#en el celular se ve todo menos largo así que es probable que me haya excedido un poquísimo 🤏🏻
Explore tagged Tumblr posts
Text
vuelve a observar violáceo líquido encerrado en el cristal, orgullo propio aunque no fueran sus manos las que laboriosamente trajeran el líquido hasta su eminente valor. "¿está usted, señor thompson, indicando que por su mente recorren pensamientos que podrían ofender / asustar a una dama?" inquiere concluyendo lo que podría entrever en oración ajena. de poseer una habilidad no elegiría ella, la mente era un camino tramposo y engañoso incluso para el propio portador. esgrimir entre pensamientos necesarios e innecesarios, no parecía en absoluto algo que pudiera tornarse valioso. "de dejarnos llevar por la percepción de nuestras mentes ¿no estaríamos perdiendo la habilidad de conocer al otro?" suspira, considerándose una poeta por haber sonado tan cursi. sostiene la mirada unos segundos mientras permite decantar el ( segundo ) halago que recibía del caucásico. se carcajea invadida unos segundos por su propio ego que se alimenta de la aprobación ajena. "¿es usted competencia?" se inclina sutilmente curiosa por aquella respuesta. "aunque para su fortuna, nuestras mayores competencias son nuestros propios familiares" desconocía hasta qué nivel de cercanía podría reclamarse el puesto en el círculo cerrado. "cría cuervos y te arrancarán los ojos, es lo que dicen" ella nunca le haría eso a su madre, su madre era su más preciada divinidad. ella, bautizada con el nombre de la primera mujer, había sido quien entre tantos ojos expectantes, la había visto a ella y elegido como propia. "¿habilidades para sostener la antorcha familiar o para sobrevivir sin la misma?" pregunta por preguntar, no está realmente intrigada por aquello. cualquiera que tuviera un apellido como los que les rodeaban, tenían todas las puertas abiertas aunque lo negaran. observa accionar en educada parsimonia, un gesto que consideraba acorde. "para reducirse en simpleza viene usted de un país con mucha historia, consecuentemente tendrá la suya, señor thompson, no intente engañarme con modestia" le pide risueña, cómico le asimilaba la posibilidad de que existieran herederos que no tuvieran historias estrafalarias que, permitidas por el dinero, se tornaban interesantes. "de mi" repite previo a un suspiro "¿qué puede encontrar de interesante en una mujer como yo más que mi apellido?" ella conocía su valor, lo afianzaba cercano a su propia ambición. apreciaba, sin embargo, saber como se veía desde afuera "más importante ¿qué podría serle interesante a un hombre inglés como usted, señor thompson?" exhalación suena en una nota. "puede preguntarme algo específico si desea saber, pero le advierto que si la pregunta no es de mi agrado, le mentiré" sincera sin pudor "tendrá usted que descifrar cuál es cuál, al final del día" propone como entretenimiento mientras comienzo del recorrido por el laberinto, se extiende.
Su cuerpo permanecía erguido en el respaldo de la silla y mano diestra viaja para buscar aquel vaso de whisky que le fue entregado antes que tuviera la compañía de aquella mujer quisquillosa; y con un sorbo, conserva la expresión despreocupada. Podía ver que detrás de ese rostro brillante y agraciado, existían ojos ávidos de información. Observó que sabía hacer preguntas en el momento adecuado, incluso era capaz de sortearlo con inteligencia. Le daba la impresión de que era una mujer de la que debía tener cuidado. El siseo encantador de su narrativa no era más que una forma de endulzar sus oídos para que pudiera bajar la guardia. “Algo me dice que, si tuviera esa habilidad, no habría siquiera necesidad de acercarse a mí, ¿o me equivoco?” fingió inocencia. Pero Archie no solamente era un abogado muy diestro, también tenía sus propios trucos sucios y solo tenía que echar una mirada alrededor para recordarse en qué lugar se encontraba, La Sociedad de la que tanto hablaba su tío estaba frente a todos. Escéptico de naturaleza, elevó la comisura de sus labios. “ ¿Qué pienso? En lo guapa que es ” no mentía. “ Y también en la razón de estar tan interesada en etiquetarme como su competencia. No me diga que ya está empezando la cacería de quién si y quién no… ” algunos de los asistentes se tomaban muy en serio la situación. Cada familia era un mundo, suponía. “ El presente es tan inestable cómo lo es el futuro, yo simplemente confío en mis habilidades, señorita Heijnen ” naturalmente dibujó una sonrisita juguetona y aceptó su mano, depositando un beso en dorso impropio cómo simple costumbre. “ ¿Por qué no me habla sobre usted? Solo soy un hombre inglés como tantos en el mundo y luce mucho más interesante que yo ” volvió a su posición inicial, ahora intrigado con la identidad de aquella mujer.
#𝚒'𝚖 𝚗𝚘𝚝 𝚊 𝚙𝚕𝚊𝚢𝚎𝚛 𝚒'𝚖 𝚊 𝚙𝚞𝚙𝚙𝚎𝚝𝚎𝚎𝚛 ━ talks#espero que se haya reído porque cada que lo escribo me lo imagino así y me termino jijeando 😆😆#en el celular se ve todo menos largo así que es probable que me haya excedido un poquísimo 🤏🏻
176 notes
·
View notes
Text
El Huaso, parte 32: “El Escritorio”
Parte 1, Parte 2, Parte 3, Parte 4, Parte 5, Parte 6, Parte 7, Parte 8, Parte 9, Parte 10, Parte 11, Parte 12, Parte 13, Parte 14, Parte 15, Parte 16, Parte 17, Parte 18, Parte 19, Parte 20, Parte 21, Parte 22, Parte 23, Parte 24, Parte 25, Parte 26, Parte 27, Parte 28, Parte 29, Parte 30, Parte 31.
Subí a la Avenida Angamos y me fui caminando en dirección norte. Seguía llorando, pero en silencio. Mis lágrimas caían sin obstáculos por mi rostro y yo evitaba mirar a la gente en la calle, hasta que a la altura del “previa”, escuché una voz familiar que decía mi nombre.
—¿Larry?, Larry, ¿qué te pasó? —me preguntó Pedro, el hermano del Bryan, que se separó de su grupo de amigos y se acercó a abrazarme.
—Nada… —le respondí, tratando de hacerme el tonto, pero apenas hablé la voz me tembló por el llanto.
—Fue ese Huaso, ¿cierto? —me preguntó con certeza, y yo le respondí con mi silencio—. Ya, tranqui. ¿Quieres ir a la casa y tomarte algo? Un vaso de agua, un café… —me ofreció amablemente.
Acepté altiro porque no quería irme a mi casa y llegar llorando o con los ojos rojos, eso levantaría sospechas. El Pedro se despidió de sus amigos, y el Victor, su pololo, nos acompañó.
Llegamos a la casa de los Rojas, y noté que el Bryan estaba muy arreglado (mucho más de como estaba cuando nos juntamos mas temprano). Al verme se sorprendió y se asustó.
—Larry, ¿Qué te pasó? —me preguntó y se acercó a abrazarme rápidamente, tirando su celular en el sillón. Yo solo le respondí con silencio, y apretándolo fuerte para soltar toda la angustia que tenía, porque no quería soltar el llanto gritón—. ¿Te asaltaron? —me preguntó separándose de mi, y mirándome de pies a cabeza en busca de algún daño.
—Fue ese tal Huaso —respondió el Pedro por mí.
El Bryan abrió los ojos ampliamente, demostrando su sorpresa.
—¿Te pegó el Huaso? —tenía rabia en sus ojos—. Está en su casa, ¿cierto? —me preguntó, dirigiéndose al sillón a agarrar su chaqueta y su celu.
—No me pegó —hablé al fin—. No se preocupen, lloro porque soy muy cuático, solo eso —me justifiqué. No quería preocuparlos más, y tampoco quería que el Bryan fuera a pegarle al Huaso, porque lo más probable era que el Huaso se desquitara con él también.
—¿Qué pasó entonces? —volvió a preguntar mi amigo, calmándose un poco.
