#estaban esperando la excusa y el momento ideal
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victorxaxvale · 21 days ago
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Hola gente, como parte de las clases públicas que se llevaron a cabo hoy en mí facultad, junto con la cátedra de probabilidad y estadística armamos una encuesta sobre la situación del financiamiento universitario. Es anónima, opción múltiple y bastante cortita, si tienen tiempo para hacerla nos ayudaría un montón 😁
les dejo la encuesta acá
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nethwan · 4 years ago
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Una vida contigo
Summary: Tras un trágico accidente automovilístico Lars ha perdido los recuerdos de los últimos años. Muchas cosas han cambiado, sin mencionar que está casado. Él aún no confía en nadie y menos en la que dice ser su esposa, ¿será posible que pueda continuar su vida de ese modo? ¿O la vida dará tantas vueltas que lo hará cambiar aún más?
Angst, Hurt/Comfort, Eventual Happy Ending (ofc)
Otros links:
https://www.fanfiction.net/s/13584907/6/Una-vida-contigo
https://archiveofourown.org/works/24188203/chapters/58752292
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Capítulo VI: Una vida contigo (Último capítulo)
Con el paso de los días, Lars se preguntaba si estaba empezando a enamorarse de Mei o si simplemente se sentía culpable por todo lo acontecido. Era cierto que ahora le tenía un enorme aprecio y cariño, pues aunque durante el primer mes de convivencia ella era un manojo de nervios, la Mei que ahora vivía con él era distinta. Era más espontánea y vivaz. Hab��a momentos en los que más se lo preguntaba, como cuando ella le servía el desayuno, le dejaba notas de ánimo en su almuerzo, lo recibía en casa con una gran sonrisa, eso siempre era motivo para hacerlo sentir mejor. Platicaban de cualquier cosa mientras comían o hacían algunos quehaceres y ella siempre tenía una respuesta ingeniosa para todo y lo hacía reír.
Sin importar lo fea que ella decía que lucía, él pensaba que el peso que estaba ganando realmente le sentaba bien. Mei se rehusaba a ponerse batas anticuadas y verse fachosa, así que siempre buscaba ropa de maternidad bonita y a la moda y se maquillaba. Lars la contemplaba mientras cocinaba o cuando dibujaba y buscaba cualquier excusa para hablarle. Cada día le parecía encontrar un nuevo detalle de ella que le gustaba. De verdad era maravillosa, ya no estaba ansiosa por tenerlo de vuelta, era como haberla conocido de nuevo.
Pasaron una tarde entera armando la cuna, Mei le leía las instrucciones y Lars trataba de seguirlas. Entre risas pudieron terminar de decorar parte de la habitación. Ella había quedado muy conforme con ese espacio especial para el bebé, pues estaba cerca de ella y así podría atenderlo con más facilidad. Lars la observó sonreír y fijarse en todos los detalles, entonces cuando ella lo miró y sonrió, él sintió que su corazón latía acelerado. Pensó que por el momento, era mejor no decirle nada para no perturbarla ni hacer de su convivencia algo extraño. Se dio cuenta de lo equivocado que estaba con su concepto de “persona ideal”, pues ella no era un complemento que se ajustaba a sus necesidades, sino un individuo completo y extraordinario. Ahora esa supuesta compatibilidad sonaba ridícula y solo podía estar seguro de una cosa: coincidir en esta vida con ella había sido algo muy afortunado.
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La celebración del baby shower fue todo un acontecimiento. Emma lo organizó ya que Mei le había planeado el suyo, aunque Lars estuvo bastante dispuesto a ayudar y se encargó de la mayor parte del evento. Ling y Lien aún estaban molestas con él, pero no hablaron de lo ocurrido, ya que Mei les contaba que estaba viviendo tranquila. La madre de Lars había viajado una muy larga distancia para asistir y le llevó varias prendas de ropa y artículos para el bebé que había comprado desde que se enteró del embarazo. La madre de Mei la abrazó por un largo rato apenas se vieron, era su manera de demostrarle el alivio que sentía al verla sana y contenta. Mientras tanto Lars pasó el día observando que por primera vez, Mei estaba realmente feliz, disfrutando de su momento especial.  
Luego de esto, Mei dejó de ir al trabajo. Aunque era aburrido para ella, para Lars era un gran alivio, porque quería que ella descansara y pudiera estar tranquila. Mei se quedaba en casa, dibujaba bastante y se entretenía tejiendo botitas y suetercitos para el bebé. En ocasiones Ling o Emma la visitaban, la primera la ayudaba con los quehaceres y la segunda le aconsejaba acerca del cuidado propio y del bebé o a veces salían de compras.
Una tarde, Mei salió del apartamento para dar un paseo por el parque. Necesitaba caminar para despejarse y tal vez encontrar nuevas ideas para su siguiente proyecto. Cuando se cansó, decidió sentarse en una banca, observó a los niños jugando y a sus madres vigilándolos. Se preguntó si su bebé sería tan despierto e inquieto como ella cuando pequeña o si sería tranquilo y tímido como Lars. Suspiró pensando en lo mucho que deseaba tener a su bebé en los brazos. Luego vio a una joven pareja disfrutar de la tarde. La mujer estaba embarazada y su esposo la abrazaba y la miraba con ternura. En ese momento, Mei se empezó a sentir triste, deseando estar en esa situación, así que se marchó cuanto antes. Lars llegó del trabajo y se encontraron a la entrada del edificio.
“¿Qué estás haciendo aquí? Deberías estar reposando” dijo él, un poco escandalizado.
“Solo salí a dar un paseo. No es algo grave” replicó ella, mientras entraban al inmueble.
“¿Pero qué tal si te caes y te rompes?” le cuestionó y luego se sonrojó al darse cuenta de que era una ocurrencia demasiado absurda.
Ella se rio bajito.
“No seas exagerado. La ginecóloga dijo que estaba bien. Además necesitaba distracción ¿No crees que me aburro de estar encerrada?” le preguntó con paciencia.
Luego se dirigió a la cocina para comer algo, y él se acercó titubeante, pensando que tenía razón. Quizás el que debía relajarse de una vez era él, pero es que ya casi se terminaba el último mes de embarazo y él tenía miedo de que el parto ocurriera en el lugar menos apropiado.
“La próxima vez, si quieres puedo acompañarte…” dijo con la misma timidez con que siempre le preguntaba algo. “Tal vez quieras llevar una botella de agua contigo o algo de comer y entonces yo podría cargarlo todo”.
Mei volteó a verlo y sonrió.
“Está bien” contestó.
En adelante, pasaron algunas tardes dando un paseo. Iban lado a lado conversando o simplemente en silencio, disfrutando del fresco de la tarde. Y algunas veces, él la tomaba de la mano para poder avanzar al mismo ritmo, ella se aferraba a su mano con firmeza, sintiéndose segura y esperando que el paseo no llegara a su fin. Aunque sabía que pronto lo dejaría ir para siempre, pero al menos, ya existía una buena amistad entre ellos.  
Al cabo de un par de semanas, Mei empezó a sentir contracciones leves, que pasaban rápido, por lo que Lars pensó que probablemente el parto estaba cerca, así que esperaron ansiosos, tratando se prevenirse con lo necesario. Por fin, Mei lo despertó a mitad de la noche, estaba teniendo contracciones más fuertes y cada vez con más frecuencia. Lars se levantó sin titubear. Tomó la maleta que había preparado desde hacía días, ayudó a Mei a subirse al auto y condujo de prisa hasta el hospital. Mientras esperaban, Lars llamó a sus familiares para decirles que Mei ya se encontraba internada. Apenas tuvo tiempo de avisarle a todos, pues ella no quería separarse de él, estaba muy nerviosa, entonces él le platicaba para distraerla y ella lo escuchaba pacientemente, sintiéndose un poco más tranquila. Un par de horas después llegó el momento esperado.
“¡No me sueltes!” le pidió ella.
“Está bien, Mei. Solo respira, aquí estoy contigo” trataba él de tranquilizarla, aunque también se moría de miedo.
Ella respiraba como le iban indicando y sin querer él hacía lo mismo. Ella seguía agarrándolo y le pedía que no la dejara.
“Aquí estoy, aquí estoy, tranquila” le decía él acariciándole el cabello.
El médico evaluó la situación y dijo que ya era casi el momento. Mei hacía su mayor esfuerzo por mantenerse fuerte y Lars sentía que se desmayaría. Ella respiraba y pujaba esperando que todo pasara pronto, imaginándose que en cuestión de minutos tendría a su bebé en brazos y pensaba en lo mucho que deseaba verlo. Ella tomaba a Lars muy fuerte de la mano y de no ser porque él estaba igualmente asustado le hubiera pedido que lo soltara porque lo estaba agarrando demasiado fuerte.
Pasaron unos angustiosos eternos minutos y finalmente, escucharon el llanto de su bebé. Era un niño. Mei lucía exhausta, pero feliz. Sin pensarlo, Lars le dio un beso y ella por fin lo soltó, notando que le había dejado una gran marca en la mano. Más tarde, la enfermera regresó con el bebé ya limpio y listo para ser alimentado.
“Hola Vincent” dijo Mei, sonriendo y lo alimentó por un rato.
Luego se lo pasó a Lars para que lo sostuviera en brazos. Él lo cargó con delicadeza. Acarició su suave cabello, sus mejillas y sus manos, entonces, el pequeño lo agarró con fuerza del índice. En ese momento, Lars no tuvo dudas, esas eran las dos personas a las que más amaba en el mundo.
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Al llegar a casa, encontraron a sus parientes allí. Todos se veían muy contentos por conocer al nuevo integrante de la familia. Los padres de Mei y los de Lars también habían decidido presentarse. La madre de Mei se quedó por un par de semanas para auxiliar a su hija en lo que necesitara. Ella se sintió muy agradecida porque los cambios no terminaban allí y se sentía asustada. Aunque por otro lado estaba muy contenta con su bebé y no quería apartarse de su lado. Lars también regresaba del trabajo cuanto antes para estar con él, y una vez que la señora Wang se marchó, le dejó una serie de indicaciones que él seguía al pie de la letra. Se encargó de lo que fuera indispensable como cambiar pañales y bañarlo dejando que Mei descansara un momento.
El primer par de meses había sido difícil, pero trataban de mantenerse positivos ante el cansancio y sobre todo evitaban tocar el tema de lo que pasaría entre ellos de ahora en adelante. Mei quería aclararlo todo de una vez, pero Lars eludía el tema. Además siempre estaban ocupados con Vincent, el trabajo, la casa, los gastos, los cuidados tanto del bebé como de Mei, en fin muchas cuestiones a solucionar. Luego de la cuarentena, ella empezó a hacer ejercicios sencillos pues era demasiado activa como para no hacer nada más, y poco tiempo después regresó al trabajo. Para entonces, la madre de Mei volvía al rescate y se hacía cargo de Vincent, a veces también su padre se quedaba allí para pasar tiempo con su nieto.
Así pasaron los primeros cuatro meses en la vida de Vincent. Un comienzo aparentemente feliz, pero Lars y Mei seguían sin ponerse de acuerdo en qué es lo que harían. Siempre que querían hablar algo pasaba y como cada quien tenía su espacio y convivían en armonía, era muy difícil iniciar ese tipo de conversación.
Cierto sábado, fueron invitados a una cena familiar. Era la ocasión perfecta para que sus demás familiares conocieran al bebé y así pasó gran parte del día en brazos de quien quisiera cargarlo. Mientras tanto, Lars observó a Mei con detenimiento durante toda la tarde. Le pareció que estaba más guapa y sensual que nunca. La maternidad le había sentado de maravilla, pero también era ese atractivo en ella que a él le resultaba fascinante. Un atractivo que iba más allá de su apariencia física. No pudo evitar ponerse nervioso cuando ella se acercó y lo tomó de la mano para que fueran a sentarse a la mesa y él olvidó todo rastro de confusión acerca de sus sentimientos.
Cuando llegaron a la casa, estaban cansados, pero al mismo tiempo no podían dejar de pensar en el día tan divertido que habían pasado. Se pusieron la ropa de dormir y después Mei le cambió el pañal a Vincent y le pasó el biberón a Lars para que le diera de comer y lo arrullara. Él sonrió al tenerlo en brazos, no pensó que algún día amaría tanto a alguien como amaba a Vincent, era el bebé más precioso que había visto. Por fin el pequeño se durmió, lo recostó en la cuna con cuidado y ambos lo contemplaron por algunos minutos. Lars bostezó y vio su reloj, eran casi las once de la noche, luego miró a Mei. Tenía tantos deseos de hablarle de sus sentimientos y de ser posible besarla, pero no parecía el mejor momento, aunque sintiera la química entre ellos y esa tensión tan insoportable.
“Mejor me voy a dormir, es tarde”
Mei asintió, era mejor que se fuera, porque sabía que él la miraba con intensidad. No era que apenas lo notara, todo el día sintió cierta tensión sexual entre ellos, de hecho ella lo miraba de la misma manera, pero creyó que era simplemente ella y sus deseos de volver a estar con él. Se acercó para despedirse por lo menos con un beso casto en la mejilla, pero él se movió y lo besó en los labios. Él volvió a besarla luego de esto.
“Perdón… Mei”
Ella tampoco pudo resistirse, Así que le devolvió el beso con la misma intensidad. Lo echaba tanto de menos, extrañaba tenerlo cerca, su aroma, sus abrazos y besos, tener ese íntimo contacto con él. Él lo aceptó todo de buena gana. La tomó entre sus brazos para llevarla hacía la cama entre besos y caricias desesperadas. Lars se sentía bajo un hechizo, disfrutando del contacto de sus labios y su piel. Ella guiaba sus manos para que la desnudara, y él se dejó dirigir, estaba listo para decirle cuánto la amaba y necesitaba cuando el bebé empezó a llorar de nuevo y Mei pareció despertar de su ensueño. Se cubrió con su bata y fue a atenderlo, mientras Lars se sintió abandonado. Al pensar en eso se sintió como un egoísta por pensar en sí mismo cuando tenían un bebé del que ocuparse. Así que se levantó y para ayudarla, pero ella le pidió que mejor se fuera a dormir porque era tarde y debía estar exhausto. Lars se fue sin protestar, frustrado porque estaba seguro que lo había arruinado con sus ansias sin control.
Luego de que Lars saliera del cuarto Mei había llorado un poco, se sentía confundida. Tenía tantas ganas de ser acariciada por él, pero no estaba segura de si eso había sido mutuo o sólo eran deseos sexuales. Tal vez era momento de separarse, el bebé ya había nacido y su periodo de cuidado post parto había terminado. Era hora de que cada quien siguiera su camino, pensó ella. A la mañana siguiente, Lars la encontró sentada a la mesa, alimentando al bebé y con el desayuno ya listo. Cuando él se acercó, ella mantuvo su distancia, evitando el posible beso que él estuvo a punto de darle.
No hablaron mucho, y aunque ella actuaba como si nada hubiera pasado, sus ojos no podían ocultar su tristeza y desengaño. Sin embargo, él también estaba tan confundido que no supo qué decirle. Pensó que después de todo lo que habían pasado se habían unido como no solo como pareja sino como personas. Creyó que al fin podrían estar juntos como antes. Pasó el resto del día reflexionando. No podía negar que lo de anoche lo había disfrutado y mucho, tocarla y besarla había sido increíble, pero no había sido eso lo que aún lo tenía pensando en ella, sino cuando se vieron a los ojos y en ellos pudo sentir esa magia aún viva. Maldijo aquel accidente, su torpeza, de no ser por eso seguiría teniendo una vida normal a su lado.
Salió a caminar para despejarse un rato y reunir el suficiente valor para decirle de una vez lo que sentía. Al menos si ella no lo amaba, deseaba decirle que él siempre la apoyaría en todo. Al regresar encontró a Mei doblando su ropa y empacando de a poco. Era el momento de evitarlo y de ser sincero con ella de una vez antes de volver a perderla y esta vez para siempre.
“Mei, ¿Tienes tiempo? Necesito hablar contigo”
Ella volteó a ver al bebé que dormía profundamente y asintió. Le indicó que se sentara en una silla, mientras ella cerraba la puerta detrás de ellos y suspiraba nerviosa. Era el momento de la verdad.
“Bueno, dime qué es lo que quieres” le pidió, al tiempo que se sentaba en la orilla de la cama, fingiendo tranquilidad.
“Quiero disculparme contigo de nuevo”
Al ver su cara tornarse roja, Mei supuso que él estaba preocupado por lo de la otra noche, así que se adelantó.
