Tumgik
#estrenando nueva ship
nickfraworld · 4 years
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Hay que darle gracias a la lluvia
escrito cute, nueva ship <3
“Vi que mañana llueve, y tú tienes libre, ¿cierto?”  Habló con calma Ottar, después de un pacífico silencio. La pregunta iba dirigida a su pareja, Ilya, quien estaba muy cómodo entre sus brazos, disfrutando de las ventajas del físico más amplio de su novio. Ambos llevaban un buen rato así, recostados y envueltos por el calor del otro, contemplando el atardecer, cuya belleza quedaba enmarcada entre las ventanas de la casa rodante en la que Ottar vivía.
“Ajá” afirmó Ilya, sin mayor elaboración, aunque no se escuchaba somnoliento. Ottar sonrió, disipando la idea de que tal vez tanta tranquilidad había dormido a su acompañante. Si ese hubiese sido el caso, al menos ya se había sacado los lentes que usaba. Estaban seguros en la pequeña repisa cercana. Pasó a su siguiente pregunta.
“¿Por qué no te quedas a dormir conmigo? Y mañana no salimos a ninguna parte”
Ilya, por su parte, se acurrucó más contra su cuerpo, suspirando, bañado por la paz de la contemplación al cielo y la calidez del más grande.
“No pensaba ir a ningún otro lado..." Fue su respuesta. Simple, natural. Había ido con el deseo de poder quedarse con él más tiempo, aprovechar esos días libres lejos de sus compañeros de labores. Aunque los estimaba mucho, a veces podían acabar con su paciencia.
Ottar fue entonces quien suspiró contra los cabellos azulados de su pareja, y apretó más el abrazo, satisfecho con su respuesta.
"Qué buena decisión”
La lluvia que se avecinaba posiblemente había cambiado los planes que Ilya había trazado para pasar su descanso junto a su novio, pero en el fondo, realmente no era problema. Qué mejor que un día de hacer absolutamente nada más que estar juntos, en aquel acogedor vehículo, habilitado por Ottar para ser su propio hogar. Aún siendo dos adultos, altos, de físico marcado, aquel espacio no se sentía tan pequeño. Era del tamaño justo y necesario para recibir a Ilya y seguir siendo, como Ilya mismo lo sentía, un lugar acogedor, no incómodo ni estrecho. Si circulaban con cuidado por las partes mas ocupadas por los muebles, entonces no tenían ningún percance.
Así siguieron, charlando, escuchando música y distintos programas por la radio instalada, circulando dentro de la casa rodante y estirando las piernas en el exterior un rato, disfrutando de cada momento, solo ellos dos. Hasta que se oscureció, y el cielo, carente de estrellas, reflejaba que tarde o temprano se cumpliría el pronóstico dado para el próximo día.
Nuevamente en el interior, Ottar se aseguró de cerrar bien todo, mientras Ilya se instalaba en la cama. Ottar desarmó su peinado, liberando sus cabellos castaños largos de aquel tomate desordenado que se había hecho en algún momento de la tarde, y preparó té para ambos. Mientras esperaban por aquello, él tomó su pijama de un cajón bajo la cama: una polera blanca gastada y unos pantalones grises, muy cómodos. Luego miró a su pareja. Recordó que no vino con mucho y se rascó la barba.
“Creo que de nuevo no viniste tan preparado. Deja ver qué tengo para ti”
Siguió buscando en aquel cajón y encontró otro pantalón cómodo, con elástico en la cintura, y otra polera, en mejor estado que la que él usaría. Se las entregó a Ilya y pasó a vestirse con el nuevo conjunto para descansar. La tentación de mimar a Ilya mientras se cambiaba también era enorme, pero se contuvo. Tenían muchas horas por delante para demostrarse su cariño mutuamente.
Una vez que terminó de vestirse con su pijama, miró a su novio, quien también estaba listo. Se quedó en blanco unos instantes, contemplando cómo, a pesar de que el ruso era fornido, no llenaba la prenda. Al contrario, la polera le quedaba un poco grande, dejando ver algo más de piel bajo su cuello y parte de su hombro. Era una vista que podía tener dos posibles consideraciones. O era tierna, o era sexy. En el caso de Ottar, no se molestaba en excluir una. La vista era tierna y sexy al mismo tiempo. Le hacía consciente de la diferencia física que todavía existía entre ambos. El noruego, fiel a su propio estilo, quiso sacudirse de su embelesamiento con un comentario rápido. Se acercó a Ilya y le despeinó.
"Ottar número dos. El té está listo"
Ambos tomaron té sentados en la cama, que les ayudó a conservar el calor, y una vez terminaron, volvieron a recostarse y a acurrucarse. Se quedaron dormidos entre besos perezosos y caricias tiernas, y con el sonido de la lluvia recién iniciada.
