#familia: kang.
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clvhq · 2 years ago
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sofi, tu cambio ha sido autorizado.
song jia pasa a estar liberada y son chaeyoung queda ocupada en su lugar.
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safehavenhqs · 3 months ago
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Un nuevo habitante llega al pueblo con el nombre de SHIN JIMIN. Sus datos confirman que su profesión es ENCARGADO DEL HOSPITAL Y FARMACIA, tiene 30 AÑOS y es originario de SAFE HAVEN, MAINE. Algunas personas lo confunden con SONG KANG.
¡Bienvenido a Safe Haven, MAR! Tienes 48 horas para enviar la cuenta de tu personaje. Esperamos que tu estadía en el pueblo sea de tu agrado.
Información del usuario:
Apodo: Mar
Pronombres: Ella/suya
País/Zona horaria: Méxio /GMT-6.
Trigger warnings: Pedofilia, non-con, incesto, violencia de género.
Rostro reservado: Song Kang
Cupo reservado: Familia 4
Información del personaje:
Nombre: Shin Ji-Min
Pronombres: Él/suyo.
Fecha de nacimiento: Abril23, 1994. 30 años.
Lugar de nacimiento: Safe Haven, Maine.
Grupo al que pertenece: Local.
Profesión: Encargado del hospital y farmacia local.
Perfil
Habilidades: ¿Cuenta con conocimiento en alguna habilidad física o mental? Como defensa personal, artes marciales o destreza resolviendo acertijos.
Siempre ha sido muy inteligente, por excedió cualquier expectativa que su familia pudiera tener sobre él en cuanto a sus estudios y su trabajo, a pesar de lo que ellos consideran sus fallos en su vida personal. Tiene muy buena condición física, hace ejercicio diario y desde pequeño practica jiu jitsu y kick boxing, por lo que tiene bastante fuerza.
Enfermedades: ¿Padece de alguna enfermedad o requiere de algún medicamento?
Ninguno.
Puntos de habilidad: Encuéntralos aquí.
Velocidad: 0.
Agilidad: 0.
Resistencia: 4.
Ingenio: 2.
Sigilo: 0.
Ataque: 4.
Defensa: 1.
Fuerza: 4.
Residencia:  Ji-Min ha vivido en Safe Haven toda su vida, ha tenido la fortuna de viajar a conocer otros lugares pero nada más para eso, visitar y vacacionar, pero su residencia siempre se mantuvo en el pueblo que le vio nacer.
Curiosidades: 
Shin Ji-Min es el hijio mayor de Thelma, ella misma se echó la responsabilidad de preparar al masculino para tomar las riendas de los negocios familiares, haciendo que el niño creciera con bastante presión y responsabilidad desde muy pequeño.
La medicina le encanta, le fascina y soñaba con ser cirujano, estudió para ello, esperando que tal vez pudiera dedicarse a eso en algún punto, lastimosamente, su padre murió cuando era muy joven y su madre ya no podía con ese tipo de responsabilidades, por lo que quisiera o no, tuvo que hacerse cargo él.
Tiene hermanos menores con quien pasa tiempo cada que puede, el amor que le faltó por parte de sus padres, siempre busca dárselos a sus hermanos, lo hizo siempre, y a pesar de que ya crecieron, se considera bastante cercano a ellos.
Desde joven comenzó una relación con una chica del pueblo, quien quedó embarazada a temprana edad, aún así, él decidió hacerse cargo a pesar de las protestas de su madre, quedando con ella de cuidar del bebé juntos, ya que de todas maneras se amaban, o eso era lo que creía él.
Pasaron años juntos, eventualmente casándose y teniendo otro bebé, lastimosamente la chica lo abandonó antes de que el segundo bebé cumpliera el año, dejándole nada más los papeles de divorcio y sus hijos, ella decidida a no tener ningún tipo de relación con los pequeños, sin darle razón alguna, pero no tardó mucho en enterarse que ella se había ido del país con otro hombre.
Nunca pensó en tener hijos tan temprana edad pero eso nada más lo hizo trabajar más duro para poder darle todo lo que los niños quisieran, casi todo el tiempo que tiene libre lo usa para pasar tiempo con ellos, son su adoración máxima.
Su relación con su madre a este punto es muy profesional, ella en los papeles sigue siendo la cabeza de los negocios familiares pero él es el que hace todo el trabajo, no le molesta, sabiendo que será su trabajo oficial tarde o temprano.
Su madre y él no tienen relación fuera de su trabajo debido al gran rechazo que ella siente hacia sus hijos, Ji-Min no piensa tolerar a quien rechace a quien más ama.
Personas de interés
1: Alycia Dabrev, 28 años, una amiga cercana, su vecina de toda vida y quien lo ha apoyado bastante con cuidar de sus hijos cuando él está muy ocupado.
2: Anton Pivott, 30 años, mejor amigo de la universidad. Trabaja en el hospital de su familia y son bastante cercanos.
En este apartado te pedimos que describas a dos personas (PNJ) de su círculo cercano y que sean de importancia para tu personaje. Pueden tratarse de familiares, amigos, compañeros o simples conocidos que les han marcado positiva o negativamente. La única petición es que se traten de personas vivas y con quienes mantengan contacto, preferiblemente que radiquen en el pueblo o sus cercanías. 
[✔] Al enviar este formulario doy permiso a la administración de utilizar a mi personaje de la forma que consideren adecuada en el desarrollo de la historia grupal.
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decayinggracerpg · 1 year ago
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La familia Kang es uno de los pilares dentro de la comunidad gracias su labor social, enfocada en dar un hogar a cada niño desfavorecido del pueblo, convirtiéndose en la esperanza y los sueños de cientos de pequeños corazones.
No obstante, el gran anhelo del patriarca siempre ha sido hacerse con el puesto del alcalde, alimentando la rivalidad con los Song. Esta competencia política ha tensionado las relaciones entre ambas familias durante generaciones, creando divisiones en la aparente tranquila comunidad.
Hace dos años, la vida de los Kang tomó un rumbo inesperado cuando el patriarca, tras enviudar, decidió casarse con una mujer casi treinta años más joven que él. El matrimonio generó un escandaló entre los ciudadanos más conservadores, atrayendo críticas y rumores que, inevitablemente, afectaron la reputación de la familia.
A nivel interno las cosas tampoco se encuentran en su mejor momento, la mujer hace todo lo posible por encontrar su lugar en una familia ya establecida, despertando la molestia de los hijos biológicos del hombre que sienten que están usurpando el lugar de su madre. Solo el menor intenta lidiar de forma razonable con ambas partes. Está dinámica está creando grietas cada vez menos salvables en la unidad familiar.
Otros datos
👻 A pesar de las tensiones internas, la familia Kang todavía mantiene una apariencia de unidad, organiza eventos de caridad y participa en actividades caritativas para mejorar su imagen pública.
👻  La rivalidad política con la familia del alcalde llevó a la familia Kang a utilizar tácticas poco éticas durante las campañas electorales, empañando la imagen de ambas familias ante la opini��n pública.
👻  Han creado un programa de apoyo comunitario para proporcionar alimentos y servicios básicos a los residentes más desfavorecidos del pueblo.
👻  En un esfuerzo por controlar su reputación, se descubrió que habían utilizado tácticas cuestionables para ocultar información importante, lo que llevó a acusaciones de falta de transparencia en la gestión del orfanato y otros asuntos familiares.
 👻 Son conocidos por brindar educación de calidad a los niños bajo su cuidado y de ofrecerles oportunidades que de otro modo no tendrían.
Miembros
SR. KANG: 57 años, dueño del orfanato. Descendiente directo de un fundador.
SRA. KANG: 30 años.
PRIMOGÉNITA: 25 años. / Leixah
HIJA MEDIANA: 21 años.
HIJO PEQUEÑO: 18 años. / Yuki
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aureliahillshqs · 1 year ago
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todos conocen a HARU PARK, pero su reputación está por descubrirse.
bambi, ¡bienvenide a @aureliahillshqs! nos encanta tenerte con nosotres. a partir de ahora contás con 24 hs para enviarnos la cuenta, en caso de necesitar más tiempo, ¡no dudes en solicitarlo! pst! también queremos contarte que si todavía no rellenaste este form, nos serviría mucho que lo hicieras. ¡gracias!
OUT OF CHARACTER: 
nombre/alias: bambi
¿tenés más de 21 años? SÍ
zona horaria o país: gmt-3
nivel de actividad estimado: 7
triggers: abuso sexual
¿aceptás que tu personaje se vea involucrado en las intervenciones realizadas por la administración del grupal? sí 
¿algo que agregar?:
IN CHARACTER: 
nombre: haru park
faceclaim: song kang
cupo: 22
edad y fecha de nacimiento: 28 años, 08 de mayo
descripción física:
 de cabellera de color negro que mantiene en un largo medio, ni tan largo como para que se vea desordenado ni que demasiado corto (como se muestra en el gif), sus son ojos de color marrón oscuro. la contextura de su cuerpo es tonificado por hacer ejercicios regularmente, con una altura de 1,86 mts. por ultimo tiene tatuadas las fases de la luna en su pecho/hombro.
descripción psicológica: (+) espontáneo, ambicioso, seguro, observador. (-) rencoroso, charlatán, temerario, terco.
historia o datos curiosos:
- cuando tenia unos cinco de años de edad casi se ahoga en una piscina, en consecuencia desarrollo un rechazo y miedo a grandes masas de agua por lo suele evitar entrar en piscinas o el mar.
- desde muy pequeño ha estado obsesionado con la astronomía, por lo que hasta hoy en dia no es raro verlo con algún elemento que tenga algún astro, ya sea en joyería o simplemente el tatuaje que lleva en su torso.
- hace poco adopto un cachorro de golden retriever al cual llamo dal.
- estudio leyes y actualmente ejerce como abogado dentro del departamento legal de la empresa familiar, es quien suele encargarse de revisar y negociar sus contratos con los nuevos talentos.
- sabe hablar tres idiomas: coreano, ingles y japonés.
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grccve · 5 months ago
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Y cuando piensa que Daehyun, por fin, está razonando, las cosas empeoran. "¡¿Cómo que la trajiste?!" Vocifera, apostando a que sus palabras se pueden escuchar al otro lado del pasillo, pues Naeun es bastante expresiva siempre. "¡¿Papá y mamá saben de esto?! ¡Dios! ¡Siempre es la misma historia! ¡¿Por qué no piensas en las consecuencias de tus actos?!"
En el momento en el que ella dice que no era un héroe de historietas, asiente con la cabeza, él lo sabía, claro que lo hacía, evidentemente eso no quería decir que duela menos. Sin embargo, no contradice nada de lo que la otra comenta, pero eso no cambiaba nada. —Ella me necesita—Agrega en tono firme. —Y la traje a casa. Está en una de las habitaciones de huéspedes….
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coolpizzazonkplaid · 1 month ago
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La heredera del Infierno
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Avisos: Durante estos meses estuve terminando el cuatrimestre y gracias a dios ya pude aprobar las materias que me quedaban. Ahora voy a escribir mayoritariamente el fanfic.
El capítulo transita la misión que Liu Kang les da a Kenshi, Johnny y Kung Lao, pero desde la perspectiva de Mariano. También, durante estos acontecimientos ocurren varios días desde su llegada y regreso a la Tierra.
La canción que canta Mariano es Spaceman de Electric Callboy. El CBC (Ciclo Básico Común) es un curso de ingreso obligatorio que se hace en la Universidad de Buenos Aires para poder comenzar a estudiar allí. Por último, la tortilla santiagueña es un tipo de pan que se hace a la plancha y está hecho con grasa y harina.
La misión
Daniela continuó reuniéndose con Shang Tsung las semanas siguientes a su primer encuentro. Ella siempre llevó algún postre para pasar la noche con él y hablaban de muchas cosas. Se besaban cerca de un árbol que estaba en los límites del bosque hasta que llegaba el momento de volver a la Academia Wu Shi. Se prometían verse en cuanto pudieran.
En cada reunión, ambos se abrieron más y más en sus vidas pasadas.  Shang Tsung le contó su vida en las calles, cómo con el pasar del tiempo logró ser un médico ambulante atendiendo a los necesitados y luego, ayudar a la familia imperial. Por el lado de Daniela, se abrió sobre su estancia en el orfanato, su huida y algunas anécdotas en la crianza con el Viejo Mario.
Daniela le escribió cartas a Adelina y esperaba con ansias sus respuestas. La extrañaba mucho y quería planear una salida con ella en cuanto volviera de Arctika. Quizás, podría contarle las reuniones en secreto que tenía con Shang Tsung, probablemente hasta presentarlo a sus amigos. Esa idea invadía su mente en algunas noches.
Por otro lado, veía a Mariano seguir con su idea de hacer una torre de radio. Todas las noches lo escuchaba con la música apenas perceptible al pasar por la puerta unido a los chisporroteos y sus maldiciones. A veces, le dejaba algunas tortas fritas u otras facturas en la puerta y al día siguiente, no quedaban ni una sola migaja.
Cuando terminaban los arduos entrenamientos, todos se sentaban a las afueras de las habitaciones y pasaban la tarde charlando hasta que las campanadas de la cena sonaran. Muchas veces, Mariano o Daniela hacían mates y los compartían con el resto de luchadores.
La muchacha se le dificultaba el equilibrio en los entrenamientos, pero lentamente los mejoraba. También, el grupo practicaba con los postes de madera golpeándolos hasta que los puños de todos sonaban como uno y le ayudaban a Daniela acallar las expectativas de una nueva carta o reunión con Shang Tsung.
Una noche, cuando iba a reunirse con el hechicero, Daniela casi fue descubierta por uno de los monjes. Se ocultó detrás de los árboles del bosque conteniendo el aliento y rezando para que no la atraparan a altas horas. Para su alivio, los pasos del monje se alejaban y Daniela escuchó cerrarse las puertas de la academia cerrarse. Se hundió entre las profundidades del bosque chocando con ramas y pisando hojas secas.
Llegó a la colina donde siempre lo esperaba llevando una tortilla santiagueña para compartir. Se sentó en una roca con una sonrisa soñadora y admiró el cielo estrellado. El viento sopló levemente besando su rostro y sus nervios lograron calmarse.
De repente, un destello blanco familiar reveló poco a poco la figura de Shang Tsung. Daniela no supo si estaba sonriendo más de lo que podía, se abalanzó hacia él y lo abrazó con todas sus fuerzas transfiriendo todas sus emociones.
–Buenas noches, Daniela.
–Hola, Shang Tsung.
Se miraron momentáneamente, el hechicero enredó una de sus manos en su cabello acercándola y la otra, se ubicó en su cintura. La besó con pasión sorprendiéndola y aceptó con alegría el gesto. Sus brazos se cruzaron detrás del cuello de Shang Tsung e intensificó más el momemnto. Daniela no quiso separarse ni un solo milímetro de él, lo extrañó demasiado en esas semanas separados.
Los labios de Shang Tsung seguían sabiendo algo exquisito, pero desconocido para Daniela. Sin darse cuenta, la mano que estaba enredada en su cabello bajó hacia su cintura y la acercó más. El aire comenzó a faltarle y se separó, pero Shang Tsung no quiso apartarse. Se miraron por unos minutos sonriendo y olvidándose de todo lo que los rodeaba.
Se sentaron en el pasto, Daniela le ofreció un poco de la tortilla santiagueña que había hecho y empezaron a comerla de a pedacitos disfrutando la compañía del otro. El sonido de los grillos y las titilantes luces de las luciérnagas aquí y allá los acompañaron en la noche. A veces, se miraban y se tomaron las manos apreciando el tacto del otro. Daniela recostó su cabeza en el hombro cálido de Shang Tsung y observó el cielo estrellado.
–Te extrañé, Daniela.
–Yo también –la mano del hechicero acunó el rostro de la muchacha–. Me gusta hablar con vos.
–El sentimiento es mutuo.
–Contame de tu día.
–Fue ajetreado –soltó Shang Tsung en un suspiro–. Fueron más que nada huesos rotos de niños juguetones y algunas heridas del ejército imperial. Después, me refugié en mi laboratorio para mejorar mis pociones.
–¿Descubriste algo nuevo?
–No, por ahora –contestó el hechicero con una sonrisa tranquila–. Es un proceso lento, pero traerá sus frutos ¿cómo fue en el tuyo?
–Entrenamiento de equilibrio. Siento que algún día me voy a romper algo –soltó la joven mirando a la nada y el brujo rio–. De enserio, no sé cómo lograr el equilibrio. Me caigo y el pelotudo de Mariano no para de reírse como una foca con asma.
–Es una comparación bastante peculiar –dijo el hechicero–. Burda, diría yo.
–Encima, para empeorar más las cosas, cada vez que lo intento hago posiciones raras antes de caer al piso.
Shang Tsung vpolvió a reir y la rodeó con el brazo estrechándola aún más de su cuerpo. Daniela disfrutó el momento y sintió que las mariposas revoloteaban en su estómago. El hechicero acarició suavemente la piel expuesta de su brazo y una electricidad la recorrió por todo el cuerpo.
La luna fue subiendo más y más con el pasar de las horas, mientras que la pareja continuaba hablando hasta que el sueño inundó a Daniela. Se levantaron del frio pasto y se aproximaron a los límites del bosque. Daniela despidió al hechicero con un beso apasionado y le tomó las caderas sin intenciones de apartarla, pero el momento tristemente tuvo que parar.
Shang Tsung se esfumó en un resplandor blanco y Daniela se sumergió en el bosque hasta llegar a las puertas de la academia. Pasó entre los caminos de piedra repletos de hojas anaranjadas y diferentes flores coloridas hasta llegar al recinto de estudiantes iluminados por faroles chinos antiguos. Entró con cuidado a sus aposentos y se preparó para dormir.
El niño rubio caminaba por las calles mugrosas del barrio Lugano. Había llegado a lo que parecía una pequeña casa con un portón de chapa que daba a un galpón. No encontraba un lugar donde pasar la noche y sin darse cuenta sus pies lo llevaron a esa humilde casa.
El frío lo estaba haciendo temblar como una hoja. Fue uno de los inviernos más crudos que su corta vida había presenciado y no tenía intenciones de volver a su antiguo hogar para pasar la noche. Miraba hacia la ventana, que desprendía una luz anaranjada y el niño rubio se acercaba más al portón de chapa. Al costado, había una puerta desprendiendo un calor reconfortante y sin dudarlo, se sentó.
Se daba calor en los brazos sobre la gastada campera y el vaho salía de su boca divirtiéndolo e imaginando formas extrañas por momentos. Sin darse cuenta que soltaba una risotada, se tapó la boca y deseaba que el dueño de la casa no lo haya escuchado.
Unos pasos fuertes se acercaban y la puerta se abría revelando a un anciano con bigote en una bata antigua y una linterna en mano. Movía la linterna buscándolo y cuando la luz iluminaba el rostro del pequeño, su mente quedó paralizada. El anciano lo miraba con curiosidad y parecía que detrás suyo tenía algo metálico y pesado.
–Por poco creí que era una laucha, pendejo –exclamaba el anciano bajando la linterna del rostro del niño–. Casi hacés que te meta un tiro, salamin.
El apodo había hecho que el niño soltara una sonrisa, pero luego se maldecía por haber hecho eso. El anciano lo seguía observando y preguntó:
–¿Por qué no estás en tu casa, nene?
–Soy Mariano.
–Bueno, Mariano, ¿qué hacés afuera con este frío de mierda?
No se atrevía a responder ni una sola pregunta y guardaba silencio.
–Entra a mi casa, antes de que te agarre gripe –decía el anciano dándole la espalda y el pequeño se dio cuenta de que cargaba con un rifle de francotirador–. No quiero mañana hacerme cargo de un nene muerto por frío.
Mariano dudaba de si aceptar la oferta, pero la casa acogedora y maravillosamente cálida, sus pies lo llevaban con el anciano.
–Soy Mario ¿querés algo de comer?
Mariano Baldor se enfocó en el pequeño prototipo de radio que tenía frente. A veces, soltaban chispazos haciendo que maldijera de todas las formas posibles acompañado con la fuerte música que reproducía su celular. Otro chispazo surgió de entre los cables haciendo que Mariano soltara más improperios.
