#furisutairux
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Ahora que lo recordaba, hoy era el día en que el joven Haruka cumplía años ¿Que había que pudiera darle a una persona de gusto tan simple particular?
Por ahora se limitaría a cocinar y a limpiar la casa, quizá una llamada a sus amigos y una pequeña fiesta sorpresa podrían alegrarle. Mejor aun, una fiesta en la piscina de su club, ya se encargaría luego que nadie lo viera traspasar terreno escolar sin autorización.
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No tenía motivos para hacer esto, no había ninguna razón ni beneficio para un demonio el servir a un humano que se negaba a formar un contrato con él. Y aun así, debido a extrañas circunstancias, se encontraba conviviendo con este joven que posiblemente no tenía ningún deseo de darle su alma ¿Todo por qué? Porque había sido invocado por accidente y, después de tanto tiempo, no había podido dejar de quedar embelesado al ver lo mucho que había avanzado la tecnología en los últimos años. Celulares, televisores, computadoras, internet, y casi todo al alcance de cualquiera. Tantos cambios a los que se tenía que adaptar y que estaba más que gustoso de aprender.
Sin darse cuenta, conseguir un alma había pasado a segundo plano, no sentía tanta hambre en ese momento, podía esperar unas décadas más y estaría bien, ahora mismo lo importante era absorber todo el conocimiento que se había perdido en estas últimas décadas de ausencia.
Aun así, sus razones para mantenerse al lado del joven Haruka eran confusas, no lo necesitaba en realidad, pero era cómodo vivir en ese lugar, y ya que no era echado no encontraba ninguna razón para irse. Y no era como que estuviera viviendo por completo como un parásito, podía limpiar, cocinar (aunque la obsesión que este joven tenía con la caballa podía ser algo enervante), lavar, planchar, incluso podía ser un buen anfitrión para sus amigos (quienes no sospechaban en absoluto su naturaleza).
Miró el reloj al lado del escritorio donde estaba la computadora, el joven llegaría pronto de la escuela y quizá sería bueno que tuviera algo de comida lista, por lo que apagó la computadora, se levantó de su asiento y se dispuso a preparar algo con lo que alimentarle.
La elección del menú era fácil pero a su vez molesta, pues el joven no comía más que caballa como si este fuera el único alimento de la tierra, no que no hubiera intentado anteriormente preparar otros platos sin incluir aquel ingrediente, pero era este pescado el que hacía más feliz al joven por lo que había tenido que apegarse a ello.
Ya era hora de que el joven regresara, a los pocos minutos el sonido de la puerta le avisó que efectivamente así era, por lo que con aquella sonrisa que tanto tiempo había practicado como mayordomo lo saludó mientras cargaba el plato que pondría en la mesa.
— Bienvenido de regreso joven Haruka, espero tenga hambre.
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