Al día siguiente, la lluvia se había intensificado, ambos pudieron notarlo al volver a la realidad. Para Ilya, aquel momento era demasiado reconfortante. Despertar cobijado por el calor de Ottar, en vez de amanecer en su propia cama, en su casa solo, en aquellos días libres, no tenía precio. No lo cambiaba por nada. Abrió sus párpados para encontrarse de frente con el rostro de su novio, quien le esperaba con una cálida sonrisa que su barba no podía ocultar, y caricias suaves en su propia mejilla. Junto con el beso de buenos días, eran la recepción perfecta. Ilya le acomodó algunos cabellos traviesos que se habían cruzado por su cara, y luego de que ambos disfrutaron de un rico desayuno, volvió a acurrucarse contra su pecho, mirando por la ventana cómo caía la lluvia con mayor intensidad y sintiendo los latidos de su novio, fuertes, vigorosos. Ottar siguió dejando caricias tranquilas en su brazo, perdido en la plenitud de esa cercanía, de lo que iba de esa jornada.
“…Mmh…”
“¿Qué pasa?”
“…Nada malo, solo tuve ganas de dibujar algo, pero olvidé mis cosas”
“Oh… lo siento, creo que no tengo nada útil para eso”
“No te preocupes. Vengo a pasar el día contigo, realmente”
Y así fue como, días después de esa visita, él estaba guardando su regalo en otro cajón, esperando el momento para entregárselo a Ilya.
“¡Es cierto!” Dijo Ottar, después de tener ese recuerdo. “Ilya… te tengo una sorpresa”
Sin esperar mucho a que su pareja se acomodara y procesara todo, se levantó de la cama y buscó en el cajón donde sabía que estaba su regalo. No lo había envuelto, pero pensó que quizás era mejor así, sin tanto misterio. También quería ver la reacción de Ilya desde el primer segundo. Cuando captó que su novio estaba sentado mirándole con atención, levantó el obsequio y lo depositó en sus muslos. Aquello consistía en un cuadernillo de dibujos, con hojas especiales para el tipo de dibujo que solía hacer Ilya, y un set de distintos tipos de lápices y plumas. Un regalo para su novio artista, para que no volviera a extrañar dibujar cuando tenía inspiración.
Ilya miró el regalo al tiempo que lo tomaba. Su expresión era difícil de descifrar, la única certeza era que se había quedado sin palabras. La dificultad para leer su expresión solo fascinaba más a Ottar, quien desde hace un tiempo comparaba a Ilya con un lobo, por la elegancia, la aparente frialdad, el aura de misterio y misticismo que le rodeaba y por más detalles.
Ilya se quedó contemplando el regalo otros segundos, y en su interior, comenzó a entender lo que significaba. Ottar había pensado en él. En su rostro entonces nació una sonrisa, al tiempo que acercaba el obsequio a su pecho, abrazándolo, como un tesoro preciado. Para Ottar, cada una de sus reacciones era oro puro, y se sentía realmente privilegiado. Como líder de un equipo, y en su día a día en general, Ilya siempre proyectaba más seriedad, una imagen más fría, ordenada, y era bastante reservado. Poder ser testigo de sus emociones y su reacción tan genuina, le hacían sentir muy afortunado. Ottar le sonrió también, sin querer interrumpir su cadena de reacciones. Sentía un calor exquisito en el pecho.
Ilya entonces, levantó su vista hacia él, su expresión más fácil de leer: estaba conmovido por aquel regalo, y agradecido. Eso lo externalizó, después de otros instantes.
“Gracias” Fue un tono tan suave, que Ottar sintió que era capaz de derretir cualquier hielo en el exterior. Sonrió más amplio a su pareja, todavía contemplando la sonrisa en su rostro.
“Ver esto hace que todo valga la pena. Eres fascinante" Dijo luego, y luego pasó a acariciar su mejilla, mirándole con ternura.
"Aún no sé qué es eso que encuentras tan fascinante, pero gracias, de verdad..." Tras eso, Ilya volvió a bajar la vista unos instantes. No lucía apenado, sino pensativo con aquello que Ottar le acababa de decir. En verdad no terminaba de comprenderlo, pero no lo pondría en duda tampoco, solo podía sentirse feliz, la sonrisa en su rostro creció. Ottar, que le seguía mirando, rió por lo bajo cuando escuchó su incomprensión. Movió la cabeza en una negativa suave, y buscó un par de palabras para dárselas a su pareja.
“A veces las cosas son simples”
Ilya volvió a mirar el cuadernillo y el set, y entonces, se sintió inspirado.
