#en mi mundo ideal es verano todo el año por supuesto
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I'm not a naturist/nudist and I don't quite understand them but I also kind of do. I don't believe we're supposed to walk around naked but I also think in an ideal world we all would wear shorts and a loose shirt at most. Shoes optional depending on how far you need to go. Any other layer of clothes is simply too much.
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II - 5 senti 2
🔥 En este lugar comienza el verdadero Infierno. Mino está en la entrada juzgando los pecados de los condenados. Asigna a cada alma su castigo e indica el círculo al que debe descender. En este círculo están castigados los lujurioso, cuya pena consiste en estar sumergidos en un gran torbellino de aire, una tormenta infernal que les hace vivir en una soledad absoluta viendo a otras almas girar y girar sin poder comunicarse con ellas. 🔥 II CÍRCULO DEL INFIERNO
Algunas almas que aquí moran: Cleopatra, Helena, Aquiles, Paris y Tristán.
PENSAMIENTO La gente como yo piensa que tiene un imán para los tarados. Pero lo cierto es que no existe tal magnetismo. No tenemos la potra de que los seres más extraños (y a la par más especiales) del mundo se nos crucen en nuestra vida. En realidad creo que hay mucho loco por ahí suelto y por tanto resulta muy fácil (cuestión de probabilidades) conocer a muchos, además que somos personas que en realidad estamos interesadas en el encuentro con este tipo de individuos. A veces los forzamos y otras muchas suceden, pero estamos abiertos a que pasen y no huimos del momento. Lo atrapamos. Nos sentimos cómodos con personas que no son populares ni les interesa serlo. Perder es su virtud, su vocación, su destino. Y de alguna forma siempre nos ha seducido la idea de perder, de ahogarnos en la nada. Ya lo escribí en este poema. Esas personas son de las que hablo en mis historias.
Somos raros, lo especial no está en nuestro ADN. Nunca fuimos la gente que molaba en el colegio, nunca hemos sido el líder de nuestro grupo de amigos, nunca destacamos por nuestras mediocres notas, nunca se nos dieron bien los idiomas, nunca tuvimos especial facilidad para hacer reír a otras personas, nunca necesitamos sentirnos autorrealizados, nunca supimos gestionar nuestras lágrimas, nunca quisimos estar por encima de nadie, nunca tuvimos miedo al fracaso. Todas estas cosas nos han llevado del cielo al fango (en este caso al infierno) en cuestión de minutos y todo por culpa de nuestra cabeza. Funciona rápido. Por impulsos. Siempre está pensando. Se agobia con facilidad. Toma decisiones irracionales. Se atasca en tonterías. Disfruta a medias de las cosas. Tiene pensamientos estúpidos como éste. ES UNA PUTA TORTURA, COLEGAS. Y entre tanto te inflas a cervezas y te pones hasta el culo de birra porque las drogas son demasiado duras para ti, te dan miedo, te producen rechazo y esta es la manera más próxima de viajar a otra dimensión en la que llegas a sentir la cara como si fuera cartón-piedra, el mismo material que se utiliza para decorar los belenes en Navidad.
Siempre he querido ser amigo de los frikis. No puedo con la gente que cree que es interesante, especial, mejor. Gente que está convencida de que su vida es la más guay del mundo o que es la más desgraciada de todas. HOLA. TENGO NOTICIAS MUY FRESCAS. TU VIDA ES IGUAL QUE LA DEL RESTO. IGUAL DE PUTA E IGUAL DE BONITA. DISFRÚTALA Y NO NOS DES LA TABARRA. Nunca he sido de dar la chapa a la gente con mi vida y quizá por eso tampoco puedo con las personas que quedas con ellas y no paran de hablar de sus movidas, sin importarle lo más mínimo tus cosas. Sólo vienen a soltar su discurso y se marchan. Esto lo hacen porque posiblemente se sienten superiores a ti. En realidad, si me pongo a pensarlo, me doy cuenta que no me gusta precisamente justo lo que hago yo. En el fondo cada vez que escribo, yo estoy haciendo lo mismo. Al fin y al cabo aquí estoy soltando historias, descendiendo a mis infiernos. Historias que probablemente os importen poco. 5 SENTI 2
Hubo un tiempo el que iba en bici a todas partes.Tenía una antigua que llevaba mucho tiempo sin utilizar y decidí sacarla del trastero para moverme por Madrid. Volví a subirme en ella en cuanto el precio del abono joven se me terminó al cumplir la puta edad adulta que fija la EMT para clavarte sesenta pavos al mes. Empecé a ir al trabajo con este medio de transporte. Hacía poco que ella y yo nos acabamos de conocer y ya estaba tan acostumbrado a su uso que la llevaba a todas partes. Incluso en nuestras primeras citas. Es decir, si quedábamos a tomar una cerveza o a cenar, la bici venía conmigo, lo que nos obligaba a ir a un lugar donde hubiera una mesa al lado de la ventana para no perder de vista la bicicleta y que no me la robaran. Había comprado un candado en el chino pero era tan malo que directamente no lo utilizaba y no me iba a gastar el dinero en uno que fuera irrompible. De todas formas era absurdo, porque si en ese momento de vigilancia aparecía un pavo para robarme la bicicleta, estoy seguro de que no me hubiera atrevido a salir corriendo detrás de él para recuperarla. Es probable que incluso le aplaudiera y le diera la enhorabuena por llevársela.
Ir con la bici a todas partes era un rollo porque nos limitaba bastante a la hora de escoger un sitio y cuando dábamos un paseo, yo iba arrastrando la bicicleta conmigo. Era un poco raro y más aún cuando empiezas a conocer a alguien, lo último que piensas y quieres es que haya un objeto metálico estorbando entre los dos. Se había convertido en una especie de hijo pequeño de esos que son unos pesados y molesta a sus viejos todo el rato vayas a donde vayas, hagas lo que hagas. A ella no le gustaba nada que apareciera con la bicicleta, así que tuve que buscar un término medio si quería tener una mínima oportunidad de gustarle. Decidí, con su permiso, subirla todos los días a su casa. No tenía ascensor y cargaba con ella por las escaleras para dejarla en el piso y así poder pasear libres de las ataduras que nos imponía mi vieja bicicleta.
Mientras otros iban con sus coches de puta madre, y motos con estilo, a buscar a su pareja, recién aseados, desprendiendo un aroma fresco a colonia y desodorante Axe, yo aparecía con una bicicleta, sudado por dar tantos pedales y oliendo a chotuno rico. Tenía que ser ella el amor de mi vida porque si después de eso no había salido huyendo de mí, significaba que me quería, aunque fuera un poco.
Aún conservo la fotografía que me hizo una tarde desde su balcón mientras esperaba con la bici en la entrada del portal. Probablemente, para mí, era una de las cosas más emocionantes. Quedar con ella, plantarme en su portal y que se asomara por la ventana a saludarme con esa sonrisa que tanto me gustaba. Quizá a vosotros os parezca una auténtica chorrada o algo carente de significado, pero para mí, esas cosas, son las que siempre me han llenado. Las cosas que a simple vista parecen más pequeñas e insignificantes son las que me hacen feliz. Es decir si yo tuviera que pedir la mano a una mujer, no lo haría en el castillo de Disneyland París, posiblemente lo haría frente a la montaña rusa o la casa del terror de El Parque de Atracciones de Madrid. Lo simple, sencillo, e incluso lo que es especialmente cutre para los ojos de los demás, para mí tiene mucho más encanto que los fuegos artificiales que la gente se inventa.
Ese año viví el verano más intenso de mi vida y quiero pensar que el suyo también así lo fue. No hacía mucho que nos acabamos de conocer y ya me consideraba la persona más feliz del mundo gracias a aquella chica que se hacía pasar por judía. Iba y venía de su casa en mi bicicleta. Siempre con los auriculares escuchando música hasta que un día me paró la policía:
-¿Sabes que le podemos multar por ir con los cascos puestos?
-Pero si llevo la música bajita…
Les debí parecer tan gilipollas que me dejaron marchar. Por supuesto que el volumen lo llevaba siempre a tope, tanto que era incapaz de escuchar el tráfico. Dejé de ponerme los auriculares por miedo a una multa que no me podía permitir y no tanto por la conciencia de saber que era algo bastante peligroso, pero en ese verano, la poli aún no me había descubierto y disfrutaba de aquellos paseos por dos razones: la música y quedar con ella. Ir o volver de su casa era un placer. Si iba hacía allí, significaba que iba a ser muy feliz, y si volvía de su piso, la felicidad era tan plena que ya me duraba para toda la semana. Si a eso le sumamos que iba escuchando mi propia banda sonora, todo era perfecto. Me encantaba dejarme caer por las calles sin dar pedales y cogiendo mucha velocidad por la propia inercia, al ritmo de la música aleatoria que me iba saliendo por las orejas.
Era muy feliz. Aún puedo recordar las canciones que sonaban en aquella época y una noche que volvía de su casa justo cuando estaba llegando a Avenida de América me saltó “La copa de Europa” de Los Planetas. Vale. Si nunca has escuchado esta canción, merece la pena que pares de leer esto ahora mismo y dediques diez minutos a esta obra de arte con el volumen a todo trapo en tus auriculares. Es posible que no entiendas la letra. Si es así, puedes seguirla aquí. De esta manera disfrutarás más del relato. Después continúa leyendo.
Es una canción profunda, que va de la oscuridad más plena a la luz más brillante. Un tema que escuché cuando era niño por primera vez y con el tiempo fue adquiriendo todo el significado que me aguardaba. Tengo nítido el recuerdo de estar cruzando Doctor Esquerdo a la altura de O'Donnell en el momento que sonó aquel verso tan desgarrador, real, y bonito: “Cuánto tiempo he perdido allá afuera, cuánto por descubrir en mi cabeza. Es tan vasto que da casi pereza. Casi pienso que no tengo fuerzas para hacerlo y encontrar dentro de mí algo nuevo.” La vida es eso. Escarbar dentro de ti hasta encontrar algo nuevo. Alguien que te cambie la vida para siempre. En el camino perderás el tiempo, te equivocarás, y cuando la gente te diga que la vida es estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado, no les creas. La vida es una búsqueda, y en el camino pasarás por momentos que crees que son ideales, y luego descubrirás que no, que había otros mucho mejores aguardándote y es entonces cuando te ves reflejado en “Tierra”, esa canción de Xoel López que dice: “Y lo intento cada día ser todo lo que había imaginado. Y me encuentro que la vida siempre tiene algo preparado que supera cualquiera de mis fantasías. Nada comparado con lo que realmente sucedía”.
Mi bici la dejé en su casa, ella me dejó, falleció y nunca la pude recuperar. Pero eso es otro asunto, que en realidad es por el que estamos aquí. Estaba hablando de ese verano tan caluroso. Especialmente infernal. De esos en los que en todas las noticias se anuncia que hemos alcanzado temperaturas históricas y todo el mundo en Twitter se amotina contra el calor como si fueran a acabar con él a base de blasfemias, gifs y hashtags. #PutoCalor. Años atrás yo había empezado a dormir en mi casa dentro del cuarto de baño. Una experiencia que me llevó a escribir, años más tarde, Mi silencio habla de ti, que si me lo permiten decir, es mi pequeña obra de arte, de la que me siento más orgulloso. El libro de mi vida. Una historia donde me dejé el corazón y las tripas. Fue una dulce introducción a la locura. Una historia escrita prácticamente dentro de un baño. Los que ya la leísteis lo sabéis, y aunque muchos quizá pensaron que era algo surrealista, lo cierto es que mi baño se convirtió en mi habitación durante un tiempo. Allí leía, escuchaba música, escribía, tocaba canciones, e incluso dormí durante un verano. Trasladé mis trastos más queridos a esas cuatro paredes y creo que mereció la pena aquella locura. Creo que es el momento perfecto para publicar esta fotografía que inmortaliza ese momento:
Lo cierto es que estoy hoy aquí para contar que un lugar con cuatro paredes se puede convertir en una auténtica fortaleza. Esa fue la primera fortaleza que monté con mis propias manos, pero la verdad es que estas edificaciones se desmoronan si las armas para tu propia defensa y no por la protección de las personas que te importan. Aquel refugio, mi cuarto de baño, acabó desmantelado por motivos obvios. Me esta volviendo loco. Sin embargo, como decía, ese verano tan caluroso, logramos montar juntos la fortaleza más segura que la historia de la humanidad haya visto nunca. Es verdad que antes habíamos hecho nuestros pinitos. Es decir, enredados en la cama montábamos una cueva (que consistía básicamente en meterse debajo de las sábanas) cuando las cosas nos salían mal. Teníamos la firme creencia de que allí dentro nada malo podía pasar y la verdad es que nos sentíamos totalmente protegidos. Pero lo que hicimos en ese verano era un paso que iba más allá. Su casa era un loft bastante práctico y bonito. Un cuarto de baño, una habitación, y por otro lado estaban, en la misma estancia, la cocina, el comedor y el salón. Me gustaba mucho esta disposición aunque tenía la gran pega de que el aparato del aire acondicionado estaba justo en el salón para enfriar o calentar esa parte de la casa. Lo que hacía que en la habitación los inviernos fueran duros y los veranos infernales. Fuimos a comprar un ventilador y os juro que era imposible encontrarlo. En cualquier tienda estaban agotados. Daba igual si era un pequeño comercio o el puto MediaMarkt más grande del planeta. No había existencias por la maldita ola de calor. Al fin encontramos uno que resultó ser el que ya nadie quería. Pequeño, metálico y ruidoso. Lo enchufábamos y abríamos todas las ventanas de la casa para hacer corriente, pero aún así no corría ni un halo de aire fresco. Estábamos algo desesperados. No sabíamos qué hacer. Aquello parecía el infierno.
Una madrugada me desperté con el calor y el sonido atronador del ventilador. Estuve un rato luchando para volver a quedarme dormido. Imposible. Al rato ella se giró sobre la cama y fui a comprobar si se había despertado.
-¡Oye! ¿Estás despierta?
-Sí… Es imposible dormir con este calor.
-¿Y qué hacemos?
-¿Nos pegamos un tiro?
-¡No! ¡Qué yo te quiero viva! -Se rió al escuchar esto-
-Pero no te preocupes, moriríamos los dos. No es que me pegue yo el tiro y ya está. Lo hacemos a la vez, contamos hasta tres y listo. Así ninguno sufre la pérdida del otro.
-No me termina de convencer tu técnica ¿Y si cuando llegamos al número tres uno de los dos se raja y decide no hacerlo?
-¿Con este calor? Venga ya… Mejor un tiro a tiempo que vivir el verano de Madrid.
-Estás colgada. Yo prefiero vivir aquí contigo, en este infierno, que en el del otro mundo.
Se hizo el silencio durante diez largos segundos y al fin ella volvió a hablar.
-¿Crees que existe un infierno?
-¿A qué te refieres?
-Que si existe el cielo, el infierno, el purgatorio, el Niño Jesús, los jodidos Reyes Magos… Todo lo que nos han contado de pequeños.
-No lo sé. A lo largo de mi vida he creído en todas esas cosas de forma intermitente. A veces pienso que sí, otras que no.
-Lo fácil es creer en ello ¿no?
-Bueno, depende. Si crees en ello estás obligado a cumplir una serie de preceptos y ser una buena persona si quieres ir al cielo.
-Por eso. Puedes ser un falso toda tu vida, un auténtico cabrón, y al final, cuando estás a punto de morir, te arrepientes y evitas ir al infierno porque Dios te va a perdonar. Nadie quiere morir. Por eso nos hemos inventado otro lugar al que ir, mucho más perfecto que este mundo, cuando seamos pasto para los gusanos.
-No sé. No pienso mucho en mi propia muerte, pero ahora que lo dices lo que me da un miedo terrible es que tú puedas morirte.
Esa noche era imposible que pudiera imaginar que poco tiempo después ella moriría. Recuerdo lo que dijo para responderme.
-Yo no voy a morirme. Al menos aún es demasiado pronto para eso.
-Y yo no voy a dejar que te mueras nunca.
-¿Viviremos para siempre?
-Así es.
-Pero es imposible.
-Nosotros lo conseguiremos.
A pesar del calor, nos abrazamos. Ahora sé que la fallé y en ese momento, sin saberlo, la mentí. Ella estaba temblando. Le daba mucho miedo hablar de esto. Se agobiaba si se ponía a pensar en este tema y podía pasar noches enteras sin dormir.
-Ahora soy incapaz de volver a conciliar el sueño, entre esto y el calor que hace, me resulta imposible. Ya podría mi casero haber puesto el aire acondicionado en la habitación... Vaya genio.
De pronto tuve una idea porque a veces tengo buenas ideas.
-Oye ¿y si nos vamos a dormir al salón?
-No cabemos en el sofá.
-No, no. Nos llevamos el colchón al salón.
-Ojo, pues eso puede ser una buena opción. A ver si al final vas a ser listo y todo.
-¡Qué maja! Tu siempre tan simpática…
-¡Idiot! -Siempre me llamaba así antes de darme darme un beso inesperado- ¡Si te quiero más que a nada!
Nos dimos un beso largo y nos pusimos manos a la obra. Era las tres de la mañana. Quitamos la pequeña mesa que había entre la televisión y el sofá, y arrastramos el colchón entre los dos hasta el salón. Cabía bastante justo pero al final logramos encajarlo. Encendimos el aire acondicionado y así fue como construimos nuestra pequeña fortaleza y conseguimos vencer al infierno durante aquel verano. Como el colchón había sustituido a la mesa que utilizábamos para comer y nos daba mucha pereza volver a mover el colchón a la habitación cada vez que teníamos que desayunar, comer y cenar, pasamos todo ese verano comiendo tumbados allí con una bandeja mientras veíamos alguna serie en la televisión. Eso era el puto paraíso.
Ella, de broma, se quejaba del nuevo orden de su casa.
-Entre la ropa que tendemos en las vigas del comedor y el sofá en el salón, esto parece un puto chiringuito.
-Es verdad, pero antes no podíamos dormir y ahora sí. Y además le estamos pillando el gusto a lo de comer sobre un colchón.
Con el tiempo he descubierto que mi descenso al infierno se ha visto pronunciado por descubrir canciones, años después de todo esto, que hablan de nosotros, de nuestra historia. Y esto me alegra y me entristece a partes iguales. Todas estas canciones son capaces de explicar lo que yo me veo incapaz de expresar. Milhouse de Cupido podría ser perfectamente la banda sonora de nuestra fortaleza. Estoy seguro de que le hubiera gustado la canción y el grupo. Se hubiera dado cuenta claramente de la conexión y sería una de nuestras canciones, que ahora lo es, pero de otra forma, unilateralmente. A ella no le llega esa música. Sólo me martillea a mí.
Varios meses después de su muerte y aquel intento fallido de sacarle información al nuevo propietario del piso en el que ella vivió de alquiler, volví allí buscando respuestas. Por qué dejó de hablarme, por qué se marchó a África sin decirme nada, por qué había muerto. Tenía un montón de preguntas que aunque me daba miedo revelar, necesitaba la explicación para liberarme de alguna forma. Me volví a plantar en el portal y llamé al telefonillo. Lo hice varias veces hasta que, después de un rato, el mismo hombre que me colgó meses atrás, me respondió. Le conté toda la historia. Esta vez me escuchó con paciencia y después de diez minutos, pregunté si ella había dejado algo en la casa y si él se lo había encontrado cuando compró la casa.
-¿Qué si hay algo de la muchacha? Madre mía… Todo el trastero está lleno de las cosas que dejó. El antiguo propietario me ha pedido que las deje allí hasta que encuentre un hueco para ellas. Estoy deseando perderlas de vista.
Me alegré infinitamente al escuchar eso pero a la vez no entendí absolutamente nada ¿Qué sentido tenía que qusiera recolocarlas y no tirarlas a la basura? ¿Por qué las seguía guardando? Le rogué que me dejara visitar el trastero, que sería algo rápido y le prometí que no volvería a molestarle nunca más. Me dijo que no, que me olvidara. Le insistí mucho, tanto que me dijo que iba a llamar a la policía. No tuve más remedio que ponerme el propósito de olvidarme de aquel enigma porque me estuvo obsesionando durante un tiempo. Lo malo es que cuando intentas olvidar algo que no debes olvidar nunca, tarde o temprano sale a tu paso. Me mudé a Malasaña hace poco. Ni muy lejos, ni muy cerca de lo que fue su casa. Lo suficiente para no tener que pasar nunca por allí. La semana pasada quedé con unos amigos en la Plaza del 2 de Mayo a tomar unas cervezas. Después nos fuimos de allí a Fuencarral y sin darme cuenta cogimos la Calle La Palma, donde ella vivía, y justo a la altura de su portal, que intenté no mirar bajo ningún concepto, me di cuenta que entre la basura (que en Malasaña por desgracia siempre abunda) habían dejado tirada una bicicleta. Y sí, amigos. Por imposible que parezca, eran los restos de mi antigua compañera del asfalto de Madrid. Bastante más oxidada que la última vez que la vi. Me quedé parado. Miré hacia su ventana y vi la luz encendida del salón, allí donde fundamos nuestra fortaleza, donde ganamos nuestra copa de Europa, y cuando me iba a poner a llorar, porque me imaginé que en cualquier momento se iba a asomar por el balcón, uno de mis amigos me dio un manotazo en la espalda diciéndome que no me quedara empanado. Seguí adelante como si no pasara nada. Fuimos al Ocho y Medio a tomar unas copas, en mi cabeza sólo pensaba en ella y en la bicicleta. Cuando decidí volver a casa, me atreví a pasar de nuevo por su calle para cerciorarme de mis restos. La bici ya no estaba, la luz del salón se había apagado y fue entonces cuando entré en el segundo círculo del infierno. El olvido no quería dejarme marchar.
No entendía nada. Salí de allí con paso tembloroso. Decidido a que la cosa no iba quedar así a pesar de que llevaba años intentando que se quedara así. Me puse los auriculares. Subí el volumen a tope. Le di al aleatorio y esta canción volvió a hablarme de ella. Ojalá un día recupere mis cinco sentidos. Al menos sé que el infierno está repleto de buenas canciones. 🔥
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Martes 5 y miércoles 6 de junio
Ayer fue día de recados. Acudí por la mañana a Langa, a recoger la camisa, y es una maravilla. El rojo es de una intensidad lisérgica. Corte y costuras, impecables. Encaje perfecto. Salí de la sastrería con ella puesta, emitiendo bastante más luz, a mi paso, que la que había despedido cuando entré. Hay dos cosas que obran ese milagro: un buen corte de pelo y el estreno de una prenda que con solo ponérsela se convierte instantáneamente en querida. Luego hay una tercera situación, y la luz que hace surgir esa circunstancia, siendo rabiosamente de este mundo, trasciende el mundo y deviene sobrenatural; hablo, por supuesto, del amor.
Cuando salí de Langa me fui a Sánchez Romero a comerme un menú del día, y resultó excelente: salmorejo, seguido de un fino curry de pollo, con arroz y verduras frescas. De postre, helado de chocolate —no sé si de la casa; desde luego no sabía a industrial—, y después un café solo. Trece euros, lo cual es precio módico. El maître y el camarero eran muy simpáticos. Pagué el menú con tarjeta, y el camarero, un chaval joven, muy atento, de corte de pelo clásico y aire de café parisino decimonónico, en quien creí detectar un leve tonillo gallego cuando hablaba, vio mi apellido en el plástico y me dijo: «¡Señor Wolfe! Eso es lobo, ¿verdad?». Y le dije que sí, añadiendo que mi apellido llevaba además una e final, muda; pero que la pronunciación era la misma que la de lobo. Cuando me marché se despidió muy amablemente de mí, repitiendo de nuevo mi apellido —parecía gustarle mucho hacer eso— y asegurándome que había quedado encantado de conocerme. Creo que volveré más veces al Sánchez Romero de Plaza de Castilla... Aunque tampoco me gusta demasiado la excesiva confianza. Lo ideal es que te conozcan en los sitios, si han de conocerte, vagamente; que sepan quién eres, y sean conscientes de que eres cliente habitual, y te traten bien, pero que de ahí no pase; porque si pasa de ahí ya te están preguntando a qué te dedicas, y qué haces en la vida, y las cosas se complican. Lo mejor es el respeto y la amabilidad profesional, con un toque de circunspección y un leve tinte de distancia. Conseguir eso es un verdadero arte, y es la marca del auténtico profesional, que en el caso de la hostelería va siendo cada vez más raro. De todos modos, el chaval gallego no lo hacía mal. Ese Sánchez Romero es un lugar para ir, por lo tanto, de vez en cuando; ir con demasiada frecuencia estropearía muy pronto el encanto del trato que ayer recibí.
Por la tarde llevé una prenda a arreglar, a una impagable modista del barrio, que me atendió también muy amablemente. Utilizo en ocasiones sus servicios. Se ha mudado recientemente de local, y pasado a ocupar un primer piso, unos cuantos portales más arriba del semisótano que hasta hace poco ocupaba su negocio, en el que varias mujeres se afanan en la trastienda, cortando, recortando, cosiendo, recosiendo y recomponiendo. En el local nuevo hay mucha más luz, y se respira un ambiente bastante más diáfano. Todo esto lo estuve hablando con ella, y me confesó que estaba muy contenta. La chaqueta que le dejé para su arreglo es de lino y algodón, de exquisito color dorado, y debe de tener unos catorce años. Está un poco fatigada, pero le quedan millas todavía. Se trata de arreglarles los bordes de las mangas, que se están deshilachando, y apañarle a poder ser el cuello, que a punto está de exhibir alguna fisura. Se van a ocupar de todo ello, por un importe realmente modesto. La alternativa sería depositar la chaqueta en un contenedor de recogida de ropa, y le tengo mucho cariño; quisiera seguir usándola unos años todavía, si es posible.
Después pasé por la tintorería, donde dejé otras dos chaquetas de entretiempo/verano. Una de ellas la compré precisamente en Langa el año pasado, por estas fechas. Tengo pensado ponérmela con la camisa roja en Teruel, este sábado, para el recital de poesía. Veremos a ver. La cosa es que está haciendo bastante fresco, por no decir frío, y he consultado el tiempo en Teruel para los días venideros, y me da que no va a ser caluroso. Tendré que ir equipado con prendas de entretiempo, pero también con ropa de más abrigo; eso me va a exigir llevar maleta de tamaño medio, ¡pero qué le vamos a hacer! La gente viaja con lo puesto; los ves marcharse a pasar no sé cuántos días a no sé dónde, con lo que llevan encima y una pequeña mochila, en la que supongo que guardan el cepillo de dientes y unos pares de calcetines y calzoncillos limpios...; pero yo necesito ir algo más pertrechado. Soy viajero avezado, y sé reducir al mínimo mi inventario. Lo que me ocurre es que necesito llevarme siempre conmigo una serie de artículos, indumentarios y no indumentarios, que considero imprescindibles, y que muchas veces lo que hacen es acompañarme. Pero no solo es eso; la necesidad de cambiarme diariamente de calzado, por ejemplo, contribuye de inmediato a darle volumen generoso a mi equipaje.
Finalmente pasé por la relojería del barrio, a llevarle al relojero mi Tissot de bolsillo, que allí fue adquirido hace doce años. Adelantaba desde hace tiempo unos minutos, pero en las últimas semanas los adelantos habían pasado a ser galopantes, y ayer por la tarde, cuando lo llevé a la tienda, marcaba ya casi cuarenta minutos más de la cuenta. Tiene también ligeramente quebrado el cristal de la esfera, que habrá de ser reemplazado. El relojero al que acudo es un viejo artesano, consumado técnico del arte de arreglar y restaurar cronómetros de toda época y especie, y un hombre interesantísimo, que tiene mucho de personaje literario. Me estuvo poniendo al día en relación con los avances de la industria relojera suiza en los últimos años, y me explicó que ciertas cosas han ido a peor, pues por desgracia algunas grandes empresas han consolidado y macdonalizado en buena medida los pequeños negocios que antes eran independientes; pero que por otro lado la informática ha aumentado el nivel de eficacia en punto a la identificación de piezas y en lo relativo a entrega de componentes de repuesto. Tenía en la tienda un reloj francés de sobremesa, del siglo XIX, que hacía poco había terminado de restaurar... «Y ahora lo estoy viendo ahí, ¡y me parte el corazón venderlo!»... A los relojeros de escuela antigua les ocurre, me imagino, como a los libreros de viejo; que corren el riesgo de querer acaparar todo lo que poseen, y de arruinarse, por exceso de amor por sus criaturas, de las que llega un momento en que son incapaces de desprenderse.
Todo va ocupando su lugar esta semana. Físicamente, me encuentro mucho mejor, tras el pequeño bache del lunes. Recogí los resultados de unos nuevos análisis de sangre que me hicieron hace un par de semanas, y de una ecografía del tiroides, y parece ser que todo está en orden. Otro asunto es la cuestión anímica, y los terribles altibajos, que siguen sucediéndose como oscilaciones —a pesar de todo más o menos controladas— en una infausta montaña rusa de falsa película de risa... Pero no puedo hacer nada. Sé desde hace lustros que no puedo hacer nada, salvo cabalgar la bestia... Todo hombre del siglo veinte, con dos dedos de frente y un módicum de sensibilidad, inteligencia, elegancia y percepción, se ve abocado a ese ejercicio: el de cabalgar la bestia de estos tiempos. Mientras espera nuevas redenciones de la luz y por la luz.
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VIAJAR SOLA EN ARGENTINA: LOS DESTINOS MÁS SEGUROS PARA HACERLO
Siempre me sentí atraída por el hecho de viajar a mi tiempo, aprendiendo más sobre distintas culturas, pero fundamentalmente sobre mí misma. Viajar sola me volvió más comprensiva, más solidaria y más dispuesta a escuchar y a interactuar con los demás.
Es por ello que considero que todos debemos viajar solos, al menos, una vez en la vida. Por supuesto que nosotras mujeres, por el simple hecho de pertenecer al género femenino, estamos expuestas a mayores riesgos que los hombres. Pero chicas, después de haber conocido más de setenta países -y de haber dado la vuelta al mundo viajando sola-, puedo decir que nos sobra valor y que, con algunas precauciones, podemos conquistar el lugar que queramos.
Los inexpertos en esta materia muchas veces nos miran con lástima o desconfianza a quienes nos aventuramos a conocer un lugar sin compañía. No faltan quienes piensan que estamos locas, o que lo hacemos porque no tenemos pareja, amigos o quién nos acompañe. En definitiva, porque no nos queda otra opción ¡Si supieran que viajar sola es una de las experiencias más enriquecedoras que podemos llevarnos de esta vida!
