de este.
—¿Qué pasó, preciosa? ¿Necesitas algo?—dijo mirándote con sus ojos negros, su cara aún con manchas de sangre falsa.
—Vos sabés qué pasa — susurraste un poco tímida, poniéndote de puntillas para poder alcanzar apropiadamente su rostro. Podías sentir tu ropa interior mojada, algo en verlo, de esa manera te comía por dentro.
—Mm, no sé, si no me lo decís a lo mejor no estamos en la misma página — dijo en tu oído mientras deshacía el nudo de tu vestido cementero, rozando tu espalda suavemente con sus dedos.
—Sabías que el hijo de puta estaba fingiendo demencia, jugando con el listón de tu vestido, dando suaves besos cerca de tu oreja y tu cuello, y soltarte un suspiro caliente poniendo tu mano sobre la camisa blanca de Enzo, susurrando —
—Por favor — rogaste sin mucha esperanza de una respuesta.
—¿Por favor qué chiquita? Usa tus palabras — dijo dejando el listón en paz y frenando los besos en tu cuello —
—Un suspiro tembloroso salió de tus labios mientras sentías su respiración caliente en tu cuello—cógeme —.
—¿Vos te piensas que esa es la manera de pedir las cosas, linda? —dijo en tu oído con una clara sonrisa en su labio. Estaba torturándote, negaste suavemente y él alzó las cejas esperando tu respuesta—
—Enzo cógeme, por favor — dijiste ya desesperada. Fue cuestión de segundos para que te comenzara a comer la boca, acariciando tu mejilla con sus nudillos, comenzando a desabrochar tu vestido, aprovechando que el listón ya no era estorbo—
—¿Por qué tan desesperada porque te coja mm? ¿Te gusto verme asi, mmh? Que rarita que me saliste he— dijo burlándose, volviendo a tomar tu quijada como en la escena, dándote un pequeño beso — ¿tan desesperada porque te haga gritar y todo el mundo escuche de quién sos? —
Estabas por llevarle la contraria como lo harías en cualquier otro momento, pero sentir su mano debajo de tu vestido,sus dedos tocando suavemente tus pliegues por encima de tu ropa interior,te sacó un gemido ahogado—
Tomaste su brazo mientras mordías suavemente tu labio, sintiendo cómo sus helados dedos masajeaban juguetonamente tu clítoris, poniéndote la piel de gallina. —Ya déjate de joder Enzo— dijiste apretando su brazo levemente, sentiste cómo te alzó para sentarte sobre el tocador, jugueteando con sus dedos en tu entrada para luego darte una palmada en el muslo que te saco un pequeño grito—
—esa boquita, si seguís de maleducada te vas a ganar todo menos una cogida— gruño subiendo su mano libre para acomodar un cabello detrás de tu oreja — pídemelo bien hermosa si no te sirve de nada eso, lo sabes — dijo tomando tu cuello en su mano mientras acariciaba tus muslos internos con sus dedos jugando con las orillas tu ropa interior —
—Mordiste tu labio ante ese sentimiento de dominio, sintiéndote más mojada que antes, estabas al borde de explotar, moviendo tus manos a la villa del cinturón de su traje, jugueteando con este desabrochándolo—
—Enzo, por favor... por favor cógeme —rogaste, tomando entre sus dedos el botón de su pantalón—
—Una sonrisa ganadora se posó en los labios del uruguayo, comenzando un beso largo mientras desabrochaba la falda larga de tu vestuario, retirándola junto con la parte de arriba para solo dejarte en ropa interior, pasando sus manos por tu cuerpo apareciendo tus curvas —no tienes una idea de como me calientas —
—Te coloco en la orilla del tocador, para ponerse entre tus piernas, Sentías el bulto de su erección para hacer contacto con tu húmeda entrada Enzo peinó tu cabello con sus dedos y pasó su pulgar por tus labios —¿No me querés mostrar qué más sabes hacer con esa boquita aparte de quejarte, linda? —
Esta vez bastante obediente cediste a sus palabras, bajándote del tocador, para ponerte de rodillas frente a él desabrochando su pantalón torpemente, sentías su mirada sobre ti, siguiendo tus movimientos pacientemente hasta que liberaste su miembro de la dolorosa cárcel que era su bóxer, sentiste sus manos pasear por tu cabello para tomarlo con suavidad.