“Si es por lo de anoche, te aseguro que no significó nada para mí. Nos dejamos llevar, llevamos mucho tiempo sin intimar… Si hubiéramos continuado tal vez no habría sido igual para ninguno de los dos. Además quizá sea momento de pensar en tramitar el divorcio” le dijo, tratando de sonar convencida, y probablemente para intentar herirlo un poco. “Aunque si es todo lo que acarrea el divorcio lo que te preocupa, te aseguro que puedes estar tranquilo, no quiero ni un centavo tuyo para mí. Podrás visitar al niño las veces que quieras, después de todo sigues siendo su padre” dijo sin mirarlo.
Lars negó con la cabeza. Ella seguía mirando algún punto en el piso, trató de sonreír, pero falló. Entonces él respiró profundo y se aclaró la garganta.
“Mei, ¿en verdad quieres que nos divorciemos?” dijo, tomando su mano entre las suyas. “¿En serio deseas irte?”
Ella lo miró por fin, sin entender a donde iba aquella conversación tantas veces aplazada. Notó que él se veía de veras angustiado, sus manos temblaban y quería una respuesta sincera.
“No lo sé. En realidad aún me siento culpable por haberte presionado para que me recordaras y me amaras de nuevo, ya sabes que resultó contraproducente…” dijo agachando la mirada.
“Olvídate de eso. Aquí no hay ningún culpable. Tú misma dijiste que debíamos seguir adelante. Si debo ser sincero, ahora me siento muy bien a tu lado... lo de anoche no fue un error para mi” dijo él.
Mei se sintió irritada, sin saber si él de verdad la amaba o solo quería su compañía. Sentía que solo se estaba ilusionando una vez más y oírlo decir eso parecía más una fantasía. Quizá debía alejarlo en vez de seguirle el juego.
“Ya te lo dije, nos dejamos llevar, es todo. Si quieres sexo… búscate a alguien con quien puedas volver a empezar” dijo sintiendo los celos nacer en ella con esa sola idea.
“No hay nadie más con quien quiera estar más que contigo. Quiero que estemos juntos de nuevo” replicó él.
Mei negó con la cabeza, como si de repente hubiera entendido lo que sucedía.
“No me pidas que estemos juntos por el niño. Ya te dije que podrás verlo cuando quieras, pero no quiero que crezca con la mentira de que sus padres en verdad se aman…” dijo ella y su voz se quebró.
Miró hacia otro lado, enjugándose las lágrimas que no dejaban de caer. Tal vez ella ya no quería seguir atada a él quien no hacía más que herirla ¿pero es que acaso ella pensaba que él no la amaba después de todo lo sucedido? Si así era y si ella ya no lo amaba, entonces, lo mejor era aceptar el divorcio de una vez si eso la hacía feliz. Él tragó saliva, tratando de reprimir el llanto y mantenerse fuerte, pero era tan difícil. En tanto, Mei se cubría el rostro con las manos mientras lloraba desconsoladamente.
“Mei, te amo. No sabes cuánto, pero si tú a mí ya no, entonces voy a dejarte ir. Lo último que yo quería era verte sufrir de nuevo”
Le dio un beso en la cabeza y decidió irse de ahí con el corazón destrozado, pero cuando él se puso de pie y caminó hacia la puerta, ella lo jaló de la camisa.  
“Lars, no te vayas. Mentí, esa noche sí quería estar contigo, pero pensé que para ti podría ser solo sexo y me sentí usada. No he dejado de amarte ni un solo segundo, no importa el esfuerzo que hice. En estos meses contigo me enamoré todavía más de ti” sollozó ella, abrazándolo por detrás.
Él se giró para verla y luego la abrazó fuerte. Ya no estaba triste sino feliz al escuchar que aún había espacio para él en su corazón.
“Me pasó lo mismo, este tiempo contigo han sido grandioso, Mei. Pude conocerte y saber que eres una excelente persona. ¿Cómo no iba a enamorarme de ti? Y sí, quizá nos dejamos llevar, pero te aseguro que nunca podría jugar con tus sentimientos, jamás no me lo perdonaría”
Estuvieron abrazados por un buen rato. Lars se separó de ella, tomó su mano y la besó.
“Entonces ¿qué dices? ¿Te casarías conmigo de nuevo?”
“¿Estás seguro?”
“Lo estoy, por supuesto que lo estoy”
“En ese caso acepto” le dijo, parándose de puntitas para besarlo.
Él se agachó para ayudarla y se besaron ahora sí con la satisfacción de saber que el amor y el deseo eran mutuos. Él la tomó por la cintura, alzándola para tomarla entre sus brazos, ambos se miraron sonriendo y volviendo a besarse. Mientras Vincent los veía desde la cuna, y aplaudía. Luego ellos se acercaron para cargarlo y disfrutar del resto de la tarde juntos. Lars no recuperó el recuerdo de sus años perdidos, pero en cambio pudo formar otros igualmente valiosos con la ayuda de sus seres queridos y sobre todo de Mei, que siempre estaría ahí para apoyarlo.
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sin-remedio5 · 5 years ago
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Carta de despedida.
Mi carta de despedida tendrá dos rutas y tú decides la que quieras tomar, así que piénsalo dos veces antes de continuar. La primera es la que te dice adiós y la segunda te dice aquí te espero. Adiós: ¿Qué esperas que te diga? Sí ya todo lo que siento te lo he dicho, sí ya nada puede pasar para borrar ��ste adiós, sí todo lo sabes de mí, sí en cada beso te dije que te quiero, en cada noche procuraba despedirme con un beso, sí siempre traté de estar lo mejor posible contigo, sí te aguante tus tonterías sin sentido, sí yo nunca te engañé, nunca, sí me moría al segundo de despedirme de ti, cuando dejabas tu olor impregnado en mi piel, el dulce aroma de tus besos, aquella mirada que me hacías cada que me decías que era lo mejor de tu vida, me voy de ti, pero quiero que sepas, que todo, todo lo agradezco de ti, los momentos buenos, las escapadas, los te quiero, todas y cada una de las cosas, los besos, las tardes en tus brazos, los problemas en que nos metimos, cuando se nos hacía tarde y teníamos que inventar excusas (al menos para mí), aquellos momentos de pasión que encendían nuestros sentidos a un nivel, a un nivel que quemaba, que ardía pero que nos complacía hasta el más grande apetito de tenernos el uno al otro, contigo conocí el amor, el amor verdadero y es por ello que eres mi primer y verdadero amor, sí, de ti me enamoré y sé que ese fue tu orgullo, el que yo te haya amado y te juro que lo hago, te agradezco que me hayas enseñado que quien te ama a veces también te miente, ¿Pero qué importa eso? Si pudimos con todos, y cada uno de los obstáculos que la maldita vida nos ponía, sí todos estaban en contra de nuestro sentir, pero aún así pudimos con ello, y también te pido perdón, por dejarte aquella tarde, esa maldita tarde en que más nos queríamos, en que más nos necesitamos el uno al otro, lo único que me hacía fuerte era mi ideal, ese del que te hablé y del que ahora me arrepiento y aborrezco por todo aquello que te conté, pedacito de cielo, te voy a querer toda la vida, por eso que tú y yo sabemos, por todo aquello que vivimos y que espero sigan vivos y frescos en ti y en tu corazón todos los recuerdos, espero que todas las risas estén contigo, espero que por lo menos una vez al mes me pienses, te acuerdes de aquellos besos que tanto nos gustaban, aquellas peleas por aquello que siempre te dije, aquellas miradas que nos echamos en público, espero te acuerdes de la manera tan fea en que me conociste, como se fue dando todo, de las veces que... Esas veces que tú sabes, las escapadas que tuvimos, aquellos parques, incluso la universidad en que estuvimos y las travesuras que nos hacíamos, esas fotos en que capturábamos nuestras sonrisas que juntas rimaban a la perfección, la vez que vimos mi papá y me dió chance, pero al final debes saber que hablamos de ti, aquel día en que te conocieron se quedaron con una buena imagen de ti, pudieron ver a la primera que eres súper educado, ¿Recuerdas? Recuerdas aquél abrazo que nos dimos ese día, aún tengo tu aroma y la mirada, así que espero que no te olvides de mi, sabes que para hablar de ti... Me faltan letras, pero me sobran palabras, hablar de ti es otro mundo, hablar de ti es otro universo, gracias cielito, gracias por todo lo que vivimos, lo que hicimos, por todo, te mando mil besos, mil más cuando me extrañes, mil más por si me piensas y otros mil por si me olvidas. Aquí te espero: Te espero, aquí estaré esperando toda la vida, incluso creo que todo el tiempo, pues mira, ambos tuvimos errores, ambos tuvimos defectos, los dos estuvimos mal, aquí estaré cielito, no te tardes mucho, no tardes, la vida es demasiado corta y quiero la eternidad contigo, quiero caminar de tu mano, quiero crecer contigo, vivir contigo los triunfos y fracasos, superando todo como siempre, quiero que seamos uno, como siempre fuimos uno mismo, tú y yo, recuerdas lo excelente que nos veíamos, lo felices que pudimos llegar a ser, ¡Ahhhhh! Aquí estaré esperándote, con los brazos abiertos, con las ganas más grandes de amar, de hacer las cosas bien, con todo el cariño que te tengo, con todo ese deseo que me dice que te espere por lo maravilloso que podemos llegar a construir, tú mejor que nadie sabe que estamos destinados a ser, a ser felices juntos, pues tenemos un mismo sentir, tenemos un mismo amor, incluso nos apasiona lo mismo, CB aquí estoy, aquí estaré, solo no tardes tanto que no quiero envejecer sin ti, no quiero pasar más tiempo sin ti, sin tus besos, tus abrazos, sin tus caricias, tu pasión tan loca y desenfrenada, esa mirada que se pierde, la tuya en la mía y viseversa, quiero cumplir todo lo que ese día te conté, quiero de verdad estar contigo, quizá me aferro tanto a ti porque eres mi primer amor, pero qué importa si los demás dicen que hay más, yo te quiero a ti, a ti por ser mi pasado y mi presente, quiero que seas mi futuro, pues eres él mejor de mi vida, en todo ese mundo tan grande y a la vez tan pequeño pudimos coincidir y quiero creer que fue por algo, por ese algo que comenzamos a escribir y ahora se ha quedado parado, pero ya no quiero dejar ésta historia inconclusa, quiero llegar hasta el final de ella y como en los libros que tanto te conté, lleguemos juntos a ese final feliz en el que me sentí en cada final de esos libros, ¿Sabes? Nuestro amor ha sido como el de una historia y te juro que un día escribiré toda la historia pues ahorita tengo el principio, pero quiero saber ese desarrollo y el final, pero el final contigo, en tus brazos, en tus labios coquetos, en tu mirada tan hermosa que me hacías y con la que tanto me decías que te gusto, vamos, los dos sabemos que no podemos dejar estos sentimientos que nos queman la piel, que desbordan a nuestros corazones rotos, a nuestros sentidos que sabemos que están llenos el uno del otro, pues ambos nos queremos con la fuerza de un huracán, hablemos, no dejemos escapar esto que sabemos que va a ser perfecto y no porque yo lo quiera y lo diga, tú sabes que va a ser perfecto por el pasado que nos pide estar cerca, por todo lo que vivimos en tan poco tiempo que fue un tiempo tan hermoso que fue lo mejor de nuestras vidas, pues tú dijiste que él tiempo parecía correr tan deprisa cada que estabas conmigo, nos hacían falta horas para poder demostrar todo el amor, pero en el tiempo claro que disfrutamos y nos dijimos todo con cada acción, con cada sonrisa, con cada lágrima, con cada pesar, con cada reclamo, con cada detalle, con cada risa, con cada beso, con cada mirada, con esos ojitos que decían que eres tú, que soy yo, que no cambiaremos de libro, sólo de página, de ésto tan maravilloso, cielo, te quiero, ahora dime, ¿Te atreves a seguir éste camino conmigo?
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surragsblog-blog · 6 years ago
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༽✩༽✩༽ Ilusa ༼ ✩༼✩༼
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Era la hora de la cena, echaba una miradita a la pantalla. Allí estaba el, esperando tal vez a que ella le contestara el comentario que le hizo de la foto que había colgado el día antes. Para felicidad de el, sí lo hizo, pero no de inmediato, había estado ocupada corrigiendo algunos textos que más adelante pegaría en su blog a la vista de todo mundo.
Disfrutaba conversar con el. Cuando el aparecía en su lista de conectados, todo era distinto, enseguida cortaba las conversaciones anteriores. Era como si lo estuviera esperando solo a el. Le gustaba observar sus fotos y al hacerlo, siempre llegaba a la misma conclusión; sus ojos decían algo, en realidad decían mucho, pero ella no entendía nada.
Al cabo de un breve espacio de tiempo, se rompió el hielo y hablaron mas de lo acostumbrado. Estaba tan concentrada en las palabras que este le escribía que no le resultaba molestoso tener que escuchar el clin de los demás amigos queriendo ansiosos que los atendiera. En esta ocasión ella solo disponía tiempo para el. Solo había una interrogante, y radicaba en por qué creía en las palabras que este extraño; o era que necesitaba creerle.
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Cerraba los ojos y solo veía esa sonrisa de las fotos, insinuante, y que le desnudaba el alma a pesar de ser una simple imagen. Definitivamente decían más que mil palabras... ¡Y era verdad! Una invitación fugaz que sale de la nada fue lo que dio sentido a lo que ella pensaba de su sonrisa al cerrar los ojos. De prisa acepto salir con el. No comprendió luego de librarse del shock emocional porque le había dicho que si tan rápido a la primera invitación. Pensó que quizás debió hacerse la difícil, proponer posponerla, o bien inventarse una excusa, pues al fín y al cabo el era un desconocido para ella. ¡Pero no!, sus aparentes emociones la habían traicionado. Ya no le quedaba de otra que seguir adelante con esa decisión alocada, debía arriesgarse y ver lo que pasaba. Un poco molesta consigo misma se suspende del chat, y aunque quería creer estarlo; era mas que obvia su alegría al verse escalar ese peldaño.
Conforme con el lugar pactado, allí estaba el, a la espera de su amor platónico. Ansiaba ese momento. Ella por su lado, al verlo, le comienzan a sudar las manos. No sabe como saludarlo, no tiene ni idea de como hacerlo. Mientras más se acercaba, peor era el ataque de nervios. Quería hallar una forma que pareciera original y única. Para mala suerte no se le ocurrió nada, pero logro estrechar parte de su cuerpo con sus pequeños brazos, sin que este se diera cuenta de su debilidad. Enseguida se acomodan en el lugar mas cércano e ideal de acuerdo a sus percepciones plagadas de emoción. De prisa iniciaron una conversación, y entre preguntas y anécdotas se conocieron un poco mas. No podía creer que tenia al frente el tipo que la hacía desvelarse. ¡Waaaoo!, por fín, decía.
Se originó una oportuna llovizna. Se trasladaron a un espacio cerrado y se acomodaron en un sillón pequeño pero bastante confortable. Aquí si podían sentir el calor de sus respectivos cuerpos, a pesar de que el aire estaba exageradamente frío. Los cristales que daban a la calle principal ya estaban ahumados y no se podía ver hacía afuera. El, aprovechando la ocasión, que estaba a su favor, despacio y mirándola fijamente, acercó sus labios a los de ella y con un respiro profundo los rozó con los de el. Le exploró la boca sigilosamente, y después la beso poco a poco. Ella respondió a aquel tierno beso. Sintió esos apetecibles labios como un copo de nieve con gotitas de lluvias y esto le provoco una sensación icomparable de placer.
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El estaba sintiendo justamente lo mismo. Deseaba con exactitud perseguir cada gota de lluvia que tenia ella en su rostro, desde sus pequeñas pecas hasta la terminación de sus senos, que era donde iban a parar, y allí desaparecían. Estaban asombrados, pero lo disimulaban. Esta vez no era por chat, era real y estaban ahí, tan cerca.
Pasaron las horas, aquellas que se prolongaron del mismo modo en que se extendió aquel beso. Pero ya era momento de partir. Momento de volver a la normalidad de sus vidas cotidianas. Camino a sus casas, ella deseaba que el trayecto se borrara o que no tuviera final. A pesar de la indisposición interna que había de no querer apartarse el uno del otro, tras una despedida muy acogedora, con ojos quw parecían dormidos, queriendo con esto disfrutar de todo, al máximo y con pesamientos negativos acerca del tiempo, ese que antes estaba a su favor, que los había juntado, era el mismo que ahora los estaba separando, parecía ser cada ves mas inoportuno; la despedida era eminente.