Nos sentamos en el sillón y les conté toda la historia, que tuve un pequeño palabreo con la Señora Sonia, que el Huaso se asustó y se enojó por eso y me terminó echando a la calle.
—Es bien imbécil tu pololo —dijo el Pedro después que terminé de contarles lo sucedido.
—Es que tiene miedo de que su familia se entere… —trataba de justificarlo, porque en el fondo lo entendía.
—No wn, él no puede hacerte esto —comentó el Bryan.
—El miedo a que la gente sepa que te gusta el pico no te da derecho a echar a tu pololo a la calle como si nada —el Pedro estaba indignado.
Estuvimos bastante rato hablando. Ellos me aconsejaban e intentaban subirme el ánimo, y lo estaban logrando. El Victor comentaba poco pero de todas formas me hacía sentir su apoyo y empatía. Nos pusimos a ver tele mientras tomábamos té con empanadas de pino que había hecho la mamá del Bryan, y pude relajarme un poco y sentir que lo que había pasado no había sido tan importante.
—No puedo creer que le haya puesto tanto color. Que vergüenza —comenté.
—No le pusiste color…o bueno si, un poco —me dijo el Pedro—. Quizás exageraste el llanto —se rió—, pero lo que hizo él no fue muy bonito tampoco.
—Está bien que llores, no te preocupes por eso —me apoyó el Bryan, dándome unas palmadas en la espalda.
Al rato el Victor se tuvo que ir, así que se despidió de nosotros y el Pedro lo acompañó a tomar colectivo.
—Te apuesto que aún ni te ha hablado para pedirte perdón —me dijo el Bryan cuando estuvimos solos.
—Capaz que no —le respondí buscando mi celular entre mis bolsillos. Entré en pánico al no sentir mi celu en ninguno de mis bolsillos—. CSM se me quedó el celu en su cama —le dije con pesar.
—¿Estarán preocupados tus viejos si no contestas? —me preguntó.
—Si, obvio que se preocuparían —le respondí—. Pero les dije que me quedaría a dormir donde el Huaso, y cuando lo hago no me llaman mucho. Aparte si llaman quizás el Huaso contesta y les dice que estoy durmiendo.
—¿Quieres dormir acá entonces? —ofreció mi amigo—. Digo, en caso de que el Huaso les haya dicho que estás durmiendo en su casa.
Acepté su ofrecimiento. Me llevó a su pieza y me dijo que podía dormir en su cama, que él dormiría con su hermano, y me dio permiso para desordenar todo lo que quisiera.
—Gracias por soportar mi crisis de hoy —le agradecí, con un poco de vergüenza.
—De nada Larry, para eso estoy —me sonrió y me dio un suave golpe de puño en el brazo—. Solo no dejes que te traten mal. Nunca. Te mereces mucho mas que eso —me dio un fuerte abrazo—. Te quiero mucho wn.
—Yo también te quiero caleta wn —le respondí, con un nudo en la garganta. Lo apreté bien fuerte contra mí, como si haciéndolo pudiera absorber el máximo de su tranquilidad y sabiduría.
—Buenas noches —me dijo después de unos largos segundos de abrazo.
—Buenas noches —le respondí. Cerró la puerta y me dejó solo en su pieza.
Me saqué la ropa y me acosté en su cama bajo las tapas. A pesar de todo lo que había pasado (o por causa de ello), me quedé dormido de inmediato, y me sumí en un sueño profundo sin volver a despertar hasta la mañana siguiente.
Cuando desperté ya tenía la mente mas despejada y me di cuenta de verdad lo que había hecho el Huaso. Entendía que tuviera miedo por la posibilidad de que sus padres se enteraran, pero ésta era tan remota que lo que hizo fue injustificado, y así pasé de la pena al enojo.
Me desperté y comencé a vestirme, y en ese momento el Bryan tocó suavemente la puerta y entró a la habitación.
—Hola —me saludó con su habitual sonrisa—. ¿Cómo dormiste?
—Bien —le respondí—. Ahora estoy con rabia —se rió.
—Tranquilo wn —me dijo sacando ropa de su closet—. Tienes hartos días para no verlo si no quieres.
—Menos mal.
Me ofreció quedarme a desayunar, pero le dije que prefería irme lo mas luego posible por si mis papás habían llamado mucho por teléfono. Me despedí de él con un largo abrazo de agradecimiento, y me fui.
Al llegar a mi casa, no había nadie levantado, así que supuse que me había salvado del interrogatorio, pero cuando estaba subiendo las escaleras, escuché que mi papá abrió la puerta de su habitación y me habló.
—¿Y usted por qué no contesta el celular? —me preguntó con voz grave. Me volteé para responderle, esperando que no se notara en mi rostro la pésima noche que pasé.
—Es que se me descargó y no me di cuenta —inventé.
—Mmm, ya —evaluó mi respuesta—. Estábamos preocupados por usted. Para la próxima cargue su celular —me recomendó y se acercó a abrazarme.
—Sí papá —le respondí entre sus brazos, disimulando mi emoción y vergüenza por haberlos preocupado tanto.
Ese fin de semana fue eterno. Como no estaba con el Huaso, las horas pasaban muy lentas y sentía que tenía demasiado tiempo libre y no sabía qué hacer con él.
El Bryan se ofrecía para distraerme y no pensar en la pelea con el Huaso.
—Ayer salí con una niña —me contó él mientras jugábamos play.
—¿Con quién? —le pregunté sorprendido, desconcentrándome un poco del juego.
—Es una amiga del Nico, que conocí hace un tiempo. Nos íbamos a juntar el jueves, pero como llegaste mal, lo cancelé —dijo sonrojándose.
—¿Y por qué no me dijiste? —volví a sorprenderme—. ¡Te arruiné la cita! Yo podía irme a llorar a otro lado.
—No, no, no. ¿Cómo se te ocurre? Debiste verte como estabas. Eras un desastre —me explicó.
—¿Y qué tal la cita? —le pregunté dándole codazos en el brazo.
—Buena. Buenísima. Fuimos a las ramadas y la pasamos re bien. Después quiso que fuéramos a su casa, así que fuimos…
—Pero amigo, ¡en la primera cita! —le dije pausando el juego, sorprendido por su rapidez—. Eres bien puto wn —le di golpes en el abdomen, riéndome.
La conversación se vio interrumpida por mi mamá que entró a la pieza con cara seria.
—Hijo, el Pato te trajo esto —me dijo y me entregó mi celular—. ¿Por qué lo tenía él?
Me quedé congelado. No supe que responder (o inventar), así que el Bryan intervino.
—Tía, lo que pasa es que el celu del Huaso murió, y necesitaba uno para comunicarse con su familia porque su hermana está enferma —inventó mi amigo, mientras yo trataba de disimular la sorpresa—. Yo le iba a pasar el mío, pero no usaban los mismos chips, así que no le servía, y por eso el Larry le prestó el suyo.
Mi mamá y yo quedamos perplejos ante la explicación del Bryan.
—¿Y está bien su hermana? —preguntó preocupada mi mamá después de unos segundos. Yo asentí con la cabeza inmediatamente.
—Por eso lo trajo, ya su hermana está bien, así que ya no necesita estar contactando a su familia 24/7 —respondí.
—Ah, ya. Que bueno que se haya mejorado —comentó mi mamá—. Le dije al Pato que subiera, que estaban ustedes jugando acá y no quiso subir —agregó. Se me heló la sangre, pensando que el Huaso pudo haber dicho algo demás a mi mamá por el enojo.
Mi mamá nos dejó solos y el Bryan se quedó mirándome preocupado.
—¿Estas bien? —me preguntó poniéndome su mano en la espalda—. Creo que zafaste super bien —dijo para tranquilizarme y yo me lancé a abrazarlo. Necesitaba aferrarme a alguien, para sentir que todo estaba bien—. Estás temblando —dijo sorprendido.
—Si, sorry —me disculpé separándome de el—, es que me dio miedo que pudiera haberse dado cuenta.
—Al menos lo manejaste mejor que el Huaso. Espero que no me eches a la calle —comentó en broma.