–¿No deberías salir un rato, Mariano? –la voz de Daniela se escuchó detrás de la espalda del muchacho–. Pobre Kung Lao, lo estás dejando electrocutado.
–En realidad, siento que quedaré sordo –espetó el granjero sosteniendo los claves–. La música de Mariano está haciendo que me piten los oídos.
–Hice tortilla santiagueña.
–Oh, que bien –dijo Mariano dejando todo lo que hacía y fue con Daniela sin antes apagar la música.
El sol estaba posicionándose para el atardecer, mientras los campeones de la Tierra se sentaron alrededor del recinto para pasar un momento de calidad. Daniela preparó los mates y los compartió con la tortilla. Mariano comió con emoción y se permitió pensar en cómo organizar la torre de radio. Los cables quizás no eran los indicados o cambiar su ubicación, también buscar más materiales para construirla.
Entre risa y risa, las campanadas de la cena llegaron y fue entre los primeros en llegar al comedor. Cuando se trataba de comida, era el más hambriento de los tres, seguido de Daniela y Adelina. Se sentó con gusto en la basta mesa y esperó ansioso la comida. Al recibir el cuenco de comida, lo devoró tan rápido como la luz y, como siempre, excepto Daniela, lo miraron sorprendidos por su velocidad en comer.
Pidió otro plato y un monje shaolin se lo concedió. Mariano devoró el contenido del cuenco tan rápido en cuanto estuvo en sus manos y soltó un eructo generando que Daniela le diera un golpe detrás de la cabeza.
–¡Puerco!
Kung Lao y Johnny imitaron la acción, el rostro de Daniela mostró más asco y los hombres soltaron risas, mientras que Kenshi y Raiden negaban con la cabeza. Poco a poco, el resto de monjes y maestros terminaron sus platos y anunciaron la hora de dormir.
Mariano y el resto se pusieron de pie y dejaron el basto salón para ir al recinto de estudiantes. Los faroles comenzaron a iluminar los caminos de piedra con verdín y hojas anaranjadas desperdigadas y los monjes marcharon a sus aposentos.
Mariano entró con alivio a su cuarto, tras la ducha que se había dado, y caminó entre las migajas de comida, metales y cables tirados de un lado al otro. Encendió varias velas y continuó construyendo la torre de radio con una música baja hasta que la cera de las velas estaba derretida y los párpados le pesaban. Dejó todo y se sumergió en el cómodo futón aceptando con gusto los brazos del sueño.
Al día siguiente, el gong sonó y Mariano maldijo mentalmente con todas sus almas el puto sonido. Detestaba levantarse temprano, más los fines de semana, pero debía admitir que pudo despertarse a un horario decente y hacía tiempo que tenía una rutina de sueño desordenada. Se levantó con quejas del futón y caminó bostezando hacia la puerta.
Escuchó el sonido de otra puerta abrirse y Daniela apareció al lado suyo con un pijama de "Attack on Titan". Tras lavarse la cara, se vistió con el uniforme anaranjado de la Academia Wu Shi y cargó con su equipo de mate hacia el gran salón. Lo preparó entre el barullo de los maestros y monjes y sorbió el agua caliente de la bombilla. Luego, compartió con el resto de sus compañeros hasta que el gong anunció el inicio de los entrenamientos.
Durante el resto de la mañana, Mariano y los demás entrenaron sus técnicas de combate y aprendían el uso de armas antiguas enloqueciendo al muchacho por las tantas posturas que había. Cuando llegó la hora del almuerzo, Mariano cayó al suelo, como tantas veces previas, y dijo:
–Dejame en el frío suelo, Daniela. Es reconfortante y cómodo.
–Vamos. Levantate.
La mano de su amiga estuvo frente a sus ojos y la aceptó. Tras terminar el almuerzo, los entrenamientos siguieron con meditación y lo más odiado por Daniela, equilibrio. Clases que para Mariano le resultaban lo más cercano a ver estupideces del celular, por las caídas de su amiga. El equilibrio era mayormente su fuerte junto a Kenshi estuvieron bastante bien posicionados en los postes más altos. Le entretuvo mirar un punto fijo y pensar en cualquier cosa que su mente le proporcionara.
El hilo de sus divagaciones se esfumó con el grito de Daniela y el sonido sorde de su cuerpo chocando con el suelo. Estaba en posición fetal sosteniendo su pierna izquierda y Raiden se acercó a verla. Mariano bajó lo más rápido que pudo del poste y le preguntó:
–¿Qué te pasó, Dani?
–¡Mi pierna, pajero! ¡La puta que lo parió! –gritó la muchacha sin soltar la extremidad–. ¡Duele mucho!
–Lo sé, Dani…
–¡NO LO SABÉS!
–Daniela, necesitamos ver tu pierna para que se lo podamos explicar a los médicos –dijo Raiden calmadamente.
La muchacha con lágrimas en los ojos, retiró con cuidado las manos de su pierna y quedaron perplejos por lo que veían. En la parte de la fractura estaba rojo y morado y el hueso sobresalía queriendo ser visto por todos. El rostro de Daniela quedó horrorizado y con la boca abierta en una gran o soltando quejidos bajos.
–En el espectáculo siempre pasa –soltó Johnny con una leve sonrisa–. Te dolerá, pero después te acostumbras.
–Vamos con los médicos –dijo Kenshi y entre todos quisieron cargarla.
–¡No me toquen! –soltó la chica temblando.
En lo que llevaban juntos habían tenido heridas desde la infancia, pero nunca el nivel de huesos rotos. Esperaron a que Daniela procesara lo ocurrido y su respiración lograra estabilizarse.
–Dale cárgame, Mariano –dijo, pero alzó el dedo índice–. Pero no me toquen la pierna… Ni se les ocurra tocarla, porque si no los mato. Lo juro.
El rubio pasó un brazo de la joven sobre su hombro y Raiden lo imitó, mientras que Kenshi, Kung Lao y Johnny quedaron detrás siguiéndoles el paso. Daniela siguió soltando pequeños quejidos y Mariano intentaba hacerla reír sin éxito. Cuando estuvieron cerca de la enfermería, gritaron para que la ayudaran. Un par de monjes acudieron velozmente cargando a Daniela y la colocaron en una camilla.
Cuando quisieron avanzar, les negaron la entrada y les informarían cuando visitarla, pero por ahora debían atenderla. Desilusionado, Mariano se fue con el resto de sus compañeros a sus entrenamientos hasta que el atardecer dio sus últimos rayos de sol para dejar pasar a la noche estrellada. Al terminar la última clase, Mariano cayó nuevamente al suelo sintiendo su frialdad como una anestesia a sus músculos cansados.
Con la ayuda de Kenshi para ponerse de pie, fue hacia la enfermería para ver el estado de Daniela, pero los doctores le negaron la entrada y le confirmarían cuando podría verla. Volvió al recinto de estudiantes a continuar con la torre de radio.
La pequeña caja cuadrada ya estaba casi lista, tenía espacios donde se podía ver los cables sueltos. Solo le faltaba una forma de poder unir los últimos enchufes para el micrófono e instalar correctamente la pequeña antena en los techos del recinto. Se perdió en la música que había puesto y entonó algunas letras de las canciones que escuchaba.
–My name is Tekkno, I am travelling space/I got a rocket on my back fueled with big bang bass –gritó Mariano fuertemente sin remordimientos–. I am Tekkno, my religion is rave/And I bring it to the outerworld, so let me hear you say…
–¡Mariano! Es hora de cenar –llamó Kenshi–. Es la tercera vez que te llamo. Baja el volumen a la música
–Nunca.
Se puso de pie y fue con el resto del grupo. Antes de que pudiera sentarse en la mesa, Raiden le dio un golpe en la cabeza haciendo que su cabellera rubio bloqueara su visión e iba maldecirlo cuando se percató del por qué de su regañada. En la gran mesa, había entrado Liu Kang y los presentes se inclinaron ante él recibiéndolo con halagos y agradecimientos.
La cena para Mariano fue basta, pero se preocupó por el estado de Daniela e incluso de Adelina. Nunca habían estado separados tanto tiempo, le resultó extraño. Mientras divagó entre plato y plato, una parte de su mente pensaba en los siguientes pasos para la torre de radio y la otra, en cómo todo había cambiado en tan poco tiempo.
Sin darse cuenta, terminó con el quinto plato que le habían dado y los presentes se inclinaron ante la deidad para luego retirarse del comedor. Mariano y los demás caminaron lentamente hacia su recinto entre los caminos apedreados e iluminados con faroles.
Al entrar a su habitación, buscó su pijama y fue a bañarse. El agua caliente le relejó los músculos y la mente del ajetreado día. Se preguntó por qué la venida de Liu Kang, seguramente para ver cómo se encontraban las cosas en la Academia Wu Shi o si Adelina había finalizado su entrenamiento en Arctika.
Volvió a su habitación y soltó un suspiro al acostarse en el futón. Una alegría lo invadió al envolverse entre sábanas y colchas y deseó no salir de la cama nunca más. Sus párpados se cerraron esperando con dicha que el sueño le trajera más comodidades.
–Cuentenos más, Viejo Mario –exclamaba Daniela en su cama–. ¿Qué pasó luego con usted y sus amigos?
–Volamos hasta llegar a tierra. Cuando me bajé, unas nauseas me dieron… Tuve que alejarme de mis compañeros para vaciar el estómago –reía el anciano–. Ese primer vuelo fue tan malo, pero me hizo sentir tan vivo que inmediatamente fui a inscribirme en las Fuerzas Aéreas.
–¿Tiene otra historia, Viejo Mario? –preguntaba Adelina.
–Para otro momento. Ahora vayan a dormir.
Apagaba las luces y Mariano podía escuchar los ronquidos de Adelina antes de que el sueño lo consumiera y lo recibía con dicha.
Un ruido despertaba Mariano, vio que la puerta estaba entreabierta y revelaba una luz en la cocina. Mariano se levantaba silenciosamente tratando de que Adelina y Daniela no despertaran, caminaba hacia la cocina frotándose los ojos y bostezando y veía a el Viejo Mario colocando la pava en la hornalla. La mesa estaba repleta de galletitas y pan a medio cortar y el anciano preparaba el mate en el silencio de la noche.
Mariano notaba las pequeñas aspiraciones calladas del anciano, también sus moqueos. Se acercaba a él y lo sigueía observando en silencio. El Viejo Mario se enfocaba en el la pava en el fuego, luego tomaba una galletita y se la comía.
–¿Qué pasa, Viejo Mario?
–Nada, Mariano. Anda a dormir, es tarde.
–¿Seguro?
El anciano asentía sentándose en la mesa y Mariano lo imitaba. El Viejo Mario se limpiaba las lágrimas y empezaba a comer galletitas con tranquilidad. El niño lo observaba un rato más y se acercaba a él.
–Pesadillas, Mariano. Son solo eso.
–¿Son horribles?
–No valen la pena contarlas.
–Pero sería bueno que las cuente a alguien –dijo Mariano–. Para que no se las guarde y le hagan mal.
–No quiero que las escuches –contrarrestó el anciano–. Son cosas que debo afrontar solo.
–Pero necesita hablarlo con alguien…
–Anda a dormir, Mariano.
El niño sabía que era por la Guerra de Malvinas. Había muchas noches previas que lo escuchaba levantarse y el anciano se quedaba despierto para evitar conciliar el sueño por los horrores que vivió. Cuando Mariano era más niño, aceptaba sin discusión lo que le ordenaba el Viejo Mario, pero con el pasar del tiempo empezó a preguntar teniendo siempre las mismas respuestas.
Se quedaba con el veterano dándole compañía hasta que el sueño le era imposible de disimular. Mariano se levantaba, abrazaba al anciano y lo estrechaba con fuerza.
–Los extraño mucho. Los perdí a todos.
–Lo sé, Viejo Mario.
Se quedaba abrazando por mucho tiempo al anciano que no podía recordar cómo lo habían llevado a la cama. Pero le alegraba poder estar ayudando, aunque sea un poco al Viejo Mario.
A la mañana siguiente, Mariano, Kenshi, Kung Lao y Johnny fueron llamados por Liu Kang. Le fue extraño para el muchacho que el dios los necesitara para algo. Un maestro los guio hasta un recinto apartado de la academia y se marchó para notificar a la deidad.
–¿Para qué nos habrá llamado Lord Liu Kang? ¿Por qué no solicitó la presencia de Raiden? –preguntó Kenshi.
–Para felicitarnos por como avanzamos los entrenamientos –respondió Johnny orgullosamente.
–Sería la visita más boluda del universo –argumentó Mariano–. Un gasto de tiempo al pedo.
–Lord Liu Kang no nos llamaría solo por eso –espetó Kung Lao–. Debe ser por algo importante.
–Quizás sí, quizás no.
El maestro que los había llevado les permitió pasar y llegaron a un área despejada repleta de árboles y columnas chinas con faroles. Le transmitió tranquilidad a Mariano y se ajustó mejor la cola de caballo.
El dios apareció observando con sus ojos blancuzcos al cuarteto. Su silencio le ocasionó una incomodidad a Mariano que le recordaba sus tiempos en el colegio.
Cuando el maestro miraba a los alumnos para ver quién respondía la pregunta del cuestionario. Momentos de tensión para el joven Mariano de ese entonces, porque había hecho la mitad de las tareas y buscaba la siguiente forma de molestar a Adelina y Daniela.
–Gracias por aceptarme un poco de su tiempo.
–No hay de que –soltó Mariano y los tres guerreros lo miraron–. ¿Qué? Es educación.
–Les encomiendo una misión en el Mundo Exterior –dijo el dios seriamente–. Les daré más detalles en cuanto se preparen. Partirán cuanto antes.
Los cuatros campeones se inclinaron en silencio y fueron a vestirse. Los pantalones holgados negros le quedaban bastante cómodos a Mariano junto con la remera manga corta blanca con la camisa negra china, pero el calzado le fue molesto. Salió a buscar sus botas militares, recogió su mochila, metralletas y el rifle antiguo que el Viejo Mario le había regalado.
Al reunirse con Kenshi, Johnny y Kung Lao, un maestro le notificó que Daniela estaba despierta y que podía visitarla antes de partir al Mundo Exterior. Mariano llegó a la enfermería con la cara roja, por su loca carrera, y vio la pierna de la muchacha elevada con la cicatriz roja y cocida. Sonrió al verlo y se acomodó mejor en la cama.
–¿Cómo anda esa pierna rota? –cuestionó Mariano con una vaga sonrisa.
–Duele como la mierda.
–Me lo imagino.
–¿Por qué tan bien vestido? –preguntó Daniela–. ¿Adónde vas?
–Al Mundo Exterior.
El rostro de Daniela mostró sorpresa y Mariano detectó algo más en sus ojos cafés… Una expectativa perdida. Desde la partida de Adelina, algunos días, mostraba nervios y miradas a la nada pensando en algo o alguien y preguntó:
–¿Qué van hacer?
–Liu Kang nos dio una misión.
–Raro.
–Nos va a dar más detalles en cuanto nos vayamos.
–¿Viniste a darme un saludo, entonces? –preguntó Daniela con una sonrisa melancólica.
–No, vine a buscar mis armas y mis botas, porque el calzado chino me mató los pies.
–Oh… –dijo la muchacha observando lo que llevada detrás de su espalda–. Estás llevando el rifle del Viejo Mario.
–Es el arma de repuesto.
–Te acordaste de él ¿verdad?
–Sí –La afirmación le salió inmediatamente y sin titubear. Mariano quiso demasiado al anciano en vida–. Me va a servir y de paso, le doy mayor uso.
–Está bien.
–Quería avisarte que agarré tus silenciadores.
Daniela le revoleó una almohada furiosa.
–¡¿Cuántas veces te dijimos con Adelina que no entres sin preguntar?! –el muchacho rio por el arrebato–. Comprate tus propios silenciadores, puta que te parió.
–Porque me olvido, por eso.
–Después, no vengas pidiendo que alguno de los muchachos y te salve de la patada en el ojete que te vamos a dar –espetó la pelirroja indignada.
–No quiero repetir el incidente.
–Entonces pregunta antes, boludo.
El silencio se hizo presente, Mariano la abrazó fuertemente riendo y la chica aceptó el gesto.
–Volvemos en un rato. Mejorate de la pierna.
–No hagan nada estúpido.
Se hicieron una última mirada de aliento y, antes de partir al portal, Mariano fue a la cocina a tomar todo lo que encontraba.
El sol estaba saliendo, algunos faroles seguían encendidos y moviéndose con el leve viento que se había levantado. Las hojas de los árboles se balancearon levemente y crujían por las pisadas de Mariano.
Kung Lao llevaba su sombrero con cuchillas y tanto Kenshi como Johnny portaban katanas. Liu Kang le entregó al ex mafioso un retrato, que pudo visibilizar Mariano. Era de un hombre de cabello largo hasta los hombros y rasgos bien definidos. Poseía una mirada misteriosa e inteligente como si analizara su entorno por más que fuera un retrato bien hecho.
–¿Qué hay que hacer con él? –preguntó Mariano.
–Debemos buscarlo en el Mundo Exterior y traerlo para interrogarlo –explicó Kenshi.
–Sí –afirmó el dios firmemente–. Si sucedió lo que temo, él es una grave amenaza para los reinos.
–¿Algo más? –cuestionó Kenshi enrollando el retrato.
–Shang Tsung es un maestro del engaño –argumentó Liu Kang con calma–. No crean ni una palabra de lo que dice.
–Ah, está bien –soltó Mariano.
–Me recuera a mi primer representante –agregó Johnny.
–Es una misión compleja. Preferiría ir con Raiden que con este –la voz de seria de Kenshi se hizo presente enfatizando en el actor.
–¡Oye! –los ojos de Johnny mostraron ira–. “Este” hará el trabajo.
–Seguro y yo soy Luffy –exclamó Mariano en una risotada.
–Esta misión requiere discreción –el tono del dios hizo que la pequeña riña se apagara–. Falto a mi palabra de enviarlos al Mundo Exterior sin que la emperatriz Sindel lo sepa. Tras el torneo, Raiden ya es una cara conocida allí. Enviarlo solo aumentará la probabilidad de que los descubran.
Liu Kang buscó de entre sus bolsillos y sacó lo que parecía una brújula bastante peculiar. Les explicó que era un talismán para llevarlos hacia el hechicero. Mariano detectó que los ojos blancos de Liu Kang reflejaban severidad y determinación.
Tras desearles una buena suerte para su búsqueda, el portal de fuego surgió y el cuarteto pasó sin titubear. El vuelco del estómago se hizo presente en Mariano y sin darse cuenta, cayó en una zona desértica. Se levantó maldiciendo por el peso de su mochila y las armas y vio que Kenshi ya estaba ubicándose en la dirección que guiaba el talismán. Johnny y Kung Lao fueron los últimos en ponerse de pie.
–Es por aquí –dijo el ex mafioso.
Mariano caminó detrás de él acomodándose la cola de caballo recibiendo el calor abrasador del sol. La caminata hizo que el rubio se cansara del silencio y cantó una melodía medieval de aventura. Cuando se hizo repetitiva, comenzó a cantar canciones de Rata Blanca y Megadeth. Algunas veces, Johnny lo acompañó en los estribillos que recordaban, para que luego Mariano siguiera por su cuenta.
Poco a poco, el sol se fue ocultando dando paso a la noche y el estómago de Mariano empezó a rugirle por el hambre junto con el de sus compañeros. Sacó unos aperitivos para calmar el apetito y el de los otros. Comió tranquilamente la manzana verde sintiendo su sabor ácido en su boca y al terminarla, la tiró lejos.
La caminata continuó en el calor de la noche y Mariano compartió linternas para iluminar el desierto. Kenshi siguió liderando al grupo y soportando la pregunta repetitiva de Johnny sobre cuánto faltaba para encontrar a Shang Tsung y Mariano tuvo que acumular muchísima fuerza de voluntad para no amordazarlo. Al poco tiempo, el actor volvió a preguntar:
–Agh ¿Ya llegamos?