No ha existido mejor momento hasta ahora para que ustedes, viajeras, puedan aventurarse a recorrer las tierras de mi país, Argentina. Y ello no solo porque el tipo de cambio las favorecerá -debido a la devaluación por la que estamos atravesando-, sino también porque cada vez se pueden encontrar a más mujeres dispuestas a descubrir las bondades que ofrece el país más austral del globo.
Argentina es uno de los países más seguros de Sudamérica para mujeres viajando solas ¿Hay que tomar precauciones? Por supuesto que sí, como en cualquier lugar del mundo. Lo más importante es hacerle caso a nuestra intuición y actuar con sentido común. Teniendo también cautela en las grandes ciudades, en las estaciones de autobús y allí donde haya aglomeraciones de gente.
Ahora sí, vamos a los lugares más seguros de Argentina para viajar sola:
San Luis
San Luis es una de las provincias más seguras de la Argentina y es muy fácil darnos cuenta de ello al observar que sus habitantes no cierran con llave las puertas de sus hogares, o que no colocan candados en sus bicicletas.
Allí me deslumbraron varios cordones montañosos que atraviesan la provincia: La Sierra de San Luis, sobre la que se recuesta el valle de Conlara y la Sierra de los Comechingones, que protege a la Villa de Merlo. Ésta última goza del tercer microclima del mundo, el que proporciona veranos cálidos, inviernos abrigados por el calor del sol y azules cielos casi siempre despejados.
Más allá de disfrutar del buen clima, en Merlo podemos gozar de un sinfín de propuestas: Actividades de aventura como tirolesa (estuve practicando y la adrenalina que se siente es revitalizante), escalada y puentes colgantes en altura en el Mirador de los Cóndores, cabalgatas, senderismo y miradores panorámicos, situados a más de dos mil metros sobre el Valle del Conlara.
Asimismo, pude disfrutar en el noroeste de la provincia al escenario marciano que nos presenta el Parque Nacional Sierra de las Quijadas. El parque es una obra maestra geológica, un lugar donde el viento esculpe incansablemente las formaciones rocosas rojizas que nos trasladan a un paisaje de ensueño. ¡Te recomiendo visitarlo!
Imperdible también es la deliciosa gastronomía de la provincia, donde el tradicional chivito se lleva todos los aplausos, pero también humitas, empanadas de carne cortada a cuchillo y demás especialidades gourmet merecen la pena ser degustadas.
Mendoza
Infinidad de propuestas que satisfacen todos los gustos convierten a Mendoza en una de las provincias preferidas de la Argentina a la hora de hacer turismo.
En la tierra del sol y del buen vino podremos maravillarnos con sus descollantes paisajes de alta montaña (los pueblos más escénicos son Potrerillos, Uspallata, Penitentes, Puente del Inca y Las Cuevas); también emocionarnos con el Aconcagua. Asimismo, disfrutar de un wine tour y aprender sobre el proceso productivo del vino en las múltiples -y hermosas- bodegas de la provincia es un must!. Las del Valle de Uco, Chacras de Coria y Maipú -entre otras- son imperdibles. Las visitas suelen incluir una degustación y en algunas bodegas existe la posibilidad de almorzar ¡y hasta hospedarnos!
Divertirnos haciendo turismo aventura en San Rafael es otra excelente opción, así como también esquiar y practicar snowboard en Las Leñas. Si prefieres algo más relajado, descansar en las termas de Cacheuta te revitalizará muchísimo. Y si sos fan de las ciudades, en la Ciudad de Mendoza encontrarás una bien atractiva y distinta, con frondosas arboledas y con un imponente y majestuoso parque, como lo es el Parque General San Martín.
Las opciones culinarias también abundan (cocina criolla, italiana, vegetariana, asiática, mexicana y tradicional argentina). Y para aprovechar la mejor movida nocturna de la región de Cuyo, salir a tomar algo a la calle Arístides Villanueva de la CIudad de Mendoza y luego ir a una disco de Chacras de Coria es casi obligatorio.
Córdoba
Con paisaje de montaña, balnearios y ollas que forman los ríos y un variado circuito cultural, Córdoba es uno de los destinos de Argentina más seguros para mujeres viajando solas.
La provincia posee un circuito turístico muy bien armado, buena conectividad y una constante apertura de hostels.
Si arribas a Córdoba tanto en avión, como en micro, lo harás a su ciudad Capital – la segunda urbe más poblada de la Argentina después de Capital Federal-. En tanto ciudad universitaria, sobra el espíritu festivo.
En el interior de Córdoba, la ciudad de Villa Carlos Paz, ubicada a menos de 40 kilómetros de la ciudad Capital, en pleno Valle de Punilla, es el lugar más animado para visitar en la época estival, con discos, restaurantes, bares, y con su imponente dique San Roque.
Recorriendo el Valle de Punilla, vas a encontrar a La Falda, un destino serrano rodeado de hermosos paisajes y reconocido desde hace algunos años como el “Tercer Mejor Clima del Mundo”.
Otro de los destinos recomendados para las amantes de la naturaleza es Capilla del Monte, a los pies del Cerro Uritorco, el pico más alto de las Sierras Chicas.
Dentro del Valle de Punilla un destino también imperdible es San Marcos Sierras, el cual exhibe un aire hippie y bohemio. Nada como transitar por sus calmas calles de tierra, sin cajeros automáticos, ni semáforos.
Camino a la Quebrada del río San Marcos se pueden contratar excursiones en 4×4, escalada y rappel. Y si perfilamos hacia el Valle de Calamuchita, encontraremos a Villa General Belgrano, famosa en Argentina por ser la sede local del Oktoberfest -Fiesta de la Cerveza-. Con un ambiente muy entretenido, en la ciudad abundan hostels con mucha onda y en los que por supuesto, encontrarás a muchas mujeres viajando solas.
Bariloche
Rodeada de bosques milenarios, montañas y lagos azules, la Capital Nacional del Turismo de Aventura es un lugar ideal para disfrutar en cualquier estación del año y uno de los destinos turísticos más elegidos por viajeras argentinas y del mundo.
En la ciudad hay tanta oferta de actividades para hacer que será necesario que te organices un poco antes de llegar.
Si vas en temporada de nieve, te recomiendo esquiar o hacer snowboard en el Cerro Catedral, uno de los mejores centros de esquí de América del Sur.
Para sentirte en un cuento, dedicale una tarde a caminar por el Centro Cívico, que es el centro histórico de la ciudad, construido todo en madera y piedra. Otro must de Bari (como llaman los locales a la ciudad) es hacer el Circuito Chico, un paseo de medio día que recorre las orillas del hermoso lago Nahuel Huapi hasta el famoso Hotel Llao Llao. Para sacar fotos, nada como hacer una parada en el Cerro Campanario, donde encontramos una vista panorámica insuperable. Llevá el mate!!
Y si te gusta navegar, podés hacer paseos en barco por la de Isla Victoria y el Bosque de Arrayanes.
Ahora sí, para vivir la experiencia a lo grande, anímate a degustar un delicioso chocolate caliente en la confitería giratoria del Cerro Otto. Disfrutar de la gastronomía local es otro de los imperdibles de la ciudad. No te pierdas de probar un buen cordero patagónico, salmón, trucha, chocolate y cerveza artesanal.
Buenos Aires
Conocida como “La París de Sudamérica” probablemente sea tu puerto de arribo a la Argentina, así que por qué no aprovechar eso para recorrerla. La ciudad es avasallante y posee muchísimos atractivos turísticos. Para que tu experiencia viajando sola sea inolvidable, te recomiendo trasladarte con taxi o uber de noche, así como evitar la zona de la Boca y también el barrio de Retiro por la noche. Por lo demás, te sentirás muy cómoda y segura.
Mis imperdibles en Buenos Aires:
Plaza de Mayo, es el centro de la ciudad y escenario de los acontecimientos políticos más importantes del país. Allí podrás encontrar la casa de gobierno pintada de color rosado, el Cabildo y la Catedral Metropolitana de Buenos Aires. Desde allí puedes acceder a Puerto Madero, el mejor sitio para almorzar con vista al río y para hacer caminatas por la mañana o tarde.
Asimismo, desde Plaza de Mayo puedes dirigirte al bohemio San Telmo, que también es parte del casco antiguo y uno de los barrios con más historia y más cool de Bs.As. (los domingos hay una feria súper chula).
Otros recorridos bien porteños (a los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires se los conoce como porteños) son los que te llevan a la Avenida Corrientes (repleta de teatros), a la Avenida de Mayo y a la Avenida 9 de julio (la más ancha del mundo, que sorprende con su icónico obelisco).
En tu visita a la Avenida Corrientes, no dejes de probar la pizza de Guerrín, y en la Avenida de Mayo, de tomar un chocolate con churros o un café en el Café Tortoni (bar notable de la ciudad).
A un colectivo del centro, se encuentra la Recoleta, un barrio súper afrancesado, donde se encuentran muchas embajadas, plazas y casas fastuosas. Imperdibles allí son visitar su cementerio, el Museo Nacional de Bellas Artes, el Centro Cultural Recoleta y la glamorosa Avenida Alvear.
El mejor lugar para hospedarte en la ciudad es el barrio de Palermo Soho, conocido por su atmósfera alternativa y vanguardista y rebosante de street art, tiendas de diseñadores independientes, galerías de arte, bares cool y restaurantes. Pero este lugar es solo un pedacito de Palermo, allí también tienes que recorrer sus bosques, el Rosedal y el Jardín Japonés.
Para que la experiencia por Buenos Aires sea completa, nada como asistir a la milonga al aire libre de la glorieta de la plaza de Barrancas de Belgrano, ¡los sábados y domingos a partir de las 20 h es gratis! Y para terminar a lo grande, nada como deleitarse con un rico asado.
¿Cómo recorrer Argentina?
Avión
Argentina es el octavo país más grande del mundo, ¡es gigante! Por ello, si no tienes mucho tiempo, te recomiendo viajar en avión. Hay algunas compañías low cost que tienen precios muy convenientes y mucha frecuencia, entre ellas Flybondi y JetSmart. También la aerolínea de bandera nacional (Aerolíneas Argentinas) tiene ofertas. Es cuestión de buscar. El avión es, sin dudas, el medio de transporte más seguro para las mujeres que viajan solas por Argentina.
Autobuses
Si dispones de tiempo y quieres recorrer el país con calma, puedes hacerlo a bordo de buses, observando los escénicos paisajes a través de sus ventanas. Recuerda siempre tener de noche tus pertenencias más preciadas cerca turo. El sitio Plataforma 10 es uno de los mejores para comprar los tickets.
Colectivos, Subte, Taxis y Uber
El Subte en la Ciudad de Buenos Aires funciona relativamente bien y a un precio relativamente bajo, los colectivos también nos llevan a todas partes por un módico precio. El transporte público suele ser seguro para mujeres viajando solas, eso sí, no exhibas tus cámaras de fotos, teléfonos móviles u otros objetos de valor.
Si deseas tomar un taxi, siempre asegúrate de que se sea un radio taxi de alguna empresa conocida (pedirle al personal del hostel que llame a uno es lo mejor), aunque a mi criterio, hoy en día, transportarte con Uber es muy lo más seguro, conveniente y económico.
¿Dónde alojarse en Argentina?
Una multiplicidad de alojamientos de distintas categorías y precios pueden encontrarse en la tierra del tango: desde hospedajes con aires gauchescos o rústicos, hasta lugares de lujo. Siempre recomiendo a las mujeres que viajan solas hospedarse en hostels, ya que son el mejor lugar para conocer a otros viajeros, hacerse amigos e intercambiar tips, también son muy divertidos y ofrecen muchísimas comodidades y facilidades.
A tener en cuenta
Acá algunos tips para que tu experiencia viajando por Argentina sea inolvidable:
Investigar la zona donde vayas a hospedarte: Googleando el lugar, buscando revisiones de otras personas que lo hayan visitado o preguntándole a otros amigos o conocidos sí estuvieron, podremos tener un panorama bastante completo de lo que allí vamos a encontrar. Es clave también, al reservar nuestro hostel en Hostelworld.com, indagar en las revisiones de otros viajeros. Descargarnos el mapa del lugar para poder usarlo sin conexión también constituye una buena alternativa.
En las grandes ciudades es mejor moverse por el circuito turístico.
Evitar hacer trekkings sola, tratar de unirse a los planes de otros viajeros. Tengo una premisa cuando viajo: Nada como conocer nuevos amigos en los hostels donde nos hospedamos. Con ellos podremos salir a distintos lugares y vivir experiencias imborrables ¿Qué mejor que hacer un trekking en las montañas de la Patagonia con ellos?
Contratar un seguro médico de viaje para estar bien protegidas. Ante un dolor de muelas, una quemadura, una pérdida de equipaje o el atraso de un vuelo, habrá quien responda. Previo a viajar es conveniente comprobar si la póliza suscrita incluye el pago directo al médico o el reembolso de los gastos.
En caso de necesitar ayuda o indicaciones, es mejor preguntar primero a una mujer.
Mantener una comunicación fluida con nuestra familia y amigos, informándoles siempre dónde nos encontramos y hacia dónde nos dirigimos.
Llevar siempre una copia de nuestro pasaporte en el móvil, en el bolso de mano y también algún documento identificatorio. También anotada la dirección y número telefónico de la embajada o consulado de nuestro país.
Evitar caminar solas de noche por calles traseras.
Usar Uber en vez de llamar un taxi en la calle. No sólo es más económico que el taxi, sino que podemos ir rastreando qué camino toma el automóvil.
Llevar siempre anotada la dirección del hostel donde nos hospedamos y el número de teléfono de algún contacto local.
Repartir el dinero en lugares distintos. Cuando salimos es mejor no llevar con nosotras todas las tarjetas de crédito ni todo el efectivo. El cinturón porta-valores es muy recomendado, seguro y discreto.
Tener cuidado al dormirnos en trenes/buses con el equipaje de mano.
En definitiva, ¿es seguro viajar sola por Argentina?
¡Por supuesto que lo es! aunque como especifiqué previamente, hay que actuar con conciencia, tomando ciertas precauciones y utilizando tu sentido común. Argentina es un país maravilloso, amistoso e inolvidable para todas aquellas mujeres que se aventuren a recorrerlo.
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Ante el confinamiento por la pandemia... fiestas clandestinas
Tras meses de confinamiento obligado por el covid-19, miles de jóvenes de Europa se lanzan en busca de diversión y la encuentran en fiestas al aire libre, pero clandestinas. Ahí se desfogan, pues, dicen, “la gente necesita esa libertad para divertirse”, para llenar el vacío con música, baile y consumo de alcohol y alguna droga. Muchos de esos impetuosos adolescentes señalan: “Todo mundo quiere salir ahora”; otros, más categóricos, esgrimen: “No podemos esperar dos años”.
Diversión clandestina. A las afueras de Berlín
Los clubes nocturnos de Europa están cerrados, pero eso no significa que los fiesteros del continente se queden en casa, pues a medida que se alivian las medidas de la cuarentena por el coronavirus, las fiestas rave ilegales ganan popularidad.
Las fiestas al aire libre para cientos o miles de jóvenes que se organizan mediante las redes sociales y las aplicaciones de mensajería están en pleno apogeo todos los fines de semana y son un dolor de cabeza para policías y legisladores, pues provocan el debate público y el pánico en los medios de comunicación.
Tom Wingfield, profesor titular de la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool, apunta en un correo electrónico que no hay estudios médicos sobre el coronavirus y las fiestas al aire libre, pero que una probable falta de distanciamiento social plantea riesgos de transmisión. “Agregue alcohol o drogas y esos riesgos podrían exacerbarse”, escribió.
Algunos países han intentado recuperar los clubes nocturnos. En Suiza, la mayoría de las regiones permitieron que esos lugares volvieran a abrir en junio, siempre que se obtengan los datos de contacto de los asistentes; pero después de que muchos de ellos dieron información falsa, las verificaciones de identidad se hicieron obligatorias en algunas áreas.
Los clubes en Barcelona reabrieron a finales de junio, pero volvieron a cerrar semanas más tarde debido a un rebrote del virus en la ciudad.
En la mayoría de los países la idea de pistas de baile llenas de gente es impensable. Muchos operadores de clubes nocturnos temen que serán los últimos negocios a los que se les permita reabrir.
Mientras tanto y a pesar del riesgo, miles están de fiesta en secreto. Un fin de semana de julio los reporteros de The New York Times asistieron a raves en Berlín, Londres y cerca de París.
Bares cerrados. Detonante
La fiesta como identidad
A medianoche de un sábado comienza un rave en un campo en las afueras de Berlín. Un disc-jockey en pantalones cortos está parado cerca de tornamesas conectadas a un generador, tocando una cálida mezcla de house y techno. Cerca se instaló una carpa donde se expende cerveza y hay luces multicolores colocadas en los árboles.
La multitud, de unas 200 personas, aumenta a cada minuto. A pesar del letrero que indica a los asistentes que deben mantener una distancia de al menos 1.5 metros, el área de baile está llena y nadie lleva máscaras o cubrebocas.
Con el cierre de los clubes de Berlín durante el verano a causa de la pandemia han surgido fiestas ilegales, como ésta, para llenar el vacío. La mayoría de estos conviviosson gratuitos y se llevan a cabo en lugares aislados para escapar del escrutinio policial; muchos se anuncian por Telegram, la aplicación de mensajería encriptada. Para llegar a la fiesta del sábado los asistentes tuvieron que seguir un mapa enviado mediante la aplicación y caminar 15 minutos desde la estación de tren más cercana a través de un área industrial vacía.
Aunque el número de nuevas infecciones por coronavirus sigue siendo relativamente bajo en Alemania, las cifras han comenzado a subir en las últimas semanas, y fiestas como ésta han abierto un debate sobre si los jóvenes están amenazando el tan aclamado éxito del país en el control de la pandemia.
La persistencia de las fiestas clandestinas ha enfurecido a algunos políticos y funcionarios de salud pública, y ha complicado los intentos de los dueños de clubes de Berlín para que les autoricen la reapertura.
Para algunos asistentes a esa fiesta, los raves son una forma para desahogarse después de un periodo de aislamiento; según ellos, los eventos al aire libre presentan menos riesgo. Las regulaciones del coronavirus de Berlín permiten reuniones de hasta mil personas en los parques, pero sólo si se mantienen las medidas de distanciamiento social y no se vende alcohol.
De pie entre la tienda de cerveza y la abarrotada zona de baile, Paul Evina-Ze, de 32 años, un caricaturista estadunidense que vive en Berlín, dice: “La fiesta es una gran parte de la identidad de la ciudad y no se puede pensar que la gente esperará dos años”. Añade que no le preocupa el virus. “Siento que si lo tuviera, no me afectaría”.
La novia de Paul, Valta Klints, de 25 años, dice que la ciudad debería liderar el camino para permitir raves en condiciones controladas. “Otras personas están mirando a Berlín como un ejemplo”, apunta.
Una reacción pública contra los organizadores de raves en Berlín comenzó en mayo, cuando manifestantes se reunieron en botes en el canal principal de la ciudad en apoyo de los trabajadores afectados por el cierre de clubes. La protesta se transformó en una flotilla de unas 3 mil personas y se desplegó frente a un hospital donde se trata a pacientes con covid-19.
Otra ola de críticas se produjo a finales de julio, después de que la policía rompiera un rave de unos 3 mil asistentes en Hasenheide, un parque de la ciudad.
La portada de una edición reciente de Der Spiegel presentaba una imagen de la fiesta Hasenheide, con el titular: “¿Somos demasiado imprudentes?”. En entrevista con la publicación, Karl Lauterbach, un legislador federal del Partido Socialdemócrata, dijo que las personas que asisten a los raves e ignoran las reglas de distanciamiento “deben ser sancionadas con multas de cientos de euros”.
“Me importa un comino”
En tiempos normales la orilla boscosa del Étang de la Haute Maison, un estanque 20 kilómetros al este de París, es un lugar ideal para los pescadores.
Pero un sábado por la noche, una multitud diferente se reunió en el bosque junto al agua: alrededor de 400 jóvenes, moviéndose al ritmo de la música techno que retumbaba por los altavoces mientras los focos barrían la pista de baile.
La popularidad de las “fiestas gratuitas”, como se conoce aquí a los eventos ilegales, ha aumentado en los últimos meses. “Es cierto, desde el final del encierro hemos visto a muchas más personas asistiendo a las fiestas gratuitas”, dice Julien Faùx, de 26 años, un asistente habitual a estos eventos desde antes de la pandemia. Él bailaba detrás del DJ ese sábado por la noche mientras una bandera con una calavera y dos tibias cruzadas, colgada entre dos árboles, ondeaba sobre su cabeza.
La fiesta, llamada The Piracy, tenía todas las características de una reunión legal: una página de Facebook anunciaba una alineación de DJ y las entradas se vendían en línea.
La diferencia fue que la ubicación se dio a conocer sólo por correo electrónico menos de una hora antes de que comenzara The Piracy. Llegó con una advertencia para acercarse al sitio en silencio y no decirle a nadie más dónde estaba.
“Se trata de la buena marcha de la fiesta”, decía el correo electrónico. Agregaba que los asistentes debían traer máscaras y respetar las medidas de distanciamiento social.
Eso resultó ser una ilusión.
“La gente necesita esa libertad para divertirse”, dice Sarah Stalter, de 21 años, estudiante universitaria suiza de vacaciones en Francia. A su alrededor había cientos de personas sin cubrebocas, algunas apiñadas en la pista de baile en un claro del bosque, mientras otras se sentaban a un lado en grupos, compartiendo botellas de alcohol y cigarros de mariguana.
“Me importa un bledo”, dice Stalter mientras se mueve al sonido de los ritmos del techno. “Por supuesto que este virus me asusta, pero tengo que disfrutar de mis 20”.
La proliferación de fiestas ilegales plantea un desafío para las autoridades locales, que han oscilado entre la represión estricta y hacerse de la vista gorda.
“La policía simplemente lo deja pasar hasta que cambia de opinión”, apunta Antoine Calvino, cofundador de SOCLE, un sindicato de organizadores de raves en Francia. “Es completamente aleatorio y nos gustaría no estar más en esta zona gris”.
Fiesta en Alemania. Ninguna distancia
Londres: “Impactante regreso del ‘rave’”
Justo después de la medianoche del viernes 24 de julio, dos jóvenes estaban en una calle del distrito de Tottenham, rodeados de almacenes de ladrillos, con aspecto perdido.
“¿Vas al rave?”, preguntó un hombre con acento elegante a un transeúnte. No podía averiguar dónde estaba, agregó: el mapa que le habían enviado a través de WhatsApp era confuso.
Los detalles de la fiesta que estaban buscando se la habían enviado a un grupo en la aplicación de mensajería unas horas antes: para unirse, tenía que enviar una cuenta de redes sociales para que los organizadores pudieran verlo. Los boletos anticipados se vendieron a través de PayPal.
Los mensajes en el grupo de WhatsApp incluían llamados a la discreción. “Estamos protegiendo a nuestra comunidad”, decía uno. “No comparta nuestra información con nadie”, agregaba.
“Es como una operación militar”, dijo uno de los hombres de voz plomiza, después de descifrar el mapa. “Si la gente pone la mitad de esfuerzo en resolver el coronavirus, ya estaríamos fuera”.
Poco después, tras caminar por un paso subterráneo, el ruido sordo de un bombo llegó a los oídos y los dos hombres subieron por un sendero hacia donde se escuchaba el sonido. Después de una rápida revisión por parte de los guardias de seguridad, se trasladaron a un claro del bosque, donde unas 300 personas bailaban con música house, los árboles a su alrededor iluminados por luces verdes y púrpuras.
The Guardian ha declarado que Gran Bretaña se encuentra ahora en medio de un “impactante regreso del rave”. Hace unos 30 años, los jóvenes de aquí crearon un pánico moral cuando comenzaron a celebrar fiestas en lugares secretos, alimentados por el éxtasis y el acid house, un nuevo tipo de música de baile en ese momento.
Hoy el pánico moral tiene menos que ver con las drogas y más con el coronavirus, con temor de que las fiestas ilegales puedan promover una segunda ola. En junio, 6 mil personas asistieron a una fiesta cerca de Manchester, donde una mujer fue violada y varias personas fueron apuñaladas. Desde entonces se han celebrado fiestas en Gran Bretaña todos los fines de semana, con menos informes de violencia. Pero las críticas de periódicos y políticos han sido duras.
Algunos organizadores de las fiestas han intentado responder a la preocupación pública: “Se ha tomado la medida covid-19”, decía un mensaje en el grupo de WhatsApp sobre el evento. “A la entrada estarán a su disposición mascarillas faciales y gel hidroalcohólico”, agregaba. Esto no se veía a la llegada y sólo una docena de asistentes usaba cubrebocas. Para la mayoría, el coronavirus parecía estar lejos de sus mentes.
Los bailarines estaban apretados frente a un DJ. En medio de la improvisada pista de baile, un hombre alto estaba de pie con los ojos cerrados, moviendo los brazos como las alas de un pájaro, transportado por la música. La gente conversó entre sí por un momento, luego se abrazó: amigos instantáneos. De vez en cuando un globo flotaba sobre la pista de baile, lleno de óxido nitroso, la droga preferida de la fiesta.
Un asistente, un arquitecto de 25 años que pidió no ser identificado, dijo que había estado yendo a raves ilegales durante un par de años. “El año pasado fue más pequeño”, dijo. “Todo el mundo sólo quiere salir ahora, supongo”.
Los pubs y restaurantes en Gran Bretaña habían reabierto, agregó, pero nadie con autoridad estaba pensando en la cultura de la música dance. Lo habría pensado dos veces antes de ir a una fiesta en el interior o en un barco, dijo, pero las fiestas al aire libre parecían estar bien.
A medida que avanzaba la noche llegaron más personas, incluso un hombre con muletas. Alguien trepó a un árbol en un momento y la música se detuvo mientras un guardia de seguridad le ordenaba que bajara. Eso fue lo más cerca que estuvo el evento de un incidente hasta que, alrededor de las cuatro de la madrugada, aparecieron tres policías, iluminando con linternas a la multitud.
Se fueron tan rápido como llegaron, pero la presencia policial fue suficiente para enviar a algunos a casa.
Aproximadamente 20 minutos después la policía regresó, 20 oficiales esta vez, y se detuvo en el camino hacia el claro. Un oficial dijo que habían acordado con el DJ que podía seguir tocando hasta las 04:30 horas.
No harían ningún arresto a menos que el DJ se negara a detenerse, agregó el oficial. (La policía de Londres no respondió preguntas enviadas por correo electrónico sobre el evento y su estrategia para lidiar con fiestas ilegales).
El sol estaba saliendo cuando el reloj dio las 4:30 y la música se detuvo, antes de reiniciarse para una melodía final, una especie de bis. Entonces todos se dispersaron rápidamente.
Al día siguiente los organizadores de la fiesta enviaron un nuevo mapa al grupo de WhatsApp con detalles de otra fiesta esa noche, y una súplica: “Por favor, no compartir”.
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Agua salada y heridas abiertas.
CAPÍTULO 1
Año 2010.
Aún recuerdo toda mi adolescencia allá por los cuarenta… Ahora soy una mujer anciana sentada en mi sillón, viendo plácidamente la leña como arde, haciéndome recordar como ardió mi adolescencia.
Me llamo Rachel Wiston vivo en Berlín y aunque los tiempos han cambiado y esto ya no es lo que era, aquella etapa de mi vida quedó marcada en mi corazón. Mi nieto de quince años me miraba fijamente sin perderse ningún mínimo detalle, en sus ojos se podía leer perfectamente cómo me pedía más, y en aquella fría tarde de invierno alemán, llegué a la conclusión de que era el momento de contárselo…
Tenía diecisiete años, una niña alta, rubia, ojos azules que vivía en Berlín y era la hija de un general de las SS, pero aun así no sabía muy bien que era ese tema de los “judíos”, o porque el país estaba en esa situación, mi preocupación era que vestido llevar cada día.
Vivíamos en Berlín capital, pero tras varios ataques y múltiples alarmas de peligro, mi padre decidió que nos mudásemos a una casa alejada, en mitad del campo, con un jardín y unas inmediaciones inmensas.
Antes de mudarnos a esa casa dejada de la mano de dios, solía recordar el aroma de chocolate caliente como un recuerdo dulce y familiar, de mi rutina de cada mañana para ir al colegio, bueno, más bien el “colegio de chicas mayores”.
Mi padre no solía estar por las mañanas en el desayuno, aquella mañana sí estaba y no creo que fuesen para buenas noticias, sería mi último desayuno en la casa que yo me crie…
Aquella mañana me estaba peinando cuando entró a mi habitación el impertinente de mi hermano Jacob el cual tenía siete años. Solía correr por el pasillo jugando a peleas y batallitas con los mucosillos de sus amigos, Joaquín y Peter. A veces lo odiaba, pero en el fondo era mi razón de sonreír, siempre estaba ahí para sacarme una sonrisa, él era cual brisa de verano que entra por la ventana al amanecer, tan espontaneo y vivaz…
- ¡PARA JACOB NO COJAS MIS COSAS!
- Mamá está abajo con papá vamos a desayunar (hizo un gesto de burla con la lengua)
Al escuchar esas palabras salí escaleras abajo como alma que lleva el diablo ya que mi padre nunca estaba en el desayuno.
Al llegar a la cocina ya estaba mi hermano al lado de mi madre recostado en su barriga de ocho meses de embarazo, ¡qué rápido es! Mi madre estaba en la silla con las manos atrás en la espalda, al verlos juntos, uno al lado del otro, mi mente no podía dejar escapar el gran parecido de ellos dos, pelo castaño, ojos grisáceos, nariz fina, labios carnosos eran dos piezas iguales.
En cambio, yo era más niña de papá, complexión fuerte, buena estatura, rasgos sutiles y elegantes y pelo claro acompañado de unos ojos grandes y azules como el cielo.
Mi padre nos miraba fijamente y con una sonrisa de oreja a oreja. Frank Wiston, estaba de buen humor al parecer…
- Sentaos, hijos. Frank
Nuestros padres se miraban fijamente, pero a la vez un poco distantes y fríos.
- Hoy vamos a desayunar chocolate caliente como tanto os gusta. Mamá
En el fondo me sentía bastante nerviosa, pues aquella situación me desesperaba y me desconcertaban aquellas miradas de preocupación.
- Voy a ser claro, vivir aquí no es seguro, por lo que, mañana nos mudaremos a una bonita parcela alejada de la ciudad, y donde podré tener mi trabajo más cerca y estaremos más tranquilos. Frank
- Mi NO es rotundo, contesté.