—Idiota —le dije, recuperando un poco la tranquilidad.
Revisé mi celu y tenía muchos mensajes de Whatsapp y la mayoría eran del Huaso, pidiéndome perdón.
—Se ve arrepentido —comentó el Bryan.
—Si… —no sabía como sentirme al respecto. Estaba feliz por saber que estuviera arrepentido, quería estar con él, abrazarlo, besarlo, amarlo; pero aún estaba dolido por lo que hizo, así que le dejé el visto por el momento.
Al día siguiente en la U, estaba trabajando en la tesis y el profe me dijo que desde ahora en adelante los trabajos experimentales no requerirían tanto tiempo, así que el tiempo que me sobraba lo podía ocupar en escribir el marco teórico. Y obviamente yo no le hice caso. Gracias a eso pude recuperar mis turnos en la pega y así distribuí bien mis tiempos entre la u, la tesis y el trabajo.
Al Huaso no lo vi hasta el martes, mientras esperábamos que comenzara la clase teórica de ese día. Cuando llegó no me saludó y yo no entendí por qué si me pedía perdón por whatsapp, pero hice como si nada, porque de todas formas aún estaba molesto.
—¿Qué le pasa? —me preguntó el Bryan en voz baja—, ¿Qué pasó con que te pedía perdón?
—No sé wn —le respondí simulando indiferencia—. Cada vez más raro el Huaso...
Así estuvimos toda la semana. Mirándonos seriamente a la distancia (aunque notaba más enojo en su mirada que en la mía), con el grupo dividido entre ambos. La Claudia no me dirigía la palabra, y el Bryan no intentaba hablarle al Huaso porque sería perder el tiempo. el Victor y la Cata compartían con ambos, pero se inclinaban un poco más hacia el Huaso y hacia mi, respectivamente.
—Oye, ¿qué te pasa? —le pregunté al Huaso el día jueves, cuando lo encontré saliendo solo de la biblioteca en la tarde. El Huaso me miró y siguió caminando como si no hubiera escuchado nada—. ¡Oye! —le repetí, agarrándolo del brazo.
—¿Qué me pasa de qué? —me preguntó haciéndose el tonto y zafándose de mi agarre.
—¿Por qué estay enojado? —le pregunté, calmándome un poco y bajando la voz a un volumen normal.
—¿Te parece poco lo que hiciste?
—¿Qué hice? —le pregunté desafiante.
—Le dijiste a la señora Sonia que somos pololos —dijo bajando la voz para que nadie escuchara.
—¡Nunca le dije eso! —le respondí sorprendido por su capacidad de tergiversación—. Aparte me mandaste mensajes pidiéndome perdón por eso, porque sabes que reaccionaste mal.
—Te quería pedir perdón por haberte echado de mi casa. Para eso fui a tu casa, a dejarte tu celu y pedirte perdón. Pero estabai super bien con el Bryan.
—¿Y por esa wea te enojaste? ¿por el Bryan? —le pregunté incrédulo.
—Siempre que peliai conmigo después te vay a meter con ese weon —me dijo con rabia.
—Voy a hablar con él, porque es mi amigo. No me meto con él —le respondí serio—. ¿O que wea querí que haga? ¿Que me coma tu mierda en silencio y me deprima encerrado en mi casa sin hablar con nadie?
—Ya, si. Tienes razón —dijo después de unos segundos, y se fué, ignorando mi petición de que se quedara para conversar.
Tenia ganas de ir tras él y abrazarlo para dejar todo atrás y solucionar nuestros problemas, insistir en que se le pasara el enojo, pero también me sentía muy descolocado por toda la situación. Me senté en la escalera pensando qué podría hacer para que volviéramos a como estábamos antes, pero solo se me ocurrió hacer lo que hago suelo hacer: arrancar de mis problemas.
Decidí que dejaría de ir a las clases teóricas por el momento para dejar de ver al Huaso. Así, podría despejar bien la mente y decidir qué era mejor para mí.
Claramente no funcionó. Pensaba en el Huaso todos los días, a todas horas, pero al menos eso no me desconcentraba de mi trabajo en la tesis o en los laboratorios prácticos. Sí me desconcentraba en la pega, pero no requería mucha concentración en ese ámbito, ya que el manejo de los clientes era bastante sencillo.
Después de una semana de no ver al Huaso, un dia jueves en la tarde, pensé que la mente me estaba jugando una mala pasada, cuando lo vi entrar a la tienda.
—Hola —me saludó con timidez.
—Hola —lo salud�� serio, disimulando la alegría que me daba verlo.
—Quiero ver camisas —dijo inseguro, como intentando omitir que éramos pololos.
—¿De qué tipo? —le seguí el juego, parándome para mostrarle las camisas. Le di la espalda mientras seleccionaba distintos tipos de camisas, y él aprovechó la ocasión para acercarse por detrás mío y abrazarme. Me zafé y me volteé para mirarlo, enojado por su patudez.
—Perdóname por favor —me pidió con la voz temblorosa.
—¿Por qué precisamente? —pregunté serio aún.
—Por todo. Por tratarte pésimo, por echarte de mi casa —dijo con las lágrimas corriendo por su rostro, pero con su voz aún bastante firme para su estado emocional—. Por ser tan celoso y por arruinar todo por ser tan cobarde.
Me hice el fuerte y no mostré señal de perdón.
—Eran varian cosas… —dije en voz alta, como si estuviera pensando.
—Y deben haber muchas mas que no recuerdo ahora —dijo humildemente.
—¿Te dijo algo después la señora Sonia? —pregunté curioso, alargando el momento para perdonarlo.
—Nada… —respondió él, avergonzado.
—¿Y tus papás te han dicho algo? —tenía que confirmar que mis palabras no habían tenido una real consecuencia en su vida.
—Nada.
—¿Entonces admites que sobredimensionaste todo?
—Si —admitió él, cabizbajo—, pero por favor entiéndeme también.
—Pero si yo te entiendo. Entiendo el miedo que sientes porque yo también lo siento. Cada vez que estamos juntos en mi casa lo siento. Tengo terror de que mis papás se enteren, pero al menos sé que te tengo a ti, y como sea que ellos reaccionen tú vas a estar ahí conmigo. Y me duele que tu no sientas lo mismo hacia mí, que prefieras echarme de tu casa en vez de aceptarme como un apoyo emocional —ahora era yo el que lloraba, pero con la voz quebrada y con dificultad para hablar.
El Huaso se acercó a mí y me abrazó fuerte.
—Te amo. Y sé que tu también estarás ahí para mí, pero necesito aprender a manejar el miedo. Me bloqueo cuando entro en pánico, y no lo puedo controlar…
—Ya estay grande como para no saber como reaccionar frente a una situación adversa —le dije con la voz aún temblorosa.
—Lo sé… —me abrazó más fuerte.
Estuvimos ahí abrazados por unos segundos, asimilando nuestras palabras.
—¿Vas a dejar de enojarte por juntarme con el Bryan? —le pregunté, después de un rato.
—Lo intentaré —aceptó—. Todo lo demás prometo cambiarlo, pero no puedo asegurar que me va a empezar a caer bien ese weon.
—De verdad que no te entiendo —le dije molesto, separándome de él.
—¡Pero si tú sabes por qué me cae mal! —dijo intentando mantener la voz en un volumen normal.
—Ya, pero yo ya te dije que eso es imposible, que te estas pasando muchos rollos.
—Bueno, y por eso lo seguiré intentando, olvidarme de mis celos, dejarlo pasar. Te lo juro que lo intentaré —prometió, acercándose nuevamente a mí—. Por ti.
—¿Seguro? —quise confirmar.
—Seguro. Hasta podría invitarlo a salir un día —se dio el lujo de bromear.
—¿Ah si? —me reí—. Te voy a cobrar la palabra entonces.
Nos reímos, relajándonos un poco por las emociones de la “reconciliación”.
—¿Cuánto te falta para salir? —me preguntó, abrazándome.
—Salgo a las 9. Si quieres esperas conmigo, queda media hora —ofrecí.