—Abre la boca, princesa — susurró tomando tu quijada para mirarte bien. Su satisfacción fue notoria cuando seguiste su orden, esta vez sin quejarte — Qué linda que te ves así.
Suelto tu quijada para tomar su miembro dándote dos suaves palmadas en la mejilla con este antes introducirlo en tu boca posándolo sobre tu lengua, mantenían el contacto visual mientras usaba tu cabello para guiarte, sentías la cabeza de tu miembro llegar a tu garganta sacándote unas cuantas arcadas y lagrimitas mientras Enzo soltaba pequeños quejidos.
—Mm, mira esos ojitos, ¿te gusta que te tenga así chiquita? si? —
Sentiste como pudiste, sintiendo cómo su miembro latía en tu garganta, un gruñido suave delato, su cercanía al orgasmo, por lo cual querías moverte aún más. Para tu mala suerte, él alejó tu cabeza soltando tu cabello, dejando la punta rozando tus labios.
—mmmh dale porfavor—te comenzaste a quejar, lo cual no duró mucho tiempo antes de que Enzo te tomara en brazos para ponerte sobre el sofá cama de tu camerino.
—Perdóname, preciosa,pero te quiero llenar toda —dijo para despojarte de tu última prenda, abriendo tus piernas apretando tus muslos para el ponerse en medio de estas, pasando sus dedos entre tus plieges— mira lo mojadita que estas—
—murmuro sonriendo relamiendose los labios, tomó su miembro para pasarlo por tu mojafo clítoris, sentiste tus piernas temblar de necesitada que estas, comenzó a introducirse lentamente tratando de no lastimarte de ninguna manera, un gemido lloroso salió de tus labios sintiendo como te estiraba por dentro—
—mira lo apretadita que estas—dijo con su mano en tu cintura apretandote y la otra manteniendo tus piernas bien abiertas, moviéndose suaves en un va y viene cada vez mas fuerte y profundo sacandote espasmos—
—enzo, dios—lloriqueaste cerrando tus ojos por el placer, sintiendo tu respiración poniéndose cada ves más errática—
—en cuestión de minutos Enzo había comenzado a perder el ritmo de sus embestidas, entrando fuerte y rápido, con su pulgar estimulando tu clítoris en pequeños círculos,tus gritos, lloriqueo y los gruñidos de placer de enzo se adueñaron de el camerino—
—muy rápido! Enzo —gemiste entre lágrimas que ahogaban tu mirada, bajaste tus manos al vientre de Enzo tratando de hacer que bajara su velocidad— más lento!—
—muy rápido preciosa? Mmh?—dijo en un falso tono de comprensión, el verte llorando como una bola de nervios mientras el golpeaba todos los lugares buenos dentro de ti lo ponía tan caliente, tomó tus manos para detener tu fallido intento de frenarlo, deteniéndose sobre tu cabeza— hace un rato estabas desesperada por que te la pusiera, ahora tomas lo que te doy, es lo más justo no crees?—
—dijo juntando su frente con la tuya, pasando de embestidas erráticas a un ritmo nuevamente, golpeando una y otra vez ese lugar que te hacia morderte los labios y sentir que te desvanecías—
—muy profundo! Enzo, Enzo!—forcejeaste aún sabiendo que no podrías soltarte de su agarre, sentiste el calor crecer más o más grande en tu núcleo, los espasmos cada vez más fuertes— Enzo! —
—todo estaba pasando tan rápido que no encontrabas las palabras para hacerle saber a Enzo que estabas por terminar, pero nisiquiera necesitabas palabras, Enzo podía sentir como te apretadas alrededor suyo, las embestidas se volvía descuidadas, los gruñidos de Enzo carecían de aire—
—te vas a correr preciosa? Si? Abrí los ojos Mírame, te queres correr?—dijo dejando solo una de sus manos tomando ambas tuyas, para bajar la otra y tomar tus mejillas obligándote a abrir los ojo, con tu vista nublada por tus lagrimas asentiste rápidamente— yo también, quieres que te acabe dentro? Quieres que te llene toda?