- Me da igual que te niegues está decidido. Frank
Mi hermano básicamente ni pestañeó y no añadió ningún comentario al respecto. Mi madre siempre callada y pura hacia mi padre se limitó a mirar hacia al suelo y suspirar, varios minutos de silencio pasaron hasta que las palabras de mi madre rompieron con él.
- Es lo mejor para todos, y para el bebé que viene en camino.
No recuerdo antes ver a mi madre enfuscada hacia mi padre ni decirle una palabra más alta que otra. Simplemente ella se limitaba a afirmar todo lo que mi padre decía, solo por el hecho de no complicar más la cosas.
Mi madre procedía de una familia bastante humilde al norte del país, en un pequeño pueblecito llamado Osdorf. Se llamaba Emma Degenhart.
Me puse mi uniforme, cogí mi mochila y me dispuse para irme al colegio, siempre recorría el mismo camino, doblaba mi esquina corría hacia la plaza de la fuente, torcía hacía la calle de la derecha, me paraba en la tienda de caramelos y compraba siempre tres, uno me los comía antes de entrar, otro en el recreo y el ultimo al salir de clase y siempre de menta. Al salir de la tienda esperaba a mi amiga Norah, ella era morena, piel clara, de complexión bastante delgada y ojos muy oscuros.
Estudiábamos en un colegio de monjas formado solo por niñas, era bastante estricto y forjado bajo las bases de la religión católica.
El único profesor laico era el señor Vicent, y nos impartía la asignatura de literatura. Era un profesor muy inteligente y no se limitaba a enseñarnos lo que los libros explicaban, nos hacía ver más allá de lo que el sistema nos deja ver y aprendíamos mucho con él, mi padre solía expresar lo poco que le gustaba dicho profesor. Durante una de sus clases decidí contarle a Norah la noticia
.
Escribí una notita:
Norah, mañana nos vamos de la ciudad a un sitio bastante lejos de aquí, mi padre dice que la ciudad ya no será segura.
Estaba sentada dos pupitres más hacia delante de mí, le susurré bajito y le tiré la nota en sus pies mientras el profesor se giraba hacia la pizarra. Nada más abrirla y leerla se giró bruscamente y me miró inclinando sus cejas hacia arriba expresando asombro. Se dispuso a escribir otra nota ella:
¿Y me lo dices ahora?, no sé qué decir al respecto, la verdad es que las cosas cada vez están empeorando más, en los periódicos que quito a mi padre solo se leen desgracias y múltiples masacrares, pero yo no me quiero quedar aquí si tú te vas…
La arrugué fuertemente intentando reprimir mediante ese gesto toda mi ira. Mientras me disponía a escribir otra notita el timbre sonó y las clases habían acabado hora de volver a casa.
Salí la primera de clase y tras mí, Norah intentaba seguir mi ritmo.
- ¡Puedes frenar un poco? Norah
- Es mejor dejar las cosas así, cada una por su sitio y con su familia, al fin y al cabo, es lo más importante. Dije…
- No quiero que te vayas sin antes darme un abrazo y prometerme que alguna vez me escribirás… Norah
Cogí aire y junto al mismo todas mis fuerzas, abrí mis brazos y la abracé fuertemente expresando sin palabras que no quería que se fuese de mi lado jamás, nos habíamos criado juntas desde pequeñas y todos mis sueños habían sido compartidos junto a ella y ahora yo me iba de allí, de su vera.
Rompimos en un llanto mutuo, mientras la gente y las demás compañeras pasaban por nuestro lado sin percatarse de la situación siendo invisibles frente a sus ojos.
Tenía diecisiete malcriados años, que te voy a contar, hasta entonces había vivido prácticamente entre algodones. Aquella situación se me hacía un mundo y aún no había llegado lo mejor…
Llegué a mi casa, tiré todas mis cosas en el recibidor, mientras me percataba la cantidad de cajas y macutos que ya se amontonaban en él, gente de un lado a otro bajando y subiendo cosas por las escaleras, subí a mi habitación y prácticamente estaba vacía tan solo estaba mi cama y por supuesto debajo de ella mi caja de los “recuerdos” donde guardaba entradas de teatros, envoltorios chulos de chicles, cartas, postales…
Bajé de nuevo y aunque estaba en medio de ese caos mis tripas hacían acto de presencia avisándome que tenía que comer. Bajé a la cocina y una de las cocineras me sirvió un plato de sopa caliente que comí, como de costumbre, sola en el salón…
Cuando acabé de comer fui directa a buscar a mis padres. Llegué a su habitación y la puerta estaba medio abierta. Estaban hablando y mi madre lloraba sin cesar.
- Frank toda esta situación me supera y a los niños también. Emma
- Sabes que no es seguro estar ya aquí, tarde o temprano ocurrirá lo peor. Frank
- No es el sitio ideal donde vamos, estamos demasiado cerca de ese sitio, no quiero que mis hijos pasen por esto. Emma
- Como tú dices, tus hijos no pueden vivir toda la vida entre rosas y algodones tienen que ver la realidad, salir de la burbuja. Frank
- Quiero lo mejor para ellos, algún día esto acabará. Emma
- ¿El qué? Frank
- La guerra. Emma
Me fui rápidamente de allí y pensé que sería mejor preguntarlo en la cena… fui a mi habitación y me senté en la cama, los sollozos de mi madre y los gritos de mi padre era cada vez más fuertes y empecé a llorar, era todo tan horrible, no entendía nada… Sufrí mucho en aquel tiempo contaba a mi nieto Daniel mientras el aún seguía boquiabierto.
Llegó la hora de la cena y al llegar al salón estaban mis abuelos paternos, me llevé una gran sorpresa. En la cena estaba mi padre hablando con mi abuelo de la guerra, pude oír algo sobre campos de concentración, en ese momento mi madre le dio un codazo a mi padre y se calló.
Sabía que a mi madre no le gustaba lo que estaba ocurriendo en aquella epoca. En ese momento me acordé de la pregunta que tenía que hacer a mi padre.
- Padre, ¿por qué estamos en guerra?
- Esto…
Mi madre salió del salón, y con el ceño fruncido mi padre volvió a hablar:
- No soy yo quien te lo tiene que explicar, para eso vas al colegio.
- Eso a mí no lo explican en el colegio, en el colegio aprendemos grandes autores, matemáticas…
- Ya me imaginaba que tu profesor de pacotilla el señor Vicent no iba a hablar de ese tema, por eso a partir de mañana tendrás un tutor, tu propio tutor. Frank
- ¡¿Mi qué?!, respondí.
- Ya lo has oído y no me vuelvas a subir el tono otra vez. Frank
En ese momento, mientras el ambiente en la cena estaba más que caliente, varias sirenas de ambulancias se oyeron en la calle.
Todos corrimos rápidamente hacia un extremo de la mesa abrumados por los estruendos que se estaban oyendo, mientras mi padre decía una y otra vez tenemos que irnos ya de aquí.
Mi madre puso la radio, intentado buscar alguna emisora en la cual nos diese respuesta a lo que estaba pasando fuera. Cuando oí la noticia mi corazón se paró en seco. Empecé a escuchar que habían tirado bombas en mi colegio.
Empecé a llorar de la impotencia y de saber que no volvería a ver al profesor Vicent nunca más. Pegué un salto de la silla y salí corriendo al jardín mientras mi madre salía corriendo detrás de mí, me agarró del brazo y me dijo que era peligroso salir fuera. La abracé mientras me hundía en un llanto doloroso. Me subió a mi habitación y me dijo que al amanecer tendríamos que partir a la nueva casa, un momento, ¡no podía despedirme de Norah, ni del panadero de la esquina, ni de Rebekah la chica que vendía golosinas…!
Estaba en mi sueño más profundo cuando mi madre vino a la habitación y me sobresaltó diciéndome que teníamos que irnos ya, aún no entraba luz por la ventana, pero según mi padre era más seguro irnos antes de que amaneciese. Empaquetamos las cosas y nos montamos todos en el coche, sin decir adiós, tan sólo mirábamos hacía delante intentando empezar una nueva vida.
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Kunikida DoppoxOC (Reader)| Crescent Moon [Prologo]
Bueno, hoy es 30 de agosto y eso me recuerda dos cosas: Es el cumpleaños de mi husbando #1 (porque sé que si fuese algo de la vida real, terminaría matando a Dazai por sus pendejadas aunque lo ame mucho) y faltan 12 días y medio para mi cumpleaños pero eso no es importante. Eso significa que aprovecharé la oportunidad de publicar el primer capitulo del fanfic que he estado escribiendo desde el año pasado, porque se que si no lo hago ahora, no lo haré nunca.
Ya estoy empezando a arrepentirme
Disclaimer: Ni el manga o el anime de Bungo Stray Dogs, ni sus personajes, ni su magnifica historia me pertenecen, todos ellos son obra de Asagiri Kafka y Harukawa 35. Este fanfic, en cambio, si que me pertenece... Déjenme defender mis porquerías al menos.
Genero: Drama, Romance, Acción (Personajexlectora/PersonajexOC)
Advertencia: Lenguaje vulgar, contenido adulto (violencia, abuso infantil, delincuencia juvenil, crimen organizado, secuestro, etc.)
Después del final de las clases y tras haber arreglado todo el papeleo correspondiente en la sala de profesores, él debía regresar a pie desde la escuela secundaria hasta su casa. Para regresar, debía caminar tres cuadras y así alcanzar la estación del metro, y por ultimo debía viajar por siete estaciones para luego caminar por otras dos cuadras hasta llegar a la pequeña residencia de la, en aquel momento, medianamente reconocida Agencia de Detectives Armados. Fuese en verano, en otoño, en primavera o en invierno, el trayecto era siempre el mismo y él no pensaba en cambiarlo.
Aun así, todos los días, él la observaba estar allí, en silencio.
Cerca de la residencia, a tan solo una cuadra para ser más específico, había un pequeño parque para niños que había visto tiempos mejores y ahora normalmente se encontraba solitario, comenzando a oxidarse muy rápidamente gracias a la brisa salada que siempre reinaba en la ciudad portuaria de Yokohama. Para ese momento, además, el pequeño parque con juegos de hierro y caucho era azotado por el terrible invierno. En Yokohama era extraño que ocurriesen nevadas, pero justo ese año una ola de frío golpeó las costas japonesas, y las calles de una ciudad que estaba acostumbrada al calor, ahora estaban repletas de nieve.
Allí, en medio de la soledad fría de ese parque, todos los días se encontraba una chica.
Llevando una larga gabardina y un uniforme de escuela secundaria color negro, la chica siempre estaba sentada en el único banco que quedaba en pie dentro de ese parque. Se podía adivinar que llegaba a ese lugar después de salir de clases, pues su bolso lleno de libros siempre estaba a un lado sobre el banco. Aun desde esa distancia, él podía darse cuenta de que ella sentía el frío calar por sus piernas desnudas, y se estremecía ligeramente mientras sus ojos permanecían observando hacia el suelo y a un lado, el rostro en una expresión que daba un aire distante y solitario. Frágil y triste.
Él la conocía. Ella era una de sus estudiantes, y por ende la veía dos veces por semana en la escuela secundaria en donde estaba trabajando. De hecho, si él mal no recordaba, ella vivía a tan solo un par de cuadras más lejos de allí, pero...
... ¿Cuál era su nombre? ¿Por qué no podía recordar el color de sus ojos, o la forma de su sonrisa?
¿Por qué sentía que estaba olvidando algo muy importante?
Él abrió la boca y la llamó, pero no fue capaz de oír su propia voz. La terrible brisa del atardecer hizo que sus oídos zumbaran, y por un momento pensó que ella no había podido oírlo tampoco. Sin embargo, ella movió el rostro en su dirección.
Sus lentes se empañaron y congelaron, el rostro de la muchacha se veía borroso e imposible de identificar a través de ellos. Su difuminada expresión se mantuvo tan fría como el clima a su alrededor mientras se ponía lentamente de pie, tomaba su bolso y decía algunas cosas que él no pudo escuchar por el sonido del viento. Tan solo podía ver como su boca de labios pálidos se movía, humo blanco saliendo gracias al contraste entre su aliento y el invierno.
Él tampoco era capaz de recordar el sonido de la voz de esa chica... Pero su corazón se contrajo dolorosamente en su pecho con la sensación de que estaba olvidando algo muy, muy importante al no hacerlo. De nuevo, abrió la boca y supo que estaba diciendo su nombre con entonación desesperada, mas no podía recordar como sonaba, o qué clase de caracteres lo conformaban. La joven solo se mantuvo estática y silenciosa tras ello.
A pesar de que habían colores a su alrededor, ella estaba en blanco y negro. Su piel era pálida como la cal, sus medias negras como la boca de un lobo y su uniforme y ropa de invierno estaban en un extremo o en el otro de la escala. El viento revolvía la nieve en el suelo y volvía el espacio a su alrededor de color blanco al convertir los copos en torbellinos. Azotaba la gabardina, la falda negra y el corto cabello de un siniestro y brillante rojo, el único punto de color en ella, haciéndolo danzar en el aire violentamente alrededor de su rostro semicubierto por una obscura bufanda negra.
Como si sus palabras no hubiesen llegado a ella, lentamente se dio la vuelta y comenzó a alejarse entre los torbellinos de nieve.
De nuevo él pronunció su nombre mudo, y podía sentir que estaba gritándolo porque sus pulmones ardían dentro de su pecho. Incluso podía sentir que sus músculos intentaban en vano moverse para correr detrás de ella, pero como si estuviese paralizado, la chica monocromática se alejó de él con paso sereno, siendo envuelta lentamente por el blanco de los copos después de que se girara por un momento hacia él, quien le observaba desaparecer de su vista terriblemente desesperado...
-No importa cuanto intentes negarlo...
Leyendo aquello en sus labios blancos por encima del profundo negro de la bufanda, el blanco de la nieve se la tragó violentamente, como quien borra algo dibujado en un papel.
-La luna siempre tendrá un lado obscuro, y tu ideal no puede cambiarlo.
Escuchando esas ultimas palabras resonar dentro de su cabeza, su corazón se oprimió dentro de su pecho con una culpa tan terrible que le cortó el aliento.
...
Kunikida Doppo abrió los ojos de golpe, soltando un jadeo afectado mientras se llevaba una mano al pecho, apretando su palma allí en donde su corazón latía errático, como si se hubiese detenido por demasiado tiempo y ahora trabajara el doble de rápido para compensar su falta. Observando la madera encima de él mientras yacía inmóvil en su futón, sus ojos verdes como dos olivas se mantuvieron fijos en una viga del techo mientras aquel sueño extraño seguía parpadeando en su memoria.
Tras ser capaz de recuperar el aliento y calmarse apropiadamente después de algunos segundos de respiraciones profundas, el hombre con la cabeza recostada sobre la almohada giró el rostro para ver el reloj despertador que colocaba al lado de la cama, frunciendo cansadamente el ceño al ver que marcaba las cuatro en punto de la madrugada antes de frotarse el rostro con frustración y darse media vuelta para intentar resumir su descanso. Por culpa de esa ridícula pesadilla, su muy cuidadosamente planificado horario iba a verse afectado... Tendría que comenzar a incluirlo en él si no quería que más problemas surgiesen, pues siempre para esas épocas del año, tenía el mismo sueño recurrente.
Dándole la espalda a la ventana, la triste luz de la luna creciente continuó bañándolo durante aquella noche, sin importarle que él no le diera la más mínima importancia.
-¡Se los ruego, ayúdenme!
Normalmente en la prestigiosa Agencia de Detectives Armados, los pedidos y casos de investigación llegaban por rumores, correos electrónicos, llamadas o citas arregladas con antelación. Por supuesto, esto hacía que los teléfonos estuviesen sonando constantemente, las bandejas de correo electrónico de todos estuviesen bastante a tope y las citas fuesen un poco difíciles de conseguir. Por si fuera poco, contratar a una agencia común de detectives era costoso, por lo que era bastante fácil imaginar que acudir por la ayuda de una agencia de tanto renombre como de la que ahora estabas hablando era mucho más costoso.
Por supuesto, estabas plenamente consciente de ello. Lo sabías bien, que seguramente lo que iba a ocurrir era que ellos te echarían de la oficina por haber irrumpido sin permiso, causando un alboroto y además sin dinero... Pero esta era tu única opción para pedir ayuda. Los miembros de la Agencia de Detectives Armados eran los únicos que podían hacerle frente a un caso como el que ahora te estaba ocurriendo.
Y estabas desesperada.
-¡Un niño ha sido secuestrado! ¡Tan solo tiene tres años! ¡Por favor, por favor ayúdenme a salvarlo!
No eras alguien que pidiera ayuda para nada. Creías firmemente en que tus problemas no eran de la incumbencia de los demás y que solo tú podías resolverlos. Creías además que siempre debías ser lo suficientemente fuerte y lista para enfrentarte a todo lo que se te viniese encima. Pero justo ahora estabas en una situación en donde, sin importar cuan fuerte, lista o independiente fueras, ni siquiera tú podrías hacer algo.
Por eso estabas terriblemente asustada. Nunca, en muchos años, te habías visto en la necesidad de pedir un tipo de ayuda tan grande como la que estabas pidiendo ahora, pero no tenías otra opción: Si dejabas a ese niño por más tiempo entre las garras de personas tan malvadas, no pasaría mucho antes de que encontraran su cadáver flotando en el mar.
El simple hecho de imaginar eso hacía que tu corazón se hundiera en tu pecho, y el mundo se tornara completamente negro.
-¡S-Señorita, por favor cálmese!- Tras haber irrumpido de forma tan violenta dentro de la oficina de la agencia, rápidamente fuiste detenida por dos caballeros que te sujetaron por los hombros y te mantuvieron en tu sitio mientras las lágrimas comenzaban a llenarte los ojos, tu cuerpo temblando de miedo. -¡Usted no puede entrar de esta forma a la agencia!-
-¡Se los suplico! ¡Por lo que más quieran!- Exclamaste al sujetarte de la manga de uno de ellos mientras tus labios temblaban y tu respiración se volvía sollozos. -¡Haré lo que sea, pero por favor, ayúdenme a salvar al niño! ¡Sino lo buscamos ahora, estoy segura de que la Port Mafia lo matará esta noche!-
Al fondo de la gran oficina iluminada por varias ventanas, yacía un grupo de escritorios de madera en donde varias personas con llamativas apariencias yacían. Aunque tú no podías darte cuenta al estar ensañada contra los dos hombres que te habían retenido, todas estas llamativas personas habían removido sus atenciones de donde las tenían puestas al escuchar la mención de la Port Mafia, haciendo que se mandaran miradas entre ellos antes de que dos de estas personas se atreviesen a ponerse de pie y acercarse a donde te encontrabas. La expresión angustiada que les mandaste se les quedó clavada en el pecho.
-Por favor, cálmese un poco, señorita. Si no nos explica la situación, no podemos ayudarla.- Uno de ellos, de salvaje cabello anaranjado adornado por un par de ganchos, levantó sus manos para intentar contenerte mientras te hablaba con tono conciliador, haciendo que dejases de forcejear contra tus dos captores y secases rudamente las lágrimas que amenazaban con salirse de tus ojos. -Por favor, tome asiento y respire profundo. Atsushi-kun, ¿Puedes traerle un poco de agua a la señorita?-
Con un asentimiento, el segundo muchacho con cabello albino y una especie de uniforme de oficina con detalles que no cuadraban en él, se alejó por unos segundos antes de regresar con un vaso de cristal lleno de agua, el cual te zampaste con las manos temblorosas y la respiración agitada después de haber sido llevada a un pequeño cubículo dentro de la oficina. Los dos muchachos frente a ti te observaron en espera de una explicación.
-Lo siento tanto.- Fue lo primero que dijiste cuando fuiste capaz de retomar tu compostura, inclinando la cabeza en una respetuosa reverencia. -Sé que esta es una agencia muy prestigiosa y muy ocupada, y sé que tendrán cosas más importantes con las que lidiar que el secuestro de un niño cuando hay tantas personas en esta ciudad... De nuevo, lo siento tanto.-
-Todo está bien, señorita...- El muchacho pelirrojo y un largo suéter beige, quien seguramente tenía una edad cercana a la tuya, pareció intentar calmarte mientras dejabas el vaso de cristal vacío sobre la mesa de café que se encontraba en el pequeño recibidor que tenían allí. -¿Puede explicarnos con detalle que fue lo que ocurrió?-
Lentamente asentiste con la cabeza, tus ojos llenos de pena clavándose en la madera. -Acabo de mudarme a Yokohama hace tan solo una semana. Vivíamos en Tōky��, pero cierto miembro de la Yakuza comenzó a acosarnos y me vi obligada a dejar mi trabajo y regresar aquí con el niño... Esta mañana, en el distrito Yamate, mientras estaba buscando un trabajo con el cual comenzar, un grupo de hombres armados y vestidos de negro me arrinconaron y se llevaron a mi niño.-
-¿Exactamente cómo eran esos hombres, señorita?- Preguntó el muchacho de extraño cabello blanco, sus ojos heterocromáticos eran de color dorado y purpura.
-Eran tres. Llevaban trajes negros de marca, uno era calvo y llevaba lentes, el otro tenía el cabello corto y estaba armado... El líder tenía un largo abrigo negro y el cabello con las puntas blancas...
-¿Akutagawa...?- Los dos jovencitos se miraron al rostro con alarma por algunos instantes antes de volver la mirada hacia ti, pareciendo pensar. -No puede ser... ¿No es un poco extraño que la mafia secuestre niños que nada tienen que ver c-...?-
-L-Lo siento, pero... Creo que tendré que decirles...- Tuviste que interrumpir al joven con el largo cinturón negro al mandarle una mirada de ojos enrojecidos, a pesar de que ni una sola gota había logrado escaparse de tus parpados aún. -Mi hijo... Akihito, es un usuario de habilidades.-
Los dos jóvenes frente a ti abrieron los ojos de par en par.
-¿U-Un usuario de habilidades? ¿Entonces querrán reclutarlo a la mafia?
El muchacho que respondía al nombre de Atsushi balbuceó aquello, haciendo que tu ceño se frunciera con aun más preocupación. De nuevo las lágrimas llenaron tus ojos, y sin poder evitarlo comenzaste a sollozar y temblar sobre el sofá, cubriéndote la boca con una mano mientras intentabas detener las gotas saladas con la otra. Te sentías tan inútil y tan humillada, deseabas huir en ese instante, pero el solo hecho de pensar en abandonar a Akihito era inaceptable... Si tenías que aceptar tu papel como una espectadora inútil, lo harías por el bien de tu pequeño.
-... La mafia no recluta a todos los usuarios de habilidades que se les pasan por delante. Mucho menos si solo son bebés que causarán problemas.
Sintiendo de pronto la caricia conciliadora de una mano sobre tu hombro, levantaste la mirada en dirección a un hombre que se había acercado a ustedes sin que te dieras cuenta. Vestido con una camisa de rayas blancas y azules, un chaleco de color marrón y luciendo alto, delgado y apuesto, el hombre que por alguna razón llevaba el cuello y las muñecas vendadas te sonrió a forma de consuelo antes de hincar una rodilla frente a ti, tendiéndote con galantería un pañuelo con el cual secar tus lágrimas. Avergonzada por no ser capaz de controlar tus emociones como normalmente lo hacías, aceptaste su ofrecimiento con una inclinación de la cabeza.
-Señorita, sé qué debe estar muy preocupada, pero ha llegado al lugar correcto. Nosotros le ayudaremos a encontrar al pequeño... Pero primero, debería decirnos exactamente porque cree usted que la Port Mafia estaba detrás de usted y el niño.
Oh... Mientras frotabas tus mejillas con el suave pañuelo con aroma a vainilla, observaste al hombre con rizado cabello marrón por algunos segundos antes de bajar la mirada, debatiéndote entre decirles todo o solo una mentira... Pero la vida de la única persona que te quedaba en la tierra estaba en juego. Así que tu decisión fue rápida.
-... Eso es porque mi niño es un miembro del clan Nihonshoki.
Los ojos del hombre frente a ti se abrieron, claramente sorprendido. Los otros dos jóvenes le observaron y palidecieron, más cuando el hombre de las vendas se levantó repentinamente. Al parecer, había comprendido sin que tuvieses que decir mucho más, y por ello estabas internamente agradecida.
-Tanizaki-kun, cancela todos los casos que mi compañero y yo tengamos hoy. Esto es algo muy urgente.- Con rostro serio, el hombre de la camisa a rayas le habló al muchacho con el cabello naranja, quien le miró confundido antes de intercambiar la misma mirada con el otro muchacho, Atsushi.
-En estos días hemos estado llenos de casos, Dazai-san... Él se pondrá como loco cuando sepa que habrá un cambio de planes. ¿Eso está bien? ¿Realmente es tan urgente?- Todavía se atrevió a preguntarle el joven, Tanizaki, mientras se ponía de pie.
-Mm, supongo que ustedes son demasiado jóvenes y no sabrán de estas cosas muy a fondo...- El hombre alto y mayor que los otros dos cerró los ojos con cansancio antes de girar el rostro en tu dirección, como buscando base en ti para sus siguientes palabras. -Tal y como en el caso de Kyōka-chan, existen habilidades que pueden heredarse o transferirse. Es extremadamente raro y ni siquiera yo estoy seguro de cómo es ese procedimiento, pero la cosa es que hay una familia famosa por ello en nuestro país...-
Tus ojos se movieron desde el hombre llamado Dazai hasta el que respondía al apellido Tanizaki, tu expresión volviéndose seria cuando completaste la explicación que este estaba pidiendo. -... El clan Nihonshoki, los usuarios de las habilidades "Totsuka No Tsurugi"*.-
-¡¿... Totsuka No Tsurugi?!- Tanizaki pareció recordar entonces, haciendo que el joven Atsushi le mirase aun confundido y que tus ojos se movieran en dirección a este último. -¡Eso es...!-
-Por eso, y porque Akihito es la persona más importante para mí, he venido en busca de su ayuda. Sé que ustedes son los únicos lo suficientemente fuertes como para hacerle frente a la mafia... Si semejante habilidad cae en manos de personas tan violentas...
-Tanizaki-kun.- El hombre que respondía al nombre de Dazai apremió al llamar al joven, quien asintió con la cabeza y salió disparado fuera del cubículo, dejando al joven Atsushi confundido frente a ti.
-¿Totsuka...?- Le escuchaste preguntar al joven, haciendo que una sonrisa comprensiva recorriera el rostro del caballero con la camisa a rayas al girarse a verlo.
-Una espada legendaria, Atsushi-kun. Capaz de otorgarle poderes sobrenaturales a su portador... Aunque no tengo idea de cuales son exactamente. ¿Señorita...?
Tú ni siquiera le oíste. Mientras observabas una gota de agua correr por la superficie del vaso en el cual habías tomado, en tu mente solo podías rezar porque Akihito estuviese bien...
Tu vida no tendría ningún sentido sin él en ella, después de todo.
-Por favor, Señor detective.- Volviste a rogarle por enésima vez al hombre con la camisa a rayas, sujetándote como si la vida se te fuera en ello de la manga de la larga gabardina color arena que se había colocado para salir a la calle. -Déjeme ir con ustedes. Akihito es solo un niño, debe estar muy asustado. ¡Si yo voy con ustedes...!-
El clima otoñal de la segunda semana de octubre llegaba a su fin en Yokohama. No estaba nevando, pero había un frío considerable en la calle y las aguas tendían a enfriarse con relativa facilidad. Ese día además había estado nublado, y a pesar de que apenas eran las doce del mediodía, se sentía como si fuesen las seis de la tarde.
-Aunque me pidas eso, damita...
Rascándose la cabeza con incomodidad, el hombre que respondía al apellido Dazai te observó compungido mientras yacía recostado contra un automóvil negro que se encontraba aparcado en la acera frente al edificio de bloques rojos, en donde se ubicaba la oficina principal de la Agencia de Detectives Armados. Tú habías seguido a ese hombre como un perro a su amo cuando le habías visto salir del edificio, y desde el momento en que te había dicho que saldría junto a otro compañero a buscar a Akihito, habías comenzado a rogarle que te dejase ir con ellos.
-No creo que sea la mejor de las ideas que vengas con nosotros. No eres una usuaria de habilidades, ¿O sí?
Rápidamente negaste con la cabeza. Por desgracia (O gracias a Dios) tú no eras más que una mujer ordinaria. -Pero aun así...-
-Es por tu seguridad, damita.
Tomando tus manos entre las de él con amabilidad, lo viste inclinarse para acortar un poco la distancia entre ambos y sonreírte de una forma que les hubiese roto el corazón a unas cien o doscientas mujeres... Lástima que habías dejado el interés por los hombres dentro de una caja con llave, enterrada bajo tres metros de tierra dentro de tu cabeza, y como para rematar, los hombres que eran capaces de sonreírle a cualquier mujer te resultaban desagradables.
-... Yo no podría soportar que una mujer tan hermosa como tú saliese herida. Es una lástima que seas la protectora de un niño tan pequeño y con semejante poder. De haber estado libre de esa responsabilidad, me hubiese encantado pedirte que cometieras un hermoso suicidio doble conm-... ¡ARGH!
De un momento a otro, el hombre de apellido Dazai salió disparado hacia la derecha, soltó tus manos y dio una vuelta en el aire antes de chocar contra el concreto de la acera. Alguien lo había golpeado con la suficiente fuerza para mandarlo unos tres... Cuatro metros lejos de ti.
Admirable. Casi tan admirable como el fuerte tono de voz de la persona que le propinó el golpe. -¿¡Cuántas veces tengo que decirte que no coquetees con las clientes o las víctimas de los casos, Dazai!?-
Tus ojos se abrieron lentamente y de par en par al escuchar esa voz profunda y grave a tu lado, tu corazón reconociéndola incluso mucho más rápido que tu memoria al detener sus latidos por un momento, haciendo que tuvieses que mirar hacia el caballero que yacía junto a ti al ver que no eras capaz de recordar en donde lo habías escuchado.
¿En Tōkyō? ¿Allí en Yokohama? ¿En qué tiempo? Todas tus respuestas llegaron cuando le observaste el rostro... Reconociéndolo.
Si era quien tú creías que era, entonces él no había cambiado nada. Su rostro era tan masculino como le recordabas y seguía luciendo un poco mayor de lo que en realidad era; tal vez gracias a sus lentes pasados de moda y que al parecer él no había reemplazado, tal vez gracias a su expresión inflexible y severa aun a pesar de los años que habían pasado. Su cabello, de un obscuro color rubio que te recordaba a la mostaza, estaba mucho más largo y amarrado a una cola de caballo que caía ligeramente ondulado sobre su espalda. También estaba aún más alto de lo que le recordabas, pues tenías que estirar mucho el cuello para poder enfrentarlo.