—Bueno, te espero —se comprometió, y me besó. Por fin después de semanas pude sentir sus labios. Me estremeció como si fuera nuestro primer beso, y de inmediato crucé mis brazos en su nuca.
Él aprovechó el impulso y me tomó de las piernas, y cargándome me llevó al escritorio.
—¿Qué onda esto? —preguntó sorprendido al ver que no llegaba a la superficie del mueble. El escritorio era mas bajo de lo normal, así que quedé a una altura medio incómoda—. Bueno, cambio de planes entonces —dijo sentándose en mis piernas, frente a mí, y nos besamos.
Nos besamos lentamente, disfrutando nuestro “reencuentro”, el cual fue interrumpido por unos crujidos. Nos quedamos inmóviles y en silencio al escucharlos, pero al hacerse más fuerte los crujidos caímos ambos al suelo, entre los restos del escritorio que había cedido bajo nuestro peso.
—¿Estás bien? —me preguntó preocupado el Huaso, y tras mi respuesta afirmativa con la cabeza, se puso a reir por lo ocurrido—. Amor, creo que te acabas de quedar sin pega.
—Si... —respondí, intentando pensar en como iba a solucionar tremendo problema.
411 notes
·
View notes
Text
Lost eden: Kino dark prologo

Agradezco la traducción en ingles de @paymeintea
Traducido por @0takudl
Dark 01 - Dark 02 - Dark 03 - Dark 04 - Dark 05 - Dark 06 - Dark 07 - Dark 08
- Dark 09 - Dark 10
Yui: Hm... (¿Dónde estoy?)
*Tose.*
Yui: (¿Qué es este olor... ? Es terrible, como si algo estuviera pudriéndose.) (De todos modos, primero que nada, tengo que salir de aquí.) ¿Eh? (Allí hay un chico.)
*Él suspira.*
Yui: (Es como si estuviera contemplando el cielo. Tal vez él sea de por aquí, intentaré hablar con él...) Uh, hola. ¿Vives por aquí?
*El chico resopla.*
Yui: ¿Qué haces aquí? ¿Dónde están tus padres?
Chico: … Ah
Yui: ¿Eh?
*El chico señala hacia arriba; Yui también observa. Ella ve el largo rastro de una estrella fugaz-, pero rápidamente se pierde en la oscura noche. Cuando desaparece el niño murmura algo.
Chico: Es mi papá.
Yui: ¿Papá? (¿Qué quiere decir?)
-La escena se desvanece, Yui despierta en una habitación.-
Yui: (¿Eh? Oh, es verdad que estaba con Ayato-kun... )
Kino: Ah, por fin has despertado.
Yui: Kino-kun...
Kino: ¿Cómo te sientes? Aunque parece que has dormido bastante bien.
Yui: … (Dormir es una palabra para eso...)
Kino: Entonces, ¿qué haremos ahora? Viniste hasta aquí, así que debería hacerlo más agradable.
Yui: ¿Agradable?
Kino: Sí. Siempre has estado en esa mansión, así que sin duda entiendes lo que quiero decir, ¿verdad? Mira, intenta decir lo mismo. ¿Qué fue lo que te hicieron en la mansión Sakamaki?
Yui: ¿Por qué preguntas esto... ?
Kino: Hmm, no escuchabas lo que estaba preguntando. Si vas a oponerte, está bien. Simplemente puedes permanecer en esta habitación hasta que cambies de opinión.
Yui: ¿Por qué haces esto? ¿Qué has hecho con Ayato-kun?
Kino: Fufu. Esta vez bombardeas con preguntas, pero podemos dejar eso por ahora. Más importante aún, tengo algo de sed.
¡Yuuri! ¿Puedes traer un poco de jugo de guayaba?
Yuri: Entendido.
Kino: ¿Quieres un poco?
Yui: No quiero... (¡Este no es momento de estar tomando jugo... !)
*Kino bebe.*
Kino: Haa, el jugo de guayaba es delicioso.
Yui: Oye, Kino-kun Sin evadir la pregunta, ¿puedes responder a lo que te pedí?
Kino: No estoy evadiendo la pregunta. Tu entiendes sin que te responda, ¿verdad? Sólo hay una razón por la que me he dirigido hacia ti y, en definitiva, es esta.
Yui: ¡Kya!
*Se escucha el ruido de los resortes de la cama. A continuación, un derrame.*
Kino: Ahh, el jugo derramó. Pero bueno, haah.
*Kino muerde a Yui.*
Yui: … P-Para...
Kino: Fufu. De ninguna manera. Te dije que tenía sed, ¿no es así?
Yui: (Puedo sentir como toda fuerza se aleja de mi cuerpo... )
Kino: Ha... es buena—tu sangre. Es como si me estuviera volviendo adicto a ella. Es una lástima que ese grupo la haya probado por primera vez...
Yui: Por favor, para... déjame ir.
Kino: Eres muy lenta para comprender. ¿Aún no te has dado cuenta de tu posición actual? Cálmate y piensa. En este momento tú eres algo así como mi mascota, entiéndelo.
*Sonido de resortes.*
Yui: ¡Kya! (¡Me caigo!)
*Resortes y Yui se golpea contra el suelo.*
Yui: Mmph.
Kino: ¡Desde qué linda dirección me ves! Sí, mírame de esa forma desde el suelo... eso realmente te conviene.
Yui: …
Kino: Ahora discúlpate. Derramaste mi jugo de guayaba, después de todo.
Yui: … ¿¡Por qué... !?
Kino: ¿Estás tratando de decir que no fue tu culpa? Hmm... parece que no entenderás sin una mirada de reproche al menos una vez. Fufu.
Yui: … (Sus ojos no están sonriendo... si lo hago enojar, no sé lo que hará. Esos ojos están...)
Kino: Hmm, ¿finalmente has decidido seguir las reglas?
Yui: Yo... lo siento...
Kino: ¿Piensas que es suficiente? Arrodíllate ante mis pies y baja más tu cabeza. Pero sólo si realmente crees que es tu culpa.
*Yui se arrodilla.*
Yui: Yo... lo siento...
*Kino ríe.*
Kino: Lo mejor... ¡esto es lo mejor!
Yui: Por hacer que haga esto... qué clase de persona eres...
Kino: Espera. ¿Quién dijo que podía parar? Deja de temblequear tus labios con palabras inútiles.
Yui: … Lo siento.
Kino: Eso está bien. Causó tanto problema que deberíamos haberlo grabado para el futuro. Oh, bueno, supongo que con una foto va a estar bien.
Yui: (¿¡... Una foto!? )
Kino: Ah, ya es tan tarde. Bueno, tengo que irme. Pasé un buen tiempo gracias a ti. Pero esto sólo es el principio, así que recuerda esto bien. Ten cuidado de no repetir este error por descuido de nuevo.
Yui: … Eres lo peor.
Kino: Jaja, di lo que quieras.
*Kino se aleja.*
Yui: … (… Por fin se fue, pero él tiene la llave de la puerta y no podré salir de esta habitación. Me pregunto qué pasó con Ayato-kun... con cómo es Kino, no puedo dejar de preocuparme)
-Cambio de escena; Ayato-
Ayato: … ¡Quiero salir de aquí! ¡Maldición!
*Crujido.*
Ayato: … ¿¡Qué!? ¡¡Uwaa!!
*Ayato se derrumba.*
Ayato: Ggh...
Kino: Dios, eres ruidoso. ¿Qué tal si te calmas ya?
Ayato: …
Kino: No importa qué tan violentamente lo intentes, no va a funcionar. Esta celda tiene incorporada una magia especial. Bueno, eres un idiota así que no importa lo mucho que hayas intentado, es probable que ni te hayas dado cuenta, ¿verdad?
Ayato: ¡Deja de joder! ¡Voy a matarte!
Kino: Qué manera de hablar. Esa no es forma de hablar con tu hermano mayor, sabes.
Ayato: ¿¡Eh!? ¿¡Quién es el hermano mayor aquí!?
Kino: ¿Quién? ¿No es obvio? Soy yo. Juro que lo dije antes.