—si! Si, llename toda—dijiste cerrando tus ojos fuerte, sintiendo tu orgasmo liberarse, aprendandote alrededor de su miembro—
—Enzo bajo una mano para acariciar tu clítoris sacandote un llanto fuerte por la sobreestimulacion, mientras golpeaba una y otra vez tu cervix, su respiración desesperada acompañada con sus gruñidos, solo dejó en paz tu bulto de nervios una vez que acabó dentro de ti, sentiste las hileras de corrida llenarte completamente, ambos estaban temblorosos agitados y sobre todo pegajosos, Enzo se quedó dentro de ti y te dio un beso en la frente, limpiando el cabello que tenias pegado a la frente, después de unos cuantos minutos de descanso para recuperar el aire—
—que preciosa que sos—dijo Enzo acariciando tus mejillas, mirándote como si fueras lo más precioso de este mundo—
—una risita salió de tus labios, dejando un beso sobre la nariz de Enzo— y vos sos un lindo.
━━━━━━━━━━━━ ⋆⋅☆⋅⋆ ━━━━━━━━━━━━
AAAAAAAAA
Boe, primara vez que escribo algo así para Tumblr y primera vez escribiendo algo asi despues de MUUUUUCHO TIEMPO, aun no entiendo muy bn como tunear bonito mi perfil pero al toque le agarro el vuelo vvs🧍♀️🙏
#enzo vogrinci#one shot#fanfic#enzo vogrincic smut#enzo vogrincic x reader#enzo vogrincic x you#lsdln cast#lsdln smut#lsdln#lsdln fanfic
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No te escondas en el silencio; tu grito y tu tacto son tu verdadera fuerza.
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araña negra de mis noches | © víctor m. alonso
[incendio de silencio, la sangre cruje en su delirio, un grito de nostalgia en el amplio vacío de la noche, y tu voz suena en este desierto de mar donde yo habito, en la noche oceánica y lunar donde te espero]
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Apareces
por los vértices
de la luz.
Por los extremos
del camino.
En los márgenes
de lo que escribo
apareces.
Siempre estás
donde se ancla
la vida,
entre la calma
y la tormenta.
Haces de tus caricias
un ejército
que vence a la ira.
Eres el surco en la tierra
que abraza la lluvia.
La copa del árbol
que protege el descanso
con su sombra.
El primer rayo rebelde
que se escapa del sol,
y el último,
en esa puesta
que todos persiguen.
Estás aquí y allí.
En los gritos tímidos
y en los descarados silencios.
Eres un artista callejero
que le roba al día su rutina,
y la vuelve alegría.
Que poder el tuyo,
que puedes escribir
desde lejos,
y ser poesía sin saberlo.
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Cartas a mi padre que dejo de serlo hace tiempo.
Tengo corazón, me gritaste que carecía de uno, que no entendía la vida porque yo nunca pude ver el amor en los ojos de alguien más, que mi presencia era un caos construido por belcebú o un demonio más, y que las personas que pasaban por mi vida, siempre serian un fracaso que tachar. Tengo corazón papá, tu mismo me lo diste, lo creaste y le diste vida con tus cariños en mi niñez, tu ausencia en la semana, los gritos por la mañana... me peinabas como si me odiaras, pero aún así intente forjar la paz. Nunca entendí tu forma de amar, es por eso que ahora me cuesta tanto expresarme y siempre caigo ante silencio, porque tus gritos me obligaban a callar. Tengo corazón papá, hablo de ti en mis sesiones de terapia y en las noches le pido a dios que por favor no peleemos al otro día, no quiero discutir, no quiero seguir viviendo entre decadencia y dolor. Tengo corazón, uno que late cuando alguien me regala una sonrisa, cuando me dice que soy bonita y me abrazan sin preguntar, cuando me regalan un poco de la atención que te negaste a dar. Me hiciste sentir que no merezco el amor, yo me lo creí y ahora ando pagando la ausencia de las personas... tengo que hacerte cargo, perdón. Pero es que si no te culpo, ¿a quien más? ¿A mamá? que fue peor que tu y hoy se revuelca sobre su propia miseria, sobre los gusanos que comen su poca paciencia y sus huesos que quizás ya no estén más entre esas tierras. Tengo corazón, no carezco de uno, si pusieras tu mano en mi pecho más seguido lo sentirías latir y te daría envidia saber que no es por ti, es por mí, que lo salve de ti.
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Mientras los residentes avanzan apresuradamente hacia sus respectivos refugios, una presencia distinta comienza a marcar el aire. El sonido de motores se mezcla con el caos de las calles, y poco a poco se distingue el retumbar de camiones militares acercándose. Dos helicópteros se deslizan sobre el pueblo, sus hélices cortando el aire con fuerza, dejando un rastro de luz en la penumbra. El alivio que algunos sienten al reconocer la presencia de la fuerza militar es inmediato, pero también hay incertidumbre. ¿Será esto una ayuda real o una última medida desesperada?