De regreso a la realidad, puede percibir con claridad lo que le rodea, y las emociones que la empañan: una casa fría, cama vacía, un latir tranquilo, su vientre humedecido, el cuerpo tembloroso, una computadora encendida mostrando un solo perfil, y del otro lado estaba el, sin aparecer en su lista de conectados.
Le surge la duda, esa que te consume, que no te deja concentrarte, la que solo satisface la otra persona. Se precunta si fue certero aquel encuentro, si estuvo bien responder su beso, si acaso debio quedarse mas tiempo, si debio pasar algo mas, que tanto le agrado para provocar un reencuentro, que estará pensando ahora mismo, porque no le ha escrito aún, porque no esta en linea... y piensa que talvez es todo una ilusion, otro día en el que una ilusa a vuelto al computador.
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amarile · 2 years ago
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REFUERZO INTERMITENTE
Entonces, si hubiese tenido que trabajar, te encierra con el pretexto de no tener cómo entrar a la casa si dejaba las llaves contigo.
No debiste cuestionar nada, las cosas terminaron en el momento en que debían terminar.
Te vendió una imagen de compatibilidad y por eso te fuiste de frente buscando opciones, proponiendo alternativas, apoyando sus ideales y abrazando lo poco que te comunicó de sí mismo. Lo que no tenías lo buscabas, sin peros y sin excusas, el sacrificio mínimo fue que el mundo no te quedara grande para poder verlo, tú hubieras transformado toda tu proyección para que se adaptara a la suya. Te centraste en él. Te alejaste de tus amigos y de tu familia. Te alejaste de ti y de lo que te hace ser tú, sin dimensionar la repercusión que traería.
El “Refuerzo Intermitente” es un término que desarrolló el psicólogo B.F. Skinner al realizar un experimento con ratas. Acostumbraron a los animales a que cada vez que accionaban una palanca podían obtener comida. Al pasar el tiempo, empezaban a darles alimento de manera aleatoria, a veces lo obtenían, otras veces no. Se esperaba que los roedores se aburrieran y buscaran en otra parte, pero ocurrió lo contrario, la obsesión hizo que siguieran bajando la palanca aunque su salud se deteriorara.
No hubo amenaza de ningún tipo, comunicaste en muchas ocasiones de forma asertiva tu sentir, tus necesidades emocionales y tus límites. Límites que anuló más de una vez. Los motivos para irte estaban claros pero no lo hiciste porque creíste en sus promesas y no fuiste consciente cuando tu amor se desdibujó a una dependencia. 
La agresión pasiva es silenciosa y condicionante, tu esperabas que fuera diferente pero los refuerzos que te daba cuando “accionabas la palanca” eran momentáneos, no eran auténticos. El cambio no fue real, era estratégico y tenía como objetivo mantenerte como suministro porque sus sentimientos no se ligaban hacia ti sino a como tú lo hacías sentir brindándole halagos y elogios. 
Tomar distancia no fue tu culpa, fue una reacción causa-efecto, entendiste que sus palabras no se sostenían con sus actos. Dejaste de creerle, perdiste la confianza, te sentías sola, te sentías insegura y  percibías que no te escuchaba. Fuiste honesta desde un principio y no te entendió. No podías ser tú, dejaste de compartirle lo que te apasiona porque sus respuestas no iban más allá del desinterés. No encontraste la estabilidad que querías. Y a pesar de eso seguiste ahí “bajando la palanca” una y otra vez. 
No fue tu culpa las inseguridades encubiertas, la manipulación, la victimización, el egocentrismo, las conductas evitativas, las excusas, la carencia de empatía, la sensibilidad a la crítica, los celos, el huir de los problemas, la negación de sus errores, el no tomar responsabilidad por sus actos, el no arrepentimiento, el no saber recibir y dar amor; el no poder llegar a acuerdos y el no poder sostener conversaciones incómodas.
Su campo afectivo no ha evolucionado, está estancado, sigue siendo la misma persona de hace años, sin inteligencia emocional y sin responsabilidad afectiva por causas que pueden ir desde métodos de crianza, traumas, inmadurez emocional, pocas habilidades sociales, un pasado que sigue cargando en su presente, todas las anteriores o más.
Ningún comportamiento fue provocado por ti.
Te llevó al límite.
Te doblegaste.
Te castigó.
Te desvalorizó.
Te enfermaste. 
Lo defendiste.
Lo justificaste.
Y te culpaste al intentar buscar respuestas porque incluso al final "seguías esperando a que la compuerta se abriera para obtener un premio o un castigo al accionar la palanca”  las respuestas estaban claras frente a ti, nunca fue recíproco y sin importar las veces que dijiste que no lo conociste, al final, si lo hiciste. 
Te idealizó años antes de conocerte y cuando te conoció prefirió quedarse con su imaginario. Al final te descartó a ti y a la versión irreal que habita en su cabeza, la versión de la que decía estar 'enamorado' y a la que al mismo tiempo culpó de sus errores. Una versión que no existe.
La mutilación emocional no la pudiste sanar porque no es tu trabajo, es suyo. 
Su hermetismo lo regula en "La Cueva" un lugar donde sólo hay una realidad, la suya. Bajo su espectro del dolor llena espacios vacíos con su propia satisfacción, con un solo clic se desconecta de todo para darse placer a sí mismo. Si la máscara se cae y tambalea su realidad, prefiere evitarlo y volverlo a regular fantaseando nuevamente con el contenido que consume. En "La Cueva" tiene el control, allí nada le hace daño y puede ser su 'yo auténtico', aquél que va más allá de aquello que esconde al fondo de su armario, su 'yo oculto' al que solo él tiene acceso.
No le debes un luto.
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1. Kim TaeHyung
Alemania no solo era conocida por su trágica historia de trasfondo, sino también por su hermosa cultura y su bajo clima ideal para quienes disfrutan de un buen chocolate caliente frente a una fogata en la sala de estar como ahora mismo se encontraba haciendo Kim TaeHyung.
Acomodó su gran cálido abrigo de piel y miraba pensativo las flamas del fuego incrementar. Si bien su pijama sedoso era lo bastante abrigado, no se negó cuando William, su fiel mayordomo quien siempre estuvo a su lado, le ofreció ponerse el abrigo.
--- Joven Kim, recuerde que mañana tiene una cita con la señorita Kim Jennie --- El rubio suspiró y negó con su cabeza cansado de escuchar ese nombre. Juraba que si alguien más se dignase a nombrarla, se mudaría inmediatamente a Corea.
Kim Jennie venía de una millonaria familia muy amiga de sus padres. Sin embargo, TaeHyung y su familia siempre poseyeron el cuádruple de cantidad, cosa que ponía muy celoso al padre de Jennie, Kim Woobum.
Jamás podrá olvidar como desde chicos ambas familias planeaban contraerlos en santo matrimonio, cosa que era muy absurda para Kim niño, pues en los cuentos infantiles que leía ninguna alianza estaba predeterminada. ¿Qué hay con eso del verdadero amor? ¿Acaso él no encontraría a su damisela en apuros? ¿No daría un beso de amor que lo salve a él y a su amada en situaciones de vida o muerte? Era absurdo, completo y totalmente absurdo. Y el inocente niño nunca perdía la oportunidad para mostrar su disconformidad siempre que algunas señoras los miraban adorables y se acercaban para decirles lo hermosa pareja que hacen y podrían hacer en un futuro contrayendo matrimonio. TaeHyung chillaba y les decía, educadamente en lo posible, que eso jamás pasaría, que Jennie era como su hermana.
No era consciente del daño que provocaba en la pequeña castaña y su inocente corazón.
--- Mandale una carta a JiMin, dile que pasará toda la tarde aquí y que puede quedarse a dormir si gusta --- William miraba a TaeHyung desconcertado. Sin embargo, obedeció debido a su puesto.
William se retiró de la sala de estar dejando a Kim solo. Suspiró audiblemente y sobó el ceño de su frente, esta situación lo enfermaba.
Calma, TaeHyung. Solo es una estúpida tarde tomando el té con tus amigos. ¿Qué puede salir mal? Ojalá se le rompa un zapato a Jennie o que su carruaje pierda una rueda.
Rogaba que su preciado amigo no tuviese ninguna actividad importante como esgrima o ajedrez, típicos pasatiempos que se vieron envueltos a participar gracias a sus padres y en los que ambos destacaban. Ahora mismo Park era su única esperanza.
Se levantó con suma delicadeza y elegancia - tal como había sido educado toda su vida y aún lo seguía siendo por sus tíos quienes solían visitarlo de vez en cuando - caminó por la sala hasta quedar frente a un gran cuadro pintado por el famoso artista de la época, Salvador Dalí. En la imagen se veía al pequeño y sonriente TaeHyung en medio de su padre quien aparentaba dominio y posesividad, y su madre quien mantenía una postura relajada y una bella sonrisa cuadrada muy similar a la que Kim hijo heredó.
Sonrió enternecido, cerró sus ojos dedicándoles unas palabras a sus padres.
Saben, madre y padre, aún los extraños. Entregaría toda mi riqueza con tal de que pueda volver a verlos al menos unos segundos, volver a acariciar la suave mejilla de ti, madre. Volver a presenciar tus habilidades y tranquilidad a la hora de jugar ajedrez con el abuelo, padre.
Solía hacer eso todas las noches sin falta, se acercaba a la inmensa obra de arte y les contaba cómo iban sus días haciendo nada, estudios en la más que prestigiosa institución de toda la ciudad, amistades que solo se centraban en JiMin, su primo Jung Hoseok - con quien ha tenido algún que otro pequeño inconveniente que con el paso del tiempo fueron quedando en el olvido - y se podría decir que Jennie, negocios que quedaron a sus manos debido al fallecimiento repentino de su padre, entre otras. Era bastante aliviante, era la única forma en la que podía recordar cómo era ser estrechado entre los dulces brazos de sus progenitores y sentirse querido.
Este hábito lo escondía de todo el mundo, incluso de su mejor amigo Park JiMin. Prefería que sólo él sepa sobre esto, era algo demasiado íntimo y jamás se lo enseñaría a alguien.
Se levantó luego de conversar por unos minutos - a solas - con el recuerdo de sus padres, se dirigió hacia el gran, cómodo e individual sofá, se desplomó allí importando poco si su costosa pijama se arrugaba o no, cerró sus ojos y decidió entregarse a los brazos de Morfeo, mañana sería otro día. Esperaba que realmente la tarde pase volando o que al menos no sea tan densa. Pensar en que debería soportar los chillidos y los intentos de coqueteo de Jennie hacia su persona, le estresa en demasía.
Dicho y hecho, luego de lamentarse algunos minutos en mantener una amistad con Jennie, TaeHyung pudo descansar en paz.
Despertó al día siguiente en la cálida sala de estar. Sintió como alguien carraspeó con su garganta provocando que pegué un saltito en el lugar debido al susto y sorpresa, abrió holgazán sus ojos molestándole la repentina luz natural del sol y vio a William tan elegante como siempre y como debía ser.
Sobó sus ojos con el puño de la mano intentando acostumbrarse a la brillosa luz y bostezó descuidado.
--- Joven Kim, el señorito Park me ha respondido gratamente la carta recientemente enviada y me comunicó que estará aquí a las 12 am. --- TaeHyung frunció el ceño intentando recordar por qué JiMin lo visitaría ese día. La imagen de su "comprometida" invadió su mente y las ganas de dormir profundamente como una de las princesas de sus libros infantiles, lo llenó por completo.
Asintió dándole a entender a William que su trabajo ya estaba dado por hecho y podía retirarse a hacer alguna labor esencial de la casa.
Perezoso y sin ningún tipo de intención en levantarse de aquel cómodo sillón, giró su vista hacia el inmenso reloj - que decoraba la sala dándole una impresión más antigua - que marcaba exactamente las 11:50 am.
Joder, pensó Kim. Se levantó rápidamente y corrió hacia su enorme habitación. Su habitación ocupada toda una casa de los nobles que viven cerca de su mansión. Los ciudadanos incluso se tomarían el atrevimiento, con un tono de sorpresa, y envidia de decir que tranquilamente ocuparía tres casas del pueblo.
Ya en su habitación, se vistió muy elegantemente en un principio - aunque en su opinión esa ropa era la de todos los días - con su camisa completamente blanca, unos tirantes negros que iban enganchados a su pantalón de vestir del mismo color. Acomodó el cuello de su camisa mientras se miraba al espejo.
Si le preguntaban, él se consideraba extremadamente hermoso. ¿Hermoso? Esa palabra le quedaba corta. Incluso perfecto no llegaba a su nivel. Varias veces tomaba un diccionario de la gran estantería llena de diversos libros y buscaba la palabra perfección. Le parecía incrédulo que su nombre no aparezca allí. De seguro era una versión muy vieja de ese libro.
Terminó con todo el asunto de su ropa y corrió hacia el baño para lavarse su brillante dentadura la cual era una de sus miles de virtudes. Limpió sus labios con la sedosa y suave toalla y bajó las escaleras con las manos en su bolsillo mostrando una postura refinada.
Entró a la cocina poniendo una cara de asco, pues los sirvientes estaban allí tomando el desayuno que eran restos que TaeHyung no comía o simplemente no le apetecía en ese momento. Obviamente si el joven Kim decía que no quería tal comida, los mejores chef de la ciudad debían encontrar otra receta que enamore al paladar de TaeHyung o al menos lo haga sentir satisfecho.
Así fue criado TaeHyung. Veía como su padre reclamaba a los sirvientes cuando una tarea no estaba bien cumplida, incluso a veces su madre se lo llevaba - antes de que presencie otra escena - con la excusa de que quería enseñarle un poco más sobre las flores y su significado. El pequeño Kim pensaba que estaba mal tratarlos así, pues en los cuentos que leía las princesas eran muy bondadosas con las demás personas. Es por eso que TaeHyung no se sobrepasaba con sus sirvientes, simplemente les reprendía o miraba de arriba a abajo con algo de asco en la mirada. Algo es algo.
--- ¿Dónde está William? --- Sin más y sin saludar, preguntó tranquilo. El chef que se encontraba preparando algún aperitivo para Kim y sus amigos, hizo una reverencia sin levantarse hasta que TaeHyung hizo un sonido permitiéndole enderezarse.
--- Joven amo, William está recibiendo a la señorita Kim y el señorito Park --- Dios alabe a JiMin, llegó al mismo momento que Jennie por lo cual no debe pasar tiempo a solas con ella.
Sin decir nada más, se retiró al extenso lobby donde recibió a sus amigos. Hacía tiempo, por suerte, que no veía a Jennie. Su viaje a Italia le había favorecido, pues al analizarla de pies a cabeza pudo notar que parecía más madura que antes.
Sobre JiMin....el sigue igual a como lo recordaba. Lo que emociona - y tranquiliza a la vez - a TaeHyung es que su pelinaranja mejor amigo sigue sin crecer respecto a la estatura quedando más bajo que Kim.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por unos brazos que rodearon su cuello, un cuerpo que se apegaba al suyo, un aroma que le repetía una sola palabra "bastante caro" y una voz extremadamente chillona e insoportable.
--- ¡Mi amado! --- Taehyung revoleó los ojos y suspiró. Aquí íbamos de nuevo.
¿Ya les había mencionado lo irritante que le parecía Kim Jennie?
Pudo ver sobre su hombro como JiMin bufaba, rodaba sus ojos y se cruzaba de brazos esperando a que la escena que tenía frente suyo desapareciera. A su vez, observó como el pelinaranja escondía algo - que desconocía por completo - detrás de su espalda. ¿Qué tienes ahí, Mochi?
📷
🏴‍☠️💰
13/05/2021
Hey!
Bienvenidxs a otro capítulo.
No odien a Tae, solo esperen a que el personaje se desarrolle bien unu.
Gracias por ser tan pacientes y esperar con ansías el capítulo.
Que tengas un excelente día/noche. Recuerda cuidarte, tomar agüita, comer bien y dar amor <3
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bluesdeldesierto · 5 years ago
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PANDEMIA
 - Camel Blue, por favor
 - Natalia, ¿nos queda camelblú?
 - No - gritó una voz joven desde más allá del campo de visión
La estanquera me miró en silencio arqueando las cejas y apretando levemente los labios esperando a que probara otra vez.
 - No lo sé
 - Tu padre a veces pide Marlboro Touch
 - Vale
 - ¿Un cartón?
 - Ponme dos paquetes
 - ¿Tal y como estamos?
 - Es que no debería fumar tanto
Me miraba arqueando mucho más las cejas mientras apoyaba el codo en el mostrador y torcía la boca con una irónica sonrisa.
 - Te voy a poner un cartón por si acaso.