–¿De nuevo? ¿Cuántos años tienes? ¿Cinco? –repreguntó Kenshi enojado.
–¿Qué puedo decir? Estas botas no se hicieron para caminar.
–Qué pedazo de pelotudo –exclamó Mariano–. ¿Por qué no te pusiste otras?
–Si ese es el máximo dolor que sientes hoy, tienes suerte –soltó Kung Lao sonriente.
–Ya tengo suerte –dijo Johnny con sorna–. Llevo a Sento a la espalda.
–Será mía, Cage –afirmó Kenshi.
–¿Tienes tres millones? Es tuya.
–Y dale con eso –soltó Mariano cansado por sus disputas por la espada.
Presenció diversos insultos y hasta peleas entre ambos por el arma. A veces, en las cenas guardaban el silencio o hacían comentarios pasivo-agresivos constantemente y Mariano estrellaba su frente sobre la mesa cada vez que las disputas surgían. Daniela los frenaba siempre y el rubio se unía en ocasiones.
–Sabes que no los tengo –continuó Kenshi con desdén.
–Seguro tus amigos yakuza los conseguirían –soltó Johnny burlonamente–. Ah, es cierto, que los abandonaste.
Cuando no estaba el actor, Kenshi se abría un poco de su pasado oscuro y Mariano escuchaba junto a los demás. A veces, todos le daban algún pequeño consejo en esas charlas y los ojos marrón claro de Kenshi reflejaban agradecimiento. Mariano supo que Johnny estaba tocando una fibra sensible y se guardó la contestación que iba hacerle. Detectó cómo Kenshi sostenía con fuerza la linterna y su postura se volvió más rígida.
–Si algo aprendí de Hollywood, es a no quemar las naves –continuó–. Nunca sabes quién te puede ayudar.
En ese instante, Kenshi se detuvo y se volteó con brusquedad. Mariano vio furia en sus ojos marrones y tenía una mueca de disgusto en el rostro.
–Los yakuza son sanguijuelas que absorben la sangre de quienes son débiles –Kenshi se aproximó abruptamente iluminando la cara del actor con ira en los ojos–. Crecí viviendo así y nunca entendí por qué, para ganar, otros debían sufrir –confesó enojado–. Me salí y necesito que mi clan lo haga. No podemos seguir participando en sus crímenes.
De repente, el talismán comenzó a hacer ruidos extraños y Kenshi retomó la atención al camino de arenas y rocas dándole la espalda a los tres. Johnny se quedó de pie en silencio viendo pasar a Kung Lao con una mirada de disgusto y detrás, Mariano.
–Te lo buscaste, aguántate –dijo el rubio enojado.
El actor soltó un suspiro exagerado y los cuatro siguieron con la tortuosa caminata nocturna. Las piernas de Mariano le pesaron como plomo y se sintió tentado de hacer la misma pregunta de Johnny, pero se abstuvo. No soportó más el paisaje vacío, las linternas iluminaban arena, rocas y huesos desperdigados.
Los cuatro llegaron a un cañón que dejaba cerca un acantilado. Mariano se sintió un poco feliz por el cambio de paisaje e incluso pensó que allí, seguramente, estaría Shang Tsung. Las rocas del cañón mostraban sus relieves y poca vegetación seca. El muchacho avanzó detrás de Kenshi con la esperanza de ser el primero en ver que el talismán cambiara de dirección. Al mismo tiempo, escucharon lo que parecía gritos y espadas, se miraron entre ellos y avanzaron con cuidado hacia el acantilado.
Al llegar, vieron casas de barro entre las rocas mostrando iluminación en las ventanas. Mariano pudo visualizar algunas escaleras improvisadas entre los techos de las casas para poder conectarlas, pero lo que más lo sorprendió fue lo que ocurría cerca de la entrada de la colonia.
Soldados estaban conteniendo a los habitantes con lanzas. Estos, soltaban gruñidos y rugidos como animales salvajes. La mayoría eran calvos, con heridas y dientes puntiagudos como alfileres. Mariano miró a sus compañeros, Johnny sacó su celular para grabar lo que ocurría abajo y preguntó:
–¿Qué dice tu precioso?
–Que Shang Tsung está entre esas… cosas –respondió Kenshi.
–Son las provincias del Norte, solo que más desérticas –soltó Mariano abruptamente.
–Ah, mis fans enloquecerán disfrazándose de ellos en la Cage-Con.
Por el celular de Johnny, Mariano, Kenshi y Kung Lao vieron que unos soldados tomaban a uno de los habitantes y lo llevaban cerca de la persona que buscaban… Shang Tsung. Tenía en sus manos una gran jeringa.
–Ese es Shang Tsung –exclamó Kung Lao.
–Entremos cuando haya terminado –dijo Johnny emocionado–. En “Puños de Acero” hicimos eso de…
–No haremos estrategias con tus películas, Cage –negó Kenshi severamente.
–Yo no quiero que Johnny me humille –dijo Mariano–. Me basta y sobra que me humillo borracho y sin estarlo.
Los soldados obligaron a que el habitante se pusiera de rodillas a espaldas del hechicero y pudo hacerle inyección. Inmediatamente, mató a los soldados y se enfrentó a Shang Tsung. Seguido de eso, el resto de la colonia comenzaba a luchar con los otros soldados.
–Pensándolo mejor, la escena está bien sin nosotros –dijo Johnny bostezando–. Dejemos que la terminen.
–Debemos salvar a Shang Tsung. Liu Kang lo necesita con vida –dijo Kenshi.
–Menos mal que tengo ambas balas –soltó Mariano alegre–. Las de goma les va a doler como la concha de la lora.
Las cuatro bajaron del acantilado deslizándose entre las piedras y corrieron hacia la colonia. El habitante desplegó sus cuchillas y, al aproximarse lo suficiente, Kenshi retuvo al habitante para alejarlo de Shang Tsung. El extraño comenzó a forcejear dándoles patadas a Kung Lao y Johnny, mientras Mariano trataba de atrapar al hechicero. Se alejó de la riña e instantáneamente, su apariencia cambió al de un miembro de la colonia para perderse entre el polvo.
–¡¿Cómo hizo eso?! –preguntó Kung Lao abriendo los ojos como platos.
–Ni la más puta idea –susurró Mariano.
Volteó la cabeza para ver cómo estaba Kenshi. El habitante se había soltado del agarre preparándose para pelear, mientras que Mariano, Kung Lao y Johnny vieron al resto de la colonia acercarse lentamente. El rubio sostuvo sus armas, pero se percató que los superaban en número y los masacrarían en un abrir y cerrar de ojos. Los rodearon un pequeño círculo que se achicaba con cada miembro de la colonia que aparecía.
Escuchó el choque de los puños y metales entre Kenshi y el habitante del Mundo Exterior. Mariano volteó la cabeza y vio al habitante caer al suelo. El ex mafioso enfundó su katana, se puso en postura firme y dijo:
–Por favor, déjame explicarte.
–Tu nos metiste en esto –dijo Johnny–. ¿Qué te parece si nos sacas?
–Que la explicación sea rápida. Lo único que te pido, Kenshi –dijo Mariano. Los gruñidos y rugidos de los habitantes se hicieron más fuertes.
–Sé cómo se ve esto, pero no trabajamos para Shang Tsung –aclaró. Mariano, Kung Lao y Johnny se voltearon hacia él y al habitante.
Mariano le sorprendió más su aspecto de cerca que visto de lejos. El habitante era calvo con algunas heridas abiertas y con formación de costras. Sus dientes mostraban filo como agujas y sus brazos exhibían algunas escamas. Las manos del habitante relucían uñas filosas y las cuchillas retraídas en los antebrazos. Sus ropas estaban sucias por el polvo y la tierra.
–Si no –dijo el habitante con agresividad–. ¿Por qué salvarlo?
–Porque Liu Kang, el protector de la Tierra, quiere interrogarlo –respondió el ex mafioso–. Cree que Shang Tsung puede ser una amenaza para nuestros reinos.
–Soy Kenshi Takahashi. Soy… –el japonés extendió su mano, pero el habitante se alejó.
–Nuestra raza no estrecha las manos.
–Perdón. No quise ofenderte.
–¿Acaso no sabes lo que somos? –preguntó el habitante.
Los cuatro negaron con la cabeza como respuesta.
–Somos víctimas de tarkat –explicó–. No te contagiamos con facilidad, pero no puedes arriesgarte a exponerte más.
Inmediatamente, Johnny se pasó las manos por el traje, Mariano sacó una botella de alcohol y se bañó las manos completamente. El penetrante olor invadió la nariz del rubio y se sintió un poco más seguro de no contagiarse.
–Te desfigura y luego te debilita –continuó–. Con el tiempo, nos convertirá en monstruos sedientos de sangre. Solo la muerte nos liberará.
–Lo lamentamos mucho –dijo Mariano y los ojos del habitante reflejaron apenas amabilidad.
–Entonces ¿no siempre fuiste así? –preguntó Kung Lao.
–Solía ser un comerciante rico, pero cuando me enfermé, me desterraron –respondió el habitante–. Ahora dirijo esta colonia. Soy Baraka.
–¿Qué pretende hacer Shang Tsung con tu médula ósea, Baraka? –preguntó Kenshi.
–No lo sé. Pero viene aquí todos los meses a extraerla –contestó Baraka.
–Libéranos y lo capturaremos –ofreció Kenshi–. Y descubriremos por qué ha estado viniendo aquí. Lo prometo.
Baraka miró a sus compañeros decisivamente y luego puso sus ojos en el cuarteto.
–Dejen que se vayan –ordenó.
–Gracias. No te decepcionaremos.
Kenshi y el resto miraron lo que quedaba del talismán. Su cristal estaba roto y su luz roja se marchó.
–Mierda –maldijo–. Nos guiaba hacia Shang Tsung. Ahora no podemos hallarlo.
–Qué cagada –dijo Mariano.
–Su laboratorio está cerca –soltó Baraka–. Te llevaré.
En ese instante, Mariano quiso morir. Amaba las caminatas, pero su amor tenía un límite. Baraka habló en su idioma natal con los miembros de la colonia y no paraban de observar con ojos curiosos al cuarteto. Mariano mantuvo su distancia de cualquier infectado teniendo el alcohol cerca.
Los ojos de Baraka observaron a los hombres y con un gesto de cabeza, lo siguieron. Las botas de combate comenzaron a generarle calor y las plantas de los pies le dolieron como nunca antes. De su mochila tomó un poco de agua y compartió con el resto de sus compañeros.
Durante su caminata, estudió a Baraka y lo que había dicho antes. Le resultó extraño que no se haya visto ningún infectado en la capital, Sun Do. Podrían haber sido contagiados y transmitirla a la Tierra sin enterarse absolutamente nada. Notó una mirada de aflicción e ira en Baraka, por más que esté demacrada por las heridas del tarkat. Mariano se compadeció del habitante del Mundo Exterior.
Las arenas siguieron alrededor con rocas desperdigadas y huesos de animales desconocidos. Para la alegría del rubio, lentamente, se desvanecieron reemplazadas por los colores verdes. Los árboles camuflaron la vista de la luna y estrellas y las plantas chocaron contra Mariano. Cuanto más se sumergían, más hojas se metieron en su boca sintiendo su sabor asqueroso. El calor del desierto cambió por la humedad del bosque haciendo que el cuerpo del muchacho sudara como si no hubiera un mañana.
–Descansemos aquí –dijo Kenshi–. Durmamos por unas horas y luego continuemos.
–Me parece lo más adecuado –dijo Baraka manteniendo distancia del grupo.
Mariano junto a Kung Lao y Johnny buscaron ramas secas y armaron una pequeña fogata. Las llamas comenzaron a dar calor y desesperó más al muchacho. Detestaba con todas sus fuerzas ese clima y nunca logró entender como a sus amigas les gustaba. Sacó de su mochila bocados matando el hambre y también el de sus amigos. Tomó otra manzana verde y su sabor ácido y reconfortante inundó su boca apagando los rugidos de su estómago. Tuvo que tener un gran autocontrol de no devorarse lo que había en la mochila.
–¿Querés algo de comer, Baraka? –preguntó Mariano–. Para que no te quedes con hambre.
–Agradezco tu amabilidad, habitante de la Tierra.
Mariano buscó entre las profundidades de su mochila y le dio carne seca. Baraka la aceptó con gusto y volvió a su sitio alejado de los demás. Mariano continuó comiendo la manzana y notó el silencio entre sus amigos, sobre todo de Johnny y Kenshi.
Decidieron turnarse la vigilancia y Kung Lao fue el primero en ofrecerse. Mariano se acomodó en un árbol y cargó una ametralladora en sus manos pegada a su pecho. Los ojos del muchacho se cerraron y su cabeza se apoyó en el duro tronco.
Despertó con los leves golpes en el hombro de Kenshi y se levantó bostezando. Continuaron la caminata con el sueño agobiándolo y la visión borrosa. Se frotó los ojos sintiendo los párpados pesados como plomo e intentó despejarse el sueño con pellizcos en los brazos.
Baraka estuvo detrás del cuarteto y a veces, Mariano le preguntaba si quería algo para comer, pero se negó en todas las ocasiones. Poco a poco, escuchó el ruido del agua y sus pisadas se hundían en el barro. Soltó un bostezo exagerado y observó el cielo que mostraba sus primeros indicios del amanecer. El color amarillo, rosa y anaranjado se hicieron presentes acompañados del sol, pero este era tapado por la densidad de los árboles.
Se detuvieron a unos metros de la salida del bosque esperando a Baraka. Un río se hallaba frente a ellos y del otro extremo una rueda hidráulica unida a una pequeña torre. La única conexión que había era un puente de madera y detrás, varias casas y algunas no terminadas.
–¿Y sabes qué esperamos? –preguntó Johnny.
–No –respondió Baraka–. Nunca estuve adentro.
–Quédate aquí –dijo Kenshi–. Entraremos.
–Gracias por la ayuda –dijo Mariano con una sonrisa.
Los cuatro fueron hacia el puente y la madera crujió con cada paso que daban. Las aguas chocaban contra los postes, pero mostraron ser lo suficientemente resistentes. A Mariano le sorprendió la poca vigilancia que había en el sitio, pero tampoco le disgustó.
Llegaron a una gran puerta de madera bloqueada y la abrieron sigilosamente con el sombrero de cuchillas de Kung Lao. Soltó una risa orgullosa y entraron. Lo primero que vieron fue escaleras espiraladas y tapices antiguos. Kenshi siguió liderando la marcha y Mariano contuvo sus ganas de soltar respiraciones fuertes con cada escalón que pisaba. Detestó las escaleras, cada vez que creía que habían llegado, otro tramo aparecía y Mariano quería llorar. Cada uno de estos tramos estaba decorado con diferentes trajes de combates, armas antiguas, muebles sofisticados, jarrones delicados, retratos de extraños y más tapices antiguos.
Milagrosamente a sus plegarias, Kenshi abrió la última puerta y escucharon la voz de un hombre. Se agacharon con cuidado y pisaron el suelo como si fuera vidrio. Alzaron la cabeza del barandal de piedra viendo lo que ocurría.
En una silla, estaba recostada la princesa Mileena, a su lado había una Umbgadi. Del otro lado, la observaban un brujo de trajes violetas y a la persona que buscaban, Shang Tsung sosteniendo una inyección. Tenía una sonrisa orgullosa en la cara y Mariano tuvo la inexplicable necesidad de sacársela a tiros.
Shang Tsung hablaba con la soldado y el brujo. Por lo poco que escucharon, parecía que querían inyectarle un suero que contenía la médula de Baraka.
–Va infectar a Mileena con el tarkat –soltó Kung Lao.
–Tiene mucha soberbia –dijo Mariano–. Y ego. Es un golpista.
–Y dos de los jefes de Sindel están con él –siguió Johnny seriamente–. No me extraña que Liu Kang se preocupe por este sujeto.
–Debemos detenerlo –afirmó Kenshi.
–¿Salvar a una doncella angustiada? Dalo por hecho –afirmó Johnny con júbilo.
–Odio a los fascistas –dijo Mariano–. Que se cague.
Los cuatro salieron de su escondite y Mariano alzó sus ametralladoras. La Umbgadi y los hechiceros se sorprendieron
–¡Aléjate de ella! –gruñó Kenshi.
–¡Maldita! –dijo Johnny.
–¡¿Perdón?! –exclamó Kung Lao indignado.
–Ya sabes, la película –explicó Johnny– con la niña y la alienígena gigante ¡Ripley!
Tanto Kenshi como Kung Lao se quedaron confundidos por los dichos del actor.
–¿No? –preguntó sorprendido–. ¿En serio?
–¡Dale, Kenshi! –soltó Mariano bajando las armas–. Me lo puedo tragar de Kung Lao, porque vive en el campo, pero de vos no. Mira que yo vivo en un país con quinientos problemas, pero sé de Alien.
–¿Habitantes de la Tierra? –preguntó el brujo de trajes violetas–. ¿Cómo nos encontraron?
–Ya vieron demasiado –afirmó la Umbgadi furiosamente.
Arremetió rápidamente hacia los cuatro y Kung Lao y Johnny la bloquearon, mientras que Mariano y Kenshi fueron hacia Shang Tsung. El ex mafioso le dio una patada giratoria ocasionando que la inyección y su contenido se perdieran.
–Necesito tiempo –dijo Shang Tsung al brujo de ropas violetas–. Consíguemelo.
–Tiempo las pelotas –contestó Mariano–. Vos no vas a hacer ni un golpe de Estado.
Mariano alzó sus ametralladoras y Shang Tsung se posicionó para la pelea. Se abalanzó contra el muchacho y disparó sin dudar, pero el hechicero esquivó las balas y en un forcejeo arduo le quitó las ametralladoras. Mariano tomó el rifle antiguo de sus espaldas e intentó atacarlo con la culata, pero Shang Tsung volvió a evitar el golpe.
Creó una llamarada de sus manos dirigiéndola a Mariano y se aproximó para darle un puñetazo. Pero en la parte superior de su puño se desplegaron tres cuchillas afiladas como garras y Mariano se alejó del rango de golpe con la camisa negra rota. Antes de que pudiera bloquearlo, le asestó un golpe directo a la cara seguido de una patada. El rubio notó el dolor en su estómago y mejilla y se reincorporó tambaleante.
Mariano arremetió con un golpe directo usando sus puños y Shang Tsung no pudo desviarlo. Ante esa desprevención, el rubio volvió a usar el rifle antiguo para golpearlo con la culata y la dura madera chocó con el rostro del hechicero. Mariano sonrió victorioso, pero Shang Tsung se incorporó y lo miró con odio. Antes de que pudiera reaccionar, lo empujó con una oleada de llamaradas y Mariano sintió el vidrio de las ventanas en su espalda.
Soltó un quejido y cayó al suelo viendo el techo borroso y escuchando un pitido en sus oídos. Su mente no había reaccionado cuando vio a Kung Lao y a Johnny llamándolo y este le tendió la mano. La cabeza le dio vueltas al ponerse de pie y agradeció en un susurro la ayuda. Quitó de su mente las incomodidades y fue con sus amigos.
–Aléjate de la mesa –gruñó Kenshi alzando su katana hacia el hechicero.
–Es la segunda vez me molestas –espetó entre dientes–. Los habitantes de la Tierra tienen costumbres malsanas.
–Ya lo oíste –dijo Johnny con un dedo acusador–. No la vas a infectar con el tarkat.
–Intento protegerla, no infectarla –argumentó Shang Tsung.
–Nos enteramos de que mientes. Disculpa nuestro escepticismo –contestó Kenshi y les dio la espalda–. Cúbranlo.
Mariano alzó sus ametralladoras, mientras que Johnny y Kung Lao se posicionaron en postura defensiva. Los ojos del hechicero irradiaron ira y lo que además creyó el rubio, secretos. La voz tranquilizadora de Kenshi se hizo presente junto a los susurros de la princesa e inmediatamente, escucharon gritos. El muchacho apretó con fuerza sus ametralladoras y Kung Lao habló:
–¡¿Qué le hiciste, brujo?!