Aun así, el color oliva de sus ojos seguía siendo el mismo, su expresión seguía siendo firme y su porte seguro e imponente ... Pero no podía ser él...
¿Verdad?
-O-Oh... Buen golpe, Kunikida-kun, pero... Si lo hubieses hecho un poco más fuerte, tal vez me hubieses matado. Tenías que haberle aplicado más fuerza...
-Le resté fuerza a mi golpe a último minuto solo para que no murieses, maníaco suicida.
-Argh, hacer algo tan sucio...- Escuchaste quejarse al desastre de color marrón y arena que yacía a cuatro metros de distancia, comenzando a levantarse entre temblores antes de retomar la compostura como si nada hubiese pasado, sorprendiéndote por un momento. ¿Ya se había recuperado de semejante golpe? -¿Lo ves, damita? No hay necesidad de que te preocupes, pues te aseguro que entre los dos vamos a traer a Aki-chan contigo antes del atardecer. ¡Tú quédate tranquila aquí y espera a que los súper competentes Dazai-sama y Kunikida-kun regre-...!-
-¿Kunikida...?
La pregunta que había llegado a tu cabeza tras escuchar aquel apellido se escapó de entre tus labios mientras continuabas observando con los ojos muy abiertos al hombre vestido de beige y negro, este devolviéndote una mirada curiosa por algunos segundos antes de suspirar cansinamente.
-Lamento la descortesía. Mi nombre es Kunikida Doppo, uno de los detectives de la agencia y, por desgracia, el compañero de ese desperdicio de vendajes llamado Dazai Osamu. Es un gusto.- Él se presentó al inclinar ligeramente la cabeza antes de volver a erguirse, acomodándose los lentes en el puente de la nariz con sus dedos mientras observaba a su compañero estirarse. -No hay razón por la cual preocuparse. Ya tenemos una idea de donde puede estar Yamato Akihito y...-
Una suave risilla salió de tu dirección, interrumpiendo accidentalmente sus palabras. No había sido tu intención reírte o cortar sus palabras, pero una extraña e incontrolable emoción había llenado tu cuerpo apenas habías confirmado tus sospechas.
-... Ha pasado un largo, largo tiempo, Kunikida-Sensei.
Como si hubieses tocado un botón dentro de él con tus palabras, sus ojos color oliva se abrieron ligeramente antes de que se girase en tu dirección, observándote mientras le sonreías con la felicidad de alguien que se ha reencontrado con una persona muy querida después de muchos años.
-Aunque usted no debe recordarme a estas alturas. Han pasado casi cuatro años, después de todo.
Por un momento los ojos del hombre parecieron llenarse de neblina, y como si estuviese viendo hacia algo que no estaba frente a él, sus labios se separaron ligeramente y se mantuvo con expresión ausente por algunos segundos.
-¿Oh? ¿Eras una de las antiguas alumnas de Kunikida-kun? ¡Interesante!- Logrando arreglarse todos los huesos que se le habían dislocado gracias al golpe que había recibido, la voz del Detective Dazai te llamó la atención cuando se detuvo a tu lado para mirarte con curiosidad, tú devolviéndole una sonrisa tímida.
-No recordaba que fuese un detective en esta agencia. Es una agradable coincidencia... Aunque como ya dije, él no debe ser capaz de recordarme. No pasa nada.- Encogiéndote de hombros y mandándole una mirada comprensiva al hombre que aun luchaba por recordar, resumiste la conversación al girarte hacia Dazai por completo, sujetando de nuevo una de las mangas de su gabardina. Había algo mucho más importante en tu lista de prioridades en ese momento. -Más importante que eso... Detective Dazai...-
-Ah, ¿De nuevo, damita?- Él respondió en un suspiro mientras sus cejas se hundían hacia abajo en expresión cansada. -Realmente eres persistente...-
-¿Qué es lo que ocurre, Dazai?- Kunikida pareció salir de entre sus pensamientos entonces, tosiendo un par de veces para aparentar mientras pasaba la mirada entre Dazai y tu figura, deteniéndose por más tiempo sobre ti aunque intentase disimularlo.
-La damita quiere ir con nosotros.- El joven detective respondió mientras volvía a rascarse la cabeza. -Le he explicado un montón de veces que no es buena idea que vaya, pero...-
-Tengo que ir.- Girándote en dirección al caballero de los lentes, espetaste con firmeza. -Akihito es lo único que tengo. Si algo llegase a pasarle...-
-No puede ir con nosotros, señorita.- Fue su respuesta tan firme como lo había sido tu argumento, haciendo que tu retrocedieras un paso. -No estamos hablando de cualquier caso de secuestro sino de la mafia, y por si fuera poco, Akutagawa Ryūnosuke está involucrado. Esto es algo extremadamente peligroso.-
No tenías ni idea de quien era Akutagawa Ryūnosuke, pero al escuchar la palabra peligro junto a su nombre viniendo de alguien como él, el temor volvió a apoderarse de ti. Tu pequeño Akihito estaba en manos de una persona que incluso era temida por ellos...
Ni siquiera pensaste dos veces en cuales eran tus opciones. Tus prioridades estaban muy claras dentro de tu cabeza y el miedo solo le daba combustible a tu voluntad.
-Está decidido entonces.- Dijiste tras un momento, pasando de largo a los dos hombres para acercarte al auto negro en el cual el Detective Dazai había estado apoyándose, tomando la manilla de la puerta trasera y girándote hacia ellos con expresión decidida. -¿Vamos a ir o no?-
-¿Qué no me escuchó? Los civiles no pueden involucrarse en estas cosas.- Gruñendo con irritación, el hombre rubio te frunció el ceño y se cruzó de brazos. -Apártese del auto y déjenos hacer nuestro trabajo.-
-Les dejaré hacer su trabajo si me dejan ir con ustedes. Prometo no ser un estorbo.- Respondiste sin verte afectada por su tácticas de intimidación, manteniendo la mano en la fría manilla del auto. -Pero no puedo quedarme aquí sin hacer nada sabiendo que personas como esa tienen a Akihito y su poder entre sus manos. Él es un niño, y si llegasen a lastimarlo...-
-Usted no podrá hacer nada.- Fue la seca respuesta del detective de cabello rubio, haciendo que abrieses los ojos ligeramente sorprendida ante la crueldad de sus palabras. -Usted es solo una persona común y corriente. No será más que un estorbo para nosotros y un peligro para usted misma el que vaya. Así que sea consciente de sus límites y regrese a esperar en la agencia mientras nosotros vamos a buscar al niño.-
¿Huh? ¿Así que esa persona seguía siendo tan inflexible y áspera al hablar? Recordabas bien haber sido una testigo de las muchas veces en las que el Profesor Kunikida había barrido el piso con algunos alumnos muy poco aplicados con solo un par de palabras demasiado honestas, y de haber estado en aquella época, posiblemente te habrías sentido un poco intimidada o un poco mal contigo misma, pues por más duras que fueran sus palabras eran tan ciertas como podían ser: Tú eras una mujer ordinaria y no tenías ni la menor oportunidad de enfrentarte a un mafioso entrenado, mucho menos a uno que, imaginabas por las palabras de los detectives, debía ser muy habilidoso...
-Oblígame.
Pero tú no estabas para pensar en esa clase de estupideces ahora. No cuando era Akihito quien estaba en peligro.
Ojos obscurecidos. Expresión serena pero desafiante, labios pálidos como cal. Tu voz no subió ni una décima de lo que lo haría en una expresión común, pero sin que tú lo supieras, a Kunikida Doppo aquella única palabra le sonó como un grito que rebota contra una cueva y hace eco. Por segunda vez en cinco minutos, le llegó el recuerdo de aquel sueño recurrente...
-Ugh... Estamos perdiendo el tiempo.- Fue lo único que dijo antes de cerrar los ojos con frustración, sacando la llave de su bolsillo para quitarle el seguro al auto de la agencia. -No nos haremos responsables del peligro que está por correr.-
-He cuidado al usuario de una poderosa habilidad por tres años sin ayuda de nadie. Creo que un mafiosillo de tercera no es lo más peligroso que he tenido que enfrentar.- Fue lo único que le contestaste antes de abrir la puerta trasera del auto y subirte a él, dejando a los otros dos caballeros con cejas levantadas cuando cerraste la puerta con fuerza. -¡¿Van a subir o no?!-
Los dos detectives tuvieron que subirse en medio de su estupefacción. Aun cuando estaban recorriendo la autopista, solo hubo silencio por varios minutos mientras yacías de brazos cruzados y la mirada fija en una de las ventanas, silenciosamente aliviada de que haberte negado a obedecer a los detectives realmente había funcionado. Tener que improvisar un plan a último minuto para obtener lo que deseabas no era tu forma favorita de resolver las cosas.
-Ahora que lo pienso, damita... Vaya que has tenido mala suerte.- Tras cinco o diez minutos de recorrer las calles en el auto, el Detective Dazai en el asiento del copiloto se giró para observarte con una sonrisa condescendiente. -Estás diciendo que llegaste hace una semana de Tōkyō porque te perseguía un miembro de la Yakuza... ¿Sabes cuál era su nombre?-
-Ah, si...-Respondiste tras mirarle con cierta curiosidad ante su repentino interés. -Se llamaba Uchibori Kazuo*.-
-¡...!
No pudiste notarlo, pero los dos hombres frente a ti palidecieron violentamente al escuchar el nombre del líder de nada más y nada menos que el Inagawa-kai, la tercera Yakuza más grande no de Tōkyō o de Honshū, sino de todo Japón.
-V-Vaya... Eso es peligroso... ¿Acaso querían obtener el poder de Aki-chan?- Preguntó de nuevo el hombre del cabello despeinado, a lo cual tu descruzaste las piernas solo para volver a cruzarlas al revés.
-No. Kazuo-kun era un cliente en la tienda de dulces en donde estaba trabajando. Un día, de la nada, me pidió matrimonio. Como no quiero verme involucrado con esa clase de personas lo rechacé, pero luego empezó a ponerse molesto y comenzó a enviar camiones llenos de flores, joyas, boletos para viajes y atracciones turísticas, guardaespaldas que me escoltasen y que cuidasen mi casa, y a ofrecer adoptar a Akihito como su hijo para que tanto él como yo fuésemos los próximos cabecillas de la Yakuza en caso de que él muriese. Ese cabeza de rábano...
Desde tu lugar no eras capaz de verlo, pero los rostros de los dos detectives estaban tan blancos como la leche, sudando frío al escuchar semejante historia. El mismo pensamiento de "Esta chica es demasiado temeraria o demasiado estúpida" les recorría la cabeza.
-O-Oh... Con que es así...- Escuchaste mascullar a Dazai, aunque su voz por alguna razón sonaba restringida. -... S-Se que esta pregunta no se le hace a una dama pero, ¿Cuántos años tienes, damita? Te ves muy, muy joven para estar envuelta en tantas cosas escabrosas... ¿Veintidós, veinticuatro años tal vez?-
-Tengo diecinueve.
"¡Demasiado joven!" Pensaron alarmados los dos detectives al ver la clase de cosas por las que habías pasado. No era nada normal la calma con la que hablabas de esas cosas. Además, pensaron ambos, si él niño tenía tres años, tú debías haber tenido quince o dieciséis cuando habías quedado embarazada...
-¿En dónde está el padre del niño?- Ahora fue el turno del chófer, el Profesor... Detective Kunikida, de hacer las preguntas mientras cruzaba por un distribuidor para bajar hacia la autopista de la costa. Por el retrovisor, observó cómo tu rostro se ensombrecía y como apartabas la mirada hacia el asiento, tardando algunos minutos en responder.
-Murió poco tiempo después de que él nació. Fue ejecutado por la Port Mafia.
Un minuto de silencio le siguió a aquella respuesta, mientras los dos hombres sacaban sus cuentas. Así que habías tenido que traer al mundo y criar a un niño por ti misma cuando tú aun no habías dejado de ser totalmente una niña...
-¿Conseguiste un lugar en donde quedarte mientras tanto, damita?- Volvió a retomar la palabra el hombre de la gabardina, girándose para verte por el asiento.
-He conseguido una pequeña habitación, pero está bastante lejos de todo y estoy en busca de trabajo para poder conseguir un lugar mejor...
-Oh... Así que has venido con una mano adelante y otra atrás... Vaya que eres admirable, Yamato-chan.- Él te respondió con una pequeña sonrisa, haciendo que te encogieses de hombros y apartases la mirada sin darle mayor importancia.
-Pero, Detective Dazai, mi apellido...
Justo cuando sentías que el auto se detenía a las afueras de una zona portuaria llena de almacenes y galpones a la orilla del mar, te atreviste a corregir una cosa que él había dicho, más al ver en donde se habían parado dejaste el tema de lado. Aquel lugar era una zona restringida e imaginabas que debían haber guardianes en ciertos puntos, pero ni porque fuese una cárcel de máxima seguridad ibas a dejar que eso te detuviera de salvar a Akihito.
-... Olvídelo, creo que eso no es importante ahora.
Apagando el motor, los detectives Kunikida y Dazai intercambiaron algunas palabras a las cuales no les diste la menor atención y que parecían tener que ver con la forma en que iban a irrumpir en territorio de la mafia a plena luz del día. Observando desde detrás de los vidrios ahumados del auto a algunos hombres vestidos de negro que caminaban entre los almacenes de metal, pensaste en que, si se ponían a adivinar en donde podía encontrarse tu pequeño, corrían el riesgo de ser atrapados y ejecutados...
Bueno, estando ya a este punto, podías utilizar eso. Por un momento, cerraste los ojos y pusiste tu mente en blanco al dar tres profundas respiraciones, concentrándote solo en una cosa...
"Akihito..."
Una sensación calida comenzó a llenar tu cuerpo... Un hilo suelto que comenzó a estirarse dentro de tu pecho, lentamente... Hasta que se tensó por completo en una dirección.
THUMP
"... Puedo sentirlo..." Pensaste mientras tu corazón retumbaba como sincronizado con él de alguien mas, un sentimiento extraño recorriéndote el cuerpo, insistiendo con que debías comenzar a moverte hacia la dirección a la cual apuntaba aquél hilo imaginario... "¡Allí está!"
-Detective Dazai.- Abriendo los ojos de golpe, no le prestaste atención a la forma en que los dos hombres te observaban con sorpresa desde los asientos delanteros desde quien sabe cuánto tiempo atrás. -¿Tiene un mapa del puerto? Creo que sé dónde está.-
Aun con expresión sorprendida, observaste al hombre con vendas abrir la guantera del auto y revolver por unos segundos en el interior antes de sacar un papel doblado, entregándotelo rápidamente. Al extenderlo sobre los otros dos asientos libres de pasajeros, dejaste un dedo sobre la zona en donde se extendían esos almacenes de metal y volviste a cerrar los ojos, moviendo tu dedo hacia donde aquel sentimiento te dirigía hasta que se detuvo.
-Aquí.- Dijiste al abrir los ojos, observando que tu dedo se había detenido en el almacén más cercano al límite entre la tierra y el mar. -No puedo darles más detalles. Solo sé que está aquí.-
-Increíble. ¿Cómo hiciste eso?- Dazai exclamó asombrado desde su asiento mientras tú le pasabas de regreso el mapa.
-Es un efecto secundario de la habilidad de Akihito. Luego puedo explicárselos, debemos salir.- Respondiste mientras abrías tu puerta del auto sin esperar el permiso de nadie, escuchando como el detective de los lentes soltaba algo parecido a un regaño antes de que escucharas las dos puertas delanteras abriéndose y cerrándose. Pronto, los dos hombres estaban a tus flancos.
-Dazai, tú ábrenos camino hacia allá. Tú, niña, mantente siempre cerca de Dazai y no vayas a cometer ninguna imprudencia.- Kunikida Doppo sacó de la parte trasera de su pantalón una pistola de nueve milímetros plateada, a la cual le quitó el seguro y haló la corredera de la misma para colocar una bala en la recamara antes de subirla hasta su hombro al observar a su compañero. -Yo cuidaré de la espalda de ambos.-
-Entendido.- Dazai respondió con tono sereno, la expresión juguetona que le habías visto llevar todo ese tiempo habiendo cambiado a una de seriedad al responderle a su compañero. Más regresó a ser la misma de antes cuando se giró hacia ti, inclinando el rostro para verte dada la diferencia de estatura entre ambos. -Debemos ser silenciosos si no queremos meternos en problemas. ¿Crees que puedas seguirme el paso, damita?-
Tú te limitaste a observar la maya metálica que hacía de lindero entre la calle y los almacenes, frunciendo ligeramente el ceño ante su pregunta. -Me gustaría decir que es la primera vez que entro o salgo de forma ilegal en propiedad privada, pero...-
-Mm... Parece que eras una chica salvaje.- Fue la picara respuesta del hombre antes de también sacar una pistola de la parte trasera de su pantalón, aplicando el mismo procedimiento que su compañero rubio antes de que te hiciese una seña con la cabeza, comenzando a correr.
"Una chica salvaje... ¿Huh?" Pensaste mientras le seguías el paso con la mayor precisión posible, agradeciendo haber elegido ropa cómoda para salir esa mañana... Aunque, y lo decías por experiencia, una falda y pantaloncillos cortos eran mucho mejores para escalar mallas.
...
-¡Oye, Mika! ¡Rápido!
Soltaste un jadeo al terminar de alcanzar la cima de la cerca metálica, observando cada cierto tiempo por encima de tu hombro para comprobar que nadie podía verlos escapar. Poco te importó que los otros cuatro hombres del otro lado pudiesen ver debajo de tu falda, pues siempre llevabas un par de pantaloncillos de jean para estos momentos.
-¡O-Oigan, ustedes! ¡Deténganse ahí ahora mismo!
Tus hombros se tensaron y palideciste al escuchar la voz de un adulto a tus espaldas, girándote para observar como el Profesor Itoshiki comenzaba a correr hacia ustedes. Rápidamente resumiste tu escalada y calculaste la caída antes de lanzarte desde el final de la malla, cayendo con un chasquido amortiguado y un poco de dolor en tus tobillos antes de comenzar a correr con tus otros cuatro compañeros. No querían ser identificados ahora.
-¡Deténganse ahí, vagabundos!- Lograron escuchar la voz del profesor gritarles al llegar a la malla en la parte posterior de la escuela secundaria, a lo cual ustedes hicieron caso omiso mientras tanto tus compañeros como tú comenzaban a sacarse las camisas con la insignia de la escuela sin detener el paso, soltando sonoras carcajadas de victoria cuando cruzaron la esquina y desparecieron de la vista de su posible captor.
-¡Eso estuvo cerca!- Escuchaste a uno de tus amigos, Takeo, carcajear sonoramente cuando detuvieron el paso en una tienda de dulces a tres cuadras de distancia. Mientras todos recuperaban el aliento, tú miraste a tus compañeros al sujetarte las rodillas con las manos en un intento de recuperar la respiración. -¡Por poco te agarran, Mikarin! ¿Qué hubieses hecho si hubiesen llamado a tus padres?-
-Tch.- Fue lo que respondiste al secarte el sudor que había comenzado a perlarte la frente tras la carrera, frunciendo el ceño con molestia. -Ellos no son mis padres, estúpido Takeo. A ellos les debe importar una mierda lo que yo haga.-
-Uwa... Vaya que das miedo, Mika-chan.- Otro de tus amigos, Kenta, palmeó tu cabeza entonces. -A pesar de que luces tan adorable y buena...-
-Ya déjense de estupideces. ¿Qué no íbamos al río Arakawa?- Les respondiste con tono aburrido mientras comenzabas a caminar en dirección a la estación más cercana del metro, siendo seguida rápidamente por los otros tres hombres que, junto a ti, se habían escapado de clases con planes de ir a beber y bromear a la orilla del río hasta el atardecer.
-¿Qué deberíamos hacer mañana?- Escuchaste a Rocchi preguntar a tus espaldas, sacando de su bolso de escuela una botella de sake barato. -¿Qué tal si vamos al museo del ramen? Dicen que si haces todo el recorrido, te dan cinco platos de ramen gratis.-
-Esos son mitos, Rocchi. En verdad eres ingenuo...- Takeo respondió al quitarle la botella a su amigo para destaparla, dándose el primer trago. -Además, ¿Para qué quieres ramen gratis si siempre podemos ir a casa del viejo Kiyoshi y correr antes de que pueda cobrarnos?-
Unas carcajadas torcidas se les escaparon de la boca a tus compañeros y a ti, tus ojos deteniéndose por un momento en la vitrina de una tienda en donde un maniquí con una bufanda excesivamente cara yacía.
Tu atención recayó en la prenda casi de inmediato, tanto por la calidad de la tela como por el jugoso precio de la misma.
-¿Te gusta la bufanda, Mika?
Sentiste repentinamente el peso de Rocchi sobre tus hombros, haciendo que ambos se tambalearan un poco cuando él se inclinó un poco para hablar cerca de tu oído mientras observaba el maniquí.
-... Podríamos venir mañana para que la veas de cerca... Y si te gusta lo suficiente, ya sabes que somos personas especiales...
Tus ojos se ensombrecieron lentamente mientras escuchabas a tu compañero, la bufanda luciendo bastante bien al sobreponerse en tu reflejo en el cristal, tus ojos color borgoña opacándose lentamente... Era una bonita bufanda, y la querías.
-Está bien.
...
-Quietos.
Tus músculos se congelaron ante la voz del Detective Dazai, manteniéndote en equilibrio al permanecer agachada y con los dedos como base de apoyo sobre el suelo de asfalto, observando cautelosamente la parte trasera de su gabardina mientras su cabeza se asomaba por la esquina de uno de los almacenes. Habían diez filas de doce almacenes en aquel terreno, y aunque había sido relativamente fácil saltar la cerca de metal y esconderse detrás de la última fila de almacenes, resultaba ser que habían más guardias de los que ustedes habían imaginado. Aunque su plan había sido ir rodeando la fila limítrofe hasta alcanzar el almacén número ciento veinte que se encontraba al otro extremo del terreno, se habían visto obligados a torcer el rumbo en forma de "L" que habían planeado tomar y ahora zigzagueaban de un almacén a otro como ratas que se esconden entre las sombras.
Lo importante era no ser descubiertos, porque si lo hacían, se verían obligados a disparar y eso definitivamente llamaría la atención de todos los demás guardias.
-Estoy desorientado. ¿No nos estamos alejando del almacén?- Escuchaste al detective con lentes preguntarle a su compañero en un susurro, haciendo que este último te mirase con sus grandes ojos castaños.
-No, estamos cerca. Solo tres almacenes mas.- Respondiste mientras aquella sensación que atraía tu cuerpo como un imán se volvía cada vez más fuerte conforme te acercabas al paradero de Akihito.
-La damita tiene razón. Allí adelante está el almacén ciento veinte... Y dos guardias muy fortachones.- Una sonrisa sardónica recorrió el rostro del hombre moreno mientras tú y el segundo detective observaban a los dos enormes hombres de traje negro y lentes obscuros que llevaban metralletas en las manos. -Sus madres debieron alimentarlos muy bien de pequeños.-
Aprovechando una oportunidad, los tres corrieron para lograr pasar de la parte posterior de un almacén a otro antes de esconderse de nuevo entre las sombras, observando hacia todos los lados posibles mientras pensaban en un plan.
-Parece que primero tendremos que hacernos cargo de esos dos grandotes, Kunikida-kun.- Dazai prácticamente canturreó al intercambiar miradas con su compañero, quien le devolvió una mirada impaciente mientras se acomodaba los lentes en la nariz.
-Aunque puedo hacerlo, sería demasiado ruidoso que yo me enfrentase solo a dos hombres.
-Aah~, Sabes bien que no soy muy bueno peleando, Kunikida-kun. Además, ya he tenido mi cuota diaria de golpes esta mañana gracias a ti.- Se quejó el hombre de la gabardina, haciendo un puchero infantil que no venía a la situación en la que se encontraban. -¿Qué tal si usas tu habilidad...?-
-Usar una bomba cegadora tampoco es algo muy discreto, imbécil. Las personas que tienen al niño secuestrado podrán escucharla y podrían intentar huir. O peor, los demás guardias vendrán y no tendremos oportunidad de escapar de este lugar vivos.
¿Una habilidad...? ¿Kunikida Doppo era un usuario de habilidades? Tus ojos se abrieron ligeramente y giraste el rostro en su dirección al escuchar ese dato que no sabías sobre él, haciendo que este te mirase de regreso con el ceño fruncido.
-¿Qué pasa?
-¿Tiene la habilidad de crear bombas o algo así?- Preguntaste con la voz baja, mientras Dazai se encargaba de revisar que no hubiesen moros en la costa.
-No. Esa es la habilidad... De otra persona.- Cerrando los ojos por un momento mientras parecía recordar a alguien, observaste al hombre de cabello rubio sacar un cuaderno de tapa verde y con la palabra "Ideal" pintada con tinta negra en el frente... -Doppo Ginkaku es capaz de materializar cualquier objeto que escriba en mi cuaderno, pero para ello debo tener total conocimiento del funcionamiento del mismo.-
-Además, solo puede materializar cosas que sean del tamaño de ese cuaderno. Nada más grande que eso. ¿No es eso irónico, Kunikida-kun?- Agregó el Detective Dazai con una sonrisa burlona, ganándose una mirada de odio de su compañero rubio ante un chiste que no fuiste capaz de entender y al cual no le prestaste la menor atención mientras comenzabas a maquinar.
Algo del tamaño de ese cuaderno...
-¿Qué tal si intenta materializar una bomba somnífera de Benzodiazepina?- Preguntaste al regresar la mirada desde el cuaderno hasta su portador, haciendo que este te mirase ligeramente confundido. -Usted era profesor de matemáticas, pero una vez dijo en una clase que también había estudiado otras ciencias. ¿No sabe absolutamente nada de química, Sensei?-
La luz de la sorpresa, y luego las del reconocimiento pasó como un rayo dorado a través de los ojos del detective. En menos de un instante, él había abierto el cuaderno y comenzaba a escribir furiosamente con una pluma sobre unas páginas en blanco antes de arrancarlas.
Doppo Ginkaku
Para tu sorpresa, las tres páginas en blanco comenzaron a emitir una brillante luz blanca y verdosa antes de que la forma cuadrada de la hoja se convirtiese en tres mascarillas anti-gas, entregándote una, una a Dazai y él quedándose con la restante antes de volver a escribir en el cuaderno.
-Pónganselas. La benzodiacepina tiene una larga lista de efectos secundarios y no quiero tener que lidiar con alguien drogado en medio de una misión de rescate.
El detective frunció un poco el ceño mientras se colocaba su propia mascarilla, a lo cual tu obedeciste rápidamente en lo que escuchabas a Dazai preguntar emocionado "¿Podría morir si inhalo un poco de eso?" que fue seguido por un "Ojalá solo te diese diarrea, maldito bastardo suicida" de parte de su compañero. ¿Estos dos eran amigos...?
-Ahora vamos. Ya está atardeciendo.
Ciertamente, el cielo se estaba poniendo anaranjado.
Los tres terminaron por esconderse en la parte trasera del almacén ciento veinte, apostillándose luego a un costado de la misma, a una distancia prudencia de los dos gorilas que vigilaban la gran entrada al edificio de metal. Arrancando la última hoja que había escrito, la bomba se materializó en su mano y comenzó a desprender gas antes de que él la lanzara al suelo, haciéndola rodar silenciosamente hasta los pies de los dos gorilas, que observaron la bomba demasiado tarde como para reaccionar, pues ya habían inhalado demasiado somnífero a esas alturas. Un minuto pasó y ambos cayeron como enormes torres que se desploman en el suelo.
-¡Rápido! No pasará mucho antes de que sus compañeros se den cuenta de que algo pasa.- Escuchaste a Kunikida apurarlos mientras Dazai y tú se adelantaban para entrar al galpón, el caballero de melena marrón ayudándote con el pesado portón de metal en la entrada.
La obscuridad en el interior del lugar fue iluminada por la luz del crepúsculo cuando tú diste el primer paso hacia adentro, una única ventana en la parte alta del galpón iluminando a una silla de madera en donde un niño pequeño, de revuelto cabello rubio se encontraba amarrado y amordazado, llorando silenciosamente hasta que escuchó el sonido del portón.
-¡Akihito!
Retorciéndose en la silla, el pequeño niño pareció reconocerte mientras corrías con todas tus fuerzas para acercarte a él, sujetando su rostro entre tus manos mientras sus preciosos ojos borgoña se llenaban de alegría al verte, comenzando a sollozar desde detrás de la mordaza que le habían colocado.
-Todo estará bien, Akihito.- Intentaste consolarlo mientras limpiabas un poco de sucio en su rostro, haciendo que las lágrimas que habían comenzado a correr por sus mejillas se detuvieran por unos momento. -Ya estoy aquí, solo...-
Con el corazón encogido al ver que su ropa estaba rota en algunas partes y que parecía estar sediento y hambriento, soltaste su apretada mordaza y comenzaste a buscar la forma de quitar las cuerdas que mantenían sus pequeñas manos y cuerpo atados al espaldar de la silla, dándote cuenta de que era un nudo demasiado apretado como para que pudieses quitarlo por ti misma.
-Permíteme ayudarte con eso...
De un momento a otro, la cuerda, la manga de tu chaqueta y el espaldar de la silla fueron cortados violentamente en dos por una larga y temible cuchilla negra... No... Tela negra.
El aliento se te escapó de los pulmones. No tuviste tiempo de reaccionar cuando recibiste un fulminante golpe en la boca del estómago, el cual te mandó a volar contra el portón del almacén y varios metros lejos de Akihito, chocando contra él en un estruendo antes de caer al suelo.
-Son muchas las personas tercas en la tierra... Pero las mujeres, sin duda alguna, son las más tercas de todas.
Vomitando la bilis y quedándote privada de oxigeno por culpa del golpe, te mantuviste a gatas en el suelo mientras todo tu cuerpo se estremecía de dolor y tus oídos lograban captar como tus dos compañeros gritaban por ti como si en realidad estuviesen muy lejos, tu cabeza dando vueltas y tu espalda estremeciéndose en arcadas por búsqueda de aire mientras sentías los brazos de uno de ellos rodeándote para verificar tu estado y ayudarte a respirar. Sus voces comenzaron a volverse más nítidas conforme tu cuerpo se recuperaba del dolor y fuiste capaz de retomar el aliento.
-Akutagawa...
Lo primero que lograste diferenciar fue a Kunikida Doppo gruñir ese nombre mientras apuntaba hacia el caballero que, ahora que lograbas verlo, era el mismo que había liderado al trío que te había arrinconado durante la mañana. Dazai Osamu yacía a tu lado, habiendo pasado uno de tus brazos por sus hombros para ayudarte a poner de pie mientras te preguntaba si te encontrabas bien.