Ayato: Si piensas que puedes confundirme con ese tipo de toreo, tendrás que buscar otra cosa.
Kino: No es toreo en lo absoluto, pero, bueno, si no quieres creerme entonces está bien.
Ayato: Se revuelve mi estómago cada vez que te veo. De todos modos, ¡date prisa y déjame salir de aquí!
Kino: Haa... tener que escuchar a un hermano menor tan malo—Él es peor que en lo rumores. Creo que no tiene remedio.
Si no escuchas lo que te digo, no sé lo que le podría suceder a la chica... ¿De acuerdo?
*Kino saca su teléfono.*
Ayato: ¿Un celular?
Kino: Deberías agradecerme de que te permita ver una de mis fotos más preciadas.
Ayato: … !! ¡¡Chichinashi!!
Kino: Fufu... jajaja. ¿Qué piensas? Genial, ¿no es así?
Ayato: Bastardo... deja de joder.
Kino: Fufu. Qué aullido; no puedes hacer nada desde donde te encuentras ahora. ¿Lo entiendes? Vas a hacer exactamente lo que diga.
Ayato: Bastardo. ¿Cuál es exactamente tu plan?
Kino: Plan... bueno, lo diré ya que incluso un idiota como tú lo puede entender: yo quiero tu ayuda. Quiero tu ayuda para romper todo.
Ayato: ¿Romper... todo... ?
Kino: Sí, exactamente. ¿Qué piensas? ¿No suena interesante?
Ayato: Mmm, no del todo. Ayudándote—repugnante. En la parte del hermano mayor o lo que sea no tiene sentido, trabajar con alguien que se junta con ghouls...
Kino: Se junta con ghouls, eh... Oye Ayato, quiero que prometas algo. Jura no decir nada estúpido como eso de los ghouls nunca más.
Ayato: ¿Eh? ¿¡Por qué tengo que seguir las órdenes de alguien como tú!?
Kino: Ya veo. Bueno, no estás ayudando entonces. Qué hermano menor más sordo, diré que tendrá que ser castigado severamente... bueno, ese es mi papel como hermano mayor.
*Sonido de una rejilla.*
Ayato: Tú... ¿qué piensas...?
Kino: ¿Eh? ¿No es obvio? Estoy calentándolo hasta que se vuelva rojo. [Habla de una hierra] Voy a hacer... esto.
Ayato: ¡Gyaaaaaahh!
*Kino quema a Ayato con la hierra y éste se desploma.*
Kino: ¿No es genial—esta marca? Te queda bastante bien, debes agradecerme. El escudo de armas del pájaro negro, esa es la marca de mis amigos.
Ayato: Ggh... qué.. qué demonios tiene...
Kino: Voy a esperar tu cooperación la próxima vez. Nos vemos.
*Kino deja caer el hierro. Ayato maldice en el fondo.*
-Sala de estar.-
Yuri: Bienvenido de nuevo, Kino.
Kino: Ah, Yuri, has vuelto.
Yuri: Sí, volví justo antes. ¿Estaba mirando en la celda?
Kino: Sí. Como era de esperarse, es un hermano menor crítico. Me agotó.
Yuri: ¿Y? ¿Cómo es la condición de Ayato-san?
Kino: Quién sabe. Tenía que castigarlo, pero es probable que ahora se vuelva violento nuevamente. Bueno, hasta que se calme él va a obtener más castigos-- ¿apartarías mi soldadora, para mí?
Yuri: Entendido.
Kino: Pero a pesar de... la magia de ahí abajo... el sello mágico que el grupo de la��iglesia hizo realmente es muy grande. Es como que Ayato no puede competir contra eso en lo absoluto. Bueno, por algo de este mundo después de todo. (Ayato fue el que recibió el poder de Papá—Karlheinz, pero... no puede ser que no sea un gran poder en lo absoluto, ¿verdad?)
Yuri: ¿Debo hacer un poco de té?
Kino: Ah, sí. Gracias.
~Fin del Dark prologo~
139 notes
·
View notes
Text
La historia cubana de Rapunzel: A vender el pelo, que no hay champú
Dos mujeres venden su pelo en Revolico.com
LA HABANA, Cuba. – Surelys no sabía que cargaba una “fortuna” sobre su cabeza. Dice que andaba desesperada buscando dinero para completar unos ahorros y comprar un refrigerador, entonces fue una vecina, peluquera de oficio, la que le “iluminó el camino”. “Véndeme tu pelo”, le propuso, y ella se echó a reír pensando que era una broma. Pero no, era un negocio real.
Eso fue en 2014 y, por su moño lacio y rubio de unos 40 centímetros de largo, Surelys dice haber recibido la suma de 350 dólares, una cantidad que doblaba el precio estándar en aquel momento, de entre 100 y 150 dólares, tan solo por el color, difícil de encontrar en Cuba, y lo bien cuidado que estaba, algo igual de raro en un país donde un pomo de champú “común y corriente” suele costar casi un tercio del salario de un trabajador.
A pesar de que siempre gustó de llevar el pelo largo, Surelys jamás había escuchado sobre el contrabando de pelo. Mucho menos imaginó que en la Isla algo así sería tan común como el mercado de ropa o zapatos importados, todos igual de clandestinos e ilegales como lo es cualquier intercambio o iniciativa comercial que pretenda demasiada independencia del Estado.
“Después fue que me enteré que hay cantidad de gente que se dedica a eso, que se van hasta Oriente y se meten por todos esos montes a comprar moños de pelo”, cuenta Surelys, quien, entusiasmada por aquella primera vez, asegura haber vendido su cabellera en dos ocasiones más.
“Ojalá el pelo creciera más rápido porque me haría rica pero es imposible. No soy Rapunzel”, comenta la mujer: “En realidad nadie puede vivir de eso porque el pelo tarda años en volver a crecer es algo que te saca de un momento de apuro, como me pasó a mí que andaba como loca con el refrigerador roto, la última vez que vendí fue en diciembre: me pagaron 500 por un moño de 36 centímetros pero eso es raro, normalmente por pelo castaño y lacio lo que pagan ahora, creo, son 200 o 300 pesos (dólares) cuanto más, y eso que ha subido de precio. Ahora con esto de la pandemia, posiblemente como la gente está arrancada, estén vendiendo por menos”, dice Surelys. Sus declaraciones son igual de negadas y confirmadas por varias personas que conocen del negocio y que pudimos contactar vía Internet, siguiendo las muchas publicaciones que existen en las páginas de ventas online.
Moño en venta (Foto: Revolico.com)
Moños de pelo en venta en Internet (Foto: Revolico.com)
“No creo que nadie haya pagado tanto por un moño aunque sea rubio, lo que estamos pagando ahora son 100 (dólares) por un moño de 40 centímetros”, nos informa uno de los compradores en conversación telefónica.
“Lo más que he pagado yo fueron 300 dólares a una yuma (extranjera) y porque tenía el mejor pelo que he visto yo en mi vida, pero aquí en Cuba nadie le paga a nadie eso, por muy buen pelo que tenga, y menos ahora que todo el mundo está pasmado (sin dinero). Yo en estos días he comprado moños, de pelo lacio, impecable, por 20 pesos (dólares)”, dice una vendedora a la que contactamos vía WhatsApp.
“Aquí (en La Habana) es posible que alguien venda en 100 o 150, quizás porque ahora no es posible salir de La Habana, porque lo más rentable es salir para el campo, para allá por Granma y Santiago, donde consigues buen pelo por 40 o 50 (dólares). Después a eso le puedes sacar tal vez hasta 20 veces lo que te costó”, afirma Brian, un peluquero que dice sacar entre 50 y 60 extensiones de cada moño que compra.
“Los vendedores me los dan por 100 o 150, depende, pero se les saca. Hay quienes usan pelo sintético pero se nota a la legua que no es natural, y cuando quieres unas buenas extensiones buscas que el pelo parezca real, mientras más cuidado, más pagan. Aquí yo todos los meses hago más de 20 extensiones, así que a un moño de pelo le saco rápido lo que costó y por supuesto que más, si no, no es negocio”, comenta Brian.