–¡Fue tu culpa, tonto! –espetó Shang Tsung–. Déjame ayudarla antes de que sea tarde.
Los gritos angustiosos de la princesa Mileena se volvieron más fuertes transformándose en rugidos de un animal. Mariano miró sorprendido la escena, la boca de la princesa ya no era normal, sino que estaba cubierta con dientes filosos desplegando una fina lengua como de una víbora. Se soltó de sus ataduras como si fueran plástico y miró a Kenshi salvajemente.
–¿Ahora me creen, habitantes de la Tierra? –cuestionó el hechicero.
–¿Qué hacemos? –repreguntó Kenshi, la princesa acercarse más y más a él como si fuera un depredador.
–Manténganla ocupada –respondió Shang Tsung y se dio la vuelta mirando su mesa de trabajo–. Necesito tiempo para hacer más suero.
–¡Johnny! ¡Mariano! –llamó Kenshi–. ¿Me ayudan?
–Ahí vamos –respondió el rubio.
–¿Tenemos un guion? –preguntó el actor–. ¿O solo estamos improvisando?
–Hagan lo que hagan, no podemos herirla.
–¿A ella? –cuestionó el actor–. Más bien ella a nosotros.
–Nos va a matar –dijo Mariano.
La princesa saltó como un puma y rasguñó a Johnny, pero su traje impidió que sufriera heridas profundas o peor… el contagio. Luego, arremetió contra Mariano y la esquivó de puro milagro cayendo de espaldas. Escuchó unas palabras sin sentido y la espada resonando en los oídos de Mariano y se levantó rápidamente para ayudar a Johnny. En cuanto lo encontró y ayudó a levantarse, el ex mafioso logró contener a la princesa Mileena.
–¡Johnny! ¡Kung Lao! ¡Mariano! –llamó–. ¡Ayuden a sujetarla!
Johnny y Kung Lao sostuvieron ambos brazos de la princesa, mientras Mariano la retenía por la espalda. A pesar de la fuerza de los tres, el rubio creyó que la superaba de manera olímpica por todo el forcejeo y gruñidos que hacía.
–¡Es ahora o nunca, Shang Tsung! –dijo Kenshi.
–¡Agiliza el trámite, hijo de puta! –gritó Mariano.
Inmediatamente, la princesa Mileena le dio un fuerte cabezazo enviándolo hacia atrás, recuperó el equilibrio y fue a ayudar a Johnny porque la joven iba a matarlo. Antes de poder hacer algo, Kenshi la tomó por detrás alejándola. La mente de Mariano no pudo procesar lo que había ocurrido después. Solo sintió las salpicaduras de sangre y los gritos aterrorizantes de...
–¡KENSHI! –gritaron Johnny y Mariano al mismo tiempo.
La princesa le había clavado un par de cuchillas en los ojos. Rápidamente, Mariano se sacó la mochila de los hombros y buscó los primeros auxilios. Los ojos de Kenshi estaban cubiertos de sangre y mancharon la remera blanca de Mariano. Los quejidos del ex mafioso invadieron el lugar e intentó calmarlo, mientras pasaba gaza con desinfectante alrededor de los ojos. Fue un milagro que siguiera con vida.
Se enfocó tanto en su tarea, que no escuchó los gritos de la hermana de la princesa, Kitana y al verla, tenía detrás a la guardia imperial y al General Shao. Kung Lao y Johnny los miraron con firmeza y Mariano siguió tratando las heridas de Kenshi, mientras escuchaba las mentiras de Shang Tsung. Una historia trazada en base por culpar al cuarteto de querer revelar la enfermedad de la princesa Mileena y generar un escándalo para la familia imperial.
–¡Mentiroso de mierda! –gritó Mariano enojado–. ¡Es un golpista!
–¡¿Qué?! –soltó Johnny indignado y Mariano alzó la vista–. ¡Eso es totalmente falso! Princesa, nosotros…
Inmediatamente, Johnny fue golpeado por un shokkan y Kung Lao se preparó para combatirlo, pero fue noqueado. Mariano se puso de pie lo más rápido posible y se posicionó para pelear, pero un fuerte dolor invadió su nuca, soltó un grito y cayó al suelo en un sonido sordo.
Un Mariano de diecisiete años llevaba su mejor traje de egreso. Un chaleco y pantalones elegantes de color azul marino, una remera de Goku y un par de zapatillas recién compradas. El cabello rubio le llegaba a los hombros haciéndole recordar a Ozzy Osbourne. Estaba sentado cerca del escenario junto a sus compañeros.
La directora estaba dirigiendo sus últimas palabras a los alumnos y luego de que todos aplaudieran, llamaba a cada estudiante para darle el diploma. Cuando había llegado el turno de Mariano, miraba hacia los diferentes padres hasta ver al Viejo Mario con su uniforme militar y a Adelina y Daniela en vestidos de verano. Sonrió al verlos y seguía manteniendo esa sonrisa cuando se sacaba la foto.
Tras terminar el acto, fue hacia el anciano y lo abrazó con todas sus fuerzas. El fotógrafo los llamaba para la foto, los cuatro sonrieron y Mariano dijo:
–Gracias por todo, Viejo Mario.
El anciano no podía contener sus lágrimas y los abrazó como si fueran sus hijos. Salieron del colegio y fueron a comer en un restaurante cercano pidiendo toda la comida que pudieran ver en el menú. En la noche, el Viejo Mario y Mariano había hecho un asado lo suficientemente abundante para que sobrase toda la semana.
Pasado un año, el anciano se encontraba débil por la edad y en su cama, miró a Mariano, Adelina y Daniela. Su mirada reflejaba tristeza, por lo poco que el rubio aprendió del CBC en la facultad. Las muchachas habían ido a prepararle algo caliente para beber, mientras que Mariano acompañaba al Viejo Mario.
–Dejame contarte una historia, Mariano –había dicho el anciano.
–Descansa, sino te va a hacer mal –espetaba Mariano.
–No me importa –argumentaba el Viejo Mario con orgullo en su débil voz–. Es sobre mi rifle.
Mariano lo miraba expectante sintiéndose nuevamente como un niño.
–Cuando estaba en Malvinas –decía seriamente–. Me hice amigo de un chico, Victor y nos juntábamos a descansar después de la colimba. Hicimos muchas cosas alguna broma pequeña, escondernos de los altos mandos cuando bebíamos. También, me contaba de querer ver a su novia, a sus hermanas y nos hicimos la idea de viajar siendo mochileros por todo el país. Pero le tocó ir a la parte terrestre y yo me quedé en las fuerzas aéreas.
Mariano se quedó en silencio mirándolo seriamente. Pocas veces, fue serio en su vida.
–Pero entre mis luchas –continuó el anciano con tristeza–. Victor falleció en combate a pocos días de que la guerra terminara. Nadie lo ayudó –las lágrimas del anciano se hicieron presentes–. Cuando fui a ver a su familia, no quisieron el rifle y me lo dejaron a mí –Mariano sintió las lágrimas derramarse por sus mejillas–. No querían ver nada de guerra y yo lo conservé como parte de su memoria… De la buena amistad que tuvimos –el Viejo Mario tomó el rifle de guerra entre sus débiles manos–. Por eso, te lo doy. Cuidalo como una extensión de Victor y de mí. Como también cuidas como tus hermanas a Adelina y Daniela.
Mariano quiso contestarle que no podía aceptar tal objeto patrio, pero sacó el pensamiento intrusivo y sostuvo el arma con firmeza. Vio la sonrisa triste del anciano y escucharon a Adelina y Daniela cargando un matecocido con galletitas.
Mariano recuperó la conciencia sintiendo un dolor espantoso en la nuca y escuchando golpeteos de algo metálico y quejidos. Abrió con todas sus fuerzas los ojos y su nariz fue invadida por el olor a carne descompuesta, químicos y eses.
–Llevas horas con eso –dijo Kenshi con voz queda.
Recordó todo lo que había pasado antes de llegar aquí. La misión de Liu Kang, el enfrentamiento con Shang Tsung, la sangre y las heridas de Kenshi. Inmediatamente, intentó levantarse e ir hacia él.
–Si pudieras ver, sabrías por qué –espetó Baraka.
–Kenshi –dijo Mariano acercándose a él–. ¿Estás bien?
–Mis ojos me duelen.
Mariano los examinó, estaban rojos y si no se apresuraban podrían acabar infectados. Observó por los alrededores algún rastro de su mochila, pero solo vio horrores. Lo que parecía un habitante del Mundo Exterior desgarrado de pies a cabeza y, aun así, continuaba vivo gimiendo y moviendo sus extremidades deformes. Otras celdas habían infectados por el tarkat y en el pasillo abundaba en carne estirada como masa de juguetes. Tanques de laboratorio repletos de líquido de un verdoso amarillo se ubicaban aquí y allá y dentro había cuerpos flotando entre las burbujas.
–Eso no va a pasar o sí. Sigue hablando. Así me distraigo. Cuéntame sobre tu vida antes de enfermarte –dijo Kenshi dirigiéndose a Baraka.
–Me estaba yendo bien comerciando artículos por la costa de Fartakh. Mi familia estaba cómoda y feliz –Baraka soltó un suspiro desalentador–. Luego llegó el tarkat. Terminó con la vida de mi esposa y después con la de mis hijos. Pero tuvo la crueldad de perdonarme la mía, por ahora. Creo que disfruta de consumirme el cuerpo de a poco.
–¿Y tú, Mariano? –preguntó Kenshi–. ¿Qué hacías además de ser piloto?
–No voy hablar de eso. Tus ojos están mal y necesito mi puta mochila. Ahí tenía todo y no quiero comprar otra.
–Por favor, Mariano –pidió el ex mafioso–. ¿Y por qué no quieres comprar otra?
–Porque es la cuarta mochila que me compro este año.
–¡¿La cuarta?! –exclamó Kenshi sorprendido–. ¿Qué hiciste para perder las otras tres?
–Me las robaron.
–¿Cómo? –cuestionó Baraka
–La primera me quedé dormido en el colectivo y aprovecharon para manoteármela –respondió Mariano alzando el dedo índice–. Por eso, tuve que batallar para hacerme el DNI. La segunda caí en una marcha y cuando quise salir me la robaron. La tercera fue cuando me noqueé en la avioneta por hacer volteretas y dejé las puertas abiertas –soltó una risa–. Lo bueno es que guardé mi billetera y el DNI en el bolsillo.
–¿Y antes de ser piloto? –preguntó Kenshi.
–Quería ser psicólogo –respondió el rubio–. Pasé el puto CBC y apenas un año de la facultad. Me fui porque no lo aguanté. Mucha presión y desastres.
–¿Por qué?
–Primero, el CBC es una mierda –contestó Mariano–. Segundo, no me alegraba el primer año y detestaban a mis compañeros.
–¿Qué hicieron?
–Todo el puto rato entrando a mis salones de clase creyéndose el centro del mundo –siguió el rubio–. Las ganas de mandarlos a cagar eran monumentales. Además de las marchas y las votaciones, fue una pesadilla. No sé cómo Daniela pudo soportar eso y conseguir el título.
–¿Fue la única en graduarse?
–Mas o menos. Adelina pagó muchos cursos de dibujo de terciarios y le dio títulos –respondió Mariano mirando al ex mafioso–. También, hizo la carrera para ser arqueóloga e incluso haciendo investigaciones pagadas. Yo solo hice cursos rápidos de primeros auxilios.
–Son bastante unidos.
–El Viejo Mario nos crio juntos.
–Son raros ustedes tres –dijo Kenshi.
–Vivo en el mejor país del mundo –afirmó Mariano–. Es divertido vivir en Argentina.
–¿Cómo que divertido? –cuestionó Baraka.
–No nos tomamos en serio ni nuestras propias desgracias –respondió–. Ni las de los otros. Podemos ver que el país se va al carajo, pero nos vamos a reír de la estupidez que dijo un político y burlarnos hasta el cansancio. Nuestra mejor anestesia a todo son los memes.
–¿De enserio? –preguntó Kenshi.
–Sí, cuando era niño recuerdo que nos burlamos de un jugador francés –respondió Mariano–. Y después de todos los franceses. Valió la pena –la risa lo invadió–. El país puede arder y seguramente nos vamos a burlar de cómo ardemos. Nos reímos de nuestras propias provincias, pero incluso nuestras risas tienen un límite y podemos enojarnos. Aunque eso desencadena que nos burlemos de los que se enojan.
–Debe ser una locura.
–Somos un manicomio, pero eso lo hace divertido –dijo Mariano riendo.
De pronto, escuchó los quejidos de Johnny y Kung Lao y los observó.
–Agh. Qué resaca –exclamó el actor y se acercó al ex mafioso–. ¡Kenshi! ¡Maldición! ¿El dolor es muy fuerte?
–Terrible.
–Me salvaste. No lo olvidaré.
–Pero puede que te arrepientas –dijo Baraka.
–¿Qué…?
De repente, otro grito famélico se oyó por los calabozos y no le inspiró confianza a Mariano.
–¿Qué rayos? –preguntó Johnny–. ¿En qué momento pasamos a un terror de supervivencia?
–Este es el verdadero laboratorio de Shang Tsung –respondió Baraka.
–Estamos debajo del lugar de antes –agregó Kenshi–. Era una fachada falsa.
–Me recuerda una película de bajo presupuesto que vi hace mucho: “Los Fosos de Carne” –dijo Johnny–. Vaya porquería.
–Es un psiquiátrico abandonado –afirmó Mariano.
Unas puertas se abrieron y el rubio escuchó pisadas entre los gritos agónicos y quejidos de los infectados.
–¿Quién es? –preguntó Johnny.
–Nuestro carcelero –respondió Baraka.
Vio a un hombre encapuchado y con la mitad de la cara cubierta por una máscara verde. Sus ropajes eran entre ese color y negros y llevaba sandalias. Mariano pudo ver que un brazo tenía tatuajes y llegaban hacia un lado de su rostro cubierto. De una mesa repleta de sangre, tomó un pedazo de carne y se la tiró a unos infectados que la comieron en un santiamén. El extraño se dio la vuelta y caminó lentamente hacia la celda del grupo y preguntó:
–¿Cómo está?
–Le arrancaron los ojos –dijo Johnny con desdén–. Adivina.
El carcelero se mantuvo callado y extendió la mano hacia una mesa que tenía al lado. Sostuvo un recipiente, se lo dio a Johnny y dijo:
–Eso aliviará el dolor.
–Es una vileza ser parte de esto –argumentó Baraka.
–Eres prisionero de Shang Tsung… –explicó el carcelero– y yo soy su esclavo. Tiene a mi familia. Los matará si no le obedezco.
Johnny sacó una venda roja de su cinturón y velozmente le pasó el ungüento, se lo ató a Kenshi y soltó un suspiro de alivio. Mariano luego revisaría las heridas al pasar unos minutos, por ahora solo quedaría esperar e ingeniar una estrategia para escapar de los laboratorios.
–¿Por qué te eligió? –preguntó Baraka al carcelero.
–Para descubrir cómo cambio de forma.
–¿Qué carajo? –soltó Mariano.
–¿Lo aprendió de ti? –preguntó Kung Lao–. Lo vimos hacerlo. Fue irreal.
–¿Cómo funciona? –cuestionó Johnny–. ¿Adoptas la forma que quieres sin más?
–Solo puedo cambiar entre esta forma y mi estado natural.
Inmediatamente, el carcelero dejó su aspecto humano y pasó al de un reptil. Parecía una lagartija humana repleta de escamas y uñas como garras. Mostró de su boca dientes como agujas filosas y Johnny soltó una exclamación.
–Eres de Zaterra –afirmó Baraka–. ¿Tu raza puede cambiar de forma?
–Nadie puede, excepto yo.
En ese instante, un resplandor blancuzco con arenas tomó la forma de Shang Tsung e inmediatamente el carcelero recobró su forma humana. Sus ojos fueron invadidos por el pánico y el miedo. El hechicero mostró una sonrisa maliciosa y orgullosa y Mariano le invadió nuevamente la necesidad de sacársela a golpes.
–¿Están listos? –preguntó maliciosamente–. Llegó la hora.
–¿Para qué, brujo? –cuestionó Baraka.
–Experimentos de replicación –respondió Shang Tsung orgullosamente ocultando una mano detrás de su espalda–. Comenzaremos por la vivisección. Usaré las partes que extraiga de tu cuerpo para nuevas creaciones. El proceso es letal, claro.
–Seguí participando –dijo Mariano entre risas falsas.
–Liu Kang no te dejará salirte con la tuya –soltó Johnny con furia y Shang Tsung rio maliciosamente.
–Solo si llega a enterarse de lo que ocurrió –dijo el brujo orgullosamente–. Una vez que termine, no quedarán rastros de ustedes. Volveré pronto a ver los avances. Ahora debo ocuparme de otros asuntos.
En ese instante, Shang Tsung desapareció con una sonrisa maliciosa y misteriosa. El carcelero se dio la vuelta y Baraka intentó razonar en vano con el carcelero. El carcelero caminó hacia una celda repleta de infectados, pero no parecían enfermos sino copias deformes y macabras.
Tiró cadenas oxidadas y las rejas de metal subieron chirriando lentamente. Los rugidos y gruñidos de los clones se hicieron más fuertes y las celdas se abrieron. Se acercaban velozmente hacia ellos y el grupo se posicionó para pelear. Baraka desplegó sus cuchillas y Johhny fue el primero en atacar usando los barrotes como columpios. Se balanceó y cayó frente a un infectado dándole un puñetazo a la cara.
Mariano se quedó cerca de Kenshi repeliendo con patadas a los clones. Entre el alboroto, encontró un fierro y golpeó a cada atacante que se aproximaba, pero alguien lo tomó por la espalda y forcejeó.
–¡Soltame, forro! –gritó Mariano furiosamente.
Vio que Kenshi cayó en la misma situación y peleaba por soltarse de los clones. Fueron tirados como perros a jaulas oxidadas y sangre seca y Mariano golpeó con todas sus fuerzas. Vio a Kung Lao y Baraka luchando contra los clones y rápidamente el granjero tomó de una mesa su sombrero decapitando a los enemigos que aparecían.
Entre los golpes hacia la jaula, Mariano se percató que Johnny acabó en la misma situación y que a la vez las jaulas comenzaron a soltar chispas y electricidad. Desesperado, Mariano siguió golpeando los barrotes y se detuvo inmediatamente al notar pasos más pesados.
Una celda se abrió revelando un clon obeso superando el tamaño de todos, cuchillas más gigantes a las de Baraka, cara deforme y repleta de heridas. Mariano siguió forcejeando con la jaula, mientras escuchaba el choque de los filos una y otra vez, al mismo tiempo, de los puños de Kung Lao y su sombrero. Baraka terminó de pelear con el clon y corrió hacia las jaulas donde estaban encerrados. Con una fuerza titánica, quebró los barrotes de los tres y cuando liberó a Kenshi, Johnny y Kung Lao lo sostuvieron antes de que cayera al suelo. Mariano estuvo adelante para buscar una salida, pero el carcelero dijo:
–¡Estoy acabado! ¡Shang Tsung torturará a mi familia para castigarme! ¡Pagarás por su sufrimiento!
Todos se voltearon, Baraka y Kung Lao se encargaron de él, mientras Johnny y Mariano cuidaban de Kenshi. El rubio con cuidado elevó la venda y se dio cuenta que el ungüento se había acabado. Necesitaba con urgencia los primeros auxilios.
Baraka y Kung Lao siguieron combatiendo con el carcelero transformado en su aspecto reptil. El sombrero del granjero y las cuchillas del enfermo lograron hacer un gran ataque hacia el enemigo y este solo retrocedía más y más. Escupió ácido en varias ocasiones, pero el dúo logró esquivarlo y contraatacaron más fuerte hasta que el carcelero cayó al suelo.
–Nos marchamos –afirmó Baraka.
Mariano pudo ver el terror en los ojos verdes del carcelero y se quitó la máscara revelando completamente su rostro exhibiendo el resto de su tatuaje.
–Entonces, mátame –dijo desesperado–. Si muero, tal vez deje en paz a mi familia.
–No –negó Baraka firmemente sorprendiendo a Mariano–. No te mataré.