-Sé que la mafia está llena de personas de la más baja calaña... Pero nunca me imaginé que serían capaces de incluso ir secuestrando niños inocentes y golpear mujeres.
-Ah, eres tú... El tonto idealista de la Agencia de Detectives Armados...- Con voz ronca como si tuviese problemas para respirar, el hombre con la larga gabardina negra, Akutagawa Ryūnosuke, se llevó una mano a la boca para soltar un par de tosidos mientras los bordes de su chaqueta se movían con vida propia, destilando una siniestra luz roja a su alrededor. Sus ojos negros como un pozo sin fondo te causaron escalofríos aun cuando se encontraban fijos en tu antiguo profesor. -Nos volvemos a encontrar.-
-Para mí desagrado.- El caballero de lentes respondió mientras sujetaba su cuaderno en una mano y apuntaba la pistola hacia su enemigo con la otra.
-Ha pasado un tiempo desde el último encuentro que tuvimos. Ciertamente, tampoco estoy feliz de verte.- El hombre con el cabello blanco en las puntas se metió las manos en los bolsillos mientras su mirada pasaba desde el detective que le apuntaba, hacia el que te estaba ayudando, observándolo con sus aterradores ojos negros y una expresión extraña que te hizo temblar. -... Dazai-san...-
-Supongo que olvidé enseñarte a tratar de forma adecuada a las mujeres, Akutagawa-kun. Mi culpa.- Respondió el de la gabardina con una sonrisa apenada, haciendo que tú le mirases confundida por sus palabras. -Ahora, si fueses tan amable de entregarnos al niño...-
-Lo siento.- Levantando a Akihito por el revuelto cabello amarillo y haciéndolo gritar y retorcerse de dolor, tu cuerpo se sacudió con la mezcla de ira y preocupación entre los brazos del Detective Dazai, quien te sujetó firmemente al ver tus intenciones de volver a acercarte. -Este niño es uno de los miembros del clan Nihonshoki, y por ende, su habilidad vale una suma casi tan alta como la del Jinkō en el mercado negro. Su captura y venta son órdenes del jefe, y aunque seas tú o el hombre de los lentes ridículos, no puedo entregarles una Totsuka No Tsurugi de forma pacífica, Dazai-san.-
Con el sonido característico de las armas siendo apuntadas en su dirección, los tres giraron la cabeza para observar como la puerta del almacén estaba llena de guardias armados con metralletas, haciendo que la salida del mismo fuese imposible. Inmediatamente palideciste.
-Oh, esto es malo...- Escuchaste al hombre junto a ti soltar un suspiro mientras bajaba la pistola en su mano derecha junto a su compañero, soltándolas para que cayeran en el piso.
Todos iban a morir allí...
...
¡A menos que...!
-Detective Dazai...- Logrando hablar con la voz débil, tus ojos se elevaron al rostro del hombre que miraba hacia los mafiosos armados a espaldas de ustedes con una sonrisa de circunstancias hasta que te escuchó llamarlo, inclinando su cabeza hacia ti hasta que tu temblorosa voz fue audible solo para él. -H-Hay una manera... Akihito... Necesito llegar hasta Akihito. Si llego hasta él...-
Levantando una ceja por un momento, el hombre con el cabello despeinado te miró como si intentase adivinar qué era lo que estabas planeando, hasta que pareció comprender algo dentro de tu mirada. Su sonrisa regresó serena mientras asentía con la cabeza, ignorando el hecho de que justo en ese momento los hombres del tal Akutagawa estaban a tan solo un par de pasos de distancia y le arrebataban el cuaderno a Kunikida Doppo.
-Pareces muy lista, damita...- Escuchaste a Dazai decir mientras se inclinaba aún más hacia ti, sus labios rozando tu mejilla como si estuviese besándote, esto para disimular el movimiento de su boca. -Cierra un ojo y cúbrete los oídos.-
Bajando la cabeza contra su pecho como si fueses su amante, sentiste que te abrazaba contra su cuerpo mientras una de las metralletas de los mafiosos se apoyaba contra su espalda, ordenándoles que se separaran. Dazai solo giró el rostro en dirección al mafioso, sonriendo amistosamente.
-Kunikida-kun, es hora del show...- Le escuchaste decir, y a pocos metros de distancia, Kunikida Doppo soltó un gruñido exhausto.
-Oye, tú.- Escuchaste la voz del detective con lentes decirle a alguien desde su lugar. -Abre la página noventa y dos.-
Escuchaste el sonido de las páginas del cuaderno al ser pasadas, un tintineo... Y luego, un jadeo.
BOOM
¿Una bomba cegadora? ¿El Profesor Kunikida podía materializar las cosas a larga distancia también? No tuviste demasiado tiempo para pensar en ello, pues sentiste que eras empujada por los brazos de Dazai para comenzar a correr, abriendo los dos ojos y encontrándote con que todo el almacén estaba lleno de luz y humo blanco, pero que gracias a que habías mantenido uno abierto durante todo ese tiempo, esta no te había afectado tan fuertemente la visión.
Escuchaste disparos en la dirección en la que había estado el Detective Kunikida, pero el Detective Dazai no pareció preocuparse por ello mientras te ayudaba a correr por el borde y entre las cajas de madera que habían dentro del almacén, acercándose lo más que pudieron hasta donde se habían encontrado Akutagawa y Akihito antes de que, de entre la gran nube de humo blanco, apareciera una gran cuchilla negra que se dirigió hacia Dazai. Por instinto, cerraste los ojos y esperaste escuchar el sonido de la carne siendo cortada...
Pero solo escuchaste aquel pequeño sonido de la ropa al rozar por el movimiento del cuerpo.
Ningen Shikkaku
-¡Corre, damita!
Abriste los ojos y empezaste a correr, observando solo por el rabillo del ojo como Dazai había detenido el avance de la cuchilla con su mano desnuda, haciéndola desaparecer en el aire sin esfuerzo alguno. Esta era la única oportunidad. El niño que yacía aun en la mano de Akutagawa, con los tiernos ojos llorosos, te observó mientras extendías una mano hacia él.
-¡Akihito!
Como si con solo eso él pudiese entender lo que deseabas, dejó de retorcerse y extendió su pequeña mano en tu dirección. Aun arriesgándote a ser atacada por el mafioso, terminaste de acercarte, pasaste a su lado y uniste tu mano con la del niño en un fuerte agarre.
Kusanagi No Tsurugi
Un cegador halo de luz color dorado los envolvió a ambos e iluminó repentinamente el almacén.
La pequeña mano que sujetabas rápidamente se volvió dura y cambio de forma como la empuñadura de una espada. Mientras tu cuerpo era fulminado por una violenta ola de fuerza, sentiste que el cuerpo del niño cambiaba de forma. Sintiendo todos tus músculos palpitar y a tu corazón detenerse, tus ojos cerrados se abrieron cuando el poder se apropió completamente de tu cuerpo. La luz entre dorada y anaranjada fue absorbida hasta irradiar ligeramente desde tu piel y tu arma, y mientras le dabas vueltas a la larga espada de doble filo que ahora yacía en tu mano derecha con una agilidad que no pertenecía realmente a ti, te giraste hacia donde ya sabías que se encontraba tu enemigo.
La brillante punta de la hoja cortó un par de los cabellos negros que se encontraban en la nuca de Akutagawa Ryūnosuke. Todos, incluyendo los demás mafiosos, detuvieron la batalla solo para observarte, anonadados. Solo los ojos del hombre con la gabardina negra mostraron la emoción de cuando se ve algo impresionante, pues el resto de su rostro permaneció inmutable.
-... Así que los miembros del clan no son los portadores de Totsuka...
-Si lo son...- Tu voz sonó reverberante, y tus ojos, ahora brillando en color dorado, se mantuvieron fijos en Akutagawa. -... Pero mientras aún son jóvenes, los descendientes del clan son Totsuka. Y por desgracia te acabas de meter con su guardiana de turno.-
Con un suave movimiento de tu muñeca para balancear la espada, una violenta ráfaga de viento como un huracán azotó a tu enemigo contra la pared izquierda del almacén, arrancándole un grito de dolor antes de caer al suelo boca abajo. Bajando la espada de nuevo, te girases lentamente hacia donde aquel grupo de veinte o treinta mafiosos con metralletas yacían, Kunikida Doppo y Dazai Osamu encontrándose rodeados por ellos hasta que aquella luz dorada los había cegado a todos.
-Detective Dazai, Kunikida-Sensei... Detrás de mí, por favor.
La voz reverberante que salía de tu garganta llamó a los hombres que ahora te observaban con los ojos muy abiertos y el cuerpo paralizado. Era normal que eso pasara; cuando Akihito se convertía en Kusanagi, todo su cuerpo se convertía en una espada de empuñadura dorada/roja y doble filo. Por si fuera poco, la enorme cantidad de poder que te invadía tenía la propiedad de elevarte un par de centímetros en el aire y hacer que todo tu cuerpo irradiara esa estúpida luz entre dorada, roja y anaranjada.
Era vergonzoso, era ridículo...
-¡D-Disparen!- Los mafiosos gritaron mientras olvidaban a los detectives y disparaban hacia ti al mismo tiempo con sus ametralladoras, logrando vaciar sus cargadores después de un minuto y medio de fuego sin descanso.
... Y era a prueba de balas.
Las balas que dispararon fueron desviadas cuando tu cuerpo se movió a una velocidad divina para utilizar la hoja de la espada como escudo, mandando las balas lejos de ti y en dirección a unos cuantos de tus enemigos, hiriéndolos hasta que solo hubo unos diez o menos en pie, quienes se estremecieron de terror al ver a todos sus demás compañeros lastimados a su alrededor. Creías no haber golpeado a nadie en ningún punto vital, pero...
Lenta y elegantemente, apuntaste la espada en dirección a ellos mientras tus ojos aún estaban cubiertos por esa luz dorada. -Los que aún pueden caminar... Largo de aquí.-
Jurabas por dios que casi todos ellos tenían manchas de humedad en los pantalones cuando soltaron las metralletas y comenzaron a correr o cojear. Soltando un suspiro interno, bajaste la espada y giraste el rostro en dirección a adonde habías lanzado a Akutagawa Ryūnosuke.
-Ugh...- Observando cómo se levantaba lentamente del suelo entre tosidos con sangre, el joven de la gabardina negra se llevó una mano al rostro mientras lograba al fin ponerse de pie, tosiendo y salpicándose la ropa y la palma de su mano con más sangre. Ciertamente le habías golpeado fuertemente, pero esa tos y esa hemorragia no eran por tu culpa.
-La leyenda que pasa de generación en generación a través del clan Nihonshoki es que esta espada...- Dijiste al apuntar el arma hacia él y comenzar a caminar en su dirección. -Era una de las tres regalías sagradas de Amaterasu Ō-Mikami. Es capaz de matar demonios y dioses, y de manejar los vientos a placer...-
Él intentó atacarte, y si bien cuando lo había hecho por primera vez a duras penas lo habías visto venir, estando en el estado en el que ahora estabas, resultó tan fácil de observar como ver una película en cámara lenta. Solo tuviste que cortar en dos la cuchilla que te mandaba con uno de los filos de Kusanagi con un movimiento fácil pero rápido para volver a apuntarle al cuello, rompiendo la tela de la que estaba hecha su arma y haciendo que esta cayese sin vida en el suelo cuando la desprendiste de su chaqueta, haciendo a tu enemigo abrir los ojos de par en par, más cuando habías hecho todo eso sin siquiera dejar de caminar o pestañear.
¿Cuánto tiempo había pasado? Tenías que acabar de una vez. -Por favor, dile a tu jefe, sea quien sea...-
En menos de una fracción de segundo, estuviste a pocos centímetros de distancia frente a Akutagawa, haciéndolo jadear de sorpresa al ver que ni siquiera él había sido capaz de verte acercarte y ponerle la espada al cuello como ahora lo hacías.
-... Que, si vuelve a hacerle daño a Akihito... Me encargaré de desaparecer su existencia de la faz de la tierra.
El joven Akutagawa ni siquiera parecía estar respirando hasta que te diste media vuelta y comenzaste a alejarte, bajando la espada al comenzar a caminar en dirección a tus compañeros, quienes te miraban aun como si estuviesen viendo la cosa más increíble del universo. Cuando volviste el rostro hacia atrás, él hombre de la gabardina negra ya no estaba allí.
Mejor así.
-¿Están bien?...- Mascullaste con expresión serena, dándote cuenta de que lo único diferente en tus dos compañeros eran sus ojos a punto de salirse de sus cuencas mientras te observaban... Ambos estaban sin un rasguño, gracias al cielo. -Entonces, eso es todo... Ya estoy en mi limite.-
Fue lo siguiente que dijiste tras alejarte de ellos y volver a inspeccionarlos con la mirada, cerciorándote de que ambos detectives estuviesen totalmente bien antes de volver a levantar la espada ante tu cabeza, observando el reflejo de la mitad de tu rostro, pálido y con los ojos brillando en dorado. De un momento a otro, dicho reflejo cambió hasta que observaste la mitad del rostro del pequeño niño de cabello rubio y ojos borgoña en la hoja, este mirándote con expresión serena mientras hablabas.
-... Regresa, Akihito.
Una pequeña sonrisa recorrió el rostro del pequeño antes de que tú le dieras una vuelta a la espada con tu muñeca, guardándola en la gran vaina de cuero rojo que yacía en tu cintura. Con eso, la luz dorada a tu alrededor volvió a tornarse cegadora antes de apagarse por completo. Tus pies y los de Akihito volviendo a tocar el suelo cuando regresaron a su forma original.
-Ah...- Cerrando los ojos mientras sentías como toda tu fuerza te abandonaba, te pusiste lentamente de rodillas hasta que estuviste a la altura de Akihito para luego sujetar su rostro y besar su frente, sonriendo conciliadoramente al ver que su cuerpo no tenía heridas. -¿Estás bien, campeón?... ¿Ellos te hicieron algo malo? Lamento haber tardado tanto en llegar...-
El pequeño negó con la cabeza y pareció no importarle que tan tarde habías llegado a rescatarlo mientras se llevaba un dedo a la boca, mirándote con sus grandes e inocentes ojos castaños al hablar con su voz infantil y la boca llena. -... ¿Tú estás bien, mami?-
-Si... Gracias a esos señores de allá.- Respondiste con voz débil al apuntar hacia los dos jóvenes detectives, quienes se mantenían en sus sitios como si intentasen digerir todo lo que había pasado tan solo un minuto atrás. -... Ellos son Dazai-san y Kunikida-san. Ellos me ayudaron a venir por ti... ¿Qué tal si les das las gracias por mi?-
El pequeño niño clavó sus ojos en Dazai Osamu y Kunikida Doppo, quienes paseaban sus miradas entre tu espalda y el rostro del niño antes de que este bajase la cabeza en una reverencia. -Gracias por cuidar de mi mami mientras yo no estaba, Dadai-san, Kumikida-san...
"... Mierda..." De haber podido escuchar sus pensamientos, eso sería lo que habrías escuchado en la cabeza de los dos detectives que intentaron con todas sus fuerzas permanecer con las expresiones más serias posibles al encontrar al pequeño niño demasiado adorable por comportarse como si él fuese tu guardián y no al revés.
-Muy bien, campeón...- Felicitándolo por su buena educación, sonreíste somnolienta mientras le dabas otro beso en la frente a tu pequeño, sintiéndote en el límite del aguante. -Ahora, no vayas a separarte de ellos, ¿Bien? Pase lo que pase... Voy a... Dormir un poco.-
El pequeño niño asintió con la cabeza sin que su expresión tranquila cambiase ni por un instante. -Buenas noches, mami.-
Dicho eso último, te desplomaste en el suelo sin ser capaz de escuchar o sentir nada más, ni siquiera los gritos de los dos detectives que te habían acompañado.
Al abrir los ojos, supiste que habías hecho alguna estupidez cuando viste una pequeña bolsa con suero colgando junto al lugar en donde estabas acostada. Casi siempre, después de haber hecho una estupidez a lo largo de tus diecinueve años, las cosas terminaban así, en un hospital. Tu historial médico debía tener el tamaño de una enciclopedia a estas alturas.
-¿Mami?
Girando el rostro a un lado al escuchar la voz Akihito llamándote, te encontraste con la figura del pequeño mientras se encontraba sentado en las piernas de una mujer con bata blanca y cabello negro, esta luciendo como si se hubiese estado encargando de entretener al pequeño mientras tú estabas fuera de combate, pues en sus manos se encontraban un par de marionetas de tela.
Una pequeña sonrisa aliviada recorrió tu rostro, pues recordabas haber visto a esa mujer cuando habías irrumpido en la Agencia de Detectives Armados. Estaban a salvo. -... Buenos días, Akihito.-
-¡Doctora, mami despertó!- Saltando del regazo de la mujer con la bata blanca, observaste al pequeño Akihito acercarse hacia tu cama con una enorme sonrisa antes de que tú extendieses tu mano derecha hacia él, acariciándole la cabeza mientras observabas la vía conectada a una de las venas en el dorso de tu mano. -¿Eso significa que ya podemos ir a casa?-
-Pronto, Aki-chan. Pronto.- Sonriéndole amablemente, observaste a la doctora levantarse de la silla y quitarse las marionetas de las manos, acercándose a tu cama con una mueca consoladora. -¿Qué tal te sientes, niña?-
-Ah... Estoy bien, solo algo aturdida... ¿En dónde estamos?- Preguntaste al incorporarte con cuidado en la cama, observando a la mujer sentarse a tu lado justo cuando, desde el otro lado de la cortina que separaba tu cubículo del resto del lugar, dos figuras masculinas aparecían.
-En la enfermería de la agencia, damita.- Dazai Osamu te sonrió simpáticamente al saludarte con un gesto de la mano y un guiño, acercándose a tu cama seguido de cerca por Kunikida Doppo, quien pareció escanearte rápidamente con la mirada antes de arreglarse los lentes en el puente de la nariz. -Nos diste un pequeño susto. No importa lo que hiciéramos, no te podíamos despertar con nada.-
-Ah...- Apartando la mirada hacia tu regazo, observaste el suero correr por el tubo de plástico conectado a la mano que acariciaba la cabeza de Akihito antes de responder. -Eso es porque Kusanagi no Tsurugi es una habilidad que le otorga una fuerza sobrenatural al portador de la espada. En una persona bien entrenada o atlética esto podría no ser la gran cosa, pero... Mi cuerpo no es exactamente el más fuerte de todos para soportar esa clase de poder por más de unos minutos. Es normal que pierda el conocimiento por algunas horas, o incluso que se me rompan algunos huesos...-
-Es una habilidad peligrosa...- Escuchaste al Profesor Kunikida decir mientras guardaba las manos en los bolsillos de su pantalón beige, pareciendo mortificado. -Y pensar que un niño tan pequeño puede hacer cosas como esa... ¿Qué tal si terminase dándole esos poderes a la persona equivocada y...?-
-¡No!- De un momento a otro, la voz de Akihito resonó en la habitación mientras encontraba la forma de subirse a la cama a pesar de que estaba bastante alta para él, terminando tú por ayudarlo a subir y sentarse en tu regazo, abrazándote con sus tiernos brazos y mirando receloso hacia Kunikida, quien le devolvió una mirada curiosa desde su lugar. -¡Mami es la única! ¡Mami siempre será la única!-
Una pequeña sonrisa recorrió tu rostro mientras abrazabas al pequeño contra tu pecho con tu mano no comprometida, observando hacia tu antiguo profesor.
-En el clan Nihonshoki siempre han existido el "Arma", un usuario de habilidades que aún no alcanza los quince años y el "Herrero", que es el guardián y acompañante del usuario de habilidades. Desde el comienzo del clan, el "Arma" solo puede ser empuñada por alguien a quien amen y en quien confíen plenamente, pues se tiene que confiar mucho para entregarle el poder de un dios a alguien más. Como los descendientes directos del primer cabecilla, Yamato Takeru, nacen siempre varones, regularmente los "Herreros" de la espada son sus padres o hermanos... Por ahora, dada la edad de Akihito, yo soy su herrera. Por eso tenía miedo de que le hicieran algo mientras estaba secuestrado, pues no importa cuanto lo intente, mientras él sea un niño solo podrá activar su habilidad al tomar mi mano y solo mí mano. No puede hacerlo de otra forma sin correr riesgos muy grandes.
No había ninguna habilidad perfecta. Todas tenían siempre algún fallo o una condición. Ahí fue cuando Kunikida y Dazai comprendieron la condición de la habilidad "Kusanagi No Tsurugi" y porque habías sido capaz de ubicar el paradero de Akihito dentro del puerto con solo un mapa: La condición era que debías estar conectado en un fuerte lazo con otra persona que te "forjaría" durante toda tu infancia y parte de tu adolescencia, pues dependías de ella para activar tu poder hasta llegar a cierta edad. De por sí, eso era algo comprometedor.
-No he tenido la oportunidad de agradecerles, Detective Dazai, Kunikida-Sensei.- Inclinando la cabeza cuanto pudiste en tu posición, hiciste una reverencia a modo de agradecimiento mientras sujetabas al pequeño Akihito contra tu pecho. -De alguna manera voy a encontrar la forma de pagarles por lo que hicieron por mí y por mi pequeño. Muchas gracias por haberme ayudado a salvar a Akihito... Sin él, mi vida ya no tendría sentido. De nuevo, muchas gracias.-
No pudiste ver la sonrisa apenada que recorrió el rostro de Dazai, o el ligero sonrojo que cubrió las mejillas de Kunikida mientras apartaba la mirada a otro lado... Aunque Dazai sí que notó la reacción de su compañero.
-Oh vaya, me siento avergonzado. Recibir el agradecimiento de una chica tan linda... ¡Vamos, Kunikida-kun! ¿No es este el momento donde debes decir algo sobre tus ideales? Estoy seguro de que te podrías robar el corazón de la damita si dices las cosas correctas~.
Dándole unas sonoras palmadas en la espalda del hombre más alto, quien se tambaleó en su lugar y miró a su compañero nerviosamente, Dazai no le prestó ni la menor atención a la expresión tensa de Kunikida y le pasó un brazo por los hombros, sonriéndote cuando levantaste la cabeza hacia ellos, confundida.
-Verás, damita. Este chico guapo que vez aquí es un romántico empedernido. ¡Ese cuaderno que utiliza para su habilidad está en realidad lleno de sus ideales sobre la vida, en todos los ámbitos! Estoy seguro de que en algún lugar debe estar el "Ayudar a las bellas damiselas en peligro", así que no tienes que agradecernos nada. ¿Verdad, Kunikida-kun?
Cuando levantaste la mirada hacia el rostro de tu antiguo profesor, debiste admitir que te sorprendió ver el llamativo sonrojo que le cubría las mejillas mientras miraba hacia cualquier otro lado con el ceño muy fruncido, los lentes empañados por el calor en su rostro.
-... A-Aun así, ella tiene que pagar los honorarios para la agencia. Te recuerdo que no somos una organización que actúe haciendo obras de caridad, Dazai.- Respondió el hombre rubio mientras se cruzaba de brazos, poniendo una expresión inflexible.
Oh, dinero... Tu rostro se puso repentinamente pálido.
-¿Mami?- Akihito preguntó al separarse de tu pecho, al parecer logrando sentir tu preocupación. Así mismo, tus pulsaciones aumentaron y la maquina conectada a tu pecho comenzó a sonar más rápido que antes. -¿Qué pasa?-
-Ah... Creo que tendremos que regresar a Tōkyō, Akihito...- Respondiste mientras mirabas la sábana blanca sobre tus piernas con la mirada vacía. -... Mamá acaba de quedarse sin dinero...-
Un escalofrío les recorrió la espalda a Kunikida Doppo y a Dazai Osamu cuando sintieron la mirada asesina de Yosano Akiko desde la cama, dándote la espalda para verles. Al parecer, ellos habían hecho algo mal...
-E-Espera, linda...- Dazai fue el primero en saltar para salvar su pellejo, inclinándose hacia ti con una sonrisa forzada y sudor corriéndole por la frente. -N-No tienes que esforzarte demasiado por eso. Ese pequeño depende de ti, ¿No? ¿Q-Que tal si te unes a nosotros y trabajas como detective? Fue muy buena tu idea de usar una bomba somnífera y se ve que eres valiente, así que con un poco de entrenamiento...-
¿Tú, detective? Por mucho que intentaras verte en eso, no podías imaginártelo debido a tu total inutilidad en todo aspecto de la vida. El que hubieses pensado en la bomba somnífera había sido solo un momento de iluminación dada la situación en la que te encontrabas, pero dudabas mucho que fueses capaz de llevar a cabo una investigación profunda sin aburrirte como una ostra o de interrogar personas cuando normalmente preferías limitar tus conversaciones a las que tenías con Akihito y con tus antiguos jefes, jamás haciendo preguntas demasiado personales a menos que fuese necesario.
Además...
-Creo que no podría aceptar algo como eso ahora, Detective Dazai...- Respondiste al levantar la mirada hacia él, incomoda. -Como ya le dije, mi cuerpo no es tan fuerte como el de la mayoría de las personas, y no soy tan lista como usted cree. Además, si ustedes tienen que enfrentarse con personas tan peligrosas como la Port Mafia tan a menudo, yo no podría arriesgarme a salir herida o morir cuando Akihito está tan pequeño y solo me tiene a mi... Por supuesto, también está el hecho de que no me gustaría tener que usar el poder de Akihito como si fuese mío...-
La expresión comprensiva de Dazai cuando volvió a erguirse y se metió las manos en los bolsillos te dio a entender que tenías puntos muy válidos. -Ya veo... Pero, aun así, el que regreses a Tōkyō no parece buena idea... Tendrías que lidiar con ese Yakuza acosador otra vez...-
Una ceja negra se levantó en el rostro de Yosano, y Kunikida casi juraba que podía sentir el bisturí de la doctora en su garganta, a pesar de que ella no se había movido ni un milímetro. Al parecer, ella ya había notado que él no estaba haciendo absolutamente nada por ayudarte.
-E-Ejem...- Carraspeó sonoramente mientras sacaba su cuaderno y comenzaba a revisar algo en una de las hojas, acomodándose los lentes con manos nerviosas. -A-Ahora que lo pienso, una de las asistentes de la oficina durante el turno de la tarde renunció para irse a estudiar al extranjero hace poco, a-así que tenemos una vacante para un puesto... Podrías trabajar medio tiempo en la oficina por dos meses para saldar tu deuda, y nosotros podríamos recomendarte para que encuentres otro trabajo por las mañanas...-
Él nunca había estado tan aliviado de llevar un registro del personal de la agencia en su cuaderno.
¿Asistente a medio tiempo? Durante los años que habías vivido en Tōkyō habías trabajado de muchas cosas, entre ellas, por seis meses como asistente/secretaria en una pequeña empresa de químicos -razón por la cual tenías una idea de para que servía la Benzodiazepina-. No había sido un mal trabajo y te habían permitido llevar a Akihito contigo cuando apenas tenía un año de edad, así que tus cejas se levantaron por un momento ante la idea.
-¿Podría traer a Akihito conmigo?- Preguntaste con cierta timidez, haciendo que las otras tres personas te observaran curiosos. -No tengo padres o hermanos, y como ya dije, Akihito no tiene a nadie más que a mí... Aunque así lo quisiera, no tengo con quien dejarlo. Prometo que ni siquiera van a sentirlo. Él es muy callado y siempre va a estar en donde yo esté... ¿Verdad, Akihito?-
-¿Puedo venir a jugar con la doctora?- Escuchaste a tu pequeño decir mientras observaba hacia la joven que aún estaba sentada en la cama, haciendo que tú mirases hacia ella con vergüenza.
-Claro que si, Aki-chan. Pero solo cuando no esté trabajando.- La joven mujer sonrió desde su lugar antes de pellizcar suavemente la punta de su pequeña nariz, sacándole una sonrisa. -También podemos ir de compras juntos, y te voy a presentar a alguien que tiene exactamente la misma edad que tú, pero que se ve como yo y que ama los dulces. ¿A ti gustan los dulces?-
Notando que Dazai se cubría una carcajada con la mano al escuchar sobre aquella persona con "corta edad pero apariencia mayor", dejaste de lado la conversación que comenzaron a tener la Doctora Yosano y Akihito y te centraste en captar la atención de Kunikida Doppo, quien observaba su cuaderno con el ceño fruncido hasta que sintió que le estabas observando, levantando la mirada para clavar sus ojos color oliva sobre ti.
En verdad... Seguían siendo los mismos que recordabas.
-¿Qué pasa ahora?
-... Realmente me ha salvado de un gran problema. Son extremadamente raros los sitios en donde sean tan tolerantes con mujeres como yo... Muchas gracias por ser tan comprensivo, Kunikida-Sensei.- Sonriendo amablemente desde tu lugar, volviste a inclinar la cabeza de forma respetuosa antes de volver a hablar, tus ojos borgoña brillando con alivio y agradecimiento. -Usted sigue siendo tan amable como cuando aún era profesor en la secundaria.-
Como si le hubieses recordado algo al decir aquello, observaste al hombre de cabello rubio acercarse con mirada curiosa hasta que estuvo de pie junto a la cabecera de la cama, sus cejas frunciéndose ligeramente al hablarte.
-Lamento sonar rudo con esto, pero... Yo no recuerdo haber tenido a ninguna alumna parecida a ti en el pasado, y en mi cuaderno hay una lista con los nombres y descripciones de todos mis alumnos.
Tu sonrisa dulce pareció volverse una forma de ocultar la tristeza cuando tus ojos se llenaron de melancolía por sus palabras, bajando la mirada por un segundo mientras los recuerdos que se guardaban dentro de tu corazón pasaban por tu memoria de forma acelerada... Por supuesto que él no era capaz de recordarlo, pues conociéndolo como tú lo conocías, él habría hecho esa clase de cosas por muchas otras personas, y se habría olvidado de alguien como tú con facilidad..
-Como le dije esta mañana, es normal que usted no sea capaz de recordarme. En aquel tiempo, yo lucía y actuaba muy distinto a como lo hago ahora. Además, no soy alguien que tenga ese don de dejar una huella en los demás como lo hace usted...- Levantando la mirada hacia él, tu sonrisa regreso a ser ligera, en un intento de no dejarle tomarse tus palabras muy en serio. -Aunque puede que si sea capaz de recordar mi nombre... Es un poco fuera de lo común, por decirlo de alguna manera.-
Manteniendo aquella expresión seria que le conocías en el rostro, él pareció darse cuenta de que, en todo el día, tú no habías dicho cuál era tu nombre o tú apellido, permitiendo que tanto él como Dazai te llamaran "Damita" y "Niña" sin quejarte...