Moños en venta (Foto: Revolico.com)
Mirna, una compradora de las pocas compradoras que accedió a conversar con CubaNet, aseguró que los precios han bajado respecto a años anteriores, a pesar de que muchos de los compradores han estado vendiendo los moños de pelo fuera de Cuba donde suelen costar muchísimo más de lo que pagan los peluqueros de la Isla.
“Ahora porque (el país) está cerrado pero ese pelo da más dinero cuando se vende fuera (de Cuba). Hace unos años sí se vendía caro, fue cuando se puso de moda y todas las jineteras (prostitutas) se ponían extensiones. Las pagaban carísimo, el moño de pelo estaba por los 200 y 300 dólares, eso es verdad. Pero ya no. Sigue estando de moda pero no hay dinerito.
“Ahora sería el momento de vender y comprar, porque no hay champú, pero no se puede salir de La Habana, la gente está vendiendo muy barato porque no hay dinero. Lo que hacen es ir para el campo, comprar por 20 o 30 dólares y después venderlo en Miami en 300, pero en Cuba ningún peluquero da más de 150 por un moño. Ahora ves toda esa pila de anuncios en Revolico porque la gente anda como loca vendiendo, y supongo que es porque no hay champú, y si empiezan a lavar esos moños con jabón entonces no valdrán ni un kilo prieto cuando los vendan”, señala Mirna.
Aunque parezca “dinero fácil” para quienes venden el pelo, en realidad no lo es. Lograr que el cabello crezca saludable y se mantenga así durante más de dos años es una tarea que demanda esmero y paciencia. Cualquier descuido pudiera arruinar los planes de obtener un buen precio por un buen producto. Y en Cuba, donde el desabastecimiento se ha convertido en un problema a perpetuidad, la tarea de “cultivar” un moño “vendible”, cuando se calcula el costo de lo invertido, puede resultar decepcionante.
De acuerdo con lo divulgado en diversas publicaciones científicas consultadas al respecto, el cabello humano crece a razón de entre 10 y 15 centímetros anuales, de modo que obtener un moño de unos 40 centímetros de largo le tomará a una persona casi tres años de cuidado sostenido si pretendiera obtener algún provecho de tan larga espera.
“Lo que gastas en champú, en productos para que no se reseque, que no salgan horquetillas, que crezca más rápido, el tiempo que empleas en darle cepillo por las noches, que no se queme con el sol, me imagino que al final la ganancia sea nada”, comenta Karen, una joven a la que alguna vez le propusieron comprarle su moño de pelo pero que se negó por considerarlo abusivo.
“No creas que no lo pensé porque el dinero me hacía falta pero ¿cómo voy a vender mi pelo por 50 dólares? Ni por 100, si en todos estos años me he gastado más que eso”, dice la joven y seguido saca cuentas rápidamente para concluir decepcionada: “Un champú son mínimo tres dólares, la crema de tratamiento va por ahí, la peorcita. Además, échale huevo para que crezca un poquito más rápido, un huevo, fíjate tú, un huevo, que en este país es un milagro comerse un miserable huevo para que uno se lo eche en la cabeza, o un aguacate, que mejor me lo como. No, eso es un abuso. Prefiero que se me caiga de tanto estrés, que en este país es lo más probable”.
Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de WhatsApp. Envíanos un mensaje con la palabra “CUBA” al teléfono +1 (786) 316-2072, también puedes suscribirte a nuestro boletín electrónico dando click aquí.
#gallery-0-5 { margin: auto; } #gallery-0-5 .gallery-item { float: left; margin-top: 10px; text-align: center; width: 33%; } #gallery-0-5 img { border: 2px solid #cfcfcf; } #gallery-0-5 .gallery-caption { margin-left: 0; } /* see gallery_shortcode() in wp-includes/media.php */
Skyline in La Habana, Cuba, at sunset, with vintage cars on the street and people sitting on the Malecon. Copy space
https://www.cubanet.org/destacados/la-historia-cubana-de-rapunzel-a-vender-pelo-que-no-hay-champu/https://www.cubanet.org/destacados/la-historia-cubana-de-rapunzel-a-vender-pelo-que-no-hay-champu/ La historia cubana de Rapunzel: A vender el pelo, que no hay champú La historia cubana de Rapunzel: A vender el pelo, que no hay champú Dos mujeres venden su pelo en Revolico.com …
0 notes
Text
El Huaso, parte 32: El Escritorio
Lista de capítulos
Subí a la Avenida Angamos y me fui caminando en dirección norte. Seguía llorando, pero en silencio. Mis lágrimas caían sin obstáculos por mi rostro y yo evitaba mirar a la gente en la calle, hasta que a la altura del “previa”, escuché una voz familiar que decía mi nombre.
—¿Larry?, Larry, ¿qué te pasó? —me preguntó Pedro, el hermano del Bryan, que se separó de su grupo de amigos y se acercó a abrazarme.
—Nada… —le respondí, tratando de hacerme el tonto, pero apenas hablé la voz me tembló por el llanto.
—Fue ese Huaso, ¿cierto? —me preguntó con certeza, y yo le respondí con mi silencio—. Ya, tranqui. ¿Quieres ir a la casa y tomarte algo? Un vaso de agua, un café… —me ofreció amablemente.
Acepté altiro porque no quería irme a mi casa y llegar llorando o con los ojos rojos, eso levantaría sospechas. El Pedro se despidió de sus amigos, y el Victor, su pololo, nos acompañó.
Llegamos a la casa de los Rojas, y noté que el Bryan estaba muy arreglado (mucho más de como estaba cuando nos juntamos mas temprano). Al verme se sorprendió y se asustó.
—Larry, ¿Qué te pasó? —me preguntó y se acercó a abrazarme rápidamente, tirando su celular en el sillón. Yo solo le respondí con silencio, y apretándolo fuerte para soltar toda la angustia que tenía, porque no quería soltar el llanto gritón—. ¿Te asaltaron? —me preguntó separándose de mi, y mirándome de pies a cabeza en busca de algún daño.
—Fue ese tal Huaso —respondió el Pedro por mí.
El Bryan abrió los ojos ampliamente, demostrando su sorpresa.
—¿Te pegó el Huaso? —tenía rabia en sus ojos—. Está en su casa, ¿cierto? —me preguntó, dirigiéndose al sillón a agarrar su chaqueta y su celu.
—No me pegó —hablé al fin—. No se preocupen, lloro porque soy muy cuático, solo eso —me justifiqué. No quería preocuparlos más, y tampoco quería que el Bryan fuera a pegarle al Huaso, porque lo más probable era que el Huaso se desquitara con él también.
—¿Qué pasó entonces? —volvió a preguntar mi amigo, calmándose un poco.
Nos sentamos en el sillón y les conté toda la historia, que tuve un pequeño palabreo con la Señora Sonia, que el Huaso se asustó y se enojó por eso y me terminó echando a la calle.
—Es bien imbécil tu pololo —dijo el Pedro después que terminé de contarles lo sucedido.
—Es que tiene miedo de que su familia se entere… —trataba de justificarlo, porque en el fondo lo entendía.
—No wn, él no puede hacerte esto —comentó el Bryan.
—El miedo a que la gente sepa que te gusta el pico no te da derecho a echar a tu pololo a la calle como si nada —el Pedro estaba indignado.
Estuvimos bastante rato hablando. Ellos me aconsejaban e intentaban subirme el ánimo, y lo estaban logrando. El Victor comentaba poco pero de todas formas me hacía sentir su apoyo y empatía. Nos pusimos a ver tele mientras tomábamos té con empanadas de pino que había hecho la mamá del Bryan, y pude relajarme un poco y sentir que lo que había pasado no había sido tan importante.
—No puedo creer que le haya puesto tanto color. Que vergüenza —comenté.
—No le pusiste color…o bueno si, un poco —me dijo el Pedro—. Quizás exageraste el llanto —se rió—, pero lo que hizo él no fue muy bonito tampoco.