–Es misericordia, no homicidio. Aunque, por lo que hice, no la merezco.
–Protegías a tu familia –contrarrestó Baraka–. Yo habría hecho lo mismo.
Los ojos del carcelero se suavizaron y se puso de pie. De pronto, el resplandor blancuzco reveló a Shang Tsung y el rostro del carcelero fueron invadidos nuevamente por el terror. El hechicero observó consumido por la ira sus creaciones derrotadas y mutiladas.
–¿Qué pasó aquí? –cuestionó.
Mariano alarmado buscó sus armas y mochila y los encontró en una mesa junto a la katana, Sento. Tanto él como Johnny tomaron sus pertenencias, les sacó el seguro y las sostuvo sosteniéndolas firmemente.
–Syzoth, ¡idiota! –exclamó Shang Tsung señalando con el índice–. ¡Permitiste que arruinaran todo!
–Nos vamos, brujo –dijo Baraka.
–Y te llevaremos con nosotros –continuó Johnny–. Liu Kang quisiera hablar contigo.
–No me pueden atrapar tan fácilmente –gruñó Shang Tsung.
Soltó un conjuro soltando un vapor verde y Mariano instintivamente disparó, pero las balas solo atravesaron los ladrillos sucios.
–Sí, esto me da mala espina –soltó Johnny.
–No veo un carajo –espetó Mariano–. Fallé.
–Me despido de todos ustedes –dijo Shang Tsung sonriendo con orgullo–. Alégrate, Syzoth. Voy a reunirte con tu familia.
–¿Están muertos? –recriminó colérico–. ¿Los mataste?
–Hace varias lunas. Odio los cabos sueltos.
Mariano volvió a disparar a lo que parecía la silueta de Shang Tsung entre el humo verde y Syzoth se abalanzó contra él. Pero desapareció entre las arenas y el resplandor blanco. El rubio tosió sintiendo su garganta apretada y la desesperación por el aire lo invadió. El maldito lanzó veneno.
–Tenemos que salir de aquí –dijo Johnny.
Syzoth corrió hacia la puerta y la golpeó varias veces. Las respiraciones pesadas y las toses se volvieron más frecuentes. El cerebro de Mariano dio vueltas, los mareos se volvieron náuseas y su garganta se apretaba cada vez más y más. Los puños de Syzoth no pudieron contra la fuerte puerta de madera. Mariano intentó apuntar, pero las ametralladoras, el rifle del Viejo Mario y la mochila le parecieron plomo y concreto.
–¿Qué sucede? –preguntó Kenshi.
–La puerta se debe de haber cerrado cuando se liberó el gas –respondió Syzoth.
–Hazte un lado –dijo Baraka guardando sus cuchillas.
Mariano, con la vista borrosa, vio como el infectado golpeaba la puerta un golpe, dos y tres hasta romperse como si fuera cristal. El veneno fue disipándose y el rubio sintió cómo sus pulmones recibían oxígeno limpio. Avanzó junto a los demás, con Baraka a la delantera y detrás de él Syzoth.
–Síganme –dijo el zaterrano–. Por aquí.
Mariano estuvo cerca Johnny y Kung Lao, que sostenían a Kenshi. El rubio cargó con mejor fuerza las armas y caminó unos pasos delante de ellos.
–Déjenme –dijo Kenshi entre jadeos–. Solos los retrasaré.
–Ni en pedo te dejamos –argumentó Mariano seriamente, pero notó su voz atrofiada–. Todos vinimos, todos nos vamos.
–¿Qué? –exclamó Johnny incrédulo–. Si Shang Tsung te encuentra, te mata.
–¡Mírame, Cage! Sólo estorbo. No arriesguen sus vidas por la mía.
–Oye. No te vas a rendir –dijo el actor–. Los Taira te necesitan ¿recuerdas? Volveremos a casa y veremos cómo ayudarte ¿Entendido?
Syzoth los guio entre pasillos de ladrillo repletos de suciedad, cadenas colgantes y celdas sin prisioneros con los barrotes hechos añicos y torcidos. El olor a carne podrida y eses continuó agobiando su nariz y deseó que el laberintico camino llegara a su fin. Los faroles destrozados iluminaron apenas y Mariano se preparó para cualquier ataque sorpresa de entre los calabozos o pasillos con menos luminosidad.
Poco a poco, el aire se convirtió en puro dejando la podredumbre y Mariano vio la luz del sol al final de los bastos pasillos. La salida del laboratorio de Shang Tsung quedó apartada del pueblo. El pasto le llegó hasta las rodillas y una dicha indescriptible lo invadió al sentir el calor en el cuerpo. Pasaron por una bajada chocando contra las ramas de algunos arbustos verdes. Los árboles pequeños se volvieron gigantes con troncos del grosor del cuerpo de Mariano y las ramas empezaron a medir metros teniendo miles de hojas.
–Si nos demoramos, nos capturarán –dijo Syzoth.
–Necesitamos ayuda para llevar a Kenshi al portal en Sun Do –afirmó Kung Lao.
–Tengo los primeros auxilios, pero no sé si pueden durar mucho –informó Mariano–. Necesita un mejor tratamiento.
–Solo puedo llevarlos hasta la puerta de la ciudad –afirmó Baraka–. Los tarkatanos tenemos prohibido entrar.
–Los acompañaré el resto del camino –ofreció Syzoth–. Es lo menos que puedo hacer para compensarlos.
Los árboles cubrieron toda la vista del grupo, rocas se desperdigaron aquí y allá invadidas por el musgo y un arroyo recorría una parte del paisaje. Las flores de colores irreales decoraron la tierra desplegando aromas desconocidos para Mariano, recordándole los aromatizantes y perfumes para las casas. El sol se posicionó en su más alto punto generando un calor desquiciante, pero gracias a las vastas hojas y ramas, la sombra hizo que no fuera un infierno.
En un momento, Mariano pidió detener la caminata y atendió las heridas de Kenshi. Con cuidado, le subió la venda roja y sacó las pocas gasas que tenía. Los ojos de Kenshi seguían rojos y Mariano les pasó delicadamente las gasas repletas de desinfectante. El ex mafioso hizo una mueca de disgusto por el ardor, pero no emitió ni un sonido. Johnny se quedó cerca de ellos y ayudó en todo lo que podía a Mariano. Una vez terminado su corto tratamiento, continuaron caminando por el gran bosque.
Lentamente los troncos de los árboles cambiaron drásticamente a rostros emitiendo llamas verdes claras. A veces movían sus bocas en palabras silenciosas y en otras ocasiones se escucharon el sonido de aves y animales del alrededor correteando por los árboles.
–Vaya, esto me recuerda a Planeta malvado –soltó Johnny–. Había un bosque en el segundo acto…
–¿La batalla de la mantícora? –preguntó Kenshi.
–¡Sí! –respondió Johnny emocionado–. Fue muy difícil de filmar, pero el resultado fue épico.
–Me imagino con detalles.
–Ni vi esa película –dijo Mariano mirando el alrededor–. Lo que sí vi con las chicas fue puro terror y anime.
–¿De enserio? –preguntó Johnny–. ¿Cuáles?
–La saga de Alien es una –respondió Mariano sonriente–. Algunas de Jason, Freddy e Evil Dead, pero lo que más asustaba a Daniela eran las de metraje encontrado.
–¿Cuál es ese género? –preguntó Kenshi.
–Son las que se hacen con cámara en mano y con bajo costo –respondió Johnny.
–Sip, La bruja de Blair es una y Gonjiam –dijo Mariano entre risas–. Daniela estuvo gritando como una niña chillona. Juro que ese día pensé que me quedé sordo.
–¿Qué otras películas vieron? –preguntó el actor–. ¿Las mías debieron cautivarles?
–Las miraba para hacer la siesta –respondió Mariano–. Prefiero mirar One Piece o Jojo. Incluso Daniela me apoyó en mirar un anime que tus películas y Adelina quería ver una película clásica.
–Eso duele, Mariano –dijo el actor en tono dramático.
–Mejor las verdades crueles que las mentiras –dijo el rubio sonriente.
–Esto es el Bosque Viviente –afirmó el enfermo.
–¿Hay algún bosque que no esté vivo, Baraka? –preguntó Kung Lao.
–Ningún otro tiene árboles que albergan las almas de los muertos.
–Espera un segundito –pidió Johnny confundido–. ¿Hablas de fantasmas?
–Buenos, no malignos –calmó Baraka–. Una deidad lo creó, tiempo atrás haciendo un trato con el emperador Jerrod y la emperatriz Sindel.
Mariano recordó lo que le había dicho Adelina después de entrevistar a la emperatriz. La diosa era Hela y lo que memorizaba era que tenía una guardia personal.
–¿Ustedes conocen a alguien aquí? –preguntó el actor.
–Algunos parientes lejanos –respondió Baraka.
–No encontrarás zaterranos –espetó Syzoth.
–¿Por qué no? –preguntó Kenshi.
–A los de sangre caliente no les agradamos –contestó Syzoth con severidad–. Así que mantenemos la distancia y vivimos bajo tierra en la provincia de Zikandur.
–Entonces ¿cómo conociste a Shang Tsung? –preguntó Kung Lao.
–Mi capacidad de adoptar una forma humana hizo que mi gente me viera como un bicho raro –contestó Syzoth–. Me intimidaban y escapé. Hambriento y sin dinero, me uní a una feria ambulante. Resultó que había muchas personas dispuestas a pagar bien por ver mi “don”. En aquel entonces, Shang Tsung era un vendedor ambulante. Nuestros caminos se cruzaron y vio mis habilidades. Cuando empezó a aprender brujería de verdad, quiso estudiarme. Y como me negué, capturó a mi familia.
–Vaya –soltó Johnny–. Una oferta que no se puede rechazar.
–Es peligroso… –advirtió Syzoth– y tiene planes. El General Shao, Rain y él están conspirando.
–¿Para hacer qué? –preguntó Kenshi.
–No lo sé con certeza, pues apenas oí fragmentos –respondió Syzoth.
–Es posible que quiera hacer un golpe de Estado –pensó Mariano en voz alta–. Si no ¿por qué aferrarse a la familia real con mentiras?
De repente, se escucharon rugidos salvajes y todos se detuvieron. Baraka desplegó sus cuchillas y Syzoth se transformó en su estado natural. Los rugidos siguieron oyéndose por el bosque y los habitantes del Mundo Exterior salieron a la carrera a una velocidad imposible para el cuarteto. Los rugidos continuaron e inmediatamente se detuvieron.
Mariano y Kung Lao estuvieron delante y preparados para cualquier ataque sorpresa, mientras que Johnny se quedó con Kenshi caminando velozmente. Cada poco tiempo, Mariano volteaba la cabeza para ver cómo estaban y Johnny alzaba el pulgar positivamente.
Caminaron lo más rápido que podían y con cada paso escucharon los rugidos de Syzoth, las filosas cuchillas de Baraka y una voz femenina. Las ramas chocaron contra ellos y Mariano preparó los cartuchos de las armas. Al llegar, la batalla de los habitantes del Mundo Exterior y encontraron a una mujer muy peculiar.
Sus ojos eran negros como la tinta igual a su cabello atado en una cola de caballo. Sus prendas eran blancas, la parte superior tenían mangas cortas estilo capa y parte del contorno parecían alas de ángel. En sus manos portaba una espada filosa y alrededor de sus ojos tenía tatuajes de líneas diagonales.
Mariano miró impactado los cuerpos de los alrededores. Eran monstruos con orejas puntiagudas y colmillos gigantescos. Sus rostros no parecían del todo humanos, pero tampoco eran infectados por el tarkat. Mariano y el resto pasaron al costado de una cabeza decapitada hasta estar cerca de Baraka y Syzoth.
–¿Qué es eso? –preguntó Kenshi mirando alrededor y olfateando.
–Mejor viví en la ignorancia –dijo Mariano.
–Solo sigue nadando –respondió Johnny–. Y… ¿quién es nuestra femme fatale?
–Soy Ashrah, demonio del Infierno.
–¿Demonio? –preguntó Johnny–. Te ves humana, o casi ¿Y qué es el Infierno?
–Los monjes lo explicaron –respondió Kenshi–. ¿Te dormiste en todas las clases?
Johnny hizo una mueca de enojo y contestó:
–Parece que sí en esa.
–El Infierno es la encarnación del tormento –informó Kung Lao.
–No me digas –dijo Johnny sarcásticamente.
–Parezco casi humana porque purgué la mayor parte de la maldad de mi alma –explicó Ashrah–. Cuando termine, habrán desaparecido los últimos vestigios de mi forma demoniaca.
–¿Por qué te perseguían esos demonios? –preguntó Kung Lao.
–Los envió Quan Chi, mi ex maestro –respondió –. Yo era parte de la Hermandad de la Sombra. Su intención era y es dominar los reinos. Me aparté de él cuando me di cuenta de que no podía ayudarlo a corromperlos.
–Y ahora quiere matarme –finalizó Syzoth.
–Exacto –afirmó–. Seguí a Quan Chi desde el Infierno hasta aquí. Está construyendo dispositivos que roban almas a gran escala. Primero los esta está probando con los muertos que residen en el bosque.
–¿Por qué robar almas, Ashrah? –preguntó Baraka.
–Quiere usar su poder ¿Para qué? No lo sé –respondió–. Pero sí sé que su intención es contribuir a los planes de otro brujo, Shang Tsung.
–¿Se conocen? –cuestionó Mariano boquiabierto–. ¿Cómo?
–Maldita sea –maldijo Johnny–. Está en todos lados.
–¿Seguro que Quan Chi está aquí? –preguntó Kenshi.
–Mi kris lo percibe. Está cerca.
–No, no –dijo Johnny firmemente a el ex mafioso–. Irás a casa.
–Tenemos trabajo que hacer –espetó Kenshi–. Quan Chi nos puede llevar hasta Shang Tsung.
–Liu Kang tiene razón –dijo Baraka–. Shang Tsung es un peligro al que debemos enfrentar. Les ayudaré.
–Yo igual –se unió Syzoth.
–Los votos a favor mandan –dijo Johnny en un suspiro–. Moción aprobada. Ashrah, guíanos.
La demonio alzó su kris y guio el camino entre la abundante vegetación. Siguieron caminando por unos minutos y todos estaban al pendiente. En un momento, la espada comenzó a reaccionar en la hoja en un destello blancuzco.
–Quan Chi se aproxima –dijo Ashrah–. Las emanaciones de su maldad se intensifican.
–Esa es un arma poderosa –comentó Baraka.
–Y eso me sirve mucho –agregó–. A medida que destruyo el mal que encuentra, me purifico cada vez más.
–He ido a terapia y estoy a favor de la autoayuda –dijo Johnny–. Pero ¿desde cuándo un demonio quiere tener menos maldad?
–Pasé una eternidad condenada en el Infierno –respondió Ashrah–. Había asumido que no existía ninguna otra cosa. Pero luego conocí la Tierra y el Mundo Exterior. Vi que había una mejor manera de vivir. Pero, para tener algo así, debía limpiar mi alma. Mis hermanas demonios se enfurecieron cuando cambié de parecer. Kia y Jataaka fueron las primeras en perseguirme.
–¿Quan Chi también es un demonio? –preguntó Syzoth.
–En realidad, es el del Mundo Exterior –contestó Ashrah–. Pero dominó la magia negra necesaria para viajar sin restricciones hasta mi reino.
–¿Alguna idea sobre cómo se alió con Shang Tsung? –cuestionó Johnny mirando con asco al zaterrano tras comerse un insecto.
–Comparten una benefactora –respondió Ashrah–. Ella sacó a ambos seres de la oscuridad y les enseño lo que saben. No la conozco, pero no hay duda de que es una hechicera incomparable. Quizás más poderosa que la gobernante que hubo en el Infierno.
La curiosidad de Mariano despertó recordando la investigación de Adelina con la interacción que acaban de tener. Quizás podría ayudarle sacando un poco de información para ella. Si salían del Mundo Exterior podría escribírselo en las cartas.
–¿Cómo que una gobernante? –preguntó Mariano.
–Fue una diosa que estableció un orden.
–¿Qué le pasó?
–Una revuelta fue lo que la hizo caer –contestó Ashrah–. A pesar de eso, muy pocos demonios le siguen siendo leales y esperan su regreso. También, muchas almas de guerreros caídos aguardan su retorno.
–¿No murió? –preguntó Kenshi.
–Algunos demonios dicen que sí –contestó Ashrah mirando la vegetación–. Otros rumorean que quedó en un sueño sin fin. Su poder fue bastante imponente y logró ser una líder bastante temida y respetada.
–Debió ser una diosa con mucho carácter –agregó Kung Lao.
En ese instante, la kris de Ashrah volvió a emitir sonidos y su luz más brillante y dijo:
–Quan Chi está cerca.
Llegaron a un conjunto de arbustos y árboles lo suficientemente bastos para ocultarlos a todos. Mariano visualizó a cinco personas frente a una gran maquinaria extraña y terrorífica. Tenía rostros esqueléticos y un par de columnas espiraladas del color cobre hacia el cielo emitiendo un resplandor verde.
Cada uno del grupo era más peculiar que el anterior. Una chica pelirroja con alas como gárgolas llevaba en sus manos una especie de rubí al igual que un hombre con vendajes en los brazos y heridas por todo el pecho. El brujo las colocó en un orificio como si fuera una boda con colmillos y empezó a conjurar en un idioma extraño.
–Vaya, la trama se complicó –soltó Johnny.
–¿Qué mierda es eso? –preguntó Mariano sorprendido.
–La tierra corre grave peligro –dijo Ashrah–. Un solo ladrón de almas basta para matar a cientos de miles. Si despliega muchos…
–Morirán millones –terminó Baraka con firmeza.
Ashrah alzó su espada. Sus ojos negros como la brea destilaron furia y dijo:
–Yo me encargaré de Quan Chi. Ustedes cuatro, contengan a los demás.
Todos avanzaron, pero Mariano se percató que Johnny y Kenshi se quedaron atrás por unos minutos. Mariano volteó la cabeza y vio que ambos intercambiaban las katanas. Junto a los demás, salieron a la carga de los secuaces de Quan Chi alertando a la pelirroja con alas. El brujo detuvo su encantamiento y dijo:
–Una vez más, evitaste que te capturaran, Ashrah. Y parece que tienes aliados.
–Te enfrentaremos en grupo, brujo –espetó–. ¡No robarás ni un alma!
Se prepararon para arremeter y la chica con alas de gárgolas se abalanzó hacia Ashrah. Mientras, Mariano junto a Johnny se enfrentaron a un hombre de color calvo de vestimenta negra y naranja. El hombre le dio una patada en la cara al actor y el rubio quiso golpearlo con las ametralladoras, pero lo esquivó y le respondió con un puñetazo.
Johnny volvió a contraatacar con un combo de golpes que fueron casi todos bloqueados, Mariano se reincorporó con una patada en las costillas al hombre calvo. Se desestabilizó, el rubio aprovechó para intentar darle un golpe con la culata del rifle viejo y luego, Johnny le dio un puñetazo a la cara. El hombre calvo se reincorporó, atacó a Mariano con una patada voladora y un golpe directo al pecho. Su espalda chocó contra los árboles y se levantó rápidamente con mareos y la vista borrosa.
Golpeó al hombre calvo con la culata del rifle y luego, Johnny le asestó un combo de golpes que no pudo esquivar. El contrincante quedó tambaleante, ambos aprovecharon y le dieron una patada haciendo que cayera entre uno de los arbustos.
En ese instante, Quan Chi terminó su encantamiento y el resplandor verde se desplegó con ferocidad a los cielos…pero, desencadenó algo mucho peor. El grito de una mujer se escuchó por todo el bosque seguido de aullidos y chillidos de lobos. Mariano se tapó los oídos tratando de bloquearlos, aunque sus manos fueron inútiles. Como si la mujer quisiera que todos sufrieran como ella lo está haciendo. Creyó que perdería la conciencia y luego comenzó a escuchar en su mente palabras de la voz femenina.
” ¡Ladrones! ¡Ladrón! ¡Los maldigo! ¡Mi creación! ¡Ladrón!”
