#esos dices hasta que nachito comience a tirar sus freses norteñas :$ ah

[hipnagoticos]

las sonrisa se desdibuja de su rostro para dejar paso a los consternación. ' no, no, no ' pequeños susurros sobre el aliento, entrecejo se contrae, preguntándose qué en sus palabras ha provocado la confusión. ' soy yo el que te quiere ayudar a ti ' entonces, ladea la cabeza, igual que lo haría un cachorro tontorrón ' quizá no luzco como tal, pero se me da bien comprar víveres, juro que puedo encontrar mis papas fritas favoritas por mi cuenta ' dramatiza parcialmente, porque los hombres son incompetentes o fingen serlo ' también puedo encontrar las tuyas ' añade, tal vez demasiado decidido. ' ¿crees que te embaucaría de tal forma? ' ¿que la llevaría hasta ahí para ponerla a su disposición?, ahora, otra vez, levemente mortificado, tira los labios hacía abajo ' con lo pequeño que es el pueblo, pensé que te serviría venir a un comercio más grande y no sabemos cuando se irá la luz otra vez... ' las palabras son rematadas con un suspiro, sin embargo, al observar el rostro de millarey, cuando la pregunta le hace cosquillas en la piel, la tranquilidad lava su cuerpo, ¿qué necesita? ' ¿sabes?, nunca esta mal pasar el rato en compañía, especialmente con las tareas mundanas ' en otras palabras; quedate conmigo y; ' ¿te gustan las cítricos? están de temporada ' .

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“todavía no entiendo qué te hizo pensar que era una buena idea que yo te ayude con esto,” admite, después de todo, no era novedad para nadie que millaray no era precisamente la persona más responsable o autosuficiente en todo lo que refería a ocuparse de su vida. contadas eran las veces que había hecho una compra satisfactoria, o al menos útil. aunque quizás, precisamente por siempre olvidar cosas y tener que regresar constantemente, conocía cada uno de los pasillos a la perfección. “ —pero soy toda oídos, ¿qué necesitás?”