-¿Cuál es tu nombre?- Se atrevió a preguntar entonces mientras abría el cuaderno verde en sus manos, haciéndote sonreír ligeramente al ver que parecía buscar entre las paginas hasta encontrar aquella lista de antiguos alumnos.
Él no iba a encontrarlo allí tan facilmente.
-... Kunō... Kunō Mikazuki.
Los olivados de Kunikida Doppo se abrieron tanto que por un momento pensaste que se saldrían de sus cuencas, su respiración cortándose abruptamente mientras pasaba la mirada desde las letras en su cuaderno hasta tu rostro... Ese nombre rebotando en su cabeza como un grito en un precipicio, cada eco retumbando en sus oídos y desenterrando una memoria escondida en lo más profundo de su cabeza...
Mikazuki
-¿Kunikida-kun? ¿... Te sientes bien? Te ves algo pálido...- Dazai Osamu pareció darse cuenta de lo mismo que tú, notando como sus ojos se perdían en tu rostro y el color en su piel desaparecía... Antes de desplomarse en el suelo. -¡¿Kunikida-kun?!-
Ese nombre hizo que ciertos recuerdos salieran a la superficie de su mente. Era el nombre que siempre llegaba a la punta de su lengua y que se escapaba de su memoria en sus pesadillas cada vez que el invierno hacía acto de presencia. Y con ese mismo nombre al fin de vuelta a su memoria, recordó por qué él había comenzado a escribir un cuaderno sobre su "Ideal"
Y esos, definitivamente, no eran recuerdos hermosos.
*Totsuka-No-Tsurugi: Totsuka-no-Tsurugi (十 拳 剣, lit. "Espada con Diez Puños de longitud") no es una espada específica, sino un nombre común para cualquier espada de esta longitud. En la mitología japonesa, numerosas deidades poseen una espada de este tipo.
*Kazuo Uchibori: Miembro verdadero y actualmente posible cabecilla del Inagawa-Kai.
*Kusanagi No Tsurugi: Espada legendaria que supuestamente brotó del cuerpo de Yamata No Orochi después de que el dios Susanoo cortase una de sus colas para luego ofrecerle la espada como regalo a su hermana, la diosa Amaterasu. Se dice que era una espada capaz de controlar los vientos.
Mira el Masterpost para mas contenido de mierda.
#KL escribe#Bungo Stray Dogs#BSD#Kunikida Doppo#Dazai Osamu#Doppo Kunikida#Osamu Dazai#OC#Kunikida Doppo x OC#Kunikida Doppo x reader#Akutagawa Ryunosuke#bsd kunikida#fanfic#bsd fanfic
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𝗜 Cuando Sooyoung estaba a nada de terminar la escuela primaria, sus padres se encontraron frente a un dilema. ¿Qué clase de institución sería ideal para desarrollar las habilidades -aún ocultas- de su primogénita?, ¿acaso debería su hija de entrar a un instituto donde el programa se inclinara más a lo empresarial? El padre de Sooyoung presentía que era la mejor opción; sin embargo, al mismo tiempo, cuestionaba el boceto que él mismo esbozaba sobre la vida de su hija cuando ella no había dado jamás pista alguna sobre qué color era el más indicado para su vida. ¿Sería un problema que él pintara con café cuando en realidad ella prefería la dulce y fresca tonalidad de los melocotones? La cotidianidad en la cual vivía la niña siempre consistía en una rutina que tanto al señor como la señora Park les preocupaba continuamente. Tal vez había cometido el desliz de dejar que la primera de sus hijas se anexara a una escuela pública cercana al barrio donde vivían y no haber intentado el esfuerzo de que ingresara a un sitio más privado. La señora Park agradecía el gesto de su marido por concederle lo mejor a su hija, pero temía de la tranquilidad del hogar ante la estrechez de ingreso económico por las altas mensualidades de las escuelas privadas fuesen el doble filo que tenían las armas punzocortantes. Pero la preocupación ante la falta de interés en su hija no fue para nada comparable con la enorme angustia que les causó la decisión de Sooyoung. Los negocios, como su padre quería pero su madre se mantenía renuente, o la pedagogía, tal cual la mujer de la casa creía sería la opción correcta e ideal para la mayor de su descendencia, se estrelló ante el tabique que su propio retoño elevó frente a sus ojos: la música y fama. Días atrás, de muchas vueltas al sol atrás -¿o habrán sido semanas? El señor Park descuidaba continuamente el transcurso del tiempo en casa- su esposa le había contado sobre la valentía de Sooyoung por participar en el evento cultural de la escuela. Él presintió que tal acto debió de haber sido maravilloso, ya que la voz de la mujer con la cuál prometió toda una vida entera se mantenía teñida entre la felicidad, orgullo y emoción, idéntica a la fresca brisa siempre oportuna pero rara vez presente en el verano. —Tiene una preciosa voz —comentó la mujer en su lado correspondiente de la cama en una de esas tantas noches durante las que reflexionaba sobre lo mucho que sus hijas estaban creciendo mientras hacía zapping en el televisor. —¿La tiene? —preguntó al aire, ganando tiempo necesario para estructurar bien la pregunta que quería hacerle a su esposa y, además, bloqueando su tablet personal—. Si Sooyouggie tiene una voz preciosa, de alguno de los dos la debió de sacar, ¿cierto? Entonces… ¿Por qué no me cantaste ni una sola vez cuando salíamos? —Pero, ¿qué es esto? ¿Me está reclamando usted, distinguido padre de familia y casi veinte años después, algo que jamás hice por no tener la certeza exacta de que nací con aquel don? —Creo haber sido bastante claro con mi duda, señora Park —dijo el hombre, elevando las comisuras de sus labios. La cuestión no radicaba en si era blanco o negro, frío o caliente, cantante, empresaria o maestra; más bien, el problema se resumía a la falta de seriedad por las decisiones de Sooyoung. Sabían más que a la perfección que la menor no contaba con ningún plan de vida -ellos a su edad se habían enfrentado al mismo dilema-, pero aquél “𝘠𝘰𝘰𝘣𝘪 𝘱𝘦𝘯𝘴𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦𝘳𝘪𝘢 𝘶𝘯𝘢 𝘣𝘶𝘦𝘯𝘢 𝘪𝘥𝘦𝘢 𝘦𝘭 𝘱𝘢𝘳𝘵𝘪𝘤𝘪𝘱𝘢𝘳 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘤𝘰𝘯𝘤𝘶𝘳𝘴𝘰, 𝘢𝘴í 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘦 𝘱𝘢𝘳𝘦𝘤𝘪𝘰 𝘥𝘪𝘷𝘦𝘳𝘵𝘪𝘥𝘰” por parte de la heredera al ser cuestionada sobre el verdadero motivo que la orilló a presentarse frente a toda la escuela, avivaba la lumbre con los más grandes temores de la familia Park, y algo que su misma hija sí que había demostrado desde muy corta edad: el poco interés que Sooyoung presentaba por todo. Temían que el voluble carácter -porque debían de ser honestos, era sumamente sencillo el hacer que algo le gustara a su hija por un corto periodo- hubiese protagonizado una de las más importantes decisiones en su vida. Su camino hacia la fama estaba comenzando a ser trazado y ellos le preocupaban que los feroces comentarios del mundo adulto destruyeran sin escrúpulos ni miramiento su frágil fuerza. ¿Pero no serían ellos los peores monstruos sedientes de sangre y sueños el negarle los planes? Por supuesto que sí, por lo menos tenía que existir un sitio y pilar de dónde se pudiera sostener la primogénita cuando sintiera el mundo se le venía encima. No estaban muy de acuerdo, pero había toda una vida por delante, ¿qué no?
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Diego Ricol Freyre recomienda: Diego Ricol recomienda: 11 Ejercicios de Fotografía Que Querrás Hacer en Este Nuevo Año
Cada nuevo año que entra nos hacemos listas interminables de propósitos. Somos muy de listas, de proponernos cosas aunque no siempre las cumplamos. Pasada ya la resaca de Fin de Año, te propongo un reto que puedas cumplir, una lista de ejercicios de fotografía no sólo para mejorar como fotógrafo, sino para disfrutar de tu mayor afición.
Te voy a proponer una lista, de aquí toma las ideas que más te gusten y las que te resulten más realistas. El objetivo de esta lista de ejercicios o propósitos es que la cumplas y que el cumplirla no se convierta en una obligación, sino en un disfrute. Que sea tu rincón de la calma, tu lista de deseos, no de obligaciones. Que estés deseando tener un rato libre para ver qué es lo que puedes hacer de esa lista.
Mi consejo es que te pases a tu libreta favorita o a un folio las ideas que quieras realizar, que la tengas a la vista y, a ser posible, que sea una lista agradable a tus ojos, aunque no te lo creas esto influye
. Y ahora sí, vamos a ello.
1. Descubrir un nuevo autor
Quien dice descubrir un nuevo autor, dice ahondar en él, en su trabajo, en su forma de entender el mundo y en cómo lo plasma. Elige el que quieras, cómo lo encuentres es cosa tuya. La tarea que yo te sugiero es que conozcas parte de su biografía, de cómo comenzó, que estudies o analices su obra. Te sorprenderás de lo que puedes llegar a aprender o de cómo puede inspirarte.
2. Leer un libro de fotografía
Elige uno que te apetezca, no solo para aprender, sino para disfrutar leyendo, para llenarte de inspiración, para deleitarte con sus imágenes. Uno que estés deseando que acabe la jornada para hundirte en sus páginas. Ya sabrás (si no te lo cuento) que en el blog solemos hacer recomendaciones literarias. Echa un vistazo, seguro que encuentras uno a tu medida.
Puede que lo tuyo no sea leer, también hay fotolibros, que apenas tienen letras pero están repletos de fotografías maravillosas.
Si tuviera que decirte alguno, aunque son específicos en cuanto a temática, lo tengo claro, los más inspiradores que me he leído este año. Se trata de Inspiración+naturaleza de Marina Cano y Paisajes Naturales de Portfolio Natural. Y es que, en ambos casos, aunque no son las disciplinas que suelo practicar, me han resultado muy motivadores y con comentarios, consejos, reflexiones e inspiraciones que sirven para la fotografía en general. Ambos han sido para mí un chute de energía fotográfica, una gran dosis de inspiración.
Disfruta de un buen libro
3. Probar una disciplina diferente
Nos cuesta salir de nuestra zona de confort, es así. Y quedarte en ella no está mal si estás feliz, si has encontrado todo lo que necesitas en la vida, si por tus venas corre purpurina de lo happy-flower que estás, pero esto no suele ser lo habitual, ¿verdad?. Además, quedarnos mucho tiempo en el mismo sitio, por mucho que nos guste, puede acabar llevándonos al aburrimiento.
Otra razón por la que salir de esta zona de confort fotográfica es que, sobre todo al principio, cuando estás aprendiendo, no sabes qué es lo que te gusta realmente. No tienes ni idea de cuál es tu disciplina ideal, la que sacará lo mejor de ti.
Puede que empieces haciendo retratos y te guste, y te sientas bien con ello, pero igual te da por probar, por ejemplo, la fotografía macro y entonces te des cuenta de que has encontrado al amor de tu vida (fotográficamente hablando, por supuesto
). Por eso te recomiendo que eches un vistazo a estas 22 disciplinas fotográficas y que te decidas al menos por una, la que más te atraiga, sin miedo, que verás que para todas tenemos ayuda en el blog. Una vez que elijas una, dedícate un tiempo a probarla, experimentar con ella y ver qué tal congeniáis. Y quien dice una dice varias, depende del tiempo y las ganas que tengas.
Ahora bien, si ves que no disfrutas, que no es lo tuyo, prueba otra cosa, no alargues la agonía ¡que se trata de disfrutar!
4. Cambiar de focal
Y al hilo de salir de tu zona de confort, te pregunto… ¿qué focal sueles utilizar? ¿Siempre usas el mismo objetivo? ¿Tienes otra posibilidad?
Nos solemos acostumbrar a una focal, la que mejor se adapta a las fotos que hacemos, con la que más cómodos nos sentimos, etc. Hoy te propongo, fíjate que tienes todo un año por delante, a que un día, al menos un día, salgas sin esa focal. Que lleves una completamente diferente (si te es posible, claro). Descubrirás otra forma de hacer fotos.
Atrévete con una focal diferente.
5. Superarte con una fotografía que te cueste
Todos hemos tenido alguna vez esa fotografía que se nos resiste, el efecto sedoso, el barrido, la clave baja, un retrato robado, aves… Cada uno tendrá una espinita clavada diferente. Este año te puedes proponer el retomar ese ejercicio. Si ha pasado un tiempo, seguro que la práctica y lo que hayas aprendido en este periodo te servirán para ver una mejoría y comprobar que al final todo es cuestión de ensayar.
Después compara los resultados para que veas que realmente es así. Si no se te viene a la mente ninguna fotografía que quieras superar, simplemente realiza el ejercicio de la comparación. Busca algunas de tus primeras fotos y compáralas con tus fotos de ahora. Observa las diferencias, puedes incluso preguntar a algún amigo (si entiende del tema mejor y que te dé su opinión sobre una y otra, si ve diferencias, etc. ). Esto también servirá para ver cómo vas evolucionando. Será una inyección de motivación.
Supérate a ti mismo.
6. Darte un capricho fotográfico
¿Y por qué no? A veces nos cuesta darnos caprichos. Se los damos todos a nuestros hijos, nuestras parejas y, en muchos casos, nos olvidamos de nosotros mismos. Si tu mayor afición es la fotografía, por qué no hacerte un regalito. Si te lo haces tú seguro que aciertas. Además, hay opciones para todos los presupuestos, mira:
Y si quieres accesorios para un tipo de fotografía o un tipo de fotógrafo en concreto, seguro que aquí los encuentras.
7. Autorretratarte
Sí, sí, has leído bien. Será un ejercicio fotográfico pero también personal. Para conocerte mejor, porque no vale con un vulgar selfie en el espejo del baño, no. Se trata de un autorretrato en condiciones, con tu cámara, planificado, en un entorno que hable de ti. Para hacerlo bien, te recomiendo que te leas este artículo. Si no tienes trípode no lo pongas como excusa, es la opción ideal, pero también puedes recurrir al ingenio y utilizar cualquier superficie firme, el suelo, una mesa, una silla, etc… Lo único que necesitas es a ti y a tu cámara.
Autorretrato de Carolina Tarré
8. Imprimir tu foto preferida
Si te dijera que imprimieses las fotos del último año probablemente te parecería más una tarea engorrosa que algo que tengas realmente ganas de hacer o que te motive de verdad.
Por eso te voy a proponer un ejercicio más sencillo pero efectivo. Imprime tu foto favorita del último año, o de las últimas que hayas hecho que no tengas impresa, por ejemplo. Y envíala a imprimir a un tamaño grande, más allá del 10×15 o del 13×18 que son los más típicos. El tamaño y el formato lo decides tú, porque igual tienes el sitio ideal para colgarla en tu casa, o la persona a la que regalársela. Ideas tienes un montón aquí.
Este ejercicio te ayudará porque tendrás que decidir qué foto imprimir, lo cual eso ya es un ejercicio de observación y aprendizaje y te servirá a la hora de ver tu foto impresa, cómo quedan los colores, la exposición, etc. Por eso te recomiendo que la lleves a un sitio de confianza y mejor si te la imprimen en papel profesional.
9. Visitar una exposición de fotografía
Sé que algunos lo tenéis complicado porque en el sitio donde vivís no suele haber exposiciones de fotografía. Sin embargo, estamos hablando del plazo de un año entero. Si haces una escapada puedes planificarla teniendo en cuenta esta opción, en tus vacaciones, a alguna ciudad cercana, aprovechar la visita que hagas a unos amigos o familiares, etc. Al menos inténtalo, la diferencia entre ver una exposición virtual como puede ser en Flickr, Instagram, 500px, etc., y contemplar una exposición física es abismal. Nada tiene que ver una experiencia con la otra. Al menos una vez en tu vida tienes que disfrutarlo.
Una vez allí, observa las fotos de forma individual y en conjunto. Las fotografías de una exposición están cuidadosamente seleccionadas, la disposición no es casual, la relación entre ellas, el formato, etc. Todo tiene una intención, estética y de mensaje. Dedícate un rato a observar estos detalles y a reflexionar sobre ellos. Sin duda es un gran ejercicio del que puedes aprender y disfrutar muchísimo.
Visita una exposición de fotografía
10. Ponerte al día con los imprescindibles
Lo sé, como dicen en mi tierra, esto es barrer para casa. Pero es que no sé si sabes que este verano, para celebrar el día Mundial de la Fotografía, compartimos un artículo que recogía todos los artículos imprescindibles de Blog del Fotógrafo.
No te voy a pedir que los leas todos, que abras uno a uno y los vayas leyendo. No, no se trata de eso, sino de que lo tengas presente, de que le eches un vistazo y abras aquellos que realmente te interesen. Si estás empezando ahora en esto de la fotografía y andas buscando la luz (y no precisamente la del sol), has de saber que sí que te convendría ir leyéndolos poco a poco. Se trata de una forma de acceder al contenido básico de forma ordenada y con un sentido lógico.
Si ya presumes de algo de veteranía en este mundillo, te recomiendo que lo coloques en un lugar al que puedas acceder rápidamente, para cuando tengas una duda, poder recurrir a él. De momento echa un vistazo rápido, así podrás saber mejor para qué te puede servir.
11. Realizar un viaje o una escapada fotográfica
Sé que este no es un ejercicio que esté al alcance de todos. Pegarte una escapada fotográfica de esas que quitan el sentío, como dicen en mi tierra (otra vez mi tierra, me temo que hoy estoy nostálgica), no está al alcance de todos los bolsillos. Pero si lo está, propóntelo como tus vacaciones de este año. Ahora tienes tiempo de planificar tu viaje.
Ahora bien, si eres un común mortal como una servidora que lleva años ahorrando para igual, en otra vida ;P, poder hacer un viaje de estos, no te frustres. Estoy convencida de que a muy pocos kilómetros de tu casa hay lugares impresionantes esperándote. Como anécdota te contaré que leyendo este libro que reseñé (y del que te he hablado antes) me quedé maravillada con una fotografía. Mi sorpresa fue mayúscula cuando descubrí en el pie de página que estaba tomada en mi ciudad, en la que me vio nacer. Aquella a la que mis ojos están tan acostumbrados que no me parece nada fotografiable. Corrijo, no me parecía
.
Está claro que a veces hay que cambiar la mirada, ver con otros ojos, recuperar la ingenuidad, como si fuera un lugar nuevo. Si no puedes hacer la escapada fuera, hazla dentro. En lugar de cargar con equipaje, descarga prejuicios de tu mochila ;).
Mi consejo es que vayas donde vayas, te acompañes de personas que compartan la misma afición que tú. O al menos, que tengan la paciencia de esperar lo que sea necesario para que tú hagas una foto. Recuerda que es una escapada fotográfica. Que se trata de disfrutar pero también de que puedas disfrutar de tu cámara como desees. Mejor escapar sin nadie más o muy cerquita de casa, que irte a la otra punta del mundo con alguien que se desespera cada vez que te paras a hacer una foto.
¡Escápate!
Pues hasta aquí mi propuesta. Creo que es una lista muy asequible y realista. Aunque eso es algo que tendrás que decidir tú, si quieres eliminar o añadir algún ejercicio, personalizártela. Yo por lo pronto me la he puesto en mi despacho. Porque me he propuesto llevarla a cabo. Y si no me crees…
Mi lista
Efectivamente, me he saltado el número 10 pero ese artículo lo redacté yo, pasé muchas horas (y con mucho gusto) seleccionando los artículos imprescindibles, así que tarea más que cumplida ;).
Si te ha gustado este artículo o conoces a alguien a quien le pueda interesar, por favor, no te olvides de compartirlo en tu red social favorita. Disfrutemos todos de lo que más nos gusta.
¡Feliz fotografía! ¡Feliz 2019!
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La cuarentena por el coronavirus se alarga y algunos problemas se acentúan. Es el caso de la gordofobia. Proliferan perfiles en redes sociales que incitan a hacer deporte todo el día y el miedo a coger unos kilos aumenta. ¿Cómo podemos encontrar el equilibrio para garantizar nuestra salud física y mental? Con la Covid19, no tanto por el virus como por la situación de confinamiento, problemas que ya nos atravesaban tienden a acentuarse. Circulan por las redes sociales mensajes de todo tipo en clave de humor, también mensajes gordófobos: “Vamos a salir rodando de la cuarentena”, “nos vamos a poner como un tonel con tanto bizcocho” o “con el confinamiento va a ser imposible hacer la operación bikini” son algunos de ellos.
Amaia cuenta que sus vecinas hacen gimnasia cada día a las 17:30 en una habitación que tienen habilitada para ello. “Se visten con ropa de deporte y yo me siento absurda con mi pijama comiendo galletas mirándolas todos los días a la misma hora”, dice. Al principio de la cuarentena comía “lo necesario, lo normal”, pero, pasados unos días, empezó a “romantizar la idea de cocinar más y comer y hacer bromas sobre los kilos que vamos a engordar”. Amaia se dio cuenta de que, “en Instagram, o eres supersana hasta llegar a la obsesión o eres cocinera compulsiva de repostería y ultraprocesados. Parece no haber término medio”. En cinco días ha hecho “dos tartas, galletas y un bizcocho”. Tfarrah reconoce que es gordófoba y que en su piso están intentando comer bien, aunque “bastante más”. Evitan carnes, procesados y “demás basurilla”, aunque es algo que ya intentaban antes del confinamiento, “por aquello de la soberanía alimentaria y la autogestión”. Cuenta que, hace unos días, una vecina le dijo desde el balcón que se “fuese probando los vaqueros” porque “los pijamas son muy traicioneros”.
Desde PTF Madrid, un grupo de psicoterapeutas feministas, comentan que “la cosa no pinta fácil”, porque nos enfrentamos a “un sinfín de mandatos patriarcales-sociales-culturales que nos dicen cómo ha de ser nuestro cuerpo, principalmente el de las mujeres, para ser bello y, por tanto, con posibilidad de éxito” en el ámbito laboral, en el ámbito sexual y social. “¿También para estar sano? ¿O la salud viene de la mano de dicho éxito?”, se preguntan.
La gordofobia interiorizada también es una realidad palpable y el confinamiento, definitivamente, no ayuda. Así lo explican Azuzena González, Araceli Hermira y otras psicoterapeutas de PTF Madrid: “No paran de llegar mensajes sobre cómo comer y cómo hacer deporte, algunos serios y formales y la mayoría de guasa, en formato meme. No sabríamos decir con certeza si son más que en otras épocas, porque esta sensación de no estar a gusto con nuestro cuerpo y querer modificarlo no es nueva para nosotras. De hecho, nos preguntamos si alguna vez no está presente. Lo que sí ocurre durante la cuarentena es que sale lo que ya existe y, quizá, se intensifica”. Es pronto, dicen, para hacer un diagnóstico de las consecuencias psicológicas de esta situación de crisis sanitaria y de confinamiento. Lo que sí saben hoy es que hay situaciones que pueden provocar mayor estrés, ansiedad, miedo y sufrimiento, “en función de las condiciones estructurales en las que nos encontramos para afrontar este periodo”.
Hay gente que está intentando comer mejor sencillamente porque “hay menos movimiento”, que hace ejercicio para no perder masa muscular, para mantener el cuerpo activo, para descargar energía y por salud. Hay muchas personas que están aprovechando el tiempo que les da el confinamiento para reparar más en la necesidad de elaborar platos completos y equilibrados en proteínas, vitaminas, minerales, en mimar más su alimentación que, antes, por las prisas, descuidaban. Pero la mayoría aborrece la sobreexposición de gente que hace deporte y presume de su estado físico a través de las redes sociales: “La gente haciendo deporte todos los días me abruma, igual que la gente siendo productiva 24/7 (24 horas al día, 7 días a la semana)”, dice Amaia. “A las neurodivergentes, estos inputs, cuando son masivos, nos joden la existencia”, explica María. A Iratxe, Ana y Juan les preocupa engordar durante el confinamiento porque, dicen, “el aburrimiento hace que comas más”. A Verónica, “como gorda”, los memes se “la pelan” y comenta que “ojalá más lorzas en bikini este verano y menos complejos”. Hay que cuidarse, dice, “pero bastante estrés conlleva una cuarentena como para añadirle hambre ansiosa”. Sofía también es “gorda y gordofóbica” y, justo antes de que se decretase el estado de alarma, “llevaba un mes y medio entrenando jiu-jitsu brasileño y cardio”. Ahora está “en casa con medio gimnasio montado: máquina de abdominales, pesas, comba, tiras elásticas, fitball… Y corriendo por el salón”. Amaia lo tiene claro: “Nos da terror engordar, más miedo que el puto virus”.
¿Cómo estamos comiendo? Victoria Lozada es dietista-nutricionista especializada en trastornos de alimentación y obesidad, así como en alimentación vegana y vegetariana. Responde que depende de cómo manejes las emociones. Hay gente que está comiendo más y hay gente que pierde el apetito. “Es cierto que con el confinamiento se pierden muchos estímulos que estábamos acostumbrados a tener en nuestro día a día y uno de los estímulos más grandes llega a ser la comida, porque es una de las pocas cosas que podemos controlar, que nos da un poco de placer, nos da un poco de vida a lo largo del día. Por eso la comida es una de las cosas que más se alteran -cuenta-. En general, la comida siempre se altera en momentos de crisis, de ansia o de nervios y, en este momento, que no hemos pasado por una situación similar en nuestra vida, la alimentación se convierte en una de las pocas cosas de las que podemos tirar”.
¿Puede influir el confinamiento en el aumento o el brote de la ansiedad? ¿Y pueden influir estos cuadros de ansiedad en el aumento de la gordofobia? ¿Por qué? Según Victoria Lozada, porque “hay mucho tiempo para observarnos y para el ocio, para quienes no estén trabajando en este momento o para quienes lo estén haciendo pero tengan que estar todo el rato en casa, hace que nos veamos mucho y que juzguemos mucho si estamos bien o no. Y si, además, tenemos miedo al aumento de peso y estamos siendo bombardeados por este tipo de información, por supuesto que el tema del miedo a engordar se convierte en uno de los focos de atención”. ¿Puede darse un pico de trastornos alimentarios? En principio, la dietista-nutricionista diría que sí, pero “no todo el mundo va a responder así. Sí que es verdad que alguien que tiene un cocktail de vulnerabilidad hacia esta presentación de conducta, hacia la información que se está dando, si en casa tienes un ambiente difícil, puede ser, pero un trastorno alimentario no se presenta por un momento concreto. El trastorno alimentario siempre tiene un historial, es algo que se va gestando a lo largo de la vida. Puede ser que este acontecimiento vital genere un impulso o sea esa cerecita que faltaba para que saliera. Pueden salir algunos rasgos, algunas conductas, pero no tiene por qué ser así”, explica.
Y, ¿qué pasa con las personas con obesidad o con las personas que ya padecen trastornos de alimentación? ¿De qué forma puede esta situación de confinamiento complicar su proceso terapéutico o de sanación? Azuzena González y sus compañeras de PTF Madrid Araceli Hermira, Irene Jiménez Pérez, Silvia González y Rubén Piñera han trabajado esta cuestión: “El control del peso no es el único factor que incide en los trastornos de alimentación aunque sin duda está presente. También en la obesidad. La restricción de alimentos y el intento de control de la forma y dimensiones de nuestro cuerpo son comunes en ambas circunstancias. Estos malestares devienen del cuerpo y, como señala Susan Bordó, van a articularse ‘en relación a los ideales que se proyectan sobre las mujeres’. El cuerpo como lugar encarnado es el lugar donde se reproducen las prácticas de dominación patriarcal. También sabemos que controlar el peso sería para muchas mujeres un intento de hacerse con las riendas cuando la propia vida parece estar descontrolada”. Victoria Lozada cuenta que “en consulta el tema que más sale sin duda ahora es el confinamiento y cómo gestionarlo a nivel de registros. Estoy teniendo muchos más correos de lo normal porque mucha gente está en crisis”. “Las personas que ya presentan un trastorno, puede ser que se asevere, sobre todo porque quizás hay gente que tiene que ir a terapia y no puede, que no puede manejar este momento, que no se le da bien por el tema de estar todo el día expuestos a la disponibilidad alimentaria, porque todo el tiempo estamos pensando en comida porque no sabemos cuándo vamos a hacer la próxima compra”, resume.
Rosa Lombas tuvo un trastorno de alimentación en forma de anorexia-bulimia con 19 años. Lo superó. Y llegó una pandemia. La que todas conocemos ya. Pensó que era probable que acabara de nuevo destinando toda su energía “por el desagüe del ejercicio y las dietas”, así que decidió cambiar la perspectiva y emplear su tiempo en su estudio y sus metas. Aun así, la cuarentena no ayuda: “De no ser porque ya tengo experiencia con un trastorno alimenticio y sé a lo que me enfrento, posiblemente ahora estaría sudando delante del móvil haciendo una rutina de crossfit absurda en el salón”. Cuenta que la idea hegemónica de salud es errónea y que impera la cultura de la dieta, el fitness, la delgadez. Apunta que nos olvidamos de “todo aquello a lo que renunciamos al dedicar nuestro tiempo y energía a eso”. “A saber cuánto talento y cuántas ideas están hoy atrapadas en la cabeza de alguien que está entretenido registrando sus comidas diarias en Myfitnesspal”, comenta. Este modelo de ideal de belleza requiere, según Lombas, “un esfuerzo que muchas veces implica un estrés para el organismo y una merma en la energía que queda para lo demás”. Una cosa es buscar el equilibrio cuerpo-mente y otra cosa es que sea necesaria una rutina de entrenamiento intenso para ello: “Por ejemplo, las poblaciones más longevas no hacen ejercicio intenso, sino que se mantienen activos cuidando su huerto, como en [la ciudad japonesa de] Okinawa, o caminando, como las tribus de cazadores recolectores que sobreviven actualmente”. El confinamiento, “acompañado de mensajes de histeria sobrepeso, genera ansiedad y es un caldo de cultivo de trastornos alimenticios”, explica. Menos dieta, más autocuidado
Echa de menos unas redes sociales en las que se encuentren mensajes que fomenten una relación más positiva con el propio cuerpo, una comunidad que “difunda mensajes e imágenes de cuerpos diversos” que haría que “aceptásemos nuestros cuerpos y la grasa que hay en ellos como algo normal y que dejáramos de preocuparnos por encajar en un modelo que nuestro cuerpo no está diseñado para cumplir”. Sí, la cuarentena lo está complicando todo mucho, pero para Rosa Lombas el problema es de base. Hay una concepción errónea de lo que es saludable y lo que no y “los mitos falsos que rodean a la industria del wellness, el fitness y la nutrición nos están haciendo daño”. Para Lombas, todo este “movimiento fitness en casa” muestra una “regresión al concepto de que ganar peso es perder salud”. Desde PTF Madrid, Azuzena González y sus compañeras reflexionan sobre ello en el contexto de la cuarentena por la Covid19: “Cuando alguien pregunta si nos estamos cuidando, si estamos haciendo deporte y comiendo bien, la mirada de sospecha está asegurada. A pesar de que el discurso de algunos activismos, que denuncian la gordofobia, insiste en desvincular salud con delgadez versus no salud con gordura, este argumento sigue teniendo mucho peso y sigue siendo un reto diferenciarlo”. “Es más complejo vivir el confinamiento cuando tienes que compartir una vivienda pequeña con una familia muy extensa y el hacinamiento es mayor. Hay mayor sufrimiento cuando en esta situación de confinamiento también vives maltrato en tu propia casa. Es más difícil si vivías de lo que ganabas en B o al día, que si tienes una nómina mensual y teletrabajas. Provoca mayor ansiedad si temes más aún a la policía que antes por ser una persona racializada que no tiene papeles y tienes que salir a comprar. El nivel de estrés aumenta cuando vas a trabajar con más miedo por ser mujer y estar sola por la calle. El malestar con tu cuerpo aumenta cuando son los cuerpos los que protagonizan la situación actual”, apuntan las psicoterapeutas feministas.