—Está bien que llores, no te preocupes por eso —me apoyó el Bryan, dándome unas palmadas en la espalda.
Al rato el Victor se tuvo que ir, así que se despidió de nosotros y el Pedro lo acompañó a tomar colectivo.
—Te apuesto que aún ni te ha hablado para pedirte perdón —me dijo el Bryan cuando estuvimos solos.
—Capaz que no —le respondí buscando mi celular entre mis bolsillos. Entré en pánico al no sentir mi celu en ninguno de mis bolsillos—. CSM se me quedó el celu en su cama —le dije con pesar.
—¿Estarán preocupados tus viejos si no contestas? —me preguntó.
—Si, obvio que se preocuparían —le respondí—. Pero les dije que me quedaría a dormir donde el Huaso, y cuando lo hago no me llaman mucho. Aparte si llaman quizás el Huaso contesta y les dice que estoy durmiendo.
—¿Quieres dormir acá entonces? —ofreció mi amigo—. Digo, en caso de que el Huaso les haya dicho que estás durmiendo en su casa.
Acepté su ofrecimiento. Me llevó a su pieza y me dijo que podía dormir en su cama, que él dormiría con su hermano, y me dio permiso para desordenar todo lo que quisiera.
—Gracias por soportar mi crisis de hoy —le agradecí, con un poco de vergüenza.
—De nada Larry, para eso estoy —me sonrió y me dio un suave golpe de puño en el brazo—. Solo no dejes que te traten mal. Nunca. Te mereces mucho mas que eso —me dio un fuerte abrazo—. Te quiero mucho wn.
—Yo también te quiero caleta wn —le respondí, con un nudo en la garganta. Lo apreté bien fuerte contra mí, como si haciéndolo pudiera absorber el máximo de su tranquilidad y sabiduría.
—Buenas noches —me dijo después de unos largos segundos de abrazo.
—Buenas noches —le respondí. Cerró la puerta y me dejó solo en su pieza.
Me saqué la ropa y me acosté en su cama bajo las tapas. A pesar de todo lo que había pasado (o por causa de ello), me quedé dormido de inmediato, y me sumí en un sueño profundo sin volver a despertar hasta la mañana siguiente.
Cuando desperté ya tenía la mente mas despejada y me di cuenta de verdad lo que había hecho el Huaso. Entendía que tuviera miedo por la posibilidad de que sus padres se enteraran, pero ésta era tan remota que lo que hizo fue injustificado, y así pasé de la pena al enojo.
Me desperté y comencé a vestirme, y en ese momento el Bryan tocó suavemente la puerta y entró a la habitación.
—Hola —me saludó con su habitual sonrisa—. ¿Cómo dormiste?
—Bien —le respondí—. Ahora estoy con rabia —se rió.
—Tranquilo wn —me dijo sacando ropa de su closet—. Tienes hartos días para no verlo si no quieres.
—Menos mal.
Me ofreció quedarme a desayunar, pero le dije que prefería irme lo mas luego posible por si mis papás habían llamado mucho por teléfono. Me despedí de él con un largo abrazo de agradecimiento, y me fui.
Al llegar a mi casa, no había nadie levantado, así que supuse que me había salvado del interrogatorio, pero cuando estaba subiendo las escaleras, escuché que mi papá abrió la puerta de su habitación y me habló.
—¿Y usted por qué no contesta el celular? —me preguntó con voz grave. Me volteé para responderle, esperando que no se notara en mi rostro la pésima noche que pasé.
—Es que se me descargó y no me di cuenta —inventé.
—Mmm, ya —evaluó mi respuesta—. Estábamos preocupados por usted. Para la próxima cargue su celular —me recomendó y se acercó a abrazarme.
—Sí papá —le respondí entre sus brazos, disimulando mi emoción y vergüenza por haberlos preocupado tanto.
Ese fin de semana fue eterno. Como no estaba con el Huaso, las horas pasaban muy lentas y sentía que tenía demasiado tiempo libre y no sabía qué hacer con él.
El Bryan se ofrecía para distraerme y no pensar en la pelea con el Huaso.
—Ayer salí con una niña —me contó él mientras jugábamos play.
—¿Con quién? —le pregunté sorprendido, desconcentrándome un poco del juego.
—Es una amiga del Nico, que conocí hace un tiempo. Nos íbamos a juntar el jueves, pero como llegaste mal, lo cancelé —dijo sonrojándose.
—¿Y por qué no me dijiste? —volví a sorprenderme—. ¡Te arruiné la cita! Yo podía irme a llorar a otro lado.
—No, no, no. ¿Cómo se te ocurre? Debiste verte como estabas. Eras un desastre —me explicó.
—¿Y qué tal la cita? —le pregunté dándole codazos en el brazo.
—Buena. Buenísima. Fuimos a las ramadas y la pasamos re bien. Después quiso que fuéramos a su casa, así que fuimos…
—Pero amigo, ¡en la primera cita! —le dije pausando el juego, sorprendido por su rapidez—. Eres bien puto wn —le di golpes en el abdomen, riéndome.
La conversación se vio interrumpida por mi mamá que entró a la pieza con cara seria.
—Hijo, el Pato te trajo esto —me dijo y me entregó mi celular—. ¿Por qué lo tenía él?
Me quedé congelado. No supe que responder (o inventar), así que el Bryan intervino.
—Tía, lo que pasa es que el celu del Huaso murió, y necesitaba uno para comunicarse con su familia porque su hermana está enferma —inventó mi amigo, mientras yo trataba de disimular la sorpresa—. Yo le iba a pasar el mío, pero no usaban los mismos chips, así que no le servía, y por eso el Larry le prestó el suyo.
Mi mamá y yo quedamos perplejos ante la explicación del Bryan.
—¿Y está bien su hermana? —preguntó preocupada mi mamá después de unos segundos. Yo asentí con la cabeza inmediatamente.
—Por eso lo trajo, ya su hermana está bien, así que ya no necesita estar contactando a su familia 24/7 —respondí.
—Ah, ya. Que bueno que se haya mejorado —comentó mi mamá—. Le dije al Pato que subiera, que estaban ustedes jugando acá y no quiso subir —agregó. Se me heló la sangre, pensando que el Huaso pudo haber dicho algo demás a mi mamá por el enojo.
Mi mamá nos dejó solos y el Bryan se quedó mirándome preocupado.
—¿Estas bien? —me preguntó poniéndome su mano en la espalda—. Creo que zafaste super bien —dijo para tranquilizarme y yo me lancé a abrazarlo. Necesitaba aferrarme a alguien, para sentir que todo estaba bien—. Estás temblando —dijo sorprendido.
—Si, sorry —me disculpé separándome de el—, es que me dio miedo que pudiera haberse dado cuenta.
—Al menos lo manejaste mejor que el Huaso. Espero que no me eches a la calle —comentó en broma.
—Idiota —le dije, recuperando un poco la tranquilidad.
Revisé mi celu y tenía muchos mensajes de Whatsapp y la mayoría eran del Huaso, pidiéndome perdón.
—Se ve arrepentido —comentó el Bryan.
—Si… —no sabía como sentirme al respecto. Estaba feliz por saber que estuviera arrepentido, quería estar con él, abrazarlo, besarlo, amarlo; pero aún estaba dolido por lo que hizo, así que le dejé el visto por el momento.
Al día siguiente en la U, estaba trabajando en la tesis y el profe me dijo que desde ahora en adelante los trabajos experimentales no requerirían tanto tiempo, así que el tiempo que me sobraba lo podía ocupar en escribir el marco teórico. Y obviamente yo no le hice caso. Gracias a eso pude recuperar mis turnos en la pega y así distribuí bien mis tiempos entre la u, la tesis y el trabajo.
Al Huaso no lo vi hasta el martes, mientras esperábamos que comenzara la clase teórica de ese día. Cuando llegó no me saludó y yo no entendí por qué si me pedía perdón por whatsapp, pero hice como si nada, porque de todas formas aún estaba molesto.
—¿Qué le pasa? —me preguntó el Bryan en voz baja—, ¿Qué pasó con que te pedía perdón?