El primer camión se detiene con un chirrido de frenos en la calle principal, levantando una nube de polvo. Es un vehículo blindado, imponente, pero lo que realmente captura la atención es el segundo camión. Este está repleto de hombres uniformados, armados hasta los dientes, con sus rostros ocultos tras máscaras. Al bajar, se posicionan rápidamente, desplegándose con una coordinación precisa, cerrando cualquier salida visible.
El sonido de las armas se mezcla con los gritos de los infectados que avanzan sin cesar por las calles. Los hombres comienzan a disparar, apuntando a las primeras oleadas que se aproximan. Los disparos retumban en el aire, los cuerpos caen, pero no se detienen. A cada paso que retroceden los infectados, más parecen surgir de las sombras, de los rincones oscuros de la ciudad. Los helicópteros giran sobre el pueblo, iluminando las calles con destellos cegadores, mientras los soldados refuerzan las barricadas, colocando bloqueos en las entradas a los vecindarios.
Pero a medida que los residentes se agrupan en sus refugios, una sensación extraña se hace presente en el aire. La duda que había flotado mientras los camiones militares se posicionaban sigue latiendo en el fondo de sus mentes, pero el sonido de los disparos y los helicópteros se va desvaneciendo. La seguridad del refugio, aunque temporal, ofrece algo que el caos exterior ya no puede. Dentro de las paredes, la angustia comienza a disiparse, aunque las preguntas sobre el futuro persisten. En ese silencio, hay una certeza: la ayuda ha llegado, al menos por ahora. El pueblo está sellado, pero por un momento, la lucha parece haberse quedado fuera.
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Bark crying!!
It's based on a fanfic I wrote the other day for some friends where Fang and Bean die!!
I'm too lazy to translate the fanfic so if you want to read it translate it or I don't know, it's in Spanish, SPANISH!! Please don't confuse it with Portuguese.
Todo estaba yendo bien, todo iba realmente bien, iba a ser otro de sus atracos, el team Sonic se habían metido en ello, Bark e había bajado del vehículo para poder ir contra ellos y ganar algo de tiempo, en eso, otra de las típicas discusiones tonta entre Fang y Bean.
Fang iba manejando huyendo de Sonic mientras Bean tiraba bombas y reía.
Bark se estaba ocupando de Knuckles, mientras Tails y Sonic iban contra los otros dos.
En un punto Bean distrajo a Fang, haciendo que pierda el control, Fang termino chocando, no fue muy grave... Pero ambos quedaron aturdidos y pudo tirar las bombas que tenía en manos y
¡¡KABOM!!
Los 4 presentes voltearon a ver, la bomba explotó haciendo que también el vehículo explotara y con ellos se llevó a ellos dos.
Bark dejo de inmediato a Knuckles y se fue corriendo a la explosión, el árbol estaba ardiendo en llamas junto a todo su alrededor, lo que quedaba del cuerpo de sus compañeros estaba siendo calcinado, el oso quería meterse a intentar salvar algo.
Pero los otros al ver sus intenciones se pusieron a pararlo, saben que es malo, pero tampoco se merece eso.
¡¡Bark!! — Grito Sonic mientras jala al oso de uno de sus brazos con ayuda de Sonic — ¡¡Ya no se puede hacer nada!!
El oso sollozaba en silencio mientras seguía intentando acercarse al fuego, solo podía ver las figuras de sus amigos desaparecer en el fuego.
Paso un buen rato de forcejeo, hasta que el oso solo cae al suelo mientras llora.
Sonic, Tails y Knuckles no saben muy bien que hacer, solo podían ver la figura del oso mientras las llamas se iban mermando, solo se quedaron junto al oso intentando consolarlo como podían... Pero Bark era inconsolable.
Cuando el fuego al fin ceso, Bark se acercó a ver si quedaba algo, unos pequeños pedazos de pelaje morado y plumas verdes era de lo poco que quedó, el oso solo los tomo en sus manos y se fue sin mirar a los otros.
Los 3 vieron con lástima a Bark, siempre supieron que en si no era malo, que solo estaba ahí por qué eran sus amigos y nunca lo habían visto llorar o triste, simplemente fue demasiado para ellos...