La situación en la que nos encontramos con la Covid19 ha cambiado nuestra realidad, nuestro día a día, nuestro marzo y abril y quién sabe si nuestras vidas. González y sus compañeras se acuerdan de la antropóloga de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) Mari Luz Esteban cuando habla de “la paradoja que se da en las sociedades occidentales contemporáneas, sobre el consumo de mercancías que favorecen el cuidado y la presentación del cuerpo y a su vez promueven simultáneamente una idea de autocontrol y de sublimación de las emociones, sentimientos, deseos e impulsos”. Se fomenta la idea -explican- de que “el triunfo lo obtienen aquellas personas que se centran en el trabajo y en la producción y, a la vez, cultivan una especie de moral del yo. En este doble juego, adelgazar se ha convertido en una metáfora del éxito. También en época de confinamiento”.
Hay nutricionistas que hacen divulgación en redes sociales que durante este periodo excepcional de aislamiento están haciendo hincapié en la necesidad de cuidarse físicamente pero que también tratan de dejar claro que obsesionarse con ello es incluso más perjudicial. “¿Nos viene bien leernos todos los textos que reflexionan feministamente sobre la situación actual, que nos piden y promueven respuestas?”, se preguntan desde PTF Madrid. “Pues depende de para quién. Lo peligroso sería medirnos en el éxito de ambas cosas, tener la sensación de quedarnos atrás, que no nos acompañe para sentirnos en red, que nos deje fuera por no dar la talla. Muchas de las cosas que hacemos estos días, mucho de nuestro ‘éxito’ en estos momentos lo medimos en no quedarnos atrapadas en emociones y, desde ahí, no poder dar respuestas desde el pensar o el hacer. Y sería muy bueno que nos permitiésemos parar”.
¿Cuáles serían, entonces, respuestas alternativas? ¿Dónde está la clave del éxito sin aspirar a lo que impera como éxito? El confinamiento provoca ansiedad y “comer, beber, fumar, pueden ser grandes ansiolíticos. Pero no sirven más allá de provocarnos un alivio inmediato. Respuestas más efectivas son colocarnos en el presente, hacernos cargo de la emociones que estamos sintiendo, mantener una respiración adecuada (no cortar la respiración como respuesta corporal), no asustarnos de que la ansiedad aparezca (el miedo al miedo es lo peor de las respuestas ansiógenas)”. Pero “aprender a hacer esto, o llevarlo a cabo según las circunstancias vitales, no siempre es fácil o posible si no nos acompañamos”. ¿Cómo podría abordarse la cuestión de la salud física y mental durante el aislamiento sin que recaiga solamente sobre cada uno y cada una de nosotras la responsabilidad de gestionar nuestras emociones y ansiedades? ¿Qué podrían hacer las instituciones? Desde PTF Madrid lo tienen claro: “Poner a disposición de la gente un servicio de atención psicológica que sea accesible para cualquiera sería una medida estupenda. Para cuidar la salud mental y física de la población en estos momentos difíciles es necesario que se atiendan, junto con las medidas de salud pública, aquellas desigualdades sociales que van a afectar en la aparición de determinados malestares. Sin embargo, los recursos institucionales que tenemos, son los que son. A nivel institucional existen diferentes espacios, como los centros de igualdad, asociaciones que llevan tiempo trabajando con diferentes sectores de la población… También están saliendo muchas iniciativas colectivas de carácter ‘militante’ y voluntario en los barrios que fomentan el apoyo y la sororidad con aquellas personas en situaciones de mayor vulnerabilidad. Con lo contradictorio y criticado de cubrir con voluntariado lo que tiene que ver con la salud mental”.
La experta en trastornos de alimentación y obesidad Victoria Lozada cree que sería interesante “divulgar desde una posición de no perfeccionismo, de no obsesión, de compasión y de mucha flexibilidad”, que puede ayudar a que “las personas entiendan que igual este no es el momento para empezar a cuidarse, entre comidas, o no cuidarse, porque parece que hablamos siempre de pérdida de peso. Las instituciones podrían sugerir ideas de flexibilidad, ayudar sobre cómo hacer una buena compra o un buen menú, pero -lamenta- estamos rodeados de la cultura de dieta y muchas veces algunas recomendaciones de ciertas instituciones o profesionales van escondidas dentro del autocuidado cuando en realidad son para la pérdida de peso”. Lozada siempre incita a consultar con profesionales, “sobre todo si sienten que se les está yendo de las manos”, pero también anima a “leer libros al respecto o ver directos de personas que nos enriquezcan y que no estén promoviendo la hiperproductividad y, sobre todo, cuidarnos de la información que estamos recibiendo, refugiarnos de esto. Mucha compasión, autocuidado y flexibilidad”, concluye.
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Como ya os conté anteriormente en otro post, me venía al Sudeste Asiático durante unos meses. En este caso los países que escogí fueron Vietnam y Camboya. No conocía mucho acerca de estos países, simplemente me apetecía enfrentarte a desconectar de todo lo conocido y común para mi, y descubrir que tal es la cultura y gastronomía vietnamita. Para poder ahorrar algo de dinero y estar tranquilo (en lo referente a lo económico) decidí realizar un intercambio basado en mis conocimientos y lo que me gusta hacer: marketing digital. La posibilidad de conseguir venirme tranquilo y con todo gestionado fue debido a que usé Worldpackers.
Después de mi viaje a Bali, el listón estaba muy alto. Una gran experiencia descubriendo la Isla de los Dioses y compartiendo villa con gente que prácticamente se convierte en tu familia durante ese período de tiempo. Muchas experiencias, muchos descubrimientos y muy buen tiempo para conseguir mantener el moreno del verano. Tras Bali, un gran fin de semana en Kuala Lumpur donde termine presenciando el Gran Premio de Malasia de Moto GP. Todo muy bonito pero era el momento de empezar solo mi primera experiencia como voluntario en el extranjero.
Pero hay veces que la vida te sonríe, y te levantas cada día con la sensación de saber que todo va a salir bien. Pues bien, sin apenas saber a lo que me enfrentaba antes de subir al avión ya había gestionado todos los trámites para poder llegar a mi destino. Compartí coche con una chica, lo que me permitió ir en coche y ahorrar algo de dinero, hice mis primeras amigas vietnamitas y estas dos simpáticas chicas de la foto me dieron mis primeras clases de introducción al idioma. Algo básico, saludar y los números, pero muy útil para los primeros de supervivencia.
Una vez con mi host para estos dos meses, me gusto el sitio, ubicado en una zona de Hanoi cerca del centro pero lo suficiente alejada como para no tener que vivir estresado por el ruido de la gran ciudad. Un lugar tranquilo, y especialmente me sirivió de ayuda Martin (unos de los vietnamitas y, posiblemente, personas más felices de este mundo). Gracias a todos los consejos, he evitado pagar de más o descubrir comidas que por mi cuenta me hubiera costado unos días más descubrir.
En cuanto al trabajo, coincidía con la descripción. Venir a hacer SEO para una web que habla sobre una de las etnias minoritarias los Hmong. La web en cuestión es http://hmongsapa.com. Una tarea que requiere muchas horas y para que venía preparado y me gustaba asumir el reto, ya que no conocía como se trabaja el marketing digital desde el sudeste asiático. Un horario a mi medida con dos días libres a la semana, alojamiento y comida incluidos, descuento en tours y excursiones. Un buen deal a cambio de aportarles todo lo que he ido aprendido a lo largo de estos años. Creo que ha sido una gran experiencia para empezar a vivir como nómada digital, al final te das cuenta de que no necesitas una oficina para trabajar. Tan sólo un lugar con conexión a Internet y donde sentarte y apoyar tu portátil. Como gran aficionado a la buena velocidad y conexión tengo que reconocer que la vietnamita todavía sigue deseando algo que desear (pero bueno la de Bali también me decepcionó algo teniendo en cuanta que había fibra óptica). En cuanto a las tareas, empecé arreglando unos pequeños problemas de visualización de algunos elementos que tenían en el site (uno de los problemas más comunes de wordpress). En cuanto a las tareas, tengo que agradecer lo predispuesto que han estado a escuchar mis sugerencias y organización. Tras realizar un exhaustivo keyword research para saber que palabras atacar y, especialmente, saber de que iba la historia… porque no había escuchado hablar de Sapa en mi vida. Tras llevar a cabo este análisis, el diagnóstico es común no me queda otra que atacar long-tail keyword. La estrategia ser el primero en escribir sobre ciertas cosas (difícil cuando no sabes nada sobre el sitio), crear mejor contenido que el resto de competidores (algo fácil ya que el contenido y el diseño de la mayoría de los sitios de la competencia es algo obsoleto y no incluyen muchas palabras) y una buscar buenos backlinks. Una muestra de ello, ha sido este artículo que conseguí colocar en la primera página de Google:
El cuarto es el mio 🙂
En definitiva, no os quiero aburrir con tecnicismos y logros (los dejare para mi CV). Lo que sienta bien es que te dejen hacer a tus anchas y confíen en tus conocimientos. Como mis conocimientos acerca de Sapa y la gente Hmong dejaban que desear, una de las cosas que más he disfrutado ha sido poder ir a Sapa a vivir con una familia local durante dos semanas. Sin duda, una experiencia inolvidable (y que ha llenado mi disco duro de imágenes y videos para compartir, y mi memoria de como hablar sobre esta cultura en primera persona). Sin duda esta experiencia me ha servido para volver a sentirme bien trabajando, trabajando a mi manera y compaginándolo con poder viajar y seguir descubriendo la ciudad. Sin duda, lo que necesitaba en ese momento. siempre me ha gustado el marketing digital, pero a veces tienes de la sensación de que tu trabajo solo es bueno si cumple unos determinados estándares de ventas, sientes que tus valores no reman en la misma dirección que los de la empresa o la gente de tu alrededor deja de sonreír porque esta tan arriba de trabajo que parece no hay tiempo para poder disfrutar. Pues bien, aquí he sentido todo lo contrario, cada persona que me rodeaba me ha dedicado una sonrisa, si no he podido terminar algo hoy se termina mañana (el mundo no se iba a terminar),he podido trabajar cada día desde una oficina distinta, alrededor de la naturaleza, no he perdido el tiempo con reuniones o calls que posiblemente solo retrasaban mis timing… he podido optimizar mi tiempo. Y creo que el factor de felicidad también ayuda, resulta mucho más fácil encontrar la inspiración, la motivación para encender el ordenador y, sobretodo, disfrutar con lo que estas haciendo. El pensar que todas las horas que he pasado delante del ordenador servirá para que la gente que viaje a Sapa viva una mejor experiencia gracias a mis consejos, o que los niños de una familia están yendo al colegio porque no necesitan salir a vender souvenirs me parece genial. Se que, posiblemente, no he cambiado el mundo pero he estado contribuyendo a que se mantenga una forma de turismo sostenible en esta región. Algo que me parece necesario tras descubrir como el turismo de resorts se esta apoderando de Bali y dejando que desaparezca un turismo que sigue respetando las tradiciones y espacios naturales. No es lo mismo quedarte en una casa en una aldea en la montaña y salir de trekking con un guía local que construir un resort para que te puedas dar un masaje con las mejores vistas. Me quedaré con muchas cosas de esta experiencia, pero sobre en lo diferente que es la cultura vietnamita y su gente. En Bali tenía la sensación de que cuando me hablaban, todas las conversaciones terminaban con esa persona tratando de ofrecerme algo. aquí también me hablan y me sonríen, y me tratan de vender transporte porque soy turista. Pero también se interesan por mi cultura, por saber de donde soy y me invitan a beber una cerveza con ellos o compartir un trayecto en moto, simplemente porque voy solo. Una de las cosas que más me ha impactado es la cantidad de veces que me han llamado guapo, tanto que he aprendido a decirlo en vietnamita, pero me preocupa que han sido más hombres que mujeres los que lo han hecho. La cantidad de gente que ha venido a hacerse fotos conmigo, la de nuevos amigos que tengo en Facebook, en Instagram o Whatsapp. En definitiva, la cantidad de sucesos que me han dibujado una sonrisa permanente en la cara y hacen que cada día mis ojos se cierren algo más cuando río (algo que parecía imposible).
Todos los amigos que hice desde que he llegado a Hanoi, durante la semana prácticamente me he ido centrando en estar solo y aprovechar el tiempo y que mis tareas quedarán hechas. Al final eso era lo bueno, que si tienes unos objetivos y los cumples en 2 días tienes 5 para ti. Normalmente esto no es así y sería una locura trabajar así. Pero he tenido tiempo para ambas cosas, trabajar y descubrir la ciudad. Al final Hanoi es una ciudad de paso y en la que siempre hay turistas, pero en este caso lo bonito de mi experiencia ha sido que he hecho amigos locales. Algunos de ellos, por un rato y otros han sido por bastante más tiempo. Gracias a ellos he tenido la oportunidad de descubrir como son muchas de las cosas locales: la comida, las celebraciones, la fiesta, la cerveza, etc.
Aprender a negociar, alquilar una moto y saber llegar a los sitios sin GPS, entrar Muay Thai y que no quieran pelear contigo porque les sacas dos cabezas, llenar tu plato de chili los días frios para entrar en calor, conseguir números de camareras, pasear por el lago Hoan Kiem y pasar el tiempo hablando inglés con estudiantes vietnamitas. Hay muchas formas de aprovechar, pero tu eres el que decide como hacerlo. Uno de los principales facotres para hacerlo es ser lo más independientemente y aventurero posible, para convertirlo en una experiencia única.
Sin duda, lo que más me ha marcado ha sido la experiencia en Sapa. Poder experimentar en primera persona como todo aquello sobre lo que tanto había leido y conocía en mi día a dia por fin lo podía pisar y descubrir por mi mismo. Sin duda algo de lo que más me ha llenado, porque creo que he podido disfrutar mucho más de todos los encantos del norte gracias a todo lo que sabía con anterioridad. Y por supuesto lo he compartido en blog de la web, ya que una de las cosas que me han dejado hacer ha sido traducirla al español para poder posicionarla mejor. Y estoy contento con el resultado. Pero, sin duda, he sido afortunado porque he disfrutado de días soleados (algo no muy común en diciembre en el norte) y no muy fríos, ideales para hacer trekking. He compartido habitación con gente de todo el mundo, lo que me ha permitido conocer gente muy interesante, mantener conversaciones muy interesantes y disfrutar de la esencia de lo que es viajar. Especialmente bonito ha sido el estar viviendo con una familia durante dos semanas, porque al final pasa eso, que formas parte de una familia. Compartir comidas, cenas, adaptarse a sus horarios, preguntarles por sus costumbres… ¡Absolutamente recomendable! Al final cuando viajas solo, muchas veces tienes eso, que te sientes solo. Lo bueno que tiene gestionar todo esto antes de venir es que sabes que los momentos de soledad y que vas a estar conociendo y en contacto con gente prácticamente desde el principio.
En general la experiencia con los Hmong ha sido muy buena y de lo más real que me he encontrado en mucho tiempo. He pasado el tiempo viendo como los niños jugaban con piedras, se entretenían buscando esconderse de sus padres en las montañas, se ensuciaban… y raras veces lo veías preocuparse por el móvil. Al final es como todo, los smartphone también ha llegado aquí, y me parece una gran oportunidad de culturizarlos a través de las apps o el contenido audiovisual. Porque me parece que son medios a los que prestan atención y les van a ayudar a aprender mucho sobre cultura y la vida. Además de su familiaridad y su simpatía, me ha sorprendido lo inteligentes que son. La mayoría de las mujeres Hmong de cierta edad ha aprendido inglés únicamente tratando de vender souvenirs a los turistas, o han aprendido que si le enseñan su casa a alguien es más fácil venderles algo tras ablandarles el corazón… y no han acudido a ninguna escuela de negocios para aprender eso.
Sin duda, grandes momentos que perdudarán en la memoria. Me han hecho aprender a vivir de una manera diferente, conocer gente nueva y nuevas culturas y reconciliarme con mi trabajo. La mejor forma de aprender es viajar, y esto ha sido un Máster de la vida que me ha permitido crecer como persona y como profesional.
Como me convertí en un auténtico Vietnamita Como ya os conté anteriormente en otro post, me venía al Sudeste Asiático durante unos meses. En este caso los países que escogí fueron Vietnam y Camboya.
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Por siempre.
Lo he pensado mucho y se necesitaría muy poco para lastimarte. Una llamada anónima a tu ilusionada novia, un paquete sin remitente que llegue a su oficina por mensajería exprés, un simple rumor que accidentalmente rozara sus vírgenes oídos bastaría para ponerle fin a tu farsa amorosa. Sería suficiente con contar una de las tantas verdades que conozco para exponerte con todas tus fallas, tus debilidades y tus pretensiones de cambio. Se siente muy bien saberme con tanto poder sobre tu futuro. Y, siendo honesta, fantaseo con destruirte mucho más de lo que debería.
En mis tardes de ocio imagino la cara de horror que la mustia de tu novia pondría cuando le confirmasen tus cuestionables conductas nocturnas, la falsa dignidad con que ella y su familia enfrentarían la situación, las notas de prensa anunciando el final de su compromiso, los rumores, conjeturas y suposiciones que todos harían al respecto, las miradas recriminatorias de todas las mujeres de tu trabajo, el disimulo con el que tus antiguos amigos se alejarían de ti en el club, tus clientes con cuentas millonarias que desaparecerían inmediatamente, las burlas que tu ex esposa haría con su nueva pareja, la desilusión en los ojos de tu hijo, los comentarios reprobatorios de tu padre enunciando lo que todos dicen a tus espaldas: que eres incapaz de amar y comprometerte, de proveer y formar una familia estable y que, bajo todas las normas de la sociedad a la que deseas pertenecer, eres un hombre fallido.
Una boda cancelada, una mentira revelada, una venganza casi perfecta.
El problema es que lo anterior no me parece suficiente. Gozaría por un momento viendo tu humillación, sí. Disfrutaría mucho más ver cómo te arrastras de regreso a mí, sí. Y negarte – o aceptarte de vuelta – sería bastante placentero, sí. Pero todo eso no basta. Mereces algo peor. Deseo que sufras mucho más. Deseo que te cases.
Quiero que viajes a París con ella este verano, que las hospedes en el Ritz y le pidas matrimonio en los Campos Elíseos, como la muy ridícula siempre soñó. Quiero que le mientas y le digas que es la mujer de tu vida y le des un carísimo anillo de diamantes en corte princesa para comprobarlo.
Quiero que regreses a México y contrates el mejor wedding planner que puedas pagar. Quiero que ella escoja un hermoso vestido Vera Wang y lo cargue a tu tarjeta de crédito. Quiero que tengan una melosa despedida de solteros en pareja, de ésas donde les regalan un costurero y una escoba y nosécuántas cosas más. Quiero que tengan su boda en el otoño, en una antigua hacienda fuera de la ciudad, como siempre lo imaginaron. Quiero que tengan el mejor banquete y el pastel más delicioso. Quiero que aparezcan en todas las revistas de sociales y que más de alguna los nombre la pareja del año. Quiero que mil doscientos invitados, todos tus más cercanos amigos, sean testigos de su dicha. Quiero que en la ciudad se hable de la linda pareja que hacen y el buen matrimonio que formarán.
Quiero que, por un momento, pienses que puedes ser feliz. Te daré una ilusión, como mi regalo de bodas. Sonreiré dignamente, diré que todo está en el pasado, que en realidad siempre fuimos amigos, nada más. Fingiré felicidad, te abrazaré y te desearé lo mejor en tu matrimonio. Te aseguraré que ella es la mujer indicada para ti y que serás feliz a su lado. Iré a tu boda, me sentaré en la tercera fila, aplaudiré e incluso soltaré unas cuantas lágrimas en los momentos necesarios. Bailaré toda la noche y brindaré por ti y tu nueva señora. Y por si todo esto no fuese regalo suficiente, enviaré a tu casa una vajilla china, justo como la de su madre.
Por supuesto que entre tanta bondad olvidaré mencionar que a partir de la boda serás el hombre más miserable del mundo. Porque no eres la clase de hombre que es feliz regresando de trabajar a una pequeña mansión con alberca, dos perros y una impecable esposa, devota del Reino de Cristo.No te gustan las cenas elegantes a la luz de las velas y detestas aún más las reuniones de parejas. No haces viajes románticos a Mazamitla por un fin de semana y no vas de crucero por las islas griegas durante el verano. No te apegas a la rutina pues la encuentras tediosa, y la idea de envejecer al lado de alguien te aterra más de lo que nunca admitirás. No eres la clase de hombre que se casa, por lo menos no para ser feliz.
Y ella lo notará. Cuando la euforia de la luna de miel pasé, ella se dará cuenta del error que cometiste. Serán los pequeños detalles los que te delaten: el mal gesto con el que comes tu desayuno, la prisa con que la besas al despedirte, el desgano que te provoca tocarla, la rapidez con que esquivas su mirada. No podrá negarlo, la verdad será tan obvia que la hará llorar en su ducha cada mañana: no la amas y quizás nunca lo hiciste. En algún momento reunirá fuerzas para contárselo, llena de vergüenza, a su mejor amiga y ella será lo suficientemente estúpida para ofrecerle la solución ideal: un hijo.
El problema será que, por supuesto, tú no quieres tener otro hijo, con trabajos toleras al primero. Pero ella se embarazará y tú no dirás nada, pretenderás ser feliz, la ayudarás a escoger nombres y cunas y colores para decorar la recámara. La acompañarás a sus clases de Lamaze y consentirás su capricho de parir bajo el agua. Le darás a un niño hermoso e inteligente, un prodigio que va a clases de violín y karate por las tardes: un hombre de bien, como su padre.
Y cuando no puedas ni respirar en tu hogar, cuando no aguantes su olor en la cama, cuando su voz rechine en tus tímpanos, cuando seas tan infeliz y fallido como siempre lo has sido, volverás a mí. Porque yo soy la constante, la única que realmente te entiende. Yo soy la que nunca pedirá más de lo que puedes dar, la que te acepta y te ama con todos y cada uno de tus defectos. Yo soy la única que tienes, aunque nunca lo quieras aceptar.
Entonces, me vengaré. Cuando tengas más de sesenta y hayas invertido veinte años construyendo una farsa a la que te empeñas en llamar vida, cuando hasta tú te hayas engañado y creído tus historias de un matrimonio exitoso, cuando hayas dado por sentado todo lo que eres, cuando menos te lo esperes y seas más vulnerable atacaré. Y llegarán a las manos de la misma revista que fotografió su boda unas fotos del prominente empresario y hombre de sociedad en comprometedoras posiciones con una mujer desconocida. Desde mi anonimato veré tu mundo derrumbarse…
Y no debería extrañarte, tú me enseñaste a guardar un secreto y revelarlo en el momento adecuado. En realidad, tú me enseñaste todo lo que sé de amor, matrimonio, negocios y venganza; mi amigo, mi mentor, mi amor por siempre. En tantas maneras soy igual a ti. Y eso es lo que más te dolerá: saber que tú habrías hecho exactamente lo mismo.
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AMOR A PRIMER BOCADO: RUTA POR LAS PRINCIPALES MECAS GASTRONÓMICAS DEL SUDESTE ASIÁTICO.
La comida se ha convertido en una de las mejores excusas para viajar por el mundo. A través de ella podemos conocer la cultura y el modo de vida de una ciudad.
Penang, Hoi An y Bangkok son tres ciudades del Sudeste Asiático que se destacan principalmente no sólo por su geografía o arquitectura, sino por su alabada gastronomía, que las dota de un encanto tan único como imperdible.
Penang: la joya malaya de la gastronomía, diversidad cultural y arte callejero
En el séptimo mes de mi viaje alrededor del mundo, llegando a Malasia, no tenía mucho conocimiento sobre Penang.
Según lo que había leído, George Town -distrito colonial y ciudad más importante de la isla, colonizada por los Británicos en el siglo XIX y refugio de Indios, Chinos y Malayos durante la Segunda Guerra Mundial- había sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2008 ¡y no en vano!
Lo primero que me impactó fue cómo el arte callejero se apodera de las calles de la ciudad, creando una atmósfera tan mágica como fascinante. La originalidad radica en la mezcla de pinturas con elementos reales, como bicicletas o motos.
No pude evitar detenerme frente a todos y cada uno de los murales y pasar un largo rato admirándolos, sonriendo y hasta posando para alguna foto.
Pero lo que además hace tan atractiva a la isla, es la diversidad de culturas que cohabitan en ella: malayos, indios y chinos, quienes poseen sus propios barrios y respetan sus códigos, usos y costumbres.
Este mestizaje de culturas es principal responsable de que la gastronomía de Penang sea reconocida y valorada mundialmente.
El plato vedette por excelencia es el Asaam Laksa, una sopa a base de pescado, fideos gruesos de arroz, chiles rojos y lechuga, con cebolla, pepino, jengibre, tamarindo y escamas de pescado.
Por su parte, una de las creaciones indias más populares en la isla es el Tandoori Chicken, consistente en pollo marinado en tandoori masala, yogurt, cilantro, chile y cúrcuma.
El inconfundible aroma de esta delicia, y el encanto de Subhash (un Punjab de sesenta y nueve años que hace treinta vive en Malasia) me invitó varias tardes a disfrutarlo, en su puesto, mi favorito. ¿Cómo resistirme al sonido de su voz finita y dulce preguntándome "one more"?
Asimismo, en Little India se pueden saborear otras especialidades, como Roti Canai (clásico pan plano en forma de panqueque, que puede comerse solo o junto con cualquier tipo de curry), o Nasi Kandar, consistente en arroz cocido servido con una variedad de carnes y verduras cocinadas en una base de curry.
Hoi An: entre sastres, lámparas de seda y delicias culinarias
La ciudad de pescadores más famosa del centro del país, que alguna vez fuera puerto clave del Sudeste Asiático, robó mi corazón hace algunos años en aquella primera visita.
No, no fue un amor de verano, de esos que cuando empieza el año se van esfumando y quedan plasmados en nuestro diario de viaje tan sólo como un dulce recuerdo.
No hubo momento en el que cuando alguien me contaba que visitaría el país en forma de "S" no le recomendara (o casi rogara) que vaya a Hoi An.
Las lámparas de papel de seda que iluminan de noche las callecitas de la ciudad vieja; el icónico puente cubierto japonés; los templos y pagodas con detalles brillantes; las descoloridas fachadas semi cubiertas de plantas trepadoras; las casas de té; los cientos de tiendas donde talentosos sastres nos hacen ropa a medida; y las construcciones de indudable legado francés, me sumergieron en un mundo de cuentos y fantasías del que no quería salir. Y por supuesto que la comida hizo también su trabajo.
La gastronomía de la provincia de Quang Nam es, indudablemente, la más completa y sabrosa del país, ya que combina a la perfección el uso de hierbas frescas obtenidas de los jardines orgánicos cercanos, con la influencia china, japonesa y europea.
En el centro de la ciudad vieja me encontré cara a cara con la joya de Hoi An, su "Cho" (mercado central). Allí encontré frutas, verduras y legumbres con formas y sabores tan exóticos que mi mente jamás podría haber imaginado que existiera algo así.
Un ritual bien marcado delineaba mis días en aquella ciudad. Pasado el mediodía, pedaleaba en mi bicicleta de alquiler desde Cua Dai Beach hasta el mercado, donde los mismos rostros de ojos rasgados, bocas sonrientes y sombreros en forma cónica alimentaron no sólo mi estómago con delicias locales, sino también mi corazón.
No sólo fue la experiencia de comer diversos platos deliciosos, sino el ver cómo fueron preparados. Como cortaban, picaban, salteaban y servían a los clientes.
Algunos imperdibles con los que pude deleitarme allí dentro son: Cao Lau (plato regional a base de noodels y láminas de cerdo, servido con cilantro, albahaca y lemongrass, entre otras hierbas), White Rose, que como su nombre indica, consiste en flores de harina de arroz rellenas con camarones y Won Ton, una pasta de arroz rellena de carne con verduras, servida cocida o frita.
El mercado asimismo, alberga a muchas escuelas de cocina que ofrecen cursos de distinta duración, los que van desde cuatro horas a un día entero.
La aventura comienza eligiendo los ingredientes -tanto los vegetales, como los pescados y las carnes- con una adecuada explicación de todos ellos. Luego las pacientes cocineras explican, tanto a curiosos novatos como a ávidos cocineros, el paso a paso de cada receta para finalizar degustándolas.
Si de comida vietnamita callejera se trata, el primer lugar del podio es ocupado por el Banh Mih, un tradicional sándwich hecho con un pan blanco crocante y ligero, de indudable herencia francesa, relleno de carne de vaca, de cerdo o paté y acompañado de queso, pepinillos, cilantro, y demás hierbas.
Hay tantos puestos como podamos imaginarnos, y lo mejor es que algunos de ellos permanecen abiertos toda la noche.
Bangkok, capital mundial del street food
El turismo resulta muy variado en la capital tailandesa.
La ciudad de palacios, enormes templos budistas, pagodas, mercados callejeros y flotantes, y lujosos centros comerciales es visitada tanto por mochileros como por turistas en busca de experiencias de lujo.