Yo no dije nada porque soy tan pobre de espíritu que tengo miedo hasta de llevarle la contraria a la mujer del estanco. Tampoco le llevo la contraria a mí padre adherido a la cheslong encendiéndose un cigarrillo con el culo del anterior y solamente parando para toser sangre en unos trozos de papel higiénico perfumados con rosa mosqueta delicadísimamente doblados en triángulos o para beber zumo de pomelo rosa que me hace exprimirle a todas horas. 
Salí del estanco con la mirada de la estanquera clavada en mi nuca, esa mirada de quien se sabe dominante en el mínimo recodo cotidiano del intercambio de bienes y servicios. Toda la sangre me palpitaba en el cráneo como un río murmurando una suave canción de vergüenza por haber nacido. Seguía avanzando por la avenida rumbo al supermercado. Algunas abejas tempranas se congregaban alrededor de las lantanas con sus propios murmullos y secretos hipnóticos, fijé tanto la mirada que dispuse el ánimo cinético hacia los alcorques chocando sin poder evitarlo con una señora usuaria de mascarilla que gruñó debajo de ella algo ininteligible. Intenté regresar a mi interior. Miré al horizonte. Me disculpé ya demasiado tarde y seguí caminando. Los bares estaban cerrados. A estas horas de la mañana se le habían extirpado a la calle los paseantes y alzando la mirada podías ver algunos vecinos hablando de balcón a balcón. Me paré en un semáforo al tiempo que pasa un coche negro cuyo copiloto arrojaba por la ventanilla con un grácil movimiento de muñeca unos guantes de látex que cayeron sobre la capota de otro coche aparcado. Cambié de mano la bolsa con el cartón de tabaco, no pesaba pero molestaba llevarla todo el rato en el mismo lado. El supermercado se encontraba ubicado ya en el siguiente desvío a la izquierda.
 - ¿Queda algo o qué?
 - Algo
La retahíla de clientes en espera se extendía hasta la misma esquina de la calle tanto por el número como por la distancia de seguridad que se nos hacía guardar. 
 - ¿Es usted la última?
 - Sí hijo, sí. A por dos tonterías que vengo, pero claro ya que estoy pues tendré que cargar, he llamado a mi hijo para que me baje el carro ya puestos porque claro aquí ya no se sabe, la gente entra a saco como si esto fuera la guerra olvidando las más elementales normas cívicas occidentales en las cuales hemos sido empapados e instruidos y entran depredando con sus afilados morros cual zorros del desierto de Atacama. Pues a mí no me dejarán atrás, yo no seré la carroña reseca destrozada bajo sus cobardes mandíbulas en el pasillo de las conservas, ellos no conocen la obstinación que me mantendrá indemne.
Bueno probablemente no dijo exactamente eso pero me impresionó de manera homóloga. Prosiguió hablando sobre distintas formas de cocinar el cardo hasta que al cabo de más de cuarenta minutos pudimos entrar en el super. El aforo era bastante reducido. Te hacían lavarte las manos con un gel desinfectante y ponerte guantes para entrar. Me avergonzaba lo absolutamente confortable y seguro que me hacía sentir toda esta sobreprotección sanitaria y controladora, era como cuando mi madre me abrigaba tanto que mis movimientos se veían tan mermados como los de un muñequito de lego y solo quedaba al descubierto el mínimo de cara necesario para poder ver a mi alrededor. Debo tener el alma más flácida de mi línea sanguínea. El reposo de los cuidados. El alivio de las fiebres. 
Calabacín, berenjena, zanahorias, vaya, no queda hinojo, pastillas de caldo, debería comprar algo de pescado pero papá no soporta casi ninguno, igual un poco de merluza. No me puedo creer que no queden lentejas, pues nada, a ver, garbanzos, podría comprar un poco de bacon, anda mira, parmesano, me pregunto si les quedará pecorino romano, col, podría hacer sarmale para cenar mañana. Mierda, no queda papel higiénico. 
 - Disculpe ¿Les queda algo de papel higiénico en el almacén?
 - Lo que hay en el pasillo. Si no queda vuelva mañana.
 - Ya pero es que se nos ha acabado hoy y mi padre está enfermo y…
 - Debería usted ser un ciudadano prudente y precavido y haber hecho avituallamiento de papel higiénico como el resto de convecinos y no ser un parásito pedigüeño confiante en la beneficencia de las grandes superficies para limpiarle a usted el culo. Vuelva mañana.
Estoy casi seguro de que me dijo eso de manera literal, o sea más o menos, de todos modos es lo que me hubiera dicho mi padre al que ahora se le estaría acabando ya el paquete que había abierto esta mañana. Creo que también se le están acabando las toallas jabonosas. Y la cerveza. Aunque debería beber un poco menos. Necesito comprar papel higiénico.
Las bolsas eran dos bolas de los presos de las películas que tenía que llevar andando hasta el siguiente supermercado que albergaba la promesa del papel. Tenía que parar cada pocos metros para descansar los brazos y poder seguir atravesando la avenida. Algún coche de policía pasaba distraído como las libélulas por la superficie del río, regalándose en el desarrollo de su propio movimiento a la espera de algo que libar. A mí me atemorizaba sobremanera la sola posibilidad de ser interceptado aunque nunca hubiera tenido ningún encuentro desafortunado con la autoridad ni estaba realizando ninguna acción punible o que contraviniera injustificadamente el orden que se había acordado para esta situación de alarma. 
En el siguiente supermercado había todavía más cola y desde fuera se veía todavía más vacío. Yo cuando me muera quiero ser quemado porque me horroriza la idea de que vengan un montón de gusanos a devorar lo poco que deje de mí en esta tierra. Me dirigí directamente al seguridad de la puerta a preguntarle si había dentro papel higiénico. Entre su vaga negativa y mis acuciantes ganas de vaciar la vejiga que estaban empezando ya a comprometer el modo en que caminaba decidí volver a casa para bajar en otro momento a zanjar mis compras.
Al retornar sobre mis pasos advertí un reguero de hormigas que no había visto antes. Su cooperativa cabalgata captó mi concentración y me incorporé como uno más al desfile que bajaba en dirección opuesta a mi destino real. Llegamos jubilosos a su escondrijo que se encontraba en un recodo de un garaje de una calle solitaria. Vacía. Carente de vigilancia o testigos. La pradera ideal sobre la cual irrigar mi alivio. Apoyando las bolsas de plástico en el suelo me baje la bragueta y me dispuse a dejarme fluir sobre la fresca pared callada. El rumor de las aguas tropezando contra el ladrillo y cayendo. El lejano repiqueteo de minúsculas gotas sobre las bolsas de plástico. Joder. Por lo menos estaba listo para ir aunque fuera a un supermercado más antes de vindicar en esta expedición. Cogí las bolsas y bajé por la calle abandonada. No tardé mucho en encontrar una pequeña tienda de alimentación regentada por un pakistaní. Al ver el cartel que anunciaba latas de cerveza a un euro recordé que no había llegado a coger ninguna en mi primera compra. El chico del mostrador estaba sentado con una mascarilla de las que se usan para pintar mirando el móvil y apenas hizo un gesto con la cabeza para confirmar que yo había entrado en su campo perceptivo. Le dejé las bolsas cuajadas de rocío junto al mostrador y le dije que entraba a por cerveza. Avanzando por el mínimo pasillo mi columna vertebral respondió con una dócil caricia al ver al final un paquete de doce rollos de papel de triple capa bouquet perfumado con rosa mosqueta. Capturé con decisión el paquete que no interpuso ningún tipo de resistencia obstativa. Al girarme tenía como una sombra a una señora de unos setenta y muchisísimos años con el pelo gris arreglado en una trenza que le caía sobre el lado derecho. Con su cara morena y arrugada como un dátil me miraba con ligera expectación y confesó al momento que venía buscando lo mismo. Me quedé mirándole a los ojos bloqueado por la situación, por la culpa, el miedo, la necesidad, la piedad hasta que la señora nos sacó a los dos de esa telepática espiral de regateo dirigiéndose al dependiente:
 - ¿No tenéis más paquetes de papel?
 - No, no más papel. Mañana no, otro día tenemos. - sentenció.
La señora me miró de vuelta y sonrió como imagino que debió sonreirle Santa Filomena a Diocleciano. 
 - Mire qué le parece si compro el paquete y le doy la mitad.
 - Sería usted un buen cristiano y todos sus días se verían bendecidos por la incombustible gracia del señor que perdonaría sus pecados de pereza, abulia y omisión e iluminaría con una luz especial el camino que ideó para usted a través del trigo y la piedad. 
Eso tuvo que decir.
 - Así sea.
El dependiente de la tienda demostrando grandes conocimientos sobre la fluctuación de precios mediante el ratio oferta y demanda se encargó de recaudar un precio con mucho inoportuno al cual acepté guiado por la necesidad y no por la razón. 
 - ¿Me acompañas a la furgoneta? Dejamos los rollos en el maletero y así ya me voy.
 - Claro, vamos.
 - Es que he venido aquí a comprar para ver a mi nieta ¿sas? digo, ya que tengo una excusa para salir de casa pues vengo, que yo vivo por el barrio de la aguja ¿conoces? ahí en una casita, de tota la vida eh, la compró mi padre sobre plano. Tengo ahí unas plantitas ya sabes - dijo guiñando un ojo - también una mata de lavanda que mare meua, no sé qué vamos a hacer porque no para de crecer; en el campo de mi hermana tenían una enorme, tres cuatro metros, ahí en Puçol. Y nada, se le montó ahí un nido de conejos que se lo comían todo. Las fresas, todo lo destrozaban. Tenían un gosset, un ratonero de estos, tenía más ganas que fuerzas y siempre salía como un llàmpec a ver si los mataba, y llegaba y los cogía por el cuello y hacía toda la fuerza que sabía hacer y los dejaba en la puerta del garaje agonizando y teníamos que ir a rematar a los pobres. Mira ahí está la furgoneta.
La furgoneta era una Citroen C15 blanca con buena parte de su geografía accidentada. Abrió las puertas traseras revelando varias bolsas empachadas de comestibles. Deposité seis de los rollos de triple capa bouquet de rosa mosqueta sobre una caja desbordada de limones.
 - Puedes agarrar los limones que quieras eh, no tingues vergonya. A ver ¿qué te debía? un momento. ¿Tienes cambio de veinte?  O igual no llevas ni efectivo ¿no? Ahora con todo el tema este de la cuarentena, antes no me han dejado pagar con el billete por eso no he podido cambiar, he tenido que usar la tarjeta que ya no sé ni cuánto le debe quedar ya.
 - No se preocupe señora, no hace falta que me lo pague. 
 - Veo que llevas un cartón.
 - Es para mi padre.
 - ¿No fumas? Es porque tengo un poquito de chocolate.
Dejé las bolsas en el maletero de la C15 y me senté en el asiento del copiloto. Tuve que abrir un paquete de Marlboro Touch porque ella no tenía tabaco encima. A pesar de tener un ligero temblor en las manos era capaz de enrollar con precisión quirúrgica el canuto que le ocupaba. 
 - Este papel es mejor, más natural. Yo prefiero fumar chocolate, la marihuana me pega massa. Me deja tonta. Pero bueno, en mi casa tengo algunas plantitas y lo que saco pues lo cambio o lo regalo. Cal compartir si se puede ¿no? 
Yo no sabía bien qué decir, hacía años que no me encontraba tan relajado como mirando a esta completa desconocida septuagenaria liándose un porro en una furgoneta a plena luz del día en medio de una pandemia global. Su voz era como carbón vegetal cayendo cuesta abajo por una escalinata de terciopelo. Pausada, llena de existencia. Pegó la primera calada y empezó a salir un humo del mismo color que su pelo trenzado. 
 - Pondría música pero se me ha roto la radio. Se quedó una cinta atascada.
 - ¿Qué cinta? - Pregunté como un muñeco ventrílocuo.
 - Ni me acuerdo, creo que era de chistes de Eugenio.
Se empezó a reír y luego estuvo tosiendo un poco. Yo nunca había probado los estupefacientes, hace unos cinco años tuve una temporada de insomnio y me recetaron diazepam pero nunca fui capaz de llevarme a consumirlo porque tenía miedo de volverme adicto o algo así, me horrorizaba por mi disposición natural a la autoindulgencia. Pero ahora parecía que el mundo se había detenido en su eje.
 - ¿Qué pasó con la mata de lavanda de su hermana?
 - Pues nada, la arrancamos de cuajo y de la irreparable herida que dejó en la tierra brotaron como pus cientos de miles de conejos blancos, pardos, morados, negros como gallos negros de la isla de Java desparramándose en todas las direcciones, el gosset ante el estímulo inabarcable tuvo que hacer acopio de fuerza telúrica para reduplicarse por mitosis no sé cuántos cientos de veces para intentar cazarlos a todos, empresa que le sobrepasó por supuesto pero algunos sí que mató. Mató a uno de los negros que también sangraba negro por cierto y ya no creció nada allí donde cayó su sangre. Y nada, la esquejaron y tal y tienen ahora una mata más pequeñita cerca del paellero. Una de lavanda y una de romero. 
La señora fue la última en matar el florete tras lo cual lo arrojó por la ventanilla. Tras el intercambio de despedidas y agradecimientos me dirigí pasito a pasito a mi casa. En la misma esquina de la calle en la que me encontraba había una filtración de agua y estaba creciendo algo de culantrillo, era una suerte que el culantrillo pudiera estar en la calle sin nada que temer. 
Estas bolsas son dos piedras enormes, no sé cómo pueden pesar tanto, mierda estoy notando la rotación de la tierra y voy a perder el equilibrio en cualquier momento, voy a caerme contra el suelo y me voy a reventar la boca y la nariz y se van a romper los huevos y me voy a quedar boca abajo dando vueltas sangrando el resto de mi vida, a ver fija la mirada en el estanco, ya casi estás, un pasito, bien, otro pasito, vamos ya lo tienes, ahora discurre por la avenida como si estuvieras llamado a ello por un orden anterior a tu voluntad, eso es, no es nada. Vale, ahora gira la esquina. Saca las llaves, venga, abre la puerta, joder, como pesa la puerta. Vale ya estoy dentro del portal, mira: un coche de policía, lleva las luces, la sirena, cuanto ruido ¿a dónde será que le llevan? esto no puede ser el fin del mundo, no puede ser el fin del mundo. ¿Quién demonios va a venir a salvarme? ¿Quién va a venir a ponerme un gorro y un abrigo y a inmovilizarme amorosamente y a tullir mi voluntad con albedrío prefabricado? ¿Qué clase de fin del mundo es este que se ahoga como un niño en mitad del océano? Vale ya he llegado a casa.
 - Papá, ya estoy aquí
 - El tabaco
 - No quedaba Camel, te he traído Marlboro
 - Cerveza
 - Mierda
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casualfartfun · 5 years ago
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Deja ir el matrimonio de tus sueños, aprovecha la felicidad real
Creo que todos nosotros, durante nuestra adolescencia, hemos tenido hermosas ilusiones sobre nuestros cónyuges en el futuro. La mayoría de los hombres sueñan que pueden conocer a una confidente que será gentil, virtuosa, inteligente y sabia, y que pueden mantener sus manos y vivir juntos hasta la muerte; la mayoría de las mujeres sueñan que Dios les otorgará un caballero guapo y brillante, y que el hombre se pondrá el traje de novio, imaginando que pueden caminar hacia el feliz palacio cogidos del brazo, ayudarse y amarse para siempre… ¡Qué perfecta es la vida feliz que soñamos! Aunque no sabemos cuándo el sueño se hará realidad, creemos que la felicidad llegará un día.
Recordando el viaje a mitad de camino que he caminado, he estado persiguiendo el sueño de la vida feliz. Nací en una familia pobre y rural. Mis padres estaban peleándose por las necesidades diarias durante todo el año, lo que me dejó una sombra profunda en el corazón. Cada vez que vi en la televisión que la gente de la ciudad vivía una vida cálida, feliz y romántica, soñé que algún día también me quedaría en cierto rincón próspero de una ciudad y viviría una vida feliz y dulce con mi príncipe encantador, sin peleas y envejeciendo juntos. A la edad de casarme, me casé con mi esposo que vivía en la ciudad como yo deseaba.