Por los siguientes días no supieron nada del oso, la más preocupada era la erizo rosa, a quien le había contado sobre lo sucedido ese día, ella tenía una buena relación con el oso y quería intentar ayudarlo.
Por parte de Bark esos días fueron los peores de su vida, no comía, no salía de la base en el Mirage saloon que comparte con ellos, se la pasaba viendo los cuartos de sus compañeros, a veces acostándose en la cama de cada uno de ellos mientras mira los mechones de pelaje y plumaje. Sus ojos le dolían por llorar, apenas y tenía fuerzas para levantarse, tampoco quería dormir por qué cada vez que cerraba sus ojos pensaba en esa escena de ellos muriendo frente suyo... Hasta que algo le saco de sus pensamientos, alguien tocando la puerta, el oso, con esfuerzo fue a abrir la puerta, viendo a Amy en la puerta sosteniendo una cajita de regalo.
Se que no es mucho y que lo que pasó no se va a poder arreglar... Pero toma — Pone la cajita en las manos de Bark — Te las hice especialmente para ti.
El oso sin muchos ánimos abre la caja, viendo unas galletitas color verde y morado, los ojos de Bark se vuelven a llenar de lágrimas al ver el regalo de Amy.
Amy al ver cómo se iba a poner llorar, se acercó a él para poder abrazarlo — Lamento tu pérdida...
Bark se agachó para estar a la altura de Amy y le devolvió el abrazo mientras solloza contra el cuerpo de Amy.
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Necesito un smut de pipe no encuentro casi
Quizás podrías hacer día de piscina?? Muchas gracias ♡♡♡
Kinktober, Día 9: Outdoor
Felipe siempre dice que no necesita protector solar.
-Me molesta- argumenta mientras masajeás el producto en su cara. Sus labios forman un adorable puchero y cuando lo besás sus manos sujetan tu cintura con más fuerza-. ¿Y por qué tenés tantos? Es lo mismo.
-No es lo mismo- explicás-. Este es para tu tipo de piel, este es para mi tipo de piel, este otro es corporal y podemos compartirlo. Date vuelta.
Abandonás su regazo y él se posiciona sobre su estómago. Los músculos en su espalda son tan imposibles de ignorar como sus lunares, pero su voz llama tu atención porque cuando arrojás la crema sobre su piel el sonido lo hace reír.
-Qué tonto que sos- decís mientras intentás contener la risa.
Esconde su rostro en su brazo y continúa riendo, tentado, mientras te encargás de cubrir toda su espalda, sus hombros y también la parte posterior de sus piernas. Tus manos en su cuerpo -en combinación con el silencio del pequeño y vacío hotel que encontraron- lo ayudan a relajarse y liberar la tensión.
Cuando llega el momento de intercambiar lugares empezás a temblar por el nerviosismo. Felipe tiene la costumbre de hacerte cosquillas cuando menos lo esperás y, aunque no es un problema, no querés que los empleados del hotel se alarmen por tus carcajadas y gritos histéricos.
El calor de sus manos en tu espalda te hace olvidar tus sospechas instantáneamente. Esparce el protector solar con una mezcla de firmeza y suavidad, sus dedos evitan presionar muy fuerte en la zona de tus costillas y cuando rozan la parte de tus pechos que queda expuesta por tu bikini, lo hacen con delicadeza.
-Tenés una re contractura acá- advierte luego de terminar con la zona de tus hombros-. Te puedo hacer masajes más tarde.
Suspirás.
-Por favor.
El sonido de tu voz y tus muslos entre sus manos, ahora salpicados con protector solar, tienen un efecto inmediato en su miembro. Felipe fue quien escogió tu bikini, su favorita, porque considera que la forma en que la tela abraza tus pechos y se adhiere a tus pliegues es simplemente perfecta.
Intenta concentrarse en su trabajo en lugar de mirar el tentador espacio entre tus piernas. Fracasa. Imagina cómo te verías si tan sólo moviera la prenda unos centímetros, exponiendo tu pequeña entrada, para luego enterrar sus dedos en tu interior.
El traje de baño comienza a ser un estorbo y pronto tiene que contenerse para no frotar su erección contra tu pierna, pero no controla la fuerza que emplea en tu cuerpo y el dolor que provoca cuando entierra sus dedos en tu muslo te hace gemir.
-Me dolió.
-Perdón- dice luego de carraspear-. Me distraje.