Si nos aventuramos a recorrer los cuatrocientos metros que ocupa Khaosan Road, la calle más famosa y vibrante de la ciudad, podemos advertir por qué se ha convertido en el nirvana mochilero.
La invitación a relajarse tras un largo día de caminatas, representada por cántico que reza: “massage, massage”, se mezcla con el hit de la temporada que suena a todo volumen en alguno de los tantos bares; souvenirs; réplicas de todo lo que se nos ocurra; restaurantes; hoteles y hosteles conviven juntos en una extraña armonía.
Lo cierto es que, más allá de toda estridencia, allí también podemos encontrar un mercado callejero que diariamente ofrece auténticos platos a precios casi irrisorios.
La vibrante atmósfera culinaria que envuelve a la capital Tailandesa, paraíso para los gastrónomos y los enamorados de la comida callejera, es otra de las razones para que miles de viajeros la visiten año tras año.
Los mercados dispersos por toda la ciudad, son lugares ideales para pasear y para encontrar todas las especialidades culinarias locales, ademas de comidas preparadas in situ. Materias primas de primera calidad, distintos métodos de cocción a los que solemos experimentar, olores que llaman a nuestro apetito y una fiesta de sabores aguardan allí por nosotros.
Como me gusta mucho comer, armé una ruta por los principales mercados de la ciudad. Cada día de mi estancia visité uno distinto: el mercado nocturno de Patpong, el flotante Damnoen Saduak y el de las flores (Pak Khlong Talat).
Lo primero que probé fue el mundialmente replicado Pad Thai, consistente en fideos de arroz con salsa de pescado, jugo de lima, tofu y espolvoreado con maní, entre otros ingredientes.
Y si estamos en Asia, ¿cómo no vamos a comer arroz?, el más famoso representante local es el Khao Pad, arroz frito con pollo o verduras.
Como buena amante de la comida agridulce, no me perdí el clásico pollo con piña en salsa agridulce acompañado de arroz hervido. Saboree también el hao magal (pollo frito en salsa de coco) y la sopa Tom Ka, hecha también a base de leche de coco, con pollo, hongos, galangal, hojas de lima kafir, lemongrass y cilantro.
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La Diversidad es importante y la New York Fashion Week nos lo sigue recordando, está vez, con las “tendencias” de Primavera-Verano 2018. ¿Porqué ahora existe tanto revuelo sobre la Diversidad y la Inclusión en el mundo de la Moda? En este post no sólo verán las marcas que se atrevieron a ir más allá con estos temas… Sino que también leerán sobre la importancia de los mismos.
Christian Siriano – Spring Summer 2018
Aunque en la moda, todo es “Moda”… La Inclusión y la Diversidad no deben ser tratados como tal, mucho menos en estos momentos donde existe tanta negatividad en el Mundo. Ambos son temas importantes con años en constante evolución, si usted es un verdadero amante de la Moda… ¡Lo sabe! Porque llevamos años viendo cómo los estereotipos han cambiaron y, de repente, se estancaron en unos pocos que puedes contar con una sola mano.
Hoy en día, los Asiáticos y Afrodescendientes son cada vez más en la industria de la Moda, sin embargo, hemos comenzado a ver rostros nuevos de Razas Mezcladas, Latinos, Árabes, Transgeneros, Androgenos, y hasta Mujeres con “Hijabs” en las Revistas y Pasarelas del Mundo; pero eso es sólo con respecto a la Inclusión, un tema que ha ganado más importancia con el paso de los años ya que en el Mundo somos millones y todos poseemos distintos rasgos físicos propios de nuestra ascendencia.
Indonesian Diversity Fashion show – New York Fashion Week 2018
Teniendo la Inclusión mejor posicionada y hasta aceptada, todavía faltaba algo… Porque por más que veamos distintas razas en los anuncios, no todas las personas tienen los mismos rasgos físicos y es ahí donde entró la Diversidad. Un tema que es necesario en este momento donde las Nuevas Generaciones viven atadas a un Teléfono Celular y conocen “13 Reasons Why”, donde cada vez son más las personas que sufren de Bulimia y Anorexia solo por llegar a un “ideal de belleza”, donde miles mueren en un quirofano por querer “ser iguales a”, donde cientos se suicidan por Depresión y donde existe una mayoría que consume moda pero sigue sin sentirse identificada con lo que ve en los anuncios y revistas, y se conforma con lo poco que ve en el Cine, la Televisión o las Redes Sociales.
La Diversidad es importante porque muchas, como yo, crecimos con estereotipos tan marcados de “Perfección” que olvidamos nuestra Autoestima y nuestras Capacidades solo porque nos hicieron sentir menos por tener unos Kilos demás, “muchos años para la gracias”, cuadradas, de “pelo malo”, “sin tetas” y quien sabe cuantas cosas más. Hoy en día las cosas han cambiado a Nivel Mundial gracias a las Redes Sociales que te permiten, gracias a un termino de búsqueda, conectarte con personas con los mismos intereses que tú y donde han conocido nuevos “Role Model” con los cuales pueden identificarse, ganando más seguridad y confianza en si mismas por algo tan simple como: “Si ella puede, yo también”.
Si la Diversidad y la Inclusión son una moda, me gustaría que perduren tanto como los “cuerpos perfectos” de Kate Moss o Pamela Anderson.
El año pasado, escasamente SEIS fueron las marcas que llevaron los temas de la Inclusión y la Diversidad a otro nivel durante una de las semanas más importantes de la moda en el mundo, la NYFW. Este año, oficialmente fueron más de 15 entre marcas y diseñadores, sin embargo unas pocas marcas ofrecen a su publico una diversidad de tallas en sus Stock y se conoce de algunos diseñadores que adaptan sus piezas a su cliente.
Aqui los que se atrevieron en esta temporada…
CHROMAT
Lideres en llevar la Diversidad a niveles extremos, han vestido a grandes y poderosas mujeres como Madonna, Beyonce, Nicki Minaj, Taylor Swift y Ariana Grande.
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TOME
Se definen como una marca centrada en la responsabilidad social y ambiental, vistiendo a mujeres de todo tipo sin discriminación de Edades, Razas o Tallas. Este año con una propuesta Elegante y Fresca donde predominan las Lineas y cortes rectos.
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ECKHAUS LATTA
Creada por Mike Eckhaus y Zoe Latta. “Eckhaus Latta” plasma una estética vanguardista y deconstruida a través de piezas desenfadadas y fáciles de llevar. La veo como una marca UNISEX, donde cualquiera con un gusto atrevido y ecléctico podría usar sus piezas.
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ADDITION ELLE
La marca especializada en Tallas Plus presentó 2 Colecciones, una Urbana creada en conjunto con la Modelo Jordyn Woods (conocida por su amistad con Kylie Jenner) y otra de Ropa Interior creada en conjunto con mi favorita: Ashley Graham, quien ha realizado esta colaboración con la marca por 3era vez en una NYFW. ¿Mi momento favorito de este show? Cuando la Modelo Elly Mayday, sobreviviente de Cáncer de Ovario, salió a escena con una franela con uno de mis mensajes favoritos: “Las Etiquetas son sólo para la Ropa”.
CHRISTIAN SIRIANO
Desde sus inicios en Project Runway, Siriano ya era conocido por crear siluetas hermosas y adaptables a cualquier Tipo de Cuerpo en la mujer. Se le conoce también por ser un gran activista de la comunidad LGBT y su evolución como Diseñador ha sido importante en la industria de la moda, ya que es uno de los pocos en atender a una mayoría que por años fue ignorada: las mujeres Plus Size. Como seguidora de las Red Carpet, he sido testigo de como ha vestido a numerosas celebridades en los más importantes premios de la TV y el Cine.
Su propuesta para esta temporada lo es TODO… Fresca, Elegante, Colores Vibrantes, Estampados y Hermosas Siluetas. En la pasarela contó con la iconica Coco Rocha, par de hombres y grandes del Modelaje Plus Size como: Candice Huffine y Marquita Pring.
PRABAL GURUNG
Al igual que Siriano, Prabal es un gran activista y defensor de la mujer. Fue uno de los primeros grandes diseñadores en incluir a una Plus Size en sus desfiles (Fall 2017), tomando a Candice Huffine como una de sus musas. Este año, además de contar con las Top Models: Gigi Hadid, Bella Hadid y Taylor Hill, sino que también contó con Ashley Graham y un icono de los transgeneros Andrej Pejic. ¿Su propuesta? Elegante, Fresca y muy Femenina.
TRACY REESE
La americana se ha logrado posicionar en el mundo de la moda por la elegancia y la feminidad que transmiten sus piezas. En la NYFW se destaca por la calidad de sus shows y esta vez no fue la excepción… Durante su show, las modelos provenientes de distintas partes del mundo y de diferentes tallas y edades, tuvieron la oportunidad de HABLAR en sus idiomas sobre lo que representa ser mujer, sobre sus sueños y lo que las inspira, entendiendo que las modelos no son maniquíes, sino seres humanos que la ayudan a vender su ropa. Entre sus clientas más destacadas están la actriz Whoopi Goldberg y la ex-primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama.
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REBECCA MINKOFF
La diseñadora presentó una propuesta Romántica, Femenina y algo Bohemia llena de muchos elementos propios del verano, algunos abrigos y por supuesto sus Carteras. Contó con la presencia de algunas Bloggers y celebridades como Jessica Alba. La novedad para mi fue ver que incluyó a la modelo Plus Size Mexicana, Jocelyn Corona.
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MICHAEL COSTELLO
Sus diseños siempre han sido un homenaje a la Mujer y son adaptables a cualquier tipo de cuerpo, sin embargo, en su Colección de Novias “The Secret Garden”, no solo contó con hermosas modelos de talla “regular”… Sino que también incluyó a una pequeña niña y a par de chicas Plus Size, en las que destaca Liris Crosse de Project Runway. Una muestra de que todas podemos vernos elegantes y sentirnos hermosas en las ocasiones más especiales de la vida.
TORRID
La marca especializada en Tallas Plus también aprovecho la semana más importante de la Moda, para presentar sus propuestas para la temporada. A mi parecer una propuesta Femenina, Atrevida y Moderna, especial para las que somos más de talla 10 y también queremos vernos y sentirnos poderosas con lo que usamos. El desfile no solo contó con hermosas y reconocidas modelos Plus Size, sino también conto con 10 chicas que fueron elegidas por Redes Sociales especialmente para este momento (son las últimas 10 chicas del desfile).
https://www.youtube.com/watch?v=5CELMGmj46A&t=77s&pbjreload=10
THE BLONDS
La marca creada por Phillipe y David Blond, siempre se ha destacado por ser una marca explosiva, llena de color, diseños atrevidos y mucha creatividad con la pedreria. Sus shows siempre han sido muy extravagantes y esta vez no fue una excepción ya que la bailarina Teyana Taylor fue quien abrió el show y lo cerró el mismo Phillipe Blond con un Jumpsuit muy particular. También fue la primera vez que tuvieron a una modelo Plus Size en pasarela, específicamente la Mexicana Jocelyn Corona.
Sus diseños los han usado artistas como Paris Hilton, Beyonce, Madonna, Katy Perry, Rihanna y Jennifer Lopez.
MICHAEL KORS
Michael Kors es conocido por sus múltiples facetas a la hora de diseñar y por su capacidad de entender con que se sienten bien las mujeres al momento de vestir. Esta temporada presentó una colección inspirada en la Playa, donde pude ver que las Chanclas Havaianas no se ven mal si las combinas con buenas piezas de ropa. La Diversidad se hizo sentir al ver, no solo a Bella Hadid, Kendall Jenner y Kate Upton, sino también modelos mayores de 40 años, hombres y esta vez, no una… sino 2 Modelos Plus Size en la pasarela: Ashley Graham y Sabina Karlsson.
LEANNE MARSHALL
La americana, también ganadora de Project Runway, conocida por sus frescos y elegantes vestidos. Esta vez se arriesgó un poco más, presentando piezas de diferentes cortes y una explosión de color de la que cualquier mujer podría enamorarse. A pesar de que todos sus vestidos son adaptables a cualquier talla, al igual que algunas marcas anteriores… Fue la primera vez que usó modelos Plus Size y eso, se agradece ya que son muchas, las mujeres con el potencial de desfilar piezas como estas en las pasarelas.
ANNA SUI
Extravagancia Bohemia, así podría definir la propuesta de Anna Sui que también me recordó a la pelicula “Across the Universe”. Donde predominaron bordados y estampados florales y psicodelicos, piezas frescas ideales para la Temporada Primavera-Verano. En su pasarela desfilaron hombres y mujeres de la talla de Maggie Rizer (39 años), Taylor Hill, las hermanas Hadid y Natalie Nootenboom, esta última también es la primera Plus Size en desfilar en un show de la diseñadora.
Más diversidad…
Adicional a estas propuestas, me alegró ver a la modelo Winnie Harlow en las pasarelas de la NYFW, específicamente con la marca COACH y el diseñador Marc Jacobs.
También es necesario darle credito a las propuestas de Victoria Beckham, Philipp Plein, Carolina Herrera, Brandon Maxwell y Custo Barcelona (donde desfiló la venezolana Alejandra Ghersi), aunque no se atrevieron a llevar la Diversidad de Tallas a sus pasarelas, se conoce que las piezas también las adaptan y las venden en tallas XS y XL. Además, todos son activistas del Feminismo y la comunidad LGBT.
Alejandra Ghersi, Venezolana para Custo Barcelona (Spring-Summer 2018)
La industria de la moda lleva años Evolucionando, y esto merece celebrarse. Ya que es una evolución necesaria para las nuevas generaciones…
Si tienen dudas o comentarios, no duden en hacerlos y con gusto responderé. 😀
La Descarada.
NYFW – Diversity Matters La Diversidad es importante y la New York Fashion Week nos lo sigue recordando, está vez, con las "tendencias" de Primavera-Verano 2018.
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Cómo enviar publicidad a personas según su personalidad
f Post autor invitado de Víctor Campuzano
Descubre, desde el objetivo estratégico hasta la realización operativa, pasando por el enfoque táctico, un caso real de hiper-segmentación para Facebook Ads… ¿te atreves?
¡Ostras! Espera, que estarás poniéndome una dulce voz femenina mientras me lees, pensando que soy Vilma y no es así, aunque, ¿sabes?, tampoco creas que yo tengo una voz de esas varoniles que … en fin. Que me lío. ¿Sabes ya quién soy? ¿Me has reconocido? ¿Sí? ¿No? …
¡Exacto! Soy Víctor Campuzano y estoy, ains, más ilusionado que cuando me enteré que la nueva película de Mazinger Z se estrena este año. ¡Mamaaaaa! ¡Estoy escribiendo para el blog de Vilma Núñez! ¿Esa quién es nene? Mami, tu aplaude, ya está…
Ains, gracias por la invitación Vilma, tu siempre me has apoyado, te debo tanto… Es que aún me acuerdo de la conversación: “Vilma, tía, voy a lanzar este proyecto solidario, ¿Me ayudarías con un tuit?… No, Víctor, no sólo un tuit. Mejor escribe en mi blog y cuéntanos cosas interesantes de su desarrollo, que seguro que tienes mucho que contar…”. Casi lloro, te lo juro…
Así que vamos, venga, que hay tela. ¿Me acompañas en este paseo que se inicia en un enfoque estratégico y acaba en una parte muy operativa? ¿Me acompañas a ver si estoy a la altura?
Pongámonos en contexto: te presento tiposdesangre.org
Si por mi fuera, serían como 5.000 palabras hablando de ese proyecto en el que he puesto mucha de mi sangre. Si, si. En plan “figurado” tipo “toda mi energía” y también real, medio litro, cada cuatro meses… pero te regalan un bocadillo.
Se trata de tiposdesangre.org, un portal online que te permite, mediante un sencillo test, calcular cuál es tu tipo sanguíneo y emitir un carné que puedes descargar, compartir en tus redes, imprimírtelo… lo que quieras. ¿Qué no te lo crees? Pues venga, échale un ojo.
Eso sí… No esperes que te diga si tu sangre es de tipo A, B, etc. No. En este caso usamos expresiones populares como “tienes la sangre de horchata” para decirte cómo es tu sangre, cómo eres en realidad y, por supuesto, defendemos que las personas no somos de un tipo concreto u otro sino que somos el resultado de la combinación de aspectos de cada tipo. Somos individuales, únicas y maravillosas.
¿Sabes qué? Como no quiero extenderme demasiado contándote la parte emocional de este proyecto, cómo nació y cómo conseguimos llevarlo a cabo, te invito a que visites (luego, que ahora te queda tela aquí) el post de mi blog donde me desnudo (chiuu, chiiiiu) al respecto: Tiposdesangre.org, el proyecto donde puse mi corazón.
Ahora, si te parece bien, hagamos un recorrido ETO (estrategia, táctica y operativa) de un problema al que nos enfrentábamos… ¿Seguimos? ¡Venga! ¡Con sangre! (esto es hilar fino, jajajaja)
Área estratégica: el problema del desinfle de los lanzamientos
Si echas un vistazo a los gráficos de cualquier lanzamiento te darás cuenta de que, por norma general, parecen como un zapato de fiesta. El nivel de interacción suele ser muy elevado durante los primeros días del lanzamiento y luego empieza a decaer, a desinflarse… ¿Si? Mira, echa un ojo.
Sin embargo, nosotros no queríamos que fuese esto lo que le ocurriese a tiposdesangre.org. Nuestra intención es que consiga un volumen constante y creciente de tráfico, estando siempre presente y ayudando a concienciar de la importancia de la donación de sangre.
Así que el problema es… ¿cómo conseguir mantener el nivel de interacción en algo que, de por sí, atrae por la curiosidad y tiende a olvidarse?
Necesidad de poder “reconectar” con las personas.
Sin duda necesitábamos explotar el poder del posicionamiento orgánico. Se hacen más de 60.000 búsquedas mensuales para “tipos de sangre” así que … bueno. La elección del dominio y la adición de contenido para posicionar formaba parte de nuestra estrategia desde el principio.
Pero, ¿sabes? Más que eso, necesitábamos poder volver a conectar con las personas que ya nos habían conocido. Necesitamos poder recordarles que hacen falta, que son necesarios y que compartir es una forma de ayudar ya que la propia difusión genera conciencia y, por último, ésta genera más acción (donaciones).
Por tanto, no necesitamos recordar que existe el proyecto, necesitamos recordar que necesitamos que lo compartas. Eso debía ser nuestra máxima prioridad.
No se puede defender la individualidad con campañas masivas
Quizás una campaña masiva en Facebook Ads podría resultarte a priori una buena solución. Sin embargo, lo descartamos por falta de presupuesto ya que es caro llegar a “todo el mundo”. Caro y contraproducente.
Estarás pensando que una campaña de remarketing sería ideal. ¿Verdad? Sin embargo, había algo que no nos convencía demasiado: “lanzar un mensaje masivo en una campaña en la que se defiende la individualidad”. No nos parecía bien.
Necesitamos poder enviar mensajes más personalizados si queremos captar la atención de las personas que vean los anuncios y no romper con el principio de individualidad. De lo contrario, nos perderíamos en un enjambre publicitario.
Área táctica: a buen entendedor, pocas palabras bastan
He oído a mucha gente hablar de remarketing y muchos coinciden en una explicación del tipo “si un desconocido te interrumpe por la calle, sales corriendo. Sin embargo, si ya le conocías, la cosa cambia”. ¿Verdad que es un buen ejemplo de los beneficios del remarketing?.
Ahora pensemos en una situación parecida: ¿existiría diferencia si quien te interrumpe es una persona casi desconocida con respecto a la interrupción de un amigo o alguien más cercano? Sin duda.
¿Y qué me dices de si quien te interrumpe sabe algo de ti? Te llamaría la atención. ¿Verdad? ¿Qué pasaría si la interrupción de muestra directamente datos sobre ti? Sin duda captaría toda tu atención. ¿No es así?
Construir audiencias en función del resultado del test
¿Qué dos formas se te ocurren de conseguir ese efecto? Es decir, ¿cómo crees que podrías irrumpir a una persona mostrándole que ya la conoces? Pues se me ocurre:
Te la juegas. A ver, si fueses haciéndolo por la calle seguro que acabarías en el manicomio o la cárcel al poco. Sin embargo, en Internet, podrías apoyarte en la estadística o tus hipótesis. Pongamos un ejemplo: no sabes si estás lanzando publicidad a calvos o gente con pelo pero tu producto es más para calvos. ¿Qué puedes hacer? Pues lo lanzas a todo el mundo, pero en el mensaje pones directamente “eres calvo y yo lo sé”. La gente con pelo ignorará el mensaje, pero la gente calva se sentirá más identificada. ¿Sí? Con lo cual, sacrificas las impresiones que no son a tu público ideal y la compensas con la mejora del mensaje. Aun así, el rendimiento debe ser bajo.
Obtienes los datos necesarios. Es decir, implementas los mecanismos necesarios para obtener esos datos por otras vías. Monitorizas, tratas de establecer indicadores que luego te sirvan para la situación ideal: dirigir una publicidad muy identificada sólo a las personas que así lo van a sentir. Para eso está el Big Data. ¿No?
Nosotros preferimos optar por la segunda así que, sin más, sabíamos que necesitábamos poder crear audiencias en función del resultado del test. Decidimos registrar el resultado en bruto (su combinación completa tipo A20C20D20E20H20) pero descubrimos que eso no nos iba a servir demasiado así que, mejor, decidimos registrar aquellas personas que tuviesen una marcada diferencia.
Dicho de otra forma, quien tuviese un 40% o más de un tipo específico en su combinación, lo agregaríamos a una audiencia personalizada ya que son personas con una marcada característica.
Lanzar campañas de recuerdo con mensajes específicos
Teniendo esas audiencias, nuestros mensajes podrían ser mucho más directos y llamar más la atención. Fue entonces cuando volvimos a centrarnos en el objetivo: que lo compartan. La difusión.
¿Sabes cuál es el índice mínimo de viralidad? Es el 1:1 que dice que cada nuevo cliente o visitante consigue traer un nuevo cliente o visitante. Consiguiendo ésto, sólo podemos crecer.
Así que pensamos que nuestro objetivo es que las personas reten a sus amigos. La llamada a la acción no es “vuelve al sitio web” sino “reta a alguien a que descubra su tipo”.
Así que pensamos en mensajes como:
Tienes más de un 40% de Sangre Caliente. ¿Habrá alguien más caliente que tú en tu grupo? Reta a alguien para descubrir si te supera.
En el verano la gente quiere Horchata Fresquita… ¿Vas a ser lo más refrescante de tu grupo? Reta a alguien para ver si supera tu Sangre Horchata +40%.
Más del 40% de sangre agria… y la gente pidiendo granizados de limón. ¿Habrá alguien más adecuado que tú para el verano? ¡Reta a alguien y descúbrelo!
Tienes +40% de sangre espesa. ¿Te acuerdas del test? Compártelo, please. Reta a alguien a que se haga el test.
¿Habrá alguien más dulce que tú en tu grupo? Prueba a retar a alguien a ver si supera tu +40% de Sangre Dulce.
Vale, podrían estar mejor, pero es sólo cuestión de pensar. Lo bueno es que, si podemos establecer esa conexión, lo que hacemos no es recordarle a la persona que existe el portal tiposdesangre.org sino lo que sintió cuando descubrió el resultado. ¿Verdad? Y, además, le indicamos que debería hacer a otra persona sentir algo parecido.
Área Operativa: Registro de eventos para audiencias personalizadas
Si has llegado hasta aquí… ¡enhorabuena y gracias a partes iguales! Madre mía ¿eh? Hemos hecho un repaso por la estrategia y luego por la táctica. Es decir, hemos visto qué problema tenemos y cómo queremos solucionarlo y luego hemos planteado qué táctica vamos a llevar a cabo para alcanzar esa solución. ¿Verdad?
Por tanto, lo único que nos queda es llevarlo a cabo. Aquí no quiero extenderme mucho, no voy a contarte cómo montar una campaña en Facebook Ads ni tampoco cómo hacer un anuncio. Lo que voy a hacer es mostrarte los 2 puntos clave: registrar los datos a través del píxel de Facebook y cómo usar esos datos para crear públicos personalizados.
¿Vamos pues?
Registro de eventos personalizados del píxel de Facebook
Escribimos tiposdesangre.org desde cero. No sólo las preguntas, resultados, textos, etc.; sino también todo el código Javascript que lo hace funcioar. Todo.
La ventaja de ello es que tenemos poder para añadir funcionalidades e integrarlas como parte del proceso. Así, al igual que con el código de Google Analytics, con el simple hecho de integrar el píxel de Facebook, teníamos acceso a todas sus funcionalidades.
El píxel de Facebook permite también el uso de eventos que es algo así como “enviar a Facebook información sobre cosas que pasan en tu sitio para luego poder segmentar la publicidad en base a esos sucesos”.
Un ejemplo más práctico: cuando alguien obtiene más de un 40% en un tipo de sangre, enviarlo a Facebook para que luego esté disponible esa info para segmentar. ¿Pillas?
Pues con Javascript es más que sencillo, basta con usar esta sintaxis:
// Registramos en Facebook la puntuación …
fbq(‘track’, ‘NOMBRE_EVENTO’, {
‘NVALOR01’:VALOR01,
‘NVALOR02’:VALOR02,
‘NVALORNN’:VALORNN,
});
Con ese simple código, siempre que hayas cargado antes el píxel de Facebook, registrarás los valores que quieras, usando variables. Ojo, en nuestro ejemplo, no vemos qué puntuación le ha salido a los usuarios sino que luego podemos hacer segmentación por ello.
Aquí tienes el ejemplo real:
// Registramos en Facebook la puntuación …
fbq(‘track’, ‘Puntuaciones’, {
‘Horchata’:(horchata*10).toString(),
‘Espesa’:(espesa*10).toString(),
‘Caliente’:(caliente*10).toString(),
‘Dulce’:(dulce*10).toString(),
‘Agria’:(agria*10).toString()
});
¿Ves qué fácil? Lo es, en serio. A ver, si que es cierto que es un aspecto técnico pero con nada que entiendas un poquito de código podrás ver que es más sencillo que freír un huevo en el microondas.. Te lo aseguro.
Montaje de campañas a audiencias personalizadas usando eventos
Bueno, llegados a este punto sólo me queda contarte cómo usar esos valores para crear audiencias personalizadas (y luego si quieres públicos similares) usando esos datos. ¿Empiezas a imaginar la potencia?
Pues fíjate que sencillo:
Vas a públicos y pinchas sobre “Crear público personalizado”.
Seleccionas la opción “tráfico del sitio web”.
Seleccionas la variable que usado en el código del evento. En nuestro caso es Puntuaciones.
Le das a Limitar por url o parámetro y te mostrará los parámetros que recibes en el evento (en nuestro caso los tipos de sangre).
Seleccionas si quieres segmentar aquellos con valores específicos, o superiores a, o inferiores a… En nuestro caso sería “Puntuación – Horchata – Mayor o igual de 40”.
Y ya está. El público se crea y se va llenando … ¿Mola o no?
Algunos datos estadísticos que sé que gustarán
¿Sabes? Medir tiene una gran potencia, mola mucho. Pero sólo mola cuando saber interpretar lo que mides. Acumular datos sin saber interpretarlos es como llenar el armario de pantalones de la 38 “pa ver si algún día adelgazo”. Nunca los usas.. ¿Me sigues?
En nuestro caso recogimos, de forma anónima por supuesto, datos estadísticos que nos permiten darte, como curiosidad, afirmaciones como:
Desde que se lanzó el portal, el día 6 de Junio de 2017:
Ha recibido más de 6.000 visitas.
Más de 3.300 personas han completado el test, generando su tipo sanguíneo.
El 73% ha escogido el test de Mayores de 25, frente al 27% de menores.
Según la estadística, los valores medios de composición de sangre son:
Horchata 28,64%
Agria 14,9 %
Espesa 19%
Caliente 19,70%
Dulce 17,67%
Se percibe un dominio del componente horchata pero también un equilibrio de componentes.
El tipo más común lo posee el 0,27 % de los participantes, lo cual deja patente la individualidad de las personas. Que cada cual somos como somos y esto es una combinación de muchos aspectos.
El tipo más común es el A10C20D20E20H30 que se corresponde con 30% de Horchata, 20% de Caliente, 20% de Espesa, 20% de Dulce y 10% de Agria.
De entre los participantes, se han generado más de 480 tipos distintos de sangre o, dicho de otra forma, más de 480 combinaciones distintas.
Alrededor de 300 personas han iniciado el test y lo han abandonado antes de acabarlo. Podemos decir, por tanto, que hay alrededor de un 9% extra de gente “sin sangre”. (me parto).
¿A que mola tener estos datos para luego poder dar respuesta a preguntas que no podrías responder (salvo con conjeturas) sin ellos? ¿Me sigues? Es la potencia de la analítica: cambiamos conjeturas por respuestas fundamentadas.
Conclusiones finales
¿Pero aún sigues ahí? No puedo creérmelo. Pero mira que te casco un abrazo… Gracias por esta maratón.
En este post hemos visto:
Que para mí Vilma es lo más y lo demuestra a diario.
Cómo partir de un problema a nivel estratégico y el proceso de desgranarlo y darle solución siguiendo el flujo de Estrategia, Táctica y Operativa.
Que las herramientas de analítica y trackeo del comportamiento de los usuarios nos ayudan a entablar conversaciones más cercanas, mejor adaptadas y que esto es en beneficio de ambos.
Que con Facebook es súper sencillo registrar eventos y usarlos para crear campañas muy segmentadas.
Que la analítica web y el Big Data son interesantes siempre que nos sirvan para interpretarlos y dar respuesta a nuestras preguntas.
Que todos somos personas únicas y maravillosas.
Que tú, seguro, no podrás resistir la tentación de descubrir cuál es tu tipo de sangre y compartirlo con tu gente (jajajajaa, gracias!).
Y ahora, por supuesto, te toca a ti… ¿Qué te ha parecido el post? ¿Conocías esta forma de enfocar los problemas? ¿Sabías que se podía hacer esto con Facebook? ¿Conocías Tipos de Sangre? ¿Alguna vez has frito un huevo en el microondas? ¡Cuenta, cuenta!
Víctor Campuzano
Growth Hacker no soy, pero lo vivo. De mi blog no vivo, pero ahí si que soy como soy. Escribo sobre Growth Hacking, Marketing Online, Blogging y mucho más con un estilo siempre desenfadado. Ofrezco conocimiento y sonrisas a partes iguales.
Visita su blog: VCGS
Twitter: @vicampuzano
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