"Está bien si lo pruebo ahora mismo?"
El rostro de Ottar se animó más con eso, y pellizcó su mentón de manera juguetona.
"¡Claro que sí! ¿Por qué me preguntas? Anda, deja fluir el atacazo artístico"
Ilya rió y le dio un beso fugaz en la mejilla, después buscó sus lentes y un lugar y posición cómoda. Ottar por su parte, luego de acariciar su mejilla justo sobre el lugar en donde su novio depositó su beso, pasó a sentarse en el sector del comedor. Apoyó el codo sobre la mesa, descansó su mentón en la palma de su mano y miró por la ventana hacia la lejanía. Cuando Ilya solía tener sus momentos de inspiración, él le daba su espacio y respetaba el momento.
Una vez que Ilya se instaló bien, comenzó a trazar líneas, haciendo contacto visual con Ottar de tanto en tanto. Él, después de unos minutos, se dio cuenta y le miró con curiosidad.
"Trata de no moverte mucho” Rompió el silencio el artista. “Solo un momento más..."
Ottar alzó una ceja y luego volvió a estar como estaba antes.
"No pensé que yo sería lo primero que ibas a dibujar ahí"
"Eres lo mejor del paisaje en los alrededores” Dijo tras otro momento de silencio Ilya. “No iba a desaprovecharlo"
"¿Mejor que la lluvia? ¿mejor que el bosque?" Sonrió un poco, pero de inmediato volvió a hacerle caso y no moverse tanto.
Así pasaron los minutos, hasta que Ilya terminó su trabajo. Tras eso, se quitó los lentes, los dejó de nuevo en la repisa y regresó a la cama, e invitó a Ottar a seguirle. El mas grande no lo dejó esperando, y regresó con él, envolviéndole una vez mas con sus fuertes brazos. Ilya entonces alzó su cuadernillo y le mostró el resultado. Ottar abrió sus ojos reflejando gran sorpresa, alternando entre el cuadernillo y su pareja. Finalmente, sonrió y le volvió a despeinar una vez más.
"¿Bromeas? ¡Está genial! Hasta mejor que la realidad diría yo, y eso estaba bastante difícil de superar" Guiñó un ojo, coqueto, y apretó el abrazo, pegando sus frentes.
“Te amo” Afirmó, luego de una pausa. Ya había perdido la cuenta de cuántas veces le había dicho esas palabras.
“¿Por un dibujo?” Su acompañante sonrió y le acarició la mejilla, sobre la barba. “Tal vez sí debí ser artista entonces…”
Sus labios fueron visitados por un beso fugaz, por los labios de Ottar, y su piel acariciada por su barba.
“Tienes mucho talento” la voz de Ottar sonó menos ronca que lo natural. Estaba disfrutando mucho la caricia incesante en su mejilla.
"Me alegra que lo creas" Siguió con el diálogo Ilya, aún sintiendo el beso cosquilleando sobre sus labios, no pudiendo evitar sonreír otra vez. "Porque me siento algo oxidado, no he podido dibujar tanto como quisiera desde que me uní a los bomberos... supongo que también necesitaba algo que de verdad me inspirara"
Tras eso, le acunó el rostro con cariño, atesorándole aún más que al regalo que solo un rato atrás había sido obsequiado. Cerró sus ojos, sintiendo la respiración de Ottar acariciar su piel.
"Quiero recordarte así, este momento, cada vez que vea ese dibujo" Abrió sus ojos entonces, y miró a los de su novio, con su sonrisa más suave.
Ottar puso su mano sobre una de las de él, y le habló con un tono un poco más bajo. Eso ayudó a que su voz naturalmente grave se profundizara.
"Suena como si fuera la única vez que tendremos un momento así. Y no pienso dejar que eso suceda, tú lo sabes"
"Más te vale que no..." Ilya suspiró embelesado, acariciando con el pulgar a su amado, y deseando que de verdad pudieran tener más y más momentos como ese. Se inclinó y depositó otro beso en los labios de aquel hombre con apariencia de guerrero vikingo.
Ottar correspondió el beso con otros más. “Mío, mío” afirmó, para coronarlos. "¿Qué me harías si no cumplo mis promesas? ¿Me dibujarías más feo?"
Y aunque liberó un poco su agarre, siguió manteniendo a Ilya entre sus brazos, protegido, acogido. Tenía el espacio perfecto para poder besar su cuello, y su hombro. Era mucha la tentación, y no la dejaría pasar como con los pijamas.
“Hay que darle gracias a la lluvia” Pensó entre besos. Tenía todo el día para regalarle más cariño a su amado lobo, y no lo desperdiciaría.
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