El bosque perdió su vida. Los troncos con rostros humanos mostraron su dolor y el destello de sus ojos se esfumaban. Las almas de un color verde oscuro se dirigían hacia el ladrón de almas girando a su alrededor y perderse dentro de su resplandor macabro. Los árboles perdieron sus hojas y el pasto se volvió seco y quebradizo. Poco a poco, sus oídos comenzaron a soportar los gritos femeninos y los aullidos.
–Dios mío. Es un…  –dijo Johnny mirando al cielo–. Tornado de almas.
–Megadeth… –agregó Mariano imitando su acción.
Los rostros de los troncos se transformaron lentamente en cráneos y Quan Chi volvió a conjurar un hechizo sobre el ladrón de almas. Del resplandor verde de la maquinaria surgió una figura casi humana. Estaba encapuchado, su piel grisácea mostraba sus venas y sus ojos eran completamente verdes haciendo que su mirada fuera amenazante. Pareció que la presencia de este ente fue mucho peor, porque los gritos se volvieron más fuertes e imposibles de contener y una vez más comenzó a hablar en la mente de Mariano:
” ¡Mi balance! ¡Ladrón!”
–¿Qué tipo de magia oscura es esa? –preguntó Ashrah en vos alta.
–Somos Ermac. Un conjunto de almas unidas por la magia de Quan Chi. Vivimos para obedecer sus órdenes.
–Mátalos –ordenó el brujo señalando con el dedo.
Ermac salió del tornado de almas y disparó un halo verde hacia los compañeros de Mariano. Pero no pareció mostrar un ápice de dolor y lo alejó con su magia oscura. Mariano sintió el dolor al chocar contra un árbol y su vista se volvió borrosa.
Recobró la conciencia escuchando gritos de batalla. El rubio se levantó a trompicones y pudo ver a Kenshi atacando a Ermac, pero lo lanzó atrás con su magia. Mariano intentó ayudarlo, mientras recargaba sus ametralladoras escondido en un tronco tirado y Ermac le disparó con su halo verde. Una vez recargado, vació todos sus cargadores en la creación de Quan Chi, pero lo lanzó por los aires.
Mariano se levantó y Kenshi atacó usando su katana contra Ermac. Intentó darle estocadas y esquivó con agilidad cada ataque como si pudiera ver al enemigo. En un momento, Kenshi logró encestarle su katana y Ermac gritó. Sus ojos y boca emitieron un aura celeste y Ermac expulsó al ex mafioso, pero se sostuvo con su espada evitando un impacto. Los gritos de la mujer se debilitaron, pero su agonía todavía no.
Mariano quedó boquiabierto cuando vio a la katana de Kenshi moverse sola. Evadió cada ataque de Ermac de la forma más natural posible y al terminar, retornó a la mano de su portador. Se unió a Ashrah a pelear contra Ermac, Mariano tomó el rifle y corrió a ayudarlos. Si no pudo usar las balas, usaría la culata y los puños.
–La pelea no terminó –dijo Ashrah–. Derrotaré a todos los secuaces de Quan Chi.
–Nosotros somos muchos –dijo Ermac con fiereza–. Tú eres una. Te destruiremos.
Ashrah y Kenshi atacaron con estocadas, pero esquivó los esquivó y Mariano aprovechó para darle un golpe con la culata del rifle. Al mismo tiempo, el demonio usó su espada para emitir un halo blanco haciendo que Ermac retrocediera y Kenshi le propició una patada directo al rostro. Mariano quiso darle un puñetazo, pero Ermac usó su poder generando una presión indescriptible y lo alejó. Luego, lo hizo levitar por los aires y lo tiró más lejos haciendo que Mariano soltara un quejido.
Al levantarse, vio a Ashrah moverse tan rápido como la luz haciendo un corte limpio al pecho de Ermac y como contraataque generó la hizo levitar. Al mismo tiempo, Mariano corrió lo más rápido que pudo e hizo una patada voladora. El enemigo volvió arremeter, pero la katana de Kenshi se movió en el aire cortando cada intento de ataque. Ashrah aprovechó para darle un golpe final con una estocada con un resplandor blanco y Ermac cayó al suelo.
–La resistencia nunca es inútil –proclamó victoriosa.
–Nosotros somos muchos. Tú eres una. Te destruiremos –repitió Ermac como una radio vieja y se arrastró por el suelo.
–¿Qué le sucede? –preguntó Kenshi.
–El combate debe haber debilitado la magia que mantiene sus almas unidas.
–¡Sindel! –exclamó Ermac–. ¡Te encontraré!
El aura celeste volvió a salir de su boca y ojos y cayó al suelo. Se miraron confundidos y Kenshi preguntó:
–¿Qué fue eso?
–Vigílenlo –ordenó Ashrah–. Yo apagaré el ladrón de almas.
Mientras ambos se encargaban de Quan Chi, Ashrah con la espada en mano, intentó sacar la gema carmesí de la maquinaria, pero al hacerlo fue expulsada por una explosión. Las almas salieron del resplandor verde perdiéndose en el cielo… excepto una. Voló hasta Quan Chi tirado en el suelo y lo tomó por la cara. El brujo intentó evitar el fuerte agarre, fue en vano y Mariano pudo escuchar al alma decir:
–Nuestra diosa y señora sufre por tu culpa. Te haré sentir su dolor.
La piel aceitunada de Quan Chi pasó a ser blanca como la nieve en cuestión de segundos. Sus gritos se escucharon por todo el bosque, volvió a desmayarse con un ruido sordo y el alma se evaporó. En ese instante, Mariano se percató de que los gritos de la mujer y aullidos de lobos pararon. Sus oídos pitaron fuertemente y no pudo percatarse de que Ashrah caminaba desenvainando su espada.
–Ya que eso no te mató, yo lo haré –dijo alzando su kris.
–¡Para! –gritó Mariano–. No hay que matarlo.
–¡No, Ashrah! –exclamó Kenshi.
–Es muy peligroso para dejarlo vivir.
–Liu Kang debe interrogarlo. Él conoce los planes de Shang Tsung –explicó el ex mafioso.
Ashrah bajó su espada soltando un suspiro de derrota y con resentimiento en su voz aceptó. Los demás se pudieron reincorporar con lentitud y se acercaron hacia ellos.
–Bueno, está claro que pagué muy poco por ella –soltó Johnny refiriéndose a la katana, Sento–. ¿Sabías lo que podía hacer?
–En la leyenda no se menciona poderes místicos –respondió Kenshi–. Las almas de mis ancestros viven en su interior. Intentan guiarme.
–Bueno, solo no olvides quién te la dio, Takahashi –dijo Johnny orgulloso.
–Nunca, Cage. Ahora, llevémoslo a la Tierra –habló el ex mafioso enfatizando en el brujo.
–Sé que para ti este es tu lugar, Baraka… –empezó el actor–. Pero Syzoth, Ashrah; ustedes pueden venir si quieren. Seguro Liu Kang los recibirá.
–Nunca tuve un hogar –dijo la mujer con una sonrisa esperanzadora–. Eso sería maravilloso.
–Lamento cagar el momento emotivo –dijo Mariano–. Tratenme de esquizofrénico, aunque creo que todos lo escuchamos había una mujer sufriendo cuando Quan Chi activó el ladrón de almas. Literalmente, un alma dejó así al forro este porque supuestamente la lastimó. Segundo, tenemos que agilizar el trámite porque va venir el ejército y nos van a matar.
–Fue muy terrorífico lo que pasó –dijo Kung Lao–. Todavía puedo escuchar sus gritos y lo que decía.
–Lo veremos en cuanto lleguemos a la Tierra –dijo Ashrah con seriedad–. Tenemos que cargar a Quan Chi.
Johnny y Kung Lao cargaron al brujo por los hombros y continuaron caminando hacia la capital, Sun do. Pasaron por lo que quedaba del Bosque Viviente repleto de los árboles con rostro transformados en calaveras y otras plantas invadidas por llamas verdes. El pasto crujió con cada paso que daban y Mariano sintió el vacío del ambiente.
Alejado de los horrores del bosque, el grupo llegó a un pequeño río y se sentaron a descansar. Mariano se refrescó un poco y lo despejó de la loca carrera. El reflejo del agua mostró su rostro cuadrado con moretones por los combates, se enjuagó la cara y pasó el agua fresca por la nuca. Hizo una mueca al tocar la herida cicatrizada del golpe que le hicieron en el laboratorio de Shang Tsung. Luego, se remojó parte de la cabeza y el cabello y un alivio lo recorrió al disfrutar el agua fresca recorriendo su piel sudorosa.
Invitó a comer a Ashrah, Syzoth y Baraka, pero el único que se negó fue el zaterrano. Repartió lo último que tenía de comida y empezó a comer la carne seca soñando despierto en las comidas que ansiaba probar nuevamente y saciar su infinito apetito. Después, revisó las heridas de Kenshi con los últimos suministros que le quedaban. La inflamación en los ojos había disminuido considerablemente, pero seguía estando y cualquier indicio de infección desapareció gracias al ungüento de Syzoth y los primeros auxilios.
Durante el descanso, todos escucharon a Quan Chi removerse y quejarse en sueños. Mariano mantuvo cerca el rifle del Viejo Mario para golpearlo en caso de que despertara. Ashrah destiló su mirada de odio hacia el brujo inconsciente y volvía a comer en silencio sumida en sus misteriosos pensamientos.
El día dio paso a la noche y llegaron a la entrada de la capital del Mundo Exterior. Todos se despidieron de Baraka y le agradecieron con mucho su ayuda en batalla. Lo vieron marcharse entre los arbustos y árboles hasta no escuchar sus pisadas y choques con las ramas.
El grupo logró infiltrarse entre los guardias hasta llegar al mercado. Syzoth se había ido a los techos a ver cuánto faltaba para el portal y si había vigilancia. Mientras, Mariano y Johnny lograron robar un poco de ropa y máscaras para camuflarse entre la basta multitud. El rubio encontró un poncho lo suficientemente grande para esconder su mochila y armas sin problemas.
Johnny y Kung Lao intentaban ponerle los atuendos a Quan Chi, mientras Mariano vigiló el callejón oscuro y mugroso en el que estaban. Los ciudadanos pasaron y se apelotonaron en las grandes calles. Los puestos de comida desprendieron sus exquisitos de carne desconocida y de las masas fritas. Los músicos tocaron sus instrumentos y algunos habitantes del Mundo Exterior se agruparon a bailar y otros, lanzaron fuegos artificiales soltando risas al ver el cielo iluminado. Mariano se escondió cuando pasaron guardias del General Shao y notó que las calles estaban repletas de ellos.
–Buenas noches, Príncipe de la Oscuridad –dijo Johnny a Quan Chi inconsciente y miró a sus compañeros–. Perfecto. Encajarán a la perfección.
–¿No podías robar un sombrero más práctico? –preguntó Ashrah y Mariano contuvo una risa.
–Pareces un mariachi –dijo el rubio.
–¿Qué? Te oculta la cara –espetó Johnny–. Y, a decir, verdad te queda bien.
Ashrah sonrió por el comentario y Kenshi dijo:
–Todavía me quedan mis dudas. Llevarlo llama la atención, y no queremos eso.
–Además, para cagarla aún más hay bocha de guardias –agregó Mariano señalando con el pulgar a la salida del callejón–. Cada cuadra hay como dos y creo que son del General Shao.
–Miren allá afuera. Me recuerda a los carnavales –espetó Johnny–. La gente pensará que la fiesta estuvo buena.
En ese instante, Syzoth bajó de los tejados y el actor preguntó:
–¿Qué pasa?
–Vayan hacia el escenario, luego a la derecha y hasta el portal. Pero hay soldados y oficiales por todas partes.
–¿Seguro que es suficiente? Si alguien nos ve estamos muertos –dijo Kung Lao.
–Por eso mismo crearé una distracción –espetó el zaterrano.
–También te buscan a ti, Syzoth –agregó Kenshi.
–Si no ve me ven no podrán atraparme.
Inmediatamente, desapareció de la vista de todos y dejó a Mariano boquiabierto.
–Maldición –soltó Johnny–. No me contaste que eres como el depredador.
Mariano oyó levemente las pisadas de Syzoth perderse en la multitud y los demás salieron con lentitud del callejón mugriento. Los ciudadanos de Sun Do fueron de un lado al otro con risas alegres y bailaban al compás de la música. Mariano se quedó atrás de Johnny y Kung Lao que cargaban a Quan Chi, mientras que Kenshi y Ashrah iban a la delantera.
En un momento, caminaron más lento y Mariano vislumbró a un par de guardias imperiales. El pánico lo inundó, pero el sonido de una explosión y los gritos de la multitud hizo que su corazón no explotara. Volteó para ver un fuego en los techos de las casas hecho por los faroles. El grupo apresuró el paso entre la gente que se apelotonaba y corría despavorida.
Mariano no tenía balas para pelear con los soldados y solamente preparó el rifle del Viejo Mario. Entre la carrera, se percató de que Kenshi no estaba y le invadió la preocupación, pero quedó opacado con las pisadas fuertes y al girar la cabeza, el General Shao y sus soldados estaban encima de ellos.
–Están detrás nuestro –dijo Mariano y Johnny y Kung Lao se detuvieron.
El brujo pareció recomponerse de su sueño y se soltó de ellos. Se tambaleó y Johnny y Kung Lao le dieron una pequeña paliza por turno. Antes de que Quan Chi cayera al suelo, Mariano le pegó con la culata del rifle y se arrastró por el suelo hasta perderse en la multitud. El General Shao no le dio importancia y se prepararon para pelear.
–Si fuera una de mis películas, nos salvaría un personaje cómico e intrépido –dijo Johnny.
–Prefiero a Adelina o a Daniela, muchas gracias –espetó Mariano.
A lo lejos, Mariano le pareció escuchar una risa y cuando giró la cabeza, vio a Kenshi y Syzoth bajar por una soga.
–Si hoy morimos será juntos –dijo el zaterrano.
–No sé si cómico, pero intrépido, seguro –soltó Johnny.
Inmediatamente pateó al shokkan que tenía enfrente y Mariano golpeó con la culata del rifle a un soldado dejándolo noqueado. Se abalanzó a otro y bloqueó el ataque con su espada. Mariano retrocedió a la embestida y aprovechó para darle al soldado un puñetazo en la cara seguido de una patada en la espalda. Sonriente, lo golpeó en la nuca con la culata y rápidamente, esquivó la estocada de un enemigo cercano. Mariano lo empujó con todas sus fuerzas haciendo que chocara contra un puesto de comida. Cuando todos los soldados cayeron, la multitud dejó pasar a los refuerzos liderados por un centauro y Syzoth gritó:
–Debemos irnos ¡Ahora!
El grupo corrió entre los habitantes del Mundo Exterior con el soldado centauro pisándole los talones. Algunos transeúntes les dejaron el paso libre y Mariano se alivió al ver el portal. Junto al resto, corrieron hasta pasar por este y el vuelvo en el estómago alivió a Mariano. Los oleajes violetas se volvieron naranjas y llegaron a la reconfortante Academia Wu Shi.
El aire fresco del lugar reconfortó al rubio, junto al sonido de los pájaros. Las respiraciones agitadas quedaron opacadas y Mariano se posicionó con los demás viendo si del portal salía un enemigo. Milagrosamente, el portal se cerró y el corazón de Mariano se tranquilizó más. Cayó al suelo de madera y soltó una risotada alegre. Sus ojos miraron por arriba el calzado del dios Liu Kang y algunos monjes.
–Hola, Liu Kang ¿todo bien?
–Johnny, Kenshi, Kung Lao, Mariano. Volvieron a salvo –el dios miró a cada uno del grupo y sus ojos blancuzcos se posaron en el ex mafioso–. ¡Por los Dioses Antiguos!
–Tuvimos un encontronazo con los demonios internos de la princesa Mileena –aclaró Johnny.
–Me quitó la vista. Pero Sento, a su manera, me la devolvió.
–Me alegra que Sento y tú se unieran –dijo Liu Kang con una sonrisa triste–. Aunque tenía la esperanza de que esta vez los medios fueran distintos.
¿Esta vez? ¿De qué hablaba el dios? La curiosidad de Mariano despertó rápidamente y lo miró como pudo desde donde estaba.
–¿Esta vez? –cuestionó el ex mafioso.
–Perdón, Kenshi. Me confundí. Ve, los monjes atenderán tus heridas.
Mariano vio como el ex mafioso se marchaba del lugar y dejó de oír sus pasos. Kung Lao decidió acompañarlo dejando a Syzoth, Ashrah, Mariano y Johnny con el dios.
–Encontramos a Shang Tsung, pero se nos escapó –explicó el actor–. Entiendo por qué te preocupa. Está hasta el cuello en cosas muy serias.
–Sospechamos que quizás quiera hacer un golpe de Estado… –agregó Mariano.
–Descansen y coman. Luego hablaremos.
–¿Me pueden traer un martini también? –preguntó Johnny–. Batido, no mezclado.
–Yo quiero un choripán y empanadas de jamón y queso fritas, por favor.
El rostro del dios mostró una pequeña sonrisa. Luego, miró a Syzoth y Ashrah y el actor soltó un suspiro.
–Perdón –dijo–. Estos son los nuevos jugadores de la Tierra. No habríamos logrado volver sin ellos.
–Son buena gente y pelean bien –dijo Mariano alzando el brazo con el pulgar arriba.
El dios se acercó al par y los llamó por sus nombres. Eso hizo que Mariano levantara la cabeza y abriera más los ojos de la curiosidad y sorpresa.
–¿Nos conoces? –cuestionó Syzoth.
–Como protector de la Tierra, sé muchas cosas.
–¿También conoces a mi exmaestro Quan Chi? –preguntó Ashrah–. Conspira junto con Shang Tsung,
–¿Una nueva alianza letal? –repreguntó el dios–. Vengan, todos. Díganme todo lo que saben.
Mariano vio desde el suelo a Ashrah y Syzoth marcharse con el dios y se quedó con Johnny.
–Vaya. Adiós al martini –dijo.
–Y a mi choripán y empanadas –agregó Mariano–. Che, ¿me ayudas a levantarme?
Johnny le extendió la mano y el rubio la aceptó con gusto. Siguieron a los tres y le contaron al dios todo lo que había pasado en el Mundo Exterior. Sobre todo, los gritos y aullidos en el Bosque Viviente. La mirada del dios era seria y sin exponer ni una emoción. Tras contarle cada pedacito de la información, el dios les dio permiso para irse a sus aposentos.
Antes de marcharse, Mariano le preguntó por el estado de Daniela. La amenaza de Shang Tsung opacó sus preocupaciones por su amiga. Deseó que su pierna haya mejorado e incluso, pudiera caminar con normalidad. El dios solo le otorgó con una sonrisa tranquila y le dijo:
–Creo que ella está cerca de los jardines. Se alegrará de tu regreso.
Mariano se retiró dejando a Ashrah y Syzoth a manos del dios. Corrió desesperadamente hacia los jardines y no la vio por ningún lado, fue hacia la enfermería, el recinto de estudiantes y luego, a las cercanías de los entrenamientos. Sonrió al ver a Daniela con muletas tratando de caminar y alzar la cabeza su rostro mostró sorpresa. Mariano corrió y la abrazó con fuerza. Le besó la mejilla y Daniela lo imitó entre risas.
–¿Cuándo volvieron? –preguntó sonriente.
–¿Cuándo pudiste caminar? –repreguntó Mariano alegre.
–Primero contéstame a mí.
–Más o menos –dijo Mariano mirando la herida de su pierna cicatrizada–. No pudimos atrapar al hechicero, pero conseguimos algo de información de él. Ahora vos.
–Los monjes hicieron algo mágico y puedo caminar un poco. Me enteré de lo que le pasó a Kenshi –dijo Daniela con tristeza.
–Sí, fue un duro golpe, pero lo importante es que estamos acá. También, tenemos nuevos compañeros.
–Uh, que bien –soltó Daniela con un brillo en sus ojos cafés–. Los quiero conocer ¿cómo son?