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Al principio, mi esposo me trataba y cuidaba muy bien. Pensé que finalmente me di cuenta de mi larga y feliz vida. A medida que pasaba el tiempo, descubrí que no entendía la consideración y el romance, y mucho menos me compraba ropa, joyas para mí,no me llevaba a viajar o celebraba mi cumpleaños. E incluso nunca me dijo una palabra dulce y cálida, que rompió por completo mi sueño de felicidad. No importaba cuando escuchaba a mis colegas y amigos hablar de su felicidad, poco a poco estaba insatisfecha con mi esposo en mi corazón y comencé a usar esto como una excusa para descargar mi enojo en él y quejarme con él. Pero a él nunca le importó lo que dije y siempre me "consoló" con la vieja idea antes de la unión, diciendo: "también puedo hacer esas cosas, pero no tiene sentido. Vivir la vida no es como estar enamorado. Será mejor ser práctico". Quería decir que yo era demasiado vanidosa y no realista. No tuve más remedio que sufrir en silencio.
Lo más triste es que durante mi embarazo, mi esposo al principio solía preguntar por mi bienestar, pero luego me trató con indiferencia. Al pensar en eso, mi amiga me dijo cuando estaba embarazada, su esposo la llevaba a caminar todos los días e intentaba hacerla feliz, me sentía sola y le preguntaba a mi esposo con enojo por qué me trataba de esta manera. Inesperadamente, me respondió con palabras frías, "¿Vives una buena vida, teniendo comida y bebida, cómo cuidar de ti?". Al escuchar sus palabras, estaba muy enojada. ¿Por qué me tocó encontrar un hombre así de tonto? Él no se preocupaba por mí, e incluso tenía una voz áspera cuando me dijo. Apenas podía comunicarme con él. En ese momento, no dije nada a él durante mucho tiempo.
Después, mi hijo nació. Pensé que mi esposo cambiaría su actitud hacia mí. Pero más allá de mis expectativas, al ver llorar a nuestro bebé por la noche, no sólo se negó a persuadirlo para que durmiera, sino que lo sintió demasiado ruidoso y se fue directamente a dormir a otra habitación, dejándonos a mí y a él solos. Le di muchas vueltas al infierno sobre esto, pero aun así parecía no tener problemas. Después del trabajo, solía beber y divertirse con sus amigos. Y cuando llegaba a casa, o bien se quedaba dormido en el momento en que yacía en la cama, o gritaba borracho en el sofá. Cuando me enojé con él, sólo se rió de mí. Mirándolo, no sabía si reír o llorar. Angustiosamente, era una especie de tortura estar con él hasta la vejez; irónicamente, por qué fui tan tonta en ese momento para casarme con un hombre que no sabía cómo preocuparse por los demás. Durante esos días, viví completamente con dolor, quejándome de que no podía sentir amor y afecto por él y mi vida feliz que había soñado estaba rota. Me odiaba más porque me casé con él en ese momento, e incluso lamenté por qué no encontré más novios para comparar, sino que lo elegí directamente. ¿Por qué mi vida feliz que deseaba estaba tan lejos de mí?
Cuando tuve dolor, un amigo me dio un libro. Vi las palabras de Dios diciendo: "Cuando uno pasa a ser independiente, comienza su propio viaje en la vida, que le lleva paso a paso hacia las personas, los acontecimientos y las cosas relacionadas con su matrimonio; y, al mismo tiempo, la otra persona que formará ese matrimonio se está acercando, paso a paso, a esas mismas personas, acontecimientos y cosas. Bajo la soberanía del Creador, dos personas sin relación que comparten un destino relacionado entran gradualmente en el matrimonio y pasan a ser, milagrosamente, una familia, 'dos langostas agarrándose a la misma cuerda'". "Uno se encuentra con muchas personas en su vida, pero no sabe quién será su compañero o compañera en el matrimonio. Aunque todos tienen sus propias ideas y posturas personales en este asunto, nadie puede prever quién será finalmente su media naranja real, y las nociones que uno pueda tener cuentan poco. Después de conocer a una persona que te gusta, puedes mostrar interés por ella; pero si este interés es recíproco o no, si puede llegar a ser tu pareja, no te toca a ti decidirlo. El objeto de tus afectos no es necesariamente la persona con la que podrás compartir tu vida; y, entretanto, alguien que nunca esperabas entra silenciosamente en tu vida y se convierte en tu pareja, pasa a ser el elemento más importante en tu destino, tu otra mitad, alguien a quien tu destino está inextricablemente vinculado" (Dios mismo, el único III).
Las palabras de Dios me hicieron ver de repente la luz. Resultó que fue arreglada por Dios hace mucho tiempo que llegué a la gran ciudad desde un hogar lejano y me encontré con mi esposo. Y fue por la soberanía de Dios que pudimos permanecer juntos. Justo como la gente suele decir: "Las personas que no pertenecen juntas, no viven juntas". Pensando en ello, de hecho, cuántos amantes han prometido estar juntos para siempre, pero finalmente fallaron; cuántos extraños logran pasar una vida feliz juntos por casualidad afortunada; cuántas parejas han vivido peleas y frustraciones pero no pueden separarse… Yo también. Desde el principio, no conocía la soberanía de Dios y no podía obedecer el gobierno y el arreglo de Dios. Siempre viví en queja, lamenté casarme con mi esposo y pensé que había elegido a una persona equivocada y que sufría mucho. Ahora he llegado a saber que nuestro matrimonio fue ordenado por el Creador hace mucho tiempo si se ajustaba a mi voluntad y no teníamos otra opción. Hoy en día, muchas personas no satisfacen sus matrimonios. Para perseguir la felicidad que han soñado, deciden divorciarse con su cónyuge y reconstruir una familia. Pensaron que serían felices, pero no esperan que haya muchas especulaciones, escoltas y lágrimas ardientes detrás de su felicidad. Algunas personas incluso se divorcian nuevamente. Muchas mujeres vivieron en el dolor y la desilusión de toda la vida. ¿No son todos causados ​​por nuestra desobediencia a la predestinación del Creador?
Más tarde, vi la palabra de Dios diciendo: "Como las personas no reconocen las orquestaciones y la soberanía de Dios, siempre afrontan el destino desafiantemente, con una actitud rebelde, y siempre quieren desechar la autoridad y la soberanía de Dios y las cosas que el destino les tiene guardadas, esperando en vano cambiar sus circunstancias actuales y alterar su destino. Pero nunca pueden tener éxito; se ven frustrados a cada paso. Esta lucha, que tiene lugar en lo profundo del alma de uno, es dolorosa; el dolor es inolvidable; y, al mismo tiempo, uno está desperdiciando su vida. ¿Cuál es la causa de este dolor? ¿Es debido a la soberanía de Dios, o porque una persona nació sin suerte? Obviamente ninguna de las dos es cierta. En última instancia, es debido a las sendas que las personas toman, los caminos que eligen para vivir sus vidas". "Allí donde uno esté, cualquiera que sea su trabajo, sus medios de vida y la persecución de sus objetivos no le traen otra cosa que una angustia infinita y un sufrimiento que no se pueden aliviar, de forma que uno no puede soportar mirar atrás. Sólo cuando uno acepta la soberanía del Creador, se somete a Sus orquestaciones y arreglos, y busca la verdadera vida humana, se librará gradualmente de toda angustia y sufrimiento, se deshará de todo el vacío de la vida" (Dios mismo, el único III). De estas palabras, llegué a saber que todos los dolores que había sufrido fueron causados ​​por mi búsqueda del llamado amor romántico. La visión errónea me hizo quejarme siempre y encontrar defectos en mi esposo durante tantos años. O comparé a mi marido con el marido de los demás o lo comparé con los actores principales de los programas de televisión, o con mi esposo ideal. A menudo sentía que había muchas deficiencias en él y no podía satisfacer mis deseos. Como resultado, la voluntariedad, las ambiciones y los deseos cegaron mis ojos, por lo que no pude ver sus méritos, lo que me llevó a pasar estos años clamorosos. Fue realmente miserable. Ahora entiendo que todas las cosas están predestinadas por Dios. Preferiría obedecer en paz y alegría que luchar en dolor. Porque sólo Dios gobierna nuestro destino, y sólo Él puede llevarnos a desechar toda tristeza, vacío y dolor y vivir una vida realmente feliz.
Después, dejé de lado toda la insatisfacción con mi esposo y estaba dispuesta a obedecer las orquestaciones y arreglos de Dios. No presté atención a las deficiencias de mi esposo. Porque sabía que no era perfecto, ¿cómo puedo pedirle sin sentido que sea un hombre perfecto? Las parejas deben respetarse y amarse, y vivir con los pies firmemente en el suelo. No es necesario decir tantas palabras pomposas dulces y frases melosas, o solemne promesa de amor, al igual que la gente dijo que una vida ordinaria es la verdadera felicidad. Cuando cambié mi punto de vista en mi corazón, gradualmente vi las ventajas de mi esposo. Aunque no hablaba palabras dulces y frases melosas, era honesto; aunque no ganó mucho dinero, se mostró reacio a usarlo, pero me dio buena comida y ropa; aunque amaba beber, no me golpeaba estando borracho; incluso lo maldije, él solo sonrió pero no me golpeó. Comparado con aquellos hombres que dicen buenas palabras ante sus esposas pero no hacen nada, tuve más suerte. Algunos hombres golpearon a sus esposas cuando estaban borrachos. Mi esposo era mucho mejor que ellos, al menos me trató con verdadero corazón. Ahora sé que en realidad lo que Dios planea para mí es lo mejor. Es solo que no conocía la predestinación y soberanía de Dios antes, así que mucha felicidad se deslizó entre mis dedos discretamente. Cuando dejo de lado un sueño vago, obedezco la soberanía de Dios y vivo confiando en Dios, mi corazón se libera y obtengo una vida feliz.
La palabra de Dios cambió mi punto de vista equivocado, y luego todas las cosas han cambiado. Mi esposo me dijo: "Vi la obra de Dios sobre ti. El Dios en el que crees realmente puede cambiar a la gente". Al escuchar esto, alabé a Dios con gusto en mi interior. Sólo Dios puede cambiarme y la autoridad y el poder de Dios son dignos de experimentar y confiar. ¡Gracias a la salvación de Dios! Dios salva nuestro hogar roto y nos hace vivir en una vida feliz. Finalmente, entiendo que solo si sigo obedeciendo a Dios podremos poseer la vida más feliz.
Fuente: Estudiar la Biblia
Recomendación: Salvacion significado
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imagining-supernatural · 7 years ago
Text
Según Parece: Capitulo Dieciocho
Según Parece: Lista De Contenidos
As It Seems English Table of Contents
Inglés autor: @imagining-supernatural Traducido por: @kclaire1
Sumario: Addy y tu hermano vienen a la ciudad para tu boda.
Recuento de palabras: 4730
Advertencias: Gran Fluff. Mucho angst, como de nivel supernova.
N/A: Cuando tengo un capitulo con un recuento de palabras tan grande es cuando sabes que la mierda está a punto de caer… además, ADORO  el nuevo album de Kesha y parte de este capítulo está basado en su canción Finding You.
Beteado por: @kclaire1. Sin tu empuje y retroalimentación, puede que no hubiera escrito este capítulo. Gracias por aguantar mis lloriqueos con este capítulo.
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~Punto de Vista de la Lectora~
Dean caminaba nervioso de un lado a otro. Por supuesto, estaba hablando por teléfono, tratando de usarlo como excusa, pero aún así  se le veía nervioso.
Estaba tan mono.
“Sí, llame a mi asistenta la semana que viene y para fijar una cita y repasaremos todos los detalles… yo también lo creo… gracias de nuevo. Estoy deseando que nos reunamos.” Colgó y me levanté de la dura silla de aeropuerto en la que estaba sentada para caminar hacia él y pasarle la mano por la cintura.
“Estás muy mono cuando estás nervioso.”
Se rió haciendo una mueca. “No estoy nervioso. ¿Por qué iba a estar nervioso?”
“Porque estás a punto de conocer a mi hermano y a mi sobrina y te preocupa no caerles bien y como sabes que son muy importantes para mi, piensas que podría cancelar la boda mañana hasta que seas capaz de convencerles de que eres lo suficientemente bueno para mi.”  Sus grandes ojos verdes me miraron fijamente y supe que había dado en el clavo. Poniéndome de puntillas dejé caer un beso que pretendía calmarle. “No te preocupes, cariño. Nada va a salir mal. Nos vamos a casar mañana, Addy te va a adorar y Ethan puede que te interrogue un poco como mi hermano pequeño que es, pero después le encantarás.”
“¿Cómo puedes estar tan segura?”
“Porque yo me he ganado a tu padre en menos de una semana. Si yo he podido hacer eso, es que estamos destinados a estar juntos. Addy y Ethan serán pan comido comparado con él.”
“¡¡¡Tía Slushy!!!” la vocecita de Addy sonó por encima del estruendo que reinaba en el aeropuerto. Me desenganché de los brazos de Dean justo a tiempo para inclinarla y abrazar su cuerpecito cuando se lanzaba sobre mi. Enrolló sus bracitos en mi cuello y me abrazó como si su vida dependiera de ello. Nunca habría un día en el que yo me cansara de sus abrazos.
“¡Addy! ¿Cómo ha ido el viaje en avión?”
Agrandó mucho los ojos. “Daba miedo. Se movía mucho y había un bebé que no dejaba de llorar. ¡Incluso traté de jugar a no-está-sí-está con él!”
“¿Y aun así el bebé no dejó de llorar? Vaya. Tu habilidad para jugar al no-está-sí-está son legendarias. A ese niño le debía estar pasando algo realmente malo.”
Soltó un profundo suspiro que contenía todo el estrés que un niño puede tener. “Qué me vas a contar.”
“Eh, T/N,” Ethan saludó, abrazándonos a las dos, a mi y a su hija. Cuando se separó, mantuvo un brazo sobre mi hombro con actitud protectora y miró a Dean. “¿Y tú eres su prometido?”
“Ese soy yo,” dijo Dean. Y si no le conociera tan bien, habría sido duro darse cuenta de lo nerviosos que estaba. A pesar de todo, estoy segura de que Ethan vio que estaba un poco nervioso. “Me alegro de conoceros por fin. T/N me ha hablado mucho de Addy y de ti.”
“Es gracioso, porque yo no había oído hablar de ti hasta la semana pasada.”
Podría haber apuntado que era obvio que le había hablado a Ethan sobre mi jefe, pero los tres sabíamos que estaba hablando de Dean, mi novio/prometido.”
“Papi, se bueno,” le riñó Addy. Estaba aún subida a mi cadera y sabía que la estaría llevando así hasta que llegaremos al coche, pero se volvió a mirar a Dean. “Me disculpo por él. Los gremlins no le dejan dormir bien así que está gruñón. ¿Sabes cómo hacer que los gremlins se estén callados por la noche?”
Dean intentaba contener una sonrisa y puede que una carcajada. Después del estrés que había estado sufriendo con, bueno, con todo lo que había pasado estas dos últimas semanas, Addy era un soplo de aire fresco. Era maravillosamente inocente y decía lo que pensaba. Y un fantástico difusor de la tensión. Estaba mucho más relajado de lo que lo había estado un par de minutos antes.
“No tenemos gremlins aquí,” replicó Dean como si fuera una conversación igual de seria que la que hubiera podido tener con un socio en su negocio. Supe que se había ganado unos cuantos puntos con Addy. “Pero tenemos Gnomos pequeñitos que corretean por aquí.”
“¿De verdad?” los ojos de Addy se hicieron tres veces más grandes y se inclinó hacia Dean para obtener más información. “¿Y bailan como en Gnomeo y Juliet?”
Dean no tenía ni idea de qué estaba hablando, pero tuve que darle puntos porque a penas dejó que la referencia a la película le cortara. “No. Estos pequeños son chiquitines, pero pisotean el techo como si midieran seis metros.”
“Hala. Debe ser muy molesto. Molesto como James Ronald el que vive calle abajo. Come con la boca abierta.”
Ethan interrumpió la conversación y sugirió que nos moviéramos hacia la zona de recogida de equipaje. Parecía mucho más relajado con Dean después de esa breve conversación con su hija, pero eso no le impidió deslizar un par de preguntas de comprobación según completábamos nuestra aventura por el aeropuerto.
Después nos detuvimos en mi apartamento para dejar las cosas de Ethan y Addy y les dimos unos minutos para que de refrescaran y posteriormente los cuatro nos dirigimos al restaurante donde la familia de Dean ya nos estaba esperando. Con mi hombre a mi lado y nuestras familias alrededor, no se me ocurría mejor forma de pasar la noche de antes de mi boda.
*****
Para siempre.
Qué concepto tan extraño. Algo que no tiene fin. Algo que transciende el tiempo.
Parece imposible.
Nunca he creído en los para siempre. Todo acaba. El tiempo lo controla todo.