El producto se absorbe en tu piel pero él continúa tocándote. Desliza sus dedos lentamente en dirección hacia tu entrepierna, sin ocultar tus intenciones, y puede verte examinando toda la zona de la piscina antes de sentirte rindiéndote bajo sus caricias; gemís con fuerza cuando toca tu centro por sobre la tela y levantás tu cadera, suplicando por más.
-¿Sí...?- pregunta con voz ronca-. ¿Querés que te coja?
Ocultas tu rostro entre tus brazos y asentís.
Deshace uno de los nudos de la parte inferior de tu bikini y descubre tu centro. Tus pliegues brillan con tu excitación y se pregunta cuánto tiempo llevás así, consciente de que la respuesta podría incluir los besos que compartieron cuando llegaron hace media hora, pero no hace preguntas y tampoco te molesta comentándolo o burlándose de tu estado.
Recorre tus pliegues con dos dedos para humedecerlos antes de introducirlos en tu interior. Mordés tu brazo para silenciar el mitad gemido-mitad grito que escapa de tu boca, la mezcla de dolor y placer provocando que tus paredes cálidas y estrechas se contraigan y succionen sus dedos.
-Ahí- jadeás cuando gira su muñeca y curva los dígitos en busca de tu punto dulce-. Más, más.
Te deja creer que continuará tocándote sólo para poder contemplar las expresiones que hacés. Cuando volteás a verlo tus párpados parecen pesar toneladas, tus pupilas ya están dilatadas, tu mirada delata la preocupación y desesperación por el temor de que alguien los sorprenda en esta situación tan comprometedora.
Cuando te sonríe imitás el gesto y él sabe que ya estás completamente perdida, tu mente nublada por la sensación de sus dedos abusando de tu interior. Tus gemidos cada vez más constantes y más fuertes lo hacen detenerse.
Felipe se posiciona rápidamente sobre tu cuerpo, guía su miembro hacia tu entrada, con una mano capturando tu muñeca contra tu espalda. Los primeros centímetros te hacen sollozar y te mordés los nudillos en un intento de soportar el ardor.
-Ya está, ya está- intenta consolarte mientras continúa con la penetración-. Perdón, bebé, no podía más.
La sensación en tu estómago se intensifica con sus palabras. Saber que está tan desesperado por hacerte suya siempre termina excitándote más, incluso cuando significa escasa preparación o tener que ocultarse en el primer sitio que encuentran cuando necesita tenerte ahora, ya, donde sea y cuando sea.
-Dios- te quejás cuando te llena por completo. La sensación de su miembro reclamando su lugar en tu cuerpo te enloquece y cuando te reincorporás brevemente para mirarlo, hay un hilo de saliva conectando tus labios y tu brazo-. Se siente muy bien, amor.
Una sonrisa arrogante tira de sus labios.
-¿Todavía no te cogí y ya estás así?
-¿Y qué esperás?- contestás con lo que esperás que sea un tono molesto. Tu voz es temblorosa y delata tu desesperación pero te esforzás por mostrarte enojada-. Dale, boludo, ¿qué estás...?
El repentino movimiento de sus caderas te interrumpe y el resto de tu oración se transforma en un gemido. No te regala un minuto para procesar nada que no sea la profundidad que alcanza en tu interior o la brutal fuerza de sus embestidas, que sacuden tu cuerpo, porque está desesperado por sentirte.
Toma tu cintura con ambas manos.
-¿Qué pasa? ¿No decís nada ahora?
Intentás contestar pero el placer no te permite pensar.
Tu mirada desenfocada permanece sobre el agua de la piscina, cuyo brillo y movimiento se refleja en los azulejos, pero tu mente sólo registra la manera en que Felipe golpea tu interior con precisión y desesperación.
Cuando se deja caer sobre tu cuerpo, prácticamente cubriéndote y haciéndote sentir protegida por el contacto de su pecho con tu espalda, entrelaza sus dedos con los tuyos y busca tus labios. Gemís en su boca y él jadea.
-Te gusta que te tenga así, ¿no?- pregunta luego de romper el beso-. Te gusta que te coja donde cualquiera puede verte.
El sonido rítmico y húmedo que provocan sus estocadas resuena por todo el patio del hotel y opaca el tímido sí que pronunciás. Felipe no necesita oírte para saber que esa es tu respuesta...
Quiero vivir este escenario. Chau.
- @madame-fear @chiquititamia @creative-heart @recaltiente @llorented @delusionalgirlplace ♡
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