–Una es un demonio del Infierno y el otro es medio un furro, pero simpático. Y quiero comer tengo mucha hambre.
Daniela sonrió y fue con Mariano para ver a Ashrah y Syzoth y luego saquear lo que pudiera de las cocinas hasta llenar su estómago.
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gyumibear · 2 years ago
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Denial.
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◦ Pairing — Choi Yeonjun x GN! Reader, slight Kang Taehyun x Reader
◦ WC — ~5k
◦ Genre — Angst, Slight Hurt/Comfort & Romance in the end
◦ Warnings  —   Swearing, Mentions of cheating, Mentions of breaking up, Yeonjun just is not redeemable in this one...he insults Y/N a bit...Taehyun comforts you!
◦ A/N  — This is my first full post lol, I hope it does well! Much thanks to @gyuwrites for helping me build and plan this fic! Bigger thanks to @yujipg for designing the graphic! I really appreciate the both of you so much! <3 Also thanks to the other k-labels/kflixnet members that beta’d!
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You had always ignored the signs. You ignored it when he turned you down to hang out with her instead. She is one of his closest friends. It's fine. You ignored it when he wanted to study with her instead. Maybe they made plans beforehand... Yep, you had ignored every sign, choosing to make excuses for him. Because you loved him. But your love did nothing but bite you in the butt in the worst moment of your life.
“Hey, can we study for midterms together tonight? I miss you!” You had asked him on the phone just a few hours prior.
“Ah, not today babe…” Again, he was turning you down…
“Eh, why not? We haven’t seen each other all week!”
“I’m sorry…” He “claimed” to be. “I already promised—”
“No worries! I’ll just study on my own… Maybe next time!” You had cut him off, not wanting to drag on the conversation any longer.
You felt sad, knowing he was choosing her over you again, but you didn’t want to look like the jealous partner, so you folded. You always did…
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“Jun can’t study with me tonight, so I think I’ll go to the library. I always do better there.” You chatted absentmindedly with your best friend Taehyun.
“He’s with her again isn’t he?” Taehyun sighed, “Nevermind. Let’s not talk about them.”
Taehyun didn’t like to talk about Yeonjun and that girl. It made him feel uncomfortable, feeling as if Yeonjun shouldn’t be prioritizing another person over the person he was dating. He had tried to talk to you about it, but it only ever made you sad, forcing him to give up on the conversation so you wouldn’t break down.
He wished Yeonjun would treat you better. He wished he could treat you better.
“Yeah, it’s whatever.” You waved your hand around, “She needs him. And I trust Jun. He’s never given me a reason not to, even though I wish I could see him more.”
“I can always talk to him about it,” Taehyun suggested, “If you want.”
“Nah.” You waved him off in response. “I don’t want him to feel like he has to choose. She was his friend before we even knew each other anyway. I couldn’t ask him to drop her. Just like how he couldn’t ask me to drop you, my dear childhood friend.”
Yeah, friend. Taehyun’s thoughts were bitter at that moment. You two had only ever been friends. He was the only one that had ever wanted to be more. You never seemed to think of him as anything else. Now to see you with Yeonjun, sucked. Especially because Taehyun knows that Yeonjun does not deserve you. Not at all.
“Your call.” He responded plainly. “You sure you don’t want me to come with you? I’m free.”
“No no! You have work in the morning right? I couldn’t interrupt your sleep, haha.”
You wouldn’t be interrupting anything… Taehyun wished he had the confidence to just tell you everything. All of his thoughts, everything he knew. But he just couldn’t do it. It could ruin everything. He was such a coward.
“Well, at least let me get you dinner first!”
“Sure Tyun,” You smiled, making his heart flip. “Let’s get dinner.”
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After you’d gotten done with Taehyun, you grabbed your things and dashed right to the library. You were hoping nobody was in your “secret spot” that you and Yeonjun had found your first year of school. You studied there even if he wasn’t with you. It just brought you immense comfort.
As you turned the corner into that spot, your eyes widened in shock and then, betrayal. Yeonjun and his “friend” were wrapped around each other, lips entwined with such familiarity that you knew instantly that this was not their first time doing this.
“Oh-” You couldn’t stop the word from slipping out of your mouth, immediately catching the attention of your boyfriend and his companion.
“Y/N? You weren’t supposed to be here!” Yeonjun pulled away from the girl, pushing his hair back to try and make himself look composed.
“I… I don’t. What?” Your brain was still trying to process what was going on, and by the time it did, Yeonjun was already up, trying to reach out to grab you.
“This isn’t what it looks like, I swear!”
“Then what am I looking at Jun?”
“I— Look, Y/N, I-”
Feeling tears well up in your eyes, several thoughts ran through your head. Angry, bitter ones, but mostly hurt ones. How could he do something like that to you? Did he want you to see this? How long has this been going on? Weeks? Months? You figured that time didn’t matter in the grand scheme of things, but you couldn’t stop your brain. However, you knew you didn’t want them to see you break down. While Yeonjun was stuttering out apologies and excuses, you turned stiffly on your heel and dashed away, Yeonjun muttering something unheard to the girl before quickly running after you.
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Walking out of the building completely, you kept your pace swift, needing the utmost distance from the library that you could find. You didn’t even have an exact location where you wanted to go. Anywhere that was far away from that jerk would be just fine with you, you supposed. But you knew you couldn’t go to your dorm, that was too easy. In your shock, you hadn’t even noticed you’d dropped your bag in the library. Maybe you could get one of your friends to grab it later because you weren’t sure if you’d be stepping back in there anytime soon. What was supposed to be a place of comfort to you had just become the setting for the worst night you had had in years.
You wondered if they were back there, laughing at you. You tried to tell yourself you didn't care, that it didn't matter, but you weren't that convincing because sooner than later you found yourself bawling at a random bus stop. You continued sobbing as you got on and off the bus, not caring that you looked embarrassing. Some kind older women tried to comfort you, but the most they could do was offer you tissues and sympathetic glances.
Your body had gone onto autopilot after you started sobbing. You hadn’t even noticed that you were on a familiar route, walking through a familiar park. Your thoughts only kicked in when you sat down on the bench in the exact park he had confessed that he liked you two years back. Why would I even come here? Now I'm just torturing myself.
"Y/N!" A familiar voice belonging to a familiar jerk pleaded, sounding like it was getting annoyingly close to your location. “Y/N! Are you out here?”
How would he even know you’d come here? Standing up as quickly as possible, you started speed-walking in the opposite direction of the voice. It was too soon. It was not the time, and you were pretty sure it would never be the time. The same voice that was once calling you “the most beautiful person he’d ever seen” belonged to the same mouth that was kissing someone else behind your back. What's the point of dating you if he was just going to cheat? It would’ve been better if he had just broken up with you! It would’ve hurt, but way less than this.
"Y/N! Slow down!" You sped up, trying to show him you did not want to talk.
"Leave me alone." You turned a corner, trying to find a way to lose him.
"Please! Please, just let me explain."
You spun around to face him, watching him throw his bike down to the side. Ah, he rode his bike here. That’s how he got here so quickly. Had he followed the bus on his bike too? You used to find his dedication so admirable, but now you felt nothing.
"There's nothing to explain, J- Yeonjun.” You forced yourself to use his actual name, to show him you were serious. “I saw what I saw. There's nothing else to the story. How could you do something like that? To me?"
Your voice wavered with every word, but you forced yourself to get them out. No matter how hurt you were. No matter how much you wanted to curl up and cry. No matter how much you wished this was just a bad dream. You needed to know. You needed to know why you weren’t good enough.
"Y/N, it was a mistake-"
“No." He was not about to pull the classic ‘cheater gets caught and cries’ card. A spike of anger instantly filled you. "Don’t give me shit, Yeonjun! It was obvious that something was going on! I noticed everything! I saw all the signs and I ignored them. Why? Because I trusted you. I trusted you in our relationship, I trusted you to be honest, and I trusted you with my heart. But I was stupid, I was so, so stupid. But not now. I'm not going to keel over. Just tell me why. That’s all I want because this is over. We’re done, so just tell me why you did it."
You refused to say more. You’d gotten out everything you wanted to say for now. Crossing your arms you glared defiantly into the eyes of your ex until he lowered his head. But after what seemed like hours of staring at him, he still said nothing. His eyes were glued to the ground below him, and you couldn’t tell what he could be thinking. Your thoughts drifted to the girl for a second, wondering what was going through her mind. You quickly shook those thoughts away, this wasn’t about her. This was about you and Jun.
"Come on tell me," You hissed out, making Yeonjun finally return your eye contact. You stared deep into his eyes, making your face as blank as you could manage. “I’ll give you one minute before I walk away. Just tell me. Why wasn’t I enough for you?”
You could see the gears turning behind his eyes. You wondered if he was gonna pull that cliche and have a good excuse like you read in those fanfic stories. You wondered if he was gonna turn the tables and yell at you. If he’d just walk away. But as you wondered and time ran out, he didn't say a word. He just kept looking down at the ground. In your heart, he instantly became nothing to you. Silence doesn't always equal guilty, but in this case, you were the jury and your verdict was guilty.
"Three... Two. One." You counted down, half wanting him to stop you. "Okay, Goodbye Jun."
As you turned your back on him, you heard him take a deep sigh. Oh, now he wants to say something? He always did have a flair for the dramatics. You turned back around, eyes widening when Yeonjun no longer looked guilty. He looked…annoyed.
“You want to know why?” His voice was low, filled with spite. “Because you were boring. It was always about studying with you. Library date this, library date that. So fucking boring.”
Your mouth instantly gaped open. This was not what you were expecting to hear. Yeonjun, however, wasn’t done. He crossed his arms, glaring at you before he continued talking.
“And when you weren’t being fucking boring, you were clingy! Jun, I miss you! Jun when can we hang out? Jun, can I come to hang out with you and the guys?” He mocked your voice effortlessly, gesturing with his hands. “I never got a fucking break with you. Never a moment to myself with you. Granted it was cute the first year, but then I started realizing just how much it pissed me off.”
You wrapped your arms around yourself unconsciously, trying to shield yourself from his words. The tears that had dried up on your face had returned, sliding down your cheeks to your chin. You never thought you’d be hearing these words from Yeonjun. Your sweet, considerate boyfriend? It was like he never existed now.
Yeonjun was still ranting on, while you tried to curl into yourself. You were reflecting on his words, criticizing yourself. You’d never seen yourself as clingy or boring before… You thought he had enjoyed doing your library dates! Why hadn’t he just talked to you?
“Why didn’t you tell me you felt this way…?”
“Obviously because you would’ve done something like this! Crying to make yourself look like a victim.”
“Yeonjun, you cheated on me! I am a victim!”
“You deserved it.” He spat. “Didn’t you say you denied everything in your head? You did it to yourself! It was so obvious, right? You wanted to get cheated on.”
He’s not making any sense! Nobody wants to get cheated on! You tried to talk over Yeonjun, but he tuned you out. He went on to tell you that his “new girlfriend” was nothing like you and how much better she was than you. Just overall crushing your self-esteem. In the middle of it all, you just couldn’t take it anymore and you slapped him.
“Why come out here and pretend you wanted to apologize!?” You screamed, wiping your tears furiously as he held his cheek. “Since you hate me so fucking much!”
“I was apologizing out of pity.” Yeonjun held his stinging cheek, bright eyes burning a hole through yours. “But, you deserved to know the truth.”
You stared at Yeonjun like he had grown another head. His hostility to you was completely unwarranted! You’d done nothing wrong. There was so much time for him to talk to you about how he felt, but instead, he cheated on you? Now he wanted to play victim?! Was this even the same Choi Yeonjun you fell in love with? The sadness and hurt running through your body were instantly taken over by disgust.
“Wow.” You sighed, throwing in the towel. You couldn’t stand being near him any longer. “I can’t do this anymore. Just, leave me alone from this point on. Lose my number, don’t talk to me at school. You can give my dorm key to one of our mutual friends. I’m done with you. I’m glad I found out what you were really like underneath all the lies.”
“Whatever.” Yeonjun rolled his eyes. “Like I care what you think.”
You turned and instantly headed back in the general direction of the bus stop. You refused to look back at Yeonjun or even try to have the last word. You were slowly becoming numb. From the cold and the confrontation you had just had, you felt everything just go numb. You couldn’t wait to get back to your dorm so you could be alone to process everything that was going on. You couldn’t even cry anymore. All you could do was walk forward, hoping you wouldn’t cross paths with him again.
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You decided to call your friends when you got back to your room. They were mutual friends between you and Yeonjun, but you figured you should be the one to give everyone the news. You just hoped they wouldn’t take his side. It’s not that you thought they were the type to do so, but except for Taehyun, everyone had been friends with Yeonjun longer than they had known you existed. But you loved them like brothers, you just hoped they’d still have that same sentiment for you.
You had to throw some cold water on your face, but even then it was still obvious that you had been crying. Oh well, they’re gonna find out anyway. You quickly went to your video calling app, selected the four boys’ contact names, and started a call. Eventually, they all answered, which was surprising because usually one of them was missing. When your screen brightened up with Soobin, Kai, Beomgyu, and Taehyun’s faces, you felt the tears start to come up again.
“Hey!!” Beomgyu greeted enthusiastically, before noticing your sullen face. “Wait, Y/N, what’s wrong? Did someone die?”
All attention was on you now. The call went silent as you took a deep breath. You just had to come out and say it, no use beating the bush.
"I broke up with Yeonjun." Your friends’ faces instantly became laced with shock.
“Huh?” Beomgyu was the first to speak, confusion on his pixelated face.
“Say you’re joking.” Kai pleaded, Soobin shaking his head silently.
“Nope, I’m very serious.”
“I thought you were studying alone tonight?” Taehyun wondered out loud.
"I was… Well, I was supposed to. But when I went to the library, I found out that he’s been cheating on me… With you know who."
Your friends’ faces were unreadable.The boys immediately started talking all at once, trying to get their questions answered, but you couldn’t keep up. Soobin was trying to get them to settle down, but you could tell he wasn't gonna be doing much good in the long run. You could feel a headache coming on so you cleared your throat, raising your voice to hopefully be louder than them.
"He followed me when I ran off to the park where he asked me out. And then he called me boring and clingy and so much other horrible stuff until I just got enough. I slapped him and I left a while later."
“What an idiot,” Soobin responded. “Who does that to someone?”
“I told him he needed to cut it out,” Beomgyu said, catching your attention before instantly realizing his mistake and clapping his hand over his mouth.
“Gyu? You knew about this?” You asked in disbelief.Beomgyu looked away from the screen in shame. This was the second time you were feeling betrayed tonight. This is the worst night of my life.
“I’m sorry Y/N…” Kai responded in Beomgyu’s place. “We all knew… We caught him a few weeks ago…”
“And none of you bothered you tell me?” Your voice came out broken, this heavy feeling of betrayal not even allowing you to feel anger, only heartbreak. “Tyun…? You too?”
“We… We tried to stop him. We didn’t want you to know because we wanted to protect you. He told us he was going to stop and we believed him… We should’ve talked to you.” Your best friend explained guiltily, his voice coming through your phone softly.
“We weren’t trying to hurt you Y/N,” Soobin added. “We all care for you, but we made a mistake. We should’ve told you. I’m sorry.”
“Me too…” Kai and Beomgyu apologized in unison, Taehyun following after.
After that, you told them you were tired and going to bed early. You said you’d have to think about everything you had heard that night and that you’d appreciate some space. Nobody tried to stop you, and that was good because as soon as you were out of the call, you started breaking down again. Nothing was going right for you today. You flopped down onto your bed and cried yourself to sleep that night.
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The next day you went to your classes as usual. You heard a lot of whispers, especially when your classmates spotted them holding hands publicly. You pretended it didn’t bother you and went back to your room as soon as classes were done for the day. You might have put on a tough shell in front of everyone, but to tell the truth, you were heartbroken. He had been your first real boyfriend and he did you just like that? He was parading her around with no discretion or shame. He hadn’t even given it 48 hours!
It’s like he never even cared for me at all. You flopped down ungracefully onto the bed, your face squished into your pillows. Setting yourself up for another crying fit, you knew no amount of ice cream or cold water was prepared to soothe your pain. Stuffing yourself into more comfortable clothes, you grabbed your pillow and lay on your side. No sooner than you had done that, you heard a knock at your door.
"Y/N. It's me, Taehyun. I know you said you want space, but…" You perked up a little bit after hearing your best friend's voice, even though you were still upset. “I really want to see you.”
After the initial shock of the situation had worn off, you were mostly forgiving of your friends. It was a sticky situation, and you weren’t sure you wouldn’t have done what they did if you were in their place. They had tried to speak with you when you encountered each other in the halls during classes, but you were so out of it that you sped by them. I guess Taehyun decided he’d take matters into his own hands.
The boys had wanted to come and check on you, but Taehyun, knowing you wouldn't be down to talk to all of them at once, told them he’d go on his own and send their wishes. They talked for an hour after classes and discussed their game plan. They were all upset at Yeonjun. Soobin especially, being Yeonjun’s closest friend, was extremely disappointed. He wasn’t sure individually where his friends were going to go with their friendships with Yeonjun, but Taehyun knew that he was done with him. Taehyun would always choose you over everyone else, no matter what. You were his family, his best friend, his world.
“Please, Y/N? I brought your favorite snacks…” He knocked again, hoping you weren’t asleep. You weren’t, especially after hearing he brought snacks.
After hearing you say  'come in,' he did just that. Being careful to close the door quietly behind him, Taehyun made his way into your room holding a plastic bag. He put it down on your desk before shifting his attention to you. You sat up in the bed, watching him get near. As soon as he got close enough, he wrapped his arms around you, breathing in your scent and sighing deeply. You let him comfort you, knowing that you missed him just as much as he missed you.
Letting go of you, Taehyun sat down next to you on the bed. The silence in the room wasn’t awkward like you thought it would be. It was comfortable and relaxed. You wondered who was going to be the first to say something, and apparently, he was thinking the same thing. You both side-eyed each other until you made eye contact and immediately started laughing. The room filled with your harmonious laughter until Taehyun settled down, choosing to take the first step.
"I'm so sorry," Taehyun said, hugging you again. He always gave the best hugs when you needed them. "For everything. For what that idiot did and for not telling you when we found out. You’re my best friend, you know? I hate when you’re sad."
“I know, Tyun.” You reciprocated his hug, “I forgive you.”
“Do you want to talk about…him? We don’t have to, I just want to give you room to vent if that’s what you feel like you need to do.”
You thought about it. You had pretty much cried everything away, but you knew you could still get worked up if triggered. But you wanted to share everything with Taehyun. Even at your worst. So, you nodded your head before speaking.    
"I just feel so defeated, Tyun." You confessed, "I just can't believe him."
"It was very unexpected. Yeonjun was the last person I'd think would be a cheater. I thought he stood for more than that."
"You and me both.." You mumbled bitterly. “How could I have been so blind?”
“Don’t,” Taehyun scolded you lightly, “Don’t talk bad about yourself. He’s the problem, not you. Okay?”
“Okay.” You repeated. “It’s just hard for me not to. After he said I was being clingy and crap it’s hard not to have a low self-view, heh…”
“What exactly did he say to you?”
As you filled him in on what you could remember from last night’s conversation, paraphrasing here and there, Taehyun could only start to see red. He was mad at Yeonjun before, but now he was pissed. He wanted to go find Yeonjun and give him a piece of his mind. How could anyone say that type of stuff about you? The person that would bend over backward for everyone, who was kind enough to befriend a friendless loner like him? You were like Taehyun’s personal angel, and he was not going to let anyone talk badly about you. Especially not someone who claimed they loved you. The next time he saw Yeonjun, he’d be leaving with a black eye. That’s a Kang Taehyun promise.
“Woah Tyun, you’re shaking!” You put your hands over his hands, pulling him out of his thoughts. “You okay?”
“Oh yeah! Sorry,” He reveled in the feeling of your hands touching. God, you made him feel so weak. “I just got really mad there for a second.”
"Well, let's not dwell too much on that then," You suggested, "I don’t want you to get angry over me. I’m glad you care enough about me to get angry though, haha.”
Oh if only you knew… If only you knew.