Mirando al final del pasillo al hombre que me estaba esperando no me pude imaginar un para siempre. Nuestro amor no era para siempre. No duraríamos para siempre.
Para siempre. Infinito. Sin ataduras. Eterno. Perpetuo.
Perpetuo era una palabra mucho mejor.
Cuando mi mirada se clavó en los profundos ojos verdes de Dean, sentí el peso y la libertad de un amor perpetuo.
Esa increíble sonrisa casi cegadora me atrajo pasillo abajo, y con Addy abriendo camino y mi hermano a mi lado, sentí el escozor de las primeras lágrimas tras los ojos.
Perfecto.
Otro concepto intangible. Sin faltas y sin mancha.
Parecía imposible.
Mirando pasillo abajo al hombre que me estaba esperando, no vi perfección. Él no era perfecto. No éramos perfectos. Nuestras vidas estaban lejos de ser perfectas.
Perfectas. Ideales. Excelentes. Utópicas. Inmaculadas. Infalibles.
Infalibles era una palabra mucho mejor.
Cuando mi mirada se clavó en los profundos ojos verdes de Dean, supe que nuestro amor era infalible.
Tenía los ojos húmedos con lágrimas que eran un reflejo de las mías mientras me acercaba. Ethan me entregó a Dean con un beso en la mejilla y di los últimos pasos yo sola.
Atemporales.
Eso era lo que Dean y yo éramos.
Cuando mi mirada se clavó en los profundos ojos verdes de Dean, supe que nuestro amor abarcaba cada línea temporal, cada realidad, cada vida.
El cura nos dirigió parabas de consejo, de celebración, de precaución. No escuché ninguna de ellas. Después Dean se volvió y recogió un anillo que le tendía Sam y de repente todo encajó con una claridad repentina y enfocada, como si el tiempo mismo se hubiera detenido.
“Yo, Dean Winchester, no puedo creerme que tú, T/N/A, estés a punto de convertirte en mi esposa. Te juro que siempre te amaré con todo mi corazón. No he sido nunca la clase de chicos al que le gustan las comedias románticas, pero de alguna manera aquí me tienes, confesando esta clase de cosas delante de nuestras familias.” Con eso se ganó unas cuantas risas entre los que se habían reunido. “Me has convertido en un blandengue y no hubiera querido que fuera de ninguna otra forma. No puedo esperar a tener más discusiones en la ducha, te prometo que siempre te dejaré quedarte con la cama cuando el aire acondicionado esté estropeado, y estaré a tu lado incluso después de que se nos lleve la muerte. Ya sea en el Cielo o en el Infierno, soy incondicionalmente tuyo.”
 Su mano sostenía con fuerza la mía al deslizar el anillo de boda en mi dedo. No podía apartar mis ojos de su rostro mientras colocaba el anillo justo al lado del de compromiso que habíamos elegido hacía un par de días.
Y llegó mi turno. Addy me tendió el anillo de Dean y yo tomé aliento.
“Para siempre no existe.” Parecía un poco de bajón empezar así unos votos de boda, pero sentía que era lo correcto. “Los dos lo sabemos. Pero cuando nuestro tiempo aquí acabe, te encontraré en tu próxima vida. Y en la siguiente. Y en la siguiente. Para siempre no existe, pero ¿Tú y yo? Somos atemporales. Te amaré donde y cuando nos encontremos. Sé que eres mi final feliz, y te buscaré durante millones de años, el Cielo y el Infierno, y todas las dimensiones para que podamos seguir teniendo un sin fin de finales felices. Dean, somos tú y yo. Incondicionalmente.”
Me las apañé para dejar de mirar su rostro el tiempo suficiente para deslizar la fina banda en su dedo. El cura nos declaró marido y mujer e incluso antes de que le dijera a Dean que ya podía besar a la novia, rodeé con mis manos su rostro y junté mis labios con los suyos.
El mundo podía estar ardiendo, ambos mundos, pero en ese momento el tiempo se había detenido y era como si no hubiera nadie mirándonos. Todo el dolor y el daño había desaparecido, borrado del mundo. Sólo existían los brazos de Dean rodeándome, mis labios en los suyos, y los votos que habíamos enviado al cosmos donde nunca se perderían.
“Te quiero tanto,” susurré sólo para los oídos de Dean cuando nos separamos mientras nuestras familias aplaudían.
“Lo mismo te digo, cariño.”
Nuestra tranquila, elegante y satisfecha burbuja de alegría estalló cuando la puerta de la capilla se abrió de golpe. Una mujer entró, flanqueada por cuatro hombres altos. Supervisó rápidamente la escena y hubo algo en ella que me hizo cosquillas en la mente.
Y no para bien.
“Oh, ¿me he perdido la parte en la que puedo objetar esta unión?”
“¿Quién eres tú?” apreté mi mano sobre la de Dean mientras todos mis instintos de cazadora volvían de golpe. No podía matar a nadie por ser una molestia.  Por lo menos no en frente de Addy.
Addy. Ethan. John. Mary. No formaban parte de lo que fuera que estaba ocurriendo allí. Miré alrededor tratando de encontrar una forma ponerlos a salvo, pero algo me dijo que ya era demasiado tarde. Cualquier movimiento repentino por nuestra parte pondría en acción a los intrusos.
Chasqueó la lengua a modo de desaprobación y los cuatro intrusos comenzaron a acercarse. “¿No te acuerdas de mi? Oh, T/N, querida, me siento ofendida. En serio.”
“Lo dudo.”
Uno de sus bien practicadas sonrisas malvadas asomó a sus labios. “Puede que no me recuerdes, pero seguro que me conoces bastante bien.”
“Esta es una ceremonia privada,” John dio un paso hacia delante tratando de tomar cartas en el asunto. “Tienes que irte ahora.”
Cuando chasqueó los dedos, una extraña y pesada atmosfera llenó la habitación. No era nada que hubiera visto antes, pero al mismo tiempo, sentía que ya había estado en esa situación.
“Espera un minuto. Te recuerdo de algún sitio.” Murmuró Dean, juntando las cejas. Mantuve la mirada fija en su rostro durante un momento, tratando de concentrarme. ¡Me acababa de casar, por amor de Dios! ¡¿No puede una chica ser feliz durante unos minutos?!
“Tómate tu tiempo,” dijo la mujer, con los ojos fijos en el rostro de mi marido. “Tenemos mucho.”
Había algo en ella que me rondaba por la mente, pero la voz angustiada de mi hermano me distrajo antes de que pudiera averiguar que era. “¿Addy? ¡Addy!”
Me solté de la mano de Dean y me di la vuelta para mirar a mi familia. Addy no se movía. Era como si alguien hubiera presionado el botón de pausa. Tenía los ojos muy abiertos y la mano ligeramente levantada hacia Ethan, pero no se estaba moviendo. Se había convertido en una estatua.
Me arrodillé a su lado y trate desesperadamente de hacer que respondiera ante algo, pero estaba completamente paralizada. No nos costó mucho darnos cuenta de que algo supernatural estaba sucediendo. Me giré para enfrentarme a la mujer pero me detuve al ver que Sam y Dean estaba tratando de hacer que sus padres se movieran también. Igual que Addy estaban paralizados. Por el rabillo del ojo, vi al cura tirado en el suelo, con el cuello girado.
Esta era la parte de la caza en la que la mierda alcanzaba el ventilador. 
Y esta vez, sin embargo, no éramos los cazadores.
Éramos los cazados.
“¿Qué demonios has hecho?” le grité la mismo tiempo que Dean aulló, “¿Qué demonios eres?”
“Oh, qué monos. Estáis casi sincronizados. Pero creo que ya sabéis la respuesta a esas dos preguntas.” Me recordaba a esos molestos profesores que se creían superiores cuando nunca te daban la respuesta que les pedías por que puedes hacerlo tu solo.
“Time wraith,” dijo Sam suavemente.
“¿Time what?” Ethan estaba aún agachado al lado de su hija, pero miraba el resto de la escena con los ojos muy abiertos y asustados.
Oh, Dios. Ethan no formaba parte de esto. En la otra línea temporal, no había hablado con el en años. Incluso después de limpiarme, le había mantenido alejado de mi vida. No se merecía mis mierdas. Tenía una buena vida en la otra línea temporal y yo no iba complicarlo todo.
Parecía que estaba destinada a traer una gran montaña de mierda a la vida de la gente a la que amaba.
“Deja que se vayan.” Gruñí. “Ethan, Addy, John y Mary. Deja que se vayan. Es al resto de nosotros a los que quieres.”
“Es ahí dónde estás equivocada, putilla. No os quiero a vosotros tres. Quiero que vosotros tres sufráis. ¿Y qué mejor forma de haceros sufrir que corregir un par de cosas que se han colado por las rendijas hasta aquí?”
“¿Qué demonios significa eso?” Dean estaba más tenso de lo que lo había visto en todo el año en el que había sido su asistenta. Este no era Dean el CEO. Este era Dean el cazador.
Mis propios instintos de cazadora estaban abatiendo mi calma también. Pensé en las pasadas semanas y un momento se me vino a la mente. No me podía quitar de la cabeza el molesto acento de Crowley diciéndome que lo que estaba muerto debería permanecer muerto.
“Si les matas, te vas a arrepentir.” Tenía que haberse dado cuenta de la oscura promesa que había en mi voz. Las únicas personas que estaban paralizadas eran las que estaban muertas en la otra línea temporal. Debían ser las cosas que se habían colado por las grietas.
“¿En serio? ¿Qué vas a hacerme?”
No tienes ni idea de con quién estás tratando.
Un retazó de memoria te pasó por la mente pero se escabulló antes de que pudieras aferrarte a ella.
Time wraith. Aún no sabíamos como matarlas. Un vistazo a Sam y Dean me hizo saber que no tenían ninguna idea brillante aún.
No tienes ni idea de con quién estás tratando.
Tienes razón, no la tengo. Y no la voy a tener porque nos vamos.
¿Nos vamos?
Es casi media noche, cariño. Tenemos esa reunión con tu hermano y el gilipollas de tu amigo el demonio.
“Eres la zorra esa del bar,” jadeé sin poder creérmelo. Bueno, hablando de ideas brillantes. Ahora tenía que averiguar como usar ese conocimiento a mi favor.
Aplaudió despacio. “Buen trabajo, T/N. Te ha costado mucho más de lo que yo pensaba.”
“Entonces, ¿Qué? ¿Estas celosa porque me he llevado al Dean de las dos línea temporales? ¿De verdad estamos teniendo una estúpida escena de triangulo amoroso tipo comedia romántica?”
“No soy tan superficial, cielo.” Pareció considerarlo durante un momento. “Aunque no puedo dejar pasar la oportunidad de pasar un buen rato.”
“¿Y eso que se supone que quiere decir?” preguntó Dean.
"¿Qué demonios está pasando?" Había ansiedad y miedo en la voz de mi hermano.
“Eth,” me volví a mirarle y se me rompió el corazón. Era mi hermano pequeño. Prácticamente le había criado yo en esta línea temporal ya que muestra madre murió de cancer cuando éramos jóvenes y nuestro padre se emborrachaba hasta el desmayo cada día. Era mi trabajo protegerle. Se suponía que le iba a proteger de todos los horrores del mundo. “Te lo explicaré luego, lo prometo.”
“¡Explícamelo ahora! ¡Mi hija no se mueve y tu no pareces demasiado asustada con esto! T/N, ¿qué demonios está pasando?”
Addy. Mi dulce e inocente Addy. Y Ethan. Mi hermanito pequeño que no se merecía la mierda de la madre de Addy y mucho menos la mierda de la otra línea temporal en la que le estaba metiendo.
Me volví hacia la Time Wraith y me preparé para suplicar. “Deja que se vayan. Haré todo lo que quieras mientras le dejes irse. Intactos.”
“Por divertido que eso suene, no tenemos tiempo de negociar los términos.” Se encogió de hombros como si no fuera importante. “Así que tendré que continuar con mi plan inicial.”
“¿Qué quieres decir?” Sam le interrumpió lentamente. “Eres… eres una Time Wraith. Puedes literalmente crear todo el tiempo que quieras.”
“Que agradable que pienses que tengo tanto poder, Sam.” Les hizo un movimiento con la cabeza a los cuatro matones que se abalanzaron. Mi sencillo vestido de verano no impedía mis movimientos, pero con la confusión y el shock de los últimos minutos, no le costó mucho al matón rodearme con los brazos de forma que no pudiera moverme. Mis forcejeos no hicieron que me soltara ni un poco. Era antinaturalmente fuerte. No eran hombres normales. La puta temporal esa debía haberles hecho algo.
My mente corría a mil por hora, ya que mi cuerpo no podía ni moverse. Sam y Dean estaban sujetos de forma similar a la mía y no parecía que ninguno pudiera moverse tampoco. Si los Winchester no podían luchar para liberarse, entonces, ¿qué esperanza teníamos Ethan o yo?
Ethan.
“¡Soltadme!” sus palabras sonaban como gruñidos mientras que se resistía a que le sujetara sus matón personal, que no tenía absolutamente ninguna expresión facial. Ni personalidad. Era como un soldadito de juguete supernaturalmente cargados. En menos de un minuto, Sam Dean y él mismo se dieron cuenta de la inutilidad de seguir forcejeando y pararon de moverse.
El silencio reinó en la habitación y la zorra comenzó a hablar de nuevo.
“Ves,” empezó. En algún sitio en la parte de atrás de mi mente, escuché mi propio gruñido. Aquí viene el monologo del monstruo. Era una de las cosas que no echaba de menos de la caza. “Sólo tengo control sobre esos tres mientras la otra línea temporal exista. Y se está desvaneciendo con rapidez.”
¿Se está desvaneciendo? ¿Qué significaba eso? No tuve tiempo de hacer la pregunta porque ella siguió hablando. Para alguien que insistía en que no tenía mucho tiempo, estaba gastando un montón.
“Hay ciertas leyes en el universo que aún no he averiguado como burlar. Al crear esta línea temporal, la otra esta perdiendo… bueno, digamos que esta perdiendo su fuerza. Mientras las dos líneas temporales estén vivas, no puedo controlar a los que están vivos en las dos a la vez.”
“Y para eso tienes a los matones,” dije suavemente. “Porque eres demasiado débil para nosotros cuatro.”
“¿Aún no te has enterado, ¿verdad?” caminó hacia mi. Me negué a forcejear o intentar echarme hacia atrás. No iba a darle esa satisfacción. Si acaso, me las arregle para enderezar los hombros todo lo que pude dada mi situación.
Avanzó deslizándose hasta quedar en frente de mi, con su cara a pocos centímetros de la mía. “Me perteneces. Todo lo bueno de esta línea temporal es por mi. Yo he recreado vuestras vidas. Yo soy la razón por la que tienes una relación con tu hermano aquí. Tus padres se hubieran metido entre medias de Ethan y tú hace años. Si ellos hubieran formado parte de tu vida, vosotros dos no estaríais tan unidos como lo estáis. Yo soy la razón por la que tu preciosa y dulce Addy te quiere tanto como lo hace. ¿De verdad crees que ella estaría tan pegada a ti si hubiera tenido una madre? No. Simplemente serías la Tía T/N, no la Tía Slushy.”
Se giró para mirar a Sam y Dean. “Y vosotros dos. Os traje de vuelta a vuestros amigos. Os di a vuestros padres. Os di un propósito. Vuestro éxito es por mi.” Caminó hacia Dean y le acarició la mejilla. Un profundo gruñido comenzó a sonar en mi garganta al verla tocar a mi hombre pero no podía hacer nada para detenerla. “Y ¿de verdad crees que fue una coincidencia que T/N perdiera su trabajo justo cuando empezabas a hacer entrevistas buscando una asistente personal? Realmente, yo soy la razón por la que vosotros dos estas casados.”
“¿Por qué tomarse tanta molestia?” Dean casi escupió las palabras. “Si nos odias tanto, ¿por qué hacer nuestras vidas mejor?”
Sacó un cuchillo de su bolso y sonrió. “Porque os dolerá mucho más cuando os lo quite todo. Se suponía que sólo tendría que mandaros a otra línea temporal. No sabían que al hacerlo, estaría matándoles a ellos también.”
El sol que entraba por la ventana brillaba en el cuchillo y a penas pude respirar. Si eso se dirigía hacia donde yo pensaba, entonces iba a tener que…
¿Iba a tener que qué? No podría hacer nada.
“¿De quién estás hablando?” Dean gruñó. Sus ojos de movían por la habitación, buscando una solución. Pero yo tenía la mareante sensación de que no iba a encontrar nada.