—No sé wn —le respondí simulando indiferencia—. Cada vez más raro el Huaso…
Así estuvimos toda la semana. Mirándonos seriamente a la distancia (aunque notaba más enojo en su mirada que en la mía), con el grupo dividido entre ambos. La Claudia no me dirigía la palabra, y el Bryan no intentaba hablarle al Huaso porque sería perder el tiempo. el Victor y la Cata compartían con ambos, pero se inclinaban un poco más hacia el Huaso y hacia mi, respectivamente.
—Oye, ¿qué te pasa? —le pregunté al Huaso el día jueves, cuando lo encontré saliendo solo de la biblioteca en la tarde. El Huaso me miró y siguió caminando como si no hubiera escuchado nada—. ¡Oye! —le repetí, agarrándolo del brazo.
—¿Qué me pasa de qué? —me preguntó haciéndose el tonto y zafándose de mi agarre.
—¿Por qué estay enojado? —le pregunté, calmándome un poco y bajando la voz a un volumen normal.
—¿Te parece poco lo que hiciste?
—¿Qué hice? —le pregunté desafiante.
—Le dijiste a la señora Sonia que somos pololos —dijo bajando la voz para que nadie escuchara.
—¡Nunca le dije eso! —le respondí sorprendido por su capacidad de tergiversación—. Aparte me mandaste mensajes pidiéndome perdón por eso, porque sabes que reaccionaste mal.
—Te quería pedir perdón por haberte echado de mi casa. Para eso fui a tu casa, a dejarte tu celu y pedirte perdón. Pero estabai super bien con el Bryan.
—¿Y por esa wea te enojaste? ¿por el Bryan? —le pregunté incrédulo.
—Siempre que peliai conmigo después te vay a meter con ese weon —me dijo con rabia.
—Voy a hablar con él, porque es mi amigo. No me meto con él —le respondí serio—. ¿O que wea querí que haga? ¿Que me coma tu mierda en silencio y me deprima encerrado en mi casa sin hablar con nadie?
—Ya, si. Tienes razón —dijo después de unos segundos, y se fué, ignorando mi petición de que se quedara para conversar.
Tenia ganas de ir tras él y abrazarlo para dejar todo atrás y solucionar nuestros problemas, insistir en que se le pasara el enojo, pero también me sentía muy descolocado por toda la situación. Me senté en la escalera pensando qué podría hacer para que volviéramos a como estábamos antes, pero solo se me ocurrió hacer lo que hago suelo hacer: arrancar de mis problemas.
Decidí que dejaría de ir a las clases teóricas por el momento para dejar de ver al Huaso. Así, podría despejar bien la mente y decidir qué era mejor para mí.
Claramente no funcionó. Pensaba en el Huaso todos los días, a todas horas, pero al menos eso no me desconcentraba de mi trabajo en la tesis o en los laboratorios prácticos. Sí me desconcentraba en la pega, pero no requería mucha concentración en ese ámbito, ya que el manejo de los clientes era bastante sencillo.
Después de una semana de no ver al Huaso, un dia jueves en la tarde, pensé que la mente me estaba jugando una mala pasada, cuando lo vi entrar a la tienda.
—Hola —me saludó con timidez.
—Hola —lo saludé serio, disimulando la alegría que me daba verlo.
—Quiero ver camisas —dijo inseguro, como intentando omitir que éramos pololos.
—¿De qué tipo? —le seguí el juego, parándome para mostrarle las camisas. Le di la espalda mientras seleccionaba distintos tipos de camisas, y él aprovechó la ocasión para acercarse por detrás mío y abrazarme. Me zafé y me volteé para mirarlo, enojado por su patudez.
—Perdóname por favor —me pidió con la voz temblorosa.
—¿Por qué precisamente? —pregunté serio aún.
—Por todo. Por tratarte pésimo, por echarte de mi casa —dijo con las lágrimas corriendo por su rostro, pero con su voz aún bastante firme para su estado emocional—. Por ser tan celoso y por arruinar todo por ser tan cobarde.
Me hice el fuerte y no mostré señal de perdón.
—Eran varian cosas… —dije en voz alta, como si estuviera pensando.
—Y deben haber muchas mas que no recuerdo ahora —dijo humildemente.
—¿Te dijo algo después la señora Sonia? —pregunté curioso, alargando el momento para perdonarlo.
—Nada… —respondió él, avergonzado.
—¿Y tus papás te han dicho algo? —tenía que confirmar que mis palabras no habían tenido una real consecuencia en su vida.
—Nada.
—¿Entonces admites que sobredimensionaste todo?
—Si —admitió él, cabizbajo—, pero por favor entiéndeme también.
—Pero si yo te entiendo. Entiendo el miedo que sientes porque yo también lo siento. Cada vez que estamos juntos en mi casa lo siento. Tengo terror de que mis papás se enteren, pero al menos sé que te tengo a ti, y como sea que ellos reaccionen tú vas a estar ahí conmigo. Y me duele que tu no sientas lo mismo hacia mí, que prefieras echarme de tu casa en vez de aceptarme como un apoyo emocional —ahora era yo el que lloraba, pero con la voz quebrada y con dificultad para hablar.
El Huaso se acercó a mí y me abrazó fuerte.
—Te amo. Y sé que tu también estarás ahí para mí, pero necesito aprender a manejar el miedo. Me bloqueo cuando entro en pánico, y no lo puedo controlar…
—Ya estay grande como para no saber como reaccionar frente a una situación adversa —le dije con la voz aún temblorosa.
—Lo sé… —me abrazó más fuerte.
Estuvimos ahí abrazados por unos segundos, asimilando nuestras palabras.
—¿Vas a dejar de enojarte por juntarme con el Bryan? —le pregunté, después de un rato.
—Lo intentaré —aceptó—. Todo lo demás prometo cambiarlo, pero no puedo asegurar que me va a empezar a caer bien ese weon.
—De verdad que no te entiendo —le dije molesto, separándome de él.
—¡Pero si tú sabes por qué me cae mal! —dijo intentando mantener la voz en un volumen normal.
—Ya, pero yo ya te dije que eso es imposible, que te estas pasando muchos rollos.
—Bueno, y por eso lo seguiré intentando, olvidarme de mis celos, dejarlo pasar. Te lo juro que lo intentaré —prometió, acercándose nuevamente a mí—. Por ti.
—¿Seguro? —quise confirmar.
—Seguro. Hasta podría invitarlo a salir un día —se dio el lujo de bromear.
—¿Ah si? —me reí—. Te voy a cobrar la palabra entonces.
Nos reímos, relajándonos un poco por las emociones de la “reconciliación”.
—¿Cuánto te falta para salir? —me preguntó, abrazándome.
—Salgo a las 9. Si quieres esperas conmigo, queda media hora —ofrecí.
—Bueno, te espero —se comprometió, y me besó. Por fin después de semanas pude sentir sus labios. Me estremeció como si fuera nuestro primer beso, y de inmediato crucé mis brazos en su nuca.
Él aprovechó el impulso y me tomó de las piernas, y cargándome me llevó al escritorio.
—¿Qué onda esto? —preguntó sorprendido al ver que no llegaba a la superficie del mueble. El escritorio era mas bajo de lo normal, así que quedé a una altura medio incómoda—. Bueno, cambio de planes entonces —dijo sentándose en mis piernas, frente a mí, y nos besamos.
Nos besamos lentamente, disfrutando nuestro “reencuentro”, el cual fue interrumpido por unos crujidos. Nos quedamos inmóviles y en silencio al escucharlos, pero al hacerse más fuerte los crujidos caímos ambos al suelo, entre los restos del escritorio que había cedido bajo nuestro peso.
—¿Estás bien? —me preguntó preocupado el Huaso, y tras mi respuesta afirmativa con la cabeza, se puso a reir por lo ocurrido—. Amor, creo que te acabas de quedar sin pega.
—Si… —respondí, intentando pensar en como iba a solucionar tremendo problema.
Siguiente Capítulo: Victoria
16 notes
·
View notes