“Anyway, you said you brought snacks. Let’s watch some movies together or something… Spending time with you is enough to cheer me up in general, but we should at least have some background noise!"
You got up off the bed, Taehyun immediately missing your warmth. Grabbing the bag he had brought earlier, you looked inside to see it was stocked up with all your favorite types of candies, and chips and even had a couple of bottles of your favorite drinks. Rich people surely do come in handy sometimes. Not hesitating one bit, you grabbed a bag of candy, ripping it open before tossing a piece in your mouth.
“Sheesh, save some for me!” Taehyun joked, getting up to pull you back over to the bed, the bag of snacks coming along with you.
"Ah, ya snooze ya lose!” You grinned, “In all seriousness though, thank you so much, Tyun. I appreciate it."
“I’d do anything for you, Y/N.” Taehyun blurted out absentmindedly. “I love you a lot.”
When he realized what he said, he instantly flushed bright red. Your face was warm too, amd the both of you turned away from each other to hide your faces. Of course, you had told each other “I love you” before, but the way he said it just now was… different. Like it was holding a deeper meaning than just a platonic declaration of affection.
“Sorry…” He rubbed the back of his neck, “Was that weird?”
“No no!” You waved him off, quickly reassuring him. “You’re fine.”
Your face still felt a bit hot, but you coughed it away. Debating what to watch with Taehyun, you too eventually settled on a movie you had both wanted to see for a while. You snuggled into each other, eating the snacks and making side comments during the watch. It was like every other time you two hung out, but this time it just seemed like there was more to it.
Ugh, relax Y/N. You just got out of a relationship. Plus, Taehyun doesn’t see you that way. We’ve been friends since we were kids. You’re just… feeling emotional right now. You talked yourself down, denying your feelings. Did you even have feelings? Maybe you had been too blinded by Yeonjun to notice that you may have had a semblance of feelings for your best friend. It didn’t matter, you weren’t going to use Taehyun as a rebound. That was if he even liked you in the first place. You gave yourself a mental slap in the face before going back to watching the movie.
A few hours later, the movie was finally over. You were getting tired, the snacks were gone, and Taehyun hadn’t said a word in minutes. You glanced over at him, seeing that he had nodded off. He looks so pretty… I mean, peaceful. Yeah, peaceful. You facepalmed yourself. What was up with you today?
“Tyun?” You whispered your best friend’s name. He didn’t respond.
You tried nudging him a bit, but from where you were smushed into his side, you couldn’t move much yourself. You whispered his name a few more times, trying to coax him awake. That was until you looked at your clock on the wall and saw that it was around 2 in the morning. Yeah, I’d be a terrible person if I woke him up right now and sent him home.
Deciding to just go with the flow, you curled deeper into Taehyun’s side. You were slowly dozing off, reflecting on the past days… So far you had gotten cheated on, broken up with your first boyfriend of two years, and started feeling a romantic(?) interest in your best friend. It’s like I’m in a novel or something.
“Mm…Y/N…” You were startled by Taehyun talking in his sleep. Usually, only Beomgyu did that. “I like you… A lot…”
You think your face could’ve been the sole cause of global warming with how hot it got after that. Is he dreaming about me? Well obviously, he said my name! He said he likes me! You willed yourself to calm down, trying not to move around too much and risk waking up Taehyun. You wouldn’t know what to say if he opened his eyes at the moment. You’d probably look like an idiot.
Taehyun let out a soft laugh in his sleep. It was one of the prettiest things you’d heard in a while. Man, you were down horrendous. You wondered what he was dreaming about. Maybe you’d ask him in the morning. Maybe you’d ask him out for breakfast. Yeah no, your brain needed to shut off immediately. That was too fast. You were still recovering from a breakup after all.
Finally settling down enough, you closed your eyes. This had been a wild 48 hours for you, with so many discoveries. But one thing was for certain if anything: You were most definitely falling for your best friend.
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alexxv · 7 months ago
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HABILIDAD: MANEJO DE ARMAS (1/3)
ÁRBOL FAMILIAR : 𝐂𝐎𝐍𝐎𝐂𝐄 𝐀 𝐋𝐎𝐒 𝐓𝐀𝐘𝐋𝐎𝐑 !
tyrell taylor, 51 años. contador en richmond y de forma privada para la familia.
jeff anurak taylor, 50 años. bombero en richmond.
alexa taylor, 29 años. hermana mayor, solo por edad. miembro de fuerzas especiales militares estadounidenses.
danielle taylor, 27 años. hermana del medio y la primera en llegar a la familia. detective privada.
charlie taylor, 18 años. el bebé de la familia. estudiante de último año en la escuela secundaria.
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ÁRBOL FAMILIAR : 𝐂𝐎𝐍𝐎𝐂𝐄 𝐀 𝐋𝐎𝐒 𝐂𝐇𝐎𝐈 !
evelyn kang choi, fallecida.
kangmin choi, fallecido.
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grccve · 1 year ago
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Un sentimiento de alivio hace acto de presencia al percibir como el jovencito se tranquiliza. Marianne quizá parezca seria, iracunda e intimidante... y lo es; pero también es amable en el fondo, empatiza con los demás mejor de lo que parece. "Disculpa aceptada". El rastro de una sonrisa tenue se hace presente, incluso si el gesto no se prolonga más allá de dos segundos, su semblante cambia ligeramente, mostrándose no tan a la defensiva. "Ja, no podrías asustarme. Además, estaba lista para lanzarte mi bolsa de compras a la cabeza si resultabas ser un malhechor". El plástico es estrujado entre sus dedos, regresándola a la realidad. Una tarde de compras como cualquiera, otro día donde regresará a lamentarse en un hogar desolado y, para rematar, esa sensación de haberlo visto antes no la deja tranquila. Bravo, otra cosa que enumerar en su lista de ansiedad. "Lastimosamente, no soy la persona que buscabas. Pero si necesitas ayuda con alguna indicación, puedo ayudar". Dicho eso, como si no hubiera estado caminando hacia casa, busca el primer banco cercano para tomar asiento, colocando las compras a su lado.
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deseando guardar imagen en su memoria, orbes no paran de analizar semblante ajeno con detenimiento. la mujer era mucho más bonita de cerca, mucho más a como la había imaginado en su cabeza durante años. de no encontrarse tan nervioso, una sonrisa se hubiera extendido por sus labios. todo niño solía decir que sus respectivas madres eran las más hermosas, pero athoos estaba completamente seguro que él ganaba en esa contienda. sincronizando su respiración con ella, comienza a sentir menos presión en su pecho, aunque manos siguen temblando con ligereza. “ de verdad lo siento ” murmura de nuevo, dispuesto a disculparse toda la tarde de ser necesario. “ no soy muy bueno socializando… no sabía cómo acercarme ” formula mentira conforme habla, haciéndolo cada vez menos convincente. sin embargo, ¿qué más podía decirle? dudaba que revelar su identidad y parentesco fuese una buena idea. “ perdóneme si la asusté. ¡me-mejoraré mis modales! ” promete impulsivamente, haciendo una pequeña inclinación hacia contraria.
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an-shnel · 3 months ago
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@ Angel
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Nombre: Kyle Amaha Apodo: kyky / otoñito / ky / angel Edad: 22 años. Nacionalidad: estadounidense / japonés. Profesión: Estudiante de repostería. Profesión secreta: Se dedica a subir vídeos en onlyfans. Nombre en onlyfans: Angel
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Mejores amigos/as:
⁠Kang Taemin - 23 años - Danza contemporánea.
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Yamada Soul - 22 años - Cocinero.
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⁠Choi Jaebeom - 22 años - Locutor y Músico.
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⁠Park Jisoo - 23 años - Modelo y actriz.
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Personalidad: Kyle proviene de una familia de clase media una que no tenía que pelear por gustos pero si era de padres estrictos y conservadores. Nació en Japón y vivió en Inglaterra hasta que se decidió por ir a una universidad internacional alejada de su familia. Tiene un hermano mayor de 32 años, Dylan Amaha con quién no tiene mucho contacto puesto salió de casa ni bien tuvo mayoría de edad.
Kyle preparó sus estudios en privado puesto que la repostería para sus padres era más como un hobby que una carrera, se negaron a pagarle la universidad si esa termina siendo su elección, ya que sus padres solo accederían a pagarla la universidad si estudiaba medicina o leyes. Que le ve el atractivo al uniforme o las personas que tengan el conocimiento pero nunca se vio a si mismo como alguien que estudie aquello. Puesto que ahorró con trabajos de medio tiempo y ganó una beca que cubría el 50% de los gastos decidió marcharse. Realmente es de una personalidad tímida cuando está expuesto a otras personas y su manera de vestir se destaca por un estilo de ‘mecánico’ o ‘pandillero’ para alguien que estudia repostería. Sus amigos juran que nunca le han visto vestirse adorable que vaya con sus características faciales como sus labios o sus pecas.
Al mudarse a otro país, ha conseguido un departamento cerca de la universidad a buen precio que puede cubrir por un año sin problemas aunque igual ha conseguido trabajo de medio tiempo en una cafetería. La verdad que vive muy apretado de dinero le es dificil darse sus gustos ya sea en comida, ropa o necesidades propias. Comenzó a utilizar la plataforma de Onlyfans por confundirla con su twitter privado (accidente dice) al subir una foto de él usando prendas muy lindas sobre su cuerpo. Con el tiempo se ha llamado ‘Angel’ tanto en twt como of, y solo en dias que se encuentra estresado sube videos especiales o como sus fans llaman ‘videos del paraíso’ son generalmente Kyle posando prendas femeninas sobre su cuerpo o masturbando su ano para los fans. Con tan poco tiempo sin necesariamente mostrar su rostro ganó una popularidad y un ingreso adicional, con ello se compra más ropa y juguetes para experimentar, también en actualizar su cocina. Sin embargo nunca ha invitado a nadie a su casa con el temor que asocien los fondos con su cuenta privada.
Los últimos requests han sido una suma alta de dinero para que interactúe con una cierta persona, dicen que serían el match perfecto incluso ha encontrado en twitter que usan sus fotos con las de este chico haciendo ver el match que son. Aunque puede ser cualquiera prefiere no entrometerse no vaya a ser un mega catfish y encontrarse con un loco.
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clvhq · 2 years ago
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sofi, tu cambio ha sido autorizado.
kim minjeong pasa a estar liberada y song jia queda ocupada en su lugar.
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safehavenhqs · 3 months ago
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¡Bienvenido, RESIDENTE! SONG KANG se ha inscrito al PROYECTO PHOENIX bajo el nombre de MAR como FAMILIA 4.
MAR, esperamos tu llegada a SAFE HAVENdurante las próximas 48 horas. Si tu viaje sufre algún retraso te pedimos por favor te comuniques con nuestro equipo para cambiar tu hora de llegada. ¡Buen viaje!
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grccve · 11 months ago
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El sonido capta su atención, en automático, mirada se dirige hacia el sitio del que proviene. A decir verdad, ni siquiera necesita comprobar de qué o quién se trata, pues está acostumbrado a esto; quizás es sólo un mero reflejo por atrapar a Minho in fraganti. "Creo que no la borrarías de todos modos". Sereno como siempre, el músico sonríe suavemente. En sus ojos no existe rastro de reproche o reclamo, mucho menos de enojo, pues sus oscuros ojos sólo saben iluminarse cada vez que observa al contrario. "¿Siempre te ha gustado tomar fotos de manera espontánea?"
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Click
El  sonido  de  la  cámara  fotográfica  anuncia  que  ha  capturado  un  momento,  en  el  espacio  tiempo,  que  no  se  repetirá  nunca  de  a  misma  forma  pero  que  cuando  revele  la  fotografía  podrá  mantenerlo  por  siempre  conmemorado.  No  es  la  gran  cosa,  es  solo  Baekmoon  concentrado  en  la  afinación  de  su  instrumento  y  Minho,  no  puede  evitar  encontrarlo  perfecto  bajo  las  luces  del  bar  y  entre  el  aroma  a  diferentes  alcoholes.  -  —Ops,  resbalón  de  dedo  —  -bromea,  sonriendo  bonito  para  evitar  que  el  otro  le  pidiera  borrar  la  fotografía.  -  —Prometo  borrarla  si  es  que  luces  mal,  pero  hyung,  eso  es  imposible  para  alguien  con  ese  rostro. | @grccve
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ao3feed-ateez · 4 months ago
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A Wonderful Family [Honghwa]
read it on AO3 at https://ift.tt/JHGzmgC by hongdesire Se narra la historia de una númerosa familia que una pareja de jóvenes formaron para consolidar su eterno amor incondicional. Words: 2254, Chapters: 1/6, Language: Español Fandoms: ATEEZ (Band) Rating: General Audiences Warnings: Creator Chose Not To Use Archive Warnings, No Archive Warnings Apply Categories: M/M Characters: Kim Hongjoong, Park Seonghwa, Jeong Yunho (ATEEZ), Kang Yeosang, Choi San (ATEEZ), Song Mingi (ATEEZ), Jung Wooyoung (ATEEZ), Choi Jongho (ATEEZ) Relationships: Kim Hongjoong/Park Seonghwa Additional Tags: Family Fluff, Meet the Family, Team as Family, Mpreg, Pregnancy read it on AO3 at https://ift.tt/JHGzmgC
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aureliahillshqs · 1 year ago
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* NUEVA RESERVA AUTORIZADA.
SONG KANG queda reservado en el CUPO #22 de la FAMILIA PARK a nombre de BAMBI.
¡muchas gracias por tu interés en @aureliahillshqs! el primer paso ya está hecho, ahora contás con tiempo hasta el martes 02 de enero para enviar el formulario, en caso contrario, la reserva será dada de baja. si llegaras a necesitar más tiempo, no dudes en solicitarlo y ante cualquier duda, ¡nuestro chat está disponible! por cierto, si querés unirte al servidor de discord del grupal para hablar con las demás users en la familia antes de armar tu form, ¡podés hacerlo!
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clementinatehasperdido · 6 months ago
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Libros - Mitad de año (Abril, Mayo, Junio)
La segunda parte de la lista <3
Abril:
The Memory Police - Yōko Ogawa : Es un libro peculiar. Cuenta la historia de una isla japonesa en la que las cosas desaparecen y al desaparecer las personas pierden el recuerdo de ellas. La policía de la memoria se encarga de eliminar todo rastro de estas cosas. Es bonito, desconcertante.
The Housekeeper and the Professor - Yōko Ogawa : Si hay un libro de Ogawa que leer es este. Lloré mucho. Es HERMOSO. Te calienta el corazón. Una mujer es contratada para cuidar a un matemático que debido a un accidente sólo tiene memoria a corto plazo durante 80 minutos. El libro relata la relación entre la mujer, su hijo y el profesor. Un libro lleno de empatía.
The Island of Missing Trees- Elif Shafak: Es un libro sobre una comunidad partida por la guerra. Una historia de duelo, migración y exilio. Pero también es sobre amor. Contada en tres tiempos, presente, pasado... y ¿presente? , uno de los tiempos lo narra un árbol.
This Is How You Lose the Time War -Amal El-Mohtar y Max Gladstone: Es ciencia ficción pero no parece ciencia ficción. Es un libro estructurado en cartas y es sobre vínculos humanos, sobre las ansias de relacionarse con otros. Lo amé, muy personal y lloré mucho (¿sorpresa?).
As Long As the Lemon Trees Grow- Zoulfa Katouh: Es una historia de guerra en Siria. Es muy triste, lacrimógeno total. Demuestra lo más terrible de la guerra. Es libro importante, es ficción pero es real.
Greek Lessons- Han Kang : Es un libro complejo pero la ptmr, qué lindo escribe Kang. Es sobre cómo el lenguaje nos conecta, sobre las pérdidas y la intimidad del dolor.
If cats disappeared from the world-Genki Kawamura: Un hombre descubre que tiene 6 meses para vivir pero llega a su casa y se encuentra con un doble suyo que dice ser el diablo y le informa que morirá mañana. Sin embargo, le tiene una propuesta: le permitirá vivir un día más, si cada día elige que algo desaparezca del mundo. Es un libro aceptación, relaciones, introspección y modernidad.
Mayo:
I Who Have Never Known Men - Jacqueline Harpman: Es un libro especulativo, que no tiene respuestas pero que te da todo. 40 mujeres viven encerradas en una jaula , no pueden mantener contacto entre ellas y los guardias las ignoran. Un día todo cambia y pueden escapar. Aborda temas sobre la condición humana, género, envejecimiento, comunidad y libertad. Es muy lindo y te frena de golpe. Es cruel por ratos porque los personajes no conocen otra cosa que la frialdad.
No One Writes Back -Jang Eun-Jin: Un hombre vive viajando con su perro ciego. En el camino se encuentra con personas a las que les asigna un número. A todas les pide su su dirección para escribirles cartas. Sin embargo nunca recibe respuesta. Él no se da por vencido. Las últimas 30 páginas son para llorar duro y parejo. Habla de la soledad, de los corazones rotos, esperanza, familia y arrepentimiento.
The ocean at the end of the lane- Neil Gaiman: Amo a Gaiman. Escribe ficción como nadie. Este libro me partió el corazón en pedacitos. Una historia sobre infancia, realidad, olvido, amistad, familia, pérdida y consecuencias. Muy oscuro pero hermoso.
Ursula K. Le Guin: Conversations on Writing: TE AMO LE GUIN. Dios santo. Es un libro de entrevista en el que Le Guin discute con el entrevistador temas de clase, colonialismo, lingüística, género, escritura y ciencia ficción.
Sweet Bean Paste - Durian Sukegawa: Qué hermoso libro. Cuenta una historia muy triste pero al final te deja una sensación de esperanza y felicidad impresionante. Terminé llorando con una sonrisa. Es una historia de una amistad poco convencional.
The Book Of Goose- Yiyun Li: Una novela que te hace pensar en que a veces la literatura y en general los productos sean audiovisuales o no están hechos para tener reacciones viscerales a ellos y está bien darle la bienvenida a esos sentimientos. Es un libro sobre la pérdida de una amistad pero también sobre la pérdida de identidad , sobre juventud y recuerdos.
Sea Change by Gina Chung: Es un libro sobre el duelo y todo lo que este trae después. Un relato de abandono, amor y pérdida pero también de crecimiento.
Junio:
Nocturnes - Kazuo Ishiguro: Ishiguro es uno de mis autores favoritos. Este libro es una compilación de cuentos. 5 historias sobre cómo la música se enreda en la vida de las personas. Amor, música y relaciones. Mi único problema: MALE GAZE.
Neverwhere- Neil Gaiman : Ya he dicho que adoro a Gaiman. Este libro fue otra recomendación que guardo en el corazón. Una historia sobre la ciudad que muchos no quieren ver. Es sobre desigualdad y lo distinto. Es un viaje, un aprendizaje.
This Thing Between us- Gus Moreno : Un libro de terror que muy humano, en el que el terror termina siendo la propia humanidad del narrador. Es sobre el duelo de un hombre tras perder a su esposa. Mezcla de tecnología con realismo mágico. Increíble novela contemporánea.
Homefire- Kamila Shamsie : Historia inspirada en la tragedia de Antígona escrita por una escritora pakistaní. Es emocional. El FINAL. POR DIOS. LA ESTRUCTURA DE ESTE LIBRO ES ESPECTACULAR.
Outline- Rachel Cusk: No fue mi favorito pero es bonito. Un libro valiente sobre la escritura , una colección de encuentros.
A Psalm for the Wild-Built y A Prayer for the Crown-Shy- Becky Chambers: Mis dos libros favoritos del mes. Qué hermosos. Es ciencia ficción tranquila. La trama va así: En el futuro los robots tomando conciencia y dejaron de trabajar para los humano por lo que desaparecieron para nunca más ser vistos. Años después, Dex, un monje que sirve té y se ha alejado de toda su comunidad se encuentra con Mosscap.
Mosscap es un robot que tiene la misión de responder a la pregunta ¿Qué es lo que las personas necesitan? Un libro reconfortante. Trata temas de amistad, identidad, propósito, productividad, naturaleza y comunidades. Si alguien te recomienda uno de estos libros, te quiere mucho.
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