“Los Titanes. Bah.” Ah, claro. Porque por supuesto que deberíamos haberlo sabido. “Vosotros tres les estabais molestando, así que contrataron mis servicios para librarme de vosotros. Poco sabían ellos que yo ya lo estaba planeando.”
“¿Por qué? ¿Por qué nos odias?” ese era Sam. Dean y él eran mejor que yo en esto. Estaban tratando de ganar tiempo. Yo no podía apartar mis ojos del cuchillo. Tenía planes para ese arma y a mi no me gustaban las posibilidades que se me venían a la mente.
“Sois los Winchesters. ¿De verdad necesito una razón?”
“¿Y qué hay de mi?” Yo no era una Winchesters. Si podía hacerle entender que yo no era tan mala, entonces quizás podría sacar a Ethan y Addy de allí. Y si nuestras probabilidades aumentaban, quizás podría sacar a John y Mary de allí también.
“Te quieren. Tu dolor hará el suyo peor.” Se acercó hacia mi para acariciar mi mejilla, la misma imagen de lo que acababa de hacerle a Dean. “Además, eres una Winchesters ahora. Bienvenida a la familia, Sra. Winchester.”
“Eres malísima haciendo regalos de boda,” era una mala respuesta, pero no estaba exactamente en el mejor estado mental para burlarme de un monstro en ese momento.
“¿Quieres un regalo? Aquí lo tienes.”
Dio un par de pasos para separase de mi y vi con desesperación como se acercaba hacia Addy. Con la mano que no estaba sujetando el cuchillo, pasó los dedos por la frente de Addy, bajando por la mejilla y terminando en la barbilla.
“¿Papá? ¿qué está pasando?”
Un pánico y un dolor agudos de anclaron en mi corazón al escuchar su vocecita. Parecía que sólo podía mover la cabeza. El resto del cuerpo permanecía congelado.
“¡Detén esto! ¡Haré lo que quieras! Deja que se vaya. Lo juro, lo haré… seré tu zorra. Seré tu esclava. ¡Te dejaré hacerme lo que sea que quieras, pero deja que se vaya!” No tenía sentido forcejear contra la sujeción de sus matones, pero eso no me impidió intentarlo.
“¿Slushy?”
“Addy, cielo, todo va a salir bien. Voy a…” no pude terminar la frase. No pude prometerle un final feliz. Moví los ojos hacia Ethan y vi como su corazón se rompía cuando leyó la verdad en mi mirada. No podía arreglar esto. Se me cayeron las lágrimas y mi respiración temblaba con los sollozos.
“¿Me quieres a mi, zorra?” gritó Dean. “Estoy justo aquí. ¡Ven a por mi!”
“Addy, cierra los ojos,” la voz profunda de Ethan sonaba más firme de lo que yo esperaba. Puede que no supiera lo que estaba ocurriendo pero no era tonto. Se daba cuenta de la situación. Si los dos, Dean y yo estábamos dispuestos a entregarnos, sabía que no había esperanza. Addy le miró y se mordió el labio para tratar de evitar que se le cayeran las lágrimas. Esta vez le tembló la voz. “Pequeña, todo va a salir bien si cierras los ojos.”
“Qué dulce,” le interrumpió la Wraith. Se movió hasta quedar detrás de Addy, y le colocó el pelo en la espalda.  El cuchillo que tenia en la mano reposó en el hombro de Addy, mucho más cerca de lo que me gustaba.
“¿Slushy? ¿Quién es esta? ¿Por qué me esta tocando?”
Aparté la mirada durante un segundo para reponerme pero incluso ese breve segundo duró demasiado, y volví mi atención a Addy. “Haz lo que te dice tu padre, cariño. Cierra los ojos.”
Le tembló el labio inferior. “Estoy asustada.”
“¿Crees que es un juego para ver quien tiene más poder?” Sam aulló desde el otro lado del altar. “¡Es una niña pequeña! ¡Quieres demostrar lo fuerte que eres, entonces ven a por mi!”
“Déjala,” rogó Ethan. “Tómame a mi en su lugar.”
“¿Quién ha dicho que no os vaya a matar a los dos?”
No podía pasar por esto. No otra vez. Addy estaba muerta en la otra línea temporal por mi culpa. No podía hacer que la mataran aquí por mi culpa también. “Ya lo has dejado claro, ¿vale? ¿Quieres que sufra? Está bien. Sufriré. Haré lo que quieras y nunca volveré a ver a mi familia. ¿Es eso lo que quieres? Saber que podría verlos pero que no puedo sería pero que verles…”
No pude terminar esa frase. No podía mentir y hacer que se lo creyera. Si ambos, Addy y Ethan estuvieran vivos podría con lo que fuera. Pero si tenía que ver como los mataba a los dos…
Simplemente me sonrió. “Este es tu regalo de bodas, T/N. Te estoy dejando decirle las últimas palabras a tu preciosa Addy. Te sugiero que aproveches la oportunidad.”
Esto no podía estar sucediendo.
“¿Slushy?”
Le había fallado de nuevo.
“Addy, cariño, te quiero. No lo olvides nunca.”
“Yo también te quiero, Slushy.”
Oh, como deseé poder limpiarle las lágrimas. Era joven pero lista. Sabía que algo realmente, realmente, muy malo estaba pasando y estaba mortalmente asustada. Yo quería llevármela a un lugar seguro.
Pero no podía.
“¿Ethan?” No pude hacer nada más. No pude hacer que se calmara o hacerla sentir mejor. No cuando se estaba enfrentando a la muerte por mi culpa.
“Addy mírame,” se hizo cargo de la situación, logrando emitir una débil sonrisa entre las lágrimas. Era mucho mejor padre de lo que yo fui y esperaba ser. “Te quiero. Vas a estar bien. Cierra los ojos e imagina a los gremlins esperándote en casa, ¿vale? No pueden esperar a verte de nuevo y jugar contigo.”
Cerró lentamente los ojos. Estaba absolutamente rendida sabiendo que nunca vería sus preciosos ojos azules de nuevo.
“¿Crees que por fin me dirán sus nombres?” preguntó. Su voz empezaba a sonar más confiada ya que los gremlins se estaban llevando su miedo. “No me gusta llamarles Gremlin Numero Uno y Gremlin Azul. Preferiría llamarles por sus nombres de verdad.”
Ethan cogió una bocanada de aire mientras nuevas lágrimas resbalaban por sus mejillas. “Estoy seguro de que sí, pequeña. Les haremos dulces caseros si lo hacen.”
Se rió y tuve que morderme el labio para detener los sollozos que se me escapaban. “Puede que me los coma todos antes de dárselos.”
“Entonces haremos más.”
“Ya es la hora.” La wraith dijo suavemente. Impotente vi con abyecto horror como pasaba el cuchillo por el cuello de Addy, abriendo una línea de brillante color rojo que rápidamente empapó su camisa y goteó en el suelo.
Desde algún lugar dentro de mi, un eterno aullido angustiado se extendió por cada célula de mi cuerpo, pero no pude moverme. No pude emitir ningún sonido.
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cminoldo · 6 years ago
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Dos exempleados de la empresa Super Uno reflexionaron sobre el Día del Trabajo. Por: Marianela Tabbia (De nuestra redacción)
Mientras muchos planificaban encuentros con compañeros u organizaban el tradicional locro, 63 familias siguen esperando respuestas. 
Se levantan cada mañana soñando con salir adelante, aun con el viento en contra. Y esta semana, mayo comenzó con el feriado que celebra al trabajo que dignifica y nos hace ganar el pan, pero no todos pudieron festejarlo. 
El 11 de noviembre del año pasado, la firma Super Uno SA cerró repentinamente las puertas y despidió a la mayoría de sus empleados sin aviso previo. Desde entonces, las pujas en la justicia siguen sin dar frutos concretos ya que los sueldos de octubre en adelante no llegaron todavía ni tampoco la certeza del futuro.
Día gris 
Dos trabajadores que formaban parte del equipo de la empresa analizaron cómo viven hoy a casi seis meses de aquella amarga sorpresa.
Natalia Bustos fue cajera y repositora durante casi once años. El Día del Trabajador no fue una fecha más en el calendario para ella. “La sensación que tuve fue que no tenía nada que festejar. Me sacaron de mi puesto de trabajo, con una excusa que no les creo. La estamos pasando mal económicamente sumado a que el país está mal, esta gente nos dejó peor. Me dieron ganas de salir a manifestar y de exigir como trabajadora que fui que se cumplan mis derechos”, relató. 
“En los noticieros veíamos que cerraba una fábrica, pero no te imaginás nunca que te va a tocar a vos. Tenemos un grupo de compañeros más allegados que para el Día del Trabajador no nos pudimos juntar porque muchos de nosotros no teníamos ni para comprar una pizza. Eso te duele”, añadió Daniel Angulo.
En primera persona 
Daniel Angulo, 20 años en la carnicería del súper.
Daniel estuvo 20 años en Super Uno, los últimos de ellos como encargado de la carnicería. Fue testigo de numerosos vaivenes económicos del negocio, pero según él se superaron y ninguno fue de tal gravedad para dar por finalizada la actividad, ni siquiera el año pasado.  
“Más allá de la crisis económica que hay, el súper funcionaba bien a lo que yo veía. Aparte si vos pedís carne un lunes tanto para el local de Colonia Caroya como para el de Jesús María, ¿qué te vas a imaginar que a la tarde se iba a cerrar?. Teníamos seis medias reses completas en este súper y en el otro también, doce en total, todo eso se tiró”, detalló. 
Su compañera compartió su mirada y completó: “Ni en los peores momentos de la economía, las ventas se modificaron ni siquiera con el arribo de la gran cadena de supermercados en Jesús María. Estaba todo normal, nada nos alertó que podía pasar esto. Sentíamos comentarios, la gente nos preguntaba, pero no estábamos al tanto de la grave situación. Nos largaron a la calle sin un centavo. No tuvieron tacto ni tampoco les tembló el pulso para poner la firma en el telegrama de despido. Para mí es una estrategia lo del concurso de acreedores, les genera tiempo para recuperarse si es que estaban mal económicamente, pero no creo. No perdieron sus propiedades, siguen andando en autos cero kilómetros, comen y se visten bien y tienen su parte mayorista activa”.
Natalia subsiste hoy realizando trabajos de peluquería a domicilio mientras estudia abogacía. En el caso de su ex colega, un amigo le ofreció changas en una carnicería mientras surge algo más estable. 
“Pago el alquiler y lo que sobra es para comer. Todos los chicos teníamos tarjetas, préstamos y no podemos ir a saldarlos porque ¿qué vamos a ir pagar si no nos alcanza para media cuota? Estamos esperando el pronto pago para tapar huecos”, resumió emocionado.
Ante la consulta de las sensaciones que recuerda de aquel 11 de noviembre, expresó: “Fue algo durísimo porque yo trabajé a la mañana ese día, fue un lunes. Ese día se pidió carne, pollo como eran los pedidos generalmente y a la tarde cuando fui a entrar, me di con que estaba todo cerrado. Estaba el abogado de ellos diciéndonos que estábamos despedidos”.  
Si bien esta experiencia fue dura, Natalia rescató las enseñanzas que ganó pese al trago amargo: “Parecíamos una familia, éramos todos compañeros. Convivíamos en el día a día con los dueños, esto se podría haber hablado (…) aprendí a no callar mis ideales, a seguir la lucha a pesar de que muchos se opongan. La voz tiene más poder que cualquier cosa”. 
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the30bus · 7 years ago
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Auxilio.
Despertar… ¡Despertar!... ¿Despertar?... Siempre me cuesta montones hacerlo, pero hoy no. Me levanté antes que la alarma sonara, y eso no es muy común en mí. Vi el reloj, marcaba cinco cincuenta y cuatro, y mi canción favorita sonaba; despertar así siempre ha sido un deleite, pero este día no pintaba bien. Ya lo presentía. Con el frío calado en los huesos decidí no contestar ninguno de los mensajes en mi celular, me dispuse a darme un baño mientras paladeaba la zozobra, al final del día esta seguía siendo mi única compañía… ¿Habría olvidado algo?... ¡Por supuesto que lo había olvidado!, la cita de trabajo en el centro de la ciudad; el contacto con el agua helada había reavivado mis ideas, así que salí de la ducha y abrí el armario, ¿es día de traje hoy?, ¿es hora de verme como todos esos pelmazos que revientan los restaurantes a la hora del almuerzo?. Aunque no vivía tan lejos, tendría que tomar el transporte público. En mi mente retumbaba una duda, esa duda era de las que siempre me hacía antes de postular para una oferta de trabajo: el contacto con otras personas. Conocerlos estaba bien, pero yo sencillamente no poseía la paciencia necesaria para entablar pláticas elaboradas con ellos, me refiero, los temas superficiales estaban bien, qué tal había ido el fin de semana, qué habían mirado en la televisión, el partido de ayer, pero, en cosas profundas, la verdad es que no me interesaba un ápice. Carecía de empatía con aquellas personas, “pelmazos” era un prejuicio descriptivamente correcto.  En algunas ocasiones llegué a preguntarme si el problema era yo, si tal vez la causa de todo recaía en esa mal llamada, “inseguridad”. La respuesta brotaba de mí casi inmediatamente... ¿Por qué me costaba tanto fraternizar con humanos más vacíos que una caja de zapatos recién estrenados? Todos lo hacían… excepto yo. En otras ocasiones llegué a preguntarme si eran ellos; yo no era el jodido problema. No podía serlo. Mi inseguridad no se manifestaba hacia ellos, sino hacia mí... la verdadera pregunta era... ¿Cuán vacía me encontraba yo? Se me hacía tarde y aun así lo único que me preocupaba era verme mezclada con toda esa gente desconocida del metro. Oficinistas, universitarios, madres solteras y corazones rotos, entes sin rumbo, sin sueños y sin dinero. La inseguridad se iba mezclando con mis dudas. Las dudas se iban mezclando con mi inseguridad. Creo que debería atribuírselo a mis experiencias pasadas. Yo poseía cientos de defectos, pero uno de los que más se hacían presentes era el de distraerme con las personas, no solo era distraerme sino imaginarme en la mente de cada uno; en sus elucubraciones. Imaginaba que habría desayunado el oficinista, a que clase se dirigiría el universitario, si la madre soltera tendría suficiente dinero para sobrevivir la semana, y el motivo por el cual esa chica triste de lentes iba llorando. Tal vez yo era un reflejo en miniatura de cada uno de ellos, y por eso me costaba comprenderlos, por eso me costaba simpatizarlos. Me costaba comprenderme a mí misma, ahora que lo pienso esto siempre había sido parte de mí, incluso desde niña, es sólo que ahora, a mis 24 es más difícil aceptarla y vivir con ella. La siguiente es mi parada, es hora de poner mi mejor sonrisa, es hora de ponerse esa puta mascara, la máscara de la (in)felicidad. …La ensayo, mi sonrisa, ensayo mi mejor discurso. Una última mirada en el reflejo de la ventana y estoy lista. Sé que soy una chica hermosa, pero por dentro me siento bastante destruida, siento que mi cuerpo no pertenece a mi mente, me siento en otra realidad…En esta realidad, necesito ese empleo, hay más de una vida triste conmigo: facturas, deudas, una madre que no veo hace meses, pero por la que tengo que responder, hermanos ineptos y un único alivio para mi alma, probablemente el amor de mi vida, mi perro.   Esta es la tercera entrevista del mes, las primeras dos mostraban un panorama bastante incierto así que tengo esperanza en esta. Mi carrera no ha ayudado mucho, pero este puesto parecer ser ideal, corresponsal de eventos artísticos… La única desventaja es que en esta ciudad no hay demasiados, aun así espero correr con suerte. Al llegar noto la “competencia” y no se ve muy prometedora, salvo por ese sujeto de corbata azul sentado a mi derecha. Me le quedo mirando, algo tiene, solo que no concibo comprender qué. Quizá sea la mirada pérdida. Tiene algo de atractivo, supongo que es porque se me hace misterioso, además su barba de tres días tiene un toque especial. Mi color favorito es el azul, espero no estar desvariando... Siento el color subir por mi cara. ¿Emoción, nervios, pasión? Sentimientos que creí haber olvidado en todo este tiempo. -¡Señorita Salas adelante! - ¡Laura Salas! No hay respuesta. Escucho entre voces mi nombre y me doy cuenta de que estuve a punto de perder mi oportunidad. Tomo un respiro y me veo camino hacia esa puerta pero siento que no estoy, de nuevo me transporto a la otra realidad. Siento que dejé una parte de mí mirando a ese chico. Es tiempo de sacarle provecho a esta máscara, la necesito más que nunca. Estoy preparada. -Señorita Salas, en una sola palabra, ¿quién es usted? Esa pregunta retumba en mi cabeza mientras estoy sentada frente a este hombre que no me inspira ni la más mínima confianza. -Bueno, en una palabra... (Pienso en decirle: inseguridad, miedo, desconfianza; pero opto por una mentira), en una palabra, me definiría como persuasiva. Usted verá, mi vida no ha sido nada fácil, pero estoy agradecida porque he llegado aquí. Después de todo y todos… -¿Todos? El tipo sonríe, y escanea rápidamente mis piernas. La entrevista prosigue y toma un tono un poco más íntimo. Veo en su sonrisa pícara, la maldad de todo hombre soltero, viejo y con ganas de probar carne joven. Comienza la ronda de preguntas personales: Con quién vivo, qué hacen  mis padres, mis hermanos, si tengo novio. Sé a dónde se dirige esto, pero aunque débil, no soy tonta, no después de todo lo que he pasado en los últimos meses. No después de todo lo que he pasado en mi vida. El sujeto dice que ha concluido y que para agilizar el proceso deberíamos salir a tomar “algo”. Noto sus intenciones y respondo que lo pensaré; me gusta jugar cuando me dan la oportunidad. Para mi sorpresa se me acercó y dijo que no había tiempo para pensar, que en la fila habían muchas chicas esperando mi puesto. Que me dijera esto me hizo perder el control, las emociones y los recuerdos brotaron y por un momento, en mi mente, murió “accidentalmente”. De vuelta en este universo lo pienso tranquilamente, suspiro, olvido ese trago y vamos directamente a eso que los dos sabemos pero no nos atrevemos a decir. Él a pedir y yo a mencionar. Me toma por la cintura y en un irónico de la vida me dice que en la oficina puede ser peligroso; nos ponemos una cita en el bar justo al final de la calle, a eso de las 6 pm. Mientras pedimos una copa con tequila en la barra conversamos y noto su mirada desconfiada, como la de un tigre acechando a su presa, listo para atacarme. Le sigo el juego, y bebo más rápido que él, no hay nada que perder. Cuando voy por la cuarta copa, él se excusa y se dirige al baño y es entonces cuando lo veo, al chico de la corbata azul, el chico de la entrevista. Mi mirada es demasiado penetrante y podría jurar que en la de él sólo estoy yo, noto como ve mis piernas y termina en mis ojos, pero de una forma totalmente diferente a la del entrevistador, lo desafío de la misma manera, como ganándole un duelo. Por un momento puedo sentir como si el espacio estuviese vacío y me concentro en esos ojos, como viéndole el alma, casi sintiendo lo que tiene dentro, todo lo que esconde, todo lo que piensa, y todo lo que aguarda; deseo comérmelo, probarlo, sentirlo, tocarlo. Deseo que sea alguien real, en una irrealidad. De pronto y sin más llega el entrevistador, y posa su mano tosca sobre mi pierna, el contacto es duro, áspero como si tratara de saciarse con mi juventud. Para mi sorpresa el chico de la corbata no me ha quitado la mirada de encima, mientras yo, sin más, me veo forzada a sonreírle al viejo y a su horrible olor... Una mezcla de tequila, perfume y cigarros. El tipo está ebrio. Yo desearía estarlo más. Debería pensar en un pretexto para escaparme e irme con el chico de la corbata. Huir, correr. Largarme. Entonces se me ocurre decirle quedebo atender un compromiso familiar, me excuso en la grave enfermedad de mi madre. Le doy un beso frío y lleno de repudio, prometiéndole que lo veré pronto y que recordándole el trato que acabábamos de cerrar.  ¿Dónde estás chico de la corbata azul?. Justo delante de mí alguien aborda un taxi, en efecto es él y creo que me vio, antes y ahora, parece lleno de ira. ¿Qué se supone que haga?, si lo sigo, me veré totalmente desesperada, pero sí dejo que se vaya posiblemente no lo veré de nuevo, incluso en esta ciudad olvidada por Dios. No ha transcurrido mucho tiempo entre el momento en que tomé mi taxi y en el que veo al chico de la corbata detener el suyo. Lo miro desde atrás, desde la prudencia. En la puerta, una mujer bien parecida con un niño en brazos... Amargura, tristeza, soledad. Una explosión de sentimientos, un gran cumulo. No sé qué pensar, no sé qué hacer. Voy algo más que ebria, pero no tengo tanto valor para bajarme y preguntarle quiénes son ellos. Las posibilidades son muchas, una hermana, su prima, su mujer. En el fondo sé la respuesta. Veo mis esperanzas hechas añicos, y le digo al taxi que de la vuelta. Por el retrovisor veo su cara, él sabía que estaba ahí o eso es lo que me gustaría pensar pero pueden ser simplemente efectos de copas; es hora de ir a casa, el perro no ha comido, la cama sigue destendida y mi madre debe estar hecha una loca. Un impacto sordo atraviesa y rompe todo, siento una calma infinita. No hay ruido. No hay presiones. No hay nada. Cierro mis ojos, e imagino al chico de la corbata azul.
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enstarsfakeesp · 8 years ago
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Regalo para Kurai
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Observó el mensaje por última vez, finalmente Izumi le había dado largas a su propuesta de acudir con ella a la sesión de fotos. Frunció el ceño sin dejar de leer las últimas palabras de ese mensaje, al parecer ese mismo día había quedado con Makoto-chan para lo que él mismo definió como “una cita” aunque por como lo había contado parecía más una simple práctica con el club de tenis. Apagó el móvil furiosa, su amigo sabía perfectamente lo importante que era no faltar a aquellas sesiones, su carrera dependía de ellas y ahora tendría que buscar a un desconocido para que hicieran las fotos juntos. Siempre podía pedirle a alguno de sus compañeros de agencia, pero el mundo de modelos era cruel y ella no había sido precisamente buena con los demás, había muchos que aún le tenían cierto rencor por haberles robado papeles cuando era más joven, y si bien Arashi ya se había disculpado millones de veces la mayoría seguía prefiriendo evitar colaborar con ella.  Frunció el ceño al ver la hora, si no salía ya de la sala de ensayo iba a llegar tarde a las prácticas del club, y Adonis-chan se iba a preocupar por ella. Quizás si jugaba bien sus cartas podía convencer a Adonis para que posara con ella, no es que no fuera una gran idea, el chico era guapo y atlético por lo que seguramente las fotos serían preciosas, sin embargo no quería causarle más molestias al pobre, además no tenía pinta de que su compañero de club fuera muy bueno con el tema de los posado, necesitaba a alguien acostumbrado a las cámaras, o al menos a los focos… Esbozó una sonrisa volviendo a coger el móvil, sabía perfectamente la persona ideal para ello, aunque convencerla igual costaba más de lo planeado. Sin pensarlo mucho más tecleó un número saliendo por la puerta mientras esperaba a que la otra persona cogiera el móvil.
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Cerró el espejo con un golpe seco, su pareja llegaba tarde, en cualquier otro momento no le habría importado, pero llegar tarde a una sesión de fotos era lo peor que le podía pasar a un modelo. Llegar tarde implicaba maquillaje corriendo, tirones de pelo y directores chillando estresados, y todo eso sin duda era horrible para su piel y para su humor.
Echó un vistazo al lugar elegido, la verdad es que era un sitio de ensueño. Arashi se alegraba de no haber rechazado el papel. El edificio tenía pinta de haber sido construido a imitación de los grandes palacios francés del siglo XVIII. La fachada principal estaba adornada por dos columnas llenas de volutas que flaqueaban una gran puerta de madera. Sin embargo, lo que más le interesaba a la chica era el gran salón que sabía que se localizaba tras aquella puerta, había podido ver sesiones anteriores realizadas en aquel lugar y todas ellas le parecían mágicas. La gran lámpara de araña que presidía la estancia haría que su piel y su pelo relucieran, casi podía notar cómo vibraba de emoción. Por si fuera poco, el vestuario estaba también basado en el siglo XVIII, casi podía sentir ya la suave tela sobre sus hombros, durante la prueba apenas había podido contener la alegría y ahora que por fin había llegado el día no sabía qué hacer. Estaba tan inmersa en sus fantasías que no oyó cuando la persona a la que estaba esperando llegó.
—¡Naru! Perdón por llegar tarde. —
La rubia observo al recién llegado, sus mejillas rojas y la respiración entrecortada indicaban que había venido casi a la carrera. Aquello enterneció a la chica, la cual lejos de regañarle como tenía previsto apoyó una mano sobre su hombro para indicarle que todo estaba bien.
—No pasa nada Ou-sama, un rey nunca llega tarde. —
—¿Entramos? Las chicas de maquillaje están deseando ponerte la mano encima. —
Señaló la puerta con la cabeza, esperando que el otro comenzara a andar para seguirle al interior del edificio
—¡Guau! Naru, es mucho más bonito de lo que me habías dicho. Vamos a ser la envidia de todos. —
La rubia asintió, la verdad es que el sitio era aún más impresionante en persona que en fotos, tanto la decoración como la iluminación hacía que todo pareciera mucho más majestuoso. Lo único que desentonaba eran los focos y flexos repartidos aquí y allá con el fin de aumentar la luz en el círculo central, donde irían ellos. No tuvo mucho tiempo para admirar la belleza de la estancia ya que para cuando se quiso dar cuenta dos chicas estaban arrastrando de ellos hacia los camerinos. Casi una hora después y tras muchos chismorreos de otros modelos y halagos sobre lo bien cuidada que estaba su piel, Arashi se encontraba en el centro del círculo de luz con un precioso vestido en tonos azules, esperando a que su compañero llegara. Se retorció un poco las manos nerviosa, era la primera vez que Leo tenía una sesión de ese tipo, más allá de las que hacía para la unit y si bien aquellas fotos salían perfectas, también era verdad que los fotógrafos solían ser más benevolentes con ellos ya que sabían que no eran profesionales, sin embargo, aquella sesión era diferente, aquello era una sesión de trabajo y no sabía cómo su compañero iba a desenvolverse. Cerró un segundo los ojos tratando de alejar esos pensamientos de su cabeza, y cuando volvió a abrirlos casi se queda sin respiración, a su lado se encontraba Leo vestido con el traje de su último disco. Seguramente a su estilista le había parecido gracioso hacer un pequeño guiño a su trabajo cómo idol, aunque no podía quejarse de la elección, aquel traje le queda perfecto a su rey, además era una ropa con la que ya estaba acostumbrado a sacarse fotos por lo que sería más fácil para él. Agradeció en silencio que su equipo fuera tan bueno, no todos los modelos tenían esa suerte.
—Naru, ese vestido te queda genial, resalta tus ojos. —
—Ousama ¿Estás tratando de ligar conmigo? Porque no eres para nada mi tipo. — Contestó notando cómo sus mejillas se enrojecían por el halago.
—Creo que necesitaremos algo para fingir que eres más alto que yo. —
Aquello había estado preocupándola durante bastante tiempo, sabía que había técnicas para que el otro pareciera más alto, pero a su parecer aquellas cosas quitaban toda la magia a las sesiones. Y tenía razón, nada más ver cómo leo se subía a una especie de caja para poder quedar más alto que ella se echó a reír tapándose la boca con la mano. Aunque en seguida se le pasó la risa al notar las manos del otro sobre su cintura y su cara más cerca de lo que nunca había estado.
— Naru si sigues riéndote no me quedará más remedio que hacerte callar. —
Ver a Leo tan serio le provocó un escalofrío. Esbozó una sonrisa pícara llevando sus manos a los hombros contrarios.
—Estaría encantada de verte intentando hacer tal cosa. — Susurró.
Sabía que la sesión ya había empezado así que cuanto más metidos en el papel de amantes estuvieran, mejor para ellos. Dejó que el chico acariciara suavemente su cara, apoyando ligeramente la mejilla en la palma de la misma.
—Esto se te da mejor de lo que pensaba. — Comentó mientras sentía cómo los flashes se disparaban sobre ellos.
—¿Qué esperabas? Puede que no sea tan bueno como Sena y tú, pero estoy acostumbrado a las fotos. Ser un genio tiene consecuencias. — —Aun me sigue extrañando que aceptaras mi oferta. —
—¡Pues claro que pensaba aceptar! Cualquier ocasión es buena para que todo el mundo vea lo genial que soy. —
Una carcajada escapó de los labios del pelirrojo, la cual fue respondida por una regañina por parte del director. Quitando ese pequeño episodio el resto de la sesión fue perfecto. Y apenas una hora después por fin los focos se apagaron y la gente comenzó a irse. —Arashi-chan no olvides devolver el vestuario el próximo día. — Dijo su estilista antes de salir por la puerta y tras un fuerte portazo, los únicos que quedaron en la estancia fueron ella y Leo.
—Pensé que quizás te gustaría pasar un tiempo aquí los dos solos.— Susurró la chica sin estar muy segura de si al otro le parecía correcto,—Quería invitarte a un sitio bonito, y bueno...— Se llevó una mano a la nuca nerviosa.—Se me ocurrió que quizás querrías bailar conmigo en un sitio así.— No se atrevía a mirar al otro a los ojos por miedo a que se estuviera burlando de ella, pero al notar una mano sobre su barbilla no pudo sino girar la cabeza para encontrarse de frente con los preciosos ojos verdes del otro.
—Me encanta el sitio Naru, no tenías que haberte molestado. — Un suave beso siguió a sus palabras. — Solo un tonto rechazaría un baile contigo. — Leo colocó una mano sobre la cintura de la chica mientras que con la otra sostenía su mano libre.
—¿Me harías el honor de concederme este baile? — Susurró
Arashi asintió con la cabeza, siguiendo los pasos del otro chico que ya había comenzado a moverse. Los pasos del pelirrojo eran fluidos y bien coordinados, y Arashi no pudo evitar preguntarse cuándo su rey dejaría de sorprenderla. Deseó que eso nunca pasara. El tacto del otro en su cadera hacía que se sintiera segura y por unos segundos lo único que existía en el mundo eran ellos dos y la música que sonaba en sus cabezas. La música de su relación, de su cariño, el cual poco a poco había ido creciendo hasta convertirse en algo más. Pero no todo era bonito, a pesar de ser una relación joven había tenido que pasar por celos, por discusiones, por llamadas a las tantas de la mañana con Leo llorando al otro lado del teléfono porque su familia no le quería, habían pasado juntos las navidades y con ellas el recuerdo de aquellos que ya no estaban. Pero todo eso merecía la pena cada vez que el más bajito le robaba un beso a escondidas en la sala de ensayos o cada vez que el tomaba la mano cuando volvían juntos a casa. Todo merecía la pena cuando el otro el miraba con esos ojos verdes tan fijo que Arashi temía volverse polvo si mantenía la mirada mucho rato. Valía la pena cuando lo veía aparecer a la salida del trabajo con la excusa de acercarlo a casa, aunque luego lo único a lo que llegaba era a tocar el cielo con la punta de los dedos en el asiento trasero del coche.
De pronto el baile paró y con él sus pensamientos.
—Naru, ¿Estas llorando? — Era una pregunta absurda ya que el pelirrojo acaba de estirar la mano para retirarle una lagrima que rodaba por la mejilla de la chica. —¿Estas bien?— Parecía alarmado, por lo que Arashi se apresuró a contestar, sorbiéndose ligeramente la nariz.
—Estoy bien Ousama…. —Desvió la mirada sonrojada. — Estaba pensando en nosotros. Puede ser tonto, pero me hace muy feliz tenerte a mi lado. — Cerró los puños ligeramente. —Hacía mucho que no sentía algo así y me da un poco de miedo. — Claro que eso ya lo sabía el mayor.
Leo sabía perfectamente lo mucho que le costaba a la chica confiara en él, sabía lo duro que estaba siendo su relación, sin embargo, también sabía que si seguía siendo idol era en cierta medida por ella. Knights estaba bien y en especial el nuevo chico, sin embargo, Arashi era su reina, y un buen rey nunca abandona a su reina.
— Esta bien, no voy a ir. — titubeó unos segundos antes de añadir. — Al menos no de nuevo y no sin ti. — Llevó la mano con la que sujetaba la de la chica hasta su cintura, rodeándola en un suave abrazo.
— Estaré a tu lado el tiempo que tú quieras. — Susurró cerrando los ojos y apoyando su cabeza sobre el hombro contrario. Arashi se limitó a imitarlo, apoyando la barbilla sobre la cabeza del pelirrojo. No necesitaba decir nada más, el calor de su amigo era todo lo que podía desear.
Por una vez en mucho tiempo, ambos se sentían completos.
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